Escrito por David García Colín Carrillo
Encuentro con la vieja guardia
“¿Los obreros leen a Marx? –exclamó Lafargue. – Lo leen -respondió Lenin- ¿Y lo comprenden? –Lo comprenden. –Pues se equivoca usted. ¡No comprenden nada! En nuestro país, en Francia, después de veinte años de propaganda socialista nadie comprende a Marx”.
Lenin llega a Ginebra, Suiza el 8 de mayo de 1895 y permanece allí dos semanas. Es su primer viaje al extranjero. Se desespera al no poder entender el alemán –a pesar de que puede leerlo-. Se entrevista con Plejanov quien al leer el artículo sobre economía que Lenin había publicado en la revista de Struve, afirma: “Usted vuelve la espalda a los liberales, y nosotros les tendemos la mano”.1 Poco después visita a Axelrod quien es de la misma opinión que Plejanov: “Pensamos –dijo Axelrod- que en la actual coyuntura histórica los intereses inmediatos de los trabajadores rusos son idénticos a los de otras fuerzas sociales progresistas. En Rusia, obreros y liberales se enfrentan con la misma necesidad: derrocar el absolutismo”.2 Por el momento esta argumentación convenció a Lenin –quien se consideraba un discípulo de ambos personajes-. Frente a ellos, en esta primera época, suele escuchar y aprender. Axelrod describió a Lenin como “un hombre joven, modesto, trabajador, serio, sin ninguna vanidad”.3
En realidad era claro que las tareas inmediatas de la revolución en Rusia tenían un carácter democrático burgués y las pequeñas fuerzas del marxismo aún no ponían sobre la palestra la cuestión de quién debería dirigir esa revolución que, todos estaban de acuerdo, debía derrocar al absolutismo para implantar las libertades democráticas pendientes. Será la revolución de 1905 la que obligará a las fuerzas revolucionarias a responder esa pregunta. Por el momento bastaban las perspectivas abstractas de Plejanov y Axelrod pues la tarea inmediata es construir una organización que sobrepase el círculo de propaganda. Axelrod y Lenin discuten durante días la manera de unificar a los pequeños círculos socialdemócratas en Rusia, empezando por los de San Petersburgo, para orientarlos hacia la construcción de un Partido Político. Esta nueva organización, a propuesta de Axelrod se llamaría “Liga para la Emancipación del Trabajo”. Lenin se compromete a la tarea de impulsar la unificación, crear una red de corresponsales que trabajen en acuerdo con el grupo en Suiza; también se propone publicar una revista y un periódico titulado “El Trabajador” (Robótnik). Estos planes, aún embrionarios, serán desarrollados y sistematizados por Lenin más adelante en su “Qué hacer”.
Lenin no pudo causar mejor impresión. Su actitud era la de un agente de negocios que tomaba con toda seriedad la tarea de desarrollar la organización. Sobre todo fue Axelrod [en la imagen] el que quedó impresionado pues era éste el que jugaba el papel de organizador en el grupo de Plejanov y tuvo la sensibilidad suficiente para ver en Lenin a alguien que sintetizaba una asombrosa capacidad teórica con un excepcional sentido práctico. Se dice que Axelrod afirmó: “Ahora tenemos al hombre; es Ulianov, futuro jefe del movimiento obrero”.4 Aunque ésta sea quizá una afirmación exagerada por la mirada retrospectiva es cierto que los planes para el recién llegado causaron una gran felicidad en el grupo encabezado por Plejanov pues significaban el fin de una década de aislamiento y la promesa de desarrollar un verdadero Partido de la clase obrera.
Es verdad que, en los próximos años, la transformación de un pequeño grupo de propaganda a un grupo de agitación, que realmente interviene en la lucha de clases viva, será una dura prueba que el círculo de Plejanov –junto con éste mismo- no logrará superar y todos ellos –Plejanov, Axelrod, Zasulich- se convertirán en adversarios de su antiguo pupilo. No obstante, el encuentro con el joven Lenin fue todo un acontecimiento para el grupo: “Aún después de haber llegado a detestar a Lenin –señala Baron-, describiría este primer contacto con él como uno de los momentos más felices y luminosos de la vida del grupo Emancipación del Trabajo”.5 Lenin abandona Suiza con un montón de literatura subversiva oculta, a la manera usual de la clandestinidad, en una maleta de doble fondo. Pero antes de regresar a Rusia le espera un periplo cuasiturístico de cuatro meses en Europa que se sostendrá por los recurrentes envíos monetarios de la madre de Lenin.
