El segundo congreso del PCR fue un evento electrizante, como ningún otro, rico en comprensión política, entusiasmo revolucionario y confianza contagiosa. ¡Nunca ha habido un mejor momento para organizarse y unirse a los comunistas! [Publicado originalmente en communist.red]
Este fin de semana del Primero de Mayo, del 2 al 5 de mayo, 550 comunistas se reunieron en Londres para el segundo congreso del Partido Comunista Revolucionario (PCR).
Esta reunión no podría haber llegado en un momento más oportuno, con acontecimientos explosivos estallando en todo el mundo. Como señaló el secretario general del PCR, Ben Gliniecki, en su discurso de apertura:
«Las elecciones locales [del 1 de mayo] han dado una instantánea de la ira total que existe entre los trabajadores hacia el establishment. Pero la característica clave que define la situación política es el vacío total de una dirección revolucionaria que pueda conectar con este estado de ánimo…
«Por estas fechas, el año pasado, Rishi Sunak seguía siendo primer ministro; Joe Biden era presidente de Estados Unidos; el movimiento de campamentos acababa de empezar en las universidades.
Desde entonces, el partido se ha visto envuelto en todos los acontecimientos importantes: el movimiento palestino, nuestra campaña para las elecciones generales, las contramanifestaciones contra la extrema derecha el pasado mes de agosto…
Todo ello, entretanto, habrá tenido un enorme impacto en la conciencia».
En este contexto político, por un lado, y el inmenso fortalecimiento político del partido en los últimos 12 meses, por otro, el estado de ánimo en el congreso era muy optimista.
Mike Hogan, un camarada dirigente, que se unió a nuestra organización predecesora, la tendencia Militant de Ted Grant, en 1978, afirmó que este era el mejor evento político de toda su vida.
No faltan anécdotas que transmiten el impacto electrizante que tuvo el congreso en todos los asistentes. Todas las capas del partido se inspiraron en este evento histórico.
«Me di cuenta de que podía hacer mucho más… Tengo muchas ganas de dar un paso adelante y desarrollarme a mí mismo y al partido». — Pan, miembro del partido desde hace cinco años.
«Tuvimos una interesante discusión durante el desayuno, en la que un nuevo compañero hablaba de lo impresionado que estaba por el nivel de las charlas y las intervenciones. Dijo que casi pasó por las siete etapas del duelo, que se dio cuenta de que pensaba que había llegado tan lejos [en su formación], pero que ahora tenía que llegar mucho más lejos». – Calum, miembro de la grupo de base de Leith
«Se podía sentir la emoción en la sala». – Michaela, que asistía por segunda vez al congreso nacional del PCR, hablando de la recaudación de fondos.
«Escuchar los informes de las [otras secciones de la Internacional Comunista Revolucionaria] me ayudó a poner todo en perspectiva. Somos mucho más grandes que las reuniones de sección a las que he asistido hasta ahora». – Nick, miembro reciente.
«Llegamos a nuestro alojamiento a la 1:30 de la madrugada del domingo. Luego pasé dos horas hablando con [otro compañero irlandés] en el parque. Nos vemos todo el tiempo, pero yo estaba rebosante de ideas y entusiasmo, así que no podíamos parar». – Mike, miembro del grupo irlandés de la ICR.
«Perdí la cuenta de cuántas veces se me hizo un nudo en la garganta o se me puso la piel de gallina. Hay un aspecto emocional en nuestro trabajo. Tenemos un optimismo revolucionario, que no se basa en hipótesis que suenan bien, sino en condiciones materiales reales. El PCR es la encarnación viva y palpitante de las ideas marxistas. Siento mucho orgullo por esta organización y una gran camaradería con mis compañeros. Salí de allí sabiendo que había encontrado el trabajo de mi vida». —Annie, miembro del PCR desde hace un año.
Este sentimiento se reflejó no solo entre los miembros del PCR, sino también entre el personal del recinto. «¡Nunca había visto una reunión en esta sala con tanta energía!», exclamó el técnico de audiovisuales al hablar con nuestros compañeros.
El mundo en llamas
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca el comienzo de una fase cualitativamente nueva en las relaciones mundiales, un punto de inflexión en la crisis orgánica del capitalismo que se ha desarrollado desde 2008.
Este mensaje fue subrayado por el debate de todo el día sobre las perspectivas mundiales que abrió el congreso, presentado por el teórico principal de la ICR, Alan Woods.
Como subrayaron varios compañeros durante el fin de semana, solo comprendiendo la importancia histórica de los acontecimientos mundiales podemos entender la profundización de la crisis en Gran Bretaña.
En particular, Alan destacó que estamos asistiendo al fin de una era.
«Los liberales acusan a Trump de destruir por sí solo el «orden internacional basado en normas»», comentó Alan.
Pero añadió que lo que los liberales atribuyen a la «locura» de un solo político refleja en realidad procesos y presiones que se han estado gestando bajo la superficie durante mucho tiempo.
Por encima de todo, explicó Alan, el programa de Trump refleja el declive relativo del imperialismo estadounidense, la potencia imperialista más poderosa de la Tierra.
Detrás de todos los giros y vueltas de la política comercial de Trump no se esconden las locuras de un demente, sino la intensificación de la competencia imperialista por los mercados y los beneficios.
«Los aranceles son misiles nucleares lanzados contra otros países», afirmó Alan. «Son armas de guerra».
En el fondo, esbozó Alan, estamos viendo los síntomas del callejón sin salida del capitalismo: las barreras al desarrollo de las fuerzas productivas impuestas por la propiedad privada y el Estado-nación.
En el pasado, la clase dominante intentó superar estos obstáculos mediante la inmensa intensificación del comercio mundial, por un lado, y la expansión del crédito, por otro. Pero ahora estos factores se están convirtiendo en su contrario.
Los oradores del público dieron muchos ejemplos de cómo la montaña global de deuda y la intensificación de las guerras comerciales amenazan ahora con provocar quiebras soberanas y una depresión económica mundial, con todas las ramificaciones sociales y políticas que ello conllevará.
James Kilby, miembro del consejo editorial de In Defence of Marxism, utilizó la expresión «bomba de relojería» para referirse a la crisis mundial de la deuda. «La clase dominante pospuso el día del juicio final durante años y años», señaló James, «y ahora por fin ha llegado».
La relación entre la deuda y el PIB en los países capitalistas avanzados se sitúa actualmente en torno al 110 %. En Estados Unidos, alcanza el 120 %. En consecuencia, el dinero que se gasta en pagar los intereses es superior al de cualquier departamento federal, salvo el militar. Gran Bretaña, de manera similar, se ve amenazada por una «espiral de muerte por deuda».
Las economías más atrasadas serán las primeras en caer. En los últimos años, ya hemos visto cómo la cuestión de la deuda ha conducido directamente a movimientos revolucionarios en lugares como Sri Lanka y Kenia. La guerra comercial solo puede empeorar las cosas. «Estos países dependen del superávit comercial en dólares estadounidenses para pagar la deuda», continuó James. «Pero ese superávit es precisamente lo que Trump quiere acabar».
En otras palabras, como explicó Alan, el proteccionismo significa exportar los problemas sociales a otros países. «America First» significa que el resto del mundo es lo último.
La guerra comercial sumirá al mundo entero en un caos aún mayor. Niklas Albin Svensson, miembro destacado de la ICR, dio un ejemplo claro que demuestra la inmensa perturbación que causará el aumento de los aranceles:
«Una pieza que se utiliza tanto en los aviones Boeing como en los Airbus, la CFM56, se produce de forma independiente en Estados Unidos y Francia para cada uno de los monopolios, respectivamente.
Pero una parte significativa de las piezas utilizadas para fabricar esta pieza se producen en una sola fábrica. Ahora se da una situación en la que resultará más barato que lo que antes era una fábrica se convierta en dos, tres o cuatro.
Este es el enorme impacto que tiene la ruptura de la división internacional del trabajo en la productividad».
Es evidente que no faltan, ni faltarán, golpes duros que sacudirán la conciencia de las masas explotadas y oprimidas de todo el mundo.
Como ponen de relieve los ejemplos de Sri Lanka y Kenia —y, más recientemente, Grecia y Serbia—, a menos que se construya de antemano un partido revolucionario poderoso, la clase dominante siempre conseguirá estabilizar la situación, incluso frente a tremendos movimientos de masas.
En resumen, en ausencia de una dirección revolucionaria clara, las guerras, las crisis y la miseria del capitalismo continuarán y empeorarán. La alternativa a la que se enfrenta la sociedad es clara: socialismo o barbarie.
«Tenemos que construir el partido como si toda la historia futura de la humanidad dependiera de nosotros», proclamó Ben Gliniecki. «Porque así es».
Crisis del capitalismo británico
Atrapada en las corrientes cruzadas de la tempestad que azota el mundo se encuentra Gran Bretaña: uno de los países capitalistas avanzados más débiles y, por lo tanto, donde se pueden ver de forma concentrada todas las contradicciones del capitalismo.
Rob Sewell, secretario político del PCR, abrió la tercera jornada del congreso con un debate sobre las perspectivas de la revolución británica y las tareas que afronta nuestro partido.
«Lo que es notable es el grado de colapso del capitalismo británico, en su profundidad y alcance», comentó Rob. «Este declive se disimuló durante un período histórico gracias al Imperio y al auge de la posguerra. Pero ahora es evidente para todos».
Rob señaló el largo declive industrial de la antigua «fábrica del mundo». Gran Bretaña tiene ahora 2,7 millones de trabajadores industriales, y en descenso, frente a los 4,5 millones de 1992.
«Hace miles de años, los antiguos egipcios construían con ladrillos, y construyeron las pirámides», señaló Rob. «Hoy en día, Gran Bretaña no produce suficientes ladrillos para la construcción y tiene que importarlos de Australia».
«Tenemos que importar mineral de hierro y carbón para fabricar acero en Gran Bretaña», continuó Rob, «¡y eso que tenemos carbón suficiente para 700 años!».
El declive del capitalismo británico está provocando una grave degradación social. Un millón de jóvenes británicos no tienen empleo, ni estudian, ni reciben formación. «Eso es un millón de jóvenes descartados por el capitalismo», afirmó Rob.
«No es casualidad que los conservadores hayan sufrido la mayor derrota electoral de la historia», explicó Rob. «Esto refleja la situación de ira que se está acumulando en la sociedad».
Toda esta ira está tratando desesperadamente de salir a la superficie. Y está encontrando una expresión temporal y parcial en forma de Reform UK.
Pero como demagogo reaccionario sin soluciones para las crisis del capitalismo británico, cualquier apoyo a Farage se convertirá rápidamente en amargura si llega al poder.
Los compañeros explicaron cómo podemos esperar muchas otras expresiones de las presiones acumuladas y el material inflamable en la sociedad en el período que se avecina: divisiones en el Partido Laborista; el surgimiento de nuevos partidos y formaciones; movimientos antipolíticos; y luchas industriales.
Sin embargo, lamentablemente, en este momento nos enfrentamos a la izquierda más débil de la historia. En consecuencia, existe un enorme vacío político en Gran Bretaña, una falta total de puntos de referencia para toda la ira y la energía que arden entre los trabajadores y los jóvenes.
Los líderes del movimiento sindical tienen una responsabilidad especial en esta situación, como señaló Mike Hogan en una de sus intervenciones en el debate:
«[El secretario general del TUC] Paul Nowak elogió a Ernest Bevin [un ministro destacado del gobierno laborista de 1945] por utilizar lo que él llamó «diplomacia, no huelgas», es decir, utilizar la «inteligencia» contra los patronos.
¡Pues lo inteligente es ir a la huelga!».
Sin embargo, tarde o temprano, los sindicatos se verán obligados a pasar a una semi oposición a la austeridad de Starmer, como demuestra el ejemplo de la huelga indefinida de los trabajadores de la basura en Birmingham.
Varios compañeros explicaron que, incluso cuando surge esta militancia industrial, la lucha de los trabajadores siempre se ve frenada por la estrecha visión de los líderes del movimiento obrero, que no buscan una solución más allá del capitalismo.
«No solo luchamos por mejores condiciones», concluyó Mike.
«Lenin dijo que nuestro partido «lidera la lucha de la clase obrera, no sólo por mejores condiciones para la venta de la fuerza de trabajo, sino por la abolición del sistema social que obliga a los desposeídos a venderse a los ricos».
«¡Nuestro partido quiere construir un paraíso en la Tierra! ¡Nuestro partido es el comunismo! ¡Nuestro partido es la liberación de la humanidad de la inmundicia de la guerra, el capitalismo y el imperialismo!».
Reclutamiento para la revolución
Basándose en esta inspiración y comprensión, el congreso pasó a debatir nuestras tareas para el período que se avecina.
Las bases para los éxitos futuros ya están sentadas. Es importante destacar que, a lo largo del fin de semana, varios compañeros subrayan la conquista que el partido ha logrado en los últimos años al recuperar la bandera del comunismo.
Como resultado, jóvenes radicalizados que buscan una alternativa revolucionaria genuina se están acercando cada vez más a nuestro partido, basado en las ideas del marxismo y las tradiciones del bolchevismo.
Hemos alcanzado este hito trascendental en el plazo de un año desde la fundación del PCR. A través de iniciativas audaces, como la campaña de Fiona Lali en las últimas elecciones generales, nos hemos situado de verdad en el mapa.
Al presentar el informe de la organización en el último día de debate, Ben Gliniecki señaló que el último año ha sido testigo de un fortalecimiento de todos los aspectos de nuestro partido: desde la educación hasta las finanzas.
Pero de la comprensión de las perspectivas se desprende que aún somos una fuerza demasiado pequeña para las tareas históricas que nos esperan.
Por lo tanto, todas las fuerzas del partido deben centrarse en el punto de ataque: reclutar y consolidar una nueva capa de comunistas y luchadores de clase.
Por eso el PCR está lanzando una campaña de reclutamiento. Desde ahora hasta el final del verano, nuestro objetivo es reclutar 200 nuevos miembros, reuniendo a los trabajadores y a los jóvenes con el llamamiento a una «revolución contra los multimillonarios».
Los camaradas salieron del congreso con una enorme confianza en este objetivo. «Cuando nos proponemos algo, siempre lo conseguimos», concluyó Ben. «Sé que reclutaremos a 200 personas. Sé que las consolidaremos».
Este optimismo está totalmente justificado. Durante el propio congreso, el partido dio importantes pasos adelante. Las secciones del PCR donaron colectivamente la asombrosa cifra de 140.000 libras en respuesta al llamamiento para el fondo de lucha. Y los compañeros se comprometieron a aportar un total de 4000 libras al mes en forma de aumento de las cuotas de afiliación.
Algunas de estas promesas fueron realmente excepcionales, incluyendo aumentos de 6,50 libras esterlinas al mes a 100 libras esterlinas; de 50 libras esterlinas a 230 libras esterlinas; y de 55 libras esterlinas a 450 libras esterlinas.
Estas increíbles muestras de sacrificio fueron uno de los muchos indicios del impacto inspirador que tuvo el congreso de ese año en los compañeros.
Del mismo modo, tras la clausura oficial del evento, los asistentes comenzaron inmediatamente a discutir planes para construir el partido durante su viaje de regreso a casa.
Todavía nos queda un largo camino por recorrer. Pero los compañeros del PCR están preparados para afrontar el reto.
Tenemos confianza en nosotros mismos y en el poder de la clase obrera, sobre todo porque confiamos en las ideas del marxismo: «nuestra arma invencible» en la lucha por derrocar el capitalismo, como dijo Fiona en sus palabras de clausura, antes de una emotiva interpretación final de La Internacional.
Ben resumió esta audacia y valentía revolucionarias, no citando a Marx o Lenin, sino con las palabras de T. E. Lawrence:
«Todos los hombres sueñan, pero no de la misma manera. Aquellos que sueñan de noche, en los oscuros recovecos de sus mentes, se despiertan por la mañana para descubrir que todo se ha desvanecido. Pero los soñadores de día son hombres peligrosos, porque actúan sobre sus sueños con los ojos abiertos para convertirlos en realidad».
«Esos somos nosotros», concluyó Ben, entre aplausos entusiastas. «¡Somos los soñadores peligrosos!».
El siguiente documento fue aprobado en el Congreso Mundial 2023 de la Corriente Marxista Internacional (TMI). En él ofrecemos nuestra perspectiva y análisis de las principales tendencias que están configurando la política mundial y la lucha de clases en este dramático periodo de agonía del capitalismo.
Estamos viviendo un período dramático en la historia mundial. En muchos sentidos es realmente único. Los estrategas del Capital lo saben muy bien. Como de costumbre, los más astutos llegan a conclusiones similares a las de los marxistas, aunque con cierto retraso y sin una comprensión real de la naturaleza de los problemas que describen, y mucho menos de las soluciones.
Un buen ejemplo de esto es Larry Summers, un economista estadounidense que se desempeñó como el 71 Secretario del Tesoro de los Estados Unidos de 1999 a 2000 que describió el estado de la economía mundial de la siguiente manera:
“Puedo recordar momentos anteriores de igual o incluso mayor gravedad para la economía mundial, pero no recuerdo momentos en los que hubiera tantos aspectos separados y tantas contracorrientes como las que hay ahora.
“Mire lo que está pasando en el mundo: un problema de inflación muy importante en gran parte del mundo, y ciertamente en gran parte del mundo desarrollado; un importante ajuste monetario en marcha; un enorme shock energético, especialmente en la economía europea, que es tanto un shock real, obviamente, como un shock inflacionario; creciente preocupación por la formulación de políticas chinas y el desempeño económico de China y, de hecho, también preocupación por sus intenciones hacia Taiwán; y luego, por supuesto, la guerra en curso en Ucrania”. (Financial Times, 6 de octubre de 2022).
Estas líneas describen adecuadamente la situación actual, que no ha cambiado sustancialmente desde que fueron escritas. Los ejemplos pueden repetirse a voluntad. Reflejan fielmente el sentimiento general de pesimismo y desesperación que se ha apoderado de los estrategas del Capital, quienes pueden ver el desastre que se avecina pero no tienen una idea clara de cómo evitarlo.
De hecho, sería un ejercicio inútil buscar en los economistas burgueses algún tipo de explicación para esto. No pudieron predecir ni una recesión ni un auge. Nunca entendieron el pasado, entonces, ¿por qué deberían entender el presente y menos aún el futuro?
En la situación actual, sólo se puede llegar a una intuición racional mediante el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo. Eso nos da una ventaja colosal, diferenciándonos de cualquier otra tendencia en la sociedad. Es lo que nos hace únicos. De hecho, es lo único que nos da derecho a existir como una tendencia separada y distinta en el movimiento obrero.
Sobre los puntos de inflexión
La actual crisis mundial representa claramente un punto de inflexión en toda la situación. Pero se podría decir que 2008 también fue un punto de inflexión. Eso es bastante correcto, tal como lo fue 1973: la primera recesión mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, hay muchas situaciones que pueden caracterizarse como puntos de inflexión, y podemos correr el peligro de convertir esta frase en algo sin sentido por la repetición irreflexiva.
Y, sin embargo, el concepto está muy lejos de carecer de sentido. Al contrario, contiene una idea muy profunda. Es realmente una forma de expresar la noción de Hegel de la línea nodal de desarrollo, en la que una serie de pequeños cambios (cuantitativos) llega a un punto crítico, donde se produce un cambio cualitativo.
Cada punto de inflexión tiene características comunes con el pasado, pero también tiene sus propias peculiaridades. Lo que es necesario es resaltar las particularidades de la situación y explicar los cambios concretos que surgen de ella.
La crisis de 2008 tomó por sorpresa a los inútiles economistas burgueses. Para evitar un colapso en las líneas de 1929, la burguesía gastó enormes sumas de dinero público para rescatar a los bancos. Inyectaron enormes cantidades de dinero en la economía. Las medidas de pánico que tomaron en ese momento fueron necesarias para salvar el sistema. Pero tuvieron consecuencias imprevistas y desastrosas.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del Estado-nación / Imagen: In Defence of Marxism
La política de la llamada flexibilización cuantitativa aseguró que las tasas de interés se mantuvieran extremadamente bajas. Pero esta inyección masiva de capital ficticio en el sistema creó inevitablemente toda una serie de presiones inflacionarias.
Esto, sin embargo, no se hizo evidente de inmediato como resultado del colapso generalizado de la demanda, incluyendo el consumo familiar, la inversión empresarial y el gasto gubernamental. La caída de los salarios y el aumento del desempleo estrangularon la demanda, que ya no podía contrarrestarse con crédito, ya que la gente ya estaba enormemente endeudada.
Sin embargo, las presiones inflacionarias se expresaron en el auge del mercado inmobiliario y particularmente en un estallido de especulación descontrolada en las bolsas de valores, junto con fenómenos como las criptomonedas, los NFT y otros timos especulativos.
Los límites de la globalización
Para comprender la situación actual es necesario partir de las cuestiones fundamentales. Siempre debemos tener presentes los dos principales obstáculos que impiden el pleno desarrollo de las fuerzas productivas: por un lado, la propiedad privada de los medios de producción y, por otro, los límites asfixiantes del estado nacional.
Sin embargo, el sistema capitalista es un organismo vivo, que puede desarrollar ciertos mecanismos de defensa para perpetuar su existencia. Marx explica en el tercer volumen de El Capital las formas en que la burguesía puede combatir la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Una de las principales formas es profundizando y ampliando el mercado a través del aumento del comercio mundial.
Hace más de 150 años, el Manifiesto Comunista apuntaba al aplastante dominio del mercado mundial. Esta es ahora la característica más importante de la época moderna.
El advenimiento de la globalización fue una expresión del hecho de que el crecimiento de las fuerzas productivas ha sobrepasado los estrechos límites del estado nación. Ayudó a los capitalistas a superar, al menos parcialmente, los límites del mercado nacional durante un tiempo.
Esta tendencia recibió un poderoso impulso con el colapso de la URSS y la entrada de China en la arena del mercado mundial capitalista. Otros países, no solo los antiguos satélites soviéticos en Europa del Este, sino también India, que había estado equilibrándose entre la Unión Soviética y los EE. UU., también se alinearon
Así, de golpe, cientos de millones de personas se enredaron en la economía mundial capitalista, abriendo nuevos mercados y campos de inversión.
Esto (junto con una expansión del crédito sin precedentes) ha sido una de las fuerzas motrices más poderosas que han impulsado la economía mundial en las últimas décadas. El espectacular aumento del comercio mundial tuvo como corolario un aumento del PIB mundial.
Sin embargo, la globalización no eliminó las contradicciones del capitalismo. Solo las reprodujo en una escala mucho mayor. Y ahora esto claramente ha llegado a sus límites.
El rápido crecimiento de la producción se basó en la expansión aún más rápida del comercio mundial. Ahora, la globalización claramente se está estancando y vemos el proceso contrario. Y a lo que nos enfrentamos son las consecuencias de esta marcha atrás. El comercio mundial solo crecerá un 1 por ciento en 2023, según la Organización Mundial del Comercio.
En lugar de la libre circulación de bienes y servicios, estamos asistiendo a un rápido descenso hacia el nacionalismo económico. Y ese es un paralelo muy alarmante con la década de 1930. Fue precisamente el aumento de las tendencias proteccionistas, el aumento de los aranceles, las devaluaciones competitivas y políticas similares de empobrecimiento del vecino la verdadera causa de la Gran Depresión. No se excluye en absoluto que una situación similar pueda volver a ocurrir.
Distorsiones del mercado
En una economía capitalista de mercado, en último análisis, las fuerzas del mercado deciden. Las acciones de los gobiernos pueden distorsionar y retrasar las fuerzas del mercado, pero nunca podrán eliminarse. La verdad es que las economías capitalistas avanzadas nunca se recuperaron de la crisis capitalista global de 2007-09.
La inversión privada siguió siendo débil y el crecimiento económico fue raquítico. Por otro lado, la inflación era baja y los bancos centrales mantuvieron las tasas de interés en niveles bajos sin precedentes, extendiendo el control del capital financiero sobre la vida económica. Esto proporciona la clave para entender la crisis actual.
En vísperas de la pandemia, la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Japón tenían la asombrosa cantidad de $15 billones en activos financieros, frente a los $3,5 billones de 2008. A esto agregaron otros $6 billones durante la pandemia en un intento por mantener la economía a flote.
Gran parte de esto era deuda del gobierno que los bancos centrales habían comprado para mantener bajos los costos de endeudamiento del gobierno. El nivel de endeudamiento, que ya era bastante insostenible, aumentó enormemente a medida que los gobiernos tomaban prestadas grandes sumas para pagar las medidas para enfrentar la crisis.
Este estímulo gubernamental sin precedentes (rescates) y las cuarentenas, segaron temporalmente los patrones de demanda de los consumidores provocando caos en las cadenas de suministro, al mismo tiempo que avivaba el fuego de la inflación. Las implicaciones inflacionarias de todo esto deberían haber sido visibles para el más ciego de los ciegos. Pero lo ignoraron, sobre la base del principio de que:
“Donde la ignorancia es felicidad, es una locura ser sabio”.
Así como un adicto a las drogas se vuelve cada vez más dependiente de las sustancias que ofrecen una sensación inmediata de euforia, los gobiernos, las empresas y las familias se engancharon a la perspectiva de interminables tasas de interés cercanas a cero.
Las distorsiones creadas por la intervención estatal sólo sirven para agudizar las contradicciones, que finalmente se desencadenarán con fuerza y violencia redoblada.
Eso es justo lo que estamos presenciando en este momento. En un acto de desesperación, los gobiernos intentaron resolver, primero la crisis de 2008, luego la pandemia de Covid y ahora la crisis energética gastando grandes cantidades de dinero que no poseían, contribuyendo a la actual situación caótica de la economía mundial.
El regreso de la inflación
Esto significa la desaparición de un sistema financiero que se ha habituado a bajas tasas de inflación y tasas de interés. Y los efectos son dramáticos y dolorosos. Al igual que el drogadicto, privado de las drogas de las que dependía, ahora los gobiernos se encuentran repentinamente conmocionados al enfrentarse al elevado costo de los préstamos.
Dado que no tienen absolutamente ninguna comprensión de la auténtica teoría económica, los burgueses buscan desesperadamente a alguien a quien culpar por su difícil situación, y encuentran un chivo expiatorio adecuado en Vladimir Putin. Pero la guerra en Ucrania no fue la causa de la catástrofe inflacionaria. Solo agregó aún más leña al fuego.
Dialécticamente, la causa se convierte en efecto y el efecto, a su vez, se convierte en causa. Aunque la guerra no provocó la crisis, es cierto que ha exacerbado enormemente el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial.
Aunque la guerra no causó la crisis, ha agravado el problema de la inflación y perturbado el comercio mundial / Imagen: Socialist Appeal
Clausewitz hizo la famosa afirmación de que la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. Pero el imperialismo estadounidense ha introducido una ligera modificación a esa definición profundamente correcta. Ha convertido el comercio en un arma, castigando deliberadamente a cualquier país que no se doblegue a su voluntad
En los lejanos días en que Britania gobernaba las olas, el imperialismo británico resolvía sus problemas enviando una cañonera. Actualmente, Washington envía una carta del Departamento de Comercio. De modo que, en las condiciones modernas, el comercio se convierte simplemente en la continuación de la guerra por otros medios.
Rusia, uno de los mayores exportadores de combustibles fósiles, fue deliberadamente excluida de sus mercados occidentales por las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense y aprobadas por la UE. Esto provocó instantáneamente una crisis energética, lo que dio un nuevo impulso al aumento de los precios.
Como veremos, las sanciones impuestas por el imperialismo estadounidense fallaron notablemente en su objetivo, que era paralizar la economía rusa y socavar sus operaciones militares en Ucrania. Pero dieron un nuevo y poderoso giro a la espiral inflacionaria en todo el mundo. E, irónicamente, como un boomerang incontrolable, esto también golpeó duramente a Estados Unidos, trastocando así todos los cálculos de Biden, mientras Putin se embolsaba silenciosamente las ganancias derivadas de los altos y crecientes precios del petróleo y el gas.
Todos los caminos conducen a la ruina
Los bancos centrales se enfrentan a un agudo dilema. Subieron los tipos de interés para frenar la demanda y por lo tanto (eso esperan) reducir la inflación. Esa fue la teoría que indujo a la Reserva Federal de EE. UU. a subir los tipos, lo que obligó a la mayoría de las autoridades monetarias a hacer lo mismo.
Tales medidas, en sí mismas, no pueden proporcionar una cura segura para la sífilis de la inflación, pero seguramente harán que la recesión sea inevitable. Eso significa empresas en bancarrota, cierres de fábricas, pérdidas de empleos y recortes salvajes en los niveles de vida.
Esa es una receta acabada para una intensificación de la lucha de clases y una feroz reacción política. Significa saltar de la sartén a un fuego muy caliente.
Además, una vez que la economía entre en la pendiente resbaladiza de la recesión, será difícil detener la espiral descendente de causa y efecto que termina en una profunda depresión, de la cual les resultará muy difícil salir.
El mundo entero se enfrentará así a un período prolongado de estancamiento económico y de caída del nivel de vida, con consecuencias sociales y políticas explosivas. En otras palabras, bajo el sistema capitalista todos los caminos conducen a la ruina.
Leña al fuego
Es imposible precisar el ritmo de los acontecimientos. Hay demasiados elementos accidentales en esta ecuación. Pero hay una serie de cosas que podemos decir con certeza. En particular, todo esto inevitablemente tendrá un impacto en la conciencia.
Ese es sobre todo el caso de la crisis del costo de vida. Para muchas personas, esta es una cuestión de vida o muerte. Ese es particularmente el caso en África, Asia y América Latina. Pero estos efectos no se limitan de ninguna manera a los países atrasados. Se sienten cada vez más en los países capitalistas avanzados de Europa y América del Norte.
De repente, las masas en Europa en particular se encuentran frente a una verdadera pesadilla de colapso de los niveles de vida: los salarios, que estaban contenidos en niveles muy bajos, han sido llevados a nuevos mínimos sin precedentes por la inflación rugiente. Las pensiones y los ahorros se han devaluado rápidamente. Las familias se enfrentan al doloroso dilema de elegir entre calentar sus hogares o alimentar a sus hijos.
Los ancianos, los enfermos y las personas más vulnerables de la sociedad están ahora en peligro mortal en la medida que los gobiernos recortan los gastos en servicios sociales. Y por primera vez en muchas décadas, la clase media se enfrenta a la ruina.
Las pequeñas empresas están siendo llevadas a la bancarrota por una combinación venenosa de inflación, aumento de las tasas de interés, alquileres y pagos de hipotecas. Y a medida que se afiance la recesión, el cierre de fábricas significará un fuerte aumento del desempleo y una caída de la demanda, lo que provocará más quiebras.
La crisis que enfrentan los capitalistas es demasiado profunda, las contradicciones demasiado grandes para ser resueltas sobre una base capitalista. No pueden repetir las políticas monetarias del período anterior.
Han gastado todas sus municiones intentando resolver la última crisis. Además, esas tácticas son las responsables de crear la enorme montaña de deuda que se cierne sobre el mundo como una avalancha amenazante.
Ahora se verán obligados a dar bandazos de una crisis a otra, sin las armas necesarias para hacerles frente. De una forma u otra, tarde o temprano, las deudas tienen que ser pagadas. Y la factura se presentará a los que menos pueden pagar.
Pero esto, a su vez, está echando gasolina al fuego de la lucha de clases. Tras un largo período de caída de los niveles de vida, la paciencia con la austeridad se ha agotado y los intentos de imponer nuevas medidas de austeridad provocarán una resistencia feroz.
Todo esto presenta un panorama alarmante para la clase dominante. Ya se ha iniciado un fermento generalizado y un cuestionamiento general del orden establecido. Existe el potencial no solo de una reacción violenta de los trabajadores en todas partes, sino también de una reacción masiva contra el mercado, el sistema capitalista y todas sus obras entre amplias capas de la sociedad.
Economía mundial
Durante muchos meses las páginas de la prensa financiera se han llenado de los pronósticos más pesimistas. Crece la sensación de que el orden mundial se está poniendo patas arriba a medida que la globalización se convierte en su opuesto y la vieja estabilidad se fractura por la guerra en Ucrania y el caos resultante en el mercado energético.
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso pronunciado en la Universidad de Georgetown por Kristalina Georgieva / Imagen: Manuel López
Los temores de los estrategas del capital quedaron reflejados en un discurso en la Universidad de Georgetown pronunciado por Kristalina Georgieva, actualmente directora gerente del FMI. Advirtió que:
“El viejo orden, caracterizado por la adherencia a las reglas globales, bajas tasas de interés y baja inflación, está dando paso a uno en el que ‘cualquier país puede ser desviado de su curso más fácilmente y con mayor frecuencia’.
“Estamos experimentando un cambio fundamental en la economía global, de un mundo de relativa previsibilidad … a un mundo con más fragilidad: mayor incertidumbre, mayor volatilidad económica, confrontaciones geopolíticas y desastres naturales más frecuentes y devastadores”.
Los mercados financieros del mundo ofrecen una indicación clara de la profundidad de la crisis. Según The Economist:
“Los alborotos en los mercados son de una magnitud que no se ha visto en una generación. La inflación mundial es de dos dígitos por primera vez en casi 40 años. Habiendo tardado en responder, la Reserva Federal ahora está aumentando las tasas de interés al ritmo más rápido desde la década de 1980, mientras que el dólar está en su punto más fuerte durante dos décadas, causando caos fuera de Estados Unidos. Si tienes una cartera de inversiones o una pensión, este año ha sido espantoso. Las acciones globales han caído un 25 por ciento en dólares, el peor año desde al menos la década de 1980, y los bonos del gobierno están en camino de su peor año desde 1949. Junto con unos 40 billones de dólares de pérdidas, existe la sensación de malestar de que el orden mundial se está desmoronando a medida que la globalización da marcha atrás y el sistema energético se fractura después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia”.
Este nerviosismo en los mercados es un barómetro certero del hundimiento de la confianza de los inversores, que ven cómo los nubarrones se ciernen sobre la economía mundial.
Imparable subida del dólar
Gran parte del problema es la imparable subida del dólar. Más que una expresión de confianza en la solidez de la economía estadounidense, esto es una indicación del grado de pánico que se apodera de los mercados.
El dólar ha subido considerablemente, en parte porque la Fed está subiendo las tasas, pero también porque los inversores se están alejando del riesgo. Los inversionistas nerviosos buscan un refugio seguro para su dinero e imaginan que lo han encontrado en el todopoderoso dólar.
Pero el dólar en alza es en sí mismo un factor en la crisis de los mercados monetarios del mundo, aplastando a todos los demás en su abrazo de hierro. Es fuera de Estados Unidos donde los efectos financieros del endurecimiento monetario de la Fed tienen sus efectos más severos y dañinos. Como el Financial Times señaló
“Lo llamemos como lo llamemos, las víctimas del dólar fuerte tienen un culpable en mente: la Reserva Federal”.
De hecho, la Reserva Federal de EE. UU., hasta el último momento, tuvo una indiferencia relajada, más bien se podría decir supina, hacia la inflación, que, de acuerdo con la norma aceptada, supuestamente había sido vencida.
Pero cuando la luz roja comenzó a parpadear violentamente, la Reserva Federal se vio repentinamente presa del pánico, impulsando un aumento de tipo de interés tras otro, a pesar de que esto equivalía a pisar bruscamente los frenos del automóvil.
Las subidas de tipos de la Fed estaban empujando a la propia economía estadounidense a una recesión. Esa era precisamente la intención. Todos los indicadores son negativos. Los precios de la vivienda están cayendo, los bancos están despidiendo personal y FedEx y Ford, dos referentes económicos, han emitido advertencias sobre ganancias. Es solo cuestión de tiempo antes de que la tasa de desempleo comience a aumentar.
La subida irresistible del dólar estadounidense se convierte inmediatamente en un importante factor desestabilizador. Los inversionistas internacionales están alarmados ante la perspectiva de que la Reserva Federal de los Estados Unidos aumente las tasas de interés de manera tan agresiva que la economía más grande del mundo caiga en recesión Esto agravará la recesión a la que otras economías importantes ya se enfrentan y arrastrará también al resto del mundo.
Sus temores están bien fundados. En todo el mundo, la subida del dólar está elevando el costo de las importaciones, así como el de los pagos de la deuda de los gobiernos, las empresas y los hogares que han tomado préstamos denominados en dólares. Todos los demás países se ven obligados a marchar al paso de la Reserva Federal de EE. UU., aumentando las tasas de interés a los niveles dictados por ella.
En toda Asia, los gobiernos se vieron obligados a aumentar los intereses y gastar sus reservas para resistir la depreciación de sus monedas. India, Tailandia y Singapur han intervenido en los mercados financieros para respaldar sus monedas. Excluyendo a China, las reservas de divisas de los mercados emergentes han caído más de 200.000 millones de dólares en el último año, según el banco JPMorgan Chase, la caída más rápida en dos décadas.
Esto tiene serias repercusiones, no solo económicas sino también políticas. China respondió proyectando su propia moneda como un medio alternativo de comercio, especialmente en el petróleo.
Enormes deudas gubernamentales
Las economías endeudadas de la eurozona han sido empujadas implacablemente al borde de la bancarrota. Ahora se encuentran en una posición aún peor que la que existía en la crisis de la deuda soberana hace una década.
Josep Borrell, jefe de política exterior de la UE, advirtió que la Fed estaba exportando la recesión de la misma manera que los dictados de Alemania posteriores a 2008 impusieron la crisis del euro.
“Gran parte del mundo está ahora en peligro de convertirse en Grecia”, se lamentó.
En Europa, la situación empeoró mucho cuando Gran Bretaña echó gasolina al fuego con una política fiscal temeraria, que provocó inmediatamente el pánico en los mercados financieros.
La necesidad se reveló a través de un accidente. La crisis en Gran Bretaña y las medidas de reducción de impuestos de la efímera administración Truss en octubre de 2022 actuaron como un catalizador, provocando el pánico en los mercados financieros, que fácilmente podría haberse extendido a todo el sistema monetario mundial.
Esto fue recibido con una mezcla de ira, incredulidad y alarma por parte de los mercados monetarios internacionales. En efecto, Liz Truss arrojó una granada de mano sobre un barril de TNT que estaba a punto de explotar a la menor sacudida.
El FMI lanzó un ataque mordaz contra el plan del Reino Unido de implementar 45.000 millones de libras esterlinas de recortes de impuestos financiados con deuda. Funcionó. El gobierno de Truss se vio obligado a una humillante retirada. El ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, fue despedido y todo su presupuesto fue desechado. Poco después, la propia Truss fue expulsada de su cargo y los mercados se estabilizaron temporalmente. Pero el daño ya estaba hecho.
Una vez perdida, la credibilidad financiera es bastante difícil de restaurar, y la reputación de Gran Bretaña como potencia mundial ahora está en la alcantarilla. El Reino Unido, que anteriormente disfrutó de una calificación crediticia ejemplar, ahora ha sido degradado y se considera en el mismo nivel que Italia, agobiada por la deuda y propensa a las crisis.
Pero ese fue el resultado menos importante de este asunto. Las implicaciones se extendieron mucho más allá de las costas británicas.
El alarmante paralelo con de la década de 1930
Brexit fue la indicación más clara de las consecuencias del nacionalismo económico. Y la conducta del gobierno británico en este asunto sirvió como advertencia de sus peligrosas consecuencias.
El breve y ruinoso mandato de Liz Truss en Gran Bretaña demostró que pedir prestado mucho dinero en un momento de inflación y aumento de las tasas no es una opción. Pero, ¿Cuál es la alternativa?
Larry Summers, cuya alarma ante la situación actual ya mencionamos, fue citado en el Financial Times diciendo:
“La desestabilización provocada por los errores británicos no se limitará a Gran Bretaña”.
Y ese es el punto. Los precios de los bonos en países tan diferentes como EE. UU. e Italia se desviaron violentamente en respuesta a cada vuelta de tuerca de la intrincada historia que salía de Londres.
En efecto, Liz Truss lanzó una granada de mano sobre un barril de TNT a punto de explotar / Imagen: Número 10, Flickr
Eso no fue un accidente. Un colapso financiero en Londres, que, a pesar del declive de Gran Bretaña, sigue siendo uno de los centros financieros más importantes del mundo, podría haber tenido el mismo efecto que la crisis de 1931, solo que en una escala mucho mayor.
Aunque generalmente se olvida ahora, la Gran Depresión en Europa fue provocada por el colapso del banco Creditanstalt de Viena en mayo de 1931, que inició un efecto dominó que se extendió rápidamente por los mercados financieros de Europa y más allá.
Este fue el detonante de la gran espiral deflacionaria en Europa entre 1931 y 1933. Y la historia puede repetirse fácilmente, sobre todo porque la economía mundial está mucho más integrada e interdependiente que entonces.
El factor ucraniano
La guerra en Ucrania se ha convertido ahora en un factor importante en las perspectivas mundiales. Sin embargo, para tener una idea clara de los problemas involucrados y cómo podrían desarrollarse, es necesario concentrar nuestra atención en los procesos fundamentales y no distraernos con la ruidosa guerra informativa o las inevitables vicisitudes en el campo de batalla.
Los principales medios de comunicación han repetido constantemente afirmaciones sobre la derrota de Rusia. Pero eso no encaja bien con los hechos conocidos.
El punto más importante es que esta es una guerra indirecta entre Rusia y el imperialismo estadounidense. Rusia no lucha contra un ejército ucraniano sino contra un ejército de la OTAN, es decir, el ejército de un Estado que no es formalmente miembro de esa alianza, pero que está financiado, armado, entrenado y equipado por la OTAN, que también le proporciona apoyo logístico e información vital.
“Política por otros medios”
Como se ha señalado, la guerra es sólo la continuación de la política por otros medios. La guerra actual terminará cuando se satisfagan los fines políticos de los actores clave o cuando uno o ambos bandos estén agotados y pierdan la voluntad de seguir luchando.
¿Cuáles son estos objetivos? Los objetivos bélicos de Zelensky no son ningún secreto. Dice que se no conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas, incluida Crimea.
Zelensky dice que no se conformará con nada menos que la expulsión completa del ejército ruso de todas las tierras ucranianas / Imagen: ZUMAPRESS.com
Este punto de vista ha sido apoyado con entusiasmo por los halcones de la coalición occidental: los polacos, los suecos y los líderes de los Estados bálticos -que tienen sus propios intereses en mente- y, por supuesto, los chovinistas y belicistas de cabeza dura de Londres, que imaginan que Gran Bretaña, incluso en su actual estado de bancarrota económica, política y moral, sigue siendo una potencia importante a escala mundial.
Estas damas y caballeros trastornados han estado presionando a los ucranianos para que vayan aún más lejos, mucho más allá de lo que les gustaría a los estadounidenses. Su deseo más ardiente es ver al ejército ucraniano expulsar a los rusos, no solo del Donbás sino también de Crimea, provocando el derrocamiento de Putin y la derrota total y el desmembramiento total de la Federación Rusa (aunque no suelen hablar de esto en público).
Aunque hacen mucho ruido, ninguna persona seria presta la menor atención a las payasadas de los políticos de Londres, Varsovia y Vilnius. Como líderes de estados de segunda categoría que carecen de peso real en la balanza de la política internacional, siguen siendo actores de segunda categoría que nunca pueden desempeñar más que un papel menor en este gran drama.
Los Estados Unidos son los que pagan las cuentas y dictan todo lo que sucede. Y al menos los estrategas más sobrios del imperialismo yanqui saben que todo este delirio no es más que palabrería. Bajo ciertas condiciones, estados imperialistas menores pueden jugar un cierto papel en el desarrollo de los acontecimientos, pero en última instancia Washington es quien decide.
A pesar de todas las demostraciones públicas de bravuconería, los estrategas militares serios han entendido que es imposible que Ucrania derrote a Rusia. El general Mark A. Milley es el vigésimo presidente del Estado Mayor Conjunto, el oficial militar de más alto rango de los EE. UU. Por lo tanto, sus opiniones deben tomarse muy en serio cuando dice:
“Entonces, en términos de probabilidad, la probabilidad de una victoria militar ucraniana definida como expulsar a los rusos de toda Ucrania para incluir lo que definen o lo que el reclamo es Crimea, para – la probabilidad de que eso suceda pronto no es alta, militarmente”.
El punto más importante a comprender es que los objetivos de guerra de Washington no coinciden con los de los hombres en Kiev, que hace mucho tiempo entregaron su llamada soberanía nacional a su Jefe al otro lado del Atlántico, y que ya no decide nada por sí mismo.
El objetivo del imperialismo estadounidense no es, y nunca ha sido, defender una sola pulgada del territorio ucraniano o ayudar a los ucranianos a ganar una guerra, ni de ninguna otra manera.
Su objetivo real es muy simple: debilitar militar y económicamente a Rusia; para desangrarla y dañarla; matar a sus soldados y arruinar su economía, para que Rusia ya no ofrezca ninguna resistencia a la dominación estadounidense de Europa y el mundo.
Fue este objetivo el que los indujo a empujar a los ucranianos a un conflicto completamente innecesario con Rusia sobre la pertenencia a la OTAN. Habiendo empujado este conflicto, se sentaron y observaron el espectáculo de los dos bandos luchando, a una distancia segura de varios miles de millas.
Independientemente de todas sus protestas públicas, los hipócritas imperialistas son totalmente indiferentes a los sufrimientos del pueblo de Ucrania, a quienes consideran meros peones en el tablero de ajedrez local de su lucha por el poder con Rusia.
Y debe tenerse en cuenta que, hasta el día de hoy, Ucrania no ha sido admitida como miembro de la UE ni de la OTAN, que se suponía que era la cuestión central de todo el asunto. Esto no es un accidente.
El conflicto actual conviene a los intereses de Estados Unidos de muchas maneras. Ayuda a su objetivo de abrir una brecha entre Europa y Rusia, lo que pone a la primera aún más bajo su dominio. En este sentido, la guerra ya ha logrado algunos resultados. Los vínculos económicos de la UE y Rusia, en particular en relación a la energía se han roto de manera muy importante, lo que golpea significativamente la mayor economía de la UE, Alemania. El tráfico de gas natural a través del Báltico es ahora físicamente imposible por la voladura del gaseoducto Nord Stream por parte de agencias estatales. El alza de los costes energéticos permite a los EEUU presionar todavía más la industria de la UE, sobre todo la alemana. Los EEUU tienen el lujo de involucrar a su enemigo en una guerra en la que no participan soldados estadounidenses (al menos, en teoría), y todos los combates y las muertes corren a cargo de otros.
Si Ucrania fuera miembro de la OTAN, esto significaría que las tropas de combate estadounidenses terminarían en una guerra europea, luchando contra el ejército ruso. Por otra parte, importantes países europeos no tienen ni el interés ni la posibilidad de admitir a Ucrania en la UE. Esto significaría el equilibrio económico y político de la Unión, ya de por sí extremadamente frágil. No, mucho mejor dejar las cosas como están.
Cuando Zelensky se queja de que sus aliados occidentales no le envían todas las armas que necesita para ganar la guerra, no se equivoca. Los estadounidenses le envían las armas suficientes para que la guerra continúe, pero no las suficientes para lograr algo que se asemeje a una victoria decisiva. Esto está completamente en línea con los verdaderos objetivos de guerra de Estados Unidos.
Las sanciones han fracasado
Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania han sido un fracaso espectacular. De hecho, el valor de las exportaciones rusas creció desde el comienzo de la guerra.
Aunque el volumen de las importaciones de Rusia se desplomó como resultado de las sanciones, varios países (China, India, Turquía, pero también algunos que forman parte de la UE, como Bélgica, España y los Países Bajos) han aumentado su comercio con Rusia. Además, los altos precios del petróleo y el gas han compensado los ingresos que Rusia perdió debido a las sanciones. India y China han estado comprando mucho más de su crudo, aunque a un precio de descuento.
Así, la pérdida de ingresos resultante de las sanciones se ha visto compensada por el aumento del precio del petróleo y el gas en los mercados mundiales. Vladimir Putin continúa financiando sus ejércitos con las ganancias, mientras que Occidente se enfrenta a la perspectiva de inestabilidad energética en los próximos años, con facturas de energía altísimas y una creciente ira pública.
Debilitamiento del apoyo
La pregunta es: ¿qué bando se cansará primero de la guerra? Está claro que el tiempo no está del lado de Ucrania, ni desde el punto de vista militar ni político. Y en última instancia, este último pesará más en la balanza.
Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin / Imagen: kremlin.ru
El invierno, en el que Europa sufrió una grave escasez de gas y electricidad, ha debilitado el apoyo público a la guerra en Ucrania. El clima más cáldio no será un alivio, ya que la atención se centra ahora en el problema imposible de volver a llenar las reservas de gas a tiempo para el próximo invierno, sin poder contar con el suministro ruso. Cada mes que continúan las sanciones, la preocupación por el siguiente invierno crece. El apoyo estadounidense tampoco puede darse por sentado. En público, los estadounidenses mantienen la idea de su apoyo inquebrantable a Ucrania, pero en privado no están nada convencidos del resultado. Entre bastidores, Washington ha estado presionando a Zelensky para que negocie con Putin.
En la práctica, sin embargo, el éxito de la ofensiva ucraniana de septiembre de 2022 y la retirada rusa de Kherson complicaron la situación en el tablero diplomático.
Por un lado, Zelensky y las fuerzas rabiosamente nacionalistas y abiertamente fascistas en el aparato del estado estaban hinchados con sus inesperados logros y deseaban llegar mucho más lejos. Por otro lado, los reveses militares representaron un golpe humillante para Putin, que llegó a la conclusión de que tenía que intensificar su “operación militar especial”. Así pues, ninguna de las partes está dispuesta a negociar nada significativo por el momento. Pero eso cambiará.
La demagogia de Zelensky, repitiendo constantemente que nunca cederá ni una pulgada de tierra, está claramente diseñada para presionar a la OTAN y al imperialismo estadounidense; insistiendo en que los ucranianos lucharán hasta el final, siempre a condición de que Occidente siga enviando enormes cantidades de dinero y armas.
A Biden le gustaría prolongar el conflicto actual para debilitar y socavar a Rusia. Pero no a cualquier precio, y menos si ello implica un enfrentamiento militar directo con Rusia. Mientras tanto, encuesta tras encuesta muestran que el apoyo de la guerra en Ucrania en la opinión pública occidental, está declinando lentamente.
¿Guerra nuclear?
La insinuación de Putin de que podría considerar el uso de armas nucleares fue casi con toda seguridad un farol, pero causó alarma en la Casa Blanca. En un discurso en un acto de recaudación de fondos en Nueva York, Biden afirmó que el presidente ruso “no bromeaba” sobre el “posible uso de armas nucleares tácticas o armas biológicas o químicas porque su ejército está, podría decirse, significativamente por debajo de sus posibilidades”.
A raíz de la amenaza nuclear, empezaron a celebrarse negociaciones secretas entre Washington y Moscú. Esto fue el beso de la muerte para el bando ucraniano, que cada vez estaba más desesperado y buscaba cualquier excusa para llevar a cabo una provocación con la que esperaban arrastrar finalmente a la OTAN a participar directamente en la guerra.
Esto subraya los peligros implícitos si se permite que la guerra continúe. Hay demasiados elementos incontrolables en juego, que podrían dar lugar al tipo de espiral descendente que podría desembocar en una guerra real entre la OTAN y Rusia.
El peligro de este tipo de acontecimientos se puso de manifiesto en noviembre de 2022, cuando el mundo quedó conmocionado al escuchar la declaración del presidente de Polonia de que su país había sido alcanzado por misiles de fabricación rusa, y los medios de comunicación occidentales afirmaron que Rusia estaba detrás de ello.
Esa mentira quedó pronto al descubierto cuando el propio Pentágono reveló que el misil que alcanzó una instalación de grano polaca en una granja cercana al pueblo de Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania, fue disparado por el ejército ucraniano.
La OTAN y los polacos se apresuraron a explicar que todo había sido “un lamentable accidente”. Pero a pesar de que el proyectil era un misil anti aéreo S-300 con un alcance muy limitado que difícilmente podía haber sido disparado por Rusia, Zelensky mintió descaradamente e insistió que había sido un ataque deliberado desde Rusia. Esperaba que le diera dado una poderosa palanca para exigir más armas y dinero. Y en el mejor de los casos (desde su punto de vista) podría empujar a la OTAN a tomar medidas de represalia contra Rusia, con interesantes consecuencias.
Si ese incidente hubiera servido para empujar a la OTAN a actuar contra Rusia, podría haber desencadenado una imparable cadena de acontecimientos que podría haber desembocado en una guerra total. No cabe la menor duda de que a Zelensky le vendría muy bien que la OTAN entrara en guerra y sacara así sus castañas calientes del fuego.
Una conflagración general europea habría sido una pesadilla para millones de personas. Pero para Zelensky y su camarilla habría sido la respuesta a todas sus plegarias. Naturalmente, sería imposible que los americanos se mantuvieran al margen, calentándose las manos en las llamas.
Tendría que haber tropas americanas sobre el terreno. Excelente noticia desde el punto de vista del régimen de Kiev, pero en absoluto desde el de la Casa Blanca y el Pentágono. ¡Se suponía que eso no formaba parte del guión!
Los estadounidenses no tienen ninguna intención de llevar las cosas tan lejos. Una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, con todas sus implicaciones nucleares, será evitada a toda costa por ambos bandos. Precisamente por eso, los estadounidenses tienen abiertos varios canales, para evitar cualquier posibilidad de que se produzcan acontecimientos tan incontrolados. De hecho, se esfuerzan por poner límites definitivos a la guerra actual y abrir el camino hacia las negociaciones.
Estados Unidos pide conversaciones
A los estrategas militares serios de Washington no se les escapa la realidad de la situación. El general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, llamó a Zelensky a que iniciara conversaciones con Rusia.
Milley dijo que puede haber una oportunidad de negociar el fin del conflicto siempre y cuando las líneas del frente se estabilicen durante el invierno:
“Cuando haya una oportunidad de negociar, cuando se pueda alcanzar la paz, aprovéchenla”, dijo Milley. “Aprovechen el momento”.
Pero si las negociaciones nunca llegan a materializarse o fracasan, Milley afirma que Estados Unidos seguiría armando a Ucrania, aunque la victoria militar absoluta de cualquiera de los dos bandos parece cada vez más improbable.
“Tiene que haber un reconocimiento mutuo de que la victoria militar es probablemente, en el verdadero sentido de la palabra, tal vez no alcanzable por medios militares, y por lo tanto hay que recurrir a otros medios”, dijo.
Esta es la auténtica voz del imperialismo estadounidense. Y esto, y no las declaraciones retóricas de Zelensky, es lo que determina en última instancia el destino de Ucrania.
Washington siempre se ha mostrado reacio a suministrar a Kiev el tipo de armamento avanzado que ha estado solicitando. Su intención es enviar una señal a Moscú de que Estados Unidos no está dispuesto a suministrar armas que podrían intensificar el conflicto, creando la posibilidad de un enfrentamiento militar directo entre Rusia y la OTAN.
También es una advertencia a Zelensky de que había límites definitivos a la voluntad de EE.UU. de seguir pagando la factura de una guerra cara sin un final claro a la vista.
Cansancio ucraniano
Durante el primer mes de guerra, los ucranianos se mostraron dispuestos a negociar con Rusia. Desde entonces, Zelensky ha rechazado por completo la idea de negociar. Ha dicho en repetidas ocasiones que Ucrania solo está dispuesta a entablar negociaciones con Rusia si sus tropas abandonan todas las partes de Ucrania, incluidas Crimea y las zonas orientales del Donbás, controladas de facto por Rusia desde 2014, y si los rusos que han cometido crímenes en Ucrania se enfrentan a juicio.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final” / Imagen: Mando de Instrucción del 7º Ejército, Flickr
Zelensky también dejó claro que no mantendría negociaciones con los actuales dirigentes rusos. Incluso firmó un decreto en el que especificaba que Ucrania solo negociaría con un presidente ruso que haya sucedido a Vladimir Putin.
Estas desafiantes declaraciones causaron gran irritación en Washington. El Washington Post reveló que funcionarios estadounidenses han advertido en privado al gobierno ucraniano de que la “fatiga ucraniana” entre los aliados podría empeorar si Kiev sigue sin negociar con Putin.
Los funcionarios declararon al periódico que la postura de Ucrania en las negociaciones con Rusia está cansando a los aliados, preocupados por los efectos económicos de una guerra prolongada.
En el momento de redactar este artículo, Estados Unidos había concedido a Ucrania 65.000 millones de dólares en ayudas y estaba dispuesto a dar más, afirmando que apoyaría a Ucrania “todo el tiempo que fuera necesario”. Sin embargo, los aliados en algunas partes de Europa, por no hablar de África y América Latina, están preocupados por la tensión que la guerra está ejerciendo sobre los precios de la energía y los alimentos, así como sobre las cadenas de suministro. “La fatiga por Ucrania es algo real para algunos de nuestros socios”, afirmó un funcionario estadounidense.
Naturalmente, los estadounidenses no pueden admitir públicamente que estén presionando a Zelensky. Al contrario, mantienen una apariencia de firme solidaridad con Kiev. Pero en realidad, están apareciendo serias grietas en la fachada.
Para los dirigentes ucranianos, la aceptación de la petición estadounidense significaría una humillante retirada tras tantos meses de retórica beligerante sobre la necesidad de una derrota militar decisiva contra Rusia para garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.
La sucesión de éxitos en el campo de batalla, primero en la región nororiental de Kharkiv y después con la toma de Kherson, animó a Zelensky a creer en la posibilidad de una “victoria final”. Pero los estadounidenses conocen mejor la realidad y saben muy bien que el tiempo no está necesariamente del lado de Ucrania.
¿Corre Putin peligro de ser derrocado?
La maquinaria propagandística occidental repite constantemente que Putin será derrocado pronto por el pueblo ruso, cansado de la guerra. Pero eso no son más que ilusiones. Se basan en un error fundamental. De hecho, Putin ha utilizado con éxito la guerra para atajar la creciente lucha de clases y el descontento de las masas. Junto con el aumento de la represión, esto ha proporcionado al régimen un respiro temporal. En la actualidad, Putin sigue contando con una amplia base de apoyo, que ha alcanzado nuevos niveles en los últimos meses. No corre peligro inmediato de ser derrocado.
No existe un movimiento antibelicista significativo en Rusia y el que hay está liderado y dirigido por los elementos burgueses-liberales. Esa es precisamente su principal debilidad. Los trabajadores echan un vistazo a las credenciales pro occidentales de estos elementos y se apartan, maldiciendo.
La guerra cuenta con el apoyo de la mayoría, aunque algunos tengan dudas. La imposición de sanciones y el flujo constante de propaganda antirrusa en Occidente, y el hecho de que la OTAN y los estadounidenses estén suministrando armas modernas a Ucrania, confirma la sospecha de que Rusia está siendo asediada por sus enemigos. Algo que el régimen utiliza para unir a la población en torno a sí.
En su propaganda de guerra, Vladimir Putin intenta invocar el recuerdo de la lucha soviética contra la Alemania nazi y el odio que el pueblo ruso siente desde hace mucho tiempo por el imperialismo occidental, que mezcla con el reaccionario chovinismo gran ruso. Enmarca la guerra de Ucrania como una guerra contra el imperialismo occidental, por la desnazificación del régimen de Kiev y por la defensa de la minoría rusoparlante de Ucrania. Todo esto es, por supuesto, pura demagogia.
No hay absolutamente nada progresista en el régimen de Putin. No es ni antiimperialista, ni antifascista, ni amigo de los trabajadores. No es ningún secreto, por ejemplo, que unidades con claras simpatías neonazis y de extrema derecha operan abiertamente como parte del ejército ruso, en particular en la PMC Wagner.
Con el partido comunista ruso adoptando una postura traicionera, nacionalista y patriótica y proporcionando una cobertura de izquierdas al nacionalismo gran ruso de Putin, los trabajadores rusos no encuentran ninguna alternativa política que represente sus intereses en oposición al régimen y su guerra.
La única presión sobre Putin no procede de ningún movimiento antibélico, sino, por el contrario, de los nacionalistas rusos y otros que quieren que la guerra prosiga con mayor fuerza y determinación. Sin embargo, si la guerra se prolonga durante algún tiempo sin pruebas significativas de un éxito militar ruso, eso puede cambiar.
A principios de noviembre, más de 100 reclutas de la república rusa de Chuvash organizaron una protesta en Ulyanov Oblast porque no habían recibido los pagos prometidos por Putin.
Un pequeño síntoma, sin duda. Pero si el conflicto actual se prolonga, podría multiplicarse a una escala mucho mayor, lo que supondría una amenaza, no sólo para la guerra, sino para el propio régimen.
Un síntoma aún más significativo son las protestas de las madres de los soldados muertos en Ucrania. Éstas son todavía de pequeño tamaño y se concentran principalmente en repúblicas orientales como Daguestán, donde los altos niveles de desempleo hicieron que un gran número de jóvenes se presentaran voluntarios para el ejército.
Si la guerra continúa y aumenta el número de muertos, es posible que veamos protestas de madres en Moscú y Petersburgo, que Putin no podrá ignorar y será incapaz de reprimir. Esto marcaría sin duda un cambio en toda la situación. Pero aún no se ha materializado.
Las reservas de Rusia
Al oponerse a la guerra desde su inicio, los marxistas rusos han adoptado una postura de principios en condiciones extremadamente difíciles de represión y bajo un aluvión de propaganda estatal. Su tarea es, ante todo, desenmascarar la demagogia de Putin, que no es más que una tapadera de los intereses reaccionarios de los oligarcas capitalistas, el principal enemigo de los trabajadores y los pobres rusos.
Al mismo tiempo, deben oponerse al imperialismo occidental, así como a los liberales expatriados pro-Kiev y a los llamados medios de comunicación independientes que actúan como sus portavoces en Rusia. Ir contra la corriente y mantener una posición de clase independiente hoy preparará a los marxistas rusos para dar enormes pasos adelante una vez que la marea empiece a cambiar.
Aunque la revolución está inmediatamente en el orden del día, la guerra está sin duda agitando las cosas en lo más profundo del proletariado y preparando enormes convulsiones sociales en el futuro.
El objetivo declarado de Rusia era “impedir el ingreso en la OTAN y desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, también Putin quería un gobierno neutral o prorruso en Kiev. En efecto, eso significaría eliminar a Ucrania como Estado nacional independiente.
Pero Putin claramente calculó mal y los rusos no tenían fuerzas suficientes para lograr estos objetivos. Incluso la tarea de mantener sus avances en Donbás resultó difícil, como demostró claramente la ofensiva ucraniana de principios de septiembre.
Pero los fracasos en el frente actuaron como el estímulo necesario para reajustar. Se tomaron medidas para movilizar las fuerzas necesarias.
Rusia llevó a cabo una movilización masiva. El envío de 300.000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas.
El argumento frecuentemente repetido de que a los rusos les faltan municiones es totalmente falso. Rusia tiene una industria armamentística grande y poderosa. Dispone de considerables reservas de armas y municiones.
El envío de 300,000 soldados rusos frescos al frente cambiará drásticamente el equilibrio de fuerzas / Imagen: Отдел информационной политики Администрации города Ялта
Es cierto que sus reservas de los misiles más modernos de precisión milimétrica son limitadas y se agotarán. Pero no hay escasez de otros misiles, que son perfectamente adecuados para actividades normales en el campo de batalla.
Mientras tanto, los rusos siguen pulverizando con artillería, cohetes, drones y misiles objetivos en toda Ucrania, destruyendo centros de mando militar, nudos de transporte e infraestructuras, lo que dificultará seriamente el movimiento de tropas y armas hacia el.
¿Ahora que?
El dicho de Napoleón de que la guerra es la más compleja de todas las ecuaciones conserva toda su fuerza. La guerra es un cuadro en movimiento con muchas variantes imprevisibles y escenarios posibles.
El éxito de la ofensiva ucraniana en septiembre de 2022 y, posteriormente, la retirada rusa de la parte occidental de Kherson parecieron confirmar la variante que la maquinaria propagandística occidental ha presentado con confianza desde el comienzo de las hostilidades.
Sin embargo, debemos cuidarnos de las conclusiones impresionistas extraídas de un número limitado de acontecimientos. El resultado de las guerras rara vez se decide en una sola batalla, o incluso en varias.
La pregunta es: ¿esta victoria, o ese avance, alteraron materialmente el equilibrio subyacente de fuerzas, que es lo único que puede determinar el resultado final? Estas cuestiones fundamentales aún están por determinar. Son posibles diferentes resultados, dependiendo de cómo se desarrollen las condiciones tanto en Rusia como en Ucrania y entre sus amos occidentales.
Rusia ha estado acumulando fuerzas en el Este, reforzando su presencia militar en Bielorrusia e intensificando sus bombardeos aéreos tanto sobre objetivos militares como sobre la ya debilitada infraestructura ucraniana.
Esta degradación de las infraestructuras ha llegado al punto de que incluso se habla de evacuar las principales ciudades -incluida Kiev-, que se están volviendo inhabitables como consecuencia de la interrupción del suministro de energía y agua.
Es difícil determinar en qué momento esta destrucción empezará a minar la voluntad de resistencia. La experiencia histórica indica que los bombardeos aéreos por sí solos nunca pueden ganar guerras.
De hecho, a corto plazo, tendrá el efecto contrario, acentuando el odio al enemigo y aumentando el espíritu de resistencia. Pero todo tiene un límite. A partir de cierto punto, se instala un sentimiento general de cansancio de la guerra y se debilita la voluntad de seguir luchando.
Hasta ahora, los ucranianos han demostrado un notable nivel de resistencia. Pero no está claro cuánto tiempo podrá mantenerse la moral tanto de la población civil como de los soldados en el frente.
Pero tan pronto como comience un clamor por la paz, estallarán serias divisiones en la capa dirigente de Kiev entre los nacionalistas de derechas, que desean luchar hasta el amargo final, y los elementos más pragmáticos, que ven que una mayor resistencia sólo conducirá a la destrucción total de Ucrania y que algún tipo de acuerdo negociado es la única salida.
Cualquiera que sea el resultado, no se puede hablar de una vuelta al statu quo en Europa. Ha nacido un nuevo período de extrema inestabilidad, guerras, guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones.
Relaciones mundiales
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología. Estos desplazamientos siempre van acompañados de terremotos.
Estos cambios políticos y diplomáticos tienen el mismo efecto. Ya antes de la guerra, el retroceso de la globalización y el consiguiente auge del nacionalismo económico habían provocado la agudización de los conflictos entre las distintas potencias.
El mundo está experimentando cambios que se asemejan a los dramáticos desplazamientos de las placas tectónicas en geología / Imagen: In Defence of Marxism
Pero el conflicto ucraniano exacerbó enormemente todas las tensiones y profundizó todas las contradicciones. Como consecuencia de todo ello, estamos asistiendo a un profundo cambio en las relaciones mundiales.
El signo más evidente de ello es el hecho de que China se ha acercado mucho más a Rusia, ya que ambas compiten con el imperialismo estadounidense. El papel de China en la guerra de Ucrania se ha enmascarado bajo el pretexto de abogar por una “paz negociada”. Para la clase dominante china, esta guerra es una perturbación inoportuna de las beneficiosas relaciones comerciales que ha construido durante los últimos 30 años, ya que no se siente preparada todavía para enfrentarse frontalmente a su rival estadounidense.
Sin embargo, detrás de este supuesto pacifismo hay una clara línea roja: la inadmisibilidad de una desestabilización de la Federación Rusa como resultado de una derrota militar. Tal derrota ampliaría la influencia del imperialismo estadounidense y haría perder a China un valioso socio en su conflicto estratégico con Estados Unidos y sus aliados. Está claro que sin la ayuda china para eludir las sanciones occidentales, Rusia se encontraría en una situación mucho peor en lo que respecta a la conducción de la guerra.
Rusia
Rusia es una potencia imperialista regional. Pero su posesión de enormes reservas de petróleo, gas y otras materias primas, su sólida base industrial y su avanzado complejo militar-industrial, junto con su poderoso ejército y su arsenal de armas nucleares, se combinan para darle un alcance mundial que la pone en colisión con el imperialismo estadounidense.
Históricamente, Ucrania estaba plenamente integrada en la economía de la Unión Soviética. Tras la restauración capitalista, estos vínculos económicos se mantuvieron, convirtiendo a Ucrania en un activo económico clave para el capitalismo ruso. También existen vínculos culturales y geográficos que forman parte integrante de la ideología reaccionaria del chovinismo gran ruso. Los oligarcas rusos ven en el control occidental del régimen de Kiev una amenaza económica, política y militar directa. Detrás de la propaganda estatal rusa, la camarilla del Kremlin esconde su estrecho interés en retomar el control sobre Ucrania y subyugarla para sus propios fines.
Washington ve a Rusia como una amenaza para sus intereses globales, especialmente en Europa. El antiguo odio y recelo hacia la Unión Soviética no desapareció con el colapso de la URSS. Joe Biden es un excelente ejemplo de la generación de rusófobos que quedó de los años de la Guerra Fría.
Tras el colapso de la URSS, los estadounidenses aprovecharon el caos de los años de Yeltsin para afirmar su dominio a escala mundial. Intervinieron en zonas antes dominadas por Rusia, algo que nunca se habrían atrevido a hacer en la época soviética.
Primero intervinieron en los Balcanes, acelerando la desintegración de la antigua Yugoslavia. Las criminales invasiones de Irak y Afganistán fueron seguidas de una intervención infructuosa en la guerra civil siria, que les hizo chocar con Rusia.
Todo el tiempo, continuaron expandiendo su control sobre Europa del Este, ampliando la OTAN mediante la inclusión de antiguos satélites soviéticos como Polonia y los Estados bálticos. Esto supuso un incumplimiento directo de las promesas hechas en repetidas ocasiones por Occidente de que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada” hacia el este.
Esto llevó a una alianza militar hostil hasta las mismas fronteras de la Federación Rusa. Pero al intentar atraer a Georgia a la órbita de la OTAN, cruzaron una línea roja. La clase dominante en Rusia se sintió humillada y amenazada y utilizó la fuerza militar para disciplinar a los georgianos.
La invasión de Ucrania pretendía mostrar a los estadounidenses que Rusia estaba mostrando sus músculos y respondía al imperialismo estadounidense y a la OTAN.
Estados Unidos y Europa
Estados Unidos está utilizando el conflicto de Ucrania para perseguir su objetivo de obligar a los europeos a cortar sus lazos con Rusia y reforzar así el control del imperialismo estadounidense sobre toda Europa.
Antes de esto, la clase dominante alemana estaba, de hecho, utilizando sus vínculos con Rusia como palanca para asegurar al menos una independencia parcial frente a los EE.UU..
Estados Unidos utiliza el conflicto de Ucrania para reforzar el dominio del imperialismo estadounidense sobre toda Europa / Imagen: Defense of Ukraine
Su otra palanca principal era su dominio de facto de la Unión Europea, que esperaba construir como un bloque de poder alternativo, capaz de perseguir sus propios objetivos e intereses en un escenario global.
Las tensiones entre Estados Unidos y Europa son cada vez mayores, y de hecho se han visto exacerbadas por la guerra de Ucrania, aunque ésta solo podía tapar las grietas temporalmente. Estas tensiones han vuelto a salir a la superficie en la reciente ley proteccionista de infraestructura de los EEUU, que aumenta la presión sobre la producción industrial en la UE.
Las tensiones de Estados Unidos con Europa no son nuevas. Surgieron durante la guerra de Irak y, más recientemente, en torno a las relaciones con Irán. Los líderes de Francia y Alemania siempre desconfiaron de las estrechas relaciones de Estados Unidos con Gran Bretaña, a la que consideraban, con razón, un caballo de Troya estadounidense dentro del campo europeo.
Los franceses, que nunca ocultaron sus propias ambiciones de dominar Europa, fueron tradicionalmente más elocuentes en su retórica antiestadounidense. Los alemanes, que en realidad eran los verdaderos amos de Europa, se mostraban más circunspectos, prefiriendo la realidad del poder a la fanfarronería vacía.
Los estadounidenses no se dejaron engañar. Consideraban a Alemania, y no a Francia, como su principal rival, y Trump en particular no ocultaba su extrema desconfianza y aversión hacia Berlín.
Para asegurarse su independencia de Washington, los capitalistas alemanes entablaron una estrecha relación con Moscú. Esto enfureció a sus “aliados” al otro lado del Atlántico, pero les proporcionó considerables beneficios en forma de suministros baratos y abundantes de petróleo y gas.
Privarse de estos suministros es un precio muy alto a pagar por mantener contentos a los estadounidenses. Con Angela Merkel, Alemania preservó celosamente su papel independiente. Hizo falta una guerra en Ucrania para que Alemania se alineara, al menos por el momento.
Los burgueses Verdes se han desenmascarado como los más fervientes defensores del imperialismo estadounidense.
Pero tras la fachada de “unidad frente a la agresión rusa”, las diferencias persisten. Eso quedó claro en una caricatura que circula sobre dos mujeres, una estadounidense y otra europea. La segunda anuncia orgullosa a la primera: “Estaré encantada de morir congelada para ayudar a Ucrania”, a lo que la estadounidense responde con una sonrisa: “¡Y yo también estaré encantada de que te congeles!”.
En realidad, Estados Unidos está utilizando el pretexto de la guerra para reforzar su control sobre Europa. De momento, lo ha conseguido. Pero no está nada claro cuánto durará la paciencia de los alemanes y otros europeos. Las contradicciones que esto genera sólo se pondrán de manifiesto cuando se resuelva el asunto ucraniano.
Los EE.UU. y China
En la década de 1920, en una brillante predicción, Trotsky afirmó que el centro de la historia mundial había pasado del Mediterráneo al Atlántico, y estaba destinado a pasar del Atlántico al Pacífico. Esta predicción se está convirtiendo en un hecho ante nuestros propios ojos.
El conflicto entre Estados Unidos y Rusia se desarrolla principalmente (aunque no del todo) en Europa. Pero el conflicto entre China y Estados Unidos se desarrolla principalmente en el Pacífico. A largo plazo, esta última región desempeñará un papel mucho más decisivo en la historia mundial que los Estados de segunda fila de Europa, que han entrado en un largo periodo de declive histórico.
Los acontecimientos en el campo de batalla del Pacífico tendrán sin duda importantes repercusiones mundiales en el futuro. Las tensiones entre ambos países son cada día mayores. Tanto Demócratas como Republicanos no ocultan que consideran a China su principal y más peligroso adversario.
Estados Unidos está en un camino que conduce a una guerra comercial con China. Ha endurecido aún más sus restricciones a la exportación de tecnología a China.
Los estrategas burgueses especulan con que China se separará de Rusia. Pero eso no son más que ilusiones. En las condiciones actuales, no hay manera de que China se aleje de Rusia, o viceversa, porque se necesitan mutuamente para hacer frente al poder del imperialismo estadounidense.
El difícil equilibrio actual, entre China, Estados Unidos y Taiwán, se mantendrá durante algún tiempo / Imagen: Kevin Harber
En la actualidad, el conflicto entre EE.UU. y China se centra en la cuestión de Taiwán. La guerra en Ucrania tuvo inmediatamente el efecto de colocar la cuestión de Taiwán en la agenda de la política internacional. Hace tiempo que Pekín dejó claro en términos inequívocos que considera a Taiwán parte inalienable de China.
Pero al apoyar a las fuerzas nacionalistas taiwanesas, reforzar la ayuda militar y obstaculizar el acceso de China al mercado taiwanés, los estadounidenses están aumentando las tensiones en torno a la isla. Al mismo tiempo, sin embargo, Estados Unidos mantiene una política de “ambigüedad estratégica”, es decir, preserva el apoyo al status quo en Taiwán porque sabe que alejarse del mismo podría desembocar en una desastrosa confrontación militar.
La visita no oficial de Nancy Pelosi a la isla fue un acto extremadamente insensato, una provocación sin sentido que fue vista con consternación por los representantes más serios del imperialismo estadounidense y por aliados de los EEUU en Asia, que no quieren verse obligados a elegir bandos en una guerra comercial, y mucho menos en una guerra real.
Incluso Joe Biden, que no es famoso por su perspicacia intelectual, podía ver que provocaría una respuesta inmediata de China. Y así fue. Pekín intensificó la presión con maniobras navales y aéreas alrededor de la isla. La guerra verbal entre los dos países fue subiendo de tono.
Pero, en realidad, ninguna de las partes está ansiosa por llegar a un enfrentamiento militar. Una intervención armada de EE.UU. se enfrentaría a enormes problemas logísticos, y Xi Jinping está más preocupado por mantener la estabilidad interna que por involucrarse en aventuras militares. Después de haberse asegurado la ‘reelección’ en el 20 congreso del PCCh, Xi ha adoptado un tono más conciliatorio en relación a Taiwán y los EEUU.
Sólo una crisis muy grave dentro de China, que amenazara con derribar el régimen, o una declaración de independencia taiwanesa respaldada por EE.UU., podrían inclinar la balanza a favor de una aventura de este tipo. Pero eso no es algo que esté inmediatamente en el orden del día.
Así pues, el difícil equilibrio actual entre China, Estados Unidos y Taiwán se mantendrá durante algún tiempo, con sus inevitables altibajos. Pero la lucha titánica por la supremacía entre EE.UU. y China crecerá hasta abarcar toda Asia, con las consecuencias más trascendentales para todo el planeta.
Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia
La guerra de Ucrania también abrió conflictos entre EE.UU. y países que antes se consideraban aliados cercanos. Estados Unidos está enfadado porque muchas naciones siguen comerciando con Rusia, socavando así las sanciones impuestas por Estados Unidos. China está desobedeciendo abiertamente los deseos de Estados Unidos, y no se puede hacer mucho para impedirlo.
Pero India, que se supone que es amiga de Estados Unidos, también está comprando enormes cantidades de petróleo ruso a precios de saldo y vendiéndolo a Europa con un lucrativo margen de beneficio. Joe Biden echa humo y Modi se limita a encogerse de hombros. Después de todo, el petróleo ruso es tan barato…
Puede que sea barato para India y China, pero la escasez mundial de petróleo ha hecho subir los precios del mercado, lo que beneficia a Rusia, como ya hemos explicado.
Por eso han aumentado las tensiones entre Arabia Saudí, el mayor exportador de crudo del mundo, y Estados Unidos, el mayor consumidor mundial. Haciendo caso omiso de la petición de Biden de aumentar la producción de petróleo para hacer bajar los precios mundiales del crudo, Riad llegó a un acuerdo con Moscú para introducir recortes en la producción destinados a frenar la caída de los precios.
La cooperación de Arabia Saudí con Moscú es fuente de tremenda exasperación e indignación en la Casa Blanca. La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, declaró a los periodistas que estaba “claro” que la OPEP+ se estaba “alineando con Rusia”.
La disputa entre los saudíes y Estados Unidos es sintomática del creciente deseo de los gobiernos de Asia, África y América Latina de aprovechar el conflicto mundial entre Rusia, China y Estados Unidos para hacer valer sus propios intereses, haciendo equilibrios entre ambos bandos. La conducta de Erdogan en Turquía es otro ejemplo de ello.
¿Un mundo multipolar?
Los reajustes a los que nos hemos referido han dado lugar a muchas especulaciones sobre un mundo “multipolar”. Se supone que el ascenso de China como potencia económica y militar desafiará la posición de liderazgo del imperialismo estadounidense.
Durante décadas se ha comentado el declive de EE.UU. en relación con China. Sin embargo, hay que subrayar que se trata de un declive relativo. En términos absolutos, EE.UU. sigue siendo el Estado militar más rico y poderoso del planeta.
En la década de 1970, se especuló de forma similar sobre el ascenso de Japón, que algunos predijeron que superaría a la economía estadounidense en unas décadas. Pero eso nunca se materializó.
El crecimiento explosivo de la economía japonesa alcanzó sus límites y Japón entró en un prolongado periodo de estancamiento económico. Ahora hay indicios de que China puede estar acercándose a un punto similar.
Los límites del llamado modelo chino se manifiestan en una brusca ralentización del crecimiento económico. En un futuro previsible, EE.UU. mantendrá su posición como principal potencia imperialista. Pero eso traerá sus propios problemas.
En el siglo XIX, el imperialismo británico dominaba una parte enorme del globo terrestre. Su flota dominaba los mares, aunque se veía cada vez más desafiada por el creciente poder de Alemania, y el imperialismo estadounidense estaba aún en sus primeras fases de desarrollo.
En aquella época, Gran Bretaña consiguió enriquecerse a costa de sus colonias y de su papel dominante en el comercio mundial. Su poder se vio socavado por dos guerras mundiales, y Estados Unidos heredó el papel de Gran Bretaña como policía mundial. Pero ganó esa posición en un periodo de declive imperialista. Y el papel de policía mundial está resultando muy oneroso.
A pesar de su colosal riqueza y poder militar, EE.UU. sufrió su primera derrota militar en las selvas de Vietnam. Anteriormente, la guerra de Corea terminó en empate y sigue sin resolverse. Las aventuras militares en Afganistán, Irak y Siria acabaron todas en humillación y en la pérdida de miles de millones de dólares.
Ahora, la guerra de Ucrania -en la que se supone que no participa activamente, aunque, en la práctica, sí lo hace- se ha convertido en una nueva sangría colosal de sus recursos. Como resultado, existe una poderosa reacción por parte de la opinión pública estadounidense contra las aventuras militares extranjeras. Esto actúa como un fuerte factor que limita su potencial para hacer la guerra.
Las humillantes derrotas sufridas en Irak y Afganistán están grabadas a fuego en la conciencia del pueblo de Estados Unidos. Están hartos de las intervenciones y guerras extranjeras, y este es un poderoso factor que limita el margen de maniobra tanto de Biden como del Pentágono.
Por otra parte, el ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo, que tradicionalmente ha sido un poderoso factor en la política estadounidense.
La inestabilidad general en el mundo amenaza constantemente con inflamar la inestabilidad política dentro de la sociedad estadounidense. Eso es lo que quería decir Trotsky cuando predijo que EE.UU. emergería como la potencia mundial dominante después de la Segunda Guerra Mundial, pero tendría dinamita incorporada en sus cimientos.
El ala Trump del Partido Republicano muestra una fuerte tendencia en la dirección del aislacionismo / Imagen: Gage Skidmore Flickr
Guerra y paz
El periodo en el que hemos entrado se caracterizará por una creciente inestabilidad y fricciones entre las diferentes potencias y bloques. Los reformistas de derechas han adoptado plenamente el programa y la retórica (“defender la democracia”) de la agenda imperialista de la burguesía. La “izquierda” no cesa de entonar conmovedores himnos a la Paz y a la Fraternidad Humana, que imaginan salvaguardadas por la Carta de las Naciones Unidas.
Sin embargo, en los cerca de 80 años transcurridos desde su fundación, las llamadas Naciones Unidas nunca han evitado ninguna guerra. Entre 1946 y 2020, ha habido aproximadamente 570 guerras, que han causado al menos 10.477.718 muertes civiles y militares. La ONU no es más que una tertulia que da la impresión de poder resolver problemas.
En realidad, en el mejor de los casos, a veces puede resolver pequeñas cuestiones, que no afectan a los intereses fundamentales de las grandes potencias. En el peor de los casos, como en la guerra de Corea en los años cincuenta, la del Congo en los sesenta y la primera guerra de Irak en 1991, sirve de cómoda hoja de parra para disfrazar los designios imperialistas.
En el pasado, las tensiones existentes ya habrían desembocado en una gran guerra entre las Grandes Potencias. Pero las condiciones cambiantes han eliminado esto de la agenda, al menos por el momento. Durante las últimas siete décadas no ha habido ninguna guerra mundial, aunque, como hemos señalado, hubo muchas pequeñas.
Los capitalistas no hacen la guerra por patriotismo, democracia o cualquier otro principio altisonante. Hacen la guerra para obtener beneficios, para capturar mercados extranjeros, fuentes de materias primas (como el petróleo) y para ampliar sus esferas de influencia.
Una guerra nuclear no significaría nada de esto, sino sólo la destrucción mutua de ambas partes. Incluso han acuñado una frase para describir esto: MAD (Destrucción Mutua Asegurada). Una guerra de ese tipo no beneficiaría a los banqueros y capitalistas.
Otro factor decisivo -ya mencionado- es la oposición masiva a la guerra, particularmente (pero no exclusivamente) en los Estados Unidos de América. Según una encuesta de opinión, sólo el 25% de la población estadounidense estaría a favor de una intervención militar directa en Ucrania, lo que significa que la inmensa mayoría se opondría.
Es esto, y no ningún amor por la paz, y desde luego ningún respeto por las Naciones (Des)Unidas, lo que ha impedido a Estados Unidos enviar tropas a un enfrentamiento directo con el ejército ruso en Ucrania.
Por supuesto, no faltan generales estadounidenses estúpidos o incluso desequilibrados que piensan que la guerra con Rusia o China, o mejor aún con ambas, sería una buena idea, y que si eso significara la aniquilación nuclear del planeta, sería un precio necesario a pagar.
Pero a esta gente la mantienen a raya, de la misma manera que un hombre que tiene un perro guardián feroz para defender su propiedad y se asegura de que está atado con una cadena. Y a menos que tengamos la perspectiva de la llegada al poder de un Hitler estadounidense, nadie se sentirá inclinado a firmar una nota de suicidio colectivo en nombre del pueblo estadounidense.
Aunque una guerra mundial en las condiciones actuales está descartada, habrá muchas guerras “pequeñas” y guerras a distancia como la de Ucrania. Esto se sumará a la volatilidad general y echará leña al fuego del desorden mundial.
EE.UU.
En EE.UU., la estabilidad del statu quo se basaba en la división del poder entre dos partidos burgueses, los Republicanos y los Demócratas. Durante más de 100 años, estos dos gigantes políticos se alternaron en el gobierno con la regularidad del péndulo de un viejo reloj.
Todo parecía funcionar a la perfección. Pero ahora, la regularidad anterior ha dado paso a las turbulencias más violentas.
Los años de Trump se caracterizaron por una imprevisibilidad extrema. Su negativa a aceptar el traspaso de poderes, o incluso a admitir que pudiera llegar a perder unas elecciones, creó las condiciones para el asalto del 6 de enero de 2021 al Congreso por una turba de sus partidarios furiosos. Estos acontecimientos fueron el heraldo de un nuevo periodo de violentas convulsiones en la sociedad estadounidense.
Todos los comentaristas económicos serios predicen que Estados Unidos entrará en recesión en 2023. La tasa de inflación anual de Estados Unidos supera ya el 8%, la más alta de los últimos 40 años. Como se ha dicho, la Reserva Federal ha estado aumentando gradualmente los tipos de interés, llevando los tipos hipotecarios a su nivel más alto en 15 años, acercándose al 7 por ciento, frente a poco más del 3 por ciento en 2021.
Al mismo tiempo, la deuda nacional estadounidense ha superado la marca de los 31 billones de dólares. Con la fuerte subida de los tipos de interés, esto ejercerá una gran presión sobre las finanzas públicas estadounidenses. La creación de empleo también se ha ralentizado, y el desempleo empieza a aumentar.
Esto se suma a un declive relativo a largo plazo, que ha provocado el estancamiento o la caída del nivel de vida de millones de estadounidenses. Los salarios reales llevan estancados desde los años setenta. Durante décadas se han destruido millones de puestos de trabajo bien remunerados en el sector manufacturero.
Esto explica el declive de la popularidad de los demócratas, antes considerados “amigos de los trabajadores”, y también por qué una figura como Trump podría aprovechar el resentimiento contra el establishment de una capa de la clase trabajadora.
Sin embargo, las elecciones de mitad de mandato de 2022 no produjeron la victoria del trumpismo que muchos esperaban, a pesar de los bajos índices de aprobación de Biden. Muchos de los candidatos de Trump fueron derrotados. Una de las principales razones fue la reacción contra la anulación de Roe vs Wade por el Tribunal Supremo, que anteriormente protegía el derecho al aborto.
Queda por ver si Trump gana la nominación presidencial del Partido Republicano, o si puede ser empujado por alguien como Ron DeSantis, el gobernador de Florida, que se ha posicionado como el candidato del “trumpismo sin Trump”. El escenario puede estar preparado para una escisión en el Partido Republicano, si Trump no se sale con la suya.
Descontento profundo
Existe un descontento generalizado y profundamente arraigado, que se expresa encuesta tras encuesta.
Más de la mitad de los estadounidenses cree que “en los próximos años habrá una guerra civil en Estados Unidos”, según una encuesta de la Universidad de California en 2022.
Según otra encuesta, el 85 por ciento de los estadounidenses cree que el país va por “mal camino”. El 58 por ciento de los votantes estadounidenses “cree que su sistema de gobierno no funciona…” y así sucesivamente.
Este arraigado estado de ánimo de descontento encontró su expresión más llamativa en el movimiento Black Lives Matter [Las Vidas Negras Importan] en 2020, que contó con el apoyo del 75 por ciento de la población. Pero esta radicalización se ha visto parcialmente desorientada por las llamadas políticas de la identidad.
Lo que se conoce como “guerras culturales” son utilizadas habitualmente tanto por políticos de extrema derecha como por liberales para incitar a sus partidarios. Se trata de un veneno que sólo puede combatirse con la política de clases.
La cuestión de clase
El resurgimiento de la cuestión de clase se expresa en la oleada de campañas de sindicalización en empresas como Amazon y Starbucks, pero también en las oleadas de huelgas que han afectado a Estados Unidos, como el “striketober” [octubre de huelgas] de 2021. Y la actividad huelguística sigue creciendo.
El resurgimiento de la cuestión de clase en Estados Unidos se expresa en las campañas de sindicalización en centros de trabajo como Amazon y Starbucks / Imagen: Socialist Revolution
Las últimas cifras revelan que el 71% de los estadounidenses apoyan a los sindicatos, su nivel más alto desde los años sesenta. Y entre los jóvenes esta cifra es aún mayor. Incluso entre el grupo de 18 a 34 años que apoya a Trump, el 71 por ciento simpatiza con las campañas sindicales en Amazon.
El movimiento hacia la sindicalización de los trabajadores precarios, principalmente jóvenes, es el primer indicio real de un renacimiento de la lucha de clases. Estas campañas de sindicalización están impulsadas por trabajadores de base jóvenes y radicales con poca conexión con el movimiento sindical tradicional. Forman parte de una nueva generación de combatientes de clase que se está formando en Estados Unidos y que se mueve rápidamente hacia la izquierda.
Sin embargo, existe una profunda y creciente desconfianza hacia todos los partidos existentes, especialmente los Demócratas. Es esta situación la que explica la crisis de la presidencia de Biden. Se le considera incapaz de resolver ninguno de los acuciantes problemas a los que se enfrentan la clase trabajadora y la juventud, desde la inflación a la guerra de Ucrania, desde el creciente y devastador impacto del cambio climático a la escasez de viviendas asequibles.
Es este sentimiento general de malestar el que explica la desconfianza generalizada hacia Biden y los demócratas entre una amplia capa de la población. La evolución ulterior de la lucha de clases abrirá el camino, en un momento dado, a la aparición de un tercer partido, basado en la clase obrera. Eso representará un cambio fundamental en toda la situación.
China
China era antes una de las principales fuerzas motrices que impulsaban la economía mundial. Pero ahora ha alcanzado sus límites y se está convirtiendo en su contrario. Los economistas burgueses observan la evolución de China con creciente alarma.
En los mercados libres de Occidente, las crisis financieras pueden estallar de repente, cogiendo por sorpresa a gobiernos e inversores. Pero en China, donde el Estado sigue desempeñando un papel importante en la economía, el gobierno puede desplegar capital político y financiero en un grado mucho mayor, con el fin de mitigar o posponer una crisis.
Esto da una apariencia de estabilidad, pero es una ilusión. Puesto que China ha optado por seguir el camino capitalista y ahora está completamente integrada en el mercado mundial capitalista, está sujeta a las mismas leyes de la economía de mercado capitalista.
Uno de los factores clave que han salvado a la economía china y mundial de una grave crisis después del crack del 2008 han sido las enormes cantidades de dinero inyectadas en la economía por el Estado chino.
Esto ascendió a cientos de miles de millones de dólares, la mayor parte de los cuales se canalizó hacia proyectos de infraestructura y desarrollo. Lo que estamos presenciando ahora es el fin de ese modelo. La economía china se está ralentizando. El escaso 2,8% de crecimiento de 2022 fue el nivel más bajo desde 1990. En 2021 la tasa se situó en el 8,1 por ciento.
Gran parte de esa inversión se dedicó a los LGFV (instrumentos de financiación de los gobiernos locales), que han acumulado una enorme montaña de deudas de 7,8 billones de dólares que amenaza la estabilidad de toda la economía china. Una gran parte de estas deudas están escondidas, como parte del semi-legal sector bancario en la sombra, en el que las empresas estatales y bancos están fuertemente implicados.
Esa deuda equivale a casi la mitad del PIB total de China en 2021, o aproximadamente dos veces el tamaño de la economía de Alemania. Con la disminución de los ingresos de los gobiernos locales, parece cada vez más probable un devastador dominó de impagos.
La intervención estatal sólo sirve para distorsionar el mecanismo del mercado, pero no puede eliminar sus contradicciones fundamentales. Puede retrasar una crisis, pero cuando ésta finalmente surja – que, tarde o temprano, deberá hacerlo – tendrá un carácter aún más explosivo, destructivo e incontrolable.
Una crisis financiera en China tendría un impacto devastador en el conjunto de la economía mundial. También crearía una situación muy explosiva dentro de China.
Siempre se ha supuesto que China necesita una tasa de crecimiento anual de al menos el 8% para mantener la estabilidad social. Una tasa de crecimiento del 3% es, por tanto, totalmente insuficiente. Y una gran crisis económica, desencadenada por un colapso del mercado inmobiliario, prepararía el terreno para grandes convulsiones sociales.
China se enfrenta a una explosión social
En este contexto hay que situar el congreso del Partido “Comunista” Chino de 2022, en el que Xi Jinping se afianzó en el poder. Según las antiguas reglas del Partido, Xi debería haber dimitido como líder en ese congreso, pero en su lugar aspira a ser líder vitalicio.
No es casualidad que Xi haya concentrado todo el poder en sus manos. China es un Estado totalitario que combina la economía de mercado capitalista con elementos de control estatal, heredados del antiguo Estado obrero deformado.
En un Estado totalitario, donde todas las fuentes de información están estrictamente controladas y todas las formas de oposición son despiadadamente reprimidas, es extremadamente difícil saber lo que ocurre bajo la superficie, hasta que de repente todo estalla.
No es casualidad que Xi haya ido concentrando todo el poder en sus manos / Imagen: 中国新闻网
Pudimos verlo en la lucha de los trabajadores de la mega fábrica de Foxconn en Zhengzhou y en las protestas nacionales contra los confinamientos de noviembre de 2022. Estallando aparentemente de la nada, estos movimientos adoptaron una forma explosiva y, en el caso de las protestas contra los confinamientos, se extendieron a cientos de localidades de todo el país en cuestión de horas. Estos acontecimientos señalan el comienzo de la ruptura del equilibrio social en China.
Sin embargo, la élite gobernante es muy consciente de ello. Cuenta con un poderoso aparato represivo y una enorme red de espías e informadores que están presentes en cada fábrica, oficina, bloque de apartamentos, escuela y universidad.
China gasta ahora más cada año en seguridad interna que en defensa nacional, y está aumentando ambos gastos. Xi y su camarilla son muy conscientes de los enormes peligros de la agitación popular y están tomando medidas para anticiparse a ella. Sin embargo, su régimen altamente sofisticado de censura online fue incapaz de impedir que se extendiera la información sobre las protestas recientes, aunque estas implicaron apenas unos cientos de personas en cada ciudad. Un movimiento de masas de la clase obrera paralizaría totalmente este sistema.
En gran medida, eso explica el aplastamiento del movimiento masivo de protesta en Hong Kong en 2019. De lo contrario, pronto se habría extendido al continente.
El magnífico alcance de ese movimiento -antes de que fuera secuestrado y conducido a un callejón sin salida por la élite liberal pro-occidental- da una ligera idea de cómo será una revolución proletaria en China, sólo que será a una escala mucho mayor.
Se dice que Napoleón Bonaparte dijo: “China es un dragón dormido. Dejemos que China duerma, porque cuando despierte sacudirá al mundo”. Hay mucho de cierto en ese dicho. Pero deberíamos introducir un pequeño cambio.
El proletariado chino es el más grande y potencialmente el más fuerte del mundo. Es como un dragón dormido que está a punto de despertar. Y cuando eso ocurra, ciertamente sacudirá al mundo.
En China se está preparando una enorme explosión social, aunque es imposible decir cuándo ocurrirá. Pero una cosa sí se puede predecir con absoluta certeza. Ocurrirá cuando menos se espere.
Y una vez que comience, no habrá quien la pare. Ninguna represión o intimidación será suficiente. Al igual que cuando el río Yangtsé se desborda, arrasará con todo.
