Escrito por David García Colín Carrillo
“La honradez política- en el verdadero, en el profundo sentido de esta palabra-, la honradez consiste en saber renunciar a cualquier simpatía o antipatías personales en los enjuiciamientos y acciones políticas propias, no es inherente a todo el mundo, y quien la posee, no le surge fácilmente” [Krupskaia acerca de Lenin]
Lenin vive en Múnich de octubre de 1900 a abril de 1901. En marzo de 1901, después determinar su condena en Ufa, Krupskaia se reúne con Lenin y se vuelve la secretaria todopoderosa de Iskra –concentraba la correspondencia y toda la información de las personas, los círculos viejos, nuevos y por consolidar-. Lenin –que sabe que el destierro de Krupskaia está por terminar- le pide que traiga consigo el viejo álbum familiar, esa navidad en solitario no deja de afectarle y el clima londinense no le gusta –prefiere el invierno siberiano-.
El reencuentro con Lenin, a finales de febrero de 1901, es para Krupskaia toda una odisea que muestra las condiciones de clandestinidad: Krupskaia había enviado un telegrama cifrado para que la recogieran en Praga donde se suponía vivía Lenin con el apellido de Modratschek, cuando nadie pasa por ella toma un taxi y al tocar la puerta del tal Modratschek –según la dirección que se le había enviado- abre la puerta una rubia checa y luego un obrero que dice ser Modratschek. Cuando Krupskaia dice buscar a su marido el obrero le aclara que él es sólo un intermediario de las cartas del señor Rittmeyer que vive en Múnich y le da una dirección. Krupskaia se dirige a ésta pero se trata de una cervecería, en el mostrador pregunta por Rittmeyer y el señor regordete que atiende respode: “soy yo”. “No –balbucea Krupskaia- Rittmeyer es mi marido. Y nos miramos como dos imbéciles –continúa Krupskaia-. Al final llegó la esposa de Rittmayer, y, después de darme una ojeada, adivinó de lo que se trataba: ¡Ah! Seguramente es la mujer de herr Meyer, pues herr Meyer espera a su mujer, que debe llegar de Siberia. Venga usted conmigo […] se abre la puerta y alrededor de una mesa se hallan sentados Vladimir Ilich, Martov y Anna Ilinichna. Olvidándome hasta de dar las gracias a la dueña, empiezo a regañar: “¡Diablo! ¿Por qué no has escrito dónde te podía encontrar? […] Resultó que el individuo a cuyo nombre había sido mandado el libro con la dirección, se había quedado el libro para leerlo. No eran pocos los rusos que entonces viajaban por el mismo estilo. Chliápnikov la primera vez, en lugar de ir a Ginebra, se fue a Génova, y Bábuschkin en vez de ir a Londres, por poco va a parar a América”.1
La hermana de Lenin, Ana, instalada en Berlín, se involucra en la difusión de Iskra –de hecho, Dimitri y María sufrirán interminables encarcelamientos por sus actividades socialdemócratas y Dimitri participará en el II Congreso-. Del cuartucho de la cervecería -que pertenecía a un simpatizante socialdemócrata- donde vivió Lenin hasta la llegada de su esposa, ambos se mudan a un apartamento de tres habitaciones, dos de las cuales están ocupadas por un matrimonio obrero con 6 hijos. La pequeña habitación restante sirve simultáneamente de alcoba, estudio, sala de estar y concina. Es aquí donde, dando vueltas en la pequeña estancia y con una Krupskaia tratando, en esos momentos, de no interrumpir, Lenin escribe el “Qué hacer”- cuyo contenido ya hemos expuesto-. La situación económica de la pareja mejoró con los 250 rublos que Lenin recibe del editor de San Petersburgo y aunque Lenin pide a su madre que no lo haga, ésta atenta y maternal sigue enviándole dinero. Debieron mudarse de nuevo a Schwebing –suburbio de Múnich- cuando se muda con ellos la madre omnipresente de Krupskaia.
Dos personalidades. Lenin y Martov
En este apartamento se realizan las reuniones de redacción de Iskra a las que asisten –entre otros- Lenin, Krupskaia, Martov y Zasulich. La redacción se reúne en la mañana después del desayuno y terminaba a las siete u ocho de la noche, hora en la que todos se dispersan para comer.2
Cuando Krupskaia llega a Múnich, Lenin le describe a Zasulich de la siguiente manera: “cuando veas a Vera Ivánovna te convencerás de que es una persona tan limpia como el cristal”.3 Lenin veía una característica positiva en una persona y se aferraba a ella con entusiasmo buscando la manera de aprovechar esa característica en el desarrollo de la organización.
Vera Zasulich era una revolucionaria que pertenecía a otra época: con apenas 20 años –en 1869- comienza una vida de presidios y deportaciones muy duras. Participó en el movimiento “Tierra y libertad” como tipógrafa. En 1878 realiza –en solitario y para vengar los maltratos a los presos políticos- un atentado contra el odiado general Trepov que, sin pretenderlo, inaugura la ola terrorista de la “Voluntad del pueblo”. Su juicio se convierte en una tribuna política y en una derrota simbólica para el gobierno –que debe absolverla para ahorrarse el escándalo- a la que asiste el escritor Fiódor Dostoyevski -quien se inspira en ese juicio para su obra “Los hermanos Karamázov”-. “Pensadora con una gran agudeza, una amplia cultura, principalmente sobre historia, y una intuición psicológica poco común”- recuerda Trotsky-.4 Escribía con mucha dificultad y esfuerzo “lo que ella escribe –dijo Lenin al joven pluma (Trotsky)- no es una composición, es un mosaico”. En su tortuosa forma de escribir: “[…] extendía su texto sobre el papel frase por frase, iba y venía durante mucho tiempo por la sala, patinando y golpeando el suelo con sus pantuflas, fumaba sin cesar cigarrillos que ella misma había hecho, tirando las colillas a medio fumar en todas las esquinas, sobre los apoyo de las ventanas, sobre las mesas, esparciendo las cenizas por su vestido, sobre sus manos, los manuscritos, en su taza de té y, si la ocasión se presentaba, sobre su interlocutor. Era y fue hasta el final una vieja intelectual radical a quien la suerte le había infligido una inyección de marxismo […] En Vera Ivánova –dijo Lenin al joven Trotsky-muchas cosas reposan sobre la moral y los sentimientos”.5 Además, Vera no tenía más familia que el grupo político al que pertenecía –Lev Deutsch, su pareja, se va a vivir a París- así que en realidad era una persona solitaria. “[…] algunas veces hablaba de su soledad –recuerda Kruspaia- ´no tengo a nadie´, e inmediatamente se esforzaba por disimular su amargura con alguna broma: ´Ya sé que me quieren y que cuando muera me extrañarán a la hora del té”.6 Como intelectual radical -para quien “muchas cosas reposan en el sentimiento”- Vera no supo romper con los liberales radicales que, como Struve, habían tenido un pasado “cuasi-marxista” o habían colaborado con el grupo. Lenin –quien sabía romper implacablemente con ideas y personas cuando era necesario- les aplicaba a Zasulich y a Protresov, medio en broma y medio en serio, el calificativo de “Struve-freundliche Partei” [el Partido de los amigos de Struve]. Esta diferencia de carácter será, como veremos, importante en el curso de los acontecimientos.
