Una de las características del periodo reciente en México son los cambios bruscos y repentinos que se viven en lo económico y lo político. Si te alejas de las noticias o las redes sociales un solo día, puedes perder el hilo del proceso que se ha abierto a partir de la llegada al gobierno de AMLO.
Las fórmulas abstractas que se repiten una y otra vez no son suficientes para caracterizar el periodo y las tareas de los revolucionarios. Debemos dejar de lado la pereza mental y romper la visión de blanco o negro. Tenemos que mirar los acontecimientos como un proceso en constante cambio que se genera a partir de contradicciones. Las visiones sectarias, conspirativas o acríticas solo pueden observar una parte del problema y ven solo una foto en vez de la película completa.
La lucha contra la corrupción
La lucha contra la corrupción es una de las prioridades del gobierno de AMLO, que no se ha cansado de repetirlo desde el principio. Para él, en esta cuestión se encierra el meollo del desarrollo del país. Los gobiernos anteriores hicieron un festín en cada uno de sus periodos. La cantidad que robaban al erario no se puede saber con exactitud, pero se puede decir, sin miedo a equivocarnos que se puede contar por miles de millones de dólares. Ahora mismo hay 22 exgobernadores acusados de corrupción y enriquecimiento ilícito.
No sólo es el dinero directo, las políticas que se emprendían con respecto a las empresas nacionales, como Pemex, nos permite ver cuál era la dinámica general: se recortaba el presupuesto a la empresa estatal para que los negocios privados comenzaran a funcionar, la empresa estatal compraba empresas inservibles a sobre precios, el dinero que salía de la empresa creaba nuevas fortunas y pagaba sobornos a los funcionarios del gobierno que habían aceptado esos y otros “negocios”. Esta fue la forma en la que se creó una parte de la burguesía nacional, robando, sobornando, asesinando, etc.
El ataque del gobierno contra la corrupción en PEMEX, en su primera parte, significó una lucha contra la delincuencia organizada la cual se robaba la gasolina (huachicol). Esta batalla se ha trasladado a las “altas” instancias de la paraestatal. Los involucrados no son los pistoleros comunes, o algunos pobladores de ciertas regiones que sobreviven con lo robado. Ahora la pelea es contra una parte de la burguesía y las familias “bien” del país. La orden de aprensión y el congelamiento de cuentas de Emilio Lozoya significa una batalla contra los peñanietistas (toda esta gentuza que estuvo al frente de las diferentes secretarías y que robaban con el permiso, y el respectivo moche a Peña Nieto).
Otro caso es el de Alfonzo Ancira, prestanombre de Carlos Salinas de Gortari, dueño de minas e inversionista en varias ramas de la producción, impulsor del sindicalismo charro al que se le vincula con asesinatos políticos. Este hombre es parte de la gran burguesía nacional y fue detenido en España. Al parecer la campaña contra la corrupción va a ir más lejos, ahora están saliendo noticias de que Medina Mora, ministro de la Suprema Corte, en 5 años hizo transferencias millonarias a Gran Bretaña por un monto de 2.7 millones de libras esterlinas sin ser declaradas a hacienda y de procedencia “misteriosa”. Recordemos que Eduardo Medina Mora fue el que blindo a EPN para que no se le investigara. Esto es solo la punta del iceberg.
Lo que queremos remarcar ahora es que esta es la primera confrontación seria entre el gobierno de AMLO y parte de la burguesía mexicana corrupta, esto no puede pasar desapercibido. Todo indica que esta situación se va a incrementar, no solo por la corrupción.
Ahora hay una orden de un juez para frenar la construcción del aeropuerto de Santa Lucia, el colectivo que impulsó la demanda se llama #NoMásDerroches y es patrocinada por Claudio X. González y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Además, según la información, Carlos Slim, Grupo GIA y Prodemex, de Olegario Vázquez Raña, también interpondrán demandas para frenar el aeropuerto de Santa Lucia y regresar al de Texcoco.
Hay una campaña desesperada en los medios de comunicación burgueses y en las redes sociales contra el gobierno, utilizan cualquier pretexto para exigirle que renuncie, le insultan, piden que le asesinen, etc. A esto no se le da mucha importancia ahora porque la burguesía está muy debilitada. Han organizado algunas marchas que hasta el momento han sido insignificante pero esto tenderá a ser más intenso conforme pasa el tiempo. Incluso AMLO ha reconocido, en una de sus mañaneras, que hay una polarización social.
Algunos podrán argumentar que esta pugna es inter-burguesa y que nada tiene que ver con la lucha de clases. Están equivocados quienes piensen así. Hemos visto, en más de una ocasión, como estas pugnas entre las diferentes alas de la burguesía, o de la burguesía con el gobierno, abren coyunturas donde las masas se pueden expresar de forma revolucionaria. Recordemos ¿cómo comienza la revolución mexicana? es una pugna entre Madero (que representaba a la nueva burguesía nacional) y Díaz (quien encabezaba el viejo régimen) lo que abrió el camino a la lucha revolucionaria algunos años más tarde.
Aunque podamos decir que el gobierno de AMLO es un gobierno capitalista, eso no quiere decir que no se vaya a enfrentar a una parte de la burguesía, para salvar y fortalecer a su estado capitalista. Hay una crisis en la burguesía que se expresa precisamente en este hecho. El gobierno de AMLO busca sacudirse el control económico de la burguesía –“separar el poder político del económico” – para tener la posibilidad de fortalecer el estado capitalista y mantener el régimen. Esto, a su vez, puede abrir una crisis revolucionaria. Además, hay otro factor totalmente desestabilizador: Trump.
El papel del imperialismo norteamericano
Algunos analistas dicen que las medidas que anunció Trump sobre la imposición de aranceles a todas las mercancías que se exporten de México a EEUU (comenzaría con el 5% hasta llegar a 25% en octubre) se debe a que las elecciones en EEUU están cerca y es una forma de galvanizar su apoyo. Otros más plantean que es parte de una guerra económica internacional y las medidas van encaminadas a que las empresas americanas que tienen inversiones en el país regresen a los Estados Unidos.
Las respuestas que ha dado AMLO a los twists de Trump han sido claros, planteando que no quiere ninguna confrontación y al mismo tiempo diciendo que él no es un cobarde y que no va a aceptar imposiciones. Políticos americanos han dicho que están en contra de esas medidas, también se ha manifestado en el mismo sentido parte de la burguesía americana que tiene inversiones en México.
Salió una comisión mexicana hacia los EEUU a negociar esta imposición imperialista, después de tres días de negociaciones se ha informado que ya hay acuerdo y que los aranceles no van. Esta es la forma en que Trump le gusta negociar, lanza un ataque y después pone sus peticiones sobre la mesa y consigue la mitad de lo que ha planteado.
Lo que hemos visto es que el gobierno mexicano ha comenzado a mover a la Guardia Nacional hacia la frontera sur del país para impedir que más migrantes centroamericanos sigan entrando a México para llegar a los Estados Unidos, también se ha detenido a dos activistas que defienden los derechos de los migrantes. Este ya es un primer triunfo de Trump, pero quiere más, está pidiendo que todos los migrantes que piden asilo en EEUU, mientras esperan la respuesta del gobierno americano, puedan estar en México. Quiere que el gobierno mexicano siga siendo su fiel guardián con respecto a migración, esto también ha sido aceptado. Además, no ha quitado el dedo del renglón, quiere que sí se apliquen aranceles a ciertas mercancías mexicanas para que con eso pueda financiar su muro. Parte de esto ya está realizado.
México es un país sometido al poder del imperialismo internacional, es una semi-colonia. Depende de las exportaciones e importaciones de EEUU. La inversión extranjera directa es uno de los recursos que tiene para la creación de empleo y el desarrollo de la industria. La burguesía mexicana tiene fuertes vínculos y, en la gran mayoría de los casos, está subordina al capital internacional. Este es el que controla el verdadero poder en México.
La única forma en que AMLO puede defender auténticamente la soberanía nacional es teniendo plena independencia económica de los EEUU y del capital internacional, cosa que ahora no tiene y no puede tener en los márgenes del capitalismo. El imperialismo ejerce un férreo control sobre cómo y qué se produce en México, debido a la división internacional del trabajo. El mitin convocado en Tijuana —frontera entre EEUU y México— es una respuesta política que muestra la debilidad del gobierno frente al imperialismo, pues en los hechos se ha aceptado todas las demandas, esto no se puede presentar como un triunfo. No se puede hablar de independencia nacional cuando no se tiene independencia económica.
Creemos que nuestro deber, en caso de una agresión económica imperialista, es estar del lado de los trabajadores, las mujeres y la juventud mexicana, apoyar críticamente al gobierno de AMLO si este defiende estos derechos; entendemos que la lógica de Andrés Manuel es aceptar el mal menor pero no estamos de acuerdo en respaldar medidas como el militarizar la frontera sur o la detención de activistas. Al mismo tiempo, no apoyamos los discursos de unidad nacional que plantean una unidad con la burguesía nacional para enfrentar al enemigo exterior. También hay un enemigo interno.
Ya lo vemos ahora, inmediatamente después de las imposiciones que ha planteado Trump, dirigentes políticos de los diferentes partidos de la burguesía y sobre todo algunos empresarios (toda esta pandilla que no ha tenido ningún problema de votar leyes para que el capital internacional y nacional penetre y saquee los recursos naturales, que paguen salarios miserables, etc.) ahora se posicionan a favor de la patria. Tenemos que decir que la burguesía nacional no tiene un partido fuerte que la pueda ayudar a dar una lucha contra AMLO, así lo demuestran las recientes elecciones donde particularmente el PRI demostró que está desfondado. Así que aprovechan la coyuntura para posicionarse a lado del gobierno y meter por la ventana su programa.
La unidad nacional tiene dos vertientes. La de los empresarios que cuando dicen “defender a la nación” quiere decir defender sus intereses y poder hacer negocios que a ellos los beneficien. La otra es la del pueblo, que entiende que la defensa de la patria significa luchar contra el imperialismo.
Si AMLO quisiera dar la lucha contra la subordinación económica del país, tendría que movilizar a los trabajadores y campesinos para expropiar a los grandes monopolios y ponerlos bajo control de los trabajadores, esto es lo que los marxistas defendemos. Nosotros creemos que dentro del capitalismo países dependientes como México no puede tener una auténtica soberanía nacional.
Construyamos una alternativa revolucionaria
Podemos estar de acuerdo en varios aspectos con la visión de nuestros amigos sectarios, que solo quieren ver algunos aspectos del gobierno de AMLO. Andrés Manuel, nos dicen, es un reformista y no quiere romper el capitalismo, solo quiere reforzar el estado capitalista. Sí, AMLO no es un socialista. Su Proyecto de Nación y el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 en ningún momento plantean la lucha por la revolución socialista ni la democracia obrera en los medios de producción, tampoco nos plantea la posibilidad de derribar el Estado capitalista y sustituirlo por un Estado proletario.
Por el contrario, Andrés Manuel dice claramente que el problema fundamental es la corrupción en las instancias de gobierno. Dice, además, que su tarea es fortalecer al Estado, salvarlo de su crisis y proyectarlo en términos económicos y políticos (una de las tareas que se ha planteado es recomponer el estado de derecho, es decir el Estado capitalista). Piensa que teniendo un Estado sin corrupción y manejado con rectitud se podrá mejorar las condiciones de vida de la gente. Lo que AMLO plantea es un programa de reformas, que el Estado pueda dar más a los sectores pobres y al mismo tiempo fortalecer al estado económica y políticamente, de tal forma que sea un referente moral y político para todos, que todos lo respeten y tengan confianza en él, dejando que los capitalistas sigan explotando a la gente en sus trabajos.
Sí nos preguntan a nosotros los marxistas si estamos de acuerdo con el programa general y el plan que plantea AMLO, podemos contestar que no. Sí estamos de acuerdo en que el Estado se tenga que adelgazar (pero sin atacar los derechos laborales) y se practique la austeridad republicana, que se creen universidades, se den becas y apoyos a adultos mayores, también estamos de acuerdo con que se luche contra la corrupción. Todo esto en tanto que son medidas progresistas, nosotros las apoyamos.
No estamos a favor de un capitalismo “con rostro humano”. Está idea es absurda porque al final de cuentas el capitalismo, sea más o menos democrático o más “justo”, se basa en la explotación del hombre por el hombre, tiende a ver un proceso de acumulación capitalista y al mismo tiempo una pobreza creciente.
Hay otra cosa importante, históricamente los marxistas no nos hemos opuesto a las reformas progresistas que ayuden a mejorar los niveles de vida de las familias de la clase obrera, ni a todas las medidas democráticas que ayuden a sacar conclusiones revolucionarias. En realidad, la única forma de preservar y llevar adelante todas estas reformas, y muchas más, es con la revolución socialista.
Libia se encuentra atrapada por la guerra civil. El general Haftar ha lanzado una ofensiva para echar al presidente Fayez al-Serraj y a su Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN), el cual es reconocido por la ONU.
La ofensiva comenzó el mismo día en que el secretario general de la ONU, António Guterres, llegó a Trípoli para garantizar una conferencia de reconciliación nacional, programada para el 14 de abril. Su visita fue inútil, tal como lo ha sido la ONU en Libia desde 2011.
En realidad, la ONU no ha tenido mayor impacto que el de ratificar los hechos consumados, esto es, los resultados en el campo de batalla.
Las hostilidades terminaron con un acuerdo frágil en diciembre de 2015, entre el Congreso General de la Nación (CGN), con base en Trípoli, encabezado por Al-Ghawil y apoyado por Turquía y Qatar; y la Cámara de Representantes libia con base en Tobruk, en la región oriental de Cirenaica. Esta última controlada por Jalifa Haftar, el “hombre fuerte” de Cirenaica – apoyado por Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y, detrás del escenario (aunque menos ahora), por Francia.
El acuerdo siempre ha sido un cascarón vacío, erigido sobre el terreno donde se producía el enfrentamiento entre facciones beligerantes. En realidad, la Cámara de Representantes de Tobruk nunca aceptó a Serraj como presidente legítimo.
Caudillos y occidente
Serraj es el presidente reconocido por la “comunidad internacional”. Pero esto no significa que represente a un gobierno democrático. No fue elegido por nadie. Era el candidato de compromiso entre varias milicias que controlan el país, y ha sido su rehén desde su llegada a Trípoli. Entre los caudillos que apoyan a este “campeón de la democracia” se encuentran todo tipo de dirigentes reaccionarios y fundamentalistas, incluyendo a salafistas de las poderosas milicias de Misrata. Pero, como en Siria, las democracias occidentales están siempre dispuestas a hacer la vista gorda siempre y cuando estos “luchadores por la libertad” sirvan a sus intereses.
Italia es uno de los principales defensores del gobierno de Serraj. Libia es una antigua colonia italiana y recientemente se ha convertido en el mayor punto de acceso para la mayoría de migrantes y refugiados que se dirigen a Europa (atracando en Italia). La Unión Europea ha dado 338 millones de euros a Libia para gestionar los flujos migratorios. Italia mandó 10 barcos patrulla y firmó un acuerdo para entrenar a la guardia costera libia que, de facto, está comandada por el gobierno italiano.
El acuerdo entre Serraj e Italia fue creación del gobierno del Partido Democrático, reforzado posteriormente por Salvini, ministro de interior del gobierno italiano.
Italia ha convertido Libia, o al menos Trípoli, en un enorme campo de concentración para migrantes. La ONU estima que hay alrededor de 700.000 refugiados en el país. Las torturas y los asesinatos ocurren cada día, pero, siempre y cuando estén fuera de vista, se ven pocas quejas en los medios de comunicación dominantes.
No obstante, también hay intereses económicos en juego. Las reservas de petróleo son las mayores de África y se encuentran entre las 10 más grandes del mundo. Eni (la principal compañía petrolífera y gasista italiana y la onceava del mundo), en colaboración con la compañía libia Noc, representa el 70% de la producción nacional libia. Libia representa el 15% de la producción total de Eni. Total, la compañía petrolífera francesa, duplicó su producción en los últimos tres años. Está basada principalmente en Cirenaica.
El imperialismo es el culpable
El punto de partida para comprender qué está sucediendo en Libia es que la guerra civil no es el mero producto de fundamentalistas o beduinos fanáticos, tal como sugieren varios medios, sino el reflejo de los enfrentamientos entre potencias imperialistas, a nivel regional e internacional, que luchan a través de terceros. Los imperialistas manejan a los actores en esta guerra civil como si se tratara de títeres. Pero en ocasiones, los títeres se rebelan contra sus titiriteros.
Serraj se ha mantenido en el poder gracias al apoyo de la “comunidad internacional”. Pero aparte de Qatar, Turquía e Italia, su principal padrino fueron los EEUU, que asistieron al gobierno de Trípoli en los ataques aéreos contra el Estado Islámico en 2016. Desde entonces, han sucedido importantes cambios en la política del imperialismo americano en el norte de África. En un encuentro entre Trump y el ex primer ministro italiano Gentiloni, Trump dijo: “No veo ninguna función para los EEUU en Libia”.
