Escrito por David García Colín Carrillo
“Marx no tuvo mejor lector [que Lenin], más atento y fiel, ni mejor discípulo, más perspicaz y agradecido”.[Trotsky]
Casi al tiempo que Alejandro es ejecutado, Vladimir Ilich (Lenin) concluye sus estudios en el Liceo de Simbirsk, igual que su hermano, con medalla de oro –no fue incluido en el cuadro de honor para no premiar al hermano de un “criminal”-. Mientras tanto, Ana –hermana mayor de Lenin- es puesta, por disposición oficial, bajo confinamiento en la casa de sus familiares maternos en Kokúshkino, poblado cercano a Kazán. El director del Liceo, Fiodor Kerensky, intercede ante el gobierno para que Vladimir pueda presentar los exámenes para graduarse. El director es leal al zar pero trata de ser justo con el mejor estudiante de su generación. Ironías de la historia, Fiodor es el padre del futuro Alexander Kerensky, quien será derrocado por los bolcheviques.
Tras su expulsión de la universidad comienza un dilatado periodo de 6 años de “incubación”- en Kokúshkino, Kazán, Samara- donde Vladimir se convertirá en Lenin. Es cierto que a lo largo de su vida utilizará uno 148 pseudónimos y “Lenin” –derivado del río Lena- no lo usará por vez primero sino hasta 1901 -en una carta a Plejanov-, pero en cuanto a la formación del revolucionario “Lenin” –como marxista consumado- surge en este periodo. Como todo proceso de gestación, el desarrollo es lento, contradictorio y 1mayormente subterráneo. Las condiciones de semireclusión y disposición de tiempo libre le brindarán al joven un espacio propicio para el estudio y para la profunda reflexión, mientras que el periodo de reacción política impedirá que sus acercamientos iniciales a los focos narodnikis sobrepasen el límite de los pequeños círculos de propaganda (cierto es también que la ejecución del hermano hace que Vladimir sea más reflexivo y cuidadoso antes de comprometerse a fondo) pero –al mismo tiempo- la decadencia del movimiento populista se produce en un ambiente donde el movimiento obrero comienza a levantar cabeza en las pequeñas pero significativas huelgas de inicios de los años 80s. A finales de 1885 estalla, por ejemplo, una importante huelga en la fábrica Nikolskoye que arranca al gobierno una ley que limita el monto de las multas a los trabajadores.2 El giro al marxismo afecta, a inicios de los 90s, a un sector de la intelectualidad radical pero lo hace de forma ecléctica sin fronteras claras con el viejo populismo. En Vladimir este proceso no implica aún la ruptura con la herencia del hermano.
En octubre de 1887 Vladimir ingresa a la Universidad de Kazán para estudiar derecho. Pero a los pocos meses es expulsado por aparecer en primera fila, con los puños apretados, en una manifestación estudiantil contra la represión policial. No participa realmente como organizador –como afirman las biografías estalinistas- pero de entre los 37 estudiantes expulsados por el evento casi todos son readmitidos, excepto Vladimir sobre quien pesa la sombra del hermano. Son 6 meses de retiro forzado en Kokúshkino donde Vladimir lee de forma desordenada pero voraz la literatura progresista del librero del abuelo Blank, más lo que puede procurarse en la biblioteca pública de Kazán. Vladimir intenta continuar sus estudios pero todas las peticiones para permitir su reingreso a la universidad o para ir a estudiar al extranjero son denegadas sistemáticamente. Por lo menos, en octubre de 1888, la familia obtiene el permiso para mudarse a Kazán donde permanecerán hasta 1893. Son años de monotonía pero cruciales: son los años donde Vladimir estudia a Marx.
