Piratas del Caribe: Estados Unidos se apodera de un tanquero y roba petróleo venezolano
Jorge Martín
En la tarde del 10 de diciembre, un helicóptero militar estadounidense tomó el control de un tanquero de petroleo que viajaba desde Venezuela. No contento con este acto de piratería, cuando se le preguntó qué iba a hacer Estados Unidos con el petróleo que transportaba, Trump respondió con indiferencia: «Bueno, nos lo quedamos, supongo», como si hubiera encontrado un billete de diez dólares en el suelo. Esto representa una importante escalada en la campaña de agresión imperialista de Estados Unidos contra Venezuela y América Latina.
En su declaración a los medios de comunicación, el presidente estadounidense Trump dijo: «Acabamos de capturar un tanquero frente a la costa de Venezuela, un tanquero grande, muy grande, el más grande jamás capturado, de hecho», y añadió, de forma ominosa: «Y están sucediendo otras cosas. Así que lo verán más tarde y hablarán de ello más tarde con otras personas».
Se trata claramente de un acto de piratería. La Armada y la Guardia Costera de Estados Unidos han capturado un barco de un tercer país en aguas internacionales. El imperialismo estadounidense no solo ha declarado un embargo aéreo informal sobre Venezuela, sino que ahora está avanzando de facto hacia un bloqueo naval.
La última vez que ocurrió algo así en Venezuela fue en 1902-03, con el bloqueo imperialista multinacional contra el gobierno de Cipriano Castro, que se había negado a pagar sus obligaciones de deuda externa. Fue a raíz de esa agresión imperialista contra Venezuela que Estados Unidos emitió el Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, que le otorgaba a Estados Unidos el derecho a intervenir militarmente en países del continente americano, con la excusa de defender las «normas civilizatorias». El llamado Corolario de Trump, anunciado en su nuevo documento de Estrategia de Seguridad Nacional, no es más que una copia barata de aquel. Ni siquiera es original.
Los miembros de la Guardia Costera de Estados Unidos que capturaron el petrolero fueron trasladados al barco en un helicóptero del portaaviones USS Gerald R. Ford. Se trata del mayor barco de este tipo de la Armada de Estados Unidos, que llegó al Caribe hace un mes, tras ser trasladado desde el Mediterráneo a la zona de influencia del SouthCOM, como parte de un refuerzo militar contra Venezuela y otros países latinoamericanos.
En un intento por dar una base legal a este acto de piratería, la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, afirmó que el buque había sido «utilizado para transportar petróleo sancionado de Venezuela e Irán». Añadió que el petrolero «ha sido sancionado por Estados Unidos debido a su participación en una red ilícita de transporte de petróleo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras».
Ahí lo tienen. Estados Unidos decide sancionar a un país soberano extranjero (en este caso, dos: Venezuela e Irán) y a algunas de sus empresas. Luego, después de haber actuado como fiscal y juez, se arroga el derecho de actuar como verdugo y confisca varias toneladas de petróleo. Por supuesto, todo bajo el pretexto de «luchar contra el terrorismo». Una descripción del terrorismo en el diccionario dice: «el uso ilegal de la violencia y la intimidación, especialmente contra civiles, en la persecución de objetivos políticos». Sin duda, eso se aplica a las acciones de Estados Unidos contra Venezuela y, en general, a la agresión imperialista estadounidense en todo el mundo durante los últimos 200 años.
Por cierto, este acto de piratería en el Caribe tuvo lugar cerca de la pequeña isla de Granada, invadida por el imperialismo estadounidense en 1983, cuando Reagan decidió derrocar al gobierno de izquierda que estaba en el poder.
Según fuentes citadas tanto por Politico como por Axios, el tanquero incautado transportaba petróleo de Venezuela a Cuba. El objetivo era que Cuba pudiera revenderlo, ayudando así a Venezuela a eludir las sanciones unilaterales de Estados Unidos y a obtener divisas, muy necesarias, o a refinarlo localmente.
Cuba, sometida a un bloqueo brutal estadounidense desde 1962, necesita urgentemente combustible para sus plantas eléctricas. La crisis económica de la isla ha provocado apagones prolongados y, en los últimos días, se han producido protestas callejeras en la capital, La Habana. Una fuente dijo a Axios, «Esto es un dos por uno: vamos a por la cuenta bancaria de Maduro y los cubanos que lo mantienen en el poder». Está claro que el imperialismo estadounidense también está intensificando su agresión contra la revolución cubana.
