Análisis

Estado Español: Huelga y movilización del 8M “casi una revolución”
Escrito por: Lucha de Clases – Estado Español
La jornada del 8 de marzo que vivimos en el Estado español ha sido histórica. Un comentarista del diario catalán El Periódico, la describió como “más que una huelga, casi una revolución”. Y esta apreciación no era exagerada. Tras varios años de apatía y desmovilización, una marea humana emergió en las calles de todo el país, arrastrando a mujeres (y hombres) de todos los sectores populares, pero fundamentalmente de la clase trabajadora. Hubo un ambiente de fuerza y confianza en las propias fuerzas que se rebelaba contra la atmósfera de estancamiento, desesperanza y fatalismo que la clase dominante, y también los dirigentes sindicales y de izquierdas, habían establecido en el último período.
La víspera del 8 de marzo hubo ya grandes manifestaciones nocturnas en Barcelona, Madrid y otras ciudades. El objetivo era “reclamar la noche”, exigir que las mujeres estén libres de intimidación, acoso y violencia y puedan caminar a cualquier hora del día o de la noche sin tener que temer por su seguridad.
El 8 de marzo comenzó con decenas de miles de personas participando en piquetes en todo el país. Algunos fueron en las universidades, otros en grandes centros de trabajo, otros eran piquetes móviles en el centro de las ciudades cerrando tiendas, centros comerciales, restaurantes y locales de comida rápida. Hubo confusión sobre la naturaleza exacta de la huelga, principalmente por el papel de las direcciones de UGT y CCOO, que sólo convocaban un paro de dos horas y en muchos lugares la burocracia sindical difundió deliberadamente información errónea, o pactó con la empresa paros incluso más reducidos a condición de no perder salario. Otros trabajadores temían represalias de sus empresarios si se declaraban en huelga y la presencia de un gran piquete animado en el exterior proporcionaba un bienvenido estímulo.
En Catalunya, también hubo numerosos casos de bloqueos masivos de carreteras, siguiendo la tradición establecida por el movimiento republicano catalán en el otoño.
El movimiento de huelga fue enorme, con millones de trabajadores (mujeres y hombres) participando durante todo el día o como parte del paro de dos horas. En muchos centros de trabajo, la burocracia sindical de UGT y CCOO ni siquiera organizó adecuadamente la huelga limitada que habían convocado. Para dar solo dos ejemplos, en las plantas de Renault, habían acordado con la gerencia un paro de cinco minutos, que de hecho era solo una extensión del descanso de la mañana. En la gran planta de SEAT en Catalunya, la parada fue de solo una hora. Sin embargo, hubo otras industrias y muchos centros de trabajo en el sector público (en los medios de comunicación, educación, sanidad y otros) donde muchos trabajadores, individualmente o de forma organizada, decidieron participar durante todo el día. En total, según CCOO y UGT, 6 millones de trabajadores participaron en la huelga de un tipo u otro, casi el 40% de los asalariados: un gran éxito.
La presión de la opinión pública generada por el movimiento fue tan grande que hasta las presentadoras prominentes de televisión que reprendieron la huelga y se opusieron públicamente en los días previos al 8 de marzo, se vieron forzadas a comerse sus palabras y unirse a la huelga o, en algunos casos fueron forzadas a retirarse en directo por la acción de huelga de sus equipos de producción.
También hubo grandes manifestaciones al mediodía en todas las ciudades principales, con decenas de miles de participantes. La juventud estudiantil jugó un papel importante. En las grandes ciudades hubo casos en los que tal vez hubo dos, tres o incluso cuatro puntos de reunión separados. El carácter masivo del movimiento también le dio una sensación espontánea.
Por la noche, se realizaron manifestaciones masivas en todo el país en cientos de ciudades y pueblos, grandes y pequeños. Una característica común de esto fue que apareció tanta gente que toda la ruta de la manifestación estaba llena de manifestantes antes del inicio oficial, y la cola tardó mucho en llegar al punto final. En Barcelona, las columnas de los diferentes barrios convergieron en una manifestación central que llenó la longitud de Gran Vía y Plaza de Catalunya, y que los organizadores estimaron en 600.000 personas. La manifestación de Madrid también llenó todo el trayecto, y le tomó más de cuatro horas a la multitud llegar hasta el final, con una asistencia que los organizadores estiman en un millón.
Una enorme muchedumbre también marchó en Bilbao (60.000, según la policía local); en Pamplona-Iruña, donde abarrotó la plaza del Castillo; y en Vitoria-Gasteiz, la policía local calculó la cifra en 70.000 (de una población de 250.000). En Galicia, hubo grandes marchas en Vigo, Coruña, Santiago y otras. En Andalucía hubo grandes manifestaciones en Sevilla, donde la policía municipal estimó una asistencia de 100.000 manifestantes, pero la cifra real podría ser dos veces mayor. En Granada, tal vez hasta 50.000 se manifestaron, igual que en Málaga. También hubo grandes manifestaciones en Cádiz, Huelva y Almería. En Valencia también hubo manifestaciones masivas en la capital y en muchas otras ciudades. Asturias, Aragón, las dos Castillas, Extremadura, Canarias y Baleares, todo el país estuvo involucrado en este movimiento sin precedentes.
Una mención aparte debe hacerse de Murcia, donde ha habido un movimiento que exige que el soterramiento de la línea de tren de alta velocidad que cruza la ciudad. Durante meses ha habido manifestaciones diarias, que se han enfrentado a una brutal represión policial. La noche del 8M no fue una excepción. También hubo casos de represión policial en Barcelona y Burgos, pero el día transcurrió de manera relativamente pacífica, precisamente por su carácter masivo.
El centro de la jornada fueron, por supuesto, las reivindicaciones del movimiento feminista. No solo los problemas más obvios de violencia contra las mujeres y la brecha salarial, sino también un rechazo profundamente arraigado de todos los casos de discriminación y sexismo cotidianos contra las mujeres, en el trabajo, en la vida pública, en el hogar y en los medios. La ira acumulada en mil y una injusticias y afrentas aparentemente pequeñas estalló en una protesta masiva por la dignidad.
El ambiente en todas partes era muy combativo y dominado por el espíritu de lucha de las mujeres jóvenes. Hubo cantos y consignas, no sólo contra el gobierno del PP, también contra la Iglesia y su tradicional actitud despectiva hacia la mujer y sus reivindicaciones. Precisamente, en las iglesias parroquiales de algunos barrios obreros, como La Elipa en Madrid, aparecieron pintadas en las fachadas referidas a la huelga del 8M. También hubo gritos contra dirigentes de Ciudadanos. En Madrid, el escuálido cortejo de Ciudadanos con su dirigente local al frente, Begoña Villacís, fue increpado duramente por los manifestantes. En Málaga, el alcalde del PP, que tuvo la desfachatez de aparecer demagógicamente en uno de los márgenes de la manifestación también fue increpado ardorosamente, resultándole imposible incorporarse a la marcha.
Uno de los lemas más populares del día fue “sin mujeres, no hay revolución”. De hecho, varias personas compararon el estado de ánimo del día con una revolución. En realidad, un movimiento revolucionario genuino no puede sino traer al frente a las capas más oprimidas, en este caso las mujeres. El ambiente general en estas movilizaciones se puede resumir en imágenes de la manifestación del mediodía en Bilbao (abajo). Un coro cantó una canción tradicional del movimiento obrero, con una adaptación de la letra para denunciar la opresión de las mujeres migrantes, las mujeres trabajadoras precarias y similares. Termina con un coro de “a la huelga, cien, a la huelga, mil… contra el estado machista: ¡huelga general!”:
En la manifestación de Gijón, un baluarte de la clase obrera, decenas de miles de manifestantes cantaron a pulmón una de las canciones tradicionales de la revolución española, “En la plaza de mi pueblo”. Esto demuestra que el movimiento por la emancipación de las mujeres adopta firmemente un punto de vista de clase y los métodos de la lucha de la clase obrera:
Tan significativo como lo anterior, durante la gran manifestación de Madrid, un grupo de jóvenes se encaramó a los andamios de un edificio en obras donde colgaba una enorme bandera española colocada para la ocasión, y la descolgó ante los ojos y aplausos de miles de manifestantes que gritaron al unísono y alternativamente: “Madrid será la tumba del fascismo… Madrid será la tumba del machismo”:
Manifestantes descuelgan una inmensa bandera de España en la Gran Vía de Madrid al grito de “Madrid será la tumba del fascismo” combinado con “Madrid será la tumba del machismo” :__) #HuelgaFeminista8M #8M #HuelgaFeminista8M #8mars #girlpower pic.twitter.com/eo1w5jnlP5
— Gestel (@logicasimulada) 8 de marzo de 2018
Este es un golpe simbólico a la reaccionaria campaña de chovinismo español impulsada por la clase dominante en los meses anteriores, como respuesta al desafío del movimiento republicano en Catalunya, y que las capas avanzadas de la juventud y de la clase trabajadora de todo el Estado tuvieron que soportar con los dientes apretados. Esto dice mucho del limitado arraigo popular que tiene el patriotismo español y su bandera en la clase obrera española.
Este día extraordinario de lucha también fue parte de algo más grande. En todo el Estado español, existe una acumulación de descontento contra el impacto de la crisis capitalista, el papel dominante de la corrupción en la vida política, el estancamiento de la política oficial y el asalto cada vez mayor a los derechos democráticos. Esto tenía que encontrar una salida: un canal de expresión. En las últimas semanas ha habido un movimiento espontáneo de jubilados, que ha reunido a decenas de miles en las principales ciudades, en algunos casos rompiendo los cordones policiales. Muchos comentaban: “los pensionistas son el ejemplo a seguir”. Ahora muchos más dicen, después del éxito del movimiento del 8 de marzo, “esto es lo que se necesitaba, estábamos esperando algo como esto”.
El ambiente superficial de nacionalismo español reaccionario, que aparentemente dominaba solo unas pocas semanas atrás, ahora se ha disipado, barrido por el aire fresco de la lucha de clases. Desde hace meses, Lucha de Clases viene explicando que no existía una base material sólida para que este ambiente reaccionario se sostuviera en el tiempo. Y ahora esto se ha confirmado. También es importante destacar que este movimiento, como el de los indignados en 2011, como el de las grandes protestas contra los recortes y la austeridad de 2012, y como el Octubre catalán, fue más allá de los límites de los líderes sindicales oficiales, que desempeñaron un papel secundario y en muchos casos se convirtieron en un obstáculo.

La huelga feminista ha traído a la superficie muchos temas. Uno de los debates se centró en la cuestión de si todas las mujeres tienen los mismos intereses, independientemente de la clase a la que pertenecen. Esto se resolvió rápidamente para la mayoría, ya que las mujeres burguesas y de clase alta del Partido Popular y de Ciudadanos pasaron las semanas previas a la huelga denunciándola en los términos más despectivos. Las principales organizaciones patronales emitieron una declaración conjunta contra la huelga e incluso amenazaron con responder a los piquetes con un cierre patronal. Por lo tanto, la naturaleza de clase del movimiento quedó clara como el cristal.
Es notable que el manifiesto de la Coordinadora Feminista, leído al término de las manifestaciones, incluyera referencias al carácter anticapitalista del movimiento y denunciara al capitalismo como la fuente principal de los problemas que acosan a la mujer, y especialmente a la mujer trabajadora.
En todo el proceso de preparación de la movilización del 8M también hubo un debate sobre si los hombres deberían ser convocados a la huelga o si este debería ser un movimiento solo de mujeres. Algunos argumentaron que, dado que el principal objetivo de la huelga era hacer visible la contribución de las mujeres a la sociedad, el hecho de que los hombres se unieran a ella frustraría el propósito, incluidas algunas portavoces oficiales de la Coordinadora Feminista .
Algunos llegaron a afirmar que el papel de los hombres en el trabajo debería ser cubrir a las mujeres que estaban en huelga. Incluso el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, argumentó en este sentido. En la práctica, estaban pidiendo a los hombres que actuaran de esquiroles, lo que fue firmemente rechazado por la CGT, el SAT y la CNT, los sindicatos que convocaron a la huelga general. Al final, por supuesto, el movimiento estuvo dominado por las mujeres y particularmente por las jóvenes y las mujeres trabajadoras, pero muchos hombres trabajadores también participaron y apoyaron el movimiento. Nuestra posición sobre el carácter de esta huelga fue clara desde el principio, llamando a un paro conjunto de toda la clase, mujeres y hombres, como la mejor forma de implicar y sensibilizar a los trabajadores sobre la situación y las demandas de sus compañeras de trabajo y de la mujer en general.
La cuestión del papel de la mujer en el trabajo doméstico también se debatió con vehemencia, ya que el llamamiento era también para una huelga de trabajo doméstico. Se revivió la vieja idea del salario para el trabajo doméstico como un paso hacia la emancipación de la mujer. Nuestra corriente ha explicado su oposición a esta reivindicación.
Sobre todo, la cuestión del vínculo entre la lucha por la emancipación de las mujeres y la lucha contra el capitalismo pasó a primer plano. Para muchos participantes en la huelga y las manifestaciones, estaba claro que lo que se requiere es una revolución; y que para que se produzca una revolución, las mujeres deben jugar un papel central. En la manifestación de Barcelona algunos comentaron: “¡esto parece 1917”!
De hecho, los sectores más astutos de la clase dominante se apuraron para distanciarse de la oposición abierta a la huelga e intentar diluir su contenido y limar sus aristas más agudas. Un editorial en El País el día antes de la huelga hizo hincapié en este punto.”La igualdad entre hombres y mujeres a la que aspira una sociedad democrática solo puede ser lograda desde la libertad, individual y colectiva. Su defensa no es ideológica ni puede ser instrumentalizada“. Lo que querían decir era que la huelga no era y no debía ser de carácter anticapitalista, como era calificada por el PP.
La huelga feminista del 8 de marzo ha provocado un cambio fundamental en la situación en España. El ambiente ahora es de confianza y fortaleza. Hemos percibido el poder que poseen los trabajadores cuando comienzan a moverse. No es casual que esto haya sido provocado por uno de los sectores más oprimidos de la sociedad. La fuerza de la acción colectiva hará que las mujeres tengan más confianza para defender sus derechos contra el acoso sexual y el machismo. Y también habrá incrementado la sensibilidad al respecto de millones de hombres, sobre todo en los centros de trabajo, los hogares, los institutos y las universidades.
Muchas veces, se ha librado un debate falso entre la idea de que para luchar contra el sexismo en la sociedad hay que ‘educar a los hombres’; y la idea de que solo después de que se haya abolido el capitalismo podemos cambiar la conciencia de las personas. El trabajo de educación solo puede tener un impacto limitado, mientras la clase dominante continúe usando la venenosa ideología machista a través de los medios, la Iglesia, el sistema educativo y la familia. Sin embargo, un movimiento de huelga como el del 8M inevitablemente habrá transformado la conciencia de millones de mujeres y hombres. La actitud de los marxistas a veces se caricaturiza como: “nada puede cambiar con respecto a la posición de las mujeres en la sociedad hasta la abolición de la sociedad de clases”. Lo cierto es que, es en el proceso de la lucha por los derechos y las reformas, cuando la conciencia de la clase trabajadora (hombres y mujeres) comienza a cambiar.
Estos acontecimientos tendrán un efecto de arrastre en el resto de la sociedad. La huelga del 8 de marzo se ha convertido en un ejemplo a seguir para todos los sectores de la clase obrera y los jóvenes en su lucha contra el establishment. La conclusión principal es: la única forma de romper el actual estado de cosas es volviendo a las calles.
Para el sábado 17 de marzo, la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, ha convocado manifestaciones masivas en las principales ciudades del país. Los sindicatos UGT y CCOO se han sumado también a la convocatoria. Esta jornada puede ver manifestaciones casi tan multitudinarias como el 8M y marcar un nuevo punto de inflexión en la situación. Es inevitable que el movimiento pase de las demandas económicas y sociales a las demandas políticas, con el eje central de exigir la caída del odiado y desprestigiado gobierno de Rajoy.
Hay una radicalización en la juventud, que está adquiriendo cada vez más un carácter anticapitalista. Todo el odio y el malestar incubado en estos años ha vuelto a salir a la superficie y el gobierno del PP aparece cada día más arrinconado. La burguesía prepara a marchas forzadas un recambio con eje en Ciudadanos con un acuerdo de éste con el PSOE. Una nueva etapa se abre en el Estado español, donde la movilización social ha vuelto a ocupar el centro de la escena.
Sobre esta base, sería posible construir un movimiento que vincule todas las diferentes demandas, lo que podría derrumbar no solo al odiado y corrupto gobierno del PP, sino a todo el régimen de 1978 con él. Lo único que falta es una dirección capaz de dar la señal.
Elecciones en Colombia: ¿vienen tiempos peores?
Escrito por: Jonathan Fortich, Corriente Marxista Internacional – Colombia
Este año Colombia elige Presidente de la República, Vicepresidente, Senadores y Representantes a la Cámara: prácticamente dos tercios del poder político oficial que rige al país. Llama la atención de todos los sectores de la política nacional el ascenso en encuestas de Gustavo Petro. El país que una vez fue llamado “el Israel de Suramérica” ahora parece buscar un giro a la izquierda que atemoriza a la burguesía.
Para mediados del año pasado, la lista de colombianos que expresaban su interés en ocupar el solio de Bolívar, llegó a superar la treintena. La mayoría de ellos esperaba lograr su cometido recolectando el número de firmas de ciudadanos que exige el Estado para los aspirantes que no cuenten con el respaldo de un partido político con personería jurídica. El caso más llamativo fue el de el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. El nieto del presidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se unió a Cambio Radical (CR) a fines de 2003, en cuestión de meses se convirtió en jefe máximo de este partido fundado en 1998 y hasta el día hoy es uno de sus principales dirigentes. Desde 2007, cuando en medio del escándalo conocido como “parapolítica”, fueron condenados varios congresistas de CR, la marca de la corrupción empezó a dibujarse sobre la imagen de esta colectividad. Sin embargo, sigue teniendo reconocimiento legal y actualmente cuenta con nueve senadores, quince representantes a la Cámara, doce gobernadores y cincuenta diputados departamentales. Movido por una desmedida codicia de triunfo, Vargas prefirió negar su afiliación a CR para evitar la mácula del narcotráfico que caracteriza a esta organización y lanzarse a una ingente recolección de firmas marcada por la demagogia, el clientelismo, el populismo en su peor expresión y la trampa: la mitad de las cifras entregadas a la Registraduría eran falsas. Para rematar, CR decidió a principios de este año adherirse a la campaña “Mejor Vargas Lleras”. No hemos intentado contar un chiste: es una realidad verificable.
El proceso de recolección de firmas es altamente costoso y hay compañías privadas especializadas en adelantar este trabajo. Para recolectar las casi cuatrocientas mil firmas legítimas que exige el Estado se precisa de una inversión de, por lo menos, U$150.000. La opción que se creó, supuestamente, para permitir que ciudadanos no vinculados con las fuerzas políticas tradicionales pudiesen acceder al poder público ha demostrado que a los altos cargos del Estado sólo se llega con el respaldo del gran capital.
Luego de verificadas las firmas, algunos aspirantes decidieron crear coaliciones. Dos de estas se someterán a consultas internas en las elecciones legislativas del 11 de marzo: La “Gran consulta por Colombia”, que agrupa a la extrema derecha por una parte, (el lefebvrista Álejandro Ordoñez, la cuadro conservadora Marta Lucía Ramírez y el uribista Iván Duque) y la “Consulta Inclusión social para la paz” que se dará entre dos reformistas (Gustavo Petro y Carlos Caicedo). Dos meses después, el 27 de mayo, será la primera vuelta para elegir presidente. Los ganadores de estas consultas se enfrentarán en primera vuelta al mencionado Vargas Lleras, Sergio Fajardo (Coalición Colombia), Humberto de La Calle (Partido Liberal), Juan Carlos Pinzón (Ante todo Colombia), Piedad Córdoba (Poder Ciudadano) y Viviane Morales (SOMOS). Rodrigo “Timochenko” Londoño (FARC) ha retirado su candidatura por problemas de salud.
Lo que cuantitativamente parece una oferta amplia resulta bastante limitada si se mira en la práctica. Difícilmente encontraremos diferencias sustanciales entre Vargas Lleras y el candidato que elija la extrema derecha. En ambos casos, se trata de defender el programa de las clases dominantes. Algo similar podemos esperar de un hipotético triunfo de Viviane Morales o Juan Carlos Pinzón. En el caso de Sergio Fajardo o de La Calle podría darse algún intento por modernizar la política colombiana pero al final se someterían a la agenda impuesta por las élites. Nos queda así, la orilla izquierda de la política que no ofrece más que reformismo en diferentes matices: Piedad propone reformas intentando sugerir una imagen populista, también son reformistas los programas de Carlos Caicedo y Gustavo Petro. De hecho, Timochenko simplemente proponía reformas partiendo de su idea de la revolución por etapas. No hay una auténtica propuesta revolucionaria para los trabajadores de Colombia, así que lo más avanzado de la clase obrera votará por aproximación.
Esta campaña se adelanta en un entorno álgido: los partidos de extrema derecha plantean su propaganda desde mentiras fantásticas, el voto en blanco todos los días cosecha más adeptos y la violencia ha entrado a formar parte de este escenario desde que el pasado 2 de marzo fue agredido el vehículo en el que se movilizaba Gustavo Petro en la ciudad de Cúcuta, fronteriza con Venezula y centro de operaciones del narcoparamilitarismo. Ha sido inevitable recordar los años 1986-1990 en los cuales diversos candidatos presidenciales fueron asesinados en medio de una violencia política que, entre otras cosas, llevó a silenciar por veinte años a la Unión Patriótica (UP), la fuerza política que puso el mayor número de víctimas en este genocidio político.
La difícil situación de Colombia
A pesar de que Colombia sigue siendo un país pobre con pocas perspectivas de desarrollo en el corto plazo, la burguesía local inició el 2018 llena de optimismo. El año anterior cerró con un ministro de Hacienda que pronosticaba recuperación, las ganancias de los fondos de pensiones tuvieron un aumento anual del 66,34% frente a 2016, el Grupo Éxito (una de las compañías más grandes del país) incrementó sus beneficios en un 400 por ciento; finalmente, en febrero, el gerente del Banco de la República (banco central) se mostró satisfecho con las cifras de crecimiento e inflación. Sin embargo, hubo un crecimiento negativo para el sector manufacturero y el comercio. Es un escenario en el que Colombia pareciera dirigirse hacia un desastre económico y a nadie le importa.
La desmovilización de las FARC-EP, por otra parte, significó una ventaja para la burguesía. Desde que el 29 de agosto de 2016 se declaró oficialmente el cese al fuego bilateral y definitivo, las élites dominantes dejaron de sufrir las acciones militares de la entonces guerrilla. Ésta, ahora transformada en partido político legal, enfrenta la estigmatización resultante de más de medio siglo de propaganda reaccionaria y la agitación de la extrema derecha. Además, la pésima implementación del Acuerdo de La Habana ha evidenciado lo ya esperado: la clase dominante no tiene ningún interés en cambiar las condiciones políticas y económicas del país: su única preocupación era sacar a la guerrilla de las montañas de Colombia; un objetivo apoyado por el imperialismo. La paz con las FARC puede ser el mayor éxito político de las élites colombianas en el último siglo y no lo están aprovechando.
Colombia tiene una riqueza mineral importante: cuenta con las mayores reservas de carbón de América Latina, le sigue a Brasil en potencial hidroeléctrico, posee cantidades significativas de niquel y oro, y produce la mayoría de las esmeraldas del mundo gracias a sus casi doscientos yacimientos: un verdadero paraíso para las multinacionales mineras y la especulación internacional. En este sentido, los planes económicos de la burguesía local resultan muy claros: entregar a la explotación extranjera aquellos territorios a los que antes no podían acceder por el conflicto armado a cambio de las respectivas comisiones y dádivas. Como garantía, seguirán valiéndose de la violencia oficial y extraoficial para evitar y prevenir cualquier levantamiento popular.
Las fuerzas políticas de la burguesía han sufrido una reconfiguración luego del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). Desde entonces, sus partidos tradicionales (PL y Partido Conservardor), entraron en un lento período de decadencia. La situación es tal que hoy los conservadores no tienen candidato a la Presidencia y el candidato liberal no logra llegar al 5% en las encuestas. A su vez, las fuerzas políticas que surgieron alrededor del uribismo también pasan por momentos de crisis: ALAS y PIN tuvieron que reorganizarse luego de que sus jefes fueran enjuiciados por paramilitarismo, y han formado los partidos SOMOS y Opción Ciudadana. La U, el partido que creó Juan Manuel Santos cuando se convirtió al uribismo, empezó un proceso de descomposición, marcado por reiterados escándalos de corrupción y una deficiente respuesta política ante los debates más relevantes, desde que el actual presidente rompió con el máximo líder de la reacción colombiana. El Centro Democrático, el partido fundado por Uribe el 2013 es una suma de fanáticos que sigue ciegamente a su líder; es la organización política oficial de la oligarquía hacendaria que, desde los días de Pablo Escobar, está ligada al narcotráfico y al paramilitarismo. Como efecto colateral de la crisis económica mundial y de una falta de liderazgo local capaz de proponer un proyecto renovador del capitalismo, el discurso político de las élites se ha desgastado al punto del descrédito. La mayoría de colombianos vive decepcionada de su jefes políticos y su descontento se reprime al enfrentarse con “la metralla homicida”, el tradicional recurso de las élites para controlar al pueblo. A principios de este mes las cifras oficiales reportaron 282 líderes sociales asesinados desde 2016.
Colombia es uno de los países más desiguales de América. Hace un año el 28% de su población, de acuerdo a cifras oficiales, se encontraba bajo la línea de pobreza que el Estado fijó en 2016 en $241.673 (U$83) mensuales. Es decir, en términos efectivos, el número de pobres es mucho mayor. La falta de desarrollo industrial lleva a que muchos trabajadores y campesinos no puedan satisfacer sus necesidades básicas. Por otra parte, el atraso que vive el campo, condenado a la caña de azúcar, la palma africana y el latifundio ganadero, sumado a seis años de TLC (Tratados de Libre Comercio) y magros aumentos del salario mínimo, han llevado a una radical reducción de los salarios reales de los trabajadores.
Esta situación económica, desesperada para las mayorías, se traduce en una enorme descomposición social: la inseguridad ha aumentado en las diferentes ciudades del país y afecta sobre todo a los estratos 2 y 3; es decir, a la mayor parte de la clase obrera. Por otra parte, los episodios de violencia intrafamiliar y violencia contra las mujeres se ven en todas las capas de la sociedad; verdaderos escándalos cuando la víctima es “gente de bien” y anécdotas sin importancia cuando se trata de una campesina o una trabajadora. Los abusos sexuales han aumentado y la mayor parte de las víctimas son niños. Mientras, los medios de comunicación de la burguesía maquillan esta putrefacción con los contenidos más superficiales y fútbol. El acceso a la cultura, la práctica del deporte y espacios para el sano empleo del tiempo libre no hacen parte de los intereses del Estado con respecto a los trabajadores. Lo mejor de nuestros artistas, científicos y académicos descubren muy pronto que lo mejor que pueden hacer por sus carreras es emigrar. La oligarquía colombiana parece haber aniquilado toda posible esperanza.
El reformismo amplio
Las masas colombianas no sólo necesitan soluciones urgentes y efectivas a su desesperada situación sino que además empiezan a buscarlas; los levantamientos que se vieron en el Urabá, en el Pacífico y a menos escala en Bogotá, son prueba de ello. Sin embargo, las fuerzas políticas que conforman la izquierda neogranadina no han sido capaces de elaborar un programa que responda al difícil momento que viven los trabajadores. Los sectarismos, caudillimos, la ausencia de debates internos y la falta de trabajo teórico han creado un panorama de diversos reformismos y oportunismos en medio de turbulentos conflictos internos que se estimulan pero nunca se enfrentan.
La Coalición Colombia liderada por Sergio Fajardo, un político de derechas que posa de progresista, y a la que se suman la Alianza Verde (realmente liberales de diferentes denominaciones sin ninguna visión ambientalista) y el Polo Democrático Alternativo (liderado por el maoísta Jorge Robledo), propone un programa que parte de la abstracta lucha contra la corrupción y el clientelismo. A partir de ahí, se proponen una serie de intenciones para salvar al capitalismo local poniendo como motor del desarrollo la cultura y el turismo. La cuestión es que la corrupción y el clientelismo son una de las muchas expresiones del capitalismo en un país atrasado y no se pone fin a ellas salvando el capitalismo sino destruyéndolo.
Piedad Córdoba, que en vida del comandante Hugo Chávez fue su “consentida” en Colombia, intenta configurarse como una líder populista aprovechando su propia imagen y su amistad con diversos líderes reformistas de América Latina para al final proponer muy poco: IVA cero, eliminar las comisiones bancarias y salario digno. No está mal pero es muy poco para un país que vive tantos horrores.
El voto en blanco parece ganar cada vez más adeptos, pero en términos prácticos no se logra nada si no se garantiza un triunfo mayoritario. Como dijo Alan Woods: “Como regla general, la única circunstancia en que es permisible el boicot al parlamento y las elecciones parlamentarias es cuando el movimiento revolucionario está en condiciones de sustituir el sistema parlamentario burgués con algo mejor.” Este no es el caso.
La lista Decentes, que respalda la candidatura de Gustavo Petro agrupa diversos partidos reformistas: La UP, que desde hace poco más de cuatro años volvió a la vida política; MAIS (Movimiento Alternativo Indígena y Social), partido político que surge de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), ASI (Alianza Social Independiente), con raíces en el movimiento indígena y cierta tendencia al oportunismo, y Colombia Humana, que suma a los seguidores de Gustavo Petro. Por aproximación es el programa más favorable a los trabajadores y campesinos de Colombia. En particular, los candidatos de la UP -Aída Avella al Senado (#5) y Román Vega a la Cámara (#105)- son quienes le apuntan a lo más urgente: enfrentar a la megaminería, establecer la pensión universal, defender el Acuerdo de La Habana, salud pública de calidad y desarrollo de sistemas de transporte. Esto, sumado a la candidatura de Gustavo Petro pareciera el escenario más ventajoso para los trabajadores.
El programa de Petro es el resultado de su experiencia política como congresista y como alcalde de Bogotá D.C. (2011-2015). Su programa como burgomaestre se concentró en buscar ordenar la ciudad alrededor del agua, establecer medidas mitigadoras del cambio climático, combatir la segregación y defender lo público. El resultado fue reducción de la pobreza, reducción de la tarifa del servicio de acueducto, reducción de los homicidios y una importante mejora en el sistema de aseo. Estos resultados que sustentan su programa, han sido desvirtuados por los medios burgueses y sectores reaccionarios de la pequeña burguesía; sin embargo, explican el apoyo de los desposeídos a Petro.
Objetivamente es un programa limitado. Sin embargo, en un país donde los pobres son la última prioridad del Estado, donde no se adelanta una sola obra pública sin beneficiar a políticos y grandes empresarios, y donde un narcotraficante merece más respeto que un campesino, insistir en mínimas condiciones de vida digna para la mayoría resulta casi “revolucionario”. No es de extrañar que la oligarquía concentre sus campañas en combatir a Petro en vez de difundir sus propias ideas, en acusarlo de “comunistas” y que, incluso, llegue a intentar asesinarle.
Infortunadamente, Petro no es comunista. Hay una distancia enorme entre su programa y las ideas socialistas. Recordemos que fue precisamente el giro del comandante Chávez hacia el socialismo lo que motiva a Petro, después de ser uno de sus primeros defensores en Colombia, a separarse del proyecto bolivariano. Es conocido de todos los que alguna vez le apostamos al PDA el rechazo de Petro a las ideas socialistas cuando estas se proponían en los debates. Por otra parte, persiste en una dificultad política que es perjudicial para los trabajadores: siempre está buscando la conciliación de clases. Es este error lo que lo ha llevado, por ejemplo, a apoyar la elección de Alejandro Ordoñez como procurador general hace diez años (el mismo procurador que intentó sacarlo de la Alcaldía); asimismo, fue por intentar negociar con el poder burgués y no buscar el apoyo de las masas que las constructoras lograron que se suspendiera el decreto con el que esperaba modificar el ordenamiento territorial de la capital para hacer esta una ciudad menos segregadora.
Sin importar cuál sea el resultado de los próximos procesos electorales, el panorama es desolador para las clases populares de Colombia mientras la burguesía se mantenga dueña del poder político y económico. La extrema derecha amenaza a los trabajadores diciéndoles que si no votan por ellos nos convertiremos en otra Venezuela: una tesis absurda ya que ningún candidato propone un programa ni medianamente cercano a la Constitución Bolivariana y, en todo caso, la creciente miseria que vivimos existe y aumenta gracias al capitalismo que sufrimos hace más de un siglo.
Una victoria de la derecha, que es hasta ahora el escenario más probable, significaría una aceleración en nuestra carrera al desastre económico, una exacerbación de la violencia que vivimos y el crecimiento del narcotráfico. Hay quienes se muestran optimistas por el ascenso de Petro en las encuestas, su entusiasmo ha resultado contagioso y de repente hay un interés en la política por parte de las mayorías que resulta poco usual. Ciertamente, las condiciones objetivas están impulsando un poco usual movimiento hacia la izquierda.
De hecho, es notorio el miedo que inspira entre toda la burguesía la posibilidad de un gobierno de Petro. Por esto mismo, es poco probable que se garantice un triunfo. Ya este país ha visto en otras ocasiones cómo en momentos de dificultad, las élites hacen a un lado sus diferencias y se unen contra el enemigo común. Sea por vías legítimas o no, harán todo lo posible para garantizarse un resultado favorable. Pero incluso si llegasen a reconocer esa eventual victoria, sabríamos que se valdrán de todos los medios posibles para sabotear cualquier acción política de un eventual gobierno de izquierda. Sobre todo porque, incluso si ganase Petro, se encontrará con unas mayorías burguesas ocupando el Congreso, garantizadas por sus mismas maquinarias electorales. Sin embargo, eso no debería arredrarnos: insistir en ese giro a la izquierda es una experiencia necesaria. Es duro si no contamos con el liderazgo efectivo y por ello urge construirlo.
¿Cómo enfrentar una crisis anunciada?
Hoy más que nunca precisamos formar una tendencia revolucionaria. Es necesario formarse en las ideas del marxismo, adelantar labores teóricas y proponer debates al interior del movimiento obrero y sus organizaciones. Poco harán en este momento los intentos por un “capitalismo humano”.
Hace veinte años Ted Grant escribió en un prólogo a El estado y la revolución de Lenin:
“Antes que nada es necesario decir la verdad a la clase trabajadora, la cual ya está harta de mentiras y engaños. Y la verdad es que la única manera de solucionar la actual crisis es mediante una transformación radical de la sociedad que ponga fin a la dominación de la gran Banca y los monopolios. Cualquier otro intento de solución será un desastre. Si los dirigentes del movimiento obrero gastasen una décima parte del tiempo y las energías que dedican a la búsqueda de los mal llamados pactos y consensos con la burguesía y su gobierno (lo que equivale a un intento de cuadrar el círculo) a explicar la auténtica situación y movilizar a la clase obrera y la juventud para cambiar la sociedad, el problema sería resuelto rápidamente. Al mismo tiempo que luchamos contra todos los intentos de la burguesía de cargar todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y sus familias, tenemos que luchar por un auténtico gobierno de izquierdas que lleve a cabo la nacionalización de la banca, la tierra y los grandes monopolios bajo el control democrático de la clase trabajadora como la única manera de salir de la actual crisis que azota a millones de trabajadores, jóvenes, amas de casa y pensionistas.
