Quiero ser parte del cambio, unirse al Partido Comunista es creer que otro mundo es posible. Es rechazar la resignación ante un capitalismo que destruye el planeta y deshumaniza a las personas. Es organizarse, estudiar y movilizarse y construir, desde hoy, las bases de una sociedad verdaderamente libre.
Por eso, quien abraza el comunismo no lo hace por oportunismo, sino por conciencia. Porque entiende que, como dijo Marx, no se trata de interpretar el mundo, sino de transformarlo.
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Estado de México
Hace poco conocí a un militante comunista y empezamos a entablar conversación. Me resolvió dudas acerca de la sociedad en la que vivía. ¿Por qué no todos podemos ser iguales? ¿Por qué no podemos estar igual económicamente? Eran dudas que tenía hace mucho y que puedo llegar a decir que no me dejaban estar tranquila hasta que lo escuché. Apenas tengo 17 años, exploro mi entorno con gran fascinación y espero en algún momento poder concretar un cambio en mi sociedad y el comunismo se me hizo una forma muy humana y viable de concretar ese cambio de aires. Recién estoy estudiando todo lo que es la cuestión comunista, socialista, marxista y leninista. Me gustaría aprender de esta ideología y aplicarla en mi educación y futuro.
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Prepa Nacional 8, CDMX
Soy consciente de las injusticias, los problemas y las contradicciones del sistema actual. Uno donde tu lugar y familia de nacimiento lo son todo, donde solo hay dos clases: una tiene pero no trabaja, sino que le quita a la clase que no tiene y por eso tiene que trabajar.
Me doy cuenta que ésto no tiene porqué ser así, que hay maneras mucho más eficientes de organizar la sociedad y sus recursos para crear un nuevo sistema en el que TODOS tengamos una vida digna.
La desigualdad económica es infinitamente mayor a lo que la gente se imagina. No hay forma de acumular tanto sin quitar a los demás. El capitalismo lo único que premia es al que sea más astuto para extraer de los demás.
Pienso que el Estado como representante de todos debe tener un plan centralizado y debe administrar los medios de producción por el bien de todos. La automatización no es algo a lo que temer, sino algo que debemos aprovechar.
A final de cuentas, hay diferentes perspectivas y problemas a los que enfrentarse, pero yo pienso que el impulso central del movimiento es y debe ser el bienestar colectivo de TODOS. Esa debe ser la máxima a seguir.
Estamos en un momento histórico único, en el que el capitalismo está llegando a su etapa de un fascismo e imperialismo más descarado y cínico, en el que la inteligencia artificial y el cambio climático juegan un papel enorme. La historia no está acabada, es el momento de organizarse.
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UNAM, CDMX
Desde nivel media superior he sido acorde a ideologías comunistas, marxistas. En sentido filosófico y social, no creo en el capitalismo, catalogándolo como el peor mal ideológico social. A mi medida posible y personal, lucho a diario contra el sistema capitalista.
¡Comunistas revolucionarios de toda Irlanda se reunieron en Dublín los días 5 y 6 de abril para el histórico segundo Congreso de los Comunistas Revolucionarios de Irlanda!
Con 50 camaradas presentes durante todo el fin de semana, hicimos balance de los importantes avances logrados durante el último año: la expansión de nuestra organización a Derry, Sligo, Wicklow, Meath, Cork, Limerick, Wexford y Kildare, así como el afianzamiento de nuestras raíces en Dublín, Belfast y Galway. Y lo que es más importante, ¡hemos superado el hito de los 50 comunistas activos en Irlanda! Y tal fue el entusiasmo en el evento, que recaudamos la asombrosa cantidad de 10.700 € para financiar la lucha por el comunismo aquí en Irlanda, ¡incluidos 850 € en ventas de literatura revolucionaria!
Desde nuestro Congreso del año pasado, nuestra organización ha crecido más del 50 por ciento, con la introducción del Congreso que celebra este increíble hecho: ¡ahora tenemos 56 militantes activos en Irlanda!
¡Este es un crecimiento histórico para nuestra organización que no existía hace unos años, y es un testimonio de la corrección de las ideas del marxismo genuino y los métodos del bolchevismo!
Sin embargo, estamos lejos de ser complacientes. Las tareas impuestas a los comunistas revolucionarios por la historia son grandes, y debemos esforzarnos por estar a la altura de las circunstancias.
Por lo tanto, para el próximo Congreso, hemos resuelto hacer crecer nuestra organización a 100 militantes, contratar a nuestro segundo revolucionario a tiempo completo, relanzar nuestro periódico como una publicación bimensual y materializar nuestras ideas estableciendo una sede revolucionaria en Dublín.
Una nueva época en el capitalismo mundial
Inauguramos nuestro Congreso con un debate sobre las perspectivas mundiales. Una cosa está clara: no estamos viviendo tiempos normales. La época de la llamada política capitalista «normal» ha terminado, y estamos asistiendo a la agonía del orden mundial liberal y a las convulsiones de un sistema en declive terminal.
A lo largo del debate, los camaradas describieron la crisis cada vez más profunda del imperialismo estadounidense. El imperio estadounidense, que en su día fue el amo indiscutible del capitalismo global, es ahora un coloso en declive, golpeado por la decadencia interna y la fragmentación geopolítica. La apuesta de Donald Trump por el proteccionismo es precisamente una expresión cualitativa del declive relativo de Estados Unidos como única superpotencia mundial.
La Unión Europea, aliada histórica de Estados Unidos, se encuentra cada vez más en desacuerdo con este país. La ilusión de la unidad occidental está hecha jirones. Lo que estamos presenciando no es más que la desintegración del orden mundial liberal de la posguerra.
En el corazón de esta agitación global se encuentra la crisis objetiva del propio capitalismo. La crisis financiera de 2008 marcó un punto de inflexión histórico, dejando al descubierto las contradicciones fundamentales del sistema.
Sin embargo, la clase dirigente evitó este colapso inyectando miles de millones en las venas del capital financiero, pero esto solo aplazó la crisis al tiempo que inflaba una burbuja de deuda de proporciones sin precedentes. Esa burbuja amenaza ahora con estallar con una fuerza cada vez mayor, arrastrando potencialmente a todo el sistema a una crisis en espiral.
La globalización, que en su día fue anunciada como la salvación del capitalismo, ahora se está revirtiendo y convirtiendo en su opuesto. Los mismos imperialistas que en su día ensalzaron las virtudes del libre comercio y los mercados abiertos ahora se apresuran a levantar muros proteccionistas, incapaces de competir a escala mundial. La contradicción entre el Estado nación y la producción internacionalizada es cada vez más explosiva, amenazando con hacer añicos el sistema.
Pero las masas están empezando a agitarse. Una ira ardiente hierve bajo la superficie, lo que está provocando saltos en la conciencia entre la clase trabajadora y la juventud.
En el debate se destacó cómo, en ausencia de una alternativa revolucionaria, esta rabia de clase está encontrando salidas de forma distorsionada, concretamente en el auge de los demagogos de derechas. El auge de figuras como Trump no es un signo de la fuerza del capitalismo, sino de su crisis.
Nuestra tarea es preparar a las fuerzas revolucionarias capaces de intervenir en el movimiento, proporcionar liderazgo a la clase trabajadora y lograr el derrocamiento final de este sistema podrido a través de la revolución socialista.
Irlanda y el período que se avecina
Irlanda está lejos de ser inmune a esta crisis. Como destacamos durante nuestra segunda sesión sobre Perspectivas irlandesas, Irlanda es increíblemente vulnerable a los cambios en las relaciones globales.
Irlanda se encuentra atrapada entre tres bloques imperialistas en conflicto: Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea. El llamado «milagro económico» del Tigre Celta, construido sobre la inversión extranjera directa, se está desmoronando rápidamente. La clase dirigente irlandesa, paralizada por esta creciente contradicción, no tiene una respuesta estratégica. Ante el creciente proteccionismo, lo que una vez fue la mayor fortaleza de Irlanda se está convirtiendo en su mayor debilidad.
A pesar de las estadísticas oficiales de crecimiento del PIB, las condiciones materiales de la clase trabajadora continúan deteriorándose. Los salarios reales se estancan o caen, la renta disponible disminuye y más de un millón de personas en el sur viven ahora en la pobreza. La vivienda, la sanidad y los servicios públicos están en una profunda crisis.
En el norte, esta crisis se ve agravada por la cuestión nacional sin resolver. Décadas de mala gestión capitalista han dejado al Norte lleno de material inflamable. Las infraestructuras se están deteriorando, desde el NHS hasta las carreteras, mientras la crisis de la vivienda sigue empeorando.
El DUP, plagado de escándalos, ha dejado un vacío en el que se ha introducido el ala más extrema del unionismo. Con la cuestión de la frontera de nuevo en la agenda a instancias de los aranceles de Trump, esta contradicción amenaza con estallar de nuevo. Y, sin embargo, más austeridad está en la agenda. El Sinn Féin ha aceptado las condiciones de los imperialistas y cultiva la ilusión de que una Irlanda unida puede lograrse por medios constitucionales.
Pero el capitalismo no puede cumplir. El único camino viable hacia la unidad irlandesa es a través de la revolución. Solo el derrocamiento del capitalismo en toda la isla por una clase trabajadora consciente y unida puede romper las cadenas de la partición y forjar una Irlanda Socialista Unida de 32 condados.
Las tareas de los comunistas en 2025
El segundo día de nuestro Congreso comenzó con un debate sobre las tareas organizativas necesarias para construir un partido capaz de derrocar el capitalismo.
Si bien la organización actual de 56 camaradas es un logro importante, es solo un punto de partida. Para lograr nuestros objetivos revolucionarios, debemos expandirnos rápidamente tanto cualitativa como cuantitativamente.
Nuestra tarea inmediata es formar a cada camarada en los métodos de construcción del partido, la teoría revolucionaria y el bolchevismo. Cada camarada no es solo un miembro, sino un potencial cuadro en la lucha por el socialismo.
Para satisfacer las necesidades de la revolución venidera, debemos aspirar a convertirnos en una organización de cientos y luego de miles. Cada nuevo recluta representa un paso adelante en la construcción de la futura vanguardia de la clase trabajadora.
Con este fin, el Congreso resolvió alcanzar los 100 camaradas para nuestra próxima reunión y garantizar que cada camarada se convierta plenamente en un cuadro marxista. Esto requiere no solo educación teórica, sino una comprensión profunda de nuestras tareas prácticas y la necesidad de desarrollar un liderazgo revolucionario en todos los niveles.
Además, hemos decidido relanzar nuestra publicación The Revolutionary Communist con mayor frecuencia. Actualmente es trimestral, pero pasará a ser bimensual, con el objetivo de pasar a ser mensual lo antes posible. La rápida evolución de la sociedad exige una prensa revolucionaria que pueda ofrecer comentarios oportunos y agudos sobre la situación en curso.
Lograr estos objetivos requiere sacrificios, tanto materiales como organizativos. Como dijo Cicerón, «las finanzas son los tendones de la guerra». Y estamos librando una guerra, la más justa de todas: ¡la guerra de clases! Para traducir nuestras ideas en una fuerza material, necesitamos medios materiales. Por eso nuestra independencia financiera es fundamental para nuestra supervivencia y crecimiento.
A principios de este año, logramos un hito significativo al reclutar a nuestro primer revolucionario a tiempo completo, financiado en su totalidad por las cuotas de nuestros militantes. Esto marca un gran paso adelante en la construcción de la base material para nuestro trabajo. Pero no nos detendremos aquí. El Congreso ha resuelto contratar a un segundo revolucionario a tiempo completo y comenzar el desarrollo de un centro revolucionario en Dublín, un centro físico y símbolo del avance del comunismo revolucionario en Irlanda.
La dedicación de nuestros camaradas es incuestionable. Durante nuestra recaudación financiera, en la que pretendíamos recaudar 6000 € para nuestro fondo de lucha, superamos ese objetivo por un margen significativo y recaudamos unos 9000 €.
Esto demuestra que los Revolucionarios Comunistas de Irlanda no sólo están creciendo en número, sino también en determinación y voluntad de superar todos los obstáculos que se nos presentan. Tenemos que prepararnos para los titánicos acontecimientos que se avecinan.
Un partido mundial de la revolución
La sesión final de nuestro Congreso se centró en los informes del resto de la Internacional. La lucha por construir los Comunistas Revolucionarios de Irlanda no es una lucha por crear un movimiento irlandés separado, sino parte de la lucha global por el comunismo mundial como parte de la Internacional Comunista Revolucionaria.
El debate se centró en el trabajo de nuestra Internacional en el último período y en nuestros orígenes, en concreto en el trabajo incansable de Ted Grant, cuyos esfuerzos aseguraron la supervivencia del marxismo genuino durante el período de posguerra.
El crecimiento de la Internacional Comunista Revolucionaria refleja tanto la profunda crisis del capitalismo como la corrección de nuestros métodos. Los camaradas informaron de que en los últimos años, nuestra membresía internacional creció de 2600 a más de 6800 camaradas, con ganancias significativas en países como Gran Bretaña, Estados Unidos, México y Pakistán.
Lo que está claro en toda nuestra Internacional es que nuestra fuerza radica en nuestro compromiso inquebrantable con el marxismo ortodoxo.
Aquí en Irlanda, nuestra tarea es la misma. Construir un partido que pueda derrocar al capitalismo cuando llegue el momento. Todas y cada una de las sesiones de nuestro Congreso, todas y cada una de las resoluciones, discusiones y votaciones contribuyeron a este objetivo.
Ahora es el momento de actuar. No solo para votar sobre objetivos, sino para salir con audacia a cumplirlos. Este segundo Congreso está preparado para actuar como plataforma de lanzamiento de nuestro trabajo en el próximo período.
¡Por los 100 militantes! ¡Adelante a la construcción de los Comunistas Revolucionarios de Irlanda!
El sábado 29 de marzo, el grupo colombiano de la Internacional Comunista Revolucionaria celebró su primera escuela comunista revolucionaria dedicada a las ideas fundamentales del marxismo. A través de una jornada de tres sesiones, los camaradas de Colombia Marxista tuvieron tres sesiones sobre el materialismo dialéctico, el materialismo histórico y “La clase, el partido y la dirección”, el clásico de Trotsky sobre la derrota del proletariado español.
Contando con la participación de 25 personas, entre militantes, contactos y algunos integrantes de secciones de España, Venezuela y Dinamarca de la ICR, el evento tuvo un verdadero carácter internacional.
Materialismo dialéctico, el cimiento del marxismo
Para la primera sesión, contamos con la presentación y la participación de Luis Romero, dirigente de Revolución Comunista, la sección venezolana de la Internacional Comunista Revolucionaria. En su introducción a la discusión, Luis hizo un recorrido por la historia de la filosofía presentando una perspectiva marxista con respecto a los grandes filósofos griegos, sus anticipaciones a los descubrimientos científicos más importantes, así como sobre los pensadores del renacimiento y Hegel.
Finalmente, con Marx y Engels, el camarada explicó de manera muy clara como los fundadores del socialismo científico se pararon sobre los hombros de gigantes para construir y definir los lineamientos del materialismo dialéctico, el cimiento sobre el cual se sustentan las ideas del marxismo.
La calidad de la discusión fue notable, con varios compañeros estudiantes comentando sobre temas como la naturaleza de la verdad, los peligros de la política de identidad, la filosofía burguesa y la presión de la ideología formalista en las ciencias.
Luis cerró planteando cómo la dialéctica ha sido clave para desentrañar las leyes del capitalismo, destacando que incluso los capitalistas burgueses han dado la razón a Marx. También mencionó como el análisis dialéctico y material se anticipó a los descubrimientos de la antropología con respecto al papel del trabajo en el desarrollo del hombre. A lo largo de toda la historia del socialismo científico, los marxistas han logrado prever el desarrollo de la sociedad gracias a la capacidad del método dialéctico de analizar los procesos subyacentes en la sociedad.
Materialismo histórico
Durante la segunda sesión, Diego Beltrán, dirigente de Colombia Marxista, introdujo una discusión muy enriquecedora sobre el método del materialismo dialéctico aplicado a la historia. Señaló que el estudio de la historia de la humanidad en las universidades se ha convertido en una defensa del sistema burgués, pero debido a la crisis orgánica del sistema, esta defensa es negativa: acepta los horrores del capitalismo, pero sostiene que es imposible derrocarlo.
Esta postura, conocida como posmodernismo, propone una visión de la historia en la que los eventos y su lógica son imposibles de conocer. En contraste, como marxistas, planteamos que la historia está regida por leyes claras que pueden ser comprobadas, subordinadas a las mismas leyes de la naturaleza. Además, consideramos que un entendimiento profundo de la historia es clave para poder incidir en su curso.
En esta sesión, las contribuciones de varios contactos y camaradas de las universidades pusieron de manifiesto uno de los aspectos más impresionantes de la reunión: la notable presencia juvenil. Es claro que existe toda una capa de jóvenes colombianos que se han visto inspirados por los eventos de los últimos cinco años en la historia de Colombia, incluyendo los paros nacionales de 2019 y 2021. Además, muchos de ellos están en busca de una filosofía revolucionaria, algo que la Escuela les ofreció, y que varios destacaron durante sus intervenciones.
Clase, partido y dirección
La última discusión se centró en Clase, Partido y Dirección. En esta sesión, Juan Conde, editor del periódico Revolución Comunista, explicó la necesidad de construir un partido obrero en anticipación a las batallas que se avecinan para la clase obrera revolucionaria, contextualizando el Paro Nacional de 2021 dentro de los grandes movimientos insurreccionales que han sacudido al mundo en los últimos cinco años.
La discusión giró en torno a cómo podemos aprender de eventos históricos como la Revolución Española, la Revolución Rusa y la Revolución Alemana de 1918-19, para prepararnos para las futuras luchas de nuestra clase, tanto a nivel nacional como internacional. El hilo conductor a través de estos eventos fue, precisamente, la falta de una dirección revolucionaria dispuesta a luchar de manera intransigente por un programa socialista. Solo sobre esta base se puede romper el estancamiento que el capitalismo impone a la humanidad en medio de la actual crisis.
La discusión permitió que varios camaradas comentaran sobre cómo la falta de una dirección clara ha impactado la historia de Colombia, desde el estancamiento del Paro Nacional de 2021 hasta la historia del Partido Comunista Colombiano, que, tras la degeneración de la Tercera Internacional, terminó convirtiéndose en un instrumento de la política exterior de Moscú.
Entusiasmo revolucionario
El entusiasmo revolucionario de los presentes quedó claro con la participación de 25 personas en la reunión, varios de los cuales adquirieron 17 libros y revistas para afilar sus armas para el próximo período. Además, se logró una colecta de 213,000 pesos (51 USD), lo que reflejó el fervor revolucionario que se vivió durante toda la sesión.
La escuela energizará enormemente el trabajo de los camaradas de Colombia Marxista en el futuro cercano, en preparación para las titánicas batallas que la lucha de clases en Colombia nos depara. Durante los últimos cinco años, nuestros camaradas se han dedicado a trazar los planos de un partido comunista revolucionario, a la altura de las tareas históricas que enfrenta nuestra clase. Ese trabajo preparatorio, centrado en definir nuestro programa y nuestras perspectivas, nos prepara para la siguiente fase: la construcción de los cimientos de un partido que pondrá fin al capitalismo colombiano.
¡Larga vida a la clase obrera!
¡Larga vida a la Internacional Comunista Revolucionaria!
El fin de semana del 14 al 16 de marzo, más de 260 delegados e invitados se reunieron en Viena para el primer congreso del Revolutionäre Kommunistische Partei (RKP), la sección austriaca de la Internacional Comunista Revolucionaria.
Las delegaciones del RKP en las regiones de Viena, Baja Austria, Estiria, Carintia, Alta Austria, Tirol y Vorarlberg se habían preparado para el evento con intensas discusiones. Asistieron invitados no solo de toda Austria, sino también de Suiza, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia, la antigua Yugoslavia, Suecia y Gran Bretaña.
Todo el fin de semana estuvo impregnado del espíritu internacionalista: el debate del viernes comenzó con una presentación sobre nuestras perspectivas para la revolución mundial a cargo de Niklas Albin Svensson, del Secretariado Internacional de la ICR. La presentación y el debate pusieron de relieve no solo los enormes trastornos en las relaciones internacionales, con guerras y guerras comerciales, sino también el germen de una solución: los movimientos de masas históricos en Grecia y Serbia demuestran que la clase trabajadora no se quedará de brazos cruzados mientras se destruyen los niveles de vida.
El debate sobre la situación mundial proporcionó una base sólida para discutir nuestras perspectivas para la revolución austriaca el sábado. Este tema fue presentado por Emanuel Tomaselli, redactor jefe de Der Funke, el periódico del RKP. Explicó lo terrible que es la situación para el capitalismo austriaco. La dependencia del comercio mundial de esta pequeña economía orientada a la exportación se está convirtiendo en una losa en medio del cambio de época de la «globalización» a las guerras comerciales y el proteccionismo.
Se supone que la clase trabajadora debe pagar el precio. Los reformistas del movimiento obrero o bien están ayudando directamente con esto (como el Partido Socialdemócrata de Austria), o están actuando como un «acompañamiento» de los liberales de izquierda y no ofrecen ninguna alternativa a la austeridad o al racismo (como el Partido Comunista de Austria). En el debate, este análisis se profundizó e ilustró, y se destacaron las condiciones cada vez peores en las fábricas, escuelas y universidades.
La conclusión es clara: la clase trabajadora necesita un partido que realmente quiera derrocar el capitalismo, y nosotros lo estamos construyendo: el RKP. Desde que el partido se fundó en otoño, hemos estado trabajando en esa tarea con energía. En primavera, el RKP está centrando sus esfuerzos en reclutar comunistas en los campus universitarios. Este fue también el tema central del congreso del domingo: después de que Florian Keller introdujera el debate sobre la construcción del partido, delegados de todo el país informaron sobre sus experiencias y éxitos.
El congreso del partido se completó con un informe internacional que evaluaba el trabajo de la ICR, un debate sobre las finanzas del partido revolucionario (presentado por Martin Halder), así como la votación de los documentos preparados para el congreso, que detallan nuestras perspectivas para la revolución en Austria, nuestra estrategia para construir el RKP y una resolución sobre nuestro trabajo en primavera, y la elección del Comité Central del partido. El sábado por la noche también hubo un taller sobre filosofía y lenguaje desde un punto de vista marxista presentado por Yola Kipcak.
Todo el congreso se caracterizó por el entusiasmo por el objetivo de lograr el socialismo en nuestra vida, que se alimenta de una profunda comprensión de las ideas del marxismo, nuestras perspectivas y nuestras tareas. Esto fue evidente, entre otras cosas, por el hecho de que los participantes continuaron debatiendo e intercambiando experiencias hasta altas horas de la noche, pero también por el hecho de que se vendieron más de 6000 € en literatura y productos comunistas. El primer congreso del RKP fue un gran éxito y un importante paso adelante en la preparación de la clase trabajadora austriaca para los grandes acontecimientos que están por venir.
El 23 de noviembre de 2024, la sección italiana de la Internacional Comunista Revolucionaria lanzó el Partido Comunista Revolucionario. Hacemos un llamamiento a todos los militantes comunistas críticos con el estalinismo para que se unan a nosotros en la tarea de construir el partido. El siguiente artículo fue escrito por Alessandro Giardiello en el período previo al lanzamiento del PCR, con el fin de ofrecer un resumen de nuestros orígenes e historia.
¿Qué proponemos? Nada menos que el derrocamiento del sistema capitalista y el establecimiento del comunismo; una sociedad sin clases, sin opresión de género, nacional o religiosa, capaz de aprovechar los recursos necesarios para curar un planeta cada vez más enfermo.
En otras palabras, luchamos por una sociedad basada en las necesidades de las masas y no en los beneficios de una pequeña minoría. Para lograr este objetivo, es necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción y la existencia de los Estados nacionales, que se han convertido en un obstáculo absoluto para el desarrollo de una sociedad pacífica y armoniosa.
Para ello, nos basamos en las contribuciones políticas y teóricas de Marx y Engels —las ideas que inspiraron la Revolución de Octubre— y en la escuela de estrategia revolucionaria representada por los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, celebrados cuando Lenin aún vivía.
También nos inspiramos en la lucha librada por Trotsky contra el estalinismo, primero formando la Oposición de Izquierda y luego fundando la Cuarta Internacional.
Por razones que explicaremos en este texto, después de que Trotsky fuera asesinado por un sicario estalinista en 1940, la nueva Internacional resultó inadecuada. Solo reconocemos su congreso fundacional de 1938, y en particular su manifiesto político, El Programa de Transición, que fue redactado por el propio Trotsky.
Tras la muerte de Trotsky, junto con muchos de los líderes de la Oposición Rusa en los gulags de Siberia, o a manos de matones estalinistas, la Cuarta Internacional no contaba con los cuadros con la experiencia necesaria para hacer frente a la nueva situación política.
El camarada Ted Grant fue el único que lideró una batalla contra las desviaciones de líderes como Pablo, Cannon, Mandel, Maitan, Pierre Frank, etc. Por lo tanto, haremos referencia a muchos de los trabajos de Ted Grant, recopilados en Il lungo filo rosso, publicado por nuestra editorial en 2007. Esos documentos, artículos y contribuciones políticas representan una gran cantidad de ideas que estamos absolutamente decididos a hacer realidad en el nuevo partido y la nueva Internacional.
Algunos en el movimiento nos llaman «grantistas», otros, más genéricamente, trotskistas, marxistas o marxistas revolucionarios. No nos oponemos a ninguna de estas etiquetas. Las hacemos nuestras. Pero preferimos llamarnos comunistas. Esta fue la misma decisión que tomó Ted Grant hace 80 años, en 1944, cuando llamó a su partido Partido Comunista Revolucionario.
El estalinismo usurpó el término «comunista» y lo desacreditó a los ojos de millones de proletarios. Hoy también, el régimen chino sigue llamándose a sí mismo «comunista» y se adorna con una bandera roja y una hoz y un martillo. Pero ha restaurado el capitalismo y basa su poder en la explotación desenfrenada del proletariado chino, que no es tan diferente de la explotación que Engels describió hace 180 años en La situación de la clase obrera en Inglaterra.
Ted Grant, la WIL y el PCR
El fundador de nuestro movimiento, Isaac Blank, conocido como Ted Grant, era un joven sudafricano que se mudó a Londres a los 21 años con la clara intención de unirse al movimiento trotskista. Había leído los periódicos trotskistas estadounidenses que se vendían en una librería de izquierda en Sudáfrica y llegó a apoyar sus ideas, lo que continuó haciendo durante toda su vida. Como le gustaba decir a Ted Grant: «Cuando ciertas ideas se te meten en la sangre, nunca te abandonan».
Cuando llegó a Londres en 1934, él y su grupo de 30 camaradas comenzaron inmediatamente a construir las fuerzas del marxismo revolucionario con el incansable entusiasmo que le caracterizaba. En 1938, sin embargo, se negaron a aceptar el diktat impuesto por James Cannon, entonces secretario del Socialist Workers Party (SWP), la sección estadounidense de la Cuarta Internacional. Cannon llegó a Gran Bretaña con el objetivo de imponer una fusión de los tres grupos trotskistas diferentes que existían en Inglaterra en ese momento (más uno en Escocia) sin una base política de principios.
Las maniobras burocráticas de Cannon y otros líderes de la Cuarta Internacional contra Ted Grant y su grupo se explican ampliamente en The History of British Trotskyism, que los lectores pueden encontrar en Il lungo filo rosso, y que también ha sido publicado por nuestra editorial en inglés, Wellred Books.
En resumen, la organización fundada por Ted Grant, Jock Haston y Ralph Lee, la Liga Obrera Internacional (Workers International League – WIL), al no aceptar las maniobras burocráticas de Cannon, se vio excluida del congreso fundacional de la Cuarta Internacional en 1938.
En ese congreso, la mezcolanza creada por Cannon, que tomó el nombre de Liga Socialista Revolucionaria (RSL), fue reconocida como la sección oficial de la Cuarta Internacional en Gran Bretaña. Precisamente porque estaba plagada de numerosas diferencias políticas, se vio cometiendo todos los errores políticos posibles durante la Segunda Guerra Mundial, aplicando la posición de Lenin sobre el derrotismo revolucionario de una manera formalista y sectaria. Durante la Segunda Guerra Mundial, estos caballeros se encontraron haciendo campaña en torno al lema: «la victoria de Hitler es el mal menor» en las fábricas y lugares de trabajo. Esta era una posición absurda que estaba en conflicto con la que Trotsky, en su exilio en Coyoacán, México, había elaborado en la «política militar proletaria».
La política de Trotsky consistía en unirse a los ejércitos aliados (formados por reclutas), luchar contra la jerarquía militar exigiendo la elección de oficiales y el control de los trabajadores y los sindicatos sobre las condiciones de los soldados, y hacer propaganda abierta de las ideas del comunismo, la nacionalización de los medios de producción, el derrocamiento de la burguesía, un gobierno obrero y la conducción de una guerra revolucionaria contra el ejército de Hitler.
Mientras que la RSL, la sección oficial de la Cuarta Internacional en Gran Bretaña, rechazó la línea de Trotsky, la WIL (al que ni siquiera se le concedió el estatus de sección simpatizante) realizó una labor extraordinaria en el ejército británico. Como dijo Ted Grant, nuestros camaradas, aunque «hijos ilegítimos de la Cuarta Internacional», fueron los únicos que llevaron adelante la política militar trazada por Trotsky.
El resultado fue que, mientras que la RSL se desintegraba, la WIL se fortalecía organizativa y políticamente hasta el punto de que, en marzo de 1944, pudo anexionarse lo poco que quedaba de la RSL y fundar el Partido Comunista Revolucionario (RCP). El RCP fue reconocido como la sección británica de la Cuarta Internacional… pero las maniobras de los líderes de la Cuarta, impulsadas por el resentimiento y la política de prestigio, no habían hecho más que empezar.
Las causas de la degeneración de la Cuarta Internacional
Tras el final de la guerra, los nuevos líderes de la Cuarta Internacional continuaron repitiendo como loros la perspectiva desarrollada en 1938 por Trotsky en El Programa de Transición:
«La situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado..
«La premisa económica de la revolución proletaria ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le sea dado alcanzar balo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer. […]
«La IV Internacional declara una guerra implacable a las burocracias de la II y de la III Internacionales, de la Internacional de Amsterdam y de la Internacional anarcosindicalista, lo mismo que a sus satélites centristas; al reformismo sin reformas, al democratismo aliado a la G.P.U., al pacifismo sin paz, al anarquismo al servicio de la burguesía, a los “revolucionarios” que temen mortalmente a la revolución. Todas estas organizaciones no son promesas del porvenir sino supervivencias podridas del pasado. La época de las guerras y de las revoluciones no dejará ni rastros de ellas.».
Estas palabras, absolutamente correctas en 1938, dejaron de ser ciertas tras la guerra. Los líderes de la Cuarta Internacional, en lugar de hacer un análisis concreto de la situación concreta, se aferraron a las palabras de Trotsky. La realidad era que la guerra había producido acontecimientos nuevos e imprevistos que ni siquiera un revolucionario del genio de Trotsky podría haber previsto.
Así fue como Pablo, Cannon y sus camaradas, a pesar de que la realidad iba en una dirección completamente diferente, continuaron defendiendo una línea «catastrofista». En esencia, predijeron un futuro de crisis precipitadas y permanentes para el sistema capitalista, cuya consecuencia serían enfrentamientos inminentes entre las fuerzas de la revolución y la reacción, encarnadas en la formación de nuevas dictaduras bonapartistas. La posibilidad de una estabilización del capitalismo y el surgimiento de democracias parlamentarias burguesas no se les pasó por la cabeza.
Ted Grant fue el único líder trotskista en Europa que planteó esta última hipótesis, un detalle que omiten muchos de los sesgados llamados «historiadores» de la Cuarta Internacional, que fingen ignorar este pequeño detalle.
Pierre Frank, en su libro de 1979 sobre la historia de la Cuarta Internacional (La Cuarta Internacional: la larga marcha de los trotskistas), ni siquiera menciona la existencia de la WIL o del RCP, a pesar de que el RCP fue la sección más importante del movimiento trotskista en Europa durante la guerra.
El mismo enfoque deshonesto lo muestra Livio Maitan, uno de los principales líderes de la Cuarta Internacional, quien en uno de sus libros afirma lo siguiente:
«Entre los líderes políticos y economistas de inspiración marxista, nadie, al menos que nosotros sepamos, previó a finales de la década de 1940 o principios de la de 1950 el prolongado auge que involucraría a los países capitalistas durante aproximadamente un cuarto de siglo, superando todos los precedentes históricos». (L. Maitan, Tempeste nell’economia mondiale, DataNews 1998, p. 11).
