Estamos, entonces, frente a dos posibles escenarios: o se aventuran a dar clases en línea hasta semáforo verde o se atreven a llamar a los estudiantes a las aulas. En el primer caso, sería menester recordar la situación en la que estábamos en marzo y abril, momento en el que se realizaron encuestas que arrojaron que una parte importante de la población estudiantil no podía adaptarse fácilmente a la situación de las clases en línea por motivos socioeconómicos, familiares, personales e incluso hasta geográficos. Por todo lo anterior, en este escenario podríamos estar previendo una gran oleada de bajas