Martov, según observaba Lenin, era un periodista de mucho talento que escribía rápido y al vuelo, “para Iskra –dice Krupskaia-Martov era insustituible”7 Pero –como buen periodista enfocado en el presente, las polémicas del día, las últimas noticias y los chismes de emigrados- sus escritos carecen de la profundidad necesaria que da el estudio paciente y meticuloso. Martov fue un colaborador muy cercano a Lenin por cerca de 10 años –hasta el rompimiento de 1903- y fue de las pocas personas que Lenin “tuteó”. Pero sus personalidades no podía ser más diferentes y contrastantes: Martov era un bohemio muy leído y un tanto excéntrico, que gustaba de discutir caóticamente de todo y a toda hora, saltando de un tema a otro. “Martov –dice Trotsky- tenía innumerables y a menudo brillantes intuiciones, concebía hipótesis, hacía propuestas, que él mismo frecuentemente pronto olvidaba”.8
Las reuniones con Martov –cuya maratónica capacidad de conversación podía dar para cinco horas y más- desesperaban a Lenin pues degeneraban constantemente en chismes y habladurías que le irritaban. Pero “Martov–cuanta Krupskaia- no podía vivir sin esas conversaciones. Al salir de nuestra casa se iba con Vera Ivánovna [Zasulich], Dimka y Blumenfeld [secretaria de Iskra] al café, donde pasaban horas y horas”.9 Martov incluso disertaba sin parar en el momento de lavar los platos: “Según ella [Krupskaia], hacía muy concienzudamente su tarea [lavar los platos] y sólo protestaba cuando le hacían lavar la vajilla. Se quejaba entonces de la ´lentitud del progreso´ y pedía de todo corazón la llegada de una época en que se usara una vajilla que no necesitara ser lavada. Lenin, que también tenía que participar a veces en esos trabajos domésticos, lo consolaba lo mejor que podía, asegurándole que esa época seguramente llegaría. ´Mientras tanto –decía a modo de conclusión-, sigamos usando la vajilla tal como es.””10 Debido a esto, Lenin evita a todo lo que puede Martov –sin dejar de apreciar su talento admirable como periodista- y planifica su rutina para coincidir lo menos posible.
Un testigo recuerda la apariencia de Martov –muy en sintonía con su personalidad- durante los debates del II Congreso: “Los anteojos no se le sostenían sobre la nariz, los vestidos le colgaban como de una percha. De todos sus bolsillos salían manuscritos y folletos; encorvado, con un hombro más alto que el otro, tartamudeaba […], pero en cuanto se lanzaba a un discurso apasionado, ya no nos dábamos cuenta de su físico, no se veía más que brillante inteligencia y su inmenso conocimiento”.11
Lenin es todo lo contrario: un modo de vida estricto, con rutinas muy establecidas y con una forma austera pero pulcra de vivir y vestir. Las relaciones que establece –sin que exista un acuerdo tácito- son formales, prácticas; mientras que las ideas que transmite son transparentes, ordenadas y dirigidas siempre a un objetivo político, debido a esto le desespera discutir por discutir.
La discusión política para Lenin no es un pasatiempo, es una actividad seria orientada a la construcción revolucionaria. Un testigo recuerda que Lenin ponía sus condiciones al momento del esparcimiento: “[…] bebía con delectación un buen jarro de cerveza, recriminándome que prefiriera agua mineral a la cerveza estando en Múnich. Por último declaraba que se ponía a nuestra disposición y que estaba listo para ir a dar un paseo, si así lo deseábamos. Pero nunca olvidaba poner una condición, que aceptábamos con mayor o menor gusto: que no se hablase de política. […]”12 En lugar de hablar de política Lenin prefería descansar su mente y cantar las estrofas revolucionarias que se sabía.
Pero a la hora del trabajo Lenin exigía y esperaba la eficiencia que él mismo aplicaba en todo lo que hacía. Lidia Dan recuerda un incidente con la correspondencia clandestina: “Recuerdo una vez que me equivoqué en la clave y llegó una airada protesta de Rusia. No sabía dónde meterme, de la vergüenza que sentía…Lenin me recriminó duramente para terminar diciendo: ´¡Has echado todo a perder! Contigo, nunca llegaremos a hacer la revolución´ Yo estaba tremendamente abochornada, pero, al mismo tiempo, sentía la necesidad –entonces era muy joven- de cortar la reprimenda y, para lograrlo, le pregunté: ´¿Tendremos que esperar mucho tiempo todavía para hacerla?´ Lenin cambió súbitamente de tono para responder, tras un momento de reflexión: ´¡mucho tiempo, sí! Por lo menos, treinta años…´ esto ocurría a fines de 1901 o, tal vez, en los primeros días de 1902”.13
A pesar de contar con un sentido del humor irónico, por lo general, era Lenin el que rompía el tono serio. Valentinov, al respecto, recuerda: “Nadie se habría atrevido a bromear con él, ni a darle una palmada amistosa en las espalda. Había como una barrera invisible que lo separaba de los otros miembros del partido […] además era muy difícil de conocer ya que no daba nunca ocasión para ello […]. Nadie era admitido en lo que él consideraba su vida privada”.14 Sin embargo, no estamos ante “anacoreta” del marxismo. Aunque Lenin está muy alejado de la vida bohemia, cuando el trabajo está hecho, gusta visitar con los amigos la taberna, el teatro o la ópera. En estos momentos Lenin es burlón y se ría a carcajadas –echando el cuerpo para atrás-. Trotsky recuerda que una ocasión en que –en París- fueron a la ópera. Lenin al ver el estado lamentable del calzado de “Pluma” [pseudónimo de Trotsky en aquéllas fechas] regala a éste unas botas nuevas que a él no le quedan, Trotsky las estrena en la ópera pero al salir sufre por las botas que le aprietan “Vladimir Ilich me provocó, sin piedad, durante todo el camino –recuerda Trotsky-. En sus bromas, no obstante, había una cierta misericordia […]”.15
Debate sobre el programa
Incómodos ante el impacto que está teniendo Iskra en el interior de Rusia, los economicistas –agrupados en torno a la “Unión de Socialdemócratas Rusos” y al periódico “Rabotche Dielo”- maniobran para convocar un Congreso y aprobar su línea economicista, y convertir a su periódico en el oficial, dejando a Iskra en un simple periódico local. A Lenin le parece aún prematuro ese congreso pues quiere clarificar políticamente las diferencias de fondo. Con este objetivo está trabajando en su “¿Qué hacer?”, arma para ganar y convencer a los diversos círculos socialdemócratas del interior. Con este fin pide a los círculos cercanos a Iskra, mediante correspondencia clandestina escrita por Krupskaia, que hagan todo lo posible para posponer el Congreso hasta que no se escuche a las dos partes. Sin embargo, los economicistas convocan –de todas formas- a un congreso cuyo orden del día confirma la corta visión sindicalista que Lenin combate: el primer punto es “La lucha económica” y no se incluye nada sobre el programa político que es el único que puede vertebrar a una organización revolucionaria.
