El cobarde asesinato de 4 jóvenes en Puebla (un trabajador de Uber de origen poblano, un estudiante de medicina de la BUAP de origen veracruzano y dos estudiantes de la UPAEP de origen colombiano) ha generado una indignación natural y un movimiento que inició de forma espontánea entre los estudiantes de medicina para rechazar este hecho y piden justicia. Las autoridades de la BUAP actuaron de forma audaz, apoyándose en el ambiente explosivo de indignación, llamando a una marcha en rechazo a este crimen. La indignación encontró un cauce de expresión, pues los estudiantes no solo marcharon, sino que lo hicieron con convencimiento de que la causa es justa.
Los estudiantes lanzaron consignas claramente contra la inseguridad, que es problema serio e innegable en la entidad. En la mañana, en la facultad de medicina, los alumnos colocaron frente a ellos batas ensangrentadas con los nombres de las víctimas. Los estudiantes, claramente impactados, gritaban: “Salvamos vidas, cuiden las nuestras”. La marcha fue multitudinaria, con asistencia fundamentalmente de estudiantes de la salud. La Jornada de Oriente da una cifra de 6 mil asistentes. Los trabajadores de Uber también se unieron a la protesta, exigiendo seguridad para sus vidas.
Alto a la violencia
Las consignas en pancartas y mantas nos muestran claramente cuál es el sentir. “Señor, señora no sea indiferente, asesinan a estudiantes en la cara de la gente”; “Por qué, por qué, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina” se escuchó gritar en las calles de la capital. En las pancartas leíamos: “Vine en autobús a Puebla no quiero regresar en ataúd”, “Estamos hasta la madre”, “¿Cómo le explico a mi mamá que tal vez no regrese?”, “#YaMeCansé de que ser estudiante sea más peligroso que ser asaltante”. El ambiente explosivo terminó con un paro que se está extendiendo a toda la BUAP.
Los esquemas del pasado no sirven para analizar el presente. El ambiente es contradictorio pero en los sexenios pasados las consignas hubieran sido desde el primer momento contra presidentes como Peña Nieto o Calderón, donde la violencia se disparó. Es verdad que la violencia es un problema heredado del pasado pero eso es poco consuelo para las víctimas mortales que se siguen cobrando en el actual sexenio. Éste es un problema que debe ser atendido con prioridad y ser resuelto. Aunque haya confianza en amplios sectores de la población hacia el nuevo gobierno federal, lo que se necesita es solución real a los problemas concretos, sino, el ambiente puede convertirse en escepticismo, desilusión y rabia.
Frente a la enorme respuesta, el propio presidente se tuvo que pronunciar, diciendo que éste hecho fue: “reprobable, muy doloroso, que tiene que ver con la descomposición que existe”, con el modelo neoliberal. Añadió que “hay droga, desintegración de las familias… es el fruto podrido de ese modelo que se impuso en México durante 36 años, desgraciadamente. Pero los responsables de esa política en vez de ofrecer disculpas, ahora son los que están en contra nuestra”. (La Jornada de Oriente, 27/02/20).
Por su parte, el gobernador Miguel Barbosa, perredista transformado en morenista, ha declarado que no habrá impunidad y la necesidad de trabajar por mejorar la seguridad. Se han detenido ya a tres presuntos responsables del homicidio. La fiscalía ha manejado la versión de que el móvil pudo ser el robo del auto o una riña entre Ximena, la estudiante colombiana, y una mujer, perteneciente al crimen organizado, que intentó robarle su sombrero. Se dice que el cuerpo de Ximena era el que presentaba mayores signos de violencia. Hay elementos tan fuertes de descomposición en nuestra sociedad que no se puede descartar esta versión, pero ha habido tanta impunidad, corrupción y defensa de los delincuentes (narcotraficantes, empresarios y funcionarios) que no podemos confiar en las instituciones estatales.
Maniobras de la derecha
La derecha ha tratado de capitalizar esto. Mientras los estudiantes marchaban legítimamente por justicia, en twitter evidentemente muchos universitarios se manifestaron, pero aquí también vimos una avalancha de mensajes de opositores al actual gobierno, incluyendo el propio Felipe Calderón. Una cosa es que la derecha quiera aprovechar la indignación legítima de la sociedad, otra muy distinta es que tengan una base social firme que les apoye y crea en ellos.
Quienes se manifestaron fueron sectores frescos, que en su mayoría no habían realizado una lucha anteriormente, aunque han estado inmersos en este proceso de cambio a nivel nacional. La cuestión es que la izquierda es débil, en su influencia política y como grupo organizado, ligado a la comunidad estudiantil, y que los nuevos sectores en lucha no han adquirido la suficiente experiencia y conciencia. Pero la lucha enseña.
Las autoridades de la BUAP han sido acusadas de corrupción y se buscaba transparencia y auditoría. Ellas no han provocado el ambiente de indignación, pero lo tratan de aprovechar como un distractor. El paro surgió sin oposición real de las autoridades (algunos dicen que se realizó con su complacencia). Ellos están moviendo sus piezas y movilizan a sus sectores afines dentro del movimiento estudiantil. En el propio desarrollo de la lucha las autoridades de la UAP y UPAEP mostrarán si están del lado de la comunidad o no, la experiencia histórica nos dice que debemos desconfiar de ellos y debemos fortalecer la organización independiente del estudiantado, con una posición de defensa de los intereses de los hijos de los trabajadores.
No es la primera vez que las divisiones por arriba pueden ser aprovechadas por el movimiento estudiantil y de los trabajadores. El movimiento de 1968 fue iniciado por un paro y una movilización organizada por la FNET que era dirigida por el PRI, pero la lucha tiene una lógica propia, y quién duda que ha sido el movimiento más combativo y organizado de la historia del país. Los estudiantes de la BUAP no se están movilizando en defensa del rector o la derecha, sino por seguridad y en defensa de sus reivindicaciones.