Tras el fracaso de los EEUU en Irak, la administración Trump cree que es mejor evitar la repetición del mismo error en Libia. Como consecuencia, era inevitable un cambio de política. Haftar es considerado ahora “un factor de estabilidad” en el país (según el Wall Street Journal). Solo unos días antes de los ataques de Haftar, el comandante del Mando África de los Estados Unidos (AFRICOM), Thomas Waldhauser, se reunió con Haftar. Fue el primer encuentro en dos años.
Pocas semanas antes, en la cumbre entre la UE y la Liga de Estados Árabes celebrada en Sharm el-Sheik, el presidente egipcio Sisi, uno de los principales apoyos de Haftar, fue nombrado “guardián” del sur del Mediterráneo y de Libia – para resguardar a Europa de la inmigración.
El 2 de febrero, Haftar se reunió con Mohammed bin Salman. Según el Wall Street Journal, “Arabia Saudí prometió decenas de millones de dólares para financiar la operación, según asesores superiores del gobierno Saudí.” (12 de abril de 2019).
El escenario estaba listo. Haftar inició la ofensiva en el sur del país y el Ejército Nacional Libio se hizo con el control de los campos petrolíferos de el-Sharara y el-Feel, los cuales producen conjuntamente cerca de 400.000 barriles por día. Ahora, el gobierno de Tobruk controla la mayoría de la producción de crudo libia. El siguiente paso era una ofensiva contra Trípoli.
Los medios occidentales estallaron en indignación. “¡Esto es un ataque contra la democracia!”, “¡Un dictador está conquistando Libia!”. Mientras tanto, nadie reparó que el contingente de fuerzas de los EEUU que apoyaba al gobierno de Trípoli fue “temporalmente trasladado” fuera del país el 7 de abril, precisamente en los días en que la lucha se intensificó.
El consejo de seguridad de la ONU no fue capaz de lanzar una moción para el cese de fuego, porque Rusia y los EEUU no se pusieron de acuerdo. Rusia no quiere condenar a Haftar, mientras que los EEUU están comprando tiempo para ver quien sale vencedor. Más tarde se ha revelado que Trump apoya de hecho a Haftar.
Entretanto, Trípoli ha roto relaciones diplomáticas con Francia: “El ministro de interiores Bashagha dijo que la suspensión de la cooperación con Francia incluye también programas de entrenamiento y otros acuerdos bilaterales, citando el apoyo francés al ‘criminal de guerra’ Jalifa Haftar.” (The Lybia Observer).
París negó inmediatamente ningún apoyo a Haftar, pero esto fue más bien una respuesta diplomática que una sincera.
Macron está profundamente preocupado por los eventos de Argelia, donde se está desarrollando una revolución y el régimen podría caer en cualquier momento. Él cree que Haftar puede ser un factor de estabilización en la región.
Cada potencia imperialista tiene su plan, pero que esos planes triunfen es otro asunto.
Una pesadilla creada por el capitalismo
La ofensiva de Haftar se ha estancado, Trípoli todavía no ha sido tomada.
Mientras tanto, en Trípoli, Serraj está manteniendo la apariencia de resistencia, aunque en realidad quienes están resistiendo son las milicias, algunas muy poderosas como la de Sabratha, que en la actualidad apoya al GAN. El gobierno de Serraj es extremadamente débil. Mañana mismo, estas mismas milicias podrían fácilmente decidir revocarlo si consideraran que ya no es de su utilidad.
La postura del imperialismo italiano (que está apostando todo por Serraj) es patética, y refleja el declive de la clase dominante italiana.
Como escribí Alberto Negri (unos de los expertos más serios en Italia sobre asuntos de Oriente Medio):
“Con la caída de Gadafi en 2011, Italia heredó su mayor derrota desde la Segunda Guerra Mundial, agraviada por el comportamiento del gobierno de entonces y los posteriores. El 3 de abril – cuando la ofensiva de Haftar había ya comenzado en el sur – el primer ministro Conte llegó a Qatar, donde se le sumó un entusiasta Salvini: el ministro se fotografió a si mismo con una metralleta en la feria armamentística, y retiró todas las acusaciones de fomentar el terrorismo hechas en el pasado en Doha. Los negocios son los negocios, pero no se gana una guerra con Qatar.”
Los verdaderos perdedores en la guerra civil libia son los millones de trabajadores ordinarios y sus familias que están sufriendo y muriendo, juntamente con los cientos de miles de refugiados provenientes de toda África.
El imperialismo pensó que todo estaba resuelto tras la caída y asesinato de Gadafi en 2011. El imperialismo británico y francés lo impulsaron, pensando que podrían arrasar y hacerse con el botín, como habían hecho en el pasado – pero esta vez no.
Italia siguió a los EEUU. Más tarde, Obama dijo que la intervención en Libia fue “el mayor error de [su] gobierno”. No porque se sintiera apenado por las víctimas civiles, sino porque fue arrastrado por otras potencias a las que estaba subordinado sobre el terreno.
El imperialismo creó una pesadilla viviente en el país. Ha desatado las contradicciones y fuerzas reaccionarias que habían permanecido dormidas durante décadas y que Gadafi, quien se negó a llevar la revolución Libia de 1969 hasta el final y abolir el capitalismo, no consiguió erradicar.
En los años 70 y 80, Libia era unos de los países más desarrollados de África. Se creó un importante estado del bienestar y el analfabetismo fue casi erradicado. La relativa independencia del régimen de Gadafi no podía ser tolerada por el imperialismo occidental, quien vio una oportunidad para deshacerse de él con el pretexto de la revolución árabe.
Mejor crear un infierno viviente que dejar en el poder a alguien sobre el que no ejercemos el control, fue la lógica de Washington, Londres y París. Esta fórmula se ha repetido en múltiples ocasiones, desde Afganistán a Irak y, en la última década, en Siria y Libia.
Es realmente imposible tener una perspectiva clara de los próximos acontecimientos en Libia. Hay demasiados factores involucrados, entre ellos la imprevisibilidad del comportamiento de las milicias y los caudillos.
Una cosa es segura: el imperialismo es el responsable y los marxistas deben empezar su análisis desde una posición de clase completamente independiente de cualquier potencia imperialista, y de sus instituciones –incluidas la ONU y la UE.
La llave para una solución en Libia no viene de la diplomacia, sino del ascenso de la lucha de clases en los países vecinos, como Argelia y Sudán. El triunfo de una revolución socialista en uno de esos países podría darle la vuelta completa a la situación, también en Libia.
El espectáculo de las celebraciones por la apertura de la nueva embajada de los EEUU en Jerusalén el lunes 14 de mayo contrastó marcadamente con el derramamiento de sangre en Gaza, donde el mismo día fueron asesinados 59 manifestantes palestinos y más de 2.700 heridos por francotiradores israelíes. Como dijimos en un artículo anterior, el movimiento de resistencia masiva de los palestinos en Gaza por el derecho al retorno de los refugiados palestinos de 1948 y contra el bloqueo de 12 años por parte de Israel ha ido creciendo, a pesar de la represión más dura del ejército israelí.
La decisión de Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos desde Tel-Aviv y reconocer a Jerusalén como la capital de Israel ha radicalizado aún más el movimiento. Fue una provocación consciente contra las demandas centrales de la lucha nacional palestina. La fecha también fue deliberadamente elegida para coincidir con la celebración del 70 aniversario de la proclamación del Estado de Israel en 1948, que precipitó la expulsión forzosa de sus hogares de más de 700.000 palestinos, una fecha recordada por los palestinos como la Nakba (catástrofe).
Jared Kushner e Ivanka Trump (que presidían la celebración como representantes principales de la Casa Blanca) fueron fotografiados sonriendo junto con Netanyahu y la crema y nata de la clase dominante israelí, dejando muy clara la posición del gobierno de los EEUU. La observación de Jared Kushner de que “los provocadores de violencia son parte del problema y no parte de la solución”, mientras que decenas de manifestantes pacíficos eran asesinados en Gaza, es sólo otra muestra de la apestosa hipocresía que se ha convertido en una marca registrada de la diplomacia del imperialismo estadounidense.
La escala de asesinatos y mutilaciones por sí sola desgarra la imagen presentada por el gobierno israelí, y alcanzó un eco temerario por la actitud de los gobiernos de los Estados Unidos y del Reino Unido y los medios internacionales. Es decir, estas muertes fueron el resultado de la agresión palestina y de los intentos de violar la frontera, orquestados por Hamas: la fuerza siniestra que cínicamente hace pasar a un ejército de terroristas bajo la apariencia de una protesta pacífica.
El uso de la fuerza letal por los francotiradores israelíes, de acuerdo con la propaganda del gobierno israelí, sería una “respuesta medida” a una amenaza fundamental a la existencia misma de Israel. El verdadero compromiso del gobierno israelí con los derechos humanos elementales quedó de manifiesto por el infame comentario del ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, quien dijo que no había ningún pueblo “inocente” en Gaza.
Sin embargo, el día más sangriento desde el ataque israelí de 2014 contra Gaza cuenta otra historia.
El carácter relativamente pacífico de las protestas, frente a la sangrienta represión, es un testamento de una renovada voluntad de llevar a cabo la resistencia en masa, como la única forma de socavar la ocupación efectiva israelí de Gaza y Cisjordania.
No hubo ninguna amenaza seria de que los manifestantes pudieran traspasar la frontera durante el último mes de protestas, ni podría haberla habido. La frontera de Gaza se ha construido con las tecnologías más avanzadas y está constantemente monitoreada y defendida por una fuerza militar abrumadora. Las imágenes y los vídeos han mostrado las protestas pacíficas de las familias con barbacoas y picnics a lo largo de la frontera que se convirtieron en una matanza por una lluvia de fuego y gas lacrimógeno. Lo que se puede ver claramente es que los jóvenes palestinos desafían el armamento más avanzado, en manos de francotiradores entrenados, volando cometas a través de vallas de alambre de púas, intentando desviar los botes de gases lacrimógenos con raquetas de tenis, o simplemente mostrando que no serán intimidados por las balas, incluso a riesgo de sus propias vidas.
Lo que ha quedado cada vez más evidente para cualquiera que no tenga un interés personal en difundir la propaganda del Estado israelí, es un creciente desafío heroico por parte de la juventud palestina contra las condiciones intolerables que se le ha impuesto. Día tras día, las protestas a lo largo de la frontera durante el último mes han sido pacíficas, a pesar de la respuesta letal del ejército israelí. No hay víctimas entre ciudadanos o soldados israelíes, mientras que la cifra de muertos entre la población de Gaza desde el 30 de marzo supera ampliamente los 100 (y sigue creciendo) y más de 12.000 personas han sido gravemente heridas con munición real o botes de gases lacrimógenos lanzados contra manifestantes pacíficos.
Los ataques a periodistas o fotógrafos que documentan la masacre y denuncian el uso sistemático de balas explosivas, con el objetivo de maximizar las heridas infligidas, sin mencionar los disparos contra doctores y personal de ambulancias que intentan ayudar a los heridos con chalecos visibles, hablan por sí mismos.
La crisis de la dirección palestina y la “solución de los dos estados”
Cientos de miles de palestinos están llegando a la conclusión amarga, después de décadas de negociaciones y promesas desperdiciadas por las diferentes facciones de los líderes palestinos, de que sólo un movimiento de resistencia de masas puede hacer avanzar sus demandas. Este estado de ánimo es particularmente fuerte entre los jóvenes, cuyo futuro está siendo negado en sus condiciones actuales, intolerablemente opresivas.
La Autoridad Palestina, bajo el liderazgo de Abbas y Fatah, ha demostrado en las últimas dos décadas, sin lugar a dudas, que la pretensión de construir un Estado palestino independiente bajo el patrocinio imperialista de los Acuerdos de Oslo y Madrid (que dejó en manos de la clase dominante israelí todos los hilos del control estratégico sobre la economía), era sólo una utopía reaccionaria.
La mezcla de corrupción endémica por parte de la élite palestina y su compromiso de colaboración con el Estado israelí para vigilar al pueblo palestino (la cooperación de seguridad con Israel, que Abbas ha calificado previamente como “sagrada”), junto con un estrangulamiento económico lento y el apoyo israelí incesante a la apropiación de tierras y a los asentamientos judíos ilegales en Cisjordania, han desacreditado por completo las políticas de Fatah, junto con la autoridad moral y política de sus líderes.
Por otro lado, está claro que Hamas está implicada en un juego destinado a resucitar su apoyo decreciente mediante la presentación de una postura aparentemente desafiante contra Israel, una táctica que ha aplicado muchas veces en el pasado. Pero las continuas protestas masivas en la frontera de Gaza reflejan una situación diferente, que no está en absoluto bajo el control de Hamas. Existe una creciente comprensión de que la táctica utilizada por los líderes de Hamas de involucrarse en una batalla militar asimétrica contra las abrumadoras fuerzas israelíes sólo ha empeorado las cosas, y sólo la resistencia masiva puede romper el bloqueo de 12 años de Gaza.
Tanto Fatah como Hamas han llevado a la lucha de liberación palestina a un callejón sin salida. La resistencia masiva de decenas de miles de hombres, mujeres y jóvenes palestinos está exponiendo la brutalidad de la opresión a la que están sometidos por parte del Estado israelí. También está abriendo una nueva perspectiva para la lucha del pueblo palestino frente a enormes obstáculos. Merece la plena solidaridad del movimiento obrero internacional.
Donald Trump anunció el envío de tropas de la Guardia Nacional a la frontera con México. El detonante de este conflicto es la caravana migrante que año con año se realiza para transitar por México y llegar a la frontera con EEUU. Trump exigió al gobierno de Peña Nieto disolver esta manifestación para días después decretar el envío de las tropas argumentando que es un tema de seguridad nacional. México se encuentra en el inicio del proceso electoral donde la burguesía temerosa intenta frenar el paso a un gobierno encabezado por López Obrador. El gobierno priísta de Enrique Peña Nieto ha aprovechado este ataque del gobierno del vecino del norte para fomentar la unidad nacional. Esto es en realidad un intento desesperado de salir de su profundo desprestigio, dejando de lado su retórica “en defensa de la nación”, la práctica del actual gobierno es de completo servilismo al imperialismo.
El problema migratorio
Cuando el capitalismo se enfrenta a problemas económicos serios, la burguesía suele culpar a los migrantes de la falta de empleo y otros problemas sociales. Trump ha desarrollado un fuerte discurso xenofóbico antimexicano en su visión racista por “hacer de los Estados Unidos de América nuevamente un país grande”.
La migración es un problema complejo. El imperialismo estadounidense ha sometido a Latinoamérica y se ha convertido en un freno que impide su desarrollo a la vez que la saquea. Las deudas externas no son más que una expresión de ese sometimiento pues mantienen atados a estos países económica y políticamente. Los platos rotos los pagan las masas de obreros y campesinos de nuestros países con condiciones miserables. Durante los años 80 la migración centroamericana se potenció con el desarrollo de los conflictos armados, provocados en última instancia por la situación de miseria al que el imperialismo llevó a las masas. Economías centroamericanas enteras son dependientes del envío de remesas, que en su mayoría las familias utilizan para el completar el consumo doméstico básico.
Al terminar las guerras vino una fuerte ofensiva contra las conquistas de los trabajadores y la situación económica empeoró. La violencia se generalizó al grado de llegar a niveles homicidas similares a los de un país en guerra. El caso de El Salvador es muy ilustrativo. Durante la década de los 80 (años del conflicto armado) salieron del país 127,450 salvadoreños (Ver emigración y Remesas, Equipo Maíz) según datos del PNUD del año 1998 al 2005 (prácticamente el periodo de gobierno de Francisco Flores) hubo más migración que en casi 5 décadas atrás. Las recomendaciones económicas de los organismos financieros imperialistas a los países ex coloniales han acelerado el fenómeno migratorio.
México en todo este proceso ha vivido un proceso similar al de Centroamérica, profundizándose la pobreza , la violencia y aumentando el sector de gente que busca una vida mejor del otro lado del Rio Bravo. Existe una descomposición social que se ha expresado en el desarrollo del crimen organizado que coopta todo negocio ilegal y desarrolla una economía de barbarie. Hay un negocio de secuestros para pedir rescates o matar en el acto a los indefensos migrantes, el negocio se extiende a las áreas de prostitución, pornografía, venta de órganos humanos… Todo esto en complicidad con estructuras policiacas y Estatales en muy diversos niveles. Sumado a eso hay otros peligros como asaltos; violaciones (7 de cada 10 mujeres centroamericanas sufre de abuso sexual en su paso por México); la mutilación por caerse del tren, de la bestia, o incluso la muerte por accidente o en las manos del crimen organizado. Si la gente sigue saliendo de sus países es porque en Centroamérica la vida vale poco y el hambre golpea duro.
En oposición a esa criminalidad y corrupción se da todo un movimiento de solidaridad con casas e protección a migrantes, mujeres como Las Patronas que les alimentan en el camino o gente cualquiera que brinda una ayuda. De ese movimiento solidario surgieron las caravanas. Son miles de migrantes que transitan a diario sobre México. El hacer una caravana organizada y pública en el pasado daba cobertura que permitía protección contra el crimen organizado, permitía a madres buscar a sus hijos desaparecidos y hacer denuncias y exigir derechos para este vulnerable sector.
