La publicación en México de la edición completa y revisada de la biografía crítica de Stalin de León Trotski ha tenido un amplio impacto tanto en el acto de presentación como en la cobertura periodística de la edición que ha corrido a cargo Fontamara editores.
Stalin fue el último libro que Trotsky estaba escribiendo cuando el asesino Ramón Mercader le arrancó la vida. El 11 de noviembre se presentó el libro, frente a un auditorio repleto, en la Casa Museo León Trotsky, esta publicación inconclusa del legendario revolucionario y mártir de la clase obrera, fue recibida entre la expectación de los viejos militantes revolucionarios y el ánimo de la juventud ahí reunida, en un acto extraordinario.
La presentación corrió a cargo de Esteban Volkov, nieto de León Trotsky e incansable defensor de las ideas de su abuelo junto a Alan Woods, dirigente de la Corriente Marxista Internacional y director de la popular página web marxist.com.
En el museo había casi 200 personas, con el auditorio repleto y la una sala adjunta totalmente llena. Hablaron de la trascendencia de este libro y explicaron el papel que jugó Stalin como personalidad en el proceso de degeneración burocrática.
El primero en tomar la palabra fue Israel López, representante de la editorial Fontamara, que estuvo a cargo de la edición e impresión de libro. El compañero dio una breve participación explicando lo que el libro significaba para la editorial, así como dar las gracias a Alan Woods por permitirles la publicación de tan importante libro.
El segundo a la palabra fue Esteban Volkov. Con su singular forma de exponer sus ideas, siempre defendiendo las ideas del marxismo y de León Trotsky, sacudió con su voz firme y segura al auditorio, explicó la travesía que vivió este libro, haciendo hincapié en la importancia de leerlo.
La audiencia mostró su aprecio con un cálido aplauso.
Durante 60 años se publicaron versiones de esta obra distorsionada. No fue hasta que Alan Woods y la Corriente Marxista Internacional se puso la tarea de rescatar de los archivos de Harvard, los documentos que no fueron incluidos en la obra. Este trabajo duro casi 10 años de búsqueda, traducción de materiales, transcripción, acomodo y darle sentido al texto.
Finalmente Alan Woods tomó la palabra:
“Esta es una de las obras maestras del marxismo, donde podemos encontrar un análisis del papel del individuo en la historia, no solo en términos políticos, sino incluso psicológicos”. Comentó que había una obra de Marx donde se analiza de forma similar este fenómeno, El 18 Brumario de Luis Bonaparte.
La parte más interesante y en la cual se centró su intervención fue responder la pregunta que el mismo se hizo, ¿Por qué venció Stalin a Trotsky? No fue por el talento de Stalin o porque fuera más astuto, por el contrario, Stalin fue una figura gris y secundaria en la revolución. La respuesta a la pregunta se encuentra en las condiciones objetivas.
Él explicó, de forma bastante inteligente, que las revoluciones tienen etapas, que en la etapa de ascenso se necesitan verdaderos héroes para llevar adelante las tareas que se tiene por delante. Lenin y Trotsky fueron verdaderos genios, pero no eran los únicos, toda una capa de dirigentes del partido bolchevique jugaron un papel fundamental, fueron verdaderos gigantes. El mismo fenómeno se puede ver durante la revolución francesa, en el periodo de ascenso vimos a grandes revolucionarios al frente: Robespierre, Marat, Danton, etc.
Pero después de un periodo de ascenso, siguió un periodo de reflujo, las masas, cansadas y hasta cierto punto desmoralizadas, regresaron a la rutina de la vida cotidiana, etc. Recordemos que los obreros y campesinos rusos habían pasado por de 4 años de Guerra Mundial, dos revoluciones, años de guerra civil sangrienta, presiones económicas, sabotajes y muchas otras cosas.
Pero los bolcheviques veían en la revolución rusa como un eslabón de la revolución mundial, la derrota de la revolución alemana dejó aislada la Revolución Rusa, eso acentuó la desmoralización y apatía de los trabajadores y campesinos. Esta es la base sobre la que surge el poder de la burocracia soviética.
La reacción pequeñoburguesa y burocrática se sintió fuerte y segura cuando dejaron de sentir la presión de los trabajadores. En eso momento ya no se necesitan los grandes hombres, sino una gente mediocre. La burocracia necesitaba un líder en las filas del bolchevismo, lo encontraron en la figura de Stalin. Los héroes de la revolución fueron desplazados por trepadores sin escrúpulos.
Alan explico que Trotsky intento apoyarse en la clase obrera pero los obreros estaban agotados. Dijo:
“Hay una mentira que se ha repetido miles de veces, que el bolchevismo y el estalinismo es lo mismo, que el germen del estalinismo estaba en el bolchevismo y la forma de organización leninista. A los que defienden esta idea les pregunto ¿ si realmente fuesen idénticos el estalinismo y el bolchevismo, por que Stalin, para consolidar su dictadura burocrática y totalitaria tuvo aniquilar el partido de Lenin?”.
Como cualquier asesino, Stalin tenía que eliminar a todos los testigos, y lo hizo, eliminó a la vanguardia de la revolución, a sus familiares y amigos. Toda la vieja guardia fue asesinada para poder acentuar el poder de la burocracia estalinista. Una guerra civil unilateral.
Alan reafirmó: “Bolchevismo y estalinismo no son lo mismo, son antagónicos, contrarios”
También dijo que es una mentira absurda, que Trotsky estaba luchando por el poder. Alan explicó que Trotsky sabía desde el principio que esa batalla estaba perdida, por las condiciones objetivas, materiales, que había en ese momento eran desfavorables. Trotsky decidió luchar por una sola cosa; defender el bolchevismo y la revolución de octubre, preservarlo para las nuevas generaciones:
“Stalin pensaba que matando a León Trotsky se acabaría todo. Se equivocó, porque se podrá matar a un hombre, pero nunca a una idea cuyo momento ha llegado”.
Después de la maravillosa intervención de Alan Woods se abrió una ronda de participaciones y preguntas, todas muy interesantes, sobre el papel de la violencia, las similitudes del régimen estalinista con el fascismo, el trato de Stalin a la disidencia anarquista, etc.
Alan respondió a cada una de ellas de forma brillante, animó a seguir luchando por las ideas de Trotsky, las cuales son las ideas del auténtico marxismo. Invitó a organizarse en la Corriente Marxista Internacional para proseguir el camino de los bolcheviques hace 100 años y la lucha por el socialismo.
Todos los presentes quedaron satisfechos con la presentación de esta obre maestra del marxismo, en sus aplausos y sonrisas se pudo ver el compromiso que hay con las ideas de la exposición.
Esteban Volkov, nieto de León Trotsky durante su intervenciónEsteban Volkov y Alan WoodsAlan Woods durante su exposiciónEl auditorio del Museo Casa León Trotsky completamente lleno
Se habilitó una sala más para proyectar la presentaciónAlan Woods en la firma del libro
El acto realizado el sábado 10 de noviembre, superó todas las expectativas, el Museo León Trotsky ubicado en la delegación Coyoacán de la Ciudad de México se desbordó, desde la 4 de la tarde, dos horas antes de la cita, personas estaban formadas afuera del reciento.
“En este mundo hay muchos libros, hay muchos libros malos, libros mediocres todavía mas y algunos libros buenos e incluso algunos muy buenos, pero libros geniales hay muy pocos. Pido perdón a Leonardo pero voy a decir lo que pienso. Este libro es un libro genial”. Estas palabras de Alan Woods sobre El hombre que amaba a los perros de Leonardo Padura fueron recibidas con aplausos entusiastas. El dirigente de la Corriente Marxista Internacional prosiguió diciendo: “Y lo digo por varias razones. En primer lugar es muy difícil escribir una novela histórica, es muy difícil escribir un libro histórico que es una obra literaria excelente y al mismo tiempo en un libro que trata de la historia de una forma científica y objetiva. Es casi imposible”. Dijo conocer muy bien la historia de Trotsky y recomendó el libro a todo aquel que deseé saberla.
El autor, el escritor cubano Leonardo Padura, agradeció la presencia de Esteban Volkov, el niño Sieva que aparece en su novela. El museo fue insuficiente para albergar a toda la gente que quería estar en este acto. Una fila enorme se había creado a las afueras del museo, quizás unas 400 personas en total. El auditorio estuvo abarrotado al igual que la sala de al lado, usada para la exposición permanente, que fue llenada con sillas y además había gente parada. Lamentablemente, no fue posible que mucha gente ingresara.
Por tercera vez Leonardo Padura estuvo en el Museo Trotsky, las veces pasadas lo visitó como una persona cualquiera. El autor de El hombre que amaba a los perros explicó que tenía curiosidad por conocer que tan malo fue ese personaje que desapareció de la foto que es un ícono donde Lenin habla en la plaza roja. Trotsky el traidor y Trotsky el renegado son los únicos dos libros que Leonardo encontró en la biblioteca central de Cuba sobre este personaje. Cuando estuvo en México por primera vez, pidió a un amigo que fueran a visitar el Museo León Trotsky, se dio cuenta que ese pueblo de las afueras había sido tragado por la ciudad. Era Octubre de 1989 y quince días después cayó el muro de Berlín produciendo un efecto dominó. Eso afectó la sensibilidad de Leonardo Padura.
Padura tiene un libro llamado Aquello estaba deseando ocurrir esto parecía un llamado a Leonardo, él visitó con más calma, pocos años después de su primer viaje, el Museo Trotsky. Supo que un hombre que se hacía llamar Ramón López vivió durante 4 años en la misma ciudad que Padura, su nombre real era Ramón Mercader y fue el asesino de Trotsky. Con la caída del muro se aperturaron los archivos de Moscú lo que benefició al autor de El hombre que amaba a los perros que ya estaba coleccionando, buscando muchas veces en los libros de viejo de España textos sobre Trotsky pero no encontraba prácticamente nada de Ramón Mercader. Acumuló gran cantidad de información y había escrito una cronología de 1,400 páginas.
Ya estaba trabajabando en este gran obra: El hombre que amaba a los perros. Un amigo le dijo que estaba metido en un gran problema porqué en esta historia todos mienten. Stalin, además, era el hombre que recibía las ultimas notas de los plantes del asesinato y terminaba quemando los mensajes. Ramón Mercader, en Moscú, ni siquiera fue enterrado con su nombre. Padura investigó a personajes en situaciones similares o que estuvieron cuando en los mismos lugares que Mercader. Viajó a diversos países europeos y por primera vez a Rusia.
Estudiar a Mercader no fue tarea fácil. Leonardo fue incluso paciente del mismo médico que atendió al asesino de Trotsky. Conoció a familia catalana Mercader que desconocían que eran sis descendientes.
Finalmente hubo gente que le conoció a ese tal Ramón López en Cuba que pudo dar real información de este personaje.
Padura tenía muchos años de no estar en Ciudad de México, él dice que por cobardía política por que la altura no le asienta bien. Dijo que estaba ahí porque la UNAM “lo había obligado” porque un día antes de la presentación de El hombre que amaba a los perros en el Museo Casa León Trotsky recibió el doctorado Honoris Causa por esta, la más grande universidad de Latinoamérica. Reconoció que en realidad había muchas razones para regresar. Su libro ha tenido una enorme acogida en tres países, uno es España pues una parte de la historia se desarrolla en la Guerra Civil, otro es Brasil donde hay muchos trotskistas o simpatizantes trotskistas y el tercero México. Ya había estado en la feria del libro de Guadalajara pero faltaba la ciudad de México.
Dentro del ser humano siempre ha luchado por la sociedad de los iguales pero este ideal fue pervertido en la URSS. Stalin hizo una locura en el campo que llevó a hambruna en Ucrania, traicionó a la clase obrera e hizo un pacto no solo de no agresión sino también de amistad con Hitler. En ese mundo donde todos mienten, Trotsky, aun cuando viejos compañeros renegaron de él, fue consecuente con la verdad y esas ideas. Sacrificó mucho, incluso a su familia y a su propia vida.
Padura dijo que no era un escritor político pero entró a un terreno político con personaje que fue un animal político, un revolucionario profesional como. Padura dijo que no vota por ningún bando en su novela, que buscó encontrar la razón de porque se pervirtió a lo que llama el ideal de una utopía. En una causa donde se quiere hacer el bien se violan todos los códigos. Qué fue lo que llevó a este hombre manipualdo, Ramón Mercader, a en nombre de la revolución perpetuar el crimen. Es una de las preguntas que Padura quería responder
Leonardo Padura señaló que a 100 años se siente el aliento heroico de la revolución de octubre. Y se preguntó hasta que punto esas ideas por as que lucharon los revolucionarios no se han cumplido y necesitarían cumplirse. Vivimos en un mundo donde los niveles de injusticia e inequidad son mayores. En África la gente muere de hambre y de enfermedades completamente curables. Terminó diciendo que era necesario refundar la utopía.
El segundo orador fue Alan Woods. Después de recomendar su libro resaltó su complejidad literaria. Dijo que al leer este libro que le regaló Esteban Volkov y sin conocer otras obras de Padura supo que era un escritor de historias policiacas porque podía mantener la atención pero en una historia de ese tipo generas interés porque no sabes quién es el asesino sino hasta el final mientras que aquí lo sabes desde el primer momento. Es muy complejo escribir una obra así manteniendo toda la atención de inicio a fin del lector, mantiene el interés psicológico de todos los personajes. Agatha Cristi, por ejemplo, todos sus personajes parecen iguales, de cartón y en el libro presentado no. Alan equiparó El Hombre que amaba a los Perros con la altura de Crimen y Castigo de Dostoievsky. Hay hombres y mujeres de carne y hueso y eso se siente.
Mientras que la vida de Trotsky está muy documentada ocurre lo contrario con la de Mercader, pero este monstruo, estas fueron las palabras que usó Alan para enzarzar a Padura, logró conseguir esta obra creíble con tan pocos datos. Además dijo que una persona que escribe una novela, hasta cierto punto necesita un punto de identidad. No quiere decir por eso que este libro simpatice con Mercader, aunque si lo comprender el mecanismo de su psicología, eso es un gran logro.