En Kazán Vladimir se integra a un círculo de Nardonaia Volia. Esto demuestra la afinidad que aún profesa para las ideas terroristas de su hermano. El círculo de Kazán está bajo la influencia del joven marxista Nicolás Fedoseev quien, apenas un año mayor que Vladimir, había hecho suyas las posturas del grupo Emancipación del Trabajo de Plejanov, a través del famoso ensayo “Nuestras Diferencias”. Pero en aquella época entre dos aguas –la del populismo y la socialdemocracia- los populistas rusos –creyentes en una vía campesina, propiamente rusa, al socialismo- reivindicaban a Marx a su manera –aunque sólo fuera por el hecho de que Marx condenara al capitalismo y, con esto según ellos, la vida en “occidente”- y, por otra parte, la mayoría de los marxistas socialdemócratas –sin excluir a Plejanov en su primera etapa- no rechazaban públicamente la heroica tradición terrorista.
Es aquí donde Lenin se encuentra con Marx por vez primera. Aunque Alejandro había llevado a casa el Tomo I de El Capital en aquel último verano que estuvo con la familia, el autor de este libro –si acaso el adolescente apolítico Vladimir se percató de su existencia- no salía de “ese limbo de indiferencia en donde reposan tantos nombres humanos”.3 Según Radek fue en el círculo de Narodnaia Volia de Kazán donde Lenin “por primera, vez, oyó hablar de Marx. El que hablaba era el estudiante Mandelstamm, futuro cadete, y desarrollaba las ideas del grupo Emancipación del Trabajo. Como a través de una bruma distinguió Ilich una potente teoría revolucionaria. Se procuró el primer tomo de El Capital, que le develó el mundo exterior”.4 Lenin –dice Trotsky- “[…] se incorporó a la universidad clandestina de Marx. ¡Y qué estudiante! El biógrafo daría mucho por contemplar, a través de la ranura, al joven Lenin en un rincón de la cocina de la casita de Kazán, sumergido en el primer capítulo de El Capital”.5 Sin embargo el joven Lenin aún no extrae todas las conclusiones políticas de ese libro y notablemente evita trabar relaciones personales con Fedoseev –según Trotsky- porque no se desprende todavía de su adhesión por las tácticas terroristas mientras que Fedoseev se encuentra entre los primeros marxistas rusos en hacerlo explícitamente. En otras palabras, Fedoseev lleva la delantera y el joven Lenin no quiere exponerse antes de estar preparado para la batalla teórica.
Un evento fortuito –el azar juega un papel en la historia- le da un tiempo más de gracia a Lenin en su periodo de incubación política. En 1989 la madre vende la casa de Simbirsk y compra una finca mediana en el pueblo de Alakaievka –cerca de Samara- en donde intenta convertir a Lenin en pequeño terrateniente. Justo en ese momento Fedosseiev y su círculo en Kazán son detenidos. El pionero y valiente marxista es condenado a 10 años de prisión y se suicida en la cárcel a los 27 años de edad. Más tarde Lenin afirmó: “Creo que hubiera podido ser arrestado fácilmente si me hubiese quedado en Kazán ese verano”.6 Mientras tanto, Lenin lee debajo de un tilo desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde, nada en el estanque y se ejercita con la barra (“reck”); curiosamente gusta de observar los números circenses de “alterofilia”. ¡Difícil imaginar a un Lenin fisicoculturista pero es cierto que estaba interesado en el tema!
Esta es su vida, de características nada románticas, desde 1888 a 1893. Si bien es verdad que Lenin participa ya en círculos radicales –y lee con dedicación El Capital-, su compromiso político aún no es definido ni definitivo. En verdad Vladimir intenta convertirse en pequeño terrateniente. Pero en una aldea miserable la única manera de explotar una finca modesta es por medio de la explotación brutal del campesinado. Lenin refiriéndose a este periodo relató “mi madre quería que en la aldea me dedicara a la agricultura. Empecé, pero vi que no era posible continuar, pues las relaciones con los campesinos se hacían anormales”.7 Lo que quiere decir que Lenin no quiso ni pudo convertirse en explotador. Las biografías estalinistas tratarán de ocultar este intento por convertirse en pequeño latifundista.