En una sociedad moderna, la clase trabajadora representa la aplastante mayoría de la sociedad. En sus manos descansan las palancas más importantes de la economía. No hay ningún poder en el mundo capaz de resistir a la clase obrera, una vez que ésta se movilice para transformar la sociedad.”
Con muchas dificultades el proletariado colombiano ha sabido constituirse como clase en el último siglo, ha resistido todas las formas imaginables de violencia, ha sido traicionado por sus líderes una y otra vez, y ha visto caer asesinados de la manera más vil a sus mejores jefes. Ha recorrido el camino suficiente para entender que una transformación de la sociedad es necesaria y urgente. Vendrán tiempos duros; la vida enseña pero su pedagogía rara vez es dulce. Una dirección revolucionaria conformada por los mejores elementos de la clase obrera y la juventud hará menos rudo el camino a la victoria.
Únete a la Corriente Marxista Internacional. Escríbenos a colombiamarxista@gmail.com y construyamos una tendencia capaz de liderar a los trabajadores a la victoria.
Una vez más: marxismo e interseccionalidad
Escrito por: Adrián Alvarado
No es un debate amplio que se realice de forma general en el movimiento obrero y la izquierda, sino entre algunos grupos de activistas, estudiantes o jóvenes conscientes quienes en su búsqueda de alternativas para luchar contra la opresión hacia la mujer, contra el racismo y la homofobia retoman ideas del concepto de la interseccionalidad, algunos incluso, buscan ligar esas ideas al marxismo o al socialismo. Incluso se han escrito diversos artículos que han reproducido portales y revistas de izquierda, cuyo objetivo, según nos plantean, es una defensa marxista del concepto de o teoría de la interseccionalidad.
Nuestro objetivo es aportar a ese debate de manera fraterna y encontrar una teoría e ideas que guíen nuestra acción y nuestra lucha en contra de la explotación, la opresión y las desigualdades, cuyo origen, desde nuestro punto de vista, parte de la división de la sociedad en clases sociales y en la actual estructura económica y social del propio sistema capitalista.
Cabe resaltar que los marxistas somos acérrimos enemigos de la homofobia, del racismo, de la opresión hacia la mujer y de la discriminación, pero pugnamos por la unidad en la acción de los oprimidos, de los explotados y la clase trabajadora en contra de esas ideas reaccionarias, luchamos por una sociedad libre e igualitaria, donde el potencial de las personas puedan desarrollarse al máximo.
Bajo el actual sistema social y económico solamente una pequeña minoría puede desarrollar sus inquietudes, ideas e iniciativas plenamente, la gran mayoría nos vemos privados de lo más mínimo para vivir y para nuestro desarrollo íntegro como seres humanos.
Los marxistas consideramos que para con la opresión y la explotación debemos destruir el sistema capitalista, su Estado, sus leyes y sus gobiernos.
El origen del concepto de la interseccionalidad
Fue la abogada Kimberlé Crenshaw quien por primera vez en el año de 1989 utilizó el concepto de interseccionalidad, en el marco de la discusión de un caso legal de trabajadoras de la compañía General Motors, su objetivo era hacer visibles las múltiples opresiones, violencias y discriminaciones que sufrían las trabajadoras, por el hecho de personas negras y mujeres y crear medidas jurídicas que enfrentaran esas distintas discriminaciones en niveles diversos.
Una sociedad basada en la división de clases, generadora de desigualdad y donde se promueve la explotación del ser humano por el propio ser humano, utiliza el sometimiento y la opresión como herramienta de control, promueve coartar determinadas libertades no solamente a los individuos, sino a grupos completos de personas o colectividades, con la finalidad de mantener el status quo y los privilegios de la minoría que nos gobierna, explota y esclaviza.
Así, los dueños del gran capital justifican las desigualdades entre el hombre y la mujer para mantener su tasa de ganancia, asignan ciertos roles sociales a partir de tu género, promueven modelos de familias tradicionales y el papel de sus integrantes en las mismas para asegurar la reproducción del capital.
El Estado, sus leyes y la propia moral de la clase dominante promueven la división y el odio entre los oprimidos, el sector más reaccionario de los intelectuales de clase dominante incluso elaboran teorías de odio y acciones que tienden a justificar el machismo, el racismo y la homofobia.
Estamos de acuerdo que, en la actual sociedad suceden diversos actos de discriminación u opresión por la condición de género, preferencia sexual, creencias o color de piel. Los teóricos de la interseccionalidad se centran en estas para desarrollar su concepto, que como ya vimos fue establecido en el año de 1989, pero que tiene a su vez algunas vertientes e historia.
Podemos definir a la a la teoría o concepto de interseccionalidad como:
La necesidad de enfrentar un conjunto variado de opresiones al tiempo sin jerarquizar ninguna; la imposibilidad de separar las opresiones que no son únicamente raciales, sexuales, ni de clase.
O si lo queremos ver de otra perspectiva
Es la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder.
Dentro de este concepto a su vez encontramos dos vertientes que le dan origen: el movimiento feminista negro desarrollado principalmente en los Estados Unidos y la teoría de las ciencias sociales nacida en las universidades de Francia en la década de los 60s, que le han denominado post-estructuralismo.
Los marxistas estamos de acuerdo de que existe una convergencia en el planteamiento de la lucha contra la opresión, cualquier persona con convicciones progresistas o que sienta en carne propia la discriminación y la opresión estará de acuerdo que estas tienen que erradicarse. Las divergencias no solamente comienzan al momento de realizar los análisis sino en el método y las acciones para erradicarlas y combatirlas, no solamente con el post-estructuralismo que, desde nuestro punto de vista, plantea algunas posiciones de carácter reaccionario, sino incluso con la vertiente del feminismo negro.
Todo aquel que sienta la necesidad de erradicar la discriminación y la opresión no solamente buscará una alternativa teórica seria que le ayude a comprender su origen sino también pedirá la acción y la práctica de aquellos postulantes de las ideas acciones concretas y referencias con base a los hechos.
No es que despreciemos la teoría o las ideas, sabemos que para cualquier movimiento la claridad teórica e ideológica es un elemento fundamental para asegurar su triunfo de sus opresores, muchas veces los dirigentes de los procesos sociales partiendo de una idea equivocada pueden llevar a callejones sin salida a movimientos u organizaciones. Sin embargo toda teoría que busque combatir la opresión tiene que pasar la prueba de fuego de la práctica, lo que queremos es combatir el origen de las desigualdades y la opresión, no solamente crear marcos teóricos que analicen tal o cual situación injusta que sucede en la sociedad.
No solamente deseamos y aspiramos a comprender la sociedad actual que nos oprime, aspiramos a transformarla.
La vertiente del feminismo negro
Para un sector de mujeres negras en Estados Unidos el feminismo burgués y liberal entró en un callejón sin salida al momento de poner sobre la mesa las diferencias de clase entre las propias mujeres. Algunas de sus dirigentes simplemente aspiraban a ocupar los puestos de gobierno, en la administración pública o en las grandes empresas, que en su momento acaparaban en su mayoría los hombres. No buscaban combatir de raíz la desigualdad, sino solamente matizarla para convertirse ahora ellas en parte del engranaje de la opresión y la explotación.
De los sectores más oprimidos de la sociedad se levantó la voz frente a esa idea y esa práctica, las mujeres negras cuestionaron no solamente la opresión que padecen día a día las mujeres bajo el capitalismo, sino que denunciaron la práctica de algunas dirigentes del feminismo al excluirlas de sus inciativas y del propio movimiento. Así lo expresa una de las figuras relevantes del feminismo negro:
Así se presentaba el sufragio femenino blanco como el medio más adecuado para alcanzar la supremacía racial. Dejando de lado aspectos tales como la solidaridad, la lucha por los derechos de las mujeres o la igualdad política, el incipiente movimiento feminista quedó convertido en un mero baluarte de la superioridad racial de las personas blancas. El movimiento sufragista quedó fatalmente impregnado de racismo, lo cual no solo abriría una brecha insalvable en el feminismo norteamericano (feminismo blanco versus feminismo negro) sino que se convertiría en un instrumento (más) en el proceso de objetivación de la mujer negra. Al asumir para sí mismas el papel de «guardianas y protectoras naturales del hogar», al reivindicar el voto femenino desde su rol como madres de futuros ciudadanos, las mujeres blancas excluían del voto, y de la categoría de madre y por ende de mujer, a las mujeres negras.
El movimiento sufragista quedó fatalmente impregnado de racismo, lo cual no solo abriría una brecha insalvable en el feminismo norteamericano (feminismo blanco versus feminismo negro) sino que se convertiría en un instrumento (más) en el proceso de objetivación de la mujer negra. Al asumir para sí mismas el papel de «guardianas y protectoras naturales del hogar», al reivindicar el voto femenino desde su rol como madres de futuros ciudadanos, las mujeres blancas excluían del voto, y de la categoría de madre y por ende de mujer, a las mujeres negras.
Como todo movimiento que busca una personalidad e ideas propias, la vertiente insterseccionalista basado el feminismo negro trata de encontrar sus raíces históricas, retomando un discurso pronunciado por Sojourner Truth, quién fuera una activista antiabolicionista en Estados Unidos, que pugnó por los derechos de la mujer durante el siglo XIX.
Si discurso ¿Acaso yo no soy mujer?, trata de poner el énfasis en el trato diferencial que se le da a las mujeres al momento de la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, está cargado sin duda con un elemento de clase, poniendo énfasis en que las mujeres son doblemente oprimidas, no solamente por el que las explota, sino por el propio hombre de su propia clase:
Soy una mujer de pleno derecho. Tengo tanta fuerza como un hombre y puedo trabajar tanto como uno de ellos. He arado y he cosechado, he quitado la cáscara al grano y he talado y he segado, ¿acaso un hombre puede hacer más? He escuchado mucho acerca de la igualdad de los sexos; puedo cargar tanto como un hombre y puedo comer tanto como él, si consigo alimento.
El hombre de color ha conseguido sus derechos, pero nadie […] se preocupa por los derechos de las mujeres de color. [Aplausos] Vaya, el hombre de color será dueño de la mujer y sencillamente estaremos tan mal como antes. [Carcajadas] Ahora Maunm, Sufragio femenino se permite que las cosas están agitadas, quiero seguir agitando hasta que se pongan bien del todo. [Carcajadas] Porque si paramos, será un trabajo terriblemente duro arrancar la máquina de nuevo. [Carcajadas] Así que pido esto a las mujeres. Las mujeres blancas saben mucho; las mujeres de color ―esto es, las que han sido liberadas recientemente― no lo saben. Los hombres de color aprenderán, como el resto de los hombres, a ser una especie de amos. Tratarán de ser los amos de sus esposas de color.
Incluso hace un reclamo que prevalece hasta nuestros días sobre el pago desigual entre los hombres y mujeres de la clase trabajadora, demanda que los marxistas reivindicamos como trabajo igual, salario igual.
…Yo he trabajado tanto como la mayor parte de los hombres. Si yo trabajo tanto como un hombre, ¿por qué no me pueden pagar como a él? [Aplausos] Si yo escribo y hago cuentas tan bien como un hombre, ¿por qué no puedo ganar tanto dinero como él? Ellos no hacen más que yo ¿Por qué tienen que tener una paga mayor? Como las mujeres alemanas, ellas hacen tanto trabajo como los hombres, pero él gana un dólar y ella gana medio. Porque es una mujer. Ella, si puede, come tanto como un hombre. [Aplausos y carcajadas] Nadie debería juzgar cuánto come una mujer, o cuánto juicio tiene ―son cosas que no se pueden evitar.
Sin embargo estos planteamientos correctos sobre la diferencia de salarios, sobre la opresión de la mujer busca solucionarlos a partir del establecimiento de leyes justas en beneficio de la mujer, que a las mujeres negras se les juzgue por jueces mujeres negras, por qué según su planteamiento ellas entenderán la misma condición por las que sufren la opresión racista y de género.
Por nuestra parte sabemos que el Estado y sus leyes en el sistema capitalista, están orientadas a mantener el sistema actual de explotación o por ende de opresión de una clase social sobre otra, independientemente del color de piel de sus representantes, o si estos son hombres o mujeres.
Sin embargo, sobre las conclusiones de alcanzar una mejor sociedad igualitaria a través de leyes más justas, se podría objetar que estamos hablando de principios del siglo XIX y se podrá objetar que estamos en los inicios del capitalismo estadounidense y de la sociedad naciente que se va estructurando a partir de abolición de la esclavitud. Sin embargo algunas referencias del feminismo negro no han roto con esa visión legalista para acabar con la discriminación y la opresión.
Otro de los referentes, Ida Wells fue una periodista que documentó y sacó a la luz el caso de los linchamientos de los negros en los Estados Unidos, además evidenció la situación vulnerable a la que se enfrentaban las mujeres negras y el trato desigual que se realiza cuando en un caso de linchamiento, o problema legal se involucra una persona de piel de color, o los blancos.
Por ello, hay una demanda creciente por parte de los afroamericanos de que la culpabilidad o inocencia de las partes acusadas de violación se establezca exhaustivamente. Saben que los hombres de esta parte del país que rechazan hacerlo no se mueven por el deseo de castigar a los violadores, tal y como pretenden. Las aseveraciones de los destacados hombres blancos muestran que para ellos no es el crimen lo importante, sino la clase. El obispo Fitzerald se ha convertido en el apologista de los que linchan a los violadores de mujeres… blancas únicamente. El gobernador Tillman (Carolina del Sur) declaró, en el mes de junio, bajo el árbol de Barnwell en el que habían sido ahorcados ocho afroamericanos el año anterior, que «se pondría a la cabeza de la multitud para linchar a cualquier negro que hubiera violado a una mujer blanca». Así hablan los púlpitos, los funcionarios y los periódicos del Sur. Pero cuando la víctima es una mujer de color, las cosas son diferentes.
En algunos de sus escritos sale a relucir incluso la denuncia de que algunos afroamericanos han llegado a acoplarse a la dinámica de la clase dominante que en su mayoría está compuesta por los “blancos”. Lo que nos lleva a concluir que el problema que la opresión de los afroamericanos, o las mujeres afroamericanas en los Estados Unidos, no solamente tiene que ver por el hecho de ser mujer, o afroamericano, sino tiene que ver con la estructura social y económica de la actual sociedad.
… Incluso para los más elevados afroamericanos, el crimen de la violación es tan repugnante que demasiado a menudo se han creído las palabras del blanco y no han realizado la investigación o la condena que merecería la ley de linchamiento.
Sin embargo, a pesar de la denuncia valiente del racismo y la opresión que Ida Wells realizó en sus escritos periodísticos su conclusión para combatir la discriminación, la violencia y la opresión es la misma respecto al Estado burgués y sus leyes: se tiene que buscar medidas jurídicas más justas, tribunales especiales que juzguen a las personas de color cuando hayan cometido algún delito, o que los jueces encargados de estos casos sean también personas afroamericanas, por qué de acuerdo a su punto de vista, entenderán de mejor forma el contexto en el que se desarrollan los afroamericanos o las mujeres afroamericanas.
Por su parte Patricia Hill Collins, que intenta retomar los orígenes del feminismo negro, pero agregándole algunos elementos del planteamiento posestructuralista, que más adelante analizaremos, saca exactamente la misma conclusión respecto a la forma de acabar con la opresión: crear un capitalismo más humano.
Plantea la creación de un movimiento feminista negro que una sus luchas con los demás sectores de la sociedad, que busque la justicia social.
¿Qué es la justicia social?, es un término bastante amplio y general y la pregunta que cabe hacer es si el actual sistema político y económico puede existir la justicia social para todos, mientras exista la explotación y la opresión.
En un contexto de opresiones interseccionales, el feminismo negro requiere de la búsqueda de la justicia no sólo para las mujeres negras estadounidenses, sino para todos. Las palabras y acciones de estas intelectuales negras pueden dirigirse a audiencias considerablemente diferentes.
Aún en su compromiso con el empoderamiento de las mujeres negras en un contexto de justicia social, promueven la cuestión, sorprendentemente similar, de la igualdad de toda vida humana. Quizás la versión más concisa de la visión humanista del pensamiento feminista negro estadounidense sea la ofrecida por Fannie Lou Hamer, hija de un aparcero y activista por los derechos sociales de Misisipi. Mientras estaba sentada en su porche, Fannie Hamer sentenció: «No es posible que yo odie a alguien y a la vez esperar ver la cara de Dios».
Por su puesto que cualquier persona estará de acuerdo en lograr una sociedad más justa e igualitaria, donde exista justicia para todos, donde pongamos por encima los intereses de los seres humanos al de las leyes del mercado y el consumismo, sin embargo ¿cómo lograr esa sociedad sin destruir la base económica y social del capitalismo?, es algo que Patricia Hill Collins no llega a explicar claramente.
Como marxistas sabemos que el Estado es una herramienta de opresión, particularmente de la clase dominante hacia la clase trabajadora, reconocemos además que existen otros tipos de discriminación y opresión, mediante leyes, la ideología racista, misógina y homofóbica que promueven los sectores más reaccionarios de la clase dominante y la derecha política, tampoco nos abstraemos de la lucha inmediata contra la opresión y la discriminación la cual es muy necesaria, sin embargo consideramos que esta se tiene que ligar a la lucha contra el sistema capitalista.
Un planteamiento desde el movimiento del feminismo próximo al socialismo, fue el Colectivo nacido en Boston del Río Combahee, en su manifiesto plantean:
Reconocemos que la liberación de toda la gente oprimida requiere la destrucción de los sistemas político y económicos del capitalismo y del imperialismo tanto como el del patriarcado, Somos socialistas porque creemos que el trabajo se tiene que organizar para el beneficio colectivo de los que hacen el trabajo y crean los productos, y no para el provecho de los patrones. Los recursos materiales tienen que ser distribuidos igualmente entre todos que creen estos recursos. No estamos convencidas, sin embargo, que una revolución socialista que no sea también una revolución feminista y antiracista nos garantizará nuestra liberación. Hemos llegado a la necesidad de desarrollar un entendimiento de las relaciones entre clases que toma en cuenta la posición específica de la clase de las Negras que generalmente están al margen de la fuerza Obrera, aunque durante este tiempo en particular algunas de nosotras seamos percibidas doblemente como símbolos deseables en los niveles funcionarios y profesionales.
Plantean algunas nociones positivas, rechazan el movimiento feminista separatista, ponen especial énfasis en la unidad de los oprimidos y explotados en la lucha contra el capitalismo, sin embargo, no logran desprenderse por completo de algunas ideas planteadas por el post-estructuralismo, el manifestó antes mencionado, al final tiene nociones sobre el mismo, dudando sobre la capacidad revolucionaria de algunos sectores a partir de su género o raza:
“No tengo ni la menor idea del papel que los revolucionarios hombres blancos heterosexuales podrían hacer, ya que son la incorporación del poder en la cual los intereses reaccionarios están invertidos”.
El callejón sin salida del post-estructuralismo
El reflujo que le siguió a las protestas obreras y juveniles de la década de los setentas creo un ambiente de escepticismo entre los intelectuales de las universidades que en un primer momento intentaron aproximarse a las ideas del marxismo, los cuales adoptaron ideas escépticas sobre la viabilidad de la lucha de clases (aunque en realidad esta capa de intelectuales nunca confío en la clase obrera como sujeto revolucionario de transformación radical) y sobre sí se podía luchar contra el capitalismo, sus instituciones y su Estado.
Una capa de intelectuales en Francia, tras el movimiento revolucionario de 1968 que puso en jaque al gobierno y sistema pero que fue traicionado por los dirigentes estalinistas del Partido Comunista Francés, abandonaron las ideas radicales, se desprendieron fácilmente de las frases marxistas que habían aprendido o escrito y se refugiaron en filosofías pesimistas y aprensivas.
No es la primera vez en la historia que los intelectuales ligados a la clase media, que en un primer momento intentan acercarse a la clase obrera, tras una etapa de reflujo del movimiento o una derrota cambian radicalmente de ideas y se hunden en la desconfianza en el futuro y la depresión.
En ese ambiente de esceptisismo hacia la posibilidad de un movimiento radical y revolucionario contra el capitalismo, surge la teoría del pos estructuralismo y se extiende en las universidades de Francia en la década de los setentas del siglo pasado.
Una capa de intelectuales se alejó de la lucha política y se dedicó a analizar la composición y la estructura del lenguaje, afirmando que la literatura, las palabras, la lectura y la escritura contenían elementos subversivos. Ejercieron estudios sobre el significado de las palabras y como el concepto puede encerrar diversos significados de manera simultánea, cuidando según ellos que el mensaje transmitido no fuera único y autoritario. Cambiaron su objetivo de luchar contra los dueños del gran capital, sus instituciones y el Estado por una obra más grande y radical: ¡la lucha por un lenguaje no autoritario, no excluyente y opresivo!
Un representante de esa capa de intelectuales fue Jacques Derrida, quien tomó como referencias las obras de filósofos existencialistas como Nietzsche y Heiddeger, la psicología de Freud y el lingüista estructuralista Saussure, y a partir de planteamientos propios fue elaborando un concepto que se pueden enmarcar en lo que algunos han denominado el post-estructuralismo cuyo sello fundamental está enmarcado en lo que llama la deconstrucción del lenguaje.
Del filósofo alemán Friedrich Nietzsche retoma la idea de que el ser humano vive preso de su perspectiva personal, por lo tanto la tarea de los filósofos es subvertirla para liberar a la persona de la misma, rompiendo esas ataduras creando vacíos conceptuales. Durante este proceso se subvertir las ideas particulares que los individuos tienen de la realidad, de la cual, somos prisioneros de la misma y de ese juego de conceptos indefinidos, podremos crear, según los pos estructuralistas, una perspectiva más libre y sin ataduras.
De Martin Heidegger, que no está por demás decirlo tenía una concepción política profundamente reaccionaria que lo llevó a afiliarse a los nazi-fascismo, retoma el concepto detruktion, para construir el concepto de deconstrucción, que aboga invertir las categorías que la filosofía occidental ha generado, la cual se ha construido a partir de estructuras binarias que establecen cierta jerarquía, alma cuerpo, humano-animal, objetivo-subjetivo, existencia-escencia, la detruktion, trata de desmontar esas jerarquías sacando a relucir su falta de sólidez.
Ferninand Saussere es el padre del constructivismo, que desarrolló a partir de sus estudios sobre lingüística. Establece que existe una estructura abstracta que determina todas las manifestaciones concretas de la lengua. Para los estructuralistas el estudio fundamental de un sistema, que es un conjunto de procedimientos y normas que regulan el funcionamiento de una colectividad o proceso debe enfocarse no en obtener o interpretar el significado de las partes, porque este puede variar y ser cambiante, sino en la relación de esas partes que hacen funcionar el sistema, se parte de la premisa del estudio del todo y no solo de la partes. Por ejemplo en un semáforo, los colores son secundarios, lo importante es el significado concreto que se le da a los mismos, cualquier color podría significar alto o siga.
Si observamos hay un eje transversal en el pensamiento de Nietzche, Heidegger y Saussere que retoman los posestructuralistas, el carácter variable de algunas categorías o conceptos a partir de la interpretación subjetiva. Ese es uno de sus puntos de partida y construyen una idea de relatividad de las interpretaciones, combatiendo todo tipo de absolutos.
La relación entre el objeto y el sujeto, entre la materia y la idea siempre ha sido un punto de desencuentros entre la filosofía idealista y materialista. Los post-estructuralistas ponen su énfasis en las interpretaciones subjetivas diversas que se le da a la realidad, a partir de esta visión configuran no solamente su visión filosófica, sino también su análisis de la sociedad. Si existen múltiples interpretaciones de una realidad concreta, es imposible converger en una acción colectiva para transformarla, por lo tanto debemos enfocarnos en que las personas generen cambios individuales para transformar culturalmente su entorno.
Los post-estructuralistas ponen como eje principal las ideas y las interpretaciones diversas e individuales de la realidad y la materia, al hacerlo caen dentro de la corriente filosófica del idealismo. Sus iniciativas para la trasformación de la realidad parten de esta visión filosófica equivocada, poniendo como eje fundamental la idea del individuo y no la acción colectividad, las ideas y generación de alternativas culturales y no la transformación de la estructura económica y social del capitalismo, el subvertir el lenguaje y las interpretaciones y no luchar radicalmente contra el origen material de la explotación y la opresión.
Para Derrida las estructuras de un sistema, implican tener un eje o centro fundamental, lo cual cuestionó, tomando las ideas de Nietzche y Heiddegger establece que no pueden existir centros fijos o estables, puesto que existen diversas interpretaciones de los conceptos, hablando en el terreno de la relación de la interpretación subjetiva del concepto y el objeto. Así establece el término de deconstrucción y le da origen a lo que se denominaría post-estructuralismo.
Para los posestructuralistas el conocimiento no está establecido por conceptos, sino de palabras y estas, de acuerdo con ellos tienen múltiples significados, no existe una verdad sino múltiples verdades, dirían por otro lado los defensores de la escuela posmoderna.
Para Derrida el lenguaje escrito en occidente se basa en una idea de centros, por ejemplo una esencia, un dios, un punto, etc. Y desde su perspectiva, esos centros son jerárquicos, excluyentes y marginan. Por ejemplo, en occidente la religión cristiana, excluye, margina u oprime a los musulmanes, judíos, no creyentes y a los no cristianos.
Este tipo de centros generan lo que denominan opuestos binarios que son marginados y oprimidos, por ejemplo el eje centralista de la sociedad actual es el hombre, que tiene una jerarquía mayor sobre la mujer, su par binario, a la cual se excluye, se oprime y se margina.
Para revertir esa situación propone el método de la deconstrucción para la lectura de los textos, el cual consiste en ubicar el componente central del escrito, luego alterarlo y subvertirlo con la finalidad de que esta pase a ser la parte secundaria de la lectura para revertir la jerarquía de forma temporal y que el significado del texto pase a interpretarse de una forma contraria de lo que originalmente significaría. Para que ambos elementos, el centralista original que pasa a ser la parte secundaria y el excluyente marginado original del que se realiza una lectura diferente para subvertir la jerarquía que lo oprime, hagan un juego libre para lograr, según esto, que las jerarquías y significados no sean estables.
Es como si un arreglo previo de un sistema se fuera desvaneciendo para darle paso a otra configuración futura de las partes que lo componen y así se mantenerse de forma constante, donde no existe ninguna configuración central o secundaria.
Algunos defensores del concepto de interseccionalidad retoman el concepto de deconstrucción y lo aplican a la lucha por la igualdad y en la lucha contra la opresión. A partir de los paradigmas planteados por el hombre, las personas de color de piel dominante, los que no profesan una preferencia sexual diferente, los no migrantes, los países imperialistas, se ha construido el discurso centralista sobre los oprimidos teniendo como eje fundamental el pensamiento del opresor, lo que lleva crear una falsa verdad y concepción sobre las oprimidos, por lo que se tiene que realizar una especie de inversión de la condición del oprimido, así la opresión se desvanacerá y se realizará ese juego libre para que las jerarquías oprimido – opresor, lo que provoca que los conceptos establecidas a partir de ese discurso centralista sean inestables y lograr la no opresión.
Durante este proceso se van construyendo nuevas prácticas no jerárquicas en el terreno intelectual y cultural entre la relación, opresores – oprimidos.
Sin embargo el discurso post-estructuralista y posmoderno hace énfasis en ese carácter inestable de las categorías, y rechazan todas las verdades, generalizaciones, categorías y conceptos porque son absolutos.
Utilizando el concepto de Derrida entre la relación inestable entre el significado y significante de las cosas, entre el objeto y la idea, se llega a olvidar que todo concepto desarrollado por el pensamiento humano tiene una base material, concluyen que la experiencia adquirida por los individuos, por integrantes de los grupos colectivos es limitada, es “inestable”, “relativa”, “parcial”, lo que los lleva a una negación a todo tipo de centralismo y generalización por lo que concluyen que no se puede construir una acción colectiva entre los diversos grupos o colectividades de los oprimidos, debido a la visión parcial de la realidad y de las opresiones de los individuos o en su caso pugnan por la división de la sociedad con base a las opresiones particulares, para pugnar por sus demandas o acciones positivas para el sector, favoreciendo la división de los oprimidos y los explotados.
Llevan a en un callejón sin salida a la lucha contra la opresión por que proponen acciones individuales y culturales, como el cambio de lenguaje y actitudes de los integrantes de los grupos de oprimidos, como una vía para luchar contra la opresión.
El post-estructuralismo y su primo hermano el posmodernismo, atomiza la acción colectiva, y en su rechazo y en su método de subversión a las categorías absolutas, proponen una alternativa ambigua: crear una nueva cultura o lenguaje para eliminar la opresión.
Reproducen la idea de que la opresión no tiene que ver con factores económicos o sociales o que esta es inherente al capitalismo, se la atribuyen al comportamiento personal o a la interpretación peculiar de los seres humanos o se la imputan a alguna falla de componentes del actual sistema económico y social y no al sistema como tal.
La idea del posestructuralismo es reaccionaria, pues atomiza la lucha de los oprimidos y no cuestiona las bases fundamentales del mayor generador de la desigualdad en la sociedad actual: el sistema capitalista y no ofrece ninguna alternativa al mismo, basándose en la idea de que toda generalización crea jerarquías y son excluyentes, cayendo en el nihilismo absurdo de cuestionar todo, sin construir absolutamente nada, manteniéndose en la indefinición ideológica y política favoreciendo la reproducción de la moral, de las ideas de la clase dominante al no ofrecer ninguna alternativa.
La construcción del sujeto político
Los interseccionalistas a partir de las múltiples opresiones tratan de establecer un nuevo “sujeto político” de transformación social:
En este sentido, el sujeto político planteado por el black feminism y su crítica interseccional se define como una minoría que forma una coalición con otras minorías. Su propuesta política se funda en la construcción de un movimiento social sensible a todos los tipos de opresión, exclusión y marginación: clasismo, sexismo, racismo, heterosexismo, sin priorizar ninguno de ellos de antemano, sino en forma contextual y situacional.
(…)En resumen, estos distintos feminismos críticos han buscado construir un sujeto político universalizable y relacionarse con otros movimientos sociales sin tener que escoger entre las luchas de distintos movimientos sociales. Sin embargo, esta estrategia no ha estado desprovista de contradicciones. El riesgo inherente a una estrategia política contra-hegemónica construida sobre el “reconocimiento mutuo como sujetos de opresión insurgentes” es que puede hacernos olvidar que esta posición de sujeto no es anterior a las relaciones sociales que la constituyeron como tal y que, por lo tanto, no le pertenece esencialmente a ningún grupo.
Nuevamente las posiciones ambiguas del post-estructuralismo hace mella en la búsqueda del sujeto político para generar un movimiento contra la opresión, si bien están de acuerdo en la construcción de un movimiento coaligado de las minorías oprimidas, se desdibuja al momento de plantear acciones comunes de las colectividades oprimidas, “no se prioriza ninguno de ellos de antemano” y la posición asumida no le corresponde a ningún grupo en particular.
El sujeto de cambio político no lo establecen los interseccionalistas en a partir del rol que juegan en la producción: explotados o explatodores, burguesía o proletariado, sino a partir de todos los tipos de opresión, generando no una visión unificada en la acción colectiva, sino una suma de grupos oprimidos para que actúen.
La clase trabajadora no desarrolla su conciencia de clase a partir de los distintos roles de opresión, sino por la producción que se desarrolla dentro del capitalismo, la cual al ser social, la clase obrera tiende a generar una conciencia colectiva, sus acciones tienden a la unidad de los explotados y son colectivas y masivas. La clase trabajadora por el rol que juega en la producción tiende a ser ese “sujeto político” de transformación radical en el capitalismo, que tras de sí tiene que levantar la banderas de los sectores oprimidos de la sociedad. Pero para lograr esa transformación debe organizarse como clase social, pasar de ser una clase en sí a una clase para sí, es decir desarrollar la conciencia de la actuación política como clase trabajadora, mediante la organización y las acciones colectivas que tiendan a unificar a toda la clase y a los sectores oprimidos de la sociedad, subvertir no solamente en el terreno del lenguaje la explotación y la opresión que ejerce el capitalismo, sino con medidas enfocadas a la transformación radical de la sociedad.
Teniendo en cuenta que el Estado es una herramienta de opresión de una clase sobre otra y que es el fiel defensor de la propiedad privada de los medios de producción, que los actuales gobiernos son los perros guardianes y los administradores de los negocios comunes de la clase burguesa, y que el origen fundamental de la desigualdad en esta sociedad radica en la propiedad privada de los medios de producción, los cual permite los privilegios de una minoría ajena al proceso del trabajo, mientras que los que trabajan muchas veces carecen de los más básico.
Por lo tanto, la tarea de los trabajadores actuando como clase social y “sujeto político” es luchar contra la clase dominante, el Estado y su gobierno y contra la propiedad privada de los medios de producción, sin olvidar el levantar las banderas reivindicativas de los sectores oprimidos de la sociedad. Pero para eso se tiene que plantear la plena unidad de los explotados y los oprimidos, no promover la división en las filas de los mismos.
Por su parte los teóricos de la interseccionalidad se mantienen en la indefinición política y de acción para hacerle frente a la opresión y sus orígenes.
El resultado de esa visión cualquiera que ha participado en los movimientos sociales lo ha comprobado en carne propia: la desorganización, la falta de proyecto político, la ambigüedad en los objetivos y acciones a plantear, se puede caer en el extremo de que cada colectividad o incluso individuos a partir de su visión particular emprenda acciones descoordinadas, que no son efectivas para combatir, ya no digamos al sistema capitalista en conjunto, sino la opresión ejercida dentro de la sociedad.
Los marxistas no negamos la opresión racial, sexual o de género, la afirmamos, pero a su vez reconocemos que diversas opresiones. Nos trazamos como objetivo fundamental la eliminación de las bases económicas y sociales de la explotación y la opresión, sobre lo que se levanta todo el edificio y andamiaje ideológico de una sociedad desigual y opresora, cambiando las bases económicas de manera radical se generará un cambio positivo en la cultura, el lenguaje y existirán relaciones más libre entre los seres humanos.
En la lucha inmediata reivindicamos la lucha contra el racismo, la homofobia, la opresión hacia la mujer y todo tipo de discriminación pugnamos por acciones colectivas y unificadas de los explotados y oprimidos para combatir esas ideas reaccionarias, la división no beneficia a la lucha, pero a su vez pugnamos porque esta lucha inmediata y necesaria se vincule a la lucha contra la clase dominante y el actual sistema político y económico y por la construcción de una sociedad más justa e igualitaria basada en las ideas del socialismo.
El marxismo, post-estructuralismo y la lucha contra la opresión
El análisis del marxismo parte una base científica mediante de la filosofía del materialismo dialéctico y el materialismo histórico.