Europa: tendencias centrífugas
La unidad de la UE podía darse por sentada mientras duraran las condiciones de boom. Pero esas condiciones favorables han desaparecido y punto. Y el inicio de las turbulencias económicas y financieras provocará más proteccionismo y nacionalismo económico.
El frágil tejido de la unidad europea será puesto a prueba hasta su destrucción en condiciones de profunda recesión económica. Las tendencias centrífugas resultantes acelerarán el alejamiento de la globalización y la mayor fragmentación de Europa y de la economía mundial en general.
El sur de Europa es el eslabón más débil de la cadena y está maduro para sufrir graves trastornos políticos e inestabilidad. La continua debilidad financiera de Grecia e Italia puede desencadenar el colapso de la unión monetaria europea. Pero incluso las naciones más fuertes están siendo socavadas. Estas tendencias se fortalecerán inevitablemente, ejerciendo una inmensa presión sobre el frágil tejido de la unidad europea.
Divisiones en Europa
La crisis ha puesto de manifiesto las profundas fisuras que existen entre los distintos Estados miembros de la UE. Incluso antes de la guerra en Ucrania y la pandemia, la economía europea se estaba desacelerando y las tensiones entre los países de la UE crecían. El indicio más evidente de ello ha sido la salida de Gran Bretaña, que ha dejado muchos problemas sin resolver. Pero las relaciones con Gran Bretaña no son la única fuente de fricciones en la UE.
Como resultado de la guerra en Ucrania y la amenaza al suministro de gas ruso a Europa, la UE se ve amenazada por una catástrofe económica. Los capitalistas de cada Estado europeo luchan por tomar medidas en su propio interés.
La solidaridad europea no entra en esta ecuación. Es un caso muy simple de “sálvese quien pueda y que sea lo que Dios quiera”.
La guerra de Ucrania ha abierto serias divisiones en la UE. Como ya se ha dicho, Polonia y los países bálticos son los más vociferantes entre los halcones. Pero el húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia, y Hungría mantiene excelentes relaciones con el hombre del Kremlin. En consecuencia, Hungría tiene ahora los precios del gas más bajos de Europa.
Orban comentó con una fuerte dosis de ironía: “En la cuestión de la energía, somos enanos y los rusos son gigantes. Un enano sanciona a un gigante y todos nos asombramos cuando el enano muere”. Sus comentarios escandalizaron a los jefes de la UE. Pero no iban muy desencaminados.
El paquete alemán de ayudas a las empresas energéticas provocó de inmediato una dura reacción de varios países de la UE, que exigen una respuesta conjunta de la UE a la crisis energética. El Primer Ministro húngaro advirtió de que el paquete de ayudas previsto por Alemania equivale a “canibalismo” y amenaza la unidad de la UE en un momento en que los Estados miembros sufren graves tensiones económicas a causa de la guerra en Ucrania.
El húngaro Victor Orban ha criticado abiertamente las sanciones de Occidente contra Rusia / Imagen: EPP Flickr
Un alto asesor de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, declaró: “Es un acto, preciso, deliberado, no acordado, no compartido, no comunicado, que socava las razones de la Unión”. Emanuel Macron fue más diplomático, pero fue al fondo de la cuestión al decir: “No podemos ceñirnos a las políticas nacionales, porque eso crea distorsiones dentro del continente europeo”.
Sin embargo, el ministro alemán de la economia, Robert Habeck, defendiendo el paquete de medidas de alivio energético del país, contraatacó con una severa advertencia: “Si Alemania sufriera una recesión realmente profunda, arrastraría consigo a toda Europa”.
Alemania y los países capitalistas más ricos del norte de Europa no están dispuestos a pagar la factura de las economías capitalistas más pobres del sur y el este.
Sin embargo, hay indicios de un creciente descontento con esta postura. El Financial Times publicó un artículo con el siguiente titular: “Los alemanes de a pie pagan: las protestas contra la guerra se extienden por Europa central”. En él se informaba de un alarmante crecimiento de las manifestaciones antibelicistas y prorrusas en Alemania y otros países de Europa del Este.
Por el momento los participantes se contaban por centenares. Pero a medida que sigan bajando las temperaturas, aumentará la ira de mucha más gente. Las tensiones sociales resultantes amenazarán el delicado tejido político de Alemania.
También en la República Checa, el 3 de septiembre de 2022, entre 70.000 y 100.000 personas se manifestaron en la Plaza de Wenceslao de Praga, pidiendo la dimisión del gobierno de coalición de derechas pro-OTAN del Primer Ministro Petr Fiala. Entre otras reivindicaciones, los manifestantes corearon eslóganes contra la crisis del coste de la vida y la participación checa en la guerra a distancia de la OTAN contra Rusia.
El apoyo italiano a la guerra tampoco puede darse por sentado. Mientras que Meloni adoptó inmediatamente la postura “responsable” pro-occidental respecto a la guerra, sus socios de coalición Salvini y Berlusconi han tocado una melodía diferente, con Salvini pidiendo el fin de las sanciones a Rusia y Berlusconi alardeando abiertamente de su amistad con Vladimir Putin.
Alemania
La crisis mundial del capitalismo está alcanzando a Alemania. La guerra de Ucrania ha supuesto para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán.
Alemania fue durante décadas la potencia industrial de Europa. Bajo el timón de Angela Merkel, canciller durante 16 años, el capitalismo alemán logró exportar su salida de la crisis de 2008.
Su competitividad se había visto impulsada a costa de la clase trabajadora por las contrarreformas laborales Hartz IV y la precarización de las relaciones laborales, aplicadas en 2004 por el Gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder.
La clase dominante alemana también aprovechó la restauración capitalista en Europa del Este para expandir su influencia hacia el este, lo que le proporcionó una reserva de mano de obra cualificada barata.
Esto, combinado con el acceso fácil e ilimitado a los suministros de petróleo y gas baratos de Rusia, dio a los capitalistas alemanes una ventaja competitiva adicional sobre sus rivales. El resultado fue un auge de las exportaciones al resto de la UE, Estados Unidos y China durante la década siguiente, con lo que Alemania reforzó su posición como superpotencia comercial mundial.
Un nivel relativamente bajo de deuda estatal, el control del euro y su posición destacada en las instituciones de la UE dieron a la clase dirigente alemana márgenes de maniobra para preservar la estabilidad social interna, a expensas del resto de Europa.
Sin embargo, todos los puntos fuertes del “modelo alemán” se están transformando en su contrario. El deterioro del comercio mundial en 2019, exacerbado por el impacto de la pandemia y la consiguiente dislocación de la cadena de suministro de materias primas, componentes, chips y el aumento de los costes de envío, socavó la producción y las exportaciones alemanas de automóviles, maquinaria y productos químicos.
La guerra de Ucrania supuso para la clase dominante alemana un duro despertar a la fragilidad real del imperialismo alemán / Imagen: Sergey Guneev
El impacto de la guerra de Ucrania puso de relieve el hecho de que Alemania no tiene el suficiente músculo económico o militar para perseguir sus propios intereses estratégicos cuando se enfrenta a potencias económicas y militares mayores.
El paquete de 100.000 millones de euros de gasto militar adicional anunciado por el canciller alemán Olaf Sholz fue un reconocimiento de esta realidad, pero sólo aumentará los beneficios del complejo industrial-militar.
La implacable presión del imperialismo estadounidense obligó a los capitalistas alemanes a desprenderse de la red cuidadosamente elaborada de lazos comerciales, empresas mixtas e inversiones directas ruso-alemanas, con un coste catastrófico.
A pesar de los intentos alemanes de dar largas al asunto y eludir medidas que habrían implicado una confrontación directa con Rusia, la dinámica de la guerra expuso inevitablemente la vulnerable y dependiente economía alemana a las severas represalias rusas mediante la estrangulación y posterior corte total del suministro energético.
Esta situación, unida a la explosión de la inflación, está llamada a tener profundas consecuencias sobre la estabilidad política y social del capitalismo alemán. El próximo período pondrá inevitablemente de manifiesto agudas contradicciones de clase, que socavarán la política de colaboración de clases de la socialdemocracia y de los dirigentes sindicales.
Ante el rápido deterioro del nivel de vida, bajo el martillo de la inflación galopante y el aumento de los costes energéticos, la clase obrera se verá obligada a contraatacar. Todo intento de la burocracia sindical de aferrarse a los viejos métodos de concertación social socavará aún más su autoridad.
Los intentos de movilizar a la clase obrera en apoyo de la clase capitalista, como las palabras del ex presidente federal Joachim Gauck llamando a los alemanes a “congelarse por la libertad” ya suenan huecas. En este contexto, las manifestaciones contra la guerra que hemos mencionado son una seria advertencia. En este contexto está implícita la inevitable tendencia a la ruptura de la colaboración social y a la explosión de la lucha de clases, ya que la clase dominante se está quedando sin opciones.
Italia
La llegada al poder del gobierno archiconservador de Meloni fue un acontecimiento profundamente preocupante para la burguesía italiana y el imperialismo.
Italia, ya en recesión, con la inflación en su nivel más alto en casi 40 años, tiene una enorme carga de deuda de 2,75 billones de euros, el 152 por ciento del PIB, que corre el riesgo de convertirse en una carga aún mayor con el aumento de los tipos de interés.
El éxito electoral de Meloni se debió a que se situó al margen del Gobierno de Mario Draghi. Draghi era el hombre de la burguesía, pero el problema fue que todos los partidos de su coalición sufrieron fuertes pérdidas en las elecciones.
Meloni hizo todo lo que pudo para asegurar a los mercados financieros europeos que se puede confiar en ella / Imagen: In Defence of Marxism
Meloni es una racista, una fanática y una reaccionaria extrema, pero no hay un “retorno al fascismo” en Italia. Más bien hay una creciente desconfianza hacia todos los partidos, como confirma el 40% de abstención.
Los votos totales a la coalición de derechas no subieron, pero un gran número de votos se desplazó de Berlusconi y la Lega a Fratelli d’Italia. Sólo uno de cada seis electores votó realmente a Fratelli d’Italia.
Inmediatamente después de las elecciones, Meloni hizo todo lo posible para asegurar a los mercados financieros europeos que se podía confiar en ella y que continuaría más o menos con las mismas políticas que Draghi. La financiación de la UE para estabilizar la economía italiana está condicionada a que el Gobierno imponga medidas de austeridad.
La crisis actual, con una inflación galopante, bajos salarios, alto desempleo, junto con políticas reaccionarias en cuestiones como el derecho al aborto, la inmigración, etc., es una receta acabada para una explosión de la lucha de clases y las protestas de los trabajadores y la juventud.
Francia
Como en todos los grandes países capitalistas, el gobierno francés gastó enormes sumas para evitar una crisis mayor durante la pandemia, pero ahora alguien tiene que pagar, y claramente va a ser la clase obrera francesa.
Pero los burgueses franceses se han enfrentado a una respuesta combativa de los trabajadores cada vez que se ha hecho un intento serio de eliminar las conquistas del pasado. Cuando Macron fue elegido por primera vez, se enfrentó al movimiento de los Chalecos Amarillos al año de asumir el cargo. Pero ahora es aún más débil.
Su apoyo activo real en la primera vuelta fue de apenas el 20% del electorado total de Francia. En lugar de un fortalecimiento del centro, se está produciendo una fuerte polarización hacia la izquierda (Mélenchon), y hacia la derecha (Le Pen).
La creciente inestabilidad se puso de manifiesto en las elecciones parlamentarias celebradas pocos meses después, en las que Macron no consiguió la mayoría absoluta en el Parlamento. El resultado es un gobierno débil, basado en un parlamento fracturado, bajo una enorme presión para cumplir el programa exigido por la clase capitalista.
Esto se produce en un momento de profundización de la crisis económica, con una inflación que sigue aumentando, con subidas de los tipos de interés que elevan los costes hipotecarios para millones de familias, y la amenaza de un aumento del desempleo a medida que la crisis mundial del capitalismo impacta en Francia.
Un indicio del cambio de estado de ánimo se pudo observar en la huelga de los trabajadores de las refinerías de octubre de 2022, que duró semanas y estuvo dirigida por la FNIC, la más izquierdista de las federaciones que componen la CGT. El gobierno intentó introducir medidas para derrotar la huelga, pero los trabajadores del petróleo contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de la población, a pesar de la escasez de combustible provocada por la huelga.
Los dirigentes sindicales convocaron jornadas de acción para soltar presión y evitar así lanzar una lucha sin cuartel contra el gobierno. La misma táctica se ha utilizado en la lucha contra la reforma de las pensiones. Esto permitió al gobierno impulsar su reforma, a pesar de la movilización de millones de trabajadores y jóvenes, en varias ocasiones.
La dirección sindical no podrá frenar indefinidamente el movimiento. La huelga de los trabajadores del petróleo, el movimiento masivo contra la reforma de las pensiones y el desarrollo de una oposición de izquierda en la CGT: estas son anticipaciones de lo que podemos esperar en el próximo periodo a una escala mucho mayor. Una capa cada vez mayor de la clase trabajadora comprende el punto muerto de los “días de acción”. En las manifestaciones, la consigna de “huelga general” fue más visible que nunca. La repetición de mayo de 1968 está implícita en toda la situación.
Gran Bretaña
El inversor multimillonario Warren Buffet dijo en una ocasión que “sólo cuando baja la marea descubres quién ha estado nadando desnudo”. Esta descripción se ajusta admirablemente a la situación actual de Gran Bretaña.
No hace tanto tiempo. Gran Bretaña era vista como el país más estable política y socialmente, y probablemente el más conservador de Europa. Ahora se está convirtiendo en su opuesto.
Rishi Sunak fue “elegido” líder cuando Liz Truss fue expulsada, tras la debacle financiera. Entró en el número 10 de Downing Street prometiendo “arreglar” los “errores” de su predecesora.
Pero la urgente necesidad de equilibrar las cuentas y eliminar el enorme agujero de las finanzas públicas significa inevitablemente que el pueblo británico se enfrenta a un nuevo periodo de austeridad, recortes y ataques al nivel de vida.
Millones de hogares británicos se ven obligados a elegir entre mantener las luces encendidas o poner comida en la mesa. La flagrante diferencia entre ricos y pobres nunca ha sido tan evidente como ahora. Y esto aviva el fuego del resentimiento y la ira.
Hay muchos indicios de un cambio de conciencia en Gran Bretaña, como el hecho de que el 47% de los votantes tories estén a favor de nacionalizar el agua, la electricidad y el gas, lo que contradice directamente las políticas de libre mercado del gobierno Tory.
Tras muchos años de ataques sin precedentes contra los salarios y el nivel de vida, los trabajadores no están de humor para aceptar más imposiciones. Las contradicciones entre las clases se agudizan cada día.
Los Tories están divididos en varias líneas y cada vez más desmoralizados, volviéndose unos contra otros a medida que se acumulan las presiones de la crisis / Imagen: Socialist Appeal
La indignación se refleja en un número cada vez mayor de huelgas: ferroviarios, estibadores, carteros, basureros e incluso abogados penalistas ya se han declarado en huelga. Y les siguen otros como los profesores y las enfermeras.
Cada vez se habla más de la coordinación de la acción sindical. ¿Habrá una huelga general en Gran Bretaña? Es imposible predecirlo. Lo único que se puede decir con cierto grado de certeza es que ni el gobierno ni los dirigentes sindicales la desean, pero como se dan todas las condiciones objetivas para que se produzca, podrían caer en ella.
La reactivación de la lucha económica es un acontecimiento importante. Pero tiene sus limitaciones. Trotsky señaló que incluso la huelga más tormentosa no puede resolver los problemas más fundamentales de la sociedad, por no hablar de las que son derrotadas.
Incluso cuando los trabajadores consiguen un aumento salarial, éste queda rápidamente anulado por nuevas subidas de precios. Por lo tanto, en algún momento, el movimiento tendrá que adquirir una expresión política. Pero, ¿cómo conseguirlo?
Los laboristas y los conservadores
Durante un tiempo, el Partido Laborista había virado bruscamente a la izquierda bajo Jeremy Corbyn. En realidad, la clase dominante había perdido el control de los dos grandes partidos: de los laboristas a los reformistas de izquierda y de los tories a los chovinistas de derechas partidarios del Brexit.
Como resultado de la vergonzosa capitulación de la izquierda, la derecha ha logrado recuperar el control del Partido Laborista, algo que incluso los observadores burgueses más optimistas consideraban casi imposible.
Ahora los Tories están desacreditados y en crisis. Están divididos en diferentes líneas y cada vez más desmoralizados, atacándose unos a otros a medida que las presiones de la crisis se acumulan, precisamente cuando la clase dominante necesita un gobierno unificado para llevar adelante sus ataques a la clase obrera.
Las políticas del nuevo gobierno representan una combinación de recortes y subidas de impuestos que afectará no sólo a los trabajadores sino a amplias capas de la clase media. Es una receta acabada para la lucha de clases. Y cualquier cosa que hagan ahora los Tories será un error.
La nueva administración tory está intentando evitar convocar elecciones porque saben que serían aniquilados. Los laboristas llegarían al poder, no gracias a Starmer, sino a pesar de él.
Por su parte, Starmer no está muy entusiasmado con la idea de encabezar un gobierno laborista mayoritario, ya que eso le privaría de cualquier excusa para no llevar a cabo políticas en interés de la clase trabajadora. Su política consiste en amortiguar las expectativas y prometer lo menos posible.
Ni siquiera se excluye que pueda haber una escisión abierta en el Partido Tory, con la facción de derechas separándose para formar un nuevo partido Brexiteer, posiblemente junto con Nigel Farage. Eso podría llevar a la formación de un “gobierno de unidad nacional”, con una alianza de los laboristas con los liberales y los tories moderados.
De una forma u otra, la clase obrera tendrá que volver a aprender algunas lecciones dolorosas en la escuela de Sir Keir y la camarilla derechista que ahora controla el Partido Laborista, que son políticos burgueses en todo menos en el nombre.
La derecha ha llevado a cabo una purga a fondo del Partido, con el fin de evitar cualquier posibilidad de que se repita el asunto Corbyn. Pero una vez que los laboristas estén en el gobierno, estarán bajo la presión tanto de las grandes empresas como de la clase obrera.
Como fiel servidor de los banqueros y capitalistas, Starmer no dudará en llevar a cabo políticas en su interés. Pero cualquier intento de aplicar una política de recortes y austeridad provocará una explosión de ira, que acabará por encontrar una expresión dentro del Partido Laborista, empezando por los sindicatos, que, a pesar de todo, siguen manteniendo su vínculo con el partido. Serán necesarios grandes acontecimientos para obligar a la gente a aceptar el hecho de que ya no es posible volver a lo que había antes.
En Escocia, el laborismo perdió su bastión hace mucho tiempo. El Partido Nacional Escocés – el partido más grande de Escocia – se encuentra en un estado de turbulencia, habiendo perdido 30.000 miembros desde 2021 debido al estancamiento estratégico sobre la cuestión nacional. Sin embargo, la clase trabajadora y, en particular, los jóvenes, la mayoría de los cuales apoyan la independencia, no están volviendo al laborismo en números significativos, sino que están buscando un camino a seguir. En estas condiciones se abrirán grandes oportunidades para la tendencia marxista.
Crisis de la clase dominante
La clase dominante tiene los dirigentes que se merece. No es casualidad que en todas partes haya una crisis de liderazgo de la clase dominante, demostrada por las escisiones abiertas en la cúpula, en EEUU, en Gran Bretaña, en Brasil, en Pakistán.
Pero las razones de esta crisis de liderazgo están enraizadas en la propia situación. La crisis actual es tan profunda que prácticamente excluye cualquier margen de maniobra en la cúpula. Como observó Lenin, un hombre al borde de un precipicio no razona. Incluso a los dirigentes más inteligentes y capaces les resultaría imposible salir airosos de este marasmo.
Aun así, la calidad de la dirección sigue desempeñando un papel importante. En una guerra, a veces un ejército se ve obligado a retirarse. Pero con buenos generales, un ejército puede retirarse en buen orden, conservando la mayoría de sus tropas para combatir otro día, mientras que los malos generales convertirán una retirada en una desbandada.
Basta señalar a Gran Bretaña en la actualidad para demostrar lo acertado de esta afirmación.
Crisis de la democracia burguesa
Nuestra época -la época del imperialismo- se caracteriza sobre todo por la dominación del capital financiero. Todos los gobiernos, nada más entrar en funciones, son informados de que el ministro de finanzas debe ser “aceptable para los mercados”.
La experiencia del efímero gobierno de Truss en Gran Bretaña sirvió para ilustrar la naturaleza totalmente ficticia de la democracia burguesa formal en la época actual. En el caso de Gran Bretaña, los mercados eligieron tanto al ministro de finanzas como al primer ministro, evitando así al pueblo británico la dolorosa necesidad de elegir a nadie.
Tras la sonriente máscara del liberalismo se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros. Este puede ser usado en cualquier momento para destruir cualquier gobierno que no obedezca los dictados del Capital.
Eso se aplica obviamente a los gobiernos de izquierda, como en el caso de Grecia. Pero también puede aplicarse a los de derechas, como pronto descubrió la Sra. Truss a su costa. Un gobierno que aplicaba políticas que no gustaban a los burgueses fue destituido sin contemplaciones.
Aquí tenemos una prueba muy clara de quién manda realmente. El mercado manda. El resto es puro engaño y tomadura de pelo. Esto es perfectamente natural. Incluso en las condiciones más favorables, la democracia burguesa siempre fue una planta muy frágil.
Sólo podía existir allí donde la clase dominante era capaz de otorgar ciertas concesiones a la clase obrera que, hasta cierto punto y durante un periodo limitado, servían para mejorar las condiciones de las masas y, por tanto, para embotar el filo de la lucha de clases e impedir que sobrepasara ciertos límites.
Tras la máscara sonriente del liberalismo, se esconde el puño de hierro del capitalismo monopolista y la dictadura de los banqueros / Imagen: In Defence of Marxism
Las “reglas del juego” debían ser aceptadas por todos, y las instituciones existentes (el parlamento, los políticos, los partidos, el Estado, la policía, el poder judicial, la “prensa libre”, etc.) gozaban de cierta autoridad y respeto.
Durante mucho tiempo, en los países capitalistas avanzados de Europa y Norteamérica, este modelo tuvo éxito en lo esencial. Pero ahora las condiciones han cambiado y todo el edificio de la democracia burguesa formal está siendo puesto a prueba hasta su destrucción.
Dondequiera que se mire, se ven pruebas claras de la agudización de las contradicciones de clase que están desgarrando el tejido de la sociedad. Las tendencias centrífugas se manifiestan en la esfera política en el hundimiento del centro político, que es la expresión más clara de la polarización social.
América Latina
Toda América Latina parece un volcán a punto de estallar. Sus economías están siendo castigadas por la revalorización del dólar estadounidense, que encarece el coste de la deuda existente y hace más onerosa la financiación adicional.
Esto puede desembocar en una crisis generalizada de la deuda como la de los años ochenta. Quizás la más vulnerable de las economías latinoamericanas sea ahora Argentina. Pero varios países están ya al borde del impago.
América Latina fue la región del mundo más afectada por el impacto social y económico de la pandemia de Covid-19, que golpeó tras un periodo de estancamiento económico. Antes de la pandemia asistimos a movimientos de masas en varios países que adquirieron proporciones insurreccionales en varios de ellos, especialmente en Ecuador y Chile en octubre y noviembre de 2019.
El confinamiento por la pandemia cortó parcialmente ese proceso, pero ahora las cuestiones fundamentales se están reafirmando de nuevo. Vimos el movimiento histórico del paro nacional en Colombia en 2021 y luego otro paro nacional en Ecuador en 2022.
Las masas volvieron a las calles en gran número en Haití y otros países. Si la clase obrera no tomó el poder en Chile, Ecuador y Colombia fue sólo por la ausencia de una dirección revolucionaria.
En el período anterior, durante el auge de las materias primas, Evo Morales, Correa, Néstor Kirchner e incluso Chávez, fueron capaces hasta cierto punto de aplicar políticas sociales. Pero eso se acabó en 2014 con la desaceleración de China.
Ahora, gobiernos políticamente afines se enfrentarán en cambio a una profunda crisis económica del capitalismo. Su margen de maniobra será mucho menor. Este será también el caso del Gobierno de Lula en Brasil.
Brasil
El desempleo en Brasil se sitúa oficialmente en torno a los 11 millones de personas, pero el número real de desocupados es mucho mayor. Las últimas cifras muestran que alrededor del 30% de la población vive en la pobreza, un fenómeno que aumentó significativamente durante la pandemia. Y con una inflación creciente – que ronda ahora el 8% – esta situación está destinada a empeorar.
La población está extremadamente polarizada, con una pobreza creciente en un extremo y la concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría de superricos en el otro. Esta polarización se refleja en la situación política. En las elecciones de 2022, las comunidades más pobres del norte y el noreste votaron masivamente a Lula, mientras que en el centro y el sur, más ricos, se impuso Bolsonaro.
Sin embargo, debido a la posición abiertamente colaboracionista de clase de Lula, y a su giro a la derecha durante la campaña electoral, Bolsonaro pudo captar una capa significativa del electorado de clase trabajadora.
Ya en 2018, fue la austeridad de Dilma la que preparó la victoria de Bolsonaro, que pudo presentarse demagógicamente como el candidato del “pueblo”. Este elemento estuvo presente en las elecciones de 2022, y también explica por qué Bolsonaro sacó resultados mucho mayores de lo que los encuestadores predijeron en un principio.
La campaña de Lula carecía de cualquier contenido que pudiera atraer seriamente a los trabajadores y a los pobres sobre una base de clase.
Los trabajadores aprovecharon las elecciones para librarse del odiado Bolsonaro. Pero estas esperanzas se verán frustradas por la dura realidad de la crisis del capitalismo en Brasil. Una vez que tengan la experiencia de Lula en el poder en un período de grave crisis capitalista, empezarán a sacar la conclusión de que tienen que empezar a tomar las cosas en sus propias manos, con huelgas, protestas callejeras y movimientos juveniles, como hemos visto en muchos otros países.
Fracaso de los gobiernos “progresistas
Los gobiernos de “izquierda” y “progresistas” en el poder han revelado crudamente sus limitaciones en un periodo de grave crisis económica del capitalismo. Es el caso del gobierno de Fernández y Kirchner en Argentina, que ha firmado un acuerdo con el FMI que implica severas políticas de austeridad.
En Chile, Boric ha continuado con la política de militarización de las zonas mapuche y ha llevado a cabo una política fiscal de recortes para reducir el déficit. En México, López Obrador ha hecho todo tipo de acuerdos con EE.UU. sobre migración, ha sacado al Ejército a la calle para ocuparse de la seguridad, etc.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales. Esto sólo sirvió para minar su propio apoyo, sin apaciguar a la clase dominante, le destituyó de una vez por todas.
Todos estos gobiernos tenían una idea común, la del “anti-neoliberalismo”. Esta es la noción utópica de que se puede gobernar en interés de los trabajadores y los campesinos dentro de los límites del capitalismo. Pero el “neoliberalismo” no es una opción política, sino simplemente la expresión del callejón sin salida del capitalismo actual a escala mundial.
En Perú, Castillo hizo una concesión tras otra a la clase dominante y a las multinacionales / Imagen: Presidencia de la República del Perú
No es posible aplicar un conjunto diferente de políticas sin desafiar la dominación de la clase dominante y del imperialismo. Esa es la debilidad fatal de todos estos gobiernos supuestamente progresistas. Es esta contradicción central la que prepara el terreno para nuevas explosiones sociales de masas en América Latina. Los levantamientos revolucionarios están a la orden del día.
Cuba en la encrucijada
Cuba se enfrenta a la situación más difícil desde la revolución de 1959. Desde el punto de vista económico, vemos los golpes combinados del endurecimiento de las sanciones estadounidenses por parte de Trump, el impacto de Covid en el turismo, los altos precios de la energía, todo lo cual se suma al bloqueo estadounidense de décadas, y la mala gestión e ineficiencia del gobierno burocrático.
La situación se agrava aún más por las políticas pro capitalistas de la burocracia cubana, que, desesperada por encontrar una salida al estancamiento, mira hacia China y Vietnam.
Este es el telón de fondo en el que pueden desarrollarse las protestas antigubernamentales. Después de 10 años de discutir las reformas económicas, la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado.
Una parte de la población ha perdido toda esperanza, decenas de miles emigran y otros han perdido toda confianza en el gobierno y la burocracia. En este contexto se han producido protestas, las mayores desde 1994. Sin embargo, es necesario analizar el contenido de estas manifestaciones.
En ausencia de una dirección revolucionaria consciente, el comprensible descontento de las masas puede presentar un caldo de cultivo favorable para un apoyo popular a la contrarrevolución capitalista.
Por otro lado, hay un sector importante de la población que apoya la revolución, tiene un fuerte sentimiento antiimperialista y rechaza la contrarrevolución. Entre esta capa también crece la crítica contra la burocracia.
Nuestra tarea es explicar pacientemente, a los elementos más avanzados entre ellos, que el único camino para la defensa de la revolución es la lucha por la democracia obrera y el internacionalismo proletario.
África
Amplias zonas de África viven actualmente un periodo de extrema turbulencia e inestabilidad. De los 60 países que el FMI considera “sobreendeudados o en peligro de sobreendeudados”, 50 es en África. Alrededor de 278 millones de personas -aproximadamente una quinta parte de la población total- pasaron hambre en 2021, un aumento de 50 millones de personas desde 2019, según cifras de la ONU. Sobre la base de las tendencias actuales, se prevé que esta cifra aumente a 310 millones en 2030.
Este es el telón de fondo de la inestabilidad social y política general y de las turbulencias que se han extendido por todo el continente. Se han producido movimientos de masas, golpes de Estado, guerras y guerras civiles en Mali, Níger, Burkina Faso, Chad, Sudán, Etiopía, Guinea-Bissau, Guinea y toda la zona del Sahel.
Estos conflictos han impulsado en parte la cifra récord de 100 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares hasta el 2022. Los conflictos en Ucrania, Myanmar, Yemen y Siria también han contribuido a esta cifra. Sin embargo, el problema de la migración forzosa es especialmente grave en el África subsahariana debido a la crisis medioambiental. Según un informe reciente, dos tercios de los 27 países que se enfrentan a “amenazas ecológicas catastróficas” se encuentran en esta parte del mundo, y todos menos uno de los 52 países del África subsahariana sufren “estrés hídrico extremo”. Las presiones combinadas de la crisis medioambiental, los conflictos y las migraciones forzosas tendrán un efecto cada vez más desestabilizador, en todo el continente y más allá.
Nigeria
Nigeria, la mayor economía del continente, no está en absoluto al abrigo de esta inestabilidad. A pesar de sus inmensos recursos petrolíferos y minerales, 70 millones de personas siguen viviendo en la extrema pobreza.
La corrupta y degenerada élite gobernante es completamente incapaz de resolver ninguno de los problemas del capitalismo nigeriano. Los dos principales partidos del país, el gobernante All Progressives Congress Party y el principal partido de la oposición, el PDP, están totalmente desacreditados entre amplias capas de la sociedad.
En 2020, el país se vio sacudido por el movimiento juvenil de masas “EndSARS”. Este maravilloso movimiento, liderado en gran medida por los jóvenes, comenzó como reacción al asesinato de un joven en eñ Ughelli Delta a manos de la Brigada Especial Antirrobo (SARS) de la policía nigeriana.
En 2020, Nigeria se vio sacudida por el movimiento juvenil masivo “Acabemos con el SARS” / Imagen: Kaizenify
El movimiento se extendió como la pólvora a casi todos los estados del sur del país. Este movimiento expresaba la ira, la frustración y el descontento acumulados de la juventud nigeriana, que ha sido la más afectada por la crisis del capitalismo.
Pero aunque el movimiento acabó por extinguirse, ninguno de los problemas subyacentes que lo originaron se ha resuelto. La crisis económica mundial, el aumento de la inflación y el hecho de que millones de personas más vayan a engrosar las filas de los pobres, preparan el escenario para nuevas oleadas de lucha de clases a un nivel aún más alto.
Sudáfrica
Sudáfrica es el país clave del continente africano. Tiene una economía relativamente bien desarrollada y una infraestructura avanzada. Es uno de los mayores exportadores de minerales del mundo. También cuenta con sectores manufactureros, financieros, energéticos y de comunicaciones bien establecidos. Sobre todo, desde un punto de vista marxista, tiene un proletariado numeroso y poderoso con una maravillosa tradición de lucha.
Todos los elementos necesarios para la creación de un país próspero están presentes. Sin embargo, la mayoría de la población vive en la precariedad. El desempleo real asciende a la escalofriante cifra de 10,2 millones de personas y la mitad de la población vive en la pobreza.
Durante décadas, el ANC fue un pilar de estabilidad para el capitalismo sudafricano. Pero años de escándalos de corrupción y ataques a la clase trabajadora han corroído su autoridad y lo han sumido en la crisis más profunda de su historia.
Mientras su apoyo ha ido disminuyendo, internamente ha descendido a interminables guerras de desgaste entre diversas facciones burguesas que están dividiendo al partido, al tiempo que lo separan cada vez más de las masas que solían verlo como suyo.
El desarrollo particular de la lucha de clases y el desarrollo de las fuerzas políticas en Sudáfrica históricamente, significa que la clase dominante no tiene un segundo partido en el que apoyarse.
A medida que las condiciones económicas preparen un nuevo auge de la lucha de clases, a la clase dominante le resultará más difícil utilizar el peso de los dirigentes del ANC para frenar el movimiento.
Pakistán
Pakistán se enfrenta a una aguda crisis financiera y corre el riesgo de impago de su deuda externa de 130.000 millones de dólares. Las reservas de divisas han caído a uno de los niveles más bajos de la historia. La inflación está en su nivel más alto desde la independencia. La inflación de los alimentos y el combustible supera el 45%.
Y encima tenemos el impacto de las inundaciones más catastróficas de la historia de la nación. Millones de personas viven una situación dramática de hambre, falta de agua potable, falta de vivienda y pobreza abyecta.
El primer ministro Sharif ha recurrido al FMI para obtener paquetes de rescate, pero los graves daños infligidos por las inundaciones generalizadas hacen que ni siquiera los préstamos del FMI sean suficientes para tapar el agujero de las finanzas pakistaníes.
Mientras tanto, el régimen está dividido y en crisis, con facciones rivales que luchan entre sí como gatos en un saco, mientras el poder real sigue firmemente en manos de los generales.
El gobierno actual, dirigido por Shahbaz Sharif, está preocupado principalmente por eliminar al partido de Imran Khan de las asambleas provinciales y reforzar su propio control del poder.
El desesperado intento de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por los militares, que intentaron eliminarlo de la escena por el simple expediente de un asesinato (fallido).
Esto ha provocado la desconfianza generalizada del grueso de la población hacia todos los partidos, a los que ven correctamente como otros tantos gángsters. Teniendo en cuenta todos estos factores, no se puede descartar en absoluto un estallido de protestas masivas como las de Sri Lanka en 2022.
El intento desesperado de Khan de restablecer su posición fue bloqueado por el ejército / Imagen: Instituto Estadounidense de la Paz, Wikimedia Commons
Comentando la catastrófica situación actual, el propio Khan dijo: “Durante seis meses he sido testigo de cómo una revolución se apoderaba del país… [La] única pregunta es si será una revolución suave a través de las urnas o una revolución destructiva a través del derramamiento de sangre”.
Sus palabras pueden resultar más proféticas de lo que él mismo cree.
La razón se convierte en sinrazón
Cuando la mayoría de la gente contempla la situación actual, llega a la conclusión de que el mundo se ha vuelto loco. Las masas sienten en su corazón y en su alma que algo va mal, que algo no funciona, que “el tiempo está fuera de quicio”, por citar a Hamlet de Shakespeare. Pero no saben de qué se trata.
Lo que quieren decir con esto es que no pueden encontrar ninguna explicación racional a lo que está ocurriendo. En cierto sentido, cuando atribuyen todo a una especie de locura colectiva, no se equivocan. Pero es la locura la que está incorporada en el ADN del sistema capitalista. En palabras de Hegel, la Razón se convierte en Sinrazón.
Pero en otro sentido, más profundo, están equivocados. Creen que lo que está ocurriendo no se puede entender y se desesperan.
Pero, como el universo en general, todos los procesos que observamos tienen una explicación racional y pueden ser comprendidos. Para adquirir tal comprensión, es necesario poseer un método adecuado. Y ése sólo puede ser el método del pensamiento dialéctico: el método del marxismo.
Conclusiones
Lo descrito aquí no son más que las manifestaciones externas de una crisis existencial del capitalismo.
El sistema capitalista ya no es capaz de utilizar todas las fuerzas productivas -incluida la fuerza de trabajo de la clase obrera- que ha creado. Esto es un indicio de los límites a los que ha llegado el sistema capitalista.
Esto no significa que el sistema capitalista esté a punto de derrumbarse. Lenin explicó que los capitalistas siempre encontrarán una salida incluso a la crisis más profunda. La cuestión es: ¿a qué precio para la humanidad, y para la clase obrera en particular?
Una profunda recesión haría que el desempleo alcanzara proporciones históricas. Esto tendría las más profundas implicaciones revolucionarias. Esto ya lo entienden los estrategas del Capital.
A finales de septiembre pasado, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, advirtió a los líderes internacionales de un inminente “invierno de descontento global” en un mundo acosado por múltiples crisis, desde la guerra de Ucrania hasta el calentamiento del clima.
“La confianza se desmorona, las desigualdades estallan, nuestro planeta arde”, dijo Guterres al inaugurar la Asamblea General anual. Era una valoración justa de la situación mundial. Pero no fue el único que llegó a una perspectiva sombría. La consultora de riesgos Verisk Maplecroft escribió en un informe el 2 de septiembre de 2022:
“El mundo se enfrenta a un aumento sin precedentes de los disturbios civiles a medida que los gobiernos de todo tipo lidian con los impactos de la inflación en los precios de los alimentos básicos y la energía”.
“Para los gobiernos incapaces de gastar para salir de la crisis, es probable que la represión sea la principal respuesta a las protestas antigubernamentales”, se lee en el informe de Verisk Maplecroft.
“Pero la represión conlleva sus propios riesgos, pues deja a las poblaciones descontentas con menos mecanismos para canalizar su disidencia en un momento de creciente frustración con el statu quo. En los países donde hay pocos mecanismos eficaces para canalizar el descontento popular, como medios de comunicación libres, sindicatos que funcionen y tribunales independientes, es probable que baje el umbral para que la población salga a la calle.”
¿Son imposibles las reformas?
Objetivamente hablando, el sistema capitalista ya no puede permitirse garantizar las reformas que conquistó la clase obrera en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.
La burguesía se enfrenta ahora a un problema insuperable: ¿cómo conseguir que la clase obrera acepte la liquidación de esas conquistas? Eso está resultando tan difícil que la clase dominante se ve obligada a seguir sosteniendo un sistema que es insostenible.
Pero, ¿es correcto decir, como hacen algunos, que las reformas son ahora imposibles? No. Eso es incorrecto. Si se ve amenazada con perderlo todo, la clase dominante no dudará en conceder reformas, incluso reformas que “no puede permitirse”.
Durante el período de posguerra la burguesía de los países capitalistas avanzados pudo permitirse hacer concesiones porque había acumulado una capa de grasa. Se podría recurrir a esas reservas en tiempos de crisis, cuando la supervivencia del sistema esté en peligro.
E incluso si eso resulta insuficiente, pueden recurrir al endeudamiento, creando deudas masivas, que pueden hacer recaer sobre los hombros de las generaciones futuras para que las paguen. Y eso es justo lo que hicieron durante la pandemia, porque estaban aterrorizados por las posibles consecuencias sociales y políticas de un colapso económico general.
Así que recurrieron a los métodos keynesianos, que los economistas habían relegado previamente al basurero de la historia. Durante la pandemia gastaron sumas exorbitantes. Pero se quedaron con deudas enormes que tarde o temprano tendrán que pagar. Y así sigue siendo.
Lo que sí se puede decir es que la burguesía no puede permitirse hacer ninguna reforma significativa y duradera. Lo que dan con una mano, lo recuperan con la otra. La inflación anula rápidamente cualquier aumento salarial. Y la acumulación de deuda no hace más que acumular contradicciones aún mayores para el futuro.
La inflación provocará una oleada de huelgas y una intensificación de la lucha económica.
Por el contrario, una profunda recesión llevaría a una reducción de la actividad huelguística, pero la amenaza de cierres de fábricas puede llevar a ocupaciones, y habría un giro hacia el frente político.
No se puede descartar que al final, ante la oposición de las masas a la austeridad, los burgueses se vean obligados a retroceder, optando en su lugar por un ataque indirecto.
Tanto la inflación como la deflación son ataques contra la clase obrera. La diferencia es que la inflación es un ataque indirecto, mientras que la deflación (desempleo) es un ataque directo. Desde el punto de vista de los trabajadores, se trata de elegir entre una muerte lenta en la hoguera o una muerte rápida en la horca. Ninguna de las dos es aceptable. Y ambas conducirán a una explosión de la lucha de clases.
Desigualdad
En un informe reciente, el Banco Mundial predijo que, a menos que se produjera un fuerte repunte de la economía mundial, se calcula que 574 millones de personas, o alrededor del 7% de la población mundial, seguirían viviendo con sólo 2,15 dólares al día en 2030, la mayoría en África.
Los obscenos beneficios de los ricos, en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia / Imagen: Wikimedia Commons
En cambio, los ricos son cada vez más obscenamente ricos. En un reciente artículo de Bloomberg se hablaba de las perspectivas de un nuevo fenómeno llamado “bebés del fondo fiduciario del billón de dólares”, que seguramente aparecerá en la próxima década. Se trata de hijos de superricos que serán más ricos que algunos países pequeños desde su nacimiento.
“¿Cómo se puede hablar de igualdad de oportunidades”, señalaba el artículo, “cuando algunas personas heredan fortunas que superan las dotaciones de universidades enteras? ¿Y cómo se puede alabar la ética del trabajo cuando tenemos una clase ociosa permanente en constante expansión?”.
La realidad es la que Marx describió en El Capital: “La acumulación de riqueza en un polo es al propio tiempo, pues, acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, donde se halla la clase que produce su propio producto como capital.”
Los obscenos superbeneficios anunciados por Shell y otras grandes empresas energéticas, precisamente en un momento en que millones de personas luchan por sobrevivir, provocan sentimientos de profunda y duradera injusticia y amargura.
Las masas toman nota de estas flagrantes contradicciones, avivando el fuego ardiente del resentimiento y el odio hacia los ricos parásitos que, a su vez, alimentará la lucha de clases. Toda la situación está preñada de implicaciones revolucionarias. Ya podemos ver claras pruebas de ello.
Sri Lanka
Si quieres ver cómo es una revolución, sólo tienes que mirar la insurrección popular espontánea en Sri Lanka. Aquí vimos el colosal poder potencial de las masas. Y golpeó sin previo aviso, como un rayo caído de un cielo azul despejado.
Si alguien dudaba de la capacidad de las masas para hacer una revolución, ésta fue una respuesta rotunda. Los acontecimientos de Sri Lanka demostraron que, cuando las masas pierden el miedo, no hay represión que pueda detenerlas.
Sin dirección, sin organización y sin un programa claro, las masas tomaron las calles y derrocaron al gobierno con la facilidad con la que un hombre aplasta a un mosquito. Pero Sri Lanka también nos muestra algo más.
El poder estaba en las calles, esperando a que alguien lo recogiera. Hubiera bastado con que los líderes de las protestas dijeran: “Ahora tenemos el poder. Somos el gobierno”.
Pero esas palabras nunca se pronunciaron. Las masas abandonaron en silencio el palacio presidencial y se permitió el regreso del antiguo poder. Los frutos de la victoria se devolvieron a los viejos opresores y a los charlatanes parlamentarios.
El poder estaba en manos de las masas, pero se permitió que se les escapara de las manos. Es una verdad desagradable. Pero es la verdad.
La conclusión es ineludible. Sin una dirección correcta, la revolución sólo puede triunfar con gran dificultad y, la mayoría de las veces, no puede triunfar en absoluto.
Irán
La inspiradora revuelta revolucionaria de Irán ha sido otra sorprendente confirmación de lo anterior. Se produjo tras la muerte bajo custodia policial de Masha Amini, una mujer kurda de 22 años, detenida por la odiada policía de la moralidad supuestamente por “no llevar correctamente el hiyab”.
Pero no fue un hecho aislado. Ha habido muchas muertes de este tipo en Irán. En esta ocasión, sin embargo, se alcanzó un punto crítico en el que la cantidad se transformó en calidad.
La explosión que siguió se extendió inmediatamente a todas las grandes ciudades, llegando incluso a pequeños pueblos y aldeas que nunca antes habían sido testigos de ninguna manifestación. Los manifestantes eran en su inmensa mayoría jóvenes, y una gran parte eran chicas, no sólo de las universidades sino también de las secundarias.
Las fuerzas de seguridad respondieron con una represión brutal, cada vez más dura a medida que crecía el movimiento. En los numerosos y violentos enfrentamientos entre la juventud y las fuerzas de represión, murieron cientos de personas y miles más fueron detenidas.
En respuesta, las huelgas estudiantiles se extendieron a más de cien universidades y muchas escuelas. El aspecto más sorprendente de estas protestas fue la total falta de miedo por parte de la gente muy joven, especialmente de las chicas muy jóvenes.
El aspecto más sorprendente de las protestas en Irán fue la total falta de miedo por parte de gente muy joven / Imagen: Darafsh
Las alumnas de Irán empezaron a agitar sus pañuelos en el aire y a cantar contra las autoridades clericales. ¡Qué inspiración! Sus cánticos tenían a menudo un contenido abiertamente revolucionario, pidiendo el derrocamiento del régimen y “¡Muerte al Líder Supremo!”.
La brutal reacción del régimen no sólo ha radicalizado a la juventud, sino también a las organizaciones de trabajadores, y muchas se han declarado en huelga. Esta lista incluye a los camioneros, el Consejo para la Organización de Protestas de los Trabajadores de Contratas Petroleras, los trabajadores de Haft Tappeh, los trabajadores de la Compañía de Autobuses de Teherán, el Comité Coordinador de Profesores, entre otros.
Se crearon comités juveniles revolucionarios en todo el país, junto con llamamientos a la huelga general, que han sido apoyados por las organizaciones citadas anteriormente, así como por la mayoría de los sindicatos independientes. Hubo una serie de oleadas huelguísticas de los pequeños comerciantes, los bazaríes, que en el pasado fueron uno de los pilares más sólidos del régimen. Pero los obreros industriales aún no se han movido de forma decisiva, y éste es el talón de Aquiles del movimiento.
Todo esto es muy similar a los movimientos que se produjeron antes de la convulsión revolucionaria de 1979. Pero no está claro si el movimiento actual pasará a una fase superior.
Los trabajadores muestran gran simpatía y apoyo por la rebelión de la juventud, Pero si el levantamiento permanece aislado en la juventud, no puede tener éxito.
Un movimiento como éste no puede permanecer como está durante mucho más tiempo sin alcanzar el punto crítico en el que, o bien logrará derrocar al régimen, o bien sufrirá una derrota. Como en Sri Lanka, la cuestión más decisiva es el factor subjetivo: la dirección revolucionaria.
El factor subjetivo
La intensificación de la lucha de clases se deriva de este análisis con la misma inevitabilidad que la noche sigue al día. Pero el resultado de la lucha de clases nunca puede predecirse de antemano, porque se trata de una lucha de fuerzas vivas.
Como hemos explicado anteriormente, existen muchas analogías entre la guerra entre las clases y la guerra entre las naciones. En ambos casos intervienen factores objetivos y subjetivos. Y el factor subjetivo suele desempeñar un papel decisivo.
Nos referimos a cosas como la moral y el espíritu de lucha de las tropas y, sobre todo, la calidad de la dirección. El período actual se caracterizará por la intensificación de las luchas de clases y los levantamientos de masas. Pero lo que falta es una dirección revolucionaria.
El factor subjetivo es tan importante en las revoluciones como en cualquier guerra. ¿Cuántas veces en la historia de las guerras una gran fuerza de soldados decididos y valientes ha sido llevada a la derrota por oficiales cobardes e incompetentes cuando se ha enfrentado a una fuerza mucho menor de soldados profesionales disciplinados y entrenados dirigidos por oficiales audaces y eficaces?
Es este factor el que falta, o es extremadamente débil en la actualidad. Las fuerzas del marxismo genuino han retrocedido durante décadas por factores históricos que no necesitamos explicar aquí. Y la degeneración de los dirigentes reformistas y ex estalinistas ha alcanzado un punto bajo que habría parecido impensable en el pasado.
