El capitalismo ya no tiene nada nuevo que ofrecer, es un sistema decadente y moribundo que no representa ya ninguna alternativa ni progreso para la humanidad. Si uno voltea a ver a su alrededor, en todo el mundo observamos explotación, pobreza, violencia, desempleo, condiciones laborales precarias, enajenación y una enorme crisis ambiental. Ésta última es provocada por la insaciable hambre de producir de manera anárquica, característica propia del capitalismo que se encuentra en contradicción con el desarrollo del medio ambiente. Como lo afirmaba Marx, la producción capitalista solo desarrolla el sistema de producción social, agotando a la vez las dos fuentes de toda riqueza: la naturaleza y el trabajador.
México no es la excepción, nuestro país sufre desempleo, pobreza, desigualdad, injusticia, violencia, inseguridad y dependencia a las potencias imperialistas extranjeras. Todos estos problemas encuentran su origen en el sistema de producción actual capitalista. Y para nosotros los jóvenes el futuro no es nada prometedor. Las crisis económicas cada vez más frecuentes no nos permitirán la capacidad de tener una estabilidad económica ni un salario digno, la especulación inmobiliaria hace cada vez más difícil poder tener una vivienda propia, digna y de calidad, los efectos nocivos del calentamiento global, la crisis climática y la contaminación generan daños a nuestra salud, como la aparición de microplásticos en la sangre. Y todo esto porque el sistema de producción capitalista prioriza las ganancias y los intereses de unos cuantos por encima del bienestar de todos los demás. Y no es que el capitalismo no funcione o necesite de “cambios o reformas”, al contario, el capitalismo funciona tal como fue pensado. Como el mismo Adam Smith afirmaba, “allí donde existen grandes patrimonios, hay también una gran desigualdad, por un individuo rico ha de haber quinientos pobres, y la opulencia de pocos supone la indigencia de muchos”. Cita que describe perfectamente el sistema de producción capitalista.
La izquierda oficialista ha demostrado ser incapaz de resolver en lo mínimo la cuestión, pues han abandonado por completo toda lucha por un cambio de raíz. En un periodo anterior al menos se decía que por medio de reformas paulatinas se terminaría de forma progresiva con el capitalismo. Hoy, ninguno de los partidos “de izquierda” hablan en absoluto sobre el capitalismo. Todos han caído en el discurso del combate al “neoliberalismo” como la versión negativa del capitalismo; planteando que el camino son reformas que lleven a un capitalismo “humano”, “verde”, “progresista”, “incluyente”, “diverso”, etc. Todo esto no son más que tonterías. Esta izquierda reformista ha claudicado ante el sistema y ha traicionado la lucha del porvenir.
La poca o nula efectividad de la izquierda reformista se refleja con claridad con hechos como el triunfo de Milei en Argentina o el muy cercano triunfo de la extrema derecha en Francia. No es que la derecha tenga un ascenso genuino, sino que la izquierda reformista ha traicionado a tal grado que la población ya no ve interés en participar en la democracia burguesa, dando lugar a triunfos de la derecha que buscaran golpear brutalmente a los trabajadores para poder mantener el sistema.
Este escenario se ve distante aún en México. El reciente triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones ha dejado ver lo débil y moribundos que se encuentran los partidos de la derecha. Y por el otro lado, el partido de la “izquierda” reformista oficial, Morena, se consolida y mantiene como el partido mayoritario dominante, que junto con sus partidos satélites logrará la mayoría calificada en el Congreso. En cierto sentido podemos decir que en México vamos “atrasados” con el desarrollo político, pues este es el primer gobierno reformista, aún no queda evidenciado para el grueso de la población sus estrechos límites.
Sin embargo, a pesar de ser este el primer gobierno reformista, hay puntos donde se muestra claramente su impotencia como la violencia, la especulación inmobiliaria, las cada vez más constantes crisis hídricas, etc. Basta mencionar que el actual gobierno prometió resolver el caso Ayotzinapa y no solo no lo hizo, sino que se esmeró en defender y limpiar de toda culpa al ejercito asesino. Este nuevo gobierno que dice será el “segundo piso de la 4T” es el comienzo del declive de la izquierda reformista en nuestro país con personajes como Harfuch, Ebrad o Mario Delgado en el gabinete presidencial.
Para muchos de nosotros esto se transforma en una apatía por la política “oficial”. Poco importa si gana tal o cual candidato. Mientras no se rompa con el capitalismo en decadencia lo único seguro es que la situación empeorará. Ese sentimiento de impotencia es la mayor muestra de la necesidad de una nueva dirección, radical y con un programa firme en contraposición a las medias tintas reformistas.
Es por eso que los jóvenes debemos apostar y luchar por un sistema que priorice a la humanidad y a la naturaleza. Aún estamos a tiempo de detener esta destrucción. Los jóvenes y la clase obrera debemos asumir la responsabilidad de participar en la transformación de nuestra realidad, de dar el esfuerzo revolucionario para avanzar a un sistema mejor, más justo, equitativo y libre, “porque ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
Debemos luchar “por un mundo en el que seamos todos iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” como señaló Rosa Luxemburgo. En nosotros los jóvenes está depositada la esperanza de avanzar a un mundo mejor, de dar la lucha por el comunismo, como afirmaba Lenin: “La juventud decidirá el desenlace de toda la lucha, la juventud estudiantil y aún más la juventud obrera. No teman su falta de preparación, no teman ante su inexperiencia, los acontecimientos los educaran en nuestro espíritu”.
¡Luchemos por una jornada laboral de 35 horas sin reducción del salario; por la obtención de la base de trabajo a los 15 días laborados; por una educación pública, gratuita, científica, democrática y para todos, desde la guardería hasta el posgrado; por la gratuidad del transporte, material escolar y comedores; por un servicio social donde no se nos utilice como mano de obra barata; por la existencia de practicas controladas por estudiantes, profesores, comités de fabrica y sindicatos obreros, pagándose el 100% del salario mínimo diario; por el control y planeación del desarrollo inmobiliario por parte de los trabajadores organizados en asambleas y la expropiación de toda especulación sobre la vivienda; por la legalización total del derecho al aborto y su acceso gratuito y a cargo de todos los sistemas de salud pública en todo el país; por la nacionalización y expropiación de todos los recursos naturales para impedir su sobre explotación; por el armamento del pueblo en defensa de nuestra seguridad y nuestras vidas; por detener la militarización; por un Estado obrero controlado por la población y al servicio de la mayoría trabajadora, donde no se tolere la protección a la delincuencia organizada ni la explotación; por el fin del genocidio en Gaza y por el fin de la barbarie capitalista en el mundo!