Este año la caravana estaba compuesta en su mayoría por hondureños, muy significativo dato al saber que este país sufrió recientemente un escandaloso fraude electoral que fue apoyado por Donald Trump y una lucha revolucionaria en oposición a este. Las presiones del presidente estadounidense tuvieron un efecto en la caravana migrante que se debilitó y decidió sólo llegar a la Ciudad de México donde está pidiendo apoyo de la sociedad.
Trump ha hecho toda una serie de declaraciones intolerables, dice que las violaciones sexuales a mujeres han incrementado en Estados Unidos y eso es culpa de los mexicanos. Señaló:
“Cuando México envía a su gente, no están enviando a los mejores. Envían drogas, traen crimen, son violadores. Y algunos, asumo, que son buena gente”.
El problema del tráfico de drogas se incrementó en México después de 2006 por una política consciente del imperialismo, después de la entrada del débil gobierno de Felipe Calderón, para militarizar al país haciendo frente al movimiento revolucionario de las masas. El imperialismo impulsó medidas como el la llamada Rápido y Furioso que significó el envío masivo de armas a México que terminaron en manos del crimen organizado.
Son las políticas imperialistas las que incrementan la violencia, la pobreza y el número de migrantes. En esencia lo que vemos es una expresión de un sistema incapaz de solucionar los problemas más básicos de los trabajadores a nivel internacional.
Las declaraciones de Donald Trump
El presidente estadounidense está impulsando medidas proteccionistas y ha iniciado una guerra comercial con China que puede tener consecuencias catastróficas para la economía mundial. Está obsesionado con cerrar el paso a los migrantes, lanzó como un tema central de campaña la construcción de un muro en su frontera sur, pero no ha conseguido que las cámaras aprueben el presupuesto para construirlo. En este contexto lanzó su ofensiva contra la caravana migrante que ha llevado a esta crisis.
México tiene tradiciones antiimperialistas muy fuertes. La lucha del pueblo mexicano durante la intervención francesa del siglo XIX expulsó a los monárquicos franceses de Napoleón tercero y se fusiló al emperador Maximiliano de Hambsburgo. Antes de ello los imperialistas norteamericanos intentaron adueñarse del territorio nacional. La cobardía y servilismo de los gobernantes llevaron a la perdida de la mitad del territorio nacional pero el pueblo mexicano insurrecto no permitió a los imperialistas cumplir su cometido. Les expulsaron e incluso usaron como banderas los calzoncillos de las tropas invasoras como trofeos de guerra.
El imperialismo sabe de ese antiimperialismo y Trump mismo tuvo que moderar sus acciones, amenazando primeramente con enviar a soldados regulares para decir ahora que mandará a la guardia nacional, conformada por voluntarios. Esta medida no deja de ser una amenaza latente que debe ser respondida contundentemente.
Peña Nieto hizo un discurso bastante duro en un mensaje a la nación transmitido a nivel nacional que fue respaldado y alabado por las cámaras empresariales. En este le dijo a Trump:
“Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos. No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones”.
Pero en todo momento deja en claro su disposición al diálogo y a negociar y no toma ninguna medida práctica de consideración, ni siquiera en el terreno diplomático. ¿Cuál ha sido el real actuar del gobierno de Peña Nieto?.
Al tomar posesión, Donald Trump, lanzó fuertes declaraciones contra los mexicanos, el gobierno de Peña Nieto hizo declaraciones en oposición para después entablar negociaciones y ser los más entusiastas impulsores de la política internacional del imperialismo. El canciller mexicano, Luis Videgaray, fue el más rabioso opositor al gobierno de Venezuela en diversas reuniones internacionales, siguiendo la política del gobierno estadounidense. Este es un ejemplo claro del real actuar de Peña Nieto. ¿Qué más podríamos esperar? La política exterior no es más que la continuación de la política interior. Hacer declaraciones no cuesta nada.
¿Unidad nacional?
El régimen está tratando de aprovechar políticamente la actual situación. Peña Nieto en su mensaje dijo:
“Los mexicanos podemos tener diferencias entre nosotros, y más aún en tiempos de elecciones, pero estaremos siempre unidos en la defensa de la dignidad y la soberanía de nuestro país”.
Paso seguido alabó que el senado se pronunciara por unanimidad contra las expresiones ofensivas contra los mexicanos y citó a cada uno de los cuatro candidatos presidenciales, diciendo que él como presidente de todos los mexicanos está de acuerdo con ellos.
Esa banda de corruptos y explotadores, que nos gobierna, nos ataca cada día y son los culpables de que la gente salga del país buscando una vida mejor. La realidad es que el pueblo está cansado y quiere un cambio. Éste es el gobierno más desacreditado de la historia reciente de México y el candidato del PRI está en un lejano tercer lugar y no ven la forma de que repunte. Peña Nieto quiere desviar la atención de los problemas fundamentales poniendo supuestamente a la nación por encima de todo. No es casualidad que los principales candidatos de la burguesía, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, se sumen a ese llamado de unidad nacional. Esta situación no elimina las fuertes contradicciones de clase existentes en nuestro país, no puede existir “unidad nacional” con los explotadores y opresores del pueblo mexicano.
López Obrador y el gobierno estadounidense
Un gobierno que verdaderamente se opusiera a la política de Trump primeramente tomaría medidas de protección a los migrantes y no secundaría la presión de disolver acciones como la caravana. Se debería dar asilo a los miembros de la caravana y garantizar su seguridad y respeto a sus derechos humanos en su tránsito por México. Pero el gobierno de Peña Nieto es el policía del imperialismo que cuida la frontera grande para intentar frenar o disminuir el paso de migrantes.
Las primeras declaraciones que López Obrador dio señalaban su intención de hacer entender al presidente estadounidense que los mexicanos somos gente de bien y trabajadores, no delincuentes. Pero la política anti migratoria es una necesidad el imperialismo. Trump le pone su reaccionario sello particular pero no podemos olvidar que Barack Obama es el presidente que más deportaciones de migrantes ha realizado. No es un caso de buenas intenciones o malos entendidos. Son necesarios cambios profundos que eviten que este problema se desarrolle, que si alguien quiere vivir en otro lado no sea por necesidad, no sea criminalizado por ello y tenga oportunidades de vida digna. Estos cambios solo se pueden dar en una franca oposición al imperialismo.
Ante la amenaza de movilización de tropas estadounidenses a la frontera, AMLO ha girado un poco a la izquierda diciendo que si se concreta convocaría a movilizaciones pacíficas y se plantaría en la frontera. Son correctos esos llamados a la movilización. El problema que se vive no puede esperar a medidas de gobierno a futuro, se necesita protección de la caravana que ha sido acosada donde hay migrantes que necesitan una vida mejor. AMLO debería llamar a sumarse a acciones en la Ciudad de México con la caravana migrante, a reanudar la misma y ser recibida y protegida por la población en su paso por el país y hacer una gran manifestación en la frontera exigiendo asilo político, que si no se concede debe ser otorgado con todas sus garantías por el gobierno mexicano. Se podría convertir esta amenaza de Trump en manifestaciones de masas contra este gobierno reaccionario y su lacayo Peña Nieto.
Independientemente de lo que diga AMLO es deber de las organizaciones de los trabajadores y jóvenes apoyar la lucha y la caravana de los migrantes que han decidido por el momento permanecer en la Ciudad de México a donde ya han arribado y donde realizarán acciones.
Por una política antiimperialista y anticapitalista
Es claro que lo que busca el gobierno de Peña es restablecer el buen trato y la negociación con el gobierno de Trump con quien se tiene en la mira la renegociación del Tratado de Libre Comercio. Este es un tema de interés y preocupación de la burguesía nacional.
No le conviene al imperialismo generar un conflicto en México con el peligro de desatar fuerzas subterráneas contenidas en el pueblo trabajador que amenazan con desbordarse. Se presionará a Trump para desactivar este conflicto, aunque sus arrebatos y el papel que individualmente le pone a la situación estará sobre la mesa.
Lo que queda claro es que para el gobierno de Donald Trump México es un país despreciable y continuará con sus políticas antimigratorias. Ya ha tomado acciones como quitar la protección que tenían un grupo considerable de migrantes centroamericanos y caribeños y podría tomar en el futuro acciones concretas contra el DACA, por ejemplo.
La guerra comercial que ha iniciado contra China, habla que Trump está dispuesto a pasar de las palabras a las acciones. La aplicación de medidas proteccionistas contra la economía mexicana están sobre la mesa. Ya vimos la cancelación de la construcción en México de una enorme armadora de autos de la Ford bajo la presión de Trump, ya impusó aranceles a lavadoras y paneles solares y puede tomar medidas similares a productos agrícolas mexicanos o manufacturados. La perspectiva económica no es de bonanza y México puede pagar duras consecuencias desestabilizando e incluso llevando a la economía a una recesión abierta con sus consiguientes efectos sociales.
Sea quien sea quien quede como presidente le tocará un panorama económico desfavorable. Sabemos que el PRI y el PAN querrán cargar la crisis sobre la espalda de los trabajadores pero un gobierno de izquierda, que realmente se posicione a favor de los intereses del pueblo trabajador, sólo tendrá un camino para ser consecuente: luchar frontalmente contra el imperialismo y el sistema capitalista, raíz de estas convulsiones y males que padecemos.
El domingo 18 de marzo, la máquina de guerra turca, con el apoyo de las llamadas tropas rebeldes sirias, tomó el control de la ciudad de Afrín, de mayoría kurda, en el noreste de Siria. Por supuesto, mientras los medios de comunicación occidentales estaban ocupados condenando la ofensiva del régimen de Assad contra las fuerzas islamistas en Ghouta, un suburbio de Damasco, no prestaron atención alguna a la brutal embestida contra los kurdos, que nunca han atacado a Turquía.
En un discurso horas después de la caída de Afrín, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo: “los símbolos de paz y seguridad ahora ondean en el centro de la ciudad de Afrín, no en los trapos de la organización terrorista. La mayoría de los terroristas huyeron con el rabo entre las piernas. Nuestras unidades especiales y miembros del Ejército Sirio Libre están limpiando los restos de sus fuerzas y las trampas que dejaron atrás”.
Las horas y días transcurridos desde la caída de Afrín han demostrado sin lugar a dudas que no hay nada de pacífico en las fuerzas de ocupación que ahora controlan la ciudad. Las imágenes procedentes de Afrín después de la retirada de las fuerzas armadas kurdas muestran a soldados ondeando banderas turcas en edificios y rebeldes derribando una estatua del mítico héroe revolucionario kurdo, Kawa Haddad. Pero más importante que la destrucción de los símbolos de la lucha kurda, que es donde han puesto el foco la mayoría de los medios de comunicación occidentales, ha sido el terror que se ha desatado contra la población civil.
Los testigos que huyen de la ciudad también han denunciado el arresto de civiles y la venganza contra las mujeres que no llevan el velo. Muchos de los vídeos que circulan en las redes sociales han mostrado a las fuerzas respaldadas por Turquía golpeando a civiles y llamándolos ‘cerdos’ o cosas peores. También se han emitido videos similares con milicianos golpeando y mutilando cadáveres de soldados kurdos, insultándolos de forma degradante y cantando ‘Allahu Akbar’. Tras la caída de Afrín, hubo innumerables fotos de mercenarios respaldados por los turcos, irrumpiendo en tiendas y casas arramplando con comida, equipo, mantas y todo lo que pudieron saquear mientras posaban orgullosamente para las cámaras con el saludo yihadista del dedo único. Es un testimonio de los estándares profesionales de la prensa occidental ‘libre’, que presenta las imágenes de estos locos salafistas y yihadistas como ‘rebeldes sirios amantes de la libertad’.
La verdad es que el Ejército Sirio Libre ha albergado durante mucho tiempo toda una lista de milicias reaccionarias e islamistas. Las fuerzas mercenarias que ahora luchan para Turquía no son diferentes. Incluyen una variedad de elementos yihadistas, incluidos los veteranos de ISIS y al-Qaeda, que han sido reclutados particularmente por el ejército aliado de Turquía y que ahora está haciendo parte del trabajo sucio en Afrín. Por supuesto, están respaldados por tanques, combatientes, helicópteros y brigadas nacionalistas semi-fascistas turcas reclutadas dentro de la propia Turquía. Esta banda de hermanos “pacíficos” ha bombardeado indiscriminadamente (incluidas las bombas de napalm) a civiles kurdos indefensos: sus hogares, sus carreteras e, incluso, a los convoyes de ayuda que transportan alimentos y medicinas.
Sin embargo, la prensa occidental reprodujo fielmente la narrativa turca, con alguna que otra tímida reserva. Las acciones de las potencias occidentales contrastan fuertemente con el tono y el llanto que levantaron al mismo tiempo contra la ofensiva del régimen de Assad contra Ghouta Oriental, un suburbio de Damasco controlado por las fuerzas islamistas más reaccionarias que bombardearon Damasco de forma regular e indiscriminada.
Cuando fue preguntado acerca de la ofensiva de Afrín, todo lo que un alto funcionario estadounidense se atrevió a decir fue:
“Esperamos que la operación en Afrín termine rápidamente y hemos dicho que sabemos que Turquía hace todo lo posible para limitar las bajas civiles. No tenemos ninguna duda sobre los esfuerzos que se realizan en este sentido”.
Es decir, Estados Unidos espera una victoria rápida para Turquía, y no para los kurdos, con quienes supuestamente están aliados. A lo largo de la ofensiva, los funcionarios estadounidenses cínicamente han dejado claro que no apoyarían a los kurdos en Afrín, porque Afrín no tiene ningún propósito estratégico para Estados Unidos. El ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, llegó incluso a insistir en que “Turquía tiene derecho a querer mantener sus fronteras seguras”. Mientras tanto, Alemania ha seguido suministrando armamento avanzado a Turquía. Mientras que algunos en occidente derraman lágrimas de cocodrilo por el saqueo cometido por los bárbaros islamistas, no hay ninguna duda de que el imperialismo occidental ha respaldado plenamente la agresión turca.
A pesar de todos sus comentarios sobre la derrota del fundamentalismo islámico, las potencias occidentales, junto con sus aliados del Golfo, han sido los mayores patrocinadores de yihadistas e, incluso ahora, están apoyando a este ejército mercenario de antiguas fuerzas de ISIS y Al-Qaeda contra la única fuerza eficiente que combate al ISIS sobre el terreno.
Rusia, por otro lado, no se comporta de manera diferente a los imperialistas occidentales y preparó la ofensiva al sacar a todos sus “pacificadores” de Afrín y abrir el espacio aéreo sirio para que Turquía lo utilizara, mientras que Irán y el régimen de Assad aceptaban a regañadientes la ofensiva. Por un lado, Rusia está utilizando a Turquía contra EEUU, pero tampoco quiere permitir que su aliado Irán se vuelva demasiado fuerte sobre el terreno en Siria. Al no tener una fuerza de tierra importante en Siria, Rusia desea equilibrar otras potencias entre sí para poder asumir su propio peso y preservar sus propios intereses.
Las fuerzas apoyadas por Irán enviaron una fuerza simbólica compuesta por unos centenares de milicianos chiítas a Afrín para luchar con los kurdos, pero si bien Irán quiere impedir que Erdogan se haga con el poder en Siria, el régimen iraní también ve la independencia kurda como una amenaza que podría inspirar a los kurdos iraníes en una etapa posterior. Irán y Turquía están intentando dividir en pedazos a la zona occidental siria para dominarla como sus propios feudos en el periodo de posguerra. No hay espacio para una entidad kurda independiente en esta ecuación.
En cuanto a Assad, en esta etapa es el prisionero de sus aliados y tiene poco que decir en estos asuntos. Sin embargo, está feliz de ver un movimiento kurdo debilitado, al que podría verse obligado a ceder algún tipo de independencia ante algún tipo de unificación siria en el futuro. Si bien permitió que algunos combatientes kurdos cruzaran desde las áreas kurdas orientales hacia Afrín, esto se controló estrictamente y a cambio de que los kurdos cedieran un importante vecindario de la ciudad de Alepo a las fuerzas del régimen.
Al final, por mucho que todos estos poderes luchen entre sí, un interés común de clase los lleva a aplastar al movimiento kurdo, junto con todos sus logros democráticos, que socavan sus propios planes de gobernar la región. Usar los elementos yihadistas más reaccionarios, por supuesto, no es un problema (para ninguno de los bandos), mientras se mantengan los estrechos intereses de las clases dominantes.
Erdogan no oculta su deseo de aplastar las zonas que actualmente ocupan los kurdos en Siria. Para él, cualquier intento de independencia es una amenaza que podría extenderse a las áreas kurdas en Turquía, donde viven millones de kurdos oprimidos. El movimiento kurdo, en la forma del Partido Democrático del Pueblo (HDP) también se convirtió en un punto focal clave de las primeras etapas de la creciente lucha de clases en Turquía. Ayudado por la patética y leal oposición del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Erdogan logró azotar una histeria nacionalista extrema anti-kurda y, de ese modo, movilizar a las capas más reaccionarias de la sociedad turca. En este contexto, y con una pérdida de apoyo en los distritos electorales tradicionales, como se demostró tras el referéndum constitucional del año pasado, la ofensiva de Afrín es un elemento clave para asegurar a Erdogan y su partido (AKP) una victoria en las próximas elecciones parlamentarias.