Afortunadamente a la cita del 20 de marzo de 1902 en Bielostok acuden tan pocos delegados –menos de 8- que en vez de Congreso deben conformarse–gracias a que Lenin envía a uno de los suyos (Fyord Dan) que va sin ser invitado- con celebrar una conferencia que resuelve crear un comité organizador del II Congreso del POSDR. Por un accidente histórico, los economicistas no van a poder conformar este comité organizador por la desafortunada razón de que casi todos los asistentes a esa conferencia son capturados por la policía zarista poco tiempo después, tal como años antes les había sucedido a los asistentes al I Congreso.
Un preludio de lo que vendrá se da en marzo de 1902. Con motivo de la redacción de un borrador de programa para presentar ante el comité organizador, Axelrod y Plejanov viajan a Múnich donde éste y Lenin discuten de forma acalorada. Plejanov presenta un proyecto que para Lenin es demasiado abstracto y académico. Lenin dice que el borrador de Plejanov habla del capitalismo en general pero no del capitalismo ruso y, por tanto, no sirve como instrumento para la acción. Plejanov impuso su peso personal sobre Zasulich y Axelrod, mostrando la dinámica de círculo familiar que Lenin quiere superar: “Vera Ivánovna [Zasulich] quería hacer objeciones a Plejanov, pero éste adoptó una actitud muy hermética, cruzó las manos sobre el pecho, miró de tal modo a Vera, que ésta perdió completamente los estribos. En el momento de la votación, Axelrod, que se había mostrado de acuerdo con Lenin en esta cuestión, declaró que tenía dolor de cabeza y quería dar una vuelta. Vladimir Ilich estaba muy agitado. ´así no se puede trabajar. Esto es todo menos una discusión práctica”.16
Las relaciones con Plejanov se tensan al máximo justo antes de la realización del Congreso. El borrador del programa –donde Lenin introducía la consigna de la nacionalización de la tierra- fue la oportunidad para que un quisquilloso Plejanov barruntara el texto de Lenin con subrayados, doble subrayados, signos de admiración y frases mordaces sobre el estilo casi en cada renglón, además pedía que cada cambio de estilo fuera votado por el comité de redacción –lo cual no tenía precedentes y estaba destinado sólo a humillar a Lenin-. Incluso Martov afirmó que “Plejanov había empleado contra Lenin frases y métodos reservados de ordinario para los enemigos”.17 Este tratamiento indigno sometió los nervios de Lenin a una máxima tensión. Estuvo a punto de romper relaciones con Plejanov y llevar el asunto a las bases del naciente Partido, pero se contuvo. Escribió: “Por supuesto no soy más que un caballo, uno de los caballos del cochero Plejanov, pero el hecho es que incluso el más paciente de los caballos derribará a un jinete excesivamente exigente”.18 Mientras que para Plejanov “El valor de una frase se medía por el efecto estético de su prosa. Lenin, en cambio, escribía con el único propósito de influir en la conducta de los hombres”.19
La intervención mediadora de Axelrod y Zasulich, quienes convencieron a Plejanov para disculparse, ayudó a que el conflicto de fondo –el hecho de que la vieja guardia se estuviera quedando rezagada ante la necesidad de dar un salto cualitativo-se aplazará un poco. Plejanov acepta el programa de la nacionalización de la tierra y el término “dictadura del proletariado”
Sin embargo, este incidente revela –una vez más- el carácter de ambos personajes: Plejanov no está conectado con el movimiento vivo, mientras Lenin quiere un programa para encabezar a las masas en la acción. Lenin introduce el tema de la nacionalización y restitución de tierra a los campesinos, como tarea inmediata para la revolución por venir, porque pretende quebrar el régimen de absolutismo feudal, ganar a los campesinos y desplazar a la burguesía mediante una alianza del proletariado y el campo pobre. Plejanov, sin rechazar la pertinencia de esta cuestión, la aplazaba para un futuro más o menos indeterminado.
Cuando Krupskaia trata de mostrar a Plejanov la correspondencia organizativa con los círculos rusos, la reacción de éste era el de un hombre que perdía el suelo bajo sus pies. Esta incapacidad para adecuarse a una nueva etapa en la organización puede explicar en buena medida el estado de constante irritabilidad en que Plejanov se encontraba en esta etapa. El comité de redacción de Iskra –de seis miembros- se dividían usualmente en 3: Lenin, Martov y Potresov –de una parte- y Plejanov, Zasulich y Axelrod –en la otra parte-. Se trata de un impasse que Lenin intentará romper.
A pesar de los enconos, nadie sospecha que entre estos compañeros de trabajo está cerca una escisión histórica. “Durante el periodo de Múnich no existía una grieta tan profunda en las relaciones personales entre Vladimir Ilich, Martóv, Potresov y la Zasulich. Todas las fuerzas se concentraban en un solo objetivo: la creación de un periódico para toda Rusia, la organización intensa de fuerzas alrededor de Iskra. Todos teníamos la sensación de que la organización crecía, de que el camino señalado para la creación del periódico era justo”.20
En Londres
El impresor de Iskra en Múnich pone cada vez más objeciones para sacar un periódico que pone en riesgo su negocio. Iskra debe mudarse. Plejanov Axelrod sugieren Suiza pero Lenin –que quiere mantenerse lejos de Plejanov- obtiene, apenas, una mayoría para llevar el periódico a Londres. Después de vender por 12 marcos sus escasos y modestos muebles, el 30 de marzo de 1902 Lenin y Krupskaia inician su viaje, poco después los alcanzarán Zasulich y Martov. … así como también la siempre presente suegra de Lenin.