Por lo tanto, aunque podemos predecir con absoluta confianza que los trabajadores se levantarán en revuelta en un país tras otro, no podemos expresar el mismo grado de confianza con respecto al resultado de estas luchas.
El fracaso de la izquierda
Tomemos algunos ejemplos, empezando por Sanders en EEUU y Corbyn en Gran Bretaña. Estaban muy confundidos y obviamente tenían muchas limitaciones. Eso estaba muy claro para los marxistas desde el principio. Pero lo que está claro para nosotros no está necesariamente claro para las masas.
Sin embargo, desde nuestro punto de vista, ambos tuvieron un gran significado sintomático. Revelaron algo muy importante. Ambos actuaron como un catalizador que sacó a la superficie un profundo estado de ánimo de descontento con el establishment político y la sociedad existente que existía en las masas, pero que permanecía sólo latente porque carecía de un punto de referencia.
Los discursos de Sanders y Corbyn, que sonaban radicales, actuaron como un poderoso imán que permitió que los incoherentes y embrionarios instintos revolucionarios se expresaran de forma organizada. Este es un hecho muy importante, que tiene importantes implicaciones para el futuro.
El cuestionamiento general del sistema capitalista salió a la superficie y la palabra socialismo volvió al orden del día, algo muy positivo. Sin embargo, a fin de cuentas, se trató sólo de figuras accidentales que se toparon con sus propias limitaciones y fueron destruidas por ellas. Como resultado, los movimientos de masas que surgieron a su alrededor están ahora muertos.
Se podría decir lo mismo de Hugo Chávez, aunque fue más lejos que ellos y consiguió mucho más. Si hubiera podido evolucionar más de no haber muerto prematuramente es una pregunta que nunca podrá responderse. Pero también en su caso, la falta de claridad política jugó un papel fatal, como han revelado claramente los acontecimientos posteriores en Venezuela.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia proporcionan ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en la política. Cuanto más se acercan estos líderes al poder, más tímidos, cobardes y traicioneros se vuelven.
Los casos de Podemos en España y Syriza en Grecia ofrecen ejemplos aún más claros del desastroso papel de la llamada izquierda en política / Imagen: fair use
Su retórica radical sólo sirve para encubrir el hecho de que en realidad nunca cuestionan la existencia del sistema capitalista y, por lo tanto, cuando se encuentran en el gobierno, se ven obligados a operar sobre la base de sus leyes.
El resultado inevitable es la traición y la desmoralización de sus bases. La conclusión es evidente. Con los actuales dirigentes, habrá una derrota tras otra.
Pero eso es sólo una cara del proceso. Poco a poco, empezando por las capas más avanzadas, en particular la juventud, los trabajadores aprenderán de sus derrotas. Empezarán a comprender el verdadero papel del reformismo de izquierdas y se esforzarán por superarlo.
En muchos países hemos visto el surgimiento espontáneo de grupos de jóvenes que se autodenominan comunistas. Se trata de una evolución muy significativa, a la que debemos prestar mucha atención.
Similitudes y diferencias
Las condiciones económicas del próximo periodo se parecerán mucho más a las de los años 30 que a las que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Pero hay diferencias importantes, principalmente porque la ecuación social ha cambiado.
Las reservas sociales de la reacción son mucho más débiles que entonces, y el peso específico de la clase obrera es mucho mayor. El campesinado ha desaparecido en gran medida en los países capitalistas avanzados, mientras que amplias capas de la antigua clase media (profesionales, trabajadores de cuello blanco, maestros, profesores universitarios, funcionarios, médicos y enfermeras) se han acercado al proletariado y se han sindicado.
Los estudiantes, que en el pasado proporcionaron las tropas de choque al fascismo, han virado bruscamente a la izquierda y están abiertos a las ideas revolucionarias. Sobre todo, la clase obrera, en la mayoría de los países, no ha sufrido derrotas graves desde hace décadas. Sus fuerzas están prácticamente intactas.
Además, la clase dominante se quemó los dedos con el fascismo en el pasado y no es probable que siga ese camino fácilmente. Lo que vemos es una creciente polarización política, hacia la derecha, pero también hacia la izquierda. Hay muchos demagogos de derechas e incluso algunos llegan al poder. Sin embargo, eso no es lo mismo que un régimen fascista, que se basa en la movilización de masas de la pequeña burguesía enfurecida, utilizada como ariete para destruir las organizaciones obreras.
Esto significa que la clase dominante se enfrentará a serias dificultades cuando intente hacer retroceder las condiciones de vida y eliminar las conquistas del pasado. La profundidad de la crisis significa que tendrán que intentar recortar y cortar hasta el hueso. Pero eso provocará explosiones en un país tras otro.
Mujeres y jóvenes
De este caos está surgiendo un nuevo nivel de conciencia. Hay un sentimiento instintivo entre la gente corriente, especialmente entre los jóvenes y las mujeres, de que “algo va mal en esta sociedad”, de que “vivimos en un mundo injusto”.
Hasta cierto punto, es el caso entre los trabajadores en general. Se ha ejercido una presión despiadada sobre los trabajadores para que aumenten la cantidad producida y reduzcan el tiempo necesario para producirla. Los salarios han ido siempre a la zaga de los aumentos de productividad. En Estados Unidos, los salarios reales no habían aumentado hasta hace poco durante un periodo de unos 40 años. Y con el retorno de la inflación, los salarios reales en los EEUU están de nuevo en declive.
Pero esta conciencia es más evidente, y más avanzada, en el caso de los jóvenes y las mujeres, que son quienes deben soportar la peor parte del peso de la crisis del capitalismo. Son las capas más explotadas y oprimidas de la clase.
En un país tras otro se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto / Imagen: Ogólnopolski strajk kobiet
En un país tras otro, se han producido grandes movilizaciones de mujeres contra la prohibición del aborto, desde EEUU hasta las católicas Polonia e Irlanda. Argentina y Chile también han visto movimientos de masas por el derecho al aborto. En México, donde el trato inhumano y bárbaro a las mujeres ha alcanzado proporciones epidémicas, también ha habido movimientos masivos para protestar contra la violencia contra las mujeres. Este ha sido también un factor de radicalización política en el Estado español.
En este contexto, las consignas democráticas más elementales pueden adquirir rápidamente un contenido abiertamente revolucionario.
La expresión más clara de la revuelta de las mujeres se produjo en Irán, donde el movimiento de un enorme número de chicas jóvenes pasó rápidamente de las protestas contra el uso obligatorio del hiyab a la exigencia del derrocamiento revolucionario de un régimen monstruosamente opresivo.
Eso indica que se está produciendo el inicio de un nivel de conciencia totalmente nuevo. En estas circunstancias, existe una profunda sensibilidad entre estas capas ante cualquier manifestación de injusticia. Esto incluye la cuestión del racismo y la brutalidad policial, como vimos con el levantamiento de Black Lives Matter.
En todos los países, la juventud está al frente de la lucha. No es casualidad. Los acontecimientos han demostrado que un número cada vez mayor de jóvenes está dispuesto a salir a la calle para luchar contra el capitalismo.
De nuevo sobre la conciencia
Sería un error fundamental suponer que la mayoría de los trabajadores ven las cosas de la misma manera que nosotros. Ver todo el proceso histórico es una cosa, pero cómo las masas entienden ese proceso es otra, totalmente diferente.
La conciencia de la clase obrera está poderosamente influida por los cambios en la situación objetiva. Trotsky lo explicó brillantemente en un importante artículo titulado “El tercer período de los errores de la Comintern”.
Para algunos sectarios esta cuestión simplemente no se plantea. Para ellos, la clase obrera siempre está dispuesta a rebelarse. Eso es para ellos una constante que nada tiene que ver con los cambios en las condiciones objetivas. Pero no es así en absoluto.
Trotsky criticó duramente la idea planteada por los estalinistas en el tristemente célebre “Tercer Periodo”, y que todavía hoy repiten algunos insensatos ultraizquierdistas, de que las masas siempre están dispuestas a rebelarse, y que son sólo los aparatos burocráticos conservadores del movimiento obrero los que se lo impiden.
Trotsky criticó duramente la idea presentada por los estalinistas en el famoso “Tercer Periodo” / Imagen: dominio público
Trotsky desprecia esta idea y vale la pena citar extensamente sus palabras:
“La radicalización de las masas aparece descrita como un proceso continuo: las masas son hoy más revolucionarias que ayer, mañana serán más revolucionarias que hoy. Semejante mecanicismo no corresponde al verdadero proceso de desenvolvimiento del proletariado ni de la sociedad capitalista en su conjunto…
“Los partidos socialdemócratas, sobre todo en la preguerra, vislumbraban un futuro con un continuo incremento de votos socialdemócratas, que aumentarían sistemáticamente hasta el umbral de la toma del poder. Para un pensador vulgar o un seudorrevolucionario, esta perspectiva mantiene toda su vigencia; sólo que en vez de hablar de un continuo incremento de los votos, habla de la continua radicalización de las masas. Esta concepción mecanicista se apoya también en el programa Stalin-Bujarin de la Internacional Comunista.
“Demás está decir que, desde la perspectiva de nuestra época de conjunto, el proletariado sigue un proceso que avanza hacia la revolución. Pero no se trata de una progresión ininterrumpida, como no lo es el proceso objetivo de agudización de las contradicciones capitalistas. Los reformistas sólo ven el ascenso del capitalismo. Los “revolucionarios” formales sólo ven sus bajas. Pero el marxista contempla el proceso en su conjunto, con todas sus alzas y bajas coyunturales, sin perder jamás de vista su dinámica principal: las catástrofes bélicas, las explosiones revolucionarias.
“El estado de ánimo político del proletariado no cambia automáticamente en una misma dirección. La lucha de clases muestra alzas seguidas de bajas, marejadas y reflujos, según las complejas combinaciones de las circunstancias ideológicas y materiales, tanto nacionales como internacionales. Un alza de las masas que no es aprovechada o es mal aprovechada se revierte y culmina en un período de reflujo, del que las masas se recuperan tarde o temprano bajo la influencia de nuevos estímulos objetivos.
“La nuestra es una época que se caracteriza por fluctuaciones periódicas extremadamente bruscas, por situaciones que cambian de manera muy abrupta, todo lo cual configura, para la dirección, responsabilidades muy arduas en lo que hace a la elaboración de una orientación correcta.
“La actividad de las masas propiamente dicha se manifiesta de distintas maneras, según las circunstancias. En algunas épocas se puede observar a las masas empeñadas por entero en la lucha económica, demostrando muy poco interés por las cuestiones políticas. O bien, luego de una serie de derrotas en la lucha económica, las masas pueden dirigir abruptamente su atención a la política. En ese caso -tal como lo determinen la situación concreta y la experiencia anterior de las masas-, su actividad política puede manifestarse en la lucha exclusivamente parlamentaria o en la extra-parlamentaria.” (León Trotsky, Escritos, 1930)
Estas líneas son extremadamente importantes porque muestran que a partir de afirmaciones generales sobre la época es imposible deducir la etapa en que se encuentra la conciencia del proletariado o el movimiento concreto de la clase. Vemos aquí muy claramente el método de Trotsky, que no parte de fórmulas abstractas (“la nueva época”) sino de hechos concretos.
Todo tipo de cosas se combinan para dar forma a la conciencia de las masas en los países capitalistas avanzados, no sólo la situación actual o incluso la situación en la última década, sino el tipo de condiciones que se crearon durante un período de décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Esto es particularmente cierto en el caso de la generación de edad más avanzada. La mentalidad de los jóvenes es otra cuestión. Ese es un debate aparte.
La conciencia de los trabajadores en Europa y EE.UU. ha sido moldeada durante décadas por lo que fue al menos un periodo de relativa prosperidad. El 15 de noviembre de 1857, Engels se quejaba en una carta a Marx:
“Las masas deben haberse vuelto condenadamente letárgicas después de una prosperidad tan larga”. Y añadía: “Es necesaria una presión crónica durante un tiempo para calentar a las poblaciones. El proletariado golpeará entonces mejor, con mejor conciencia de su causa y más unido…”
La clase obrera en general posee una colosal capacidad de aguante. Tolera incluso malas condiciones durante bastante tiempo antes de que se vuelvan absolutamente intolerables. Se necesita tiempo para que la cantidad se convierta en calidad. Y la conciencia, que es inherentemente conservadora, tarda un tiempo en ponerse al día con la realidad cambiante.
Durante todo un periodo, la inflación fue baja, lo que significaba que, aunque la tasa de explotación aumentaba, los salarios de los trabajadores podían comprar más que antes. Los trabajadores pudieron comprar coches, grandes televisores y otras mercancías, cuyo precio estaba bajando gracias a los avances tecnológicos y al aumento de la productividad del trabajo.
Los bajos tipos de interés también produjeron una expansión sin precedentes del crédito. Millones de personas pudieron comprar cosas que en realidad no podían permitirse, pero sólo endeudándose cada vez más.
Viendo lo mal que están las cosas ahora, y echando la vista atrás, es demasiado fácil tener una falsa percepción de lo bien que estaban las cosas en los viejos tiempos. Pero todo eso está amenazado ahora. Y eso es lo que está empezando a provocar un cambio fundamental en la conciencia.
El proceso molecular de la revolución
La cuestión de la inflación es un elemento clave para cambiar la actitud de la generación de más edad. Si bien es cierto que la juventud es la capa más radicalizada y más abierta a las ideas revolucionarias, se está desarrollando un estado de ánimo cada vez más airado entre todo tipo de personas. La gente que hasta hace poco pensaba que las cosas estaban bien y que la vida era estable y predecible, ahora se está llevando un buen susto.
Todo se está convirtiendo en lo contrario. Las condiciones de vida han empeorado repentinamente, y eso está cambiando la perspectiva de la gente. De repente, todo el mundo se queja. No consiguen llegar a fin de mes.
Antes, en Occidente, la patronal y los líderes sindicales llegaban a acuerdos de aumentos salariales anuales del uno o el dos por ciento, apenas a la par de la inflación, y los imponían a los trabajadores. Hoy en día, esos acuerdos supondrían importantes reducciones de los salarios reales. Cada vez más trabajadores tienen claro que, para mantener su nivel de vida, tendrán que organizarse y luchar. En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores.
En Gran Bretaña, cientos de miles de trabajadores de muchos sectores se han declarado en huelga; en Grecia, Bélgica y Francia hemos asistido a huelgas generales; en Estados Unidos, nuevos estratos, como los trabajadores de Starbucks, Apple y Amazon, están luchando por sindicarse y han emprendido acciones de huelga, y también tuvimos el conflicto de los ferroviarios. Por último, también vimos en Canadá cómo los ataques de Doug Ford contra los trabajadores de la educación de Ontario llevaron a una huelga ilegal y a los líderes sindicales a amenazar con una huelga general que derrotó la legislación de vuelta al trabajo, algo inédito en la historia canadiense. En todas partes, la clase trabajadora está empezando a despertar bajo el impacto de la crisis del coste de la vida.
La inflación también está teniendo un enorme impacto en los pequeños negocios, muchos de los cuales se ven abocados a la quiebra, y a los ancianos, que ven cómo el valor de sus pensiones se erosiona día a día. Ya ha habido manifestaciones masivas de pensionistas en España. Y gran parte de la volatilidad social que vemos en países como Italia es un fenómeno estrechamente relacionado.
En todas partes se observa un notable aumento de las huelgas, que a menudo terminan con la victoria de los trabajadores / Imagen: Socialist Appeal
Hay un sentimiento general de inseguridad y miedo al futuro que exacerba enormemente la inestabilidad política y social. Esto plantea grandes peligros a la clase capitalista, lo que explica por qué se ve obligada a tomar medidas muy arriesgadas en un intento de impedir desarrollos revolucionarios.
Cuando personas que antes no mostraban ningún interés por la política de repente empiezan a hablar de política en la parada del autobús o en el supermercado, es el comienzo de lo que Trotsky llamó el proceso molecular de la revolución.
Es cierto que carecen del análisis elaborado y científico que poseen los marxistas. Su comprensión de la política es algo elemental, tosco y subdesarrollado. Pero está guiada por un sentido elemental de injusticia, un sentimiento de que algo no funciona en la sociedad y de que algo tendrá que cambiar.
Es una conciencia de clase elemental que es el primer embrión de una conciencia revolucionaria. El elemento más importante de este cambio es el económico. Pero no es el único factor.
El desastre medioambiental
El sistema capitalista está conduciendo al mundo hacia una catástrofe medioambiental que se cierne sobre la mente de muchas personas. Para algunos, se trata de un problema existencial. Para naciones enteras, su futuro está en peligro.
En un extremo, está el problema de la sequía y la desecación de los ríos, que está teniendo un efecto devastador en las cosechas y en la producción de alimentos y, por tanto, en el aumento de la inflación.
En el otro, hay tormentas devastadoras, huracanes y terribles inundaciones, como hemos visto en países como Bangladesh y Pakistán, donde 33 millones de personas se vieron directamente afectadas.
En países como Somalia, han muerto más de tres millones de animales, lo que ha destruido los medios de subsistencia de millones de personas. En Brasil, la destrucción criminal de la Amazonia ha alcanzado niveles récord. Entre enero y junio de 2022 se talaron en la región unos 3.988 kilómetros cuadrados (1.540 millas cuadradas) de tierra. En el mismo periodo se destruyeron 3.088 kilómetros cuadrados de selva tropical.
También en los países capitalistas avanzados hay pruebas evidentes de condiciones meteorológicas más extremas. Muchas personas viven con el temor constante de que su casa se inunde o sea barrida.
En las grandes ciudades, el aire está envenenado con gases tóxicos, los ríos se ahogan con residuos químicos de fábricas, granjas y efluentes humanos, y los océanos se contaminan con toneladas interminables de plástico y otras basuras.
La explotación minera de los fondos marinos, antaño algo confinado a la ciencia ficción, se está convirtiendo en una realidad, con previsibles consecuencias catastróficas para el equilibrio ecológico del planeta y la biodiversidad. Y en todos los países el ritmo de extinción de especies vegetales y animales ha alcanzado niveles alarmantes.
Todas estas cosas remueven la conciencia de millones de personas, especialmente de los jóvenes. Pero la indignación moral y las manifestaciones airadas son totalmente insuficientes porque sin un diagnóstico correcto es imposible ofrecer ninguna solución.
Los burgueses han llegado, tarde, a la conclusión de que hay que hacer algo. Pero en el capitalismo todo está subordinado al afán de lucro y a los intereses de los monopolios. Por ejemplo, disfrazan con retórica ecologista políticas destinadas a proteger la industria estadounidense o europea frente a las mercancías procedentes de países con una legislación medioambiental “menos estricta” (China en primer lugar).
Fundamentalmente, todas sus políticas intentan descargar los costes de la crisis medioambiental sobre la clase trabajadora y los sectores más pobres de la sociedad. Mientras las multinacionales de la energía sigan obteniendo beneficios récord, las familias de la clase trabajadora se verán obligadas a pagar precios más altos por el combustible y también a sustituir sus coches y calderas. Al mismo tiempo, tendrán que pagar las cuantiosas subvenciones a las grandes empresas a través de impuestos más elevados.
Como resultado, a los ojos de una parte de la clase obrera, la “lucha contra el cambio climático” podría asociarse cada vez más con la austeridad capitalista y la crisis del coste de la vida. Esto podría hacer el juego a las fuerzas reaccionarias que niegan la existencia del calentamiento global antropogénico y promueven los combustibles fósiles. Para luchar contra esto, se necesita una política revolucionaria.
La catástrofe medioambiental es un claro resultado de la locura de la economía de mercado. Hay que subrayar que la existencia del capitalismo representa hoy una amenaza clara y actual para el futuro de la civilización humana.
Si el movimiento ecologista se limita a una política de gestos vacíos, se condenará a la impotencia. La única manera de alcanzar sus objetivos es adoptar una posición revolucionaria clara e inequívocamente anticapitalista. Debemos esforzarnos por llegar a los mejores elementos y convencerles de ello.
El papel de los marxistas
Principalmente como resultado de la debilidad del factor subjetivo, la crisis actual no tendrá una resolución rápida. Este retraso es ventajoso para los marxistas, porque nos dará el tiempo que necesitamos para reforzar nuestras fuerzas y construir una base sólida en la clase obrera y el movimiento obrero.
La crisis se prolongará en el tiempo, y habrá muchos flujos y reflujos de la lucha de clases. A momentos de euforia seguirán otros de cansancio, apatía e incluso desesperación. Pero en todos los casos, la clase siempre se levantará, dispuesta a renovar la lucha, no por razones mágicas, sino simplemente porque no tiene otra alternativa que luchar.
La clase obrera en su conjunto no aprende de los libros, sino de la experiencia. Pero aprende, tanto de las derrotas y los reveses como de las victorias. Ahora mismo está aprendiendo sobre las limitaciones del reformismo de izquierdas. Engels dijo una vez que los ejércitos derrotados aprenden bien sus lecciones. A lo que Lenin comentó: “Estas espléndidas palabras se aplican en mucha mayor medida a los ejércitos revolucionarios”.
Pero se trata de un aprendizaje muy largo y serán necesarias muchas experiencias futuras antes de que la clase deseche finalmente sus ilusiones en el reformismo (especialmente en su disfraz de “izquierda”) y llegue a comprender la necesidad de una revolución social total.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases. Es tarea de los marxistas acompañar este proceso junto con la clase obrera, luchar hombro con hombro con los trabajadores y ganarse así su respeto y confianza.
Sin embargo, si éste fuera el único contenido de nuestra actividad, seríamos meros activistas y no tendríamos razón de existir como tendencia separada en el movimiento obrero.
Nuestro papel no es dar lecciones a la clase obrera desde la barrera, sino participar activamente en la lucha de clases / Imagen: Fightback
Nuestro papel más importante es ayudar a los trabajadores y a la juventud, empezando por la capa más avanzada, a sacar las conclusiones necesarias de su experiencia y a demostrar en la práctica la superioridad de las ideas marxistas.
Esto llevará algún tiempo, y debemos aprender las virtudes de la paciencia revolucionaria. No hay camino fácil. La búsqueda de atajos acaba invariablemente en graves desviaciones, ya sean de tipo oportunista o ultraizquierdista.
Recordemos que en 1917, en plena revolución, Lenin lanzó la consigna: ¡Explicar pacientemente! Tenemos las ideas correctas, que son las únicas que pueden señalar el camino de la victoria en la lucha de clases.
No se puede predecir el ritmo real de los acontecimientos. Pero el potencial para una intensificación explosiva de la lucha de clases existe en muchos países. No podemos decir dónde empezará. Puede ser Francia o Italia, o Irán, o Brasil. Indonesia, Pakistán, Argentina o incluso China.
Ya veremos. Pero lo principal es que abrirá nuevas posibilidades para la tendencia marxista, siempre que seamos capaces de aprovecharlas. Y eso depende de una sola cosa: de nuestra capacidad para hacer crecer nuestras fuerzas hasta el punto crítico en que seamos físicamente capaces de intervenir.
Eso, a su vez, depende del trabajo que hagamos ahora. Eso es lo que tenemos que hacer comprender a cada camarada. Nuestra consigna debe ser: todas las fuerzas en el punto de ataque. Y eso significa, precisamente, construir nuestras fuerzas.
Debemos trabajar incansablemente para construir las fuerzas que serán necesarias para llevar estas ideas a cada fábrica, a cada agrupación sindical, a cada escuela y universidad. Sólo así podrá construirse la futura dirección revolucionaria del proletariado.
Durante mucho tiempo hemos luchado contra la corriente. Nuestros cuadros se han endurecido y fortalecido en esa lucha. Estamos empezando a ganar el respeto de los obreros y jóvenes más avanzados. La autoridad política y moral de nuestra Internacional nunca ha sido tan alta.
¡Son conquistas colosales! Pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Es un camino largo y difícil, y no todo será fácil. A momentos de euforia seguirán otros de decepción e incluso de desesperación. Debemos aprender a convivir con las dificultades y aceptar con la misma ecuanimidad alegre tanto las derrotas como los éxitos.
Pero la marea de la historia ha cambiado y ahora empezamos a nadar con la corriente, no contra ella. Los trabajadores y la juventud están mucho más abiertos a nuestras ideas que en cualquier otro momento. Todo el proceso se acelerará.
Nuestra Internacional se enfrentará a inmensas oportunidades mucho antes de lo que cabría esperar. Se abrirán muchas puertas. De nosotros depende aprovechar al máximo todas las posibilidades y demostrar que estamos a la altura de las grandes tareas que nos impone la historia.
En estos días, los titulares de noticias que dominan en todo el mundo son la gran operación de búsqueda y rescate para recuperar a un puñado de turistas adinerados, incluido un multimillonario británico, que desaparecieron en el Atlántico en una aventura submarina para explorar el naufragio del Titanic. Mientras tanto, hay una conspiración de silencio en los medios internacionales sobre los detalles de la muerte de 700 inmigrantes a bordo de una embarcación en el Mediterráneo la semana pasada, el resultado directo de un descuido deliberado e insensible hacia la vida humana.
Si bien estos sucesos trágicos se han vuelto demasiado comunes, la magnitud de la tragedia del pasado miércoles 14 de junio en el Mediterráneo, cerca de la ciudad costera griega de Pylos, ha sacudido a millones de personas. Un barco de pesca sobrecargado de migrantes se hundió por razones que aún no se han establecido por completo. Ya se ha confirmado la muerte de 79 personas, pero eso es solo una fracción de las víctimas reales. Se estima que hasta 800 personas migrantes estaban a bordo y, sin embargo, solo se han rescatado a 104 supervivientes. Según el testimonio de muchos de ellos, mujeres y hasta 100 niños viajaban en la bodega. Ninguno sobrevivió.
Se trata de uno de los naufragios más mortíferos y trágicos del Mediterráneo de los últimos años, en un mar que muchas veces se ha descrito, no sin razón, como un cementerio de almas. Según la Organización Internacional para las Migraciones, al menos 27.000 personas se han perdido en el Mediterráneo desde que comenzaron los registros en 2014. 2.000 migrantes perdieron la vida en 2021 y 2.400 en 2022. Estas estimaciones, de hecho, se refieren al mínimo número de muertos y desaparecidos.
Si bien continúa apareciendo nueva información sobre las circunstancias del naufragio, una cosa está clara: los testimonios de los supervivientes y activistas están totalmente en desacuerdo con la versión ‘oficial’ de la Guardia Costera griega. Se nos revela una imagen de cientos de vidas perdidas como resultado directo de la repugnante política deliberada y dirigida por el gobierno de ignorar, acosar y ‘rechazar’ a los migrantes en peligro en el mar.
La historia oficial
Según los informes, la embarcación partió de Tobruk, Libia, en dirección a Italia. Según la Guardia Costera griega, vieron el barco por primera vez al mediodía del martes 13 de junio. Afirman que luego ofrecieron ayuda, a lo que recibieron respuesta negativa, además de una solicitud de abastecimiento de agua y alimentos. La embarcación, nuevamente, según la afirmación de la Guardia Costera, estaba “en condiciones de navegar” y continuó su curso, bajo la monitorización “discreta” de la Guardia Costera hasta que dejó de moverse alrededor de las 2 am, y luego volcó, hundiéndose por completo en minutos. En ese momento, la Guardia Costera lanzó una operación de búsqueda y rescate.
Sin embargo, el testimonio de un activista que fue contactado varias veces por los ocupantes de la embarcación, así como la información publicada por el grupo Watch The Med Alarm Phone (una línea directa autoorganizada para refugiados y migrantes en peligro en el mar Mediterráneo) contradicen la versión de los hechos de la Guardia Costera. Según estos testimonios, el barco había dejado de moverse y estaba claramente en peligro desde las 5 p.m. (unas 9 horas antes de que volcara). esto fue confirmado por el análisis de la BBC ), poco después había sido abandonado por el capitán y los ocupantes habían pedido “cualquier ayuda”.
Al mismo tiempo, la propia Guardia Costera admite que, si bien Frontex (Agencia Europea de la Guardia Costera y de Fronteras) le informó sobre el barco a las 11 de la mañana del martes (15 horas antes de que se produjera la tragedia), solo hizo un esfuerzo por confirmar su existencia tres horas después (¡a las 14:00!) cuando envió un helicóptero (!), ¡que despegó de la isla de Lesbos, a más de 550 km del lugar donde se hundió el barco!
La versión de los hechos de la Guardia Costera griega se contradice aún más por los supervivientes, algunos de los cuales afirman que fue el intento de remolcar el barco lo que provocó que volcara, algo que los primeros niegan haber intentado.
La Guardia Costera griega ha mentido claramente para encubrir su papel en la causa de esta tragedia. Cada vez está más claro que la Guardia Costera retrasó deliberadamente su respuesta y acción (como parte de una estrategia que se denomina ‘tiempo de armamento’ ), y cuando quedó claro que el barco no podía moverse (quedándose, por lo tanto, varado permanentemente en un área de responsabilidad griega) intentaron violentamente un ‘empuje’, que salió terriblemente mal. Según un superviviente , la Guardia Costera griega les dijo explícitamente a los que estaban en el barco que los iban a empujar de regreso a aguas italianas.
Esta es una de las tragedias más mortíferas como resultado de la consumación generalizada de la política ilegal e inhumana del Estado capitalista griego y del gobierno de Mitsotakis hacia los migrantes y, en particular, la política de “retrocesos” de la Guardia Costera griega, mediante la cual los migrantes son devueltos por la fuerza a aguas internacionales y abandonados a su suerte.
El gobierno griego ha intentado durante mucho tiempo negar que tiene una política de ‘retrocesos’, pero el mes pasado se vio obligado a responder a las imágenes que mostraban a la Guardia Costera capturando a la fuerza a migrantes que habían tocado tierra, colocándolos en embarcaciones de la Guardia Costera y luego devolviéndolos a una balsa endeble, en alta mar. Otras imágenes han mostrado a la Guardia Costera griega embistiendo embarcaciones, tratando de perforar balsas inflables e incluso disparando municiones en las proximidades de los migrantes.
La pura insensibilidad de la burguesía griega se puso de manifiesto a principios de este año con el juicio a 24 trabajadores de rescate de migrantes. ¡Estos trabajadores humanitarios están siendo criminalizados por salvar vidas humanas, y presentados perversamente como una red criminal de contrabando de migrantes! Es un claro intento de evitar el trabajo de salvar vidas.
Los contrabandistas, como resultado, están recurriendo a viajes más largos y eligiendo rutas más arriesgadas, multiplicando el peligro para los migrantes.
El ‘fortín europeo’ racista
Por supuesto, la política del Estado burgués griego es una extensión de la política racista contra la inmigración de la Unión Europea en su conjunto. El capitalismo europeo, que junto con el imperialismo estadounidense es el principal responsable de la ocupación imperialista y las intervenciones militares en los países africanos y asiáticos, está tratando a las víctimas inocentes de su política exterior con vil brutalidad, convirtiendo el continente en un ‘fortín’ y adoptando medidas tan vergonzosas como el acuerdo UE-Turquía .
Así, los migrantes se enfrentan en sus países de origen a la manifestación más salvaje de las contradicciones inherentes al capitalismo, un sistema en una crisis constante y cada vez más profunda. Como resultado, se ven obligados a elegir entre una vida de miseria y guerra en casa, y un viaje que, en el peor de los casos, quizás nunca completen y, en el mejor de los casos, los lleva a una vida de explotación como trabajadores de segunda clase, blanco para siempre de los elementos más reaccionarios del país en el que intentan buscar ‘refugio’.
La migración no es solo un subproducto no deseado del sistema para los capitalistas, sino una herramienta muy útil y bienvenida. Las clases dominantes se aprovechan de trabajadores baratos tanto como necesiten. A medida que las condiciones políticas, socioeconómicas y ambientales desplazan cada vez más seres humanos, las políticas de cierre de fronteras y la misantropía del capitalismo amenazarán constantemente con crear cada vez más tragedias.
Los trabajadores y jóvenes en Grecia han demostrado una gran solidaridad desde el trágico naufragio. El 16 de junio, miles de personas se manifestaron en Atenas y Tesalónica, con lemas como “el gobierno y la Unión Europea matan” y “No al fortín europeo, solidaridad con los refugiados”.
A raíz de esta tragedia, es deber de cada militante de izquierda, del movimiento obrero y de la juventud defender a los migrantes y refugiados. Hay una necesidad urgente de iniciativas concretas y unidas de la izquierda y de las organizaciones de masas de trabajadores y jóvenes. Decimos:
¡No a los retrocesos, no a las vallas! ¡Por la disolución de Frontex! Abrir las fronteras europeas a los migrantes y refugiados. ¡Asilo para quienes lo soliciten y la concesión de documentos de viaje para viajar a los países europeos de su elección!
¡No a la histeria cínica y xenófoba de la clase dominante y del gobierno griegos! ¡Abajo la Nueva Democracia racista, la derecha misántropa y la extrema derecha! Fuera los apologistas y perpetradores en el gobierno de los crímenes de la UE.
¡Por la solidaridad internacionalista y proletaria con los migrantes! ¡No son invasores, son víctimas del imperialismo: de la guerra, de la violencia, ¡de la explotación y opresión capitalista! ¡Son hermanos de los trabajadores y de la juventud griega, y nuestros aliados en la causa de la lucha común contra la barbarie capitalista!
¡Iniciativas inmediatas de los partidos de izquierda, organizaciones juveniles y sindicatos de masas, en coordinación con el movimiento obrero europeo, para poner fin a las operaciones de guerra y retirar todos los ejércitos extranjeros de los países de África y Asia! ¡Por la apertura de las fronteras de todos los Estados europeos para recibir refugiados, ofrecerles atención, asilo y asistencia en la integración social!
El pasado 1 de febrero, Gran Bretaña vivió su mayor jornada de huelga en más de una década, movilizando hasta medio millón de personas. Hablamos con trabajadores en piquetes y manifestaciones por todo el país sobre su lucha contra los ataques de la patronal y el proyecto de ley antisindical de los tories.
El miércoles 1 de febrero, medio millón de trabajadores de toda Gran Bretaña se declararon en huelga. Esta gran jornada huelguística, la más grande en más de una década, vio a miles de personas luchando no solo por mejoras salariales y condiciones laborales, sino también contra el proyecto de ley antisindical de los conservadores .
Desde maestros y maquinistas hasta funcionarios y personal universitario, los trabajadores se pusieron en huelga y formaron piquetes, muchos de ellos por primera vez.
Durante el día, también se realizaron mítines y marchas en pueblos y ciudades de todos los rincones, reuniendo a trabajadores de todos los sindicatos.
Esta es la primera gran jornada de huelga desde que comenzaran las primeras protestas serias el año pasado. Pero no será, ni debería ser, la última.
Los dirigentes sindicales deben aprovechar este impulso para encabezar un movimiento de masas, no solo contra este proyecto de ley antisindical, sino también contra el gobierno tory y el propio sistema capitalista.
Activistas de Socialist Appeal asistieron a piquetes y manifestaciones para mostrar su solidaridad con estos trabajadores en huelga.
Desde Edimburgo a Falmouth, Manchester a Sheffield, Norwich a Cardiff, y muchas otras áreas, los camaradas estuvieron en piquetes y mítines discutiendo con los trabajadores el camino a seguir para el movimiento. A continuación, se presentan algunos informes de los distintos puntos del país en los que nuestra organización pudo intervenir.
Londres
Los compañeros de las zonas de Londres asistieron a piquetes cercanos y mítines locales por la mañana. Más tarde se dirigieron a Portland Place, donde una marcha organizada por NEU [Sindicato Nacional de Educación] atrajo a trabajadores de todos los sindicatos en huelga, listos para dirigirse a Westminster.
Los informes de la mañana indicaron una participación importante de piquetes y asistentes en los mítines previos a la manifestación, así como un gran apoyo público a las huelgas. Los huelguistas estaban muy animados y hubo muchos discursos que expresaban su oposición a los acuerdos salariales por debajo de la inflación y los ataques a los trabajadores por parte del gobierno. Nuestros compañeros tuvieron la oportunidad de conversar y conectar con numeros maestros en huelga en las diferentes áreas.
La manifestación de Londres fue verdaderamente masiva, huelguistas y simpatizantes llenaron Portland Place de un extremo al otro. El ambiente era electrizante, reuniendo y prorrumpiendo en cánticos a trabajadores organizados en NEU, PCS, RMT, ASLEF y UCU.
Tuvimos a docenas de compañeros hablando con la gente sobre la huelga y la necesidad de coordinación a todos los niveles, incluidos los comités de huelga intersindicales; la demanda de aumentos salariales por encima de la inflación y la inversión en servicios financiados mediante la expropiación de los multimillonarios.
Los trabajadores en huelga mostraron simpatía y acuerdo con dicho programa. Había un claro deseo de unión y de continuar las huelgas hasta el final.
En la marcha, nuestro bloque cantó enérgicamente, eligiendo lemas que enfatizaban la necesidad de unidad y militancia, con la participación de muchos manifestantes y transeúntes.
Al finalizar la marcha en Whitehall, las conversaciones siguieron con los distintos trabajadores allí presentes sobre la importancia de la jornada de huelga, la situación política general y el camino a seguir para la clase trabajadora.
Manchester
Se podía llegar a percibir la diferencia de ambiente a medida que te acercabas lentamente a la Plaza de San Pedro. La energía de la multitud fue palpable cuando miles de trabajadores se unieron al unísono para la marcha de TUC [Federación de sindicatos británicos], con un fuerte estado de ánimo de optimismo evidente en todos los asistentes.
Hubo grandes vítores a los cánticos de “apoya el derecho a la protesta, apoya tu sindicato, solidaridad”, entre aplausos, estruendos y silbidos. A los más veteranos de entre la multitud, la magnitud de la manifestación y huelga les recordaría las de los años 80.
A su paso por el Barrio Norte, los viandantes grababan la manifestación y sonreían, y las personas desde sus oficinas saludaban en señal de apoyo.
La ciudadanía en general apoya claramente la protesta, a pesar de que ciertos medios traten de desprestigiar a los huelguistas, llamando egoístas a los maestros, por ejemplo. La clase dominante siempre intentará dividirnos al máximo, pero la opinión real de la gente común es evidente.
Otros cánticos también pidieron la dimisión de los tories: “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!” y la convocación de elecciones generales.
A medida que inundábamos las calles con nuestras pancartas y carteles, se hizo hincapié en la necesidad de una acción aún mayor, con gritos de huelga general cada vez más fuertes a medida que regresábamos a la Plaza de San Pedro.
Birmingham
El miércoles por la mañana, Birmingham, la ciudad de los mil oficios, se levantó con la sensación de tener mil piquetes. En toda la ciudad, en más de 40 escuelas, una docena de estaciones de tren, las universidades e, incluso, en el aeropuerto internacional, había trabajadores en huelga estacionados frente a sus puertas. Para muchos, era la primera vez que entraban en la lucha industrial.
En uno de los piquetes, un activista de Socialist Appeal aprovechó el megáfono para expresar la idea de llevar este movimiento a una lucha mayor, no por los salarios solamente, ya que es un reflejo de un sistema en crisis, y pidió el fin de la especulación en educación y centros de trabajo.
Al mediodía, los activistas de Socialist Appeal se unieron a unos 500 trabajadores en huelga a la entrada de la biblioteca central que se dirigían a la manifestación. La Sociedad Marxista consiguió reunir a un gran número de estudiantes. Esto se logró con la ayuda de un evento la noche anterior sobre la crisis del capitalismo británico, donde un representante de NEU habló brevemente al comienzo y animó a los estudiantes a unirse a la lucha.
Durante todo el mitin, el llamamiento a la huelga general estuvo en boca de todos, los oradores apelaron apasionadamente a la huelga general de un día, y esto resonó entre la multitud en cánticos y pancartas.
El día culminó con una pequeña manifestación sobre cómo proteger el derecho de huelga. La plataforma incluyó a varios oradores sindicales, así como a un activista de Socialist Appeal.
Nuestro camarada defendió la necesidad de politizar estas luchas industriales: luchar no solo por mejores condiciones y mejores salarios, sino también buscar movilizarse en torno a las ideas socialistas. Numerosos asentimientos de aprobación recorrieron la multitud.
Los asistentes también entendieron claramente la necesidad de aprender las lecciones de la historia de nuestro movimiento; ya sea los Cinco de Pentonville o la huelga de los mineros, no podemos limitarnos a luchar sólo en el plano parlamentario.
Norwich
Nuestros compañeros en Norwich se unieron a los piquetes en UEA [Universidad de Anglia del Este]. Aquí las discusiones se centraron menos en la disputa nacional y más en la situación local, donde cientos de empleados están en riesgo de despido forzoso en los próximos meses.
La rabia y la indignación del personal universitario ante esta medida se hizo evidente en el tamaño de los piquetes. Estos fueron mucho más grandes que durante huelgas anteriores, además de contar con un mayor apoyo de los estudiantes.
Nuestros compañeros fueron bien recibidos cuando se unieron a ellos, así como nuestras propuestas de carteles con los lemas “Aplastar las leyes antisindicales” y “Sin recortes, ni un despido”.
Hablaron con el personal sobre la necesidad de una acción coordinada. Hubo un claro apoyo en los piquetes, el presidente de la rama de la UCU se expresó así: “Este no es solo cosa de un empleador, o de un sindicato, es un movimiento laboral”.
Después de esto, los compañeros se dirigieron a la ciudad para unirse a la manifestación de NEU, en un ambiente vibrante y optimista, reflejado en una asistencia de más de 2000 personas, lo que la convirtió, con mucho, en una de las manifestaciones más grandes en Norwich en la historia reciente.
Cambridge
En las semanas previas al 1 de febrero, la Sociedad Marxista de Cambridge invitó a miembros de Unite y UCU a hablar en nuestras reuniones de la Sociedad Marxista para informar e involucrar a los estudiantes sobre lo que está sucediendo en el movimiento laboral, lo que generó mucho interés y discusión.
Luego fuimos invitados por un grupo de sindicalistas y otros estudiantes para ayudar a movilizar el apoyo de los estudiantes para la marcha y manifestación. Organizamos una sesión de elaboración de carteles que tuvo mucho éxito.
El 1 de febrero, nuestros compañeros asistieron a los piquetes de la UCU, ASLEF y NEU. La participación y el ánimo fueron muy altos, lo que refleja la determinación de luchar por aumentos salariales en términos reales y contra los ataques del gobierno al derecho de huelga.
También hubo un ‘piquete itinerante’, al que se unieron algunos de nuestros camaradas, y más piquetes de RMT y NEU, cobrando más fuerza el ambiente. El estado de ánimo se volvió cada vez más eléctrico a medida que nos acercábamos a la marcha principal y los números crecían.
Luego participamos en lo que muchos describieron como “la manifestación más grande que habían visto en Cambridge”, con la participación de alrededor de 1500 personas que bloquearon con éxito King’s Parade.
Los trabajadores y estudiantes que asistieron a la marcha expresaron cuán inspirados estaban al ver a muchos sindicatos diferentes luchar juntos, pero también entendieron que se necesitarían más acciones como esta.
¡Algunos asistentes incluso dijeron que necesitamos una huelga general! Un miembro de Unite que asistió en solidaridad dijo que “los trabajadores han tolerado demasiado” y finalmente están contraatacando.
Muchas de las personas con las que hablamos estuvieron de acuerdo con nuestras ideas y consignas y estaban ansiosas por saber más sobre cómo involucrarse en la lucha por el socialismo.
Sheffield
En Sheffield, los compañeros organizamos una reunión conjunta entre las Sociedades Marxistas de la Universidad de Sheffield y la Universidad Sheffield Hallam la noche anterior al 1 de febrero.
Dibujamos cinco rutas diferentes para asegurarnos de visitar la mayor cantidad posible de piquetes en la ciudad antes del mitin de la tarde.
Desde muy temprano, nos dispersamos por la ciudad de Sheffield para visitar los piquetes de NEU, UCU, PCS y ASLEF. De a dos y de a tres hablamos con los trabajadores sobre su situación y expusimos nuestras ideas. Luego nos reunimos en el centro de la ciudad al mediodía, uniéndonos a más de 1000 trabajadores en la manifestación.
En general, hubo un ambiente estimulante. Aunque muchos de los trabajadores con los que hablamos estaban en huelga por primera vez, su actitud era militante y entusiasta. Estaba claro para los camaradas que, en general, los trabajadores están hartos de este sistema roto.
Muchos dijeron que el proyecto de ley contra las huelgas no les impedirá tomar más medidas, sino que los motivará a luchar más duro. Se acogió con beneplácito la perspectiva de una huelga coordinada del sector público, o incluso una huelga general.
La pregunta que flotaba en el aire era cuál debería ser el siguiente paso para la clase trabajadora.
York
Los activistas de Socialist Appeal se dirigieron a varios piquetes diferentes el 1 de febrero y fueron bienvenidos en todos ellos.
Lo que sorprendió a los camaradas en el piquete de NEU fue la solidaridad que se mostró hacia los maestros, como padres trayendo té y galletas al personal en huelga. Los estudiantes se acercaron para unirse a sus maestros y preguntarles cómo podían ayudar.
Al mediodía, los compañeros hicieron una gran actuación en el mitin del TUC en el centro de la ciudad. Alrededor de 500 sindicalistas de base se reunieron y escucharon discursos inspiradores de sus compañeros. Hubo una energía tangible y optimista en la multitud, que vitoreó y cantó durante todo el mitin.
Tuvimos muchas conversaciones interesantes con los trabajadores, muchos de los cuales dijeron que habían estado ansiosos por ir a la huelga durante mucho tiempo.
También hubo mucho interés, especialmente entre los trabajadores más jóvenes, en la variedad de literatura marxista que ofrecimos. El apetito por las ideas marxistas claramente ha crecido a medida que su lucha de clases continúa alcanzando nuevas alturas.
Después de la manifestación, nos embarcamos en una marcha por toda la ciudad de York, ¡ofreciendo a los turistas algo interesante que llevarse a sus casas! Los ánimos en York ahora son altos entre la clase trabajadora organizada, y esto es solo el comienzo.
Cardiff
Los camaradas de Cardiff intervinieron en los piquetes de la UCU en el campus de la Universidad de Cardiff y más tarde en la manifestación por el derecho a la huelga en el centro de la ciudad.
El estado de ánimo en los piquetes era optimista y desafiante, y exigía una acción continua si no se cumplían sus demandas. Alrededor de 150 piqueteros se unieron a la marcha desde la universidad hacia el centro de la ciudad para el mitin.
Un representante de la UCU de Cardiff Met (Universidad Metropolitana), que estaba visitando los piquetes de la Universidad de Cardiff, nos habló sobre la necesidad de una huelga más coordinada como un medio para imponer sus demandas.
Nuestros camaradas también plantearon la acción coordinada como medida eficaz para desafiar al gobierno Tory y su legislación antisindical. La necesidad de una lucha política vio el acuerdo de aquellos con los que hablamos.
En el mitin, nuestros camaradas se repartieron entre la multitud para hablarle a la mayor cantidad de gente posible. Conocimos a muchos trabajadores y estudiantes que estaban interesados en lo que teníamos que decir.
Como remate, esa noche tuvimos una reunión de la Sociedad Marxista de Cardiff, con dos oradores de la UCU para discutir sobre la ola de huelgas y nuestras perspectivas sobre los conflictos laborales.
Ipswich
Los camaradas en Ipswich intervinieron en una gran manifestación organizada por NEU y el Consejo de Comercio del Distrito de Ipswich. Comenzando en el piquete de la UCU a partir de las 12:00 horas, el número de asistentes aumentó a alrededor de 400 huelguistas y simpatizantes. Al hablar con varios miembros de NEU, quedó claro que los trabajadores habían venido de todo Suffolk para asistir a esta huelga.
Hubo varios discursos breves de los delegados de NEU y UCU, antes de que la masa de huelguistas y simpatizantes marchara hacia el centro de la ciudad de Ipswich para una manifestación.
La manifestación incluyó oradores de UCU, NEU, Unite y Unite Community.
Nuestro compañero pronunció un discurso en nombre de Socialist Appeal, durante el cual planteamos la importancia de conectar la huelga entre sectores, como se ha logrado hoy.
¡El llamamiento a luchar contra la legislación antihuelgas e impulsar una huelga general para derrocar a los conservadores fue recibido con aplausos por parte de la multitud!
La prohibición del hiyab por parte del gobierno del BJP (Bharatiya Janata Party, Partido Popular Indio) en el Estado de Karnataka, en el sur de la India, es una continuación de la vil política de la clase dominante de la India de dividir al pueblo en función de la religión.