No solo finge no recordar las posiciones de Ted Grant, sino que, fiel a su estilo, es bastante indulgente con los errores que él y sus compinches cometieron:
«Según la hipótesis que seguimos considerando como muy infundada, habría sido posible un rumbo y una perspectiva diferentes. […] No hubo ningún malentendido por nuestra parte del giro involutivo marcado por los acontecimientos de 1948. […] Sin embargo, tendíamos a relativizar estas evaluaciones, planteando la hipótesis de una cronificación del estancamiento y la fragilidad económica, por encima del equilibrio de poder en evolución en la arena política. En este sentido, hubo parcialidad, una insuficiencia sustancial de nuestro análisis». (L. Maitan, La strada percorsa, p. 167-168).
Maitan era un maestro en interpretar errores flagrantes con consecuencias devastadoras como errores menores.
Para ser justos, posiciones similares a las del RCP británico también fueron defendidas por una minoría del SWP estadounidense, liderada por Felix Morrow y Albert Goldman, aunque con argumentos menos consistentes (en parte por razones objetivas relacionadas con la persecución que sufrieron los trotskistas estadounidenses a manos del aparato estatal).
A Ted Grant y a los camaradas del RCP les tocó liderar la batalla contra la degeneración de la Cuarta Internacional tras el final de la guerra.
«La contrarrevolución del capital en sus primeras etapas, asumirá una forma «democrática» en un corto período de tiempo tras el establecimiento de un gobierno militar. La burguesía combinará la concesión de concesiones ilusorias con represalias y represiones contra las fuerzas revolucionarias.
«La revolución que se avecina en Europa no puede ser otra que la revolución proletaria. Sin embargo, en sus primeras etapas es inevitable que las viejas organizaciones del proletariado logren ponerse a la cabeza de las masas. […]
«Es posible, sobre la base del apoyo prestado al imperialismo mundial por el estalinismo y el reformismo clásico (y este es uno de los factores objetivos a tener en cuenta), que el imperialismo mundial pueda lograr, durante un período, ‘estabilizar’ los regímenes democráticos burgueses en ciertos países».
Al año siguiente, en Economic Perspectives 1946, escribió:
«La Cuarta Internacional solo se desacreditará a sí misma si se niega a reconocer la inevitable recuperación, y desorientará a sus propios cuadros, así como a las grandes masas, al predecir una depresión permanente y un ritmo lento de recuperación en Europa Occidental, cuando los acontecimientos están tomando una forma diferente».
«Frank intenta equiparar todos los regímenes de Europa occidental con el “bonapartismo”. Sus generalizaciones van incluso más allá: defiende que han existido regímenes bonapartistas en Francia desde 1934; que es imposible tener otra cosa que no sean regímenes bonapartistas o fascistas hasta que el proletariado llegue al poder en Europa. Esto, si queréis, en nombre de la “¡continuidad de nuestros análisis políticos durante más de diez años de la historia francesa!” Esta autocomplacencia reduce la teoría a abstracciones amorfas, a errores episódicos y encubrimientos inevitables, convirtiéndolas, de este modo, en un sistema. Eso no tiene cabida en la Cuarta Internacional.
El compañero Frank mezcla indiscriminadamente los términos democracia burguesa con bonapartismo, sin explicar los rasgos específicos de ninguno. Habla, de manera intercambiable, de “bonapartismo”, “elementos de bonapartismo” y compara las libertades democráticas con “un régimen que se puede definir correctamente como democrático”. El lector tiene que buscar en vano una definición de su “régimen democrático” ideal que se distinga de la democracia burguesa real. Niega la existencia hoy de los regímenes democráticos en Europa porque “literalmente no tienen cabida”.». […]
«El PCR británico ha caracterizado los regímenes de Europa occidental (Francia, Bélgica, Holanda, Italia) como regímenes de contrarrevolución con forma democrática.. […]
«Los acontecimientos en Italia han demostrado la extraordinaria capacidad de previsión de Trotsky. La burguesía se ha visto obligada a desechar al rey y los traidores estalinistas-socialistas han desviado la revolución proletaria hacia los canales del “estado democrático y parlamentario”.».
Las condiciones para un nuevo ciclo ascendente del capitalismo y un auge económico se establecieron con la derrota de los procesos revolucionarios de 1943-45 en Grecia, Italia, Francia y Bélgica (la responsabilidad de desviarlos hacia callejones sin salida recayó en los estalinistas); la destrucción de las fuerzas productivas y la aniquilación del excedente de mano de obra durante la guerra; además de un gigantesco flujo de inversiones estadounidenses en Europa a través del Plan Marshall.
Esto tuvo el efecto político de que, al haber más espacio para que los reformistas llevaran a cabo parte de sus programas, permitió que los socialdemócratas y los estalinistas ganaran terreno. Además, los estalinistas se beneficiaron del enorme prestigio del que gozaba el Ejército Rojo tras su victoria contra los nazis en Stalingrado. No fue una coincidencia que los partidos comunista y socialdemócrata se convirtieran en partidos de masas. Este proceso tuvo la misma base más o menos en todas partes, con diferencias obvias según el país.
Durante todo un período, todo esto impidió el desarrollo de la Cuarta Internacional. Solo encontró una base de masas en dos países del mundo, ambos semicolonias: Bolivia y Sri Lanka.
En una entrevista con marxist.com en 2004, el camarada Ted Grant, refiriéndose a los líderes de la Cuarta Internacional, dijo:
«Era una perspectiva totalmente ultraizquierdista. Pensaban que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Intentaron negar que había una recuperación económica, cuando estaba perfectamente claro. Hablaban del colapso económico. Nosotros decíamos que, todo lo contrario, por varias razones (que más tarde expliqué en mi documento ¿Habrá una recesión?) habría una recuperación económica, aunque ninguno de nosotros pensaba que fuera a ser tan prolongada como fue.
«Por esa razón durante un período sólo podríamos conseguir resultados modestos. Era principalmente una cuestión de formar a los cuadros, preservar nuestras fuerzas, ganar a uno o dos, quizá pequeños grupos acá o allá, y prepararnos para cuando cambiase la situación.
«Pero Mandel, Pablo y compañía no aceptaron los hechos. Negaban la posibilidad de la democracia en Europa y pronosticaron regímenes (dictatoriales) bonapartistas. Nosotros nos opusimos a esta locura señalando que había un gobierno laborista en Gran Bretaña y que los partidos comunistas estaban en los gobiernos de Francia e Italia -aplicando por supuesto una política contrarrevolucionaria-. Pero como explicamos se trataba de una contrarrevolución con un disfraz democrático. Ellos no comprendieron nada de esto.».
Los líderes de la Cuarta Internacional, como Mandel, Pablo y Cannon, negaron la realidad durante al menos 15 años. Hubo quienes fueron aún peores: Pierre Lambert, uno de los líderes de la mayoría de la sección francesa que fue expulsada de la Cuarta Internacional en 1952, continuó negando que hubiera habido algún desarrollo de las fuerzas productivas a lo largo del siglo XX hasta el día de su muerte en 2008.
Mientras tanto, el Ejército Rojo estaba formando estados inspirados en la URSS (que llamamos estados obreros deformados o bonapartistas proletarios) en toda Europa del Este. En 1949, los estalinistas chinos, liderados por Mao, tomaron el poder.
Pablo llegó a la conclusión de que la burocracia estalinista estaba desempeñando un papel revolucionario y no contrarrevolucionario, como había afirmado Trotsky. La tesis que Pablo desarrolló a principios de la década de 1950 fue que la burocracia estalinista, de ser una «excrecencia parasitaria», como la había llamado Trotsky en La revolución traicionada, se había convertido en una etapa legítima en el camino hacia el socialismo, una transición que duraría siglos (¿Hacia dónde vamos?, enero de 1951).
Este análisis tuvo el efecto inevitable de provocar una reorientación abrupta hacia la burocracia estalinista. Tácticamente, recurrieron al «entrismo profundo» en los partidos comunistas.
Además, se hicieron ilusiones sobre el régimen de Tito en Yugoslavia, que consideraban un estado obrero relativamente sano. En respuesta a esto, remitimos al lector a la carta escrita por Jock Haston a los líderes de la Cuarta Internacional.
Pablo y Mandel argumentaron, tras la muerte de Stalin en 1953, que se abría un período de «autorreforma» del estalinismo.
Pablo declaró que el estalinismo y el nacionalismo pequeñoburgués podían desempeñar un papel progresista en la transición del capitalismo al socialismo. Esto llevó al POR (la sección boliviana de la Cuarta Internacional) a apoyar al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en la revolución boliviana de 1952, lo que llevó al proletariado a la derrota. Las tesis del III Congreso Mundial de la IV Internacional, celebrado en 1951, hablaban abiertamente de dar «apoyo crítico» al MNR en su capítulo sobre Bolivia.
En este contexto, Ted Grant se opuso a las tácticas entristas de la Cuarta durante la década de 1940. Esto, junto con todas las demás divergencias mencionadas anteriormente, llevó a la segunda expulsión de Ted de la Cuarta Internacional en 1950 a manos de Gerry Healy, que se había convertido en la marioneta de Pablo dentro del RCP en Gran Bretaña y había tomado el control burocrático del partido.
De la escisión de 1953 a la expulsión de 1965
A finales de 1953, Cannon lideró una escisión de la Cuarta Internacional para formar el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. A este se unieron Healy en Gran Bretaña, Lambert en Francia y, más tarde, Moreno en Argentina.
Cannon atribuyó la escisión a la adaptación de Pablo al estalinismo. Esta adaptación ciertamente no puede negarse. Pero Cannon la había apoyado totalmente hasta ese momento. De hecho, toda la dirección de la Cuarta, incluido Healy y Lambert, había apoyado la línea del Tercer Congreso de 1951.
La verdadera razón de la escisión de Cannon en 1953 tenía mucho más que ver con su método organizativo, que llamaríamos del ordeno y mando. Según Cannon, la dirección internacional no debía inmiscuirse en los asuntos internos de la sección estadounidense y debía apoyar siempre las posiciones de la mayoría del partido.
Cannon sospechaba que Pablo compartía y apoyaba activamente las posiciones de la minoría en el SWP estadounidense, liderada por George Clarke, quien fue expulsado más tarde en noviembre de 1953. Esta fue la verdadera razón de la escisión.
Cannon siempre había estado animado por la idea de que la sección estadounidense fuera la «sección líder», es decir, que el SWP liderara la Cuarta Internacional. Sin embargo, en esto se vio limitado por la represiva Ley Voorhis, que impedía a los partidos políticos estadounidenses pertenecer a organizaciones internacionales.
De hecho, el plan de Cannon fracasó y el Comité Internacional no celebró un solo congreso en diez años. En 1963 se reunificó con la Cuarta Internacional, volviendo a la nave nodriza, pero no sin antes que su antagonista Pablo fuera marginado por la dirección internacional.
En 1956, Ted Grant y sus camaradas formaron la Liga Socialista Revolucionaria (RSL). Conocían a Cannon y a Healy demasiado bien como para dar la más mínima credibilidad a su ruptura. Sin embargo, la salida de Healy de la Cuarta dejó a la Internacional sin una sección en Gran Bretaña. Se hizo un llamamiento para que la RSL se convirtiera en la sección oficial. Pero a estas alturas, Ted Grant no solo no había logrado resolver sus diferencias con la dirección, sino que estas se habían ampliado. Ahora no confiaba en Mandel, Maitan y compañía.
Sin embargo, en discusión con los camaradas, se decidió que la RSL, al estar internacionalmente aislada, tenía poco que perder. No se podía descartar que, al librar una batalla de oposición en la Cuarta, pudieran encontrarse con militantes valiosos en otros países.
En el VI Congreso de la Cuarta Internacional en 1961, el camarada Ted Grant lideró un contraataque durante el debate económico y presentó enmiendas importantes a casi todos los puntos del orden del día.
Este documento tenía como objetivo combatir las ilusiones maoístas, castristas y guerrilleras que estaban empezando a abrirse camino en la dirección de la Cuarta Internacional.
Como resultado de ese debate, Ted Grant fue expulsado de la Cuarta Internacional por tercera y última vez.
En su último libro, Livio Maitan distorsiona una vez más los hechos. Leamos esta obra maestra de la hipocresía:
«En lo que respecta a Gran Bretaña, el congreso decidió no reconocer a ninguna de las dos organizaciones como sección, lo que provocó la escisión del RSL, cuyo líder más conocido era Ted Grant, también representado en el congreso por Peter [Taaffe]. El RSL daría lugar más tarde a la tendencia «The Militant», destinada a desempeñar un papel destacado en la izquierda laborista. Personalmente, debo admitir que subestimé la capacidad de Grant para construir una organización sustancial. Tenía buenas relaciones personales con él, pero me impacientaba su costumbre de citar puntillosamente a Trotsky en casi todos los discursos y me alegraba verlo llegar a las reuniones con una maleta llena de libros y documentos». (L. Maitan, Per una storia della Quarta Internazionale, p. 171-172).
Maitan habla de una escisión, pero está bastante claro que al no reconocer a ninguna de las organizaciones británicas, el Octavo Congreso estaba de hecho expulsando a la que había sido la sección británica oficial desde 1957: la RSL, la organización de Ted Grant.
En La revolución colonial y la disputa chino-soviética, se puede ver un anticipo de los desacuerdos que surgieron más tarde sobre el tema de la guerrilla rural durante el IX Congreso de 1969.
Ted Grant escribió ya en agosto de 1964:
«Aquellos compañeros que acaban de descubrir al campesinado y al semiproletariado, e incluso al proletariado rural como la principal fuerza revolucionaria en estas revoluciones coloniales, no han comprendido el verdadero significado del papel que estas clases han jugado. Donde el proletariado está dirigido por un partido revolucionario consciente, la pequeña burguesía urbana y rural, bajo la firme dirección del proletariado, puede apoyar la victoria de la clase obrera y la instalación de su dictadura revolucionaria, es decir, en el sentido de la dictadura del proletariado, utilizando la expresión de Trotsky, “de acuerdo con lo establecido”…
«De este modo, estas clases pueden jugar un papel clave como tropas de reserva de la revolución, pero el punto definido de la revolución sólo puede ser la conciencia revolucionaria de la clase obrera industrial». (La revolución colonial y la disputa chino-soviética)
La responsabilidad de las desastrosas tácticas guerrilleras, que costaron la vida a muchos jóvenes trotskistas en Argentina y otros países, debe atribuirse en primer lugar a Maitan, que dirigió la Cuarta Internacional en América Latina, y en segundo lugar a Mandel, el principal líder de la Cuarta Internacional tras la salida de Pablo en 1965.
En toda la IV se vivió una verdadera fiebre castrista. Había grandes expectativas en torno a la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), formada en Cuba en 1967, con el objetivo de promover la lucha armada y el establecimiento de nuevos estados socialistas.
Las concepciones tercermundistas y foquistas fueron incorporadas por los líderes de la IV, que olvidaron todas las enseñanzas de Trotsky sobre el tema.
El mismo Moreno que, en 1973, escribió un documento ferozmente crítico contra la guerrilla rural (Un documento escandaloso), había dado, en años anteriores, un apoyo acrítico y total a las concepciones foquista, como se discute en este artículo crítico del camarada Francesco Giliani.
Compare las palabras claras de Ted Grant en La revolución colonial con lo que Moreno escribió ese mismo año:
«Nuestra admiración, respeto, reconocimiento hacia ellos, como jefes del proceso revolucionario latinoamericano, no tienen límites. En el caso de Fidel Castro no hemos dudado en considerarlo junto con Lenin y Trotsky, uno de los más grandes genios revolucionarios de este siglo.». (N. Moreno, «Dos métodos para la revolución latinoamericana», Estrategia, nueva serie, 1964).
¡Pura adulación! Castro no correspondió a tal generosidad de juicio: no solo persiguió a los activistas trotskistas en Cuba, sino que en su discurso en la Tricontinental en enero de 1966 declaró, ante representantes de movimientos revolucionarios y de liberación nacional de 82 países diferentes de África, Asia y América Latina, que la Cuarta Internacional era «repugnante y nauseabunda» y se había convertido en «un vulgar instrumento del imperialismo y la reacción».
Contrariamente a las grandes expectativas que los líderes de la Cuarta habían depositado en ella, la OLAS nunca fue un instrumento para la extensión de la lucha armada. La muerte del Che Guevara en Bolivia, en una acción que no dudamos en calificar de desesperada, puso fin a cualquier ambición foquista del régimen cubano, que ahora comenzaba a mirar hacia la URSS de Jruschov.
La verdad es que los líderes de la Cuarta Internacional habían perdido totalmente la fe en el potencial revolucionario del movimiento obrero en Europa. Este proceso culminó justo cuando la clase trabajadora en Europa estaba mostrando su carácter revolucionario, con mayo del 68 en Francia, el otoño caliente en Italia y los otros grandes movimientos del proletariado industrial en toda Europa.
La Cuarta Internacional había demostrado una vez más su total inadecuación. Volver a un programa trotskista era imposible. Ted Grant y los demás camaradas decidieron darle la espalda de una vez por todas, y nunca volvieron sobre sus pasos. El balance de esa experiencia se recogió en el texto de Ted de 1970, El programa de la Internacional, que afirma:
«El análisis de este documento muestra que durante 25 años, el USFI [Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional] ha ido dando tumbos de un error a otro. De una política equivocada a su opuesta, y luego a un nivel más alto de errores de nuevo. Esta es la marca de una tendencia completamente pequeñoburguesa. En lo que respecta a este grupo, al menos a sus máximos dirigentes, esto se ha vuelto orgánico. Toda la perspectiva ha sido moldeada por los errores de un cuarto de siglo, y se ha convertido en parte integrante de sus métodos de pensamiento, de sus hábitos de trabajo y de toda su perspectiva. Incluso dignificar esta tendencia llamándola centrista sería un cumplido».
El objetivo de Ted se convirtió en construir una nueva Internacional basada en las ideas auténticas de Lenin y Trotsky.
En 1964, Ted Grant fundó el periódico Militant y comenzó a construir una organización que, a través de una hábil combinación de trabajo independiente y entrismo en el Partido Laborista, logró crecer significativamente.
En las décadas de 1960 y 1970, las condiciones para el entrismo estaban madurando en toda Europa. En Gran Bretaña, en 1970, los camaradas tomaron por primera vez el control de las Juventudes Socialistas del Partido Laborista (LPYS). Más tarde, crecieron hasta influir en numerosas agrupaciones y circunscripciones del Partido Laborista. La táctica tuvo tanto éxito que, en la década de 1980, nuestra organización lideraba el ayuntamiento de Liverpool y contaba con tres diputados a nivel nacional (Terry Fields, Dave Nellist y Pat Wall).
El control de la LPYS nos permitió entrar en contacto con una serie de jóvenes activistas socialistas que se estaban radicalizando a nivel internacional, a través de las reuniones de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY). La Federación de Juventudes Comunistas Italianas (FGCI), el ala juvenil del Partido Comunista Italiano (PCI), también se unió a la IUSY en la década de 1980.
En España, en la lucha contra la dictadura de Franco, se desarrolló una tendencia de izquierdas en las Juventudes Socialistas de España (JSE). Gracias al trabajo incansable de Alan Woods, que se trasladó a Madrid en 1976 y permaneció allí durante siete años, sus dirigentes, Luis Osorio y Alberto Arregui, se unieron a nuestra organización. También reclutamos a camaradas de las juventudes socialistas de Alemania y Suecia, creando el Comité por la Internacional de los Trabajadores (CIT-CWI) en 1974. En 1974, el Militant tenía 600 camaradas. Diez años después, había crecido hasta los 8000.
A finales de los 80, en Gran Bretaña, lideramos un movimiento de masas de más de 10 millones de personas que se negaron a pagar el infame impuesto de capitación. Ese movimiento derrocó a Thatcher, que había gobernado el país durante 11 años. En aquellos años, se escribieron libros sobre el Militant. Periódicos italianos como L’Unità, La Repubblica y el Corriere della Sera publicaban regularmente artículos sobre los trotskistas en el Partido Laborista.
El colapso del estalinismo y los «rojos 90»
El Militante se encontró desempeñando un papel que iba mucho más allá de su fuerza numérica. Tenía gran influencia en los sindicatos y controlaba los comités de empresa, secciones sindicales y otras organizaciones de trabajadores, etc.
La organización tenía formalmente 8000 militantes. Probablemente era la mayor organización trotskista del mundo. A pesar de ello, existía una enorme desproporción entre su tamaño organizado y su objetivo estratégico de la transformación socialista de la sociedad, para lo cual era necesario ganarse a la mayoría del proletariado.
Además, en la década de 1980, las condiciones objetivas empezaron a volverse más desfavorables. Desafortunadamente, varios de los líderes de Militant o bien no se dieron cuenta de esto o inconscientemente ocultaron el problema.
Peter Taaffe y otros se dejaron llevar por ilusiones revolucionarias. Por otro lado, camaradas como Ted Grant y Alan Woods empezaban a darse cuenta de que la situación no era tan positiva como parecía en la superficie, y que muchos problemas se estaban acumulando en la organización.
Esto provocó un debate en el grupo dirigente de la organización, con una mayoría liderada por Peter Taaffe y una minoría liderada por Ted Grant y Alan Woods.
Taaffe, como secretario general, pensó que podía superar con voluntarismo las dificultades y contradicciones a las que se enfrentaba la organización, haciendo suposiciones extremadamente optimistas sobre la situación objetiva, ¡llegando incluso a hablar de los «rojos años 90»!
Ted Grant y Alan Woods, por su parte, advirtieron a la organización de las consecuencias que estaba produciendo esta exposición a la presión del movimiento: una disminución del nivel teórico y político, una disminución de la participación en los grupos de base, tendencias economicistas y «movimentistas». En una palabra, el enfoque se estaba centrando en «construir el movimiento» a expensas de construir realmente la organización. Se buscaban atajos organizativos para resolver problemas políticos.
Así se desarrollaron las tendencias zinovievistas. Este término se refiere al papel desempeñado por Zinoviev, el presidente de la Internacional Comunista que, tras la muerte de Lenin, utilizó métodos administrativos para resolver disputas políticas. Su método se caracterizaba por un estilo de liderazgo duro y autoritario en el que, en lugar de convencer a los camaradas como era habitual en la época de Lenin y Trotsky, los dirigentes daban órdenes e imponían decisiones desde arriba.
Las consecuencias de la derrota de los mineros en 1985, una de las derrotas más graves que había sufrido el movimiento obrero británico, no fueron plenamente reconocidas por Militant, que habló de un «empate». Tampoco Taaffe tomó nota de las otras derrotas que se habían producido en el resto del mundo, desde FIAT en Italia en 1980, hasta el sector público en Francia, o los controladores aéreos en EE. UU., entre otros.
En 1964, Ted Grant fundó el periódico Militant y comenzó a construir una organización que, a través de una hábil combinación de trabajo independiente y entrismo en el Partido Laborista, logró crecer significativamente / Imagen: manifestación de 1988 de la Militant Tendency
La caída de la bolsa de valores el Lunes Negro de octubre de 1987 se consideró una prueba de que el capitalismo se dirigía hacia una profunda crisis de sobreproducción como la que predijo Marx, que se afirmaba que pronto abriría el camino a nuevas situaciones prerrevolucionarias.
«Después de todo, los bolcheviques no eran 8000 como nosotros en febrero de 1917», fue la declaración hecha en una reunión por Bob Labi, un dirigente de la facción mayoritaria en Militant. Olvidó un pequeño detalle, a saber, que los bolcheviques habían sido la organización de masas tradicional del proletariado ruso incluso antes de la guerra.
Al mismo tiempo, la sección española, la segunda sección más importante de la Internacional con alrededor de 1000 miembros, lideraba un movimiento de millones de estudiantes en 1986/1987. Y un año después, el 14 de diciembre de 1988, España vivió una de las huelgas generales más importantes de su historia, con la participación de 10 millones de trabajadores. Estos acontecimientos solo sirvieron para avivar el entusiasmo.
Pero estas eran contratendencias a una situación objetiva que, en general, se movía en una dirección totalmente opuesta. Con un reflujo en la lucha de clases y con la estabilización del sistema capitalista, la idea de Taaffe de que nuestras fuerzas lanzaran nuevos partidos obreros abandonando el entrismo estaba totalmente fuera de lugar. Generaba ilusiones perjudiciales. Fue por esta razón que Ted Grant y Alan Woods se opusieron, y ciertamente no porque creyeran que el entrismo podía producir resultados significativos en ese momento.
El golpe de Estado en la URSS y el colapso del estalinismo
Pero el debate central fue sobre el estalinismo. La caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la URSS, que tuvo lugar entre agosto y diciembre de 1991, cambiaron definitivamente la balanza a favor del capitalismo, que vio abrirse ante sí nuevos mercados potenciales de más de dos mil quinientos millones de consumidores. Esto tuvo inevitablemente un efecto increíblemente desmoralizador desde el punto de vista político en la mayoría de los activistas comunistas.
La perspectiva de la aparición de una crisis de sobreproducción se retrasó al menos veinte años, hasta 2008, cuando finalmente estalló. Mientras tanto, el período representó un soplo de aire fresco para el sistema capitalista. ¿Qué actitud tuvieron las dos fracciones del CIT ante esta cuestión?
Alan Woods y Ted Grant escribieron un texto titulado La verdad sobre el golpe. En él se explicaba que, durante el golpe de 1991 en Rusia, había, por un lado, una facción estalinista liderada por Ianaiev y, por otro, protestas procapitalistas lideradas por Yeltsin.
Por otro lado, un artículo publicado en Militant el 22 de agosto de 1991 sobre los mismos acontecimientos repetía la palabra «pueblo» 13 veces. Hablaba del «poder del pueblo», el «pueblo soviético», el «pueblo ruso». Lo que llamaba la atención de estos artículos era la absoluta falta de contenido de clase. De hecho, la cuestión era que la clase trabajadora estaba casi completamente ausente de estas manifestaciones: solo se registraron huelgas en dos fábricas de Leningrado y entre una parte de los mineros de Kuzbass y Vorkuta.
La mayoría taaffista se puso del lado de Yeltsin, lo que equivalía a ponerse del lado de la contrarrevolución. La minoría hizo un llamamiento a la acción independiente del proletariado. Esto no significaba apoyar el golpe de los estalinistas, sino promover la movilización de los trabajadores independientemente de los dos bandos en la lucha. Citamos de La verdad sobre el golpe:
«En el siguiente párrafo, sin embargo, los autores… arrastran otra profunda contradicción, que «estos acontecimientos [la caída de los regímenes estalinistas] eliminan un obstáculo importante para la politización de los trabajadores estadounidenses y una mayor disposición a aceptar las ideas socialistas».
«Uno se frota los ojos incrédulo. El derrocamiento del estalinismo, en sí mismo, no predispone en modo alguno a los trabajadores estadounidenses a aceptar las ideas del socialismo. Eso depende de quién lo derribe y con qué propósito. Esta afirmación sobre los trabajadores estadounidenses, más que cualquier otra cosa, revela la total falta de comprensión de la facción mayoritaria del SI.
«Si la burocracia hubiera sido realmente derrocada por un movimiento revolucionario de la clase trabajadora, eso habría tenido un efecto extremadamente revolucionario en la psicología, no solo de los trabajadores de EE. UU., sino de todo el mundo.
«Pero el hecho de que esta tarea fuera llevada a cabo por las fuerzas de la contrarrevolución burguesa tiene precisamente el efecto contrario. Y todas las vueltas y revueltas «contradictorias» del mundo no alterarán este hecho. ¿Cómo la victoria de Yeltsin y los gánsteres procapitalistas «predispone a los trabajadores estadounidenses a aceptar las ideas socialistas»? Simplemente reforzará la propaganda de la burguesía de que «el socialismo está acabado», «la nacionalización no funciona» y «la economía de mercado es el único sistema económico posible».
Un error flagrante, pero los taaffistas no fueron la única organización trotskista que lo cometió. Los morenistas en Argentina y los lambertistas en Francia, grupos de tamaño considerable (alrededor de 6000 miembros), confundieron la contrarrevolución capitalista con la revolución política o una «revolución democrática» no especificada.
Lambert había desarrollado la «línea de la democracia» en 1984. También Moreno. En una serie de seminarios de mediados de los 80, cuestionó la teoría de la revolución permanente de Trotsky en favor del concepto de «revolución democrática». Mientras tanto, cuanto menos se hablaba del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional y de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) francesa, que veían en la Perestroika de Gorbachov un proceso de autorreforma del estalinismo.
Todas estas organizaciones, que tuvieron cierta influencia en la década de 1980, pagaron caro estos errores.
Finalmente, Ted Grant y Alan Woods fueron expulsados del CIT en 1992. Una vez más, tuvieron que reconstruir la organización desde cero.
Así, en 1992 nació en Tarragona la Corriente Marxista Internacional (CMI). Además de la minoría británica, estaban casi todas las secciones españolas, italianas, paquistaníes y mexicanas y fracciones minoritarias de Suecia, Alemania, Grecia, Francia y Dinamarca. Fue un nuevo comienzo.
Tras un largo proceso de treinta años, del que hablaremos en futuros artículos, hemos acumulado un capital teórico y político crucial y una experiencia sobre la base de la cual hemos lanzado ahora la nueva Internacional Comunista Revolucionaria, que se fija como objetivo la tarea de convertirse en un factor decisivo en la construcción de una nueva Internacional revolucionaria y una fuerza de masas, sin la cual sería imposible allanar el camino para el derrocamiento del capitalismo y la construcción de una sociedad comunista.
El sábado 9 de noviembre decenas de miles de personas se manifestaron en Valencia para mostrar su ira contra la actuación criminal del Govern de la Generalitat valenciana, y su president, Carlos Mazón, durante la Dana de los pasados días 29 y 30 de octubre.
Aunque la subdelegación del gobierno cuantificó en 130.000 los manifestantes, la cifra real bien pudo duplicar esa cantidad, hasta los 250.000. Y esto teniendo en cuenta que la mayor parte de los accesos que conectan Valencia con la zona más afectada, L’Horta Sud, permanecían bloqueados por los destrozos causados por la Dana, impidiendo o dificultando a varias decenas de miles de personas desplazarse hasta la capital.
De hecho, todo el trayecto que iba desde el punto de inicio de la manifestación, en la Plaça del Ajuntament, hasta el final del recorrido, frente al Palau de la Generalitat – unos 900 metros– estaba completamente lleno de gente, incluidas las calles laterales del recorrido.
— Organización Comunista Revolucionaria (@comunistas_ocr) November 9, 2024
La manifestación fue convocada hace días por una variedad de grupos de izquierda y asociaciones vecinales, pero las decenas de miles de personas que acudieron no se detuvieron en escudriñar la identidad de los convocantes, sino en utilizar la oportunidad que se les brindaba para manifestar su ira e indignación contra los responsables políticos y económicos del desastre.
Otra manifestación de 15.000 personas recorrió las calles de Alicante, y también hubo manifestaciones en Elche y otras localidades del País Valenciano.
— Organización Comunista Revolucionaria (@comunistas_ocr) November 9, 2024
Un par de días antes de la manifestación, había saltado a la luz pública que Mazón estuvo comiendo en el reservado de un restaurante, el fatídico día martes 29 de octubre, supuestamente con una periodista, hasta las 6 de la tarde, cuando ya se contaban los primeros muertos y desaparecidos, antes de incorporarse al comité de emergencia de la Generalitat. Éste, a su vez, había rechazado a lo largo del día todos los avisos de los diferentes organismos públicos y meteorológicos sobre la extrema gravedad del temporal (AEMT, confederaciones hidrográficas, Ministerio de la transición ecológica, etc.).
Es significativo señalar que, horas antes del inicio de la manifestación, los organizadores de la protesta habían hecho un llamamiento en la prensa para recomendar que la manifestación fuera silenciosa, «como homenaje a las víctimas». Pero eso era lo último que estaban dispuestos a aceptar las decenas de miles de congregados quienes, desde el minuto uno, comenzaron a gritar: “Mazón, dimisión”, “Asesinos”, “Ni olvido ni perdón”, “El president a Picassent“ (Picassent es el mayor centro penitenciario de Valencia), “No son muertos, son asesinatos”, “Mientras tú comías (en referencia a Mazón), la gente se moría” o “Mazón, dimite, sal del escondite”, y, por supuesto “Sólo el pueblo salva al pueblo” . Esporádicamente también se oyó “Hace falta ya una huelga general”, entre muchas otras consignas.
Un protagonismo especial lo tuvo la juventud, que se destacaba en la composición de la manifestación, pero también había muchísimos trabajadores, personas mayores y familias enteras.