“El único otro libro que se me ocurre que hace algo similar es la última obra de León Trotsky. Lo estaba escribiendo cuando lo asesinaron y Esteban Volkov cree, y yo estoy de acuerdo, que jugó un cierto papel en el asesinato. Fue una biografía de Stalin nada menos. Este libro hasta la fecha ha sido publicado de una forma distorsionada y censurada, muy incompleta. Este libro es la última palabra de Trotsky y es una obra maestra del marxismo que no tiene paralelo. ¿Por qué lo digo? Ahí Trotsky entra en las relaciones, como tú lo haces aquí Leonardo, en las relaciones complicadas entre el individuo y grandes procesos históricos. Trotsky analiza la psicología de Stalin y tu analizas aquí la psicología de Mercader”.
Alan dijo que le recuerda a Bach que unifica muchos temas diferentes con un motivo común eta obra que usa para esta unificaciíon el recurso literario de los perros. Dijo que después lo criticaría Leonardo por pasarse de alabanzas pero que decía eso de corazón.
¿Y el aspecto histórico qué? Alan dijo que él ha pasado su vida estudiando las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky y el libro de Padura es correcto hasta en detalles. El corazón, el alma de la obra son los últimos años de Trotsky hasta su muerte.
La revolución rusa fue dirigida por dos hombres: Lenin y Trotsky. Cuando Rusia fue invadida por los ejércitos imperialistas fue un hombre, León Trotsky, que desde la nada creo el Ejército Rojo e hizo muchas roles de primer orden en la historia. La derrota de Trotsky no se debió a que Stalin fuera superior, su derrota es la derrota de la clase obrera. Trotsky no luchó por el poder sino por defender las ideas y esa batalla la ganó aunque perdiera la vida. Alan terminó su exposición con estas palabras: “No se puede destruir una idea y 70 años después estas ideas siguen tan vigentes y vitales para el triunfo de la clase trabajadora como nunca. Las ideas de Trotsky viven y depende de nosotros si van a tener éxito o no”.
Finalmente Esteban Volkov tomó el micrófono. Recordó como la ya fallecida Celia Hart les habló de forma muy bien de la novela llamada El hombre que amaba a los perros de Leonardo Padura que hablaba sobre Trotsky sin imaginar entonces el enorme impacto que esta tendría esa extraordinaria acogida, resonancia e importancia histórica. Pocas veces se ha oído una opinión tan elogiosa y generalizada respecto de una novela. Quien viviera de niño en esa casa de la calle Viena en Coyoacán dijo que al margen de su importancia literaria Leonardo Padura nos demuestra que es posible retornar al pasado con gran veracidad restituyéndola ya que ha sido tan mutilada y tergiversada. “¡Si se puede dar vida al pasado!”, dijo. Recordó como su abuelo en esa casa refutaba a sus adversarios a quienes conocía su a la perfección. Esteban Volkov concluyó con estas palabras:
“Si es una labor muy meritoria y digna de elogios la llevada a cabo por Leonardo Padura el haber contribuido a restablecer la memoria histórica de uno de los acontecimientos más trascendentes de la historia contemporánea como fue la revolución bolchevique de Octubre de 1917 restableciendo el papel que tuvo junto a Lenin uno de sus principales protagonistas como fue el revolucionario ruso, León Trotsky precisamente asesinado, aquí en este lugar donde nos encontramos, por José Stalin el 20 de agosto de 1940”.
El público que se mantuvo atento durante todas las exposiciones le respondió con un mar de aplausos.
Desde las 4 de la tarde las personas se dieron cita en el MuseoAlan Woods, Leonardo Padura y Esteban VolkovEl auditorio se llenó
Mucho interés despertó el eventoSe tuvo que habilitar otra sala
El jueves, 9 de noviembre, con más de 100 compañeras y compañeros presentes, en un auditorio abarrotado, se inició la charla pública de Alan Woods, dirigente de la Corriente Marxista Internacional, en la Escuela Superior de Economía del Politécnico.
Tal fue el interés de los jóvenes, profesores y trabajadores que vinieron del exterior, que la capacidad del auditorio resultó completamente insuficiente. Estaba tan abarrotado que muchos tuvieron que sentarse en las escaleras, quedarse en las puertas o de plano no pudieron entrar a la reunión. El tema fue: ¿Qué consiguió la revolución rusa y por qué degeneró? Esta actividad se realiza en conmemoración del centenario de la Revolución rusa.
Es fundamental para la juventud abrir un debate sobre estos acontecimientos. Regularmente en las aulas de escuelas y universidades solo se oyen mentiras sobre estos temas, la más notoria de ellas es que el socialismo no sirve y esto quedó demostrado cuando cayó el “socialismo real”, etc. Como resultado de este análisis superficial y tendencioso, se dice que no vale la pena hacer revoluciones, las cuales solo traen desgracias para los pueblos, sino mejor conformarnos con lo que hay y si acaso se tiene que luchar, que sea en los confines del capitalismo.
Es por esta razón que la Corriente Marxista Internacional en México, que se agrupa en la organización La Izquierda Socialista, se ha dado a la tarea de celebrar el centenario de la Revolución Rusa, explicando a fondo qué significó y cómo transformó la vida de millones de hombres y mujeres.
Alan Woods comenzó su discurso atacando la campaña de falsificación y mentiras contra la Revolución de Octubre:
“Nosotros estamos celebrando el aniversario de la Revolución de Octubre a nuestra manera y los enemigos del socialismo a la suya. Detrás de esta avalancha de falsificaciones hay odio, un odio de clase, y no tiene que extrañarnos. Pero detrás de este odio también hay miedo, miedo a la revolución”.
Alan continuó señalando que la burguesía también ha falsificado y calumniado las grandes revoluciones del pasado, como la Revolución francesa y la Revolución inglesa. Nosotros tenemos que hacer nuestra la bandera de la Revolución de Octubre.
Algunos de los peores detractores de la Revolución de Octubre son rusos. Explicó como muchos que ayer alababan y escribían loas a Stalin y al estalinismo, ahora no tienen ningún problema en escupir sobre la Revolución bolchevique.
Alan comentó que se trata de asustar a la juventud para que no tome la vía revolucionaria: “Se acusa a la Revolución de Octubre de ser un acto violento, cuando en realidad hubo muy poca violencia; fue una revolución relativamente pacífica, por lo menos en Petrogrado. La razón es que un noventa por ciento de las tareas de la insurrección ya habían sido cumplidas en los nueve meses anteriores mediante el trabajo de propaganda y agitación que permitió a los bolcheviques ganar la mayoría decisiva no solo de los obreros, sino también los soldados”.
Alan continuó: “Hay quienes dicen que habría sido mejor que los bolcheviques no hubieran tomado el poder. Pero de no haberlo hecho, no hubiéramos tenido una democracia burguesa, sino fascismo ruso”.
A lo largo de su exposición, Alan Woods fue desmenuzando la sarta de mentiras que afirman que el bolchevismo y el estalinismo son lo mismo. Explicó las causas objetivas de la degeneración burocrática y demostró a los presentes que para los marxistas el socialismo no solo es una buena idea. Marx explicó que el socialismo necesita una base material en el desarrollo de las fuerzas productivas y la cultura.
Los obreros rusos estaban exhaustos después de años de guerra mundial, de guerra civil e intervención imperialista. Rusia era un país inmerso en un profundo atraso cultural y económico. Las condiciones para la construcción del socialismo en Rusia estaban ausentes.
Los bolcheviques tomaron el poder con la perspectiva de una revolución internacional, sobre todo en Alemania donde las condiciones materiales para empezar la construcción socialista estaban presentes. El golpe mortal fue la derrota de la revolución internacional, particularmente en Alemania, donde la socialdemocracia traicionó a los obreros y devolvió el poder a la burguesía. Esto significó el aislamiento de la revolución rusa en condiciones de terrible atraso que fue la base real del ascenso de la burocracia estalinista. Alan explicó que lo que cayó en la URSS fue una caricatura burocrática y totalitaria del socialismo.
Cuando Alan terminó su intervención, fue fuertemente aplaudido.
Le siguieron una ronda de participaciones y preguntas, todas muy interesantes. Algunas rondaron en el tema de la burocracia estalinista, otras sobre los efectos de una posible revolución socialista en México. Otros preguntaron sobre lo que pensaba de las “nuevas” ideas en la izquierda, la originalidad de los “nuevos” pensadores y sobre las contradicciones en la revolución en Venezuela.
En su respuesta, Alan comenzó expandiéndose en los logros de la Revolución de Octubre, sobre todo en el tema de la lucha por la emancipación de la mujer. A continuación criticó a los que tachan al marxismo de “anticuado”: “Si alguien me presenta un nuevo sistema de ideas y me demuestra que sea superior al marxismo, yo me comprometo a aceptarlo. Pero simplemente no lo hay; no existen esas ideas superiores al marxismo. Las ‘nuevas ideas’ en realidad son ideas premarxistas que el marxismo ya rebatió hace mucho tiempo”.
Alan Woods terminó haciendo un llamamiento a la organización de la juventud y la lucha por una nueva revolución mexicana, que tendrá que ser socialista. Esta es la única salida para la juventud y la clase trabajadora.
Todos los presentes, incluidos los profesores que asistieron al acto, mostraron un gran entusiasmo por las ideas defendidas por el camarada Alan Woods. Se vendió una cantidad importante de literatura marxista y se sacaron muchas direcciones de gente interesada en las ideas de la Corriente Marxista Internacional.
La huelga general catalana contra la represión, y la intervención del artículo 155, y por la liberación de los presos políticos logró paralizar el país. A pesar de todas las dificultades, la huelga tuvo un gran número de seguidores en la enseñanza, el sector público y los medios de comunicación, pero fue casi inexistente en la industria y el transporte. Sin embargo, el día estuvo marcado por bloqueos masivos de carreteras y del transporte, organizados por los Comités de Defensa de la República (CDR), y por manifestaciones masivas en todas las ciudades y pueblos.
La huelga fue convocada como parte de las protestas contra el encarcelamiento de 8 miembros del gobierno catalán bajo cargos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos, por su participación en el referéndum sobre la independencia de Cataluña del 1 de octubre. La convocatoria legal a la huelga había sido emitida por un pequeño sindicato con poca representación (I-CSC), pero luego había ganado el apoyo de otros sindicatos como COS (un pequeño sindicato independentista) e IAC (que incluye a USTEC, el sindicato mayoritario entre los docentes de Cataluña, y a CATAC, el sindicato mayoritario de los funcionarios catalanes). La CGT de Catalunya, que había jugado un papel clave en la anterior huelga general contra la represión del 3 de octubre, esta vez no tuvo tiempo de pasar por el proceso completo de consultar a sus miembros, pero muchas de sus regiones y federaciones se mostraron favorables ( incluida su federación de enseñanza, las regiones de Tarragona y Lleida, el sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Barcelona, etc.). El movimiento estudiantil, liderado por Universidades por la República, también se unió a la convocatoria de huelga.
Hubo dificultades evidentes para convocar una huelga abiertamente política sin el apoyo de las dos principales confederaciones sindicales (CCOO y UGT), que ni siquiera pretendieron apoyarla como hicieron el 3 de octubre, y hubo muy poco tiempo para organizarla Además, la principal organización de empresarios catalanes, Foment del Treball, presentó una impugnación judicial alegando que se trataba de una huelga política (y, por lo tanto, prohibida por la legislación laboral española). El Tribunal no se pronunció sobre la impugnación hasta la víspera de la huelga y luego Foment recurrió ante un tribunal superior, que también la desestimó. Como resultado, hubo incertidumbre sobre la legalidad de la huelga hasta el último minuto. La actitud de la burguesía catalana ha sido clara desde el principio, está en contra de la independencia y particularmente está en contra de todo lo que tenga que ver con la movilización de masas y las huelgas. Los Comunes adoptaron la posición escandalosa de no apoyar la huelga por los derechos democráticos sobre la base de que “no tenía una base suficientemente amplia”.
Finalmente, la huelga tuvo un gran seguimiento en la educación, donde paró el 80% según los organizadores y entre los funcionarios catalanes, el 40% de los cuales paró. Los trabajadores de los medios estatales catalanes (TV3, Catalunya Radio, etc.) que están bajo la amenaza directa de la intervención del artículo 155, también votaron a favor de la huelga en asambleas masivas. El sistema de salud pública también se vio afectado y hubo un cierre generalizado de pequeñas tiendas y negocios. Sin embargo, estaba claro que la huelga tuvo un seguimiento extremadamente limitado en la industria y el transporte.
Uno de los puntos focales de las protestas del día fueron los bloqueos de carreteras y del transporte organizados por los Comités de Defensa de la República. Esta fue realmente la primera vez que la coordinación nacional de los CDR estuvo organizando una acción independiente y fue un gran éxito. Desde temprano por la mañana, 50 carreteras principales fueron bloqueadas en toda Cataluña, y cada bloqueo vial estuvo a cargo de cientos de personas. Estos bloqueos incluyeron las principales autopistas que unen Cataluña con Francia y Valencia, así como las principales carreteras que conducen a Andorra y Aragón. En la provincia de Barcelona, la mayoría de las carreteras principales fueron bloqueadas en un punto u otro. En Barcelona, las calles principales estaban bloqueadas, así como la estación principal de autobuses.
En Girona, unas 500 personas rompieron el cordón de la policía para ocupar la estación principal de trenes e interrumpieron la circulación de los trenes AVE de alta velocidad durante todo el día. La estación principal de tren de Barcelona, Sants, fue bloqueada a última hora de la tarde por una manifestación de cientos de estudiantes que también lograron detener los trenes AVE. La policía luego cerró la estación y se dispuso a desalojar a los manifestantes, pero fueron apoyados por cientos que se agruparon afuera y finalmente los que estaban atrapados dentro pudieron escapar a través de una salida de emergencia.
No hubo incidentes importantes con la policía durante el día, aunque camionetas de la Policía Nacional cargaron contra un bloqueo en la Gran Vía de Barcelona y la policía antidisturbios de los Mossos atacaron un par de bloqueos y sacaron por la fuerza a los bloqueadores de la estación de autobuses de Barcelona. Los Mossos ahora están bajo el mando directo del gobierno español, pero durante todo el día parecía que la actitud general de la policía, enfrentada a una movilización a gran escala, era la de no intervenir para no inflamar aún más la situación.