Lenin y su familia se alojan en un piso de dos habitaciones en Hallford Square, muy cerca del Museo Británico y su magnífica biblioteca que Lenin va a visitar a diario por las mañanas. También muy cerca viven –en una especie de comuna- Martov, Zasulich y Postresov. Este lugar, que es bautizado por Plejanov como “la guarida”, es un “bazar” donde “reinaba un gran desorden” –dice Trotsky quien llegará poco después-. “Allí tomábamos café, sosteníamos largas pláticas, fumábamos, etcétera”.21 Lenin establece su dinámica de tal forma que evita este molesto desorden bohemio y procura salir hacia la biblioteca antes de que Martov llegue a su casa para enterarse de la correspondencia con Krupskaia. La casera metiche exige a la pareja poner cortinas en las ventanas pero cuando pide explicaciones de por qué Krupskaia no lleva anillo de matrimonio Lenin amenaza con demandarla. La casera mojigata los deja en paz.
En Londres Lenin y Krupskaia se percataron de las deficiencias de su inglés. A pesar de haber traducido a los Webb, no entendían una palabra. Para remediarlo Lenin observa el movimiento de los labios de los oradores en las plazas públicas e intercambia clases de ruso por clases de inglés. Lo aprende bien. De los museos –excepción hecha de un pequeño museo sobre la revolución de 1848 que lo cautiva- sólo se interesa realmente por la biblioteca del Museo Británico pero no tiene mucha paciencia para admirar antigüedades. Prefiere visitar el Londres vivo y bullicioso. Muy pronto conoce mejor que nadie las calles escondidas y los barrios obreros. Al observar el contraste pasmoso entre el Londres turístico y el marginal murmura a Krupskaia “two nations”. Frecuenta los lugares bulliciosos donde observa la vida: los mercados populares, los bares e incluso las iglesias. En algunas de éstas la religión se mezcla con ideas socialdemócratas, el agitador religioso habla de la revolución social: “¡Oh, Dios todopoderoso, haz que no haya más reyes ni ricos!”.22 Como en la Rusia rural sectas de este tipo abundan, Lenin va a proponer en el II Congreso una resolución sobre las sectas religiosas comunistas–que define como organizaciones contra el orden establecido- con el objetivo de establecer un trabajo político entre los sectores populares que las siguen. Lenin y Krupskaia gustan pasear por las fueras de Londres. Su destino favorito es Prime Rose Hill –el paseo más barato que cuesta seis peniques- desde esa colina se divisa todo Londres y, además, está cerca del cementerio donde reposa Marx, cuya tumba visitan a menudo. A fines de junio de 1902 Lenin se toma 15 días de vacaciones con su madre y su hermana Ana en una playa de la Mancha, en la costa norte de Francia. “A él le gustaba mucho el mar –dice Krupskaia- con su movimiento constante y su extensión ilimitada. En el mar descansaba”.23
Aún no existen diferencias políticas de fondo que vayan más allá de los contrastes personales y estilos de trabajo, sin embargo ya por esas fechas se prefigura Lenin como perteneciente a los “duros” y a Martov con los “blandos” de Iskra. Martov –dice Trotsky- ya no se sentía a gusto al lado de Lenin, ni Lenin confiaba demasiado en su antiguo y talentoso amigo y aliado: “La manifiesta fragilidad de las ideas de Martov obligaba más de una vez a Lenin a menear la cabeza con un gesto preocupado […] Lenin, que apreciaba mucho a Martov, lo consideraba desde una mirada crítica y desconfiada; Martov sentía esa mirada, se sentía molesto y con un tic nervioso, sacudía su hombro delgado. Cuando se encotraban y charlaban, ya no había entre ellos un tono amistoso, ni bromas […] Lenin no miraba a Martov cuando hablaba, y los ojos de éste se ocultaban bajo sus lentes, inclinados hacia adelante y siempre sucios. Y cuando Lenin me hablaba de Martov, su voz tenía un tono particular […] como si quisiera decir una advertencia: ´Es bueno sin duda, es bueno, incluso notable pero muy blando”.24 Martov no logra adaptarse a la vida en Londres y pocos meses después de su llegada se va a París para no volver a ver a Lenin sino hasta los preámbulos del II Congreso.
Axelrod fue el organizador en el viejo grupo de Plejanov, pero trágicamente fue un organizador exiliado en Suiza al que las circunstancias le impidieron desarrollar su talento –había pocas oportunidades de trabajo práctico real- y éste se estropeó lamentablemente. “Pavel Borísich perdió las tres cuartas partes de su capacidad de trabajo, se pasaba las noches en blanco, le costaba enormes esfuerzos escribir, durante meses enteros no podía terminar el artículo empezado, su letra era casi ilegible por la nerviosidad con la que escribía […] Más tarde, cuando el mismo Vladimir Ilich ya no podía escribir y ni siquiera pronunciar una sola palabra me preguntaba de lo que hacía Axelrod mostrándome su nombre en el periódico”.25
Lenin y la lucha fraccional
Desde Londres Lenin continuará la batalla política contra los economicistas. Si éstos hicieron su batalla fraccional, Lenin hará la suya a su manera. Los biógrafos burgueses de Lenin –como Robert Conquest o el menchevique David Shub- le reprochan a éste la “maquiavélica” obsesión y el “crimen” de formar un grupo político en torno suyo para preparar la configuración más favorable para sus posturas. Pero este reproche es absurdo pues implica condenar a un político por actuar políticamente en una organización cuya historia puede resumirse en la lucha de fracciones. Más hipócrita resulta esta acusación cuando los políticos de la burguesía se estructuran en facciones patrocinadas por los lobbies de las grandes empresas o por las burocracias corruptas de los Partidos del status quo, mientras que –en contraste absoluto- Lenin va a configurar sus fracciones en torno a lo que cree es la línea revolucionaria justa –y la mayoría de la veces los acontecimientos van a darle la razón-.
Para ganar la mayoría de los comités –varias decenas de grupos- Lenin establece una campaña–a través de camaradas como Radchenko- para fusionar a algunos círculos de San Petersburgo y Bielostok y presiona para que los cuadros de estos círculos vayan directamente a Londres para debatir. Radchenko hace eficientemente su tarea y el 15 de agosto se celebra una conferencia en casa de Lenin con los representantes de los círculos de San Petersburgo de donde surge el comité organizador del II Congreso. De esta manera Lenin asegura que de los 51 votos acreditados para el II Congreso 33 son de activistas que –al menos en teoría- están de acuerdo en que Iskra va a ser el periódico del POSDR.2Los economicistas responden a esta eficiente campaña con la esición de diversos círculos. Lenin está lejos de sospechar que ese Congreso tan larga y trabajosamente preparado, iba a causar una escisión en las propias filas de los “iskristas”.