Relacionado con todo esto, la ofensiva de Afrín es parte del plan de Erdogan para asegurarse de que la parte norte de Siria sea la puerta de entrada para extender aún más la influencia turca en Oriente Medio. Una vez que haya tenido lugar el desmantelamiento militar de Afrín, no hay duda de que Turquía, fiel a las tradiciones otomanas, intentará reubicar a cientos de miles de refugiados árabes sirios en Afrín para limpiar étnicamente su composición kurda y crear un protectorado árabe sunita, que podría servir como una puerta de entrada para difundir su influencia a través de Siria y más allá.
Después de Afrín, el objetivo inmediato de Erdogan es asegurar la ciudad de Manbij, algo en lo que Estados Unidos está dispuesto a cooperar, según los turcos. Lo siguiente en la lista es cristalizar un plan similar para las áreas kurdas al este del río Éufrates, así como para el Monte Sinjar en el norte de Irán. Todo esto formará un trampolín para los sueños neo-otomanos del AKP de dominar las ciudades de Alepo, Mosul, Erbil y Kirkuk en el futuro.
Estados Unidos, en principio, no se opone a los planes de Turquía. El imperialismo usa las fuerzas kurdas como una moneda de cambio para el futuro para mantener su posición dominante en Oriente Medio. La administración de los Estados Unidos se ha esforzado por explicar que la alianza con los kurdos es meramente temporal. Al final, Turquía, con su posición clave en la OTAN y siendo la mayor potencia industrial en Oriente Medio, es mucho más importante para el capitalismo estadounidense que los destinos del pueblo kurdo. El hecho de que algunos medios de comunicación occidentales hayan despertado repentinamente a (¡algunas!) de las atrocidades de los “rebeldes” en Afrín, ¡a posteriori! – no es más que su manera cínica de utilizar la difícil situación de los kurdos como un medio para obtener concesiones de Turquía para ellos mismos.
Al estar rodeados por todos lados y sin que nadie acudiera en su ayuda, los líderes kurdos decidieron retirarse de Afrín para mantener sus fuerzas. Han anunciado una nueva etapa de guerrilla luchando contra las fuerzas de ocupación. Desde un punto de vista puramente militar y ante un enfrentamiento directo con el conjunto total de las fuerzas armadas turcas y las bandas yihadistas, ésta parece ser su única opción. Esto prueba sin lugar a dudas que los kurdos no pueden confiar en ninguna de las principales potencias que deambulan por la región. Como hemos señalado en muchas ocasiones, las naciones “pequeñas” representan una moneda de cambio muy pequeña en los juegos y las luchas entre las principales potencias. Una vez que terminan de usarlas, no tienen reparos en aplastarlas o permitir que otros lo hagan.
Por otro lado, los kurdos tienen muchos aliados en los trabajadores y jóvenes oprimidos en toda la región. La Revolución de Rojava surgió como parte de la Revolución siria inicial y solo tuvo éxito gracias a sus métodos revolucionarios y democráticos, que atrajeron a amplias capas de trabajadores y pobres de la región. Eso muestra el camino a seguir para la lucha de liberación kurda.
En Irán, donde las masas están comenzando a moverse en un camino revolucionario, la ruta está abierta para que el Movimiento Kurdo forme un frente unido con las masas iraníes contra el régimen mullah en el próximo período. Del mismo modo, en Iraq, existe un gran potencial para un movimiento radical de izquierda con un claro programa de liberación de los kurdos para desarrollarse y expandirse. Primero, entre los propios kurdos, que odian al régimen traidor semi-tribal de Barzani y Talebani casi tanto como al gobierno central. Y, en segundo lugar, también entre los trabajadores y jóvenes iraquíes, que no ven futuro en la red de sectarios y gánsteres corruptos que actualmente ejercen el poder en Bagdad.
En Turquía, el movimiento kurdo saltó a la fama al presentarse como una fuerza radical y antisistema, no solo para los kurdos, sino también a nivel de clase por encima de las fronteras nacionales. Con el declive de la economía turca, la intensificación de la lucha de clases y la continua erosión del gobierno de Erdogan, el próximo período verá más oportunidades para apelar a la clase trabajadora turca contra sus propios opresores.
Si bien las tácticas de guerrilla pueden ser necesarias en algunas circunstancias, esto sólo puede servir como un método auxiliar para la lucha unificada de clases. El principal pilar de dominio de Erdogan en esta etapa es su habilidad para provocar la histeria nacionalista. Ayudado por la llamada oposición en Turquía, está superando la lucha de clases y atrayendo a una parte de la clase trabajadora turca que lo respalda. La tarea de todos los revolucionarios que luchan contra la clase dominante turca debe ser romper esta alianza artificial, que no sólo apunta a reprimir a los kurdos, sino también a la clase trabajadora turca, que en nombre de la seguridad nacional y la “unidad”, está viendo su propias condiciones socavadas por los capitalistas turcos.
Respaldamos de todo corazón la lucha del pueblo kurdo por el derecho a vivir libremente de acuerdo con sus propios deseos y a tener su propia patria. Su lucha es la misma que la de todos los trabajadores y jóvenes contra la clase capitalista en todo el mundo. Las mismas personas que están imponiendo austeridad y atacando los niveles de vida de la gran mayoría, y que al mismo tiempo están acumulando inmensas riquezas para sí mismas, son cómplices en destruir la vida civilizada en Oriente Medio y también en atacar las justas demandas de los kurdos de decidir su propio destino. La única solución es retomar la lucha contra la clase dominante y el sistema capitalista al que representa.
Después de todo el alboroto, la ruidosa propaganda y las maniobras en Naciones Unidas, el llamado alto al fuego sirio se ha derrumbado de manera repentina, vergonzosa e irrevocable. En realidad, era un aborto que estaba muerto incluso antes de que naciera.
“La guerra es el padre y rey de todos, ha creado dioses y hombres, a algunos los hace esclavos, a otros libres”. (Heráclito)
“Y curan la herida de mi pueblo, pero sólo por encima, diciendo: “paz, paz”, pero no hay paz”(Jeremías 6:14)
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad una resolución que exigía un alto el fuego de 30 días en Siria para permitir entregas de ayuda y evacuaciones médicas. Se suponía que esto proporcionaría ayuda humanitaria a la gente de Ghouta oriental, un enclave cercano a Damasco que ha estado controlado durante un tiempo por fuerzas hostiles al presidente Assad y ha sido bombardeado por las fuerzas gubernamentales durante la última semana.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que la situación en el este de Ghouta es como “el infierno en la Tierra”. Es cierto. Pero el conjunto del país podría encajar con esa descripción. Siria ha quedado devastada tras seis años de guerra. Su territorio ha sido el campo de batalla para las acciones de potencias extranjeras rivales y sus marionetas locales y regionales.
Las imágenes que se muestran al mundo son de horror absoluto, bombardeos con barriles explosivos en un área donde unas 393,000 personas permanecen atrapadas. Se dice que las escuelas y los hospitales son atacados de forma deliberada. Los cuerpos de los niños muertos y heridos desfilan ante las cámaras.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos con sede en el Reino Unido señala como responsables al régimen sirio y a Rusia, aunque Rusia niega la participación directa y el gobierno sirio niega haber atacado a civiles y declara que está tratando de liberar a Ghouta oriental de los terroristas. ¿A quién deberíamos creer?
Las ‘Naciones Unidas’
La votación sobre la resolución se retrasó varias veces debido a una sórdida comedia en las Naciones Unidas. Rusia, un aliado del gobierno de Siria, exigió como era de esperar que se modificara el texto. Los estadounidenses y sus títeres en el Consejo General, igualmente predecibles, acusaron a Moscú de perder el tiempo.
Evidentemente, los rusos no mostraron tener prisa por firmar un alto al fuego porque sus amigos sirios estaban ganando la guerra. Los estadounidenses, por el contrario, se mostraron más apurados porque su lado estaba sufriendo una derrota aplastante. El destino de los pobres que están sufriendo los estragos de una guerra brutal no pareció entrar realmente en sus cálculos, excepto en que los estadounidenses y sus aliados usaron cínicamente las imágenes de ese sufrimiento para obtener una victoria propagandística barata sobre Rusia.
La representante de Estados Unidos en la ONU acusó a Rusia de haber “retrasado las negociaciones”. Protestó airadamente: “En los tres días que nos llevó adoptar esta resolución, ¿cuántas madres perdieron a sus hijos por causa de los bombardeos?” ¡Qué extraño que ella no mostrara la misma tierna preocupación por los innumerables niños y sus madres que fueron masacrados por los bombardeos indiscriminados en Mosul! ¿Podría ser porque esos bombarderos eran pilotados por estadounidenses? Sobre Mosul hablaremos un poco más adelante.
El enviado de Rusia ante la ONU, Vassily Nebenzia, dijo que el alto el fuego no sería posible sin la llegada a un acuerdo entre las facciones enfrentadas y atacó el aluvión de propaganda sobre la situación en la Ghouta oriental, controlada por los rebeldes. “Sabemos que la situación humanitaria en Siria es grave y requiere medidas urgentes”, dijo. “Es importante comprometerse no sólo con Ghouta oriental”, agregó, “la ayuda debe llegar a todas las partes de Siria”.
Durante unos largos y acalorados debates, los rusos insistieron en que se modificara el texto de la resolución para que Damasco no fuera señalado como el único culpable de la violencia. Al final, los rusos firmaron la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para imponer un cese al fuego de 30 días en Siria. Pero, ¿qué es exactamente lo que firmaron? El llamado documento de alto el fuego fue tan vago y general que ni siquiera especificó una fecha a partir de la cual debería entrar en vigor. No se refería específicamente a Ghouta oriental, sino a Siria en general.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, tras hacerse evidente una vez más que la diplomacia rusa había ganado la partida a EEUU, pidió que el alto el fuego se produjera de inmediato, aunque dijo mostrarse escéptica sobre el respeto de este compromiso por parte de Siria. En esto tenía toda la razón.
Al final, el “alto el fuego” fue de apenas cinco horas durante las cuales se suponía que la ONU entregaría la ayuda prometida y se permitiría que la gente abandonara las zonas sitiadas. No sucedió nada de esto. Los yihadistas continuaron bombardeando Damasco y la fuerza aérea siria continuó lanzando bombas. La ayuda no se entregó, y aquellos que intentaron huir de Ghouta oriental fueron alcanzados por granadas de mortero que disparaban los yihadistas para evitar su huida.
¿Quién es quién?
Los estadounidenses afirman que están luchando junto a los rebeldes “moderados”, que ahora se agrupan bajo el seudónimo de “activistas sirios”. Activos son, sin duda, especialmente, en el ámbito de internet y la propaganda. Pero como fuerza de combate son insignificantes. Los grupos que realmente tienen el poder en el enclave son yihadistas radicales que comparten la misma ideología venenosa que ISIS y Al Qaeda, con quienes está afiliado el principal grupo yihadista.
Los llamados islamistas moderados son una invención. No son más que un disfraz destinado a ocultar el hecho de que la CIA respalda a los monstruos yihadistas en Siria como un medio cínico para saldar cuentas con Assad. Desafortunadamente para ellos, es Assad, con el respaldo de Rusia e Irán, quien está ajustando cuentas con los rebeldes.
El grupo jihadista sirio, Jabhat Fateh al-Sham (JFS), conocido como el Frente al-Nusra hasta que rompió sus lazos formales con al-Qaeda en julio pasado, se ha rebautizado en más de una ocasión. Pero estos cambios no han alterado su naturaleza reaccionaria yihadista ni un ápice. Como dicen los franceses: plus ça change, plus c’est la même chose (“cuanto más cambia, más es lo mismo”).
Jabhat Fateh al-Sham (JFS), conocido como el Frente al-Nusra hasta que rompió sus lazos formales con al-Qaeda y cambió de nombre / Imagen: Flickr, Coolloud
Los yihadistas impiden deliberadamente la provisión de ayuda humanitaria a Ghouta oriental y bloquean a los civiles para que no abandonen la zona. Al igual que en Aleppo y Mosul, mantienen a cientos de rehenes, incluidas mujeres y niños. También continúan bombardeando Damasco, violando la “tregua humanitaria”, aunque se presta muy poca atención a esto en los medios occidentales.
La resolución de la ONU no se aplicó a los miembros del Estado Islámico (IS, anteriormente ISIS / ISIL por sus siglas en inglés) o al-Nusra. Además, Rusia pidió que la resolución incluyera a otros grupos que “cooperan con ellos”. Y así el texto final especificó que las operaciones podrán continuar contra “individuos, grupos, empresas y entidades” asociadas con IS, Al Qaeda u otros grupos designados por el Consejo de Seguridad como terroristas. ¡Es difícil ver a cuál de los grupos “rebeldes” esto no se aplica!
Los grupos rebeldes más grandes e importantes, es decir, los yihadistas y sus socios, no estaban cubiertos por la tregua. El Frente Nusra está afiliado a Al Qaeda, a pesar de sus intentos de negarlo. Dado que luchan juntos y poseen todo el armamento importante y, por lo tanto, tienen un poder real en el territorio ocupado de Ghouta oriental, el llamado alto al fuego queda en papel mojado.
Mosul y Aleppo: una historia de dos ciudades
Los medios de comunicación occidentales están haciendo un gran alboroto por Ghouta del este, del mismo modo que hicieron un gran alboroto por Aleppo. Casualmente, guardaron silencio sobre el destino de Mosul, una ciudad de dos millones de habitantes, sobre la cual se perpetró un crimen mucho mayor. Le tomó a las fuerzas iraquíes, respaldadas por Estados Unidos, casi nueve meses arrebatarle la ciudad al Estado Islámico. Finalmente, Mosul fue “liberada” el 10 de julio del año pasado. Pero el coste fue realmente terrible. Hoy, todo lo que queda de la mayor parte de esta otrora gran ciudad, son montañas de escombros y polvo que cubren una cantidad desconocida de hombres, mujeres y niños muertos.
Miles de familias se han quedado sin hogar. Se han destruido las escuelas, las redes de servicios públicos y las autopistas se han convertido en caminos de tierra destrozados. Los cinco puentes de la ciudad que cruzan el río Tigris han sido dañados. El complejo hospitalario más importante donde se libró una batalla durante más de un mes es un esqueleto de hormigón arrasado por las llamas. La lista de la devastación incluye:
Nueve de los 10 hospitales principales
76 de los 98 centros médicos
6 grandes puentes que atraviesan el Tigris
Tres cuartas partes de las carreteras de Mosul
400 instituciones educativas, incluidas escuelas, universidades y centros de formación
11,000 unidades de viviendas residenciales
4 plantas de energía eléctrica y el 65 por ciento de su red eléctrica
6 sistemas de purificación de agua y gran parte de la infraestructura de agua de la ciudad han quedado contaminados
El complejo industrial farmacéutico
Todas las tiendas de legumbres
Dos grandes lecherías
212 refinerías de petróleo, estaciones de gasolina y combustible
Todos los edificios públicos
Todos los bancos estatales y privados
63 centros religiosos (iglesias y mezquitas), la mayoría de ellos lugores de interés histórico
250 talleres, fábricas y pequeñas fábricas, incluidas las agroindustrias
29 hoteles
Más de 40,000 bajas civiles
38 de las 54 áreas residenciales en Mosul Occidental han sido destruidas
Un director de personal en la oficina de la gobernación de Nínive dijo que “si bien Mosul oriental está medio destruido, la devastación en la mitad occidental es mucho mayor”. Un miembro de un grupo local de voluntarios dijo que la devastación en el oeste de Mosul es casi del “99 por ciento”.
Esta terrible ruina, equivalente a la liquidación física de una gran ciudad, se llevó a cabo principalmente por las bombas estadounidenses, misiles y artillería, y el uso por el ejército estadounidense de fósforo blanco, un arma cuyo uso en áreas habitadas está prohibido internacionalmente. Estados Unidos acumula una larga lista de serios crímenes de guerra.
Pero mientras en Aleppo (y ahora en Ghouta oriental) fuimos bombardeados con denuncias diarias de los crímenes -reales o imaginarios- del régimen sirio y sus aliados rusos, los terribles crímenes perpetrados contra el pueblo de Mosul se ocultaron bajo una gruesa alfombra de silencio, mentiras y medias verdades.
Desastre humanitario ignorado por Occidente
Mucho más grave que la devastación física es la devastación de vidas humanas. La cantidad de víctimas civiles se desconoce hasta el día de hoy, ya que ni EE.UU. ni sus aliados en Bagdad han hecho ningún esfuerzo por contar los cadáveres, muchos de los cuales todavía están bajo los escombros. Se cree que más de 40.000 civiles fueron asesinados como resultado de la enorme potencia de fuego que se utilizó contra ellos, especialmente por la policía federal y los ataques aéreos, más las ya numerosas víctimas perpetradas por el propio ISIS.
Sin embargo, este enorme desastre humanitario ha sido ignorado por los medios occidentales. El número verdaderamente catastrófico de muertes civiles en Mosul tiene poca cobertura internacional en los medios ni ocupa la atención de políticos y periodistas. Basta compararlo con la indignación internacional ante el bombardeo de Aleppo oriental por el gobierno sirio y las fuerzas rusas a finales de 2016.
