Escrito por David García Colín Carrillo y Ninnette Torres Ramírez
La maduración del marxismo y la intervención en el movimiento obrero
“La Ideología Alemana”, “Miseria de la Filosofía”, “Trabajo Asalariado y capital” y “El Manifiesto Comunista” marcan un punto crítico en la maduración del marxismo. Si bien la siguiente etapa – caracterizada por los trabajos como “Contribución a la crítica de la Economía política”, “Salario precio y ganancia” y, como cumbre de todo lo anterior, El Capital- profundizarán temas, desarrollarán muchos otros, llenarán lagunas y aún corregirán errores -ante todo la diferencia entre trabajo y fuerza de trabajo- ya estamos ante escritos que presentan una teoría nueva y revolucionaria, trazada en sus rasgos más importantes.
Después de que con la publicación de “La sagrada familia” habían “ajustado cuentas” con el hegelianismo de izquierda, Marx y Engels querían exponer de forma positiva -y ya no sólo en forma negativa o polémica- su nueva concepción de la filosofía, la historia y el comunismo, en un texto que preparara al público para su crítica de la economía política -estudio que será interrumpido por la oleada revolucionaria de 1848-. Este cometido lo cumplieron con la “Ideología alemana”, escrito entre 1845 y 1846 [en la imagen un pliego de La Ideología Alemana con la letra de Engels -izquierda- y Marx-derecha-]. Los dos amigos no pudieron encontrar editor que se atreviera a publicar semejante volumen -amenazante tanto por su contenido como por su tamaño- así que se conformaron con dejarlo a la “crítica roedora de los ratones” en tanto el objetivo principal -aclararse a sí mismos sus propias ideas- había sido cumplido. Efectivamente, el manuscrito original -publicado por primera vez en 1932- estaba corroído por los ratones. Aunque la “Ideología alemana” es un grueso volumen mayormente polémico que centra en la critica a Striner y su egoísmo anarquista, que tanto se parece a lo que escribirá Nietzsche, es este libro donde por vez primera se exponen de forma clara las tesis fundamentales del materialismo histórico y la sucesión de diversos modos de producción, resultado de –en última instancia- el desarrollo de las fuerzas productivas.
Este descubrimiento marca el puente entre las obras más tempranas -como “La Sagrada familia” e incluso los “Manuscritos económico filosóficos”- con otros de mayor madurez y precisión. Enlaza la teoría marxista sobre el desarrollo histórico con la teoría marxista sobre la economía capitalista.
En general Marx y Engels, hasta 1844, al mismo tiempo que hacían una crítica materialista de la filosofía hegeliana en el terreno de la religión y el Estado, enfocaron la economía política como crítica a la propiedad privada capitalista- sin penetrar aún en la teoría del valor-, analizando sus efectos en la vida de los trabajadores y en el conjunto de la sociedad. Con respecto a los socialistas anteriores, hubo un salto cualitativo en tanto Marx y Engels vieron en la clase obrera a la clase revolucionaria, activa -ya no sólo a una clase sufriente y pasiva-; señalaron el papel de las fuerzas productivas, de los factores económicos -aunque fuera a muy groso modo- como fundamento del comunismo y de su concepción materialista de la sociedad. Y si bien estas conclusiones serán la base de sus futuros desarrollos, los fundadores del marxismo aún no habían profundizado en la teoría del valor, ni, por tanto, en el análisis de la plusvalía. La visión de conjunto estaba más o menos clara, había que estudiar los fenómenos específicos y las leyes de la explotación capitalista.
Dice Engels en el prefacio a la edición alemana de “Miseria de la filosofía” que fue a finales de 1846 cuando Marx elabora definitivamente los principios fundamentales de sus concepciones económicas. Efectivamente, si uno compara las reflexiones de los “Manuscritos económico filosóficos” con “Filosofía de la Miseria”, “Trabajo asalariado y capital” y el propio “Manifiesto comunista” notará que en estos últimos libros se analizan leyes fundamentales del proceso histórico y del funcionamiento del capitalismo. Por ejemplo, si en los manuscritos Marx había señalado que el desarrollo de las fuerzas productivas hace posible el comunismo moderno, en los trabajos subsecuentes señalará la relación específica entre fuerzas productivas y relaciones de producción.
Miseria de la filosofía
“Miseria de la filosofía” -publicado en julio de 1847- constituye la primera obra relativamente madura del marxismo en ser publicada. En esta obra Marx expone el método idealista y metafísico de Proudhon quien en su libro “Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria” pretendía criticar a la sociedad capitalista. Pero Proudhon simplemente retomó acríticamente los conceptos de esa misma sociedad considerados como eternos -y con ello sacralizando al sistema que pretendía criticar-, es verdad que Proudhon quería exponer las contradicciones de las categorías económicas -con un método que aspiraba a ser dialéctico- pero cometió el error de desarticular mecánicamente fenómenos -como competencia y monopolio- de la realidad histórica y presentarlos de manera arbitraria, queriendo conservar los “lados buenos” del capitalismo. Para Marx el uso correcto del método dialéctico consiste en estudiar las categorías como expresión de relaciones sociales concretas, reproducir el movimiento y las contradicciones de la realidad con la ayuda del pensamiento.