Una madrugada de octubre de 1902 alguien toca de forma impertinente la puerta de la casa de Lenin, es un joven de 22 años, exacerbado por su reciente evasión de Siberia –conocido por sus talentos literarios como “Pero” [Pluma]- que Lenin espera por recomendación de iskristas de Samara. Se trata de Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como Trotsky. Éste cuenta el episodio en su autobiografía y las memorias de Krupskaia, aún no mutiladas por el estalinismo, confirman la versión: “Por el modo de llamar parecía que alguien quería vernos con urgencia –cuanta Krupskaia- y bajé corriendo las escaleras. Era Trotsky y le subí a la habitación. Vladimir Ilich acababa de despertarse y estaba todavía acostado […] Las apasionadas referencias de aquél ´aguilucho´ indujeron a Lenin a estudiar muy atentamente a su visitante durante aquella primera conversación”.27
Para continuar con el estudio de ese joven prometedor, Lenin lo lleva de paseo por algunos de los icónicos lugares de Londres: “¡Este es su famoso Westminster!…’ aquél ´su´, naturalmente, no se refería a los ingleses en general, sino a las clases dirigentes –recuerda Trotsky-. Este matiz, no enfatizado sino profundamente orgánico y reflejado principalmente en el timbre de voz, se encontraba siempre en Lenin cuando hablaba de algunos de los valores de la civilización o de recientes progresos […] La sombra de la clase dominante, imperceptible, parecía proyectarse frente a sus ojos sobre toda la cultura humana, y siempre era sensible a esta sombra, sin dudas, tan aparente como la luz del día”.28 Trotsky se convierte en un colaborador regular de Iskra –incluso escribe editoriales- y, no obstante el sobrecargado estilo del joven escritor –que no agrada mucho a Lenin-, éste lo propone –sin que Trotsky lo sepa- como séptimo miembro de un comité de redacción de Iskra que se encuentra empantanado por la división exacta de sus integrantes. Plejanov se opone de forma violenta. Dice a Lenin “no me gusta la pluma de tu Pluma» y muestra una gran antipatía contra el recién llegado. Sin duda Plejanov teme que Trotsky se va a posicionar con el grupo de Lenin –y éste, a decir verdad, confía en eso- tanto que el grupo de Plejanov lo apoda, en secreto, como “el garrote de Lenin”. Sin embargo, Trotsky –quien habita en el mismo edificio que la “comuna” de Martov, Zasulich y Potresov- establece relaciones de gran cercanía personal con éstos, mientras que con Lenin convive poco. Estos lazos personales –que tanta importancia tendrán en la forma inicial que cobrarán los acontecimientos- le impedirán comprender por un tiempo el verdadero significado de la escisión que está por suceder.
En noviembre de 1902 Lenin da una serie de conferencias en Suiza–rentables desde el punto de vista económico- sobre la cuestión agraria. Es uno de los primeros marxistas rusos en estudiar a profundidad en tema –lo hace en su “Desarrollo del capitalismo en Rusia”- esto no debería extrañar si consideramos que casi dos terceras partes de las familias rusas pertenecían al campesinado pobre. Era imposible una revolución sin ganar a la masa campesina al campo socialdemócrata. Con este objetivo escribe en marzo de 1903 un largo folleto titulado “A los pobres del campo”. A finales de febrero de 1903 profesores liberales emigrados invitan al escritor Ilín –un pseudónimo de Lenin- para que dicte tres conferencias sobre su libro “El desarrollo del capitalismo en Rusia” en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París. Los profesores le advierten al conferencista que se abstuviera de discursos polémicos pero Lenin explica en sus charlas que el marxismo es polémico por naturaleza. Al final uno de los profesores dijo de Lenin “es todo un profesor, creyendo evidentemente que le otorgaba así el mayor de los elogios”.29 Es aquí donde Lenin se burla de Trotsky –quien también está en París para dictar charlas- y los zapatos que le aprietan, episodio al que ya referimos.
El II Congreso. Bolcheviques y mencheviques
Aprovechando la circunstancia de que los precios de las impresiones en Londres son elevados, que Martov odia Londres y que Potresov está casi siempre enfermo; a principios de abril de 1903 Plejanov logra la mayoría para trasladar la redacción de Iskra a Ginebra, Suiza. Esta decisión, que Lenin no tiene más que aceptar, enferma de nervios a éste. Sabe que la cercanía con Plejanov no puede traer más que conflictos y choques. Sufre un terrible salpullido –probablemente de origen nervioso (o eripsela como fue diagnosticado)-. “Entonces, armada con un frasco de yodo, Krupskaia se puso a fregar valerosamente el cráneo de su esposo. Este se dejó curar estoicamente, perdió casi todo el pelo que aún le quedaba y partió para Ginebra en ese estado”.30 Y vulnerable por la tensión nerviosa, después de instalarse en Secheron (barrio obrero de Ginebra), cae enfermo de gripa y permanece en cama por dos semanas.
Por fin, del 17 de julio hasta el 10 de agosto de 1903 se realiza el II Congreso del POSDR, primero en Bruselas y luego en Londres. Se congregan 43 delegados –otras fuentes hablan de 48- de los 57 que habían sido invitados, representando a 26 organizaciones locales con 51 votos acreditados -33 de éstos se suponían Iskristas-. Plejanov inaugura el Congreso con un emotivo e inspirado discurso explicando la importancia histórica de la reunión. Las primeras trece sesiones se desarrollan en diferentes locales sindicales facilitados gracias a Émile Vandervelde –dirigente de la socialdemocracia belga-. Una de las sesiones se desarrolla en una bodega de grano donde se improvisa una mesa de debate con rudas tablas mal clavadas. De repente los delegados se retuercen y rascan sin control y comienzan a abandonar la sala en tropel “¡Un ejército invisible de parásitos había derrotado al pleno del II Congreso del Partido obrero Socialdemócrata Ruso!”.31
Uno de los primeros temas importante a discutir fue el ingreso del Bund judío al Partido. Esta organización numerosa había jugado un papel importante en las etapas embrionarias de la organización, pero por sus fuertes prejuicios nacionalistas exigió al Congreso el monopolio absoluto para hablar en nombre del proletariado judío y una autonomía total con respecto al Partido. Lenin había explicado –por ejemplo en “Carta a un camarada”- que las organizaciones locales podían tener una amplia autonomía para impulsar el trabajo en los marcos de la línea política aprobada mayoritariamente – publicar material en sus propias lenguas, lanzar campañas específicas, etc.- pero ceder a los exigencias localistas hubiera significado que en lugar de un Partido se tuviera una federación laxa sin ninguna obligación mutua. Un Partido revolucionario –incluso un sindicato- sólo se puede crear y funcionar a partir de la unidad clasista de los trabajadores independientemente de la nacionalidad, la raza, las diferencias religiosas o de cualquier otro tipo. La mayoría de delegados vota por la disolución del Bund como organización autónoma al Partido y la conformación de un solo POSDR. Son unos 33 votos a favor de esta postura, contra 8 del bund y de los economicistas; el resto de votos pertenecía a los indecisos –unos 9 votos- que Lenin denominó “el pantano” o el “centro”.32 Al quedar en minoría, esos 8 delegados abandona el Congreso. El programa agrario propuesto por Iskra también es aprobado. También la consigna leninista del derecho de las naciones a la autodeterminación. Mientras Rosa Luxemburgo –que es polaca (nación oprimida)- rechaza esta consigna por considerar que significa el apoyo a la burguesía nacional, Lenin –por el contrario- entiende que el antiimperialismo de los pueblos oprimidos no puede equipararse al nacionalismo de las naciones opresoras, aquél tiene una semilla revolucionaria. En verdad, la Revolución Rusa hubiera sido imposible sin una aproximación correcta a esta cuestión pues la Gran Rusia era una verdadera cárcel de naciones, donde el 57% de la población eran “minorías” no rusas. Debido al acoso policiaco, las sesiones se trasladan a Londres.