Al mediodía hubo manifestaciones masivas en muchas ciudades y pueblos, incluida una que llenó toda la plaza de Sant Jaume en Barcelona. Las columnas organizadas por los CDR de los barrios convergieron hacia el centro de la ciudad. En Mataró, se juntaron 3.000 y luego marcharon para bloquear una carretera cercana. En Sabadell, 3.000 marcharon al mediodía. En Terrassa hubo 10,000 en la concentración.
A última hora de la tarde, los CDR aconsejaron a todos que reforzaran los bloqueos de carreteras en las carreteras principales que entraban y salían de Cataluña (Operació Fronteres, lo llamaron), y de nuevo cientos respondieron al llamamiento, viajando largas distancias para ayudar a aquellos que ya habían estado bloqueándolas desde antes del amanecer.
Por la noche hubo nuevamente grandes manifestaciones en todos los pueblos y ciudades. Decenas de miles llenaron la Avinguda de la Catedral en Barcelona. El ambiente ya no era de euforia ni de celebración, sino de resolución y combatividad. El secretario general de la UGT catalana, Camil Ros, fue silbado y abucheado por la posición de su sindicato de no apoyar la convocatoria de la huelga general. Una representante de los CDR habló, dando el discurso más combativo que fue muy bien recibido. Hizo hincapié en la importancia de la organización popular: “debe ser una República de los de abajo, no de los de arriba”, dijo, “debemos seguir saliendo a la calle ya que sin nosotros no hay República”.
Miles de personas llenaron la plaza Mercadal en Reus, una vez más. Miles también se manifestaron en Vic, Manresa, Lleida, Vilanova i la Geltrú, Vilafranca, Manresa y decenas de otros pueblos y ciudades.
El día se cerró con el levantamiento final de los principales bloqueos de carreteras. La frontera con Francia en Puigcerdà no se volvió a abrir hasta esta mañana. Para las decenas de miles que habían participado en las acciones, este había sido un día muy largo, pero en el que la idea del poder de las masas movilizadas dominaba la mente de todos.
Los Comités de Defensa de la República han demostrado su fortaleza y su capacidad para organizarse en un día en que ellos, junto con los pequeños sindicatos, fueron los más implicados en la movilización. Ese es un paso adelante muy importante.
Toda la atención se centra ahora en la manifestación del sábado en Barcelona, convocada por la ANC y el Òmnium, que esperan que sea de un tamaño similar a la de los grandes actos de la Diada, en los que entre uno y dos millones de personas han venido manifestándose en los últimos 5 años.
La represión estatal no ha detenido el movimiento por una república catalana, por el contrario. Mientras que la mayoría de los líderes políticos se concentran en la cuestión de cómo proceder ante las elecciones catalanas del 21 de diciembre (convocadas mediante el artículo 155 que disolvió al parlamento catalán), las masas en las calles han demostrado una vez más su voluntad de luchar. Ahora tienen una herramienta propia: los CDR.
“La honradez política- en el verdadero, en el profundo sentido de esta palabra-, la honradez consiste en saber renunciar a cualquier simpatía o antipatías personales en los enjuiciamientos y acciones políticas propias, no es inherente a todo el mundo, y quien la posee, no le surge fácilmente” [Krupskaia acerca de Lenin]
Lenin vive en Múnich de octubre de 1900 a abril de 1901. En marzo de 1901, después determinar su condena en Ufa, Krupskaia se reúne con Lenin y se vuelve la secretaria todopoderosa de Iskra –concentraba la correspondencia y toda la información de las personas, los círculos viejos, nuevos y por consolidar-. Lenin –que sabe que el destierro de Krupskaia está por terminar- le pide que traiga consigo el viejo álbum familiar, esa navidad en solitario no deja de afectarle y el clima londinense no le gusta –prefiere el invierno siberiano-.
El reencuentro con Lenin, a finales de febrero de 1901, es para Krupskaia toda una odisea que muestra las condiciones de clandestinidad: Krupskaia había enviado un telegrama cifrado para que la recogieran en Praga donde se suponía vivía Lenin con el apellido de Modratschek, cuando nadie pasa por ella toma un taxi y al tocar la puerta del tal Modratschek –según la dirección que se le había enviado- abre la puerta una rubia checa y luego un obrero que dice ser Modratschek. Cuando Krupskaia dice buscar a su marido el obrero le aclara que él es sólo un intermediario de las cartas del señor Rittmeyer que vive en Múnich y le da una dirección. Krupskaia se dirige a ésta pero se trata de una cervecería, en el mostrador pregunta por Rittmeyer y el señor regordete que atiende respode: “soy yo”. “No –balbucea Krupskaia- Rittmeyer es mi marido. Y nos miramos como dos imbéciles –continúa Krupskaia-. Al final llegó la esposa de Rittmayer, y, después de darme una ojeada, adivinó de lo que se trataba: ¡Ah! Seguramente es la mujer de herr Meyer, pues herr Meyer espera a su mujer, que debe llegar de Siberia. Venga usted conmigo […] se abre la puerta y alrededor de una mesa se hallan sentados Vladimir Ilich, Martov y Anna Ilinichna. Olvidándome hasta de dar las gracias a la dueña, empiezo a regañar: “¡Diablo! ¿Por qué no has escrito dónde te podía encontrar? […] Resultó que el individuo a cuyo nombre había sido mandado el libro con la dirección, se había quedado el libro para leerlo. No eran pocos los rusos que entonces viajaban por el mismo estilo. Chliápnikov la primera vez, en lugar de ir a Ginebra, se fue a Génova, y Bábuschkin en vez de ir a Londres, por poco va a parar a América”.1
La hermana de Lenin, Ana, instalada en Berlín, se involucra en la difusión de Iskra –de hecho, Dimitri y María sufrirán interminables encarcelamientos por sus actividades socialdemócratas y Dimitri participará en el II Congreso-. Del cuartucho de la cervecería -que pertenecía a un simpatizante socialdemócrata- donde vivió Lenin hasta la llegada de su esposa, ambos se mudan a un apartamento de tres habitaciones, dos de las cuales están ocupadas por un matrimonio obrero con 6 hijos. La pequeña habitación restante sirve simultáneamente de alcoba, estudio, sala de estar y concina. Es aquí donde, dando vueltas en la pequeña estancia y con una Krupskaia tratando, en esos momentos, de no interrumpir, Lenin escribe el “Qué hacer”- cuyo contenido ya hemos expuesto-. La situación económica de la pareja mejoró con los 250 rublos que Lenin recibe del editor de San Petersburgo y aunque Lenin pide a su madre que no lo haga, ésta atenta y maternal sigue enviándole dinero. Debieron mudarse de nuevo a Schwebing –suburbio de Múnich- cuando se muda con ellos la madre omnipresente de Krupskaia.
Dos personalidades. Lenin y Martov
En este apartamento se realizan las reuniones de redacción de Iskra a las que asisten –entre otros- Lenin, Krupskaia, Martov y Zasulich. La redacción se reúne en la mañana después del desayuno y terminaba a las siete u ocho de la noche, hora en la que todos se dispersan para comer.2
Cuando Krupskaia llega a Múnich, Lenin le describe a Zasulich de la siguiente manera: “cuando veas a Vera Ivánovna te convencerás de que es una persona tan limpia como el cristal”.3 Lenin veía una característica positiva en una persona y se aferraba a ella con entusiasmo buscando la manera de aprovechar esa característica en el desarrollo de la organización.
Vera Zasulich era una revolucionaria que pertenecía a otra época: con apenas 20 años –en 1869- comienza una vida de presidios y deportaciones muy duras. Participó en el movimiento “Tierra y libertad” como tipógrafa. En 1878 realiza –en solitario y para vengar los maltratos a los presos políticos- un atentado contra el odiado general Trepov que, sin pretenderlo, inaugura la ola terrorista de la “Voluntad del pueblo”. Su juicio se convierte en una tribuna política y en una derrota simbólica para el gobierno –que debe absolverla para ahorrarse el escándalo- a la que asiste el escritor Fiódor Dostoyevski -quien se inspira en ese juicio para su obra “Los hermanos Karamázov”-. “Pensadora con una gran agudeza, una amplia cultura, principalmente sobre historia, y una intuición psicológica poco común”- recuerda Trotsky-.4 Escribía con mucha dificultad y esfuerzo “lo que ella escribe –dijo Lenin al joven pluma (Trotsky)- no es una composición, es un mosaico”. En su tortuosa forma de escribir: “[…] extendía su texto sobre el papel frase por frase, iba y venía durante mucho tiempo por la sala, patinando y golpeando el suelo con sus pantuflas, fumaba sin cesar cigarrillos que ella misma había hecho, tirando las colillas a medio fumar en todas las esquinas, sobre los apoyo de las ventanas, sobre las mesas, esparciendo las cenizas por su vestido, sobre sus manos, los manuscritos, en su taza de té y, si la ocasión se presentaba, sobre su interlocutor. Era y fue hasta el final una vieja intelectual radical a quien la suerte le había infligido una inyección de marxismo […] En Vera Ivánova –dijo Lenin al joven Trotsky-muchas cosas reposan sobre la moral y los sentimientos”.5 Además, Vera no tenía más familia que el grupo político al que pertenecía –Lev Deutsch, su pareja, se va a vivir a París- así que en realidad era una persona solitaria. “[…] algunas veces hablaba de su soledad –recuerda Kruspaia- ´no tengo a nadie´, e inmediatamente se esforzaba por disimular su amargura con alguna broma: ´Ya sé que me quieren y que cuando muera me extrañarán a la hora del té”.6 Como intelectual radical -para quien “muchas cosas reposan en el sentimiento”- Vera no supo romper con los liberales radicales que, como Struve, habían tenido un pasado “cuasi-marxista” o habían colaborado con el grupo. Lenin –quien sabía romper implacablemente con ideas y personas cuando era necesario- les aplicaba a Zasulich y a Protresov, medio en broma y medio en serio, el calificativo de “Struve-freundliche Partei” [el Partido de los amigos de Struve]. Esta diferencia de carácter será, como veremos, importante en el curso de los acontecimientos.
Lev Deutsch
Martov, según observaba Lenin, era un periodista de mucho talento que escribía rápido y al vuelo, “para Iskra –dice Krupskaia-Martov era insustituible”7 Pero –como buen periodista enfocado en el presente, las polémicas del día, las últimas noticias y los chismes de emigrados- sus escritos carecen de la profundidad necesaria que da el estudio paciente y meticuloso. Martov fue un colaborador muy cercano a Lenin por cerca de 10 años –hasta el rompimiento de 1903- y fue de las pocas personas que Lenin “tuteó”. Pero sus personalidades no podía ser más diferentes y contrastantes: Martov era un bohemio muy leído y un tanto excéntrico, que gustaba de discutir caóticamente de todo y a toda hora, saltando de un tema a otro. “Martov –dice Trotsky- tenía innumerables y a menudo brillantes intuiciones, concebía hipótesis, hacía propuestas, que él mismo frecuentemente pronto olvidaba”.8
Las reuniones con Martov –cuya maratónica capacidad de conversación podía dar para cinco horas y más- desesperaban a Lenin pues degeneraban constantemente en chismes y habladurías que le irritaban. Pero “Martov–cuanta Krupskaia- no podía vivir sin esas conversaciones. Al salir de nuestra casa se iba con Vera Ivánovna [Zasulich], Dimka y Blumenfeld [secretaria de Iskra] al café, donde pasaban horas y horas”.9 Martov incluso disertaba sin parar en el momento de lavar los platos: “Según ella [Krupskaia], hacía muy concienzudamente su tarea [lavar los platos] y sólo protestaba cuando le hacían lavar la vajilla. Se quejaba entonces de la ´lentitud del progreso´ y pedía de todo corazón la llegada de una época en que se usara una vajilla que no necesitara ser lavada. Lenin, que también tenía que participar a veces en esos trabajos domésticos, lo consolaba lo mejor que podía, asegurándole que esa época seguramente llegaría. ´Mientras tanto –decía a modo de conclusión-, sigamos usando la vajilla tal como es.””10 Debido a esto, Lenin evita a todo lo que puede Martov –sin dejar de apreciar su talento admirable como periodista- y planifica su rutina para coincidir lo menos posible.
Un testigo recuerda la apariencia de Martov –muy en sintonía con su personalidad- durante los debates del II Congreso: “Los anteojos no se le sostenían sobre la nariz, los vestidos le colgaban como de una percha. De todos sus bolsillos salían manuscritos y folletos; encorvado, con un hombro más alto que el otro, tartamudeaba […], pero en cuanto se lanzaba a un discurso apasionado, ya no nos dábamos cuenta de su físico, no se veía más que brillante inteligencia y su inmenso conocimiento”.11
Lenin es todo lo contrario: un modo de vida estricto, con rutinas muy establecidas y con una forma austera pero pulcra de vivir y vestir. Las relaciones que establece –sin que exista un acuerdo tácito- son formales, prácticas; mientras que las ideas que transmite son transparentes, ordenadas y dirigidas siempre a un objetivo político, debido a esto le desespera discutir por discutir.
La discusión política para Lenin no es un pasatiempo, es una actividad seria orientada a la construcción revolucionaria. Un testigo recuerda que Lenin ponía sus condiciones al momento del esparcimiento: “[…] bebía con delectación un buen jarro de cerveza, recriminándome que prefiriera agua mineral a la cerveza estando en Múnich. Por último declaraba que se ponía a nuestra disposición y que estaba listo para ir a dar un paseo, si así lo deseábamos. Pero nunca olvidaba poner una condición, que aceptábamos con mayor o menor gusto: que no se hablase de política. […]”12 En lugar de hablar de política Lenin prefería descansar su mente y cantar las estrofas revolucionarias que se sabía.