¡ÚNETE Y LUCHA CON NOSOTROS POR UN MEJOR MUNDO, UN MUNDO COMUNISTA!
En los últimos días se ha expresado nítidamente que el viejo orden general ha sido enviado al museo de antigüedades de la historia y surge de manera violenta una nueva configuración del sistema capitalista. La guerra comercial impulsada por Donald Trump, que a su vez condujo al pánico por una muy probable recesión económica internacional, no es más que el comienzo de este proceso violento de transformación.
El gobierno reformista de la 4T ha presumido como un logro la excepción de los aranceles recíprocos a México debido al TEMEC y, aunque temporalmente no se han presentado con toda su profundidad en México las ondas expansivas de la turbulencia internacional de manera directa, para nada significa que se tenga un ambiente tranquilo y apaciguado a lo interior del país, todo lo contrario.
La situación de la violencia producto del narcotráfico, la inseguridad generalizada en el país, la violencia hacia las mujeres, la incapacidad del gobierno de poner “orden” en municipios (e incluso estados completos), el evidente intento de golpeteo a la clase trabajadora con la ley del ISSSTE, etc.; son claros ejemplos de que las contradicciones del capital mundial se manifiestan igualmente en nuestro país, aunque sea con caras diferentes.
Juventud
Ante este escenario no es sorpresa para nadie que la juventud refleje las presiones y ataques que sufre día a día con luchas en sus escuelas y universidades. El sistema ya nos ha quitado todo, de modo que ya no se tolera ningún golpeteo más sin una respuesta de lucha.
Esto lo pudimos observar en los casos de la lucha estudiantil tanto en la BUAP como en la ENES Mérida, donde los estudiantes se lanzaron a una lucha frontal contra la precarización de la educación y las autoridades universitarias corruptas incapaces de solucionar ninguno de los problemas que aquejan a la comunidad. Y aunque estas movilizaciones han llegado a su fin recientemente, para nada son el fin de la agitación general.
UNAM
Casi simultáneo a las anteriores, se gestó una lucha amplia por comedores subsidiados a lo interior de varios planteles de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Ésta defendió una reivindicación histórica y, que si bien comienza en la ENP 2, se extendió a más de cuatro planteles más, llegando incluso a nivel superior en FES y CU. Esta lucha es sumamente importante, pues deja ver lo reaccionaria, nefasta, corrupta, cínica, vil y miserable que es la burocracia dorada de la universidad, la cual se escuda siempre tras la “autonomía universitaria” ya tan manchada de sangre, lodo y heces por todos lados.
¿Qué conclusión podemos obtener de la lucha por los comedores? Primero que la burocracia dirigente de la universidad solo ve y actúa por sus intereses, jamás por los de los alumnos, profesores ni trabajadores. Ante una demanda justa y necesaria incapaces de ceder la intervención del gobierno de la CDMX (lo cual vulneraría su tan anhelada autonomía que ha sido la toalla con la que se limpian la sangre y lodo de las manos cada vez que lo desean), y evidentemente oponiéndose férreamente a ceder parte de sus grandes fortunas que se roban desvergonzadamente del presupuesto de la universidad para con él impulsar los comedores a lo interno de la universidad, la burocracia ha elegido jugar el papel de perfecto saboteador contra los estudiantes. Para esto, ser un estorbo, robar y reprimir, es para lo único para lo que sirve la burocracia universitaria, no solo en la UNAM, en todas las universidades sin distinción.
Pero la cosa no queda aquí, lamentablemente. Tras jugar el papel más reaccionario, la burocracia encabezada por el rector Leonardo Lomelí Vanegas (heredero y compañero de cloaca de Graue) ha decidido impulsar una reforma a la Legislación Universitaria en materia estructural entorno al Tribunal Universitario (que en términos reales ha jugado un papel de ser la Santa Inquisición en la UNAM), más concretamente en el artículo 15 del reglamento donde se plantea que se aplicará suspensión o expulsión inmediata por casos de “vandalismo” o “narcomenudeo”.
¿Qué fin puede perseguir esta reforma a la Legislación Universitaria si no es otro que la más cruda y sinvergüenza represión a la protesta estudiantil? ¿Qué define el tres veces H. Consejo Universitario (Horrible, Hediondo e Hipócrita) por actos vandálicos si no es otra cosa que cualquier estudiante que se atreva a levantar la voz para señalar una injusticia? ¿Que acaso no recordamos cómo la autoridad históricamente ha empleado el discurso del combate al narcotráfico y narcomenudeo para reprimir movimientos insurgentes y de protesta? Este intento desde la rectoría de la universidad de legitimar la represión al derecho de manifestación y persecución de activistas estudiantiles respaldándose nuevamente en su maldita autonomía universitaria es la cúspide del carácter reaccionario de la burocracia al frente de la UNAM.
Ante esta situación los estudiantes de la universidad se han lanzado una vez más a la lucha, con asambleas, marchas, paros y manifestaciones exigiendo la derogación inmediata de dicho artículo. Esto es algo que vemos presente ya en facultades como Ciencias Políticas y Sociales, Ingeniería, Química, Economía, Ciencias, etc., y que han obligado al rector de la universidad a salir, con la cola entre las patas, a decir que se trata de una malinterpretación producto de una mala formulación del artículo y que se buscará convocar una vez más una comisión del Consejo Universitario para revisar y se es necesario reformular o hasta eliminar la reforma del artículo 15.
Se trata de un movimiento muy importante, pues a poco menos de una semana de iniciar un periodo vacacional que desmovilizaría por completo la lucha, los estudiantes lograron obligar a la burocracia a recapacitar sobre sus intentos de meter por la puerta de atrás un golpe directo a los estudiantes. Sin embargo la lucha todavía no termina, es fundamental mantener la protesta que exija no una reformulación sino la derogación de todo el artículo 15, incluso exigir la desaparición del Tribunal Universitario que como ya lo hemos dicho, ha servido como la Santa Inquisición de este feudo llamado UNAM.
IPN
Pero la lucha no se limita a la UNAM, para nada. El ambiente de protesta se encuentra también en el IPN, donde muchas escuelas se han levantado en paro en el último periodo exigiendo condiciones mínimas para el desarrollo de la vida universitaria. En este proceso se han unido la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), el Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud Unidad Santo Tomás (CICS UST), la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología (UPIBI), la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMyH), la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía IPN (ENBA), la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica Unidad Zacatenco (ESIME Z). Es especialmente importante mencionar el caso de los CECyTs, pues se trata de compañeros estudiantes de media superior como es el caso del CECyT 15, CECyT 7 o del CECyT 6 en el cual el pasado 28 de marzo fue ocupado por la Guardia Nacional y la Policía Estatal como en los viejos tiempos de la represión policial-militar sinvergüenza del PRI y PAN, pero ahora con el gobierno de la 4T.