Los socialistas utópicos, desde 1821 (Marx cita a Hodgskin, William Thompson y a Francis Bray, entre otros), habían extraído conclusiones comunistas (al menos igualitarias) de la teoría del valor-trabajo. Consideraban que si el valor de la mercancía es producido por el trabajador, el capitalista robaba al obrero el producto íntegro de su trabajo. Para algunos utópicos, el robo se hacía por medio del precio que al no coincidir con el valor real constituía una infracción a la “ley del valor”. Entendían la economía como una cuestión moral que nada tenía que ver con leyes objetivas y necesidades históricas.
Economistas anteriores a Marx se habían percatado que la oferta y la demanda hacen oscilar a los precios por encima o por debajo del valor real de las mercancías, así pues precio y valor de cada mercancía individual pueden o no coincidir. Esta contradicción- entre precio y valor- trataba de ser resuelta por medio de la circulación.
Proudhon retomó esa utopía en su obra “Sistema de las contradicciones económicas o Filosofía de la miseria”. Quien quiera conocer de forma sucinta y definitiva la crítica de Marx a Proudhon debe leer la carta de Marx a Annenkov del 28 de diciembre de 18461 y a Schweitzer de enero de 1865.2 Nosotros señalaremos sólo lo medular de la crítica económica que Marx hace en “Miseria de la filosofía”. En su libro, Proudhon pretendía emancipar al obrero dejando intactas las relaciones de producción vigentes, reformando a la sociedad por medio de la imposición del “valor constituido” que debía sustituir a los precios del mercado -recientemente el profesor Dietrich ha revivido la absurda quimera (léase la crítica en “Reformismo o revolución” de Alan Woods)-. El “valor constituido” exigía que las mercancías se intercambiaran exactamente por su valor, o por el trabajo invertido en cada una de ellas, por este medio -suponía Proudhon- cada productor recibiría en el intercambio el producto íntegro de su trabajo y se eliminaría instantáneamente la explotación capitalista.
Marx demuestra -en una argumentación satírica brutal que no deja piedra sobre piedra de su antagonista- que tratar de suprimir el precio sin alterar las relaciones de producción capitalista es una quimera. En primer lugar porque el capitalismo ha suprimido o subordinado el trabajo individual del pequeño productor y lo ha sustituido por la producción colectiva de la gran industria moderna, la gran masa de productos que inundan el mercado no son ofrecidos por los productores directos, sino por sus explotadores. Proudhon, como teórico pequeñoburgués, idealizaba al pequeño productor que en el mercado ofrece las mercancías que ha producido pero que en la sociedad capitalista tiene un peso nulo o insignificante.
La relación entre valor y precio es uno de los temas más complicados de la economía política, Marx lo describirá así más adelante en su “Contribución a la crítica de la Economía Política”-libro que profundizará en los argumentos de “Miseria de la Filosofía”-: “Si el tiempo de trabajo es la medida inmanente del valor, ¿por qué al lado de ella existe otra medida exterior? ¿Por qué el valor de cambio tiene su desarrollo en el precio? ¡Por qué todas las mercancías estiman su valor en una mercancía exclusiva, que se transforma así en la existencia adecuada del valor de cambio?”.3
Prodhon idealiza el intercambio mercantil capitalista, pretendiendo depurar al intercambio de sus lados negativos sin suprimir la base material del mercado: En el capitalismo la ley del valor -que establece que la única fuente del valor de cambio es el trabajo socialmente necesario- se expresa a través de la formación de los precios -que no necesariamente coinciden con el valor real de la mercancía-y esto no puede ser de otra manera. El capitalismo arroja al intercambio mercantil a todos los productos del trabajo y los trabajos individuales se comparan unos con otros en el mercado. Es por medio de la formación espontánea de los precios en el mercado que los capitalistas pueden enterarse de si sus mercancías son socialmente útiles, si han producido demás o si los precios que desean realizar son inviables; así se distingue el trabajo socialmente necesario del que no lo es. Por medio de esta competencia, el mercado redistribuye el valor de las mercancías entre la burguesía -sacrificando en el proceso a los trabajadores al desempleo o la sobreexplotación- , ya sea por medio de la quiebra de los desafortunados o de ganancias fabulosas para una minoría, así funciona la “mano invisible del mercado”. En la competencia se forma una “ganancia media” que se realiza por medio del precio del mercado. Como Marx explicará en el Tomo III de El Capital, esta ganancia media se distribuye porque los precios del mercado tienden a ser iguales al coste de producción –lo que el capitalista invierte en salarios, maquinaria (la parte que se traslada a la mercancía en la producción) y materias primas- más la ganancia media.