Aunque se rumoreaba sobre la posibilidad de la aparición de infiltrados de extrema derecha que pudieran provocar disturbios para romper la manifestación, la actuación de estos grupitos fue marginal y apenas fue notada por la muchedumbre. Trataron de quemar las banderas del Ajuntament con el lanzamiento de bengalas y fueron imcrepados por la multitud en ese sector de la manifestación al grito de “Fuera fascistas de nuestras calles” y “Fuera, fuera”. Al final, temiendo el gobierno que la provocación de estos bribones pudiera escalar la tensión ambiental en una manifestación tan enorme, la policía decidió dispersarlos sin gran dificultad. Esto basta para echar por tierra toda la histeria de la “progresía” política y mediática sobre la capitalización del malestar ciudadano a consecuencia de la Dana por la extrema derecha. Una vez que la clase obrera da un paso al frente, como lo dio en esta movilización, se aprecia nítidamente la falta de base social de esta gentuza.
— Organización Comunista Revolucionaria (@comunistas_ocr) November 9, 2024
Además de otras partes del País Valencià, es de notar que varios miles de personas más presentes en la manifestación se desplazaron de otros lugares de la península para mostrar su solidaridad hacia sus hermanos valencianos, sobre todo de Catalunya, pero también de Madrid, Murcia, Aragón, Castilla-La Mancha, Euskadi o Andalucía.
Desde la Organización Comunista Revolucionaria movilizamos decenas de compañeros de todas las zonas del Estado para participar en la manifestación. Colocamos una gran parcanta donde se leía: “Capitalisme criminal”, “Lluita pel comunisme” “Sols el poble salva al poble”. Nuestros militantes repartieron miles de octavillas con nuestras posiciones, que se resume en: Que el costo de la Dana lo pague el gran capital, no la clase trabajadora con las ayudas públicas financiadas con nuestros impuestos; así como la expropiación de todos esos empresarios que obligaron a trabajar a sus obreros arriesgando la vida de los mismos e incluso perdiéndolas. Y, por supuesto, que Mazón y todos los responsables políticos y económicos sean juzgados y enviados a prisión.
El impacto social de esta manifestación ha sido muy grande pese a que los medios de comunicación convencionales han querido dejarla en un lugar secundario.
Lamentablemente, las ausencias más notorias en la manifestación fueron las direcciones de las organizaciones de clase más relevantes, como las centrales sindicales CCOO y UGT, que se han unido en un vergonzoso frente único con los empresarios, el gobierno y el PP para llamar a la tranquilidad y a la calma. Fue vergonzoso que UGT y CCOO convocaran el pasado viernes 8 de noviembre concentraciones en las principales ciudades del Estado, junto a los empresarios, en solidaridad con las víctimas de la Dana, los mismos empresarios que obligaron a sus trabajadores a permanecer en sus centros de trabajo impidiéndoles salir el martes 29 de octubre para regresar a tiempo a sus casas. Fueron estos mismos empresarios quienes ordenaron a Mazón no tomar ninguna medida para evitar la movilidad de la población; de esta manera, los trabajadores fueron obligados a ir a trabajar en condiciones de extrema gravedad para garantizar las ganancias del día de los vampiros del Capital.
La desconfianza en el régimen debe mantenerse, y la lucha debe seguir / OCR
La mayor parte del pueblo valenciano no se va a conformar con menos que con la dimisión de Mazón y de todo su gabinete. Es un escándalo increíble que este sinvergüenza pretenda resistir en la Generalitat a cualquier coste, riéndose en las caras de sus víctimas: gente que ha perdido familiares, sus viviendas, sus empleos, todo; o que lleva semanas viviendo en medio del lodo y la desolación. De no ser por las decenas de miles de voluntarios que, sin dirección, ni organización, simplemente llevados de un profundo sentimiento humanitario y de solidaridad, utilizan su tiempo libre para ayudar a limpiar las zonas afectadas y llevar comida y ropa, la situación sería muchísimo más catastrófica, porque el Estado burgués ha mostrado su total incapacidad para lidiar con esta catástrofe. “Sólo el pueblo salva al pueblo” ha sido la consigna más coreada en manifestaciones y protestas. La mejor manera de concretar esa consigna es organizando comités de barrio, coordinados entre sí, con delegados elegibles y revocables en todo momento, para asegurar el control desde abajo de la reconstrucción de las zonas afectadas, la evaluación real de los daños, que las ayudas llegan a sus verdaderos destinatarios y para sostener una estructura vecinal estable de organización y lucha que perdure más allá de la catástrofe de esta Dana, dispuesta a organizar la lucha ante cualquier incumplimiento del Estado y para eventuales movilizaciones en el porvenir.
Hay que decirlo alto y bien claro, todo el régimen burgués se ha unido como una piña por miedo a un estallido popular de proporciones revolucionarias en la zona, sobre todo tras la agresión al rey Felipe VI y a su comitiva en Paiporta el domingo 3 de noviembre.
La desconfianza en el régimen debe mantenerse, y la lucha debe seguir / OCR
Esta es la razón de que el gobierno central haya comprometido ya más de 14.000 millones de euros para los damnificados (y las empresas). Y esto es lo que explica también la negativa vergonzosa del PSOE y del gobierno a exigir la dimisión inmediata de Mazón. Saben que el cese de este individuo sería recibido como una victoria popular y certificaría la ruptura de amplios sectores de la población con el régimen, la sensación de que el pueblo puede deponer presidentes y hasta “coronas”. Esto es lo que quieren evitar. Seguramente querrán esperar a que la movilización popular mengüe, y sólo después llegar a un acuerdo con Mazón para que abandone el cargo.
La desconfianza en el régimen debe mantenerse, y la lucha debe seguir. La idea de una huelga general en todo el País Valencià ha sido insinuada como medida para forzar la caída de Mazón y su gobierno; pero quien debe recoger esta iniciativa, las cúpulas de UGT y CCOO fundamentalmente, no están por la labor. Hay que obligarles. Es por ello que los afectados, las organizaciones sociales, vecinales y de la izquierda comprometida van a continuar movilizándose, se trata de ver cómo escalar la protesta para hacer realidad la caída del gobierno de Mazón y de la derecha en el País Valenciá. La OCR los va a estar acompañando en todas sus luchas.
“¡Esto es un renacimiento, un renacimiento!”. Estas palabras, pronunciadas por el dirigente teórico de la CMI, Alan Woods, encapsularon el estado de ánimo en una reciente reunión de nuestro Comité Ejecutivo Internacional (CEI) en Italia. Una capa importante de trabajadores y jóvenes está tendiendo la mano para tomar la bandera del comunismo con audacia; debemos salir decididamente a encontrarles con la construcción de una Internacional Comunista Revolucionaria.
Perspectivas mundiales: crisis y radicalización
Nuestro nuevo y audaz giro se deriva de la situación objetiva, esbozada por Alan en la sesión de apertura sobre las perspectivas mundiales. Los capitalistas tiemblan por la crisis en todos los niveles -político, económico, social y militar- mientras la inflación carcome los salarios y la calidad de vida de las masas.
En medio de esta agitación, Alan explicó que no debemos sobrestimar la racionalidad de los capitalistas. Citando a Lenin: “un hombre al borde de un precipicio no razona”. La clase dirigente se tambalea de metedura de pata en metedura de pata. En 2022, vimos al presidente estadounidense Joe Biden, esa criatura de la era de la Guerra Fría, arrastrar a Ucrania a una guerra imposible de ganar con Rusia. El año pasado, apoyó sin reservas la guerra genocida de Israel en Gaza. Y ahora, Estados Unidos lanza nuevos ataques aéreos en Oriente Medio y hace sonar los tambores de guerra contra Irán. Una guerra más amplia en Oriente Medio sería desastrosa, y sin embargo los imperialistas van a la deriva hacia ella.
Haciendo una comparación con el Titanic, Alan admitió que el capitán de aquel malogrado barco al menos no vio acercarse el iceberg, mientras que “Biden y sus asesores pueden ver el iceberg en el horizonte y gritan: ¡a todo vapor!”.
Mientras el mundo arde (figurada y literalmente) las masas se desesperan de sus dirigentes. Todas las encuestas en todos los países revelan un odio profundo a todos los pilares del establishment: desde la política, a las grandes empresas, pasando por la prensa. Mientras tanto, el movimiento obrero ha empezado a despertar de su letargo en Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos e incluso en países como Alemania, donde ha permanecido inactivo durante décadas.
Este importante cambio de conciencia se produce tras un período en el que las tendencias reformistas de izquierda (los movimientos de Corbyn y Sanders, SYRIZA, Podemos, etc.) han sido puestas a prueba hasta la destrucción. “En todos los casos, despertaron enormes expectativas y esperanzas”, dijo Alan, “sólo para ser frustradas”.
El reformismo -incluso el “socialismo”- son, por tanto, vistos con recelo por las capas más radicales de los trabajadores y la juventud. Como atestigua el éxito de nuestra campaña “¿Eres comunista?” , para los luchadores de clase de hoy en día, nada salvo el comunismo es suficiente.
“En todos los países miles, decenas de miles, cientos de miles, probablemente millones de jóvenes han aceptado las ideas del comunismo… El comunismo real surge del instinto visceral, de la necesidad de luchar y cambiar las cosas. Estas nuevas capas se autodenominan comunistas, no han leído los libros, ¡pero eso es lo que son! No necesitan que les convenzan”.
Llegar a esta creciente vanguardia de trabajadores y jóvenes fue la consigna de esta reunión internacional de la dirección de la CMI. Ganando a estos comunistas instintivos para nuestras filas, concluyó Alan, “construiremos una poderosa internacional comunista. Una fuerza seria que no se limite a observar y comentar los acontecimientos, sino que sea capaz y esté dispuesta a participar en el desarrollo de la lucha de clases en todos los países.”
Imperialismo y Palestina
Las meteduras de pata de Biden coinciden con el relativo declive del imperialismo estadounidense en la escena mundial, creando espacio para que rivales como Rusia y especialmente China labren sus propias esferas de influencia. Todo esto se trató a fondo en una sesión separada sobre el imperialismo.
Jorge Martín, del Secretariado Internacional (SI), explicó que, desde su transición al capitalismo, China se ha convertido en la segunda potencia imperialista del mundo. Ahora desafía a Estados Unidos en sectores de alta tecnología como la supercomputación y los vehículos eléctricos; se asegura nuevos mercados, aliados y rutas comerciales para exportar su capital; y choca con Occidente en cuestiones estratégicas como la soberanía de Taiwán. Mientras tanto, Rusia ha utilizado su gran base industrial y su considerable poderío militar para ganarle la partida a Occidente, en Siria y ahora en Ucrania.
La división y repartición del mundo representa un factor clave en las perspectivas, preparando inestabilidad en el futuro. Es imperativo que los comunistas tengamos una perspectiva clara sobre la cuestión del imperialismo, partiendo de la situación objetiva y tomando como marco teórico el magistral análisis de Lenin. Esta importante reunión aprobó por abrumadora mayoría un documento, redactado en 2016, que explica nuestra posición sobre esta cuestión.
También discutimos la sangrienta guerra de Israel en Gaza, que se ha convertido en un punto focal para la lucha de clases mundial. Ha desenmascarado completamente a los imperialistas occidentales, que constantemente emiten sermones sobre “democracia y estado de derecho”, mientras ayudan, arman e instigan la matanza de miles de palestinos. La situación ha enfurecido a las masas de todo el mundo; y nuestros camaradas han sido objeto de ataques generalizados por parte del Estado burgués por nuestra solidaridad con Palestina y nuestros llamamientos a una solución revolucionaria.
La reunión votó unánimemente la ratificación de la declaración de la Corriente Marxista Internacional publicada poco después del ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que se afirma claramente que los comunistas están del lado de los oprimidos, y rechazan la rancia hipocresía de nuestros imperialistas. Intifada hasta la victoria: ¡revolución hasta la victoria!
Grandes avances
Un punto culminante de la semana, que muestra el potencial para un crecimiento tormentoso de las fuerzas del comunismo en todas partes, llegó con las comisiones consecutivas de dos secciones de la IMT en países donde el comunismo parecía muy remoto: EEUU y Suiza. Sin embargo, los camaradas estadounidenses y suizos han dado pasos de gigante en el último periodo.
Tom Trottier, de la dirección de la sección estadounidense, esbozó las profundas contradicciones del capitalismo estadounidense, donde a pesar de que la clase dominante alardea de recuperación económica y estabilidad, las masas no ven ninguna prueba de ello en sus salarios o condiciones de vida.
Con Biden enfrentándose a algunas de las peores encuestas de popularidad de los últimos tiempos, y Donald Trump superando a toda la oposición en las primarias republicanas, otra “Escuela de Trump” parece inevitable después de las elecciones presidenciales de 2024.
Esto no marcará el comienzo del “fascismo”, como afirman los liberales y los alarmistas reformistas, sino que va a polarizar y radicalizar a la sociedad estadounidense aún más. Un vacío en la izquierda deja el campo libre para que el comunismo se apodere de las mentes de los trabajadores y los jóvenes en estas condiciones.
El camarada Antonio Balmer dio una muestra del estado de ánimo real entre millones de estadounidenses al leer un mensaje a nuestro sitio web de EE.UU. de un joven trabajador, que ahora ha sido reclutado:
“Odio el capitalismo con cada fibra de mi cuerpo, que me parta un rayo si este vil sistema va a arrastrarme con él, y si lo hace, moriré luchando contra él… No necesito que me convenzan, sólo los medios y más educación”.
Este, dijo Antonio, “¡es el nuevo tipo de americano que ha producido la historia!”. Hemos recibido miles de mensajes similares de enfurecidos y abnegados jóvenes comunistas en ciernes.
Los camaradas han sacudido su organización de arriba abajo para conectar con esta capa, prescindiendo de cualquier pasividad o rutinismo. Basándose en estos métodos, los camaradas estadounidenses confían en alcanzar los 1.000 militantes este año.
Si la idea de que el comunismo arraigue en EE.UU. parecía descabellada, en la rica y “neutral” Suiza podía parecer francamente imposible. Y sin embargo, Dersu Heri, de la dirección de la sección suiza, describió nuestros asombrosos avances en este país, donde hemos crecido un 60% en sólo seis meses.
Dersu explicó que este crecimiento se basaba en una capa de camaradas ganada gracias a la campaña “¿Eres Comunista?” : “La psicología de esta gente es como la de soldados que esperan ser movilizados para la guerra de clases”. Estos nuevos combatientes rebosan de la necesidad urgente de construir, y se convierten inmediatamente en nuestros mejores reclutadores: enarbolan audazmente consignas comunistas en sus universidades, en las calles… ¡e incluso en el tranvía!
Nuestro perfil también se ha visto impulsado por la prensa burguesa, que lanzó una despiadada campaña de difamación contra las consignas de intifada y revolución de nuestros camaradas en Oriente Medio. En lugar de acobardarnos, pasamos a la ofensiva, lanzando manifestaciones y reuniones por todo el país, incluida una concentración en Berna a la que asistieron cientos de personas con poca antelación.
Esta actitud audaz y este espíritu de lucha han sido la clave del éxito de los camaradas para atraer a los más audaces luchadores de clase. Nuestro objetivo en todas partes es precisamente fusionarnos con esta capa, hacer de ellos bolcheviques conscientes y organizados, y convertirlos en una fuerza histórica decisiva. Todo lo que tenemos que hacer es armarlos con las herramientas teóricas correctas, y proporcionarles el ámbito más amplio posible para que tomen la iniciativa y construyan.
Como parte de este giro, los camaradas lanzan el Partido Comunista Revolucionario: ¡una punta de lanza para dirigir a la nueva generación de comunistas suizos en la lucha contra el capitalismo!
Fin de nuestra prehistoria
La última etapa de esta histórica reunión del CEI comenzó con una inspiradora sesión sobre finanzas, cuya joya de la corona fue la inauguración de nuestra nueva sede internacional en Londres. Esta oficina se erige como un monumento literal al espíritu bolchevique de sacrificio de nuestros miembros, que nos liberará de la dependencia de los terratenientes capitalistas.
A continuación, Hamid Alizadeh, del Secretariado Internacional, presentó un informe organizativo que no se parecía a nada de lo que habíamos escuchado en una reunión como ésta. Lo que realmente reveló es que nuestra prehistoria está llegando a su fin. Nuestros antiguos métodos -basados en círculos de lectura en las universidades- han quedado obsoletos por la situación objetiva. En todo el mundo, estamos dando un audaz giro hacia el exterior: nuestro objetivo es conquistar cada calle, cada lugar de trabajo y cada aula para el comunismo.
Nuestra tasa de crecimiento (casi el 40% en el último año) está por encima de cualquier cosa que hayamos visto antes. Tras haber superado la barrera de los 5.000 miembros en octubre de 2023, en enero de 2024 superamos los 6.000 camaradas en todo el mundo. Los camaradas británicos fueron los primeros en cruzar el umbral de los 1.000, pero dados los niveles de crecimiento del año pasado en secciones como Italia (25%, hasta 515 camaradas), Canadá (70%, hasta 668 camaradas) y EE.UU. (85%, hasta 630 miembros), ¡no estarán solos por mucho tiempo!
Varios grupos más pequeños han experimentado un crecimiento explosivo y van camino de convertirse en secciones plenas. Por ejemplo, los camaradas de Irlanda han crecido más de un 380% desde enero de 2023, de siete a 34 miembros.
Mientras tanto, nuestros sitios web, podcasts y vídeos acumulan millones de visitas cada año. Nuestra editorial, Wellred Books, ha vivido el mejor año de su historia, y se prepara para otro año récord, con ejemplares de En defensa de Lenin, una nueva biografía de Rob Sewell y Alan Woods, volando de las estanterías como parte de una campaña de un año de duración #LeninLives para conmemorar el centenario de la muerte del gran revolucionario. No es exagerado decir que somos la principal fuente mundial de teoría, noticias y análisis comunistas.
¡Hacia la Internacional Comunista Revolucionaria!
Debemos comprender el carácter del período en el que hemos entrado. Los partidos reformistas de masas están dominados por la derecha; los estalinistas y las sectas están en crisis; los reformistas de izquierda en muchos países han sido aplastados por sus vacilaciones y traiciones; y existe una profunda veta de trabajadores y jóvenes radicales dispuestos a abrazar el comunismo. La situación pide a gritos un nuevo punto de referencia.
En reconocimiento de esto, varias secciones -incluyendo Suiza, como ya se ha mencionado, junto a Gran Bretaña, Suecia, Dinamarca, Canadá y Alemania- han tomado la decisión histórica de lanzar nuevos Partidos Comunistas Revolucionarios , y otras secciones se están preparando para hacer lo mismo.
La dialéctica nos enseña que, en un momento dado, el desarrollo histórico alcanza un punto de inflexión. Cuando lo hace, no podemos aferrarnos al pasado y a los viejos métodos de trabajo, sino que debemos abrazar con entusiasmo el futuro. En muchas partes del mundo, nos estamos convirtiendo en un punto focal, y tenemos que presentarnos como tal. “Estamos en medio de un salto dialéctico, un cambio cualitativo”, dijo Hamid en las conclusiones del informe de organización: “Queremos convertirnos en una fuerza real, que compita por las capas avanzadas de los trabajadores y la juventud”.
Por lo tanto, la Corriente Marxista Internacional debe refundarse de nuevo para hacer frente a un mundo cambiado. Prescindimos de nuestra vieja bandera y reforjaremos una nueva Internacional Comunista Revolucionaria (ICR): un faro bajo el cual pueda reunirse la generación de comunistas de hoy.
En medio de un aplauso entusiasta, la reunión aprobó por unanimidad la propuesta sobre este paso audaz y necesario. Hemos resuelto convocar en verano una conferencia mundial extraordinaria, abierta a todos los comunistas dispuestos a unirse a nosotros en la lucha, en la que se constituirá oficialmente esta nueva Internacional.
Llamamos a todos los camaradas de la Internacional a hacer ya los preparativos: discutir, difundir y digerir el significado de este nuevo perfil. Ya no nadamos contra corriente: la marea de la historia nos empuja.
“¡Audacia, audacia y aún más audacia!”.
En su discurso de clausura, Alan observó un estado de ánimo totalmente nuevo en este órgano de dirección. Por un lado, explicó, se trata de un “reflejo objetivo de un cambio de toda la situación”. Nunca habíamos visto un odio tan generalizado al statu quo, ni una crisis tan fundamental del viejo orden.
“Esto es algo que hemos predicho en nuestras perspectivas durante décadas”, dijo Alan. “Pero ahora ya no es una perspectiva. Es un hecho. Un hecho palpable que todo el mundo puede ver y sentir”.
Por otro lado, existe una cuestión subjetiva sobre la etapa por la que atraviesa nuestra internacional. Alan explicó que todo partido político es un organismo vivo, que debe pasar por una etapa embrionaria. Para un partido revolucionario, se trata de una etapa de “círculos pequeños, que engendra una mentalidad de círculos pequeños, caracterizada por métodos informales”.
Pero esos métodos se convierten en un obstáculo para el desarrollo. “O se descartan, o se destruye la organización. Hace tiempo que hemos superado la etapa de los círculos pequeños. Todas las secciones están creciendo rápidamente, y se exigen nuevos métodos y una nueva psicología”.
Para ilustrar esta nueva actitud, Alan destacó el trabajo de un solo camarada en una pequeña ciudad galesa llamada Port Talbot, donde la vital industria siderúrgica ha sido prácticamente destruida, y ahora se planean grandes despidos en las últimas acerías que quedan.
Frente a los métodos “de siempre” del sindicato oficial, este joven camarada obrero, apoyado por las secciones de los alrededores, tomó la iniciativa de llamar a los trabajadores a la huelga y a ocupar la acería, y anunció una concentración pública. Los camaradas se han lanzado a una lucha a vida o muerte por toda la ciudad. Independientemente de los resultados, éste es un ejemplo de la psicología que se exige a todos los camaradas de la Internacional.
Métodos como éste pondrán a los camaradas británicos del (pronto) Partido Comunista Revolucionario en el mapa, y darán ejemplo del tipo de Internacional Comunista Revolucionaria que necesitamos construir.
En su conclusión, Alan pidió a los camaradas que adoptaran el inmortal lema de Danton:
“¡Audacia, audacia y más audacia! Sobre esa base venceremos”.
¡Adelante con la Internacional Comunista Revolucionaria!
Para inscribirte en la Escuela Mundial de Comunismo de junio, donde se fundará una nueva Internacional Comunista Revolucionaria, haz clic aquí. El evento está abierto a todos: obsérvalo desde casa o en una de las docenas de reuniones en todo el mundo.
El siguiente documento fue aprobado en el Congreso Mundial 2023 de la Corriente Marxista Internacional (TMI). En él ofrecemos nuestra perspectiva y análisis de las principales tendencias que están configurando la política mundial y la lucha de clases en este dramático periodo de agonía del capitalismo.
Estamos viviendo un período dramático en la historia mundial. En muchos sentidos es realmente único. Los estrategas del Capital lo saben muy bien. Como de costumbre, los más astutos llegan a conclusiones similares a las de los marxistas, aunque con cierto retraso y sin una comprensión real de la naturaleza de los problemas que describen, y mucho menos de las soluciones.
Un buen ejemplo de esto es Larry Summers, un economista estadounidense que se desempeñó como el 71 Secretario del Tesoro de los Estados Unidos de 1999 a 2000 que describió el estado de la economía mundial de la siguiente manera:
“Puedo recordar momentos anteriores de igual o incluso mayor gravedad para la economía mundial, pero no recuerdo momentos en los que hubiera tantos aspectos separados y tantas contracorrientes como las que hay ahora.
“Mire lo que está pasando en el mundo: un problema de inflación muy importante en gran parte del mundo, y ciertamente en gran parte del mundo desarrollado; un importante ajuste monetario en marcha; un enorme shock energético, especialmente en la economía europea, que es tanto un shock real, obviamente, como un shock inflacionario; creciente preocupación por la formulación de políticas chinas y el desempeño económico de China y, de hecho, también preocupación por sus intenciones hacia Taiwán; y luego, por supuesto, la guerra en curso en Ucrania”. (Financial Times, 6 de octubre de 2022).
Estas líneas describen adecuadamente la situación actual, que no ha cambiado sustancialmente desde que fueron escritas. Los ejemplos pueden repetirse a voluntad. Reflejan fielmente el sentimiento general de pesimismo y desesperación que se ha apoderado de los estrategas del Capital, quienes pueden ver el desastre que se avecina pero no tienen una idea clara de cómo evitarlo.
De hecho, sería un ejercicio inútil buscar en los economistas burgueses algún tipo de explicación para esto. No pudieron predecir ni una recesión ni un auge. Nunca entendieron el pasado, entonces, ¿por qué deberían entender el presente y menos aún el futuro?
En la situación actual, sólo se puede llegar a una intuición racional mediante el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo. Eso nos da una ventaja colosal, diferenciándonos de cualquier otra tendencia en la sociedad. Es lo que nos hace únicos. De hecho, es lo único que nos da derecho a existir como una tendencia separada y distinta en el movimiento obrero.
Sobre los puntos de inflexión
La actual crisis mundial representa claramente un punto de inflexión en toda la situación. Pero se podría decir que 2008 también fue un punto de inflexión. Eso es bastante correcto, tal como lo fue 1973: la primera recesión mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, hay muchas situaciones que pueden caracterizarse como puntos de inflexión, y podemos correr el peligro de convertir esta frase en algo sin sentido por la repetición irreflexiva.
Y, sin embargo, el concepto está muy lejos de carecer de sentido. Al contrario, contiene una idea muy profunda. Es realmente una forma de expresar la noción de Hegel de la línea nodal de desarrollo, en la que una serie de pequeños cambios (cuantitativos) llega a un punto crítico, donde se produce un cambio cualitativo.
Cada punto de inflexión tiene características comunes con el pasado, pero también tiene sus propias peculiaridades. Lo que es necesario es resaltar las particularidades de la situación y explicar los cambios concretos que surgen de ella.
La crisis de 2008 tomó por sorpresa a los inútiles economistas burgueses. Para evitar un colapso en las líneas de 1929, la burguesía gastó enormes sumas de dinero público para rescatar a los bancos. Inyectaron enormes cantidades de dinero en la economía. Las medidas de pánico que tomaron en ese momento fueron necesarias para salvar el sistema. Pero tuvieron consecuencias imprevistas y desastrosas.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del Estado-nación / Imagen: In Defence of Marxism
La política de la llamada flexibilización cuantitativa aseguró que las tasas de interés se mantuvieran extremadamente bajas. Pero esta inyección masiva de capital ficticio en el sistema creó inevitablemente toda una serie de presiones inflacionarias.
Esto, sin embargo, no se hizo evidente de inmediato como resultado del colapso generalizado de la demanda, incluyendo el consumo familiar, la inversión empresarial y el gasto gubernamental. La caída de los salarios y el aumento del desempleo estrangularon la demanda, que ya no podía contrarrestarse con crédito, ya que la gente ya estaba enormemente endeudada.
Sin embargo, las presiones inflacionarias se expresaron en el auge del mercado inmobiliario y particularmente en un estallido de especulación descontrolada en las bolsas de valores, junto con fenómenos como las criptomonedas, los NFT y otros timos especulativos.
Los límites de la globalización
Para comprender la situación actual es necesario partir de las cuestiones fundamentales. Siempre debemos tener presentes los dos principales obstáculos que impiden el pleno desarrollo de las fuerzas productivas: por un lado, la propiedad privada de los medios de producción y, por otro, los límites asfixiantes del estado nacional.
Sin embargo, el sistema capitalista es un organismo vivo, que puede desarrollar ciertos mecanismos de defensa para perpetuar su existencia. Marx explica en el tercer volumen de El Capital las formas en que la burguesía puede combatir la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Una de las principales formas es profundizando y ampliando el mercado a través del aumento del comercio mundial.
Hace más de 150 años, el Manifiesto Comunista apuntaba al aplastante dominio del mercado mundial. Esta es ahora la característica más importante de la época moderna.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del estado nación. Ayudó a los capitalistas a superar, al menos parcialmente, los límites del mercado nacional durante un tiempo.
Esta tendencia recibió un poderoso impulso con el colapso de la URSS y la entrada de China en la arena del mercado mundial capitalista. Otros países, no solo los antiguos satélites soviéticos en Europa del Este, sino también India, que había estado equilibrándose entre la Unión Soviética y los EE. UU., también se alinearon
Así, de golpe, cientos de millones de personas se enredaron en la economía mundial capitalista, abriendo nuevos mercados y campos de inversión.
Esto (junto con una expansión del crédito sin precedentes) ha sido una de las fuerzas motrices más poderosas que han impulsado la economía mundial en las últimas décadas. El espectacular aumento del comercio mundial tuvo como corolario un aumento del PIB mundial.
Sin embargo, la globalización no eliminó las contradicciones del capitalismo. Solo las reprodujo en una escala mucho mayor. Y ahora esto claramente ha llegado a sus límites.
El rápido crecimiento de la producción se basó en la expansión aún más rápida del comercio mundial. Ahora, la globalización claramente se está estancando y vemos el proceso contrario. Y a lo que nos enfrentamos son las consecuencias de esta marcha atrás. El comercio mundial solo crecerá un 1 por ciento en 2023, según la Organización Mundial del Comercio.
En lugar de la libre circulación de bienes y servicios, estamos asistiendo a un rápido descenso hacia el nacionalismo económico. Y ese es un paralelo muy alarmante con la década de 1930. Fue precisamente el aumento de las tendencias proteccionistas, el aumento de los aranceles, las devaluaciones competitivas y políticas similares de empobrecimiento del vecino la verdadera causa de la Gran Depresión. No se excluye en absoluto que una situación similar pueda volver a ocurrir.
Distorsiones del mercado
En una economía capitalista de mercado, en último análisis, las fuerzas del mercado deciden. Las acciones de los gobiernos pueden distorsionar y retrasar las fuerzas del mercado, pero nunca podrán eliminarse. La verdad es que las economías capitalistas avanzadas nunca se recuperaron de la crisis capitalista global de 2007-09.
La inversión privada siguió siendo débil y el crecimiento económico fue raquítico. Por otro lado, la inflación era baja y los bancos centrales mantuvieron las tasas de interés en niveles bajos sin precedentes, extendiendo el control del capital financiero sobre la vida económica. Esto proporciona la clave para entender la crisis actual.
En vísperas de la pandemia, la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Japón tenían la asombrosa cantidad de $15 billones en activos financieros, frente a los $3,5 billones de 2008. A esto agregaron otros $6 billones durante la pandemia en un intento por mantener la economía a flote.
Gran parte de esto era deuda del gobierno que los bancos centrales habían comprado para mantener bajos los costos de endeudamiento del gobierno. El nivel de endeudamiento, que ya era bastante insostenible, aumentó enormemente a medida que los gobiernos tomaban prestadas grandes sumas para pagar las medidas para enfrentar la crisis.
Este estímulo gubernamental sin precedentes (rescates) y las cuarentenas, segaron temporalmente los patrones de demanda de los consumidores provocando caos en las cadenas de suministro, al mismo tiempo que avivaba el fuego de la inflación. Las implicaciones inflacionarias de todo esto deberían haber sido visibles para el más ciego de los ciegos. Pero lo ignoraron, sobre la base del principio de que:
“Donde la ignorancia es felicidad, es una locura ser sabio”.
Así como un adicto a las drogas se vuelve cada vez más dependiente de las sustancias que ofrecen una sensación inmediata de euforia, los gobiernos, las empresas y las familias se engancharon a la perspectiva de interminables tasas de interés cercanas a cero.
Las distorsiones creadas por la intervención estatal sólo sirven para agudizar las contradicciones, que finalmente se desencadenarán con fuerza y violencia redoblada.
Eso es justo lo que estamos presenciando en este momento. En un acto de desesperación, los gobiernos intentaron resolver, primero la crisis de 2008, luego la pandemia de Covid y ahora la crisis energética gastando grandes cantidades de dinero que no poseían, contribuyendo a la actual situación caótica de la economía mundial.
El regreso de la inflación
Esto significa la desaparición de un sistema financiero que se ha habituado a bajas tasas de inflación y tasas de interés. Y los efectos son dramáticos y dolorosos. Al igual que el drogadicto, privado de las drogas de las que dependía, ahora los gobiernos se encuentran repentinamente conmocionados al enfrentarse al elevado costo de los préstamos.
Dado que no tienen absolutamente ninguna comprensión de la auténtica teoría económica, los burgueses buscan desesperadamente a alguien a quien culpar por su difícil situación, y encuentran un chivo expiatorio adecuado en Vladimir Putin. Pero la guerra en Ucrania no fue la causa de la catástrofe inflacionaria. Solo agregó aún más leña al fuego.