A principios de junio va a París donde se entrevista con el yerno de Marx y fundador del Partido Obrero Francés, Paul Lafargue [en la imagen]. Éste se muestra incrédulo sobre lo que Lenin afirma, la supuesta penetración de las ideas de Marx entre una capa de activistas rusos:
“Cómo, ¿Los obreros leen a Marx? –exclamó Lafargue. – Lo leen -respondió Lenin- ¿Y lo comprenden? –Lo comprenden. –Pues se equivoca usted. ¡No comprenden nada! En nuestro país, en Francia, después de veinte años de propaganda socialista nadie comprende a Marx”.6 ¡Difícilmente podía imaginar Lafargue –con su dejo de amable superioridad- que ese joven habría de demostrar, con la revolución más radical de la historia, lo bien que la vanguardia de los marxistas rusos habían comprendido a Marx! Lenin pasa un mes en París entrevistando socialistas franceses y caminando por los callejones; visita la ópera, teatros y museos pero prefiere pasearse por las fiestas populares. Se inscribe en la biblioteca real y redacta un sistemático resumen de La Sagrada Familia. Será una práctica constante. Durante toda su vida hará resúmenes de todos los libros de los que estima aprenderá algo: los exprime como un limón.
Oleada huelgística
Cuando en septiembre de 1895 Lenin regresa a San Petersburgo la policía le sigue los talones. De hecho la maleta de doble fondo es detectada por la policía pero ésta finge no haber visto nada pues la intención es detectar a dónde se dirige toda esa propaganda. Lenin sabe que la policía le sigue los pasos y se divierte. Un día detecta que una persona lo sigue con evidente falsa naturalidad, cuando se mete rápidamente a un portal el policía deja de fingir y lo persigue. “Me senté en la silla del portero –relató Lenin en una carta- donde nadie me podía ver desde la calle, pero desde donde yo podía verla a través de la ventana, y no pude contener la risa al observar el desconcierto del espía. Alguien que bajaba por las escaleras en aquél momento se quedó atónito al ver a un desconocido –yo- sentado en la silla del portero, riendo estrepitosamente a solas”.7
En San Petersburgo la clientela del abogado Lenin es muy magra y sus ingresos más que modestos, vive en un cuarto pequeño que está separado de los vecinos por un muro de tabiques muy delgados. Lenin escribe a su madre que “más de una vez he tenido que salir huyendo de la balalaika con la que mi vecino regala sus oídos a expensas del mío”.8
En abril estalla una importante huelga que arrastra a 4 mil obreros de la fábrica “Gran Manufactura Yaroslavl”. Poco después estalla, en noviembre, una huelga en la fábrica textil Tornton para la que Lenin escribe inspirados volantes producto de atentas entrevistas con los trabajadores –mismas que hemos señalado antes-. “Mientras en 1895 hicieron huelga en toda Rusia unos cuarenta o cincuenta mil obreros, en 1896 San Petersburgo fue escenario de una huelga en que participaron, sólo en ella, treinta y cinco mil obreros textiles”.9 En este contexto cobró importancia la diferenciación clásica hecha por Plejanov entre propaganda y agitación: “Un propagandista da muchas ideas a pocas personas [los folletos y libros marxistas representan gran cantidad de ideas que leen algunos activistas e intelectuales], mientras que un agitador proporciona pocas ideas a muchas personas [la agitación se orienta a grandes capas de las masas movilizadas a las que se les proporciona consignas que sintetizan sus reivindicaciones más sentidas]”.10 La oleada huelguística fue la oportunidad para una labor de agitación de los círculos marxistas rusos que no tenía precedentes. Los círculos tomaban las demandas de los trabajadores y las regresaban en forma de decenas de panfletos –para una sola huelga se llegaron a publicar más de treinta distintos- que no sólo reproducían lo que los obreros ya sabían, sino que intentaban elevar la consciencia de clase de los trabajadores.
La efervescencia huelguística y el trabajo político previo entre los círculos de los trabajadores fue el escenario ideal para impulsar la unificación de esas células marxistas en una sola organización: “Hacia 1895 el grupo de Lenin había construido una organización bastante sólida. Había un comité de 10 a 16 miembros, que organizaba el trabajo de círculos educativos de entre 20 y 30 obreros, con unos 100-150 contactos. El grupo estaba conectado a los círculos obreros mediante responsable de área. A finales de año estaba activo en prácticamente todos los distritos obreros”.11
Así, a mediados de octubre de 1895, el grupo de Lenin se fusiona con el grupo de Vilma quien posé una imprenta. 17 personas conforman la “Unión de Lucha por la Liberación de la Clase Obrera”. Entre los presentes se encuentran siete estudiantes, cinco ingenieros, un médico, una comadrona, Krupskaia, el obrero Babushkin –quien había participado en la huelga motivo del primer volante de Lenin-.12 Son elegidos cinco personas para el Comité Central, entre ellos Lenin y Martov -como parte del grupo de Vilma-. Los militantes se repartirían en tres grupos de acción –asignados por las zonas estratégicas de influencia del grupo-, más una sección editorial dirigida por Lenin, encargada de sacar toda clase de material de agitación y propaganda.