Algunas de las demandas que se presentan en la presente ola de luchas son: apertura de grupos con profesores asignados, mantenimiento a instalaciones como clínicas o cubículos, actualización de materiales, transparencia en el presupuesto, paga inmediata a los docentes, atención a casos de acoso, etc.
Se avecina segura tormenta
¿Qué podemos extraer de todo lo anterior? Es claro que existe un ambiente de agitación, por donde sea que se vea se puede encontrar una lucha de la juventud, desde las medias superiores hasta las superiores, no solo en la CDMX sino en todo el país. Esto no es una casualidad, no es un complot gestado desde la derecha para golpetear al gobierno de Sheinbaum; sino que se trata de la expresión más nítida del agotamiento de la juventud ante un sistema que solo nos ofrece violencia, barbarie, precarización, desempleo, carestía, y cada día una educación en condiciones más miserable mientras que los altos funcionarios gozan de inmensos privilegios.
Este es un punto fundamental, todas las luchas estudiantiles deben de voltear a ver las composiciones de gobierno de sus universidades, estas oligarquías burocráticas totalmente antidemocráticas que son los cimientos sobre los que se posa la corrupción, la represión y la censura. Pero para nada se trata de una lucha meramente estudiantil. Aislar el movimiento solo le condenará a la muerte segura. Los estudiantes debemos de vincular nuestras luchas y demandas con la de los trabajadores, con las de la clase obrera nacional. Con ella todo, sin ella nada.
Hoy vemos banderas de protesta marchar firmes, vaticinan segura revuelta de la juventud, pero para que esta logre triunfar se hace necesario un programa político claro, revolucionario y firme en la unidad entre el estudiante y el trabajador.
¡Profesores, trabajadores y estudiantes, unidos y adelante!
La mayoría de los estudiantes venimos de familias proletarias, algunos incluso nos vemos obligados a trabajar para sostener nuestros estudios. Día con día en el camino a la escuela nos enfrentamos a la inseguridad de las calles y a la precariedad del transporte público, a la vez que en nuestros centros de estudio carecemos de instalaciones dignas y de una alimentación sana y accesible. Estudiamos bajo un sistema educativo cada vez más privatizado y en decadencia, cuyo interés no es desarrollar nuestro potencial para aportar a la sociedad, sino convertirnos en el material perfecto para ser explotado. Para nosotros, más que nadie, se vuelve claro que no hay futuro dentro de este sistema.
Por ello, no es casualidad que, a lo largo de la historia, el movimiento estudiantil haya desempeñado un papel clave en la lucha por la transformación social. En México, el estudiantado ha protagonizado numerosas movilizaciones en defensa de la educación pública, los derechos democráticos y la justicia social. Su lucha ha estado estrechamente vinculada a la del proletariado y, en algunos casos, ha sido el catalizador de movimientos obreros en el país.
Uno de los episodios más emblemáticos fue el movimiento de 1968, cuando miles de estudiantes se movilizaron contra la represión estatal y en demanda de libertades democráticas, a las que el Estado mexicano respondió con fuego y sangre. A pesar de la represión, este movimiento marcó un parteaguas en la lucha estudiantil y dejó una huella imborrable en la conciencia de las generaciones posteriores. Tres décadas después, en 1999, los estudiantes de la UNAM libraron una de las huelgas más largas de la historia universitaria, resistiendo la imposición de cuotas que buscaban avanzar en la privatización de la educación superior.
La pandemia fue un duro golpe para la lucha que se gestaba en las calles de este y muchos otros países. El gobierno reformista de la 4T, bajo un discurso de izquierdas, ha integrado, o mejor dicho, institucionalizado a sectores del movimiento social bajo el ala del Estado burgués. Aunque temporalmente se puedan dar apoyos económicos o modificar las leyes para que sean más equitativas, ha sido incapaz de atender los problemas de raíz. Frente a esto, una capa de jóvenes comienza a sacar conclusiones correctas. La realidad nos demuestra que los problemas que aquejan a estudiantes y trabajadores no pueden resolverse dentro de un sistema que prioriza la ganancia sobre el bienestar y la vida humana.
Lucha por comedores subsidiados en la UNAM
Recientemente en las preparatorias de la UNAM se ha gestado una lucha por una alimentación digna, bajo la demanda de comedores subsidiados dentro de los planteles. Reivindicación que ha estado presente en la lucha estudiantil desde el mismo movimiento del 68. Estudiantes organizados de la Preparatoria Nº2 “Erasmo Castellanos” tomaron importantes avenidas aledañas a la escuela, con lo cual obtuvieron respuesta del Gobierno de la Ciudad de México, ofreciendo apoyo con el programa de Comedores para el Bienestar. Por otro lado, en la Preparatoria Nº6 “Antonio Caso” también se dio una importante lucha al respecto, en la que se logró que las autoridades firmaran un pliego petitorio donde se incluían esta y otras demandas.
Sin embargo, la burocracia ultracorrupta de la “máxima casa de estudios” no tiene ningún interés en otorgar este tipo de concesiones al estudiantado, y han utilizado diversos métodos para evitarlo. Escudándose en la autonomía universitaria, argumentan que el Gobierno de la Ciudad no puede intervenir dentro de las instalaciones de la UNAM. La respuesta es sencilla, si nuestros queridos administrativos cedieran una parte de sus salarios estratosféricos, o dejaran de disfrazar el desvío de presupuesto reportando compras de papel de baño por varios millones de pesos, la Universidad fácilmente podría financiar los comedores por su cuenta.
Tampoco han dudado en utilizar sus métodos tradicionales de desmovilización, apoyándose de grupos de choque y estudiantes infiltrados en el movimiento para intentar desestabilizarlo desde dentro, sobre todo buscando desvincularlo del grueso de la comunidad estudiantil. Por último, y tal vez el más efectivo, ha sido el método del desgaste. Donde bajo la premisa de haber aceptado la petición, las autoridades convocan a interminables mesas de diálogo, dando largas a la resolución de las demandas y generando apatía y cansancio en los elementos más combativos.