Se trata de un legado del método de “divide y vencerás” del imperialismo británico, que extendió el odio religioso por toda la región, y que el régimen de Modi ha llevado a un nuevo límite. Durante los gobiernos del Partido del Congreso, también se utilizó la misma táctica para garantizar la continuación del dominio del capital en este país. El régimen de Modi sólo representa la cara brutal de la clase dominante, que ha quedado al descubierto en esta época en la que se enfrenta a una profunda crisis. El velo de la democracia, del Estado de derecho y de la libertad de expresión se está cayendo.
Por un lado, el régimen de Modi está atacando a la clase trabajadora con subidas de precios sin precedentes, desempleo, privatizaciones y medidas draconianas contra los derechos laborales. Por otro lado, está utilizando la política del fanatismo y del chovinismo para dividir a la clase trabajadora en función de la religión. La vigilancia moral en los centros educativos y el desencadenamiento de turbas frenéticas contra las minorías religiosas en todo el país se han convertido en una norma. Todo ello forma parte de la promoción de una agenda de división y odio religioso, destinada a desviar la atención de las cuestiones candentes de la crisis económica que afecta a la vida de la clase trabajadora.
Los partidos de la oposición del país, a nivel nacional o estatal, han aprovechado esta oportunidad para derramar lágrimas de cocodrilo sobre la difícil situación de las minorías religiosas, con la esperanza de atraer sus votos. Pero estos partidos también han utilizado, a su vez, el odio religioso para defender los intereses de las grandes empresas y la clase dirigente. Esta ha sido una característica habitual de la clase dirigente de este país: un ala de sus representantes políticos aviva las llamas del odio religioso, mientras que la otra derrama lágrimas de cocodrilo y predica la armonía y la paz comunales. Estos métodos siempre se han utilizado para debilitar la lucha de clases en el país y para hacer aparecer la agenda del odio comunal.
La misma táctica se utilizó contra el reciente movimiento de los campesinos, que los dirigentes campesinos contrarrestaron con éxito, lo que les llevó a la victoria. El gobierno del BJP teme el estallido de un nuevo movimiento de masas contra sus políticas de masacre económica, por lo que está utilizando sus métodos habituales: atacar la libertad religiosa de las minorías para desviar el próximo movimiento hacia la reacción y el fanatismo.
Las protestas de los estudiantes de todo el país en solidaridad con Muskan –una , estudiante de 19 años que se enfrentó sin miedo a una banda reaccionaria que coreaba consignas de “Jai Shri Ram” en la universidad de Udipi, en Karnataka– muestran que la política de imponer el odio religioso a las masas ya no funcionará.
Muskan Khan, an Indian Muslim woman who wears the hijab, is being praised for standing up to a far-right Hindu mob outside her college. A ban on headscarves in universities in Karnataka state has angered Muslim students across India, prevented Muslim women from attending classes pic.twitter.com/NbG4M4UNAT
Los estudiantes ya están sufriendo como consecuencia de la subida de las matrículas, el desempleo y la crisis económica general. Un futuro sombrío les mira a la cara. En los corazones de millones de jóvenes de todo el país ya se está gestando una revuelta contra este sistema basado en la explotación y la injusticia. En este contexto, el intrépido desafío de Muskan les dio esperanza y un punto de referencia contra la reaccionaria clase dominante. En el próximo período, habrá muchos más actos similares de desafío contra esta intolerancia y reacción, que encontrarán un poderoso eco de solidaridad de la clase trabajadora.
La única manera de salir de esta miseria y fanatismo es mediante la solidaridad de clase contra la clase dominante de este país, en la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Este sistema capitalista en crisis no puede garantizar los derechos democráticos de las mujeres, las minorías y las castas más bajas, ni es posible la armonía comunal bajo este sistema. Este sistema se basa en la explotación de la clase obrera. Utiliza todas las tácticas para dividirla en varias líneas, con el fin de evitar que se una sobre una base de clase. Pero esto es precisamente lo que deben hacer los estudiantes y los trabajadores: deben unirse sobre una base de clase para luchar contra esta brutalidad y acabar con esta pesadilla de una vez por todas.
¡Por la unidad de obrero – estudiantil contra el régimen de Modi!
Exigimos:
¡La dimisión del gobierno derechista de Basavarj Bommai!
¡Detener la comunalización y azafranización1 de los institutos educativos!
¡Combatir la discriminación y la opresión contra las minorías!
¡Por el derecho a formar sindicatos de estudiantes en las instituciones educativas!
¡Detener la privatización de la educación!
¡Trabajadores del mundo, uníos!
1La «azafranización» es un concepto político, generalmente de ideología conservadora, que identifica a la India con la cultura hinduista, excluyendo a otras minorías e imponiéndoles una cultura hindú, especialmente a la minoría musulmana.
Esta declaración fue aprobada por el congreso mundial de la Corriente Marxista Internacional, celebrado entre el 29 de julio y el 3 de agosto, en Grecia
La causa fundamental de la crisis en Ucrania se encuentra en los efectos desastrosos de la restauración del capitalismo. La destrucción de la economía planificada fue un revés tremendo, no sólo desde el punto de vista de la economía, sino también desde un punto de vista social.
De las cenizas de la economía planificada surgió un régimen capitalista brutal, basado en el robo a gran escala de la propiedad estatal por diferentes bandas de ladrones y mafiosos, los oligarcas, que llegaron a controlar la economía y, en consecuencia, el sistema político.
El capitalismo de estilo mafioso se tradujo en inestabilidad endémica, lo que permitió al imperialismo occidental aprovechar la crisis de Rusia para ejercer su influencia sobre Ucrania, perturbando el equilibrio de poder en la región durante todo un período, creando así las condiciones para la crisis actual.
Algunos de los oligarcas pensaban que sus intereses estaban mejor servidos en una alianza con Occidente, otros estaban alineados con Rusia, pero su motivación primordial era la maximización de la ganancia a cualquier costo, a través de medios legales y, en su mayoría, ilegales. Sobre esta base, era imposible establecer siquiera la apariencia de una democracia burguesa en funcionamiento. Un régimen burgués corrupto y autoritario siguió a otro.
A finales de 2013 el entonces presidente Yanukovich había decidido suspender, a última hora, la firma de un acuerdo de asociación con la UE, y decidió en su lugar firmar un acuerdo con Rusia. Hasta ese momento había gobernado en el interés de los oligarcas y había seguido un programa del FMI inspirado en mayores privatizaciones, recortes y austeridad, enajenándose el apoyo popular a su gobierno, incluso en el sur-este de Ucrania, donde estaba la mayor parte de su base electoral.
La única razón por la que rompió con Occidente era porque pensaba que podía conseguir una oferta mejor de Rusia. Después de la caída del estalinismo, el capitalismo alemán siguió una política de expansión hacia el este y se mostró dispuesto a gastar grandes sumas de dinero para asegurar su dominación en la región. Pero en 2013, en medio de la más grave crisis del capitalismo en Europa, ya no tenía tantas ganas de gastar la cantidad de dinero que habría sido necesaria para absorber a Ucrania en la UE (que se enfrenta a una profunda recesión económica).Yanukovich intentó jugar a Occidente contra Rusia, y viceversa, con el fin de obtener la mejor oferta.
Su decisión de no firmar el tratado con la Unión Europea fue la chispa para el movimiento que se conoció como Euromaidan. El movimiento tuvo un cierto grado de apoyo popular entre aquellos sectores de la población (sobre todo en el Occidente y Centro del país), que miraban hacia Occidente, con la ilusión de que de alguna manera mediante la vinculación con la UE su nivel de vida se incrementaría o le harían experimentar una repetición del «milagro» de Polonia. Esta fue una ilusión reaccionaria, pero fue capaz de movilizar a un sector de la sociedad en las protestas contra Yanukovich.
A pesar de que reflejó un descontento real y tenía un carácter de masas, sobre todo al principio, el movimiento Euromaidan, con el pretexto de la lucha contra la corrupción y la represión, fue, en última instancia, un movimiento reaccionario, desde el punto de vista de su composición de clase, objetivos políticos y de las fuerzas políticas dominantes y de su dirección.
Estuvo compuesto principalmente por la intelectualidad pequeño burguesa liberal, el lumpen, capas medias arruinadas, y fue más fuerte en las regiones rurales en el oeste del país. Su objetivo declarado era la firma de un tratado de asociación con la UE, que necesariamente tenía que venir con condiciones bajo la forma de un «programa de austeridad», lo que significa que se haría pagar a la clase obrera la crisis del capitalismo. Finalmente, los partidos de la oposición liberal burguesa fueron los dominantes en la movilización y las fuerzas de extrema derecha y neonazis proporcionaron las tropas de choque.
EE.UU. jugó un papel importante en el resultado del Euromaidan, de la misma manera que jugó un papel decisivo en la «revolución naranja» de 2004. John McCain habló en mítines en Kiev y la subsecretaria de Estado de EE.UU. admitió haber gastado 5 mil millones de dólares desde que Ucrania fue independiente, para conseguir que sus políticas se aplicaran en Ucrania.
Cuando Yanukovich se dio cuenta que ya no podía mantenerse en el poder mediante la represión y fue incapaz de movilizar a todas las fuerzas significativas para contrarrestar el movimiento Euromaidan, decidió llegar a un trato que implicaba abandonar la escena. Esto fue demasiado poco y demasiado tarde. Las fuerzas que se habían desatado ya no estaban interesadas en un acuerdo, sino que querían una ruptura clara. En este punto se utilizaron francotiradores para matar a manifestantes y policías. No está claro quién ordenó los disparos, pero el resultado fue que Yanukovich huyó del país y un nuevo gobierno «actuante» se instaló en Kiev. Para aquellos que les gusta hablar sobre la legitimidad de este nuevo gobierno, fue votado por la Rada (Parlamento), rodeada y «custodiada» por matones neonazis y paramilitares fascistas armados.
No podíamos de ninguna manera apoyar al gobierno de Yanukovich depuesto, pero el nuevo gobierno instalado era, si cabe, aún más reaccionario. Este era un gobierno de los partidos burgueses pro-occidentales, que incluyó a ministros del partido de extrema derecha Svoboda (que también obtuvo la posición del Fiscal del Estado) e invitó a los miembros de los neo-nazis de Sector Derecho a ser parte de él (a pesar de que se negaron ).
El gobierno interino del presidente Turchynov y del primer ministro Yatseniuk se alineó completamente con los intereses de Washington y se comprometió a integrar al país en la OTAN y la UE. Yatseniuk lo describió como un gobierno kamikaze, comprometido con la rápida puesta en práctica de una serie de medidas de choque exigidas por el FMI para luego dar paso a un nuevo gobierno elegido con una apariencia de legitimidad. Entre esas medidas estuvo la supresión de las subvenciones al precio del gas para la calefacción, despidos masivos de empleados públicos, la congelación de los salarios y las pensiones, etc.
Este giro completo en la alineación de Ucrania fue una clara provocación a la camarilla gobernante de Rusia, que no iba a permitir que otro país ex Unión Soviética se uniera para asociarse a la OTAN, en particular, uno que tenía una base naval estratégica clave de la Flota de la Federación Rusa en Sebastopol, y con una gran minoría de habla rusa.
Desde la guerra de 2008 en Georgia, Rusia ha estado tratando de afirmarse en la escena mundial. Aunque está lejos de ser tan poderosa como el imperialismo EE.UU., Rusia es un Estado capitalista gobernado por una oligarquía parasitaria y rapaz, que busca el control sobre recursos naturales y zonas de influencia. Su política exterior está determinada totalmente por los intereses y objetivos cínicos de la oligarquía y no contiene un átomo de contenido progresista. A pesar de que en realidad no tiene la fuerza económica y militar para desafiar a los EE.UU. en el ámbito mundial, busca tener su propia política exterior independiente y quiere negociar con los EE.UU. a partir de una posición de fuerza.
La guerra contra Georgia en Osetia del Sur representó un punto de inflexión, donde Rusia finalmente logró convertir a su favor los errores de los imperialistas estadounidenses en estirar demasiado sus fuerzas, en un lugar donde las fuerzas de Rusia eran superiores sobre el terreno a nivel regional. El ejército ruso y la clase dominante observaron – con un sentido de humillación nacional – cómo uno tras otro de los países de Europa del Este e incluso algunos que habían sido parte de la Unión Soviética, fueron transferidos a la esfera de influencia de Occidente tras el colapso de la URSS. La desintegración de Yugoslavia y el bombardeo de Serbia también contribuyeron a la sensación de los militares rusos de sentirse rodeados y sitiados.
El debilitamiento relativo del imperialismo de EE.UU., especialmente durante la última década, ya que sus recursos fueron drenados por las aventuras afgana e iraquí, fue expuesto plenamente por la impotencia de EE.UU. en la guerra de Georgia de 2008. En Siria también, aunque Moscú estaba dispuesta a deshacerse de Assad cuando parecía que iba a ser derrocado. Rusia finalmente tomó una posición que la trajo en conflicto con los EE.UU. y desempeñó un papel clave en el fracaso de Obama sobre las amenazas de Estados Unidos de bombardear Siria por presunta utilización de armas químicas en agosto de 2013. Todo esto ha sido confirmado por los recientes acontecimientos en Irak, que exponen una vez más la impotencia de la administración de EE.UU..
Esto fue expuesto aún más por el desarrollo de la crisis en Ucrania y la anexión de Crimea, que mostró la debilidad del imperialismo de EE.UU. en Ucrania. El gobierno de EE.UU. sopló y resopló y habló de «líneas rojas» que no debían ser cruzadas, el principio inviolable de las fronteras nacionales en Europa y otras tonterías hipócritas, pero al final tuvo que aceptar el hecho consumado de la anexión de Crimea por la Federación Rusa.
Vale la pena destacar el discurso de Putin en el que denunciaba la hipocresía del imperialismo de EE.UU. y lo denunció por promover la independencia de Kosovo y el respaldo del bombardeo de Serbia (tradicional aliado de Rusia) hace 15 años. El conflicto actual ha empujado a Rusia hacia una alianza más estrecha con China y tensa aún más las relaciones con los EE.UU..
Desde el punto de vista de la camarilla del Kremlin, la anexión de Crimea no tenía nada que ver con la voluntad del pueblo de Crimea, sino más bien con la defensa de sus propios intereses estratégicos. En cualquier caso, independientemente de las condiciones en que el referéndum se llevó a cabo, la anexión reflejaba la voluntad de la mayoría de la población de Crimea que rechazaba a las nuevas autoridades en Kiev y miraba hacia Rusia con esperanza.
Desde el principio, el nuevo gobierno de Kiev Maidan aplicó una serie de medidas que sólo podían interpretarse como una provocación hacia los ucranianos de habla rusa en el sur y el este del país. La Rada votó revocar una ley introducida por Yanukovich que permitía a las lenguas minoritarias tener carácter oficial en el ámbito regional (aunque, debido al nivel de indignación esto nunca fue convertido en ley por Turchynov). Kiev nombró a oligarcas odiados, como los gobernadores regionales en Donetsk, Jarkov, Dnepropetrovsk, etc. Los trabajadores de las regiones industriales del sur y del este entendieron que cualquier acuerdo con el FMI y la UE, y la ruptura de las relaciones con Rusia serían en su perjuicio.
Así, comenzó un movimiento anti-Maidan por los derechos nacionales, democráticos y sociales en el Este y el Sur. No hay duda de que los elementos del Partido de las Regiones, y agentes rusos, probablemente, tuvieron un papel en fomentarlo para sus propios fines. Sin embargo, el movimiento tenía profundas raíces sociales y reflejó la amplia oposición de la clase obrera contra el «gobierno en funciones» de Kiev que era visto con razón, como un gobierno de los oligarcas que pisoteaban sus derechos nacionales, democráticos y sociales.
Durante semanas, se produjeron manifestaciones antigubernamentales en Jarkov, Odessa, Lugansk, Donetsk, etc. Este movimiento involucró a diferentes elementos. Había un elemento de nacionalismo ruso, y se agitaban banderas rusas en las protestas. Incluso esto no debe interpretarse sólo desde un punto de vista nacional. Una encuesta de opinión mostró que lo que atrajo a la gente en estas regiones a Rusia fue el hecho de que los trabajadores industriales tenían salarios más altos.
Hubo también un elemento de nostalgia soviética, el mirar hacia atrás a una época donde había pleno empleo, educación y atención sanitaria para todos, y cuando la situación no era la de millones que se veían obligados a emigrar en busca de un medio de vida, con una epidemia de adicción a las drogas, abuso del alcohol, y desesperación.
El antifascismo jugó un papel importante también. Millones de ucranianos formaron parte del Ejército Rojo en la lucha contra la Alemania nazi, y gran parte de la población ucraniana actual fue repelida con razón por los derechistas nacionalistas ucranianos reaccionarios que reivindican la herencia de los colaboradores nazis en la Segunda Guerra Mundial y de combatientes anticomunistas como Stephan Bandera, la división SS Galitzia, etc.
También en este caso, la cuestión nacional juega un papel importante. Las purgas estalinistas, la colectivización forzosa, la deportación masiva, etc. acabaron asociando una hebra del nacionalismo ucraniano con ideas rabiosas anti-comunistas y reaccionarias, sobre todo en el oeste del país.
Por último, también hubo elementos monárquicos pro-rusos y pro-rusos reaccionarios en el movimiento anti-Maidan. En aquellos lugares donde las organizaciones de izquierda eran más fuertes, los elementos reaccionarios se debilitaron y las ideas y los símbolos de izquierda eran más dominantes (como en Odessa y Jarkov).
Por encima de todo, sin embargo, el movimiento tenía profundas raíces sociales y económicas en la clase obrera en el Sur y el Este y no puede ser explicado como el trabajo de agentes rusos, agitadores y mercenarios pagados.
Después de un tiempo, ya que el movimiento no tenía una perspectiva clara, un sector buscó lo que parecía un atajo: la ocupación armada de los edificios públicos, la proclamación de repúblicas y el llamamiento a la intervención rusa. Hasta cierto punto, esto fue una copia de los métodos del movimiento Euromaidan, que parecían haber funcionado. Por otra parte, ¿no era esto lo que había sucedido en Crimea?
Sin embargo, desde el punto de vista de Putin, Crimea era una posición estratégica, mientras Donetsk y Luhansk no lo eran. La ocupación y la anexión de estas regiones se habría encontrado con la resistencia del ejército ucraniano, y habría puesto a Rusia en una posición difícil a nivel internacional, y dañado sus relaciones comerciales con la UE. Y todo ¿para qué? La anexión rusa de estas regiones industriales habría obligado al Kremlin a pagar la factura de la «reestructuración» de sus industrias, que es necesaria desde un punto de vista capitalista, así como la incorporación de una población inquieta que podría ser difícil de manejar.
El objetivo de la oligarquía rusa en Ucrania no fue nunca ocupar estas dos regiones, sino utilizar su poder (principalmente a través del suministro de gas) para obligar a cualquier gobierno en Kiev a llegar a un modus vivendi con Rusia y la Unión Europea (en oposición a la alineación unilateral con la OTAN). Si hubiera habido, sin embargo, una masacre de la población civil en el Donbass, Putin podría haber sido obligado a intervenir, a pesar de las consecuencias. Combinó el chantaje del suministro de gas con una exhibición de poderío militar ruso en la frontera con Ucrania para conseguir lo que quería.
En esto, los intereses del Kremlin coinciden con los intereses del capitalismo alemán. Las empresas alemanas tienen inversiones e intereses en Rusia importantes y, sobre todo Alemania depende del suministro de gas ruso que pasa por Ucrania. Cualquier idea de sanciones contra Rusia sería perjudicial para el capitalismo alemán. En esto los intereses de Washington y Berlín difieren. La Casa Blanca sabe que el comercio de EE.UU. con Rusia es insignificante y durante todo el conflicto ha estado presionando para reafirmar sus intereses en Europa del Este y provocar al Kremlin.
La elección de Poroshenko, un oligarca astuto que ha apoyado a todos los gobiernos y, al mismo tiempo, a todos los movimientos de oposición en Ucrania desde la restauración del capitalismo, reflejó con precisión los intereses de Moscú y Berlín para una solución negociada de mutuo acuerdo.
La declaración de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, probablemente se precipitó por la ilusión de que Rusia las reconocería rápidamente. La declaración original de soberanía de la República Popular de Donetsk contenía una serie de elementos muy progresistas. Hablaba de la primacía de la propiedad colectiva sobre la propiedad privada, atacaba la explotación del hombre por el hombre, y defendía una república multiétnica plurinacional. Pero el carácter de clase del movimiento permaneció borroso en general. Se utilizaban emblemas de la Unión Soviética, imágenes de Lenin (¡y de Stalin!), había referencias a la República Soviética del Sur-Este de 1918, al antifascismo, etc. pero al mismo tiempo también se utilizaban símbolos nacionalistas y religiosos. Fue un movimiento que contenía la semilla de elementos progresistas anti-oligárquicos y de izquierda, así como el reflejo de ideas necesariamente confusas que prevalecieron en la ausencia de una dirección clara y después de 25 años de contraofensiva ideológica que siguió a la restauración del capitalismo.
Kiev respondió a la toma armada de edificios administrativos y a la deserción en masa de sectores de la policía y de los servicios de seguridad a la población rebelde, con el lanzamiento de una «operación antiterrorista» (ATO). Sin embargo, tres oleadas sucesivas de la ATO fueron detenidas, en la medida que las tropas ucranianas se negaban a disparar contra civiles desarmados que los rodeaban en Kramatorsk, Sloviansk, etc. e incluso confraternizaron con ellos. Esto es una demostración de que el movimiento en el Donbas no era sólo una cuestión de «agentes rusos y mercenarios separatistas», sino que contó con el apoyo activo o pasivo de una mayoría de la población en estas regiones (como también se mostró en los referéndums).
No sólo hubo confraternización con las tropas, sino también motines y protestas de los familiares de conscriptos y de soldados de reserva que en algunos casos impidieron físicamente que las tropas fueran enviadas al frente. Debemos recordar que estos soldados que estaban siendo enviados a morir por el «gobierno actuante» de Kiev en la mayoría de los casos no estaban adecuadamente equipados (el 40% no tenía chaleco antibalas), alimentados ni pagados.
Kiev respondió mediante el restablecimiento de la Guardia Nacional y varios batallones del Ministerio del Interior compuestos de «voluntarios patrióticos» de las organizaciones fascistas y neonazis (Patriotas de Ucrania, Hermandad, Svoboda, Autodefensas de Maidan, etc.), muchos de los ellos parte del nazi Sector de Derecho. La incorporación de estos matones paramilitares en la ATO servía a dos propósitos: proporcionó al gobierno tropas de fanáticos dispuestos a llevar a cabo acciones legales e ilegales contra los «terroristas rusos», y también los alejaba de Kiev para oponerse al gobierno (no olvidemos que la policía había matado a uno de los líderes del Sector Derecho, que a su vez amenazó con derrocar al gobierno por la fuerza).
Al librar una guerra contra su propio pueblo en líneas nacionales también el gobierno se desplazó más a la derecha, de manera que cualquiera que estuviera en contra, ahora se convertía en un agente de una potencia extranjera y en un separatista. Además de los ataques fascistas contra las organizaciones de izquierda y el cierre de las oficinas del Partido Comunista en Kiev y otras ciudades, vimos movimientos para prohibir el partido, allanamientos de las oficinas de Borotba en varias ciudades, que finalmente la obligaron a pasar a la clandestinidad, una ola de arrestos, una mordaza sobre los medios sociales y un asalto general contra los derechos democráticos.
Sería inexacto describir a las autoridades de Kiev como una «junta fascista». Es un gobierno de los oligarcas que aplica recortes de austeridad brutales. Estas son las mismas personas que estaban en el poder antes de que surgiera el movimiento Euromaidan. Sin embargo, la clase dominante ha girado bruscamente a la derecha. No es sólo con la utilización de elementos de extrema derecha como tropas de choque. Consignas que estaban limitadas previamente a los Banderistas de extrema derecha se utilizan ahora en la prensa y los medios de comunicación, incluso por políticos como Poroshenko. Las marchas del 1º de Mayo, conferencias sindicales y otros eventos están siendo atacados por elementos de extrema derecha, incluidos los que forman parte del aparato del Estado. Los principales oligarcas como Tymoshenko agradecieron públicamente a los autores de la masacre de Odessa. Al mismo tiempo, los medios de comunicación pasan por alto el hecho de que el Sector Derecho admitió la quema del edificio.
La operación de la ATO, incapaz de conseguir ganar ninguna batalla importante (quizás con la excepción de Mariupol) en el combate cuerpo a cuerpo, se ha basado cada vez más en el fuego de artillería, bombardeos aéreos y otros métodos indiscriminados de guerra. Esto sólo ha servido para endurecer la oposición al gobierno y fortalecer la resistencia armada. A esto hay que añadir el impacto de la masacre de Odessa por matones fascistas el 2 de mayo, el mismo día en que fue lanzada la ATO.
Al mismo tiempo, como el movimiento en el Donbas ha terminado dominado por el elemento militar, las fuerzas reaccionarias se han vuelto más dominantes aquí. Cualquier conflicto militar actúa como un imán para los aventureros, los elementos criminales, y similares. Un ejemplo de esto es el jefe de la resistencia armada en Sloviansk, Strelkov, un monárquico ruso que luchó como voluntario mercenario en Chechenia y Serbia.
La Constitución de la República de Donetsk (RPD), que ha sido publicada, sin debate, representa un paso reaccionario en comparación con la declaración de la soberanía. Habla de que la «fe ortodoxa» sea el principio rector de la República, equipara la propiedad pública y privada, etc.
Este es sólo un lado de la ecuación. Como ha quedado cada vez más claro que Rusia no iba a apoyar a estas repúblicas, que los trabajadores estaban implicándose cada vez más y volviéndose más combativos, y por el miedo a las amenazas de nacionalizaciones provenientes de los dirigentes de la RPD, los oligarcas del Donbass, que al comienzo de manera tácita o tácticamente apoyaron las protestas, ahora se han alineado abiertamente del lado de Kiev. El hombre más rico del país, Rinat Ajmetov, cuyas empresas emplean a casi 300.000 personas en la región, fue tan lejos como para tratar de organizar a los trabajadores que emplea en contra de la RPD, pero fracasó miserablemente.
Esto sólo ha servido para alimentar el sentimiento anti-oligarca. Primero, la RPD anunció que como Ajmetov se negó a pagar impuestos a la misma, sus propiedades serían expropiadas. Entonces, un portavoz dijo que las expropiaciones no afectarían a Ajmetov ya que él era un hombre con quien se podía negociar. Más tarde, una declaración de la República de Lugansk habló de expropiar las propiedades privatizadas ilegalmente que terminaron en manos de los oligarcas. Esto refleja claramente una división sobre esta cuestión entre los diferentes líderes de la RPD. El alcalde del pueblo de Sloviansk también anunció la nacionalización de todos los negocios de la ciudad.
Lo que es significativo es el movimiento de los mineros de Donetsk, ahora uniendo a las empresas del sector público y privado, en contra de la ATO y exigiendo la retirada de las tropas ucranianas. Los trabajadores también son críticos con las vacilaciones y la postura tímida de las autoridades de la RPD sobre temas sociales y económicos. En su última manifestación no había una sola bandera rusa a la vista, lo cual es significativo. También hay conversaciones y reuniones que están teniendo lugar para restablecer un Partido Comunista en Donetsk, que implica no sólo al Partido Comunista Ucraniano (PCU), sino también a otros elementos externos, incluyendo Borotba.
Desde el punto de vista del conflicto entre Kiev y las repúblicas, una declaración de Strelkov hizo una evaluación militar de la situación, que era bastante exacta: «El ejército ucraniano nos ha rodeado y ha sellado la frontera», dijo, «Ante el poder de fuego y las fuerzas superiores sólo podemos resistir, pero no contraatacar. Es una cuestión de semanas o tal vez de meses, pero sin la ayuda de Rusia no podemos sobrevivir «, explicó. A continuación, pasó a decir que la ayuda rusa no era inminente, que lo consideraba una traición y pronosticó que el movimiento sólo sería capaz de levantarse de nuevo «después de un Maidan en Moscú».
Desde su estrecho punto de vista nacionalista ruso y puramente militar tiene razón, por supuesto. Sin embargo, una guerra civil no es principalmente una cuestión militar, sino más bien política. Si la RPD se moviera decisivamente para expropiar a los oligarcas y sobre esa base hiciera un llamamiento al resto de los trabajadores de Ucrania, incluso en el centro y las regiones occidentales, tendría un eco poderoso.
Mientras tanto, Poroshenko, Putin y Merkel han asfixiado con eficacia el Donbas y han puesto a los rebeldes en una situación imposible. Todavía no está descartado que la situación pudiera rebobinarse, pero estos tres jugadores poderosos tienen un claro objetivo: llegar a un acuerdo negociado que deja a los rebeldes fuera. Kiev tiene que recuperar el control militar de todo el territorio (con exclusión de Crimea en el que ya se ha dado por vencido), Rusia quiere concesiones que le garanticen una voz en la política ucraniana, así como el mantenimiento de sus negocios con la UE y, finalmente, Alemania quiere asegurar la defensa de sus intereses comerciales en Rusia y el suministro de gas.
Este es el significado del «plan de paz» de Poroshenko y del «alto el fuego», lo que incluye el respeto a los derechos lingüísticos de la población de habla rusa, la elección directa de gobernadores y la federalización. En cuanto a los rebeldes, se les ofreció una amnistía limitada y un paso seguro a Rusia, si así lo desean, pero tienen que renunciar a cualquier idea de tener sus propias repúblicas. Desde el punto de vista del Donbas esto es una traición, que además Rusia parece estar respaldando. Sin embargo, tienen muy pocas opciones restantes.
Por supuesto, hay elementos que están fuera del control de los grandes jugadores. Los fascistas en los Batallones y la Guardia Nacional rechazan cualquier idea de un compromiso o incluso conversaciones con los «terroristas». Las Repúblicas del Donbas se sienten traicionadas por Moscú y no quieren recular.
El papel de Estados Unidos en el conflicto de Ucrania sólo se puede entender en el contexto de la posición global del imperialismo estadounidense. Los Estados Unidos no tienen un interés económico directo en Ucrania. Sin embargo, desde el comienzo del Euromaidan, el Departamento de Estado, la CIA y el gobierno estadounidense lanzaron todo su peso detrás con el fin de exacerbar el conflicto, dándole a los partidarios de la línea dura de Kiev la garantía del apoyo de un poderoso aliado.
Durante más de veinte años, Estados Unidos ha provocado y humillado a Rusia, integrando en la OTAN a los países de la Europa del Este y Central que habían sido parte del Pacto de Varsovia e incluso de la Unión Soviética. La última ronda de expansión de la OTAN (2004) y la idea de Rumsfeld sobre la «nueva Europa», como un aliado de EEUU, contrapuesta a la «Vieja Europa» (Francia y Alemania, que en su momento se negaron a participar en la aventura militar de Irak) tenía dos objetivos: en primer lugar, intimidar a Rusia, y por otro mantener a las potencias europeas en una posición de subordinación a los Estados Unidos.
A esto habría que añadir que, aunque Rusia aún mantenía un enorme arsenal nuclear, la oportunidad de desplegar sistemas anti-misiles en la frontera con Rusia, le permitía a los estadounidenses estar en condiciones de neutralizar al menos una gran parte de dicho arsenal, retomando la posibilidad de «golpear primero», que habían perdido en la década de los 50 del siglo pasado. Dejando a un lado la cuestión de si esto se podía realmente poner en práctica, no hay duda de que esta amenaza ayuda a explicar la reacción de Putin tanto en Georgia como en Ucrania.
Pero la injerencia estadounidense en Ucrania tiene otro objetivo, aunque menos aparente; es decir, Alemania y la UE. La ruptura de los lazos entre la UE y Rusia debilitaría gravemente las bases del capitalismo alemán, que en estas dos regiones ha incrementado en gran medida su influencia con la exportación de bienes y fábricas. También está la cuestión del suministro de energía, que es crucial para Alemania e Italia (un poco menos para Francia).
En los últimos meses, Merkel ha tratado de oponer una resistencia pasiva a la presión de Washington, tratando de ganar tiempo, para limitar el alcance de las sanciones económicas contra Rusia y para encontrar una solución de compromiso que le permita salvaguardar los intereses de Alemania y su relación con Rusia. Sin embargo, al final, Merkel ha terminado cediendo en todo momento a la presión de su poderoso «aliado», Estados Unidos, aceptando la escalada, aunque a regañadientes. El hecho es que en un gran conflicto entre Rusia y los Estados Unidos, no hay espacio para una política alemana independiente, debido a: 1) su debilidad militar; 2) las divisiones dentro de la UE.
En Siria, el imperialismo estadounidense ha tenido que enfrentarse a la oposición abierta de Rusia y China, como no la había experimentado desde hacía mucho tiempo. Aquí, Obama tuvo que retirarse de forma humillante (Cameron también). Otra derrota diplomática grave en Ucrania podría asestar un duro golpe a los intereses y al prestigio de Washington. Pero el prestigio – es decir, la credibilidad de una amenaza – no es un factor secundario en la política exterior.
Un acuerdo sólido sobre Ucrania supone que debe ser apoyado por Rusia y los Estados Unidos. Pero hoy un acuerdo de este tipo sólo podría darse con una capitulación de facto de Putin, que no parece dispuesto a seguir el camino de Yeltsin en los años 90.
Todo esto explica los desequilibrios sin precedentes de la política exterior de Estados Unidos, y también explica por qué, a pesar de los intereses convergentes que permitirían alcanzar un compromiso (que en cualquier caso sería a costa del pueblo de Ucrania), tal acuerdo no parece posible, sino que al contrario, la crisis se está hundiendo en un círculo vicioso. El derribo del avión de Malasian Airlines y los acontecimientos que le siguieron han acelerado dramáticamente la crisis.
El gobierno de Kiev no es fuerte. No sólo se enfrenta a un creciente movimiento dentro de las fuerzas armadas y de los familiares de los soldados contra la ATO, sino que en el mediano plazo las medidas que necesita tomar desde un punto de vista capitalista (privatizaciones, despidos masivos, congelación de salarios y de las pensiones, la disminución de los subsidios al gas de calefacción, la devaluación, etc.) tendrán un impacto en la población en todo el país. Estas cuestiones sociales y económicas en algún momento van a cortar la niebla de histeria nacionalista también en el Oeste y Centro del país. El carácter generalizado de los movimientos de los familiares de los soldados es sólo una indicación del estado de ánimo por debajo de la superficie.
El hecho de que en las elecciones presidenciales fraudulentas una mayoría de la población votara por el candidato que estaba fuera de la coalición gubernamental y parecía ser el menos nacionalista y que dijera que quería llevar la ATO a un final rápido también es significativo. En esa elección, el abiertamente neo-nazi Sector Derecho y la extrema derecha de Svoboda apenas llegaron al 2% de los votos entre ellos dos (aunque Partido Radical de Lyashko que ahora está trabajando en estrecha colaboración con el Sector Derecho SNUA y pasó la campaña presidencial vestido con uniforme militar negro en los frentes de la ATO, consiguió más del 8%).
Las tareas de los marxistas en esta complicada situación son claras. En primer lugar estamos en contra del gobierno de Kiev, un gobierno reaccionario, incluyendo los elementos de extrema derecha, que se basa en matones fascistas en el aparato y a sueldo del Estado que atacan los derechos democráticos. Y nos solidarizamos con aquellos que en el movimiento obrero y las fuerzas de izquierda luchan contra ellos y están sufriendo todo tipo de represión, pogromos, asesinatos, ataques de la ATO y otras muestras de salvajismo. Esto no significa que estemos obligados a dar ningún apoyo a los reaccionarios y nacionalistas rusos y elementos confusos que resultaron encontrarse en la dirección de las repúblicas del Donbas. Por el contrario, es nuestro deber señalar que sólo una política internacionalista de clase, basada firmemente en la expropiación de la oligarquía podría garantizar su victoria contra Kiev.
En segundo lugar, hemos advertido contra la ilusión de que Putin es sinónimo de reivindicaciones democráticas, nacionales o sociales de los trabajadores de la región del sudeste de Ucrania. En esto ya hemos sido reivindicados en la práctica.
En tercer lugar, nos oponemos a nuestros propios gobiernos occidentales que están completamente detrás del gobierno reaccionario en Ucrania librando una guerra contra su propio pueblo.
Nuestros camaradas en Rusia tienen la difícil tarea de construir la solidaridad con la resistencia antifascista en Ucrania, mientras que libran una lucha implacable contra su propio gobierno burgués voraz, hipócrita y reaccionario, una posición que han mantenido constantemente a lo largo del conflicto.
La idea de que la razón principal del conflicto es la agresión del imperialismo ruso a una Ucrania semicolonial está completamente traída de los pelos y conduce directamente al apoyo a Kiev, a su asesina ATO y a las bandas fascistas que luchan en ella, su asalto a los derechos democráticos y su nacionalismo reaccionario. Pero que esa posición sea defendida por supuestos «socialistas» en Ucrania o incluso peor en Londres y Washington es doblemente traidora.
Es irónico que estos mismos grupos de «izquierda», que siempre están gritando histéricamente sobre el fascismo siempre que algún grupo derechista populista reaccionario registra un aumento de su apoyo electoral, son incapaces de reconocer la existencia de verdaderos Nazis y bandas fascistas que están matando todos los días a militantes de izquierda, asaltando sus oficinas y siendo reclutados por un gobierno reaccionario como fuerzas auxiliares en la guerra contra su propio pueblo.
Debemos luchar contra el fascismo. Pero la lucha contra el fascismo sólo puede tener éxito si se vincula a la lucha contra el capitalismo, que proporciona un terreno fértil en el que las semillas venenosas del fascismo pueden germinar y florecer.
El socialismo es internacionalista o no es nada. Sobre todo en Ucrania, ninguna solución se pueda encontrar sobre una base nacionalista. Los llamados nacionalistas ucranianos en Kiev, que representan el tipo más rabioso de chovinismo, actúan como un manto para el fascismo, han llevado al país al borde de un abismo terrible que ya ha dado lugar a la guerra civil y puede acabar en el destrucción total de Ucrania como nación.
La desintegración de Ucrania en sus partes componentes sería un desarrollo reaccionario. Exacerbaría enormemente los antagonismos y los odios nacionales. Sólo podría lograrse a través de la limpieza étnica, los pogromos y el derramamiento de sangre a gran escala. Reforzaría el dominio de las tendencias chovinistas fascistas y extremistas de ambos lados, lo que llevaría a estados de ánimo revanchistas y a actos terroristas sangrientos. Lo que ocurrió en Yugoslavia es una terrible advertencia para la clase trabajadora de Ucrania.
Lo que se necesita es una política que puede unir a la clase trabajadora de Ucrania para derrocar a la oligarquía. La única solución verdadera a la cuestión ucraniana es el derrocamiento de los oligarcas – tanto de Ucrania como de Rusia – y la introducción de un plan socialista democrático de producción que ponga fin al cáncer del desempleo y la emigración forzada, y movilizara a toda la población para que fuera consciente del inmenso potencial de la industria y la agricultura ucraniana.
Históricamente, los pueblos de Ucrania y Rusia siempre han estado conectados por los lazos más cercanos. El pueblo ucraniano no es anti-ruso, sino que no quiere ser dominado por Moscú. Una revolución socialista en Ucrania conduciría rápidamente a la caída de Putin y de los oligarcas rusos. Esto prepararía el camino para una verdadera federación socialista de Rusia y Ucrania sobre la base de una estricta igualdad, democracia y fraternidad. Ese es el único camino a seguir por los pueblos de estos dos grandes países.
¡Contra el fascismo! ¡Abajo la oligarquía!
Por una Ucrania Unida socialista independiente como el primer paso a una federación socialista democrática deRusia y Ucrania, con plena autonomía para Crimea y otras regiones que así lo deseen.
El levantamiento de enero en Kazajistán, y particularmente en Almaty, fue el suceso más notable en la memoria viva de la mayoría de los kazajos. En su discurso ante la sesión extraordinaria de la CSTO [Organización del Tratado de Seguridad Colectiva], el presidente, Kasim-Yomart Tokayev, la describió como “la crisis más grave en los 30 años de historia de la independencia”.
Esta fue la primera vez que el régimen burgués del Kazajistán moderno se ha enfrentado a tal amenaza.
En cuestión de días, todo el país se vio envuelto en protestas de una escala verdaderamente revolucionaria y, lo que es más importante, a nivel nacional. Esto sacudió el suelo debajo de los pies de ambos ‘presidentes’, sus oligarcas y sus perros guardianes. Es cierto que este poderoso movimiento ha sido ahogado (temporalmente) en sangre. Pero incluso esto requirió la convocatoria de fuerzas extranjeras de intervención.
El antecesor del actual presidente ganó la infamia como ‘el carnicero de Yanaozen’. Su sucesor debería ser conocido a partir de ahora como “el carnicero de la República”. Kazajistán nunca será lo mismo. Junto a los acontecimientos de 2011 en Yanaozen; las ‘manifestaciones de la tierra’ de 2016; y las protestas de 2019, los acontecimientos de enero de este año representan una etapa más en el estallido de las contradicciones fundamentales de Kazajistán y del capitalismo mundial. Estos acontecimientos están preparando progresivamente el terreno para el desarrollo de un movimiento de masas organizado, que finalmente derribará todo el edificio capitalista podrido y construirá una nueva sociedad sobre sus ruinas.
Crónicas del levantamiento
Las protestas masivas contra el aumento de los precios del combustible en Kazajistán comenzaron en la parte occidental del país, en la región de Mangistau, luego de que se anunciara la liberalización de los precios del gas licuado de petróleo (GLP). Esto condujo a un aumento del precio de 50-60 tenge [moneda de Kazajistán] por litro a 120 tenge y más. En esta región productora de petróleo, el GLP, o ‘autogás’, se usa ampliamente como combustible para vehículos, así como para cocinar y calentar. El 2 de enero en Yanaozen –una ciudad con una rica tradición de movimiento obrero y sindical– los vecinos salieron a las calles para protestar por la subida de precios. El mismo día, las protestas se extendieron por toda la región, incluido su centro administrativo Atirau, donde los manifestantes comenzaron a instalar tiendas de campaña y yurtas en la plaza central.
El 3 de enero estallaron huelgas en los yacimientos petrolíferos. En un intento por detener la expansión del movimiento, la dirección de las empresas petroleras se negó a transportar a los trabajadores de regreso a sus hogares, obligándolos a caminar decenas de kilómetros a través de un desierto helado. Los trabajadores petroleros exigieron un aumento del 100 por ciento en sus salarios y mejoras en sus condiciones de trabajo. Los trabajadores no solo plantearon reivindicaciones económicas, sino que también plantearon reivindicaciones políticas, específicamente por la legalización de los partidos políticos y de los sindicatos independientes. Piquetes de solidaridad con los manifestantes de Mangistau comenzaron a reunirse en todo el país. Por la mañana, la huelga en la región de Mangistau se había generalizado, y también se sumaron los trabajadores petroleros de Tengizchevroil de la región de Atyrau.
Es revelador que, inicialmente, el ministerio responsable afirmara, con bastante razón, que ni la administración local ni el gobierno determinan los precios, sino que el aumento de precios fue el resultado de las fuerzas del mercado. Pero pronto el gobierno dio marcha atrás y anunció que regularía los precios del autogás e investigaría la posible fijación de precios por parte de los dueños de las gasolineras. En un acuerdo con el gobierno, éste acordó reducir temporalmente los precios a 85-90 tenge por litro, que aún era significativamente más alto que los 50 tenge por litro exigidos por los manifestantes.
Pero las mínimas concesiones del gobierno no surtieron el efecto deseado. El 4 de enero, las protestas se extendieron por todo el país. En las zonas industriales de la región de Karaganda, en el centro de Kazajistán, estallaron huelgas entre los mineros de ArcelorMittal Temirtau y entre los trabajadores metalúrgicos y mineros de la corporación Kazajmis. Los trabajadores de la planta de fundición y construcción de maquinaria de Karaganda, al igual que los trabajadores del petróleo, exigieron un aumento del 100 por ciento en los salarios, un aumento en las vacaciones pagadas, comidas gratis en el trabajo y beneficios adicionales de pago y pluses para quienes trabajan en condiciones peligrosas. Además, los huelguistas exigieron la destitución del director de la planta.
En casi todos los centros administrativos regionales, grupos de cientos a decenas de miles de personas fluyeron hacia las principales plazas de la ciudad. Los ciudadanos que vinieron a expresar su solidaridad con Yanaozen, y unidos por un descontento común con el estado de cosas en el país, rápidamente comenzaron a formular colectivamente sus reivindicaciones. La mayoría de ellos se inspiraron en las reivindicaciones planteadas en Mangistau, tanto económicas (acabar con la inflación y la subida de precios, aumento de salarios, amnistía de préstamos) como políticas (reformas democráticas, destitución del gobierno y del presidente, disolución del parlamento, nuevas elecciones, liberación de prisioneros políticos).
Para la mayoría de los participantes, esta fue su primera experiencia de lucha política; pero la práctica es una gran maestra, y el hecho de que una agenda tan clara, saludable, social y democrática se forme tan rápido es una prueba contundente de ello. Los manifestantes no solo mostraron una gran conciencia y disciplina, reprimiendo activamente las acciones de los provocadores policiales, sino también una determinación impresionante de resistir hasta el final, negándose a aceptar las excusas de los burócratas asustados y negándose a abandonar las plazas de la ciudad.
Para la noche del 4 de enero, decenas de miles de personas se habían reunido en las calles de Yanaozen y Aktau. Pero en ese momento, los acontecimientos habían alcanzado su máxima intensidad en las calles de Almaty. En los primeros días de la protesta, la policía de Almaty y de la capital había actuado con éxito de forma preventiva: se acordonaron las plazas de la ciudad, se bloqueó la conexión a Internet móvil en los centros de las ciudades y muchos activistas fueron detenidos justo cuando salían de sus casas. Pero en la tarde del 4 de enero, las plazas de Almaty, en particular la Plaza de la República, donde se encuentra la administración de la ciudad, comenzaron a llenarse de multitudes de manifestantes.
De manera decisiva, además de las habituales capas politizadas de la antigua capital, entraron en escena trabajadores y jóvenes de las afueras y suburbios de Almaty. Su principal punto de reunión fue el estadio Almaty Arena, ubicado en el oeste de la ciudad, donde se concentran las zonas sureñas más pobres de la capital. Estos a menudo se comparan con los guetos y las favelas sudamericanas. Una multitud de decenas de miles de personas avanzó hacia la Plaza de la República, llena de nuevos participantes a lo largo de su camino de una hora y media.
La policía de Almaty inició una feroz lucha callejera. Escenas similares envolvieron varias ciudades de todo el país durante varios días. Las fuerzas de seguridad se encontraron con el flujo de personas que se acercaban a la plaza con garrotes, granadas de destello y gases lacrimógenos. Las mismas armas se utilizaron luego contra los manifestantes en la plaza donde se encuentran los edificios de la administración de la ciudad. Pronto, también se dispararon balas de goma. El Estado, después de haber declarado la guerra a sus propios ciudadanos, se encontró con una feroz resistencia, que rápidamente se convirtió en una contraofensiva. Durante varios días, la ciudad se llenó con el sonido de explosiones y disparos. El olor acre del gas lacrimógeno envolvió el centro histórico de Almaty, y la plaza estaba iluminada por vehículos policiales en llamas y un incendio en el edificio principal de la administración, que los rebeldes enfurecidos habían logrado tomar.
En la noche del 4 al 5 de enero, quedó claro que la policía y la Guardia Nacional no podían reprimir la protesta. Muchos miembros de las fuerzas de seguridad habían sido golpeados y desarmados. Al darse cuenta de que el terreno se estaba resbalando bajo los pies de todo el régimen, Tokayev anunció la destitución del gobierno y declaró el estado de emergencia y el toque de queda en Almaty y la región de Mangistau, ampliándolo luego a todo el país. Ni las concesiones ni la intensificación de la represión pudieron ayudar al régimen. A última hora de la tarde del 4 de enero, la noticia de la matanza en Almaty se había extendido por todo el país. Los enfrentamientos masivos con las fuerzas de seguridad (con el uso de armas de fuego en ambos bandos) y el derribo de edificios administrativos (comisarías, administraciones locales, oficinas del partido gobernante) se extendieron a ciudades de todo el país en mayor o menor grado.