Pero a la hora del trabajo Lenin exigía y esperaba la eficiencia que él mismo aplicaba en todo lo que hacía. Lidia Dan recuerda un incidente con la correspondencia clandestina: “Recuerdo una vez que me equivoqué en la clave y llegó una airada protesta de Rusia. No sabía dónde meterme, de la vergüenza que sentía…Lenin me recriminó duramente para terminar diciendo: ´¡Has echado todo a perder! Contigo, nunca llegaremos a hacer la revolución´ Yo estaba tremendamente abochornada, pero, al mismo tiempo, sentía la necesidad –entonces era muy joven- de cortar la reprimenda y, para lograrlo, le pregunté: ´¿Tendremos que esperar mucho tiempo todavía para hacerla?´ Lenin cambió súbitamente de tono para responder, tras un momento de reflexión: ´¡mucho tiempo, sí! Por lo menos, treinta años…´ esto ocurría a fines de 1901 o, tal vez, en los primeros días de 1902”.13
A pesar de contar con un sentido del humor irónico, por lo general, era Lenin el que rompía el tono serio. Valentinov, al respecto, recuerda: “Nadie se habría atrevido a bromear con él, ni a darle una palmada amistosa en las espalda. Había como una barrera invisible que lo separaba de los otros miembros del partido […] además era muy difícil de conocer ya que no daba nunca ocasión para ello […]. Nadie era admitido en lo que él consideraba su vida privada”.14 Sin embargo, no estamos ante “anacoreta” del marxismo. Aunque Lenin está muy alejado de la vida bohemia, cuando el trabajo está hecho, gusta visitar con los amigos la taberna, el teatro o la ópera. En estos momentos Lenin es burlón y se ría a carcajadas –echando el cuerpo para atrás-. Trotsky recuerda que una ocasión en que –en París- fueron a la ópera. Lenin al ver el estado lamentable del calzado de “Pluma” [pseudónimo de Trotsky en aquéllas fechas] regala a éste unas botas nuevas que a él no le quedan, Trotsky las estrena en la ópera pero al salir sufre por las botas que le aprietan “Vladimir Ilich me provocó, sin piedad, durante todo el camino –recuerda Trotsky-. En sus bromas, no obstante, había una cierta misericordia […]”.15
Debate sobre el programa
Incómodos ante el impacto que está teniendo Iskra en el interior de Rusia, los economicistas –agrupados en torno a la “Unión de Socialdemócratas Rusos” y al periódico “Rabotche Dielo”- maniobran para convocar un Congreso y aprobar su línea economicista, y convertir a su periódico en el oficial, dejando a Iskra en un simple periódico local. A Lenin le parece aún prematuro ese congreso pues quiere clarificar políticamente las diferencias de fondo. Con este objetivo está trabajando en su “¿Qué hacer?”, arma para ganar y convencer a los diversos círculos socialdemócratas del interior. Con este fin pide a los círculos cercanos a Iskra, mediante correspondencia clandestina escrita por Krupskaia, que hagan todo lo posible para posponer el Congreso hasta que no se escuche a las dos partes. Sin embargo, los economicistas convocan –de todas formas- a un congreso cuyo orden del día confirma la corta visión sindicalista que Lenin combate: el primer punto es “La lucha económica” y no se incluye nada sobre el programa político que es el único que puede vertebrar a una organización revolucionaria.
Afortunadamente a la cita del 20 de marzo de 1902 en Bielostok acuden tan pocos delegados –menos de 8- que en vez de Congreso deben conformarse–gracias a que Lenin envía a uno de los suyos (Fyord Dan) que va sin ser invitado- con celebrar una conferencia que resuelve crear un comité organizador del II Congreso del POSDR. Por un accidente histórico, los economicistas no van a poder conformar este comité organizador por la desafortunada razón de que casi todos los asistentes a esa conferencia son capturados por la policía zarista poco tiempo después, tal como años antes les había sucedido a los asistentes al I Congreso.
Un preludio de lo que vendrá se da en marzo de 1902. Con motivo de la redacción de un borrador de programa para presentar ante el comité organizador, Axelrod y Plejanov viajan a Múnich donde éste y Lenin discuten de forma acalorada. Plejanov presenta un proyecto que para Lenin es demasiado abstracto y académico. Lenin dice que el borrador de Plejanov habla del capitalismo en general pero no del capitalismo ruso y, por tanto, no sirve como instrumento para la acción. Plejanov impuso su peso personal sobre Zasulich y Axelrod, mostrando la dinámica de círculo familiar que Lenin quiere superar: “Vera Ivánovna [Zasulich] quería hacer objeciones a Plejanov, pero éste adoptó una actitud muy hermética, cruzó las manos sobre el pecho, miró de tal modo a Vera, que ésta perdió completamente los estribos. En el momento de la votación, Axelrod, que se había mostrado de acuerdo con Lenin en esta cuestión, declaró que tenía dolor de cabeza y quería dar una vuelta. Vladimir Ilich estaba muy agitado. ´así no se puede trabajar. Esto es todo menos una discusión práctica”.16
Pavel Axelrod
Las relaciones con Plejanov se tensan al máximo justo antes de la realización del Congreso. El borrador del programa –donde Lenin introducía la consigna de la nacionalización de la tierra- fue la oportunidad para que un quisquilloso Plejanov barruntara el texto de Lenin con subrayados, doble subrayados, signos de admiración y frases mordaces sobre el estilo casi en cada renglón, además pedía que cada cambio de estilo fuera votado por el comité de redacción –lo cual no tenía precedentes y estaba destinado sólo a humillar a Lenin-. Incluso Martov afirmó que “Plejanov había empleado contra Lenin frases y métodos reservados de ordinario para los enemigos”.17 Este tratamiento indigno sometió los nervios de Lenin a una máxima tensión. Estuvo a punto de romper relaciones con Plejanov y llevar el asunto a las bases del naciente Partido, pero se contuvo. Escribió: “Por supuesto no soy más que un caballo, uno de los caballos del cochero Plejanov, pero el hecho es que incluso el más paciente de los caballos derribará a un jinete excesivamente exigente”.18 Mientras que para Plejanov “El valor de una frase se medía por el efecto estético de su prosa. Lenin, en cambio, escribía con el único propósito de influir en la conducta de los hombres”.19
La intervención mediadora de Axelrod y Zasulich, quienes convencieron a Plejanov para disculparse, ayudó a que el conflicto de fondo –el hecho de que la vieja guardia se estuviera quedando rezagada ante la necesidad de dar un salto cualitativo-se aplazará un poco. Plejanov acepta el programa de la nacionalización de la tierra y el término “dictadura del proletariado”
Sin embargo, este incidente revela –una vez más- el carácter de ambos personajes: Plejanov no está conectado con el movimiento vivo, mientras Lenin quiere un programa para encabezar a las masas en la acción. Lenin introduce el tema de la nacionalización y restitución de tierra a los campesinos, como tarea inmediata para la revolución por venir, porque pretende quebrar el régimen de absolutismo feudal, ganar a los campesinos y desplazar a la burguesía mediante una alianza del proletariado y el campo pobre. Plejanov, sin rechazar la pertinencia de esta cuestión, la aplazaba para un futuro más o menos indeterminado.
Cuando Krupskaia trata de mostrar a Plejanov la correspondencia organizativa con los círculos rusos, la reacción de éste era el de un hombre que perdía el suelo bajo sus pies. Esta incapacidad para adecuarse a una nueva etapa en la organización puede explicar en buena medida el estado de constante irritabilidad en que Plejanov se encontraba en esta etapa. El comité de redacción de Iskra –de seis miembros- se dividían usualmente en 3: Lenin, Martov y Potresov –de una parte- y Plejanov, Zasulich y Axelrod –en la otra parte-. Se trata de un impasse que Lenin intentará romper.
A pesar de los enconos, nadie sospecha que entre estos compañeros de trabajo está cerca una escisión histórica. “Durante el periodo de Múnich no existía una grieta tan profunda en las relaciones personales entre Vladimir Ilich, Martóv, Potresov y la Zasulich. Todas las fuerzas se concentraban en un solo objetivo: la creación de un periódico para toda Rusia, la organización intensa de fuerzas alrededor de Iskra. Todos teníamos la sensación de que la organización crecía, de que el camino señalado para la creación del periódico era justo”.20
En Londres
El impresor de Iskra en Múnich pone cada vez más objeciones para sacar un periódico que pone en riesgo su negocio. Iskra debe mudarse. Plejanov Axelrod sugieren Suiza pero Lenin –que quiere mantenerse lejos de Plejanov- obtiene, apenas, una mayoría para llevar el periódico a Londres. Después de vender por 12 marcos sus escasos y modestos muebles, el 30 de marzo de 1902 Lenin y Krupskaia inician su viaje, poco después los alcanzarán Zasulich y Martov. … así como también la siempre presente suegra de Lenin.
Lenin y su familia se alojan en un piso de dos habitaciones en Hallford Square, muy cerca del Museo Británico y su magnífica biblioteca que Lenin va a visitar a diario por las mañanas. También muy cerca viven –en una especie de comuna- Martov, Zasulich y Postresov. Este lugar, que es bautizado por Plejanov como “la guarida”, es un “bazar” donde “reinaba un gran desorden” –dice Trotsky quien llegará poco después-. “Allí tomábamos café, sosteníamos largas pláticas, fumábamos, etcétera”.21 Lenin establece su dinámica de tal forma que evita este molesto desorden bohemio y procura salir hacia la biblioteca antes de que Martov llegue a su casa para enterarse de la correspondencia con Krupskaia. La casera metiche exige a la pareja poner cortinas en las ventanas pero cuando pide explicaciones de por qué Krupskaia no lleva anillo de matrimonio Lenin amenaza con demandarla. La casera mojigata los deja en paz.
En Londres Lenin y Krupskaia se percataron de las deficiencias de su inglés. A pesar de haber traducido a los Webb, no entendían una palabra. Para remediarlo Lenin observa el movimiento de los labios de los oradores en las plazas públicas e intercambia clases de ruso por clases de inglés. Lo aprende bien. De los museos –excepción hecha de un pequeño museo sobre la revolución de 1848 que lo cautiva- sólo se interesa realmente por la biblioteca del Museo Británico pero no tiene mucha paciencia para admirar antigüedades. Prefiere visitar el Londres vivo y bullicioso. Muy pronto conoce mejor que nadie las calles escondidas y los barrios obreros. Al observar el contraste pasmoso entre el Londres turístico y el marginal murmura a Krupskaia “two nations”. Frecuenta los lugares bulliciosos donde observa la vida: los mercados populares, los bares e incluso las iglesias. En algunas de éstas la religión se mezcla con ideas socialdemócratas, el agitador religioso habla de la revolución social: “¡Oh, Dios todopoderoso, haz que no haya más reyes ni ricos!”.22 Como en la Rusia rural sectas de este tipo abundan, Lenin va a proponer en el II Congreso una resolución sobre las sectas religiosas comunistas–que define como organizaciones contra el orden establecido- con el objetivo de establecer un trabajo político entre los sectores populares que las siguen. Lenin y Krupskaia gustan pasear por las fueras de Londres. Su destino favorito es Prime Rose Hill –el paseo más barato que cuesta seis peniques- desde esa colina se divisa todo Londres y, además, está cerca del cementerio donde reposa Marx, cuya tumba visitan a menudo. A fines de junio de 1902 Lenin se toma 15 días de vacaciones con su madre y su hermana Ana en una playa de la Mancha, en la costa norte de Francia. “A él le gustaba mucho el mar –dice Krupskaia- con su movimiento constante y su extensión ilimitada. En el mar descansaba”.23
Aún no existen diferencias políticas de fondo que vayan más allá de los contrastes personales y estilos de trabajo, sin embargo ya por esas fechas se prefigura Lenin como perteneciente a los “duros” y a Martov con los “blandos” de Iskra. Martov –dice Trotsky- ya no se sentía a gusto al lado de Lenin, ni Lenin confiaba demasiado en su antiguo y talentoso amigo y aliado: “La manifiesta fragilidad de las ideas de Martov obligaba más de una vez a Lenin a menear la cabeza con un gesto preocupado […] Lenin, que apreciaba mucho a Martov, lo consideraba desde una mirada crítica y desconfiada; Martov sentía esa mirada, se sentía molesto y con un tic nervioso, sacudía su hombro delgado. Cuando se encotraban y charlaban, ya no había entre ellos un tono amistoso, ni bromas […] Lenin no miraba a Martov cuando hablaba, y los ojos de éste se ocultaban bajo sus lentes, inclinados hacia adelante y siempre sucios. Y cuando Lenin me hablaba de Martov, su voz tenía un tono particular […] como si quisiera decir una advertencia: ´Es bueno sin duda, es bueno, incluso notable pero muy blando”.24 Martov no logra adaptarse a la vida en Londres y pocos meses después de su llegada se va a París para no volver a ver a Lenin sino hasta los preámbulos del II Congreso.
Axelrod fue el organizador en el viejo grupo de Plejanov, pero trágicamente fue un organizador exiliado en Suiza al que las circunstancias le impidieron desarrollar su talento –había pocas oportunidades de trabajo práctico real- y éste se estropeó lamentablemente. “Pavel Borísich perdió las tres cuartas partes de su capacidad de trabajo, se pasaba las noches en blanco, le costaba enormes esfuerzos escribir, durante meses enteros no podía terminar el artículo empezado, su letra era casi ilegible por la nerviosidad con la que escribía […] Más tarde, cuando el mismo Vladimir Ilich ya no podía escribir y ni siquiera pronunciar una sola palabra me preguntaba de lo que hacía Axelrod mostrándome su nombre en el periódico”.25
Lenin y la lucha fraccional
Desde Londres Lenin continuará la batalla política contra los economicistas. Si éstos hicieron su batalla fraccional, Lenin hará la suya a su manera. Los biógrafos burgueses de Lenin –como Robert Conquest o el menchevique David Shub- le reprochan a éste la “maquiavélica” obsesión y el “crimen” de formar un grupo político en torno suyo para preparar la configuración más favorable para sus posturas. Pero este reproche es absurdo pues implica condenar a un político por actuar políticamente en una organización cuya historia puede resumirse en la lucha de fracciones. Más hipócrita resulta esta acusación cuando los políticos de la burguesía se estructuran en facciones patrocinadas por los lobbies de las grandes empresas o por las burocracias corruptas de los Partidos del status quo, mientras que –en contraste absoluto- Lenin va a configurar sus fracciones en torno a lo que cree es la línea revolucionaria justa –y la mayoría de la veces los acontecimientos van a darle la razón-.