Dialécticamente, la causa se convierte en efecto y el efecto, a su vez, se convierte en causa. Aunque la guerra no provocó la crisis, es cierto que ha exacerbado enormemente el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial.
Aunque la guerra no causó la crisis, ha agravado el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial / Imagen: Socialist Appeal
Clausewitz hizo la famosa afirmación de que la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. Pero el imperialismo estadounidense ha introducido una ligera modificación a esa definición profundamente correcta. Ha convertido el comercio en un arma, castigando deliberadamente a cualquier país que no se doblegue a su voluntad
En los lejanos días en que Britania gobernaba las olas, el imperialismo británico resolvía sus problemas enviando una cañonera. Actualmente, Washington envía una carta del Departamento de Comercio. De modo que, en las condiciones modernas, el comercio se convierte simplemente en la continuación de la guerra por otros medios.
Rusia, uno de los mayores exportadores de combustibles fósiles, fue deliberadamente excluida de sus mercados occidentales por las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense y aprobadas por la UE. Esto provocó instantáneamente una crisis energética, lo que dio un nuevo impulso al aumento de los precios.
Como veremos, las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense fallaron notablemente en su objetivo, que era paralizar la economía rusa y socavar sus operaciones militares en Ucrania. Pero dieron un nuevo y poderoso giro a la espiral inflacionaria en todo el mundo. E, irónicamente, como un boomerang incontrolable, esto también golpeó duramente a Estados Unidos, trastocando así todos los cálculos de Biden, mientras Putin se embolsaba silenciosamente las ganancias derivadas de los altos y crecientes precios del petróleo y el gas.
Todos los caminos conducen a la ruina
Los bancos centrales se enfrentan a un agudo dilema. Subieron los tipos de interés para frenar la demanda y por lo tanto (eso esperan) reducir la inflación. Esa fue la teoría que indujo a la Reserva Federal de EE. UU. a subir los tipos, lo que obligó a la mayoría de las autoridades monetarias a hacer lo mismo.
Tales medidas, en sí mismas, no pueden proporcionar una cura segura para la sífilis de la inflación, pero seguramente harán que la recesión sea inevitable. Eso significa empresas en bancarrota, cierres de fábricas, pérdidas de empleos y recortes salvajes en los niveles de vida.
Esa es una receta acabada para una intensificación de la lucha de clases y una feroz reacción política. Significa saltar de la sartén a un fuego muy caliente.
Además, una vez que la economía entre en la pendiente resbaladiza de la recesión, será difícil detener la espiral descendente de causa y efecto que termina en una profunda depresión, de la cual les resultará muy difícil salir.
El mundo entero se enfrentará así a un período prolongado de estancamiento económico y de caída del nivel de vida, con consecuencias sociales y políticas explosivas. En otras palabras, bajo el sistema capitalista todos los caminos conducen a la ruina.
Leña al fuego
Es imposible precisar el ritmo de los acontecimientos. Hay demasiados elementos accidentales en esta ecuación. Pero hay una serie de cosas que podemos decir con certeza. En particular, todo esto inevitablemente tendrá un impacto en la conciencia.
Ese es sobre todo el caso de la crisis del costo de vida. Para muchas personas, esta es una cuestión de vida o muerte. Ese es particularmente el caso en África, Asia y América Latina. Pero estos efectos no se limitan de ninguna manera a los países atrasados. Se sienten cada vez más en los países capitalistas avanzados de Europa y América del Norte.
De repente, las masas en Europa en particular se encuentran frente a una verdadera pesadilla de colapso de los niveles de vida: los salarios, que estaban contenidos en niveles muy bajos, han sido llevados a nuevos mínimos sin precedentes por la inflación rugiente. Las pensiones y los ahorros se han devaluado rápidamente. Las familias se enfrentan al doloroso dilema de elegir entre calentar sus hogares o alimentar a sus hijos.
Los ancianos, los enfermos y las personas más vulnerables de la sociedad están ahora en peligro mortal en la medida que los gobiernos recortan los gastos en servicios sociales. Y por primera vez en muchas décadas, la clase media se enfrenta a la ruina.
Las pequeñas empresas están siendo llevadas a la bancarrota por una combinación venenosa de inflación, aumento de las tasas de interés, alquileres y pagos de hipotecas. Y a medida que se afiance la recesión, el cierre de fábricas significará un fuerte aumento del desempleo y una caída de la demanda, lo que provocará más quiebras.
La crisis que enfrentan los capitalistas es demasiado profunda, las contradicciones demasiado grandes para ser resueltas sobre una base capitalista. No pueden repetir las políticas monetarias del período anterior.
Han gastado todas sus municiones intentando resolver la última crisis. Además, esas tácticas son las responsables de crear la enorme montaña de deuda que se cierne sobre el mundo como una avalancha amenazante.
Ahora se verán obligados a dar bandazos de una crisis a otra, sin las armas necesarias para hacerles frente. De una forma u otra, tarde o temprano, las deudas tienen que ser pagadas. Y la factura se presentará a los que menos pueden pagar.
Pero esto, a su vez, está echando gasolina al fuego de la lucha de clases. Tras un largo período de caída de los niveles de vida, la paciencia con la austeridad se ha agotado y los intentos de imponer nuevas medidas de austeridad provocarán una resistencia feroz.
Todo esto presenta un panorama alarmante para la clase dominante. Ya se ha iniciado un fermento generalizado y un cuestionamiento general del orden establecido. Existe el potencial no solo de una reacción violenta de los trabajadores en todas partes, sino también de una reacción masiva contra el mercado, el sistema capitalista y todas sus obras entre amplias capas de la sociedad.
Economía mundial
Durante muchos meses las páginas de la prensa financiera se han llenado de los pronósticos más pesimistas. Crece la sensación de que el orden mundial se está poniendo patas arriba a medida que la globalización se convierte en su opuesto y la vieja estabilidad se fractura por la guerra en Ucrania y el caos resultante en el mercado energético.
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso pronunciado en la Universidad de Georgetown por Kristalina Georgieva / Imagen: Manuel López
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso en la Universidad de Georgetown pronunciado por Kristalina Georgieva, actualmente directora gerente del FMI. Advirtió que:
“El viejo orden, caracterizado por la adherencia a las reglas globales, bajas tasas de interés y baja inflación, está dando paso a uno en el que ‘cualquier país puede ser desviado de su curso más fácilmente y con mayor frecuencia’.
“Estamos experimentando un cambio fundamental en la economía global, de un mundo de relativa previsibilidad … a un mundo con más fragilidad: mayor incertidumbre, mayor volatilidad económica, confrontaciones geopolíticas y desastres naturales más frecuentes y devastadores”.
Los mercados financieros del mundo ofrecen una indicación clara de la profundidad de la crisis. Según The Economist:
“Los alborotos en los mercados son de una magnitud que no se ha visto en una generación. La inflación mundial es de dos dígitos por primera vez en casi 40 años. Habiendo tardado en responder, la Reserva Federal ahora está aumentando las tasas de interés al ritmo más rápido desde la década de 1980, mientras que el dólar está en su punto más fuerte durante dos décadas, causando caos fuera de Estados Unidos. Si tienes una cartera de inversiones o una pensión, este año ha sido espantoso. Las acciones globales han caído un 25 por ciento en dólares, el peor año desde al menos la década de 1980, y los bonos del gobierno están en camino de su peor año desde 1949. Junto con unos 40 billones de dólares de pérdidas, existe la sensación de malestar de que el orden mundial se está desmoronando a medida que la globalización da marcha atrás y el sistema energético se fractura después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia”.
Este nerviosismo en los mercados es un barómetro certero del hundimiento de la confianza de los inversores, que ven cómo los nubarrones se ciernen sobre la economía mundial.
Imparable subida del dólar
Gran parte del problema es la imparable subida del dólar. Más que una expresión de confianza en la solidez de la economía estadounidense, esto es una indicación del grado de pánico que se apodera de los mercados.
El dólar ha subido considerablemente, en parte porque la Fed está subiendo las tasas, pero también porque los inversores se están alejando del riesgo. Los inversionistas nerviosos buscan un refugio seguro para su dinero e imaginan que lo han encontrado en el todopoderoso dólar.
Pero el dólar en alza es en sí mismo un factor en la crisis de los mercados monetarios del mundo, aplastando a todos los demás en su abrazo de hierro. Es fuera de Estados Unidos donde los efectos financieros del endurecimiento monetario de la Fed tienen sus efectos más severos y dañinos. Como el Financial Times señaló
“Lo llamemos como lo llamemos, las víctimas del dólar fuerte tienen un culpable en mente: la Reserva Federal”.
De hecho, la Reserva Federal de EE. UU., hasta el último momento, tuvo una indiferencia relajada, más bien se podría decir supina, hacia la inflación, que, de acuerdo con la norma aceptada, supuestamente había sido vencida.
Pero cuando la luz roja comenzó a parpadear violentamente, la Reserva Federal se vio repentinamente presa del pánico, impulsando un aumento de tipo de interés tras otro, a pesar de que esto equivalía a pisar bruscamente los frenos del automóvil.
Las subidas de tipos de la Fed estaban empujando a la propia economía estadounidense a una recesión. Esa era precisamente la intención. Todos los indicadores son negativos. Los precios de la vivienda están cayendo, los bancos están despidiendo personal y FedEx y Ford, dos referentes económicos, han emitido advertencias sobre ganancias. Es solo cuestión de tiempo antes de que la tasa de desempleo comience a aumentar.
La subida irresistible del dólar estadounidense se convierte inmediatamente en un importante factor desestabilizador. Los inversionistas internacionales están alarmados ante la perspectiva de que la Reserva Federal de los Estados Unidos aumente las tasas de interés de manera tan agresiva que la economía más grande del mundo caiga en recesión Esto agravará la recesión a la que otras economías importantes ya se enfrentan y arrastrará también al resto del mundo.
Sus temores están bien fundados. En todo el mundo, la subida del dólar está elevando el costo de las importaciones, así como el de los pagos de la deuda de los gobiernos, las empresas y los hogares que han tomado préstamos denominados en dólares. Todos los demás países se ven obligados a marchar al paso de la Reserva Federal de EE. UU., aumentando las tasas de interés a los niveles dictados por ella.
En toda Asia, los gobiernos se vieron obligados a aumentar los intereses y gastar sus reservas para resistir la depreciación de sus monedas. India, Tailandia y Singapur han intervenido en los mercados financieros para respaldar sus monedas. Excluyendo a China, las reservas de divisas de los mercados emergentes han caído más de 200.000 millones de dólares en el último año, según el banco JPMorgan Chase, la caída más rápida en dos décadas.
Esto tiene serias repercusiones, no solo económicas sino también políticas. China respondió proyectando su propia moneda como un medio alternativo de comercio, especialmente en el petróleo.
Enormes deudas gubernamentales
Las economías endeudadas de la eurozona han sido empujadas implacablemente al borde de la bancarrota. Ahora se encuentran en una posición aún peor que la que existía en la crisis de la deuda soberana hace una década.
Josep Borrell, jefe de política exterior de la UE, advirtió que la Fed estaba exportando la recesión de la misma manera que los dictados de Alemania posteriores a 2008 impusieron la crisis del euro.
“Gran parte del mundo está ahora en peligro de convertirse en Grecia”, se lamentó.
En Europa, la situación empeoró mucho cuando Gran Bretaña echó gasolina al fuego con una política fiscal temeraria, que provocó inmediatamente el pánico en los mercados financieros.
La necesidad se reveló a través de un accidente. La crisis en Gran Bretaña y las medidas de reducción de impuestos de la efímera administración Truss en octubre de 2022 actuaron como un catalizador, provocando el pánico en los mercados financieros, que fácilmente podría haberse extendido a todo el sistema monetario mundial.
Esto fue recibido con una mezcla de ira, incredulidad y alarma por parte de los mercados monetarios internacionales. En efecto, Liz Truss arrojó una granada de mano sobre un barril de TNT que estaba a punto de explotar a la menor sacudida.
El FMI lanzó un ataque mordaz contra el plan del Reino Unido de implementar 45.000 millones de libras esterlinas de recortes de impuestos financiados con deuda. Funcionó. El gobierno de Truss se vio obligado a una humillante retirada. El ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, fue despedido y todo su presupuesto fue desechado. Poco después, la propia Truss fue expulsada de su cargo y los mercados se estabilizaron temporalmente. Pero el daño ya estaba hecho.
Una vez perdida, la credibilidad financiera es bastante difícil de restaurar, y la reputación de Gran Bretaña como potencia mundial ahora está en la alcantarilla. El Reino Unido, que anteriormente disfrutó de una calificación crediticia ejemplar, ahora ha sido degradado y se considera en el mismo nivel que Italia, agobiada por la deuda y propensa a las crisis.
Pero ese fue el resultado menos importante de este asunto. Las implicaciones se extendieron mucho más allá de las costas británicas.
El alarmante paralelo con de la década de 1930
Brexit fue la indicación más clara de las consecuencias del nacionalismo económico. Y la conducta del gobierno británico en este asunto sirvió como advertencia de sus peligrosas consecuencias.
El breve y ruinoso mandato de Liz Truss en Gran Bretaña demostró que pedir prestado mucho dinero en un momento de inflación y aumento de las tasas no es una opción. Pero, ¿Cuál es la alternativa?
Larry Summers, cuya alarma ante la situación actual ya mencionamos, fue citado en el Financial Times diciendo:
“La desestabilización provocada por los errores británicos no se limitará a Gran Bretaña”.
Y ese es el punto. Los precios de los bonos en países tan diferentes como EE. UU. e Italia se desviaron violentamente en respuesta a cada vuelta de tuerca de la intrincada historia que salía de Londres.
En efecto, Liz Truss lanzó una granada de mano sobre un barril de TNT a punto de explotar / Imagen: Número 10, Flickr
Eso no fue un accidente. Un colapso financiero en Londres, que, a pesar del declive de Gran Bretaña, sigue siendo uno de los centros financieros más importantes del mundo, podría haber tenido el mismo efecto que la crisis de 1931, solo que en una escala mucho mayor.
Aunque generalmente se olvida ahora, la Gran Depresión en Europa fue provocada por el colapso del banco Creditanstalt de Viena en mayo de 1931, que inició un efecto dominó que se extendió rápidamente por los mercados financieros de Europa y más allá.
Este fue el detonante de la gran espiral deflacionaria en Europa entre 1931 y 1933. Y la historia puede repetirse fácilmente, sobre todo porque la economía mundial está mucho más integrada e interdependiente que entonces.
El factor ucraniano
La guerra en Ucrania se ha convertido ahora en un factor importante en las perspectivas mundiales. Sin embargo, para tener una idea clara de los problemas involucrados y cómo podrían desarrollarse, es necesario concentrar nuestra atención en los procesos fundamentales y no distraernos con la ruidosa guerra informativa o las inevitables vicisitudes en el campo de batalla.
Los principales medios de comunicación han repetido constantemente afirmaciones sobre la derrota de Rusia. Pero eso no encaja bien con los hechos conocidos.
El punto más importante es que esta es una guerra indirecta entre Rusia y el imperialismo estadounidense. Rusia no lucha contra un ejército ucraniano sino contra un ejército de la OTAN, es decir, el ejército de un Estado que no es formalmente miembro de esa alianza, pero que está financiado, armado, entrenado y equipado por la OTAN, que también le proporciona apoyo logístico e información vital.
“Política por otros medios”
Como se ha señalado, la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. La guerra actual terminará cuando se satisfagan los fines políticos de los actores clave o cuando uno o ambos bandos estén agotados y pierdan la voluntad de seguir luchando.
¿Cuáles son estos objetivos? Los objetivos bélicos de Zelensky no son ningún secreto. Dice que se no conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas, incluida Crimea.
Zelensky dice que no se conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas / Imagen: ZUMAPRESS.com
Este punto de vista ha sido apoyado con entusiasmo por los halcones de la coalición occidental: los polacos, los suecos y los líderes de los Estados bálticos -que tienen sus propios intereses en mente- y, por supuesto, los chovinistas y belicistas de cabeza dura de Londres, que imaginan que Gran Bretaña, incluso en su actual estado de bancarrota económica, política y moral, sigue siendo una potencia importante a escala mundial.
Estas damas y caballeros trastornados han estado presionando a los ucranianos para que vayan aún más lejos, mucho más allá de lo que les gustaría a los estadounidenses. Su deseo más ardiente es ver al ejército ucraniano expulsar a los rusos, no solo del Donbás sino también de Crimea, provocando el derrocamiento de Putin y la derrota total y el desmembramiento total de la Federación Rusa (aunque no suelen hablar de esto en público).
Aunque hacen mucho ruido, ninguna persona seria presta la menor atención a las payasadas de los políticos de Londres, Varsovia y Vilnius. Como líderes de estados de segunda categoría que carecen de peso real en la balanza de la política internacional, siguen siendo actores de segunda categoría que nunca pueden desempeñar más que un papel menor en este gran drama.
Los Estados Unidos son los que pagan las cuentas y dictan todo lo que sucede. Y al menos los estrategas más sobrios del imperialismo yanqui saben que todo este delirio no es más que palabrería. Bajo ciertas condiciones, estados imperialistas menores pueden jugar un cierto papel en el desarrollo de los acontecimientos, pero en última instancia Washington es quien decide.
A pesar de todas las demostraciones públicas de bravuconería, los estrategas militares serios han entendido que es imposible que Ucrania derrote a Rusia. El general Mark A. Milley es el vigésimo presidente del Estado Mayor Conjunto, el oficial militar de más alto rango de los EE. UU. Por lo tanto, sus opiniones deben tomarse muy en serio cuando dice:
“Entonces, en términos de probabilidad, la probabilidad de una victoria militar ucraniana definida como expulsar a los rusos de toda Ucrania para incluir lo que definen o lo que el reclamo es Crimea, para – la probabilidad de que eso suceda pronto no es alta, militarmente”.
El punto más importante a comprender es que los objetivos de guerra de Washington no coinciden con los de los hombres en Kiev, que hace mucho tiempo entregaron su llamada soberanía nacional a su Jefe al otro lado del Atlántico, y que ya no decide nada por sí mismo.
El objetivo del imperialismo estadounidense no es, y nunca ha sido, defender una sola pulgada del territorio ucraniano o ayudar a los ucranianos a ganar una guerra, ni de ninguna otra manera.
Su objetivo real es muy simple: debilitar militar y económicamente a Rusia; para desangrarla y dañarla; matar a sus soldados y arruinar su economía, para que Rusia ya no ofrezca ninguna resistencia a la dominación estadounidense de Europa y el mundo.
Fue este objetivo el que los indujo a empujar a los ucranianos a un conflicto completamente innecesario con Rusia sobre la pertenencia a la OTAN. Habiendo empujado este conflicto, se sentaron y observaron el espectáculo de los dos bandos luchando, a una distancia segura de varios miles de millas.
Independientemente de todas sus protestas públicas, los hipócritas imperialistas son totalmente indiferentes a los sufrimientos del pueblo de Ucrania, a quienes consideran meros peones en el tablero de ajedrez local de su lucha por el poder con Rusia.
Y debe tenerse en cuenta que, hasta el día de hoy, Ucrania no ha sido admitida como miembro de la UE ni de la OTAN, que se suponía que era la cuestión central de todo el asunto. Esto no es un accidente.
El conflicto actual conviene a los intereses de Estados Unidos de muchas maneras. Ayuda a su objetivo de abrir una brecha entre Europa y Rusia, lo que pone a la primera aún más bajo su dominio. En este sentido, la guerra ya ha logrado algunos resultados. Los vínculos económicos de la UE y Rusia, en particular en relación a la energía se han roto de manera muy importante, lo que golpea significativamente la mayor economía de la UE, Alemania. El tráfico de gas natural a través del Báltico es ahora físicamente imposible por la voladura del gaseoducto Nord Stream por parte de agencias estatales. El alza de los costes energéticos permite a los EEUU presionar todavía más la industria de la UE, sobre todo la alemana. Los EEUU tienen el lujo de involucrar a su enemigo en una guerra en la que no participan soldados estadounidenses (al menos, en teoría), y todos los combates y las muertes corren a cargo de otros.
Si Ucrania fuera miembro de la OTAN, esto significaría que las tropas de combate estadounidenses terminarían en una guerra europea, luchando contra el ejército ruso. Por otra parte, importantes países europeos no tienen ni el interés ni la posibilidad de admitir a Ucrania en la UE. Esto significaría el equilibrio económico y político de la Unión, ya de por sí extremadamente frágil. No, mucho mejor dejar las cosas como están.
Cuando Zelensky se queja de que sus aliados occidentales no le envían todas las armas que necesita para ganar la guerra, no se equivoca. Los estadounidenses le envían las armas suficientes para que la guerra continúe, pero no las suficientes para lograr algo que se asemeje a una victoria decisiva. Esto está completamente en línea con los verdaderos objetivos de guerra de Estados Unidos.
Las sanciones han fracasado
Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania han sido un fracaso espectacular. De hecho, el valor de las exportaciones rusas creció desde el comienzo de la guerra.
Aunque el volumen de las importaciones de Rusia se desplomó como resultado de las sanciones, varios países (China, India, Turquía, pero también algunos que forman parte de la UE, como Bélgica, España y los Países Bajos) han aumentado su comercio con Rusia. Además, los altos precios del petróleo y el gas han compensado los ingresos que Rusia perdió debido a las sanciones. India y China han estado comprando mucho más de su crudo, aunque a un precio de descuento.
Así, la pérdida de ingresos resultante de las sanciones se ha visto compensada por el aumento del precio del petróleo y el gas en los mercados mundiales. Vladimir Putin continúa financiando sus ejércitos con las ganancias, mientras que Occidente se enfrenta a la perspectiva de inestabilidad energética en los próximos años, con facturas de energía altísimas y una creciente ira pública.
Debilitamiento del apoyo
La pregunta es: ¿qué bando se cansará primero de la guerra? Está claro que el tiempo no está del lado de Ucrania, ni desde el punto de vista militar ni político. Y en última instancia, este último pesará más en la balanza.
Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin / Imagen: kremlin.ru
El invierno, en el que Europa sufrió una grave escasez de gas y electricidad, ha debilitado el apoyo público a la guerra en Ucrania. El clima más cáldio no será un alivio, ya que la atención se centra ahora en el problema imposible de volver a llenar las reservas de gas a tiempo para el próximo invierno, sin poder contar con el suministro ruso. Cada mes que continúan las sanciones, la preocupación por el siguiente invierno crece. El apoyo estadounidense tampoco puede darse por sentado. En público, los estadounidenses mantienen la idea de su apoyo inquebrantable a Ucrania, pero en privado no están nada convencidos del resultado. Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin.
En la práctica, sin embargo, el éxito de la ofensiva ucraniana de septiembre de 2022 y la retirada rusa de Kherson complicaron la situación en el tablero diplomático.
Por un lado, Zelensky y las fuerzas rabiosamente nacionalistas y abiertamente fascistas en el aparato del estado estaban hinchados con sus inesperados logros y deseaban llegar mucho más lejos. Por otro lado, los reveses militares representaron un golpe humillante para Putin, que llegó a la conclusión de que tenía que intensificar su “operación militar especial”. Así pues, ninguna de las partes está dispuesta a negociar nada significativo por el momento. Pero eso cambiará.
La demagogia de Zelensky, repitiendo constantemente que nunca cederá ni una pulgada de tierra, está claramente diseñada para presionar a la OTAN y al imperialismo estadounidense; insistiendo en que los ucranianos lucharán hasta el final, siempre a condición de que Occidente siga enviando enormes cantidades de dinero y armas.
A Biden le gustaría prolongar el conflicto actual para debilitar y socavar a Rusia. Pero no a cualquier precio, y menos si ello implica un enfrentamiento militar directo con Rusia. Mientras tanto, encuesta tras encuesta muestran que el apoyo de la guerra en Ucrania en la opinión pública occidental, está declinando lentamente.
¿Guerra nuclear?
La insinuación de Putin de que podría considerar el uso de armas nucleares fue casi con toda seguridad un farol, pero causó alarma en la Casa Blanca. En un discurso en un acto de recaudación de fondos en Nueva York, Biden afirmó que el presidente ruso “no bromeaba” sobre el “posible uso de armas nucleares tácticas o armas biológicas o químicas porque su ejército está, podría decirse, significativamente por debajo de sus posibilidades”.
A raíz de la amenaza nuclear, empezaron a celebrarse negociaciones secretas entre Washington y Moscú. Esto fue el beso de la muerte para el bando ucraniano, que cada vez estaba más desesperado y buscaba cualquier excusa para llevar a cabo una provocación con la que esperaban arrastrar finalmente a la OTAN a participar directamente en la guerra.
Esto subraya los peligros implícitos si se permite que la guerra continúe. Hay demasiados elementos incontrolables en juego, que podrían dar lugar al tipo de espiral descendente que podría desembocar en una guerra real entre la OTAN y Rusia.
El peligro de este tipo de acontecimientos se puso de manifiesto en noviembre de 2022, cuando el mundo quedó conmocionado al escuchar la declaración del presidente de Polonia de que su país había sido alcanzado por misiles de fabricación rusa, y los medios de comunicación occidentales afirmaron que Rusia estaba detrás de ello.
Esa mentira quedó pronto al descubierto cuando el propio Pentágono reveló que el misil que alcanzó una instalación de grano polaca en una granja cercana al pueblo de Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania, fue disparado por el ejército ucraniano.
La OTAN y los polacos se apresuraron a explicar que todo había sido “un lamentable accidente”. Pero a pesar de que el proyectil era un misil anti aéreo S-300 con un alcance muy limitado que difícilmente podía haber sido disparado por Rusia, Zelensky mintió descaradamente e insistió que había sido un ataque deliberado desde Rusia. Esperaba que le diera dado una poderosa palanca para exigir más armas y dinero. Y en el mejor de los casos (desde su punto de vista) podría empujar a la OTAN a tomar medidas de represalia contra Rusia, con interesantes consecuencias.
Si ese incidente hubiera servido para empujar a la OTAN a actuar contra Rusia, podría haber desencadenado una imparable cadena de acontecimientos que podría haber desembocado en una guerra total. No cabe la menor duda de que a Zelensky le vendría muy bien que la OTAN entrara en guerra y sacara así sus castañas calientes del fuego.
Una conflagración general europea habría sido una pesadilla para millones de personas. Pero para Zelensky y su camarilla habría sido la respuesta a todas sus plegarias. Naturalmente, sería imposible que los americanos se mantuvieran al margen, calentándose las manos en las llamas.
Tendría que haber tropas americanas sobre el terreno. Excelente noticia desde el punto de vista del régimen de Kiev, pero en absoluto desde el de la Casa Blanca y el Pentágono. ¡Se suponía que eso no formaba parte del guión!
Los estadounidenses no tienen ninguna intención de llevar las cosas tan lejos. Una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, con todas sus implicaciones nucleares, será evitada a toda costa por ambos bandos. Precisamente por eso, los estadounidenses tienen abiertos varios canales, para evitar cualquier posibilidad de que se produzcan acontecimientos tan incontrolados. De hecho, se esfuerzan por poner límites definitivos a la guerra actual y abrir el camino hacia las negociaciones.
Estados Unidos pide conversaciones
A los estrategas militares serios de Washington no se les escapa la realidad de la situación. El general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, llamó a Zelensky a que iniciara conversaciones con Rusia.
Milley dijo que puede haber una oportunidad de negociar el fin del conflicto siempre y cuando las líneas del frente se estabilicen durante el invierno:
“Cuando haya una oportunidad de negociar, cuando se pueda alcanzar la paz, aprovéchenla”, dijo Milley. “Aprovechen el momento”.
Pero si las negociaciones nunca llegan a materializarse o fracasan, Milley afirma que Estados Unidos seguiría armando a Ucrania, aunque la victoria militar absoluta de cualquiera de los dos bandos parece cada vez más improbable.
“Tiene que haber un reconocimiento mutuo de que la victoria militar es probablemente, en el verdadero sentido de la palabra, tal vez no alcanzable por medios militares, y por lo tanto hay que recurrir a otros medios”, dijo.
Esta es la auténtica voz del imperialismo estadounidense. Y esto, y no las declaraciones retóricas de Zelensky, es lo que determina en última instancia el destino de Ucrania.
Washington siempre se ha mostrado reacio a suministrar a Kiev el tipo de armamento avanzado que ha estado solicitando. Su intención es enviar una señal a Moscú de que Estados Unidos no está dispuesto a suministrar armas que podrían intensificar el conflicto, creando la posibilidad de un enfrentamiento militar directo entre Rusia y la OTAN.
También es una advertencia a Zelensky de que había límites definitivos a la voluntad de EE.UU. de seguir pagando la factura de una guerra cara sin un final claro a la vista.
Cansancio ucraniano
Durante el primer mes de guerra, los ucranianos se mostraron dispuestos a negociar con Rusia. Desde entonces, Zelensky ha rechazado por completo la idea de negociar. Ha dicho en repetidas ocasiones que Ucrania solo está dispuesta a entablar negociaciones con Rusia si sus tropas abandonan todas las partes de Ucrania, incluidas Crimea y las zonas orientales del Donbás, controladas de facto por Rusia desde 2014, y si los rusos que han cometido crímenes en Ucrania se enfrentan a juicio.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final” / Imagen: Mando de Instrucción del 7º Ejército, Flickr
Zelensky también dejó claro que no mantendría negociaciones con los actuales dirigentes rusos. Incluso firmó un decreto en el que especificaba que Ucrania solo negociaría con un presidente ruso que haya sucedido a Vladimir Putin.
Estas desafiantes declaraciones causaron gran irritación en Washington. El Washington Post reveló que funcionarios estadounidenses han advertido en privado al gobierno ucraniano de que la “fatiga ucraniana” entre los aliados podría empeorar si Kiev sigue sin negociar con Putin.
Los funcionarios declararon al periódico que la postura de Ucrania en las negociaciones con Rusia está cansando a los aliados, preocupados por los efectos económicos de una guerra prolongada.
En el momento de redactar este artículo, Estados Unidos había concedido a Ucrania 65.000 millones de dólares en ayudas y estaba dispuesto a dar más, afirmando que apoyaría a Ucrania “todo el tiempo que fuera necesario”. Sin embargo, los aliados en algunas partes de Europa, por no hablar de África y América Latina, están preocupados por la tensión que la guerra está ejerciendo sobre los precios de la energía y los alimentos, así como sobre las cadenas de suministro. “La fatiga por Ucrania es algo real para algunos de nuestros socios”, afirmó un funcionario estadounidense.
Naturalmente, los estadounidenses no pueden admitir públicamente que estén presionando a Zelensky. Al contrario, mantienen una apariencia de firme solidaridad con Kiev. Pero en realidad, están apareciendo serias grietas en la fachada.
Para los dirigentes ucranianos, la aceptación de la petición estadounidense significaría una humillante retirada tras tantos meses de retórica beligerante sobre la necesidad de una derrota militar decisiva contra Rusia para garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla, primero en la región nororiental de Kharkiv y después con la toma de Kherson, animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final”. Pero los estadounidenses conocen mejor la realidad y saben muy bien que el tiempo no está necesariamente del lado de Ucrania.
¿Corre Putin peligro de ser derrocado?
La maquinaria propagandística occidental repite constantemente que Putin será derrocado pronto por el pueblo ruso, cansado de la guerra. Pero eso no son más que ilusiones. Se basan en un error fundamental. De hecho, Putin ha utilizado con éxito la guerra para atajar la creciente lucha de clases y el descontento de las masas. Junto con el aumento de la represión, esto ha proporcionado al régimen un respiro temporal. En la actualidad, Putin sigue contando con una amplia base de apoyo, que ha alcanzado nuevos niveles en los últimos meses. No corre peligro inmediato de ser derrocado.
No existe un movimiento antibelicista significativo en Rusia y el que hay está liderado y dirigido por los elementos burgueses-liberales. Esa es precisamente su principal debilidad. Los trabajadores echan un vistazo a las credenciales pro occidentales de estos elementos y se apartan, maldiciendo.
La guerra cuenta con el apoyo de la mayoría, aunque algunos tengan dudas. La imposición de sanciones y el flujo constante de propaganda antirrusa en Occidente, y el hecho de que la OTAN y los estadounidenses estén suministrando armas modernas a Ucrania, confirma la sospecha de que Rusia está siendo asediada por sus enemigos. Algo que el régimen utiliza para unir a la población en torno a sí.
En su propaganda de guerra, Vladimir Putin intenta invocar el recuerdo de la lucha soviética contra la Alemania nazi y el odio que el pueblo ruso siente desde hace mucho tiempo por el imperialismo occidental, que mezcla con el reaccionario chovinismo gran ruso. Enmarca la guerra de Ucrania como una guerra contra el imperialismo occidental, por la desnazificación del régimen de Kiev y por la defensa de la minoría rusoparlante de Ucrania. Todo esto es, por supuesto, pura demagogia.