No hay otra menara en que los capitalistas puedan enterarse de la competitividad de sus productos, puesto que el mercado es anárquico y el burgués sólo puede planificar dentro de las cuatro paredes de su fábrica. Marx escribe que para los utópicos -como Gary y Proudhon- “las mercancías deben producirse como mercancías, pero no deben cambiarse como mercancías”.4 Proudhon -como pequeñoburgués- pretende preservar la producción mercantil suprimiendo los lados negativos, pero es imposible querer la producción mercantil sin que con su desarrollo surja, como ley natural, el precio. Valor y precio guardan una relación similar a las olas del océano con respecto a las corrientes profundas: no es posible detectar las corrientes profundas eliminando las olas de la superficie, ni tener corrientes profundas que no se manifiestan en el movimiento constante de la superficie. Proudhon quería conservar el “mar capitalista” eliminando al mismo tiempo sus olas.
No pueden alterarse los fenómenos asociados a la circulación sin antes alterar las relaciones de producción. La única forma de controlar efectivamente los precios es controlando planificadamente la economía, con el control obrero de la industria, la banca y la tierra -es decir, expropiando a los capitalistas-. Pero el pequeño propietario no quiere expropiaciones, sino limar los excesos y abusos de los grandes empresarios.
Como Proudhon no comprendió la teoría del valor -y además era un teórico del pequeño propietario- se manifestaba en contra de las huelgas, los sindicatos y la lucha por el aumento de salarios, lo que revelaba el lado conservador e incluso reaccionario de la teoría de Proudhon. Marx, al contrario, argumentó en su Miseria de la filosofía –tema que profundizará en “Salario, precio y ganancia”- que un aumento de salarios no significaría un aumento en los precios, sino un descenso en la ganancia de los capitalistas, es decir, una repartición diferente del producto del trabajo de la clase obrera.
Trabajo asalariado y capital
Como hemos visto, Marx y Engels, desde su más temprana juventud, participaron en el movimiento radical y democrático de su época y, desde que vincularon el comunismo con el proletariado moderno, reforzaron sus lazos con el movimiento obrero. Fundaron en Bruselas el Comité de Correspondencia por medio del cual intentaron unificar al movimiento a nivel internacional: establecieron contactos en las filas del cartismo, al interno de las diferentes tendencias radicales (con los seguidores de Wetling y Prohudon) y con la Liga de los Justos –radicada, sobre todo, en Francia-. Como parte de este trabajo de propaganda y debate, Marx imparte una serie de charlas 1847 para la Asociación Obrera de Bruselas – plataforma local del Comité de Correspondencia-, conferencias publicadas desde abril de 1849 en la Nueva Gaceta Renana -el órgano de prensa más consecuente y radical dentro de la revolución europea de 1848, suprimido por la reacción-, los artículos serán reunidos en un libro conocido como “Trabajo asalariado y capital”. Estas conferencias sobre economía están enmarcadas en el mismo trabajo de propaganda y debate que dará origen al Manifiesto Comunista.
Esta obra aún no establece la importante diferencia entre “trabajo” y “fuerza de trabajo” que Marx introducirá en “Salario, precio y ganancia” (si bien las ediciones actuales se basan en la edición hecha por Engels en 1891, donde ya se introduce esa importante diferencia). Esta diferenciación va a ser fundamental en el esclarecimiento de la producción de plusvalía. En este libro Marx demuestra que los temas más difíciles de la economía política podían exponerse de forma asombrosamente clara, accesible a cualquier trabajador interesado en desentrañar las condiciones de su propia explotación. También muestra el desarrollo y los avances que Marx había hecho de la teoría económica desde sus manuscritos de 1844. Junto con “Salario, precio y ganancia” -y el capítulo sobre economía del Antidhüring- es uno de los mejores textos introductorios a la teoría económica marxista (los temas económicos expuestos los desarrollaremos más adelante).