En octubre la familia se muda a Samara donde hay una comunidad de exiliados populistas. Vladimir asiste a los debates pero sobre todo escucha, pregunta y aprende. “Este joven –dice Trotsky- poseía la más rara de las cualidades: sabía escuchar. Todo lo que se refería a la lucha revolucionaria le interesaba: las ideas, las personas, los procedimientos conspirativos, la técnica de acción clandestina, los pasaportes falsos, el régimen penitenciario, los procesos ante los tribunales, las condiciones de la deportación y de las evasiones”.8 Mientras un oficial de policía visita su casa para asegurarse que el joven y la hermana no se salieran del caudal, lee Miseria de la Filosofía y el Antidüring e imparte clases privadas de latín, lengua y literatura. La mirada de un policía no puede prever, ni menos detener, los procesos subterráneos que se dan en la mente de un revolucionario en formación.
Juega ajedrez en el club de Samara. Lenin es implacable como ajedrecista lo mismo que lo será en política: “La observación de las reglas del juego era para él un elemento constitutivo del placer mismo del juego. La incomprensión y la negligencia deben castigarse, y no ser premiadas. El juego es una repetición de la lucha y en la lucha no se permite retractarse”. Entabla un duelo por correspondencia con Jardín, un abogado liberal que lo contratará como pasante tres años más tarde, en un muy breve ejercicio como jurista. “A Vladimir le pareció que con su última jugada había llevado a su adversario a una situación sin salida [….] Jardín replicó con una jugada tan inesperada que Vladimir cayó en una estupefacción que, después de cuidadoso análisis, se tradujo en una exclamación respetuosa: ““¡Caramba, qué jugador, es una potencia del infierno!”” siempre descubría la fuerza de otro, aun la del adversario, con satisfacción estética”.9 Cuando, más adelante, se integra de lleno a la actividad revolucionaria y se percata que el ajedrez le consume mucho tiempo lo abandonará. “El ajedrez absorbe todo el tiempo, es un obstáculo para el trabajo”.10 Así hará con todo aquello que a su juicio lo distrae de su tarea principal; esa suerte correrá el patinaje, el latín y otros pasatiempos. Ya sólo jugará el ajedrez de forma esporádica y de mala gana. Pero, digámoslo de pasada, la economía planificada que el Partido de Lenin impulsará con la Revolución de Octubre catapultará, entre otras muchas cosas, al ajedrez a niveles sin precedentes.
Los intentos por reingresar a la universidad continúan. No se ahorra, como estratagema, los chantajes maternales: María Alexandrovna escribe al ministro en 1890 que la existencia sin objetivo de su hijo: “debía, casi inevitablemente, conducirlo, incluso, al suicidio”.11 ¡Era claro que Vladimir no tenía temperamento suicida pero valía la pena intentarlo! Por fin, en mayo de 1890 las autoridades aceptan que Vladimir estudie derecho por la libre. Increíblemente logrará ser el primero entre 134 estudiantes, en apenas 11 meses, en un examen que realiza en San Petersburgo en 1891 sobre catorce engorrosas asignaturas–sin ningún tipo de apoyo más que la biblioteca de Kazán-, cuando una certificación aprobatoria les toma a los alumnos regulares un mínimo de 4 años de carrera. Vladimir desarrolló una implacable metodología de trabajo que tomó y desarrolló de su hermano y de su padre. Así, por ejemplo, aprendía una nueva lengua: “Hay que romperle los riñones desde el principio” (frase suprimida en la edición soviética de estos recuerdos). “Es necesario aprender todos los nombres, luego todos los verbos, todos los adjetivos, todos los adverbios y a continuación, todas las demás palabras, la etimología, los rudimentos de la sintaxis…y luego…practicar mucho la lengua”.12 De esta forma Lenin domina el alemán, francés e inglés. Su hermana Olga muere de tifus en mayo de 1891, exactamente cuatro años después de la ejecución de Alejandro. Vladimir la visita a diario en el hospital y aún así realiza la hazaña en los exámenes universitarios de la misma manera que había sido el primero en el Liceo en medio del dolor de la muerte de su hermano.