Para ganar la mayoría de los comités –varias decenas de grupos- Lenin establece una campaña–a través de camaradas como Radchenko- para fusionar a algunos círculos de San Petersburgo y Bielostok y presiona para que los cuadros de estos círculos vayan directamente a Londres para debatir. Radchenko hace eficientemente su tarea y el 15 de agosto se celebra una conferencia en casa de Lenin con los representantes de los círculos de San Petersburgo de donde surge el comité organizador del II Congreso. De esta manera Lenin asegura que de los 51 votos acreditados para el II Congreso 33 son de activistas que –al menos en teoría- están de acuerdo en que Iskra va a ser el periódico del POSDR.2Los economicistas responden a esta eficiente campaña con la esición de diversos círculos. Lenin está lejos de sospechar que ese Congreso tan larga y trabajosamente preparado, iba a causar una escisión en las propias filas de los “iskristas”.
Una madrugada de octubre de 1902 alguien toca de forma impertinente la puerta de la casa de Lenin, es un joven de 22 años, exacerbado por su reciente evasión de Siberia –conocido por sus talentos literarios como “Pero” [Pluma]- que Lenin espera por recomendación de iskristas de Samara. Se trata de Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como Trotsky. Éste cuenta el episodio en su autobiografía y las memorias de Krupskaia, aún no mutiladas por el estalinismo, confirman la versión: “Por el modo de llamar parecía que alguien quería vernos con urgencia –cuanta Krupskaia- y bajé corriendo las escaleras. Era Trotsky y le subí a la habitación. Vladimir Ilich acababa de despertarse y estaba todavía acostado […] Las apasionadas referencias de aquél ´aguilucho´ indujeron a Lenin a estudiar muy atentamente a su visitante durante aquella primera conversación”.27
Para continuar con el estudio de ese joven prometedor, Lenin lo lleva de paseo por algunos de los icónicos lugares de Londres: “¡Este es su famoso Westminster!…’ aquél ´su´, naturalmente, no se refería a los ingleses en general, sino a las clases dirigentes –recuerda Trotsky-. Este matiz, no enfatizado sino profundamente orgánico y reflejado principalmente en el timbre de voz, se encontraba siempre en Lenin cuando hablaba de algunos de los valores de la civilización o de recientes progresos […] La sombra de la clase dominante, imperceptible, parecía proyectarse frente a sus ojos sobre toda la cultura humana, y siempre era sensible a esta sombra, sin dudas, tan aparente como la luz del día”.28 Trotsky se convierte en un colaborador regular de Iskra –incluso escribe editoriales- y, no obstante el sobrecargado estilo del joven escritor –que no agrada mucho a Lenin-, éste lo propone –sin que Trotsky lo sepa- como séptimo miembro de un comité de redacción de Iskra que se encuentra empantanado por la división exacta de sus integrantes. Plejanov se opone de forma violenta. Dice a Lenin “no me gusta la pluma de tu Pluma” y muestra una gran antipatía contra el recién llegado. Sin duda Plejanov teme que Trotsky se va a posicionar con el grupo de Lenin –y éste, a decir verdad, confía en eso- tanto que el grupo de Plejanov lo apoda, en secreto, como “el garrote de Lenin”. Sin embargo, Trotsky –quien habita en el mismo edificio que la “comuna” de Martov, Zasulich y Potresov- establece relaciones de gran cercanía personal con éstos, mientras que con Lenin convive poco. Estos lazos personales –que tanta importancia tendrán en la forma inicial que cobrarán los acontecimientos- le impedirán comprender por un tiempo el verdadero significado de la escisión que está por suceder.
En noviembre de 1902 Lenin da una serie de conferencias en Suiza–rentables desde el punto de vista económico- sobre la cuestión agraria. Es uno de los primeros marxistas rusos en estudiar a profundidad en tema –lo hace en su “Desarrollo del capitalismo en Rusia”- esto no debería extrañar si consideramos que casi dos terceras partes de las familias rusas pertenecían al campesinado pobre. Era imposible una revolución sin ganar a la masa campesina al campo socialdemócrata. Con este objetivo escribe en marzo de 1903 un largo folleto titulado “A los pobres del campo”. A finales de febrero de 1903 profesores liberales emigrados invitan al escritor Ilín –un pseudónimo de Lenin- para que dicte tres conferencias sobre su libro “El desarrollo del capitalismo en Rusia” en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París. Los profesores le advierten al conferencista que se abstuviera de discursos polémicos pero Lenin explica en sus charlas que el marxismo es polémico por naturaleza. Al final uno de los profesores dijo de Lenin “es todo un profesor, creyendo evidentemente que le otorgaba así el mayor de los elogios”.29 Es aquí donde Lenin se burla de Trotsky –quien también está en París para dictar charlas- y los zapatos que le aprietan, episodio al que ya referimos.
El II Congreso. Bolcheviques y mencheviques
Aprovechando la circunstancia de que los precios de las impresiones en Londres son elevados, que Martov odia Londres y que Potresov está casi siempre enfermo; a principios de abril de 1903 Plejanov logra la mayoría para trasladar la redacción de Iskra a Ginebra, Suiza. Esta decisión, que Lenin no tiene más que aceptar, enferma de nervios a éste. Sabe que la cercanía con Plejanov no puede traer más que conflictos y choques. Sufre un terrible salpullido –probablemente de origen nervioso (o eripsela como fue diagnosticado)-. “Entonces, armada con un frasco de yodo, Krupskaia se puso a fregar valerosamente el cráneo de su esposo. Este se dejó curar estoicamente, perdió casi todo el pelo que aún le quedaba y partió para Ginebra en ese estado”.30 Y vulnerable por la tensión nerviosa, después de instalarse en Secheron (barrio obrero de Ginebra), cae enfermo de gripa y permanece en cama por dos semanas.
Por fin, del 17 de julio hasta el 10 de agosto de 1903 se realiza el II Congreso del POSDR, primero en Bruselas y luego en Londres. Se congregan 43 delegados –otras fuentes hablan de 48- de los 57 que habían sido invitados, representando a 26 organizaciones locales con 51 votos acreditados -33 de éstos se suponían Iskristas-. Plejanov inaugura el Congreso con un emotivo e inspirado discurso explicando la importancia histórica de la reunión. Las primeras trece sesiones se desarrollan en diferentes locales sindicales facilitados gracias a Émile Vandervelde –dirigente de la socialdemocracia belga-. Una de las sesiones se desarrolla en una bodega de grano donde se improvisa una mesa de debate con rudas tablas mal clavadas. De repente los delegados se retuercen y rascan sin control y comienzan a abandonar la sala en tropel “¡Un ejército invisible de parásitos había derrotado al pleno del II Congreso del Partido obrero Socialdemócrata Ruso!”.31
Uno de los primeros temas importante a discutir fue el ingreso del Bund judío al Partido. Esta organización numerosa había jugado un papel importante en las etapas embrionarias de la organización, pero por sus fuertes prejuicios nacionalistas exigió al Congreso el monopolio absoluto para hablar en nombre del proletariado judío y una autonomía total con respecto al Partido. Lenin había explicado –por ejemplo en “Carta a un camarada”- que las organizaciones locales podían tener una amplia autonomía para impulsar el trabajo en los marcos de la línea política aprobada mayoritariamente – publicar material en sus propias lenguas, lanzar campañas específicas, etc.- pero ceder a los exigencias localistas hubiera significado que en lugar de un Partido se tuviera una federación laxa sin ninguna obligación mutua. Un Partido revolucionario –incluso un sindicato- sólo se puede crear y funcionar a partir de la unidad clasista de los trabajadores independientemente de la nacionalidad, la raza, las diferencias religiosas o de cualquier otro tipo. La mayoría de delegados vota por la disolución del Bund como organización autónoma al Partido y la conformación de un solo POSDR. Son unos 33 votos a favor de esta postura, contra 8 del bund y de los economicistas; el resto de votos pertenecía a los indecisos –unos 9 votos- que Lenin denominó “el pantano” o el “centro”.32 Al quedar en minoría, esos 8 delegados abandona el Congreso. El programa agrario propuesto por Iskra también es aprobado. También la consigna leninista del derecho de las naciones a la autodeterminación. Mientras Rosa Luxemburgo –que es polaca (nación oprimida)- rechaza esta consigna por considerar que significa el apoyo a la burguesía nacional, Lenin –por el contrario- entiende que el antiimperialismo de los pueblos oprimidos no puede equipararse al nacionalismo de las naciones opresoras, aquél tiene una semilla revolucionaria. En verdad, la Revolución Rusa hubiera sido imposible sin una aproximación correcta a esta cuestión pues la Gran Rusia era una verdadera cárcel de naciones, donde el 57% de la población eran “minorías” no rusas. Debido al acoso policiaco, las sesiones se trasladan a Londres.
Parecía que la sólida mayoría construida por Lenin con su ¿Qué hacer? y con sus innumerables cartas y discusiones estaba rindiendo los frutos deseados. La batalla política principal del Congreso parecía ganada. Sin embargo la escisión se dará por motivos inesperados: por cuestiones organizativas y estatutarias que sólo a posteriori se convirtieron en diferencias políticas de fondo. Como dijo Hegel “la necesidad hace uso de lo accidental”. El choque comenzó con el punto uno de los estatutos, relativo a quién debería ser considerado miembro del Partido. La propuesta de Lenin decía “Un miembro del POSDR es aquél que acepta su programa, apoya al Partido económicamente y participa personalmente en una de las células del Partido”. Martov -que estaba de acuerdo en que se aceptara el programa, se cooperara económicamente- abría la militancia a quien “diera regularmente al Partido su cooperación personal bajo la dirección de una de las células del Partido”.33 A primera vista parece una diferencia de matiz, incluso Lenin mismo escribirá –poco después de la escisión y tratando de evitarla- “no considero en absoluto nuestra discrepancia (respecto al artículo primero) tan esencial que de ella dependa la vida o la muerte del Partido. ¡No pereceremos, ni mucho menos, por un mal artículo en los estatutos!”34
Sin embargo, en esta pequeña diferencia se ocultan diferencias organizativas importantes: Lenin quiere un Partido de militantes activos cuyo compromiso pueda ser demostrado y controlado por la organización en su conjunto; Martov defiende una organización donde se desdibuja la diferencia entre simpatizante y militante y, por tanto, se expone a la organización a la influencia de clases y sectores ajenos. Lenin sabe que los simpatizantes pueden jugar un papel –más de una vez recibirá donaciones de esta gente- pero se niega a confundirlos con los militantes activos. En esta polémica agria e inicialmente sorpresiva para ambos bandos Plejanov se posicionó al lado de Lenin.
Cuando los historiadores burgueses acusan a Lenin de actuar fraccionalmente, se olvida convenientemente que los mencheviques hicieron lo propio. En el Congreso Vera Zasulich se enfrenta contra su mentor por única vez en su vida, ella siempre había sido muy apegada a los intelectuales liberales y el estatuto de Lenin les cierra la puerta. Martov intenta separar a Plejanov de Lenin utilizando las relaciones personales, pero sorprendentemente Plejanov resiste y les responde: “Napoleón tenía la manía de divorciar a sus mariscales de sus esposas, aunque las amaran. El camarada Akimov se parece en este aspecto a Napoleón. Quiere divorciarme de Lenin a toda cosa. Pero yo mostraré más fuerza de carácter que los mariscales del emperador. No me divorciaré de Lenin y espero que él tampoco espere divorciarse de mí”.35 En honor al “padre del marxismo ruso” hay que decir que su enorme capacidad teórica le permitió entender que en el fondo de las posiciones de Martov estaban los métodos de “trabajo” y presiones de la pequeña burguesía. Fue implacable en sus argumentos: “Aquí se ha dicho que algunos profesores que simpatizan con nuestras posiciones podrían encontrar humillante entrar en una organización local […] si algún profesor de egiptología considera que, como sabe de memoria los nombres de todos los faraones y todas las oraciones egipcios rezaban al toro Apis, entrar a la organización se encuentra debajo de su dignidad, no tenemos necesidad de ese profesor. Hablar del control del Partido sobre personas que están fuera de la organización es simplemente jugar con las palabras. En la práctica semejante control es imposible”.36No obstante, la propuesta de Martov gana con 28 votos frente a 23.
Pero la endeble mayoría del grupo de Martov se verá trastocada con el abandono del Bund y los economicistas, poco después de esta votación. Esto cambiará la correlación de fuerzas de forma precaria a favor de Lenin y Plejanov. Martov utilizará este cambio como un argumento para señalar que la mayoría de Lenin es artificial, meramente accidental, y se negará a aceptar las decisiones del congreso que no le convencen. Sin embargo –para Lenin- el abandono del Bund y los economicistas está lejos de ser casual: significa que no están dispuestos a formar parte del Partido y esto no puede considerarse causal en un Congreso que en la práctica es fundacional.
El Órgano Central (o comité de redacción), dadas las características de la emigración, tenía un peso muy importante al establecer la línea política cotidiana del periódico y con éste del conjunto de los círculos del interior. Para Lenin esta situación era práctica y necesaria pues era la redacción de Iskra en el extranjero el único centro estable mediante el cual se podía dirigir al periódico y, a través de éste, a la organización. El CC en el interior, por otro lado, no le sería posible mantener la línea editorial en las condiciones del totalitarismo zarista y sólo podría reunirse de forma esporádica. En la práctica era en casa de Lenin donde todos los hilos confluían para mantener comunicados y enlazados a los diversos círculos socialdemócratas rusos: “Krupskaia –relata Trotsky- era el centro de todo el trabajo de organización, recibía a los camaradas que llegaban desde lejos, introducía y acompañaba a los que partían, establecía los medios de comunicación, los lugares de las citas, escribía las cartas, las cifraba y las descifraba. Su cuarto olía a papel estufa para poder leerlas”.37 Sin embargo, Lenin sabe que las formas organizativas concretas y los pesos relativos de las distintas instancias del Partido no son siempre las mismas y no constituyen una receta acabada y eterna.
Si el debate del artículo primero será agrio, el debate sobre la composición del Órgano Central –o comité de redacción- será más intenso. Lenin propuso reducir éste órgano a tres miembros: Plejanov, Martov y él -con capacidad de cooptar nuevos integrantes de ser necesario-. El grupo de Martov propuso la simple reelección del viejo comité de redacción. Martov y su grupo pierden la votación relativa al OC y CC con 20 abstenciones frente 24 votos a favor de la propuesta de Lenin. Pero con la votación Martov pierde también los estribos, interviene de forma histérica negándose a acatar la decisión tomada: “La vieja Iskra ya no existe y, en buena lógica, su nombre debería ser cambiado […] En lo que a mí se refiere, agrego que sería una injuria ser presentado como candidato a esa función, y la simple suposición de que aceptaría trabajar la considero una mancha a mi reputación política”. Lenin, en un tono mucho más sereno, responde: “una votación no tiene nada que ver con una mancha en la reputación política”.38 En cualquier caso, desde entonces, al grupo de Lenin se le conocerá como Bolcheviques (de “bolshinstvo” o “mayoría”) y al del Martov Mencheviques (de “menshinstvo” o “minoría”). ¡Por poco y tal vez conoceríamos a estos grupos con los nombres opuestos!
