Durante más de una semana sobrevino un colapso del sistema energético del estado norteamericano de Texas, el cual afecto también México. Esto ocurrió en la medida de que gran parte del gas que se emplea para las plantas generadoras, tanto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como de generadoras privadas, se importa desde Estados Unidos vía Texas.
Si bien se sobrevino una crisis esta se resolvió en horas debido al carácter integral de la red eléctrica y a la existencia de la CFE. La compañía estatal inició un proceso de sustitución de fuentes de energía para las termoeléctricas, una puesta en funcionamiento de plantas de emergencia, el relevo de alimentación de una región a otra y la coordinación de la actividad de los productores privados. Un primer efecto de esto fue la realización de cortes intermitentes para efectuar una redistribución controlada y desbalanceo del sistema. Para el miércoles 17 de febrero, la red eléctrica estaba cubriendo el 100% del servicio. Dicho de otro modo, en México se trató de un ajuste más que de un colapso. Dicho ajuste tuvo efectos importantes, especialmente en la industria maquiladora, ya que una buena parte de ellas posee sus propias plantas generadoras de electricidad que también dependen del gas de Texas. Para darnos una idea, el 80% del consumo de electricidad del norte del país es abastecido por productores privados. La gran mayoría son grandes industrias que cuentan con sus propias plantas.
Los efectos en México del colapso energético en Texas, si bien importantes, no han implicado una modificación para mal ni de las condiciones de suministro ni en el precio de la electricidad. Por el contrario, la situación, aun en la fecha en que se escribe el presente artículo, dista mucho de ser normal en Texas. Los precios del gas se dispararon de 3 dólares el BTU hasta llegar a los 350 este fin de semana, la electricidad se disparó de 25 dólares el megavatio a 9000 dólares (https://www.milenio.com/negocios/financial-times/demandan-respuestas-texas-colapso-abasto-electrico). Hay 15 millones de texanos sin agua potable. Es toda una catástrofe el sistema eléctrico texano es de los más poderosos de los Estados Unidos, consume alrededor de 80 gigavatios, más del doble que toda la Republica Mexicana, con 33 gigavatios.
En Estados Unidos no hay una red eléctrica nacional y, si bien hay leyes federales y estatales, no existe una entidad publica que controle el suministro de electricidad. Texas particularmente opera una red propia y desde hace una década entró a un proceso de desregulación. Esto quiere decir que sólo el mercado, con la oferta y la demanda, se encargue de ponerle “orden”. La consecuencia ha sido la implementación de todo tipo de productores de bajo costo con énfasis en el gas natural (27%) y la energía eólica (10%), productores que no invirtieron en tecnología para enfrentar condiciones invernales extremas y por tanto incapaces de enfrentar la actual crisis.
El organismo que controla la red texana Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas (ERCOT) es más bien un cartel que responde a los intereses y necesidades de los productores dominantes, su función no es que todos tengan luz, sin que el mercado de electricidad funcione. Si hay suspensión de servicio al ERCOT le basta con que otro lo sustituya, aunque el precio se dispare al 1,000 o 10,000%.
A partir del 10 de febrero sobrevino, producto de la ola de frio, el colapso de las termoeléctricas a gas y las eólicas, de tal modo que el abasto cayó de los 83 gigavatios a 45. Desabasteciendo a 4 millones de familias.
El precio del gas se disparó de tal modo que muchos productores privados suspendieron su actividad en la medida de que les seria imposible cobrar a sus clientes los costos de 10 a 100 veces mas que en situaciones normales.
Para el jueves el ERCOT anuncio cínicamente que el sistema estaba reestablecido, a pesar de que millones no tenían manera de pagar los costos astronómicos del mismo, algo así como “ya hay energía, si no la puedes pagar es tu problema”.
Algo similar estaba sucediendo con el gas, cuyos precios también se dispararon, pero el tema más preocupante era el tema del agua potable, al 20 de febrero había 15 millones de texanos sin acceso al vital líquido. No obstante, las autoridades han recomendado que, por supuesto hiervan el agua, pero la pregunta es ¿con que gas?
Lo mas sorprendente es que si bien en este año la situación ha llegado a extremos no conocidos, crisis semejantes se han dado en 1983, 1989, 2003, 2006, 2008 y 2010, y en todos los casos la crisis energética incluyó cortes y estallidos incontrolables de precios (ver: https://www.infobae.com/america/eeuu/2021/02/17/los-motivos-detras-del-apagon-que-tiene-a-mas-de-cuatro-millones-de-personas-sin-electricidad-en-texas).
Por tanto, el argumento de que “la naturaleza nos tomó por sorpresa” no es válido. Lo que sucede es que los productores privados apuestan a bajos costos y aprovechar las crisis para vender aprecios altísimos. El mercado no mira al futuro, no tiene moral, no le importa la vida. Después de que la crisis pase, procurarán mantener la situación igual en espera de “nuevas oportunidades”, es decir medrar con la desgracia humana.
Lecciones
El proyecto energético de los gobiernos anteriores, desde Salinas, estuvo basado en eliminar el papel del Estado en todos los sectores. Desde entonces desmantelaron tanto Pemex como CFE y desaparecieron Luz y Fuerza, destruyeron el carácter integral del sistema energético nacional. Desde su óptica la escasez y las catástrofes son “espacios de oportunidades”. Para ellos los desequilibrios están bien.
Es evidente que el proyecto burgués repudia empresas como la CFE o Pemex, las cuales suponen la capacidad de cubrir, por medio de la acción planificada y consciente, los desequilibrios. También es claro que el proceso de destrucción de dichas empresas está ya muy avanzado, especialmente con respecto de Pemex, la cual tiene tal tamaño de endeudamiento que ya prácticamente trabaja para seguir pagando los intereses de los deudores, en su mayoría extranjeros.
Con respecto de la CFE, el proceso no llegó tan lejos. No obstante, se abandonó la producción de energía y se le sometió a una situación desventajosa respecto de los productores privados que amenaza con destruirla a mediano plazo.
El actual gobierno podría aprovechar la actual crisis de Texas para romper con los contratos ruinosos que las someten a entregar recursos del estado por décadas. Debería al mismo tiempo proceder a nacionalizar la producción de energía eléctrica que tenga como fin la comercialización.
Lamentablemente, no parece que este gobierno esté dispuesto a efectuar medidas como la renacionalización de la industria energética que en realidad no son revolucionarias sino de sentido común.
Los trabajadores deberíamos lanzar una campaña por la nacionalización de la industria eléctrica como una medida preventiva ante posibles catástrofes.