Nos asumimos como materialistas en el terreno de la filosofía, lo cual es diferente al concepto común que la mayor parte de las personas asumen como “materialista”. La división fundamental de la filosofía, se da entre la corriente idealista y la materialista y se parte de la respuesta que se le dé a la siguiente pregunta ¿qué es primero la materia o la idea?, aquellos que reivindican lo segundo sobre lo primero caen en la escuela del idealismo, los materialistas afirmamos que es a partir de la materia como nacen las ideas, los conceptos, las categorías y todo tipo de abstracciones en el pensamiento humano.
A deferencia de los posestructuralistas, los marxistas afirmamos que la materia, el objeto, existe independientemente del pensamiento del ser humano y que la materia es la base de la realidad, la interpretación que le demos a la misma no la cambia, existe porque lo hace de forma extracorpórea a nosotros.
El revolucionario ruso, Vladimir I. Lenin, en su libro Materialismo y Empiriocriticismo lo describe de la siguiente forma:
La materia es una categoría filosófica que sirve para designar a la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada en sus sensaciones y existente independientemente de ellas.
Federico Engels por su parte escribió:
La unidad real del mundo consiste en su materialidad que no tiene su prueba precisamente en unas cuantas frases de prestigiador, sino en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias naturales.
Si la unidad del mundo consiste en su materialidad, si la materia existe independientemente de nosotros, de nuestros sentidos e interpretaciones, ¿qué lugar le dan los marxistas a las abstracciones y las ideas?, no las negamos sino explicamos su origen y su desarrollo a partir de que la conciencia del ser humano es la imagen subjetiva (la interpretación que le damos a las cosas) del mundo subjetivo (el objeto o la materia).
La conciencia es producto del desarrollo del cerebro humano, el cual también es materia y los procesos que suceden a lo interno del mismo es producto del movimiento de la materia y la energía, mediante las corrientes nerviosas y las reacciones químicas que provocan el proceso de la abstracción y el pensamiento humano, lo cual nos ayuda a percibir los objetos exteriores, a conocer sus propiedades y relaciones.
Para la construcción de conceptos, de categorías y de abstracciones, el ser humano “calca”, “fotografía” los objetos exteriores los cuales aparecen en forma de imágenes sensoriales, para esos procesos de percepción se incluyen los nexos del ser humano con los objetos materiales y ese proceso se supedita de alguna manera a las cualidades propias de los objetos.
El proceso de conocimiento no es individual, sino social, el ser humano asimila esa práctica social mediante el lenguaje, creando significados, conceptos y categorías, mediante un proceso de generalización y abstracción.
Es exactamente en ese proceso de abstracción y generalización donde nacen los conceptos, que son las unidades más básicas del pensamiento humano, por ejemplo: hombre, mujer, perro, miedo, valentía, etc. y los categorías filosóficas, que son abstracciones más generales que ayudan entender nuestro entorno, son fruto del desarrollo del pensamiento humano, que reflejan los vínculos las conexiones más generales y esenciales de la realidad, por ejemplo: (forma, fondo, causa, efecto, necesidad, casualidad), son peldaños que nos ayudan a elevarnos del pensamiento más básico que se adquiere en nuestro vínculo con nuestro entorno, que nos ayudan a conocerlo y dominarlo.
Este proceso a su vez pone al descubierto la relación intrínseca entre la actividad cognoscitiva y la actividad práctica del ser humano y su relación con su entorno (la materia y el objeto).
Las categorías y los conceptos aunque en ocasiones podamos desarrollarlos en procesos bastante complejos de abstracción y generalización en el pensamiento, que dan la apariencia que su origen tiene que ver solamente con el pensamiento humano, tienen un contenido objetivo y su base es material, a su vez como ya dijimos la materia y el mundo objetivo es la base de la realidad.
Por lo que podemos concluir que en el proceso cognoscitivo pretendemos representar mediante conceptos, categorías o símbolos la realidad de nuestro entorno.
De forma general es lo que anteriormente explicamos es la base filosófica del marxismo y del conocimiento humano, el cual se genera a partir de un proceso que va de los particular (objeto) a lo general (pensamiento).
Como podemos observar existe una diferencia profunda entre el marxismo y el post-estructuralismo, estos últimos olvidan que los conceptos y las palabras, aún los más complejos, tienen una base material que es la base de la realidad. Pretenden transformar los conceptos, buscar sus diversas interpretaciones, olvidándose de la base objetiva que estos tienen. La base filosófica del posestrucuralismo y del interseccionalismo es idealista.
El cambiar conceptos o categorías y buscarles una interpretación diversa no cambia la realidad ya que estos tienen una base, es a partir de la transformación de la realidad y de la situación objetiva que se van generando una forma diferente de pensamiento y de cultura.
Por su puesto que en el terreno del pensamiento y en el nivel abstracto pueden existir diversas interpretaciones del mundo material, sin embargo la realidad está respaldado por la objetividad, no por la subjetividad. Lo que existen son diversas interpretaciones, que pueden partir de una visión limitada del entorno, del objeto o la realidad.
La realidad se basa en el objeto, en la materia, nosotros mediante el proceso cognoscitivo intentamos interpretarla, existe aunque no la conozcamos o a pesar de nuestras limitantes en su interpretación.
La premisa del post-estructuralismo o los posmodernos que existen tantas realidades como interpretaciones mismas, es falsa, realidad hay una, interpretaciones pueden ser diversas, algunas más limitadas que otras.
Por ejemplo las partículas subatómicas, cómo el electrón, el protón, el neutrón y otras sub-partículas, que componen el átomo, existían y eran reales incluso antes de que la humanidad logrará conocerlas, lo mismo sucedía con la célula y otros descubrimientos científicos; de igual manera sucede con fenómenos que tenemos limitantes para interpretarlos, existen, son reales, pero aún no logramos conocerlos por completo.
La realidad no se concreta cuando la interpretamos, existe independientemente de nosotros y nuestros procesos del pensamiento.
Para los post-estructuralistas y para algunos defensores de la teoría de la interseccionalidad el proceso de deconstrucción se realiza solamente en el nivel abstracto, sin trastocar la base material o lo concreto, para los marxistas la eliminación de la opresión no solamente vendrá a partir de establecer por decreto nuevas reglas culturales, nuevos lenguajes o conceptos, sino estos devendrán cuanto trastoquemos y transformemos la base material de la opresión. El marxismo es radical porque va a la raíz de las cosas, no solamente en el lenguaje y la ideología sino en las acciones, en el mundo concreto y material.
En el análisis del capitalismo Marx utilizando el método del materialismo histórico pudo desarrollar una teoría científica para la transformación radical de la sociedad. Analizando los diversos modos de producción, estableció que el capitalismo no era eterno sino solamente una fase en la historia de la humanidad.
Analizó las sociedades a partir de su base económica, lo que se produce y como se produce, a partir de eso estudio las relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad, entre propietario y no propietarios, entre explotados y explotadores, entre los productores de la riqueza y los que se apropian de la misma, a partir de eso y a través de la experiencia histórica se fue estableciendo el rol que la clase trabajadora, aquellos que venden su fuerza de trabajo para poder subsistir, juega en el capitalismo, su relación con la producción lo hace ser el sujeto social que transformará la sociedad capitalista.
A la base económica de la sociedad, las fuerzas productivas que intervienen en las mismas y las relaciones de producción que se desarrollan, Marx la denomino estructura, que es el factor fundamental del proceso histórico, lo que determina el desarrollo de la sociedad y los cambios en la misma.
Sobre la estructura se levanta toda un andamiaje político, jurídico, moral, ideológico, incluso filosófico y religioso que Marx denominó la superestructura.
Por ejemplo, en situaciones normales, las leyes, los jueces, los gobernantes, la moral prevaleciente, las instituciones y el Estado sirven para mantener y reproducir la estructura económica y el modo de producción capitalista.
Sin embargo, la relación de la superestructura y la estructura no es mecánica, en ocasiones ese andamiaje político e ideológico en ocasiones parece actuar de manera independiente y que no corresponde con su base económica. Por ejemplo bajo el capitalismo encontramos diversas formas de organización del Estado, o formas de gobierno, la monarquía, las dictaduras, la democracia parlamentaria, la monarquía constitucionalista.
Sin embargo, en última instancia la superestructura intentará atender a su base material de la que se forma la estructura de la sociedad.
Los marxistas afirmamos el origen principal de la desigualdad social es la división de las clases sociales en la actual sociedad, sin embargo no negamos que pueden existir diversos tipos de opresiones en el nivel de la superestructura de la sociedad a las que tenemos que tomar una posición y luchar contra ellas, como el aspecto de la nacionalidad, el color de piel, el género o la preferencia sexual u otro, debemos desarrollar procesos de lucha, de organización contra la homofobia, la opresión hacia la mujer, el racismo, pero vincularla a la lucha contra el sistema capitalista.
Si analizamos la historia del marxismo revolucionario nos encontramos ejemplos de lo que podría ser la posición respecto a diversos tipos de opresión.
En los escritos de Marx por ejemplo intenta tomar una posición acerca de la esclavitud y la opresión ejercida sobre las personas con un color de piel diferente a la clase dominante blnca estadounidense:
“En los Estados Unidos de América, todo movimiento de trabajadores independiente fue paralizado mientras la esclavitud desfiguraba una parte de la república. El trabajo en piel blanca no puede emanciparse donde se estigmatiza el de piel negra. Sin embargo, una nueva vida surge inmediatamente de la muerte de la esclavitud “
Pero para Marx eliminar la opresión sobre los trabajadores y mujeres de la clase negra, no debería limitarse solamente a enmiendas constitucionales o leyes que plasmaran sobre escrito la igualdad, sino que tiene que ver con la estructura social y económica del propio sistema capitalista.
“después de la abolición de la esclavitud, una transformación radical de las relaciones existentes del capital y la propiedad de la tierra está en la agenda” en los EE.UU.
“En los Estados Unidos de Norteamérica, todo movimiento obrero independiente estuvo sumido en la parálisis mientras la esclavitud desfiguró una parte de la república. El trabajo cuya piel es blanca no puede emanciparse allí donde se estigmatiza el trabajo de piel negra . Pero de la muerte de la esclavitud surgió de inmediato una vida nueva, remozada. El primer fruto de la guerra civil fue la agitación por las ocho horas que, calzándose las botas de siete leguas de la locomotora, avanzó a zancadas desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico, desde Nueva Inglaterra a California. El Congreso General del Trabajo, reunido en Baltimore (16 de agosto de 1866) declara: “La primera y gran necesidad del presente, para librar de la esclavitud capitalista al trabajo de esta tierra, es la promulgación de una ley con arreglo a la cual las ocho horas sean la jornada laboral normal en todos los Estados de la Unión norteamericana. Estamos decididos a emplear todas nuestras fuerzas hasta alcanzar este glorioso resultado”
“La esclavitud directa es el pivote de nuestro industrialismo actual al igual que la maquinaria, el crédito, etc. Sin esclavitud no tendríais algodón, sin algodón no tendríais industria moderna. Es la esclavitud la que ha dado valor a las colonias, son las colonias las que han creado el comercio mundial, es el comercio mundial el que constituye la condición necesaria de la gran industria mecánica. Antes de la trata de negros, las colonias apenas daban al antiguo mundo algunos productos y no cambiaba visiblemente la faz del mundo. Así pues, el esclavismo es una categoría económica de primer orden”.
«Los esclavos ahora están sujetos a mayores sufrimientos que los soportados en el pasado por el modo en que son embarcados y ocultados, como mercancía de contrabando, cuando un barco de esclavos entra en el puerto de Río de Janeiro y de La Habana como si se tratara de un honrado comerciante que dispone abiertamente de su mercancía. El número de seres humanos ahora víctimas de la trata de negros es el doble de cuando (los abolicionistas) Wilberforce y Clarckson desempeñaban su noble tarea; y cada individuo, de entre estas altísimas cifras, además de los horrores padecidos en el pasado, tiene que sufrir el confinamiento en un exiguo rincón del navío, donde los espacios son sacrificados en favor de la velocidad”
Las diversas formas de opresión no le fueron ajenas a Marx, no solamente respecto a lo que denomina raza, también podemos encontrar diversos escritos sobre la el origen de la situación del género, particularmente el libro de Engels del Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, es un extenso análisis sobre el rol de las mujeres en las distintas sociedades que se establecieron a partir de la división de las clases sociales.
Sin embargo la posición de Marx y Engels no fue la de atomizar a los diversos grupos oprimidos bajo el capitalismo, siempre pugnaron por la unidad y señalaron que la división entre los explotados y oprimidos no favorece su causa, sino a la de la clase dominante y de los opresores.
“En todos los grandes centros industriales de Inglaterra existe un profundo antagonismo entre el proletario inglés y el irlandés. El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera como un rival que hace que bajen los salarios y el nivel de vida. Siente una antipatía nacional y religiosa hacia él. Lo mira casi como a los pobres blancos [poor whites] de los Estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de la misma Inglaterra. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío”.
Otro ejemplo son las medidas que Lenin y los bolcheviques en Rusia impulsaron de manera concreta para eliminar la opresión de los grupos nacionales en la Rusia Soviética, los marxistas rusos consideraban al imperios zarista como una cárcel de naciones, cuando tomaron el poder en el año de 1917 permitieron que los diversos grupos nacionales pudieran desarrollar su cultura de manera libre e independiente, les permitieron el uso de su lenguaje y se aseguraron que existieran nuevas instituciones que lo promovieran, incluso dieron la pauta para que aquellas nacionalidades oprimidas pudieran separarse la Rusia Soviética si así lo decidían, sin embargo Lenin siempre puso énfasis en la unidad de la clase trabajadora, independientemente de su lenguaje, cultura o nacionalidad.
En el terreno de la mujer desarrollaron reformas y medidas para liberar a la mujer del trabajo doméstico, se avanzó a favor de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, se crearon comedores y guarderías comunitarias para aminorar el trabajo doméstico, se legalizó el aborto, se promovió la participación política, cultural y social de la mujer. Eso en un país culturalmente y económicamente atrasado, y a principios del siglo XIX, mucho antes de que algunos movimientos feministas surgieran a nivel mundial.
En el terreno de la preferencia sexual, fue el primer país en despenalizar el homosexualismo y no criminalizar a las personas por su preferencia sexual, declararon que la sociedad, ni el Estado podrían intervenir en las cuestiones sexuales particulares de las personas. Incluso uno de los primeros Comisarios del Pueblo para la Política Exterior Georgui Chicherin manifestaba de manera libre y abierta sus preferencias sexuales distintas a las establecidas por la moral burguesa, nadie osó en limitar su participación en el gobierno en la Rusia Soviética.
Algunas de estas iniciativas fueron limitadas debido al enorme atraso económico y cultural de la Rusia soviética, estamos hablando de un país donde más de 80% de la población era campesina y analfabeta, sin embargo es una pequeña muestra de cómo los marxistas han actuado de manera concreta para dar pasos en la eliminación de la opresión por cuestiones de género, raza o preferencia sexual, pero luchando por el socialismo.
La principal fuente de opresión parte de la sociedad dividida en clase sociales, la clase dominante, la burguesía no solamente promueve la división de los explotados y oprimidos, ya sea por el color de piel, el género, las creencias o la preferencia sexual, sino que promueve su moral no solamente como una visión de superación individual en el capitalismo, promueve un modelo de familia e incluso la idea de las razas; los marxistas no negamos estas opresiones particulares de diversos grupos sociales, los reconocemos, pero a su vez mencionamos que la liberación y el fin de la opresión no vendrá a partir de la lucha individual o solamente por colectividad, sino que vendrá entre la unidad de los oprimidos con la clase trabajadora, para realizar acciones colectivas e inmediatas que combatan estas ideas, leyes y medidas reaccionarias y discriminatorias, pero enlazar esa lucha a desmantelar la fuente económica y social de las opresiones, la miseria y la explotación, que se basa en la propiedad privada de los medios de producción y todo su andamiaje político e ideológico.
Con la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción y la destrucción del Estado capitalista, comenzará una nueva etapa en la historia de la humanidad, donde la explotación sobre el ser humano, la discriminación violencia y opresión sea cosa del pasado. Las fuerzas productivas liberadas de estos dos grandes diques que impiden avanzar a la humanidad, generará abundancia en las cuestiones materiales, para que el ser humano pueda dedicarse a la ciencia, la cultura el arte y se pueda desarrollar plenamente como ser humano, mostrándose tal y como es. Toda opresión y el ser humano serán verdaderamente libre, cuando comencemos a construir una sociedad sin clases sociales, sin explotados ni explotadores, sin opresores, ni oprimidos. Para la humanidad, una vez derrocado el sistema capitalista, el cielo será el límite.
Elecciones italianas: el régimen sacudido hasta sus cimientos
Escrito por: Fred Weston, Corriente Marxista Internacional
Las elecciones italianas –un terremoto político en el verdadero sentido de la palabra– han producido lo que se había predicho durante mucho tiempo: un parlamento, sin ningún partido o coalición de partidos, capaz de formar un gobierno mayoritario. Los comentaristas burgueses serios han lamentado el hecho de que más del 50 por ciento del electorado votara por partidos “populistas” en contra del establishment, mientras que los partidos en los que el sistema ha descansado durante los últimos 25 años se han visto seriamente debilitados.
Los resultados son los siguientes: coalición de centro-derecha 37 por ciento y 260 diputados; Movimiento Cinco Estrellas (M5S) 32,68 por ciento y 221 diputados; la coalición de centro izquierda 22,85 por ciento y 112 parlamentarios; Liberi e Uguali 3,39 por ciento y 14 diputados. Para formar un gobierno de mayoría en el parlamento se necesitarían 316 diputados, y ninguna de las principales fuerzas en estas elecciones logró eso. Por lo tanto, se abre un período de inestabilidad conforme se prolonguen las negociaciones para formar algún tipo de coalición.
El problema es que nadie sabe cómo se puede construir una coalición que funcione. El centroderecha necesita encontrar 56 parlamentarios que estén dispuestos a apoyarla, mientras que el M5S necesitaría encontrar 95. Ahora hay mucha especulación sobre qué tipo de gobierno surgirá. Podría haber una coalición M5S-Partido Democrático, un acuerdo entre el M5S y la Liga, o incluso algún acuerdo entre el Partido Democrático y la derecha.
Todos ellos, sin embargo, crean nuevos problemas y no son la base para formar un gobierno estable. Otra opción que se discute es la formación de un gobierno de coalición de corta duración cuyo único propósito sería cambiar el sistema electoral, una vez más, para introducir un mecanismo que produzca una mayoría parlamentaria.
Esto ocurre en un momento en que la burguesía italiana requiere de un gobierno fuerte capaz de reducir aún más el estado de bienestar y los derechos de los trabajadores en general, para hacer frente al enorme agujero negro en las finanzas estatales (equivalente al 132 por ciento del PIB), un sistema bancario fallido y una economía estancada que ni siquiera ha podido recuperarse a los niveles previos a la crisis de 2008.
En el pasado, pensaron que habían encontrado en el Partido Democrático la fuerza que necesitaban para garantizar sus intereses, y cuando eso fallaba, podían volver a llamar a Berlusconi. El problema es que los grandes perdedores en estas elecciones fueron precisamente el Partido Democrático y Forza Italia de Berlusconi. Esto es parte de un fenómeno internacional más amplio que ha visto el llamado colapso del centro. La razón es que estos son los partidos más vinculados a la austeridad del período pasado.
El centro-derecha y el surgimiento de la Liga
La mayor parte del centroderecha está compuesta por Forza Italia de Berlusconi y la Liga de Salvini .La Liga solía llamarse Liga Norte e hizo campaña para una separación del norte del resto del país, refiriéndose a los sureños como vagos e incompetentes. Eso restringió su base electoral al norte y la convirtió en una pequeña fuerza en la política nacional. Ahora se ha reciclado como un partido conservador de derecha, racista, antiinmigración y ha aprovechado el temor de un sector de la población a la llegada “constante” de migrantes de África y Asia. Uno de sus lemas principales era ‘Italia para los italianos’. Su voto pasó del 4 por ciento en 2013, concentrado en el norte, al 17,6 por ciento con una difusión más nacional en la actualidad. El partido de Berlusconi, Forza Italia, por otro lado, ha pasado del 21,5 por ciento en 2013 al 14 por ciento en la actualidad.
Berlusconi ha pagado el precio de intentar aparecer como la figura “estadista” más responsable dentro de la coalición de centroderecha. Como un claro signo de desesperación, fue elogiado por los burgueses más serios, en Italia y en Europa, como el hombre que podía salvar a Italia del populismo, que incluía a la Liga con la que estaba en alianza.
Lo que la burguesía no comprende es que en las condiciones actuales en Italia una gran capa de la población ha tenido suficiente con las llamadas figuras estadistas. La UE y el euro son vistos por muchos como la fuente de los problemas que afligen a los trabajadores, y por lo tanto, cualquier político que defienda la UE y el euro no va a tener éxito en las listas de popularidad. La crisis es severa y la gente quiere cambios, no la misma vieja política. Son precisamente esos partidos que ofrecen políticas “extremas” quienes se desempeñan mejor en estas condiciones. Los llamados “moderados” –y Berlusconi fue visto como el moderado dentro de la coalición de centroderecha– sufrieron electoralmente.
En este contexto, Salvini ha estado tocando el tambor sobre que Italia es para los italianos y ha prometido repatriar a cientos de miles de inmigrantes. En las condiciones de creciente desempleo, la derecha ha propulsado el mensaje de que si los inmigrantes son devueltos a su casa, las cosas mejorarían para los italianos. La tragedia es que no existe una verdadera fuerza de izquierda capaz de explicar que tales políticas de divide y vencerás de la derecha solo sirven para debilitar a la clase trabajadora. En ausencia de tal fuerza, el mensaje xenófobo y racista ha tenido un impacto en una capa significativa de la población.
Por lo tanto, el centroderecha ahora está dominado por la Liga y no por Berlusconi. Esto plantea un problema, ya que durante la campaña electoral, Berlusconi había declarado claramente que cualquier partido dentro del centro-derecha que obtuviera la mayor cantidad de votos obtendría el puesto de primer ministro, si la derecha pudiera formar un gobierno, por supuesto. Eso significa que Salvini puede reclamar con razón el rol de líder del centro-derecha. Berlusconi, lejos de proteger a la clase burguesa contra el “populismo”, en realidad ha facilitado el ascenso de la Liga. Sin embargo, el problema sigue siendo que Salvini puede no obtener el puesto de primer ministro al que aspira, ya que el centroderecha en su conjunto no tiene la mayoría necesaria.
Cinco Estrellas tiene un resultado mejor de lo esperado
El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) lo hizo mucho mejor de lo que las encuestas de opinión predecían, consiguiendo más del 32 por ciento de los votos, en comparación con el 25,5 por ciento en 2013. El Movimiento Cinco Estrellas se ha convertido en el partido más grande en el parlamento. Se mantuvo por sí mismo, ya que se negó a formar coaliciones electorales con ninguna otra fuerza, y ha ganado claramente el voto de protesta y ha expresado la ira reprimida contra el establishment.
Como partido mayoritario, tiene el derecho de recibir la tarea de formar un gobierno. El presidente de Italia, Mattarella, tiene el rol de nombrar a quién debería ser el primer ministro. Mira la composición del parlamento y busca un candidato que cree que puede formar una mayoría operativa. Eso significa que en algún momento tendrá que llamar al líder del M5S, Di Maio, y pedirle que pruebe a reunir una mayoría en el parlamento.
El Movimiento Cinco Estrellas consiguió un voto abrumador en el sur y entre los jóvenes. En el sur, su voto estuvo entre el 45 y el 55 por ciento en las diferentes regiones, y entre los jóvenes su voto fue del 43 por ciento, según un estudio de SWG. Esto es muy significativo, ya que la juventud y el sur han sido los más afectados por la crisis del capitalismo en los últimos años y el desempleo los ha afectado fuertemente. También funcionó bien entre los trabajadores industriales, los trabajadores eventuales y las capas de la clase media que se han visto arruinadas por la crisis económica.
En algunas zonas de Italia, el desempleo es muy alto. En el antiguo distrito minero de Sulcis en Cerdeña, por ejemplo, el desempleo se sitúa en el 30 por ciento y el desempleo juvenil en el 70 por ciento. En estas áreas las personas no quieren escuchar toda la vieja retórica de los partidos establecidos. Están sufriendo ahora y quieren que se haga algo serio acerca de sus terribles condiciones sociales y económicas.
Muchos trabajadores solían votar por el Partido Democrático, viendo en él la continuación de la tradición del antiguo Partido Comunista, pero esto ahora ha cambiado. Se sienten traicionados por el Partido Democrático y se han pasado al Cinco Estrellas. Cuando un reportero de televisión les preguntó a los trabajadores por quién habían votado en la región de Sulcis en Cerdeña, la mayoría respondió Cinco Estrellas. Cuando se les preguntó si esto no era un salto en la oscuridad y que podría empeorar las cosas, un trabajador respondió “¿cómo puede ser peor que lo que tenemos ahora?”
Por lo tanto, el voto para Cinco Estrellas es claramente un voto de protesta y una manera de barrer a todos los viejos partidos que son vistos como responsables de esta situación. Los más de diez millones de italianos que votaron por el Cinco Estrellas votaron en contra del sistema en su conjunto.
Sin embargo, ¿qué tiene que ofrecer concretamente el movimiento Cinco Estrellas? Ha acumulado su apoyo presentándose como un partido anti-austeridad, un partido que cuestionó el papel de la UE e incluso planteó la idea de un referéndum sobre el euro. También ha construido su posición con su retórica anticorrupción. La imagen que ha cultivado es la de un partido que barrerá el viejo sistema.
Sin embargo, cuanto más ha crecido, y cuanto más se ha vuelto a la perspectiva de formar realmente un gobierno, más “responsables” se han vuelto sus líderes. Ya no se habla de abandonar el euro. Ya no se habla de un referéndum sobre el euro. Di Maio, su líder, el martes por la noche dio un discurso en el que repitió varias veces la palabra ‘responsable’. Dijo que son un partido responsable y que hará lo correcto para Italia y Europa. Agregó que están preparados para hablar con los demás partidos, lo cual es muy diferente de su posición previa de negarse a trabajar con nadie.
Esto también puede explicar por qué el presidente de Confindustria (la patronal), Vincenzo Boccia, ha salido diciendo que “el Cinco Estrellas no nos atemoriza”, y agregó que no deben deshacer las leyes que hasta ahora han sido introducidas por el Partido Democrático, como la Ley de Empleo, que ha servido para hacer que las condiciones de trabajo sean mucho más precarias. También advirtió al Cinco Estrellas que no introduzca medidas que aumenten aún más la deuda pública. Pero la declaración de Boccia es como un certificado de idoneidad que los patrones han emitido para el Cinco Estrellas, un partido con el que pueden hacer negocios. El hecho de que Cinco Estrellas tengan una postura antisindical ayuda en este sentido.
El Cinco Estrellas ha salido fortalecido, pero está claro que están preparando su propia ruina en el próximo período, ya que se verá forzado a lidiar con la cuestión de cómo dirigir una economía capitalista.
El desplome de la extrema derecha
Dos grupos que podrían describirse como fascistas se presentaron en estas elecciones, ‘CasaPoundItalia’ e ‘Italia agli Italiani’ (una coalición de Forza Nuova y Fiamma Tricolore). Después de haber visto un cierto éxito en una elección local anterior en las afueras de Roma, CasaPound creía que podría obtener algunos diputados elegidos en las elecciones generales. Al final, no lograron acercarse al umbral del 3 por ciento. La votación aún fue significativa, dada la orientación abiertamente fascista de estas listas, pero estaba muy por debajo de sus expectativas. CasaPound consiguió el 0,94 por ciento, mientras que Italia agli Italiani consiguió el 0,38 por ciento.
Inmediatamente después de que se publicaron los resultados, el líder de CasaPound se quejó de que los medios los habían ignorado y no les habían dado publicidad. Este reclamo muestra el efecto desmoralizador que tuvieron los resultados de las elecciones en el liderazgo de CasaPound, pero está lejos de ser cierto, ya que tuvieron mucha publicidad durante la campaña electoral en términos de proyección mediática. Por ejemplo, cuando un racista (y ex candidato de la Liga Norte) disparó contra inmigrantes africanos en las calles de Macerata, se habló mucho sobre la extrema derecha fascista. La verdad es que el apoyo para los abiertamente fascistas es muy débil. También está el hecho de que cualquiera que quiera votar por partidos abiertamente racistas podría votar ya sea por la Liga o por sus socios de la coalición, Fratelli d’Italia [‘Hermanos de Italia’], o incluso, hasta cierto punto, por el Movimiento 5 Estrellas, que también adoptó una postura antiinmigrante.
Dicho esto, hubo un aumento pequeño pero significativo en el voto de la extrema derecha. En 2013, el voto combinado de dos grupos de extrema derecha fue de 92.000 votos (0.27 por ciento). Esta vez, el voto combinado de las dos listas fascistas fue de 429.000 votos (1.32 por ciento). CasaPound fue el grupo que más se benefició con sus 305.000 votos.
Estas cifras dan la imagen real de la llamada “amenaza fascista” en Italia. Estos grupos son marginales y podrían ser fácilmente repelidos y aislados, a condición de que se organice un movimiento de masas mucho más grande contra los ataques racistas y los fascistas .Presentan una amenaza ya que los grupos violentos solían atacar a los activistas e inmigrantes de izquierda. También juegan un papel en avivar un estado general de racismo y xenofobia en una capa de la población.
La desaparición del centro-izquierda
El gran perdedor en estas elecciones es la coalición de centro izquierda centrada en el Partido Democrático. El centro-izquierda consiguió menos del 23 por ciento, por debajo de su 29,5 por ciento en 2013. En las elecciones europeas de 2014, el Partido Democrático ´consiguió más del 40 por ciento. Eso fue cuando estaba en lo alto y Renzi sentía que tenía el viento a favor y nadie podía desafiarlo. El Partido Democrático siguió impulsando una serie de leyes antiobreras y severas medidas de austeridad, y en estas elecciones pagó el precio de esas políticas, consiguiendo apenas el 18,8 por ciento, no mucho más que la Liga, y perdiendo casi tres millones de votos desde el 2013.
Este resultado confirma el proceso gradual y prolongado que ha tenido lugar desde 2014. En este período el Partido Democrático ya había recibido un golpe en el referéndum de 2016, cuando más del 60 por ciento del electorado rechazó el intento de Renzi de cambiar la constitución, en un intento de cambiar el sistema electoral, precisamente para evitar que el Movimiento Cinco Estrellas emergiera como la fuerza más fuerte en el parlamento. Esto fue visto por lo que era y el sur, los trabajadores y la juventud en particular, usó el referéndum para darle una gran bofetada a Renzi.
Renzi renunció como primer ministro, pero su gobierno continuó bajo Gentiloni, con prácticamente los mismos ministros. Renzi fue visto como el que todavía manejaba el gobierno y se convirtió en una figura odiada, tanto en la izquierda como en la derecha.
A pesar de todo esto, Renzi se movió para fortalecer su control sobre el Partido Democrático, empujando hacia un lado a la facción minoritaria de diputados que venían del viejo Partido Comunista, provocando una serie de scisiones entre los diputados, lo que dio lugar a la lista llamada Liberi e Uguali [‘Libres e Iguales’].Esto incluía a algunos ex líderes del Partido Comunista, como D’Alema, quien fue primer ministro en 1998-2000. El objetivo de esta lista era salvar las carreras de la minoría expulsada por Renzi, pero sin romper abiertamente ni con las políticas que defendían en el pasado, ni con la posibilidad de colaborar con el Partido Democrático. Las encuestas de opinión indicaban que podrían obtener alrededor del 6 por ciento. Al final lo hicieron muy mal, consiguiendo apenas un 3,4 por ciento, solo por encima del umbral del 3 por ciento y D’Alema consiguió un resultado muy malo en su ciudad natal. Su líder, Grasso, salió durante la campaña electoral sugiriendo un gobierno de coalición entre el Partido Democrático y Forza Italia de Berlusconi, ¡con ellos mismos como árbitros! Lo más probable es que este grupo se disuelva ya que cada uno de sus parlamentarios busca salvar su futura carrera, algunos de ellos posiblemente regresen al Partido Democrático.
El Partido Democrático se enfrenta ahora a una crisis seria. Renzi ha ofrecido su renuncia como líder del partido, ¡pero aún no renuncia! Su arrogancia no tiene límites. Él dice que se mantendrá como líder hasta que se forme un gobierno. La razón de esto es que cree que el partido no debería entrar en ninguna discusión sobre la formación de algún tipo de coalición, sino que debe permanecer en la oposición. La lógica detrás de esto es clara. Si hay alguna posibilidad de preservar el Partido Democrático como una herramienta útil para la burguesía, esto se puede hacer permaneciendo en la oposición y dejando que los demás continúen con las medidas de austeridad.
Eso es muy bueno en teoría, pero no resuelve el problema inmediato al que se enfrentan los capitalistas de garantizar un gobierno en el corto plazo. Hay una parte significativa del partido que quiere abrirse al Cinco Estrellas y comenzar las negociaciones sobre una posible colaboración entre las dos partes. Renzi ha desafiado a sus oponentes en el partido para que salgan a la luz pública y establezcan dónde están situados. El lunes hay una reunión del cuerpo dirigente del partido en la que puede producirse un enfrentamiento. Lo que estamos viendo es la posible división del Partido Democrático, donde los diferentes fragmentos serían utilizados para apoyar a un gobierno u otro. Mientras tanto, el partido seguirá declinando e incluso podría desaparecer como una fuerza relevante de la escena política italiana.
La debilidad del Partido Democrático y la desaparición de Renzi representan grandes problemas para la burguesía italiana. Habían construido el partido minuciosamente durante un largo período para ser la voz directa de la clase capitalista. El problema hoy es que quien gobierna e intenta dirigir el sistema debe cumplir con las reglas del sistema. El “piloto automático” siempre está a mano guiando a quien está en la oficina hacia la austeridad, recortes en los gastos y un ataque generalizado a la clase trabajadora.
¿Qué queda de la izquierda?
Como se explicó en un artículo anterior, lo que queda de Rifondazione Comunista promovió una lista llamada Potere al Popolo [‘Poder al pueblo’] para presentarse a estas elecciones. A pesar de que las encuestas de opinión indicaban que obtendrían alrededor del 1 por ciento, sus promotores se habían consolidado como la nueva fuerza de la izquierda. Se azotaron hasta el frenesí creyendo que podían superar el umbral del 3 por ciento, y algunos incluso soñaban con cosas más grandes. Esto llevó a algunos a especular si aquí por fin teníamos al Podemos italiano, o la Francia Insumisa italiana.