Nuevos despertares
A finales de febrero, la Facultad de Medicina de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla entró en paro a raíz de una propuesta de modificar el plan de estudios, reduciendo la calidad de la formación para aumentar el número de egresados por periodo y por un mal manejo burocrático que llevó a que no todos los estudiantes tuvieran una plaza en el servicio social, internado y prácticas. Esto ha agitado las aguas en otras facultades donde se han desatado luchas y paros, y ha traído a flote algunas otras consignas en contra de la corrupción y en pos de mejorar la calidad de la educación en toda la Universidad.
Del otro lado de la república, en Mérida, la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM ha entrado desde hace un mes en paro indefinido por los estudiantes organizados exigiendo mejoras en la infraestructura de la escuela, transparencia en el presupuesto, la expulsión de agresores, entre otras justas demandas. En el campus de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán, un grupo de estudiantes se ha empezado a organizar en contra de los amplios recortes de presupuesto que ha sufrido la institución, y el consecuente incremento en las cuotas de inscripción.
Hacía tiempo que la comunidad estudiantil no se movilizaba en estos planteles, y estamos presenciando el involucramiento de una nueva generación de estudiantes combativos. Un común denominador para estos dos casos ha sido el argumento de que la lucha estudiantil no es política, y que las organizaciones de izquierda no tenemos lugar dentro del movimiento. Para responder esto hay que ver debajo de la superficie. ¿Cuáles son las causas del recorte al sector educativo a nivel nacional? ¿A qué intereses responde el encumbramiento de castas burocráticas corruptas en las universidades? Estas cuestiones tienen su origen en la defensa de los intereses del capital. Es claro que las organizaciones que se aprovechan de la agitación y buscan desviar el movimiento bajo sus propios intereses no tienen lugar dentro de él. Sin embargo, los comunistas revolucionarios no somos más que un sector de los estudiantes y trabajadores que luchamos organizados por los intereses de nuestra clase, recuperando las experiencias históricas del movimiento obrero y estudiantil.
¿Qué podemos aprender?
Podemos sacar conclusiones muy valiosas del desarrollo de todos estos acontecimientos.
Un movimiento no puede ser llevado por unos cuantos activistas bienintencionados. Las acciones que se emprenden en la lucha por alguna reivindicación, como la toma de un plantel educativo, deben sostenerse en un apoyo de masas. Los paros son un arma de doble filo, pueden liberar temporalmente a los estudiantes de sus responsabilidades académicas con el fin de organizarse y participar en la lucha. Pero si no involucran al grueso de la comunidad, se convierten en la manera más efectiva de aislar al movimiento y desgastar a quienes lo defienden.
La lucha estudiantil es una lucha política, una lucha contra el capitalismo. La falta de alimentación digna y a precios accesibles para un hijo de trabajador, el deterioro de los planes de estudio, la corrupción e impunidad de la burocracia, el aumento de cuotas y los recortes al presupuesto son algunos ejemplos de la decadencia del sistema. El capitalismo es incapaz de proveer una educación digna y de calidad a los hijos de familias trabajadoras, es fundamental no perder de vista al verdadero enemigo. Los estudiantes y trabajadores tenemos la capacidad de cambiar el mundo; la política es mucho más que unos cuantos partidos rancios compitiendo cada seis años por la mejor rebanada del pastel.
Los comunistas debemos estar presentes en las batallas que están por librarse. No buscamos imponer nuestras ideas al movimiento, pero siempre defenderemos el uso de mecanismos democráticos como las asambleas, y nuestro derecho a proponer nuestros puntos de vista para tratar de convencer de su viabilidad. Nuestra tarea es forjarnos como una generación de jóvenes estudiantes y trabajadores combativos, experimentados en la lucha y con ideas claras que nos permitan llevar nuestras demandas hasta las últimas consecuencias. ¡Estudiantes y trabajadores del mundo unidos! ¡Por una educación pública, gratuita, científica y democrática!
El pasado sábado 21 de diciembre del 2024, la Organización Comunista Revolucionaria llevó a cabo un encuentro de escala nacional enfocado en la juventud militante, en la sección 9 democrática de la CNTE. Encuentro que estableció una base para trazar claramente el futuro de la lucha revolucionaria y de la organización.
Este encuentro, conformado principalmente por tres bloques de discusión política, contó con la asistencia de la militancia proveniente de toda la República, e incluso de camaradas del extranjero. Además, también se contó con la asistencia de personas ajenas a la organización quienes fueron invitadas al encuentro. En total contamos con la asistencia de más de sesenta compañeros, presenciales y conectados en línea.
El primero de los bloques mencionados se centró en la declaración de la Internacional Comunista Revolucionaria y las perspectivas nacionales contra la creciente militarización de México. Nos acercamos a tiempos de crisis. El poder político que se le ha dado al ejército durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y sus constantes esfuerzos de santificar a los responsables de la constante represión del pueblo mexicano, ha dejado en claro las prioridades del actual gobierno, las cuales dan precedencia a la burguesía sobre el cumplimiento de las necesidades de la clase obrera de México. Una crisis se está forjando y es nuestro deber como jóvenes, como trabajadores, como estudiantes y como parte del pueblo mexicano prepararnos.
Tras concluir el anterior punto, se realizó una ponencia sobre la organización comunista frente al nuevo año. Estamos siendo testigos de la violencia e inestabilidad intrínseca del sistema capitalista, evidenciado por la creciente militarización en México, el genocidio en Palestina y las guerras imperialistas a través del mundo. En esta ponencia se plantean los objetivos de la militancia hacia el 2025, estableciendo metas y el cómo lograrlas. La principal herramienta que servirá de apoyo en este año será no solo la teoría, sino el saber aplicarla prácticamente. Hay que llevar el programa comunista a cada escuela y centro de estudio levantando la bandera de la lucha organizada contra la guerra imperialista.
¡Contra la guerra imperialista, revolución comunista! ¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases! ¡Expropiación de toda la industria militar y los bancos! ¡Queremos escuelas, queremos trabajo, queremos hospitales, no queremos militares! ¡Intifada hasta la victoria! Son nuestras consignas que estarán presentes todo el semestre en más de dieciséis universidades de todo el país, para lo cual se requerirá de revolucionarios profesionales, comunistas abnegados y militantes. La consolidación de esa capa de revolucionarios profesionales es el objetivo ahora.