Los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía continuaron los días 5, 6 y 7 de enero en Almaty, así como en varias ciudades del sur y oeste de Kazajistán, incluidas Kizilorda, Taraz, Shimkent, Aktobe y Taldikorgan, donde los rebeldes lograron destrozar una enorme estatua de Nazarbayev bajada de su pedestal. Los días 5 y 6 de enero, la policía y la Guardia Nacional se mostraron pasivas y cedieron claramente la iniciativa en las calles a los manifestantes. En Almaty, la policía estuvo completamente ausente de las calles en la mayor parte de la ciudad en esos días. En otras ciudades, algunos miembros de las fuerzas del orden y de las fuerzas armadas se negaron a cumplir las órdenes de reprimir las protestas; y hubo casos de confraternización. El KNB (Comité de Seguridad Nacional) se había abstenido claramente de cualquier participación en el enfrentamiento; todo indicaba que se trataba de una decisión consciente por parte de su dirección, ¡aunque claramente no por solidaridad con las protestas!
A pesar de que el levantamiento inicial había sido reprimido con éxito en la capital, el 5 de enero parecía que el fin del régimen era inminente y que la toma casi completa de Almaty por parte de los rebeldes era solo un paso hacia el derrocamiento completo del gobierno actual. En un discurso televisado, el presidente Tokayev se declaró a sí mismo presidente del Consejo de Seguridad sin ninguna explicación, ¡un puesto reservado de por vida para Nazarbayev!
Luego desató una brutal represión contra el movimiento de protesta, a cuyos participantes calificó de “conspiradores pagados”. Sin embargo, las calles todavía estaban bajo el control total de los rebeldes. Un pequeño número de miembros de las fuerzas de seguridad que seguían siendo fiables se concentraron en la jefatura de policía sitiada y en la residencia presidencial de Almaty. A diferencia de otras ciudades, Almaty experimentó una ola de saqueos relativamente grande, que asustó a los sectores acomodados y a los moralistas liberales, quienes, como era de esperar, se apresuraron a defender la propiedad privada, las ventanas de los centros comerciales y las tiendas de electrónica, y a distanciarse de los “salvajes” y la “chusma”.
En la noche del 5 al 6 de enero, después de levantar el apagón de Internet en todo el país durante unas horas, el gobierno anunció su decisión de convocar a “fuerzas de paz” de la CSTO, predominantemente tropas rusas. Su retórica con respecto al movimiento de protesta se volvió aún más dura: declararon terroristas a los rebeldes y anunciaron el inicio de una “operación antiterrorista”. Solo después de que el régimen redistribuyó las fuerzas militares de otras regiones al área de Almaty, y después de que el contingente de la CSTO asegurara varios lugares estratégicos, Tokayev pudo reprimir la resistencia de las masas. Un punto de quiebre en el drama revolucionario se produjo con el ametrallamiento de varios cientos de manifestantes pacíficos que permanecían en la Plaza de la República la noche del 6 de enero. Los enfrentamientos y tiroteos menores continuaron en Almaty y la región circundante durante los días siguientes, pero gradualmente la gente comenzó a abandonar las calles y plazas de todo el país. Algunos de ellos se fueron a casa; otros se escondieron; y varios cientos de civiles fueron asesinados en esos días (se desconoce el número exacto).
Casi desde el principio, el régimen ha tratado de enmarcar a los rebeldes como “terroristas extranjeros” o, en el mejor de los casos, como peones en algún tipo de conspiración. La lógica policial-burocrática del Estado suele ser incapaz de comprender tales hechos de otra manera. Por supuesto, hay divisiones en la clase dominante kazaja. Y una vez que las masas entraron en la escena, algunos individuos y grupos dentro de la clase dominante vieron la oportunidad de utilizar el movimiento para promover sus propios intereses.
Pero reducir todo a las luchas de facciones dentro de la clase dominante –como han hecho los medios de comunicación– es ignorar el hecho de que fue el movimiento de las masas en la calle la fuerza motriz de los acontecimientos. Los diversos ‘expertos’ y comentaristas políticos están tratando de descarrilar la conversación sobre la naturaleza social de las protestas precisamente centrándose por completo en la cuestión de las intrigas palaciegas y las disputas entre facciones dentro de la élite, reduciendo a las masas a una posición de insignificancia en comparación.
Tal visión de la historia que se enfoca exclusivamente en las maniobras de los individuos, o peor aún en una conspiración de actores oscuros que manipulan a las masas como un titiritero, es peor que inútil para explicar estos hechos revolucionarios. Lo que se necesita es un análisis materialista que extraiga las raíces del proceso que ahora se desarrolla: raíces que se encuentran en las condiciones históricas y socioeconómicas del Kazajistán moderno.
La historia de Kazajistán
El Kazajistán moderno es la parte sur de la región conocida como la ‘Gran Estepa’: una amplia franja de llanuras de pastizales entre la taiga siberiana y los desiertos de Asia Central. Durante muchos siglos, las tribus turcas migraban anualmente hacia el norte a través de esta área, cruzando la estepa y la estepa forestal en primavera y regresando en otoño e invierno al borde del desierto y las colinas.
El kanato kazajo surgió aquí como resultado de la desintegración de la Horda de Oro (un ejército tártaro y mongol, dirigido por descendientes de Genghis Khan) y el kanato uzbeko a mediados del siglo XV. Al norte, en la estepa forestal, estaba el Kanato siberiano; al sur, más allá del desierto y las montañas, el Kanato de Bujara; al este, el kanato de Dzungar, con el que los kazajos libraron interminables y agotadoras guerras en los siglos XVII-XVIII. Casi al mismo tiempo, surgieron tres grandes asociaciones de clanes kazajos: los Yuz Mayor, Medio y Menor en el sureste, noreste y oeste de Kazajistán, respectivamente.
Mientras tanto, a mediados del siglo XVI, el zar Iván IV el Terrible, después de un período de guerra, anexó los kanatos de Kazan y Astracán al Gran Ducado de Moscú. A fines del mismo siglo, después de la campaña de Yermak (llamada así por Yermak Timofeyevich, el atamán cosaco, o comandante militar, que lideró la conquista de Siberia por parte de Rusia), cayó el kanato siberiano y comenzó la colonización rusa de Siberia.
Usando tácticas típicas de colonización rusa, a mediados del siglo XVIII, el gobierno imperial ruso decidió construir las fronteras de Oremburgo, Uisk y Siberia, que consistían en fortalezas y asentamientos poblados por cosacos. Estas líneas luego se desplazaron gradualmente hacia el sur, desplazando a los kazajos nómadas de sus pastos de verano. Una de las consecuencias de la política colonial zarista fue el apoyo de la mayoría de las tribus del Yuz Menor a una revuelta campesina dirigida por el atamán cosaco Yaik Yemelian Pugachev en 1773-1775.
En ese momento, los campesinos rusos y ucranianos evitaban establecerse en las áridas estepas, que se consideraban peligrosas para la agricultura. Así, se trazó la frontera norte del moderno Kazajistán. La anexión final de Kazajistán al Imperio Ruso fue el resultado de la guerra ruso-kokand de 1850-1868, en la que el imperialismo ruso se apoderó de la mayor parte de las regiones fértiles y densamente pobladas de Asia Central: Bujara y Corasmia.
Las estepas kazajas se encontraron dentro del Imperio y, a pesar de la feroz resistencia de los habitantes de la estepa, liderados principalmente por Sizdik Sultán, se incorporaron a él. La excepción fue Yetysu en el sureste, donde las estribaciones disfrutaban de suficiente lluvia para la agricultura intensiva. La población kirguisa y kazaja que se dedicaba a la agricultura aquí, fue desplazada por los colonos inmigrantes rusos: primero los cosacos y luego los campesinos. Fue aquí donde se fundó la fortaleza de Verny en 1854. Después de la revolución pasó a llamarse Alma-Atá [ahora Almaty].
La página más brillante en la lucha del pueblo kazajo contra el zarismo se escribió en 1916, cuando estalló una revuelta por la requisa de ganado y la movilización de kazajos para obras relacionadas con la Primera Guerra Mundial. El levantamiento fue más violento en Semirechye (Yetysu). Su líder era Tokash Bokín, intérprete en el Departamento Regional de Reasentamiento de Semirechye, y más tarde uno de los organizadores del poder soviético y secretario del Comité Militar Revolucionario de los Soviets.
El levantamiento también abarcó la región de Turgai, donde el levantamiento fue dirigido por Amangeldi Imanov, quien infligió una serie de derrotas a las tropas rusas enviadas para llevar a cabo acciones punitivas. El levantamiento en Turgai duró desde el verano de 1916 hasta la captura de Turgai a fines de 1917, cuando se estableció la autoridad soviética en la región. Al igual que Tokash Bokín, Imanov fue asesinado en 1918 por miembros del Partido Alash, los Cadetes Kazajos.
La década de 1920 vio la aplicación de la política nacional de Lenin por parte del poder soviético, un poder que había sido establecido por la lucha conjunta de los campesinos kazajos y los trabajadores rusos contra los cosacos blancos y los nacionalistas burgueses del gobierno de Alash-Orda. En julio de 1919, se estableció la región de Kirghiz (como se conocía generalmente a los kazajos hasta mediados de la década de 1920), más tarde República Autónoma Socialista Soviética (RASS) de Kirghizistán, con su capital en Oremburgo, luego en Kizilorda. En 1925, se transformó en la RASS kazaja con Alma-Atá como capital (a partir de 1927).
Aunque las autoridades soviéticas siguieron una política general de adaptar a los kazajos a un modo de vida sedentario, lo que debería haber llevado a un aumento de la cultura y la calidad de vida, también se tomó en cuenta el hecho de que era imposible alimentar al ganado solo con pastos de invierno. En 1928, la mayoría de los kazajos eran seminómadas. La política de colectivización de Stalin, que fue llevada a cabo por Filipp Goloshchekin, fue acompañada por la ‘sedentarización’, es decir, forzando a los kazajos a una forma de vida sedentaria de agricultura colectiva. En su mayor parte, esta política se llevó a cabo debido a las dificultades a las que se enfrentó el régimen para controlar a los nómadas. En 1930-31, el agotamiento de los pastos provocó la muerte masiva del ganado. Para 1933 no quedaban más de 4 millones de ganado de los 40 millones que existían anteriormente.
La hambruna masiva fue el resultado. Según diversas estimaciones, entre 1 millón y 1,75 millones de personas, entre un tercio y un cuarto de la población kazaja de la república, murieron de hambre. Además, al menos 1,38 millones de personas emigraron de la república, principalmente a China. La palabra Asharshilik, que significa hambruna, se volvió proverbial. Cabe señalar que la tasa de mortalidad habría sido aún mayor si no se hubieran asignado 31,4 millones de toneladas de grano de las reservas estatales para los nómadas como ayuda alimentaria desde septiembre de 1932 hasta 1934.
Durante décadas, los nacionalistas burgueses han intentado retratar la Asharshilik como un crimen cuidadosamente planeado del régimen de Stalin. Pero en realidad, la frase de Boulez de la Merta no podría aplicarse mejor aquí: “Fue peor que un crimen. Fue un error”. Al planificar la colectivización entre los pueblos nómadas, la burocracia cometió una serie de errores garrafales que, ante la falta de oportunidad para que los comunistas comunes criticaran las decisiones del ‘centro’, condujeron a una terrible tragedia.
Al mismo tiempo, se establecieron varios campos de trabajo de Gulag en las desoladas estepas y semidesiertos de Kazajistán. Primero fue el gigantesco Karlag cerca de Karaganda en el centro de Kazajistán, donde se habían descubierto grandes depósitos de carbón y mineral de hierro. Uno de ellos era el campamento de mujeres más grande de la URSS, el “ALZhIR” (Campamento de Akmolinsk para esposas de traidores a la patria). Allí fueron encarceladas las esposas de los revolucionarios ejecutados: dirigentes de la URSS en la década de 1920 (Bujarin, Krestinsky y muchos otros), así como las de los miembros del gobierno en funciones, incluida la del jefe formal de la URSS, Kalinin.
Kazajistán siempre fue visto por Stalin como un lugar de exilio, comenzando por los miembros de la Oposición de Izquierda y, sobre todo, por el propio León Trotsky, que pasó todo 1928 exiliado en Almaty. Más tarde, se exiliaron los kulaks allí durante el período de colectivización. Después de cumplir su condena, los prisioneros de Karlag, que no tenían derecho a salir de Kazajistán, permanecieron allí. Sin embargo, la mayor migración forzada a Asia Central fue consecuencia de las políticas étnicas de Stalin. Esto comenzó en 1937, cuando la población coreana fue expulsada del Lejano Oriente. Posteriormente, millones de ciudadanos soviéticos fueron expulsados de sus hogares y trasladados a zonas menos adecuadas, principalmente a Kazajistán, durante un período de más de 10 años. Estos incluían chechenos, ingushes, tártaros de Crimea, finlandeses ingrios, pero sobre todo alemanes.
La mayoría del casi un millón de alemanes rusos vivía en la República Autónoma de los Alemanes de la región del Volga cuando fue liquidada a finales de agosto de 1941. A diferencia de la mayoría de los otros inmigrantes, los alemanes, con su experiencia en la agricultura en las áridas estepas de la región del Volga, comenzaron a arar la tierra negra kazaja. Esta experiencia influyó en la decisión de Jruschov de comenzar la arada masiva de las estepas del norte de Kazajistán en 1954: la campaña de las ‘Tierras Vírgenes’. En total, al menos dos millones de rusos y ucranianos se trasladaron a las Tierras Vírgenes. Para 1960, la mitad de todo el grano cosechado en la URSS se cultivaba allí.
Independencia
Al comienzo de la Perestroika, la República Socialista Soviética de Kazajistán era la única república soviética donde la nación titular era una minoría étnica. En ese momento, la población de la república estaba compuesta por un 40 por ciento de kazajos, un 40 por ciento de rusos y un 6 por ciento de ucranianos y alemanes. Había una tradición tácita en la URSS: el primer secretario del comité republicano del PCUS tenía que pertenecer a la nación titular de la república dada, mientras que el segundo secretario sería ruso o ucraniano. Después de llegar al poder en 1985, Gorbachov comenzó inmediatamente su ‘rejuvenecimiento’ del Politburó del Comité Central del PCUS, reemplazando a los viejos cuadros con sus protegidos.
A fines de 1986, fue el turno de Dinmujamed Kunaev, quien era el jefe del partido de Kazajistán. El principal candidato considerado para su reemplazo fue el joven presidente del Consejo de Ministros republicano, Nursultán Nazarbayev, patrocinado por Kunaev. En un movimiento sorpresivo, Kunaev se opuso rotundamente a su candidatura. En lugar de Nazarbayev, propuso al primer secretario del Comité Regional de Ulyanovsk, Gennady Kolbin, como candidato temporal. Este era un hombre que no solo no tenía conocimiento del idioma kazajo, sino que nunca había trabajado en Kazajistán.
Tal elección por parte de Moscú indignó no solo a la burocracia local del partido, sino también y especialmente a la intelligentsia kazaja y a la juventud estudiantil kazaja, que salieron a protestar para exigir la renuncia de Kolbin. Una manifestación de miles de personas se llevó a cabo en la Plaza Breznev (ahora Plaza de la República) el 16 y 17 de diciembre de 1986. Las organizaciones del Partido Comunista de las fábricas más grandes de la ciudad formaron milicias obreras, un miembro de las cuales murió durante los enfrentamientos con los manifestantes. Solo en la tarde del 18 de diciembre se dispersó la manifestación, principalmente por unidades del ejército enviadas desde la parte europea de la URSS.
Estos acontecimientos (conocidos como ‘Yeltoksan’, kazajo para ‘diciembre’) indudablemente llevaron a Nazarbayev a sacar conclusiones que resultarían muy útiles para ayudarlo a mantenerse en el poder durante muchos años. Cabe destacar que en febrero de 1986, en el 16º Congreso del Partido Comunista de la República, Nazarbayev criticó encubiertamente a Kunaev por nepotismo, despilfarro de fondos estatales y fracasos económicos. Unos 36 años después, su propio sucesor lo trataría de manera asombrosamente similar.
Después de convertirse en jefe de la organización del partido en junio de 1989, Nazarbayev se convirtió más tarde en presidente de Kazajistán. A diferencia de muchos otros líderes de la República, siempre apoyó a Gorbachov y, de una forma u otra, defendió la preservación de la URSS, al igual que los líderes de las otras repúblicas de Asia Central. En el referéndum de toda la Unión sobre la cuestión de la preservación de la URSS en marzo de 1991, solo el 5,2 por ciento de los habitantes de la república votó en contra. Esta es una quinta parte de los que votaron por la disolución de la RSFSR [República Socialista Federativa Soviética de Rusia]. La decisión de los tres líderes de las repúblicas eslavas de liquidar la URSS, adoptada en el Bosque Beloveya en diciembre de 1991, puso a los líderes de las ahora independientes repúblicas de Asia Central en una posición económica y política muy difícil.
La perspectiva de crear un Estado-nación en Kazajistán parecía particularmente incierta. El país estaba claramente dividido en líneas étnicas en un norte “ruso” (más precisamente, de habla rusa), donde se concentraba la mayor parte de la economía nacional, y un sur kazajo, cuyo centro cultural y administrativo era, nuevamente la capital Almaty donde se habla ruso principalmente. La mayoría de la nomenklatura (burócratas) del partido kazajo procedían de las aldeas, y entre ellos abundaban el nepotismo y la corrupción. Además, la división del pueblo kazajo en tres Yuz (asociaciones tribales históricas) fue y sigue siendo no solo un elemento de autoidentificación, sino también un factor de faccionalismo ‘basado en clanes’ dentro de la élite.
El Kazajistán independiente, al igual que las demás repúblicas de la antigua URSS, comenzó su historia en condiciones de colapso económico. La ruptura de los lazos económicos, la falta de capital operativo y la dificultad de convertir la industria de defensa para usos civiles se vieron exacerbados por la emigración masiva de especialistas cualificados. Durante la década de 1990, aproximadamente 100.000 personas de etnia alemana se repatriaron a Alemania cada año. Más de 200.000 rusos se fueron a Rusia cada año. La migración de la población de habla rusa se debió en gran medida al colapso de las industrias de construcción de maquinaria y al aumento del desempleo en los centros industriales. La salida de la población fue parcialmente compensada por el programa estatal para repatriar a alrededor de un millón de kazajos étnicos, los llamados ‘oralmans’, de Uzbekistán, Mongolia, Turkmenistán, China, Rusia y otros países.
Petroestado
Sin embargo, Nazarbayev también tenía grandes ventajas, particularmente la riqueza mineral de Kazajistán y los campos de petróleo y gas en la costa este del Mar Caspio. Varios campos en la región de Mangistau se desarrollaron en los días de la URSS. Mientras tanto, el yacimiento petrolífero de Tengiz, descubierto en vísperas de la Perestroika en la región de Atirau, en el oeste de Kazajistán, está siendo desarrollado por la empresa estadounidense Chevron. En 2000, se exploró el campo marino de Kashagan, aún más grande, y un consorcio de empresas europeas lo está explotando.
El petróleo, el gas y las materias primas representan aproximadamente el 70 por ciento de las exportaciones de Kazajistán. Otro 15-20 por ciento consiste en minerales de metales ferrosos, cobre, zinc, vanadio y uranio. Los únicos productos con un valor agregado relativamente alto son los cereales y los cultivos oleaginosos del norte de Kazajistán. La industria textil y de la confección en Kazajistán prácticamente ha desaparecido, incapaz de competir con los salarios extremadamente bajos de Uzbekistán; y la industria de la ingeniería no ha sido capaz de adaptarse al mercado mundial. Esto se vio agravado por el hecho de que Kazajistán ha aplicado sistemáticamente una política económica liberal desde mediados de la década de 1990, con el Estado absteniéndose de intervenir en el sector.
Kazajistán tradicionalmente lidera la llamada Comunidad de Estados Independientes (CEI, que agrupa a la mayoría de las exrepúblicas soviéticas) en términos de inversión extranjera per cápita, pero el dinero se concentra en la producción de petróleo del oeste de Kazajistán y, en cierta medida, en la metalurgia de las regiones centrales, dominada por ArcelorMittal Temirtau. Mientras tanto, la población del país ha crecido más rápidamente en las zonas rurales del sur de Kazajistán, cuyo potencial industrial y agrícola sigue estando subdesarrollado en las condiciones de un modelo económico liberal.
Un dato curioso: las estribaciones de Alatau son un lugar ideal para el cultivo de manzanas. Aquí, el manzano Sievers crece de forma silvestre, el antepasado de todas las variedades modernas de manzanas. De hecho, el nombre de la ciudad de Almaty proviene de la palabra kazaja ‘alma’, que significa manzano o manzano. En la década de 1970, en la región de Alma-Atá había más de 3 millones de árboles solo de la variedad Aport. Sin embargo, el Kazajistán moderno solo exporta manzanas en los años en que la cosecha es más abundante.
Como es común en los Estados exportadores de materias primas (o ‘Petroestados’, como se los llama ahora a la moda), las ganancias inesperadas del petróleo (y el correspondiente gasto en infraestructura) han servido para suprimir los sectores manufactureros de la economía nacional. Por lo tanto, el producto interno bruto de Kazajistán en 2020 ascendió a $ 163.230 millones de dólares, u $ 8.800 por persona. Eso es solo un poco menos, per cápita, que Rusia. Sin embargo, al mismo tiempo, el salario medio (tomamos específicamente el período anterior al coronavirus) es inferior a $300 por mes ($282 en el cuarto trimestre de 2018), mientras que en Rusia era de $528 en abril de 2019. Comparar los salarios promedio con Rusia es particularmente significativo dado que los países son miembros de la Unión Económica Euroasiática (Unión Aduanera) y comparten más de 6.000 kilómetros de frontera común, lo que lleva a una tendencia general hacia la igualación de los precios de las materias primas.
Pero, en conjunto, el auge petrolero transformó por completo a Kazajistán. Después del colapso de la década de 1990, los altos precios del petróleo a principios de la década de 2000 impulsaron niveles asombrosos de crecimiento del PIB. Las cifras de crecimiento del 9-10% se registraron constantemente año tras año. Luego, el crecimiento cayó en 2008-09, sin llevar a Kazajistán a la recesión, antes de recuperarse a niveles de 5-7% anual hasta el colapso de los precios del petróleo alrededor de 2014. Aunque la mayor parte de esta espectacular riqueza extraída en este período fue desviada por el capital extranjero y la élite kazaja, que son efectivamente sus agentes locales, hubo, no obstante, una mejora espectacular en los ingresos familiares de la clase trabajadora. El ingreso familiar anual per cápita aumentó de poco más de $ 500 en 2000 a un pico de poco menos de $ 4.500 USD en 2014. Este fue un puntal clave de la estabilidad a largo plazo del régimen.
Pero esta dependencia de los ingresos del petróleo ha tenido un precio. La moneda nacional de Kazajistán, el tenge, depende aún más de los precios del petróleo que el rublo ruso. Si bien la depreciación del rublo ruso generalmente conduce a la sustitución de exportaciones y al crecimiento compensatorio en la industria manufacturera, seguido de un aumento de los salarios, nada como esto ha sucedido en Kazajistán desde 2014. Desde la caída de los precios del petróleo en ese año, el ingreso per cápita de los hogares ha caído desde su máximo de $4.500 a menos de $3.500 en 2019. Y eso fue antes de la pandemia. Sin embargo, mientras los salarios se estancaron o retrocedieron, los precios continuaron aumentando.
La debilidad del impresionante comportamiento económico de Kazajistán ha quedado al descubierto. Hasta 2014, la renta petrolera permitió a la clase dominante otorgar ciertas concesiones a la clase trabajadora, que ha tenido que cubrir desde entonces consumiendo las reservas estatales. El gasto público ha aumentado año tras año en un promedio del 20% en términos nominales, y ha habido una disminución correspondiente en los recursos del Fondo Nacional de la República de Kazajistán, cuyos activos han disminuido en un 26% desde 2014. Antes de la pandemia, el gasto de estas cuantiosas reservas acumuladas en los años del boom petrolero disfrazó la profunda crisis que enfrentaba el país. Todo eso cambió con la crisis que acompañó a la pandemia en 2020.
El aumento de los precios y las condiciones de vida de las masas
En 2020, EE.UU., China y los países de la UE realizaron enormes inyecciones de dinero en sus economías nacionales para rescatarlas del impacto de la pandemia. Esto condujo inevitablemente a una depreciación de sus monedas nacionales y a la inflación. Al mismo tiempo, la caída de los rendimientos de los bonos del gobierno provocó un aumento en la demanda de contratos futuros sobre materias primas y alimentos, lo que hizo subir los precios de estos bienes.
Pero, como suele ser el caso, las primeras víctimas de esta política monetaria de los países capitalistas avanzados no fueron en absoluto sus propios ciudadanos. El aumento del precio del combustóleo, los cereales y el aceite de girasol, que exporta Kazajistán, también ha afectado al mercado interno de estos productos. El aumento de los precios de las verduras en el verano de 2021 osciló entre el 30 y el 80 por ciento en toda la Unión Económica Euroasiática. Pero la posición de Kazajistán era aún peor debido a la depreciación del 12 por ciento del tenge frente al rublo. Junto con una inflación del 9 por ciento, esto se sumó a un aumento en los precios de las exportaciones rusas en un 20 por ciento, siendo Kazajistán el mayor importador de productos manufacturados rusos.
Otro factor que impulsa la inflación es la reciente ley que permite a los ciudadanos kazajos retirar parte de sus ahorros de pensiones para comprar bienes raíces, lo que provocó un fuerte aumento en los precios de las propiedades y un aumento del 30 por ciento en los alquileres en las grandes ciudades, a pesar de que los salarios de los inquilinos han disminuido o se quedó igual. Esto ha sido un gran golpe para los migrantes rurales, que tienden a ser arrendatarios.
Pero el catalizador inmediato de la crisis política fue el alza de los precios del gas licuado (GLP: una mezcla de propano y butano). El GLP es ampliamente utilizado en muchos países para cocinar. El propano y el butano se encuentran en grandes cantidades en el gas de petróleo asociado, que se libera durante la producción de petróleo. En Rusia y Kazajistán, todavía se quema a veces durante la producción de petróleo debido a las dificultades para transportarlo. Su asequibilidad relativa en los países de la UEEA ha llevado a que se utilice ampliamente como combustible para motores en varias regiones, especialmente en vehículos comerciales ligeros e incluso para calefacción. En medio de los cierres en el verano de 2020, la demanda interna de GLP cayó y su mayor productor, Sibur, aumentó significativamente las exportaciones. En el verano de 2021, la demanda interna se recuperó y hubo escasez de gas de carbono licuado, que se agravó a raíz de un accidente el 5 de agosto en la planta de Gazprom cerca de Novi Urengoi.
Como resultado, el precio de un litro de GLP en las estaciones de servicio en Rusia se duplicó por un corto tiempo, mientras que el precio del GLP en Kazajistán es fijo y significativamente más bajo que en Rusia. Naturalmente, esto condujo a una escasez de gas licuado, especialmente cerca de la frontera rusa, ya que se podían obtener mayores ganancias exportándolo que vendiéndolo a precios locales. Al mismo tiempo, el gobierno de Kazajistán, preocupado por el déficit presupuestario, no estaba dispuesto a reducir las exportaciones de GLP a China y Ucrania. Optó, por tanto, por liberalizar los precios, lo que supuso subirlos a 120 tenge (unos 30 céntimos el litro). Este precio puede no parecer alto, pero debe tenerse en cuenta que para los propietarios de vehículos que funcionan con GLP, esto significó duplicar el costo de operación de su vehículo. Peor aún fue para quienes usaban gas licuado para calefacción. En medio de un duro invierno, sus costos también se duplicaron. Además, los trabajadores petroleros de la región de Mangistau estaban naturalmente resentidos por tener que pagar precios exorbitantes por el mismo gas que ellos mismos habían extraído.
La riqueza y la pobreza
Kazajistán tiene una composición demográfica compleja. En las regiones del Caspio, donde se reasentaron muchos oralman (kazajos que han vuelto de la URSS), y en el sur agrícola de pequeña escala del país, la tasa total de natalidad es de más de tres hijos por pareja, mientras que en el norte es de menos de dos, y aun así, esta se concentra principalmente en la capital del país, Astaná. El resultado natural de esto es el desempleo. Las cifras oficiales lo ubican en un 5 por ciento, pero con un salario mínimo de solo 42.500 tenge ($110), el nivel real de desempleo y subempleo es más alto.
Por un lado, el ejército laboral de reserva ejerce presión sobre el mercado laboral. Esto se ve facilitado por la legislación laboral de Kazajistán, que está completamente estructurada en interés de los patrones. En lugar de volver a capacitar y reubicar a los trabajadores, las empresas transnacionales llevan a cabo despidos masivos. Por ejemplo, en el oeste del país, en la región de Atirau, una región con un alto nivel de desempleo, en diciembre se anunciaron planes para despedir a 40.000 trabajadores de Tengizchevroil en 2022. Todo esto conduce al estancamiento de los salarios en un contexto de aumento de los precios. Atirau ya era la ciudad más cara de Kazajistán para vivir.
La migración masiva también está aumentando la población de las capitales del país: Almaty y Astaná. Alrededor de Almaty, especialmente en las afueras occidentales de la ciudad y las áreas adyacentes de la región de Almaty, se ha formado un cinturón de guetos e incluso barrios marginales en los que viven alrededor de un millón de personas. Los repetidos intentos de las autoridades de demoler las casas construidas ilegalmente en la zona se vieron acompañados de una resistencia desesperada por parte de sus habitantes. Sus residentes, ante la falta de una educación de buena calidad y con bajos niveles de dominio del idioma ruso, se ven obligados a aceptar los trabajos peor pagados. Se emplean principalmente en trabajos auxiliares en la construcción y en pequeñas empresas. La gente de los barrios marginales se encuentra construyendo casas que ellos mismos nunca pueden pagar; cargando cajas de juguetes que no pueden comprar para sus hijos; y custodiando establecimientos de ocio que jamás utilizarán.
El potencial revolucionario de este pueblo es evidente. Pero sería ingenuo esperar que surja espontáneamente una disciplina revolucionaria perfecta. Desde el primer momento en que se rompieron los escaparates, nos hemos visto obligados a escuchar los gemidos de los liberales de corazón sangrante, los escrupulosos ‘residentes nativos de Almaty’ y los filisteos adinerados acerca de que su ‘amada ciudad’ estaba siendo ‘destruida’ a manos de ‘orcos’ y ‘migrantes’, es decir, aquellas personas que activamente saqueaban tiendas y centros comerciales. Pero esta revuelta es el lenguaje de los más desfavorecidos. ¿Cómo sorprenderse o lamentarse de estos hechos, cuando tanto el Estado como la empresa privada llevan ya 30 años saqueando el país a escala nacional? Dejemos a los reformistas y pacifistas con sus lamentos.
Sin embargo, nada de esto quiere decir que los saqueos de tiendas acompañen inevitablemente a las revoluciones, ni que sean deseables o que hagan avanzar el movimiento. Pero es obvio que la composición social de los participantes en las protestas en Almaty, junto con décadas de dura supresión de todas las oportunidades abiertas para la autoorganización política o de clase, allanaron el camino para este curso de los acontecimientos.
Incapaces de hacer frente a lo que dicen estas protestas sobre la sociedad kazaja, las agencias de inteligencia han hecho todos los esfuerzos posibles para encontrar una ‘influencia extranjera’ en las protestas. Por ejemplo, los medios kazajos publicaron un video de un hombre detenido con signos evidentes de haber sido golpeado en la cara, quien confesó ante la cámara que le pagaron 90.000 tenge (200 dólares estadounidenses) para participar en los disturbios. El hombre declaró que estaba desempleado y que llegó de Kirguistán. Sin embargo, la audiencia rápidamente lo reconoció como a Vikram Ruzajunov, el líder de una orquesta de jazz de Bishkek. Cerca de la embajada de Kazajistán en Bishkek, se llevó a cabo una manifestación en apoyo del músico de jazz incriminado. Lo absurdo de lo que estaba pasando era tan obvio que Vikram fue liberado.
Desafortunadamente, no todos los kirguises detenidos por la policía en Almaty la semana pasada son músicos famosos. La verdad es que no hay una diferencia significativa entre la juventud kirguisa de los suburbios de Bishkek, que ha derrocado a los gobernantes de Kirguistán una y otra vez, y la juventud kazaja de los suburbios de Almaty. El régimen de Tokayev sobrevivió solo porque Kazajistán es más grande y más heterogénea que Kirguistán.
La naturaleza del régimen
Se requieren algunos comentarios sobre la naturaleza del régimen en Kazajistán. A pesar de la similitud superficial entre los regímenes autocráticos de Putin en Rusia y Nazarbayev-Tokayev en Kazajistán, existen diferencias significativas entre ellos. Putin llegó al poder en medio del colapso económico y político del régimen oligárquico de Yeltsin. Ante una amenaza real de perder sus fortunas, los oligarcas permitieron el establecimiento de un régimen bonapartista, perdiendo así su control político inmediato sobre el Estado. Putin se ha elevado por encima de las clases, incluida la clase burguesa que se estableció en el período anterior de la contrarrevolución burguesa. Por supuesto, este proceso procedió con la participación del Estado, pero la privatización de mediados de la década de 1990 en Rusia fue un camino de dos vías. El Estado dependía de los oligarcas no menos que los oligarcas del Estado. Esta codependencia se materializó en las elecciones presidenciales de 1996.
En Kazajistán, la situación era diferente. La clase dominante del país también se creó artificialmente, con la ayuda de asesores estadounidenses, entre los amigos y parientes de Nazarbayev, al igual que la élite política del país se nutrió artificialmente en su nueva capital, Astaná (anteriormente Tselinograd, con sede en el cinturón de cereales en el norte del país). A diferencia de Putin, Nazarbayev nunca ha afirmado ni siquiera demagógicamente que ofrezca protección a la clase trabajadora frente a los capitalistas. Por el contrario, siempre enfatizó, con extremo cinismo, que su preocupación central era el atractivo del país como oportunidad de inversión para el capital extranjero.
Toda la historia del Kazajistán moderno es una de lucha del régimen contra el movimiento obrero, con la persecución de los activistas sindicales, la represión de las luchas laborales y la toma y liquidación forzosa de los sindicatos independientes. A principios de la década de 1990, la cuenca carbonífera de Karaganda fue el epicentro de esta lucha, porque los sindicatos ganaron gran influencia después de la huelga de mineros de 1989. El único resultado de la posterior huelga de mineros del 5 de mayo de 1995, que estuvo acompañada de la incautación de minas y una huelga de hambre, fue la liquidación de la mayoría de las minas por parte de Nazarbayev y su transferencia, gratuita, a ArcelorMittal Temirtau. El Estado no le dio un centavo a los mineros.
A principios de la década de 2000, el foco de la lucha obrera se trasladó al occidente del país, que desde 2001 había visto una batalla por la creación de sindicatos independientes de trabajadores petroleros. Desde 2008, ha habido huelgas regulares de trabajadores petroleros. Desde 2010, un conflicto laboral se ha desatado en la compañía petrolera Karayanbasmunai, durante el cual los matones de los patrones han golpeado y asesinado a activistas sindicales e incendiado sus casas. Las huelgas continuaron durante el verano y el otoño de 2011, durante las cuales cientos de trabajadores fueron despedidos y tres activistas sindicales, incluida la abogada líder sindical Natalia Sokolova, fueron condenados por varios delitos. Finalmente, el 26 de diciembre de 2011 en Yanaozen, al menos 15 manifestantes murieron (según cifras oficiales) y cientos resultaron heridos durante los enfrentamientos entre los trabajadores petroleros en huelga y la policía. Centenares fueron arrestados.
Nada de esto quiere decir que durante tres décadas, el único apoyo que ha disfrutado Nazarbayev ha venido del aparato estatal, el ejército y la policía. Ningún régimen puede durar tanto tiempo solo con métodos policiales. Más bien, el mismo auge en la década de 2000, que permitió a la clase dominante hacer ciertas concesiones a la clase trabajadora, reforzando su estabilidad por un tiempo, también ha fortalecido masivamente a la clase trabajadora, sobre todo en el sector petrolero, que ha entrado cada vez más en conflicto con el régimen. Como explicó Marx hace mucho tiempo: la inversión y el desarrollo capitalistas también convocan a la existencia de los propios sepultureros del capitalismo.
Pero más que eso, el régimen de Nazarbayev se ha basado en provocar desconfianza mutua entre los rusos étnicos y los kazajos. Por un lado, la posición de la minoría rusa en Kazajistán siempre ha sido comparativamente cómoda. El idioma ruso no solo se usa en la comunicación diaria, sino también en el trabajo de oficina oficial.
Hay muchas escuelas rusas y mixtas en todo el país donde las clases son en ruso y a las que muchos kazajos voluntariamente envían a sus hijos. La educación superior se puede obtener de forma gratuita en ruso. Pero según los datos del censo de 2009, solo el 6,3 por ciento de los rusos puede leer y escribir en kazajo, y menos del 20 por ciento puede entender el habla kazajo en alguna medida. Dado que la población rusa de Kazajistán está envejeciendo rápidamente, no hay razón para creer que estas cifras hayan cambiado mucho en 10 años. Por otro lado, el 20 por ciento de los kazajos étnicos, principalmente jóvenes rurales, no saben ruso, lo que limita significativamente sus oportunidades de empleo.
La élite bonapartista de Kazajistán intenta presentarse ante los rusos étnicos como garante de su seguridad, y ante los kazajos como una fuerza capaz de negociar con una Rusia peligrosa e impredecible. Tal demagogia se está volviendo menos relevante en el Kazajistán moderno a medida que la población rusa disminuye rápidamente, pero se ha utilizado durante muchos años como justificación para un estilo de gobierno autocrático y la prohibición de casi todos los partidos de oposición.
Una caldera sin válvula
El sistema político creado por Nazarbayev no permite ninguna oposición significativa. Con el pretexto de garantizar la paz civil, todos los partidos étnicos, religiosos y comunistas han sido sistemáticamente prohibidos.
El Partido Comunista de Kazajistán (KPK) se escindió en 2004 después de unirse al bloque electoral ‘Unión de Comunistas de Oposición Popular y DCK [Elección Democrática de Kazajistán]’ en las elecciones parlamentarias. Se creó un Partido Popular Comunista de Kazajistán, en realidad un títere del régimen, a partir de la minoría del partido. Sin embargo, no pudo ingresar al parlamento hasta que el verdadero Partido Comunista fue privado primero del derecho a participar en las elecciones de 2012 y luego, en el mismo año, se le negó por completo el registro.
Los arrestos y asesinatos ocasionales de opositores al régimen son una práctica común de los servicios especiales de Kazajistán. Los partidos de oposición, Elección Democrática de Kazajistán y Alga, también fueron prohibidos por las autoridades junto con partidos islamistas como Hizb ut-Tahrir al-Islami. Aun así, estos dos llamados partidos de oposición no ofrecen ninguna alternativa fundamental a las masas. El líder de Elección Democrática de Kazajistán, por ejemplo, Mujtar Abliazov, es un oligarca y un viejo amigo de Nazarbayev que huyó a Europa después de que se peleó con él.
Formalmente, seis partidos están registrados en Kazajistán, pero solo tres están representados en el parlamento: el partido gobernante propresidencial Nur Otan (Luz de la Patria), que tiene la mayoría absoluta de los escaños, y dos partidos de “oposición constructiva” creados a partir de la escisión de otras fuerzas políticas que se consideraban demasiado opuestas a Nazarbayev: el derechista ‘Ak Yol’ y el izquierdista Partido Popular, que recientemente eliminó la palabra ‘comunista’ de su título. Hoy en día, un número significativo de conocidos líderes de la oposición kazaja se encuentran en el exilio.
Tras la supresión de la prensa independiente, hace unos años Kazajistán comenzó a restringir el acceso a los recursos de Internet de la oposición. Se exigió a los usuarios de Internet que renunciaran voluntariamente a su secreto de correspondencia mediante la instalación de un certificado digital especial en la lista de certificados confiables en sus computadoras, entre otras medidas. Durante las protestas recientes, el Internet simplemente se cortó.
Sin embargo, estas protestas masivas han demostrado que apretar los tornillos no es suficiente para garantizar la seguridad del régimen. Las protestas espontáneas fueron acompañadas por la autoorganización espontánea. Activistas políticos y sociales, y ciudadanos simplemente insatisfechos, se reunieron en las plazas centrales de las ciudades, a veces instalando tiendas de campaña y yurtas. Los trabajadores establecieron vínculos y sincronizaron sus reivindicaciones, incluidas las políticas. Aunque las protestas han sido reprimidas, su represión tuvo poco que ver con la severidad del propio régimen.
La fuerza del ejército ruso fue claramente clave para estabilizar el régimen, pero esto tampoco explica cómo el régimen ha estabilizado temporalmente la situación. Para restaurar el orden, el gobierno ha tenido que recurrir tanto a la zanahoria como al palo. El establishment kazajo tiene que intentar mantener al menos una apariencia de legitimidad ‘democrática’. La dirección del país le tiene más miedo a las masas que nunca, y saben que no pueden descansar solo sobre las bayonetas. Así, hemos visto que la represión masiva de los últimos días ha ido acompañada de algunas concesiones económicas a algunos grupos de trabajadores, con aumentos salariales del 10 por ciento, 50 por ciento o más en algunos casos.
Es probable que las promesas de mayores libertades políticas se queden en poco más que concesiones verbales. Al comienzo de su reinado, Tokaev prometió que otorgaría mayores libertades, pero el hecho es que estas no se han materializado, ni en términos de derechos de organización política ni industrial. Lo más probable es que las libertades prometidas nunca se concedan mientras exista este régimen y, a medida que aumente la presión sobre la clase trabajadora, el régimen descubrirá que es como una caldera con las válvulas selladas. Eventualmente debe explotar. Además, dada la dependencia de la economía de Kazajistán de los precios de las materias primas en el mercado mundial, es probable que esto suceda más temprano que tarde.
Transición de poder
La vejez del presidente permanente -en este caso, el ‘líder de la nación’ (‘Elbasy’ en kazajo)- presenta un grave problema para cualquier régimen bonapartista: el problema de la sucesión. A diferencia del expresidente azerbaiyano Heydar Aliyev, Nazarbayev no tiene hijos. Nazarbayev no se atrevió a entregar las riendas del gobierno a su hija mayor, Dariga, quien en un momento fue elegida presidenta de la cámara alta del parlamento y ahora es diputada de la cámara baja.
Al nombrar a Kasim-Jomart Tokaev como su sucesor en 2019, Nazarbayev tomó una decisión de compromiso. Tokaev estudió en Moscú, luego trabajó durante 15 años en el Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS como diplomático profesional. Dirigió el Ministerio de Relaciones Exteriores del Kazajistán independiente. En un momento fue primer ministro, pero en realidad nunca perteneció a ninguno de los ‘clanes’ o facciones de la clase dominante y la élite política, ni tuvo su propio círculo significativo de asociados cercanos. Este es obviamente un político aceptable para Moscú. Pero carece de las conexiones y la influencia de las que disfruta Nazarbayev entre la élite de Kazajistán, de donde en última instancia emana su autoridad. Sin una mano firme en la cima, las divisiones dentro de la élite política de Kazajistán y la clase dominante se vuelven cada vez más probables, algo que hubiera sido impensable bajo Nazarbayev.
La primera decisión del recién nombrado presidente Tokaev, tomada casi inmediatamente después de la ‘transición’, fue cambiar el nombre de la capital a Nur-Sultan. Este nombre no se ha arraigado y rara vez se usa fuera de los documentos oficiales. El propio Tokaev recibió el apodo de “mueble” y adquirió la reputación de ser un gobernante débil y nominal que carecía de poder real. El poder de facto permaneció en manos de Nazarbayev, y en gran medida también lo hizo el poder de iure, en virtud de su derecho legal de por vida a ocupar el cargo de presidente del Consejo de Seguridad del país.
Más sorprendentes entonces fueron las palabras de Tokaev en un discurso televisado fechado el 5 de enero: “Como jefe de Estado y, a partir de hoy, presidente del Consejo de Seguridad, tengo la intención de actuar con la mayor dureza posible”. Teniendo en cuenta que, en ese momento, el propio Nazarbayev no había aparecido en público y no había hecho ningún llamamiento (y todavía no lo ha hecho), todo parecía, si no un golpe, al menos como un cambio serio en el equilibrio de poder dentro del régimen. Esta impresión solo pareció confirmarse con la noticia de la destitución del jefe de la KNB, Karim Masimov. Es un colaborador cercano de Nazarbayev y ex primer ministro del país, y ahora está bajo custodia bajo sospecha de traición. Combinado con la aparente inacción del KNB en los acontecimientos de enero, esto llevó inmediatamente a muchos comentaristas a asociar el levantamiento con un intento del círculo de Nazarbayev y, sobre todo, de Masimov, de sacar a Tokaev del poder.
Otros, por el contrario, tienden a ver la iniciativa del actual presidente en los hechos ocurridos. Esto, por supuesto, minimiza groseramente el papel de las masas, que avanzaron durante la semana de protestas, lo que obligó al régimen a batirse en retirada repetidamente. Sin embargo, también es claro que el movimiento exacerbó el conflicto entre las diferentes alas de la clase dominante, que intentaron usar las protestas para golpearse entre sí. Cualesquiera que hayan sido las intrigas palaciegas puestas en marcha de manera oportunista por los parásitos y chupasangres en el poder, el levantamiento de masas de estos días de enero no fue producto de ningún tipo de conspiración o golpe de Estado. Obedecía a su propia lógica.
En cualquier caso, el ‘viejo’ y los miembros más importantes de su entorno y familia han sido apartados del poder. La larga ausencia del propio Nazarbayev fue reveladora. No había hecho declaraciones públicas directas hasta el 18 de enero, y solo una vez su portavoz dijo que el primer presidente cedió voluntariamente el puesto de presidente del Consejo de Seguridad a Tokaev y llamó a los ciudadanos a unirse al presidente en funciones. Dariga Nazarbayeva tampoco ha aparecido en público (su asistente afirma que está de baja por enfermedad, “en su casa en Almaty”). Aliya Nazarbayeva (la hija menor) ha escrito en Instagram (aparentemente mientras estaba en los Emiratos Árabes Unidos) que “está agradecida por el apoyo moral de su padre en este momento”. Según los informes, el influyente hermano menor de Nazarbayev, Bolat Nazarbayev, también huyó a Dubai a través de Kirguistán. Además, los tres yernos de Nazarbayev han sido destituidos de sus puestos principales en las empresas estatales de petróleo y gas de Kazajistán y de la cámara nacional de empresarios, un órgano representativo importante e influyente de la burguesía nacional. Cuando el propio Nazarbayev finalmente fue llevado en silla de ruedas el 18 de enero para un discurso público grabado, no dijo mucho más que afirmar que él era (y lo había sido desde 2019) simplemente un ‘pensionista’ y aseguró al público que no había conflicto entre los élites, y afirmando que el presidente en ejercicio tiene plena autoridad.
Sin embargo, es significativo que la ‘victoria’ del sucesor sobre el antecesor permanezca estrictamente tácita. Por ejemplo, el Ministerio de Información exigió que la agencia de noticias regional Fergana retirara un artículo titulado ‘Transición terrorista’, en el que el autor analiza las disputas entre facciones de la élite kazaja. Después de todo, una admisión abierta de que “los placeres de los poderosos son las lágrimas de los pobres” sería completamente vergonzoso para el régimen y dañaría seriamente su legitimidad.
El imperialismo
Hasta 2014, la cuestión de la minoría rusa en Kazajistán estuvo al margen de la agenda política en Rusia y fue monopolizada por figuras marginales como Yirinovsky y Limonov. A principios de la década de 2000, el establishment ruso creía que los precios del petróleo aumentarían indefinidamente y que los petrodólares serían suficientes para cubrir todos los gastos del gobierno. El 6 de noviembre de 2007, tras firmar un decreto sobre la construcción del cosmódromo de Vostochny en la región de Amur, Putin admitió que estaba dispuesto a cortar el nudo gordiano que une Rusia y Kazajistán, abandonando en el futuro el cosmódromo de Baikonur situado en Kazajistán. Sin embargo, la crisis de 2008 y la consiguiente caída de los precios del petróleo obligaron a Putin a tomarse más en serio los sectores no extractivos de la economía. Aunque la Unión Aduanera entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán se firmó formalmente en 1995, durante los primeros 15 años fue letra muerta.
Solo en 2010, con la abolición de las fronteras aduaneras, Rusia comenzó a hacer esfuerzos para atraer a otros países del CEI, principalmente Ucrania, a unirse a la unión. En última instancia, esto condujo a un choque de intereses entre la UE y Rusia, y el Euromaidán en Ucrania. Derrotado en Ucrania, Putin solo logró convencer a Armenia y Kirguistán, dos economías muy pequeñas, para unirse a la unión.