Un proceso dialéctico
Suele oírse quejas de algunos viejos activistas frente a cada lucha que surge ahora, y sale siempre la pregunta ¿Por qué salen hoy a luchar, cuando existe un gobierno progresista, y no antes? Eso es tener memoria corta porque el movimiento estudiantil durante todo el sexenio pasado, de inicio a fin, estuvo activo. El ejemplo más claro es la lucha por los 43 que tuvo una dimensión nacional.
Dice la biblia, “el que tenga ojos para ver, que vea”. Lo que ocurre en Puebla no es un proceso aislado. En la UNAM, una veintena de escuelas han realizado, asambleas, paros y acciones contra la violencia de género en los últimos cuatro meses. En la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), estudiantes están realizando un paro para que se tomen medidas contra la filtración de fotos íntimas para su comercialización. Incluso en secundarias se han desatado protestas, como es el caso de las alumnas de la secundaria técnica 52, Jaime Torres Bodet, que han denunciado que sus compañeros toman fotos a alumnas y profesoras con contenido sexual, se han denunciado casos de acoso sexual y ya lograron correr a su misógino director. En la UAM Iztapalapa, en los últimos meses, se han realizado varias acciones contra la violencia en general, incluyendo la de género, pero con un ambiente de unidad de las y los activistas. Podríamos continuar con un largo listado, lo que nos refleja que no estamos viendo un proceso aislado, lo cual quedó más que claro con la ola de protestas, por al asesinato de Ingrid y Fátima, lo cual sacó a la superficie el profundo descontento frente a la inseguridad y la violencia a la mujer. Los estudiantes de la salud en Puebla son los que ahora han tomado por miles las calles.
Mientras escribimos estas líneas, Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla (BINE) se ha sumado al paro bajo la consigna “Ayer fue la BUAP, mañana no quiero que sea el BINE”. Existen las condiciones para una extensión de la lucha.
Métodos democráticos y de control de la base
La exigencia de justicia para Francisco Javier, José Antonio Parada, Ximena Quijano y Josué Emanuel Vital Castillo es completamente legítima y debe mantenerse sobre la mesa, pero el problema es acabar con la inseguridad en general y levantar otras demandas legítimas del movimiento estudiantil.
Regresemos a la experiencia de 1968.El movimiento inicia bajo la indignación de la entrada de los granaderos a la ciudadela tras una riña. El paro se extendió y con las escuelas en huelga se abrió una discusión y se estableció el pliego petitorio que fue más amplio que el problema con los granaderos y las posteriores represiones.
Los estudiantes que han entrado en paro discuten que el problema de la inseguridad también se da dentro de la UAP y en el transporte universitario, donde se han dado asaltos. Los problemas de acoso y violencia contra las estudiantes también salen a relucir y se busca la forma de dar solución. Es necesario el establecimiento de un pliego petitorio general que unifique al movimiento, que incluya el problema de la inseguridad fuera y dentro de las escuelas, medidas contra el acoso sexual dentro de las escuelas en donde la universidad no proteja a los acosadores sino que los sancione o destituya.
El movimiento estudiantil tiene un enorme potencial de combate pero carece de organización y experiencia. Eso pone en riesgo la lucha. Mientras los estudiantes realizan los paros los recortes de la UAP y la UPAEP pueden llegar a acuerdos con Barboza sin siquiera considerar al estudiantado. Se requieren mecanismos democráticos de toma de decisiones y organización de la lucha y acordar el levantamiento del paro sólo mediante consulta a la comunidad movilizada.
Nuevamente vale la pena regresar a la experiencia de 1968. En esa lucha se realizaban asambleas generales en cada escuela y facultad en paro donde se elegían (y también se podían revocar en cualquier momento) a representantes que llevaban los acuerdos de asamblea y se reunían para, en interrelación con la base, tomar determinaciones de acción. No puede haber auto representantes o que los consejeros, solo por pertenecer a esta instancia institucional, sean automáticamente los representantes de una escuela. Todo representante debe ser electo por la base. Las decisiones fundamentales del desarrollo del movimiento se deben consultar con la base. Las reuniones de representantes electos en asamblea deben abarcar a todas las escuelas de lucha como el caso de la UPAEP, la BINE y todas las demás que se sumen en el proceso.
Extender la lucha y buscar la unidad de obreros y estudiantes
Ya hablamos de algunas experiencias del movimiento de 1968, pero algunos importantes antecedentes de ese movimiento estuvieron en el Estado de Puebla. Hay que recuperar las mejores tradiciones de lucha de los estudiantes poblanos. Después de la lucha de la reforma universitaria el movimiento estudiantil apoyó la movilización de los pequeños productores de leche, los estudiantes entraron en huelga y se unificaron con los trabajadores, eso animó a realizar una huelga general, a crear la unidad de trabajadores y estudiantes.
La inseguridad afecta a todos y no se resolverá por el actuar de una persona, por muy alto cargo y buenas intenciones que posea. Es un problema tan profundo que requiere la organización de la población.
El movimiento estudiantil debe buscar la unidad con profesores y administrativos, realizar brigadas informativas en el transporte público, plazas y zonas fabriles. Llamando a salir a las calles para exigir seguridad. Si se avanza en la unidad del movimiento bajo métodos democráticos y un programa de clase, se puede aislar a los reaccionarios que quieren usar nuestra lucha y, por el contrario, podemos avanzar en la organización de los trabajadores y sus hijos, así como en resolver profundos problemas como el de la inseguridad y la violencia a la mujer.