Posteriormente, se dio lugar la introducción del nuevo número de América Socialista no. 37, la cual es una de nuestras herramientas internacionales para la difusión del marxismo por todo el mundo en búsqueda de formar los cuadros políticos que impulsen la revolución proletaria internacional, y precisamente de esto trató el presente número, sobre la lucha por la Revolución Mundial, pasando por la experiencia de la formación de la Internacional Comunista; el tema de la Guerra y la Revolución en el caso de Austria entre 1914 y 1918; el proceso de la guerra civil rusa y las intervenciones extranjeras para derrocar la revolución; el papel del arte como acicate de la acción revolucionaria; y por último lo que significó el “socialismo en un solo país” y el abandonó de Stalin del marxismo. Después se dio paso a un espacio cultural que además funcionó como un breve descanso dentro del encuentro. Fue dentro de este espacio que integrantes de la militancia presentaron rendiciones musicales, lecturas de poesía, entre otras actividades artísticas.
Al finalizar el espacio cultural, se dio paso al último punto de discusión del encuentro: Lenin, la juventud, y la necesidad de construir el Partido Comunista Revolucionario. Recordemos que el encuentro en sí mismo se centró en la crucial importancia de la juventud revolucionaria en la lucha por el comunismo, por lo que es indudable la relevancia de este punto. Sabemos que la juventud siempre ha sido uno de los pilares fundamentales para la lucha, y que, con la organización correcta, será la vanguardia en la lucha contra el sistema capitalista que nos enreda.
La juventud seremos la chispa que encienda la llama de la revolución proletaria, seremos la cuña con la que rompamos el letargo y la apatía. No tenemos nada que perder más que nuestras cadenas, tenemos, en cambio, todo un mundo por ganar.
ADELANTE, CAMARADAS, POR LA CONSTRUCCIÓN DEL PARTIDO DE LA JUVENTUD REVOLUCIONARIA: ¡EL PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO!
“Es indudable que la guerra ha creado la más grave de las crisis y acentuado increíblemente las calamidades de las masas. El carácter reaccionario de esta guerra, las mentiras desvergonzadas de la burguesía de todos los países, que disimula sus objetivos de rapiña con una ideología ‘nacional’, suscitan ineludiblemente, en la situación revolucionaria objetiva que se ha creado, un espíritu revolucionario entre las masas. Nuestro deber es ayudar a que las masas adquieran conciencia de ese espíritu, profundizarlo y darle forma. Esta tarea sólo la expresa certeramente la consigna de la transformación de la guerra imperialista en guerra civil”.
– V. Lenin
Los comunistas siempre nos hemos posicionado en contra de las guerras imperialistas entre los pueblos por considerarlas como actos bárbaros, pero partimos siempre desde una base en extremo diferente a los pacifistas burgueses y sus discursos en nombre de la “moralidad humana” tratando de tocarse el pecho ante la sangrienta barbarie.
Para los comunistas existe una clara y rotunda ligazón de las guerras con la lucha de clases existente dentro de cada país. Para los comunistas la única forma de terminar con las guerras de rapiña y bandidaje es por medio de ponerle fin a la existencia de clases sociales, es decir, instaurando el socialismo. Los comunistas reconocemos plenamente que las guerras civiles, las guerras de los oprimidos contra los opresores por su liberación, son legítimas, necesarias y progresivas. Nosotros no partimos de un discurso de apelación al dolor y al sufrimiento abstracto, de la paz hueca y carente de planteamiento político, sino que vemos en cada guerra por medio de un estudio materialista histórico particular las contradicciones de clase.
“La guerra es la continuación de la política por otros medios” como lo señaló Karl Von Clausewitz. Esto es totalmente cierto hoy también, pues las guerras actuales son la continuación de las políticas imperialistas aplicadas por la burguesía en todo el mundo. ¿Qué impulsa la guerra entre Rusia y Ucrania (la OTAN realmente)? No es más que la continuación de la política imperialista de expansión de la burguesía norteamericana y europea en un intento de limitar la influencia de la burguesía rusa en la región. ¿Qué impulsa la guerra entre el Estado de Israel y Hamas/Hezbolá y que se ha transformado en un genocidio puro al pueblo palestino y libanes? Nuevamente nada más que la continuación de las políticas imperialistas y sionistas de la burguesía occidental que ve en el Estado de Israel el enclave para asegurar su dominio sobre la región del Medio Oriente. ¿Qué impulsa las guerras entre grupos paramilitares en Siria, Sudán y demás países en África? La continuación de las políticas imperialistas tanto norteamericanas como europeas donde ya no se molestan en invadir y colonizar directamente, sino que crean y arman grupos de guerrilleros, mercenarios y soldados para derrocar gobiernos títeres a su voluntad, gobiernos que muchas veces ellos mismos impulsaron y que en cuanto dejan de serles útiles los desechan con la misma jugada.
Las guerras actuales son imperialistas por donde se les vea. Y no hay panorama de que estas terminen pronto, todo lo opuesto, se incrementan. Solo debemos de ver al nuevo gobierno de los EU, lanzando amenazas claras no solo a los viejos enemigos (Rusia, China, Irán y el pueblo palestino), sino incluso dando claras intenciones intervencionistas con antiguos “aliados” como ha sido Canadá, Dinamarca, o los casos de Panamá y México.
En este contexto se comienza a gestar un ambiente revolucionario y en extremo inestable para los gobiernos burgueses. Vemos caídas de gobiernos que se presumían fuertes como en Alemania, Francia, Corea del Sur y Canadá. Sin embargo, no importa que nuevos gobiernos entren, se adentran a un callejón sin salida donde la guerra imperialista seguirá por más que los pacifistas se golpeen el pecho y lloren. Nuestra tarea no es hacerles coro en estos lamentos, sino ayudar a que las masas adquieran conciencia del espíritu revolucionario, profundizarlo y darle forma, es decir, aterrizando el espíritu revolucionario en un programa claro impulsado por un partido de la clase obrera, por un Partido Comunista Revolucionario.
¿Qué papel juega en esa tarea la juventud? Debemos ser la “cuña roja” que con toda su fuerza concentrada en un punto penetra en la contrarrevolución imperialista. Esta cuña es así misma nuestro programa rojo de la revolución: ¡Sanidad, no guerra! ¡Libros, no bombas! ¡Destruyamos la OTAN y otros tratados y organizaciones imperialistas! ¡Expropiar a los especuladores de la guerra! ¡Expropiar a los mercaderes de la muerte! ¡Expropiar a los bancos que están atados por un millón de hilos a las industrias de guerra! ¡Defender el derecho a la protesta! ¡Contra la represión del movimiento antiguerra! ¡Fin a la criminalización del movimiento contra la matanza en Gaza!