Parecía que la sólida mayoría construida por Lenin con su ¿Qué hacer? y con sus innumerables cartas y discusiones estaba rindiendo los frutos deseados. La batalla política principal del Congreso parecía ganada. Sin embargo la escisión se dará por motivos inesperados: por cuestiones organizativas y estatutarias que sólo a posteriori se convirtieron en diferencias políticas de fondo. Como dijo Hegel “la necesidad hace uso de lo accidental”. El choque comenzó con el punto uno de los estatutos, relativo a quién debería ser considerado miembro del Partido. La propuesta de Lenin decía “Un miembro del POSDR es aquél que acepta su programa, apoya al Partido económicamente y participa personalmente en una de las células del Partido”. Martov -que estaba de acuerdo en que se aceptara el programa, se cooperara económicamente- abría la militancia a quien “diera regularmente al Partido su cooperación personal bajo la dirección de una de las células del Partido”.33 A primera vista parece una diferencia de matiz, incluso Lenin mismo escribirá –poco después de la escisión y tratando de evitarla- “no considero en absoluto nuestra discrepancia (respecto al artículo primero) tan esencial que de ella dependa la vida o la muerte del Partido. ¡No pereceremos, ni mucho menos, por un mal artículo en los estatutos!”34
Sin embargo, en esta pequeña diferencia se ocultan diferencias organizativas importantes: Lenin quiere un Partido de militantes activos cuyo compromiso pueda ser demostrado y controlado por la organización en su conjunto; Martov defiende una organización donde se desdibuja la diferencia entre simpatizante y militante y, por tanto, se expone a la organización a la influencia de clases y sectores ajenos. Lenin sabe que los simpatizantes pueden jugar un papel –más de una vez recibirá donaciones de esta gente- pero se niega a confundirlos con los militantes activos. En esta polémica agria e inicialmente sorpresiva para ambos bandos Plejanov se posicionó al lado de Lenin.
Cuando los historiadores burgueses acusan a Lenin de actuar fraccionalmente, se olvida convenientemente que los mencheviques hicieron lo propio. En el Congreso Vera Zasulich se enfrenta contra su mentor por única vez en su vida, ella siempre había sido muy apegada a los intelectuales liberales y el estatuto de Lenin les cierra la puerta. Martov intenta separar a Plejanov de Lenin utilizando las relaciones personales, pero sorprendentemente Plejanov resiste y les responde: “Napoleón tenía la manía de divorciar a sus mariscales de sus esposas, aunque las amaran. El camarada Akimov se parece en este aspecto a Napoleón. Quiere divorciarme de Lenin a toda cosa. Pero yo mostraré más fuerza de carácter que los mariscales del emperador. No me divorciaré de Lenin y espero que él tampoco espere divorciarse de mí”.35 En honor al “padre del marxismo ruso” hay que decir que su enorme capacidad teórica le permitió entender que en el fondo de las posiciones de Martov estaban los métodos de “trabajo” y presiones de la pequeña burguesía. Fue implacable en sus argumentos: “Aquí se ha dicho que algunos profesores que simpatizan con nuestras posiciones podrían encontrar humillante entrar en una organización local […] si algún profesor de egiptología considera que, como sabe de memoria los nombres de todos los faraones y todas las oraciones egipcios rezaban al toro Apis, entrar a la organización se encuentra debajo de su dignidad, no tenemos necesidad de ese profesor. Hablar del control del Partido sobre personas que están fuera de la organización es simplemente jugar con las palabras. En la práctica semejante control es imposible”.36 No obstante, la propuesta de Martov gana con 28 votos frente a 23.
Pero la endeble mayoría del grupo de Martov se verá trastocada con el abandono del Bund y los economicistas, poco después de esta votación. Esto cambiará la correlación de fuerzas de forma precaria a favor de Lenin y Plejanov. Martov utilizará este cambio como un argumento para señalar que la mayoría de Lenin es artificial, meramente accidental, y se negará a aceptar las decisiones del congreso que no le convencen. Sin embargo –para Lenin- el abandono del Bund y los economicistas está lejos de ser casual: significa que no están dispuestos a formar parte del Partido y esto no puede considerarse causal en un Congreso que en la práctica es fundacional.
El Órgano Central (o comité de redacción), dadas las características de la emigración, tenía un peso muy importante al establecer la línea política cotidiana del periódico y con éste del conjunto de los círculos del interior. Para Lenin esta situación era práctica y necesaria pues era la redacción de Iskra en el extranjero el único centro estable mediante el cual se podía dirigir al periódico y, a través de éste, a la organización. El CC en el interior, por otro lado, no le sería posible mantener la línea editorial en las condiciones del totalitarismo zarista y sólo podría reunirse de forma esporádica. En la práctica era en casa de Lenin donde todos los hilos confluían para mantener comunicados y enlazados a los diversos círculos socialdemócratas rusos: “Krupskaia –relata Trotsky- era el centro de todo el trabajo de organización, recibía a los camaradas que llegaban desde lejos, introducía y acompañaba a los que partían, establecía los medios de comunicación, los lugares de las citas, escribía las cartas, las cifraba y las descifraba. Su cuarto olía a papel estufa para poder leerlas”.37 Sin embargo, Lenin sabe que las formas organizativas concretas y los pesos relativos de las distintas instancias del Partido no son siempre las mismas y no constituyen una receta acabada y eterna.
