Por: Carlos Márquez
Los obreros de Matamoros están escribiendo una nueva página en la historia, deben saber que no parten de cero, que esta batalla no es ajena a nuestra historia y que necesitamos mirar un poco atrás para, con las lecciones que nos da la historia, desde el presente ir forjando el porvenir. Una de las más heroicas e importantes batallas fue la de Rio Blanco, la Rosita y decenas de fabricas del país que emprendieron en 1906-07 una huelga del sector textil desafiando a la represión y demás adversidades. Esta huelga fue precursora y ejemplo de la revolución mexicana y, aunque las condiciones no son exactamente las mismas, nos da importantes lecciones para la lucha de hoy.
Marx consideraba que los obreros son la clase revolucionaria por excelencia. Esto no quiere decir que nazca con un gen especial ni nada por el estilo. En realidad es sólo la experiencia y la lucha lo que permite adquirir consciencia. Durante el porfiriato se construyeron enormes fábricas textiles que agrupaban a miles de obreros. Había ciudades enteras dedicadas a este ramo. Por muchos años los obreros textileros estaban sumidos en la explotación y ni siquiera se les ocurría organizarse o protestar. Esos obreros eran apáticos, trabajaban como animales 14 horas al día, no estaban organizados y mucho menos formados políticamente.
Un obrero no va a la fábrica a hacer huelgas sino a trabajar para su sobrevivencia, suya y de su familia. Deberíamos trabajar para vivir, pero el capitalismo de entonces (y también el de ahora) hace que el trabajo de muchos beneficie sólo a un puñado. Nuestra vida es el trabajo sin tener casi tiempo ni energías para nosotros mismos. Los salarios en las textileras eran miserables, un obrero de Rio Blanco podría ganar 25 centavos al día y los mejores pagados 10 pesos a la semana. Pero bajo cualquier pretexto los obreros eran multados. Si se dañaba una maquina o una herramienta se la hacía pagar al trabajador (aunque fuera un daño del desgaste natural del trabajo). Si faltabas, si fumabas o si por el cansancio te quedabas dormido, eras fuertemente reprendido. De tal forma que un obrero que ganaba en teoría 10 pesos a la semana, en la práctica su salario era de la mitad o menos.
El ambiente general era hostil, el Estado es el instrumento de defensa de los intereses de los patrones y en las zonas textiles no permitía que se hicieran reuniones políticas e incluso en la vida cotidiana se sancionaba a un trabajador por estar a altas horas de la noche fuera de su casa. Lo que importaba era no bajar la productividad, seguir explotando al trabajador y evitar su organización.
Hubo una serie de luchas y procesos de organización antes de las grandes huelgas de 1906. Aunque en apariencia el obrero parezca apático y exista una real enajenación (que hace que el trabajo nos aleje de nosotros mismos y nos adapte a la enorme explotación), de manera subterránea, de forma imperceptible, la conciencia se desarrolla. León Trotsky, el revolucionario marxista ruso, decía que hay un proceso molecular de la revolución que una serie de agravios se van acumulando y puede ocurrir que un ataque más, incluso no siendo el más severo, desate una lucha. A las largas jornadas laborales existentes, los patrones querían sumar que los obreros se quedaran a trabajar hasta las 12 de la noche los días martes y jueves. Ellos no lo aceptaron y a la hora habitual de salida abandonaron la fábrica. Esa fue una acción pequeña de los obreros de Rio Blanco pero que mostró la fuerza de la unidad, dando un primer triunfo al echar abajo la extensión de la jornada laboral. En las fabricas donde los obreros no protestaron estas medidas se aplicaron.
Estas primeras victorias eran contrarrestadas por los capitalistas incrementando las multas y poniendo más presión en el trabajo. El movimiento había logrado simplemente evitar empeorar sus condiciones pero para mantener y profundizar las conquistas se requería una organización permanente. Obreros e intelectuales del Partido Liberal Mexicano, ligado a los hermanos Flores Magón, iniciaron trabajo en la fabrica Rio Blanco. Los obreros comenzaron a reunirse con el fin de constituir una organización, hubo debates sobre si ésta debía tener un carácter mutualista (que implicaba conciliación de clase y mas moderación) o bien una organización de combate en defensa de los intereses de la clase, lo cual bajo la dictadura de Porfirio Díaz significaba una afrenta directa al gobierno. Se puso a votación el carácter de la organización y ganó la segunda propuesta, se eligió una dirección colectiva y se le dio el nombre de “Gran circulo de obreros libres de Rio Blanco”.
La organización pasó por muchas dificultades, su principal dirigente murió. Los siguientes dirigentes decidieron publicar el periódico llamado Revolución Social (lo cual reflejaba que la lucha iba más lejos que las reivindicaciones inmediatas), el periódico era un medio muy importante de organización, de educación de los obreros dirigentes y de base y un ataque directo a la dictadura. Los dirigentes fueron perseguidos y tuvieron que salir. Eso llevaría a que la dirección se tuviera que reestructurar.