Lenin quiere un comité de redacción profesional, que esté unido por el trabajo político y no por vínculos personales. En su propuesta incluye a Martov pues es un periodista muy talentoso, a Plejanov pues es una potencia teórica que ha impulsado –aun sea irregularmente- la revista teórica. La incorporación de Plejanov en la propuesta de Lenin demuestra que en sus cálculos no existe el elemento personal –las relaciones con éste habían sido una pesadilla-. Excluye de la redacción a Axelrod, Zasulich y Potresov pues casi nunca escriben realmente y su participación en el comité de redacción es mínima. Los hechos hablan por sí mismos: “En los 45 ejemplares de Iskra bajo seis editores, había 39 artículos escritos por Martov, 32 por Lenin, 24 por Plejanov, ocho por Potresov, seis por Zasulich y sólo 4 por Axelrod. ¡Esto en un periodo de tres años!”.39 Es verdad que para éstos se trata de un duro golpe a su amor propio, sus añejos lazos de amistad y a sus hábitos de trabajo. Axelrod se siente ofendido pues no entiende cómo han podido excluirlo del centro de organización de Iskra siendo él el viejo organizador del grupo. Para la vieja Zasulich la separación de Iskra significaba cortar todo vínculo con la Rusia que había abandonado hace mucho tiempo “Para ella no se trataba de una cuestión de amor propio, sino de vida o muerte”.40 El joven Trotsky se siente indignado por tan brutal trato a camaradas honestos y veteranos.“El garrote de Lenin” se vuelve contra éste. Con una gran perspicacia Trotsky percibe que el centralismo leninista puede degenerar en un centralismo burocrático –como sucederá efectivamente con la reacción estalinista-: “[…] eso métodos conducen […] a la organización del Partido a remplazar al Partido, al Comité Central a sustituir a la organización del Partido y, finalmente, a un dictador a remplazar al Comité Central”.41 Pero todo depende de que el centralismo democrático se aplique para llevara delante ideas y perspectivas con métodos correctos. Sin nivel político y con intereses burocráticos de por medio el centralismo democrático se convertirá en su contrario. Trotsky, después de su breve estancia en el campo menchevique, seguirá su propio camino y políticamente coincidirá con Lenin en los temas políticos fundamentales.
Potresov
Amargo boicot
A pesar de todos los desaguisados y exabruptos propios de un debate encendido, la escisión toma por sorpresa a Lenin y a todos los involucrados. De regreso en Ginebra Lenin se percata que su “mayoría” es endeble y que los comités del interior que habían votado a favor de su plan organizativo están lejos. La mayor parte de emigrados apoyan a Martov y a los mencheviques. En los hechos Martov y su grupo –en las semanas y meses siguientes a la escisión- boicotean y torpedean las decisiones del congreso: se niegan a entregar los artículos que les pide el comité de redacción –reducido a Lenin y Plejanov-, se reúsan a entregar los fondos del periódico, desconocen el Comité Central; forma una dirección paralela –llamada “Buró de la minoría”- con la que publican su propio material y periódico, además establecen una alianza con los economicistas que habían abandonado el Congreso. Lenin y Plejanov ofrecen las páginas de Iskra para que los mencheviques expongan sus diferencias, éstos rechazan la oferta. Todavía el 4 de octubre de 1903 se celebra una reunión que pretende la reunificación pero los mencheviques exigen la anulación de todas las decisiones del Congreso. Lenin no está dispuesto a esta rendición indigna.
Los críticos liberales suelen acusar a Lenin de autoritario pero fueron los mencheviques los que arbitrariamente se negaron a aceptar las decisiones congresuales. Lenin hace todo lo posible por conservar la unidad e incluso envía cartas que lindan con los ruegos donde –con tal de zanjar el abismo que se abre- se atribuye faltas que no son suyas. Escribe a un menchevique: “Reconozco que a veces actué en un estado de terrible exasperación y que me conduje con rabia [los testimonios, sin embargo, señalan que el exasperado y desgañitado era Martov]. Estoy dispuesto a reconocer ante quien sea esta falta mía, si es que hay que reconocer como falta las reacciones provocadas por la atmósfera general del Congreso, en la excitación de la lucha”.42 La confusión se generaliza y nadie comprende el amargo desenlace de un congreso del que todos esperaban tanto. Los bolcheviques en el CC quedan confundidos y presionan a Lenin para aceptar la unificación sin condiciones.
Para colmo, Plejanov no puede resistir la presión de romper con su viejo círculo –era un gigante teórico pero le faltaba la fuerza de voluntad para asumir la teoría hasta el fin- y claudica el 18 de octubre amenazando, en uno más de sus chantajes calculados, con dimitir del comité de redacción. Lenin se queda flotando en el vacío cuando incluso miembros de su grupo bolchevique vacilan y retroceden también. Lenin renuncia al comité de redacción. ¡El creador de Iskra se quedará 13 largos meses sin periódico! De inmediato Plejanov readmite a los mencheviques en la redacción y luego –en un Consejo realizado en enero de 1904- son readmitidos también en el CC. Las exigencias de Lenin para convocar otro congreso caen en oídos sordos, la nueva redacción se niega a publicar su carta donde explica su renuncia. En los hechos todo esto significó la anulación antidemocrática de todas las decisiones del II Congreso. Plejanov retrocede en todos los puntos frente a los mencheviques y se vuelve furioso contra Lenin declarando su muerte política en su habitual estilo hiriente: “dentro de pocas semanas Lenin sólo valdrá para ponerle como espantapájaros en un huerto […] Lenin está prácticamente acabado”.43 Su primer artículo para Iskra se titula “¿Qué no hacer?” y compara las ideas organizativas de Lenin con las del sha de Persia.
Lenin cayó en una especie de depresión nerviosa. Rosa Luxemburgo se hace eco de las ideas de los mencheviques –totalmente exageradas y fuera de proporción- y Kautsky se niega a publicar la réplica de Lenin al artículo de Luxemburgo. A pesar de la ruptura con Plejanov, Lenin por muchos años –según Krupskaia- conservó la esperanza de reencontrarse políticamente con su viejo maestro “Después de la escisión, escuchaba atento lo que decía Plejanov. Con qué alegría repetía las palabras de Plejanov ´No quiero morir oportunista”44 Todavía en 1914, al preparar un discurso contra la guerra para un mitin donde hablará Plejanov, se entusiasma “¿Es posible que no lo comprenda?”. Trágicamente Plejanov no lo comprenderá y aunque gira brevemente a la izquierda en 1909, apoyará a Rusia en la guerra y se perderá para siempre para la causa revolucionaria, ubicándose en la derecha más extrema del menchevismo. Un triste final político para un pionero marxista y sembrador de la semilla del bolchevismo, tutor de Lenin.
Es uno de los episodios más amargos en la vida de Lenin. “Pero el afecto a las personas no influyó nunca en su posición política” –dice Krupskaia-. Sin embargo esto no quiere decir que la división no le afecte. “Recuerdo que, cuando en el II Congreso se hizo evidente que la escisión con Axelrod, Zasulich, Martov y otros era inevitable, Lenin se sentía muy mal. Velamos toda la noche y temblábamos”. 45 El rompimiento con sus antiguos colaboradores a los que apreciaba y quería será muy duro personalmente pues “al romper políticamente con una persona, rompía con ella también personalmente; no podía ser de otro modo, cuando toda la vida estaba vinculada a la lucha política”.46 Supo romper con sus antiguos camaradas pero nunca dejó de apreciarlos por lo que aportaron y por lo que aprendió de ellos. Cuenta Krupskaia que poco antes de su muerte, Lenin preguntó por Axelrod, Potresov y Martov. “Dicen que Martov se está muriendo´, me dijo Vladimir Ilich poco antes de quedarse sin habla. Y algo tierno se percibía en sus palabras”.47
Lenin hizo todo lo que pudo para mantener la unidad, pero no estaba dispuesto a aceptarla a costa de claudicar ante métodos organizativos que condenarían al Partido a su inutilidad como instrumento revolucionario. De forma estoica resiste a la terrible marejada y la enfrenta tratando de aclarar políticamente lo que hay de fondo. Así se impondrá siempre en las adversidades: con claridad política. En mayo de 1904 un Lenin enflaquecido, físicamente irreconocible, con piel ceniza y con los párpados hinchados escribe “Un paso adelante dos pasos atrás” donde analiza a fondo y de forma pormenorizada los acontecimientos del II Congreso. Entiende que la actitud de los mencheviques responde a la resistencia al cambio, a aferrarse a un espíritu de círculo donde pesan mucho las relaciones personales y el influjo de la pequeña burguesía. Comprende que las diferencias son legítimas pero cuando los errores se convierten en sistema amenazan a la organización y no pueden dejarse pasar. “Toda pequeña discrepancia puede adquirir inmensa importancia si sirve de punto de partida para un viraje hacia ciertos conceptos equivocados y si a estos conceptos equivocados vienen a unirse, en virtud de nuevas discrepancias adicionales, actos anárquicos que llevan al partido a la escisión”.48 Finalmente, diagnostica el fondo político del asunto como “oportunismo en materia de organización”. Es de notar que aún no existen diferencias políticas formales, sino diferencias organizativas que no dejan de tener gran relevancia. Cualquier otra persona hubiera colapsado pero Lenin se aferró a las ideas y los principios.
La marejada fue terrible, pero –como señala Jacques Marie- Lenin es Lenin porque supo resistir a las presiones de sus propios camaradas, mantenerse firme donde otros claudicaron y construir en torno suyo a la futura fracción bolchevique que llevará a los trabajadores al poder. La escisión de 1903 es un acontecimiento decisivo. David Shub –que aunque menchevique demuestra en su libro destellos brillantes- escribe: “En vísperas del gran levantamiento de 1905, Lenin contaba con treinta y cuatro años de edad. Tras él quedaban más de diez años de ardua experiencia revolucionaria: arraigados hábitos conspirativos, encarcelamiento, exilio en Siberia y la agitada vida errante del emigré político. Cuatro años de agotador peregrinaje fuera de Rusia, en los cafés, hospedajes baratos y centros de reunión de Múnich, Bruselas, Londres, Ginebra, no habían hecho de Lenin un europeo al estilo occidental; se había limitado a aprender los idiomas de ese mundo foráneo, pero su talante anímico seguía siendo profundamente ruso”.49
Continuará…
1 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, pp. 41-42.
2 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 85.
3 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
4 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 185.
5 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, pp. 223-224.
6 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
Wellred Books, la editorial de la Corriente Marxista Internacional en inglés y el Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, nuestra editorial en lengua castellana, nos orgullecemos de haber colaborado con Fontamara en México para presentar una obra que tardó ochenta años en ser realizada. La biografía inacabada de Stalin, de León Trotsky; la más extensa y completa edición del libro jamás publicada, a partir del material original del archivo. Fontamara es una editorial con 36 años de experiencia y en su haber cuenta con varias obras de León Trotsky publicadas.
El teórico marxista Alan Woods, encargado de la edición de Stalin, está en México para presentarlo el próximo 11 de Noviembre a las 18:00 hrs. en el Museo Casa León Trotsky (Rio Churubusco N° 410, colonia del Carmen, Coyoacán), donde el revolucionario ruso fuera asesinado cuando preparaba esta obra maestra del marxismo.
El libro “Stalin” fue encargado a Trotsky por la editorial estadounidense Harper Brothers quien tuvo que aceptar la oferta debido a la delicada situación financiera a la que lo orilló el exilio. Tras la muerte de León Trotsky, Chales Malamuth tuvo en sus manos los materiales preparatorios para su traducción y edición. Cuando el libro se publicó finalmente, la nueva versión “corregida” contenía grandes trozos de material insertados por el editor, que eran claramente una violación del pensamiento político de Trotsky. Pese a las protestas indignadas de la viuda de Trotsky, Natalia Sedova, el material ofensivo fue mantenido por los editores.
León Trotsky fue, junto con Lenin el más importante dirigente de la revolución rusa ocurrida hace 100 años. El aislamiento y atraso de la revolución tuvo un alto costo con una contrarrevolución burocrática. Trotsky sería expulsado de Rusia y sus últimos años los viviría en México donde finalmente fue asesinado por ordenes Stalin, el principal representante de la burocracia soviética en el poder.
El libro “Stalin” es una obra maestra del marxismo que explica el desarrollo del individuo que encabezaría la contrarrevolución burocrática en oposición al régimen bolchevique al que liquidó fisicamente.
Alan Woods además participó, este 7 de noviembre, en el acto central conmemorativo de los 100 años de la revolución Rusa que organizó el museo Casa León Trotsky junto a Esteban Volkov, nieto del líder ruso; Cuauhtémoc Cárdenas y Eduardo Vázquez, secretario de Cultura de la Ciudad de México. También participará en la presentación del libro “El hombre que amaba a los perros” del escritor cubano Leonardo Padura en donde también estará presente Juan Villoro, el próximo viernes 10 de noviembre, 18:30 hrs. Estas actividades serán en el mismo Museo Trotsky. También realizará una charla titulada ¿Qué consiguió la revolución rusa y por qué degeneró? en el histórico auditorio Lenin de la Escuela Superior de Economía en el Casco de Santo Tomás del Instituto Politécnico nacional. Esta se realizará el jueves 9 de Noviembre, a las 17:30 hrs.
Para adquirir el libro nos puedes llamar o enviar un mensaje al: 55-1173-0986 o escríbenos al correo contacto@marxismo.mx
Hoy 7 de noviembre, a las 18 horas, en la ciudad de México, en el auditorio de la casa museo León Trotsky, se ha celebrado la reunión en conmemoración de los 100 años de la gran revolución de octubre, con cerca de 100 asistentes. El tema de la charla fue; México y Rusia dos revoluciones del siglo XX. Como invitados para hablar en la reunión estaban: Cuauhtémoc Cárdenas; el embajador de la Federación Rusa en México, Eduard R. Malayan; el nieto de León Trotsky, Esteban Volkov y el dirigente de la Corriente Marxista Internacional Alan Woods.