Es obvio que Rusia no puede competir con los EE.UU., la UE o China en el mercado de capitales: en términos de inversión directa en la economía de Kazajistán, Rusia comparte un mísero quinto lugar con China. De hecho, Kazajistán es un patio de recreo para el imperialismo: el 70% de las inversiones en Asia Central fluye hacia Kazajistán, por un monto de $350 mil millones de dólares en las últimas dos décadas. En primer lugar, entre esos inversores se encuentran Holanda, Estados Unidos, Suiza y China, respectivamente. A pesar de su proximidad, Rusia es solo el quinto mayor inversor en Kazajistán.
El único papel que Putin puede desempeñar para Tokaev es el de Nicolás I, es decir, actuar como gendarme. Queda por ver qué promesas se le hicieron a Putin a cambio de su apoyo. A pesar de cualquier quid pro quo entre Putin y Tokaev, Putin claramente tiene razones internas para intervenir en Kazajistán: la creciente ira y frustración de los trabajadores de Kazajistán refleja la de sus hermanos y hermanas rusos.
Está claro que, a corto plazo, el desarrollo de los acontecimientos fortalecerá la posición de Rusia no solo en Kazajistán, sino en toda Asia Central. Pero a la gente no le gustan los gendarmes: cuanto más activamente se involucre Putin en los asuntos de Kazajistán, mayor será el descontento tanto de la clase dominante de Kazajistán como de los trabajadores kazajos. Además, la intervención del contingente de la CSTO, en su mayor parte compuesto por tropas rusas, corre el riesgo de complicar la situación interétnica en Kazajistán.
Entre otras cosas, el levantamiento de enero confirmó una vez más el estado de la naturaleza débil y dependiente del régimen kazajo, cuyo papel principal es proteger los derechos de propiedad y los intereses del capital transnacional. Como se describió anteriormente, durante décadas el gobierno burgués ha estado aplastando los sindicatos y manteniendo al grueso de la población en el sometimiento y la pobreza, en otras palabras, creando un buen clima de inversión para un país especializado en la extracción y exportación de materias primas. En relación con los acontecimientos de enero, se ha formado una ‘alianza impía’ de todos los principales imperialistas de la región y del mundo para apoyar al gobierno actual, incluidos la Federación Rusa, los EE.UU., la UE, China y Turquía. Esta rara unanimidad se debe al hecho de que todos los actores internacionales están satisfechos con el estado de cosas en el Kazajistán moderno, y la perspectiva de que las masas consigan sus reivindicaciones económicas y democráticas representa una amenaza no solo para los capitalistas kazajos, sino también para los del extranjero.
Perspectivas y el camino a la victoria
La fase candente del levantamiento ha terminado y comienza un período de enfriamiento y reflexión, durante el cual todas las partes involucradas deberán evaluar lo sucedido, extraer las lecciones pertinentes y mirar hacia el futuro.
Desde el comienzo mismo de la crisis de enero, el régimen ha aplicado una combinación de concesiones y medidas represivas. Las autoridades no tienen otra opción que continuar con tácticas similares para intentar restaurar al menos parte de su legitimidad y fortalecer su posición. El discurso de Tokaev ante el parlamento el 11 de enero es indicativo de este enfoque.
Por un lado, el presidente apeló a la burguesía, las capas adineradas y los asustados habitantes de la ciudad de clase media. En este sentido, se ha anunciado todo un abanico de medidas para reforzar las fuerzas de seguridad, que incluirán un fuerte incremento de su financiación para la modernización técnica, más mano de obra y un importante aumento de salarios. Después de todo, los acontecimientos de enero demostraron que incluso muchos miembros de las fuerzas de seguridad no son leales al gobierno y, a menudo, no quieren defenderlo.
Mucho más importante, Tokaev adoptó enfáticamente una retórica que enfatizaba la justicia social y criticaba la desigualdad en la sociedad, junto con ataques directos e indirectos contra los “grupos oligárquicos financieros” como “beneficiarios clave del crecimiento económico”. Las élites políticas dentro de Kazajistán también fueron atacadas, acusadas explícitamente de corrupción y de utilizar fondos estatales para intereses personales. En palabras de Tokaev: “Conocemos a todos [los involucrados en la corrupción] por su nombre”. Aunque en realidad no mencionó un solo nombre, su discurso incluyó un ataque velado a Nazarbayev: “Gracias al primer presidente, Elbasy, apareció en el país un grupo de empresas muy rentables y una capa de personas ricas incluso para los estándares internacionales. Creo que ha llegado el momento de rendir homenaje al pueblo de Kazajistán y ayudarlo de manera sistemática y regular”. No llegó a decirlo abiertamente, pero sugirió claramente que Elbasy y su familia habían sido destituidos del poder. Tokaev está tratando de convencer a la opinión pública de que el principal obstáculo, el antiguo autócrata corrupto, ha sido eliminado y que el presidente en ejercicio, habiendo obtenido pleno poder, finalmente podrá “poner las cosas en orden”, llevar a cabo reformas urgentes y luchar contra la corrupción.
Hasta cierto punto, esta táctica ha funcionado. Hoy en Kazajistán, se puede observar una gama bastante amplia de reacciones al discurso de Tokaev, desde una aprobación entusiasta hasta un interés cauteloso, lo que refleja una capa significativa de la opinión pública que, en general, está lista para dar cierto grado de confianza al presidente, o al menos concederle un ‘período de prueba’ para ver si cumple sus promesas.
Pero estas ilusiones pronto se disiparán, tanto por las peculiaridades del sistema político de Kazajistán como por la realidad de la economía de mercado capitalista, de la que Tokaev sigue siendo un firme defensor. En primer lugar, no está del todo claro hasta qué punto podrá hacer valer su autoridad entre las diversas facciones y ‘clanes’ del establishment en Kazajistán. A juzgar por las reorganizaciones muy modestas en el gobierno y el aparato estatal emprendidas hasta ahora (aparte de las purgas a gran escala en las estructuras del KNB y, en menor medida, del Consejo de Seguridad), el presidente no puede o no quiere tomar medidas serias. Entre sus reformas anunciadas, no hubo una sola que pudiera llamarse ‘democrática’.
En segundo lugar, la clase dominante tampoco tiene los medios materiales ni las herramientas para lograr mejoras serias a largo plazo en la esfera socioeconómica. Ya se sabe que la regulación de precios del autogás y otros combustibles vehiculares, anunciada en los primeros días de las protestas, se hará cubriendo los costos del sector privado, es decir, compensando a las empresas por la diferencia entre el precio real de mercado y el precio de venta al público. Los fondos para compensar el déficit provendrán del tesoro estatal y, en última instancia, del valor producido por la clase trabajadora de Kazajistán. Esta debería ser una lección reveladora de que la verdadera regulación de precios es imposible en una economía de mercado.
Todavía no está claro qué medidas pretende tomar Tokaev en cumplimiento de sus promesas de aumentar los ingresos de la población, reducir el desempleo y crear movilidad social. Algunas victorias notables en términos de aumentos salariales ya se han logrado mediante huelgas y otras acciones combativas de los trabajadores de los yacimientos petrolíferos de Tengiz y varias empresas industriales en la región de Aktobe en el oeste de Kazajistán, que seguramente será una fuente de inspiración y una lección de lucha de clases para los demás trabajadores del país. Sin embargo, desde hace tres décadas, más que la corrupción y la malversación, el avance social del pueblo se ha visto obstaculizado por la amarga realidad política y económica del sistema capitalista y la posición de Kazajistán en el mercado mundial como exportador de materias primas. Finalmente, la economía kazaja ha sufrido durante mucho tiempo una alta inflación y la situación solo empeora. Ya sea que las autoridades opten por seguir interviniendo en el cambio de divisas, en el que gastaron $240 millones solo el 12 y 13 de enero, o por dejar que el tipo de cambio entre en caída libre, las consecuencias para la situación financiera de los ciudadanos y para el presupuesto del Estado serán graves.
Lejos de poder satisfacer las reivindicaciones socioeconómicas de la clase trabajadora del país, el gobierno de Tokaev es incapaz de siquiera detener el deterioro de su propia situación financiera. En tal situación, conservar el poder dependerá cada vez más de la represión. El régimen no tuvo miedo de ahogar en sangre el levantamiento de enero. Una ola de arrestos ya ha afectado a periodistas y activistas que participaron o simplemente informaron sobre mítines en varias ciudades. El Ministerio del Interior informa que ha detenido a miles de ‘terroristas’ (al 11 de enero, la cifra oficial se acercaba a los 10.000 arrestos), entre los que se encuentran los cargos de amotinamiento, sedición y delitos tipificados en los artículos de terrorismo del código penal. Es posible que, como en Bielorrusia, pronto nos enfrentemos a arrestos y penas de prisión simplemente para apoyar y compartir material en las redes sociales. También es probable que las autoridades intenten dividir el movimiento y dividir a los sectores insatisfechos de la sociedad en varias líneas (étnicas, religiosas y regionales) para desviar el potencial revolucionario del proletariado kazajo hacia los canales destructivos del nacionalismo, el fundamentalismo religioso e incluso el tribalismo.
Esto hace que sea aún más urgente que los trabajadores y jóvenes de Kazajistán saquen lecciones y conclusiones de la confrontación revolucionaria que arrasó el país y se preparen para continuar su lucha hasta el amargo final. El levantamiento de enero no fue un movimiento único. Diversos grupos sociales: trabajadores, intelectuales, jóvenes y pobres de la periferia y los suburbios de la ciudad participaroncon diferentes experiencias de lucha política, y la mayoría de las veces sin experiencia alguna. Si la cohesión y la organización de los trabajadores, la resiliencia de los viejos activistas políticos y la determinación y el espíritu intransigente de los jóvenes y los pobres hubieran confluido en un solo canal, el régimen de Tokaev se habría quedado sin oportunidad. Tal unidad no se logró debido a la falta de una dirección con visión clara. Estas fuerzas principales de los manifestantes estaban divididas social e incluso territorialmente. La clase trabajadora no pudo organizar y disciplinar a la juventud, mientras que las protestas puramente económicas en Kazajistán no pueden tener éxito sin una agenda democrática y socialista.
La consigna política principal de las protestas “Shal, ket!” (“¡Viejo, sal!”) ahora habla del pasado. Nazarbayev se ha ido y no volverá. Ahora, esta consigna legitima furtivamente a Tokaev y a su régimen. Necesitamos consignas nuevas y positivas para la transformación social de la sociedad en líneas democráticas. Las reivindicaciones para detener la represión, liberar a los presos políticos y activistas detenidos, y brindar total libertad de organización obrera y política están saliendo a la luz. El movimiento obrero debe abarcar las capas más amplias posibles de las masas trabajadoras y ofrecer su propia solución a sus principales problemas. En primer lugar, debe presentar reivindicaciones transitorias: la nacionalización de los sectores extractivo, manufacturero y financiero de la economía; expropiación organizada de todos los oligarcas; y pleno control público sobre los organismos encargados de hacer cumplir la ley, hasta su disolución y sustitución por la milicia popular para mantener la ley y el orden. La intelectualidad de izquierda debe allanar el camino a las masas, incluidos los elementos más atrasados. Debe hablar el lenguaje de las masas; debe encontrar una forma de expresión política que conecte con las aspiraciones de las masas. Si esto sucede, ¡entonces el movimiento revolucionario de las masas trabajadoras de Kazajistán será imparable!
Hace unas semanas, el PDAC (Partido de Alternativa Comunista), la sección italiana de la Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (LIT-CI), discrepó de nuestra posición en defensa de la revolución cubana y contra las movilizaciones reaccionarias del movimiento cubano 15N, pro-imperialista y a favor de la plena restauración del capitalismo en la isla caribeña. No es la primera vez que recibimos estas atenciones del compañero del PDAC, Francesco Ricci, que nos invitó a un debate de ideas. Tomamos nota de ello, también porque en otras ocasiones el propio Ricci solía proponer enfrentamientos políticos burlándose del tamaño real (o presunto por él) de los grupos contra los que «polemizaba», como cuando nos definió como un «pequeño grupo» que publicaba «una pequeña revista»[1].
Por nuestra parte, no nos limitaremos a una respuesta sobre el análisis de la situación cubana y las consiguientes tareas para los marxistas, sino que intentaremos remontarnos a las raíces teóricas, al morenismo, a la gravísima desviación oportunista del PDAC y de la LIT-CI, que, de hecho, se han puesto del lado de la coalición «Archipiélago», punta de lanza del frente pro-imperialista que lucha por la completa restauración del capitalismo en Cuba.
Sólo a través de un análisis profundo, de hecho, es posible explicar los zigzags y «saltos mortales» teóricos de una corriente capaz, en las últimas décadas, de liquidarse políticamente dentro del peronismo en los años ’50; de equiparar a Fidel Castro con Lenin y Trotsky en los ´60[2]; de proponer un «frente único antiimperialista» a la junta militar argentina con motivo de la guerra de las Malvinas en 1982; de criticar la validez de la teoría de la revolución permanente de Trotsky primero en los años ‘60 y de nuevo en los ’80; considerar las contrarrevoluciones que restauraron el capitalismo en la URSS y los países del Este en 1989-1991 como «revoluciones democráticas»; considerarse «cercanos al ELS (Ejército Libre Sirio)»[3] – milicia pro-imperialista orquestada por la Turquía de Erdōgan en la guerra civil siria-; aplaudir a las bandas fascistas de la plaza Maidan en Ucrania como vanguardias de la revolución mundial[4] o considerar al movimiento talibán en Afganistán como antiimperialista[5].
Cuestiones de método y el ABC (del marxismo)
El camino al infierno, como sabemos, está pavimentado de buenas intenciones. Así, a pesar del declarado compromiso de debatir sin desvirtuar las ideas expresadas por el adversario, ya en la primera lectura del artículo de Ricci se nota su impulso por incluir en la polémica toda la parafernalia de citas cortas y a veces muy cortas sacadas de su contexto que le han servido durante años para producir, a intervalos casi regulares, el mismo artículo-collage sobre nuestros supuestos vicios (castrochavistas, entrismo estratégico y otras lindezas).
En este afán, las incorrecciones son numerosas. Antes de abordar el tema de Cuba, abordaremos los principales. Demos la palabra al propio Ricci:
Sinistra Classe Rivoluzione (SCR) y la Corriente Marxista Internacional (CMI) retoman la vieja concepción antimarxista de “gobiernos condicionados por las masas”. Es decir, al mismo tiempo que se oponen a los gobiernos burgueses «ordinarios», apoyan la posibilidad de que, bajo la presión de las masas, los gobiernos burgueses de «izquierda» (es decir, compuestos por partidos reformistas o que en cualquier caso consideran reformistas) puedan evolucionar en una dirección progresista. Sólo a la luz de esta teoría se puede explicar que la sección británica de la CMI haya luchado hasta hace poco por un gobierno del Partido Laborista (entonces encabezado por Corbyn) «con un programa socialista».
¡Grande es la confusión bajo el cielo! Aquí, de hecho, Ricci insinúa que Sinistra Classe Rivoluzione (SCR) piensa que la presión de las masas sobre un gobierno reformista puede producir un avance hacia el socialismo. El único argumento aportado para apoyar su tesis es la consigna de nuestros compañeros británicos de Socialist Appeal en la campaña electoral de 2018: «Los laboristas al poder con un programa socialista». Esta consigna, en un contexto objetivo en el que los revolucionarios son una pequeña minoría del movimiento obrero, sirve para acompañar la experiencia política de la gran masa de trabajadores que siguen siendo reformistas explicando lo que el Partido Laborista debería hacer para promover los intereses de los trabajadores, en caso de una victoria electoral, es decir, sin asumir ninguna responsabilidad por la conducta real de los dirigentes reformistas, en este caso Jeremy Corbyn. Esta consigna formaba parte de la herencia táctica del movimiento trotskista de los años ‘30 y de la propia Cuarta Internacional (CI) fundada en 1938: hasta 1947, de hecho, fue aplicada en situaciones concretas por la mayoría de las principales secciones de la CI, particularmente cuando se encontraban interviniendo en presencia de fuerzas socialdemócratas o estalinistas de masas (Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Italia, Austria, Alemania, Grecia, etc.)[6]
Pero Ricci también acaba polemizando contra Lenin que, criticando a la comunista inglesa Sylvia Pankhurst en 1920, escribió:
[Por el contrario], del hecho de que la mayoría de los trabajadores siguen todavía a los Kerenski y Scheidemann ingleses y no han tenido aún la experiencia de un gobierno formado por estas personas, experiencia que resultó indispensable en Rusia y Alemania para la transición de masas de los trabajadores al comunismo, de este hecho se deduce sin duda que los comunistas ingleses deben participar en la actividad parlamentaria y desde el parlamento deben ayudar a las masas trabajadoras a ver en la práctica los resultados del gobierno de Henderson y Snowden, de este hecho se deduce que los comunistas deben ayudar a los Henderson y Snowden [líderes reformistas del Partido Laborista] a superar la coalición de Lloyd George y Churchill.
Actuar de otro modo es obstaculizar la causa de la revolución, pues sin un cambio de opinión de la mayoría de la clase obrera la revolución es imposible, y este cambio es producto de la experiencia política de las masas, nunca es el resultado de la propaganda únicamente.[7]
La corrección de las tácticas seguidas por nuestra Internacional también ha recibido, recientemente, una rotunda confirmación por parte de un feroz enemigo de clase: el servicio secreto británico. De hecho, unos archivos recientemente desclasificados del MI5 atestiguan que, en los años ‘70, el crecimiento de Militant, antecesor del Socialist Appeal, dentro del Partido Laborista, alarmó también a los servicios secretos de Su Majestad, preocupados por la posible conexión entre las ideas revolucionarias del marxismo y la masa de trabajadores adheridos a ese partido (ver https://www.marxist.com/how-mi5-came-to-see-militant-as-a-subversive-threat.htm). Sin embargo, las cuestiones de táctica revolucionaria parecen ser un libro cerrado para el grupo dirigente del PDAC, que debería tener la coherencia de acusar a Lenin y a Trotsky de revisionismo. Ricci, por el contrario, en lugar de detenerse y analizar más a fondo sus posiciones a la luz de los clásicos del marxismo, procede con su habitual acusación:
Esta posición revisionista sobre el Estado se combina en la CMI SCR con un rechazo del partido de vanguardia tal como lo entendían Marx y Lenin. Ya hemos tratado este tema en un artículo de hace algunos años, al que nos remitimos: «Nuestras diferencias con el SCR (y las diferencias de SCR con el marxismo).
Baste decir aquí que la CMI y el SCR tienen, en esta cuestión, una concepción que ve en los trotskistas un acicate para la evolución de los supuestos sectores dirigentes progresistas de los partidos reformistas, y los partidos reformistas son vistos como las organizaciones «naturales» de la clase. De ahí la norma de construir el entrismo permanente en ellos (incluso cuando ya se han transformado durante décadas en organizaciones puramente liberales, como es el caso del Partido Laborista británico, que ahora los está expulsando). La única excepción a esto es cuando (como en Italia) no hay un partido al que afiliarse, por lo que acuden a la construcción externa a la espera de que surja un partido al que afiliarse (hasta hace unos años SCR esperaba la construcción de un “partido de los trabajadores” de la mano de… Landini)«.
También en este caso, Ricci, demasiado aficionado a su crítica, que se resume en la manida expresión de «entrismo permanente», evita enfrentarse a la realidad. Ricci, en efecto, nos acusa más bien calumniosamente de haber rechazado la concepción del partido de vanguardia y, construyendo una prueba a favor, escribe que habríamos esperado pasivamente la construcción de un »partido de trabajadores» a manos… de Landini. En este caso, afortunadamente, los hechos hablan por sí mismos. Y son duros de mollera, como le gustaba recordar a Lenin. ¿Cuáles son los hechos?
En 2006, los compañeros se separaron del Partido de la Refundación Comunista (PRC) para formar el PDAC. No está claro con qué criterio de «principio» en los 15 años anteriores, más o menos, la participación (incluso en los niveles de dirección) en un partido reformista como el PRC era aceptable, mientras que a partir de entonces habría constituido un «rechazo al partido de vanguardia». En cualquier caso, la trayectoria del PDAC comenzó allí. Pero entre proclamar ser un «partido» y serlo realmente, hay una gran distancia.
En los últimos 15 años, los camaradas del PDAC han polemizado repetidamente contra nuestra organización sobre este punto, acusándonos en esencia de renunciar a la tarea de construir un partido revolucionario. Pero los hechos hablan por sí solos: en los últimos años, las fuerzas reunidas inicialmente por el PDAC se han reducido, en parte debido a una serie de escisiones y conflictos internos. Autoproclamarse un partido, o proclamar «frentes de lucha» de los que la clase obrera no tiene el menor conocimiento, es sólo una práctica autorreferencial o autoconsoladora, no es «leninismo».
En cuanto al trabajo realizado en los últimos años por nuestra organización a nivel de la difusión de las ideas marxistas, la construcción entre los jóvenes, en los centros de trabajo, en el movimiento sindical, en el movimiento ecologista, de mujeres y otros, cualquiera que juzgue objetivamente no puede dejar de ver que está, en cantidad y calidad, por encima del realizado por cualquier otra organización. Y tenemos la impresión de que ésta no es la menor de las razones por las que el camarada Ricci siente periódicamente el impulso de atacarnos con artículos como el que aquí comentamos.
Antes de abordar específicamente nuestra posición sobre Cuba, y la crítica de la LIT-CI, debemos llamar la atención sobre nuevas imprecisiones en el sistema de «collage» de citas utilizado por Ricci. Ricci escribe que uno de nuestros artículos (Jorge Martín, «Cuba: el VIII Congreso del PCC y los retos a los que se enfrenta la revolución cubana», 15/6/2021) es «todos elogios para Raúl Castro… Y, en un arranque de imaginación, Raúl Castro se compara con Lenin, que durante el debate sobre la NEP defendió la importancia del monopolio del comercio exterior».
Maliciosamente, Ricci recorta las citas para uso de sus lectores, con el único propósito de poder fundamentar la impresión de que SCR y la Corriente Marxista Internacional (CMI) apoyan la perspectiva de una reforma de la burocracia cubana. Un párrafo entero del artículo de Jorge Martín se titula «Diferencias con la NEP» pero, de esto, no hay ni rastro en el «corta y pega» de Ricci. En cualquier caso, esto es lo que escribimos:
Claramente el discurso de Raúl Castro en el VIII congreso iba dirigido contra aquellos que quisieran avances rápidos hacia la restauración del capitalismo, algo que no podemos sino aplaudir. Sin embargo, el problema es que las reformas económicas aplicadas hasta ahora van justamente en esa dirección, aunque quizás no todo lo rápidamente que algunos quisieran.
Como hemos explicado anteriormente, las medidas adoptadas bajo la rúbrica de la Tarea Ordenamiento van en la dirección de aumentar los mecanismos de mercado dentro de la economía cubana, aplicarlos a la valoración de la eficiencia de las empresas del sector estatal, primar los incentivos materiales y la competencia entre empresas, la eliminación del principio de universalidad de las políticas sociales, etc. […]
En realidad, a pesar de las palabras de Raúl Castro en su informe, el rumbo de la política económica en Cuba es claro. Las medidas aprobadas ya hace 10 años y sobre todo el golpe de timón del Ordenamiento representan un conjunto de reformas que tienen su propia dinámica: la del fortalecimiento del mercado en detrimento de la planificación, y el fortalecimiento de la acumulación privada en detrimento del sector estatal. Esta dinámica es independiente de la voluntad subjetiva del que aplica las reformas.»[8].
Apelamos a la capacidad de nuestros lectores para juzgar lo que queda de las calumnias difundidas por el PDAC.
Revolución y contrarrevolución en Cuba
El 14 de noviembre de 2021, el título de una declaración de la LIT-CI fue: «Cuba. ¡Pleno apoyo y solidaridad con la movilización del 15N! Rechazo a todo intento de injerencia imperialista».
En el cuerpo del artículo, se afirma que «la protesta convocada por el grupo Archipiélago y decenas de activistas que participaron en el 11 de julio pide esencialmente la liberación de los presos políticos y, en términos generales, la garantía de los derechos democráticos fundamentales en el país, como la libertad de expresión, de reunión y de organización. No es una acción política espontánea, como la del 11 de julio, pero su eje reivindicativo es progresista. [9]
Para salvar las formas de una capitulación frente a las fuerzas pro-imperialistas, la LIT-CI se apresura a dar un consejo a los organizadores de las protestas previstas para el día siguiente: «Por un lado, Archipiélago y los principales organizadores de la marcha tienen la obligación de salvaguardar la más estricta independencia política frente al imperialismo, frente a sus agentes y, en este sentido, promover la autoorganización y la libre participación democrática de amplios sectores de la clase obrera descontenta«[10].
¿Quiénes son los promotores de Archipiélago y qué quieren? Nuestro compañero Jorge Martín ha hecho un excelente análisis:
El principal promotor de la plataforma Archipiélago es el dramaturgo Yunior García Aguilera. Recientemente fue incorporado al “consejo deliberativo” de Cuba Próxima, una de tantas organizaciones dedicadas a promover la restauración capitalista (“el estado de derecho”) en Cuba. Para que se hagan una idea del carácter de este cenáculo, participa en su “comité asesor internacional” Esperanza Aguirre, la reaccionaria política española del PP salpicada por varios escándalos de corrupción. Pero eso no es lo peor. Entre otras “joyas”, el “consejo deliberativo” de Cuba Próxima incluye a Orlando Gutiérrez-Boronat, dirigente del llamado Directorio Democrático Cubano y la Asamblea de la Resistencia Cubana, ambas organizaciones del exilio reaccionario en Miami que reciben millones de dólares de diferentes agencias gubernamentales de EEUU (NED, USAID, IRI), etc. El 12 de julio de este año, Gutiérrez-Boronat bramaba desde Miami exigiendo una intervención militar de EEUU en Cuba, algo que ya había pedido en diciembre del año 2020.[11]
Para los que todavía tienen dudas sobre un posible carácter «indefinido» de Archipiélago, recordamos su eje programático fundamental:
Para que no quede duda, el programa de 50 medidas anunciado por el Consejo es bien explícito: “El fin último … debe ser convertir a Cuba en una economía de mercado en la que el sector privado, las empresas de titularidad privada, sean el eje de la economía”, lo que se lograría mediante un “proceso de privatización abierta y transparente de empresas, organismos y activos estatales, incluyendo la tierra productiva”. A este paquete de medidas restauracionistas y monetaristas añaden un “plan especial a la compensación por las expropiaciones del período revolucionario” que permitiría “la mejora de las relaciones con Estados Unidos” (léase “subordinación vasalla”)[12].
Haber ofrecido a la asociación «Archipiélago» su «pleno apoyo», aunque sea desde la distancia, es situarse en el terreno de la contrarrevolución, más allá de cualquier deseo subjetivo. El líder de Archipiélago que la LIT-CI califica de «progresista» y al que se dirige, Yunior García, a su llegada a España se reunió con representantes del PP y con el golpista venezolano Leopoldo López.
En realidad, esta posición es una especie de «campismo al revés», es decir, una tendencia sistemática a unirse a cualquier movimiento que se oponga a lo que el PDAC llama «castrochavismo», manteniendo abierta, en caso de triunfo de la reacción, la posibilidad de lavar la conciencia afirmando que siempre se ha estado a favor de la independencia de la injerencia burguesa y del imperialismo. Precisamos, desde nuestro punto de vista, que la lucha irreconciliable contra las facciones abiertamente pro-imperialistas de la emigración cubana no puede ser suficiente:
Hoy la revolución está amenazada no sólo por la CIA o la burguesía cubana de Miami, sino también por un peligro más insidioso: el de una restauración capitalista según el modelo chino o, para usar un término común a Cuba, según el modelo vietnamita.
En los últimos meses se han anunciado nuevas liberalizaciones que permiten el trabajo privado además de 2000 profesiones (antes 127) con empresas que pueden emplear hasta 100 personas. En la actualidad, la empresa privada emplea a más de 600.000 personas, el 13% de los trabajadores cubanos, el 40% de los cuales trabajan en la industria turística y el transporte. Esta es la base material del aumento de la desigualdad social, un cáncer que destruye la economía planificada desde dentro y que hoy representa la mayor amenaza para el futuro de la revolución[13].
Para defender los logros de la revolución, en nuestra opinión, los elementos clave son la lucha por la democracia obrera y el internacionalismo proletario. Estamos seguros de que este eje estratégico global nos permitirá dialogar con aquellos movimientos, como los «Pañuelos Rojos», que, aunque de momento minoritarios y heterogéneos, expresan las tendencias revolucionarias más fértiles que están surgiendo en el seno de la juventud comunista en Cuba («Por supuesto que es sólo el principio, pero en algunos discursos ha surgido que ‘la mejor manera de combatir la contrarrevolución es la revolución”. Consignas como “abajo la corrupción, abajo la desigualdad, abajo el capitalismo, abajo el machismo, abajo la homofobia” muestran cómo este sector busca una salida revolucionaria a la crisis que agobia al país» (ibíd.).
Para dejar claro que no se trata de exigir «más socialismo», Jorge Martín escribió, en diálogo con el joven comunista cubano Aybar, que «Nosotros diríamos que no se trata de “adicionar el control desde abajo”, no se trata de dar “un mayor poder”, sino que la auténtica democracia obrera se basa justamente sobre este principio, el de la participación democrática y vinculante de la clase obrera en la toma de decisiones, en la gestión de todos los asuntos comunes. Todo el poder debe de estar en manos de la clase trabajadora.»[14].
En conclusión, las tareas de la nueva generación de revolucionarios en Cuba también pueden resumirse para nosotros de esta manera:
Es necesario que estos debates que se están dando entre los comunistas cubanos se profundicen. La hora es grave. La revolución cubana está en una encrucijada decisiva. Para defenderla es necesario abrir la discusión y rearmar ideológicamente la vanguardia, particularmente la juventud. Hay que exigir que todas las corrientes de opinión revolucionarias tengan cabida en los medios de comunicación públicos. Para enfrentar a la contrarrevolución es indispensable confrontar a la burocracia con “métodos confrontativos” y “de agitación pública”. Hay que pasar de las palabras a los hechos. No hay tiempo que perder.[15]
«Reforma de la burocracia», «todo son alabanzas a Raúl Castro», etc.: ¿qué queda de las calumnias de Ricci? Por el contrario, la posición del PDAC y la LIT-CI, basada en el supuesto erróneo de que el capitalismo ha sido restaurado en Cuba desde hace varias décadas (nótese, de paso, que Ricci casi glosa la cuestión económica), los ha llevado directamente a los brazos de la reacción pro-imperialista.
Los orígenes del morenismo (1944-1960): ¿Perón o no Perón?
El inicio de la trayectoria política de Hugo Miguel Bressano (1924-1987), alias Nahuel Moreno, fundador y dirigente de la LIT-CI (corriente internacional a la que se adhiere el PDAC), se remonta a los primeros años de la década de 1940, cuando siendo un joven estudiante se afilia al Partido Obrero de la Revolución Socialista (PORS), considerado entonces por la dirección de la IV Internacional como un intento de unificación del trotskismo argentino. Moreno fue separado del PORS en 1942, incorporándose a la Liga Obrera Revolucionaria (LOR) de Liborio Justo, alias Quebracho, de la que a su vez sería expulsado unas semanas después. Tras la desintegración del PORS, de la que nacieron una docena de grupos rivales, en 1944 Moreno fundó el Grupo Obrero Marxista (GOM), que desde noviembre de 1946 publicó la revista Frente Proletario. En ese contexto, el debate en la izquierda se centró en la naturaleza del naciente movimiento peronista.
La Segunda Guerra Mundial había sido el punto de inflexión que creó las bases del peronismo. De hecho, como la mayor parte de la industria europea y norteamericana se había reconvertido a la producción de guerra, Argentina tuvo la oportunidad de impulsar sus exportaciones, acumulando enormes sumas de divisas para financiar los planes de desarrollo. Desde mediados de los años ‘30 hasta 1943, el número de trabajadores empleados en la industria pasó de 600.000 a un millón. Por primera vez en la historia nacional, la producción industrial superó a la agrícola.
Esta situación objetiva reavivó la idea de que Argentina podía tener un desarrollo capitalista «independiente». Sin embargo, por diferentes razones, ninguna fuerza política tradicional (ni los conservadores, ni la Unión Cívica Radical) coaguló un movimiento de masas sobre la base de esa estrategia. Por lo tanto, les correspondió a los militares, reunidos en el Grupo Obra de Unificación (GOU), llenar el vacío y derribar el gobierno del general Castillo. El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 fue muy peculiar, porque su objetivo era evitar que el poder político quedara en manos de la oligarquía argentina, que quería subordinar completamente el país al imperialismo. La burguesía nacional, que también estaba representada por el coronel Domingo Perón, que hasta 1945 estuvo a cargo de la Secretaría de Trabajo y Planeamiento (una especie de ministro de trabajo), decidió utilizar esta acción de fuerza para oponerse a los sectores económicos que estaban dispuestos a la «colonización» yanqui. El GOU tenía simpatías por los países del Eje, aunque mantuvo la neutralidad de Argentina hasta el 28 de marzo de 1945, cuando se unió al ya victorioso frente aliado.
Sin embargo, las fórmulas, las declaraciones y los uniformes no son suficientes para caracterizar un régimen o un movimiento político. La política de Perón se basaba en la participación subordinada de las masas trabajadoras en la gestión del capitalismo. Sobre la base de las reformas sociales más importantes concedidas en Argentina en el siglo XX (aumentos salariales, derechos de pensión, vacaciones pagas, estatuto del peón rural, etc.), la popularidad de Perón entre los trabajadores, especialmente los grupos más recientemente proletarizados, creció enormemente, junto con la de los miembros de «su» Secretaría de Trabajo y Planificación que participaron en la reorganización de la Confederación General del Trabajo (CGT, una central sindical que en 1945 superaba el medio millón de afiliados).
Trotsky, en 1938, aplicando la teoría de la Revolución Permanente de forma no esquemática, había dado una explicación científica de aquellos procesos en los que miembros de la burguesía, como Lázaro Cárdenas en México, intentaban oponerse al imperialismo:
En los países industrialmente atrasados, el capital extranjero desempeña un papel decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional frente al proletariado nacional. Esto da lugar a un poder estatal de un tipo especial. El gobierno hace malabarismos entre el capital extranjero y el autóctono, entre la débil burguesía nacional y el proletariado relativamente fuerte. Esto da al gobierno un carácter bonapartista sui generis de tipo especial. Se sitúa, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en un instrumento del capital extranjero y manteniendo al proletariado encadenado con una dictadura policial o bien maniobrando con el proletariado e incluso llegando a hacerle concesiones, asegurando así la posibilidad de una cierta libertad frente a los capitalistas extranjeros. La política actual (de Cárdenas) entra en la segunda categoría: sus mayores logros son la expropiación de los ferrocarriles y las industrias petroleras. Estas medidas están directamente en el nivel del capitalismo de Estado. Sin embargo, en un país semi-colonial, el capitalismo de Estado está sometido a una fuerte presión del capital privado extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores. Por eso, sin dejar que el poder real se desborde, intenta que las organizaciones obreras asuman una parte considerable de la responsabilidad del curso de la producción en los sectores nacionalizados de la industria[16].
Estas consideraciones, así como las de Lázaro Cárdenas, encajan en aquellos movimientos y regímenes, comúnmente llamados populistas, que han atravesado América Latina: desde Vargas en Brasil hasta Arbenz en Guatemala, desde el APRA peruano hasta Perón en Argentina. El hecho de que la burguesía nacional no sea capaz de actuar de forma coherente desde un punto de vista revolucionario no significa, por tanto, que en determinadas circunstancias no pueda entrar en conflicto con el capital extranjero y el imperialismo.
De ahí la permanente contradicción que daría lugar a la particular dinámica del régimen surgido en 1943. La polarización de la sociedad en dos campos no sólo dividió a la clase dominante, sino también a las organizaciones del proletariado. El Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista Argentino (PCA) formaban parte de la oposición conservadora y liberal de la Unión Democrática, dirigida de hecho por Braden, el embajador estadounidense en Buenos Aires.
Entre la miríada de grupos formados por el fracaso del PORS, el GOM de Moreno fue sin duda el que mantuvo su distancia con la ola de luchas obreras que en 1945-1947 hizo emerger al peronismo como fuerza hegemónica entre la clase obrera, alineándose en efecto con la crítica a ese movimiento por parte de las corrientes burguesas «democráticas» esclavizadas al imperialismo. Según Moreno, se trataba de un «movimiento ficticio alentado y apoyado por funcionarios estatales y policiales»[17]. La compleja relación entre el gobierno peronista y los sindicatos obreros quedó relegada a una fórmula altisonante pero totalmente impresionista («los sindicatos oficialistas son fascistas o semifascistas»[18]).
Al mismo tiempo, el GOM ofrecía asesoramiento a los sindicatos dirigidos por el PS y el PCA. Presa de un sectarismo visceral hacia las movilizaciones obreras encabezadas por el movimiento peronista, el GOM las abandonó, calificando el apoyo del imperialismo norteamericano a la Unión Democrática como una distracción. En esa situación, ciertamente compleja, una organización marxista debería haber participado en las movilizaciones del sector obrero del peronismo manteniendo una plena independencia de clase y separándose claramente de la Unión Democrática.
Cuando la presión imperialista llevó a la detención de Perón, fue una acción de los trabajadores la que arrancó a Perón de la cárcel con la movilización del 17 de octubre y obligó a la CGT a decretar la huelga general el 18 de octubre de 1945.
Cuatro meses después, el propio Perón ganó las elecciones presidenciales.
En 1948 el GOM se transformó en el Partido Obrero Revolucionario (POR), pero su posición no cambió. Todavía en 1949 Moreno definió la huelga del 17 de octubre de 1945 como una «movilización fabricada por la policía, los militares y nada más»[19]. Entre 1945 y 1953 la consigna del grupo Moreno fue «¡frente unido contra la CGT! En general, la neutralidad frente a la injerencia imperialista en la vida política del país llevó al POR a acusar a los partidos burgueses de no luchar hasta el final contra el peronismo -de hecho, lo hicieron pero sin necesitar el asesoramiento de Moreno- y a permanecer pasivos frente a la intentona golpista de septiembre de 1951, cuando el Frente Proletario tituló al mejor estilo de Pilatos: «Contra el peronismo, el golpe, la oposición burguesa»[20].
En realidad, el POR se inclinaba hacia la oposición liberal burguesa, como atestigua su campaña a favor de la restitución a los antiguos propietarios del periódico pro-imperialista La Prensa, cerrado por Perón después de que sus columnas lanzaran llamamientos al derrocamiento del gobierno en febrero de 1951. En ese caso, el POR amalgamó la reivindicación democrática a favor de los periódicos del movimiento obrero -Frente Proletario y Voz Proletaria que también habían sido cerrados- con una lucha por la libertad de expresión de la burguesía vinculada al imperialismo norteamericano. Además, continuó el apoyo electoral al PCA, definido sin pudor como un partido cuyo programa incluía «formulaciones principales [que] coinciden con las de POR”[21].
Para cubrirse a su izquierda, el coronel Perón obtuvo la colaboración de un grupo escindido del PS que, en 1953, fundó el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN). Al año siguiente, el POR, con uno de los típicos giros de 180º de Moreno, se fundió en esta articulación izquierdista del peronismo. En retrospectiva, Moreno se justificó afirmando que recién entonces se dio cuenta de la fuerza del plan norteamericano de dominación de la Argentina, agregando que el PCA -que él mismo apoyó electoralmente- fue durante años «la correa de transmisión en el movimiento obrero de estos planes de colonización»[22].
El objetivo pasó a ser la construcción de un «partido centrista de la izquierda legal»[23]. Ante el golpe de 1955, la federación bonaerense del PSRN cuyo periódico era La Verdad y estaba dirigida por el antiguo POR, no se distinguió por una propuesta de movilización obrera independiente contra el golpe de Estado en marcha y se limitó a apoyar una solución institucional basada en la elección de un senador peronista perteneciente a la CGT como vicepresidente del Senado, en caso de que Perón renunciara[24].
Tras el golpe de 1955, Moreno formó el Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO), publicando Unidad Socialista, antecedente de Palabra Obrera (1957) que concretó el giro hacia una liquidación política dentro del peronismo (teorizado por Milciades Peña desde 1956 en las páginas de Estrategia). Palabra Obrera se subtituló «órgano del peronismo obrero revolucionario» y, posteriormente, «bajo la disciplina del Gral. Perón y del Consejo Superior Justicialista”. No era una cuestión de pura forma: el número de Palabra Obrera del 27 de marzo de 1958, por ejemplo, invitaba a seguir la orden de Perón y votar al candidato burgués Arturo Frondizi en las elecciones presidenciales, polemizando incluso con los grupos de la izquierda peronista opuestos al intento de reconciliación con el régimen y partidarios del voto en blanco. La dirección de Palabra Obrera comenzó a definir al «peronismo, en bloque, como revolucionario. (…) Con esto, caímos en la liquidación de Palabra Obrera como organización trotskista. Dejó de publicar la revista como tal. […] Durante algunos meses los militantes de Palabra Obrera fueron incluso a distribuir el periódico burgués Democracia»[25].
Cayendo en el absurdo, en 1958 Palabra Obrera publicó Los vende patria de Perón, que atribuía la caída de Perón en 1955 a un complot del «comunismo internacional». Curiosamente, ese mismo año Palabra Obrera se congratuló de «la derrota del gorila Fidel Castro en la huelga general de Cuba»[26]. Al año siguiente, fue aún más lejos, escribiendo que Castro era apoyado por empresas estadounidenses en fricción con Batista, a quien, en consecuencia, se presentaba, con cierta imaginación, como un Perón cubano.
No es de extrañar que, desde finales de los años ‘50, Palabra Obrera registrara una fuerte sangría de cuadros sindicales hacia el peronismo oficial. Esta auténtica «borrachera» pro-peronista volvería a desarrollarse cuando Perón regresó a Argentina a principios de los años ‘70, cuando la burguesía la utilizó para canalizar y reprimir el ascenso revolucionario de la clase obrera desencadenado por las luchas de 1969. Sin embargo, a partir de 1960, el impacto de los acontecimientos cubanos provocó un nuevo bandazo, esta vez en dirección a un pro-castrismo totalmente acrítico.
Cuba y la desviación “foquista”: Moreno contra Trotsky
La falta de atención a la teoría marxista llevó a Palabra Obrera a alinearse completamente con la dirección castrista que había dirigido la Revolución Cubana de 1959-1962. Esto implicó también una claudicación a las teorías, entonces muy de moda en América Latina y fuera de ella, sobre la centralidad de la guerrilla campesina como estrategia fundamental de la revolución socialista. En 1962, el revisionismo de Moreno ya era desenfrenado: «La vida ha puesto de manifiesto las lagunas, las omisiones y los errores del programa de la Revolución Permanente», ante todo porque «no menciona la guerra de guerrillas y sólo menciona fugazmente las consignas del mundo agrario»[27]. En pleno eclecticismo, los referentes concretos de Moreno pasaron a ser Fidel Castro y Mao Tse-tung:
Las revoluciones cubana y china comenzaron en circunstancias que los marxistas clásicos definen como objetivamente desfavorables. Aunque no hubo grandes luchas sociales, un puñado de hombres inició la lucha armada; este grupo, sin embargo, transformó las condiciones haciéndolas favorables. Hay que ampliar el concepto clásico de situación objetivamente revolucionaria: basta con que haya una serie de condiciones sociales insoportables y grupos sociales dispuestos a combatirlas apoyando a las masas que las sufren[28]
Con formulaciones que retrotraían el pensamiento político casi a los planteamientos de Mazzini de la época del Risorgimento, sobre el «golpe de gracia» de un puñado de rebeldes, Moreno propició otra sangría de militantes, esta vez en dirección al «foquismo» guerrillero. Ángel Bengochea, uno de los principales dirigentes de Palabra Obrera, regresó de Cuba convencido de la necesidad de pasar a la guerrilla; otros militantes argentinos, encabezados por Daniel Pereyra[29], apoyaron el intento de guerrilla de Hugo Blanco en Perú.
Al mismo tiempo, el apoyo acrítico a Castro se convirtió en adulación absoluta:
«Nuestra admiración, respeto, reconocimiento hacia ellos como líderes del proceso revolucionario latinoamericano no tiene límites. En el caso de Fidel Castro, no tenemos ninguna duda en considerarlo, junto con Lenin y Trotsky, uno de los mayores genios revolucionarios de este siglo»[30].
Al año siguiente, en plena continuidad con la línea foquista, se inició el proceso de fusión con el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP), grupo tucumano liderado por Mario Roberto Santucho. De esta fusión nació el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que desde su origen manifestó dos posiciones políticas incompatibles. En lugar de aclarar sus diferencias, tanto Moreno como Santucho trataron de utilizar la fusión con el otro sector como instrumento -¡un partido al estilo bolchevique!-. Tras un interludio de una década, en 1963 el grupo de Moreno se había reincorporado al Secretariado Unificado-Cuarta Internacional (SU-CI) dirigido por Ernest Mandel, Pierre Frank y Livio Maitán, que tampoco criticaban el ascenso de Castro y estaban a favor de un cambio hacia la lucha armada en América Latina.
El paso de amplios sectores del PRT hacia el desastroso atajo de la guerra de guerrillas comenzó en 1966-1967. Moreno sólo se echó atrás a principios de 1968, pero, para Bolivia, siguió impulsando la consigna «¡Todo el poder para el ELN (Ejército de Liberación Nacional)!»[31]. El IX congreso del SU-CI apoyó a Santucho, declarándolo simpatizante a la fracción de Moreno (PRT-La Verdad). Sólo tres años más tarde, los morenistas y el SWP estadounidense construyeron una tendencia interna en el SU-CI sobre la base de la oposición a la línea foquista, omitiendo, por supuesto, que habían compartido esta línea al menos desde 1963.
El frente único… ¡pero con la dictadura militar!
La crítica tardía al foquismo se combinó con un giro electoralista en Argentina. El PRT-La Verdad se fusionó con una sección de la socialdemocracia, el PS de Juan Carlos Coral. En las elecciones presidenciales de 1973, los candidatos a la presidencia del PSA (luego Partido Socialista de Trabajadores, PST) no eran dirigentes obreros surgidos del ciclo de luchas abierto con el Cordobazo de 1969, sino exponentes socialdemócratas grises como el propio Coral. Esta convergencia llevó al morenismo a posicionarse como el ala izquierda del campo peronista, éste a su vez en pleno giro a la derecha por la presión de la burguesía. En 1974, Coral llegó a participar con otros siete partidos en una reunión con Perón, al final de la cual se redactó un documento centrado en la defensa de las instituciones.
Incapaz de comprender la preparación del golpe, el periódico del PST Avanzada Socialista, escribió: «Ahora la batalla contra el gobierno, contra sus variantes y contra las distintas alternativas patronales se traslada al terreno electoral. Debemos prepararnos activamente para la batalla en este terreno»[32]. Persistiendo más allá de lo imaginable en esta perspectiva errónea, el PST trató de sacar una revista legal, poco más de un mes después del golpe de marzo de 1976, escribiendo que «en general, los delegados de los trabajadores fueron respetados. Sin embargo, algunas detenciones, algunos despidos, ciertas amenazas y la presencia del terrorismo de ultraderecha -cuya actividad continúa sin estabilizarse- dejan abierta la posibilidad de una persecución generalizada contra el activismo obrero»[33]. La represión de la dictadura militar golpeó con ferocidad al movimiento obrero. El PST también sufrió una terrible represión, con un centenar de mártires a los que también rendimos homenaje. El PST fue disuelto oficialmente por la dictadura, pero su producción teórica continuó sorprendentemente adaptándose a la nueva situación:
«Incluso hoy, y con razón, los militares dicen que no querían el golpe. Que se vieron obligados a hacerlo. (…) La patronal y las fuerzas armadas se opusieron a López Rega. Desconfiaban de él y no creían que sus métodos fueran la mejor manera de tratar con el movimiento obrero. Sin embargo, fue la clase obrera -incluida la burocracia sindical- junto a los sectores populares la que logró la semidestrucción del lopezreguismo»[34].