Los marxistas italianos entendieron que tal lista tenía muy pocas posibilidades de surgir como una alternativa creíble. Su componente principal era Rifondazione Comunista, pero el partido ahora no es ni la sombra de lo que solía ser en términos de militancia e influencia. Este partido apoyó a la centroizquierda en el pasado e incluso entró en uno de sus gobiernos, con la excusa de que tenían que hacer esto para detener a la derecha. El resultado fue que en 2008 Rifondazione perdió todos sus parlamentarios, y ha estado en declive desde entonces. Se ha convertido en nada más que una secta reformista. Lo que se negaron a entender es que no se puede reconstruir la izquierda en Italia con personas que están contaminadas con las políticas del centro-izquierda y con las mismas políticas anteriores. Lo que se requiere es una política de clase clara que rechace cualquier colaboración con el llamado centro, con partidos que defienden los intereses de la clase capitalista.
Pero son incapaces de romper con las viejas políticas. Han continuado defendiendo a Tsipras como modelo para la izquierda en Italia, lo que dice todo sobre la naturaleza de esta fuerza.Y explica por qué lo hicieron tan mal en estas elecciones. Si comparamos el voto de Poder al Pueblo con la lista Rivoluzione Civile de 2013, también promovida por Rifondazione Comunista, vemos que perdieron más de la mitad de sus votos. En 2013, Rivoluzione Civile obtuvo un 2,25 por ciento y 765.000 votos, mientras que Poder al Pueblo en estas elecciones consiguió solo el 1,1 por ciento y 361.000 votos. Este es el precio que pagan años de colaboración de clase reformista.
La tragedia de la situación italiana es que el Partido Democrático, respaldado en el pasado por Rifondazione, ha dado mala fama a la palabra “sinistra” [izquierda] a los ojos de la masa de trabajadores. ‘Sinistra’ está vinculado a Renzi y a sus políticas de austeridad.¡Eso explica por qué un partido como la Liga puede retratarse a sí misma como un partido de la clase trabajadora, diciendo que la “izquierda” no hace nada por los trabajadores!
La izquierda revolucionaria
En efecto, las viejas fuerzas tradicionales de la izquierda en Italia han quedado prácticamente destrozadas por los acontecimientos. Décadas de colaboración de clase condujeron primero a la disolución del viejo PCI y lo que surgió de eso fue absorbido en lo que ahora es el Partido Democrático, mientras que los promotores de Rifondazione Comunista no pudieron construir un genuino Partido Comunista en su lugar. La clase trabajadora italiana ha pasado de tener un poderoso Partido Comunista de dos millones de personas a quedarse sin ningún partido. Poder al Pueblo fue un intento fallido de resucitar una formación reformista en Italia.
Explicamos en un artículo anterior por qué los marxistas en Italia decidieron que, en estas condiciones, era necesario mantener una plataforma izquierda revolucionaria independiente, ‘Per una Sinistra Rivoluzionaria’. No tenían ilusiones en hacer una gran elección. Todavía son demasiado pequeños para ser un factor significativo en la situación, especialmente en el ámbito electoral. Sin embargo, no haberse presentado los habría reducido a un papel pasivo, de “observadores” como comentaristas de la situación. Tener su propia lista les dio un instrumento con el que desempeñar un papel activo en las elecciones y difundir sus ideas lo más ampliamente posible.
En términos de elevar su perfil, la campaña fue exitosa. Pudieron hablar en programas de campaña electoral de televisión, desde la entrevista de Claudio Bellotti, el candidato principal de la lista, en RAI 2, a la que nos referimos antes de las elecciones, a varias entrevistas locales de televisión, radio y periódicos. Los camaradas fueron a las escuelas, universidades y fábricas y llevaron su mensaje a los trabajadores y jóvenes. Donde lograron hablar, tuvieron un impacto en la gente. No fueron vistos como locos ultraizquierdistas sino como personas serias que conocían los hechos y las cifras, que tenían un análisis de la situación italiana y mundial, y que tenían un programa que respondía a los problemas de la clase trabajadora.
Esto, por supuesto, no es suficiente para ganar elecciones. La mayoría de los trabajadores y jóvenes que querían votar por una fuerza que tenía los números para ofrecer una alternativa votaron por el Cinco Estrellas. Este es un proceso objetivo que nadie puede atravesar. Muchos trabajadores votaron por el Cinco Estrellas con grandes ilusiones de que esta era la manera de cambiar las cosas. Estarán amargamente desilusionados y cuando se traduzca en que el Cinco Estrellas también traicione a su electorado, entonces la situación se volverá explosiva, pero eso es música del futuro.
En términos de votos, el resultado es muy modesto. En aquellas áreas como Milán, Nápoles, Módena y algunas otras donde los marxistas tienen una base, con importantes posiciones sindicales, delegados sindicales y demás, obtuvieron un voto decente. La lista general de Sinistra Rivoluzionaria consiguió 32.500 votos. Es cierto que solo pudieron estar en el 60 por ciento de los distritos electorales, pero, no obstante, es un voto muy modesto. Pero el objetivo principal de la campaña no era tanto conseguir una gran cantidad de votos en las urnas, sino crear vínculos con una capa de trabajadores y jóvenes que buscaban una alternativa revolucionaria y usar la campaña electoral como un impulso hacia la construcción de las fuerzas del marxismo. En ese sentido, la campaña ha logrado un éxito importante.
Había otro competidor a la izquierda, y ese era el Partito Comunista dirigido por Marco Rizzo, cuyo símbolo era la bandera roja y la hoz y el martillo. Esta es una organización abiertamente estalinista con vínculos con el Partido Comunista griego, el KKE. Marco Rizzo solía ser una figura destacada en Rifondazione antes de escindirse en 1998 y fue diputado entre 1994 y 2004 y europarlamentario de 2004 a 2009. Este partido consiguió 103.000 votos (0,32 por ciento), todavía muy pequeño y marginal en la política italiana.
Hay una capa de viejos activistas de izquierda en Italia que ahora está en un estado de ánimo profundamente deprimido. Ven en todas partes la reacción y la desesperanza. No entienden por qué la izquierda italiana ha caído a tales profundidades. Muchos de ellos aún se aferran a las mismas ideas, políticas y métodos que llevaron a la actual desintegración de los partidos de izquierda.
El ambiente entre los marxistas de la CMI en Italia, por otro lado, es de confianza. Eso puede parecer extraño para el activista de izquierda promedio, pero eso se debe a que no tienen una comprensión real del período en el que hemos ingresado. Solo ven el lado reaccionario de los resultados electorales. No logran ver que una gran parte de la población italiana votó en contra del viejo régimen. Debido al fracaso histórico de la izquierda, es principalmente el Cinco Estrellas quien ha aprovechado este estado de ánimo, y parcialmente también la Liga. Lo que no entienden es que una vez que el Cinco Estrellas sea probado, los millones que depositaron tantas esperanzas en él se convertirán potencialmente en la base para un futuro partido de la clase trabajadora.
Los marxistas tienen confianza en la clase trabajadora. Ésta aprenderá de los acontecimientos y, a medida que aprenda, buscará algo mejor que la Liga o el Cinco Estrellas. La tarea de la izquierda es preparar una alternativa que sea capaz de convertirse en un punto de referencia para la clase trabajadora. Al intervenir en las elecciones, los marxistas italianos atrajeron la atención de una capa más amplia de personas que buscaban una política revolucionaria alternativa. Ya han comenzado a involucrar a esta capa en sus actividades y están fortaleciendo la Corriente Marxista. Este era el objetivo principal de intervenir en las elecciones con su propia lista.
La opresión de la mujer bajo el capitalismo: El trabajo y la familia
Escrito por: Fanny Casillas
¿Por qué hablar de la opresión de la mujer en el capitalismo?
La opresión de la mujer bajo el capitalismo se ha vuelto una situación insostenible sobre todo para los diferentes países de Latinoamérica. Movilizaciones multitudinarias desde Estados Unidos hasta Argentina han sacudido la conciencia de trabajadoras y trabajadores que buscan una alternativa contra el régimen de podredumbre. En México la violencia hacia la mujer es una realidad cruda que vivimos a diario, desde el acoso callejero hasta los feminicidios. Del 2016 al 2017 se reportaron 4 violaciones cada hora, de los 12 feminicidios que ocurren a diario en Latinoamérica, 7 ocurren en México, al menos el 68% de las mujeres en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia.
De acuerdo con el INEGI el 51.4% de la población total en nuestro país son mujeres, la tasa de participación femenina tan solo llega al 44.6 %. La brecha salarial es del 18.1 % de diferenciación de hombres y mujeres. Durante 2015, el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados alcanzó un nivel equivalente a 4.4 billones de pesos, lo que representó el 24.2% del PIB del país, de esta participación las mujeres aportaron 18 puntos y los hombres 6.2 puntos. [note]INEGI.[/note]
August Bebel -dirigente socialdemócrata alemán- conceptualizaba el trabajo doméstico como servidumbre moderna, y es que este se relaciona directamente con la opresión del género femenino en el transcurso de la historia. Sin embargo, la explicación sobre la opresión de la mujer se encuentra en el mismo sitio que la opresión de los trabajadores en el mundo y, de hecho, tiene una relación directa: el modo de producción capitalista.
En el movimiento feminista hemos visto avanzar posiciones deformadas, que lejos de explicar y poner piso firme a los debates sobre la explotación de la mujer, lo polariza y legitima posiciones de la burguesía. Desde el feminismo socialdemócrata al feminismo radical, estas medidas lejos de dar herramientas para la liberación de la mujer se vuelven reaccionarias para la lucha, en el contexto de la actual crisis del capitalismo donde el oprobio hacia la mujer es uno de los más crudos que se han observado desde la época medieval o el oscurantismo. Estas posiciones y consignas, lejos de elevar el nivel de conciencia para la lucha por la emancipación de la mujer y de los trabajadores, la rebajan y obstruyen su desarrollo.
El presente documento pretende abonar al debate y a la reflexión, así como trazar paso a paso el camino que nos lleve de manera correcta a la lucha en las calles por la liberación de los oprimidos del mundo. Sabemos que el camino es difícil pero no por ello imposible, entender las causas, luchar contra el enemigo y organizarnos, es necesario en estos días de barbarie.
La naturaleza del trabajo
Engels expresa en su obra El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre que es “el trabajo el que ha creado al propio hombre”. Para Marx, es el trabajo en donde el hombre de manera genérica se crea a sí mismo, en donde proyecta su esencia, es decir es la actividad en donde queda materializada su humanidad. Sin embargo, bajo el modo de producción capitalista, el trabajo de los hombres lejos de ser una actividad reafirmadora la convierte en el medio de servidumbre de una clase sobre otra, el medio de la explotación del hombre por el hombre.
El uso de la fuerza de trabajo es el desgaste físico-mental que emplea toda persona para desarrollar una actividad. En este acto de apropiación del sujeto con la naturaleza, en su búsqueda por el control y ordenamiento del entorno en el que se rige, le ha llevado durante miles de años a perfeccionarse a sí mismo en esta actividad, en el capítulo 5 del capital -que retrata el proceso de valorización del trabajo Marx- retrata de perfecta manera la diferencia del trabajo del hombre y su capacidad para recrearse a sí mismo que al resto de las especies:
Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergonzaría, por la construcción de las celdillas de su panal, a más de un maestro albañil. Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera. (Marx, Redit 2014)
En este párrafo se ejemplifica y se hace una analogía para explicar la diferencia del trabajo del hombre respecto a otras especies. Partimos del trabajo, una de las categorías fundamentales del materialismo histórico, para abordar concretamente el estudio de la opresión de la mujer
Antecedentes Históricos
A) Esclavismo
La opresión de la mujer es producto del desarrollo de las sociedades divididas en clase. Federico Engels en su obra El origen de la familia la propiedad privada y el Estado, desarrolla y describe como el desarrollo de este tipo de sociedades cambió los roles entre hombres y mujeres en la familia primitiva. Engels menciona “El derrocamiento del derecho materno produjo la derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo” (Engels, Redición 2010) El derecho materno consistía en que la descendencia y la repartición de los bienes se contaban por línea femenina, la primer medida fue la de abolir la poligamia y pasar a la monogamia, esto configuro de tal forma la familia al grado de volver esta institución el confinamiento de opresión de la mujer. Familia viene de famulus que quiere decir esclavo doméstico y la familia hace alusión al conjunto de esclavos domésticos, en otras palabras, entendemos que la configuración familiar es el núcleo del cual se produce y reproduce esta división de los sexos producto de la división de clase.
Una vez que la mujer quedó configurada en el nuevo esquema familiar y perdió potestad sobre el derecho materno también fue separada de la esfera de producción social para recluirse en la esfera particular del trabajo doméstico.
En el modo de producción esclavista -que fue el primer modo basado en la explotación que aparece en la historia- el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción se basaron en dos figuras: por una parte el esclavo quien es configurado como un instrumento objeto y no como un sujeto propio, y la figura del esclavista que es quien se configura como un ser libre cuya riqueza está basada en la acumulación de esclavos. El Estado esclavista dotó de personalidad (capacidad de ejercicio) únicamente a los amos mientras que los esclavos sin personalidad estaban sujetos al deseo y potestad del amo, este último no tenía ningún bien en posesión, incluso su vida pertenecía exclusivamente al esclavista.
El esclavismo alcanza su desarrollo en la configuración de la Grecia antigua y la Roma clásica; para obtener el dominio de los esclavos se forma un aparato de violencia, que incluye la coerción y dominación. Las formas en las que una persona podría volverse esclavo eran por nacimiento, a través de la herencia de deudas de sus padres o a lo largo de la vida si se contraían deudas, si se desertaba en la guerra o si se perdía la guerra.
La familia en la sociedad esclavista es de carácter individual como unidad económica de la propia sociedad, basada en la propia esclavitud doméstica, que encarna el papel de la mujer, estos dos elementos son claves para entender la trascendencia de esta concepción similar a través de distintos modos de producción. A pesar de que la condición natural de la mujer en la sociedad esclavista, es la de la servidumbre, podemos notar ciertas características a partir de la clase social a la que pertenece. Por ejemplo, en el caso de la clase esclavizada la relación hombre/mujer juega un papel homólogo de explotación sin ninguna oportunidad de derechos, o reafirmación como sujetos, mientras que dentro de la clase esclavista las mujeres únicamente jugaban el roll de portador o fuente para adquirir propiedad o parte del patrimonio de otra familia.
Con la consumación del matrimonio, parte de la propiedad de la familia de la cónyuge pasaba a propiedad del Pater familias (figura central de la familia en el caso de la cultura romana). Cuya única tarea era la de organizar el trabajo doméstico, incluyéndola con los esclavos, es decir su papel era el de la servidumbre central de la casa. Dentro de esta sociedad, el trabajo que recreaban los esclavos era lo que forjaba la riqueza sobre la base material del trabajo doméstico, ya que las mujeres, que confinadas a las tareas del hogar, no tenían tiempo de entrar en las otras esferas de la sociedad como la vida política, cultural y social.
A la par de la práctica de la monogamia, basada en condicionamientos económicos y que sólo fue impuesta y exigida a las mujeres, era lógico que aparecieran sus dos aditamentos complementarios: el adulterio y la prostitución. Esta última se convirtió en una institución a la que gran número de mujeres, tanto libres como esclavas, se vieron cercanas como única forma de subsistencia frente a la opresión que ejercía la sociedad esclavista. Fue precisamente, sobre la base de la prostitución, de donde salieron las únicas mujeres que llegaron a destacar en la política y la cultura de aquella época. Eso sucedió, por ejemplo, con las hetairas griegas, quienes lograron adquirir una independencia -que no pasó de ser muy relativa, puesto que no realizaban un trabajo productivo y tenían que depender de la venta de su cuerpo a un hombre-. Sin embargo, por el solo hecho “de que para convertirse en mujer fuese preciso antes hacerse hetaira, implicaba la condenación más severa de la familia ateniense” (Engels, El origen de la familia la propiedad privada y el Estado, Redición 2010). La carga moral que se tenía que pagar por liberarse de la explotación del seno del trabajo doméstico, y con ello el de transgredir de la esfera individual a la que fueron confinadas, para tener ciertas concesiones en la vida social, era el camino de la prostitución.
Entender que esta opresión de la mujer en el periodo esclavista responde a una razón única, la de clase, es importante. Son los esclavos (hombres y mujeres) en conjunto, quienes no tienen derecho alguno, incluso el reconocimiento de verse como seres y en cambio en la clase de los esclavistas la situación de la mujer es dispar a la de los hombres, no por el género fundamentalmente sino por el confinamiento de la vida pública a la domestica, por la propia segregación de la producción en la sociedad.
B) Feudalismo
La podredumbre de la sociedad esclavista y la caída del imperio romano fueron importantes para el surgimiento del Estado feudal. El término feudalismo, en su aspecto etimológico, deriva de la palabra latina foedus que significa alianza o juramento este modo de producción se caracteriza por la explotación económica llevada a cabo por una casta militar sobre una masa de campesinos sometidos a una serie de cargas (…) que les permiten el usufructo de la tierra que ocupan. [note](Annecchini, 2011)[/note] Es resultado de la relación de los germanos (y demás grupos bárbaros) con los romanos. Pese a que los grupos denominados bárbaros rechazaban algunas de las tradiciones romanas, algunas prevalecieron en el tiempo. Al paso de los territorios del antiguo imperio romano, se establecieron diversos reinos encargados por soldados, los que anteriormente eran campesinos libres volvieron a un estado de servidumbre (la de gleba), fueron hundidos en una relación de dependencia (vasallaje), a cambio de una llamada protección por la que pasaría la confiscación del trabajo de los campesinos o usufructo del trabajo agrícola (explotación ganadero-agrícola).
Bajo este nuevo sistema de producción la familia jugaba un papel importante ya que esta figura era necesaria para el cumplimiento de las tareas de la producción social. Por lo que el papel de la mujer dentro de la sociedad feudal contribuía a la producción. Cabe señalar que durante el primer periodo del feudalismo la producción de los siervos se limitaba a la esfera del valor de uso, ya que solo se producían bienes de subsistencia y para el confiscamiento del señor feudal, el mercado o intercambio vendría en otra etapa posterior.
En ese sentido el intercambio era limitado, la familia era, al mismo tiempo, el centro de la reproducción de la fuerza de trabajo y de la conformación del plus-producto, que era resultado de la renta traducida en productos que el siervo pagaba al señor feudal. Este pago no se efectuaba a título personal del campesino, sino como fruto de la economía familiar en la que participaban todos sus miembros.
Las relaciones entre campesinos en el terreno del trabajo, no distaba en nada en la relación hombre/mujer no obstante la relación social de las mujeres era infame por la influencia de la iglesia y el apoderamiento del señor feudal sobre los siervos. El derecho de pernada es un ejemplo de ello, otorgaba a los señores feudales la potestad de mantener relaciones sexuales con cualquier doncella, sierva de su feudo, que fuera a contraer matrimonio con uno de sus siervos (en América latina el derecho de pernada impregnaba una serie de prácticas de abuso y servidumbre sexual de los hacendados a las mujeres indígenas, campesinas, etc.). Dentro de la sociedad medieval se asumía que la mujer seguía sin el reconocimiento de capacidad como sujeto y necesitaba de la tutela de su marido o padre para relacionarse en el feudo, por lo que la mujer sierva dentro del feudo tenía que rendirles cuentas a dos señores su marido y el señor feudal.
Engels hace alusión al régimen escalonado de podredumbre que el sistema feudal perpetuaba en la sociedad:
Los siervos eran explotados hasta la última gota de sangre, los nobles se valían de todos los pretextos para imponer nuevos tributos y servicios a sus vasallos. En contra de todo lo estipulado aumentaban la servidumbre personal, los pechos, censos, laudemios, derechos en caso de muerte, tributos de domicilio, etc. (Engels, La Guerra de los campesinos en Alemania, 1850 reeditado 2011)
El campesino soportaba el peso integro de todo el edificio social: príncipes, funcionarios, nobleza, frailes, patricios y burgueses. El matrimonio o la muerte también eran requerimientos de tributo al señor feudal. Cuando quería mandaba encerrar a sus siervos en el calabozo donde los esperaba la tortura, con la misma seguridad que el juez de control les espera en nuestros días. Los mataba o los mandaba degollar cuando quería. Esta situación de infamia a los siervos y mujeres construyó tabique por tabique el camino que tuvo lugar a distintas rebeliones con la participación de siervos y de un sinfín de mujeres en las denominadas jacqueries (sublevaciones campesinas en Francia de 1358), otro tanto sucedió en Inglaterra con los lolardos o en la propia Alemania, país en donde las mujeres fueron las más acérrimas defensoras de las ideas de Tomás Münzer. Mientras que las situaciones de las mujeres de la clase del señorío feudal tenían derecho de títulos, la posesión era un derecho como miembro de la familia feudal, pese que tenía que regirse por el derecho paterno, las mujeres podían hacer acuerdos económicos en ausencia de su marido, sin embargo, la posesión de la familia del señorío a la que tenía acceso esas mujeres, también estaba fundada sobre la explotación de hombres y mujeres que formaban a los siervos.
La opresión de la mujer en el capitalismo un análisis necesario
En el periodo de la conformación de los burgos, a las afueras de los feudos en donde se acentuaron los pequeños talleres, y centros de comercio, grupos de mujeres y hombres huyendo de la opresión feudal entraban a ellos, en donde ambos tenían derechos producto de su participación en la producción. Sin embargo, una vez que las reformas para abolir la servidumbre de gleba y liberar la fuerza de trabajo llegó miles de hombres y mujeres sin un medio de trabajo o factor productivo como -lo era la tierra- tuvieron que verse en la situación de cruel explotación o pasaron a las filas del vagabundaje. Las barreras que limitaban las fuerzas productivas en el periodo feudal tuvieron que ser rotas para darle paso al sistema de producción capitalista, sin embargo, este sistema nace de las mismas entrañas del feudo, chorreando poros de sangre: el desarrollo de la división social del trabajo trajo consigo la aparición de nuevos oficios, esto unido al consiguiente auge del comercio, la acumulación de capitales y la existencia de una masa de hombres y mujeres desposeídas de medios de producción y cuyo único medio de subsistencia era la venta de su fuerza de trabajo, crearon las premisas necesarias para la aparición del capitalismo.
Bajo el capitalismo el trabajador queda atado de manos para satisfacer sus necesidades, incluso las de subsistencia, a la venta de su fuerza de trabajo, ya que es separado de todo instrumento de trabajo. En el capitalismo se clarifican como agua cristalina las contradicciones que hay en el trabajo social realizado por la mujer y el trabajo doméstico que la tiene en una situación de doble explotación. En el periodo en el que las jornadas alcanzaban las 12 a 14 horas la situación de la mujer se volvió insoportable. Como citaba Engels la paradoja de la mujer era que si quería contribuir a la vida de la producción social para obtener ingresos por ella misma, le era imposible asumir las tareas de la familia mientras que si cumplía estas tareas quedaba totalmente segregada de la vida social.
La familia se volvió a configurar a partir del modo de producción, puesto que en este nuevo ordenamiento las familias ya no eran necesarias como en el periodo anterior, estás se proletarizaron, la familia dejó de contar en el papel de la producción social y regresó a la esfera privada, junto con las tareas domésticas, además el papel de la familia proletaria giró en una nueva tarea: definir los límites de la participación en la producción social y de la reproducción de fuerza de trabajo. Sin embargo hay que aclarar una situación, entre la familia proletaria y la de la burguesía existe una brecha enorme, diferencias de clase que se acentúan y a su vez se esconden en un pase de manos. Son las familias de la burguesía las que están arraigadas sobre intereses económicos (transmisión de la propiedad como el matrimonio, intercambio de bienes, las relaciones personales incluso), las familias proletarias pese a que funcionan en el mismo sentido, la misma condición que hizo que el capitalismo los desposeyera de toda cosa que no sea su fuerza de trabajo, hace difícil que se consoliden bajo esta base económica, la de la propiedad privada, y si sucede, es marginal, comparada a la base en la que se sustenta la burguesía. Aunque en el terreno social las familias proletarias son las que producen y reproducen cada día la fuerza de trabajo necesaria para el capital.
El proletario carece de bienes. Sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen ya nada de común con las relaciones familiares burguesas, la producción industrial moderna, el moderno yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Alemania que en Norteamérica, borra en él todo carácter nacional. Las leyes, la moral, la religión son para él otros tantos prejuicios burgueses tras los que anidan otros tantos intereses de la burguesía. (Karl Marx, 1848 redicion 2014)
El capitalista necesita que la familia persista, necesita que cumpla su objetivo entorno a la fuerza de trabajo, como una herramienta de transmisión de valores burgueses, como constitutivos de la ideología de una clase sobre otra.
Antes del desarrollo del capitalismo la reproducción de fuerza de trabajo se veía en peligro por la incursión de las mujeres en las fábricas, por lo que las condiciones de miseria salarial y despidos a la mujer eran cotidianos. Con el desarrollo del capitalismo se crearon las bases materiales para la reincorporación de la mujer en la vida de la producción social, muchas de las tareas que se hacían en el hogar, bajo el desarrollo de las fuerzas productivas, se resolvían o se hacían más sencillas. Sin embargo, el tiempo libre resultado de esa disminución de trabajo era ocupado para el trabajo en la producción o en la concentración de la familia (fuerza de trabajo). Esto nos habla de que la mujer bajo el capitalismo, debe cumplir con dos jornadas de trabajo, la concerniente a la esfera de la producción y la del trabajo doméstico. De esta relación es el capitalista quien se enriquece: por una parte obtiene ganancias producto del trabajo y la extracción de plusvalía y por otro lado, garantiza la reproducción de fuerza de trabajo, condición necesaria para incrementar la explotación de la clase trabajadora en su conjunto, sin mencionar que la incorporación de la mujer trabajadora al mundo de la producción social trae consigo un abaratamiento de su fuerza de trabajo (justificante ideal para el remplazo de los trabajadores o el abaratamiento de su fuerza de trabajo) ya que se asume que si hay más participación en las familias en el trabajo y por ende crece la masa de fuerza de trabajo en búsqueda de empleo, entonces se desvaloriza su función esto a la par de lo que plantea Marx en El Capital:
Lo que determina el valor de la fuerza de trabajo y, por tanto, el nivel de ingresos salariales de la misma es el valor de las mercancías que son medios de vida necesarios para el sustento de la familia en su conjunto. (Marx, Redit 2014)
El capital depende y necesita de la explotación y segregación de la mujer para preservar su lugar, así como necesita la explotación de la clase trabajadora. La mujer trabajadora debe soportar esta doble explotación, ya que el trabajo doméstico se vuelve medular para la obtención de fuerza de trabajo. Sin la reposición de la fuerza de trabajo se mermaría y decaería el nivel de producción que el capital necesita para reproducirse y sobrevivir. En general es por las actividades y servicios que realiza la mujer en casa que se libera toda la fuerza de trabajo de los hombres en el proceso productivo. ¿Qué pasaría si la mujer no tuviera sobre sus espaldas esta tarea? De no recaer este trabajo sobre las espaldas de la mujer, el capital se vería obligado o reducir las horas de la jornada de trabajo de los hombres para poder cubrir las necesidades que requiere la reposición de la fuerza de trabajo, o bien, que se contara con la maquinaria y espacios que cumplieran estas tareas que faciliten la actividad productiva de los hombres. En ambos casos es necesaria la disminución de extracción de plusvalía por parte del capitalista ya que por la primera vía, se disminuye el tiempo de trabajo excedente del cual se apropia y eso implica un asunto de principios e intereses para la clase burguesa, con la otra necesita elevar el salario de los trabajadores para que puedan adquirir los medios necesarios para la reposición de su fuerza de trabajo, que implica la misma fórmula de reducir la extracción de plusvalor por parte del burgués.
El aumento de la crisis capitalista está en relación directa con la descomposición de la familia. Las horas que podría utilizar una mujer para ocuparlo en la vida política, cultural, social es utilizado para cumplir con la jornada de trabajo que no se valoriza como lo es la domestica. Las carencias que se tienen en el seno de la fuerza de trabajo perjudican directamente la conformación de las familias y también en última instancia la composición de estas. En periodos que necesita el capital expulsa a las mujeres de sus trabajos para devolverlas al hogar y en momentos de crisis también son ellas quienes asumen con facilidad un empleo por su capacidad de sobreexplotación y el salario tan bajo que tienen. La familia entonces saca a flote que el único interés que la mantiene es el del interés privado, como narra Engels en su obra La clase obrera en Inglaterra.” La familia de la moderna sociedad es disuelta, y en esta disolución se demuestra, justamente, que en el fondo no es el amor a la familia sino el interés privado, necesariamente conservado en la investida comunidad de bienes, el lazo que sostiene a la familia.”
Si regresamos al concepto primero que abordamos en este artículo, en donde se plantea que el trabajo es aquella actividad exclusiva del hombre como ser genérico y que es en realidad esta actividad parte del proceso del que se humaniza. A continuación abordaremos algunos conceptos que el feminismo ha querido utilizar para justificar la errónea idea de que la opresión de la mujer es la disputa de los sexos por sí mismos y no el producto de la relación de la lucha de clases, del conflicto antagónico entre el trabajo y el capital.
El trabajo no objetivado y la prostitución
Existe una relación dialéctica entre el trabajador y el objeto (medios de producción o instrumentos de trabajo) en el que se desarrolla la actividad central que es el trabajo. Sobre esta relación surge la objetivación. Marx explica que es el trabajo el que se objetiva (a través de los medios e instrumentos) mientras que es el objeto el que se elabora (bajo el proceso productivo), sin embargo, bajo el sistema capitalista el hombre no puede objetivar su trabajo, ya que no tiene en sus manos los objetos del trabajo, es decir le han apartado de los medios para poder objetivar su energía. Para realizarse, el trabajador debe de acudir a un capitalista, quien es dueño de los medios de producción, en donde pueda hacer uso de su capacidad productora y creadora. Más drásticamente un trabajo humano es aquel en donde el producto posee el dominio de su imaginación y la puede plasmar en un producto que forma parte de su existencia misma como ente creador, el capital separa al producto de esa cualidad independientemente de su sexo, de ser un ente creador lo convierte en un instrumento más.
El feminismo retrata el concepto de objetivación como un fenómeno exclusivo que afecta a mujeres y a causa del dominio de los hombres o de lo que algunas corrientes del feminismo llaman patriarcado. Sin embargo, es la objetivación la que se da en el seno del trabajo y la relación del sujeto con esta categoría. Es decir, podríamos afirmar que tanto hombres como mujeres de la clase trabajadora al ser apartados de los instrumentos para producir y desposeerlos de los medios de producción también quedan sin forma alguna de objetivar su trabajo como capacidad creadora.
Esta situación de la que miles de personas que conforman el ejército industrial de reserva lo plantean de distintas formas: por ejemplo, las mujeres bajo el capitalismo en donde su fuerza de trabajo no es valorada como la de los trabajadores, y su trabajo doméstico no produce valor en términos sociales, se configura el fenómeno de que la mujer debe verse a sí misma como un objeto (su cuerpo) del cual pueda obtener valores de cambio.
Alexandra Kollontai, en 1921, escribe precisamente sobre la prostitución y como combatirle, ella explica de manera puntual:
Cuando los salarios de una mujer son insuficientes para mantenerla viva, la venta de favores parece una posible ocupación complementaria. La moral hipócrita de la sociedad burguesa fomenta la prostitución por la estructura de su economía explotadora, mientras que al mismo tiempo cubre con desprecio a cualquier chica o mujer que es forzada a tomar este camino. (Kollontai, 1921)
La moral burguesa castiga la prostitución pero las relaciones sociales la fomentan, es la explotación y la condición de miseria en la que se deja a hombres y mujeres la que enarbola y hace que crezca esta situación a pasos agigantados. Mientras que en el periodo esclavista y el feudal el número de mujeres que incurrían en esta práctica era reducido, también vemos como la prostitución estaba ligada a las relaciones exclusivamente familiares, bajo el capitalismo la condición de explotación es tan brutal que la venta del cuerpo es considerada como una fuente para la adquisición de ingresos, ya que el sistema es incapaz de resolver estás problemáticas, al mismo tiempo la acusación moral del capitalismo señala a las mujeres, además de que las criminaliza. Es decir, en el capitalismo, la condición de la mujer se agrava a tal nivel que la prostitución va más allá de los límites que transgreden a la conformación familiar, como pudo serlo bajo el esclavismo o por la inserción a la vida social y bajo algunos gremios como en el periodo feudal, sino por la incapacidad de que las mujeres puedan objetivar su fuerza de trabajo en la relación del sujeto-objeto. Pues el capital ha mutilado el derecho de vida del fruto que edifica el trabajo sobre el proletariado.
Las raíces de la prostitución en este sistema están en la economía. La mujer, por un lado, está en una posición económicamente vulnerable y por el otro, condicionada por siglos de educación para esperar favores materiales de un hombre a cambio de favores sexuales – ya se den estos dentro o fuera de la atadura del matrimonio. Esta es la raíz del problema, esgrime Kollontai en los debates al calor del triunfo la revolución rusa.
La cosificación de la familia y el avasallaje de la mujer.
El concepto de cosificación es aquel que utilizó Marx para definir un proceso sobre las relaciones sociales de producción en la esfera del capital financiero. Según Marx en el capital productor de interés es donde la relación capitalista alcanza, su forma más externa y más fetichista. Para ello es necesario describir el proceso del capital industrial que tiene como fórmula : D-M…P…M´- D´ esta abstrae el proceso de producción industrial en donde un capitalista que tiene una inversión de dinero producto de la acumulación del capital (D) en la cual, necesita obtener de la esfera de circulación, fuerza de trabajo traducido a capital variable y medios de producción traducido a capital fijo, para comenzar el proceso de producción en donde las relaciones sociales de trabajo (el trabajador quien una vez que tiene empleo puede objetivar su trabajo y el capital una vez que cuenta con fuerza de trabajo espera obtener ganancia), participan de manera que se valorizan las mercancías creadas, en donde el fruto de esto lo conocemos como plusvalía (M´) y estas puedan venderse en el mercado (D´) de nueva cuenta, en la esfera de circulación.
De la extracción de plusvalía, que es el valor creado que se aparta del seno de sus productores, que son los proletarios, que se apropia el capitalista, y es utilizada por una parte para beneficio propio, otra para la renta que debe pagar por el trabajo elaborado y la otra destinada al capital financiero o bancos, del cual debe a su vez pagar un interés por el dinero prestado. El capital que produce interés, es quien le presta dinero al capitalista y por ello recibe una suma de dinero, (D-D´) de tal forma que se piensa que del dinero brota dinero, cuando en realidad ese interés es una parte que yace de la plusvalía que ha creado el trabajador y que le es despojada por el capitalista. En ese sentido la cosificación surge de la desaparición del proceso de las relaciones sociales (D-M-D´). La relación social entre capitalistas y trabajadores ha quedado reducida a la relación de una cosa consigo mismo al asumir que el excedente de D brota del propio dinero y no de la relación que hay en la producción.
Asumimos que la familia bajo el capitalismo aunque no cumple en su conjunto un papel en la producción social como lo era en el periodo feudal, si tiene una unidad económica relacionada determinantemente a este modo de producción, ya habíamos explicado anteriormente que una de las tareas de la familia es la de la producción y reproducción de fuerza de trabajo y que es sobre las espaldas de los trabajadores que recae la responsabilidad y gasto de esta misma. El capital no gasta en ello, incluso su tarea en ese aspecto, es la de mantenerla anclada a la superestructura (iglesia, escuelas, moral, leyes, cultura) que la encomienda de renovar de manera ideológica la permanencia de la familia.