Esta actividad se desarrolla en torno al ciclo de conferencias que el Museo León Trotsky, están realizando para celebrar los 100 años de la revolución de octubre.
El primero en hablar fue el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del General Lázaro Cárdenas, presidente de México que en los años 30 invitó a Trotsky a México, cuando todas las demás puestas de los países estaban cerradas; también dirigió una escisión de izquierda en el PRI en 1988, para formar el PRD y fue el primer alcalde de izquierda en la Ciudad de México.
Él habló sobre los logros que se tuvo con la revolución mexicana, por ejemplo el derecho de los campesinos a tener tierra, incluido el peón que vivía en condición de semi esclavitud. El derecho al trabajo, la exclusividad del petróleo para los mexicanos, la mexicanización de la banca, etc. Reconoció que la revolución mexicana fue el gran transformador de la sociedad y que la influencia de la revolución rusa fue grande en México, gobernadores y políticos de la época evocaban como ejemplo lo que en la Rusia soviética los bolcheviques realizaban.
El segundo a la palabra ha sido el embajador de la Federación Rusa en México, Eduard R. Malayan, quien, pese a la política nefasta de Putin, que el día de hoy ni siquiera celebró el aniversario de la revolución rusa, siempre ha sido un buen amigo del museo León Trotsky que está siendo visitado, cada vez más, por ciudadanos rusos, incluso ha traducido la guía del museo al ruso.
Desde el día anterior, en la apertura de la exposición “Rojos”, que muestra de forma gráfica algunos aspectos de la revolución rusa y su impacto en México, dijo:
“Hoy, en Rusia, no hay nadie que cuestione el papel de Lev Davidovich Trotsky en la revolución de octubre. Todo el mundo sabe que esta revolución fue dirigida por dos hombres: Lenin y Trotsky.”
En la exposición del aniversario de la revolución rusa, entre otras cosas mencionó que la influencia de la revolución fue mundial y que tuvo enormes consecuencias, no solo en Rusia, sino en el mundo; también dijo que la revolución nunca fue pensada, por Lenin y Trotsky, para encerrarla en los límites de las fronteras rusas, nunca se pensó que el socialismo se podría construir en un solo país.
Insistió que Trotsky ahora está reivindicado en Rusia, que se han publicado libros acerca él e incluso, en uno de los canales de la televisión rusa, el canal número uno en audiencia, se está trasmitiendo una serie sobre Trotsky.
Pero a continuación dijo que hoy la revolución de octubre causa “opiniones contradictorias”, citó algunos datos de una encuesta “oficial” según la cual solo una minoría tiene una opinión positiva lo que sucedió hace 100 años.
En su participación, Alan Woods le contestó al embajador citando un proverbio ingles que dice: “hay mentiras, malditas mentiras y encuestas”. Agregó que en México se sabe muy bien cómo las encuestas de opinión pública pueden ser manipuladas. Estaba claro que estas encuestas sirven los intereses del gobierno de Putin que ha suprimido de una forma escandalosa todas las celebraciones de la revolución de octubre.
Después del embajador tocó la palabra al nieto de León Trotsky, Esteban Volkov, director de la Casa Museo León Trotsky. Esteban ha dedicado toda su vida a preservar el legado de Trotsky contra la falsificación estalinista y por la verdad histórica.
Volkov comenzó describiendo la brutalidad del capitalismo en la actualidad y dijo que en este contexto la necesidad de la teoría marxista era fundamental. Y precisamente fue la revolución rusa, la primera revolución victoriosa, realizada por los explotados y oprimidos de siempre, quien demostró que la clase obrera del campo y la ciudad puede gobernar la sociedad.
Esteban recordó que fueron Lenin y Trotsky quienes dirigieron la revolución que fue cancelada por el proceso de degeneración burocrática. Comentó atinadamente que esta degeneración tiene su base en las condiciones materiales de un país atrasado, con un bajo nivel económico y cultural, y el aislamiento de la revolución rusa debido a la derrota de la revolución en Alemania. Todas estas condiciones acentuaron el cansancio de las masas y así es como la burocracia pudo hacerse del poder. El sello cruel que siguió a todo este proceso de degeneración se le debe a Stalin.
Fue una exposición llena de optimismo en la lucha por el socialismo.
El encargado de cerrar la ronda de intervenciones fue el marxista británico y dirigente de la Corriente Marxista Internacional, Alan Woods y editor de la popular página web marxist.com. Alan afirmó que la revolución bolchevique fue el acontecimiento más importante en la historia, que demostró la superioridad de una economía nacionalizada y planificada en el lenguaje concreto de acero, carbón y naves espaciales:
“La revolución rusa demostró que es posible administrar un país gigantesco sin terratenientes, banqueros y capitalistas y tener excelentes resultados”
Alan denunció la campaña de mentiras orquestada por los enemigos del socialismo como una burda falsificación de los acontecimientos de 1917. Arremetió contra toda la campaña que se ha desplegado en el último periodo queriendo distorsionar los acontecimientos con el fin de inhibir la participación de la juventud en la lucha por el socialismo. Dijo:
“Hay muchas mentiras que se han dicho sobre la revolución rusa, muchas de estas vienen de ex comunistas e intelectuales, incluido en Rusia, que hablar para prevenir a los jóvenes que no hagan la revolución”.
Alan explicó que es una burda mentira tratar de demostrar que la revolución no sirvió para nada, recordó que Rusia antes de la revolución era un país sumamente atrasado, a los niveles de Paquistán actualmente, y que fue gracias a la economía planificada –y a pesar de la burocracia- que la Unión Soviética se desarrolló a niveles sin precedentes, poniéndola a competir, en algunos rubros, con las potencias capitalistas como EEUU.
Después de las intervenciones se abrió una breve ronda de preguntas del público a los ponentes; estas fueron muy diversas, pero la mayoría estaba orientada a preguntar sobre la viabilidad de socialismo. Algunas otras participaciones hicieron preguntas específicas, por ejemplo, sobre el papel de Stalin en la revolución, o en la Segunda Guerra Mundial. Alguien preguntó a Alan sobre la relación que había entre la revolución mexicana y la revolución rusa.
Alan contestó de la manera siguiente: “la revolución mexicana fue una revolución burguesa que tenía un potencial de ir más lejos. Esta revolución fue traicionada por la burguesía, he ahí la gran diferencia con la revolución de octubre. Es un ejemplo clásico de la teoría de la revolución permanente de Trotsky.
“El pueblo mexicano tiene mucho que agradecer a su revolución, que quedó reflejada en la riqueza cultural: su arte, su literatura, su música y su arquitectura. Pero hay que decir que 100 años más tarde la burguesía podrida mexicana ha destruido al país.
“Este país tan hermoso, con tanta riqueza y tantas posibilidades ha sido expoliado y arruinado por una burguesía voraz, que a su vez está totalmente subordinada al imperialismo estadounidense. La única solución para los problemas de México es una nueva revolución mexicana que repita el mismo heroísmo que mostró el pueblo mexicano hace 100 años, pero a un nivel cualitativamente superior. Y el único modelo posible para la nueva revolución mexicana será, precisamente, la revolución bolchevique de 1917”
Esta fue una de las intervenciones más aplaudidas.
Así terminó la primera de las charlas sobre el aniversario de la gran revolución de octubre que seguirá a lo largo de la semana.
100 años atrás en Rusia, en medio de lo que fue la primera gran carnicería humana del siglo XX –la Primera Guerra Mundial-, el pueblo ruso, el Partido Bolchevique y su dirección, especialmente Lenin y Trotsky, tomaron el poder y derrumbaron el imperio de los Zares. Si omitimos el breve periodo en que los trabajadores parisinos que gloriosamente se organizaron y tomaron el poder en los tres meses que duró la comuna de París, en 1871; se demostró, por la vía de los hechos, que la clase obrera era capaz, no solo de derribar la vieja oligarquía zarista sino hacer a un lado a la cobarde burguesía rusa y sus partidos y llegar de forma pacífica al poder.
El imperialismo internacional, la misma dinastía zarista, la burguesía y pequeña burguesía acomodada no le daban dos semanas de vida a la revolución triunfante, cuando este periodo concluyó, pensaron que ese tiempo seria suficiente para demostrar que una bola de ignorantes y desconocidos serían incapaz de ejercer el poder. Todos ellos se equivocaron y tuvieron que tragarse sus palabras rápidamente, pasaron de los malos augurios a la organización de ejércitos invasores y blancos los cuales emprendieron una brutal guerra civil, en la cual también fueron vencidos por la entrega de los obreros, de las mujeres rusas, de la juventud que se vio entusiasmada para defender su gobierno y sus conquistas. También se venció a la burguesía porque existían líderes del tamaño de las circunstancias, como Lenin y Trotsky, que no dudaron un minuto en defender la revolución a como diera lugar, crearon el Ejército Rojo de la nada, implementaron medidas económicas que fueron probadas y desechadas para salir del atraso espantoso que los había hundido. La revolución fue una intervención masiva de las masas con todo su ímpetu y creatividad, esta fue la base de la fuerza y resistencia de estos años difíciles.
No solo eso, este pueblo revolucionario con el partido bolchevique a la cabeza, comprendieron perfectamente que la revolución no podía quedarse en las fronteras de un país. El internacionalismo de los comunistas no era una bonita idea, era una necesidad de vida o muerte para la revolución, y en medio del bloque imperialista a Rusia, en medio de una guerra civil, de un sabotaje permanente y el ensayo y error que significaron estos primeros años, se llamó a conformar la Tercera Internacional o Internacional Comunista (IC), la cual se desarrollaría rápidamente en Europa a partir de grandes escisiones de masas de los partidos socialistas de la Segunda Internacional –que había traicionado al proletariado en 1914 al votar con su burguesía nacional respectiva los créditos de guerra para iniciar la Primera Guerra Mundial-.
La revolución rusa tuvo un gran impacto a nivel internacional, en todos los continentes llegaron noticias que en un lejano país, tierra de zares, los obreros habían derrocado al odiado régimen y se habían apoderado del poder. Esto fue una luz en medio de la brutalidad del capitalismo en la guerra. Hubo levantamientos revolucionarios en varios países influenciados por los acontecimientos en Rusia: En Hungría se instauró por un periodo breve de tiempo la república socialista; hubo toma de fábricas por parte de los obreros en todo el norte de Italia en 1919; una insurrección obrera en Babaría; una huelga general en España en 1918; la revolución alemana en 1919, 1921 y 1923; una huelga general en Gran Bretaña en 1926, la revolución China de 1926-27; etc. Los obreros más radicalizados, en todas las partes del mundo, veían como ejemplo a seguir lo que sucedía en Rusia. El continente americano no fue la excepción.
Las primeras noticias de la revolución
Las noticias que llegaron sobre la revolución bolchevique a México son muy confusas y con meses de retraso (tenemos que imaginarnos un mundo sin internet y redes sociales). Los primeros medios que dieron a conocer las noticias fue la prensa burguesa la cual expone los acontecimientos como locuras y delirios anarquistas. Estos periódicos publicaron artículos de Lenin, Trotsky, Bujarin y demás dirigentes del partido, popularizaron nombres que en el imaginario colectivo significada lo más radical en la lucha contra el capitalismo y por las conquistas de mejoras económicas.
El otro sector que dio a conocer las noticias de la revolución bolchevique fueron los anarquistas, los cuales están organizados en decenas de agrupaciones políticas y gozan de gran influencia en el movimiento sindical. También hubo ciertas distorsiones en sus artículos y comunicados que aparecen, pintaban a los soviets como el sueño anarquista, hablaban sobre la realización de los planteamientos anarquistas en la tierra.
Por medio de estos informes, diferentes personalidades de la revolución mexicana se enteraron de los acontecimientos en Rusia. Emiliano Zapata escribe una carta al general Genaro Amezcua que se encuentra en La Habana, Cuba, hablando sobre la importancia de entender la trascendencia de la revolución: “Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de la Rusia irredenta, son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos.”
El ala del nacionalismo radical que se mantuvo militando dentro del Constitucionalismo también se manifiestan de forma favorable a la revolución Rusa. Dos de las figuras más relevantes son Felipe Carrillo Puerto y Francisco Mujica, ambos serán en el siguiente periodo gobernadores, uno del estado de Yucatán y el otro de Michoacán.
Por otros medios, pero también manifestándose a favor, en un primer momento, están los hermanos Flores Magón, particularmente Ricardo es entusiasta en el primer periodo sobre la revolución Rusa, escribe sobre ella, llama a replicar su ejemplo y mantenerla como el punto donde los trabajadores mexicanos tienen que llegar. Este entusiasmo se termina cuando comienzan los conflictos entre los anarquistas rusos agrupados en el Ejercito Negro de Magno y el Ejército Rojo bolchevique.
La Tercera Internacional y la formación del PCM
Como lo mencionamos anteriormente, ninguno de los dirigentes del partido bolchevique se imaginaba la idea de construir el socialismo en un solo país –estas ideas reaccionarias son fruto del proceso de degeneración burocrática que se desata después de la muerte de Lenin, en 1924–. Tenemos que decir que no es la única idea reaccionaria, otro de los grandes fiascos “teóricos” de la burocracia es la teoría de las dos etapas: las próximas revoluciones que se desencadenarían en los países coloniales o ex coloniales no sería revoluciones socialistas sino democráticas burguesas, por esto, la tarea de los partidos comunistas era apoyar a las burguesías nacionales progresistas frente al imperialismo, de aquí se desprende la “teoría” del Frente Popular, hacer alianza de los comunistas con esas supuestas burguesías progresistas y entregarles la dirección del movimiento obrero, en plata. En el caso de México la política más repugnante de estas teorías fue en 1936 cuando el PCM entrega a Lombardo Toledano y Fidel Velázquez la dirección de la CTM-. Desde el primer momento las fuerzas de Lenin y Trotsky se centraron en construir el Partido Mundial de la Revolución, la Tercera Internacional o Internacional Comunista (IC).