Ninguno de los involucrados, ISIS, la coalición internacional, el gobierno iraquí, ni siquiera las Naciones Unidas, han presentado información sobre el número real de víctimas. Airwars, basándose en los informes de prensa, calcula que 5.805 civiles murieron entre el 19 de febrero y el 19 de junio de 2017. Pero, como sabemos, los informes de prensa sólo cubren una fracción del número real de muertes.
¿Por qué la cifra de muertes de civiles en Mosul fue tan extraordinariamente alta? La explicación puede leerse en un informe de Amnistía Internacional (AI): A cualquier precio: la catástrofe civil del oeste de Mosul.
Aunque este informe no proporciona una cifra precisa del número de muertes, confirma el terrible daño causado por el ataque incesante de la artillería y el lanzamiento de cohetes durante cinco meses en una zona sitiada cuya población civil no pudo escapar. Muchos residentes de Mosul permanecieron en sus casas porque ISIS mató a las personas que intentaron abandonar la ciudad. Pero muchos se quedaron porque el gobierno les pidió que lo hicieran. El ejército arrojó panfletos desde helicópteros pidiendo a los residentes que no huyeran. Esto fue como firmar una sentencia de muerte.
Los bombardeos indiscriminados, particularmente, en el asalto final a la ciudad vieja, tuvieron como resultado un baño de sangre en el que la mayoría de las víctimas fueron mujeres y niños. Se cree que más de 4.000 cuerpos están enterrados bajo los escombros sólo en el oeste de Mosul, donde el hedor a cadáveres en descomposición aún impregna el aire. La brutalidad de las tropas iraquíes ha sido confirmada por muchos testigos oculares. Éste era el testimonio de un soldado iraquí según un artículo del portal de noticias online Middleeasteye: “los matamos a todos, Daesh, hombres, mujeres y niños. Matamos a todos”.
“Hay muchos civiles entre los cuerpos”, dice un comandante iraquí. “Después de que se anunciara la liberación, se dio la orden de matar a todos y todo lo que se moviera”. El comandante, que quiso guardar su anonimato, dijo que esas órdenes fueron injustas, pero que los soldados tenían que seguirlas a pesar de ello. “No estuvo bien en absoluto”, dijo. “La mayoría de los combatientes de Daesh se rindieron y nosotros los matamos”.
Durante el asedio de nueve meses, 1.048.044 personas se vieron obligadas a huir. No han regresado muchos. Hombres, mujeres y niños que escaparon de la destrucción de Mosul están alojados en campamentos de tiendas, que a menudo funcionan como verdaderas prisiones. Las mujeres y los niños sospechosos de ser familiares de los combatientes del IS, que fueron asesinados en el asedio, son redirigidos a “campamentos de rehabilitación”.
Primero fueron víctimas de ISIS. Ahora sufren crímenes y abusos a manos de las tropas iraquíes. Pero no se buscan responsabilidades. El primer ministro, Al Abadi, ha criticado a menudo a las organizaciones de derechos humanos que investigan los crímenes. La tortura y el abuso se han institucionalizado dentro de las fuerzas armadas iraquíes, y son tolerados sistemáticamente por el poder judicial.
Bagdad calcula que se necesitan 100 mil millones de dólares para reconstruir el país. Las autoridades locales de Mosul, la ciudad más grande en caer bajo el poder del IS, afirman necesitar esa cantidad solamente para rehabilitar su ciudad. La ONU estima que 40.000 hogares deben ser reconstruidos o restaurados, y unos 600.000 residentes no han podido regresar a la ciudad, la que una vez fue hogar de alrededor de 2 millones de personas.
Hasta el momento, nadie está ofreciéndose para pagar la factura. La administración de Trump les ha dicho a los iraquíes que no pagará por una campaña de reconstrucción masiva. Irak espera que Arabia Saudita y otros países del Golfo se involucren, e Irán también podría asumir un papel. La ONU está reparando parte de la infraestructura en casi dos docenas de pueblos y ciudades en todo Irak, pero se necesitará mucho más que financiación. Como resultado, gran parte de la reconstrucción que se ha llevado a cabo proviene de los ahorros de personas particulares para rescatar hogares y tiendas lo mejor que pueden.
Y aunque la ‘prensa libre’ examinó, repitió y magnificó cada detalle del asedio de Aleppo, apenas prestó atención a los horrores sufridos por la gente de Mosul. Cabe preguntarse por qué.
Otro “ataque de gas”
El completo fracaso de la ofensiva diplomática estadounidense en la ONU provocó enojo y desesperación en las filas de los rebeldes, quienes respondieron con un torrente de ira. Pero es una furia nacida de la impotencia. Sin el apoyo directo de Estados Unidos, los rebeldes sirios no cuentan para nada. Están siendo sistemáticamente reducidos a polvo por las fuerzas de Assad. Pero los estadounidenses no están muy dispuestos a comprometer una fuerza militar seria en el atolladero sirio. ¿Cómo obligarlos a intervenir?
La respuesta de los yihadistas fue inmediata y, de nuevo, del todo predecible. Intensificaron la campaña de propaganda, pero esta vez introdujeron un nuevo giro (pero no muy original). Durante el asedio de Aleppo, los medios occidentales dieron mucha publicidad a los llamados Cascos Blancos, un grupo que dice ser una ONG humanitaria imparcial dedicada a salvar vidas en Siria. En realidad, esta ‘ONG’ es una organización yihadista, cuyo único objetivo es producir impactantes videos de víctimas civiles (tarea que no es difícil en las condiciones actuales en Siria) con el fin de obtener la simpatía de la opinión pública mundial.
Esta maniobra resultó ser tan exitosa que los Cascos Blancos obtuvieron un Oscar por el “Mejor corto documental”, que mostraba sus operaciones diarias en 2017. Sin embargo, han sido acusados repetidamente de falsificar información y realizar falsos intentos de “rescate”.
Ahora alegan que varias personas ingresaron en instalaciones médicas en la cercana Al-Shifoniyah, con síntomas de “disnea, irritación intensa de las membranas mucosas, irritación de ojos y mareos”. Varias mujeres y niños presentaron dificultad para respirar, de acuerdo con los Cascos Blancos y “al menos un niño” había muerto como resultado de la sofocación.
Si bien estas afirmaciones no han sido corroboradas por ningún organismo independiente, eso no ha impedido que la “prensa libre” del mundo occidental las haya reproducido diariamente como si fueran declaraciones de hecho. Titulares como el de Sky Newsafirmaban lo siguiente: el régimen sirio “en mortal ataque de gas cloro contra civiles”.
No sería la primera vez que los yihadistas usan la acusación de un ataque con gas en Ghouta oriental para lograr que los estadounidenses intervengan militarmente. Hicieron exactamente lo mismo en 2013, cuando Obama orquestó una ruidosa campaña internacional sobre un presunto ataque con gas cloro para justificar el envío de aviones de combate estadounidenses para bombardear posiciones del ejército sirio.
El gobierno de Obama sostuvo que había interceptado las comunicaciones de un alto funcionario sirio sobre el uso de armas químicas, pero la solicitud para ver la transcripción fue denegada. También lo fue la solicitud presentada por la agencia estadounidense de noticias AP para ver una transcripción de las comunicaciones, en las que presuntamente se daba la orden al personal militar sirio de preparar máscaras antigás para un ataque con armas químicas.
A pesar de todo el alboroto en los medios, no hubo ninguna evidencia para estos presuntos ataques, a excepción de algunas imágenes de vídeo borrosas que no demostraron nada. Las inconsistencias sobre el número de muertos y otros detalles relacionados con el ataque alimentaron las dudas entre los escépticos. Dos días después del presunto ataque, la televisión estatal transmitió imágenes de jarras de plástico, máscaras antigás, viales de medicina, explosivos y otros artículos que, según dijo, habían sido confiscados de los escondites de los rebeldes. Se encontró un barril “hecho en Arabia Saudita”.
El escepticismo incluso se reflejó en un medio tan poco sospechoso como The Times of Israel. En un artículo publicado en ese periódico el 8 de septiembre de 2013, Charles Heyman, ex oficial del ejército británico, editor de LasFuerzas Armadas del Reino Unido, una revista bianual acreditada de las fuerzas británicas, fue citado de la siguiente manera:
“No podemos entender esto: ¿por qué un comandante acordaría lanzar un cohete contra un suburbio de Damasco con armas químicas para obtener solamente un beneficio táctico a muy corto plazo si supone un desastre a largo plazo?”
¡Por qué! La misma pregunta nos la seguimos haciendo hoy. En enero, justo antes de que varias facciones de la sociedad siria se reunieran para el Congreso Nacional Sirio en Sochi, Rusia, el Secretario de Estado de Estados Unidos usó los citados informes para culpar a Rusia de todos los incidentes relacionados con armamento químico en Siria, independientemente de quién lo orquestara realmente.
En cualquier investigación de asesinato, la primera pregunta que hacen los abogados es Cui bono, literalmente “¿quién se beneficia?” ¿Qué beneficio podría obtener Assad o su ejército al usar un arma que inevitablemente provocaría represalias por parte de EE.UU.? La pregunta se responde a sí misma. Assad no tenía ningún interés en cometer un error tan estúpido que perjudicaría seriamente sus intereses. Uno podría acusar a Assad de muchas cosas, pero la estupidez seguramente no está entre ellas.
El ejército sirio insiste en que no posee gas de cloro, ya que todo fue entregado como parte de un acuerdo al que se llegó con los estadounidenses y los rusos hace algunos años. Esto fue confirmado por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
Incluso si éste no fuera el caso, el ejército sirio no necesita usar más armas que la fuerza mortal y abrumadora que ya están desplegando para aplastar a los rebeldes.
Las fuerzas del gobierno sirio han estado llevando a cabo la operación “Damasco Steel”, para limpiar el este de Ghouta de las unidades islamistas que han estado aterrorizando a los habitantes durante años, y que han rechazado cualquier iniciativa para deponer las armas y abandonar el área. Dado que el ejército sirio está en el proceso de lanzar una ofensiva terrestre decisiva contra los yihadistas, lo último que necesita es emplear un arma tan poco confiable como el gas de cloro, que podría volverse rápidamente contra ellos si el viento cambiara de dirección.
En realidad, los únicos que se benefician del uso de gas cloro son los yihadistas, que se sabe que lo poseen y, sin duda, estarían preparados para usarlo con el objetivo de culpar al gobierno sirio y preparar así el terreno para los ataques aéreos de los estadounidenses. Estados Unidos ha amenazado en repetidas ocasiones que podría realizar ataques aéreos más directos contra las fuerzas sirias si se usan armas químicas en el país. En abril pasado, el presidente Donald Trump ordenó ataques con misiles Tomahawk en la Base Aérea Shayrat, en respuesta a un ataque químico en Idlib, que Estados Unidos, sin evidencia alguna, atribuyó de inmediato al presidente Bashar Assad. El presidente francés, Emmanuel Macron, también prometió “atacar” a Siria si surge alguna evidencia de que se están utilizando armas químicas contra civiles.
El único propósito de esta campaña mediática es sembrar confusión en la opinión pública mundial, ennegrecer el nombre de los enemigos de Estados Unidos y proporcionar una justificación “moral” para una mayor intromisión imperialista en los asuntos de Medio Oriente. Sin embargo, la guerra de propaganda en curso no tendrá el resultado deseado. La guerra terminará con la victoria de las fuerzas del gobierno sirio en el campo de batalla. Al final, eso es todo lo que cuenta.
La rabia impotente de Washington
En realidad, el imperialismo estadounidense no tiene derecho a señalar con un dedo acusador a nadie. Fue la invasión criminal de Estados Unidos a Irak la causa del actual y sangriento desastre que ha causado tanta muerte, destrucción y miseria a millones de hombres, mujeres y niños inocentes.
En su intento por lograr el dominio total de la región, Washington ha apoyado directa o indirectamente a las fuerzas más reaccionarias en el Medio Oriente. No era necesario decirnos que Saddam Hussein era un monstruo sangriento, o que Assad es un dictador. Pero, ¿cómo cuadra Washington su profesado “amor a la democracia” con su respaldo de Arabia Saudita, ese refugio del terrorismo wahabí, que depende de la tortura, las ejecuciones públicas, las decapitaciones, las crucifixiones y la lapidación para mantener a su pueblo en un estado de sumisión?
Es bien sabido que Arabia Saudita ha estado detrás de cada grupo terrorista yihadista, desde los talibanes a Al Qaeda, desde Bin Laden hasta ISIS. Los extremistas saudíes estuvieron detrás del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Saddam Hussein no tuvo nada que ver con eso. Sin embargo, fue Irak y no Arabia Saudita el que fue invadido y arrasado. Y Washington, en la persona de Donald Trump, todavía mantiene las relaciones más cordiales con los monstruos en Riyadh.
Algunas personas equivocadas de la izquierda se han dejado engañar por la propaganda engañosa de los medios. Imaginan que los “rebeldes” son los verdaderos herederos de la ola revolucionaria que barrió Siria hace siete años. Pero ese movimiento fue rápidamente derrotado, no tanto por Assad como por los contrarrevolucionarios saudíes que lo reemplazaron con su marca reaccionaria de islamismo.
Los sauditas (y también los qataríes) armaron y financiaron a las reaccionarias pandillas jihadistas que han asolado a Siria durante los últimos seis años, matando, violando, torturando, quemando y destruyendo todo lo que encontraron en su camino. Estas pandillas tienen diferentes nombres, pero comparten la misma ideología y los mismos oscuros designios fundamentalistas. También están respaldados por la CIA y el Pentágono, que habitualmente describen a estos carniceros como “rebeldes”, o, para usar el reciente eufemismo, “activistas sirios”.
¿Cómo cuadra Washington su “amor a la democracia” con el respaldo de Arabia Saudita? / Imagen: La prensa de la Casa Blanca
Estos grupos son apoyados por el imperialismo para sus propios intereses cínicos. Reciben enormes subsidios de los saudíes, que se esfuerzan por alcanzar el predominio de su propio tipo de wahhabismo ultra-reaccionario. Se piense lo que se piense de Assad, es una barbaridad afirmar que la victoria de estos gánsteres reaccionarios no sería sino una pesadilla sangrienta para el pueblo de Siria.
Es necesario atravesar la espesa niebla de la propaganda y la desinformación y exponer los intereses reales de las diferentes fuerzas en acción. Debemos partir de los fundamentos. El imperialismo estadounidense es la fuerza más contrarrevolucionaria del planeta. La izquierda no puede darle ningún apoyo, ya sea directa o indirectamente.
En cuanto a las llamadas Naciones Unidas, una vez más queda expuesta a la farsa fraudulenta que siempre fue. Durante el reciente debate, el representante de Francia ante la ONU, François Delattre, se lamentó de que la resolución llegaba muy “tarde”. Declaró dramáticamente que la falta de acción podría significar el final de la ONU. Pero el impacto dramático de esta declaración se vio un tanto mitigado por el hecho de que todos los presentes eran conscientes de que el tiempo de la ONU ha finalizado hace mucho tiempo.
La ONU en realidad es solo un mercadillo donde las naciones más pequeñas pueden alborotar y hacer discursos pomposos y, por lo tanto, se les hace sentir importantes, mientras que las grandes potencias realmente deciden lo qué sucede. Sólo un ingenuo como el Sr. Delattre cree que la ONU puede decidir algo importante, siempre suponiendo que él mismo lo crea.
Turquía y los kurdos
La intervención rusa en Siria inclinó decisivamente la balanza a favor de Assad. La caída de Alepo marcó un punto de inflexión decisivo y una derrota devastadora y humillante, no solo para Estados Unidos, sino también para sus aliados, especialmente Arabia Saudita. Los representantes de Washington despotrican y elogian los debates en el Consejo de Seguridad. Pero, en realidad, se trata de una ira impotente que pretende ocultar una incapacidad completa para actuar donde realmente importa: en el campo de batalla.
Un sector de la clase dominante de EE. UU. quería continuar la guerra, pero este intento estaba condenado al fracaso. Putin los superó en cada paso. Cuando los rusos convocaron una conferencia de paz en Kazajstán (un estado marioneta de Rusia), los estadounidenses y los europeos ni siquiera fueron invitados. Al final, a pesar de toda la retórica pública, los estadounidenses se vieron obligados de mala gana a aceptar el hecho consumado dictado por Moscú.
Hoy nadie puede dudar de que los rusos son ahora la potencia dominante en Siria. Estados Unidos no decide nada. Ésa es una píldora muy amarga de tragar para los estadounidenses, pero se la tragan, deben hacerlo. Están tratando de poner una cara audaz, aprovechando al máximo su oportunidad para anotarse puntos de propaganda baratos, haciendo protestas hipócritas sobre la conducta de Assad y los rusos, cuando su propia conducta no es precisamente una lección maravillosa de moralidad y humanitarismo.