En la actualidad en un matrimonio, los cónyuges deben trabajar para contribuir a los gastos familiares, esto produce un aumento en los ingresos, en ese mismo sentido también aumentan los gastos que se deben cubrir como pagar a alguien que haga las tareas del hogar, una lavadora, una secadora, una guardería, etc. Por ello no podemos decir que el trabajo doméstico es como un residuo del pasado sobre el avance del desarrollo del capitalismo, también es utópico creer que este puede desaparecer sobre la sombra del capitalismo, porque el trabajo doméstico constituye la unidad económica necesaria para la reproducción de la fuerza laboral y para el debilitamiento u obstaculización de la fuerza laboral de las mujeres en la sociedad.
El proceso de cosificación no se da directamente sobre la mujer, sino en las relaciones maritales dentro del capitalismo, en la célula que funda la familia, ya que el capitalismo fetichiza el proceso de producción mismo, en donde no asume el papel que deben cumplir las familias proletarias que producen y reponen los medios necesarios para liberar a la fuerza de trabajo. De manera indirecta, esto es determinante para la mujer. Hay que partir de la explicación de las diferencias de explotación sobre hombres y mujeres en el capitalismo, en primera instancia los trabajadores entraron a las fábricas como fuerza de trabajo libre rompiendo con el germen del modo feudal, en el caso de las mujeres no fue así. La relación entre la mujer y el capital se mide por la relación con el hombre y por consiguiente, a diferencia del trabajador masculino, la situación de la mujer no nace o desaparece en la división social del trabajo bajo el capitalismo. La mujer antes de ser trabajadora, es esposa: el lugar original y concreto de su opresión es el hogar y las relaciones que se establecen en él. La mujer tiene la obligación de cumplir con todas las obligaciones familiares, mientras que su papel productivo en la sociedad es secundario. (Militante, 2001)
La producción capitalista conmina a las trabajadoras directamente con políticas que intervienen en la esfera de la producción sobre las relaciones en el núcleo familiar: Hay momentos en donde el capital prohíbe o expulsa de los centros de trabajos a las mujeres que están en periodo de gestación pues esto implica para ellos, asumir mayores gastos en las relaciones laborales sin mencionar la disminución de productividad ,el grado de explotación y por ello un demerito en la extracción de plusvalía. En otros casos el Estado llega al grado de esterilizaciones forzadas o el polo opuesto en donde se prohíbe la práctica del aborto ya que en periodos, el capitalismo no puede darse el lujo de perder la fuerza de trabajo que solo llega a sus manos sin costo alguno o fomentar las bases que acentúan la crisis del desmoronamiento de la familia nuclear por sus contradicciones. Ocurre por otro lado, en los países imperialistas en donde el desarrollo de las fuerzas productivas es avanzado y al Estado le resulta más provechosa la plusvalía de las trabajadoras en la producción, en este caso la política es estimular a que se tengan hijos a cambio de estímulos económicos del propio gobierno aunque estas últimas, son concesiones que se fijan sobre las costillas de la explotación que ejercen los países imperialistas sobre los países semi coloniales.
A manera de Conclusión:
Como se ha explicado, la naturaleza del trabajo está en relación con el hombre como ser genérico y la naturaleza, fue este el acto el motor para la evolución del ser humano a través de la historia. Sin embargo, desde la existencia de las sociedades dividas en clases, el trabajo de mujeres y hombres se les ha arrebatado. Reduciendo la existencia de la sociedad como formas de explotación del hombre por el hombre. La mujer bajo este proceso no puede quedarse al margen, la opresión de la mujer en realidad esta remontada al surgimiento de las sociedades clasistas como se explicó.
La configuración de los distintos modos de producción señala las características elementales del papel de la familia, las leyes y la moral. Pero, siempre con respecto a las relaciones sociales de producción en las que se encuentra, de tal modo que la opresión a la mujer dentro de cada proceso histórico tuvo elementos específicos.
En el capitalismo la opresión de la mujer trabajadora es doble, por el confinamiento al trabajo doméstico para producción y reposición de la fuerza de trabajo y por otro lado por el grado de explotación a las que son sujetas por su situación de clase. La mujer trabajadora entonces debe cumplir bajo este sistema una doble jornada.
El valor de la fuerza de trabajo, se valoriza sobre los medios necesarios de subsistencia para la reposición de la fuerza de trabajo, el capitalista utiliza la entrada de la mujer en la producción para desvalorizar la fuerza de trabajo que se refleja en la caída de los salarios.
A diferencia del feminismo, el marxismo ofrece una salida científica y clara sobre el problema de la mujer, poder esgrimir el real y concreto problema que origina la opresión de la mujer y su desarrollo es lo que nos puede ayudar a resolver precisamente de fondo esta situación y conducir a la emancipación de la mujer. Las teorías feministas sean de la ola que sea, o bien, radical, cultural o el llamado socialista, son en el fondo lo mismo, una posición individual y reaccionaria que no ofrece la liberación de la mujer y del género humano. Si una teoría, planteamiento, supuesto o medida no ayuda a elevar el nivel de conciencia de los explotados o a llevarlos al camino de su liberación, entonces es sencilla y llanamente reaccionario. En ese sentido asumimos que el feminismo no puede homólogo del marxismo.
Solo el socialismo, que es esa etapa en donde quedarán abolidas las clases sociales y la propiedad privada, podrán sentar las bases para una sociedad igualitaria, en donde el trabajo doméstico que es la cuna de la servidumbre de la mujer no exista más, reemplazando esta esclavitud moderna para transferir las tareas de las mujeres a trabajadores asalariados fuera de la familia, a través de la creación de guarderías públicas, comedores públicos, etc. Entonces las mujeres en verdadera igualdad de condiciones podrán participar activamente en cada esfera de la sociedad. El germen del capitalismo como lo es la familia bajo el yugo de propiedad no tendrá razón de ser, las mujeres y hombres se relacionaran como consideren de manera libre por primera vez sobre sentimientos de amor y no sobre la hipocresía de la moral burguesa que justifica las relaciones de servidumbre entre las personas.
La familia y el Estado no pueden desaparecer de la noche a la mañana. La desaparición gradual de ambos en la transición a una sociedad sin clases, depende de la transformación de las condiciones materiales de existencia y por lo tanto, de la transformación de la manera de pensar de las personas y de relacionarse entre ellas. Finalmente, con la conquista de la superabundancia y la elevación del nivel cultural, las antiguas costumbres y la psicología esclavista se transformarán y con ellas las relaciones entre hombres y mujeres. Pero la condición previa es la transformación de las condiciones de vida. La reducción de la jornada laboral a su mínima expresión es una condición indispensable para la emancipación social. Los avances tecnológicos harán posible la virtual desaparición del trabajo doméstico: la base para la esclavitud de la mujer. Lo poco que quede del trabajo doméstico lo podrán compartir fácilmente todos los componentes de la familia. (Alan Woods)
No es suficiente describir la situación de la mujer, sino luchar en las calles, centros de trabajo y cada día en nuestros hogares, es necesario luchar contra todo tipo de desigualdad y discriminación que se den en el seno de nuestra sociedad. Pero hasta que no se erradique el origen de la opresión de la mujer, la esencia del problema seguirá sin resolver. La mujer sólo se liberará cuando el hombre sea libre. Es decir, cuando la humanidad comience a vivir una existencia verdaderamente humana. [/note]Alan Woods[/note]
Referencias
Alan Woods, A. M. (s.f.). El marxismo y la emancipación de la mujer. Londres: marxist.com.
Annecchini, N. B. (2011). El feudalismo: orígenes , desarollo y supervivencia de las estructuras.
Castro, C. J. (1987). La mujer en el camino de su emancipación. Contracanto .
Engels, F. (1850 reeditado 2011). La Guerra de los campesinos en Alemania. Marxist Archive.
Engels, F. (Redición 2010). El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Pensamiento Crítico .
Fernández, E. M. (2004). Introducción a la Historia de la Edad Media.
Karl Marx, F. E. (1848 redicion 2014). Manifiesto del Partido Comunista. Siglo XXI.
Kollontai, A. (1921). Sobre la prostitución y como combatirla. Marxist Archive.
Marx, K. (Redit 2014). El capital: Crítica de la economía política, tomo I. FCE.
Militante, E. (Noviembre de 2001). El comunismo y la Familia .
Marx y el género en el área de producción industrial
Escrito por: Ana Karen C.
“En sus “Principios de economía política” dice John Stuart Mill: “Es discutible que todos los inventos mecánicos efectuados hasta el presente hayan aliviado la faena cotidiana de algún ser humano”. Pero no es éste, en modo alguno, el objetivo de la maquinaria empleada por el capital. Al igual que todo otro desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, la maquinaria debe abaratar las mercancías y reducir la parte de la jornada laboral que el obrero necesita para sí, prolongando, de esta suerte, la otra parte de la jornada de trabajo, la que el obrero cede gratuitamente al capitalista. Es un medio para la producción de plusvalor.” (Marx)
Bajo esta premisa que escribe Marx en El Capital, debemos analizar cómo ha sido el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo y cómo estás han influenciado el cambio en las condiciones materiales y de vida de los trabajadores y más específicamente, como han intervenido en el desarrollo del papel de la mujer bajo el capitalismo.
El desarrollo de la sociedad humana está sujeto al modo de producción, lo que implica una etapa cualitativamente nueva de acuerdo con cada estadio social, gracias al desarrollo de la agricultura y la domesticación de los animales de trabajo, se forman las bases de la acumulación y con ello la propiedad privada. Con el continuo desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones de trabajo también fueron cambiando, donde el trabajo esclavo fue sustituido por el trabajo servil, y el trabajo servil por el trabajo asalariado dentro del capitalismo.
El modo de producción capitalista se diferencia de los anteriores por la extensión masiva del intercambio mercantil, donde inclusive tanto al hombre como a la mujer, se les concibe como mercancía, en su carácter de proletarios, pues ellos venden su fuerza de trabajo.
Con la revolución industrial, se sientan las bases del desarrollo del capitalismo, con el uso de máquinas y herramientas más avanzadas que permiten una producción más eficiente que la producción artesanal, sin embargo, la fuerza de trabajo humana sigue siendo necesaria para la operación de la maquinaria.
Toda maquinaria desarrollada se compone de tres partes fundamentales, el mecanismo motor, que es la fuerza impulsora del mecanismo, el mecanismo de transmisión, el que regula, convierte y transmite el impulso a la máquina-herramienta, la cual se apodera del objeto de trabajo y lo modifica de acuerdo a la necesidad requerida. Estás máquinas-herramientas, son idénticas a los aparatos o herramientas que se utilizan en la producción artesanal, pero ya no son herramientas impulsadas por el hombre, sino herramientas mecánicas, es decir, una vez que el mecanismo transmite el movimiento, la herramienta ejecuta las mismas acciones que antes efectuaba el obrero con herramientas análogas. Sin embargo, nada de esto cambia el hecho de que el hombre sigue siendo necesario para echar a andar las máquinas, lo que cambia son el número de instrumentos de trabajo con los que el hombre puede operar al mismo tiempo, ya que él, está limitado por sus funciones corporales y la máquina, puede ser diseñada para manipular cuantas herramientas sean necesarias en un mismo periodo de tiempo. De este modo el capital hace que el obrero trabaje con una máquina, que maneja por si misma sus herramientas, en vez de que trabaje con su propia herramienta, a su vez, al incorporar las fuerzas naturales y las ciencias de la naturaleza al proceso de producción, es evidente que la productividad del trabajo aumentará significativamente, además de que estas fuerzas pueden obtenerse sin un gasto mayor de trabajo, esto convierte a la maquinaria en capital constante, ósea que no crea ningún valor, sino que transfiere su valor al producto que fabrica.
Dentro del capitalismo, las máquinas pueden considerarse como medio para el abaratamiento del producto, pues no paga por el trabajo empleado, sino por el valor de la fuerza de trabajo empleada, entonces la maquinaria solo ahorrará dinero si el valor de esta es menor al valor de la fuerza de trabajo que reemplaza, solo será interesante para el capitalista si esta relación de fuerzas se mantiene invariable y es esta misma relación de fuerzas la que determina los costos de producción, sumado con la competencia en el ramo.
Como ya se describió previamente la maquinaria sustituye la fuerza muscular del ser humano, por la fuerza mecánica, por lo que poco a poco el desarrollo de la industria abrió sus puertas al empleo de obreros de escaza fuerza física o de desarrollo corporal incompleto, pero de miembros más ágiles, y fue así como inició el empleo infantil y femenino, sometiéndolos al trabajo asalariado y generando cambios en la estructura de la familia obrera. El valor de la fuerza de trabajo se determinaba por el tiempo de trabajo necesario para que un obrero pudiera mantener a su familia, pero al entrar la familia entera al mercado de trabajo, la maquinaria distribuye el valor de la fuerza de trabajo de un obrero entre su familia, por lo que, en consecuencia, se desvaloriza la fuerza de trabajo del obrero, de esta forma, la maquinaria, aumenta tanto el material humano de explotación, como el grado de explotación por el Capital. Esta nueva relación cambia el pre concepto del contrato entre el obrero y capitalista, sobre la base del intercambio de personas libres o propietarios independientes de mercancías, es decir uno como propietario del dinero y de los medios de producción y el otro como poseedor de la fuerza de trabajo, ahora el capital adquiere personas en un estado minoritario, lo que ocasiona que el obrero no solo tenga que vender su propia fuerza de trabajo, sino que ahora se ve forzado a vender a su mujer e hijos.
En el capitalismo, la familia tradicional constituye una unidad de consumo, además de ser el núcleo de socialización primaria, donde el padre representa la actividad económica y social, y la madre representa el centro afectivo, la seguridad emocional y la socialización, ósea se encarga de transmitir a los hijos los hábitos y costumbres de la moralidad imperante en ese momento, por lo tanto, tiene un papel muy importante en la reproducción de la ideología dominante. Es ahí donde radica uno de los puntos más importantes tanto para la emancipación de la mujer, como para la emancipación de la clase trabajadora.
Con la integración de la mujer al sector industrial, vemos dos fenómenos, la condición de la doble explotación y el desarrollo de la conciencia de clase.
La doble explotación se genera cuando la mujer se convierte en asalariada del gran capital y además debe realizar las tareas del hogar, rol que le fue impuesto a partir del desarrollo de la propiedad privada y que prevalece para beneficio de los capitalistas, pues ellos pueden pagar salarios más bajos que a los hombres, con el beneficio del trabajo gratuito que la mujer en su papel tradicional, aporta para la reproducción de la fuerza de trabajo. Es ahí donde la doble explotación subordina a la mujer, ante el hombre, de una forma económica, pues es él quien regularmente aporta más recursos al hogar, a pesar de que la mujer puede y desempeña labores idénticas a las de los hombres, tanto en la producción como bajo el capitalismo, esta recibe regularmente un salario más bajo, con respecto a la explotación doméstica, se refiere a la fuerza de trabajo, empleada en el hogar sin remuneración alguna, a pesar de que esta explotación fue establecida previa al capitalismo, esté se ha beneficiado de esta condición, a pesar de que el trabajo doméstico no aporta plusvalía directamente al capitalista, la mujer aporta bienes de uso que se producen en el hogar, alimentos, ropa limpia, etc., que son indispensables para que la fuerza de trabajo salga en buenas condiciones y satisfecho al mercado laboral.
La religión forma una parte importante de este proceso de sometimiento de las mujeres a la vida doméstica, pues de acuerdo con estas, la mujer fue creada para dar compañía, entretener y aliviar los pesares, lo cual ha lanzado a la mujer a la subordinación, en servicio del hombre, limitando su libertad de conocimiento y experiencia fuera del seno familiar, debido a las creencias religiosas. Lo cual en un principio fue una limitante para la participación de las mujeres en la actividad de la producción industrial.
El desarrollo de la conciencia de clase de las mujeres se da en el momento preciso en el que ellas pueden verse un poco liberadas de la opresión del hogar, a pesar de salir e involucrarse en el sistema explotación asalariada, esto les permitió ir adquiriendo una consciencia colectiva, les permitió darse cuenta de su importancia más allá del seno familiar, pudieron notar el potencial revolucionario que tienen, lo cual se vio reflejado en el inicio de algunas revoluciones que trascendieron en el mundo.
En una primera instancia, el trabajo industrial de la mujer, fue utilizado por el gran capital como instrumento para desvalorizar los salarios, pues basados en las leyes del libre mercado, la mano de obra femenina, era más barata que la masculina, por lo que la competencia por el trabajo, obligaba a los obreros a pedir salarios más bajos para poder conseguir un trabajo, de igual forma, la mujer no contaba con estructuras de organización como los hombres, así que los capitalistas se aprovechaban de esta situación para imponer peores condiciones laborales. De aquí parte que las organizaciones obreras se opusieran a la integración de la mujer al sector industrial, pues eran utilizadas para atacar las concesiones de los trabajadores. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue imposible impedir que las mujeres también se organizaran en torno a organizaciones representantes de sus intereses de clase.
Podemos ver un ejemplo claro de esta situación, en la revolución rusa de 1917, donde todo comenzó un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cuando las mujeres del sector industrial hacían un llamado a sus compañeros de clase, para ir a la huelga general, acontecimiento que desencadeno una serie de sucesos que terminaron con la caía del Zar y con la formación del primer estado obrero del mundo. A pesar de la gran influencia que tuvieron las mujeres en el desarrollo de la revolución, Rusia era un país atrasado, en condiciones semi feudales, por lo que la gran industria se encontraba relegada solo a las grandes ciudades, de esta forma, la mayoría de las mujeres se encontraban aún inmersas en el trabajo campesino y doméstico. Fue una tarea muy ardua la que emprendió el gobierno bolchevique para la inclusión de las mujeres en el trabajo productivo, para esto debían romperse las barreras legales, morales y religiosas que impedían el pleno desarrollo de la mujer en la nueva sociedad, además de estas medidas, era necesario eliminar el lazo de la mujer al trabajo doméstico. Para esto, el poder bolchevique declaró, desde el primer momento, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, instauró el matrimonio y el divorcio libre, se construyeron comedores, lavanderías y guarderías comunitarias, para socializar las tareas domésticas, Lenin decía: “Son muy pocos los maridos, hasta entre los proletarios, que piensen en lo mucho que podrían aliviar el peso y las preocupaciones de la mujer, e incluso suprimirlos por completo, si quisieran ayudar ‘a la mujer en su trabajo’. No lo hacen, por considerarlo reñido con ‘el derecho y la dignidad del marido’. Este exige descanso y confort. La vida casera de la mujer es un sacrificio diario en miles de detalles nimios. El viejo derecho del marido a la dominación continúa subsistiendo en forma encubierta. Su esclava se venga de él objetivamente por esta situación, también en forma velada: el atraso de la mujer, su incomprensión de los ideales revolucionarios del marido debilitan el entusiasmo de éste y su decisión de luchar. Estos son los pequeños gusanos que corroen y minan las energías de modo imperceptible y lento, pero seguro.”
Con esta cita, se pretende explicar que, a pesar de que la incursión de la mujer en la gran industria tiene un carácter progresista y es un paso adelante en el proceso de la toma de consciencia de las mujeres hacia su emancipación, no es suficiente, pues las condiciones de explotación capitalista no pueden consentir su avance. Por ello que es necesario, implementar un nuevo sistema social, que permita el pleno desarrollo tanto de hombres como de mujeres en un ambiente de colectividad, es necesaria la organización de la mujer en un carácter de clase, que como lo hizo en octubre de 1917, pueda sentar las bases del desarrollo de la sociedad socialista, donde se eduquen a las nuevas generaciones con las fortalezas del trabajo colectivo y le permita liberarse de las ataduras del trabajo doméstico, donde todo el trabajo que genere sea remunerado y utilizado en beneficio del conjunto de la sociedad.
Sobre la emancipación de la mujer: marxismo y feminismo
Escrito por: Ubaldo Oropeza
“Las trágicas derrotas que el proletariado mundial viene sufriendo desde hace una larga serie de años han llevado a las organizaciones oficiales a un conservadurismo todavía más acentuado y, al mismo tiempo, a los “revolucionarios” pequeño-burgueses decepcionados, a buscar “nuevos” caminos. Como siempre en las épocas de reacción y decadencia, por todas partes aparecen magos y charlatanes que quieren revisar todo el desenvolvimiento del pensamiento revolucionario. En lugar de aprender del pasado, lo “corrigen”. Unos descubren la inconsistencia del marxismo, otros proclaman la quiebra del bolchevismo. Unos adjudican a la doctrina revolucionaria la responsabilidad de los crímenes y errores de quienes lo traicionan. Otros maldicen a la medicina porque no asegura una curación inmediata y milagrosa. Los más audaces prometen descubrir una panacea y mientras tanto recomiendan que se detenga la lucha de clases. Numerosos profetas de la nueva moral se disponen a regenerar al movimiento obrero con ayuda de una homeopatía ética. La mayoría de estos apóstoles se han convertido en inválidos morales sin batalla. Así, con el ropaje de revelaciones deslumbradoras no se ofrecen al proletariado más que viejas recetas enterradas desde hace mucho tiempo en los archivos del socialismo anterior a Marx.” (León Trotsky, El Programa de Transición).
Introducción
Los últimos 12 años en México han sido los más devastadores de su historia reciente. La burguesía, de la mano del imperialismo americano, ha convertido el territorio en una gran fosa clandestina, donde yacen miles de mujeres y hombres, la gran mayoría de sectores humildes. Se ha ganado a todo pulso ser uno de los países más violento del mundo, sólo después de Siria, país desgarrado por una guerra civil e intervenciones de diferentes ejércitos de ocupación.
La burguesía nacional implementó esta supuesta “guerra contra el narcotráfico” para militarizar al país, implementar un régimen de terror para amedrentar a la población, particularmente a la juventud y, seguir manteniendo su régimen de saqueo, corrupción e impunidad. El precio de esta estrategia ha salido muy caro: más de 323 mil asesinados, más de 32 mil desaparecidos y 320 mil desplazados de guerra, todo esto en apenas 11 años.
Este estado de descomposición muestra su cara más brutal a las mujeres trabajadoras o hijas de familias pobres. En gran parte del territorio del país no rige ningún tipo de ley, los cuerpos policiales y militares están corrompidos y quien manda sobre los recursos y la vida de las personas, especialmente las mujeres jóvenes, es quien tenga más fuerza (armas, cobijo institucional, redes de delincuencia, dinero, etc.). Esto ha vuelto al país uno de los más letales para la mujer de familia obrera o campesina:
“En los últimos diez años (2007-2016) fueron asesinadas 22 mil 482 mujeres en las 32 entidades del país…
“Es decir, en promedio, cada cuatro horas ocurrió la muerte violenta de una niña, joven o mujer adulta. Las causas fueron por mutilación, asfixia, ahogamiento, ahorcamiento o bien degolladas, quemadas, apuñaladas o por impactos de bala.
“El Inegi detalla que las carpetas de investigación por homicidios violentos que iniciaron los Ministerios Públicos de las Fiscalías y Procuradurías estatales pasaron de mil 83 en 2007 a dos mil 735 en 2016, lo que presenta un incremento de 152%.” (http://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/10/22/1196308).
Las agresiones sexuales se han incrementado de forma alarmante, también: “en la primera mitad del año pasado, hubo más de un caso de violación cada hora, 35.8 denuncias cada día, un caso cada 16 minutos en promedio.” (https://www.animalpolitico.com/2017/08/violencia-sexual-2017-violacion/)
Con respecto a la violencia intrafamiliar, las cifras no son mejores: “El documento, basado en los resultados de la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), elaborada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), refiere que más de dos quintas partes de los hombres casados o unidos con mujeres de 15 años o más (10.8 millones) han ejercido algún tipo de violencia contra sus parejas a lo largo de su relación: 40 por ciento de manera emocional, 25.3 por ciento económica, 11.6 por ciento física y 5.3 por ciento sexual.” (http://tiempodigital.mx/2017/05/12/los-datos-duros-de-la-violencia-intrafamiliar-en-mexico/)
Estos son datos oficiales, seguramente las cifras son mucho mayores porque hay miles de mujeres que prefieren callar y no denunciar por temor a que las repercusiones sean peores. Como decía Lenin, el capitalismo es esto, es horror sin fin.
Tendríamos que preguntarnos ¿qué es lo que sucede, acaso los hombres y la sociedad se han vuelto locos? La respuesta no es sencilla. Es claro que la regresión social que se vive ha impactado a las mujeres de una forma brutal, esta violencia machista se ha disparado a partir de que la fuerza es la que predomina en el ámbito social. Este mismo sentimiento de desintegración, violencia, de nula autoridad y leyes, que obliguen a una mínima convivencia civilizada, se traslada al espacio de la familia. Ahí el machismo, la desesperación y la brutalidad se manifiesta contra los integrantes más vulnerables: la mujer y los niños. Las cifras son, no sólo alarmantes, sino que dan visos de barbarie.
Ante esta escandalosa situación, cientos de miles de mujeres y hombres se han movilizado y organizado creando comités de apoyo a la mujer, colectivos de lucha para enfrentar la violencia machista, un movimiento amplio para gritar ¡ya basta! contra los feminicidios: Ni una menos, etc. En todos los espacios de la vida pública y privada se siente esta opresión miserable contra el sexo femenino y las personas LGTB. Esto da muestra exacta del grado de descomposición que hay en la sociedad, como decía Marx: “El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general”. La sociedad se está pudriendo dentro del régimen capitalista.
Aunque en México las cifras son alarmantes, la violencia machista no es exclusiva del país, en toda América y el mundo hay condiciones de violencia, denigración y maltrato a la mujer. La respuesta se ha vuelto internacional, cada 8 de marzo, día mundial de la mujer trabajadora, se han organizado movilizaciones y huelgas para manifestar el hartazgo a un sistema explotador capitalista y patriarcal.
De más está comentar que el marxismo se opone a todo tipo de violencia y explotación contra la mujer Los marxistas revolucionarios hemos estado participando hombro a hombro contra esta situación desde hace muchos años.
La lucha contra la explotación y la violencia contra la mujer no son nuevas, se puede decir que incluso más vieja como el mismo capitalismo. Desde que este sistema se estableció como predominante, las mujeres han jugado un papel importante en la lucha por su emancipación. En general podemos decir que hay dos grandes vertientes en esta lucha, por un lado el Feminismo, como corriente política e ideológica, que plantea, a grandes rasgos, una unidad de las mujeres, para enfrentar al sistema patriarcal; por otra parte está el Marxismo, también como corriente política e ideológica, que plantea que la opresión de la mujer hunde sus raíces en la sociedad dividida en clases y por lo tanto la lucha por la emancipación de la mujer está íntimamente ligada al combate contra el capitalismo, y aboga por la unidad de las mujeres con el resto de la clase obrera.
Aunque estas dos corrientes han existido y las dos parece que se ponen del mismo lado al tener un mismo objetivo: terminar con la opresión femenina, las diferencias entre ellas son grandes. El fondo de la controversia histórica que se ha mantenido amerita un debate de compañeros, pues en política la claridad teórica es la que permite alcanzar el triunfo. En aras de poder encontrar las mejores formas y métodos de luchar por la emancipación de la mujer, debatimos de forma camaraderil y amistosa con el feminismo, mostrando las que nuestro juicio son sus limitaciones en sus aspectos teóricos y políticos, y al mismo tiempo exponemos una alternativa revolucionaria, a la cual invitamos a todas las camaradas, decididas a luchar para terminar con la opresión femenina, para combatir con nosotros.
La necesidad de una teoría efectiva para la lucha
La mayoría de las compañeras que han salido a luchar en el último periodo, saben, y con mucha razón, que si no nos organizamos y nos manifestamos para frenar esta ola de violencia y ataques, mañana cualquiera puede ser la siguiente víctima. Nadie está segura de regresar a casa cuando se va al trabajo, a la escuela o de fiesta. El ambiente de temor no puede paralizar nuestra lucha. Hay a quienes les interesa mucho que sintamos miedo al salir a las calles, a hablar de nuestros problemas, a limitar nuestra participación política. La burguesía y el imperialismo promueven estos sentimientos porque atomizan y paralizan (los hombres embrutecidos por una sociedad que los explota como bestias o se creen dueños de todo por el hecho de tener dinero, también aprovechan este ambiente de terror para golpear, amedrentar y violar a las mujeres, en muchas ocasiones dentro de la familia o relaciones de pareja). Aconsejan, no sólo a las mujeres, que por la violencia que hay no salgamos de casa, no salgamos de noche, ni de fiesta, no usemos cierta ropa, etc. Todo este rosario de “buenos consejos” van encaminados a que nos acostumbremos a vivir con la violencia, resignarnos que podemos ser la siguiente desaparecida o desaparecido, asesinada o asesinado, que nos encerremos en nuestra casa y esperemos tiempos mejores, que tengamos un buen hombre que nos cuide.
Valientemente la juventud es la que ha salido a dar la cara: en contra de cada feminicidio se han levantado protestas; por la aparición con vida de nuestros camaradas normalistas desaparecidos de Ayotzinapa; también salimos a manifestarnos contra los ataques a la educación pública, en defensa de los derechos de los profesores y contra la reforma educativa, etc. La juventud, dentro de ella las compañeras jóvenes, han jugado un papel destacado en la lucha contra los ataques de la burguesía y sus gobiernos infames.
También nos hemos dado cuenta que no basta con salir a las calles y gritar, o parar esta o aquella escuela, o acudir a un plantón. No queremos decir que estos métodos de manifestarnos no sirvan, lo que sí, es que son insuficientes para terminar con todos estos ataques y violencia. Queda clara una cosa, mientras que no terminemos con estos gobiernos de derecha y este régimen violento, la situación no cambiará.
Hay otra cosa más, que es parte de la violencia cotidiana contra la mujer dentro del capitalismo, que es la doble explotación. Por un lado la explotación que sufren las mujeres y hombres trabajadores en sus empleos por parte del burgués, al quedarse con una parte de su trabajo no pagado. La otra, la explotación que la mujer vive en la casa, realizando las tareas del “hogar”, criando los hijos y todas esas tareas que el capitalismo necesita para reproducir la mano de obra pero cuya responsabilidad se carga a la familia, y dentro de esta a la mujer. Sumemos a esto la violencia intrafamiliar que sufre la mujer a manos de los hombres, como resultado del capitalismo y la ideología machista que lo sostiene. A este respecto ha habido intentos para cambiar esta situación, por parte de algunas instancias del gobierno y grupos de apoyo entre mujeres, sin mucho éxito. Estas medias son totalmente insuficientes para terminar con esta explotación y opresión cotidiana.
Es por esto que sentimos la necesidad de tener un debate amistoso sobre las teorías y los métodos que hoy se han vuelto populares entre algunas organizaciones de izquierda y particularmente los colectivos feministas. Para nosotros es fundamental poder encontrar una teoría útil, no solo para entender lo que sucede en la sociedad y porqué sucede, sino una herramienta de transformación revolucionaria. Pensamos que no bastan las buenas intenciones y la voluntad de transformas las cosas, tenemos que buscar la mejor herramienta de lucha, pensamos que es el marxismo.
¿Marxismo o feminismo?
Los marxismos siempre hemos defendido de manera incansable los derechos de las mujeres y de
Las personas LGBT, nos oponemos a cualquier tipo de explotación y opresión que se vive dentro de la sociedad capitalista, luchamos contra toda desigualdad, pero lo hacemos, siempre, desde un punto de vista de clase. Al mismo tiempo que estamos en la calle combatiendo la violencia machista, nos manifestamos contra el acoso y peleamos por todos los derechos democráticos plenos de la mujer (derecho al aborto, igualdades políticas, etc.) insistimos que la única forma de mantener todo lo que se ha logrado hasta el momento, y dar pasos a una plena igualdad y libertad de la mujer y demás opresiones contra las personas LGBT, es terminando con el capitalismo y sustituirlo por una sociedad socialista.
Para conseguir este objetivo, el marxismo plantea la máxima unidad de todos los explotados y oprimidos, no importando su sexo, género, color de piel, religión, nacionalidad o cualquier otro distintivo de identidad. El marxismo se opone a la división en líneas de sexo o género en cualquier lucha de los oprimidos y también en la batalla por la emancipación de la mujer o de las personas LGBT. Esta idea de movimiento separado y excluyente la consideramos reaccionaria porque no ayuda a la unión de los explotados en contra del capital. Toda política que divida la lucha de la clase obrera y la de las mujeres, la consideramos reaccionaria, en contra de nuestros mismos intereses.
El marxismo plantea que el origen de la explotación capitalista es la existencia de la propiedad privada y el Estado. Por ende nuestra lucha va encaminada a terminar con estas reliquias del pasado, expropiado a los grandes bancos, las grandes empresas, los recursos naturales y energéticos para ponerlos bajo la administración de un estado obrero donde democráticamente se puedan emplear estos recursos para crear infraestructura, empleo, casas, guarderías y comedores públicos, garantizar educación, etc. Solo así podríamos sentar las bases para eliminar el régimen de explotación de la clase obrera, de la mujer y las personas LGBT.
En el feminismo encontramos muchas corrientes, algunas plantean ideas reaccionarias como el divisionismo y segregacionismo, bajo la idea de que todos los hombres oprimen a la mujer en el sistema patriarcal, todos son nuestros enemigos, se aíslan de la clase obrera y sus organizaciones. Algunas otras plantean una “liberación de la mujer” dentro del capitalismo (la posibilidad de que ellas tengan la misma posibilidad de explotar a la clase obrera, incluso a otras mujeres). Para muestra podemos citar a la feminista Naomi Wolf quien acuño el término “poder feminista”; dicen en su libro “Fire with fire” (Fuego con fuego), en 1994: “Va a haber épocas donde las agresiones de una mujer contra otra sea saludable, incluso un energizaste corolario del hecho de haber alcanzado la plena participación social…Hay mujeres que dirigen, critican, y despiden a otras mujeres, y sus empleados, a veces, comprensiblemente, odiarán su coraje”.
Vaya forma de luchar por la liberación de la mujer. Este es el pensamiento de las mujeres burguesas, de las reformistas que gritan y pelean la cuota de género para llegar al parlamento, a algún puesto empresarial para, desde ahí, ser implacables explotadoras, incluso contra las propias mujeres. El marxismo está años luz de eso.
Otras más utilizan algunos términos “marxistas” y se definen feministas socialistas y tratan de empatar la lucha de clase con la liberación de la mujer (un sistema dual) –la diferencia de este feminismo socialista con el marxismo es que este feminismo defiende que hay dos sistemas a los que hay que vencer, el patriarcal y el capitalista, cuando, para el marxismo sólo es un sistema, el capitalista, que en su naturaleza es patriarcal (aunque el patriarcado es más viejo que el capitalismo al estar relacionado con el surgimiento de las clases sociales y la propiedad privada).