La juventud comunista seremos la cuña que con firmeza lleve el programa rojo a cada universidad, escuela, plantel, facultad y centro de trabajo donde comience a emerger el espíritu revolucionario. Pero para ello debemos de estar organizados políticamente. Ha llegado la hora de ponerle fin a los obsoletos discursos activistas de luchas puramente estudiantiles y sin bases militantes. Estos elementos juegan un papel al servicio de la reacción al oponerse a la formación política de los jóvenes en las escuelas. Lo decimos fuerte y claro, la guerra es la continuación de la política por otros medios, de modo que la formación política revolucionaria es la clave hoy más que nunca.
La juventud que comprenda la importancia de la lucha revolucionaria de las masas por su liberación dejará a un lado toda esa bola de dramas caprichosos dignos de un berrinche infantil característico de los activistas universitarios más centrados en pelearse entre ellos que en ver el objetivo real. Pasará de largo, sin duda alguna, también de todo el sector de pacifistas moralistas, así como de los ultraizquierdistas que insistan en medidas individuales para combatir la barbarie capitalista.
Formación política, discusión amplia, debate abierto, lucha organizada, trabajo diario en los barrios, calles y escuelas, construcción de un partido comunista serio y libre de todo lastre activista, he ahí la clave.
“El capitalismo, progresista en otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años e incluso durante decenios, la lucha armada de las ‘grandes’ potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional”
Compañeros, no hay tiempo que perder, debemos de luchar por el socialismo. Debemos ser la cuña roja que abra paso a la revolución de las masas obreras contra la masacre imperialista y la explotación del capital.
Lenin. El socialismo y la Guerra (1915).
¡CONTRA LA GUERRA IMPERIALISTA, REVOLUCIÓN COMUNISTA!
¡JÓVENES CONTRA LA GUERRA, JÓVENES CONTRA EL CAPITAL!
En abril de 1936 tuvo lugar la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas, fruto de la fusión entre las Juventudes Socialistas y las Comunistas en el marco del proceso revolucionario que poco después iba a dar lugar a la Guerra Civil española.
La formación de la JSU fue el último capítulo de un largo proceso de diferenciación interna en el seno del socialismo español y de radicalización de la juventud socialista, que pasó por varias etapas hasta la unificación de 1936. Sirva este artículo como una breve introducción al estudio de un proceso que tuvo grandes consecuencias para el destino de la revolución española y que encierra grandes lecciones de cara a los nuevos procesos que se están dando entre la juventud obrera a día de hoy.
La FJS y la UJCE
El primer núcleo de las Juventudes Socialistas se organizó en 1903 en Bilbao por iniciativa del militante socialista Tomás Meabe para agrupar en torno al Partido a los trabajadores jóvenes de la naciente industria minera y siderúrgica. Dos años más tarde, el II congreso del PSOE reconoció a la nueva organización como rama juvenil del partido y esta celebró su primer congreso en 1906, adoptando el nombre de Federación de Juventudes Socialistas de España por el que se la conocerá en los treinta años siguientes.
La FJS se destacaría como la organización más a la izquierda dentro de la familia socialista. Agrupaba fundamentalmente a trabajadores jóvenes de las nuevas industrias de Bizkaia, Asturias y Madrid que, por su edad y sus condiciones laborales, estaban muy alejadas del reformismo y el conservadurismo sindical de la dirección del PSOE y de la UGT. Jóvenes que, en Cataluña o Andalucía, hubieran sido ganados por el anarcosindicalismo, se organizaron en torno a la organización juvenil socialista y esta respondió a cada nuevo auge de la lucha de clases, si bien de forma confusa y no totalmente elaborada, con una radicalización de sus posiciones buscando a tientas una posición revolucionaria.
Un primer episodio de radicalización en la FJS de gran significación histórica fue el que provocó el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia y la formación de la III Internacional. La mayoría de la FJS, junto con buena parte del partido y de la UGT, tomaron partido por la nueva internacional comunista. La dirección del partido, controlada por el ala derecha desde el fracaso de la huelga general de 1917, tomó la posición contraria y maniobró burocráticamente para eludir el debate sobre el ingreso en la Internacional Comunista. Las maniobras del ala derecha y la impaciencia izquierdista de la juventud dieron lugar a la precipitada escisión del 1920, en la que la dirección de la FJS, que entonces contaba con unos 7.000 miembros, cambió el nombre de la organización a Partido Comunista Español; esto provocó una nueva división de resultas de la cual el nuevo partido quedó reducido a unos mil militantes1. Esta división prematura permitió a la burocracia tomar el control de la FJS y reducirla a una mera escuela de cuadros, limitando su papel político y manteniéndola en un estado vegetativo que durará hasta la crisis de 1933.
El nuevo Partido Comunista de España, resultante de la fusión del Partido Comunista Español y de la escisión de los sectores terceristas del PSOE al año siguiente, constituyó de inmediato su nueva organización juvenil con el nombre de Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE). El desarrollo de la UJCE se vio dificultado por la debilidad orgánica del partido, que continuamente se veía obligado a cooptar a los militantes juveniles más destacados para su propia estructura. A esto hay que añadir la persecución y la clandestinidad impuestas por la dictadura de Primo de Rivera a partir de 1923 y, muy particularmente, los efectos de la degeneración burocrática de la URSS y su traslación a la Internacional Comunista. Los giros oportunistas y ultraizquierdistas del estalinismo y el papel cada vez más subordinado de los PC’s a los intereses de la burocracia soviética fueron decisivos a la hora de deformar a las Juventudes Comunistas y limitar su crecimiento hasta la fusión de 1936.
La II República y la radicalización de la FJS: Octubre, segunda etapa
El PSOE acogió la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República como la concreción de la revolución democrático burguesa en España, revolución que, desde su punto de vista, sólo podía dirigir la burguesía a través de los partidos republicanos. Éste es el espíritu que informa tanto el Pacto de San Sebastián como el gobierno provisional y el gobierno republicano socialista.
Mientras tanto, el PCE, inmerso en aquel momento en la política estalinista del “tercer periodo” y opuesto a cualquier colaboración con los socialistas, a los que situaban en la misma orilla que el fascismo, saludó la proclamación de la República el 14 de abril con la consigna “abajo la república burguesa, vivan los soviets”, levantando una barrera entre el partido y las masas que habrá de durar hasta la guerra civil. Esta posición era doblemente incorrecta. En primer lugar, porque inicialmente la República gozó de un amplio apoyo entre la clase obrera. En segundo lugar, porque naturalmente no había soviets en España, ni podía haberlos en este momento ya que el ambiente revolucionario aún no había alcanzado el clímax. Una agitación correcta sobre este punto debía vincular la existencia de una república democrática avanzada con la lucha por el socialismo, no como etapas separadas sino como parte del mismo combate.