Los jihadistas están desempeñando un papel destacado en las operaciones de las fuerzas armadas turcas contra los kurdos, mientras que las milicias pro Assad iraníes han unido fuerzas con el ejército sirio y los kurdos / Imagen: Kurdishstruggle
ISIS ha sido derrotado tanto en Siria como en Irak. Y es sólo cuestión de tiempo antes de que las fuerzas de Assad, con el respaldo de Rusia e Irán, apaguen los puntos de oposición que quedan como un hombre apaga una vela. Por supuesto, no se puede excluir que los estadounidenses usen la propaganda sobre un supuesto ataque con gas cloro para lanzar algún tipo de ataque aéreo. Pero tales acciones no pueden determinar ni determinarán el resultado final de la guerra, que será determinada por las tropas sobre el terreno.
Sin embargo, a pesar de todo, el problema de raíz no se ha resuelto. ¿Que pasará ahora? Irak y Siria se han fragmentado y seguirán siendo inestables durante el próximo período. Los iraníes han aumentado su influencia en toda la zona para alarma de los estadounidenses, sauditas e israelíes. Los turcos han lanzado una ofensiva contra las fuerzas kurdas en Afrin para agarrar lo que puedan.
Los militantes yihadistas y los miembros de grupos clasificados como organizaciones terroristas en Estados Unidos y Europa están desempeñando un papel destacado en las operaciones de las fuerzas armadas turcas contra los kurdos, mientras que las milicias pro-Assad iraníes han unido fuerzas con el ejército sirio y los kurdos para resistir a los invasores turcos
Por su parte, Moscú también está jugando un juego sucio en Siria. En un equilibrio entre las diferentes fuerzas, siempre persigue sus propios intereses cínicos. Ha salvado a Assad, pero también ha estado maniobrando con Turquía. Sin el permiso de Rusia, es dudoso que Erdogan hubiera enviado su ejército a Siria para atacar a los kurdos. Sin duda, Putin obtuvo un acuerdo de Erdogan para no oponerse a las operaciones de las fuerzas sirias y rusas contra los yihadistas en Idlib, que habían sido apoyados por Turquía. Que los turcos se mantengan de su lado es una pregunta abierta.
Rusia ha estado en una alianza de facto con Irán en la guerra en Siria. Pero Moscú no quiere que Irán tenga demasiada influencia en Siria, otra razón por la cual su política se ha inclinado últimamente en la dirección de Turquía. Rusia había respaldado a los kurdos, pero no dudó en apuñalarlos por la espalda tan pronto como le convino. Probablemente, Putin calculó que un asalto turco a las YPG los pondría en conflicto con los estadounidenses.
Se supone que Turquía es un aliado de Estados Unidos y es un miembro clave de la OTAN, pero cada vez más, los turcos y Estados Unidos se han visto respaldando a fuerzas contrarias en Siria. Esto es un nuevo dolor de cabeza para Washington, que no puede arriesgarse a enemistarse con los turcos y empujarlos todavía más del lado de Rusia. Una vez más, los kurdos descubrirán que es una locura buscar la salvación confiando en los favores del imperialismo.
Las YPG están en posesión de armas pesadas. Esto ha aumentado el factor de riesgo para los militares turcos. Erdogan no puede correr el riesgo de que se mate a una gran cantidad de soldados turcos, lo que provocaría una reacción dentro de Turquía. Es por eso que Turquía ahora confía en los grupos yihadistas. Los aviones turcos preparan el terreno llevando a cabo ataques aéreos, que estos grupos después continúan. Y las tropas turcas los secundan a su vez.
Pero esta vez los turcos probablemente se han excedido. Al principio, Turquía dijo que sólo necesitaría unos días para tomar Afrin. Pero será un hueso duro de roer. Los kurdos son luchadores endurecidos que luchan por su supervivencia. Con el apoyo de las fuerzas sirias e iraníes, es posible que estén en condiciones de darle a Erdogan una respuesta sangrienta. Eso forzará a los kurdos sirios a los brazos de Assad, que probablemente estará listo para ofrecerles un acuerdo de autonomía, con la condición de que sigan siendo parte de Siria. En cualquier caso, es mejor de lo que pueden esperar de manos de Erdogan.
Así, la guerra en Siria ha alcanzado una nueva etapa: una en la que toda la dirección estará dictada por fuerzas e intereses que se encuentran fuera de sus fronteras. Las alianzas entre los diferentes poderes cambian constantemente y cambiarán de nuevo en el futuro. La guerra puede prolongarse durante un tiempo. Solo una cosa es segura. Las principales víctimas, como siempre, serán las personas inocentes de Siria.
Recientes declaraciones del presidente de los EEUU Donald Trump planteó claramente la posibilidad de una intervención militar del imperialismo norteamericano para aplastar a la Revolución Bolivariana.
Al mismo tiempo, hizo la siguiente amenaza crudamente abierta contra Venezuela: “Tenemos muchas opciones para Venezuela. Y por cierto, no voy a descartar una opción militar. Tenemos muchas opciones para Venezuela. Este es nuestro vecino. Ya sabes, estamos en todo el mundo y tenemos tropas en todo el mundo en lugares muy, muy lejanos. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo, y está muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesario “.
Donald Trump encabeza la máquina militar más poderosa que el mundo nunca antes haya visto, un aparato diseñado para matar y mutilar a escala industrial, que ha matado a no menos de 20 millones desde el final de la Segunda Guerra Mundial . Él gobierna el país con la población carcelaria más grande del mundo, una nación en la cual la pena capital y la brutalidad policial desenfrenada aterrorizan a millones. En el país más rico del planeta, millones no tienen acceso a la asistencia sanitaria básica, lo que lleva a miles de muertes evitables cada año. Donald Trump no se preocupa un poco por las “vidas perdidas” en Venezuela -que por cierto, se están perdiendo debido a la violencia directamente orquestada y aprobada por funcionarios estadounidenses que actúan en nombre de la contrarrevolución en Venezuela-.
Durante casi dos décadas, Venezuela ha sido un ejemplo de cómo las cosas podrían hacerse de manera diferente. Una y otra vez, las masas revolucionarias han asumido sus destinos en sus propias manos, desafiando al imperialismo, a la oligarquía, y luchando por reorganizar la sociedad a lo largo de líneas más democráticas y participativas. Mientras que en Venezuela la Revolución utiliza los ingresos del petróleo para eliminar el analfabetismo y proporcionar atención médica para todos, en los Estados Unidos, a los trabajadores se les obliga a pagar billones en impuestos para financiar las guerras en Irak y Afganistán y rescatar a los bancos y compañías de seguros. Esta es la conducta que sobre todo debe ser aplastada. Pero durante demasiado tiempo, el liderazgo de la revolución ha vacilado, comprometido, conciliado y tomado medidas a medias. A pesar de sus asombrosas reservas de entusiasmo revolucionario, esto ha llevado a un cierto e inevitable cansancio entre capas importantes de las masas.
Esta es la oportunidad por la cual los reaccionarios han estado trabajando sin cesar durante años. Para el imperialismo norteamericano y la oligarquía ¡basta es basta! ¡Basta de la gente común creyendo que tienen un derecho soberano a decidir colectivamente sus destinos! ¡Basta de inestabilidad y amenazas a la propiedad privada y a las ganancias! Ahora es el momento de desgastar y estrangular la revolución -y una vez de vuelta en el poder, ahogarla en ríos de sangre-. ¡Ésta es la verdadera cara del “humanismo” imperialista!
Muchos liberales se opusieron vehementemente a la intervención estadounidense en Venezuela cuando GW Bush estaba en el poder, sólo para callar misteriosamente una vez que Barack Obama fuera elegido. Pero seamos claros: tanto los demócratas como los republicanos son partidos del imperialismo y la intervención contrarrevolucionaria contra la revolución venezolana no se redujo en absoluto bajo Obama, aunque la retórica pública agresiva se atenuó. Junto con operaciones encubiertas destinadas a sabotaje y desestabilización, la administración Obama envió millones de dólares para “apoyar los esfuerzos de creación de la competencia política” en Venezuela, no menos de $ 5 millones en 2014 solamente. A pesar de todas sus lágrimas de cocodrilo por la intromisión rusa en las elecciones estadounidenses, los liberales no tienen ni una palabra que decir sobre la interferencia directa de la CIA y la Embajada de Estados Unidos en los asuntos políticos de Venezuela.
La revolución venezolana sólo tiene una fuente fiable de apoyo: la clase obrera mundial y sobre todo la clase obrera estadounidense. Las acciones de las masas en los últimos 15 años en Venezuela han sido una fuente de inspiración y entusiasmo para millones de estadounidenses, que no son en absoluto un “bloque reaccionario” como algunos de la izquierda han afirmado escandalosamente. No olvidemos que en el país del “Temor Rojo” y del McCarthysmo, millones de personas ahora favorecen al socialismo sobre el capitalismo y salieron en masa el año pasado para apoyar a un candidato que pide “una revolución política contra la clase multimillonaria”. La completación de la revolución socialista en Venezuela -a través de la expropiación de la industria, los bancos y las tierras en manos de terratenientes, bajo el control democrático de los obreros y campesinos- tendría un efecto electrizante en las Américas, incluso en Estados Unidos. No es demasiado tarde para que los trabajadores venezolanos, los campesinos y los pobres lleven al mundo a un futuro socialista.
Ninguna revolución en América Latina o en todo el mundo estará a salvo hasta que el capitalismo y el imperialismo sean enterrados de una vez y para siempre. Si bien la revolución socialista será necesariamente un proceso mundial, la clase obrera estadounidense tiene un papel único e indispensable que desempeñar. Así como la guerra es una extensión de la política por otros medios, la política exterior es una extensión de la política interna -¡un gobierno capitalista en el poder significa políticas pro-capitalistas en casa y en el extranjero!- Debemos unirnos con nuestros hermanos de clase en lucha contra nuestro enemigo común: Trump y los capitalistas de todo el planeta. Sólo cuando los trabajadores estadounidenses tengan un control directo sobre la política y la economía del país, podremos relacionarnos con el resto del mundo sobre la base de la solidaridad, la fraternidad y la igualdad, y no sobre la base de la explotación, a la dominación y a la intimidación. Como parte de una Federación Socialista de las Américas, los pueblos de las Américas trabajarán juntos para eliminar la pobreza, el desempleo, la guerra, el analfabetismo, el hambre y las enfermedades.
Si queremos seriamente que Estados Unidos mantenga sus manos fuera de Venezuela, debemos luchar y ganar la lucha por el socialismo aquí mismo, en el vientre de la bestia.
Manos fuera de Venezuela!
¡Solidaridad con la Revolución Venezolana!
¡Por una Federación Socialista de las Américas y del Mundo!
¡Viva la revolución socialista mundial!
Firmado,
EE.UU. Manos fuera de Venezuela
Sección estadounidense de la Corriente Marxista Internacional
Hace cinco años, el 20 de octubre de 2011, Muammar Gaddafi fue capturado y asesinado a tiros por las milicias del Consejo Nacional de Transición de Libia, con el apoyo activo de los servicios de inteligencia franceses. ¿Pero qué han logrado los imperialistas?
Image: Carlos LatuffLos acontecimientos revolucionarios en Túnez y en Egipto, la “primavera árabe” tuvieron impacto también en Libia . En Bengasi una insurrección popular estalló en febrero de 2011, pero fue aplastada brutalmente por el ejército. La fuerza utilizada por el régimen de Gaddafi en el enfrentamiento con los manifestantes llevó a una guerra civil, en la que los imperialistas occidentales se implicaron aprovechando el vacío político dejado por el régimen.
A pesar de que las potencias occidentales habían estado haciendo buenos negocios con Gaddafi, nunca confiaron en él plenamente a causa de su comportamiento en el pasado, durante décadas. Por lo tanto, ellos vieron la guerra civil como una oportunidad para sacarlo del poder e intervenir militarmente para poner fin a la revolución árabe que había estallado en Túnez y Egipto. También dio a potencias como Francia y Gran Bretaña la oportunidad de reafirmarse en la escena mundial.
Con la muerte de Gaddafi, estaba la “misión cumplida”, en lo que se refiere al imperialismo occidental. Sin embargo, la situación real hoy en día es toda la contraria. Libia es un país desgarrado y dividido, donde ningún gobierno nacional puede pretender tener un control real del país y donde las milicias locales (incluyendo las del Estado Islámico, EI) tienen el poder sobre la vida y muerte de la población de las zonas bajo su control.
La economía está en una situación desesperada. El producto interior bruto (PIB) se contrajo un 10,2% en 2015, tras el batacazo de un 24% en 2014. En 2015, la producción de petróleo crudo cayó al nivel más bajo registrado desde la década de 1970, a alrededor de 0,4 millones de barriles por día (bpd), lo que representa una cuarta parte del potencial existente. (fuente: www.worldbank.org)
A pesar de todo esto, en una reciente entrevista con Al Jazeera, el ex secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, defendió los ataques aéreos contra Libia, afirmando que “Fue una intervención militar muy exitosa.” El único pequeño problema, como él dice, es que “la ONU no la apoyó políticamente”. Parafraseando las palabras de Tácito, “Crearon un desierto y lo llamaron paz …” ¡Y están orgullosos de esto!
Las palabras de Fogh Rasmussen, revelan el cinismo de la clase dominante. A ellos les trae sin cuidado las terribles desgracias de la gente común o el sufrimiento de los cientos de miles de mujeres y niños que tuvieron que abandonar sus casas y vieron la destrucción de sus familias. Lo más importante para ellos es que han vuelto a establecer su superioridad y poder sobre estas “dictaduras brutales” en los llamados países del tercer mundo.
Condenamos enérgicamente la intervención imperialista, y los desarrollos recientes confirman que teníamos razón. Sin embargo, al tiempo que condenamos la intervención imperialista en Libia, no nos unimos al coro de los diferentes post-estalinistas de varias índoles que creen que bajo Gaddafi, Libia era una especie de “tierra de leche y miel”.
Gaddafi tomó el poder en 1969. Él fue el líder de un golpe de estado promovido por el Movimiento de Oficiales Libres, influenciado por el panarabismo y el Egipto de Nasser. Su postura era claramente antiimperialista, y cuando Gaddafi entró en conflicto con las potencias occidentales, expropió las propiedades de los residentes italianos en el país y nacionalizó todos los activos de la British Petroleum. (para un análisis completo, consulte: La naturaleza del régimen de Gaddafi – notas de los antecedentes históricos)
A pesar de que buscó una alternativa a la dominación imperialista, Gaddafi no fue tan lejos como el antiguo régimen de Assad en Siria (donde la revolución colonial estuvo a cargo de un movimiento pan-árabe, como en Libia y Egipto), el capitalismo nunca fue abolido en Libia. Lo que Gaddafi hizo fue tratar de modernizar el país a través de la intervención del Estado. A través de la explotación de las vastas reservas de petróleo y materias primas –esto permitió un aumento significativo en los niveles de vida– fue capaz de construir una gran base de apoyo entre las masas a lo largo de los años 1970 y 1980. Sin embargo, las relaciones de propiedad privada nunca fueron cuestionadas, y las estructuras capitalistas (y feudales) en la sociedad permanecieron esencialmente intactas.
Al mismo tiempo, la ideología comunista fue reprimida con ferocidad, y las huelgas y los sindicatos prohibidos. No había control desde abajo, sino sólo el gobierno desde arriba, de un solo hombre.
Gaddafi gobernaba a través del equilibrio entre las varias tribus e intereses feudales aún presentes en el país. Mientras la economía crecía, con un estricto control de la economía por el Estado, el sistema parecía funcionar. Así que es cierto que Gaddafi fue capaz de unificar el país durante un período, pero lo hizo bajo un estricto régimen bonapartista. Una vez que la economía comenzó a declinar, la represión y el terror fueron los instrumentos utilizados por el régimen para gobernar en Libia. Como dijo una vez Napoleón, “No se puede gobernar solo con la espada”. Tarde o temprano, el cuestionamiento del régimen opresor era inevitable.
Después del colapso del estalinismo, cuando Gaddafi comenzó a liberalizar parcialmente la economía, reaparecieron los diferentes intereses feudales y los problemas de la división histórica entre las regiones de Cirenaica y Trípoli.
En busca de las inversiones extranjeras y de un mercado para las materias primas de Libia, Gaddafi atenuó su conflicto con Occidente, se involucró activamente en la “guerra contra el terror” contra Saddam Hussein, por ejemplo. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, las clases dominantes occidentales y de Estados Unidos lo seguían viendo como un socio poco fiable. De este modo, en 2011, cuando el régimen comenzó a resquebrajarse, los imperialistas aprovecharon la oportunidad para eliminarlo.
El imperialismo utilizó el Consejo Nacional de Transición como su herramienta, pero una vez que Gaddafi había sido derrocado, las estrategias de las milicias locales y de las diferentes potencias imperialistas comenzaron a diferenciarse.
Libia, como Siria, se convirtió en uno de los campos de batalla entre las diferentes potencias imperialistas y regionales. Al igual que en Siria, el conflicto reveló en primer lugar un cambio en el equilibrio de fuerzas, y en segundo lugar la creciente debilidad del poder de Estados Unidos. Antes de las guerras de Irak y Afganistán, Washington habría impuesto su voluntad con bastante facilidad a sus aliados (considerados más bien por la Casa Blanca como simples vasallos). Una Pax Americana se habría impuesto, siempre, por supuesto, a expensas de las condiciones de vida de las masas.