Martov [en la imagen], cuyo verdadero nombre es Yuli Zederbaum, es un joven de 22 años que ya tiene a cuestas dos temporadas en prisión. Para disimular su tierna edad se deja crecer una desalineada barba. Igual que Lenin es expulsado de la universidad por tomar parte de protestas antigubernamentales. Luego forma y anima círculos marxistas en Vilma. A pesar de la diferencia de caracteres –Martov es un bohemio que gusta de discutir y discutir por horas, cosa que Lenin detesta (Lenin sólo debate con un fin político claro)- será un muy cercano colaborador de Lenin hasta su lamentable ruptura de 1903 que convertirá a Martov en un destacado dirigente menchevique. Martov fue un “escritor talentoso, un político ingenioso, una mentalidad penetrante y un graduado en la escuela del marxismo”. A pesar de que sus primeras reacciones políticas eran siempre revolucionarias –dice Trotsky- Martov tuvo una debilidad que le resultará fatal: “Desprovisto del resorte de la voluntad, el pensamiento de Martov dirige coherentemente toda la fuerza de su análisis a justificar teóricamente la línea de menor resistencia”.13
El grupo recién creado no sólo interviene con panfletos, retomando los acuerdos establecidos con el grupo de Plejanov, se prepara la publicación del periódico del grupo que cambia el nombre originalmente proyectado a “La Causa Obrera” (Raboche Dielo). El número está ya listo a inicios de diciembre cuando la pinza policiaca se cierra y el periódico no ve la luz. Lenin es aprendido el 8 de diciembre y las pruebas del periódico son confiscadas, un mes después detienen a Martov. Aproximadamente un centenar de personas son aprendidas, incluídos muchos de los cuadros más importantes del grupo.
Sin embargo, la oleada huelguística no terminó con la aprensión de Lenin y las imprentas clandestinas siguieron su frenético trabajo. Lenin es confinado por más de 4 meses en la prisión de San Petersburgo –antes de ser desterrado a Siberia- pero se las arregla para orientar a sus camaradas desde la cárcel. Como el régimen carcelario le permite un acceso más o menos sin restricciones a libros, Lenin se comunica con sus camaradas por un método que había aprendido de los deportados narodnikis: puntea las letras adecuadas de los libros que le prestan del exterior. Incluso se vale de un juego de la infancia para crear correspondencia clandestina: hace tinteros de leche con el pan de la prisión, hace textos que no son visibles hasta que sus camaradas del exterior calientan el papel con una flama. De ser necesario no había más que comerse los tinteros para ocultar la evidencia: “Hoy me he comido seis tinteros”,14 decía en una carta. Este ardid servía incluso para comunicarse dentro de la cárcel pero en lugar de la flama de una vela se usaba el té caliente para sumergir las tiras de papel con los mensajes. Con este método –que parece de un “MacGyver” comunista- escribe panfletos que circulan masivamente en las huelgas.
Como dirigente político excepcional, las cartas de Lenin no sólo se ocupan de la agitación, también muestran preocupación por los camaradas presos, su situación y estado de ánimo. Esta será una característica del Lenin político, los lazos de camaradería están impregnados de una genuina preocupación por la persona. Lenin intenta animar, dar aliento –todo esto echa por tierra la leyenda negra de un Lenin psicópata para el cual sus camaradas no son más que fichas en un tablero- : “En las cartas que nos manada – dice Krupskaia- había siempre una serie de encargos relativos a los detenidos: al compañero tal que no le visita nadie, hay que buscarle una “novia”, a otro hay que decirle durante la visita de sus parientes que busque una carta en el libro tal de la biblioteca de la cárcel, a otro hay que procurarle botellas calientes”.15
Lenin no pierde el tiempo ni se deja deprimir por el cautiverio. Aprovechando la biblioteca de la prisión comenzará a escribir su famosa obra: “El Desarrollo del Capitalismo en Rusia”. Se impone a sí mismo una rigurosa rutina de ejercicios: todas las noches hace unas cincuenta repeticiones tocando el suelo con las manos sin doblar las rodillas. Incluso se da el lujo de idear “citas” con Krupskaia: a una hora establecida, cuando los presos eran sacados por un pasillo, se podía observar la calle desde una ventana. Lenin escribe a Krupskaia que se vean en una de esas oportunidades: “[…] me anduve varios días por allí durante largos ratos, pero sin resultado alguno –recuerda Krupskaia-. No me acuerdo por qué motivo el plan no se pudo realizar”.16
Finalmente, por decisión administrativa Lenin es condenado a tres años de destierro a Krasnoyarsk, pero terminará su condena en Shushenskoye, aldea de Siberia Oriental.
Continuará…
1 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 210.
2 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 52.
3 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 42.
4 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 52.
5 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 212.
6 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 44.
7 Citado en: Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 55.
8 Citado en: Ibid. p. 54.
9 Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 214.
10 Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 65.
11 Ibid. p. 72.
12 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 43.
13 Trotsky, “Martov”, en: Perfiles de revolucionarios, México, Ediciones El Caballito, 1978, p. 101.
14 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p.23.
15 Ibid. p. 22.
16 Ibidem.