Las juventudes de ambos partidos llegaron al 14 de abril debilitadas tras la dictadura de Primo de Rivera y completamente alineadas con sus respectivas direcciones adultas. La gran diferencia entre ambas en el periodo siguiente será que, en la organización socialista, la lucha fraccional en el seno del partido se expresará de forma aguda en la juventud, que invariablemente se alineará con el ala izquierda, mientras que en la organización comunista, el monolitismo del partido y su control desde Moscú harán imposible cualquier movimiento independiente de la juventud.
La crisis abierta en el socialismo a partir de la derrota de la conjunción republicano-socialista y la amenaza del fascismo triunfante en Italia y Alemania, hizo surgir la figura de Francisco Largo Caballero, anteriormente ministro de trabajo en el gobierno republicano-socialista, como el dirigente en torno al cuál se agrupó el ala izquierda del partido y de la UGT, ala izquierda a la que la juventud se adhirió en bloque.
Ni Largo Caballero ni la FSJ llevaron a cabo una revisión completa de la experiencia del gobierno en el que participaron y bajo el cual no sólo no se resolvieron las necesidades más urgentes para las masas, en especial la reforma agraria, sino que se reprimieron con dureza las huelgas y los levantamientos anarquistas. Sin embargo, del fracaso de la conjunción y de la amenaza fascista sacaron los dirigentes de la FJS y de la izquierda socialista la conclusión de que la clase obrera debía prepararse para la toma del poder.
Lo esencial de las posiciones de la FJS en el momento previo a la fusión con la UJCE está en el documento Octubre, segunda etapa, elaborado por la dirección de las juventudes como un balance de todo el proceso desde la proclamación de la república hasta la insurrección de octubre en Asturias. Aunque de una manera confusa todavía, pero animada por una búsqueda genuina de un programa revolucionario, la dirección de la FJS señala en este documento el rumbo hacia una política de independencia de clase y de preparación para la toma del poder que implica una ruptura decisiva con la II Internacional y con el reformismo en el interior del partido.
La defensa de una política de independencia de clase es la gran fortaleza del documento Octubre, segunda etapa. En un momento en que la Internacional Comunista, en un nuevo giro dictado por los intereses geopolíticos de Moscú, había ya lanzado la consigna de los frentes populares, la FJS, basándose en la experiencia de la conjunción republicano-socialista, rechaza el frente popular y cualquier forma de colaboración de clases:
“Esa consigna [el Frente Popular] hallará en el seno de nuestro Partido unos defensores: los centristas2. Es preciso que todos los militantes estén prestos a impedir que triunfe. El centrismo intentaría en tal ocasión dar la batalla a la fracción revolucionaria y convertirse en el eje del Partido. […]
Es preciso desarmar a los comunistas3, identificados con la derecha del Partido Socialista en la apreciación de esta cuestión, poniendo de relieve cómo los verdaderos bolcheviques somos nosotros, que, frente a la consigna de Bloque Popular Antifascista, levantamos la de la Alianza de los proletarios”.
Pero, al mismo tiempo, el documento todavía muestra ilusiones en que la Internacional Comunista, después de la derrota alemana, pudiera cambiar su rumbo y reconocer al PSOE bajo la dirección de la izquierda como su referente en España:
“Y por lo que se refiere al Partido obrero español, la Tercera Internacional tendrá que convencerse de que es el partido bolchevique de nuestro país; el eje de la revolución y, por consiguiente, el único partido con el cual tiene que tratar y al que ha de converger tarde o temprano toda la clase obrera española.
Si creemos que es la Tercera Internacional la que habrá de amoldarse a este género de transformación es por considerar que siendo Rusia el primer país socialista, la Meca del proletariado, en ella y sólo en ella puede estar el centro del proletariado mundial, mientras la revolución no vaya triunfando en otros países”.
Todas estas consideraciones, tanto las justas como las equivocadas, están motivadas por la necesidad de la independencia de clase y parten del convencimiento acerca del papel dirigente reservado al PSOE en la revolución española. De ambas concepciones surge la consigna de “bolchevización” del partido, que incluía tanto la expulsión de los reformistas como la inclusión de las demás organizaciones y tendencias revolucionarias en el seno del partido. El llamamiento, realizado a través del periódico de la FJS Renovación, se hará extensivo tanto a las Juventudes Comunistas como a otras tendencias escindidas del PCE como el Bloc Obrer i Camperol (BOC) de Joaquín Maurín y, muy particularmente, la Izquierda Comunista (IC). En el llamamiento a estos últimos y en el debate posterior emergerá la figura del dirigente de la FJS Santiago Carrillo Solares (Gijón, 1915 – Madrid, 2012).
Santiago Carrillo, en el centro de la imagen
La Izquierda Comunista ante la radicalización de la FJS: la polémica Maurín-Carrillo
El grupo fundado por Esteban Bilbao y Andreu Nin en 1930 como sección española de la Oposición de Izquierdas, había elaborado a lo largo de esos años el único programa marxista consecuente y los análisis más acertados acerca de la revolución española y las tareas de los comunistas. Sus actividades les habían permitido agrupar un núcleo de varios cientos de cuadros que podrían haber jugado un papel decisivo en los acontecimientos por venir, pero que frente al proceso que se vivía en el interior del PSOE y la FJS cometieron un error trascendental.
En una serie de artículos publicados en el periódico del BOC La Batalla (más tarde órgano del POUM) el mencionado Santiago Carrillo reiteraba el llamamiento directo a la IC para que ingresaran en el PSOE para ayudar a su bolchevización:
“Nosotros no invitamos a los marxistas españoles, no encuadrados en nuestro campo, a venir a colaborar con el reformismo, y mucho menos, a esterilizar sus esfuerzos bajo una dirección reformista. No; nuestra posición dentro del Partido se caracteriza por la intransigencia frente a aquella tendencia [la reformista] por cuya separación luchamos”
“Cuando nosotros invitamos a los demás núcleos obreros a ingresar, no pensamos en la cantidad, sino en la calidad”.
“¿Es o no es el trotskismo un partido marxista? […] Cierto que los disidentes acaudillados por el infatigable revolucionario no representan a amplios sectores; pero personifican, sin duda, una tendencia del proletariado”4.