Pero no solo a Cuba. Al comentar la incautación del petrolero, Trump también amenazó al presidente colombiano Petro: «Ha sido bastante hostil con Estados Unidos. Va a tener grandes problemas si no entra en razón. Colombia produce muchas drogas… Más le vale entrar en razón, o será el siguiente… Colombia es un importante fabricante de drogas, es decir, de cocaína».
Como hemos explicado anteriormente, el tráfico de drogas es solo una excusa para encubrir una agresión militar descarada cuyo objetivo principal es «restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental» y «negar a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas o otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio». Esto está escrito negro sobre blanco en el nuevo documento de Estrategia de Seguridad Nacional del régimen de Trump publicado la semana pasada.
Estrangulado por las sanciones estadounidenses al petróleo venezolano, la mayor parte de las exportaciones del país se dirigen ahora a China. Trump está matando varios pájaros de un tiro con la incautación de un tanquero: corta una fuente de ingresos muy necesaria para Venezuela, aumenta el estrangulamiento económico de la revolución cubana, recuerda a Irán quién manda y, por último, envía un mensaje amenazador a China. Un retorno a la diplomacia de las cañoneras.
Han tirado por la borda las normas internacionales, que en el pasado sirvieron de excusa para la dominación imperialista estadounidense, y se han puesto claramente de manifiesto los verdaderos objetivos depredadores de Washington para que todos los vean. El mensaje es alto y claro: Estados Unidos sigue siendo la potencia imperialista más fuerte del planeta, el continente americano es su patio trasero y pretende dominarlo por completo.
El Premio Nobel de la Paz
Este acto de piratería coincidió con la farsa que se estaba representando en Noruega, donde Maria Corina Machado, la reaccionaria y sanguinaria líder de la oposición proestadounidense en Venezuela, recibío el Premio Nobel de la Paz. El Wall Street Journal nos cuenta que ella realizó una audaz huida en una pequeña embarcación—por suerte, sus patrones no la bombardearon—hacia Curazao (que forma parte del Reino de los Países Bajos) para poder estar presente en la ceremonia.
Cazas F18 estadounidenses realizaron una incursión muy provocativa en el espacio aéreo venezolano, en el golfo de Venezuela, entre Maracaibo y Punto Fijo, aproximadamente al mismo tiempo que se informó de la salida de Machado. Por desgracia, se encontraron con mal tiempo y llegó tarde por la noche para saludar a sus seguidores desde el balcón de un lujoso hotel de la capital noruega, Oslo.
La historia, digna de una serie de Netflix, puede que no sea lo que parece. En los últimos días ha habido fuertes especulaciones en Caracas sobre la posibilidad de que su salida del país haya sido negociada con el gobierno de Maduro. Otros afirman que el motivo de la visita a Oslo es que pueda jurar el cargo de «vicepresidenta» del «presidente electo» Edmundo González, en preparación para que ambos sean rápidamente llevados al poder en un portaaviones estadounidense. Sin duda, su intención es agitar aún más abiertamente a favor de una invasión estadounidense de su propio país. No sería la primera vez que un belicista recibe el Premio Nobel de la Paz, así que está en buena compañía.
En una entrevista con Politico el 8 de diciembre, Trump repitió sus amenazas contra Maduro: «tus días están contados». Y en un mitin de campaña en Pensilvania el 10 de diciembre, elogió los ataques aéreos contra lanchas que ya han matado a más de 80 personas: «El misil que los deja hechos mierda», dijo, además de amenazar: «Y ahora vamos a hacerlo por tierra, porque por tierra es mucho más fácil». Pero al mismo tiempo, un vuelo de deportación estadounidense con venezolanos a bordo aterrizó en el aeropuerto de Maiquetía ese mismo día.
Una cosa está clara. Estamos siendo testigos de una peligrosa escalada unilateral de agresión militar por parte de la potencia imperialista más poderosa y reaccionaria del mundo contra una nación latinoamericana soberana. Esto forma parte de un intento más amplio de Estados Unidos por dominar el continente. Es deber de los comunistas revolucionarios, de hecho, es deber de todos los demócratas coherentes, oponerse a ello con todas nuestras fuerzas.