Pero la forma más orgánica de adaptación a la dictadura militar estaba aún por manifestarse. Tendría que esperar hasta abril de 1982, cuando la tambaleante junta militar gobernante en Argentina ocupó militarmente las Islas Malvinas, precipitando un conflicto militar con Gran Bretaña[35]. En ese contexto, como han recordado nuestros compañeros Michel Goulart Da Silva y Serge Goulart, Moreno «pensaba que había llegado la hora de un “Frente Único Antimperialista” (FUA) con la dictadura de Galtieri contra el gobierno imperialista de Su Majestad de Gran Bretaña. Desarrollando su pensamiento esquemático y lleno de fórmulas resbaladizas, Moreno estaba tan satisfecho con lograr un FUA (que tendría que terminar, por supuesto, con una revolución dirigida por él mismo), que no se dio cuenta de que era la dictadura militar, con sus 30.000 desaparecidos a cuestas, la que estaba atacando al Imperio Británico. Moreno no entendió que Galtieri estaba maniobrando con el nacionalismo argentino para intentar salvar aquella dictadura que había destruido sindicatos, partidos y libertades democráticas.»
El PST publicó un manifiesto que decía: «Como socialistas, como antiimperialistas y como argentinos reiteramos nuestra decisión de participar con todas nuestras fuerzas y con la máxima energía en la lucha que el pueblo argentino debe sostener para rechazar la agresión imperialista, cualquiera sea el gobierno y sin importar los riesgos que dicha lucha implique. Esta posición se mantiene y se mantendrá más allá de las diferencias irreconciliables que nuestra corriente mantiene con el Gobierno Militar» (Partido Socialista de los Trabajadores, «El mandato de la hora: derrotar al invasor», 1982)[36].
La iniciativa del PST fue plenamente compartida por la LIT-CI, fundado en 1981. Ricardo Napurí, entonces senador peruano elegido en las listas del POMR y miembro de la fracción de Moreno a nivel internacional, ha recordado recientemente su compromiso con el apoyo de Perú a la guerra de la dictadura de Galtieri. Napurí incluso promovió el viaje de una delegación internacional a Argentina, donde fue recibido por funcionarios del gobierno. Una excursión aérea a las Malvinas en la fuerza aérea argentina sólo fue imposible por la derrota militar de la dictadura[37].
La «Escuela de cuadros» [1984]: una nueva revisión del trotskismo
Tras la caída de la dictadura militar, con un enésimo bandazo, Moreno y el PST, de vuelta a la legalidad, saludaron la transición al gobierno civil como una «revolución democrática triunfante», abriéndose explícitamente a una teoría de la revolución, de origen menchevique, dividida en dos fases separadas y distintas[38]. La línea política se hundió en el electoralismo, base de una crisis posterior que fragmentó el Movimiento al Socialismo (MAS), nuevo nombre de la corriente morenista, en decenas de organizaciones rivales. El enfoque revisionista recibió una justificación teórica en un largo discurso de Moreno en una escuela de cuadros del PST celebrada en 1984.
A una teoría de la revolución socialista «por etapas», Moreno añadió el abandono de la perspectiva, central para los marxistas, del papel hegemónico de la clase obrera y la construcción del partido revolucionario mundial:
Debemos teorizar que no es obligatorio que la clase obrera y un partido marxista revolucionario con influencia de masas sea quien dirija el proceso de la revolución democrática hacia la revolución socialista. No es obligatorio que sea así. Al contrario: ha habido, y puede seguir habiendo, revoluciones democráticas que se convierten en socialistas en el ámbito económico. Es decir, revoluciones que expropian a la burguesía sin mantener a la clase obrera como eje esencial, o manteniéndola como participante importante, y no teniendo a la cabeza partidos marxistas revolucionarios, sino partidos pequeñoburgueses.[39]
Con estas declaraciones, Moreno había vuelto a poner la revolución democrática en el orden del día tanto en los países capitalistas avanzados como en los países coloniales o semi-coloniales dominados por el imperialismo. Para quienes no estaban de acuerdo con esta teoría, que hacía retroceder las agujas de la historia hasta el siglo XIX, Moreno estaba dispuesto a desatar la acusación de «maximalismo». Este cambio estratégico dispuso (y dispone) a Moreno a pactar con las corrientes burguesas que se oponían a un régimen dictatorial, abandonando cualquier mínima frontera de clase. Además, Moreno hizo explícito que «como paso hacia la revolución socialista, estamos a favor de un régimen burgués completamente distinto del régimen contrarrevolucionario»[40]. Con esta estrategia, un grupo marxista acabaría alineándose con la burguesía liberal y los reformistas en cualquier transición posdictatorial en la que la clase dominante pretendiera volver a ejercer su dominio a través de formas democrático-burguesas.
Esta visión se profundizó, en abierta polémica con Trotsky, en 1986:
Lo que Trotsky no planteó, aunque hizo el paralelismo entre el estalinismo y el fascismo, fue que incluso en los países capitalistas era necesaria una revolución de tipo político: destruir el fascismo para conquistar las libertades de la democracia burguesa, aunque fuera en el terreno de los regímenes políticos de la burguesía y del Estado burgués. Concretamente, no entendió la necesidad de una revolución democrática que liquidara el régimen totalitario fascista como parte o primer paso hacia la revolución socialista, y dejó este grave problema teórico sin resolver.[41]
En realidad, a pesar de las proyecciones personales de Moreno, Trotsky no dejó nada sin resolver. Más sencillamente, el revolucionario ruso dio una respuesta diametralmente opuesta a la del líder argentino. En la correspondencia que Trotsky mantuvo en 1930 con Pietro Tresso, Alfonso Leonetti y Paolo Ravazzoli (miembros del Buró Político del Partido Comunista de Italia que acababan de ser expulsados del partido por «trotskismo» y futuros dirigentes de la Nueva Oposición Italiana), reflexionando sobre las perspectivas políticas que se abrirían en Italia con la caída del régimen fascista, el fundador del Ejército Rojo propuso esta reflexión, también de método, tras haber partido de la premisa de que la naturaleza de la revolución que se avecinaba sería obrera y socialista y no «popular» y democrática:
«¿Significa esto que Italia no puede, durante un cierto tiempo, volver a ser un Estado parlamentario o convertirse en una «república democrática»? Opino -en perfecto acuerdo con usted, creo- que esta eventualidad no está excluida. Pero entonces no resultará como el fruto de una revolución burguesa, sino como el aborto de una revolución proletaria insuficientemente madura o prematura. En el curso de una profunda crisis revolucionaria y de luchas de masas en las que la vanguardia proletaria no sea capaz de tomar el poder, ocurrirá que la burguesía restablecerá su poder sobre una «base democrática». ¿Puede decirse, por ejemplo, que la actual república alemana es un logro de la revolución burguesa? Tal afirmación sería absurda. En 1918-19 hubo una revolución proletaria en Alemania que, privada de dirección, fue engañada, traicionada y aplastada. Pero la contrarrevolución burguesa se vio obligada a adaptarse a las circunstancias resultantes de esta derrota de la revolución proletaria, y de ella nació una república parlamentaria «democrática». ¿Está excluida la misma eventualidad -más o menos- para Italia? No, no está excluida. […] Sólo una nueva revolución proletaria puede derrocar al fascismo. Si esta vez tampoco está destinada a triunfar (debilidad del Partido Comunista, maniobras y traición de los socialdemócratas, de los masones y de los católicos), el Estado de transición que la contrarrevolución se verá obligada a establecer sobre las ruinas de su poder en forma de fascismo no puede ser otra cosa que un Estado parlamentario y democrático.[42]
En estas poderosas líneas de Trotsky, está contenida la clave para entender, aún hoy, cómo luchan las diferentes clases sociales y sus partidos durante las llamadas, y numerosas, transiciones «democráticas». En Moreno, el método de investigación adoptado por Trotsky se invierte: una «revolución proletaria insuficientemente madura» se convierte mágicamente en una «revolución democrática triunfante». Y la incomprensión del uso burgués de los medios «democráticos» de dominación sólo puede generar desastres políticos.
Después de Moreno: el mito de la revolución democrática y la confusión permanente (Siria, Ucrania, Venezuela, Afganistán, etc.)
Las teorías erróneas se corresponden necesariamente con errores en la acción política. Esta ley funcionó en el caso del morenismo incluso después de la muerte de Moreno en enero de 1987.
Así, frente a las contrarrevoluciones de 1989-1991, que abrieron el camino a la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y Europa del Este, la LIT-CI exaltó estos movimientos como «revoluciones democráticas» sin contenido de clase. Sin temor a ser grotesco, el gobierno pro-capitalista de Mazowiecki[43] en Polonia fue descrito como «un gobierno obrero en el marco de una dictadura no burocrática del proletariado»[44]. Se trata de una tontería tan evidente que incluso es difícil comentarla. Sin embargo, aún hoy la LIT-CI reivindica ese análisis, caracterizando la ruptura de la Unión Soviética como «un triunfo del trotskismo»[45] y una victoria mundial de los trabajadores.
La música no cambia si se examinan los acontecimientos de la política internacional más cercanos cronológicamente. La LIT-CI, como en el caso de las movilizaciones pro-imperialistas en Cuba, muestra una tendencia sistemática a confundir revolución y contrarrevolución.
En Siria, por ejemplo, después de que el movimiento popular de masas contra el régimen de Assad fuera aplastado por la guerra civil y la aparición del fundamentalismo islámico, la LIT-CI continuó sin cesar hablando de una revolución en curso, cayendo en posiciones abiertamente oportunistas hacia el sector de la oposición siria liderado por el Ejército Libre Sirio (ELS), una fuerza reaccionaria que ha estado particularmente bajo la influencia turca durante algunos años. Embelleciendo a los llamados rebeldes sirios, Daniel Sugasti, líder de LIT-CI, reconoció que esas milicias, consideradas como progresistas por su corriente, «están compuestas básicamente por el Ejército Sirio Libre, el Frente Islámico, la principal fuerza insurgente sobre el terreno con unos 45.000 soldados, y una extensa red de comités locales que en algunos casos administran ciudades arrebatadas a la dictadura»[46]. En el mejor de los casos se critica a la dirección del ESL por su «incapacidad» para llevar la lucha contra Assad hasta el final, mientras que del Frente Islámico de Alepo ha tenido la audacia de escribir que «independientemente de su programa islámico, su objetivo es luchar contra la dictadura junto a los rebeldes laicos»[47]. Cabe recordar que el Frente Islámico es una organización salafista, financiada por Arabia Saudí, que rechaza explícitamente cualquier forma de «democracia representativa» y cuyo objetivo es instaurar un califato. Aliados interesantes para apoyar desde el punto de vista de la «revolución democrática».
Concretamente, la LIT-CI ha propuesto nada menos que «una campaña de solidaridad incondicional, de apoyo total a la victoria militar de las masas populares sirias y de las milicias rebeldes del ESL, del Frente Islámico, de los comités locales, de los consejos locales y de un amplio abanico de sectores, laicos o no»[48], comparando la Siria de mediados de la década de 1910 con la España revolucionaria de 1936-1937[49]…
Pasando al cuadrante europeo, con una asombrosa ceguera para el análisis de las dinámicas de masas, en 2014 la LIT-CI calificó de «revolucionario» el movimiento ucraniano de la plaza Maidán, en realidad pro-UE y marcado por un importante componente neonazi, llegando a denunciar una situación que estaría marcada por «un ‘dualismo de poderes’ entre el ejercido por el autoproclamado ‘nuevo gobierno’ y el poder de la plaza Maidán», con sus comisiones y milicias, independientemente de que en ellas actúen sectores de extrema derecha, que pueden haber jugado un papel de «vanguardia» en los enfrentamientos con la policía, pero que siguen siendo sólo una parte de un movimiento popular mucho más amplio»[50].
Incluso recientemente, la sección rusa de LIT-CI ha mezclado analíticamente movimientos de naturaleza muy diferente, escribiendo que «La revolución ucraniana fue la culminación del gran ascenso social y la polarización vigente en el Viejo Continente, que comenzó con la «Generación Difícil» portuguesa y los «Indignados» españoles y continúa, en el momento de escribir este artículo, con la lucha de los «chalecos amarillos» en Francia»[51].
Así que los reiterados llamamientos de la LIT-CI a participar en Venezuela -¡con su propio programa, por supuesto! – en las movilizaciones convocadas por la derecha contra el régimen de Maduro, como en 2017 con motivo de las protestas lanzadas por la Mesa por la Unión Democrática (MUD) o en 2019 en los albores de la intentona golpista pro-imperialista de Guaidó[52].
Permítannos, por último, un último apunte. El impresionismo sin límites de la LIT-CI también «golpeó» con motivo de la retirada del imperialismo estadounidense de Afganistán en agosto de 2021. Dejemos claro que, como Corriente Marxista Internacional (CMI), nos hemos opuesto a la ocupación imperialista de Afganistán desde el primer día. Sin embargo, esto nunca nos ha llevado a conceder una licencia antiimperialista a los talibanes, uno de los movimientos más reaccionarios del mundo, fundado y alimentado en los años ‘90 bajo la protección -y financiación- del ISI, el poderoso servicio de inteligencia del ejército pakistaní. Este no es el caso de LIT-CI, que atribuye a los talibanes una función al menos parcialmente progresiva[53].
La historia del morenismo es una historia de zigzags, de giros y contra giros de 180 grados. Moreno tenía cierta capacidad oratoria y carisma, pero su principal limitación era un considerable impresionismo y una tendencia a la improvisación con los inevitables errores políticos a los que tal método conduce. No se trataba de simples errores tácticos, que son posibles en cualquier organización revolucionaria, sino de errores de principio, a veces macroscópicos. En 1970, el marxista británico Ted Grant, fundador de nuestra internacional, criticando el oportunismo del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (SU-CI) hacia los regímenes estalinistas chino y yugoslavo, caracterizó así a los dirigentes de esa corriente:
De esta manera reforzaron los errores de su actitud anterior, violando algunas ideas fundamentales del marxismo, esta vez en el polo opuesto. Repitieron este proceso como lo habían hecho antes los estalinistas: a cada gran giro de los acontecimientos zigzagueaban de una posición a otra, sin utilizar nunca el método marxista de analizar los acontecimientos desde el punto de vista original y corregir los errores, para alcanzar un nivel superior de pensamiento sobre esta base. Cada cambio de línea, cada giro táctico, caía bruscamente como una nueva revelación de lo alto, para ser administrada a los fieles en resonantes discursos y documentos. Esto, entre otros factores, fue una de las principales causas de la total incapacidad para orientarse correctamente en la evolución de los acontecimientos. La honestidad de los propósitos sólo puede ser alcanzada por quienes tienen confianza en sí mismos, en sus ideas y en su autoridad política. Sólo por estos medios se puede templar y educar a los cuadros del movimiento revolucionario para la gran tarea que enfrenta la humanidad.[54]
Estas líneas describen también la trayectoria de los grupos dirigidos por Moreno: un viaje perpetuo del oportunismo al sectarismo y del sectarismo al oportunismo, que ha condenado a las organizaciones de Moreno en más de una ocasión a pasar del campo de la revolución al de la contrarrevolución. Como demuestran las recientes posiciones adoptadas por la LIT en Siria, Ucrania, Afganistán y Cuba. Esta es, en definitiva, la escuela de Moreno. Los que pasaron por esa escuela hoy pretenden darnos lecciones de marxismo revolucionario. Libre de hacerlo, por supuesto, y los compañeros del PDAC no son ciertamente los únicos que se dedican a este ejercicio.
Normalmente, no respondemos a este tipo de polémica pública. Pero en este caso hemos decidido hacer una excepción. La razón es fácil de explicar. Hemos llegado a la conclusión de que la reciente polémica que nos han dirigido los compañeros del PDAC es fruto de una frustración y desorientación dictada por la crisis de su Internacional (con la grave y pesada escisión de la sección brasileña) y un clima de autocrítica que se generó en el Congreso Mundial de la LIT de 2018.
Los compañeros, en sus boletines, hablan del bajo nivel político de los cuadros, de la escasa cohesión en la dirección de las secciones nacionales e internacionales, del oportunismo manifiesto de algunos de sus dirigentes a nivel electoral y sindical y nos parece que este análisis pretende encontrar una posible salida. Seguimos este debate suyo con respeto, pero precisamente por eso hemos decidido intervenir y expresar nuestro punto de vista, que puede ser más o menos escuchado, pero que está inspirado en motivos sinceros.
Nuestro punto de vista es que el movimiento morenista, aunque provenga de la tradición trotskista, no ha sido capaz de resistir las presiones a las que se han visto sometidos los revolucionarios en la posguerra, y no ha ofrecido ni un freno ni una alternativa válida a la degeneración de la IV Internacional. Basta con mirar los congresos mundiales de la Cuarta Internacional y el papel volátil de Moreno para entenderlo. Si hay una característica principal del morenismo, es precisamente la de una navegación sin brújula.
En conclusión, es difícil pensar que desde esta herencia política se pueda pretender sentar las bases teóricas, programáticas, estratégicas y tácticas para la construcción de esa internacional marxista y revolucionaria que es más urgente que nunca para salvar a la humanidad de la crisis del capitalismo. En realidad, el propio morenismo no tiene una base teórica estable, sino que es el resultado de una serie de adaptaciones y cesiones al marco político dado, ampliado por lo que era necesario de vez en cuando para justificar teóricamente las maniobras políticas de Moreno. Para los militantes de buena fe del PDAC, nuestra invitación es a emprender un serio reexamen de los fundamentos teórico-políticos y de las tradiciones de su organización, único remedio eficaz para encontrar una salida al callejón sin salida en el que su movimiento está irreversiblemente atascado desde hace más de medio siglo.
[1] Véase F. Ricci, “¿Polo de clase o Frente Único con D’Alema? ¿Propuesta congresual alternativa clara y unitaria dirigida a miles de camaradas del PRC o unidad chapucera con Falce Martello?”, 15/10/2004, publicado en progettocomunista.it.
[2] Véase N. Moreno, “Dos métodos frente a la revolución latinoamericana”, Estrategia, nueva serie, 1964.
[3] N. Lavalle, “Habla un líder guerrillero sirio”, 5/3/2014, Avanzada Socialista (diciembre 2013), periódico de la sección argentina de la LIT-CIi.
[4] “El proceso revolucionario en Ucrania se ha convertido en uno de los más avanzados del mundo”, en R. León,” Ucrania: un análisis clasista e internacionalista de los hechos contra las falsas lecturas de la prensa burguesa y gran parte de la izquierda”, 5/3/2014
[5] Secretariado Internacional (LIT-CI); “Afganistán: la culminación de la derrota del imperialismo”, 20/8/2021.
[6] El Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), la sección estadounidense de la CI, se mantuvo tibio ante el uso de esta palabra de moda, pero no aportó ninguna crítica teórica al respecto en su momento. El primer grupo significativo que rompió con esa formulación táctica fue la sección francesa, el Parti Communiste Internationaliste (PCI), cuando, tras su 4º congreso en noviembre de 1947, la fracción de izquierdas dirigida por Pierre Frank obtuvo por poco la mayoría en la organización. A partir de entonces, creyendo erróneamente que las huelgas obreras de aquel otoño significaban el derrocamiento obrero del estalinismo, el PCI utilizó la fórmula de «gobierno obrero y campesino» como sinónimo de dictadura del proletariado. Ya en la Conferencia Internacional de 1946, el Partido Comunista Revolucionario (PRC) británico de Ted Grant y Jock Haston había advertido de los riesgos de subestimar el papel del reformismo, especialmente del estalinismo, entre los trabajadores, véase PRC, «Sur la construction du parti et nos tâches», en R. Prager (ed.), Les congrès de la Quatrième Internationale, vol. II, La Brèche, París 1981, pp. 452-453.
[7] V. I. Lenin, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, AC Editorial, Milán 2003, pp. 103-104.
[9] Declaración de la LIT-CI, «Cuba. ¡Pleno apoyo y solidaridad a la movilización del 15N! Rechazo a todo intento de injerencia imperialista», 14/11/2021.
[16] L. Trotsky, «Industria nacionalizada y gestión obrera», en Los problemas de la revolución china y otros escritos sobre cuestiones internacionales 1924-1940, Einaudi, Turín 1970, p. 585, también en L. Trotsky, Œuvres, vol. XVIII, Juin 1938/Septembre 1938, Institut Léon Trotsky, Grenoble 1984, p. 118
[22] N. Moreno, 1954, año clave del peronismo, Ediciones Elevé, Buenos Aires 1971, p. 35.
[23] N. Moreno, El golpe gorila de 1955, Ediciones El Socialista, Buenos Aires 2012, p. 65.
[24] En esa ocasión, el Secretario General de la CGT ofreció a Perón el apoyo militar de sus miembros. Se temía la formación de milicias obreras, pero Perón se negó a armar al proletariado. En septiembre de 1955, el golpe de la reacción se produjo sin problemas y el general argentino prefirió dimitir voluntariamente y marcharse al exilio dorado.
[25] E. Gonzaléz, El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, Antídoto, Buenos Aires 1996, volumen 2, p.
[29] Sin querer ponerse de acuerdo en las palabras y los hechos, un mes después de la detención de sus militantes, Moreno declaró al diario limeño La Prensa: «Pereyra es un loco y un aventurero. […] Fue Pereyra quien coordinó el asalto y los planes revolucionarios» (La Prensa, 29-5-1962).
[30] . Moreno, «Dos métodos frente a la revolución latinoamericana», Estrategia, nueva serie, 1964.
[34] Boletín mensual, PST, enero de 1977, p. 1, reproducido en Francia.
[35] Las Malvinas son un archipiélago del Océano Atlántico Sur compuesto por 778 islas. El archipiélago fue ocupado por los británicos, los españoles y los franceses en diferentes momentos. En 1832 los británicos volvieron a ocupar el archipiélago, integrándolo en el Reino Unido y fomentando la colonización de una población predominantemente escocesa y galesa. Los gobiernos argentinos, desde Juan Manuel de Rosas, han reclamado la devolución del archipiélago a Argentina. Durante más de un siglo, la Falkland Islands Company (FIC) dominó la vida económica de las islas, desarrollando la ganadería ovina y la producción de lana, que se vendía a Gran Bretaña.
[36] Michel Goulart Da Silva, Serge Goulart, «Nahuel Moreno, revisionismo y adaptación en la guerra de las Malvinas», 5-5-2021 (véase https://argentinamilitante.org/nahuel-moreno-revisionismo-y-adaptacion-en-la-guerra-de-las-malvinas/).
[37] El propio Napurí recuerda: «Fui recibido por el vicecanciller argentino ya que Costa Méndez no estaba en ese momento. Como yo era ex aviador y periodista, me propusieron viajar a las Malvinas, pero como la guerra tomó un rumbo negativo, no pude concretarlo» (ver http://pabloraulfernandez.blogspot.com/2012/04/entrevista-ricardo-napuri-30-anos-de-la.html).
[38] Ver Argentina: revolución democrática triunfante, documento interno del PST de 1984, reeditado en papel en 1992 en Ediciones Crux de Buenos Aires
[40] Escuela de cuadros, 1984, documento interno del PST, reeditado en 1992 en Ediciones Crux de Buenos Aires, p. 108.
[41] N. Moreno, Revoluciones del Siglo XX, Cuaderno de Formación n° 3, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1986, p. 53.
[42] ] L. Trotsky a «Chers camarades», 14-5-1930, en L. Trotsky, Scritti sull’Italia, controcorrente, II edizione rivista e ampliata, Roma 1990, pp. 187 y 188.
[43] Tadeusz Mazowiecki (1927-2013), católico e intelectual liberal, fue primer ministro de Polonia entre agosto de 1989 y enero de 1991, liderando la primera fase de la restauración capitalista en tándem con Lech Wałęsa, presidente de Polonia en 1990-1995.
[44] Véase Correo Internacional, n° 44, enero de 1990.
[45] Martín Hernández, Correo Internacional, n° 17, mayo de 2017, pp. 44-47.
[46] Daniel Sugasti, «Siria: la revolución continúa», 14-9-2014, traducido del sitio web Lit-Ci.
[49] Véase Lit-Ci, «Una nueva fase de la revolución plantea la necesidad de la solidaridad internacional», 5-10-2013.
[50] R. León, «Ucrania: un análisis clasista e internacionalista de los hechos. Contra las falsas lecturas de la prensa burguesa y de gran parte de la izquierda», 5-3-2014.
[51] Sección rusa de la LIT-CI, «Cinco años de la revolución ucraniana: subestimada, incomprendida y difamada», 19-12-2018.
[52] Ver «En este marco manifestamos que nuestra posición política es la de participar en las movilizaciones contra Maduro, ubicándonos categóricamente por «¡Fuera Maduro!» y contra la intervención imperialista», en Declaración de la LIT-CI, «¡Fuera el imperialismo de Venezuela! ¡Fuera Maduro! ¡Ni Maduro ni Guaidó!», 15-2-2019.
[53] «Esta organización se convirtió en la dirección político-militar de la resistencia nacional al imperialismo y fue entonces el artífice de la derrota imperialista. Hubo una lucha muy progresiva de las masas afganas y por eso la apoyamos. Sin embargo, no podemos ignorar dos aspectos. Por un lado, el carácter burgués de los talibanes les impide llevar la lucha contra el imperialismo hasta el final», en Secretariado Internacional de la LIT-CI, «Afganistán: la culminación de la derrota del imperialismo», 20-8-2021.
[54] T. Grant, El programa de la Internacional, mayo de 1970, en T. Grant, El largo hilo rojo. Escritos seleccionados 1942-2002, AC Editoriale, Milán 2007, p. 517.
Las tensiones derivadas de la concentración de fuerzas militares en la frontera entre Ucrania y Rusia han hecho su regreso anual a principios de 2022, aunque últimamente se han visto eclipsadas por los acontecimientos en Kazajistán. Incluso hasta que Kazajistán suplantó el alarde de poder militar en las noticias, había pocos indicios de que alguien creyera realmente que iba a ocurrir algo de la magnitud de una guerra.
Los habitantes de Ucrania y Rusia se han cansado del juego de póker político que se está librando con su futuro. Ahora, sólo los medios de comunicación bien pagados hablan en serio de la guerra.
Vuelven los clamores de guerra
Durante más de un mes, Washington ha estado insistiendo en que los informes sobre la concentración de tropas rusas en la frontera ucraniana significan que Putin se está preparando para invadir. En esta ocasión, se informó de que se habían desplegado alrededor de 100.000 soldados a menos de 200-400 km de la frontera rusa. Desde la firma del acuerdo de Minsk-2, que marcó el fin del período más acalorado de la guerra civil de Donbás, las amenazas de recrudecimiento han resurgido aproximadamente cada año.
Si bien es cierto que Rusia ha maniobrado con tropas alrededor de la frontera ucraniana, hay muchas razones por las que una invasión a gran escala sería estratégicamente desastrosa desde el punto de vista ruso. Antes de la anexión rusa de Crimea, Rusia ya tenía una base militar en la península, cuya población es mayoritariamente rusa. La población del resto de Ucrania es más de 15 veces la de Crimea. Aunque Rusia podría invadir Ucrania desde el punto de vista militar, sería mucho más difícil retenerla.
Para Putin, el alarde militar en la frontera es conveniente desde el punto de vista de reforzar el apoyo popular en casa, pero una invasión real a gran escala podría ser rápidamente contraproducente. Estas maniobras representan más bien una táctica rusa de influencia en sus negociaciones con Estados Unidos, como lo han hecho durante los últimos cinco años. De las tres partes -Washington, Moscú y Kiev-, el gobierno de Kiev es el que menos tiene que decir. Aunque los bombardeos han aumentado a lo largo de las líneas del frente del Donbás, una invasión es muy poco probable en este momento.
Paso del gas
En esta ocasión, un elemento clave del conflicto es la cuestión del tránsito del gas ruso hacia Europa Occidental. El gasoducto Nord Stream 2, recientemente finalizado, puede suministrar gas desde la costa rusa del Báltico directamente a Alemania. Aunque Kiev ha mantenido la línea de que está en guerra con Rusia por la cuestión del separatismo del Donbás, el gas ruso nunca ha dejado de transitar por Ucrania hacia Occidente, incluso cuando Ucrania ha empezado a comprar el mismo gas ruso a través de terceros países de la UE (¡a precios de la UE!). A lo largo de la última década, Rusia ha tratado de eludir a los llamados “países de tránsito” de Ucrania y Bielorrusia utilizando los gasoductos Nord Stream, y el tránsito a través de Ucrania ha disminuido un 25% más en 2021.
El gas ruso -en el que se basó la infraestructura ucraniana construida por la URSS (principalmente a través de la calefacción doméstica y las aplicaciones industriales)- ha sido utilizado como herramienta por el imperialismo ruso para ejercer su control sobre Kiev. El gobierno de Kiev sigue dependiendo de las tarifas de los oleoductos que atraviesan Ucrania para obtener una parte importante de sus ingresos (2.000 millones de dólares en 2020), que le preocupa perder. Con su comprometida posición de “la OTAN por encima de Rusia”, el recurso del gobierno ha sido exigir sanciones más fuertes por parte de Estados Unidos y la UE contra Rusia.
La economía planificada de la URSS estableció una infraestructura que permitió que los recursos de Rusia y del Donbás se conectaran tanto con la industria ucraniana como con la población en general. En el capitalismo actual, sin embargo, la división del mundo en Estados-nación competidores significa que los beneficios de los capitalistas rusos, ucranianos e internacionales se sitúan por encima de las necesidades de desarrollo económico a largo plazo y del bienestar de los trabajadores. La oligarquía ucraniana ha puesto la economía aún más a merced de los depredadores imperialistas, lo que ha hecho que la población pague mucho más por necesidades básicas como la calefacción.
La pérdida de confianza en Zelensky, de Ucrania a Washington
El ascenso de Zelensky y del partido “Servidor del Pueblo” fue apoyado inicialmente por el clan Kolomoisky, con sede en Dnipropetrovsk, cuyas participaciones en los medios de comunicación habían apoyado la anterior carrera de Zelensky como estrella del espectáculo. A medida que quedaba claro, por los niveles de las encuestas de 2019, que Zelensky iba camino de ser elegido presidente, la influencia del Departamento de Estado de EE.UU. sobre Zelensky y su partido creció. Esto fue en detrimento del anterior apoyo de Estados Unidos a Petro Poroshenko y a su Administración, cuya corrupción y vacilante popularidad lo convirtieron en un candidato menos viable para representar de forma estable los intereses del capital estadounidense en Ucrania.
Cuando Zelensky y el partido “Servidor del Pueblo” fueron elegidos, contaron con el apoyo de Washington. Pero los intereses de este último -que consistían en abrir el mercado ucraniano al capital estadounidense- entraban cada vez más en conflicto con los intereses internos del clan Kolomoisky, que consistían en proteger su parte del botín. Al acercarse a Occidente, Zelensky adoptó la política nacionalista de Poroshenko, a pesar de que había ganado las elecciones por oponerse a ella. Se hizo un acercamiento continuo a los nacionalistas de derecha en el ejército y en la Administración, y se continuó con la guerra civil en Donbas. Aunque esto le ha hecho ganar algunos partidarios en el bando de Poroshenko, el resultado principal ha sido sembrar la desilusión entre sus propios partidarios.
Podemos ver que es un mito la idea de que el partido “Servidor del Pueblo” llenaría el Parlamento ucraniano con “gente de fuera”, no contaminada por los antiguos regímenes corruptos. En la práctica, reciclar caras nuevas en el mismo sistema al que supuestamente van a sustituir no tiene sentido. Los incentivos de la democracia capitalista también significan que entre estas “caras nuevas” predominarán los trepadores sociales sin escrúpulos. Y esto se ha reflejado precisamente en los escándalos en torno al gobierno de Zelensky, y sobre todo en torno al propio presidente.
A pesar de las “advertencias a Rusia” emitidas por el gobierno de Biden en 2021, hubo claros indicios de que el apoyo de Washington al gobierno de Zelensky ha disminuido. Al final, al igual que con Poroshenko, la incompetencia y los escándalos que rodean al gobierno hacen que Washington ya no vea al régimen como capaz de defender sus intereses a largo plazo. No es casualidad que la corrupción del “servidor del pueblo” se haya convertido en un tema habitual para los distintos portavoces de Washington.
El recurso del gobierno de Zelensky ha sido exigir sanciones relacionadas con el gasoducto Nord Stream 2. En lo que podría pasar por una escena de una de sus antiguas comedias, Zelensky está decidido a oponerse a la amenaza rusa en Ucrania mientras insiste en que su gas siga fluyendo por el país. Mientras que a Estados Unidos no le interesan los gasoductos del norte, a su aliado Alemania sí. La economía alemana depende de un suministro constante de gas ruso y, a pesar de su alianza con Estados Unidos, un sector decisivo de la clase dominante alemana no apoya claramente una línea tan hostil con Rusia. Al contrario, dependen de Rusia para el gas, e incluso obtienen importantes beneficios revendiendo el gas ruso a sus vecinos. Esto se reflejó tanto en la posición del gobierno de Merkel, como en la del mayor partido del nuevo gobierno, el SPD. Este partido, que normalmente se inclina más hacia los intereses de Washington, ha invertido recientemente su escepticismo hacia Nord Stream 2, aunque el proyecto sigue enfrentándose a la oposición de los Verdes, que controlan el Ministerio de Asuntos Exteriores.
El partido “Servidor del Pueblo” y Zelensky siguen liderando las encuestas de cara a las elecciones previstas para 2024. Sin embargo, el partido se ha visto envuelto en un escándalo. El antiguo número dos de Zelensky, Dmytro Razumkov, ha liderado una escisión de un par de docenas de diputados. Los antiguos miembros del Partido de las Regiones en el Bloque de la Oposición se sitúan regularmente en segundo y tercer lugar. Representan los intereses de la oligarquía del sur del país y del Donbás, que en general está a favor de estrechar los lazos económicos con Rusia. Dado que sus anteriores bastiones eran las regiones separatistas (aunque ciertamente han perdido credibilidad allí), esto constituye otro incentivo para que el gobierno de Zelensky se oponga a cualquier acuerdo de autonomía y amnistía en estas regiones, en caso de que volvieran al redil de Ucrania.
El regreso de la lucha de clases a Ucrania
El periodo que precedió a los confinamientos por el COVID-19 estuvo marcado por un aumento de la lucha de clases en Ucrania, con manifestaciones en particular en relación con los salarios y contra las subidas de las tarifas de los servicios públicos. Si bien la pandemia del COVID-19 frenó esta lucha, hay indicios de que está reapareciendo. Las condiciones de vida siguen empeorando y los precios de los productos de primera necesidad siguen subiendo. Mientras el gobierno de Kiev alaba el heroísmo de los manifestantes de Kazajistán, en su país se dan las mismas condiciones que llevaron a esas protestas. Un movimiento de protesta ucraniano masivo para exigir de forma concreta mejores condiciones de vida supondría un enorme paso adelante respecto a las demandas de Euromaidan de acuerdos de libre comercio con la UE. Los trabajadores ucranianos necesitan desgarrar la niebla del nacionalismo y afirmar su propia posición independiente de clase.
La crisis del capitalismo argentino, inserto en la crisis económica y sanitaria mundial que configuran una crisis orgánica, se viene profundizando mes a mes convirtiendo a la Argentina en un país invivible para la clase trabajadora.
Según Instituto Nacional de Estadística y Censos en los primeros 6 meses de este año el 50,5 por ciento de la población de el Gran Santa Fe está por debajo de la línea de pobreza. Concordia con el 56,1% y el Gran Resistencia con 51,9% muestran una realidad aún más dura.
En Neuquén, la provincia de Vaca Muerta, la pobreza golpea al 41,2% de la población en el aglomerado interurbano Neuquén-Plottier. En el Gran Córdoba, los índices subieron 5,9 puntos en relación al mismo período del año pasado empujando al 46,6% bajo la línea de pobreza.
En el Conurbano bonaerense, se ubicó en el 45,3 por ciento, por encima de la media nacional. Los números son aún más escandalosos en Santiago del Estero-La Banda donde la miseria golpea al 50,2% de la población.
En términos absolutos, cerca de 18,5 millones de argentinos viven con ingresos por debajo de la línea de pobreza y casi 5 millones con ingresos que los arrastran a la indigencia. La pobreza infantil llegó al 54,3% y castiga a 5,9 millones de menores de 14 años.
Los trabajadores y trabajadoras del INDEC denuncian que la llamada “canasta básica” está muy por encima de lo que señala el Gobierno. Según los cálculos de los propios trabajadores el salario mínimo debería superar los $112.000 para cubrir la canasta básica. Actualmente el salario mínimo es de ¡$32.000!
La desocupación en el segundo trimestre de este año fue en Santa Rosa del 13,3 %; en Gran Córdoba y Gran Tucumán del 12,4 %; Gran Rosario 11,8 %; Mar del Plata 11,6 % en partidos del Gran Buenos Aires del 10,5 %. Mientras que para la clase trabajadora ocupada el salario real cayó un 30% en los últimos 6 años.
Una jubilación mínima cubre un tercio de la canasta básica de alimentos. Esta jubilación es cobrada por el 70% jubilado y pensionado de ANSES. Los alimentos y bebidas acumulan un 52,4% de aumento en los últimos 12 meses. La situación es dramática.
Mientras tanto en el polo opuesto…
Por el contrario, empresarios, banqueros y terratenientes utilizan los resortes del Estado, independientemente de quien gobierne, para mantener sus ganancias astronómicas y transferir el peso de la crisis sobre las espaldas de las trabajadoras y trabajadores.
Las desorbitantes ganancias de los monopolios que especulan y ganan con el hambre de nuestra clase son insultantes. El Grupo Arcor obtuvo ganancias en 2020 por $5.441 millones de pesos, Molinos Río de la Plata obtuvo una ganancia de $1.745 millones en 2020, Ledesma, registró una ganancia neta de $ 5.203 millones entre mayo de 2020 y mayo 2021. Los bancos privados en Argentina acumularon ganancias por $ 40.454 millones entre enero y junio, según el último Informe sobre Bancos del Banco Central. Mientras que los grandes pulpos cerealeros ADM, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus tuvieron en 2020 ganancias netas combinadas en Argentina por US$4.500 millones según The Economist.
El ajuste de salario, la sobreexplotación, la especulación y la fuga de dólares pavimentan el camino del “éxito” empresarial en un país donde 9 de las 10 familias más ricas figuran en los Pandora Papers. Como vemos todos los estratos superiores de la sociedad capitalista están plagados de riquezas obscenas y secretos financieros.
Por su parte el Gobierno Nacional pago al Fondo Monetario Internacional (FMI) unos US$ 1.870 millones en septiembre y Martín Guzmán confirmó que se le pagarán otros US$ 1.892 millones en diciembre. Detrás de cada dólar que se paga hay un salario que no se ha cobra, una olla que no se llena.
Los movimientos sociales
Ante este escenario de subsistencia para los de abajo, cada vez cobran mayor fuerza los reclamos por trabajo genuino, asistencia alimentaria a comedores, la apertura universal de los programas sociales, por el aumento del salario mínimo o la falta de viviendas dignas. La imposibilidad de acceder al trabajo, la comida y la vivienda va colocando nuevamente a los movimientos de trabajadoras y trabajadores desocupados en el centro de la escena política.
Las primeras puebladas y los cortes de rutas en 1996 en Cutral Có y Plaza Huincul donde desocupadas y desocupados improvisaban fogatas para pasar las noches del invierno patagónico parieron al movimiento de los fogoneros que se fue extendiendo por Jujuy, Gral. Mosconi, Tartagal, Corrientes para luego llegar a Rosario y a la provincia de Buenos Aires con los cortes en Mar del Plata y en el conurbano bonaerense. El corte de ruta o “piquete” exigiendo trabajo y comida alumbraran una nueva modalidad de lucha y una forma de organizarse en los barrios que será decisiva en las rebeliones de 2001 y 2002.
Víctimas directas del ciclo capitalista abierto a sangre y fuego en 1976 por la dictadura, y que tuvo su continuación en el marco de la democracia formal burguesa con la experiencia alfonsinista y las privatizaciones menemistas, cientos de miles de desocupadas y desocupados fueron dando forma a un movimiento que irrumpía reciclando formas de lucha que formaban parte de la conciencia colectiva y el bagaje histórico del movimiento obrero argentino.
El movimiento piquetero fue nutriéndose de distintas experiencias que provenían de diversos sectores sociales explotados, desde obreros industriales desocupados con experiencia en la lucha sindical, a una masa empobrecida en los barrios sobre todo jóvenes y de amas de casa.
No caben dudas que el esfuerzo y la lucha en el día a día, la experiencia en cada corte de ruta, en cada movilización y piquete son una fuente de inspiración y valor para toda la militancia. Pero también es de vital importancia para todos los compañeros y compañeras que luchan por la transformación de la sociedad enfocar correctamente cuales son las tareas en relación al movimiento piquetero.
La irrupción de las piqueteras y piqueteros abrieron una serie de debates que atravesaron a la izquierda y que aun hoy continúan vigentes. Comenzaron a surgir teorizaciones al respecto de un nuevo “Sujeto obrero y revolucionario”.
“El gran horizonte para los piqueteros es convertirse en la vanguardia política de la clase obrera y de todos los explotados”; la “clase obrera es piquetera» solía leerse en Prensa Obrera del Partido Obrero”.
Es cierto que este gran movimiento, del sector más oprimido y castigado de la clase trabajadora por las recurrentes crisis capitalistas, ha dado innumerables ejemplos de combatividad y sacrificio. Pero el marxismo sitúa a la clase obrera, a los trabajadores asalariados, como el sujeto revolucionario que debe liderar la revolución Socialista. Sus particulares condiciones de vida y trabajo, su papel en la sociedad y en la economía capitalista, generan en ella una mentalidad colectiva, una capacidad de lucha y de organización infinitamente superior a la de cualquier otra clase o capa oprimida de la sociedad.
Por sus especificas condiciones de vida y su función en el trabajo la clase obrera desarrolló históricamente unos métodos de lucha y organización propios, diferentes a los del resto de capas y clases oprimidas. Estos métodos de lucha son: la lucha de masas (huelgas, marchas, ocupaciones de fábricas, etc), la organización en partidos obreros y sindicatos, la insurrección y la creación de órganos de poder obrero (asambleas, comités, coordinadoras).
Por lo tanto, ninguna otra clase, ninguna otra capa social puede sustituir a la clase obrera ocupada en esta tarea. La clase obrera ocupada sigue siendo la columna vertebral sobre la que descansa la estructura económica capitalista, y sigue monopolizando la capacidad para que todo el sistema productivo, de transporte y de administración de la sociedad funcione (o no) cada día. Es este papel en el andamiaje productivo el que convierte a las obreras y obreros en los sujetos políticos con capacidad real para asestar un golpe mortal al capitalismo.
Entonces la tarea de los revolucionarios y las revolucionarias pasa precisamente por impulsar la unión y coordinación entre el movimiento piquetero y el movimiento obrero. Ya que enlazar a los comités de fábrica, las organizaciones de primer y segundo grado, como las juntas internas y los cuerpos de delegados con el movimiento piquetero es vital para el éxito del proceso revolucionario argentino. Algo que por cierto tiene muy presente la burocracia sindical enquistada en la CGT que históricamente se niega a incorporar a las filas del movimiento obrero a los movimientos de trabajadores y trabajadoras desocupadas, argumentando que: «La CGT integra sindicatos a trabajadores que tienen recibo de sueldo». Esta conducta injustificable de los jefes sindicales cegetistas se fundamenta además en que si se incorporaran a los movimientos sociales, los mismos jugarían como un elemento dinámico y de presión, no solo hacia la dirección de las Centrales Obreras sino y principalmente a las bases de los gremios que componen la CGT y CTA, ya que las demandas más apremiantes empujarían a una dinámica diferente en los sindicatos, limitando además las maniobras burocráticas de la burocracia.
La incorporación de los movimientos sociales y fundamentalmente de sus elementos más conscientes, sirve para su preservación del proceso de descomposición capitalista.
La CTA tuvo un intento de agrupar a los movimientos sociales, pero se topa con sus propias limitaciones en tanto quedó afuera de la Central más poderosa del país, la CGT y no fue capaz de desarrollar una política hacia sus bases ayudando al desarrollo de corrientes antiburocráticas en el seno de los gremios de la CGT.
Los recientes anuncios de la posible incorporación de la UTEP a la CGT es un camino en que el Estado y sus gobiernos intentan institucionalizar a un movimiento que reclama sobre todo trabajo. No se trata, para los revolucionarios, de una incorporación para domesticar o asimilar el movimiento al Estado capitalista, como fue el proceso de los sindicatos en la década del ‘40, sino que fundamentalmente se trata de unificarse por la base con un programa y objetivos claros que ayuden a dar pasos firmes en la derrota del régimen y sus partidos políticos. Es por esto que esta unidad debe ser apuntalada desde abajo, en las calles, en asambleas y plenarios conjuntos.
¡Por la unidad de ocupados y desocupados por el Socialismo!
La clase obrera ocupada tiene la obligación de atraer a una lucha común a sus hermanos y hermanas de clase desocupados. Pero no es la unidad en abstracto lo que necesitamos. Es la unidad en torno a un programa revolucionario que plantee que sólo arrancando a la burguesía las palancas fundamentales de la economía para ponerlas bajo control de las trabajadoras y trabajadores en el marco de una democracia directa es posible resolver nuestras postraciones históricas.
El colosal potencial de la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica que el capitalismo despilfarra y utiliza para enriquecer a una minoría y empobrecernos a la mayoría debe ser puesto al servicio de la única clase social que produce riqueza: La clase trabajadora. Esto solo puede lograrse enlazando las luchas inmediatas por pan, salud y trabajo con la necesidad de derribar el capitalismo y avanzar hacia una sociedad igualitaria, el Socialismo.
Para el empresariado cualquier tipo de crecimiento o recuperación de la economía, solo puede darse avanzando contra conquistas históricas de nuestra clase. Es decir, eliminando indemnizaciones, imponiendo una mayor carga laboral, aumentando la precarización y limitando o eliminando los convenios colectivos de trabajo. Nos encontramos en un contexto de crisis orgánica que agudiza la lucha de clases no solo en nuestro país, sino en el mundo entero. Ante este escenario de agravamiento de las condiciones de vida, las movilizaciones de los movimientos sociales serán cada vez mas masivas y frecuentes, como estamos viendo en el ultimo periodo. Y esto a su vez implicara ataques cada vez mas violentos hacia el movimiento por parte del Estado que representa los intereses de los capitalistas y que intenta contener la protesta social que el mismo sistema capitalista profundiza, como se vio con la represión policial con un saldo de 70 heridos por balas de goma, una compañera que perdió un ojo y tres detenidos del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), el 28 de octubre en el Ministerio de Desarrollo Social en la Ciudad de Buenos Aires.
Ponemos sobre los hombros de los distintos gobiernos la responsabilidad por los hechos de violencia que genera el hambre. A su vez reivindicamos los métodos de lucha que ayudan a forjar la conciencia de clase y socialista y que parten de tradiciones acumuladas (la huelga, la movilización, el piquete, la ocupación de fabrica etc.) y repudiamos aquellos métodos nocivos para el movimiento como acciones aisladas o no discutidas por el conjunto que incluso pueden poner en riesgo la integridad física de los compañeros y compañeras. Un ejemplo de esto son las acciones de algunos compañeros que ingresaron en el Ministerio de Desarrollo y golpearon a funcionarios y trabajadores del lugar. Entendemos la bronca acumulada de años de degradación y postergación, pero estas acciones no nos hacen avanzar absolutamente nada y son las que luego, el propio Estado y sus comunicadores toman para profundizar la política de criminalización de los movimientos sociales de conjunto, desacreditando la lucha y las banderas que se reclaman.
Es también una tarea de primer orden forjar un modelo organizativo proletario, donde las finanzas estén bajo el control de la base y donde exista una plena participación de todas y todos sus miembros en los debates y en la toma de decisiones para evitar la excrecencia parasitaria del clientelismo y garantizar un régimen de democracia interna.
El trabajo revolucionario de las y los marxistas en el seno de los sindicatos tiene la misma importancia que en las organizaciones de desocupados. Muchas organizaciones piqueteras han sido cooptadas y asimiladas por el Estado capitalista, pero existen también sectores que luchan con independencia política y deben ser ganados al programa del marxismo revolucionario.
Necesitamos una izquierda que llame a potenciar en las fábricas, los lugares de trabajo, los barrios, las universidades, las escuelas y en todas las luchas de los movimientos sociales, organismos de autoorganización que concentren todo el poder en sus manos, para aplastar la resistencia de los banqueros y los capitalistas y poner fin a esta sociedad de pobreza, hambre y miseria para muchos y ganancias siderales para pocos.
En el marco de esta campaña electoral vamos por un Congreso Obrero de ocupados/as y desocupados/as, un Congreso Obrero y Piquetero, que se convierta en el referente político revolucionario que necesita la clase trabajadora argentina hacia un partido y un gobierno propio.