Si el debate del artículo primero será agrio, el debate sobre la composición del Órgano Central –o comité de redacción- será más intenso. Lenin propuso reducir éste órgano a tres miembros: Plejanov, Martov y él -con capacidad de cooptar nuevos integrantes de ser necesario-. El grupo de Martov propuso la simple reelección del viejo comité de redacción. Martov y su grupo pierden la votación relativa al OC y CC con 20 abstenciones frente 24 votos a favor de la propuesta de Lenin. Pero con la votación Martov pierde también los estribos, interviene de forma histérica negándose a acatar la decisión tomada: “La vieja Iskra ya no existe y, en buena lógica, su nombre debería ser cambiado […] En lo que a mí se refiere, agrego que sería una injuria ser presentado como candidato a esa función, y la simple suposición de que aceptaría trabajar la considero una mancha a mi reputación política”. Lenin, en un tono mucho más sereno, responde: “una votación no tiene nada que ver con una mancha en la reputación política”.38 En cualquier caso, desde entonces, al grupo de Lenin se le conocerá como Bolcheviques (de “bolshinstvo” o “mayoría”) y al del Martov Mencheviques (de “menshinstvo” o “minoría”). ¡Por poco y tal vez conoceríamos a estos grupos con los nombres opuestos!
Lenin quiere un comité de redacción profesional, que esté unido por el trabajo político y no por vínculos personales. En su propuesta incluye a Martov pues es un periodista muy talentoso, a Plejanov pues es una potencia teórica que ha impulsado –aun sea irregularmente- la revista teórica. La incorporación de Plejanov en la propuesta de Lenin demuestra que en sus cálculos no existe el elemento personal –las relaciones con éste habían sido una pesadilla-. Excluye de la redacción a Axelrod, Zasulich y Potresov pues casi nunca escriben realmente y su participación en el comité de redacción es mínima. Los hechos hablan por sí mismos: “En los 45 ejemplares de Iskra bajo seis editores, había 39 artículos escritos por Martov, 32 por Lenin, 24 por Plejanov, ocho por Potresov, seis por Zasulich y sólo 4 por Axelrod. ¡Esto en un periodo de tres años!”.39 Es verdad que para éstos se trata de un duro golpe a su amor propio, sus añejos lazos de amistad y a sus hábitos de trabajo. Axelrod se siente ofendido pues no entiende cómo han podido excluirlo del centro de organización de Iskra siendo él el viejo organizador del grupo. Para la vieja Zasulich la separación de Iskra significaba cortar todo vínculo con la Rusia que había abandonado hace mucho tiempo “Para ella no se trataba de una cuestión de amor propio, sino de vida o muerte”.40 El joven Trotsky se siente indignado por tan brutal trato a camaradas honestos y veteranos.“El garrote de Lenin” se vuelve contra éste. Con una gran perspicacia Trotsky percibe que el centralismo leninista puede degenerar en un centralismo burocrático –como sucederá efectivamente con la reacción estalinista-: “[…] eso métodos conducen […] a la organización del Partido a remplazar al Partido, al Comité Central a sustituir a la organización del Partido y, finalmente, a un dictador a remplazar al Comité Central”.41 Pero todo depende de que el centralismo democrático se aplique para llevara delante ideas y perspectivas con métodos correctos. Sin nivel político y con intereses burocráticos de por medio el centralismo democrático se convertirá en su contrario. Trotsky, después de su breve estancia en el campo menchevique, seguirá su propio camino y políticamente coincidirá con Lenin en los temas políticos fundamentales.
Amargo boicot
A pesar de todos los desaguisados y exabruptos propios de un debate encendido, la escisión toma por sorpresa a Lenin y a todos los involucrados. De regreso en Ginebra Lenin se percata que su “mayoría” es endeble y que los comités del interior que habían votado a favor de su plan organizativo están lejos. La mayor parte de emigrados apoyan a Martov y a los mencheviques. En los hechos Martov y su grupo –en las semanas y meses siguientes a la escisión- boicotean y torpedean las decisiones del congreso: se niegan a entregar los artículos que les pide el comité de redacción –reducido a Lenin y Plejanov-, se reúsan a entregar los fondos del periódico, desconocen el Comité Central; forma una dirección paralela –llamada “Buró de la minoría”- con la que publican su propio material y periódico, además establecen una alianza con los economicistas que habían abandonado el Congreso. Lenin y Plejanov ofrecen las páginas de Iskra para que los mencheviques expongan sus diferencias, éstos rechazan la oferta. Todavía el 4 de octubre de 1903 se celebra una reunión que pretende la reunificación pero los mencheviques exigen la anulación de todas las decisiones del Congreso. Lenin no está dispuesto a esta rendición indigna.
Los críticos liberales suelen acusar a Lenin de autoritario pero fueron los mencheviques los que arbitrariamente se negaron a aceptar las decisiones congresuales. Lenin hace todo lo posible por conservar la unidad e incluso envía cartas que lindan con los ruegos donde –con tal de zanjar el abismo que se abre- se atribuye faltas que no son suyas. Escribe a un menchevique: “Reconozco que a veces actué en un estado de terrible exasperación y que me conduje con rabia [los testimonios, sin embargo, señalan que el exasperado y desgañitado era Martov]. Estoy dispuesto a reconocer ante quien sea esta falta mía, si es que hay que reconocer como falta las reacciones provocadas por la atmósfera general del Congreso, en la excitación de la lucha”.42 La confusión se generaliza y nadie comprende el amargo desenlace de un congreso del que todos esperaban tanto. Los bolcheviques en el CC quedan confundidos y presionan a Lenin para aceptar la unificación sin condiciones.
Para colmo, Plejanov no puede resistir la presión de romper con su viejo círculo –era un gigante teórico pero le faltaba la fuerza de voluntad para asumir la teoría hasta el fin- y claudica el 18 de octubre amenazando, en uno más de sus chantajes calculados, con dimitir del comité de redacción. Lenin se queda flotando en el vacío cuando incluso miembros de su grupo bolchevique vacilan y retroceden también. Lenin renuncia al comité de redacción. ¡El creador de Iskra se quedará 13 largos meses sin periódico! De inmediato Plejanov readmite a los mencheviques en la redacción y luego –en un Consejo realizado en enero de 1904- son readmitidos también en el CC. Las exigencias de Lenin para convocar otro congreso caen en oídos sordos, la nueva redacción se niega a publicar su carta donde explica su renuncia. En los hechos todo esto significó la anulación antidemocrática de todas las decisiones del II Congreso. Plejanov retrocede en todos los puntos frente a los mencheviques y se vuelve furioso contra Lenin declarando su muerte política en su habitual estilo hiriente: “dentro de pocas semanas Lenin sólo valdrá para ponerle como espantapájaros en un huerto […] Lenin está prácticamente acabado”.43 Su primer artículo para Iskra se titula “¿Qué no hacer?” y compara las ideas organizativas de Lenin con las del sha de Persia.
