El 20 de enero un grupo de jóvenes y trabajadores nos reunimos en Ciudad de México, con compañeros de varios estados del país conectados en línea, donde resolvimos construir una nueva organización: la Organización Comunista Revolucionaria y el periódico Revolución Comunista, del que tienes el primer número en tus manos. Esta es una iniciativa de La Izquierda Socialista, que hasta ahora había sido la sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional. Este no es un cambio cosmético. La crisis capitalista está fogueando a una nueva generación de jóvenes luchadores revolucionarios, de combatientes comunistas. Existe la necesidad imperiosa de avanzar en la construcción de una organización revolucionaria radical, es decir, una organización que se plantee sin contemplación dinamitar los cimientos de la sociedad capitalista en México, pero también a nivel mundial; una tarea que no es posible conseguir sin la construcción de un Partido y una Internacional Comunista Revolucionaria, que es la tarea que debemos emprender ya.
El capitalismo es irreformable
La necesidad de una transformación profunda se ha expresado en el proceso de lucha de clases en México. Si miramos el periodo anterior, el país ha pasado por fuertes turbulencias sociales que han expresado un hartazgo con el statu quo. Antes de las elecciones de 2018 el proceso se encaminaba a una situación abiertamente insurreccional,donde el actuar de las masas ha sido el elemento central que derrotó a viejos partidos como el PRI y el PAN. El viejo régimen se vino abajo, siendo éste el primer episodio de un drama aún mayor en el devenir del capitalismo.
El gobierno de López Obrador gozó de un apoyo importante de la clase obrera y la juventud, por varios de sus aspectos. Tanto su trayectoria política, los ataques de la derecha y la resolución de ciertas demandas del movimiento popular mantuvieron la lucha de clases en un nivel bajo, aumentando los salarios y las ganancias de los grandes empresarios por la intervención económica del Estado. Esto va a cambiar en el próximo periodo, el proyecto reformista está llegando a su fin y demostrando sus contradicciones.
El problema fundamental al que nos enfrentamos es al de la dirección del movimiento de los trabajadores, pues quienes hoy están al frente no plantean atacar la raíz del problema, que es el sistema capitalista. Tanto las direcciones sindicales, como partidarias, que se dicen de izquierda son férreos defensores del capitalismo, limitando las luchas de nuestra clase a simples reformas para desviar el proceso de radicalización.
Una dirección revolucionaria, aunque es una necesidad histórica, nacerá débil, tanto por los acontecimientos recientes como por la trayectoria histórica de los revolucionarios en nuestro país. Nuestra labor es desarrollar la dirección revolucionaria, construyendo una Organización Comunista Revolucionaria, contra viento y marea; siendo una tarea que no se puede postergar.
A la entrada del primer gobierno de la llamada cuarta transformación (4T) todas las condiciones existían para un cambio profundo: el Estado estaba desprestigiado, el régimen en crisis y las masas de estudiantes, trabajadores y sectores amplios de la pequeña burguesía con una gran disposición de luchar para transformar de raíz a la sociedad. ¿Qué pasó? La política de la 4T fue rescatar al Estado y al sistema capitalista. Fue tal el cuidado que prodigó a la llamada democracia burguesa que incluso no aplastó a los tradicionales partidos burgueses; en vez de darles una estocada de muerte.
Su política ha sido desmovilizar a los trabajadores mientras apoya y fortalece al aparato estatal, principalmente a las fuerzas armadas. Hoy la 4T se descompone con una abierta política de conciliación de clases, en que el oportunismo controla y dirige su aparato, incluso en oposición a las aspiraciones de su propia base. Como Trotsky había previsto, el reformismo es la muleta izquierda del capital: busca salvarlo y no enterrarlo.
Los problemas fundamentales siguen siendo la inseguridad, la violencia, la falta de empleos bien remunerados, las extenuantes jornadas laborales, la falta de educación, la falta de vivienda digna para todos, etc. En esto nada ha cambiado.
