Se ha presentado el proyecto de ingresos y egresos del gobierno federal en la Cámara de Diputados, en general podemos decir que es consecuente con el discurso de López Obrador. En el terreno de los ingresos no se presentan cambios significativos, se trata de los mismos impuestos y las mismas fuentes de ingresos que están previstas en los presupuestos de gobiernos anteriores, a la diferencia es que se pondrá énfasis a sectores que tradicionalmente no son muy vigilados en el pago de impuestos como los alquileres de habitaciones, las ventas por internet, las ventas de catalogo y en general las plataformas digitales.
En general se observa una estimación de disminución de ingresos merced a la baja en los precios del petróleo y una menor actividad económica, de hecho la propuesta señala que los ingresos caerán un 0.4% respecto a 2019, por decirlo de otro modo se espera una contracción económica y el gobierno la prevé en sus cuentas pero no la declara
Es verdad que el contexto internacional caracterizado por una ralentización del crecimiento global implica la necesidad de ser cuidadoso a la hora de hacer estimaciones de ingresos, no obstante lo criticable es que se continúa con la lógica de no tocar a las grandes corporaciones financieras e industriales. Una reforma fiscal obligue a pagar mas a los que más tienen está descartada.
Para el gobierno de AMLO la clave del crecimiento económico no está en la actividad del estado ello se hace evidente en la propuesta de egresos.
La inversión pública en infraestructura se reduce un 5% aproximadamente, ello a pesar de que más de la mitad de esa inversión se destinará a Pemex, CFE y las obras como el aeropuerto y el corredor del Istmo. Había sido una tradición el que ante un escenario de crisis el gobierno recurriera a estimular las obras públicas con el objeto de que esto tuviera un efecto cascada en la economía y en la regiones, por el contrario lo que tendremos es una caída de inversión precisamente cuando se vive un estancamiento económico.
Aún no hay crisis pero la política de dejar de invertir en obra pública, hará sentir a varios sectores como si la hubiera.
Tal vez la esperanza del gobierno es que la iniciativa privada asuma el espacio dejado por el gobierno, solo así se puede entender la presión ejercida para que el banco de México reduzca sus tasas de interés. El problema es que la burguesía no va a invertir, porque políticamente le interesa seguir chantajeando al gobierno, desgastarlo y fortalecer a la oposición para volver a asumir el control total del gobierno en un futuro próximo.
Por lo que hace al presupuesto dedicado al gasto social este se mantiene en la misma tónica que en el año 2019, los incrementos a educación tan solo está en 0.5% de incremento real y eso porque ahí se incluyen las becas, el incremento real en salud es de apenas 2%, muy lejos de cubrir las necesidades construcción de nuevos hospitales tanto del IMSS como del ISSSTE, instituciones en las cuales es más prioritario ahorrar que mejorar el servicio.
Como hemos señalado en otras ocasiones, los subsidios a los sectores más desfavorecidos no disminuyen la pobreza, no generan mayor bienestar ni representan un incremento en la capacidad productiva del país aunque si tienen cierto pero en el consumo. No es que estén mal, sino que en el fondo son un pequeño paliativo que tiende a preservar el estatus quo más que a transformarlo.
Un autentico gobierno al servicio de los trabajadores debería expropiar los grandes capitales la industria y la banca, poner la economía bajo el control de las masas populares.
En suma el problema sigue siendo el mismo, éste presupuesto no va a cambiar nada porque no toca el principal problema de nuestros tiempos; el capitalismo.