No hay absolutamente nada progresista en el régimen de Putin. No es ni antiimperialista, ni antifascista, ni amigo de los trabajadores. No es ningún secreto, por ejemplo, que unidades con claras simpatías neonazis y de extrema derecha operan abiertamente como parte del ejército ruso, en particular en la PMC Wagner.
Con el partido comunista ruso adoptando una postura traicionera, nacionalista y patriótica y proporcionando una cobertura de izquierdas al nacionalismo gran ruso de Putin, los trabajadores rusos no encuentran ninguna alternativa política que represente sus intereses en oposición al régimen y su guerra.
La única presión sobre Putin no procede de ningún movimiento antibélico, sino, por el contrario, de los nacionalistas rusos y otros que quieren que la guerra prosiga con mayor fuerza y determinación. Sin embargo, si la guerra se prolonga durante algún tiempo sin pruebas significativas de un éxito militar ruso, eso puede cambiar.
A principios de noviembre, más de 100 reclutas de la república rusa de Chuvash organizaron una protesta en Ulyanov Oblast porque no habían recibido los pagos prometidos por Putin.
Un pequeño síntoma, sin duda. Pero si el conflicto actual se prolonga, podría multiplicarse a una escala mucho mayor, lo que supondría una amenaza, no sólo para la guerra, sino para el propio régimen.
Un síntoma aún más significativo son las protestas de las madres de los soldados muertos en Ucrania. Éstas son todavía de pequeño tamaño y se concentran principalmente en repúblicas orientales como Daguestán, donde los altos niveles de desempleo hicieron que un gran número de jóvenes se presentaran voluntarios para el ejército.
Si la guerra continúa y aumenta el número de muertos, es posible que veamos protestas de madres en Moscú y Petersburgo, que Putin no podrá ignorar y será incapaz de reprimir. Esto marcaría sin duda un cambio en toda la situación. Pero aún no se ha materializado.
Las reservas de Rusia
Al oponerse a la guerra desde su inicio, los marxistas rusos han adoptado una postura de principios en condiciones extremadamente difíciles de represión y bajo un aluvión de propaganda estatal. Su tarea es, ante todo, desenmascarar la demagogia de Putin, que no es más que una tapadera de los intereses reaccionarios de los oligarcas capitalistas, el principal enemigo de los trabajadores y los pobres rusos.
Al mismo tiempo, deben oponerse al imperialismo occidental, así como a los liberales expatriados pro-Kiev y a los llamados medios de comunicación independientes que actúan como sus portavoces en Rusia. Ir contra la corriente y mantener una posición de clase independiente hoy preparará a los marxistas rusos para dar enormes pasos adelante una vez que la marea empiece a cambiar.
Aunque la revolución está inmediatamente en el orden del día, la guerra está sin duda agitando las cosas en lo más profundo del proletariado y preparando enormes convulsiones sociales en el futuro.
El objetivo declarado de Rusia era “impedir el ingreso en la OTAN y desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, también Putin quería un gobierno neutral o prorruso en Kiev. En efecto, eso significaría eliminar a Ucrania como Estado nacional independiente.
Pero Putin claramente calculó mal y los rusos no tenían fuerzas suficientes para lograr estos objetivos. Incluso la tarea de mantener sus avances en Donbás resultó difícil, como demostró claramente la ofensiva ucraniana de principios de septiembre.
Pero los fracasos en el frente actuaron como el estímulo necesario para reajustar. Se tomaron medidas para movilizar las fuerzas necesarias.
Rusia llevó a cabo una movilización masiva. El envío de 300.000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas.
El argumento frecuentemente repetido de que a los rusos les faltan municiones es totalmente falso. Rusia tiene una industria armamentística grande y poderosa. Dispone de considerables reservas de armas y municiones.
El envío de 300,000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas / Imagen: Отдел информационной политики Администрации города Ялта
Es cierto que sus reservas de los misiles más modernos de precisión milimétrica son limitadas y se agotarán. Pero no hay escasez de otros misiles, que son perfectamente adecuados para actividades normales en el campo de batalla.
Mientras tanto, los rusos siguen pulverizando con artillería, cohetes, drones y misiles objetivos en toda Ucrania, destruyendo centros de mando militar, nudos de transporte e infraestructuras, lo que dificultará seriamente el movimiento de tropas y armas hacia el.
¿Ahora que?
El dicho de Napoleón de que la guerra es la más compleja de todas las ecuaciones conserva toda su fuerza. La guerra es un cuadro en movimiento con muchas variantes imprevisibles y escenarios posibles.
El éxito de la ofensiva ucraniana en septiembre de 2022 y, posteriormente, la retirada rusa de la parte occidental de Kherson parecieron confirmar la variante que la maquinaria propagandística occidental ha presentado con confianza desde el comienzo de las hostilidades.
Sin embargo, debemos cuidarnos de las conclusiones impresionistas extraídas de un número limitado de acontecimientos. El resultado de las guerras rara vez se decide en una sola batalla, o incluso en varias.
La pregunta es: ¿esta victoria, o ese avance, alteraron materialmente el equilibrio subyacente de fuerzas, que es lo único que puede determinar el resultado final? Estas cuestiones fundamentales aún están por determinar. Son posibles diferentes resultados, dependiendo de cómo se desarrollen las condiciones tanto en Rusia como en Ucrania y entre sus amos occidentales.
Rusia ha estado acumulando fuerzas en el Este, reforzando su presencia militar en Bielorrusia e intensificando sus bombardeos aéreos tanto sobre objetivos militares como sobre la ya debilitada infraestructura ucraniana.
Esta degradación de las infraestructuras ha llegado al punto de que incluso se habla de evacuar las principales ciudades -incluida Kiev-, que se están volviendo inhabitables como consecuencia de la interrupción del suministro de energía y agua.
Es difícil determinar en qué momento esta destrucción empezará a minar la voluntad de resistencia. La experiencia histórica indica que los bombardeos aéreos por sí solos nunca pueden ganar guerras.
De hecho, a corto plazo, tendrá el efecto contrario, acentuando el odio al enemigo y aumentando el espíritu de resistencia. Pero todo tiene un límite. A partir de cierto punto, se instala un sentimiento general de cansancio de la guerra y se debilita la voluntad de seguir luchando.
Hasta ahora, los ucranianos han demostrado un notable nivel de resistencia. Pero no está claro cuánto tiempo podrá mantenerse la moral tanto de la población civil como de los soldados en el frente.
Pero tan pronto como comience un clamor por la paz, estallarán serias divisiones en la capa dirigente de Kiev entre los nacionalistas de derechas, que desean luchar hasta el amargo final, y los elementos más pragmáticos, que ven que una mayor resistencia sólo conducirá a la destrucción total de Ucrania y que algún tipo de acuerdo negociado es la única salida.
Cualquiera que sea el resultado, no se puede hablar de una vuelta al statu quo en Europa. Ha nacido un nuevo período de extrema inestabilidad, guerras, guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones.
Relaciones mundiales
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología. Estos desplazamientos siempre van acompañados de terremotos.
Estos cambios políticos y diplomáticos tienen el mismo efecto. Ya antes de la guerra, el retroceso de la globalización y el consiguiente auge del nacionalismo económico habían provocado la agudización de los conflictos entre las distintas potencias.
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología / Imagen: In Defence of Marxism
Pero el conflicto ucraniano exacerbó enormemente todas las tensiones y profundizó todas las contradicciones. Como consecuencia de todo ello, estamos asistiendo a un profundo cambio en las relaciones mundiales.
El signo más evidente de ello es el hecho de que China se ha acercado mucho más a Rusia, ya que ambas compiten con el imperialismo estadounidense. El papel de China en la guerra de Ucrania se ha enmascarado bajo el pretexto de abogar por una “paz negociada”. Para la clase dominante china, esta guerra es una perturbación inoportuna de las beneficiosas relaciones comerciales que ha construido durante los últimos 30 años, ya que no se siente preparada todavía para enfrentarse frontalmente a su rival estadounidense.
Sin embargo, detrás de este supuesto pacifismo hay una clara línea roja: la inadmisibilidad de una desestabilización de la Federación Rusa como resultado de una derrota militar. Tal derrota ampliaría la influencia del imperialismo estadounidense y haría perder a China un valioso socio en su conflicto estratégico con Estados Unidos y sus aliados. Está claro que sin la ayuda china para eludir las sanciones occidentales, Rusia se encontraría en una situación mucho peor en lo que respecta a la conducción de la guerra.
Rusia
Rusia es una potencia imperialista regional. Pero su posesión de enormes reservas de petróleo, gas y otras materias primas, su sólida base industrial y su avanzado complejo militar-industrial, junto con su poderoso ejército y su arsenal de armas nucleares, se combinan para darle un alcance mundial que la pone en colisión con el imperialismo estadounidense.
Históricamente, Ucrania estaba plenamente integrada en la economía de la Unión Soviética. Tras la restauración capitalista, estos vínculos económicos se mantuvieron, convirtiendo a Ucrania en un activo económico clave para el capitalismo ruso. También existen vínculos culturales y geográficos que forman parte integrante de la ideología reaccionaria del chovinismo gran ruso. Los oligarcas rusos ven en el control occidental del régimen de Kiev una amenaza económica, política y militar directa. Detrás de la propaganda estatal rusa, la camarilla del Kremlin esconde su estrecho interés en retomar el control sobre Ucrania y subyugarla para sus propios fines.
Washington ve a Rusia como una amenaza para sus intereses globales, especialmente en Europa. El antiguo odio y recelo hacia la Unión Soviética no desapareció con el colapso de la URSS. Joe Biden es un excelente ejemplo de la generación de rusófobos que quedó de los años de la Guerra Fría.
Tras el colapso de la URSS, los estadounidenses aprovecharon el caos de los años de Yeltsin para afirmar su dominio a escala mundial. Intervinieron en zonas antes dominadas por Rusia, algo que nunca se habrían atrevido a hacer en la época soviética.
Primero intervinieron en los Balcanes, acelerando la desintegración de la antigua Yugoslavia. Las criminales invasiones de Irak y Afganistán fueron seguidas de una intervención infructuosa en la guerra civil siria, que les hizo chocar con Rusia.
Todo el tiempo, continuaron expandiendo su control sobre Europa del Este, ampliando la OTAN mediante la inclusión de antiguos satélites soviéticos como Polonia y los Estados bálticos. Esto supuso un incumplimiento directo de las promesas hechas en repetidas ocasiones por Occidente de que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada” hacia el este.
Esto llevó a una alianza militar hostil hasta las mismas fronteras de la Federación Rusa. Pero al intentar atraer a Georgia a la órbita de la OTAN, cruzaron una línea roja. La clase dominante en Rusia se sintió humillada y amenazada y utilizó la fuerza militar para disciplinar a los georgianos.
La invasión de Ucrania pretendía mostrar a los estadounidenses que Rusia estaba mostrando sus músculos y respondía al imperialismo estadounidense y a la OTAN.
Estados Unidos y Europa
Estados Unidos está utilizando el conflicto de Ucrania para perseguir su objetivo de obligar a los europeos a cortar sus lazos con Rusia y reforzar así el control del imperialismo estadounidense sobre toda Europa.
Antes de esto, la clase dominante alemana estaba, de hecho, utilizando sus vínculos con Rusia como palanca para asegurar al menos una independencia parcial frente a los EE.UU..
Estados Unidos utiliza el conflicto de Ucrania para reforzar el dominio del imperialismo estadounidense sobre toda Europa / Imagen: Defense of Ukraine
Su otra palanca principal era su dominio de facto de la Unión Europea, que esperaba construir como un bloque de poder alternativo, capaz de perseguir sus propios objetivos e intereses en un escenario global.
Las tensiones entre Estados Unidos y Europa son cada vez mayores, y de hecho se han visto exacerbadas por la guerra de Ucrania, aunque ésta solo podía tapar las grietas temporalmente. Estas tensiones han vuelto a salir a la superficie en la reciente ley proteccionista de infraestructura de los EEUU, que aumenta la presión sobre la producción industrial en la UE.
Las tensiones de Estados Unidos con Europa no son nuevas. Surgieron durante la guerra de Irak y, más recientemente, en torno a las relaciones con Irán. Los líderes de Francia y Alemania siempre desconfiaron de las estrechas relaciones de Estados Unidos con Gran Bretaña, a la que consideraban, con razón, un caballo de Troya estadounidense dentro del campo europeo.
Los franceses, que nunca ocultaron sus propias ambiciones de dominar Europa, fueron tradicionalmente más elocuentes en su retórica antiestadounidense. Los alemanes, que en realidad eran los verdaderos amos de Europa, se mostraban más circunspectos, prefiriendo la realidad del poder a la fanfarronería vacía.
Los estadounidenses no se dejaron engañar. Consideraban a Alemania, y no a Francia, como su principal rival, y Trump en particular no ocultaba su extrema desconfianza y aversión hacia Berlín.
Para asegurarse su independencia de Washington, los capitalistas alemanes entablaron una estrecha relación con Moscú. Esto enfureció a sus “aliados” al otro lado del Atlántico, pero les proporcionó considerables beneficios en forma de suministros baratos y abundantes de petróleo y gas.
Privarse de estos suministros es un precio muy alto a pagar por mantener contentos a los estadounidenses. Con Angela Merkel, Alemania preservó celosamente su papel independiente. Hizo falta una guerra en Ucrania para que Alemania se alineara, al menos por el momento.
Los burgueses Verdes se han desenmascarado como los más fervientes defensores del imperialismo estadounidense.
Pero tras la fachada de “unidad frente a la agresión rusa”, las diferencias persisten. Eso quedó claro en una caricatura que circula sobre dos mujeres, una estadounidense y otra europea. La segunda anuncia orgullosa a la primera: “Estaré encantada de morir congelada para ayudar a Ucrania”, a lo que la estadounidense responde con una sonrisa: “¡Y yo también estaré encantada de que te congeles!”.
En realidad, Estados Unidos está utilizando el pretexto de la guerra para reforzar su control sobre Europa. De momento, lo ha conseguido. Pero no está nada claro cuánto durará la paciencia de los alemanes y otros europeos. Las contradicciones que esto genera sólo se pondrán de manifiesto cuando se resuelva el asunto ucraniano.
Los EE.UU. y China
En la década de 1920, en una brillante predicción, Trotsky afirmó que el centro de la historia mundial había pasado del Mediterráneo al Atlántico, y estaba destinado a pasar del Atlántico al Pacífico. Esta predicción se está convirtiendo en un hecho ante nuestros propios ojos.
El conflicto entre Estados Unidos y Rusia se desarrolla principalmente (aunque no del todo) en Europa. Pero el conflicto entre China y Estados Unidos se desarrolla principalmente en el Pacífico. A largo plazo, esta última región desempeñará un papel mucho más decisivo en la historia mundial que los Estados de segunda fila de Europa, que han entrado en un largo periodo de declive histórico.
Los acontecimientos en el campo de batalla del Pacífico tendrán sin duda importantes repercusiones mundiales en el futuro. Las tensiones entre ambos países son cada día mayores. Tanto Demócratas como Republicanos no ocultan que consideran a China su principal y más peligroso adversario.
Estados Unidos está en un camino que conduce a una guerra comercial con China. Ha endurecido aún más sus restricciones a la exportación de tecnología a China.
Los estrategas burgueses especulan con que China se separará de Rusia. Pero eso no son más que ilusiones. En las condiciones actuales, no hay manera de que China se aleje de Rusia, o viceversa, porque se necesitan mutuamente para hacer frente al poder del imperialismo estadounidense.
El difícil equilibrio actual, entre China, Estados Unidos y Taiwán, se mantendrá durante algún tiempo / Imagen: Kevin Harber
En la actualidad, el conflicto entre EE.UU. y China se centra en la cuestión de Taiwán. La guerra en Ucrania tuvo inmediatamente el efecto de colocar la cuestión de Taiwán en la agenda de la política internacional. Hace tiempo que Pekín dejó claro en términos inequívocos que considera a Taiwán parte inalienable de China.
Pero al apoyar a las fuerzas nacionalistas taiwanesas, reforzar la ayuda militar y obstaculizar el acceso de China al mercado taiwanés, los estadounidenses están aumentando las tensiones en torno a la isla. Al mismo tiempo, sin embargo, Estados Unidos mantiene una política de “ambigüedad estratégica”, es decir, preserva el apoyo al status quo en Taiwán porque sabe que alejarse del mismo podría desembocar en una desastrosa confrontación militar.
La visita no oficial de Nancy Pelosi a la isla fue un acto extremadamente insensato, una provocación sin sentido que fue vista con consternación por los representantes más serios del imperialismo estadounidense y por aliados de los EEUU en Asia, que no quieren verse obligados a elegir bandos en una guerra comercial, y mucho menos en una guerra real.
Incluso Joe Biden, que no es famoso por su perspicacia intelectual, podía ver que provocaría una respuesta inmediata de China. Y así fue. Pekín intensificó la presión con maniobras navales y aéreas alrededor de la isla. La guerra verbal entre los dos países fue subiendo de tono.
Pero, en realidad, ninguna de las partes está ansiosa por llegar a un enfrentamiento militar. Una intervención armada de EE.UU. se enfrentaría a enormes problemas logísticos, y Xi Jinping está más preocupado por mantener la estabilidad interna que por involucrarse en aventuras militares. Después de haberse asegurado la ‘reelección’ en el 20 congreso del PCCh, Xi ha adoptado un tono más conciliatorio en relación a Taiwán y los EEUU.
Sólo una crisis muy grave dentro de China, que amenazara con derribar el régimen, o una declaración de independencia taiwanesa respaldada por EE.UU., podrían inclinar la balanza a favor de una aventura de este tipo. Pero eso no es algo que esté inmediatamente en el orden del día.
Así pues, el difícil equilibrio actual entre China, Estados Unidos y Taiwán se mantendrá durante algún tiempo, con sus inevitables altibajos. Pero la lucha titánica por la supremacía entre EE.UU. y China crecerá hasta abarcar toda Asia, con las consecuencias más trascendentales para todo el planeta.
Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia
La guerra de Ucrania también abrió conflictos entre EE.UU. y países que antes se consideraban aliados cercanos. Estados Unidos está enfadado porque muchas naciones siguen comerciando con Rusia, socavando así las sanciones impuestas por Estados Unidos. China está desobedeciendo abiertamente los deseos de Estados Unidos, y no se puede hacer mucho para impedirlo.
Pero India, que se supone que es amiga de Estados Unidos, también está comprando enormes cantidades de petróleo ruso a precios de saldo y vendiéndolo a Europa con un lucrativo margen de beneficio. Joe Biden echa humo y Modi se limita a encogerse de hombros. Después de todo, el petróleo ruso es tan barato…
Puede que sea barato para India y China, pero la escasez mundial de petróleo ha hecho subir los precios del mercado, lo que beneficia a Rusia, como ya hemos explicado.
Por eso han aumentado las tensiones entre Arabia Saudí, el mayor exportador de crudo del mundo, y Estados Unidos, el mayor consumidor mundial. Haciendo caso omiso de la petición de Biden de aumentar la producción de petróleo para hacer bajar los precios mundiales del crudo, Riad llegó a un acuerdo con Moscú para introducir recortes en la producción destinados a frenar la caída de los precios.
La cooperación de Arabia Saudí con Moscú es fuente de tremenda exasperación e indignación en la Casa Blanca. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, declaró a los periodistas que estaba “claro” que la OPEP+ se estaba “alineando con Rusia”.
La disputa entre los saudíes y Estados Unidos es sintomática del creciente deseo de los gobiernos de Asia, África y América Latina de aprovechar el conflicto mundial entre Rusia, China y Estados Unidos para hacer valer sus propios intereses, haciendo equilibrios entre ambos bandos. La conducta de Erdogan en Turquía es otro ejemplo de ello.
¿Un mundo multipolar?
Los reajustes a los que nos hemos referido han dado lugar a muchas especulaciones sobre un mundo “multipolar”. Se supone que el ascenso de China como potencia económica y militar desafiará la posición de liderazgo del imperialismo estadounidense.
Durante décadas se ha comentado el declive de EE.UU. en relación con China. Sin embargo, hay que subrayar que se trata de un declive relativo. En términos absolutos, EE.UU. sigue siendo el Estado militar más rico y poderoso del planeta.
En la década de 1970, se especuló de forma similar sobre el ascenso de Japón, que algunos predijeron que superaría a la economía estadounidense en unas décadas. Pero eso nunca se materializó.
El crecimiento explosivo de la economía japonesa alcanzó sus límites y Japón entró en un prolongado periodo de estancamiento económico. Ahora hay indicios de que China puede estar acercándose a un punto similar.
Los límites del llamado modelo chino se manifiestan en una brusca ralentización del crecimiento económico. En un futuro previsible, EE.UU. mantendrá su posición como principal potencia imperialista. Pero eso traerá sus propios problemas.
En el siglo XIX, el imperialismo británico dominaba una parte enorme del globo terrestre. Su flota dominaba los mares, aunque se veía cada vez más desafiada por el creciente poder de Alemania, y el imperialismo estadounidense estaba aún en sus primeras fases de desarrollo.
En aquella época, Gran Bretaña consiguió enriquecerse a costa de sus colonias y de su papel dominante en el comercio mundial. Su poder se vio socavado por dos guerras mundiales, y Estados Unidos heredó el papel de Gran Bretaña como policía mundial. Pero ganó esa posición en un periodo de declive imperialista. Y el papel de policía mundial está resultando muy oneroso.
A pesar de su colosal riqueza y poder militar, EE.UU. sufrió su primera derrota militar en las selvas de Vietnam. Anteriormente, la guerra de Corea terminó en empate y sigue sin resolverse. Las aventuras militares en Afganistán, Irak y Siria acabaron todas en humillación y en la pérdida de miles de millones de dólares.
Ahora, la guerra de Ucrania -en la que se supone que no participa activamente, aunque, en la práctica, sí lo hace- se ha convertido en una nueva sangría colosal de sus recursos. Como resultado, existe una poderosa reacción por parte de la opinión pública estadounidense contra las aventuras militares extranjeras. Esto actúa como un fuerte factor que limita su potencial para hacer la guerra.
Las humillantes derrotas sufridas en Irak y Afganistán están grabadas a fuego en la conciencia del pueblo de Estados Unidos. Están hartos de las intervenciones y guerras extranjeras, y este es un poderoso factor que limita el margen de maniobra tanto de Biden como del Pentágono.
Por otra parte, el ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo, que tradicionalmente ha sido un poderoso factor en la política estadounidense.
La inestabilidad general en el mundo amenaza constantemente con inflamar la inestabilidad política dentro de la sociedad estadounidense. Eso es lo que quería decir Trotsky cuando predijo que EE.UU. emergería como la potencia mundial dominante después de la Segunda Guerra Mundial, pero tendría dinamita incorporada en sus cimientos.
El ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo / Imagen: Gage Skidmore Flickr
Guerra y paz
El periodo en el que hemos entrado se caracterizará por una creciente inestabilidad y fricciones entre las diferentes potencias y bloques. Los reformistas de derechas han adoptado plenamente el programa y la retórica (“defender la democracia”) de la agenda imperialista de la burguesía. La “izquierda” no cesa de entonar conmovedores himnos a la Paz y a la Fraternidad Humana, que imaginan salvaguardadas por la Carta de las Naciones Unidas.
Sin embargo, en los cerca de 80 años transcurridos desde su fundación, las llamadas Naciones Unidas nunca han evitado ninguna guerra. Entre 1946 y 2020, ha habido aproximadamente 570 guerras, que han causado al menos 10.477.718 muertes civiles y militares. La ONU no es más que una tertulia que da la impresión de poder resolver problemas.
En realidad, en el mejor de los casos, a veces puede resolver pequeñas cuestiones, que no afectan a los intereses fundamentales de las grandes potencias. En el peor de los casos, como en la guerra de Corea en los años cincuenta, la del Congo en los sesenta y la primera guerra de Irak en 1991, sirve de cómoda hoja de parra para disfrazar los designios imperialistas.
En el pasado, las tensiones existentes ya habrían desembocado en una gran guerra entre las Grandes Potencias. Pero las condiciones cambiantes han eliminado esto de la agenda, al menos por el momento. Durante las últimas siete décadas no ha habido ninguna guerra mundial, aunque, como hemos señalado, hubo muchas pequeñas.
Los capitalistas no hacen la guerra por patriotismo, democracia o cualquier otro principio altisonante. Hacen la guerra para obtener beneficios, para capturar mercados extranjeros, fuentes de materias primas (como el petróleo) y para ampliar sus esferas de influencia.
Una guerra nuclear no significaría nada de esto, sino sólo la destrucción mutua de ambas partes. Incluso han acuñado una frase para describir esto: MAD (Destrucción Mutua Asegurada). Una guerra de ese tipo no beneficiaría a los banqueros y capitalistas.
Otro factor decisivo -ya mencionado- es la oposición masiva a la guerra, particularmente (pero no exclusivamente) en los Estados Unidos de América. Según una encuesta de opinión, sólo el 25% de la población estadounidense estaría a favor de una intervención militar directa en Ucrania, lo que significa que la inmensa mayoría se opondría.
Es esto, y no ningún amor por la paz, y desde luego ningún respeto por las Naciones (Des)Unidas, lo que ha impedido a Estados Unidos enviar tropas a un enfrentamiento directo con el ejército ruso en Ucrania.
Por supuesto, no faltan generales estadounidenses estúpidos o incluso desequilibrados que piensan que la guerra con Rusia o China, o mejor aún con ambas, sería una buena idea, y que si eso significara la aniquilación nuclear del planeta, sería un precio necesario a pagar.
Pero a esta gente la mantienen a raya, de la misma manera que un hombre que tiene un perro guardián feroz para defender su propiedad y se asegura de que está atado con una cadena. Y a menos que tengamos la perspectiva de la llegada al poder de un Hitler estadounidense, nadie se sentirá inclinado a firmar una nota de suicidio colectivo en nombre del pueblo estadounidense.
Aunque una guerra mundial en las condiciones actuales está descartada, habrá muchas guerras “pequeñas” y guerras a distancia como la de Ucrania. Esto se sumará a la volatilidad general y echará leña al fuego del desorden mundial.
EE.UU.
En EE.UU., la estabilidad del statu quo se basaba en la división del poder entre dos partidos burgueses, los Republicanos y los Demócratas. Durante más de 100 años, estos dos gigantes políticos se alternaron en el gobierno con la regularidad del péndulo de un viejo reloj.
Todo parecía funcionar a la perfección. Pero ahora, la regularidad anterior ha dado paso a las turbulencias más violentas.
Los años de Trump se caracterizaron por una imprevisibilidad extrema. Su negativa a aceptar el traspaso de poderes, o incluso a admitir que pudiera llegar a perder unas elecciones, creó las condiciones para el asalto del 6 de enero de 2021 al Congreso por una turba de sus partidarios furiosos. Estos acontecimientos fueron el heraldo de un nuevo periodo de violentas convulsiones en la sociedad estadounidense.
Todos los comentaristas económicos serios predicen que Estados Unidos entrará en recesión en 2023. La tasa de inflación anual de Estados Unidos supera ya el 8%, la más alta de los últimos 40 años. Como se ha dicho, la Reserva Federal ha estado aumentando gradualmente los tipos de interés, llevando los tipos hipotecarios a su nivel más alto en 15 años, acercándose al 7 por ciento, frente a poco más del 3 por ciento en 2021.
Al mismo tiempo, la deuda nacional estadounidense ha superado la marca de los 31 billones de dólares. Con la fuerte subida de los tipos de interés, esto ejercerá una gran presión sobre las finanzas públicas estadounidenses. La creación de empleo también se ha ralentizado, y el desempleo empieza a aumentar.
Esto se suma a un declive relativo a largo plazo, que ha provocado el estancamiento o la caída del nivel de vida de millones de estadounidenses. Los salarios reales llevan estancados desde los años setenta. Durante décadas se han destruido millones de puestos de trabajo bien remunerados en el sector manufacturero.
Esto explica el declive de la popularidad de los demócratas, antes considerados “amigos de los trabajadores”, y también por qué una figura como Trump podría aprovechar el resentimiento contra el establishment de una capa de la clase trabajadora.
Sin embargo, las elecciones de mitad de mandato de 2022 no produjeron la victoria del trumpismo que muchos esperaban, a pesar de los bajos índices de aprobación de Biden. Muchos de los candidatos de Trump fueron derrotados. Una de las principales razones fue la reacción contra la anulación de Roe vs Wade por el Tribunal Supremo, que anteriormente protegía el derecho al aborto.
Queda por ver si Trump gana la nominación presidencial del Partido Republicano, o si puede ser empujado por alguien como Ron DeSantis, el gobernador de Florida, que se ha posicionado como el candidato del “trumpismo sin Trump”. El escenario puede estar preparado para una escisión en el Partido Republicano, si Trump no se sale con la suya.
Descontento profundo
Existe un descontento generalizado y profundamente arraigado, que se expresa encuesta tras encuesta.
Más de la mitad de los estadounidenses cree que “en los próximos años habrá una guerra civil en Estados Unidos”, según una encuesta de la Universidad de California en 2022.
Según otra encuesta, el 85 por ciento de los estadounidenses cree que el país va por “mal camino”. El 58 por ciento de los votantes estadounidenses “cree que su sistema de gobierno no funciona…” y así sucesivamente.
Este arraigado estado de ánimo de descontento encontró su expresión más llamativa en el movimiento Black Lives Matter [Las Vidas Negras Importan] en 2020, que contó con el apoyo del 75 por ciento de la población. Pero esta radicalización se ha visto parcialmente desorientada por las llamadas políticas de la identidad.
Lo que se conoce como “guerras culturales” son utilizadas habitualmente tanto por políticos de extrema derecha como por liberales para incitar a sus partidarios. Se trata de un veneno que sólo puede combatirse con la política de clases.
La cuestión de clase
El resurgimiento de la cuestión de clase se expresa en la oleada de campañas de sindicalización en empresas como Amazon y Starbucks, pero también en las oleadas de huelgas que han afectado a Estados Unidos, como el “striketober” [octubre de huelgas] de 2021. Y la actividad huelguística sigue creciendo.
El resurgimiento de la cuestión de clase en Estados Unidos se expresa en las campañas de sindicalización en centros de trabajo como Amazon y Starbucks / Imagen: Socialist Revolution
Las últimas cifras revelan que el 71% de los estadounidenses apoyan a los sindicatos, su nivel más alto desde los años sesenta. Y entre los jóvenes esta cifra es aún mayor. Incluso entre el grupo de 18 a 34 años que apoya a Trump, el 71 por ciento simpatiza con las campañas sindicales en Amazon.
El movimiento hacia la sindicalización de los trabajadores precarios, principalmente jóvenes, es el primer indicio real de un renacimiento de la lucha de clases. Estas campañas de sindicalización están impulsadas por trabajadores de base jóvenes y radicales con poca conexión con el movimiento sindical tradicional. Forman parte de una nueva generación de combatientes de clase que se está formando en Estados Unidos y que se mueve rápidamente hacia la izquierda.
Sin embargo, existe una profunda y creciente desconfianza hacia todos los partidos existentes, especialmente los Demócratas. Es esta situación la que explica la crisis de la presidencia de Biden. Se le considera incapaz de resolver ninguno de los acuciantes problemas a los que se enfrentan la clase trabajadora y la juventud, desde la inflación a la guerra de Ucrania, desde el creciente y devastador impacto del cambio climático a la escasez de viviendas asequibles.
Es este sentimiento general de malestar el que explica la desconfianza generalizada hacia Biden y los demócratas entre una amplia capa de la población. La evolución ulterior de la lucha de clases abrirá el camino, en un momento dado, a la aparición de un tercer partido, basado en la clase obrera. Eso representará un cambio fundamental en toda la situación.
China
China era antes una de las principales fuerzas motrices que impulsaban la economía mundial. Pero ahora ha alcanzado sus límites y se está convirtiendo en su contrario. Los economistas burgueses observan la evolución de China con creciente alarma.
En los mercados libres de Occidente, las crisis financieras pueden estallar de repente, cogiendo por sorpresa a gobiernos e inversores. Pero en China, donde el Estado sigue desempeñando un papel importante en la economía, el gobierno puede desplegar capital político y financiero en un grado mucho mayor, con el fin de mitigar o posponer una crisis.
Esto da una apariencia de estabilidad, pero es una ilusión. Puesto que China ha optado por seguir el camino capitalista y ahora está completamente integrada en el mercado mundial capitalista, está sujeta a las mismas leyes de la economía de mercado capitalista.
