Por las 40 horas
Los días, meses y años siguen pasando desde que se puso de nuevo en la mesa la reducción de la jornada laboral. El gobierno federal ha prometido una reducción gradual al final del sexenio; sin embargo, los legisladores han sido cada vez más explícitos con sus acciones por su interés de quedar bien con la burguesía y tratar de frenar esta iniciativa a toda costa. Esta demanda contiene en su interior una pieza fundamental en la lucha de clases y es importante analizar parte por parte.
La necesidad de la reducción de la jornada
Ya desde hace más de 100 años la jornada laboral no se ha reducido. Se habla de conseguir una jornada laboral de 40 horas a la semana, reduciendo 8 horas en la actual semana laboral. Esta acción está lejos de ser un simple capricho pues los trabajos representan, cada vez más, riesgos a la salud.
Podríamos pensar solo en los trabajos formales (fábricas, tiendas, servicios, etc.) donde se trabaja seis días a la semana, donde a veces las horas de trabajo van más allá de las 8 horas y los descansos y turnos son rolados; se llega, a veces, hasta a no saber qué turno te tocará sino hasta el último día de la semana anterior.
Pero también repercute en las jornadas de las personas que trabajan en oficina o son «empleados de confianza”, cuyas jornadas van desde las 10 hasta las 12 o incluso 14 horas. La enorme mayoría de los profesionistas hoy en día toman esos trabajos con la promesa patronal de que son empleos mejor pagados, que tienes más dinero para gastar como quieras. Sin embargo, es importante recalcar que al mismo tiempo son registrados con el mínimo ante el seguro social, lo que repercute en las prestaciones (cuando se tienen), en el Afore y el crédito para la vivienda.
Estás cargas excesivas de trabajo repercute en la salud física y mental de los trabajadores. En los últimos dos años se han incorporado 24 padecimientos más a la tabla de enfermedades laborales en México. El Estado no tiene problema alguno en aceptar estas enfermedades pues, tangiblemente, esto no representa un cambio en la vida de los trabajadores: trabajas, te enfermas y te encuentras con un seguro médico sobresaturado.
Gobierno Contra Las 40 horas
Como comunistas comprendemos que, bajo este sistema, el Estado no está para derrocar o menguar a la burguesía, pero sí para conciliar con ella. Trabaja y pone todo a disposición para llevar a flote el capitalismo.
Por eso es importante no dejar de señalar que tanto la presidenta Sheinbaum, como legisladores, jueces y figuras políticas en los aparatos estatales, oscilan entre posicionarse a favor de las 40 horas, hacer algún foro o publicar algún comunicado —cuando más— y recalcar que es perjudicial para la productividad y la economía del país, estrechar lazos con los empresarios y combatir activamente al movimiento —cuando menos—.
La Presidenta, con todas sus acciones, respuestas cortantes y aplazamientos, ha dejado en claro que no es una prioridad, sino una monedita que puede cambiar cuando le plazca y algún grupo empresarial quiera salir de su volátil control.
No es para menos. Los intereses de los empresarios, tanto extranjeros como nacionales, exigen ser “competitivos” ante el mercado mundial. Esto significa mano de obra barata, recursos naturales regalados y una garantía y protección de las inversiones. La reducción de la jornada, generaría una contratación de mucha mayor fuerza de trabajo, lo que se traduce en más gasto para los patrones (pérdidas de 360-381 mil mdp de utilidad; peor aún, la contratación de aproximadamente 42,400 millones de horas de trabajo).
Lo anterior nos deja ver que podemos acabar con el desempleo, reduciendo las horas de trabajo y, aún así, las “pérdidas” de los empresarios serían mínimas comparadas con las grandes fortunas que tienen. Pero no están dispuestos a ceder ni un ápice en el terreno más importante; la extracción de plusvalía. En México basta con trabajar un promedio de 64 minutos para generar el salario diario, la demás riqueza generada se la queda el empresario, de esa manera va extrayendo la plusvalía de los trabajadores y al acumularla se convierte en capital.
El capital no es solo el dinero, sino todos los medios materiales con los cuales cuenta la burguesía para poder oprimir al proletariado. Al disminuir las horas de trabajo por persona, no solo disminuye la jornada de trabajo; en ojos del patrón se dejan de generar esas jugosas ganancias. Debemos estar conscientes de que también, la infraestructura, las instituciones, las leyes, etc. trabajan en favor de dicha extracción de plusvalía. No es sino un golpe medular al control y poder de la burguesía que puede desencadenar más luchas por condiciones producto de la crisis capitalista.
La clase trabajadora por las 40 horas y más allá
No podemos confiar en que la burguesía se apiade de los pobrecitos trabajadores, ni que el Estado redirija sus fuerzas para acabar con el desempleo, las enfermedades laborales, etc. Mucho menos podemos esperar que los legisladores, gobernantes, jueces y magistrados quieran cambiar las leyes para que la burguesía pierda su poder. Es una tarea que solo nos corresponde a nosotros mismos. Puede existir uno que otro político que se diga nuestro aliado, sin embargo, mientras más avance esta lucha, más solos nos quedaremos. Por ello es la importancia de construir un movimiento de trabajadores que luche por la reducción a la jornada laboral sin reducción salarial. Un movimiento que, de manera organizada, pueda hacerles frente a los sindicatos blancos, a las autoridades, a los empresarios y sus equipos de violencia contratados.
Este movimiento lleva un par de años, sin embargo, puede ser el inicio de una lucha por la dignidad humana de la clase trabajadora. Para poder descansar es necesario también tener donde descansar, a dónde ir a pasear, con quiénes salir, etc. y todo ello implica un cambio drástico en los medios de transporte, la infraestructura y la oferta de actividades de recreación, la capacidad de ofrecer educación no necesariamente para ser más productivo, etc.
Es por ello que en la Organización Comunista Revolucionaria decimos:
¡40 horas ya! ¡Sin reducción salarial!
Organizarnos para cambiar drástica y profundamente la sociedad es tarea de las y los trabajadores. Pero solo lo podemos lograr organizándonos para ello. Únete a la OCR y lucha por un futuro digno y tangible para la clase trabajadora.