Lenin cayó en una especie de depresión nerviosa. Rosa Luxemburgo se hace eco de las ideas de los mencheviques –totalmente exageradas y fuera de proporción- y Kautsky se niega a publicar la réplica de Lenin al artículo de Luxemburgo. A pesar de la ruptura con Plejanov, Lenin por muchos años –según Krupskaia- conservó la esperanza de reencontrarse políticamente con su viejo maestro “Después de la escisión, escuchaba atento lo que decía Plejanov. Con qué alegría repetía las palabras de Plejanov ´No quiero morir oportunista”44 Todavía en 1914, al preparar un discurso contra la guerra para un mitin donde hablará Plejanov, se entusiasma “¿Es posible que no lo comprenda?”. Trágicamente Plejanov no lo comprenderá y aunque gira brevemente a la izquierda en 1909, apoyará a Rusia en la guerra y se perderá para siempre para la causa revolucionaria, ubicándose en la derecha más extrema del menchevismo. Un triste final político para un pionero marxista y sembrador de la semilla del bolchevismo, tutor de Lenin.
Es uno de los episodios más amargos en la vida de Lenin. “Pero el afecto a las personas no influyó nunca en su posición política” –dice Krupskaia-. Sin embargo esto no quiere decir que la división no le afecte. “Recuerdo que, cuando en el II Congreso se hizo evidente que la escisión con Axelrod, Zasulich, Martov y otros era inevitable, Lenin se sentía muy mal. Velamos toda la noche y temblábamos». 45 El rompimiento con sus antiguos colaboradores a los que apreciaba y quería será muy duro personalmente pues “al romper políticamente con una persona, rompía con ella también personalmente; no podía ser de otro modo, cuando toda la vida estaba vinculada a la lucha política”.46 Supo romper con sus antiguos camaradas pero nunca dejó de apreciarlos por lo que aportaron y por lo que aprendió de ellos. Cuenta Krupskaia que poco antes de su muerte, Lenin preguntó por Axelrod, Potresov y Martov. “Dicen que Martov se está muriendo´, me dijo Vladimir Ilich poco antes de quedarse sin habla. Y algo tierno se percibía en sus palabras”.47
Lenin hizo todo lo que pudo para mantener la unidad, pero no estaba dispuesto a aceptarla a costa de claudicar ante métodos organizativos que condenarían al Partido a su inutilidad como instrumento revolucionario. De forma estoica resiste a la terrible marejada y la enfrenta tratando de aclarar políticamente lo que hay de fondo. Así se impondrá siempre en las adversidades: con claridad política. En mayo de 1904 un Lenin enflaquecido, físicamente irreconocible, con piel ceniza y con los párpados hinchados escribe “Un paso adelante dos pasos atrás” donde analiza a fondo y de forma pormenorizada los acontecimientos del II Congreso. Entiende que la actitud de los mencheviques responde a la resistencia al cambio, a aferrarse a un espíritu de círculo donde pesan mucho las relaciones personales y el influjo de la pequeña burguesía. Comprende que las diferencias son legítimas pero cuando los errores se convierten en sistema amenazan a la organización y no pueden dejarse pasar. “Toda pequeña discrepancia puede adquirir inmensa importancia si sirve de punto de partida para un viraje hacia ciertos conceptos equivocados y si a estos conceptos equivocados vienen a unirse, en virtud de nuevas discrepancias adicionales, actos anárquicos que llevan al partido a la escisión”.48 Finalmente, diagnostica el fondo político del asunto como “oportunismo en materia de organización”. Es de notar que aún no existen diferencias políticas formales, sino diferencias organizativas que no dejan de tener gran relevancia. Cualquier otra persona hubiera colapsado pero Lenin se aferró a las ideas y los principios.
La marejada fue terrible, pero –como señala Jacques Marie- Lenin es Lenin porque supo resistir a las presiones de sus propios camaradas, mantenerse firme donde otros claudicaron y construir en torno suyo a la futura fracción bolchevique que llevará a los trabajadores al poder. La escisión de 1903 es un acontecimiento decisivo. David Shub –que aunque menchevique demuestra en su libro destellos brillantes- escribe: “En vísperas del gran levantamiento de 1905, Lenin contaba con treinta y cuatro años de edad. Tras él quedaban más de diez años de ardua experiencia revolucionaria: arraigados hábitos conspirativos, encarcelamiento, exilio en Siberia y la agitada vida errante del emigré político. Cuatro años de agotador peregrinaje fuera de Rusia, en los cafés, hospedajes baratos y centros de reunión de Múnich, Bruselas, Londres, Ginebra, no habían hecho de Lenin un europeo al estilo occidental; se había limitado a aprender los idiomas de ese mundo foráneo, pero su talante anímico seguía siendo profundamente ruso”.49
Continuará…
1 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, pp. 41-42.
2 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 85.
3 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
4 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 185.
5 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, pp. 223-224.
6 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 43.
7 Ibid. p. 49.
8 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 227.
9 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 49.
10 Citado en: Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 86.
11 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 70.
12 Citado en: Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 86.
13 Ibid. p. 85.
14 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p 58.
15 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 231.
16 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 51.
17 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 301.
18 Citado en: Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 115
19 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 94.
20 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 52.
21 Trotsky, “Lenin y la vieja Iskra”, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 219.
22 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 181.
23 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 58.
24 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 186.
25 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 46.
26 H. Baron, Samuel; Plejanov, el padre del marxismo ruso, España, Siglo XXI, 1976, p. 310.
27 Citado en: Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 89.
28 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 179.
29 Ibid. p. 184.
30 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 103.
31 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 100.
32 Cf. Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 119.
33 Citado en: Ibid. p. 120.
34 Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás, Moscú, progreso, 1978, p. 60.
35 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 109.
36 Citado en: Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 121.
37 Trotsky, Mi vida, Argentina, CEIP, 2012, p. 186.
38 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 111.
39 Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 124.
40 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 44
41 Trotsky, Nuestras tareas políticas, Obras, Tomo 23, México, Juan Pablos editor, 1975, p. 97.
42 Walter, Gerard; Lenin, Barcelona, Grijalbo, 1967, p. 115.
43 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 73.
44 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 372
45 Ibid. p.373.
46 Ibidem.
47 Ibidem.
48 Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás, Moscú, progreso, 1978, p. 61.
49 Shub, David. Lenin(I), Madrid, Alianza Editorial, 1977, p. 111.