Uno de los factores clave que han salvado a la economía china y mundial de una grave crisis después del crack del 2008 han sido las enormes cantidades de dinero inyectadas en la economía por el Estado chino.
Esto ascendió a cientos de miles de millones de dólares, la mayor parte de los cuales se canalizó hacia proyectos de infraestructura y desarrollo. Lo que estamos presenciando ahora es el fin de ese modelo. La economía china se está ralentizando. El escaso 2,8% de crecimiento de 2022 fue el nivel más bajo desde 1990. En 2021 la tasa se situó en el 8,1 por ciento.
Gran parte de esa inversión se dedicó a los LGFV (instrumentos de financiación de los gobiernos locales), que han acumulado una enorme montaña de deudas de 7,8 billones de dólares que amenaza la estabilidad de toda la economía china. Una gran parte de estas deudas están escondidas, como parte del semi-legal sector bancario en la sombra, en el que las empresas estatales y bancos están fuertemente implicados.
Esa deuda equivale a casi la mitad del PIB total de China en 2021, o aproximadamente dos veces el tamaño de la economía de Alemania. Con la disminución de los ingresos de los gobiernos locales, parece cada vez más probable un devastador dominó de impagos.
La intervención estatal sólo sirve para distorsionar el mecanismo del mercado, pero no puede eliminar sus contradicciones fundamentales. Puede retrasar una crisis, pero cuando ésta finalmente surja – que, tarde o temprano, deberá hacerlo – tendrá un carácter aún más explosivo, destructivo e incontrolable.
Una crisis financiera en China tendría un impacto devastador en el conjunto de la economía mundial. También crearía una situación muy explosiva dentro de China.
Siempre se ha supuesto que China necesita una tasa de crecimiento anual de al menos el 8% para mantener la estabilidad social. Una tasa de crecimiento del 3% es, por tanto, totalmente insuficiente. Y una gran crisis económica, desencadenada por un colapso del mercado inmobiliario, prepararía el terreno para grandes convulsiones sociales.
China se enfrenta a una explosión social
En este contexto hay que situar el congreso del Partido “Comunista” Chino de 2022, en el que Xi Jinping se afianzó en el poder. Según las antiguas reglas del Partido, Xi debería haber dimitido como líder en ese congreso, pero en su lugar aspira a ser líder vitalicio.
No es casualidad que Xi haya concentrado todo el poder en sus manos. China es un Estado totalitario que combina la economía de mercado capitalista con elementos de control estatal, heredados del antiguo Estado obrero deformado.
En un Estado totalitario, donde todas las fuentes de información están estrictamente controladas y todas las formas de oposición son despiadadamente reprimidas, es extremadamente difícil saber lo que ocurre bajo la superficie, hasta que de repente todo estalla.
No es casualidad que Xi haya ido concentrando todo el poder en sus manos / Imagen: 中国新闻网
Pudimos verlo en la lucha de los trabajadores de la mega fábrica de Foxconn en Zhengzhou y en las protestas nacionales contra los confinamientos de noviembre de 2022. Estallando aparentemente de la nada, estos movimientos adoptaron una forma explosiva y, en el caso de las protestas contra los confinamientos, se extendieron a cientos de localidades de todo el país en cuestión de horas. Estos acontecimientos señalan el comienzo de la ruptura del equilibrio social en China.
Sin embargo, la élite gobernante es muy consciente de ello. Cuenta con un poderoso aparato represivo y una enorme red de espías e informadores que están presentes en cada fábrica, oficina, bloque de apartamentos, escuela y universidad.
China gasta ahora más cada año en seguridad interna que en defensa nacional, y está aumentando ambos gastos. Xi y su camarilla son muy conscientes de los enormes peligros de la agitación popular y están tomando medidas para anticiparse a ella. Sin embargo, su régimen altamente sofisticado de censura online fue incapaz de impedir que se extendiera la información sobre las protestas recientes, aunque estas implicaron apenas unos cientos de personas en cada ciudad. Un movimiento de masas de la clase obrera paralizaría totalmente este sistema.
En gran medida, eso explica el aplastamiento del movimiento masivo de protesta en Hong Kong en 2019. De lo contrario, pronto se habría extendido al continente.
El magnífico alcance de ese movimiento -antes de que fuera secuestrado y conducido a un callejón sin salida por la élite liberal pro-occidental- da una ligera idea de cómo será una revolución proletaria en China, sólo que será a una escala mucho mayor.
Se dice que Napoleón Bonaparte dijo: “China es un dragón dormido. Dejemos que China duerma, porque cuando despierte sacudirá al mundo”. Hay mucho de cierto en ese dicho. Pero deberíamos introducir un pequeño cambio.
El proletariado chino es el más grande y potencialmente el más fuerte del mundo. Es como un dragón dormido que está a punto de despertar. Y cuando eso ocurra, ciertamente sacudirá al mundo.
En China se está preparando una enorme explosión social, aunque es imposible decir cuándo ocurrirá. Pero una cosa sí se puede predecir con absoluta certeza. Ocurrirá cuando menos se espere.
Y una vez que comience, no habrá quien la pare. Ninguna represión o intimidación será suficiente. Al igual que cuando el río Yangtsé se desborda, arrasará con todo.
Europa: tendencias centrífugas
La unidad de la UE podía darse por sentada mientras duraran las condiciones de boom. Pero esas condiciones favorables han desaparecido y punto. Y el inicio de las turbulencias económicas y financieras provocará más proteccionismo y nacionalismo económico.
El frágil tejido de la unidad europea será puesto a prueba hasta su destrucción en condiciones de profunda recesión económica. Las tendencias centrífugas resultantes acelerarán el alejamiento de la globalización y la mayor fragmentación de Europa y de la economía mundial en general.
El sur de Europa es el eslabón más débil de la cadena y está maduro para sufrir graves trastornos políticos e inestabilidad. La continua debilidad financiera de Grecia e Italia puede desencadenar el colapso de la unión monetaria europea. Pero incluso las naciones más fuertes están siendo socavadas. Estas tendencias se fortalecerán inevitablemente, ejerciendo una inmensa presión sobre el frágil tejido de la unidad europea.
Divisiones en Europa
La crisis ha puesto de manifiesto las profundas fisuras que existen entre los distintos Estados miembros de la UE. Incluso antes de la guerra en Ucrania y la pandemia, la economía europea se estaba desacelerando y las tensiones entre los países de la UE crecían. El indicio más evidente de ello ha sido la salida de Gran Bretaña, que ha dejado muchos problemas sin resolver. Pero las relaciones con Gran Bretaña no son la única fuente de fricciones en la UE.
Como resultado de la guerra en Ucrania y la amenaza al suministro de gas ruso a Europa, la UE se ve amenazada por una catástrofe económica. Los capitalistas de cada Estado europeo luchan por tomar medidas en su propio interés.
La solidaridad europea no entra en esta ecuación. Es un caso muy simple de “sálvese quien pueda y que sea lo que Dios quiera”.
La guerra de Ucrania ha abierto serias divisiones en la UE. Como ya se ha dicho, Polonia y los países bálticos son los más vociferantes entre los halcones. Pero el húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia, y Hungría mantiene excelentes relaciones con el hombre del Kremlin. En consecuencia, Hungría tiene ahora los precios del gas más bajos de Europa.
Orban comentó con una fuerte dosis de ironía: “En la cuestión de la energía, somos enanos y los rusos son gigantes. Un enano sanciona a un gigante y todos nos asombramos cuando el enano muere”. Sus comentarios escandalizaron a los jefes de la UE. Pero no iban muy desencaminados.
El paquete alemán de ayudas a las empresas energéticas provocó de inmediato una dura reacción de varios países de la UE, que exigen una respuesta conjunta de la UE a la crisis energética. El Primer Ministro húngaro advirtió de que el paquete de ayudas previsto por Alemania equivale a “canibalismo” y amenaza la unidad de la UE en un momento en que los Estados miembros sufren graves tensiones económicas a causa de la guerra en Ucrania.
El húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia / Imagen: EPP Flickr
Un alto asesor de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, declaró: “Es un acto, preciso, deliberado, no acordado, no compartido, no comunicado, que socava las razones de la Unión”. Emanuel Macron fue más diplomático, pero fue al fondo de la cuestión al decir: “No podemos ceñirnos a las políticas nacionales, porque eso crea distorsiones dentro del continente europeo”.
Sin embargo, el ministro alemán de la economia, Robert Habeck, defendiendo el paquete de medidas de alivio energético del país, contraatacó con una severa advertencia: “Si Alemania sufriera una recesión realmente profunda, arrastraría consigo a toda Europa”.
Alemania y los países capitalistas más ricos del norte de Europa no están dispuestos a pagar la factura de las economías capitalistas más pobres del sur y el este.
Sin embargo, hay indicios de un creciente descontento con esta postura. El Financial Times publicó un artículo con el siguiente titular: “Los alemanes de a pie pagan: las protestas contra la guerra se extienden por Europa central”. En él se informaba de un alarmante crecimiento de las manifestaciones antibelicistas y prorrusas en Alemania y otros países de Europa del Este.
Por el momento los participantes se contaban por centenares. Pero a medida que sigan bajando las temperaturas, aumentará la ira de mucha más gente. Las tensiones sociales resultantes amenazarán el delicado tejido político de Alemania.
También en la República Checa, el 3 de septiembre de 2022, entre 70.000 y 100.000 personas se manifestaron en la Plaza de Wenceslao de Praga, pidiendo la dimisión del gobierno de coalición de derechas pro-OTAN del Primer Ministro Petr Fiala. Entre otras reivindicaciones, los manifestantes corearon eslóganes contra la crisis del coste de la vida y la participación checa en la guerra a distancia de la OTAN contra Rusia.
El apoyo italiano a la guerra tampoco puede darse por sentado. Mientras que Meloni adoptó inmediatamente la postura “responsable” pro-occidental respecto a la guerra, sus socios de coalición Salvini y Berlusconi han tocado una melodía diferente, con Salvini pidiendo el fin de las sanciones a Rusia y Berlusconi alardeando abiertamente de su amistad con Vladimir Putin.
Alemania
La crisis mundial del capitalismo está alcanzando a Alemania. La guerra de Ucrania ha supuesto para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán.
Alemania fue durante décadas la potencia industrial de Europa. Bajo el timón de Angela Merkel, canciller durante 16 años, el capitalismo alemán logró exportar su salida de la crisis de 2008.
Su competitividad se había visto impulsada a costa de la clase trabajadora por las contrarreformas laborales Hartz IV y la precarización de las relaciones laborales, aplicadas en 2004 por el Gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder.
La clase dominante alemana también aprovechó la restauración capitalista en Europa del Este para expandir su influencia hacia el este, lo que le proporcionó una reserva de mano de obra cualificada barata.
Esto, combinado con el acceso fácil e ilimitado a los suministros de petróleo y gas baratos de Rusia, dio a los capitalistas alemanes una ventaja competitiva adicional sobre sus rivales. El resultado fue un auge de las exportaciones al resto de la UE, Estados Unidos y China durante la década siguiente, con lo que Alemania reforzó su posición como superpotencia comercial mundial.
Un nivel relativamente bajo de deuda estatal, el control del euro y su posición destacada en las instituciones de la UE dieron a la clase dirigente alemana márgenes de maniobra para preservar la estabilidad social interna, a expensas del resto de Europa.
Sin embargo, todos los puntos fuertes del “modelo alemán” se están transformando en su contrario. El deterioro del comercio mundial en 2019, exacerbado por el impacto de la pandemia y la consiguiente dislocación de la cadena de suministro de materias primas, componentes, chips y el aumento de los costes de envío, socavó la producción y las exportaciones alemanas de automóviles, maquinaria y productos químicos.
La guerra de Ucrania supuso para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán / Imagen: Sergey Guneev
El impacto de la guerra de Ucrania puso de relieve el hecho de que Alemania no tiene el suficiente músculo económico o militar para perseguir sus propios intereses estratégicos cuando se enfrenta a potencias económicas y militares mayores.
El paquete de 100.000 millones de euros de gasto militar adicional anunciado por el canciller alemán Olaf Sholz fue un reconocimiento de esta realidad, pero sólo aumentará los beneficios del complejo industrial-militar.
La implacable presión del imperialismo estadounidense obligó a los capitalistas alemanes a desprenderse de la red cuidadosamente elaborada de lazos comerciales, empresas mixtas e inversiones directas ruso-alemanas, con un coste catastrófico.
A pesar de los intentos alemanes de dar largas al asunto y eludir medidas que habrían implicado una confrontación directa con Rusia, la dinámica de la guerra expuso inevitablemente la vulnerable y dependiente economía alemana a las severas represalias rusas mediante la estrangulación y posterior corte total del suministro energético.
Esta situación, unida a la explosión de la inflación, está llamada a tener profundas consecuencias sobre la estabilidad política y social del capitalismo alemán. El próximo período pondrá inevitablemente de manifiesto agudas contradicciones de clase, que socavarán la política de colaboración de clases de la socialdemocracia y de los dirigentes sindicales.
Ante el rápido deterioro del nivel de vida, bajo el martillo de la inflación galopante y el aumento de los costes energéticos, la clase obrera se verá obligada a contraatacar. Todo intento de la burocracia sindical de aferrarse a los viejos métodos de concertación social socavará aún más su autoridad.
Los intentos de movilizar a la clase obrera en apoyo de la clase capitalista, como las palabras del ex presidente federal Joachim Gauck llamando a los alemanes a “congelarse por la libertad” ya suenan huecas. En este contexto, las manifestaciones contra la guerra que hemos mencionado son una seria advertencia. En este contexto está implícita la inevitable tendencia a la ruptura de la colaboración social y a la explosión de la lucha de clases, ya que la clase dominante se está quedando sin opciones.
Italia
La llegada al poder del gobierno archiconservador de Meloni fue un acontecimiento profundamente preocupante para la burguesía italiana y el imperialismo.
Italia, ya en recesión, con la inflación en su nivel más alto en casi 40 años, tiene una enorme carga de deuda de 2,75 billones de euros, el 152 por ciento del PIB, que corre el riesgo de convertirse en una carga aún mayor con el aumento de los tipos de interés.
El éxito electoral de Meloni se debió a que se situó al margen del Gobierno de Mario Draghi. Draghi era el hombre de la burguesía, pero el problema fue que todos los partidos de su coalición sufrieron fuertes pérdidas en las elecciones.
Meloni hizo todo lo que pudo para asegurar a los mercados financieros europeos que se puede confiar en ella / Imagen: In Defence of Marxism
Meloni es una racista, una fanática y una reaccionaria extrema, pero no hay un “retorno al fascismo” en Italia. Más bien hay una creciente desconfianza hacia todos los partidos, como confirma el 40% de abstención.
Los votos totales a la coalición de derechas no subieron, pero un gran número de votos se desplazó de Berlusconi y la Lega a Fratelli d’Italia. Sólo uno de cada seis electores votó realmente a Fratelli d’Italia.
Inmediatamente después de las elecciones, Meloni hizo todo lo posible para asegurar a los mercados financieros europeos que se podía confiar en ella y que continuaría más o menos con las mismas políticas que Draghi. La financiación de la UE para estabilizar la economía italiana está condicionada a que el Gobierno imponga medidas de austeridad.
La crisis actual, con una inflación galopante, bajos salarios, alto desempleo, junto con políticas reaccionarias en cuestiones como el derecho al aborto, la inmigración, etc., es una receta acabada para una explosión de la lucha de clases y las protestas de los trabajadores y la juventud.
Francia
Como en todos los grandes países capitalistas, el gobierno francés gastó enormes sumas para evitar una crisis mayor durante la pandemia, pero ahora alguien tiene que pagar, y claramente va a ser la clase obrera francesa.
Pero los burgueses franceses se han enfrentado a una respuesta combativa de los trabajadores cada vez que se ha hecho un intento serio de eliminar las conquistas del pasado. Cuando Macron fue elegido por primera vez, se enfrentó al movimiento de los Chalecos Amarillos al año de asumir el cargo. Pero ahora es aún más débil.
Su apoyo activo real en la primera vuelta fue de apenas el 20% del electorado total de Francia. En lugar de un fortalecimiento del centro, se está produciendo una fuerte polarización hacia la izquierda (Mélenchon), y hacia la derecha (Le Pen).
La creciente inestabilidad se puso de manifiesto en las elecciones parlamentarias celebradas pocos meses después, en las que Macron no consiguió la mayoría absoluta en el Parlamento. El resultado es un gobierno débil, basado en un parlamento fracturado, bajo una enorme presión para cumplir el programa exigido por la clase capitalista.
Esto se produce en un momento de profundización de la crisis económica, con una inflación que sigue aumentando, con subidas de los tipos de interés que elevan los costes hipotecarios para millones de familias, y la amenaza de un aumento del desempleo a medida que la crisis mundial del capitalismo impacta en Francia.
Un indicio del cambio de estado de ánimo se pudo observar en la huelga de los trabajadores de las refinerías de octubre de 2022, que duró semanas y estuvo dirigida por la FNIC, la más izquierdista de las federaciones que componen la CGT. El gobierno intentó introducir medidas para derrotar la huelga, pero los trabajadores del petróleo contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de la población, a pesar de la escasez de combustible provocada por la huelga.
Los dirigentes sindicales convocaron jornadas de acción para soltar presión y evitar así lanzar una lucha sin cuartel contra el gobierno. La misma táctica se ha utilizado en la lucha contra la reforma de las pensiones. Esto permitió al gobierno impulsar su reforma, a pesar de la movilización de millones de trabajadores y jóvenes, en varias ocasiones.
La dirección sindical no podrá frenar indefinidamente el movimiento. La huelga de los trabajadores del petróleo, el movimiento masivo contra la reforma de las pensiones y el desarrollo de una oposición de izquierda en la CGT: estas son anticipaciones de lo que podemos esperar en el próximo periodo a una escala mucho mayor. Una capa cada vez mayor de la clase trabajadora comprende el punto muerto de los “días de acción”. En las manifestaciones, la consigna de “huelga general” fue más visible que nunca. La repetición de mayo de 1968 está implícita en toda la situación.
Gran Bretaña
El inversor multimillonario Warren Buffet dijo en una ocasión que “sólo cuando baja la marea descubres quién ha estado nadando desnudo”. Esta descripción se ajusta admirablemente a la situación actual de Gran Bretaña.
No hace tanto tiempo. Gran Bretaña era vista como el país más estable política y socialmente, y probablemente el más conservador de Europa. Ahora se está convirtiendo en su opuesto.
Rishi Sunak fue “elegido” líder cuando Liz Truss fue expulsada, tras la debacle financiera. Entró en el número 10 de Downing Street prometiendo “arreglar” los “errores” de su predecesora.
Pero la urgente necesidad de equilibrar las cuentas y eliminar el enorme agujero de las finanzas públicas significa inevitablemente que el pueblo británico se enfrenta a un nuevo periodo de austeridad, recortes y ataques al nivel de vida.
Millones de hogares británicos se ven obligados a elegir entre mantener las luces encendidas o poner comida en la mesa. La flagrante diferencia entre ricos y pobres nunca ha sido tan evidente como ahora. Y esto aviva el fuego del resentimiento y la ira.
Hay muchos indicios de un cambio de conciencia en Gran Bretaña, como el hecho de que el 47% de los votantes tories estén a favor de nacionalizar el agua, la electricidad y el gas, lo que contradice directamente las políticas de libre mercado del gobierno Tory.
Tras muchos años de ataques sin precedentes contra los salarios y el nivel de vida, los trabajadores no están de humor para aceptar más imposiciones. Las contradicciones entre las clases se agudizan cada día.
Los Tories están divididos en varias líneas y cada vez más desmoralizados, volviéndose unos contra otros a medida que se acumulan las presiones de la crisis / Imagen: Socialist Appeal
La indignación se refleja en un número cada vez mayor de huelgas: ferroviarios, estibadores, carteros, basureros e incluso abogados penalistas ya se han declarado en huelga. Y les siguen otros como los profesores y las enfermeras.
Cada vez se habla más de la coordinación de la acción sindical. ¿Habrá una huelga general en Gran Bretaña? Es imposible predecirlo. Lo único que se puede decir con cierto grado de certeza es que ni el gobierno ni los dirigentes sindicales la desean, pero como se dan todas las condiciones objetivas para que se produzca, podrían caer en ella.
La reactivación de la lucha económica es un acontecimiento importante. Pero tiene sus limitaciones. Trotsky señaló que incluso la huelga más tormentosa no puede resolver los problemas más fundamentales de la sociedad, por no hablar de las que son derrotadas.
Incluso cuando los trabajadores consiguen un aumento salarial, éste queda rápidamente anulado por nuevas subidas de precios. Por lo tanto, en algún momento, el movimiento tendrá que adquirir una expresión política. Pero, ¿cómo conseguirlo?
Los laboristas y los conservadores
Durante un tiempo, el Partido Laborista había virado bruscamente a la izquierda bajo Jeremy Corbyn. En realidad, la clase dominante había perdido el control de los dos grandes partidos: de los laboristas a los reformistas de izquierda y de los tories a los chovinistas de derechas partidarios del Brexit.
Como resultado de la vergonzosa capitulación de la izquierda, la derecha ha logrado recuperar el control del Partido Laborista, algo que incluso los observadores burgueses más optimistas consideraban casi imposible.
Ahora los Tories están desacreditados y en crisis. Están divididos en diferentes líneas y cada vez más desmoralizados, atacándose unos a otros a medida que las presiones de la crisis se acumulan, precisamente cuando la clase dominante necesita un gobierno unificado para llevar adelante sus ataques a la clase obrera.
Las políticas del nuevo gobierno representan una combinación de recortes y subidas de impuestos que afectará no sólo a los trabajadores sino a amplias capas de la clase media. Es una receta acabada para la lucha de clases. Y cualquier cosa que hagan ahora los Tories será un error.
La nueva administración tory está intentando evitar convocar elecciones porque saben que serían aniquilados. Los laboristas llegarían al poder, no gracias a Starmer, sino a pesar de él.
Por su parte, Starmer no está muy entusiasmado con la idea de encabezar un gobierno laborista mayoritario, ya que eso le privaría de cualquier excusa para no llevar a cabo políticas en interés de la clase trabajadora. Su política consiste en amortiguar las expectativas y prometer lo menos posible.
Ni siquiera se excluye que pueda haber una escisión abierta en el Partido Tory, con la facción de derechas separándose para formar un nuevo partido Brexiteer, posiblemente junto con Nigel Farage. Eso podría llevar a la formación de un “gobierno de unidad nacional”, con una alianza de los laboristas con los liberales y los tories moderados.
De una forma u otra, la clase obrera tendrá que volver a aprender algunas lecciones dolorosas en la escuela de Sir Keir y la camarilla derechista que ahora controla el Partido Laborista, que son políticos burgueses en todo menos en el nombre.
La derecha ha llevado a cabo una purga a fondo del Partido, con el fin de evitar cualquier posibilidad de que se repita el asunto Corbyn. Pero una vez que los laboristas estén en el gobierno, estarán bajo la presión tanto de las grandes empresas como de la clase obrera.
Como fiel servidor de los banqueros y capitalistas, Starmer no dudará en llevar a cabo políticas en su interés. Pero cualquier intento de aplicar una política de recortes y austeridad provocará una explosión de ira, que acabará por encontrar una expresión dentro del Partido Laborista, empezando por los sindicatos, que, a pesar de todo, siguen manteniendo su vínculo con el partido. Serán necesarios grandes acontecimientos para obligar a la gente a aceptar el hecho de que ya no es posible volver a lo que había antes.
En Escocia, el laborismo perdió su bastión hace mucho tiempo. El Partido Nacional Escocés – el partido más grande de Escocia – se encuentra en un estado de turbulencia, habiendo perdido 30.000 miembros desde 2021 debido al estancamiento estratégico sobre la cuestión nacional. Sin embargo, la clase trabajadora y, en particular, los jóvenes, la mayoría de los cuales apoyan la independencia, no están volviendo al laborismo en números significativos, sino que están buscando un camino a seguir. En estas condiciones se abrirán grandes oportunidades para la tendencia marxista.
Crisis de la clase dominante
La clase dominante tiene los dirigentes que se merece. No es casualidad que en todas partes haya una crisis de liderazgo de la clase dominante, demostrada por las escisiones abiertas en la cúpula, en EEUU, en Gran Bretaña, en Brasil, en Pakistán.
Pero las razones de esta crisis de liderazgo están enraizadas en la propia situación. La crisis actual es tan profunda que prácticamente excluye cualquier margen de maniobra en la cúpula. Como observó Lenin, un hombre al borde de un precipicio no razona. Incluso a los dirigentes más inteligentes y capaces les resultaría imposible salir airosos de este marasmo.
Aun así, la calidad de la dirección sigue desempeñando un papel importante. En una guerra, a veces un ejército se ve obligado a retirarse. Pero con buenos generales, un ejército puede retirarse en buen orden, conservando la mayoría de sus tropas para combatir otro día, mientras que los malos generales convertirán una retirada en una desbandada.
Basta señalar a Gran Bretaña en la actualidad para demostrar lo acertado de esta afirmación.
Crisis de la democracia burguesa
Nuestra época -la época del imperialismo- se caracteriza sobre todo por la dominación del capital financiero. Todos los gobiernos, nada más entrar en funciones, son informados de que el ministro de finanzas debe ser “aceptable para los mercados”.
La experiencia del efímero gobierno de Truss en Gran Bretaña sirvió para ilustrar la naturaleza totalmente ficticia de la democracia burguesa formal en la época actual. En el caso de Gran Bretaña, los mercados eligieron tanto al ministro de finanzas como al primer ministro, evitando así al pueblo británico la dolorosa necesidad de elegir a nadie.
Tras la sonriente máscara del liberalismo se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros. Este puede ser usado en cualquier momento para destruir cualquier gobierno que no obedezca los dictados del Capital.
Eso se aplica obviamente a los gobiernos de izquierda, como en el caso de Grecia. Pero también puede aplicarse a los de derechas, como pronto descubrió la Sra. Truss a su costa. Un gobierno que aplicaba políticas que no gustaban a los burgueses fue destituido sin contemplaciones.
Aquí tenemos una prueba muy clara de quién manda realmente. El mercado manda. El resto es puro engaño y tomadura de pelo. Esto es perfectamente natural. Incluso en las condiciones más favorables, la democracia burguesa siempre fue una planta muy frágil.
Sólo podía existir allí donde la clase dominante era capaz de otorgar ciertas concesiones a la clase obrera que, hasta cierto punto y durante un periodo limitado, servían para mejorar las condiciones de las masas y, por tanto, para embotar el filo de la lucha de clases e impedir que sobrepasara ciertos límites.
Tras la máscara sonriente del liberalismo, se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros / Imagen: In Defence of Marxism
Las “reglas del juego” debían ser aceptadas por todos, y las instituciones existentes (el parlamento, los políticos, los partidos, el Estado, la policía, el poder judicial, la “prensa libre”, etc.) gozaban de cierta autoridad y respeto.
Durante mucho tiempo, en los países capitalistas avanzados de Europa y Norteamérica, este modelo tuvo éxito en lo esencial. Pero ahora las condiciones han cambiado y todo el edificio de la democracia burguesa formal está siendo puesto a prueba hasta su destrucción.
Dondequiera que se mire, se ven pruebas claras de la agudización de las contradicciones de clase que están desgarrando el tejido de la sociedad. Las tendencias centrífugas se manifiestan en la esfera política en el hundimiento del centro político, que es la expresión más clara de la polarización social.
América Latina
Toda América Latina parece un volcán a punto de estallar. Sus economías están siendo castigadas por la revalorización del dólar estadounidense, que encarece el coste de la deuda existente y hace más onerosa la financiación adicional.
Esto puede desembocar en una crisis generalizada de la deuda como la de los años ochenta. Quizás la más vulnerable de las economías latinoamericanas sea ahora Argentina. Pero varios países están ya al borde del impago.
América Latina fue la región del mundo más afectada por el impacto social y económico de la pandemia de Covid-19, que golpeó tras un periodo de estancamiento económico. Antes de la pandemia asistimos a movimientos de masas en varios países que adquirieron proporciones insurreccionales en varios de ellos, especialmente en Ecuador y Chile en octubre y noviembre de 2019.
El confinamiento por la pandemia cortó parcialmente ese proceso, pero ahora las cuestiones fundamentales se están reafirmando de nuevo. Vimos el movimiento histórico del paro nacional en Colombia en 2021 y luego otro paro nacional en Ecuador en 2022.
Las masas volvieron a las calles en gran número en Haití y otros países. Si la clase obrera no tomó el poder en Chile, Ecuador y Colombia fue sólo por la ausencia de una dirección revolucionaria.
En el período anterior, durante el auge de las materias primas, Evo Morales, Correa, Néstor Kirchner e incluso Chávez, fueron capaces hasta cierto punto de aplicar políticas sociales. Pero eso se acabó en 2014 con la desaceleración de China.
Ahora, gobiernos políticamente afines se enfrentarán en cambio a una profunda crisis económica del capitalismo. Su margen de maniobra será mucho menor. Este será también el caso del Gobierno de Lula en Brasil.
Brasil
El desempleo en Brasil se sitúa oficialmente en torno a los 11 millones de personas, pero el número real de desocupados es mucho mayor. Las últimas cifras muestran que alrededor del 30% de la población vive en la pobreza, un fenómeno que aumentó significativamente durante la pandemia. Y con una inflación creciente – que ronda ahora el 8% – esta situación está destinada a empeorar.
La población está extremadamente polarizada, con una pobreza creciente en un extremo y la concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría de superricos en el otro. Esta polarización se refleja en la situación política. En las elecciones de 2022, las comunidades más pobres del norte y el noreste votaron masivamente a Lula, mientras que en el centro y el sur, más ricos, se impuso Bolsonaro.
Sin embargo, debido a la posición abiertamente colaboracionista de clase de Lula, y a su giro a la derecha durante la campaña electoral, Bolsonaro pudo captar una capa significativa del electorado de clase trabajadora.
Ya en 2018, fue la austeridad de Dilma la que preparó la victoria de Bolsonaro, que pudo presentarse demagógicamente como el candidato del “pueblo”. Este elemento estuvo presente en las elecciones de 2022, y también explica por qué Bolsonaro sacó resultados mucho mayores de lo que los encuestadores predijeron en un principio.
La campaña de Lula carecía de cualquier contenido que pudiera atraer seriamente a los trabajadores y a los pobres sobre una base de clase.
Los trabajadores aprovecharon las elecciones para librarse del odiado Bolsonaro. Pero estas esperanzas se verán frustradas por la dura realidad de la crisis del capitalismo en Brasil. Una vez que tengan la experiencia de Lula en el poder en un período de grave crisis capitalista, empezarán a sacar la conclusión de que tienen que empezar a tomar las cosas en sus propias manos, con huelgas, protestas callejeras y movimientos juveniles, como hemos visto en muchos otros países.
Fracaso de los gobiernos “progresistas
Los gobiernos de “izquierda” y “progresistas” en el poder han revelado crudamente sus limitaciones en un periodo de grave crisis económica del capitalismo. Es el caso del gobierno de Fernández y Kirchner en Argentina, que ha firmado un acuerdo con el FMI que implica severas políticas de austeridad.
En Chile, Boric ha continuado con la política de militarización de las zonas mapuche y ha llevado a cabo una política fiscal de recortes para reducir el déficit. En México, López Obrador ha hecho todo tipo de acuerdos con EE.UU. sobre migración, ha sacado al Ejército a la calle para ocuparse de la seguridad, etc.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales. Esto sólo sirvió para minar su propio apoyo, sin apaciguar a la clase dominante, le destituyó de una vez por todas.
Todos estos gobiernos tenían una idea común, la del “anti-neoliberalismo”. Esta es la noción utópica de que se puede gobernar en interés de los trabajadores y los campesinos dentro de los límites del capitalismo. Pero el “neoliberalismo” no es una opción política, sino simplemente la expresión del callejón sin salida del capitalismo actual a escala mundial.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales / Imagen: Presidencia de la República del Perú
No es posible aplicar un conjunto diferente de políticas sin desafiar la dominación de la clase dominante y del imperialismo. Esa es la debilidad fatal de todos estos gobiernos supuestamente progresistas. Es esta contradicción central la que prepara el terreno para nuevas explosiones sociales de masas en América Latina. Los levantamientos revolucionarios están a la orden del día.
Cuba en la encrucijada
Cuba se enfrenta a la situación más difícil desde la revolución de 1959. Desde el punto de vista económico, vemos los golpes combinados del endurecimiento de las sanciones estadounidenses por parte de Trump, el impacto de Covid en el turismo, los altos precios de la energía, todo lo cual se suma al bloqueo estadounidense de décadas, y la mala gestión e ineficiencia del gobierno burocrático.