Así, siendo complicado poder definir una línea clara del feminismo, en términos generales podemos decir que las diferentes corrientes plantean una organización y lucha separada de los hombres; y casi todas plantean una “hermandad de las mujeres” sin importar su clase. En las corrientes feministas más actuales no se habla nada de la lucha de clases y se remite la “lucha” por cambios culturales individuales, un lenguaje incluyente, etc. Se organizan en redes de mujeres, centros de apoyo contra la violencia o apoyo a la mujer, conferencias, grupos editoriales y colectivos estudiantiles. Su trabajo de formación o comprensión de la realidad parte de hechos testimoniales, planteamientos abstractos sobre la opresión, algunos documentos propagandísticos y libros. Para la gran mayoría del movimiento feminista, se trata de buscar una definición y liberación bajo dos ópticas, la mujer como cuerpo y la mujer como trabajo.
La mujer-cuerpo trata de reflexionar a partir de la autoconciencia, pensarse como mujer, como sector explotado. Este movimiento exigió y luchó, junto a otros sectores de la clase obrera, para conseguir el derecho al aborto, derecho a la educación superior, que se sancionara la violencia intrafamiliar, en general una serie de reivindicaciones democráticas, muchas de las cuales se cumplieron primero en Rusia soviética, en sus primeros años de existencia.
La visión de mujer-trabajo se desarrolló en organizaciones radicales y en la academia. Su argumentación comienza tratando de teorizar sobre la opresión de la mujer. Deslindan la opresión que se vive dentro del capitalismo en términos de género, de la explotación de clases. Proponen entender a la familia como un modo de producción y que la explotación se da a través de la división sexual del trabajo. Casi en todos los casos desatan una batalla contra el marxismo porque supuestamente descalifica la lucha de las mujeres.
El marxismo y el feminismo chocan en una serie de puntos, muy variados, los cuales trataremos de abordar más adelante, explicando tanto el punto de vista del feminismo y lo que plantea el marxismo. El marxismo lucha por la emancipación de la mujer, y más específicamente por la mujer trabajadora o hijas de la clase obrera, las cuales viven en carne propia la explotación capitalista. Las mujeres que son parte de la burguesía hace tiempo que se han liberado, tanto de la explotación del trabajo doméstico y del que se vive en el campo o en la industria. Para ellas hay seguridad privada y guardaespaldas; si tiene necesidad de un aborto van a los mejores hospitales del mundo a practicárselos sin ningún riesgo. Pensamos que nuestro deber, como marxistas, es ayudar a la emancipación de todas las mujeres y hombres trabajadores, y la amplia capa de diversidad sexual, para tener los mismos derechos; esto no se va a lograr en los límites del capitalismo, por eso nuestra lucha es por la revolución socialista.
Ahora mismo hay muchas compañeras, organizadas en colectivos o a nivel individual —muchos compañeros también— que se dicen feministas, porque están interesados y comprometidas en la lucha por la igualdad de las mujeres y contra el acoso y los feminicidios, etc. Nosotros estamos de acuerdo con sus demandas, estamos a favor de la lucha más resuelta por terminar con todos estos demonios del capitalismo. Hacemos un llamado a mujeres y hombres que hoy luchar contra la violencia y la igualdad de la mujer y de las personas LGBT, a que podamos discutir lo que ha significado el feminismo en términos teóricos, lo que el marxismo plantea también, y podamos emprender una lucha en unidad contra este sistema de opresión capitalista y patriarcal.
La primera ola del Feminismo
Se pueden ubicar cuatro grandes movimientos feministas, o como algunos les llaman, olas del feminismo. El primero está identificado con la revolución francesa, revolución burguesa por excelencia y abarca hasta la comuna de París. Este periodo es de consolidación del capitalismo, y de las pioneras del feminismo. En su ideario político rescatan las ideas universales del hombre, con la cual se enarboló la revolución francesa, luchan por una igualdad formal.
Sus argumentos son liberales, la gran mayoría de estas feministas no plantean una lucha contra la explotación, sino por obtener los derechos ciudadanos, la educación superior para las mujeres, etc. plantean que la desigualdad de la mujer no se da por cuestiones naturales o biológicas. De alguna forma, luchan por lo que el mismo capitalismo plantea, una igualdad formal.
En paralelo, dentro del campo de la clase obrera se comienza a desarrollar también una identidad de la mujer proletaria, la mejor exponente de esta idea, que apeló a la necesidad de la unidad de las mujeres con los trabajadores, fue Flora Tristan. Del mismo lado de la barricada pero en términos teóricos podemos encontrar las primeras críticas e ideas socialistas sobre la opresión de la mujer en los socialistas utópicos, particularmente Fourier, que arremetió de forma brutal contra el matrimonio burgués y la igualdad formal de la mujer en la sociedad.
El segundo gran movimiento de mujeres lo ubicamos a finales del siglo XIX y principios del XX. Hay dos corrientes que se desarrollan a la par, muy distante el uno del otro, lo que los separa es la consideración de clases. Por un lado está lo que se conoce como el “feminismo burgués” o el movimiento sufragista. Este movimiento plantea los derechos democráticos dentro del capitalismo. De la misma forma que las feministas pioneras, este segundo feminismo no plantea una crítica al capital, por el contrario, el momento de la gran prueba, la Primera Guerra Mundial, este movimiento apoya a la burguesía de cada uno de sus países y hace agitación para impulsar la guerra imperialista.
La base que mueve a este movimiento es la igualdad ante la ley, particularmente el derecho al voto. Las consignas y demandas de este movimiento son democrático burguesas, que la misma burguesía era incapaz de ofrecer, para mantener el dominio de una minoría de hombres burgueses. Estas demandas se cumplen, no por la fuerza del movimiento, sino después de que en Rusia los bolcheviques toman el poder y legislan la igualdad ante la ley de la mujer, así como la realización de reformas económicas para liberarla del trabajo doméstico.
El otro gran movimiento de mujeres se da dentro de las organizaciones socialistas de la Segunda Internacional, antes de que está también claudicara al capital imperialista votando los créditos de guerra. La socialista más reconocida de esta época es Clara Zetkin, ella era una de las dirigentes de la socialdemocracia alemana, la cual publicaba un periódico de masas: “La igualdad”. En éste defendía el derecho de la mujer a la sindicalización, a la unidad de la lucha por la emancipación de la mujer con el movimiento obrero y afirmaba que la liberación de la mujer sólo se podía concretar terminado con el capitalismo.
“Lo más destacado del movimiento de mujeres socialistas en Alemania es su claridad y su espíritu revolucionario, acordes con las teorías y los principios socialistas. Las mujeres de este movimiento son plenamente conscientes de que el destino social de su sexo va ligado a la evolución general de la sociedad, siendo la evolución del trabajo y la vida económica su fuerza motriz más poderosa. La emancipación integral de todas las mujeres depende, en consecuencia, de la emancipación social del trabajo; y esto solo puede realizarse con la lucha de clases de la mayoría explotada. Por tanto, las mujeres socialistas se oponen tajantemente a la creencia de las mujeres burguesas de que las mujeres de todas las clases deben reunirse en torno a un único movimiento apolítico y neutral que reivindique exclusivamente los derechos de las mujeres. Sostienen, en la teoría y en la práctica, la convicción de que los antagonismos de clase son más poderosos, efectivos y decisivos que los antagonismos sociales entre sexos, y que por ello, las mujeres obreras nunca conseguirían su plena emancipación a través de una lucha de todas las mujeres sin distinción de clase contra los monopolios sociales del sexo masculino, sino que solo lo conseguirán en la lucha de clases de todos los explotados, sin diferencia de sexo; en la lucha de clases contra todos los que explotan, sin diferencia de sexo. Y eso no quiere decir, en absoluto, que subestimen la importancia de la emancipación política del sexo femenino; sino al contrario, emplean mucha más energía que las mujeres alemanas de derechas por conquistar el sufragio. Pero el voto no es, de acuerdo con su punto de vista, la máxima expresión de sus aspiraciones, sino un arma, un medio de lucha para alcanzar un objetivo revolucionario: el orden socialista.” (Clara Zetkin, El movimiento de mujeres socialistas en Alemania, 1909)
Los marxistas luchamos por la igualdad ante la ley de la mujer, y por todos los derechos democráticos de las mujeres ahora mismo, estamos por el derecho al aborto, que los hospitales tengan que brindarlo de forma y segura a todas las mujeres que lo requieran, clínicas de apoyo a la violencia intrafamiliar; derecho a una educación digna, laica, gratuita de calidad, por programas de educación sexual; etc. La diferencia con las liberales reformistas, es que creemos que la única forma de lograr todo esto, en los países ex coloniales, es con una revolución socialista. Al mismo tiempo declaramos que los derechos democráticos no bastan para terminar con la explotación de la mujer. Llevamos adelante la lucha para conseguir los derechos democráticos de las mujeres, para aclarar que la explotación de la mujer no es por falta de democracia, sino por la existencia del capitalismo.
“… la democracia no suprime la opresión de clase, sino que hace que la lucha de clases sea más pura, más amplia, más abierta y más aguda; y esto es lo que necesitamos. Cuando más plena sea la libertad del divorcio, más claro será para la mujer que el origen de su “esclavitud doméstica” reside en el capitalismo y no en la falta de derechos. Cuanto más democrático sea el régimen político, tanto más claro será para los obreros que la raíz del mal está en el capitalismo, y no en la falta de derechos. Cuanto más completa sea la igualdad nacional…, tanto más claro será para los obreros de una nación oprimida que el quid de la cuestión radica en el capitalismo, y no en la falta de derechos. Y así sucesivamente”. (Lenin, Sobre la caricatura del marxismo y el economicismo imperialista, pág. 49)
En todo caso la lucha por los derechos de la mujer nos permite explicar los límites que hay en el capital y transgredirlo.
La revolución rusa fue la muestra más clara de cómo los marxistas pretendemos abolir la esclavitud de la mujer, tanto en términos legales como económicos materiales. Lo veremos un poco más abajo.
La lucha por la emancipación de la mujer en las décadas 60 y 70
El tercer gran auge de la lucha por la emancipación de la mujer, la tercera ola del feminismo, se da en el periodo de la década de los 60 y 70, en el cual la lucha de clases a nivel internacional está marcado por las movilizaciones en contra de la guerra de Vietnam, la revolución cubana, las revoluciones por la liberación nacional en los países ex coloniales, el 68 con sus múltiples movilizaciones a nivel internacional —principalmente la huelga general en Francia, etc. — En Estados Unidos está muy fresca la lucha por los derechos civiles y es ahí donde surge la llamada Nueva Izquierda, a la cual se integran veteranas militantes de los derechos civiles y mujeres que participaron en los llamados “veranos de la libertad”.
La participación de la mujer en estas movilizaciones es bastante intensa, la misma dinámica del movimiento lleva a cuestionarse, nuevamente la desigualdad de las mujeres con respecto a los hombres, los diferentes tipos de opresión femenina, las cusas por las cuales la mujer es discriminada, etc. Los análisis rebasan los aspectos de la igualdad formal y comienzan a surgir tendencias políticas más radicales sobre los orígenes de la opresión de la mujer.
Poco antes de este gran estallido había habido algunas escritoras del periodo “intermedio” como Simone de Beauvoir, que escribió en su obra, el Segundo Sexo, una interpretación sobre la opresión de la mujer. En ésta analiza cómo es que a la mujer se le ha definido con la naturaleza y al hombre con la cultura. A partir de este análisis dice que las mujeres que crean vida, por su naturaleza, no dejan huella en lo social, mientras tanto el hombre crean la vida social. Ella sostiene que el género es una construcción social y critica la maternidad, la caracteriza como una trampa, pues hay una ideología impuesta que obliga a la mujer a tener hijos.
Estos escritos y el ambiente que reinaba alimentaron varias escuelas de feminismo, por ejemplo el feminismo radical que planteaba una lucha contra el patriarcado dejando de lado cualquier aspecto económico del capitalismo; el feminismo de la igualdad o liberal que luchaba por los derechos de la mujer dentro de los límites de la democracia burguesa; el feminismo socialista que planteaba un sistema dual de explotación, el patriarcal y el capitalista, pero al mantenerlos como dos sistemas diferentes, caían en contradicciones sobre cómo avanzar en la emancipación; el feminismo cultural o de la diferencia que orientaba su línea de participación creando espacio de mujeres para la reflexión y modificación de palabras y rescatar la historia de las mujeres; y, el feminismo biológico que plantea que la explotación de la mujer es por su genética, la explotación se genera al engendrar a los niños.
Una corriente que surge en aquellos años, con una crítica bastante fuerte al marxismo, al cual confundían con el estalinismo, fue el Feminismo Socialista, este movimiento se integra por mujeres que habían militado en organizaciones revolucionarias pero que veían que el llamado socialismo real no resolvía los problemas de la explotación de la mujer.
Esta corriente es un intento de mezclar el marxismo con el feminismo, muchas de estas compañeras que teorizaban sobre esto, venían de grupos socialistas o marxistas. La argumentación al hablar del feminismo socialista era que el marxismo se había quedado corto en el análisis sobre la explotación de la mujer, que la teoría era incompleta, que no servía para emancipar a la mujer. Además identificaban al marxismo con lo que sucedía en los llamados países del socialismo real, estalinistas, donde había existido una contrarrevolución y se habían abolido los derechos que los bolcheviques implantaron en vida de Lenin.
La argumentación central de este feminismo socialista era que las dos corrientes de pensamiento –socialismo y feminismo-buscaban el mismo fin, ayudar a la liberación de la mujer, sólo que con diferentes métodos (lo que les faltó decir es que las organizaciones feministas buscan la liberación de la mujer organizando a las mujeres de forma independiente, separada de cualquier militancia política más amplia, mientras que los marxistas siempre han defendido la idea que solo con la lucha de clases, donde todos los explotados se agrupen, se puede conseguir tal fin). Su análisis partía de la existencia de un sistema dual, separado, el patriarcal y el capitalista. Según su análisis, estaban en contra de la explotación que se daba en el capitalismo pero decían que el marxismo no había profundizado sobre el patriarcado, su forma de implementación y la forma de terminar con él.
Las feministas socialistas hablaban de la necesidad de desarrollar al marxismo “sobre la práctica y comprensión femenina”, porque este no había explicado las diferentes formas de opresión de la mujer, particularmente la referida a la mujer y su participación en el trabajo doméstico. Que el marxismo era ambiguo sobre los asuntos de la mujer.
¿Cuál es el “aporte” que hacen al marxismo estas feministas socialistas? Decían que en la familia se desarrollaban relaciones de producción, donde el hombre asumía el papel del patrón y la mujer de obrera explotada —la mujer era una clase específica por el solo hecho de su mismo sexo, echando por la borda lo que el marxismo plantea al respecto, que las clases sociales son las que se crean a partir de su relación con los medios de producción—, que el hombre se apropia del trabajo de la mujer —trabajo doméstico y de crianza de los hijos— sin ningún tipo de pago. La conclusión de este planteamiento es que las relaciones sociales dentro de la familia son antagónicas, entonces la unidad de las mujeres con los hombres era irreconciliable. Como conclusión de esta idea, la explotación se da en la familia y se consolida en el matrimonio. De ahí se desprenden ideas alucinantes como el hecho de crear comunidades anti masculinas, donde el lesbianismo es una “salida política”.
Para Marx, por el contrario, la explotación se da en las fábricas, cuando cada trabajador —que forman una clase por no poseer las fuerzas de producción (maquinaria, fábricas, capital, etc.) y tiene que vender diariamente su fuerza de trabajo, esta es la característica de la clase obrera— se emplea en una empresa. Del tiempo que labora, una parte es para pagar su salario y la otra, el trabajo no pagado, o plus valor, de la que se extrae la ganancia del capitalista. El análisis de Marx se desprende de la observación de lo que sucede día con día en la sociedad capitalista. Lo que plantean algunas feministas socialistas en realidad es utilizar terminología marxista, pero muy poco o nada tiene que ver con él.
Otras nuevas activistas van saliendo a la escena, alejadas del marxismo, alejadas de los partidos políticos y criticando la modernidad. A este movimiento se le conoce como la Nueva Izquierda, está integrado, como ya lo dijimos, por muchos activistas pro derechos civiles, les mueve la igualdad política, se organizan contra la explotación —sin ir a la raíz—, conforme se hacen más fuertes en las calles su pensamiento va envolviendo a las activistas y creando nuevos códigos de ética y comportamiento; desde la academia presionan a los gobiernos a hacer concesiones sobre la política de igualdad. El lugar donde más se desarrolla su crítica y centran su atención es en las relaciones que tiene lugar en el ámbito de la familia.
Una de las máximas exponentes o teóricas del feminismo radical fue Kate Millett, en su libro Política sexual, plantea que la explotación de la mujer, no solo se da por la exclusión de las mujeres de los ámbitos sociales o la situación en la que se ve sumergida en las relaciones de poder, sino que tiene raíces más profundas. Estas raíces, para ella, se encuentran en la familia patriarcal, en todos los cuidados que implica a la mujer asumir un rol de subordinación en estas relaciones familiares y en las relaciones de pareja. Dice que la familia no es un espacio, como se quiere hacer creer, de afecto y cuidado, sino una institución patriarcal, donde hay una división sexual del trabajo y unas relaciones de poder donde la mujer siempre se ve subordinada a los hombres. En la familia no se da amor ni nada parecido sino una relación política de explotación y subordinación de la mujer.
El patriarcado es la parte central de su teoría, dejando de lado todo lo que tenga que ver con las relaciones de clase que se desarrollan en la sociedad capitalista. Para ella las sociedades están estructuradas sobre el poder de los varones y de ello se desprenden todas las políticas y los lineamientos económicos.
Aunque describe de forma correcta la opresión que vive la mujer en la familia burguesa nuclear, no explica nada con respecto a, de dónde viene esa familia; pareciera que ésta siempre ha existido así —con lo cual no estamos de acuerdo— y no habla nada sobre el capitalismo, ni cómo éste empuja esas relaciones de brutalidad y dominación en la familia. Para ella el que tiene la culpa de esto es el hombre y no las relaciones de producción basadas en la explotación. Es cierto que hay una violencia consistente en la familia y que una parte de esa explotación la capitaliza el hombre que se aprovecha de la mujer, pero el grueso de la explotación familiar la capitaliza el capitalismo.
Dentro de este movimiento encontramos otra escritora que tuvo un fuerte impacto al calor de las movilizaciones de masas, aunque utiliza preceptos marxistas, se aleja sustancialmente de él. El feminismo biológico tratan de buscar el origen de la opresión de la mujer por razones genéticas, una de ellas es Shulamith Firestone (Dialéctica del Sexo). Ella argumenta que la división de la sociedad se da en dos clases biológicas, una división sexual de la humanidad; la opresión radica en la anatomía de la mujer. Dicen que la procreación es el origen de la división del trabajo (división sexual del trabajo). Hablan de una estructura de poder sexual (patriarcado) y otra de poder de clases. Por ende, como sólo la mujer puede procrear, entonces siempre va a ser oprimida. Ninguna de estas ideas, que ponen todo patas arriba, tiene que ver con la realidad de la explotación de la mujer en la casa. Para la autora, la salida es el avance de la ciencia, plantea los anticonceptivos como forma de evitar que la mujer se embarace, con esto se terminará con la opresión. También plantea la posibilidad de la concepción fuera del útero. En todo caso lo que plantea es una solución individual para la explotación de la mujer. El marxismo está lejos de pensar que la explotación de la mujer se debe a su origen biológico. Hay pruebas, tanto en los estudios de comunidades antiguas, como en ciertas tribus que aún perviven (por ejemplo el pueblo mosuo que habita en las provincias chinas de Yunnan y Sichuan), donde podemos ver que la mujer juega un papel preponderante y libre de opresión; esto no es por no tener hijos, sino porque no existe la propiedad privada.
Estas ideas del feminismo radical tienen cierta influencia en colectivos de mujeres que se alejaban progresivamente no sólo de la unidad de hombres y mujeres de la clase trabajadora en la lucha por la emancipación, sino que se excluyen del resto de la sociedad. Podemos leer lo siguiente en un manifiesto de las Medias Rojas, un colectivo de mujeres estadounidenses: “Todos los hombres han oprimido a las mujeres… Nosotras no nos preguntamos qué es lo “revolucionario” o qué es lo “reformista” solo lo qué es bueno para la mujer” (La hermandad feminista es poderosa, 1970).
De estas ideas surge el separatismo radical, que plantea que como la explotación de la mujer es por los hombres, las chicas que están casadas y duermen con sus maridos, están durmiendo con el enemigo. La salida es, por tanto, el lesbianismo: “La satisfacción sexual de la mujer independientemente del hombre es el sine qua non de la revolución feminista… Hasta que todas las mujeres sean lesbianas no habrá una verdadera revolución política” (La nación lesbiana: la solución feminista, 1973)
Otra tendencia del feminismo radical, la mayoría, tratan de buscar el origen de la opresión en la dominación masculina (patriarcado). Para esta ala, no puede haber un cambio social sin que antes no haya un cambio cultural (cada uno debe comenzar a fijarse en cómo habla, cómo se comporta, etc.). Para lograr este cambio, se plantea como fundamental la organización de mujeres por separado, donde se desarrolla una autoconciencia de mujeres, se reevalúa el sentido de las palabras, se discute sobre el amor romántico. Supuestamente esto destruye las relaciones de opresión y por ende, libera a la mujer: “A través de la concienciación, las mujeres comprenden la realidad colectiva de su condición desde dentro de la perspectiva de esa experiencia, no desde fuera” (Catharine Mackinnon, Hacia una teoría feminista del Estado)
A este movimiento se le conoció con el nombre de feminismo cultural o de la diferencia. La tarea que se plantea este pensamiento es crear una contracultura femenina. Esta tendencia comenzó a aparecer a finales de los 70 cuando el proceso de lucha más radical iba en declive. A partir de la congregación de mujeres estos grupos intentaron reescribir su historia, crearon palabras nuevas como herstory (historia contada a partir de personajes femeninos). Esta reinterpretación de la historia tenía como objetivo “empoderar” a la mujer, rescatar el perfil de la mujer a través de la historia. Argumentaban que si las mujeres no aparecían en la historia era por la culpa de los hombres.
Esta corriente plantea que la mujer tiene una moralidad diferente a la de los hombres. Son las construcciones sociales las que dan cuerpo a lo que tiene que ser la feminidad y esto reduce su autonomía y libertad: “El feminismo de la diferencia se construirá alrededor de la idea de que entre varones y mujeres existen diferencias profundas que van más allá de la cultura, que probablemente están ancladas en sustratos más profundos de la humanidad masculina y femenina y que de todo ello resultan formas de estar en el mundo diferentes entre unos y otras. El feminismo de la diferencia se constituye alrededor de la afirmación de esa diferencia que dará lugar a una cultura de lo femenino” (Aproximaciones a la teoría critica feminista)
Los marxistas explicamos que hay dos historias, la de los vencidos y la de los vencedores. La historia “oficial” es redactada de tal forma que exalta las virtudes y aciertos de los que han vencido y gobiernan la sociedad. Por otro lado está la historia de los que fueron aplastados, regularmente esta es marginal pero rescata parte importante de nuestra clase, la clase obrera. El feminismo cultural ridiculiza este planteamiento al decir que la historia se escribe a partir del sexo. Así, el feminismo cultural renuncia a la lucha colectiva en la calles para concentrarse en espacios de apoyo y contemplación de la mujer, algunos de estos espacios derivan en concepciones místicas y espirituales de la mujer.
No estamos en contra de que existan lugares donde las mujeres se puedan reunir y hablar de sus problemas, recibir apoyo o crear “sororidad”. Pero no creemos que a través de estos espacios de reflexión se pueda eliminar la opresión de la mujer. La idea de crear palabras nuevas, desasexuadas, no implica que la violencia o el machismo o el acoso disminuya (está idea de que hablando de forma diferente y comportándote de forma diferentes se cambia algo, lo vamos a ver en la teoría Queer en toda su plenitud).
Con respecto a una cultura femenina decimos lo siguiente. En una sociedad determinada la cultura dominante está íntimamente ligada a las estructuras económicas y políticas que perviven. A lo largo de la historia, en grandes periodos de tiempo, ha habido profundos cambios culturales, que son precedidos por grandes acontecimientos en lo político, lo económico y lo social. No podemos hablar de una cultura a histórica, que sea igual por todos los tiempos, al final de cuenta, la cultura es fruto de las relaciones sociales de producción que se crean en los diferentes modos de producción, este es el telón de fondo de los grandes cambios culturales. Querer omitir esto nos lleva a terrenos idealistas donde se pretende que con cambiar el comportamiento o el lenguaje, o reescribir la historia de cierta forma vamos a terminar con la explotación de las clases oprimidas o de la mujer.
También, como parte de esta ola, podemos encontrar al feminismo liberal. Son colectivos de mujeres que aspiran a que la democracia se desarrolle y, a partir de esto, se pueda superar los problemas de las mujeres. Su planteamiento es esencialmente reformista, por ende burgués, pues no aspiran a romper con el capitalismo, y, en los hechos, se oponen a cualquier cambio radical. La crítica de este feminismo se centra en la idea que la sociedad impone límites para que las mujeres puedan acceder a puestos “importantes” que sólo los hombres pueden tener acceso (techos de cristal). Este movimiento llama a romper esos techos, a que la mujer se inserte en la dirección del gobierno, de las empresas, de la sociedad en general, para tener los mismos derechos de explotar que el hombre burgués.
Ellas no plantean una lucha contra el capitalismo, ni de la opresión de la mujer en la familia, solo están a favor de las oportunidades que los hombres les han cerrado en la democracia capitalista.
Feministas más recientes (como Federici), que podemos considerarlas en el ámbito del feminismo radical, se opone a la separación que plantean las feministas: patriarcado separado del capitalismo. Federici trata de demostrar en sus escritos que el capitalismo y el patriarcado se refuerzan y no se pueden abordar por separado. Sin embargo inmediatamente después plantea que la organización del trabajo se realiza a partir de la división sexual del trabajo. Su crítica a otras tendencias feministas es sobre el hecho de que sólo ven al patriarcado como un aspecto cultural, cuando ella lo enfoca como un aspecto económico.
Otro aspecto novedoso en su análisis es que no parte desde la mujer, como tal, sino de la división del trabajo. Aunque se dice marxista y utiliza preceptos del marxismo, plantea que “era necesario ir más allá de él (del marxismo). El análisis de la explotación del trabajo fue la base que nos juntó”. Plantea que el feminismo ha transformado al marxismo, lo ha ampliado. Lo que ella entiende como una ampliación, en realidad es una revisión a postulados fundamentales del marxismo, al final del día, está totalmente alejada de los planteamientos centrales de la teoría de Marx.
Los conceptos que ha “ampliado” son los de la división del trabajo, de los cuales dice que el marxismo es limitado, porque no explora el territorio de la explotación que es el trabajo doméstico. Dice: “Por eso no ven tantos problemas”. Esto es una equivocación completa, el marxismo sí ve la explotación femenina en el hogar, incluso se puede decir que los marxistas son los que han hecho más por terminar con ella —podemos ver esto, muy claramente, en la revolución rusa de 1917—. No solo eso, en diferentes escritos Marx y Engels abordan de manera clara este tema. Lo veremos más adelante.
Otra parte de su análisis es sobre las relaciones de subordinación que se genera entre los asalariados y no asalariados, para ser más concretos, entre la mujer que labora en su casa —y no es remunerada— y, por otra parte, el obrero. Este argumento lo toma prestado del posmodernismo, particularmente de Foucault, cuando este habla de las estructuras de micro poder que se desarrollan a todos los niveles de la sociedad y en todas las relaciones sociales y personales. Dice que a partir de esta jerarquización se desvaloriza el trabajo no pagado y la reproducción. Para ella, el trabajo doméstico no pagado es la base de la acumulación de capital. No dice nada de las familias, que cada vez son más, en la que los dos trabajan, que sucede en esos casos, ¿ya no existe explotación? De un plumazo echa por tierra los análisis descritos en El Capital sobre la acumulación capitalista.
La salida, para la emancipación del trabajo, que plantea esta feminista, es que el trabajo del “hogar” tenga que ser remunerado. A diferencia del marxismo que quiere socializar el trabajo doméstico, Federeci lo quiere eternizar. Lo que no dice, tampoco, es quién tendrá que pagar por ese trabajo, si el capitalista o el obrero. Ella dice: “La falta de salario naturaliza la explotación” en realidad es el trabajo asalariado lo que naturaliza la explotación en el capitalismo.
Esta autora plantea que hay una riqueza, que se crea en el hogar, por el trabajo doméstico. Pero en realidad el trabajo doméstico es un trabajo no productivo —en el sentido de que el valor se genera en la producción industrial— aunque es un trabajo que es fundamental para abaratar la mano de obra y ahorrarle al capital invertir en el sector público. El capitalismo refuerza la familia patriarcal como un medio para reproducir la fuerza de trabajo y carga el costo de muchos servicios sobre la espalda de la mujer trabajadora y el salario.
El patriarcado es un sistema cultural que forma parte del capitalismo
Son dos grandes aspectos los que ponen a discusión nuestras compañeras feministas: por un lado la familia (el trabajo no remunerado de la casa y la crianza de los hijos) y por el otro es el tema del patriarcado. El marxismo no aborda estos temas por separado y plantea que el capitalismo por necesidad es patriarcal, una buena parte del feminismo busca, de forma reiterada separar patriarcado de las relaciones de producción.
Cada una de las diferentes teóricas del feminismo conceptualiza de manera particular el patriarcado pero, en general, se le define como una supremacía masculina que se impone en los diferentes sectores de la sociedad. Las más sutiles plantean que como hay diferentes sociedades, el patriarcado ha sido diferente en cada una de ellas. La gran mayoría plantea que esta estructura de poder masculino incluso ha existido antes de la división de clases; autoras como Antoine Artous, una feminista radical que se describe como socialista, plantea que los nuevos descubrimientos de la ciencia señalan que la supremacía masculina, o patriarcado existe antes de que existieran las clases, luego entonces, el problema no es terminar con las clases, sino terminar con el patriarcado.
Algunas otras autoras plantean que el patriarcado deviene de un sistema cultural donde a los hombres siempre se les ha enseñado a ser superiores. Es decir, el problema es de una cultura ancestral que se viene asentando con los siglos para convertirse en algo habitual. La idea que hay detrás de este argumento es el biológico: la mujer biológicamente hablando está en inferioridad porque tiene que engendrar a los niños. Como lo hemos mencionado más arriba, este tipo de argumentos se asemejan a los utilizados por reaccionarios que afirman que los pobres son pobres porque genéticamente están predestinados.
Otras corrientes rechazan esta idea biológica y asumen que, entonces, el patriarcado es una cultura que se ha venido estableciendo con el tiempo y arraigando cada vez más, haciendo del dominio de los hombres, una costumbre inquebrantable. Pero no se explica el origen del patriarcado como cultura dominante. El feminismo, particularmente el cultural, plantea que a partir de la autorreflexión, en comunidades de mujeres, se irá rehaciendo la historia de la mujer, a partir de relatos, de renombrar de forma femenina las palabras, creando una nueva cultura femenina, así se puede ir contrarrestando la cultura patriarcal. Esta corriente deja de lado la transformación política y económica de la sociedad para sostener que el cambio está en cómo te comportas, cómo hablas, cómo piensas, para esta corriente no se puede hacer un cambio sin una transformación cultural de fondo de cada uno de nosotros. Esto se convierte en una teoría de superación personal.
Marx decía que es cierto que necesitamos cambiar culturalmente para poder hacer una nueva sociedad, pero el cambio se encuentra en la lucha por la transformación de la sociedad. Lo que plantean las feministas culturales, cambiar personalmente la forma en la que hablamos, pensamos, nos dirigimos a los demás, cae en el idealismo. Es cierto que tenemos que hacer cambios profundos en la conciencia y la cultura y de cada uno de nosotros y de la clase obrera, pero esto no se consigue como una batalla individual, sino sobre la lógica de la lucha revolucionaria colectiva:
“Que tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosa misma, es necesario una transformación en masa de los hombres que solo podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución; y que, por consiguiente, la revolución no sólo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que se hunde y volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases”. (Marx y Engels, La ideología alemana)
Para el marxismo el patriarcado (una cultura que se arraigó en las sociedades pre capitalistas y que el capitalismo lo reforzó para mantener su dominio de clase) tiene una base material, y surge cuando aparece un excedente en la producción en la sociedad; este excedente va siendo acumulado, en general, por los varones de la clase dominante debido a la división natural del trabajo que había en la sociedad donde el hombre se dedicaba predominantemente a la caza y la mujer a la recolección. Sin embargo, antes del surgimiento de la propiedad privada de riquezas, rebaños y tierras, la división del trabajo no implicaba opresión e incluso el papel de la mujer —como recolectora, símbolo de la fertilidad e incipiente agricultora— podía poner al género femenino en un pedestal muy alto de valoración social. Lo que Engels demuestra en el “Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado” es justamente que el patriarcado no es eterno, que tiene bases materiales de existencia y que puede desaparecer eliminando esas bases materiales.
“Con arreglo a la división del trabajo en la familia de entonces, el papel del hombre consistía en proporcionar la alimentación y los instrumentos de trabajo necesarios para ello, y, por consiguiente, era propietario de estos últimos.”
…
““El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción”.
A partir de ese momento hay un predominio de los hombres sobre las mujeres, que tiene bases materiales muy concretas. Conforme las sociedades se fueron haciendo más complejas y el Estado fue creciendo, el control de la creciente riqueza quedó en manos de la clase que detentaba el poder económico, en casi todos los casos —salvo algunas excepciones— había hombres al frente. La mujer pasó a ser tanto explotada por el régimen general de producción de mercancías, como por la familia, donde le asignaban un rol subordinado al hombre, el patriarcado se crea en la familia, en un primer momento y se desenvuelve para convertirse en un método integrado al Estado. Se le agregó a esto la carga ideológica que la iglesia introdujo en el feudalismo
Esto se acentuó con el capitalismo. El patriarcado no funcionó nunca, ni ahora, como un sistema aparte. Está íntimamente ligado con quien detenta el excedente de producción. Cabe decir aquí que ahora hay muchas mujeres burguesas dueñas de los medios de producción que explotan a cientos o miles de mujeres y hombres en sus empresas, ellas también reproducen el patriarcado, al mantener el régimen de explotación capitalista que perpetua a una minoría con una cultura patriarcal en la cima del poder.
Si queremos terminar con las bases materiales del patriarcado tenemos que apropiarnos, colectivamente, del excedente de trabajo no pagado a la clase obrera, del plus trabajo. Este será un golpe fulminante porque en el momento que el excedente pertenezca a la sociedad, se terminará con las bases clasistas de la sociedad.
¿Esto terminará con una cultura machista y misógina que se ha acentuado por miles de años? No de inmediato. Sabemos que los cambios culturales son los más difíciles de efectuar y no basta que se declare un estado obrero para terminar con toda la basura que el capitalismo ha inculcado por más de 200 años. “La ‘liberación’ es un acto histórico y no mental, y conducirán a ella las relaciones históricas, el estado de la industria, del comercio, de la agricultura, de las relaciones.”(Carlos Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana)
La mujer y demás sectores oprimidos sean verdaderamente libres cuando haya nuevas generaciones que crezcan en una sociedad sin propiedad privada, donde exista la abundancia y los vestigios del patriarcado se hayan eliminado. Lo que no cabe duda es que la revolución socialista, como en Rusia del 1917, sentará las bases materiales para estos grandes cambios culturales.