Lenin obtiene la licencia para ejercer en julio de 1892 e intenta ganarse la vida por medio de un título que le había costado tanto esfuerzo. Ejerce como ayudante en el despacho jurídico de su rival en ajedrez, el abogado Jardín quien era liberal pero no hostil a las ideas marxistas. Las biografías estalinistas presentan a un joven abogado infalible, que ganó todas sus causas. Pero en realidad Lenin interviene en 10 procesos judiciales ¡y los pierde todos excepto uno! Es difícil saber hasta qué punto se debía a su inexperiencia o al hecho objetivo que la defensa por pequeños robos de campesinos, obreros y pequeños propietarios -frente a demandas de personas influyentes- era simplemente una casusa casi perdida en un régimen como el zarista.
Pero el joven Lenin –quien según sus propios testimonios había sido ligeramente infectado por el marxismo en este periodo- se convencerá en esos días de que no existe mejor defensa de los oprimidos que la lucha colectiva y su compromiso con el marxismo, en estado líquido, se solidificará como roca volcánica. Un evento contribuyó a lanzarlo de manera definitiva al camino del revolucionario profesional, cristalizando un largo proceso de incubación. En 1891 se desata una hambruna provocada por una ola de calor que golpea a un campesinado sometido, por las condiciones económicas y políticas, a arañar la tierra sin medios técnicos de ningún tipo. El hambre provoca agitación política. Los liberales se orientan a las tareas de beneficencia pública y filantropía burguesa. Las circunstancias exigen un posicionamiento político. Si bien la familia de Lenin participa en las labores de ayuda, el joven Vladimir, junto a un pequeño grupo de marxistas “se pronuncian, no por cierto contra los socorros a los hambrientos, sino contra ilusiones tales como la de que era posible agotar, con la cuchara de la filantropía, el mar de indigencia”.13 Ahora el joven Vladimir ya no sólo escucha en los debates entre los populistas, ahora desenvaina la espada y rebate de forma implacable y con lógica apabullante, pues está convencido de que tiene la razón y del poder de las ideas marxistas que acaban de ganarle. Mientras hasta hace poco no se había atrevido a pronunciarse resueltamente contra las románticas ideas populistas, ahora le repele la falta de rigor teórico, el voluntarismo y el sentimentalismo –tan dado a sustituir la ciencia por el teatro y la poesía- que caracterizan al populismo de ayer y de hoy. Se declara abiertamente a favor del Grupo Emancipación del Trabajo y de los escritos de Plejanov que ya ha leído, donde se señala que la revolución debe ser obrera o no será.
Fue en 1893 donde comienza su actividad política como ocupación principal y sin retorno. Aunque habrá mucho camino por delante –y el sobrenombre de Lenin no lo usará sino hasta 1901- es justo decir que Lenin surge en ese año –como dice Trotsky- armado de pies a cabeza, listo para crear el instrumento –el Partido- capaz de llevar adelante la acción revolucionaria más radical en la historia de la humanidad. Y es así que el propio Lenin, en los futuros formularios del Partido, pone 1893 como año de inicio de su labor revolucionaria, refutando de plano el mito de las biografías estalinistas en las que Lenin siempre fue Lenin.
Continuará…
1 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 57.
2 Alan Woods, Bolchevismo, el camino a la revolución, México, Fundación Federico Engels, 2004, p. 60.
3 Trotsky, La juventud de Lenin, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 140.
4 Ibid. p. 140.
5 Ibid. p. 141.
6 Ibid. p. 149.
7 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, p. 28.
8 Trotsky, La juventud de Lenin, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 168.
9 Ibid. p. 145.
10 Krupskaia, Lenin, México, Fondo de Cultura Popular, 1970, pp. 32-33.
11 Trotsky, La juventud de Lenin, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 173.
12 Jean Jacques Marie, Lenin, POSI, Madrid, n/d, p. 35.
13 Trotsky, La juventud de Lenin, en Lenin, Argentina, CEIP, 2009, p. 181.