La situación se agrava aún más por las políticas pro capitalistas de la burocracia cubana, que, desesperada por encontrar una salida al estancamiento, mira hacia China y Vietnam.
Este es el telón de fondo en el que pueden desarrollarse las protestas antigubernamentales. Después de 10 años de discutir las reformas económicas, la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado.
Una parte de la población ha perdido toda esperanza, decenas de miles emigran y otros han perdido toda confianza en el gobierno y la burocracia. En este contexto se han producido protestas, las mayores desde 1994. Sin embargo, es necesario analizar el contenido de estas manifestaciones.
En ausencia de una dirección revolucionaria consciente, el comprensible descontento de las masas puede presentar un caldo de cultivo favorable para un apoyo popular a la contrarrevolución capitalista.
Por otro lado, hay un sector importante de la población que apoya la revolución, tiene un fuerte sentimiento antiimperialista y rechaza la contrarrevolución. Entre esta capa también crece la crítica contra la burocracia.
Nuestra tarea es explicar pacientemente, a los elementos más avanzados entre ellos, que el único camino para la defensa de la revolución es la lucha por la democracia obrera y el internacionalismo proletario.
África
Amplias zonas de África viven actualmente un periodo de extrema turbulencia e inestabilidad. De los 60 países que el FMI considera “sobreendeudados o en peligro de sobreendeudados”, 50 es en África. Alrededor de 278 millones de personas -aproximadamente una quinta parte de la población total- pasaron hambre en 2021, un aumento de 50 millones de personas desde 2019, según cifras de la ONU. Sobre la base de las tendencias actuales, se prevé que esta cifra aumente a 310 millones en 2030.
Este es el telón de fondo de la inestabilidad social y política general y de las turbulencias que se han extendido por todo el continente. Se han producido movimientos de masas, golpes de Estado, guerras y guerras civiles en Mali, Níger, Burkina Faso, Chad, Sudán, Etiopía, Guinea-Bissau, Guinea y toda la zona del Sahel.
Estos conflictos han impulsado en parte la cifra récord de 100 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares hasta el 2022. Los conflictos en Ucrania, Myanmar, Yemen y Siria también han contribuido a esta cifra. Sin embargo, el problema de la migración forzosa es especialmente grave en el África subsahariana debido a la crisis medioambiental. Según un informe reciente, dos tercios de los 27 países que se enfrentan a “amenazas ecológicas catastróficas” se encuentran en esta parte del mundo, y todos menos uno de los 52 países del África subsahariana sufren “estrés hídrico extremo”. Las presiones combinadas de la crisis medioambiental, los conflictos y las migraciones forzosas tendrán un efecto cada vez más desestabilizador, en todo el continente y más allá.
Nigeria
Nigeria, la mayor economía del continente, no está en absoluto al abrigo de esta inestabilidad. A pesar de sus inmensos recursos petrolíferos y minerales, 70 millones de personas siguen viviendo en la extrema pobreza.
La corrupta y degenerada élite gobernante es completamente incapaz de resolver ninguno de los problemas del capitalismo nigeriano. Los dos principales partidos del país, el gobernante All Progressives Congress Party y el principal partido de la oposición, el PDP, están totalmente desacreditados entre amplias capas de la sociedad.
En 2020, el país se vio sacudido por el movimiento juvenil de masas “EndSARS”. Este maravilloso movimiento, liderado en gran medida por los jóvenes, comenzó como reacción al asesinato de un joven en eñ Ughelli Delta a manos de la Brigada Especial Antirrobo (SARS) de la policía nigeriana.
En 2020, Nigeria se vio sacudida por el movimiento juvenil masivo “Acabemos con el SARS” / Imagen: Kaizenify
El movimiento se extendió como la pólvora a casi todos los estados del sur del país. Este movimiento expresaba la ira, la frustración y el descontento acumulados de la juventud nigeriana, que ha sido la más afectada por la crisis del capitalismo.
Pero aunque el movimiento acabó por extinguirse, ninguno de los problemas subyacentes que lo originaron se ha resuelto. La crisis económica mundial, el aumento de la inflación y el hecho de que millones de personas más vayan a engrosar las filas de los pobres, preparan el escenario para nuevas oleadas de lucha de clases a un nivel aún más alto.
Sudáfrica
Sudáfrica es el país clave del continente africano. Tiene una economía relativamente bien desarrollada y una infraestructura avanzada. Es uno de los mayores exportadores de minerales del mundo. También cuenta con sectores manufactureros, financieros, energéticos y de comunicaciones bien establecidos. Sobre todo, desde un punto de vista marxista, tiene un proletariado numeroso y poderoso con una maravillosa tradición de lucha.
Todos los elementos necesarios para la creación de un país próspero están presentes. Sin embargo, la mayoría de la población vive en la precariedad. El desempleo real asciende a la escalofriante cifra de 10,2 millones de personas y la mitad de la población vive en la pobreza.
Durante décadas, el ANC fue un pilar de estabilidad para el capitalismo sudafricano. Pero años de escándalos de corrupción y ataques a la clase trabajadora han corroído su autoridad y lo han sumido en la crisis más profunda de su historia.
Mientras su apoyo ha ido disminuyendo, internamente ha descendido a interminables guerras de desgaste entre diversas facciones burguesas que están dividiendo al partido, al tiempo que lo separan cada vez más de las masas que solían verlo como suyo.
El desarrollo particular de la lucha de clases y el desarrollo de las fuerzas políticas en Sudáfrica históricamente, significa que la clase dominante no tiene un segundo partido en el que apoyarse.
A medida que las condiciones económicas preparen un nuevo auge de la lucha de clases, a la clase dominante le resultará más difícil utilizar el peso de los dirigentes del ANC para frenar el movimiento.
Pakistán
Pakistán se enfrenta a una aguda crisis financiera y corre el riesgo de impago de su deuda externa de 130.000 millones de dólares. Las reservas de divisas han caído a uno de los niveles más bajos de la historia. La inflación está en su nivel más alto desde la independencia. La inflación de los alimentos y el combustible supera el 45%.
Y encima tenemos el impacto de las inundaciones más catastróficas de la historia de la nación. Millones de personas viven una situación dramática de hambre, falta de agua potable, falta de vivienda y pobreza abyecta.
El primer ministro Sharif ha recurrido al FMI para obtener paquetes de rescate, pero los graves daños infligidos por las inundaciones generalizadas hacen que ni siquiera los préstamos del FMI sean suficientes para tapar el agujero de las finanzas pakistaníes.
Mientras tanto, el régimen está dividido y en crisis, con facciones rivales que luchan entre sí como gatos en un saco, mientras el poder real sigue firmemente en manos de los generales.
El gobierno actual, dirigido por Shahbaz Sharif, está preocupado principalmente por eliminar al partido de Imran Khan de las asambleas provinciales y reforzar su propio control del poder.
El desesperado intento de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por los militares, que intentaron eliminarlo de la escena por el simple expediente de un asesinato (fallido).
Esto ha provocado la desconfianza generalizada del grueso de la población hacia todos los partidos, a los que ven correctamente como otros tantos gángsters. Teniendo en cuenta todos estos factores, no se puede descartar en absoluto un estallido de protestas masivas como las de Sri Lanka en 2022.
El intento desesperado de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por el ejército / Imagen: Instituto Estadounidense de la Paz, Wikimedia Commons
Comentando la catastrófica situación actual, el propio Khan dijo: “Durante seis meses he sido testigo de cómo una revolución se apoderaba del país… [La] única pregunta es si será una revolución suave a través de las urnas o una revolución destructiva a través del derramamiento de sangre”.
Sus palabras pueden resultar más proféticas de lo que él mismo cree.
La razón se convierte en sinrazón
Cuando la mayoría de la gente contempla la situación actual, llega a la conclusión de que el mundo se ha vuelto loco. Las masas sienten en su corazón y en su alma que algo va mal, que algo no funciona, que “el tiempo está fuera de quicio”, por citar a Hamlet de Shakespeare. Pero no saben de qué se trata.
Lo que quieren decir con esto es que no pueden encontrar ninguna explicación racional a lo que está ocurriendo. En cierto sentido, cuando atribuyen todo a una especie de locura colectiva, no se equivocan. Pero es la locura la que está incorporada en el ADN del sistema capitalista. En palabras de Hegel, la Razón se convierte en Sinrazón.
Pero en otro sentido, más profundo, están equivocados. Creen que lo que está ocurriendo no se puede entender y se desesperan.
Pero, como el universo en general, todos los procesos que observamos tienen una explicación racional y pueden ser comprendidos. Para adquirir tal comprensión, es necesario poseer un método adecuado. Y ése sólo puede ser el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo.
Conclusiones
Lo descrito aquí no son más que las manifestaciones externas de una crisis existencial del capitalismo.
El sistema capitalista ya no es capaz de utilizar todas las fuerzas productivas -incluida la fuerza de trabajo de la clase obrera- que ha creado. Esto es un indicio de los límites a los que ha llegado el sistema capitalista.
Esto no significa que el sistema capitalista esté a punto de derrumbarse. Lenin explicó que los capitalistas siempre encontrarán una salida incluso a la crisis más profunda. La cuestión es: ¿a qué precio para la humanidad, y para la clase obrera en particular?
Una profunda recesión haría que el desempleo alcanzara proporciones históricas. Esto tendría las más profundas implicaciones revolucionarias. Esto ya lo entienden los estrategas del Capital.
A finales de septiembre pasado, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, advirtió a los líderes internacionales de un inminente “invierno de descontento global” en un mundo acosado por múltiples crisis, desde la guerra de Ucrania hasta el calentamiento del clima.
“La confianza se desmorona, las desigualdades estallan, nuestro planeta arde”, dijo Guterres al inaugurar la Asamblea General anual. Era una valoración justa de la situación mundial. Pero no fue el único que llegó a una perspectiva sombría. La consultora de riesgos Verisk Maplecroft escribió en un informe el 2 de septiembre de 2022:
“El mundo se enfrenta a un aumento sin precedentes de los disturbios civiles a medida que los gobiernos de todo tipo lidian con los impactos de la inflación en los precios de los alimentos básicos y la energía”.
“Para los gobiernos incapaces de gastar para salir de la crisis, es probable que la represión sea la principal respuesta a las protestas antigubernamentales”, se lee en el informe de Verisk Maplecroft.
“Pero la represión conlleva sus propios riesgos, pues deja a las poblaciones descontentas con menos mecanismos para canalizar su disidencia en un momento de creciente frustración con el statu quo. En los países donde hay pocos mecanismos eficaces para canalizar el descontento popular, como medios de comunicación libres, sindicatos que funcionen y tribunales independientes, es probable que baje el umbral para que la población salga a la calle.”
¿Son imposibles las reformas?
Objetivamente hablando, el sistema capitalista ya no puede permitirse garantizar las reformas que conquistó la clase obrera en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.
La burguesía se enfrenta ahora a un problema insuperable: ¿cómo conseguir que la clase obrera acepte la liquidación de esas conquistas? Eso está resultando tan difícil que la clase dominante se ve obligada a seguir sosteniendo un sistema que es insostenible.
Pero, ¿es correcto decir, como hacen algunos, que las reformas son ahora imposibles? No. Eso es incorrecto. Si se ve amenazada con perderlo todo, la clase dominante no dudará en conceder reformas, incluso reformas que “no puede permitirse”.
Durante el período de posguerra la burguesía de los países capitalistas avanzados pudo permitirse hacer concesiones porque había acumulado una capa de grasa. Se podría recurrir a esas reservas en tiempos de crisis, cuando la supervivencia del sistema esté en peligro.
E incluso si eso resulta insuficiente, pueden recurrir al endeudamiento, creando deudas masivas, que pueden hacer recaer sobre los hombros de las generaciones futuras para que las paguen. Y eso es justo lo que hicieron durante la pandemia, porque estaban aterrorizados por las posibles consecuencias sociales y políticas de un colapso económico general.
Así que recurrieron a los métodos keynesianos, que los economistas habían relegado previamente al basurero de la historia. Durante la pandemia gastaron sumas exorbitantes. Pero se quedaron con deudas enormes que tarde o temprano tendrán que pagar. Y así sigue siendo.
Lo que sí se puede decir es que la burguesía no puede permitirse hacer ninguna reforma significativa y duradera. Lo que dan con una mano, lo recuperan con la otra. La inflación anula rápidamente cualquier aumento salarial. Y la acumulación de deuda no hace más que acumular contradicciones aún mayores para el futuro.
La inflación provocará una oleada de huelgas y una intensificación de la lucha económica.
Por el contrario, una profunda recesión llevaría a una reducción de la actividad huelguística, pero la amenaza de cierres de fábricas puede llevar a ocupaciones, y habría un giro hacia el frente político.
No se puede descartar que al final, ante la oposición de las masas a la austeridad, los burgueses se vean obligados a retroceder, optando en su lugar por un ataque indirecto.
Tanto la inflación como la deflación son ataques contra la clase obrera. La diferencia es que la inflación es un ataque indirecto, mientras que la deflación (desempleo) es un ataque directo. Desde el punto de vista de los trabajadores, se trata de elegir entre una muerte lenta en la hoguera o una muerte rápida en la horca. Ninguna de las dos es aceptable. Y ambas conducirán a una explosión de la lucha de clases.
Desigualdad
En un informe reciente, el Banco Mundial predijo que, a menos que se produjera un fuerte repunte de la economía mundial, se calcula que 574 millones de personas, o alrededor del 7% de la población mundial, seguirían viviendo con sólo 2,15 dólares al día en 2030, la mayoría en África.
Los obscenos beneficios de los ricos, en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia / Imagen: Wikimedia Commons
En cambio, los ricos son cada vez más obscenamente ricos. En un reciente artículo de Bloomberg se hablaba de las perspectivas de un nuevo fenómeno llamado “bebés del fondo fiduciario del billón de dólares”, que seguramente aparecerá en la próxima década. Se trata de hijos de superricos que serán más ricos que algunos países pequeños desde su nacimiento.
“¿Cómo se puede hablar de igualdad de oportunidades”, señalaba el artículo, “cuando algunas personas heredan fortunas que superan las dotaciones de universidades enteras? ¿Y cómo se puede alabar la ética del trabajo cuando tenemos una clase ociosa permanente en constante expansión?”.
La realidad es la que Marx describió en El Capital: “La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, donde se halla la clase que produce su propio producto como capital.”
Los obscenos superbeneficios anunciados por Shell y otras grandes empresas energéticas, precisamente en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia y amargura.
Las masas toman nota de estas flagrantes contradicciones, avivando el fuego ardiente del resentimiento y el odio hacia los ricos parásitos que, a su vez, alimentará la lucha de clases. Toda la situación está preñada de implicaciones revolucionarias. Ya podemos ver claras pruebas de ello.
Sri Lanka
Si quieres ver cómo es una revolución, sólo tienes que mirar la insurrección popular espontánea en Sri Lanka. Aquí vimos el colosal poder potencial de las masas. Y golpeó sin previo aviso, como un rayo caído de un cielo azul despejado.
Si alguien dudaba de la capacidad de las masas para hacer una revolución, ésta fue una respuesta rotunda. Los acontecimientos de Sri Lanka demostraron que, cuando las masas pierden el miedo, no hay represión que pueda detenerlas.
Sin dirección, sin organización y sin un programa claro, las masas tomaron las calles y derrocaron al gobierno con la facilidad con la que un hombre aplasta a un mosquito. Pero Sri Lanka también nos muestra algo más.
El poder estaba en las calles, esperando a que alguien lo recogiera. Hubiera bastado con que los líderes de las protestas dijeran: “Ahora tenemos el poder. Somos el gobierno”.
Pero esas palabras nunca se pronunciaron. Las masas abandonaron en silencio el palacio presidencial y se permitió el regreso del antiguo poder. Los frutos de la victoria se devolvieron a los viejos opresores y a los charlatanes parlamentarios.
El poder estaba en manos de las masas, pero se permitió que se les escapara de las manos. Es una verdad desagradable. Pero es la verdad.
La conclusión es ineludible. Sin una dirección correcta, la revolución sólo puede triunfar con gran dificultad y, la mayoría de las veces, no puede triunfar en absoluto.
Irán
La inspiradora revuelta revolucionaria de Irán ha sido otra sorprendente confirmación de lo anterior. Se produjo tras la muerte bajo custodia policial de Masha Amini, una mujer kurda de 22 años, detenida por la odiada policía de la moralidad supuestamente por “no llevar correctamente el hiyab”.
Pero no fue un hecho aislado. Ha habido muchas muertes de este tipo en Irán. En esta ocasión, sin embargo, se alcanzó un punto crítico en el que la cantidad se transformó en calidad.
La explosión que siguió se extendió inmediatamente a todas las grandes ciudades, llegando incluso a pequeños pueblos y aldeas que nunca antes habían sido testigos de ninguna manifestación. Los manifestantes eran en su inmensa mayoría jóvenes, y una gran parte eran chicas, no sólo de las universidades sino también de las secundarias.
Las fuerzas de seguridad respondieron con una represión brutal, cada vez más dura a medida que crecía el movimiento. En los numerosos y violentos enfrentamientos entre la juventud y las fuerzas de represión, murieron cientos de personas y miles más fueron detenidas.
En respuesta, las huelgas estudiantiles se extendieron a más de cien universidades y muchas escuelas. El aspecto más sorprendente de estas protestas fue la total falta de miedo por parte de la gente muy joven, especialmente de las chicas muy jóvenes.
El aspecto más sorprendente de las protestas en Irán fue la total falta de miedo por parte de gente muy joven / Imagen: Darafsh
Las alumnas de Irán empezaron a agitar sus pañuelos en el aire y a cantar contra las autoridades clericales. ¡Qué inspiración! Sus cánticos tenían a menudo un contenido abiertamente revolucionario, pidiendo el derrocamiento del régimen y “¡Muerte al Líder Supremo!”.
La brutal reacción del régimen no sólo ha radicalizado a la juventud, sino también a las organizaciones de trabajadores, y muchas se han declarado en huelga. Esta lista incluye a los camioneros, el Consejo para la Organización de Protestas de los Trabajadores de Contratas Petroleras, los trabajadores de Haft Tappeh, los trabajadores de la Compañía de Autobuses de Teherán, el Comité Coordinador de Profesores, entre otros.
Se crearon comités juveniles revolucionarios en todo el país, junto con llamamientos a la huelga general, que han sido apoyados por las organizaciones citadas anteriormente, así como por la mayoría de los sindicatos independientes. Hubo una serie de oleadas huelguísticas de los pequeños comerciantes, los bazaríes, que en el pasado fueron uno de los pilares más sólidos del régimen. Pero los obreros industriales aún no se han movido de forma decisiva, y éste es el talón de Aquiles del movimiento.
Todo esto es muy similar a los movimientos que se produjeron antes de la convulsión revolucionaria de 1979. Pero no está claro si el movimiento actual pasará a una fase superior.
Los trabajadores muestran gran simpatía y apoyo por la rebelión de la juventud, Pero si el levantamiento permanece aislado en la juventud, no puede tener éxito.
Un movimiento como éste no puede permanecer como está durante mucho más tiempo sin alcanzar el punto crítico en el que, o bien logrará derrocar al régimen, o bien sufrirá una derrota. Como en Sri Lanka, la cuestión más decisiva es el factor subjetivo: la dirección revolucionaria.
El factor subjetivo
La intensificación de la lucha de clases se deriva de este análisis con la misma inevitabilidad que la noche sigue al día. Pero el resultado de la lucha de clases nunca puede predecirse de antemano, porque se trata de una lucha de fuerzas vivas.
Como hemos explicado anteriormente, existen muchas analogías entre la guerra entre las clases y la guerra entre las naciones. En ambos casos intervienen factores objetivos y subjetivos. Y el factor subjetivo suele desempeñar un papel decisivo.
Nos referimos a cosas como la moral y el espíritu de lucha de las tropas y, sobre todo, la calidad de la dirección. El período actual se caracterizará por la intensificación de las luchas de clases y los levantamientos de masas. Pero lo que falta es una dirección revolucionaria.
El factor subjetivo es tan importante en las revoluciones como en cualquier guerra. ¿Cuántas veces en la historia de las guerras una gran fuerza de soldados decididos y valientes ha sido llevada a la derrota por oficiales cobardes e incompetentes cuando se ha enfrentado a una fuerza mucho menor de soldados profesionales disciplinados y entrenados dirigidos por oficiales audaces y eficaces?
Es este factor el que falta, o es extremadamente débil en la actualidad. Las fuerzas del marxismo genuino han retrocedido durante décadas por factores históricos que no necesitamos explicar aquí. Y la degeneración de los dirigentes reformistas y ex estalinistas ha alcanzado un punto bajo que habría parecido impensable en el pasado.
Por lo tanto, aunque podemos predecir con absoluta confianza que los trabajadores se levantarán en revuelta en un país tras otro, no podemos expresar el mismo grado de confianza con respecto al resultado de estas luchas.
El fracaso de la izquierda
Tomemos algunos ejemplos, empezando por Sanders en EEUU y Corbyn en Gran Bretaña. Estaban muy confundidos y obviamente tenían muchas limitaciones. Eso estaba muy claro para los marxistas desde el principio. Pero lo que está claro para nosotros no está necesariamente claro para las masas.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, ambos tuvieron un gran significado sintomático. Revelaron algo muy importante. Ambos actuaron como un catalizador que sacó a la superficie un profundo estado de ánimo de descontento con el establishment político y la sociedad existente que existía en las masas, pero que permanecía sólo latente porque carecía de un punto de referencia.
Los discursos de Sanders y Corbyn, que sonaban radicales, actuaron como un poderoso imán que permitió que los incoherentes y embrionarios instintos revolucionarios se expresaran de forma organizada. Este es un hecho muy importante, que tiene importantes implicaciones para el futuro.
El cuestionamiento general del sistema capitalista salió a la superficie y la palabra socialismo volvió al orden del día, algo muy positivo. Sin embargo, a fin de cuentas, se trató sólo de figuras accidentales que se toparon con sus propias limitaciones y fueron destruidas por ellas. Como resultado, los movimientos de masas que surgieron a su alrededor están ahora muertos.
Se podría decir lo mismo de Hugo Chávez, aunque fue más lejos que ellos y consiguió mucho más. Si hubiera podido evolucionar más de no haber muerto prematuramente es una pregunta que nunca podrá responderse. Pero también en su caso, la falta de claridad política jugó un papel fatal, como han revelado claramente los acontecimientos posteriores en Venezuela.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia proporcionan ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en la política. Cuanto más se acercan estos líderes al poder, más tímidos, cobardes y traicioneros se vuelven.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia ofrecen ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en política / Imagen: fair use
Su retórica radical sólo sirve para encubrir el hecho de que en realidad nunca cuestionan la existencia del sistema capitalista y, por lo tanto, cuando se encuentran en el gobierno, se ven obligados a operar sobre la base de sus leyes.
El resultado inevitable es la traición y la desmoralización de sus bases. La conclusión es evidente. Con los actuales dirigentes, habrá una derrota tras otra.
Pero eso es sólo una cara del proceso. Poco a poco, empezando por las capas más avanzadas, en particular la juventud, los trabajadores aprenderán de sus derrotas. Empezarán a comprender el verdadero papel del reformismo de izquierdas y se esforzarán por superarlo.
En muchos países hemos visto el surgimiento espontáneo de grupos de jóvenes que se autodenominan comunistas. Se trata de una evolución muy significativa, a la que debemos prestar mucha atención.
Similitudes y diferencias
Las condiciones económicas del próximo periodo se parecerán mucho más a las de los años 30 que a las que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Pero hay diferencias importantes, principalmente porque la ecuación social ha cambiado.
Las reservas sociales de la reacción son mucho más débiles que entonces, y el peso específico de la clase obrera es mucho mayor. El campesinado ha desaparecido en gran medida en los países capitalistas avanzados, mientras que amplias capas de la antigua clase media (profesionales, trabajadores de cuello blanco, maestros, profesores universitarios, funcionarios, médicos y enfermeras) se han acercado al proletariado y se han sindicado.
Los estudiantes, que en el pasado proporcionaron las tropas de choque al fascismo, han virado bruscamente a la izquierda y están abiertos a las ideas revolucionarias. Sobre todo, la clase obrera, en la mayoría de los países, no ha sufrido derrotas graves desde hace décadas. Sus fuerzas están prácticamente intactas.
Además, la clase dominante se quemó los dedos con el fascismo en el pasado y no es probable que siga ese camino fácilmente. Lo que vemos es una creciente polarización política, hacia la derecha, pero también hacia la izquierda. Hay muchos demagogos de derechas e incluso algunos llegan al poder. Sin embargo, eso no es lo mismo que un régimen fascista, que se basa en la movilización de masas de la pequeña burguesía enfurecida, utilizada como ariete para destruir las organizaciones obreras.
Esto significa que la clase dominante se enfrentará a serias dificultades cuando intente hacer retroceder las condiciones de vida y eliminar las conquistas del pasado. La profundidad de la crisis significa que tendrán que intentar recortar y cortar hasta el hueso. Pero eso provocará explosiones en un país tras otro.
Mujeres y jóvenes
De este caos está surgiendo un nuevo nivel de conciencia. Hay un sentimiento instintivo entre la gente corriente, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, de que “algo va mal en esta sociedad”, de que “vivimos en un mundo injusto”.
Hasta cierto punto, es el caso entre los trabajadores en general. Se ha ejercido una presión despiadada sobre los trabajadores para que aumenten la cantidad producida y reduzcan el tiempo necesario para producirla. Los salarios han ido siempre a la zaga de los aumentos de productividad. En Estados Unidos, los salarios reales no habían aumentado hasta hace poco durante un periodo de unos 40 años. Y con el retorno de la inflación, los salarios reales en los EEUU están de nuevo en declive.
Pero esta conciencia es más evidente, y más avanzada, en el caso de los jóvenes y las mujeres, que son quienes deben soportar la peor parte del peso de la crisis del capitalismo. Son las capas más explotadas y oprimidas de la clase.
En un país tras otro se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto / Imagen: Ogólnopolski strajk kobiet
En un país tras otro, se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto, desde EEUU hasta las católicas Polonia e Irlanda. Argentina y Chile también han visto movimientos de masas por el derecho al aborto. En México, donde el trato inhumano y bárbaro a las mujeres ha alcanzado proporciones epidémicas, también ha habido movimientos masivos para protestar contra la violencia contra las mujeres. Este ha sido también un factor de radicalización política en el Estado español.
En este contexto, las consignas democráticas más elementales pueden adquirir rápidamente un contenido abiertamente revolucionario.
La expresión más clara de la revuelta de las mujeres se produjo en Irán, donde el movimiento de un enorme número de chicas jóvenes pasó rápidamente de las protestas contra el uso obligatorio del hiyab a la exigencia del derrocamiento revolucionario de un régimen monstruosamente opresivo.
Eso indica que se está produciendo el inicio de un nivel de conciencia totalmente nuevo. En estas circunstancias, existe una profunda sensibilidad entre estas capas ante cualquier manifestación de injusticia. Esto incluye la cuestión del racismo y la brutalidad policial, como vimos con el levantamiento de Black Lives Matter.
En todos los países, la juventud está al frente de la lucha. No es casualidad. Los acontecimientos han demostrado que un número cada vez mayor de jóvenes está dispuesto a salir a la calle para luchar contra el capitalismo.
De nuevo sobre la conciencia
Sería un error fundamental suponer que la mayoría de los trabajadores ven las cosas de la misma manera que nosotros. Ver todo el proceso histórico es una cosa, pero cómo las masas entienden ese proceso es otra, totalmente diferente.
La conciencia de la clase obrera está poderosamente influida por los cambios en la situación objetiva. Trotsky lo explicó brillantemente en un importante artículo titulado “El tercer período de los errores de la Comintern”.
Para algunos sectarios esta cuestión simplemente no se plantea. Para ellos, la clase obrera siempre está dispuesta a rebelarse. Eso es para ellos una constante que nada tiene que ver con los cambios en las condiciones objetivas. Pero no es así en absoluto.
Trotsky criticó duramente la idea planteada por los estalinistas en el tristemente célebre “Tercer Periodo”, y que todavía hoy repiten algunos insensatos ultraizquierdistas, de que las masas siempre están dispuestas a rebelarse, y que son sólo los aparatos burocráticos conservadores del movimiento obrero los que se lo impiden.
Trotsky criticó duramente la idea presentada por los estalinistas en el famoso “Tercer Periodo” / Imagen: dominio público
Trotsky desprecia esta idea y vale la pena citar extensamente sus palabras:
“La radicalización de las masas aparece descrita como un proceso continuo: las masas son hoy más revolucionarias que ayer, mañana serán más revolucionarias que hoy. Semejante mecanicismo no corresponde al verdadero proceso de desenvolvimiento del proletariado ni de la sociedad capitalista en su conjunto…
“Los partidos socialdemócratas, sobre todo en la preguerra, vislumbraban un futuro con un continuo incremento de votos socialdemócratas, que aumentarían sistemáticamente hasta el umbral de la toma del poder. Para un pensador vulgar o un seudorrevolucionario, esta perspectiva mantiene toda su vigencia; sólo que en vez de hablar de un continuo incremento de los votos, habla de la continua radicalización de las masas. Esta concepción mecanicista se apoya también en el programa Stalin-Bujarin de la Internacional Comunista.
“Demás está decir que, desde la perspectiva de nuestra época de conjunto, el proletariado sigue un proceso que avanza hacia la revolución. Pero no se trata de una progresión ininterrumpida, como no lo es el proceso objetivo de agudización de las contradicciones capitalistas. Los reformistas sólo ven el ascenso del capitalismo. Los “revolucionarios” formales sólo ven sus bajas. Pero el marxista contempla el proceso en su conjunto, con todas sus alzas y bajas coyunturales, sin perder jamás de vista su dinámica principal: las catástrofes bélicas, las explosiones revolucionarias.
“El estado de ánimo político del proletariado no cambia automáticamente en una misma dirección. La lucha de clases muestra alzas seguidas de bajas, marejadas y reflujos, según las complejas combinaciones de las circunstancias ideológicas y materiales, tanto nacionales como internacionales. Un alza de las masas que no es aprovechada o es mal aprovechada se revierte y culmina en un período de reflujo, del que las masas se recuperan tarde o temprano bajo la influencia de nuevos estímulos objetivos.
“La nuestra es una época que se caracteriza por fluctuaciones periódicas extremadamente bruscas, por situaciones que cambian de manera muy abrupta, todo lo cual configura, para la dirección, responsabilidades muy arduas en lo que hace a la elaboración de una orientación correcta.
“La actividad de las masas propiamente dicha se manifiesta de distintas maneras, según las circunstancias. En algunas épocas se puede observar a las masas empeñadas por entero en la lucha económica, demostrando muy poco interés por las cuestiones políticas. O bien, luego de una serie de derrotas en la lucha económica, las masas pueden dirigir abruptamente su atención a la política. En ese caso -tal como lo determinen la situación concreta y la experiencia anterior de las masas-, su actividad política puede manifestarse en la lucha exclusivamente parlamentaria o en la extra-parlamentaria.” (León Trotsky, Escritos, 1930)
Estas líneas son extremadamente importantes porque muestran que a partir de afirmaciones generales sobre la época es imposible deducir la etapa en que se encuentra la conciencia del proletariado o el movimiento concreto de la clase. Vemos aquí muy claramente el método de Trotsky, que no parte de fórmulas abstractas (“la nueva época”) sino de hechos concretos.
Todo tipo de cosas se combinan para dar forma a la conciencia de las masas en los países capitalistas avanzados, no sólo la situación actual o incluso la situación en la última década, sino el tipo de condiciones que se crearon durante un período de décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Esto es particularmente cierto en el caso de la generación de edad más avanzada. La mentalidad de los jóvenes es otra cuestión. Ese es un debate aparte.
La conciencia de los trabajadores en Europa y EE.UU. ha sido moldeada durante décadas por lo que fue al menos un periodo de relativa prosperidad. El 15 de noviembre de 1857, Engels se quejaba en una carta a Marx:
“Las masas deben haberse vuelto condenadamente letárgicas después de una prosperidad tan larga”. Y añadía: “Es necesaria una presión crónica durante un tiempo para calentar a las poblaciones. El proletariado golpeará entonces mejor, con mejor conciencia de su causa y más unido…”
La clase obrera en general posee una colosal capacidad de aguante. Tolera incluso malas condiciones durante bastante tiempo antes de que se vuelvan absolutamente intolerables. Se necesita tiempo para que la cantidad se convierta en calidad. Y la conciencia, que es inherentemente conservadora, tarda un tiempo en ponerse al día con la realidad cambiante.