El Manifiesto Comunista
Como hemos apuntado, la publicación del Manifiesto Comunista – el 21 de febrero de 1848- fue producto de un arduo trabajo de propaganda, por parte del pequeño núcleo agrupado en torno a Marx y Engels, en el seno de las organizaciones de los trabajadores. [para leer la historia del Manifiesto Comunista: http://www.laizquierdasocialista.org/la-liga-los-comunistas-la-genesis-del-manifiesto-del-partido-comunista/] El trabajo de propaganda incluía a dirigentes de la Liga de los Justos, vieja organización que tenía sus raíces en Babeuf -en los ideales de la Revolución francesa interpretados de forma igualitaria- y Blanqui. La agitación que presagiaba la revolución de 1848 motiva a la Liga a la realización de un Congreso donde se revisarían estatutos y principios teóricos. Estos trabajos les permiten a Engels y a Marx participar en los debates de los círculos de la liga cuyo producto es la aprobación un manifiesto que hará historia. [en la imagen, manuscrito original escrito por Marx, del Manifiesto Comunista]
Desde el punto de vista del desarrollo de la economía política marxista, el Manifiesto es relevante porque, por primera vez –si omitimos “La Ideología alemana”, no publicada en vida de Marx- se expone la sucesión de modos de producción como resultado de nuevas relaciones de producción, que se gestan en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas. En la Ideología Alemana las características de los modos de producción que se suceden aparecen de forma vaga, pues el conocimiento antropológico a disposición de Marx y Engels es limitado (en este libro se habla de “propiedad tribal”, “esclavitud”, “propiedad feudal” y capitalismo5). En el Manifiesto Comunista –aunque sea de pasada- se expone el modelo “clásico” de sucesión de modos de producción-como diversas etapas de la lucha de clases-: esclavismo, feudalismo, capitalismo.6 En su “Contribución a la crítica a la economía política”-así como en sus estudios sobre los países orientales-Marx añadirá a esos modos de producción, el “despotismo asiático” que nos brinda la clave para entender la base económica de las sociedades antiguas como las de Mesoamérica, incas, chinos e indios. Esto nos aporta elementos para sostener que la visión del desarrollo histórico de Marx no era unilineal. Engels –gracias a los estudios hechos por el antropólogo Lewis H. Morgan-añadirá el “comunismo primitivo” en su importantísima obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, aunque no retoma el “despotismo tributario” quizá porque su trabajo se centra en el desarrollo de las formas sociales que darán origen al capitalismo y a la llamada “cultura occidental”.
También se explica en el manifiesto –como en “principios de comunismo” escrito por Engels- el surgimiento del sistema capitalista a partir del desarrollo del comercio y la manufactura feudal, además compara la situación histórica de la clase obrera moderna con las clases explotadas de la antigüedad y el feudalismo: el esclavo era vendido de una vez y para siempre, no era consciente de que una parte de su trabajo iba destinado a su propia manutención –no era consciente de que se mantenía a sí mismo y no sólo a su amo-; el siervo sabía perfectamente que una parte de su trabajo iba para su “señor” en forma de tributo; el trabajador moderno se vende por periodos determinados de tiempo y su sustento no está asegurado –como el esclavo- sino que depende de que su “fuerza de trabajo” –concepto que Marx no diferencia aún de “trabajo”- pueda encontrar comprador en el mercado. Marx explicará más adelante que el trabajador tiene la ilusión de que vende su “trabajo” por medio del salario y que, por tanto, no existe explotación en la “libre” compraventa de ese trabajo. El descubrimiento de la plusvalía demostrará que el capitalismo explota al trabajador como la sociedad esclavista explotaba al esclavo, sólo que bajo una forma histórica diferente. Marx, hace más de 150 años, describe el desarrollo del capitalismo como sistema mundial, un fenómeno que actualmente los economistas burgueses –con mucho tiempo de retraso- conocen como globalización.
La participación activa de Marx y Engels en la revolución de 1848 interrumpió de tajo los estudios económicos. Ni Marx ni Engels fueron nunca eruditos de gabinete -aunque superaban en erudición a cualquier académico-. Con su nueva base de operaciones en Colonia, Marx lanza la “Nueva Gaceta Renana” que se convertirá en el principal periódico radical de la revolución. En sus páginas Marx y Engels brindarán orientaciones tácticas y estratégicas al movimiento –desde el punto de vista de la clase obrera- e intervendrán activamente en él -inclusive desde los mítines y, en el caso de Engels, desde las barricadas de Elbelferd, con las armas en la mano-. Todo el esfuerzo práctico y teórico de Marx y Engels se enfocó en el torbellino revolucionario. Los trabajos que fructificarán en El Capital habrán de esperar a que la marea revolucionaria baje.
Continuara…
Ver Primera parte: http://www.laizquierdasocialista.org/150-anos-la-historia-de-el-capital-de-marx-primera-parte/
1 Marx, Engels; Correspondencia, México, Ediciones de Cultura Popular, 1977, pp. 17-34.
2 Contenida en: Marx, Miseria de la filosofía, Moscú, Ediciones en lenguas extranjeras, p. 192.
3 Marx, Miseria de la filosofía, Moscú, Ediciones en lenguas extranjeras, p. 203.
4 Ibid. p. 204.
5 Marx, Engels; La ideología alemana, México, Ediciones de Cultura Popular, 1979, p. 71.
6 Marx, El Manifiesto del Partido Comunista, en Marx Engels, Obras Escogidas en Tres Tomos, Tomo I, Moscú, Progreso, 1976, p. 111.