A pesar de la guerra civil y del bloqueo económico y militar del imperialismo, en enero del 19 se reúne el primer congreso internacional de la IC, esto significó un gran paso adelante en la organización del movimiento comunista a nivel internacional. Donde mayor influencia tiene el llamado de la IC es en Europa, ahí se viven grandes escisiones de masas de los partidos reformistas para sumarse a las filas comunistas.
En ese primer congreso de la IC solo pudo estar presente del continente americano el famoso periodista John Reed. Lo importante de este congreso es la conformación del Comité Ejecutivo Internacional el cual tiene la tarea de organizar emitir las resoluciones más importantes de la internacional, así como organizar el trabajo de lo que serán los futuros partidos comunistas. Para dar seguimiento a todo el mundo se forman Burós de apoyo al trabajo, El Buro de Ámsterdam fue el encargado de dar seguimiento al trabajo en América para formar los PC.
En México no existía un partido socialdemócrata de masas, como en los países europeos, en el cual hubiera cuadros marxistas. Sí existían algunos Partidos Socialistas que eran muy pequeños y muchos eran utilizados como cotos de poder personal para negociar con el gobierno. El único Partido Socialista de masas que había en el país era el de Yucatán –más tarde del Sureste- con Felipe Carrillo Puerto al frente. En la capital había un grupo de socialistas que se había formado desde 1912 gracias a un militante del Partido Socialdemócrata Alemán que había sido exiliado en México, llamado Paul Zierold, quien forma, junto a un abogado socialista, Santibáñez, el Partido Obrero Socialista.
Para el año de la revolución rusa, 1917, el grupo era muy pequeño y tenía poca participación de la lucha de clases. Fue con la llegada de algunos migrantes que venían huyendo de los EE.UU., por diferentes índoles, que el grupo vuelve a retomar su publicación y comienza un proceso de discusión sobre lo que sucede al otro lado del mundo. Especialmente son dos, los que influyen de forma importante en el grupo de socialistas mexicanos, por un lado está Manavendra Roy y su esposa Evelyn. Roy viene huyendo de la policía secreta inglesa, pues él es un radical nacionalista indio. Fue a EEUU buscando escapar de la mano larga del imperialismo ingles pero decidió buscar seguridad en México, él entra en contacto con el grupo de Socialistas en la capital y rápidamente se vuelve el promotor de su periódico, también lo financia. El otro emigrante es un americano llamado Charles Phillips (utilizará otros sobre nombres en su estancia en México), él es militante del Partido Socialista Estadounidense y también se involucra en la lucha política nacional. Hay muchos otros migrantes que van a jugar un papel importante en la lucha de clases, por ejemplo Robert Haberman, quien influirá decisivamente en Carrillo Puerto y el PSY. Estos migrantes vienen mejor preparados, con más conocimiento de lo que sucede en Rusia, y comienzan a agitar sobre una reunión de socialistas.
Para mediados de 1919 aparece en las calles de la Ciudad de México la convocatoria para una Conferencia Socialista, la convocatoria es muy confusa políticamente, sus objetivos era la discusión sobre lo que sucedía en Rusia y escoger un delegado para mandarlo al Congreso Internacional de Berna, de la segunda internacional. El 25 de agosto comienza la reunión con una fuerte discusión. Están representados tres fuerzas antagónicas; por un lado los socialistas, encabezados por Manavendra; los anarquistas del periódico Luz y un grupo de dirigentes oportunistas, encabezados por Luis N.Morones.
Cuando termina la reunión los anarquistas se han retirado, pues una de las decisiones de la reunión ha sido la formación de un partido, el Partido Socialista de México. El otro grupo que se ha ido son los oportunistas de Morones. Otra de las resoluciones trascendentes de la reunión es que se decide, no mandar un delegado al congreso de la segunda internacional, sino vincularse con la IC, es decir con el sector más radical de la lucha internacional.
Poco tiempo después de terminar la reunión, llega al país el primer bolchevique que pisa suelo mexicano, Borodin. Este hombre, miembro del partido bolchevique y exiliado en EEUU fue el encargado a venir a México, para aprovechar los antagonismo que existían entre el gobierno de Venustiano Carranza con el imperialismo americano, y que México estableciera negocios con la Rusia soviética. Otra de las tareas era encontrar un vínculo con los sectores más a la izquierda para formar el Partido Comunista. Borodin se reunió con Manavendra y parte de la dirección del nuevo Partido Socialista, seguramente acordaron el convocar una asamblea extraordinaria, la cual se desarrolló el 24 de noviembre, y en esta reunión, con un puñado de presentes, se decide cambiar el nombre del partido a Partido Comunista de México y escogen a tres delegados (Manavendra Roy, Evelyn Roy y Charles Phillips) para participar en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista.
Muchos fueron los problemas y tropiezos que se tuvieron que superar en esos primeros años de formación del PCM. Recordemos que la vida política en los años 20 estuvo marcada por grandes cambios bruscos, alzamientos militares, etc. El PCM pudo sobrevivir, a pesar de sus carencias, gracias al seguimiento de la IC, a los cuadros que mandó para fortaleces al partido, por la orientación que recibió de sus cuatro primeros congresos. Todo un futuro que parecía muy prometedor para este nuevo partido se quedó truncado por el proceso de degeneración burocrático que se vivió en la URSS después de 1924. Así como en los primeros años la IC fue fundamental para mantener el partido, después del 25 también la IC estalinista fue fundamental para llevar al PCM a aventuras ultra izquierdistas y reformistas, a conciliar con la burguesía, etc.
A 100 años de distancia, está historia, tanto de la revolución bolchevique, como la de los primeros años del PCM, valen la pena recordarla, no como un ejercicio intelectual, sino para extraer las experiencias de aciertos y errores para emprender la batalla, porque el futuro o es socialista o no será.
La Revolución de Octubre, en Rusia, adquiere gran relevancia no sólo por su indudable importancia histórica, sino por sus lecciones para la lucha hoy en día. Aunque existen diferencias, hay también muchos paralelismos entre las condiciones que favorecieron el estallido revolucionario en la Rusia de 1917 y el mundo de hoy. Vivimos en un sistema inhumano y decadente, lo que se expresa en un creciente malestar social; se generaliza un sentimiento de que las cosas no están bien y es necesario un cambio profundo y radical. Marx dijo en alguna ocasión que lo sólido se desvanece en el aire. El imperio ruso, con siglos de existencia, parecía sólido e inamovible, pero bastaron unos cuantos días para que colapsara por la acción revolucionaria de la clase obrera, en la que las mujeres jugaron el papel protagónico. Sin embargo, no son los obreros los que toman el poder inicialmente y se establece un gobierno burgués que tiene que convivir con organismos nacientes de poder obrero, los soviets, que finalmente se impondrían triunfantes.
Los reformistas, representados por los partidos menchevique y social-revolucionario, fueron un freno temporal. Los reformistas, con sus políticas conciliadoras, quieren aparecer como los más grandes realistas, pero son ineptos y utópicos. No podían sacar a Rusia de la ruina y la llevaban a un abismo. Todo se resolvería con la convocatoria de una Asamblea Constituyente, pero ésta no se podía realizar hasta que hubiera paz (no olvidemos que era el tiempo de la Primera Guerra Mundial). Para los reformistas nunca están dadas las condiciones; para ellos la burguesía es muy fuerte y los obreros débiles, y por eso les decían a éstos que no debían tomar el poder. Una revolución es una gran escuela donde las masas aprenden rápidamente, pero no se pueden sacar todas las lecciones históricas de la noche a la mañana, por eso el partido revolucionario, que es la experiencia acumulada de la clase obrera, es indispensable.
El bolchevismo asimiló el método y las ideas del socialismo científico y formó los cuadros educados en muy diversas experiencias de lucha que pasaron por la clandestinidad, la lucha legal, la participación en el parlamento reaccionario que en Rusia se llamó Duma, el boicot a las elecciones, la lucha sindical, periodos revolucionarios como el de 1905, reaccionarios como el que siguió a la derrota de esa revolución o la Primera Guerra Mundial. Décadas de lucha, que iniciaron con pequeños círculos cimentados en la poderosa teoría del marxismo revolucionario, permitieron construir un partido de hierro. La existencia del Partido Bolchevique es la diferencia fundamental que hizo que esta revolución concluyera con una victoria gloriosa que sacudiría al mundo y que hoy mismo siga siendo el ejemplo a seguir.
La toma del poder se realiza prácticamente sin derramamiento de sangre, porque las masas pasaron antes por la experiencia de los demagogos partidos reformistas, mencheviques y social-revolucionarios, aliados a una supuesta burguesía democrática. Si los bolcheviques no hubieran actuado, no sería la democracia lo que se hubiera impuesto, sino una dictadura. De hecho hubo un intento de golpe de Estado con Kornilov que fue frenado por la acción de los bolcheviques al frente de la clase obrera.
Los auténticos marxistas rusos defendieron un programa basado en tres ideas claramente identificables por el pueblo: pan, paz y tierra, que no podían solucionarse sin la toma del poder por los trabajadores y la abolición del capitalismo. Explicando pacientemente, ganaron a la mayoría de la clase obrera a sus ideas. Como Sujanov, un menchevique enemigo del bolchevismo reconoció:
“Los bolcheviques estaban trabajando obstinadamente sin descanso. Estaban entre las masas, en las fábricas, todos los días, sin pausa. Decenas de oradores, grandes y pequeños, estaban hablando en Petersburgo, en las fábricas y en los cuarteles, todos y cada uno de los días. Para las masas se habían convertido en su propia gente porque siempre estaban allí, tomando la iniciativa en los pequeños detalles al igual que en los asuntos más importantes de la fábrica o el cuartel. Se habían convertido en la única esperanza… Las masas vivían y respiraban al unísono con los bolcheviques”.
La toma del poder coincidió con el Congreso de los Soviets, que eran los representantes de los trabajadores. Si el traspaso del poder se dio de forma pacífica y la ejecución práctica la hizo un pequeño grupo fue porque los bolcheviques tenían el apoyo de la mayoría de la población. Nada que ver con la idea de un golpe de Estado.
El nuevo Estado se basó en la democracia de los soviets, comités formados en las fábricas, pueblos y cuarteles. No es exageración el decir que fue el más democrático de la historia, pues los representantes surgían del pueblo, podían ser revocados en cualquier momento y estaban ligados a aquél sin contar con privilegio alguno por encima de la población.
La clase obrera realizó una revolución pacífica, pero los imperialistas impusieron una sangrienta guerra civil, interviniendo 21 ejércitos extranjeros. Pese a las condiciones de guerra civil impuestas, el Partido Bolchevique realizaba un congreso anual con enormes debates. No había un régimen opresor, había un vivo debate en las fábricas, las calles y en cada espacio de la sociedad.
El arte vivió una gran expansión; además de ser innovadores, muchos artistas se ponían al servicio de la construcción de la nueva sociedad. El Estado obrero heredó una sociedad atrasada y en ruinas con una población analfabeta; se crearon escuelas y se le dio educación a la población. Se dieron los derechos para las mujeres más avanzados en su tiempo. Las tierras se repartieron a los campesinos y las fábricas se volvieron propiedad colectiva de la sociedad, puestas a funcionar bajo control democrático de la clase obrera. Gracias a la economía planificada, en pocas décadas, Rusia pasó de ser un país similar al atrasado Pakistán de hoy a ser la segunda potencia económica mundial. Del analfabetismo, la URSS pasaba a convertirse en el país con más científicos del mundo. Estos son éxitos innegables. Como dijo Trotsky, la revolución rusa mostró la viabilidad de la economía planificada no en el lenguaje abstracto de El Capital, sino en el lenguaje del acero y la electrificación.
La clase obrera de un país atrasado tomó el poder, pero los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin y Trotsky, comprendían que éste sólo debía ser el prólogo de la revolución mundial. El ejemplo de la clase obrera soviética sacudió al mundo y fue un imán. La historia de las revoluciones que surgieron posteriormente al triunfo del proletariado ruso mostraron la importancia de construir un partido de hierro con cimientos sólidos de teoría revolucionaria; la ausencia de éste las llevo a la derrota.
El aislamiento y atraso de la Revolución se pagó caro con el ascenso de un régimen burocrático que era opuesto al régimen encabezado por Lenin y Trotsky. Para imponerse, Stalin –el principal representante de la burocracia– liquidó físicamente al Partido Bolchevique, declarándose irónicamente como el heredero de Lenin, quien, muerto en 1924, fue convertido en un icono idolatrado (algo que hubiera detestado este gran revolucionario).
La historia no es un proceso lineal y en ella podemos ver derrotas y retrocesos. La revolución rusa, pese a todo, nos muestra que es posible un mundo diferente, dirigido por los trabajadores en su propio beneficio. Las revoluciones no son acontecimientos comunes y menos lo son las que terminan en triunfo. Pero no hay otra salida bajo este sistema. México es un solo ejemplo de esto. Este sistema nos somete a una brutal explotación: tenemos salarios de miseria, desempleo crónico, no hay oportunidades de educación para todos, la falta de perspectivas y la decadencia se traducen en crecimiento de la delincuencia y en miles de asesinatos y desapariciones cada año; el Estado está podrido en la corrupción, claramente subordinado a los burgueses legales, y también a los ilegales como lo son los narcotraficantes. Las perspectivas del futuro consisten en más ataques dirigidos a arrebatar las conquistas obtenidas por las luchas del pasado; un futuro gris de pobreza, violencia y explotación.
La idea de que es necesaria una nueva revolución en México se introduce y arraiga lentamente en la mente de los trabajadores y los jóvenes, quienes hemos tenido en los últimos años ricas experiencias de lucha. No tenemos dudas de que se avecinan acontecimientos turbulentos y abiertamente revolucionarios. Tenemos –como lo hicieron Lenin y los bolcheviques– que prepararnos para la historia y construir un partido bolchevique en México y el mundo. Es necesario trabajar en esta dura tarea que no cuenta con atajos. El marxismo es la experiencia acumulada de la historia de lucha del movimiento obrero. Te invitamos a sumarte a la Corriente Marxista Internacional para estudiar las lecciones de lucha de nuestra clase y trabajar en la construcción de esa imprescindible herramienta de lucha que permitió a la clase obrera tomar, hace 100 años, el cielo por asalto.