El 16 de abril fue aprobado por el Consejo Académico de la UAM Azcapotzalco el Instructivo para la seguridad en las instalaciones de la Unidad Azcapotzalco. Días antes, la comunidad universitaria identificó que la redacción del Instructivo abre la puerta al autoritarismo, vulnera los derechos de los estudiantes e, incluso, los derechos laborales. Por ello, estudiantes y trabajadores intentaron dialogar en las instancias correspondientes sin obtener por respuesta más que desdén. Y contra la arbitrariedad el camino es la lucha organizada.
El lunes 21 de abril, en una asamblea tripartita de UAM-A, la comunidad votó por un paro indefinido hasta la derogación del Instructivo y la obtención de garantías de participación de la comunidad en las decisiones políticas de la universidad. Días después, sendas asambleas en las unidades Iztapalapa y Xochimilco votaron parar por 48 horas en apoyo de la lucha en Azcapotzalco. Hoy, 24 de abril, fue entregado el pliego petitorio a las autoridades universitarias; sin embargo, por su lado, rectoría de la unidad realizó una sesión de Consejo Académico en modalidad virtual en la que abrogó el Instructivo, otra vez, sin la voz de la comunidad organizada en asamblea.
El instructivo es primero un atentado en contra de la libertad de organización y protesta. Su pésima y ambigua redacción está lejos de procurar la seguridad dentro de las instalaciones: restringe el ingreso, salida y permanencia de los estudiantes y trabajadores; sirve para prohibir las actividades subversivas dentro del plantel; la venta informal que ayuda a los estudiantes a pagar sus gastos; la organización política y las protestas; que son la única manera de salvaguardar derechos y poner un alto a las formas autoritarias de la casta de burócratas a cargo de la universidad. Además, su proceso de aprobación, a través de órganos que simulan ser democráticos y representativos, pone al descubierto el despotismo de la administración.
Ahora bien, más allá de las valoraciones personales sobre el carácter de las autoridades universitarias, ¿Qué condiciones las han llevado a diseñar un instrumento regresivo? ¿Por qué la crisis en la UAM es similar a la de otras universidades? Problematicemos las contradicciones de la educación pública en el capitalismo: por un lado, es la conquista del acceso a la educación superior pública y los saberes letrados para la clase trabajadora; por el otro, es la manera como el estado cualifica a la mano de obra para el capital y, a la vez, la segmenta de la masa. En el fondo nuestra lucha contra las autoridades es un estira y afloja entre esas contradicciones: pugnamos por un asalto a los saberes y al poder de decisión, mientras ellas diseñan instituciones que maquilen con eficiencia egresados.
Las determinaciones de la universidad pública en los últimos 35 años nos ayudarán a comprender mejor. En comparación con otras naciones, México es un país que destina una proporción minúscula de su presupuesto a las universidades. Esta insuficiencia presupuestal se ha convertido en una moneda de cambio entre el estado y la universidad, con la amenaza de perder presupuesto. Las universidades, entre ellas la UAM, están obligadas a mejorar su eficiencia terminal, cumplir marcialmente con sus calendarios escolares y atender cuanto besamanos político sea impuesto. En suma, las autoridades, antes que académicos, son gestores en una compleja red burocrática y política.
En el seno del neoliberalismo, la premisa es adelgazar el estado a costa de sus trabajadores. En nuestra universidad la pérdida de valor del salario del personal académico de base es compensada a través de un sistema de estímulos y becas, cuyo efecto pernicioso es transformar al profesorado en un cazador de constancias y reconocimientos a costa de generar cascajo académico. Para los académicos temporales la situación es peor: menos plazas y peores salarios.
La comunidad estudiantil paga los platos rotos. La matrícula se reduce, pese al aumento de la demanda de carreras, y, ya dentro, tienen que luchar por cupo en sus grupos. Además, la formación universitaria no se reduce a aprobar materias; para garantizar su formación, el estudiantado necesita infraestructura para mediar con los saberes, es decir, bibliotecas, repositorios, personal con el tiempo y la motivación de ayudar, espacios para organizarse, una nutrición que brinde las calorías necesarias para rendir en la escuela, salud física y mental, los recursos materiales para solventar sus gastos, etcétera.
Sin embargo, en nuestra universidad el menguado presupuesto ha castigado las conquistas del estudiantado: los recursos para contratar personal docente y de apoyo bien remunerado y tener instalaciones suficientes y dignas no bastan, el comedor subsidiado es insuficiente, tampoco hay infraestructura y espacio para la organización de clubes políticos y culturales más allá de proyectos cooptados por las autoridades y, particularmente, el estudiantado hijo de la clase obrera no es ajeno a la precarización económica, no alcanza el dinero, no hay becas y algunas personas en la comunidad deben ejercer el comercio informal en las instalaciones de la UAM para solventar sus gastos.
La comunidad, antes que estudiante de tiempo completo, son en muchos casos hijos de trabajadores e, incluso, fuerza de trabajo que estudia Los ingredientes para una tormenta perfecta se han manifestado: sin recursos para estudiar, sin espacios en la universidad, sin voz ni apoyo institucional, violentada y criminalizada, sus necesidades en absoluto serán satisfechas con lo que ofrece la universidad: vigilancia y control.
En suma, la situación en la universidad es una olla de presión y un síntoma más de la crisis del sistema capitalista. A nivel mundial, atestiguamos en las democracias burguesas un giro a la derecha, cuya agenda incluye desmantelar conquistas sociales para permitir al capital rapiñar a sus anchas, todo con el apoyo de la espada estatal o paramilitar. En el contexto de un conflicto entre potencias imperiales, podemos tomar como ejemplo las agresiones imperialistas de un país con una profunda crisis social como Estados Unidos, el rearme y crisis económica en Europa, los regímenes de Bukele y Milei en Latinoamerica y, finalmente, el proyecto de profundización del capitalismo en México, llevado a cabo por la 4T bajo la máscara de reformismo socialdemócrata.Las autoridades de esta y otras universidades siguen un modelo de gobernanza y supresión de la disidencia, y eso no es diferente de la militarización de nuestra sociedad llevada a cabo por el gobierno federal. Para Rosa Luxemburgo, la militarización fortalece a las burguesías locales frente a las extranjeras, elimina el disenso y controla de modo férreo a las masas. En ese tenor, el difunto Instructivo, o Manual de Carreño, o Instructivo de Carreño, facultaba a la Secretaría de unidad para controlar y vigilar a la comunidad. El correcto uso de las instalaciones sería definido a juicio de la Secretaría bajo principios como armonía y respeto, no de libertad y participación. A los tiranos les gusta ser respetados, pero una comunidad consciente y organizada puede conquistar libertades democráticas.
Como estudiantes de la OCR, repudiamos estas acciones que ponen en riesgo el carácter abierto y democrático que debería existir dentro de la universidad pública. Exigimos una democratización real y efectiva de los órganos representativos de la universidad. Nos solidarizamos con la asamblea tripartita de la UAM, llamamos a la movilización para combatir todo amago autoritario. Extendamos la lucha para impedir que esta política se generalice.
Les exhortamos a estar pendientes y participar en las próximas asambleas que se convoquen, ¡Uamero lucha por tu dignidad!