La familia, doble explotación y la producción de mercancías
La explotación de la mujer dentro del capitalismo se da a varios niveles y por varias razones, no sólo intervienen el capital y la familia, también interviene la crianza individual de los niños, la educación que se imparte en gran parte de las escuelas, la religión. La imagen de la mujer amorosa y sumisa, siempre martirizada en su casa, abnegada por sus hijos y su esposo, es una creación cultura que se reproduce por los medios de comunicación, en novelas, libros de moral burguesa, en la escuela, en la iglesia, a través de la familia, etc. en este aspecto la mujer sólo se afirma con referencia a otro, en este caso a un hombre.
El marxismo plantea como parte fundamental de la emancipación de la mujer, su incorporación al trabajo remunerado. Cuando una mujer se integra al campo laboral, deja de ser un instrumento que depende del marido en la casa, con su independencia económica también se puede ver paulatinamente su independencia política y social. Lenin llega a afirmar que el hecho de que la mujer se sume al trabajo es romper, aunque de forma limitada, el poder patriarcal que trata de mantenerla sumisa, encerrada entre las cuatro paredes de su casa:
“En particular, hablando de las transformación de las condiciones de vida de la población por la fábrica, es preciso advertir que la incorporación de mujeres y adolecentes a la producción es un fenómeno progresivo en su esencia. Indudablemente, la fábrica coloca a estas categorías de la población obrera en una situación particularmente penosa,… pero sería reaccionaria y utópica la tendencia a prohibir por completo el trabajo de las mujeres y de los adolescentes en la industria o a mantener el régimen patriarcal de vida que excluía este trabajo. Destruyendo el aislamiento patriarcal de estas categorías de la población, que antes no salían del estrecho círculo de las relaciones domésticas, familiares; llevándolas a participar de manera directa en la producción social, la gran industria mecánica impulsa su desarrollo, les da mayor independencia, es decir, crea unas condiciones de vida que están incomparablemente por encima de la inmovilidad patriarcal de las relaciones pre capitalistas.” (Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia)
Sin embargo, al incorporase la mujer a este trabajo industrial, no entra “liberada”, como lo hacen los hombres, a vender su fuerza de trabajo, y a partir de eso y su organización, definir sus condiciones salariales y laborales. Como la mujer está considerada, en el capitalismo, “mano de obra de reserva”, esto quiere decir que su actividad fundamental no es la del trabajo son la producción y reproducción de la mano de obra (parir, cuidar a los niños, y reponer la fuerza de trabajo que ha desgastado el obrero en la fábrica). Su salario no está determinado libremente por las leyes del mercado laboral, sino por la comparación de ella con respecto al salario del hombre.
Es decir que al no considerársele fundamental su trabajo en la industria, su salario no está determinado por la leyes del mercado en estado puro sino, regularmente a la baja del salario del hombre. Aquí la mujer vive la explotación directa del capital, que como cualquier obrero se integra a la producción. El capital, sin embargo, la explota aún más, por su condición de mujer al percibir salarios más bajos, jornadas más extenuantes o labores más rutinarias y repetitivas que marchitan cualquier visto de humanidad. Como en la sociedad capitalista, quien más tiene más vale, la mujer sufre un proceso de desvalorización y sojuzgamiento porque su salario es menor. Marx en el capital escribe:
“El valor de la fuerza de trabajo no se determinaba ya por el tiempo de trabajo necesario para el sustento del obrero adulto individual, sino por el requerido para mantener a la familia obrera. Al lanzar la maquinaria a todos los miembros de la familia obrera sobre el mercado de trabajo, reparte el valor de la fuerza de trabajo del hombre entre toda su familia. De ahí que desvalorice su fuerza de trabajo. La compra de la familia fraccionada, por ejemplo, en cuatro fuerzas de trabajo, tal vez cueste más que costaba antes la adquisición de la fuerza de trabajo del cabeza de familia, pero en cambio se tienen cuatro jornadas de trabajo en lugar de una, y su precio disminuye en proporción al excedente de plustrabajo de los cuatro sobre el plustrabajo de uno. Los cuatro tienen que suministrar no sólo trabajo, sino también plustrabajo para el capital, a fin de que la familia viva. De esta manera, la maquinaria amplía desde un principio, junto con el material de explotación humano, el verdadero campo de explotación de capital, también el grado de explotación” (Citado en Alan Woods y Ana Muñoz, el marxismo y la emancipación de la mujer, C. Marx, El Capital. Madrid, Akal Editor, 1976, Vol. I, Tomo II, pág. 110).
Una de las demandas más importantes que defendemos, y que ha sido defendida por las diferentes organizaciones revolucionarias es: al igual trabajo igual salario, romper con esta idea de que la mujer es “mano de obra de reserva”. Para lograr esto, se ha impulsado la organización sindical de las mujeres, la participación política de todas las compañeras que estén dispuestas a organizarse y luchar por sus derechos sindicales en igual de condiciones que un hombre.
El segundo lugar donde la mujer es explotada es en la familia (aquí tenemos que hacer una aclaración, no podemos hablar de la familia en general, en abstracto, porque no es lo mismo una familia burguesa, donde la mujer básicamente tiene el rol de procrear hijos para asegurar la herencia, y por el otro lado la familia obrera, que es a la que nos referimos de aquí en adelante). Ellas, ahí, realiza un trabajo que se invisibiliza, tanto por la capital, como por una cultura patriarcal. Todas las mujeres que laboran en la producción social sufren de forma regular una doble explotación, pues ellas son las que llevan la mayor carga del trabajo en el hogar. El gobierno mexicano da los siguientes datos sobre el trabajo del hogar:
“Durante 2015, el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados alcanzó un nivel equivalente a 4.4 billones de pesos, lo que representó el 24.2% del PIB del país; de esta participación las mujeres aportaron 18 puntos y los hombres 6.2 puntos.
“El valor generado por el trabajo no remunerado doméstico y de cuidados de los hogares como proporción del PIB del país, en 2015, fue superior al alcanzado por algunas actividades económicas como la industria manufacturera, el comercio y los servicios inmobiliarios y de alquiler de bienes muebles e intangibles de manera individual, las cuales registraron una participación de 18.8%, 17.5% y 11.7% respectivamente.
“Los datos obtenidos en el estudio Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, 2015 señalan que la mayor parte de las labores domésticas y de cuidados fueron realizadas por las mujeres, con el 77.2% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividades, lo que correspondió, a su vez, al 74.3% si se habla en términos del valor económico.
“En 2015, los resultados en cifras netas per cápita mostraron que cada persona participó en promedio con el equivalente a 35,131 pesos anuales por sus labores domésticas y de cuidados. Sin embargo, se observó que el trabajo de las mujeres tuvo un valor equivalente a 49,586 pesos, mientras que el de los hombres fue de 18,109 pesos durante el mismo año. Estas cifras reflejan el sueldo neto que podrían percibir los miembros del hogar por realizar una actividad similar en el mercado.
“En el caso de los hogares con parejas casadas, y con presencia de hijas/os pequeños, estas cifras se disparan aún más. Por ejemplo, el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados de los varones que están casados o unidos y colaboran con labores domésticas y de cuidados fue equivalente a 19,571 pesos; mientras que la aportación de las mujeres en la misma situación ascendió a 64,031 pesos.” (https://www.gob.mx/mujeressinviolencia/articulos/el-valor-del-trabajo-no-remunerado-en-los-hogares-en-mexico)
Estas cifras demuestras el grado de explotación que la mujer sufren en los confines de su “dulce hogar” y que se intenta ocultar reiteradamente, o se intenta santificar (la iglesia es una de las principales impulsoras de que la mujer debe estar metida en su casa atendiendo a sus hijos y su marido). Lo que es cierto es que todo este trabajo que hace la mujer en la casa, como queda en el ámbito privado, lo aprovecha el capitalismo, se lo apropia, en lo social, las mercancías que ella crea el capital las explota, la mujer no. Todas las mercancías y servicios que produce la mujer, no se venden, se quedan en el uso familiar, que es usufructuado por el hombre y el capitalismo. En una sociedad donde se intercambian mercancías, el trabajo de la mujer no tiene valor, porque no se intercambia por nada. Lenin dice al respecto:
“… la mitad femenina del género humano está doblemente oprimida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital y, además, incluso en las repúblicas burguesas más democráticas, no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega igualdad con el hombre. Esto en primer lugar; y en segundo lugar —lo que es más importante— permanecen en la “esclavitud casera”, son “esclavas del hogar”, viven agobiadas por la labor más mezquina, más ingrata, más dura y más embrutecedora: la de la cocina y, en general, la de la economía doméstica familiar individual” (El día internacional de la obrera)
Como hemos escrito más arriba, muchas de las corrientes del feminismo teorizan sobre este trabajo que hace la mujer en la casa, en el seno familiar. El debate no sólo recae sobre el trabajo no pagado sino sobre la familia. Algunas de ellas dicen que la familia es un medio de producción, que dentro de esa sociedad que es la familia, hay una división sexual del trabajo donde le hombre actúa como patrón, robando un trabajo doméstico, no remunerado a la mujer, y la mujer por tanto es una clase social.
Algunas otras dicen que es gracias al trabajo doméstico no remunerado donde el capital obtiene su acumulación originaria, por tanto para terminar con esta explotación, lo que se necesita es que el trabajo doméstico sea pagado. Dentro de esta misma línea de debate, hay quien argumenta que mientras que la mujer siga teniendo hijos va seguir siendo condenada a la opresión. Otras que plantea que la familia es un residuo de modos de producción del pasado y que el trabajo doméstico es un residuo de viajas formas de producción. Otras más hablan que como la mujer reproduce y produce mercancías (tiene a los niños y los prepara para el trabajo) entonces la mujer es un medio de producción.
El trabajo en el hogar, de forma regular lo dividen en tres partes, por un lado la reproducción social de la mercancía mano de obra, es decir la maternidad y nacimiento de los hijos. Lo segundo es la crianza de estos niños y lo tercero es el mantenimiento de la fuerza de trabajo ya activa (el lavar, planchar, hacer la comida y todo lo que necesita el hombre que se va a laborar). Este trabajo es fundamental para el capital —no podemos decir, como lo dicen algunas feministas que de aquí parte la acumulación originaria—. Pero sí es verdad que es una explotación brutal que el capitalismo necesita para sobrevivir.
Este trabajo que realiza la mujer dentro de la familia (aunque se han dado algunos pasos para hacer que las tareas de la casa recaigan entre los que conforman la familia, sigue siendo mayoritario el trabajo que realiza la mujer) ha existido antes del capitalismo. Algunas dicen, que como el problema es la familia, por lo menos la familia heterosexual, hay que oponerse a ella. Pero aquí hay un error, el problema no es la familia a secas, es la familia que sirve al capitalismo. Marx dice que con la incorporación de la gran maquinaria y la incorporación de la mujer al trabajo, sienta las bases para la destrucción de la familia burguesa nuclear.
“… por muy espantosa y repugnante que nos parezca la disolución de la antigua familia dentro del sistema capitalista, no es menos cierto que la gran industria, al asignas a la mujer, al joven y al niño de ambos sexos un papel decisivo en los procesos sociales organizados de la producción, arrancándolos con ello de la órbita doméstica, crea las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones entre ambos sexos”. (Marx, El capital, Tomo I)
Pero como hemos dicho, la familia ha sobrevivido porque le es funcional al capitalismo, en el sentido del trabajo no remunerado que se genera dentro del núcleo familiar. La salida a esto, no es volver remunerable el trabajo embrutecedor de la casa, sino desaparecerlo. Riazanov dice:
“…la familia real comienza a desorganizarse. La unión interior de la familia estaba destruida, lo mismo que los elementos separados que conforman su noción, sobre todo: la obediencia, la piedad, la fidelidad conyugal, etc. Pero su cuerpo real, las relaciones económicas, las particularidades, la cohabitación forzada, las relaciones creadas por el nacimiento de los hijos, por la organización de la vida moderna y por la acumulación de capital quedaban, porque la existencia de la familia llegó a ser inevitable, a causa de su ligación por la manera de producir, independientemente del beneplácito de la sociedad burguesa.”
Los comunistas plantean la desaparición de la familia burguesa, como la que conocemos ahora, que es una parte integral de las estructuras de dominación del capital. Cuando el Estado obrero se haga cargo del cuidado de los niños, instale comedores y lavanderías públicas, cuando se brinde un trabajo bien remunerado a hombres y mujeres, cuando la mujer tenga acceso a una vivienda digna por el simple hecho de existir, etc. Cuando esto suceda, la familia burguesa ya no tendrá necesidad de existir. La opresión de la mujer, que está íntimamente relacionado a las tareas que tiene que hacer dentro de la casa, serán sustituidas por una multitud de servicios públicos eliminen la esclavitud domestica la mujer ya no será apéndice de alguien o estará atada por necesidad a alguien. Las relaciones personales se podrán asentar sobre las empatías y sentimientos, no sobre intereses y necesidades.
Con respecto a la procreación de hijos, hay también varias vertientes en el feminismo. Hay algunas que plantean que si la mujer sigue pariendo nunca se va a liberar, para eso se propone métodos anticonceptivos o incluso, con el avance de la ciencia, el crear vida fuera del útero. Algunas dicen que tener hijos es crear mercancías pero este trabajo tampoco se le remunera, hay algunas ideas sobre este tema, para que se pueda pagar (México y Canadá, dos modelos antagónicos de gestación subrogadas. El país).
Tenemos que decir varias cosas al respecto. Hay familias heterosexuales que deciden no tener hijos; otras, las de géneros iguales, que no pueden tenerlos biológicamente. Estos casos dan la posibilidad de saber si es que, efectivamente, no tener hijos libera a la mujer de la explotación. La respuesta es negativa, se sigue manteniendo la explotación del capital en empresa y en el hogar. Las que han decidido tenerlos, ciertamente se pueden convertir en mercancías del mercado capitalista, en un momento determinado, sin embargo, no es el hecho de concebir un hijo lo que genera la mercancía, sino la sociedad donde se concibe esa creación. Sólo en una sociedad socialista los hijos no van a ser parte del mercado capitalista y no se van a concebir como mercancías; no es el acto sino el proceso en el que se insertan, sin que lo hayan podido escoger, lo que los hace ser mercancías, y por tanto, la maternidad, se sienta como opresión. Engels dice sobre la familia en una sociedad socialista:
“XXI. ¿Qué influencia ejercerá el régimen social comunista en la familia?
Las relaciones entre los sexos tendrán un carácter puramente privado, perteneciente sólo a las personas que toman parte en ellas, sin el menor motivo para la injerencia de la sociedad. Eso es posible merced a la supresión de la propiedad privada y a la educación de los niños por la sociedad, con lo cual se destruyen las dos bases del matrimonio actual ligadas a la propiedad privada: la dependencia de la mujer respecto del hombre y la dependencia de los hijos respecto de los padres. En ello reside, precisamente, la respuesta a los alaridos altamente moralistas de los burgueses con motivo de la comunidad de las mujeres, que, según éstos, quieren implantar los comunistas. La comunidad de las mujeres es un fenómeno que pertenece enteramente a la sociedad burguesa y existe hoy plenamente bajo la forma de prostitución. Pero, la prostitución descansa en la propiedad privada y desaparecerá junto con ella. Por consiguiente, la organización comunista, en lugar de implantar la comunidad de las mujeres, la suprimirá.” (Principios del comunismo)
El feminismo en AL y la mano del imperialismo “empoderando” mujeres
En toda la historia de América latina han existido movimientos o personajes que luchar por la igualdad de la mujer y el hombre. El feminismo latino está marcado por una politización y radicalización, que va de la mano de la lucha contra la implantación de dictaduras militares, contra el capitalismo y el imperialismo. Una tarea urgente para el imperialismo era arrebatar a las mujeres del campo de batalla de la lucha de clases y meterla a la dinámica de mantener a la familia.
En este mismo periodo el imperialismo americano implementa una política, de apoyo a la mujer en AL y países ex coloniales, inyectando jugosas cantidades de dinero con las cuales crea diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Estas ONG´s fueron a las comunidades a reforzar la idea de la familia nuclear, que había sido desfigurada, en varios países, por guerras civiles, opresión brutal de trasnacionales o migraciones forzosas. Con dólares en la mano preconizaban la idea de “empoderar” a la mujer (dar poder a la mujer en los márgenes del capitalismo) creando pequeños proyectos productivos. Parte de este dinero fue a dar a diferentes programas de gobiernos para potenciar la educación de la mujer.
Aunque parezcan muy progresistas estas ideas, en realidad lo que planteaban era la idea de que la mujer podría tomar preponderancia en la sociedad “empoderarse” sin romper con el capitalismo. Con este método se cooptó a la gran mayoría de movimientos autónomos de mujeres (les quitó el filo revolucionario y las perfiló sobre la idea del progresismo) y fraccionó a organizaciones políticas de izquierda. Así se abrieron espacios para mujeres en los parlamentos, en los gobiernos e instituciones, sobre esta lógica es que se impulsó la política de cuotas de género, una idea de discriminación positiva reaccionaria. Podemos decir que el imperialismo impulsó el “empoderamiento” de las mujeres para mantener su estructura básica, la familia, y mantener su régimen de explotación capitalista y patriarcal.
Existen colectivos de feministas radicales por todo el continente repitiendo básicamente todas las teorías, pero revueltas, de los diferentes feminismos expuestos anteriormente. Hay una gran confusión al respecto, porque solo se repiten ideas o frases que han escuchado de boca de otras. Esta dispersión ideológica se acentuó con la bancarrota de los partidos comunistas de la región, las derrotas de los diferentes procesos revolucionarios, la idea de teorizar una “nueva” filosofía de la liberación latinoamericana, etc.
Las condiciones materiales de violencia, ataques a los derechos democráticos y sindicales, la pobreza que azota toda la región nos pone ante una tarea urgente de poder formar fuertes organizaciones de hombres y mujeres que luchen por la emancipación de la mujer, contra la violencia machista y demás tipos de opresión. Eso significa terminar con la explotación capitalista.
La reacción idealista en la lucha de las mujeres y las personas LGBTTTI
Hay un hilo conductor entre el feminismo cultural o de la diferencia y el posmodernismo, o pos feminismo, como algunos lo denominan. La diferencia es que en los años 70 el debate y desarrollo de la teoría feminista de aquellos años era para combatir la explotación de la mujer, en la década de los 90 el posfeminismo surge sobre la lógica de un debate entre feministas. La alianza entre el feminismo y el posmodernismo cambió de forma radical la lucha feminista, reduciéndola a la epistemológica.
La base filosófica de la teoría en cuestión es el posmodernismo, que surge en un periodo de reacción y eclecticismo (baja en la lucha de clases, la derrota de los movimientos revolucionarios de los 60 y 70, la caída de los llamados países del socialismo real, etc.). Llega a la conclusión de que el capitalismo ha vencido y que no se puede cambiar. Algunas la consideran la hija de las derrotas del feminismo radical (posfeminismo). Es puramente idealista, no parte de la sociedad sino del sujeto, para poder analizar la sociedad y por ende su transformación (esto es un rasgo común del posmodernismo en todas sus vertientes). Cada uno es libre de interpretar su género, cada cuerpo puede ser mil y un posibilidades interpretativas. La teoría queer se basa en la idea de la necesidad de deconstruir las categorías de sexo, género y sexualidad para que aquellas personas que no deseen asumir su género alcancen un estatus legal e igual.
Retoman del posestructuralismo la descentralización del sujeto (despojar el sujeto de un pensamiento que ya posee). Salir de la centralidad de un sujeto, dejar de considerar al sujeto cartesiano como fundamento y explicación constituyente de la realidad. Heidegger fue uno de los filósofos más encarnizados «descentradores», el estructuralismo después y luego Foucault.
Para la posmodernidad las categorías generales o centrales no son aceptables porque no tienen en consideración las diferencias, no son incluyentes de las visiones de los individuos, por tanto ninguna puede dar una visión real de la totalidad de las cosas. Dicen que las abstracciones —teorías— son construcciones discursivas que configuran la realidad de tal forma que la homogenizan, cuando la realidad es diversa. Dicen que se le falsifica cuando se le quiere encerrar en los límites de una uniformidad. Van más allá en esta idea, plantean que se debe decretar la nulidad de todas las teorías, por su perversidad. Esto aplica, no solo al marxismo y demás corrientes sociológicas, sino también a la reflexión feminista sobre el género y el patriarcado. El concepto de mujer “rompe la posibilidad de explotar a profundidad las diversidades del género femenino”. Dicen que el concepto de género solo representa a un pequeño grupo de mujeres: mujeres blancas de países ricos.
“Las argumentaciones posmodernas que cuestionan la categoría de genero reaparecen con el concepto del patriarcado. El análisis feminista acerca del patriarcado se fundamenta en la idea de que uno de los rasgos estructurales de las sociedades existentes es la jerarquización de los géneros. Pues bien, la postmodernidad, en su guerra declarada a las generalizaciones, critica la noción de patriarcado porque no da cuenta del funcionamiento de la opresión de género en los contextos culturales concretos en que existe. Y es que la posmodernidad rechaza el concepto de patriarcado por esencialista, ahistórico y totalizador.” (Aproximaciones a la teoría critica feminista)
El posmodernismo es una filosofía reaccionaria, pues al momento de negar la validez de cualquier teoría, también niega cualquier posibilidad de estrategia de lucha organizada para cambiar la realidad, limitando su actuar a entender y transformar con las palabras o la cultura en abstracto. No sólo es un paso a otras con respecto a los diferentes feminismos radicales de la década de los 60, sino que trata de echar por la borda todo el estudio de las ciencias sociales al plantear nula la experiencia anterior para estudiar objetivamente la historia y sus leyes.
De la escuela posmoderna se desprende el llamado multiculturalismo, que como su nombre lo dice, es la exaltación de la diferencia cultural como base de sus postulados teóricos. Esta teoría trata de resaltar “visibilizar” las minorías oprimidas, ya sea por raza, género, religión, etc. (especialmente ponen atención en las poblaciones de mujeres indígenas y afro descendientes). Además que mete a discusión el avasallamiento y dominación cultural de los países imperialistas a las colonias o ex colonias.
El feminismo retomó parte importante del culturalismo, particularmente en los países ex coloniales. Con esta teoría pusieron encima de la mesa el derecho de las mujeres indígenas y afro descendientes. El feminismo multiculturalista critica al feminismo porque no visibiliza la opresión de mujeres marcadas por la raza, la clase, la ética o la orientación sexual en países con problema de opresión colonial. Propone, frente al “metarrelato feminista”, la proliferación de “microrrelatos”. A partir de experiencias personales y regionales construir una historia, se niegan a una teoría general que pueda explicar la explotación de la mujer y demás minorías oprimidas.
Aunque la palabra Queer significa “raro”, “enfermo” o “anormal”, la academia reconfiguró el significado. Esta teoría es reaccionaria, no ayuda a la lucha por la liberación de la mujer ni de las personas LGBT, su planeamiento es el disolver todas las identidades de los oprimidos y limita todo intento de organización. Cuestiona la imposición de identidades genéricas (hombre-mujer) pues las considera opresivas.
“El filósofo francés, Michel Foucault, referente imprescindible de la teoría Queer, argumenta sobre el carácter construido del sexo y señala que la heterosexualidad se ha construido desde la coacción normativa, desplazando así otras formas de vivir la sexualidad, como, por ejemplo, la homosexualidad. “El resultado de que los seres humanos se van a dividir en dos géneros diversos entre sí, de manera que deviene producto cultural lo que se presenta como orden natural. Y de este modo el orden, simbólico y real, es caracterizado en términos de heterosexualidad. Atravesar este orden simbólico y real, detectarlo y sacar a la luz su carga normativa es ya parte del trabajo de deconstrucción que la teoría queer se propone.” (Aproximaciones a la teoría critica feminista)
Conviene aclarar algunos términos que utiliza la teoría Queer para poder seguir la discusión: la anatomía no dicta el género. El sexo es la característica física que heredas de los genes, en contraste, el género es un aprendizaje social, el cómo se debe comportar un hombre o una mujer (para nosotros el género no es simplemente una construcción social, sino que se genera a partir de una inter relación entre el sexo biológico, las cuestiones hormonales y la sociedad). Así, una persona sexo genérica es alguien que identifica su sexo con su género, una persona de diferencia sexo genérica es aquella que no identifica su sexo con su género (LGTBIIQ). A partir de esto, cada quien puede interpretar su género como mejor le guste. Por el contrario, el cuerpo como “sexo natural” es repelido y se considera opresivo, por ser planteado desde la heterosexualidad.
Judith Butler es una de sus máximas exponentes, cuestiona la identidad de la “mujer” porque es una identidad heterosexualizada y excluye otras identidades, por lo tanto oprime. A partir de una idea de Simon de Beauvoir comienza a criticar todas las “construcciones sociales” —no se nace mujer, se hace—, y lanza una crítica a las feministas anteriores planteando que el término “mujer” es una construcción social que se ha generalizado a partir de imposiciones sociales. (Es decir que la mujer no es mujer porque nazca de ese sexo, sino porque le han dicho que es mujer, y por ende tiene que cumplir con ciertas normas). El termino mujer ratifica la heterosexualidad y por lo tanto es opresora.
“El cuerpo no es una realidad material fáctica o idéntica a sí misma; es una materialidad cargada de significado (…) y la manera de sostener ese significado es fundamentalmente dramática. Cuando digo dramático me refiero a que el cuerpo no es simplemente materia sino una continua e incesante materialización de posibilidades. Uno no es simplemente un cuerpo, sino, de una manera clave, uno se hace su propio cuerpo y, de hecho, uno se hace su propio cuerpo de manera distinta a como se hacen sus cuerpos sus contemporáneos y a cómo se lo hicieron sus predecesores y a cómo se lo harán sus sucesores” (Judith Blutler)
Afirma que el sexo se construye a partir de una imposición genérica y atribuye al género un poder performativo (que al decirse se debe de comportar o hacer de una forma, en este caso al decir mujer implica comportamientos y razonamientos que se tiene que realizar). Si eres mujer, así tienes que ser como mujer. Para ella el género masculino y femenino son impuestos por la heteronormatividad (normas impuestas por la heterosexualidad) la cual plantea cómo tiene que comportarse un género. “Argumenta que los gays y lesbianas cuestionan el pretendido carácter natural de la heterosexualidad y la existencia misma de los transexuales pone en cuestión la consideración del sexo como hecho natural.”
Esto tiene algo de correcto en el fondo, la sociedad, derivado de unas normas morales que forman parte de la ideológica de la clase dominante, impone formas y reglas de comportamiento, incluso de pensamiento. La burguesía a partir de la iglesia y de las escuelas, de los medios de comunicación masivo, te dicen cómo te tienes que comportar, qué tienes que comprar, cómo te tienes que vestir, etc. El capitalismo crea sus normas, pero no sobre la base del sexo sino de la clase social. Poco le importa al capital que las familias sean conformadas por cualquier tipo de género, con que sigan funcionando para mantener el régimen de explotación, eso está bien para el capital.
En su libro, “El género en disputa”, Blutler retoma teorías de los llamados pos marxistas como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (para leer más sobre los planteamientos de estos dos autores leer ¿Qué teoría para Unidos Podemos? Sobre Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, de Arturo Rodríguez). Sus tesis centrales son las siguientes: la política domina lo económico, por ende rechazan las leyes de la historia (los procesos históricos), dicen que la “historia es aleatoria”, “radicalmente abierta”. Plantean que toda realidad se construye a partir de un nivel discursivo, por eso son tan importantes el lenguaje y los símbolos. No niegan la realidad fuera de la mente pero, dicen, que esta realidad carece a priori de atributos y valores, estos son asignados por el lenguaje humano.
Estas ideas son profundamente idealistas. Se oponen a las leyes históricas, por ende al marxismo y niegan cualquier tipo de “discurso” de totalidad, o teoría científica. Para ellos lo que prima son las observaciones individuales, lo que cada uno piensa, siente y mira, de la historia y de su realidad, como hay millones de visiones particulares, entonces la generalidad total no existe.
Para esta corriente reaccionaria, quien actúe fuera de la heteronormatividad está luchando contra la imposición patriarcal. Además, su “herramienta más poderosa” es su palabra, porque decir es igual que hacer. Por tanto, si tú dices algo, estas cambiando algo. Es la reiteración de los actos del habla los que trasforman y frenan la opresión. La performatividad (los actos del habla) cambian al sujeto. El sexo y el género son performativos, es decir, son realidades que se construyen a partir del comportamiento y el discurso.
De aquí se desprende la necesidad de crear un nuevo lenguaje —lleva hasta sus últimas consecuencias la idea que practicaban las feministas culturales, de inventar un lenguaje femenino— para “desidentificar los géneros hegemónicos”, crear los nuevos “discursos” que definan nuevas identidades. Estas ideas no plantean ningún tipo de organización para la lucha y emancipación de los sectores oprimidos, lo que hacen es plantear la individualidad y el lenguaje como formas de luchar contra la opresión. Lógicamente que por más que su cabeza quiera imaginar que vive en algo parecido al paraíso, cuando abre los ojos, la realidad le revienta en la nariz.
La teoría Queer lo que plantea es superar los dos géneros hegemónicos que son funcionales al sistema, a cambio proponen una identidad cambiante, que no se encasilla por las heteronormas. Para los Queer, performance es un acto de valentía individual. Además de idealista —creer que porque hables diferente o inventes palabras, vas a terminar con la opresión—, está teoría es reaccionaria porque apela al cambio individual en vez de la lucha colectiva. “Eres pobre porque quieres, si piensas de otra manera lograras un cambio”, “si eres oprimido, es porque quieres, basta pensar de forma diferente para terminar con la opresión”
Otras autoras, que se identifican con la teoría Queer, han escrito sobre la homosexualidad desde este punto de vista. Monique Witting dice, por ejemplo, que las lesbianas no son mujeres porque no hay nada que se pueda llamar natural, todo es cultura. Para ella todas las nociones y conceptos se basan en la heterosexualidad (cultura, historia, arte, deseos, etc.)
“Toda la sociedad está fundada en la prohibición de la homosexualidad. La sociedad está fundada en la división en dos géneros, masculino-femenino, que son hegemónicos. La sociedad patriarcal está basada en el par masculino-femenino que santifica la heterosexualidad obligatoria. La heteronormatividad moldea toda la ideología y naturaliza la relación hombre-mujer en una par binario y excluyente que moldea a toda la sociedad”
Todo el análisis de que la sociedad está dividida en clases, y todo lo que el marxismo explica, simplemente no existe, es el odio a la homosexualidad lo que funda la sociedad según esta teoría. Tampoco hay una crítica a la familia burguesa ni la explotación que se vive ahí. Para esta teoría, el patriarcado es la heteronormatividad que oprime a lesbianas, homosexuales, entre muchos otros.
De esta idea se desprende la interseccionalidad, la cual describe las múltiples formas de opresión. Esta parte de identificar diferentes tipos de opresión, dependiente la etnia, el sexo, la raza, la nacionalidad, la clase, etc. Pone el mismo nivel la opresión de clase que muchas otras. Entre este punto de vista y el marxismo podemos observar muchas diferencias. El marxismo reconoce que hay diversos tipos de opresión y plantea que sólo con eliminación de clases se van a sentar las bases para que esto termine. Es decir, la cuestión de clase es lo fundamental para el marxismo. Para la interseccionalidad, no lo es.
En vez de unir a todos los oprimidos en una lucha común contra el capitalismo y el Estado burgués, los “interseccionalistas” quieren dividir la lucha en sus partes componentes más pequeñas: enfrentando a las mujeres negras contra los hombres negros, las mujeres negras con discapacidad contra las mujeres negras sin discapacidad, etc.
La revolución rusa y la cuestión de la mujer. De cómo los marxistas planteamos luchar contra la opresión de la mujer
Antes de abordar algunos aspectos sobre la revolución rusa tenemos que rememorar brevemente que en aquellos momentos existían dos movimientos de mujeres, en términos generales, por un lado las feministas burguesas que luchaban por el voto femenino y las mujeres que se organizaba en los partidos obreros de la Segunda Internacional, las cuales, además de luchar por el voto de la mujer y demás derechos democráticos, tenían claro que la única forma de emanciparse era lograr terminar con el capital.
Como lo habíamos comentado más arriba, la primera guerra mundial partió en línea de clase la organización de las mujeres, esa supuesta “hermandad” se quebró ante los fulgores de la primera guerra mundial. Solo algunos partidos revolucionarios y algunas mujeres socialistas resistieron esta presión chovinista. De las que resistieron y se movilizaron contra la guerra estuvieron, en Alemania, a Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo. En Rusia el partido Bolchevique se opuso a la primera gran carnicería humana y planteaba la idea del derrotismo revolucionario como antesala de la revolución socialista.
En Inglaterra el movimiento sufragista, en su conjunto apoyó la guerra de forma vergonzosa, con una excepción, Sylvia Pankhurst, la hija de la dirigente feminista sufragista Emmeline Pankhurst. Aunque la postura de Sylvia era pacifista, apoyó la revolución rusa y conoció a Lenin en su visita por la URSS, después de esta visita cambió el nombre de su periódico a “El acorazado de las mujeres”.
No es el caso profundizar la gesta histórica que significó la toma del poder por parte de Lenin, Trotsky y su partido, basta con decir que a pesar de ser una minoría en términos numéricos, eran los que tenían el único programa necesario para sacar a Rusia de la barbarie en que se encontraba.
Aunque el partido estaba conformado en su mayoría por hombres (en 1917 solo el 6% eran mujeres) había un trabajo para ganar a más mujeres a la militancia política. Dentro de las militantes destacaban algunas compañeras cuadros del partido, Alejandra Kollantai, Krupskaya, Innesa Armand y muchas más. Se tenía una posición muy firme con respecto al movimiento de mujeres y planteaban que el problema no era de mujeres en general, sino de las clases: “Las mujeres de la clase obrera constatan que la sociedad actual está dividida en clases. Cada clase tiene sus propios intereses. La burguesía tiene los suyos, la clase obrera tiene otros. Sus intereses son opuestos. La división entre hombres y mujeres no tiene gran importancia para las mujeres proletarias. Lo que une a las mujeres trabajadoras con los trabajadores es mucho más fuerte que lo que les divide” (Nadeshda Krupskaia, Robotnitsa, 1914)
Las mujeres fueron partícipes de primer orden de aquella maravillosa gesta histórica. La Guerra hizo que los hombres se movilizaran al frente y una buena parte de la industria fue tomada por las mujeres. La participación de las mujeres en la producción aumento de un 70 a un 400% según la rama (particularmente en la industria pasaron a ser 33% en 1914 a 50% en 1917). Los bolcheviques daban gran importancia al trabajo entre la mujer trabajadora, particularmente Lenin. En 1913 los bolcheviques organizaron el primer mítin para celebrar el día internacional de la mujer trabajadora, al año siguiente se editó un periódico especial para los problemas de la mujer, Rabotnitsa (Obrera), este periódico era financiado por las colectas que los obreros y obreras hacían en las fábricas. En este periódico se describían las horribles condiciones de la mujer en el trabajo y en la familia, se oponían a las tendencias feministas burguesas.