Hoy en día, el problema es que los vasallos ya no siguen las órdenes de su amo. Esta es la razón por la que Obama considera la intervención occidental en Libia en 2011 el “peor error” cometido por su administración. Como la opinión pública de Estados Unidos se opone a la intervención de tropas en el extranjero, sobre todo después de los fracasos en Irak y Afganistán, los EE.UU. ahora tienen que depender de los gobiernos europeos, especialmente Francia y Gran Bretaña. Occidente destruyó el viejo aparato estatal en Libia, lo que más tarde llevó a la ruptura del país. Al-Qaeda y su escisión, Estado Islámico, no existían antes de esto, el imperialismo occidental ganó la guerra pero perdió la paz.
Lo que Obama no tuvo en cuenta fue que los diferentes gobiernos europeos (y de Oriente Medio), todos tienen sus propias agendas. Cada burguesía nacional lucha por los mercados y sus zonas de influencia, y en Libia utilizan las rivalidades tribales, que, durante el periodo de gobierno de Gaddafi, se mantuvieron temporalmente equilibradas.
Libia se encuentra en una posición estratégica, en el centro del norte de África, sus costas en el Mar Mediterráneo, muy cerca de Europa. Sus reservas de petróleo son enormes: contienen un 38% del petróleo del continente africano, y el 11% del consumo europeo.
Después de la caída de Gaddafi, tres actores principales surgieron en el país. El gobierno de Trípoli, con el apoyo de Qatar y Turquía, en la parte occidental de Libia; el gobierno de Tobruk, reconocido por la llamada “comunidad internacional”, patrocinado por Egipto y los Emiratos Árabes; y las fuerzas del Estado Islámico que controlan Derna, Sirte, y sus áreas circundantes. Después del colapso del viejo Estado y su ejército unificado, varias milicias locales surgieron para formar alianzas tácticas con cualquiera en Trípoli o Tobruk.
Alarmados por la creciente influencia del Estado Islámico, los imperialistas impulsaron un gobierno de unidad nacional contra el “terrorismo”. Al final, se encontró una “solución”, según dice la propaganda de los medios de comunicación. Un Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) se estableció, como de costumbre, apoyado por la ONU, y su primer ministro, Fayez al-Sarraj, y varios otros ministros llegaron según lo planeado por mar a Trípoli el 30 de marzo de este año.
Pronto se hizo evidente que no muchas de las milicias libias habían sido informadas de este acuerdo “nacional”. La realidad era que Al Sarraj fue capaz de entrar en el puerto de Trípoli sólo después de varias horas, esperando en alta mar, y sólo después de conseguir el permiso (y protección) concedida, no por cascos azules de la ONU, sino por las milicias locales que tienen el poder real en Libia.
Inicialmente, Jalifa al-Ghwell, líder del gobierno de Trípoli, permitió a al-Serraj asumir el cargo, retirándose a Misrata, mientras que el Parlamento de Tobruk, previamente apoyado por la comunidad internacional, ni siquiera votó a favor del GNA. Cuatro ministros del este de Libia boicotearon el nuevo gobierno y nunca asistieron a una reunión.
Al-Serraj fue un primer ministro débil desde el primer día. Las condiciones de vida de las masas empeoraron desde el momento en que asumió el cargo. “Trípoli tenía 20 horas de electricidad al día, ahora 12. En abril la gente tenía que pagar 3,5 dinares por un dólar. Hoy en día es 5 dinares”. (Trípoli post, 13 de septiembre de 2016). La inflación se ha disparado y la infraestructura está colapsando. No es de extrañar que el gobierno de Al-Serraj esté aislado; si no fuera por el apoyo de Occidente, se derrumbaría muy rápidamente.
Desde agosto de un nuevo capítulo en la guerra civil se ha abierto. Los EE.UU. intensificaron su participación, con el bombardeo de Sirte. Pero los ataques, en lugar de estabilizar la situación, la han empeorado .
En el marco de la operación “Odisea relámpago”, la Fuerza Aérea de Estados Unidos lanzó 330 ataques aéreos, con 150 sólo en las tres primeras semanas de octubre. Todos los días los medios de comunicación occidentales han dicho que Sirte está a punto de caer, pero los milicianos de al-Baghdadi están presentando una feroz resistencia. La agencia France Presse el 18 de octubre informó que “550 combatientes del GNA han muerto y 3.000 heridos en el asalto.”
Como hemos dicho muchas veces, no se puede ganar una guerra, o apoderarse de una ciudad, sólo con ataques aéreos. Sirte era la ciudad natal de Gaddafi, y el dictador la reconstruyó como la nueva Trípoli, con murallas y torres, para protegerla de un posible asedio. Para conquistarla, es necesario tener botas sobre el terreno. No hay ejército nacional en Libia, y ninguna potencia occidental está dispuesta a enviar una fuerza militar considerable a Libia.
Es por ello que la batalla liderada por Estados Unidos en Sirte, en lugar de fortalecer a Al-Serraj, lo ha debilitado. Y, mientras tanto, otros actores se están aprovechando de esta debilidad.
El general Jalifa Haftar, el hombre fuerte de Tobruk, tomó el control de las terminales de petróleo de Sidra y Ras Lanuf, que pertenecían a las instalaciones de la Guardia de Petróleo (PFG) dirigidas por Ibrahim Jadhran, un jefe militar leal al GNA. Haftar cuenta todavía con el apoyo activo de Egipto, y la simpatía de Francia. Fuerzas especiales francesas se encuentran en la Cirenaica, la región controlada en gran parte por Tobruk.
Si bien es poco probable que en la situación actual Haftar sea capaz de reiniciar la producción de petróleo –y aún menos de venderlo– las dos refinerías eran vitales para los ingresos del GNA. Haftar ahora tiene un arma poderosa en sus manos cuando lleguen las futuras negociaciones sobre la división del poder dentro de Libia.
En Trípoli, Jalifa al-Ghwell y las milicias dieron un golpe y tomaron el hotel Rixos, sede de la Asamblea del Consejo de Estado del gobierno. La ONU condenó el golpe y el GNA ordenó la detención de los conspiradores, pero las milicias siguen controlando el hotel.
Durante varios días nadie sabía donde se ocultaba Al-Serraj. Finalmente, se descubrió que estaba dando órdenes ¡desde un lugar “secreto” en Túnez!
Las potencias occidentales y sus representantes se están reposicionando, dando por hecho que los días de al-Serraj están contados. Naturalmente, están aumentando su presencia en la región, con la justificación habitual de luchar contra el terrorismo del EI.
Francia es una de las potencias más activas en este escenario. El julio pasado, el GNA emitió una protesta donde “Considera la presencia francesa en la región oriental de Libia como una violación de las normas internacionales y de la soberanía” (Libia Herald, 29 de julio de 2016). Francia ignoró la protesta y aumentó su presencia, algo claramente comprobable por el accidente de un avión en Malta el pasado lunes. Al menos tres pasajeros eran miembros de la inteligencia francesa que se dirigían a Libia.
Italia, la antigua potencia colonial, está tratando de no ser excluida del reparto del botín. En septiembre envió 300 soldados a Libia, con intenciones “humanitarias”, por supuesto. Los italianos están planeando construir un hospital militar en Misrata, y la tarea oficial de las tropas será “proteger las instalaciones.” En realidad van a proteger a sus representantes locales en Misrata y en el cerco de Sirte. No todo el mundo está contento con la iniciativa italiana. La Brigada Zintani (una milicia que, cuando cambió de bando, fue crucial en la caída de Gaddafi) declaró que “no se quedará de brazos cruzados y se enfrentará a cualquier invasor con todas nuestras fuerzas”, y “hacemos un llamamiento a todos los libios para mantenerse unidos y prepararse para luchar contra la nueva invasión italiana de nuestra tierra”.
La situación en Libia es como “un nido de avispas”, que no se puede destruir, y cuanto los imperialistas más tratan de meter la cabeza en el interior, más van a ser aguijoneados brutalmente.
La guerra civil en Libia está adquiriendo un carácter largo y prolongado. Una perspectiva probable es una partición de facto del país. Se trata de un crimen del imperialismo, que conscientemente intervino para saquear y robar, sin ninguna consideración por el destino de la población libia.
Esta perspectiva sólo podría revertirse por un nuevo resurgimiento de la lucha de clases en los países vecinos. Es la tarea de los poderosos proletariados egipcio y tunecino derrocar a sus gobiernos podridos y al sistema capitalista. Su victoria podría actuar como un faro para los oprimidos en Libia. Una revolución en todo el Magreb y Máshrek sería un faro para las masas libias, que verían un ejemplo a seguir y de esta forma encontrarían la fuerza para expulsar a los imperialistas y aplastar a los señores de la guerra semifeudales y a sus milicias.
Socialismo o barbarie: esta consigna nunca fue tan real, trágicamente, como lo es hoy en día en Libia.
En la primera parte de este artículo intentaremos explicar el desarrollo peculiar que dio origen a la llamada “cultura occidental” y cómo la gestación capitalista impulsó la invasión, conquista y destrucción de las grandes civilizaciones del llamado Nuevo Mundo. Pero necesitamos explicar la otra cara de la moneda: en la segunda parte intentaremos explicar por qué fueron precisamente los europeos –y no, por ejemplo, los chinos- los que capturaron a los soberanos de Tenochtitlán y del Imperio incaico, y no éstos los que invadieron Europa e impusieron tributos a los reyes europeos (a fin de cuentas las del Nuevo Mundo eran civilizaciones tributarias). Veremos cómo diferentes condiciones materiales, sociales, tecnológicas, geográficas e históricas determinaron el resultado final del brutal choque entre “dos mundos”.
Si bien durante el auge del modo de producción esclavista el mundo occidental tomó un protagonismo que nunca había tenido –que había estado reservado a las grandes civilizaciones de la antigüedad oriental-, también es cierto que con el colapso del Imperio romano el mundo occidental se hundió en las tinieblas, mientras el centro de la cultura en el Viejo Mundo se trasladó de nuevo a Oriente: Constantinopla, China, la India y el mundo islámico. Mientras Europa occidental retrocedía unos mil años en la historia, en Constantinopla se construía la iglesia más hermosa del mundo (Santa Sofía), los chinos inventaban la imprenta, los indios desarrollaban los números, en Bagdad se desarrollaba el álgebra, en la India descubrían el valor de Pi … y el Nuevo Mundo experimentó, entre otras cosas, el brillante siglo maya y teotihuacano.
Para los chinos, los europeos atrasados no eran más que “extranjeros de color” y para los árabes musulmanes, los europeos no eran más que brutos. Mas-Udi –un geógrafo árabe- escribió que aquellas gentes: “carecen del sentido del humor […] su entendimiento, escaso; y sus lenguas, toscas…Cuanto más al norte se encuentran más estúpidos, groseros y brutos son”.1 Pero la superioridad del mundo oriental no se debía-como creía Udi (o como lo creen los “sabios” occidentales de hoy con respecto alasociedadenlaque viven)- a una cuestión racial, sino a que el flujo del comercio-la ruta de la seda y las especias- se trasladó de Roma hacia Oriente: Bagdad, Toledo, Córdoba, la India y China, por lo que el mundo intelectual amenazado por el fundamentalismo cristiano se refugió y nutrió en estas ciudades relativamente tolerantes y muchas veces pluriétnicas, en cuyas venas comerciales viajaba la cultura y, entre otras cosas, el budismo (la Constantinopla cristiana, por lo general, fue fanática aún cuando floreció con el comercio). Si el viejo mundo griego se nutrió gracias a Oriente, el mundo occidental moderno renació absorbiendo lo que se preservó en las civilizaciones orientales –resistentes por conservar un modo de producción más o menos tributario- que florecían mientras “Londres y París eran unos villorrios desvencijados, con calles de barro y chozas de madera”.2 Como dijo alguna vez Heráclito: “el principio y el fin de la circunferencia es el mismo”.
¿Porqué, entonces, no fueron los chinos los que “descubrieron” América si sus barcos, sus inventos y su riqueza llevaban la delantera? Si la llamada cultura occidental de los griegos y romanos colapsó con ellos, ¿cómo fue que renació de nuevo en la atrasada Europa occidental? Los chinos podían haber realizado tantos inventos como se quiera, incluso aquéllos que en occidente revolucionaron la sociedad (la imprenta, la pólvora, la brújula, el estribo, etc.) y tener los barcos más asombrosos de su época, pero sus relaciones sociales no favorecían el comercio ni la acumulación de capital; esto fue decisivo. Lo que les faltó a los chinos no fue conocimiento –que tenían de sobra- sino motivación.Inclusosilahipótesis sumamente especulativasobresupuestasexcursionesde los chinos o cartagineses en Américaresultaranciertas, el hechodequedichoscontactosno hayan tenidomásrepercusionesquela que tuvoelcontactovikingodemuestranuestropunto: ni las relaciones sociales de los chinos, fenicios o de los vikingos impulsaban impactos de relevancia.
Paradójicamente, la parte occidental del Imperio romano colapsó tras una oleada de invasiones germánicas –que precipitaron la inevitable caída de un imperio en decadencia- precisamente porque en esa parte la civilización había echado raíces menos firmes, mientras que el Imperio romano de oriente (Constantinopla) sobrevivió y aún pudo florecer gracias al comercio con civilizaciones del lejano oriente mucho más resistentes. Pero, al presentarse una serie de condiciones materiales e históricas, la rueda de la historia giró y las debilidades se convirtieron en fortalezas y éstas en desventajas. Pero ¿cómo fue que los polos se invirtieron? ¿Cómo fue que el mundo sería puesto de cabeza?
La primera mitad del siglo IX en Europa occidental fue el punto más bajo y oscuro de la Alta Edad Media –dominado por reyezuelos y papas que eran tan insignificantes como ambiciosos e ignorantes-, pero gracias a la introducción desde oriente (desde China) del pesado “arado de vertedera” que era tirado por caballos con colleras revolucionarias y con herraduras (también invento chino), desde mediados del siglo IX, la producción y el comercio se recuperaron relativamente y la población creció –sobre todo en territorios francos y normandos que contaban con mejores tierras-, proporcionando –dentro de los márgenes medievales- el excedente necesario para mantener a una caballería pesada vestida con armaduras de acero y reyes occidentales más poderosos (aunque, por lo general, siguieron siendo ignorantes); abriendo el periodo conocido como Baja Edad Media.3
Si el arado tirado por caballos no fue introducido en tiempos romanos fue, seguramente, debido a que a los esclavos les valía un “pepino” la producción y la clase dominante se preocupaba menos por la productividad de unos esclavos que se cazaban en masa y a los que no se les podía confiar un animal tan delicado y costoso –de la misma forma en que nosotros no solemos confiar nuestra computadora a un niño pequeño-. En contraste, los siervos estaban más interesados en sus propios cultivos, no sólo porque –por lo general- trabajaban con instrumentos propios, sino porque de ello dependía -deducido el tributo debido al señor feudal- el alimento que llevaban a la mesa.
La nueva caballería medieval pudo hacer frente a las invasiones bárbaras (no olvidemos, no obstante, que esos “caballeros” eran descendientes de los mismos “bárbaros” que precipitaron la caída del Imperio romano) y, durante las Cruzadas, fue posible disputar al mundo musulmán las rutas de comercio. Constantinopla -un imperio medio feudal, medio esclavista, medio despótico, medio occidental y medio oriental- fue perdiendo el monopolio comercial que le había garantizado su supremacía cultural en Europa –fue la ciudad más majestuosa de sus tiempos-, y ese poder se fue concentrando en otras ciudades menos sujetas al poder del emperador bizantino: Génova, Venecia, Florencia y Milán- ciudades que habían sido satélites de Constantinopla-. La concentración de poder en manos del monarca y los intereses terratenientes en la gran Constantinopla bloquearon que el comercio revolucionara la sociedad como sucederá en las pequeñas e independientes ciudades italianas, inicialmente unas semicolonias de Oriente. Éstas mostraban el poder emergente de una nueva clase de comerciantes y una nueva clase de ciudades burguesas (burgos) naciendo de las entrañas feudales, desplazando el equilibrio de poder de oriente a occidente – y se moverá aún más hacia occidente-.
Así, la propiedad privada de la tierra (que favoreció el proceso de acumulación privada), el comercio privado, la industria textil del norte de Europa y el crecimiento de las ciudades promoverá el Renacimiento europeo. Marco Polo redescubrirá China utilizando la vieja ruta de la seda que para los musulmanes no era ningún secreto. El posterior saqueo de Áfricayel Nuevo Mundo alimentará la acumulación originará de un sistema revolucionario, un sistema que dominará el orbe por primera vez en la historia y al que debemos la falsa creencia en la superioridad de occidente.