Una organización colectiva con dirección colectiva, vinculada a la lucha y que pone atención en la formación política, puede ser capaz de generar cuadros que continúen la lucha. La organización obrera debe ser más fuerte que los individuos. La nueva directiva hizo importante trabajo, logrando extender la organización obrera a otras fábricas como La Rosita. Se restableció una publicación que ahora llevaría el nombre “Unidad Obrera”. La prensa obrera es capaz de llevar las ideas a más lugares, este periódico fue leído por obreros de Tlaxcala y Puebla que se sumaron a la organización y posteriormente se extendería a más estados del país. Los obreros se prepararán para batallas históricas de la clase obrera.
El 22 de octubre de 1906 los obreros de la gran fabrica La Rosita fueron a huelga. Los obreros ya organizados, comenzaron a enviar apoyo para esta lucha que se extendió por 20 días. Pero en respuesta, los empresarios también se organizaron formando el Centro Industrial Mexicano y decidieron ir a la ofensiva con ataques a los obreros de Tlaxcala y Puebla con un duro reglamento que no podía ser aceptado. Obreros de Puebla estallaron en huelga el 3 de diciembre de 1906 y esta se fue extendiendo rápidamente a Tlaxcala y Orizaba. En la ciudad de Puebla se da una enorme manifestación con enorme impacto.
La huelga había abarcado a 32 fabricas de Puebla, 13 de Veracruz, 11 del DF, 9 de Tlaxcala, 8 del Edomex, 7 de Coahuila, 8 de Durango, 6 en Guanajuato, 5 en Jalisco, 4 en Nuevo León, 3 en Chihuahua, 3 en Hidalgo, 2 en Colima, 2 en Tepic, 2 en Guerrero y con una fabrica en huelga Chiapas, Oaxaca, Sonora, Sinaloa y San Luis Potosí.
Los obreros envían sus demandas al presidente Porfirio Díaz, pero este se pone, naturalmente, del lado de los empresarios. Los patrones ponen hojas en las fabricas diciendo que las empresas cerrarían sus puertas para generar incertidumbre en los trabajadores. Los obreros habían avanzado en su unidad y conciencia en duros años de organización, pero esos días gloriosos de la huelga habían sido muy aleccionadores. Los patrones querían aplastar la organización porque los obreros habían adquirido consciencia de clase. Díaz recibe a una comisión de obreros, pero prepara la represión.
Díaz promulga un laudo en donde promete que las fabricas no cerrarán, pero cada uno de los puntos que decreta favorece a los empresarios. Invita a los obreros a reanudar labores el 7 de enero y a aceptar todos los ataques (multas, largas jornadas laborales, etc.) sin derecho a promover nuevas huelgas. Hubo medidas que levantaron gran indignación como el que los obreros tenían que llevar una libreta en que se anotaría su conducta. Los obreros no la aceptaron pero eso era un desafío. Los obreros tenían una enorme fuerza o avanzaban o el Estado los aplastaría.
El día 7 la tropas del Estado porfirista llegaron a Rio Blanco. La lucha era una especie de revolución, las familias, todo el pueblo, estaba en las calles a la espera. La represión inició. Los obreros actuaron con valentía pero fueron atacados con brutalidad, algunos huyeron y fueron perseguidos. Muchos obreros fueron asesinados por la dictadura. Esta dolorosa derrota fertilizó la tierra y fue sobre esta y otras grandes batallas como la de Cananea, que pocos años después se inspiró la gran Revolución Mexicana. La revolución se vengaría de esta dictadura y sería el dictador derrotado y su Estado barrido. Años después, participantes directos en esta lucha defenderían que existieran derechos laborales, que serían plasmados en la constitución de 1917.
La huelga nos habla de la fuerza que da la unidad, pero que esta debe ser lo mayor posible para asegurar el triunfo. En Rusia, la huelga que inició la revolución en 1917 unificó a los obreros con los campesinos e incluso las bases del ejercito fueron atraídas, la lucha partió a las fuerzas represivas en líneas de clase y un importante sector del ejercito se negó a reprimir y se sumó a la revolución.
Hoy hay niveles de explotación muy similares. Los patrones han promovido la organización corporativa o los sindicatos blancos para controlar la organización obrera. Hay desafíos distintos que cubrir, pero se necesita organizaciones de combate, cuadros obreros revolucionarios al frente de ellas, medios de difusión de la lucha y dotarnos de la experiencia de nuestra rica historia de lucha. No queremos derrotas heroicas, queremos ante todo la victoria. Hoy se ha barrido con los gobiernos del PRI y PAN y se debe exigir a este gobierno, que fue llevado ahí por el apoyo masivo de los trabajadores, que se coloque de nuestro lado sin titubeos. Pero los trabajadores no podemos mas que confiar en nuestras propias fuerzas y la mayor unidad de nuestra clase y nuestros demás aliados como son los campesinos, los pueblos indígenas, los estudiantes y demás explotados y oprimidos del país y a nivel internacional. Ese es el camino de la victoria.