Las restricciones alimentarias por la guerra y las brutales jornadas laborales hacen que las mujeres sean las que se pongan la cabeza de la revolución de febrero de 1917 y, es el día de la mujer en que las obreras de la capital, San Petersburgo, salen a huelga invitando a sus hermanos de clase a que las acompañen. En 4 días la revolución había derrocado al odiado régimen feudal.
El régimen revolucionario de los bolcheviques se puso al día con los derechos democráticos de las mujeres mucho antes que en cualquier país burgués adelantado: se reconoció el derecho al aborto, al divorcio, se reconoció la igualdad entre el matrimonio legal y el concubinato, derecho a la educación, etc. Pero lo más importante de la revolución, con respecto a la mujer fue en el terreno económico los cuales demolían, de forma concreta, las condiciones materiales de la explotación domestica de la mujer.
La igualdad salarial fue un hecho indiscutible, se prohibió a las mujeres embarazadas trabajar largas jornadas y en la noche, las mujeres disponían de baja por maternidad, de guarderías para el cuidado de los niños, el aborto se legalizó en 1920, se crearon lavanderías públicas y comedores baratos para liberar a la mujer de estas engorrosas tareas de la casa y se incorporara plenamente al ámbito laboral y la participación política. Todo esto se logró, no por una lucha de las mujeres contra el patriarcado, sino logrando derribar el sistema capitalista e instaurar un gobierno de los trabajadores. Trotsky decía en 1923:
“El preparar las condiciones para una nueva vida y una nueva familia no puede aislarse, repito, de las tareas generales de la construcción del socialismo. El Estado obrero debe fortalecerse económicamente para estar en condiciones de encarar seriamente la educación pública de los niños y liberar a la mujer de las tareas domésticas. Necesitamos más formas económicas socialistas. Sólo bajo tales condiciones podremos liberar a la familia de las tareas que en la actualidad la oprimen y la desintegran. Los lavaderos públicos tendrían que ocuparse del lavado, los restaurantes públicos de la comida, las tiendas estatales de la costura. Los niños deberían ser educados por buenos maestros con verdadera vocación para esta tarea. Entonces las relaciones entre las parejas se liberarían de todo lo externo y accidental, y dejarían de absorberse la vida mutuamente. Entonces se establecería una verdadera igualdad. Las relaciones estarían condicionadas sólo por el amor. Y sobre estas bases se establecería realmente, no de la misma manera para todos, por supuesto, pero sin imposiciones para nadie” (León Trotsky, Escritos sobre la cuestión femenina. Barcelona, Editorial Anagrama, 1977, págs. 32-33).
Es decir, la revolución sentó las bases materiales para liquidar la explotación de la mujer:
“La Revolución de Octubre cumplió honradamente su palabra en lo que respecta a la mujer. El nuevo régimen no se contentó con darle los mismos derechos jurídicos y políticos que al hombre, sino que hizo —lo que es mucho más— todo lo que podía y, en todo caso, infinitamente más que cualquier otro régimen para darle realmente acceso a todos los dominios culturales y económicos. Pero ni el “todopoderoso” parlamento británico, ni la más poderosa revolución pueden hacer de la mujer un ser idéntico al hombre, o hablando más claramente, repartir por igual entre ella y su compañero las cargas del embarazo, del parto, de la lactancia y de la educación de los hijos.
“La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo “hogar familiar” corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia, restaurantes, lavanderías, dispensarios, hospitales, sana torios, organizaciones deportivas, cines, teatros, etc. La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer y, en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular” (León Trotsky, La revolución traicionada).
Los bolcheviques no solo luchaban por una igualdad formal en la ley, como lo pregonan los capitalistas o algunas feministas actualmente, sino que lucharon para tener unas bases materiales para la igualdad. En una resolución del tercer congreso de la Tercera Internacional titulada “Tesis para la propaganda entre las mujeres”, podemos leer:
“El derecho electoral no suprime la causa primordial de la servidumbre de la mujer en la familia y en la sociedad y no soluciona el problema de las relaciones entre ambos sexos. La igualdad no formal sino real de la mujer sólo es posible bajo un régimen donde la mujer de la clase obrera sea la poseedora de sus instrumentos de producción y distribución, participe en su administración y tenga la obligación de trabajar en las mismas condiciones que todos los miembros de la sociedad trabajadora. En otros términos, esa igualdad solo es realizable luego de la derrota del sistema capitalista y su reemplazo por las formas económicas comunistas”
Además de esto, el partido puso énfasis en elevar el nivel cultural de la población, cambiar la mentalidad de los trabajadores y trabajadoras, por medio de la educación para erradicar los prejuicios machistas. En una de las resoluciones para el trabajo del partido entre la mujer podemos leer dos puntos al respecto:
“2) luchar contra los prejuicios existentes entre el proletariado masculino hacia las mujeres, e incrementar las conciencia de los trabajadores y trabajadoras para hacerles comprender que tienen intereses comunes…5) Llevar adelante una lucha organizada contra el poder de la tradición, las costumbres burguesas y las ideas religiosas, preparar el camino para unas relaciones entre los sexos más sanas y armoniosas, garantizando la vitalidad física y moral de la clase obrera” (Citado en Alan Woods y Ana Muñoz, El marxismo y la emancipación de la muer)
La contrarrevolución estalinista cortó todo este proceso de cambios revolucionarios. Stalin ilegalizo el aborto, para conseguir el divorcio se impusieron nuevas trabas burocráticas, desapareció la sección femenina del Comité Central del partido, se comenzaba a sancionar y arrestar a las prostitutas, se comienzan a cerrar las guarderías y lavanderías públicas; en 1934 se prohíbe la homosexualidad, se sanciona moralmente la no integración familiar, como conducta burguesa. Todo esto se daba al mismo tiempo que había arrestos masivos, deportaciones a campos de concentración, fusilamientos y las grotescas farsas de los Juicios de Moscú. Trotsky escribe en 1938:
“La posición de la mujer es el indicador más gráfico y elocuente para evaluar un régimen social y una política estatal. La Revolución de Octubre escribió en su bandera la emancipación femenina y creó la legislación más progresista de la historia sobre el matrimonio y la familia. Esto no significa por supuesto que una ‘vida feliz’ estaba disponible inmediatamente para la mujer soviética. La genuina emancipación de las mujeres es inconcebible sin un adelanto general de la economía y la cultura, sin la destrucción de la unidad familiar económica pequeñoburguesa, sin la introducción de la preparación socializada de los alimentos y la educación.
“Mientras tanto, guiada por su instinto conservador, la burocracia se ha alarmado ante la ‘desintegración de la familia’. Comenzó cantando panegíricos a la cena y la lavandería familiar, es decir a la esclavitud doméstica de la mujer. Para rematar, la burocracia ha restaurado el castigo criminal por los abortos, regresando oficialmente a las mujeres al estado de animales de carga. En completa contradicción con el abecé del comunismo, la casta gobernante ha restaurado así el núcleo más reaccionario e ignorante del régimen de clase, es decir, la familia pequeñoburguesa” (León Trotsky. Escritos. Nueva York, Pathfinder Press, 1976, Tomo IX, Vol. I, pág. 193).
Esta es nuestra posición sobre cómo debemos avanzar en la liberación de la mujer. Repudiamos la violencia machista, el acoso cotidiano y cualquier acto de violencia a la mujer. Tenemos que emprender una lucha contra el régimen de explotación capitalista y patriarcal. En el momento que eliminemos las bases materiales que obligan a la mujer a estar en su casa y vivir como apéndice del hombre, en ese momento estaremos poniendo las bases materiales para la liberación femenina.
Únete y lucha con nosotros por la emancipación de la mujer y por el socialismo
La tarea de una organización revolucionaria es entender todos los procesos que se desarrollan de manera concreta para poder intervenir y transformarlos. Entendemos las condiciones en las que vivimos cientos de miles, millones de mujeres, no solo en México, sino el mundo. Y como decía Marx nuestra tarea no sólo es comprender o interpretar, sino transformar.
Las organizaciones de izquierda no escapan a reproducir ciertos vicios que se engendran en la sociedad, es ilógico pensar que al simplemente entrar en una organización se van a desaparecer las formas de pensamiento, la educación, todo lo que la familia y la sociedad te han enseñado desde que naces. La forma de desterrar alguna idea machista, algunos prejuicios de sus integrantes —a diferencia de los que piensan las feministas, de una revolución cultural individual— es elevar el nivel político de todas y todos los compañeros que integramos la organización. De esta forma apelamos a la necesidad de transformar el mundo y esto sólo se puede lograr integrando en la lucha, en plenas igualdades y libertades a mujeres, hombres o personas LGBT en nuestra organización.
Nos damos cuenta que no basta con criticar las debilidades teóricas del feminismo, hay que luchar por los derechos democráticos, hay que pugnar para que las mujeres se integren a la lucha sindical, a las organizaciones revolucionarias, como la nuestra; a defender, si es necesario, con las armas en la mano, la integridad de todas las compañeras que son desaparecidas, violadas, acosadas de forma cotidiana. El marxismo no sólo es teoría, es práctica y lucha. Solo de esta forma, podemos demostrar por la vía práctica, que no solo con buenos documentos y discursos se resuelve esta complicada situación. Los marxistas intervenimos en la lucha cotidiana contra la violencia, el acoso y la explotación capitalista
Queremos invitarte a que te integres con nosotros y que hombro a hombro luchemos por acabar con esta barbarie. Sobre la idea de entender la sociedad en movimiento constante, en contradicción constante, pensamos que este régimen de explotación y opresión no va a durar toda la vida, nuestra participación consiente en esta lucha es clave, debemos organizarnos, estudiar y salir a las calles a transformar nuestro entorno y así irnos transformando.
Esta es nuestra propuesta de programa relativo a la mujer, un programa abierto a ser discutido, ampliado o corregido a partir de la acción:
- Empleo para todos. A igual trabajo, igual salario.
- El fin de la austeridad (que afecta a la mujer de manera desproporcionada, recortando sus salarios y obligándola a realizar más trabajo doméstico, cuidando de los jóvenes y de los ancianos para llenar el vacío que deja la falta de servicios sociales.)
- El derecho al aborto.
- Sanidad universal gratuita para todos que incluya la planificación familiar gratuita, el aborto y centros contra la violencia doméstica.
- La baja parental con el 100% del salario.
- Grandes programas de viviendas sociales.
- Una red extensa de guarderías gratis y de alta calidad, que cubran las horas de trabajo.
- Cuidado a los ancianos gratuito y de alta calidad, tanto residencial como no residencial.
- La provisión de cantinas gratuitas y servicios de lavandería gratuitos.
- Comedores gratuitos, de calidad en los lugares de trabajo y escuelas.
- Oposición y combate contra cualquier violencia contra las mujeres
- Contra el acoso y ataques sexuales
- Contra la discriminación y explotación de la mujer indígena
Venezuela: ¿Cómo se combate al imperialismo? A propósito de los acuerdos PSUV-PPT y PSUV-PCV
Escrito por: Corriente Marxista Lucha de Clases – Venezuela
El pasado 26 de febrero, desde la sede del comité central del Partido Comunista de Venezuela en el Edificio Cantaclaro, se firmaría el acuerdo unitario PSUV-PCV a la vez que la tolda del gallo rojo proclamaría a Nicolás Maduro como su candidato a la presidencia de la república. Días antes, el 21 de febrero, pero esta vez desde el teatro municipal de Caracas, el PPT haría lo propio, completando así los partidos del Gran Polo Patriótico que apoyarían la candidatura del PSUV. De esta manera, se cierran las consultas de ambas toldas a su militancia, tanto la Asamblea del PPT como la XIV Conferencia de los comunistas.
Desde la Corriente Marxista – Lucha de Clases (LdC), hemos venido siguiendo y estudiando los documentos que han servido de base a los debates de ambas toldas, a la vez que a lo interno, convocamos a toda nuestra militancia a dar un amplio debate sobre la situación actual y la candidatura presidencial en todos los organismos de base (células), asambleas locales, sindicatos, universidades y espacios de intervención, tomando como punto de partida nuestro documento ¿Requiere el chavismo un candidato alternativo?
A través de estos debates, a los que se suma un estudio marxista de todo el gobierno del Presidente Maduro, pero sobre todo de los últimos 10 meses, llegamos a la conclusión de que la tendencia general del gobierno y de la dirección psuvista es a la conciliación y pacto con la burguesía nacional, con el fin de salvaguardar el modelo rentista y permanecer en el poder, aún a costa del sufrimiento y las penurias del pueblo, tendencia que además es irreversible producto de la debilidad de un régimen que cada vez se apoya más en medidas coercitivas para contener el descontento.
Por ello, en fecha 9 de febrero, enviamos una carta al PCV, PPT y al resto de organizaciones y movimientos sociales que conforman el poder popular denominada “Volver a Chávez y Renovar la Esperanza, por una Alternativa Revolucionaria”, explicando nuestra resolución a construir una alternativa revolucionaria con un programa socialista, documento en el que además exponemos las contradicciones del gobierno y que recomendamos a todos aquellos que deseen profundizar en los argumentos que nos llevaron a tomar esa decisión. Esta carta fue acompañada además de una reunión bilateral entre una representación del Buró Político del PCV y del Comité Ejecutivo (CE) de nuestra corriente en la que expusimos nuestra línea política e hicimos el llamado a construir una alternativa revolucionaria.
Una concepción Etapista
Una de las principales razones que ambas toldas dan para el apoyo a otra candidatura de Maduro es la de la defensa de la “integridad territorial” frente a la arremetida imperialista que “pone en riesgo la perspectiva de liberación nacional”. El mensaje lo repitió Maduro cuando dijo: “En este momento no se trata de izquierda o derecha. Es la gran Venezuela la que está en juego. La Revolución es con todos y todas y aquí no sobra nadie”. Este argumento, núcleo de ambos acuerdos, no resiste sin embargo el más mínimo análisis marxista.
Consideramos que el error de estos partidos radica en una concepción etapista de la revolución, por la cual primero habría de resolverse la “contradicción principal” imperialismo-nación, lo que se logra con la “unidad de las fuerzas patrióticas”, y luego avanzar en la construcción socialista.
Desde Lucha de Clases reconocemos la real amenaza que representa el Imperialismo Norteamericano y condenamos todas las acciones abiertas y encubiertas que vienen desempeñando para derrocar gobiernos en todo el mundo y en especial en Venezuela, sin embargo, como hemos venido señalando, la política del gobierno, lejos de presentar una respuesta al imperialismo, es dócil ante las agresiones. ¿Se puede considerar antiimperialista a un gobierno que cede soberanía con la aprobación de la Ley Constitucional de Protección a la Inversión Extranjera? ¿Por qué se permite que el encargado de negocios norteamericano, Todd Robinson, conspire abiertamente en Caracas con toda la oposición y no se le echa a patadas del país? ¿Es acaso antimperialista reconocer una deuda de $1.032 millones con la Gold Reserve? Deuda además rechaza por el comandante Chávez, quien los expulsó del país y a quienes el actual gobierno abre nuevamente las puertas en una abierta traición al legado del Comandante.
En el mismo sentido, el pago de la deuda externa, de la que el gobierno se enorgullece, en realidad significa la entrega la renta petrolera a los buitres especuladores tenedores de bonos, a costa de las importaciones de alimentos y medicamentos. Eso no es una política anti-imperialista consecuente sino intentos por congraciarse con los capitalistas.
En Venezuela, país de economía dependiente cuya burguesía no tiene la capacidad de llevar por sí misma un proceso de emancipación y por lo tanto es dócil al imperialismo, todo proceso de liberación nacional debe ser conducido por el proletariado. El Che Guevara lo explicó en los años 60 con estas palabras: “En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas” y en otro discurso añadía: “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución”. No hay por lo tanto sector de la derecha que se anti-imperialista. La defensa de la patria contra el imperialismo, si significa algo, no es que no sea “ni de izquierda ni de derecha”, sino que sólo se puede llevar a cabo mediante un programa anti-capitalista.
Solamente expropiando las palancas decisivas de la economía y planificándola a través del control democrático y transparente de los trabajadores se puede hacer frente a las agresiones, sabotajes y bloqueos imperialistas. En esto radica la teoría de la Revolución Permanente de Trostky.
Un gobierno realmente antiimperialista, ante una agresión como la actual, debe inmediatamente armar a los trabajadores y tomar medidas contra los especuladores y bachaqueros de que disminuyen la capacidad del pueblo de enfrentar una lucha de resistencia, por el contrario, el gobierno insiste en su política de despidos y judicialización de los trabajadores combativos, desmoralizando así a quienes son el verdadero sostén de cualquier proceso revolucionario.
El presidente, al llamar a la conformación de un frente amplio, en el que se encuentran por igual el patrón y el obrero, lo que haces es caer en esta errada concepción de etapas propias del menchevismo, relegando la lucha de clases y subordinando a los trabajadores a la burguesía “patriota” para defender la integridad nacional.
En realidad, la única manera efectiva de combatir al imperialismo es tomando medidas de expropiación contra la oligarquía, que es su agente dentro del país, como explicamos en nuestra declaración: Escalada de la agresión imperialista contra Venezuela – responder con medidas revolucionarias. No se pueden separar las tareas de la lucha contra el imperialismo de las tareas de la lucha contra la oligarquía (los capitalistas, banqueros y terratenientes).
¿Debilidad del pueblo o crisis de la dirección?
Otra de las justificaciones es que los acuerdos forman parte de una estrategia de acumulación de fuerzas. Lo que a su vez parte de una concepción según la cual el movimiento popular es débil, no está lo suficientemente maduro, está desarticulado o está alineado con el PSUV, lo que dificulta lanzar una candidatura alternativa.
Lo que realmente encubre este argumento es la profunda crisis de dirección, la ausencia de un partido revolucionario que logre presentarse como una verdadera alternativa. Es precisamente la fortaleza del pueblo la que garantizó la victoria de los Comuneros del Maizal y la de los Comunistas en los municipios Simón Planas de Lara y Libertador de Monagas, y es precisamente su dirección la que los ha llamado a la calma, es la fortaleza del pueblo la que no ha permitido que el proceso se pierda, la que rescató a Chávez en 2002, la que venció el paro petrolero y la que salió a votar contra la violencia de la ultraderecha (guarimbas) y por la profundización socialista de la revolución bolivariana que nunca llegó.
Como marxistas, debemos señalar que, en momentos de auge, las masas son capaces hasta de empujar a sus direcciones reformistas y burocráticas como se hizo durante el periodo de Chávez en el que se ocuparon empresas, sin embargo, en momentos de reflujo, en los que las masas no ven satisfechas sus necesidades y además se las golpea, éstas buscan una dirección de la cual asirse en su lucha defensiva.
Consideramos que si lo que se busca de verdad es acumular fuerzas, en vez de suscribir un pacto que el PSUV está incapacitado de cumplir (pue si quisiera ya habrían al menos liberado a Elio Palacios), lo que se debió hacer es deslindarse, confrontar las tendencias oportunistas, reformistas y entreguistas y disputar la Hegemonía del movimiento al PSUV, planteando al pueblo una alternativa revolucionaria, con un programa socialista para salir de la crisis. Por el contrario, se llegan a acuerdos que son en realidad cartas de buenas intenciones, pues no contemplan una sola medida revolucionaria como sería la nacionalización del comercio exterior, o de la banca, y en el caso por ejemplo de revertir la bonificación del salario o de aprobar una ley de consejos socialistas de trabajadores, no se dan términos ni plazos.
En su discurso, Oscar Figuera, secretario general del PCV, señalaba que “no toda la estrategia podía ponerse al alcance del enemigo”, lo que hace suponer que las negociaciones incluyeron medidas que no están presentes en el acuerdo. El problema aquí no es tanto el enemigo sino los militantes revolucionarios que se preguntan si las buenas palabras que se contienen en el acuerdo (a pesar de su carácter limitado) se van a poner en práctica o no. Lo que los militantes revolucionarios que hemos observado la política y las acciones de la dirigencia del PSUV en el último período queremos saber es ¿se van a reconocer a los camaradas que ganaron las elecciones en Simón Planas, Lara y en el Municipio Libertador en Monagas? ¿Se van a liberar a los sindicalistas presos y retirar los cargos a los acusados? Esas cosas no pueden ser negociadas “aparte” sino acordadas abiertamente y explicadas a la militancia obrera y revolucionaria. De lo contrario, la dirección del PCV nos está pidiendo que confiemos en las buenas palabras de la dirigencia del PSUV que como sabemos, no pasa de la mera retórica izquierdista. Como se suele decir “obras son amores, que no buenas razones”.
El acuerdo, que se presenta como un avance, como un paso al frente, es en realidad un retroceso en la línea, seguida con acierto, de construcción de una alternativa revolucionaria. Es más, a pocos días de firmado, el acuerdo y las buenas palabras que contiene, ya se están violando. El acuerdo por ejemplo habla de “fortalecer el salario y restituirlo como componente principal y mayoritario del ingreso de las y los trabajadores” y los camaradas del PCV han insistido, correctamente, en oponerse al hecho que los cestatickets cada vez representan un porcentaje mayor del ingreso, mientras se devalúa el salario en sí. En el último aumento anunciado por el presidente Maduro, sin embargo, se viola ese acuerdo, pues el salario aumentó un 58% mientras que los tickets de alimentación aumentan un 67%. El salario disminuye del 31% al 30% del total.
El acuerdo habla de “fortalecer y resguardar los derechos laborales” y promete “identificar y canalizar la restitución de los derechos infringidos a trabajadores y trabajadoras en casos ya planteados o que pudieran presentarse en entidades de trabajo públicas y privadas.” En realidad, lo que vemos es lo contrario. Los dirigentes sindicales de Lácteos Los Andes que fueron detenidos por protestar siguen teniendo cargos en su contra. El dirigente eléctrico Elio Palacios, detenido por el SEBIN por denunciar la grave situación del sector y la responsabilidad de la gerencia, sigue detenido. A estos casos se añade ahora la sentencia de la Inspectoría de Trabajo de Miranda del 1 de marzo, autorizando el despido de Denny Brazón, secretario de organización del Sindicato Bolivariano de Trabajadores de CONATEL (SINBTRACON), en un caso claro de represalias por su actividad sindical. La gravedad del caso es que además el camarada tiene fuero sindical.
Esta es la política real de la dirigencia del PSUV y del gobierno, más allá de palabras en un trozo de papel. Si el PCV quiere defender a la clase trabajadora y luchar contra el imperialismo, más pronto que tarde esa defensa va a entrar en contradicción con la política de la dirección psuvista.
En nuestra opinión lo más importante ahora mismo es clarificar con qué programa podemos realmente combatir al imperialismo y organizar sobre esa base una alternativa revolucionaria. Hacemos un llamado a los camaradas del PCV y de la JCV a reflexionar sobre esta cuestión.
Por nuestra parte, con nuestras fuerzas limitadas, seguiremos agitando sobre la necesidad de construir una alternativa revolucionaria que se base firmemente en un programa anti-capitalista, el único que puede combatir al imperialismo de manera eficaz.
Para ello, hemos puesto a disposición del chavismo revolucionario y socialista nuestra organización, para que a través de las ideas del marxismo, podamos ir a paso seguro formando una dirección que no sea freno de las luchas sino que las acompañe y desarrolle hasta sus últimas consecuencias: la destrucción del Estado Burgués.
¡Para combatir al imperialismo es necesario un programa revolucionario anticapitalista!
¡Únete a la Corriente Marxista, instrumento de Lucha de la Clase Trabajadora!
Elecciones 2018 en El Salvador: balance de una derrota anunciada del FMLN
Escrito por: Bloque Popular Juvenil – El Salvador
Las elecciones municipales y legislativas han sido un punto de inflexión en la lucha de clases, la derrota histórica que ha recibido el FMLN no tiene comparación alguna con ninguna de las elecciones legislativas y municipales pasadas, incluso los resultados son más crudos que los del año 2012 cuando se recibió un voto de castigo. Aunque esta derrota era algo que ya se veía venir, debemos preguntarnos ¿qué muestran realmente estas elecciones? ¿Cuál es la interpretación de este acontecimiento? ¿Quiénes son los culpables de la derrota electoral del FMLN? ¿Qué debemos cambiar para seguir avanzando?
Según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Arena tendría una arrolladora victoria en diputaciones con un margen de 765,542 votos enteros contra 440,406 del FMLN, lo cual le agencia a Arena la absoluta mayoría en el Parlamento, con la posibilidad de poder ganar alrededor de 39 a 40 diputados; mientras que el FMLN pasaría de tener 31 diputados a tener solamente entre 24-25 diputados —un enorme retroceso en las conquistas de diputaciones—. Además de perder importantes alcaldías en los bastiones más importantes del país como Soyapango, Ciudad Delgado y la joya de la corona: San Salvador.
Estas elecciones han estado marcadas no solo por la baja asistencia que no supera el 50 %, sino también por una buena cantidad de abstenciones en las papeletas (44,380) y votos nulos (165,509), lo cual evidencia el rechazo y descontento de los electores contra los partidos políticos tradicionales y sus candidatos en general. Aunque aparentemente parezca solo un juego de palabras, la realidad es que no fue ARENA quien ganó, sino el FMLN quien perdió. Las elecciones no han sido una sorpresa para nosotros los marxistas, han sido solo la comprobación de nuestras perspectivas trazadas meses antes de las elecciones. La derrota se debe principalmente al desgaste que ha venido sufriendo el FMLN a través de la bancarrota de su política reformista trazada desde la dirección.
Como ya hemos analizado en anteriores ocasiones, hay un malestar de descontento que se ha venido acumulando en contra de la política aplicada por el FMLN desde el Gobierno y la Asamblea Legislativa, la cual no ha avanzado sustancialmente en la emancipación socialista de la sociedad, sino que se ha empeñado únicamente en administrar la crisis del capitalismo en decadencia. Hemos sido testigos, desde la llegada de Mauricio Funes al gobierno central, de cómo el FMLN no ha dejado de transformar su programa cada vez más hacia la derecha, pasando de reivindicaciones correctas y sentidas por el pueblo a decisiones incorrectas que recrudecían los niveles de vida de la clase obrera, entre ellas el endeudamiento externo, la reducción y eliminación de los subsidios, el mantenimiento de las medidas neoliberales, y su actitud pasiva contra nuestros enemigos de clase. Bastaron dos gobiernos del FMLN para que el reformismo implementado les pasará factura: Se dejo de criticar y votar en contra de la deuda externa y se paso a luchar desde el Parlamento para que se aprobará más deuda; dejaron de oponerse a la privatización de las pensiones a votar a favor de una ‘reforma’ que mantuvo intactas las ganancias de las AFP; se abandonó la lucha ardua y cansada en las calles junto al pueblo y adoptaron la lucha cómoda desde los sillones de la Asamblea; se dejo de lado el ataque y desenmascaramiento de la derecha rancia del país a buscar diálogos y consensos con ellos, e incluso a hacer alianzas políticas con ellos, como por ejemplo con GANA; en otras palabras se diluyó todo el programa revolucionario y se dejaron de buscar los cambios estructurales que nos enrumbarian hacia el socialismo.
La dirigencia ha demostrado que es incapaz de comprender que la situación complicada que atraviesa el sistema capitalista no amerita políticas tímidas, sino la aplicación de medidas auténticamente revolucionarias y socialistas. La inversión a programas sociales de la última década, aunque mucho más amplia de la que se hacía en los gobiernos de ARENA, no han podido fortalecer las simpatías hacia el FMLN, la causa de esto no es, como dicen algunos dirigentes, que los trabajadores sean mal agradecidos sino más bien la expresión de que esto es insuficiente y que la única forma en que se pueda seguir gobernando desde la izquierda es aplicando políticas profundas que inicien un proceso revolucionario en contra del capital y su sistema inhumano.
El reformismo ha sobrepasado los limites, el FMLN desde el Gobierno y la Asamblea no puede seguir administrando la crisis del capitalismo; es esta la realidad concreta es lo que está pasando una y otra vez en todos los países de Europa y en América Latina, y ahora lo estamos comprobando en El Salvador. Como lo dice Alan Woods:
“En todas partes es la misma historia. Bajo la presión de los bancos y las grandes empresas, los reformistas se han arrodillado ante el mercado y acatado las órdenes de sus amos. Los dirigentes reformistas han claudicado en defensa del capitalismo. Como resultado, los partidos de izquierda que han aceptado la responsabilidad de llevar a cabo los recortes han sido castigados por el electorado. Hacen el trabajo sucio de la burguesía y, ésta, los descarta como trapos sucios después de haberlos utilizado y desacreditado. Ése es precisamente el papel de la socialdemocracia: desmoralizar a las masas y preparar el camino para un giro a la derecha. Lo hemos visto en España e Italia y, ahora, vemos lo mismo en Francia”.
Voto nulo y el “giro a la derecha”
En absoluto podemos afirmar que Nayib Bukele (NB) fue el causante de esta debacle, como hemos analizado anteriormente, ha sido toda la acumulación de errores de la izquierda lo que ha hecho fracasar al FMLN en estas recientes elecciones. Lo que sí ha hecho NB es profundizar y darle fuerza a ese malestar y descontento de las bases y de muchos trabajadores que en el pasado han sido votantes duros del FMLN. La dirección del FMLN burdamente ha intentado darle un realce a esta farsa, augurando que NB y los votos nulos son los únicos culpables de la derrota, el objetivo fundamental de esto es ocultar sus errores y miopía política. Esto es la expresión más lucida de que esta dirección conduce a las bases al abismo, no sin antes transitar por el camino de la decepción y la apatía.
Ante estos resultados no faltan quienes dicen que las masas giraron a la derecha, en realidad esto es absolutamente falso. Lo que ha pasado en realidad es que se ha disminuido el voto hacia la izquierda pero este no se expresa en votos para la derecha, ¿cómo es posible entonces que las masas estén girando a la derecha? De hecho ARENA también ha perdido votos en comparación de lecciones pasadas y en la capital ha ganado con una reducción drástica de sus votos, por ejemplo la alcaldía de San Salvador se ganó con 10 mil votos menos que cuando la perdió con Edwin Zamora en 2015, pero veamos los datos exactos para ser mas gráficos en esto. Según datos del TSE los votos por Arena en 2012 fueron 106, 955; en 2015 obtuvieron 86,396; y en 2018 ha sido de 62,099. Los resultados para diputaciones expresan lo mismo: los votos por Arena en 2015 fueron 885,373 y por el FMLN 847,289; mientras que en el 2018 Arena ha obtenido 765,822 y el FMLN 440, 584, lo que se muestra es una caída estrepitosa de la izquierda que no se refleja directamente en votos para la derecha. El mismo expresidente de ARENA, Mena Lagos, ha manifestado en una entrevista televisiva después de las elecciones lo siguiente: “Ojalá que Alianza Republicana Nacionalista no mal interprete los resultados. Esta es una derrota para el FMLN y no una victoria de ARENA. ARENA no ha crecido, simplemente al FMLN le dio la espalda su gente”. Las masas están decepcionadas por la dirección reformista del frente que no están siendo una alternativa para solucionar sus problemas más sentidos y ante eso están expresándose de una u otra manera.
Parte de la Comisión Política del FMLN y algunos candidatos a diputados, en la lectura del comunicado oficial sobre los resultados electorales.
Muchos afirman que en realidad el voto nulo no cambiaría nada o que no sería tomado en cuenta porque al final los partidos políticos se repartirían los votos existentes y que además reforzaría a las cúpulas de los partidos, y en parte es cierto, pero esto no significa que no haya tenido impacto o que no se haya cambiado nada. En el lado de la izquierda y de los trabajadores las consecuencias han sido desastrosas, en el próximo periodo nos enfrentaremos a una Asamblea reaccionaria. El voto nulo y la abstención ha sido el canal de expresión de una parte de las masas para manifestar su crítica a la dirección del partido y refleja el cambio de conciencia de estos. Por el contrario de lo que se cree, esto no es motivo de desilusión para nosotros, sino más bien hay que comprender que es la entrada a la escena de muchas personas, jóvenes en su mayoría, a la vida política. Esto se da de forma distorsionada, sí, pero esto se debe solamente a la crisis de las direcciones del movimiento que son incapaces de brindarles una alternativa coherente y revolucionaria.
¿Qué debemos cambiar para seguir avanzando?
Con la nueva Asamblea Legislativa la intensificación de los ataques hacia la clase obrera estará a la orden del día en los próximos meses. El gran culpable de este crimen no ha sido el pueblo trabajador que se manifestó anulando su voto o absteniéndose a participar: ¡La culpa es principalmente de la dirección del FMLN que por su política oportunista cayó en el descrédito y la banca rota!
El malestar es casi generalizado y las críticas hacia la dirección no han cesado en las redes sociales y en los mismos espacios del partido. La respuesta de la dirección ha sido tímida y escueta. Ante esto creemos necesario que los militantes del FMLN podamos analizar a profundidad los resultados electorales, desarrollando asambleas ampliadas en todos los municipios a nivel nacional, ¡se deben abrir todos los espacios de debates posibles! La dirección debe entregar cuentas y exigimos que se nos habiliten los espacios para el debate de las ideas, la crítica y la auto crítica.
Como BPJ nunca hemos negado que luchamos en contra de la burguesía como principal enemigo de la clase obrera, pero también no hemos negado que dentro del movimiento mismo existen traidores y oportunistas, que venden por un par de lentejas los intereses del pueblo. El FMLN está conformado por dos bandos concretos: los que en verdad somos revolucionarios y somos fieles a la revolución, y los traidores oportunistas cuya cabeza ahora ostenta el poder del partido en la Comisión Política, durante años hemos mantenido una lucha implacable contra su política oportunista y desleal a la revolución. Sin embargo, como todo en la vida, hay límites que no deben sobrepasarse y la tendencia de retroceso que marca esta Comisión Política ha llegado a su límite. Hemos llegado a la conclusión de que lo mejor para el partido, para evitar su muerte y desaparición, es que los dirigentes de la Comisión Política depongan sus cargos en una Asamblea General extraordinaria que también inicie el debate hacia un nuevo programa y hacia una nueva dirección con rumbo irreconciliable hacia el socialismo. Una vez depongan sus cargos, para evitar los errores cometidos, la nueva Comisión política deberá democratizar todas las instancias del partido, aperturando el debate interno, retomando la formación política de las bases para enarbolar las convicciones revolucionarias y socialistas. Y para evitar la degeneración burocrática deberá adoptar como principio y norma, lo que ya Lenin recomendaba: ¡Elecciones libres con revocabilidad de todos los funcionarios! ¡Ningún funcionario puede recibir un salario más alto que un obrero cualificado! Adoptando estos principios mitigaremos el oportunismo de muchos.
A estas alturas no nos estamos jugando las elecciones presidenciales sino la vida política del partido histórico de los trabajadores. Necesitamos volver a los métodos tradicionales y sanos de la clase obrera, la lucha de calle, la democracia interna y claramente hacia un programa revolucionario y anticapitalista, el mensaje de estas elecciones puede resumirse en una frase: o damos golpe de timón y rectificamos el rumbo o caemos en picada bruscamente en el próximo periodo.
¡Destitución de los oportunistas de la Comisión Política!
¡Avanzar en la construcción y defensa del programa revolucionario!
¡Revolución o muerte, venceremos!