Durante todo un periodo, la inflación fue baja, lo que significaba que, aunque la tasa de explotación aumentaba, los salarios de los trabajadores podían comprar más que antes. Los trabajadores pudieron comprar coches, grandes televisores y otras mercancías, cuyo precio estaba bajando gracias a los avances tecnológicos y al aumento de la productividad del trabajo.
Los bajos tipos de interés también produjeron una expansión sin precedentes del crédito. Millones de personas pudieron comprar cosas que en realidad no podían permitirse, pero sólo endeudándose cada vez más.
Viendo lo mal que están las cosas ahora, y echando la vista atrás, es demasiado fácil tener una falsa percepción de lo bien que estaban las cosas en los viejos tiempos. Pero todo eso está amenazado ahora. Y eso es lo que está empezando a provocar un cambio fundamental en la conciencia.
El proceso molecular de la revolución
La cuestión de la inflación es un elemento clave para cambiar la actitud de la generación de más edad. Si bien es cierto que la juventud es la capa más radicalizada y más abierta a las ideas revolucionarias, se está desarrollando un estado de ánimo cada vez más airado entre todo tipo de personas. La gente que hasta hace poco pensaba que las cosas estaban bien y que la vida era estable y predecible, ahora se está llevando un buen susto.
Todo se está convirtiendo en lo contrario. Las condiciones de vida han empeorado repentinamente, y eso está cambiando la perspectiva de la gente. De repente, todo el mundo se queja. No consiguen llegar a fin de mes.
Antes, en Occidente, la patronal y los líderes sindicales llegaban a acuerdos de aumentos salariales anuales del uno o el dos por ciento, apenas a la par de la inflación, y los imponían a los trabajadores. Hoy en día, esos acuerdos supondrían importantes reducciones de los salarios reales. Cada vez más trabajadores tienen claro que, para mantener su nivel de vida, tendrán que organizarse y luchar. En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores.
En Gran Bretaña, cientos de miles de trabajadores de muchos sectores se han declarado en huelga; en Grecia, Bélgica y Francia hemos asistido a huelgas generales; en Estados Unidos, nuevos estratos, como los trabajadores de Starbucks, Apple y Amazon, están luchando por sindicarse y han emprendido acciones de huelga, y también tuvimos el conflicto de los ferroviarios. Por último, también vimos en Canadá cómo los ataques de Doug Ford contra los trabajadores de la educación de Ontario llevaron a una huelga ilegal y a los líderes sindicales a amenazar con una huelga general que derrotó la legislación de vuelta al trabajo, algo inédito en la historia canadiense. En todas partes, la clase trabajadora está empezando a despertar bajo el impacto de la crisis del coste de la vida.
La inflación también está teniendo un enorme impacto en los pequeños negocios, muchos de los cuales se ven abocados a la quiebra, y a los ancianos, que ven cómo el valor de sus pensiones se erosiona día a día. Ya ha habido manifestaciones masivas de pensionistas en España. Y gran parte de la volatilidad social que vemos en países como Italia es un fenómeno estrechamente relacionado.
En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores / Imagen: Socialist Appeal
Hay un sentimiento general de inseguridad y miedo al futuro que exacerba enormemente la inestabilidad política y social. Esto plantea grandes peligros a la clase capitalista, lo que explica por qué se ve obligada a tomar medidas muy arriesgadas en un intento de impedir desarrollos revolucionarios.
Cuando personas que antes no mostraban ningún interés por la política de repente empiezan a hablar de política en la parada del autobús o en el supermercado, es el comienzo de lo que Trotsky llamó el proceso molecular de la revolución.
Es cierto que carecen del análisis elaborado y científico que poseen los marxistas. Su comprensión de la política es algo elemental, tosco y subdesarrollado. Pero está guiada por un sentido elemental de injusticia, un sentimiento de que algo no funciona en la sociedad y de que algo tendrá que cambiar.
Es una conciencia de clase elemental que es el primer embrión de una conciencia revolucionaria. El elemento más importante de este cambio es el económico. Pero no es el único factor.
El desastre medioambiental
El sistema capitalista está conduciendo al mundo hacia una catástrofe medioambiental que se cierne sobre la mente de muchas personas. Para algunos, se trata de un problema existencial. Para naciones enteras, su futuro está en peligro.
En un extremo, está el problema de la sequía y la desecación de los ríos, que está teniendo un efecto devastador en las cosechas y en la producción de alimentos y, por tanto, en el aumento de la inflación.
En el otro, hay tormentas devastadoras, huracanes y terribles inundaciones, como hemos visto en países como Bangladesh y Pakistán, donde 33 millones de personas se vieron directamente afectadas.
En países como Somalia, han muerto más de tres millones de animales, lo que ha destruido los medios de subsistencia de millones de personas. En Brasil, la destrucción criminal de la Amazonia ha alcanzado niveles récord. Entre enero y junio de 2022 se talaron en la región unos 3.988 kilómetros cuadrados (1.540 millas cuadradas) de tierra. En el mismo periodo se destruyeron 3.088 kilómetros cuadrados de selva tropical.
También en los países capitalistas avanzados hay pruebas evidentes de condiciones meteorológicas más extremas. Muchas personas viven con el temor constante de que su casa se inunde o sea barrida.
En las grandes ciudades, el aire está envenenado con gases tóxicos, los ríos se ahogan con residuos químicos de fábricas, granjas y efluentes humanos, y los océanos se contaminan con toneladas interminables de plástico y otras basuras.
La explotación minera de los fondos marinos, antaño algo confinado a la ciencia ficción, se está convirtiendo en una realidad, con previsibles consecuencias catastróficas para el equilibrio ecológico del planeta y la biodiversidad. Y en todos los países el ritmo de extinción de especies vegetales y animales ha alcanzado niveles alarmantes.
Todas estas cosas remueven la conciencia de millones de personas, especialmente de los jóvenes. Pero la indignación moral y las manifestaciones airadas son totalmente insuficientes porque sin un diagnóstico correcto es imposible ofrecer ninguna solución.
Los burgueses han llegado, tarde, a la conclusión de que hay que hacer algo. Pero en el capitalismo todo está subordinado al afán de lucro y a los intereses de los monopolios. Por ejemplo, disfrazan con retórica ecologista políticas destinadas a proteger la industria estadounidense o europea frente a las mercancías procedentes de países con una legislación medioambiental “menos estricta” (China en primer lugar).
Fundamentalmente, todas sus políticas intentan descargar los costes de la crisis medioambiental sobre la clase trabajadora y los sectores más pobres de la sociedad. Mientras las multinacionales de la energía sigan obteniendo beneficios récord, las familias de la clase trabajadora se verán obligadas a pagar precios más altos por el combustible y también a sustituir sus coches y calderas. Al mismo tiempo, tendrán que pagar las cuantiosas subvenciones a las grandes empresas a través de impuestos más elevados.
Como resultado, a los ojos de una parte de la clase obrera, la “lucha contra el cambio climático” podría asociarse cada vez más con la austeridad capitalista y la crisis del coste de la vida. Esto podría hacer el juego a las fuerzas reaccionarias que niegan la existencia del calentamiento global antropogénico y promueven los combustibles fósiles. Para luchar contra esto, se necesita una política revolucionaria.
La catástrofe medioambiental es un claro resultado de la locura de la economía de mercado. Hay que subrayar que la existencia del capitalismo representa hoy una amenaza clara y actual para el futuro de la civilización humana.
Si el movimiento ecologista se limita a una política de gestos vacíos, se condenará a la impotencia. La única manera de alcanzar sus objetivos es adoptar una posición revolucionaria clara e inequívocamente anticapitalista. Debemos esforzarnos por llegar a los mejores elementos y convencerles de ello.
El papel de los marxistas
Principalmente como resultado de la debilidad del factor subjetivo, la crisis actual no tendrá una resolución rápida. Este retraso es ventajoso para los marxistas, porque nos dará el tiempo que necesitamos para reforzar nuestras fuerzas y construir una base sólida en la clase obrera y el movimiento obrero.
La crisis se prolongará en el tiempo, y habrá muchos flujos y reflujos de la lucha de clases. A momentos de euforia seguirán otros de cansancio, apatía e incluso desesperación. Pero en todos los casos, la clase siempre se levantará, dispuesta a renovar la lucha, no por razones mágicas, sino simplemente porque no tiene otra alternativa que luchar.
La clase obrera en su conjunto no aprende de los libros, sino de la experiencia. Pero aprende, tanto de las derrotas y los reveses como de las victorias. Ahora mismo está aprendiendo sobre las limitaciones del reformismo de izquierdas. Engels dijo una vez que los ejércitos derrotados aprenden bien sus lecciones. A lo que Lenin comentó: “Estas espléndidas palabras se aplican en mucha mayor medida a los ejércitos revolucionarios”.
Pero se trata de un aprendizaje muy largo y serán necesarias muchas experiencias futuras antes de que la clase deseche finalmente sus ilusiones en el reformismo (especialmente en su disfraz de “izquierda”) y llegue a comprender la necesidad de una revolución social total.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases. Es tarea de los marxistas acompañar este proceso junto con la clase obrera, luchar hombro con hombro con los trabajadores y ganarse así su respeto y confianza.
Sin embargo, si éste fuera el único contenido de nuestra actividad, seríamos meros activistas y no tendríamos razón de existir como tendencia separada en el movimiento obrero.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases / Imagen: Fightback
Nuestro papel más importante es ayudar a los trabajadores y a la juventud, empezando por la capa más avanzada, a sacar las conclusiones necesarias de su experiencia y a demostrar en la práctica la superioridad de las ideas marxistas.
Esto llevará algún tiempo, y debemos aprender las virtudes de la paciencia revolucionaria. No hay camino fácil. La búsqueda de atajos acaba invariablemente en graves desviaciones, ya sean de tipo oportunista o ultraizquierdista.
Recordemos que en 1917, en plena revolución, Lenin lanzó la consigna: ¡Explicar pacientemente! Tenemos las ideas correctas, que son las únicas que pueden señalar el camino de la victoria en la lucha de clases.
No se puede predecir el ritmo real de los acontecimientos. Pero el potencial para una intensificación explosiva de la lucha de clases existe en muchos países. No podemos decir dónde empezará. Puede ser Francia o Italia, o Irán, o Brasil. Indonesia, Pakistán, Argentina o incluso China.
Ya veremos. Pero lo principal es que abrirá nuevas posibilidades para la tendencia marxista, siempre que seamos capaces de aprovecharlas. Y eso depende de una sola cosa: de nuestra capacidad para hacer crecer nuestras fuerzas hasta el punto crítico en que seamos físicamente capaces de intervenir.
Eso, a su vez, depende del trabajo que hagamos ahora. Eso es lo que tenemos que hacer comprender a cada camarada. Nuestra consigna debe ser: todas las fuerzas en el punto de ataque. Y eso significa, precisamente, construir nuestras fuerzas.
Debemos trabajar incansablemente para construir las fuerzas que serán necesarias para llevar estas ideas a cada fábrica, a cada agrupación sindical, a cada escuela y universidad. Sólo así podrá construirse la futura dirección revolucionaria del proletariado.
Durante mucho tiempo hemos luchado contra la corriente. Nuestros cuadros se han endurecido y fortalecido en esa lucha. Estamos empezando a ganar el respeto de los obreros y jóvenes más avanzados. La autoridad política y moral de nuestra Internacional nunca ha sido tan alta.
¡Son conquistas colosales! Pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Es un camino largo y difícil, y no todo será fácil. A momentos de euforia seguirán otros de decepción e incluso de desesperación. Debemos aprender a convivir con las dificultades y aceptar con la misma ecuanimidad alegre tanto las derrotas como los éxitos.
Pero la marea de la historia ha cambiado y ahora empezamos a nadar con la corriente, no contra ella. Los trabajadores y la juventud están mucho más abiertos a nuestras ideas que en cualquier otro momento. Todo el proceso se acelerará.
Nuestra Internacional se enfrentará a inmensas oportunidades mucho antes de lo que cabría esperar. Se abrirán muchas puertas. De nosotros depende aprovechar al máximo todas las posibilidades y demostrar que estamos a la altura de las grandes tareas que nos impone la historia.
El Congreso de 2023 de la Corriente Marxista Internacional (CMI) marcó un importante punto de inflexión en la historia de nuestra organización, en medio de un cambio radical en la sociedad. Habiendo casi duplicado nuestras fuerzas desde la pandemia, el Congreso estuvo lleno de espíritu combativo juvenil y determinación. Se reunieron más de 400 camaradas de más de 40 países, recaudaron 630.000 euros para la causa revolucionaria y declararon triunfalmente: ¡los comunistas han llegado!
Miles más siguieron las sesiones en línea, con 200 camaradas siguiendo desde Pakistán, una gran reunión colectiva de camaradas suizos justo al otro lado de los Alpes, y muchos más en todo el mundo desde Toronto a Londres.
El Congreso tuvo lugar del 7 al 12 de agosto en Italia, en el contexto de una crisis capitalista histórica. Cada vez más trabajadores y jóvenes se sienten atraídos por las ideas del comunismo como la única salida, y el Congreso estuvo unido en su voluntad férrea de llegar a estas capas y construir la organización revolucionaria que la clase trabajadora necesita para ganar la batalla del futuro y derribar finalmente este sistema podrido.
Muchos de los delegados e invitados mostraron una inmensa resolución para llegar al evento. Camaradas, desde Pakistán hasta Perú, se enfrentaron a largos viajes y a racistas regulaciones de visado para poder asistir. Un camarada de Mauritania viajó durante tres días a través de varios países para visitar el Congreso. Un camarada paquistaní pasó 56 horas viajando a Italia para participar (después de que su visado fuera retrasado continuamente), y fue recibido con una ovación por los camaradas cuando llegó al quinto día del Congreso. ¡Este es el tipo de coraje que necesitamos!
El mundo en crisis
El Congreso se abrió con un emotivo homenaje a Esteban Volkov, nieto del revolucionario ruso León Trotski, que falleció tristemente este año. Los camaradas guardaron un minuto de silencio para reflexionar sobre la firme defensa que Esteban hizo de las verdaderas tradiciones de Trotski, del bolchevismo y de la Revolución Rusa.
Esteban Volkov fue una de las últimas conexiones entre nuestra generación y aquella otra forjada en un período de feroz lucha entre revolución y contrarrevolución, en la época que comenzó con la Revolución Rusa de 1917 y terminó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Como ellos, estamos en el umbral de un nuevo período mundial de agitación revolucionaria.
Abriendo el Congreso con una discusión sobre las perspectivas para la revolución mundial, el editor de marxist.com, Alan Woods, explicó la importancia de entender los procesos concretos de la lucha de clases en el mundo que nos rodea, comparando las perspectivas de la CMI con un mapa y una brújula. Sin una comprensión de hacia dónde se dirige la lucha de clases, estaríamos perdidos en la marea de los acontecimientos.
Comenzando su charla, Alan destacó que “la profunda crisis del capitalismo es clara hasta para un ciego”. La deuda global ha alcanzado proporciones desorbitantes, alrededor de 300 billones de dólares – el 350 por ciento del PIB mundial. Esto no tiene precedentes.
Después de un largo período de globalización, este proceso se ha convertido en su contrario, con la desintegración de la economía mundial en bloques. El proteccionismo y la rivalidad imperialista están en aumento, sentando las bases para conflictos militares y guerras comerciales.
Este Congreso tiene lugar un año y medio después del inicio de la guerra en Ucrania. En medio de una contraofensiva estancada, el régimen de Kiev se ha sumido en la desesperación. Está consumiendo las reservas de proyectiles de artillería, vehículos y municiones acumuladas por sus patrocinadores imperialistas occidentales.
En este conflicto indirecto entre potencias imperialistas, el lema de los comunistas en todas partes es el de Karl Liebknecht: “¡el enemigo principal está en casa!”. La tarea de los comunistas es, ante todo, luchar contra nuestra propia clase capitalista.
En pocos lugares esto es más difícil que en la propia Rusia, donde los camaradas deben enfrentarse a la represión, las dificultades económicas, la propaganda del régimen y la confusión que difunde la chovinista dirección del Partido Comunista. Y sin embargo, a pesar de todo eso, los camaradas de la sección rusa de la CMI han mantenido con valentía sus principios. Sin vacilar, han continuado la tarea de construir una tendencia genuinamente revolucionaria e internacionalista. Fue con un sentido de inmenso orgullo y solidaridad que todos los delegados, invitados y asistentes en línea escucharon las muchas excelentes contribuciones de nuestra delegación rusa.
La Corriente Marxista Internacional ha adoptado una postura principista e internacionalista en todas partes. De hecho, a las pocas horas del estallido del conflicto, publicamos una declaración exponiendo nuestro análisis y nuestra postura internacionalista. Los reformistas y los sectarios se ven obligados a sonrojarse por las palabras que escribieron ayer mismo. Pero más de un año después, no sentimos la necesidad de cambiar una palabra de nuestra declaración, que fue aprobada por unanimidad por el Congreso.
La guerra está acelerando la fractura del mundo en bloques contendientes. El declive del imperialismo estadounidense ve desafiado el poder de Washington en partes del mundo que ha dominado durante décadas: en Oriente Medio, en África Occidental y en otros lugares.
La guerra a su vez está impulsando el deslizamiento de la economía mundial hacia una depresión. Ahora, la economía china, que sostuvo la economía mundial después de la crisis de 2008, se está ralentizando y está plagada de deudas. Esto tendrá consecuencias desastrosas para toda la economía mundial.
Como explicó Alan, no hay un solo gobierno en el mundo que pueda reclamar la estabilidad del pasado. Incluso en países tradicionalmente estables, como Estados Unidos y Gran Bretaña, estamos viendo malestar social, disturbios y oleadas de huelgas. En Alemania, todos los partidos que han estado en el poder en la última década están decayendo, y esto fue antes de que el gobierno anunciara recientemente un presupuesto de austeridad de 30 mil millones de euros.
Esto ya no es una perspectiva para el futuro: la lucha de clases ya es un hecho en un país tras otro. La conciencia de las masas avanza rápidamente y puede cambiar completamente en 24 horas bajo estas condiciones.
Esta discusión marcó el tono de todo el Congreso. Vivimos en un período de revoluciones y contrarrevoluciones, donde la conciencia de las masas está en flujo. Estas condiciones son ideales para una lucha concertada para construir una organización comunista internacional, y sólo la CMI posee los medios para hacerlo.
Construyendo una organización bolchevique
Nuestras ideas, perspectivas y análisis son nuestro principal arma y la única justificación para nuestra existencia como organización marxista. Pero las ideas sin organización son como un cuchillo sin hoja. Los métodos necesarios para crear tal organización formaron el contenido de la segunda sesión sobre “Construir una organización bolchevique”, iniciada por Jorge Martín.
Jorge explicó que, en cierto sentido, la CMI es una organización antigua, lleva consigo todas las tradiciones y experiencias del marxismo genuino, remontándose a Marx, Engels y la Primera Internacional.
Pero, en otro sentido, la CMI es muy joven: desde 2020 ha casi duplicado su tamaño. Muchos de los grupos que están sentando las bases para poderosas secciones futuras no existían en 2018. El crecimiento de la CMI ha sido abrumadoramente entre la juventud.
Esta sesión fue precisamente sobre cómo formar y educar a esta capa de jóvenes en los métodos comunistas de centralismo democrático, para crear una organización bolchevique disciplinada, combativa y luchadora.
En la lucha por tal organización, inevitablemente entramos en contacto con una gran cantidad de ideas de sonido radical que impregnan los movimientos obreros y estudiantiles, sobre todo las ideas divisionistas y perniciosas de las llamadas “políticas de identidad”.
Desde las calumnias de que Jeremy Corbyn era una especie de “antisemita”, hasta las declaraciones “pro-LGBT” de Dina Boluarte, que se instaló como presidenta de Perú a través de un golpe de derecha y ahora intenta darse aires “progresistas”, la política de identidad es utilizada por los enemigos de la clase trabajadora para sembrar confusión y división.
Algunos en la izquierda, especialmente en el medio estudiantil pequeñoburgués, creen que es la tarea de los marxistas crear un “espacio seguro” para los oprimidos y los abatidos, a salvo de los problemas del capitalismo.
Pero esa no es la función de la CMI. No estamos construyendo un grupo de apoyo, ni un club social, ni un círculo de lectura intelectual. Estamos unidos en la lucha por el comunismo internacional, y lo que necesitamos son precisamente luchadores.
Como dijo Adam Booth de Gran Bretaña: “No somos vulnerables, somos bolcheviques. Podemos cambiar nuestro entorno… No necesitamos gente entrenada en terapia o resolución de conflictos, necesitamos gente entrenada en el bolchevismo y el marxismo”.
Lucha de clases en la República Romana
Una sesión particularmente atractiva abordó un tema que algunos podrían pensar que está fuera de lugar en un congreso de revolucionarios: el lanzamiento del libro de Alan Woods La lucha de clases en la República romana, publicado recientemente por Wellred Books.
Este nuevo y emocionante volumen representa la primera historia completa de la República romana desde una perspectiva marxista. Pero ¿por qué los marxistas deberían analizar acontecimientos que tienen más de dos milenios de antigüedad?
Desde su fundación por una banda belicosa de campesinos latinos, pasando por las guerras púnicas y el auge de la esclavitud, hasta la caída final de la República y el surgimiento del Imperio, la historia de la sociedad romana estuvo impulsada por una lucha de clases a menudo feroz que está llena de lecciones que no sólo siguen siendo relevantes, sino que siguen siendo una fuente de tremenda inspiración.
Entre estas grandes figuras, Alan señaló la importancia histórica de los hermanos Graco, miembros de la élite gobernante que sin embargo se convirtieron en dirigentes de las masas plebeyas abatidas.
Y, por supuesto, Espartaco, cuyo nombre brilla con fuerza a través de los siglos como el mayor representante revolucionario del mundo antiguo y uno de sus mejores generales, que organizó a los esclavos más desesperadamente oprimidos y los convirtió en una fuerza combativa que pudo asestar golpe tras golpe al poderío de Roma.
En la penúltima noche del Congreso, cientos de camaradas, delegados e invitados de todo el mundo abarrotaron el salón principal para una comisión con dos camaradas del Movimiento Socialista en Catalunya.
Los camaradas explicaron los orígenes de su organización, sus perspectivas y la lucha que están librando por el comunismo. El desarrollo del Movimiento Socialista es extremadamente interesante y es sintomático de una capa de jóvenes que rompen con el reformismo y el colaboracionismo de clases. En cambio, los camaradas han tomado una postura clara sobre la base de las ideas comunistas.
La comisión fue muy interesante para todos los camaradas que asistieron, y permitió un intercambio fructífero y fraternal de ideas.
¿Eres comunista? ¡Entonces, organízate!
La sesión final del Congreso estuvo dedicada a la construcción de la CMI en todo el mundo. El enfoque clave de la sesión fue la audaz nueva campaña de la CMI, centrada en el lema: “¿Eres comunista? ¡Entonces, organízate!”
Este lema pretende captar el estado de ánimo de los millones de trabajadores y jóvenes de muchos países del mundo, que ahora ven el comunismo como la única salida a la crisis actual.
Nuestros enemigos también se están dando cuenta de esto. Los camaradas citaron el reciente informe del Instituto Fraser, que sitúa el apoyo al comunismo entre los jóvenes en países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá entre el 20 y el 30 por ciento. Esto significa que hay literalmente millones de trabajadores jóvenes que podrían unirse a una organización comunista en estos países.
El éxito del audaz llamamiento de la CMI a la juventud comunista se muestra en el rápido crecimiento de la organización en muchos países. Socialist Appeal, la sección británica de la CMI, ha pasado de 800 miembros a principios de año a más de 900 ahora, y está en camino de alcanzar el importante hito de 1.000 miembros a finales de año, lo que pondrá firmemente al comunismo en el mapa en Gran Bretaña.
Varias secciones más tienen como objetivo alcanzar un tamaño similar en los próximos años, y otras 8 secciones han superado la marca de los 100 miembros desde el último Congreso presencial.
En Canadá, apenas una semana después del lanzamiento de la campaña, casi 150 personas pidieron unirse a la CMI. Los camaradas transmitieron experiencias similares e inspiradoras en países como Brasil, Suiza y Suecia.
Como dijo el editor de marxist.com Hamid: “El campo está abierto para crecer, y estamos abriendo una nueva etapa en nuestra historia”.
Logros impresionantes
El crecimiento de la CMI ha sentado las bases para importantes avances en todos los frentes a nivel internacional.
Las secciones de la CMI organizan importantes eventos públicos en todo el mundo, como el Festival Revolución en Gran Bretaña, la Escuela de Invierno de Montreal en Canadá, el Pfingstseminar en Austria, las Escuelas Marxistas de Invierno y Verano en Pakistán, la escuela francófona en Suiza y muchas más.
Wellred Books –la editorial de la CMI– ha avanzado mucho en los últimos años. Este año (hasta ahora), Wellred ha vendido 8.200 libros, un paso significativo desde los 5.800 vendidos en todo 2019. Además, la revista In Defence of Marxism-América Socialista –la revista teórica trimestral de la CMI– se distribuye ahora a 30 países internacionalmente.
En 2024, la CMI lanzará el “Año de Lenin”, para conmemorar el centenario de la muerte del gran revolucionario ruso. Esta campaña estará dedicada a defender la vida y las ideas de Lenin contra las calumnias, tanto burguesas como estalinistas, que intentan distorsionar o mistificar las acciones de uno de los más grandes marxistas que ha producido la lucha de clases.
El año se iniciará con la próxima biografía política de Lenin escrita por Rob Sewell, que será una herramienta invaluable para los revolucionarios para aprender sobre las ideas de Lenin y su lucha permanente por el socialismo.
Determinación y sacrificio
Uno de los aspectos más inspiradores del Congreso fue el sacrificio financiero de todos los camaradas, para ampliar y desarrollar el trabajo de la Internacional. En 2018, la CMI se propuso recaudar 500.000 euros en cinco años. Este año, después de cinco años de recaudación decidida, se anunció que hemos recaudado más de 2,1 millones de euros, más que cuadruplicando el objetivo inicial.
En una electrizante colecta, se recaudaron 630.000 euros, superando con creces el ambicioso objetivo de este año de 450.000 euros. Teniendo en cuenta la inflación desorbitada que actualmente azota la economía mundial y el rápido aumento del coste de la vida en muchos países, el alcance de la colecta de este año es aún más impresionante.
Llegaron grandes donaciones de camaradas de naciones capitalistas desarrolladas como Suiza, Canadá y Estados Unidos, pero las contribuciones de los camaradas que viven en los países que sufren el peso de la crisis capitalista fueron aún más conmovedoras y tienen un poderoso significado político.
Las secciones y grupos de la CMI en países desde Venezuela hasta Sri Lanka hicieron increíbles sacrificios que reflejan la determinación de todos los camaradas de elevarse a las tareas históricas a que nos enfrentamos.
¡El mejor Congreso Mundial de nuestra historia!
Concluyendo el Congreso, Hamid dio una estimulante evaluación de la tarea a la que se enfrenta la CMI: “En cada país se ve un proceso decisivo hacia la revolución… Estamos aquí por una causa específica: construir una organización revolucionaria”.
Era evidente para todos los camaradas que este período será un punto de inflexión para la organización, que desarrollará el trabajo a mayores alturas. La CMI es más fuerte y crece más rápido que nunca.
Citando a Lenin, Hamid recordó al Congreso que “el marxismo es todopoderoso, porque es verdad”. La CMI ha podido entrar en esta nueva etapa de crecimiento confiado como resultado directo de nuestra firme comprensión de las ideas del marxismo genuino.
Una organización es el producto directo de las ideas sobre las que se funda. Al cierre del Congreso Mundial de este año, los camaradas estaban más decididos que nunca a desatar el potencial de la CMI en todo el mundo.
Como dijo Hamid, todos los camaradas de la CMI “usarán la energía de este Congreso para impulsarnos a la siguiente etapa…
“Lo que se ha mostrado en este Congreso es el espíritu de solidaridad, determinación revolucionaria y sacrificio de los camaradas, eso es lo que nos da nuestra fuerza invencible y la capacidad para superar todos los obstáculos”.
El mundo capitalista está inmerso en una crisis orgánica. En todos los terrenos y niveles se puede ver su descomposición: en lo político, lo social, las relaciones internacionales, su moral, e incluso su filosofía; en todos los casos se respira podredumbre, desesperación, falta de perspectivas alentadoras, decepción generalizada. Estos son síntomas de que este sistema ha dejado de jugar un papel progresista para la humanidad y se ha convertido, desde hace algunos años, en un lastre para el desarrollo de las mujeres y los hombres del planeta.
Las manifestaciones de barbarie las vemos por doquier. Como ejemplo emblemático podemos tomar la guerra que existe en Ucrania o la situación política y social de muchos países de América o África, donde miles de personas están muriendo bajo la lluvia de balas o el hambre. Hay millones de desplazados por la violencia generada por la ambición capitalista.
No se ve al frente ninguna posibilidad que bajo este mismo sistema se pueda ver una salida digna para la inmensa mayoría de la población. Por el contrario, todos los analistas apuntan a una severa crisis mundial en los próximos meses, que arrastrará a tres cuartas partes de la humanidad a una situación aún peor. Lo que podemos vaticinar para el siguiente periodo son crisis, guerras, desempleo y más violencia.
Frente a este escenario, lejos de desmoralizarnos, los marxistas explicamos que un nuevo periodo de lucha de clases a nivel mundial se está manifestando y extendiendo. Podemos ver lo que ha sucedido en el continente americano, donde país tras país ha es sacudido por fuertes movilizaciones de los trabajadores, las mujeres y la juventud. Lo mismo está sucediendo en parte de África, Asia e incluso en Europa. Francia e Inglaterra, dos países del capitalismo desarrollado, han estado a la cabeza de las movilizaciones callejeras y las huelgas. Es una época perturbadora, pero con un sinfín de posibilidades para que miles de jóvenes saquen conclusiones revolucionarias.
Como marxistas vemos estas perspectivas y nos invade un ánimo insuperable. Las ideas del comunismo y del marxismo están comenzando a ser aceptadas y reconocidas por una parte de los que luchan, se está rompiendo el aislamiento que se generó con respecto al comunismo después de la caída de los países del bloque soviético (estalinistas). Por primera vez en décadas la juventud se mueve en la búsqueda de ideas revolucionarias. La Corriente Marxista Internacional se está preparando para este nuevo periodo.
Como parte de nuestra preparación, estamos preparando nuestra Escuela de Formación Política Panamericana. Está escuela pretende reunir a más de 100 camaradas del continente americano entre el 30 de noviembre al 4 de diciembre del presente año, en la Ciudad de México.
Como se pueden imaginar, el movilizar a compañeros de Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, Chile, Bolivia, Perú, Puerto Rico, Cuba, Honduras, El Salvador, Guatemala, EEUU y Canadá, no es cosa fácil. A pesar de que nuestros compañeros de países desarrollados ayudan a financiar parte de los costos de la Escuela y en todos los países se hacen esfuerzos económicos para su realización, no es suficiente para costear todos los gastos relacionados con ella.
Esta Escuela Panamericana estará dedicada a Lenin. En el 2024 se cumplirán 100 años de su muerte y queremos recordarlo de la mejor manera, repasando sus aportes a la teoría marxista y su papel como dirigente de la Revolución de Octubre. También abordaremos temas teóricos de interés actual, que son útiles para afilar las armas de la crítica marxista frente a otras corrientes, de la burguesía.
del capitalismo desarrollado, han estado a la cabeza de las movilizaciones callejeras y las huelgas. Es una época perturbadora, pero con un sinfín de posibilidades para que miles de jóvenes saquen conclusiones revolucionarias.
Como marxistas vemos estas perspectivas y nos invade un ánimo insuperable. Las ideas del comunismo y del marxismo están comenzando a ser aceptadas y reconocidas por una parte de los que luchan, se está rompiendo el aislamiento que se generó con respecto al comunismo después de la caída de los países del bloque soviético (estalinistas). Por primera vez en décadas la juventud se mueve en la búsqueda de ideas revolucionarias. La Corriente Marxista Internacional se está preparando para este nuevo periodo.
Como parte de nuestra preparación, estamos preparando nuestra Escuela de Formación Política Panamericana. Está escuela pretende reunir a más de 100 camaradas del continente americano entre el 30 de noviembre al 4 de diciembre del presente año, en la Ciudad de México.
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Para poder lograr todos nuestros objetivos estamos lanzando diferentes campañas económicas por parte de nuestras diferentes células. Cada miembro de nuestra organización está ayudando a financiar esta reunión, pero necesitamos más: necesitamos de tu ayuda. Si deseas apoyarnos con una aportación económica, por mínima que sea, nos será de gran ayuda para cumplir nuestros objetivos.