A estos artículos de Carrillo no responderá directamente la dirección de la IC sino el dirigente del BOC Joaquín Maurín. Ambas organizaciones ya estaban inmersas en el proceso de fusión que daría lugar a la formación del POUM. La respuesta de Maurín es, en la mayor parte de su extensión, una colección de diferentes excusas para justificar la inhibición de la IC y el BOC en el proceso de diferenciación interna del socialismo. Sin embargo, la respuesta de Maurín sí señala correctamente una cosa, las ilusiones de Carrillo y la dirección de la FJS acerca de la verdadera capacidad de la izquierda caballerista y de sus opciones de tomar de forma efectiva la dirección del partido y purgar al ala derecha. El mismo Carrillo admite, como una posibilidad, esta objeción de Maurín, a la que da una respuesta aun más correcta:
“Al salir tendríais más prestigio que cuando entrásteis; mucho más. Podríais hacer ver a las masas obreras vuestra buena voluntad de unificar al proletariado, demostrada por los hechos y no por consignas que no se cumplen. Habríais ganado terreno entre las masas socialistas, yendo hacia ellas, educándolas, e incluso atrayéndolas en vuestra salida”5.
¡No escribía mal Santiago Carrillo en 1935! Más tarde veremos hasta dónde llegaba la solidez de sus posiciones.
En una cosa sí tenían razón los dirigentes de la IC: la izquierda caballerista carecía de la solidez política y de la audacia necesarias para erigirse en dirección revolucionaria. Pero de este análisis sacaron los dirigentes trotskistas la peor de las conclusiones. La crisis del PSOE y la radicalización y el llamamiento de la FJS ofrecían una oportunidad inmejorable para ganar la mayoría dentro de un sector decisivo del proletariado español en aquel momento. La entrada de la IC en el PSOE, como grupo organizado y con su propio periódico, habría facilitado de forma decisiva la ruptura definitiva con el ala derecha, habría terminado por despejar las ilusiones en la inconsistente ala izquierda del socialismo y habría facilitado una agitación decidida hacia las bases del PCE y la CNT.
La única dirección revolucionaria posible era la fusión de los cuadros marxistas de la IC con los elementos más avanzados de la juventud socialista, y el camino para construirla estaba abierto. En lugar de intervenir de forma decidida y audaz dentro del PSOE, la IC eligió una fusión con el BOC en la que renunció a la mayor parte de su programa y que dio lugar al POUM y abrió la puerta a la fusión de la FJS con el estalinismo. Al final, también el POUM acabó dentro del bloque del Frente Popular, renunciando a jugar un papel dirigente. El POUM, y en especial Andreu Nin, habrían de pagar muy caro aquel error estratégico por el que dejaron a la revolución española definitivamente huérfana de dirección.
La formación de las JSU
La UJCE contaba con unos 11.000 militantes en 1935, la FJS superaba los 20.000 militantes. En un primer momento, la unidad de acción entre las juventudes socialista y comunista se limitó a la acción defensiva frente a las provocaciones fascistas, y fue a más tras los asesinatos de militantes señalados de ambas organizaciones. Los desacuerdos sobre el Frente Popular y otros aspectos, como la política sindical, fueron un obstáculo para la unificación hasta que la Internacional Comunista tomó directamente el asunto en sus manos. Carrillo y otros dirigentes de la FJS fueron invitados a Moscú, donde no fue difícil para los agentes de la Komintern el convencer, a la luz de la experiencia anterior, de que la unificación con la UJCE era su única opción. La Komintern y la URSS se cubrían aun con la autoridad de la primera revolución triunfante y del primer estado obrero de la historia, y la falta de solidez política y el arribismo de Carrillo hicieron el resto para que las juventudes socialistas fueran ganadas por el estalinismo.
La unificación se llevo a cabo sobre la base del programa del PCE y la Komintern. La FJS aceptó todo: el Frente Popular, la condena al trotskismo, la renuncia a la revolución y a la independencia de clase. La nueva organización se presentó formalmente el 5 de abril de 1936, ya bajo el gobierno del Frente Popular, con el nombre de Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Formaban parte de su dirección tanto Santiago Carrillo como el hasta entonces secretario de la UJCE Fernando Claudín, dando inicio a una sociedad política nefasta que durará, en la JSU y en el PCE, hasta la crisis que dio lugar a la expulsión de Claudín del PCE en 1964.
En un primer momento, la JSU mantuvo buenas relaciones tanto con el PSOE como con el PCE, con el objetivo, supuestamente, de que la unificación de las juventudes fuera punta de lanza de la unificación de ambos partidos. Sin embargo, la dirección de la JSU, con Carrillo y Claudín a la cabeza, fue basculando cada vez más hacia las posiciones del PCE, especialmente a partir de las crisis que dio lugar a la caída del gobierno de Largo Caballero. La JSU fue, junto con la interesada ayuda militar soviética, el factor que dotó a la dirección del PCE de la base de masas que necesitaba para dirigir la guerra civil en conformidad con los dictados de la burocracia soviética, aplastando la revolución social, lo que a la postre allanaría el camino a la victoria militar de Franco.
Pese a todo, no podemos negar el papel heroico de la militancia de la JSU, a pesar de su dirección, en la defensa de Madrid y en las batallas decisivas de la guerra civil, así como en la posguerra. Militantes de la JSU eran las Trece Rosas y otros militantes caídos en el intento de reconstruir la organización en la clandestinidad tras la derrota. A pesar de todo aquel heroísmo y sacrificio, la JSU dejó virtualmente de existir en la posguerra y fue finalmente disuelta por el PCE en 1961.
Conclusiones
El proceso de diferenciación política de la juventud socialista se dio en España en medio de un proceso revolucionario y significaba la búsqueda por parte de aquella juventud de un programa y una estrategia capaces de llevar a cabo la revolución socialista. Aquel proceso se truncó por la negativa de los dirigentes de la Izquierda Comunista de confluir con aquella juventud y ganarla para su programa, lo que provocó la absorción de la juventud socialista por el estalinismo.
Estos procesos, sean en un momento revolucionario como los años 30, sean en un momento de crisis del reformismo como el actual, nunca se dan en línea recta ni las organizaciones juveniles surgen ya con el programa exacto ni con una comprensión cabal de la teoría marxista y la historia del movimiento obrero. En su proceso de diferenciación y búsqueda, estas organizaciones reflejan todavía las presiones del pasado y la influencia de ideas extrañas y ajenas a las tradiciones del marxismo revolucionario; pero, al mismo tiempo, esta diferenciación abre un campo de acción enorme para la que la propaganda de la tendencia marxista pueda ser escuchada, discutida y asumida por los elementos más avanzados de estas organizaciones. La principal lección del proceso de la juventud socialista en los años 30 es que la tendencia marxista no puede dar la espalda al proceso de la juventud revolucionaria sino que tiene que intervenir con audacia y decisión.