Enotros términos, aunque loseuropeosoccidentales estaban inicialmenterezagados –tanto que la historia, tras la caída de Roma, pareció retrocedió mil años, a un nivel de subsistencia-, la existencia en occidente de grandes comerciantes privados, de gremios más o menos independientes (en comparación con los artesanos del mundo oriental e, incluso, en relación a Constantinopla –ella misma heredera del Imperio romano-),laexistenciade propiedad privada delatierra, la relativa descentralización feudal que permitió el surgimiento de burgos o ciudades; fueron factores que facilitaron la reconversión de las tierras de cultivo en tierras de pastoreo, impulsando la industria textil, la manufactura y el comercio privados. Con esto último el polo de poder se traslada aún más hacia occidente, rumbo al Atlántico, desde Italia a emergentes potencias imperialistas como Portugal, Holanda, Inglaterra, Francia (España desperdició lo saqueado construyendo inútiles catedrales en vez de convertir el oro robado en capital). Bernal explica el cambio en el equilibrio de poder: “La apertura de la nueva ruta marítima africana asestó un golpe tremendo al comercio tradicional a través de territorios árabes –del cual se habían beneficiado los propios árabes como los turcos- y, a la vez, produjo inmensas ganancias a los portugueses y arruinó a los venecianos”.4
Evidentemente, el proceso de gestación capitalista no fue puramente económico, encontró en la política su comadrona en la forma de patrocinio de monarquías ilustradas, el despojo de tierras a los pequeños propietarios y posteriores revoluciones antifeudales –comenzando por La Reforma- que irán creando a los estados nación modernos.
Bastaban una serie de accidentes históricos para desencadenar el proceso latente de acumulación capitalista: la peste negra que asoló Europa durante los siglos XIV y XV y el bloqueo temporal de las rutas de oriente por los bárbaros de Tamerlán y por la posterior conquista turca de Constantinopla pudieron ser esa serie de accidentes. La peste contribuyó a una mayor demanda de mano de obra y a la migración del campo hacia unos burgos en crecimiento-que habían comenzado a crecer lentamente a mediados del siglo IX-. El bloqueo de las rutas comerciales, por otra parte, impulsó la conquista de África y América. Los portugueses conquistaron África tratando de circunnavegarla para encontrar una nueva ruta hacia oriente pero el comercio de esclavos fue más lucrativo que el viejo comercio con las “Indias orientales”.
Era cuestión de tiempo para que otras potencias, celosas del éxito portugués, trataran de encontrar nuevas rutas cruzando el Atlántico, demostrando que el Mar Mediterráneo –escenario principal del mundo antiguo- no era más que un chapoteadero. Así se explica que los conquistadores europeos estuvieran afectados de una “enfermedad” que no padecieron las civilizaciones tributarias y que sólo se podía aliviar con oro y rutas comerciales, esa “enfermedad” –llamada acumulación originaria de capital-los llevará a conquistar África, América, Asia y Oceanía; esclavizando, saqueando y destruyendo las culturas nativas. Los conquistadores ansiaban los metales preciosos en la misma medida en que la economía capitalista en formación requería medios de cambio y acumulación, esta necesidad frenética no era menos poderosa que la heroína para un adicto incurable, pero esta “adicción” tuvo mayores consecuencias que una sobredosis. El Primer Mundo se nutrió de la sangre, sudor y lágrimas del mundo colonial.
Por qué no fue Moctezuma el que capturó a Carlos I. Los “ritmos” de desarrollo histórico
“La historia siguió trayectorias distintas para diferentes pueblos debido a las diferencias existentes en los entornos de los pueblos, no debido a diferencias biológicas entre los propios pueblos” (Jared Diamond)
Los primeros pueblos sedentarios del creciente fértil en Oriente Medio tuvieron la enorme ventaja fortuita de que los ancestros silvestres de cereales como el trigo y la cebada compartían el mismo territorio con los ancestros silvestres de los cerdos, las vacas y ovejas; por lo que la domesticación de cereales y animales se dio casi de forma simultánea. Los herbívoros domesticables no se extinguieron por completo en Eurasia, al final del pleistoceno como sucedió en otras partes del mundo, porque evolucionaron durante un tiempo dilatado junto con humanos cazadores. Además, las características de los cereales salvajes del creciente fértil favorecieron una rápida adaptación a las necesidades humanas, cosa que no sucedió con el maíz en el Nuevo Mundo. Veamos esto con más detenimiento, retomando las interesantes tesis de Jared Diamond, que han venido a fortalecer –al menos en estos puntos- la visión materialista de la historia.
La domesticación de plantas y animales son fenómenos que se alimentan e impulsan mutuamente. La domesticación de los cereales no sólo permitió alimentar algunos animales domesticados –puercos, aves de corral y el ganado con el rastrojo-, permitió liberar tiempo para acelerar la división del trabajo y trabajos especializados como el pastoreo, el trabajo artesanal y la metalurgia. Por otra parte, la domesticación de los animales impulsó la agricultura con abono y, posteriormente, con animales de tiro. Entre el descubrimiento técnico del arado a tracción animal, al descubrimiento de la rueda de tracción animal sólo hay un paso –uno enorme- y, con esto, una inmensa ventaja para la acumulación, el comercio del excedente y la difusión de la cultura y la ideas-factores que explican, por ejemplo, la amplia difusión de las lenguas indoeuropeas-.
Lo anterior lubricó el surgimiento de la primera civilización de la historia: la civilización Sumeria hace unos 6 mil años y dotó al Viejo Mundo de una enorme ventaja militar (la caballería y los carros de guerra, herencia de la domesticación). Esta ventaja en los territorios que hoy conocemos como Irak, Siria, Jordania y Turquía explica en buena medida por qué fue el Viejo Mundo el que conquistó al Nuevo y no a la inversa –que, como observa Jared Diamond, no haya sido Atahualpa el que cruzara el océano para capturar al rey Carlos I- y también explica el relativo rezago del ritmo de desarrollo de los pueblos del Nuevo Mundo.
La mayor interacción con animales domesticados en el Viejo Mundo, hizo a los invasores resistentes y a la vez portadores de toda una fauna microbiana mutada de gérmenes de granja que diezmó a la población mesoamericana aún más que las masacres deliberadas, mientras que los europeos no exportaron desde América ninguna epidemia a su continente; la guerra bacteriológica inconsciente y desigual fue otro factor en la ecuación.5
Jared Diamond ha argumentado una tesis interesante6 –por la que obtuvo un premio Pulitzer-: la desventaja del Nuevo Mundo –desde el punto de vista geográfico-se encuentra en la distribución norte-sur del eje del continente americano, frente a la distribución este-oeste del de Eurasia; ésta ocasiona que el área de clima mediterráneo sea relativamente más pequeño en América, factor que dificultó la difusión de la domesticación y limitó, además, la diversidad de plantas anuales; este mismo razonamiento se aplicaría a la distribución norte-sur de África y también podría explicar-en parte (sólo en parte, debemos subrayar)- su relativo rezago. Las condiciones geográficas en Oriente Medio permitieron una mayor interrelación y difusión cultural en el Viejo Mundo; en general no existen tantas barreas geográficas entre el Creciente Fértil, el norte de África y el mundo mediterráneo (incluso hasta la lejana China), regiones que estaban unidas por relaciones comerciales –la ruta de la seda y las especias-, camellos que podían cruzar desiertos y tribus nómadas pastoras. Mesoamérica, por el contrario, es un medio dividido por valles, cadenas montañosas y desiertos. América –señala Jared Diamond-“se halla fragmentada por la geografía y la ecología: el istmo de Panamá, de solo unos 65 kilómetros de anchura, secciona virtual y geográficamente a América, y, por otro lado, los bosques tropicales de Darién en el istmo y el desierto del norte de México la seccionan desde el punto de vista ecológico [por tanto, la rueda de los juguetes mesoamericanos y la llama de los incas] no habrían coincidido recíprocamente, a pesar de que la distancia que separaba la sociedad maya […] del extremo septentrional del Imperio inca (2.000 kilómetros) era mucho menor que los 13.000 kilómetros de distancia entre Francia y China, cuyas culturas compartían el caballo y la rueda […]-.7
En síntesis: las tribus nómadas de Norteamérica no conectaban a Mesoamérica más que con algunas jefaturas y protociudades (como la llamada “Cultura de Casas Grandes –Paquimé- y con los Anasazi). Por el otro lado del continente, entre las civilizaciones mesoamericanas y los Incas no hubo ninguna interacción evidente o relevante –existe alguna evidencia de contacto marítimo entre el occidente mesoamericano, los mayas y Sudamérica, pero en todo caso de poco impacto en la historia de la región-.
Además, en América las primeras plantas domesticadas fueron raíces, tubérculos (la papa, ñame, mandioca) y bayas (la calabaza y el tomate) –en realidad el único cereal mesoamericano fue el maíz; mientras que en Eurasia estaban el trigo, la cebada, y el centeno; cereales de mayor contenido energético-. Los primeros cultivos del Nuevo Mundo no favorecieron la acumulación, el comercio ni el intercambio, al tratarse de raíces o productos perecederos. Peter Watson señala: “[…] en comparación con Eurasia, que tenía treinta y tres hierbas productoras de semillas grandes, en América sólo había once. Con los animales ocurre algo similar, de las catorce especies de grandes mamíferos que han llegado a domesticarse trece son originarias de Eurasia […] y sólo una de América [la llama, la alpaca y la vicuña proceden del mismo ancestro]”.8 Por si fuera poco, el maíz –para ser una fuente real de acumulación- requirió de un proceso de domesticación muy dilatado (basta comparar el pequeño y frágil teocintle primitivo, con las enormes mazorcas del maíz civilizado).
Adicionalmente, en Mesoamérica –como hemos señalado- no hubo grandes animales herbívoros capaces de ser domesticados –se extinguieron durante la etapa Clovis hace unos 12 mil años debido al cambio climático pero también a que los cazadores del Nuevo Mundo que cruzaron Beringia se encontraron con grandes herbívoros que habían evolucionado sin aprender a temerle al humano9-. En Sudamérica la Llama, Vicuña y la Alpaca sirvieron como animales de carga pero eran inútiles como animales de tiro –quizá porque “las muy necias” no caminan si la carga supera los 50 kilos (no cargan mucho más de lo que puede la espalda humana)-, por ello, en Mesoamérica era desconocida la rueda –excepto en juguetes- ya que era inútil para efectos productivos porque no existían animales para tirar carros (excepto los perros de tiro del Ártico pero este hecho no tiene relevancia para nuestro tema porque los “carros” inuit no necesitan ruedas), derivado de ello tampoco se utilizaron poleas-tecnología derivada de la rueda-.
Esto muestra que si los pueblos americanos no descubrieron la rueda no fue porque fueran menos inteligentes –recordemos que jugaban a la pelota por lo que conocían la rueda “en principio”- sino por la sencilla razón de que no la requerían. En biología como en la sociedad “la necesidad crea el órgano”. Quizá sea la existencia de animales de carga en Sudamérica –lo que promueve el comercio y la acumulación de riqueza- lo que explique que los incas dominaron el imperio más grande de América, el primer lugar en el continente donde se inició la fundición del cobre y donde las carreteras abarcaban 30 mil kilómetros-las más grandes y limpias de su tiempo-.
La domesticación del maíz –proceso que, como hemos visto, resultó más difícil que la domesticación en el Viejo Mundo- no se vio fortalecida e impulsada con animales domesticados que pudieran utilizarse en la producción, lo que, a su vez, limitó la llamada “revolución de los productos secundarios” en estas tierras; ello explica la relativa dilatación entre la domesticación del teocintle hace 8 mil años –que abre el periodo formativo mesoamericano- y las primeras jefaturas megalíticas (Olmecas) hace unos 3, 500 años, mientras que la neolitización en Oriente Medio impulsó las primeras jefaturas y estructuras megalíticas casi de forma inmediata. Los primeros horticultores mesoamericanos tardaron milenios en establecerse en aldeas permanentes ya que, hacerlo antes de que los cultivos cubrieran buena parte de la alimentación, “significaba renunciar parcialmente a la carne”.10
Paradójicamente, la existencia de enormes manadas de bisontes en las llanuras norteamericanas –herbívoro que puede considerarse un sobreviviente de la megafauna- tuvo el efecto de retardar la revolución neolítica en esta región –la cual no se generalizó sino apenas 500 años antes de la llegada de los españoles- pues con tales cantidades de carne y grasa, la adopción de técnicas agrícolas no era necesaria; además, el bisonte no es un herbívoro domesticable. En otras palabras, la abundancia de alimentación en Norteamérica –incluido el consumo del salmón en las costas del Pacífico- retrasó el desarrollo histórico en estas regiones. La revolución urbana, como toda revolución, requiere de crisis como catalizador.
La utilización de animales de tiro en la agricultura constituye un aliciente importante para el descubrimiento de mejores técnicas para la fundición del hierro –ya que un arado de metal es mucho más productivo- mientras que el hierro jamás fue utilizado en el continente americano; la coa o “palo sembrador” fue la principal herramienta agrícola –una bastante primitiva-, prácticamente no se superó la tecnología de piedra en la producción-los metales no dejaron de ser suntuarios-. La generalización del hierro en la producción artesana combinada con la generalización de la esclavitud y el fortalecimiento de las relaciones comerciales explican, en buena medida, las características de la civilización griega y el nacimiento de la llamada “cultura occidental”.
Los pueblos mesoamericanos sabían fundir el oro y otros metales mediante la ingeniosa técnica de la cera perdida, utilizando cera de panales de abeja, pero el oro y los metales preciosos eran símbolo de poder, aquél era la sudoración misma del Sol y prácticamente no se usaba para crear objetos útiles. Otra razón de que el hierro jamás se utilizó en Mesoamérica se debe a que la casta dominante estaba muy poco interesada en la producción de un metal barato que podría independizar a los artesanos del templo; el comercio no se desarrolló lo suficiente como para impulsar una mayor producción artesanal.
Así, el relativo retraso en el desarrollo de las fuerzas productivas de los pueblos mesoamericanos y andinos con respecto a las civilizaciones de Oriente Medio se debe a una serie de condiciones materiales, sociales y ecológicas fortuitas. Cuando hablamos de retraso, debemos aclarar, nos referimos al desarrollo de las fuerzas productivas (acero, armas de fuego, la rueda, ganadería, caballería, alfabetización, etc.). Es evidente, sin embargo, que los pueblos mesoamericanos estaban mucho más adelantados en algunos aspectos “espirituales” como su conocimiento calendárico, matemático y astronómico; lo que muestra que no existe un determinismo mecánico –sino dialéctico- entre lo que los marxistas llamamos infraestructura y superestructura. Sin embargo, creemos, con Marx, que el desarrollo de las fuerzas productivas resulta, en última instancia, decisivo.
La dominación colonial perpetuará el subdesarrollo, al imponer un intercambio desigual y frenar el desarrollo de las fuerzas productivas, ya que los conquistadores contaban con mano de obra semiesclava, cuando no abiertamente esclava y, por ello, la inversión en tecnología resultaba poco atractiva para los explotadores; con las materias primas saqueadas se fortalecerá el llamado Primer Mundo y el colonial se mantendrá en condiciones espantosas. A diferencia de Centro y Sudamérica –donde, con el objetivo de saquear los recursos minerales, la colonia se apoyó en formas precapitalistas y semifeudales de producción – los colonizadores europeos en Norteamérica prácticamente importaron el capitalismo desde Inglaterra (inicialmente en una lógica de pequeña propiedad que estimula la competencia) y lo implantaron en un territorio virgen (exterminando a los pueblos indios y metiendo a los sobrevivientes en “reservas”). La esclavitud en las plantaciones de azúcar sureñas –relación precapitalista en sí misma-sirvió fundamentalmente para acelerar el proceso de acumulación capitalista –los beneficios no se despilfarraron de forma “barroca” como en la Nueva España- y la posterior Guerra Civil Norteamericana liberará esos mismos esclavos para conformar una mano de obra para la emergente industria capitalista, derrotando al sector terrateniente que obstruía el desarrollo burgués. Por todo esto, Estados Unidos podrá emerger como una superpotencia (posición que se reforzará tras la Segunda Guerra Mundial, con un EUA como simple espectador y con sus reservas de oro intactas), mientras que el resto de América Latina seguirá en una lógica neocolonial, convertida en el traspatio del imperialismo norteamericano.
Si bien es cierto, como hemos visto, que las condiciones geográficas jugaron un papel importante en el surgimiento de las primeras civilizaciones y en su ritmo de desarrollo, actualmente el subdesarrollo ya no tiene nada que ver con la geografía, sino con el capitalismo, la división del trabajo y la relativa desindustrialización que se le impuso a los países excoloniales. Ninguna teoría racista o estupidez sobre el “destino manifiesto” puede explicar ni remotamente este fenómeno; el materialismo histórico, por el contrario, da elementos objetivos que explican que estas desigualdades no tienen nada que ver con una mayor inteligencia o destino racial sino con factores materiales que fueron ajenos a la voluntad e inteligencia de los pueblos.
1 Watson, Peter; Ideas, historia intelectual de la humanidad, Barcelona, Crítica, 2013, p. 503.
2Asimov, Isaac; Constantinopla, Madrid, Alianza editorial, 1989, p. 8.
3 Asimov, Isaac; La Alta Edad Media, Madrid, Alianza editorial, 1989, pp. 239-243.
4 Bernal; John, D., La ciencia en la historia, México, UNAM, 1991, p. 388.
5 Diamond, Jared; Armas, gérmenes y acero, México, Random House Mondadori, 2013, pp. 225-249.