Por una real independencia del imperialismo
México no está aislado del mercado mundial, la crisis ligada al COVID-19, las presiones inflacionarias, los efectos de la guerra Rusia-Ucrania, la subida de precios del combustible, la guerra económica entre EEUU y China, la relocalización de empresas, etc. han afectado positiva o negativamente al país. El problema central es que el capitalismo en su conjunto hace mucho ha dejado de ser un sistema progresista y ahora es un enfermo terminal que niega el progreso de la humanidad y el bienestar del planeta en muchos sentidos, pero que se rehusa a morir, y al que sólo derrumbaremos con la lucha revolucionaria de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Ante los efectos turbulentos de la economía mundial se desarrollan tendencias de nacionalismo económico, pero México no es una potencia capitalista, es un país dependiente del imperialismo y este nacionalismo no ha logrado evitar la subordinación a las necesidades de los países dedarrollados; por ejemplo, al hacer que México haga el trabajo sucio de contención de la migración para evitar su llegada a los EEUU. México, en vez de ser un país más independiente, está hoy cada día más ligado y subordinado a la economía norteamericana. Proyectos como el tren transístmico, el mismo tren maya, el impulso de la economía del litio, el nearshoring, etc. van orientados a apoyar y fortalecer la economía del imperialismo estadounidense en su guerra contra China.
Los comunistas luchamos por una real independencia del imperialismo, la cual sólo es posible controlando las palancas fundamentales de la economía, que hoy están en manos privadas nacionales y extranjeras. Esta lucha es imposible sin la unidad con nuestros hermanos trabajadores en América Latina, los trabajadores de EEUU y del resto del mundo, que se enfrentan a un enemigo común: las oligarquías locales y el imperialismo internacional.
Hoy la única política consecuente contra el imperialismo no es el nacionalismo sino el internacionalismo proletario. En América Latina hemos visto importantes luchas de los trabajadores del campo y la ciudad por transformar su realidad, con posibilidades reales de tomar el poder. Su único freno ha sido la ausencia de un partido comunista revolucionario de masas, de una dirección que esté a la altura de los acontecimientos que la situación requiere. Eso ha derivado en la creación de una varieded diversa de gobiernos reformistas y todos ellos han sucumbido ante su incapacidad de solucionar los problemas de fondo.
Contra la explotación capitalista
El capitalismo no puede ofrecer ni un presente ni un futuro dignos. No luchar contra él es aceptar todas las contradicciones y atrocidades que en él se desarrollan, como las guerras, la masacre imperialista en Gaza, el hambre, la violencia contra las mujeres, etc. Intentar dirigir y regular una economía que no controlas sólo genera distorsiones y puede llevar a contradicciones incluso peores. No se puede hacer media revolución y en la etapa actual de decadencia capitalista no es posible sostener reformas profundas y duraderas como podía hacerse en el pasado. La experiencia reciente de los gobiernos reformistas en Latinoamérica lo demuestra, basarse solamente en el presupuesto estatal buscando ensancharlo, limitarse a combatir la corrupción, buscar el “mejor reparto de la riqueza” (sin controlar los medios de producción) o incluso contraer deuda para dar algunos apoyos a las masas tiene un claro límite y no ataca el problema de fondo.
Mientras no se toquen las millonarias fortunas de los grandes capitalistas, banqueros y terratenientes, imperialistas y nacionales, no se podrá dar una solución de fondo a los problemas de las masas.
Los comunistas revolucionarios planteamos un cambio radical: expropiar a los grandes capitalistas y así orientar la riqueza producida por la sociedad en beneficio no de una minoría sino de la inmensa mayoría de los trabajadores. Eso implica destruir los actuales aparatos estatales que se han creado para proteger los privilegios del gran capital y los grandes funcionarios estatales. Experiencias como las asambleas populares en Bolivia, la APPO en Oaxaca y las policías comunitarias en Guerrero son ejemplos embrionarios de lo que debe ser un Estado democrático de los trabajadores que pueda ser usado realmente para nuestros fines.
El problema central de México no es la corrupción llana sino la explotación, que adquiere un nivel extremo en nuestro país. Un trabajador industrial en México produce su salario diario, en promedio, con tan solo 24.67 minutos de su jornada laboral (ver estudio en poderlatam.org). El resto se la embolsa el capitalista. Aun con los aumentos al salario y los programas dados por el gobierno, los ricos siguen siendo más ricos y los pobres no logran satisfacer sus necesidades plenamente.
Sólo la fortuna de Carlos Slim supera los 100 mil millones de dólares. Incluso con la fuerte crisis sanitaria y económica que significó el COVID-19, la gran burguesía mexicana e imperialista ha incrementado sus beneficios. Este sistema nos exprime hasta morir, nos roba nuestra fuerza mental y física, nuestro tiempo, nuestra salud, nuestra vida, para beneficiar a un puñado de parásitos capitalistas.
Es necesaria la defensa de los intereses de los trabajadores: luchar por reformas y la defensa de nuestras conquistas (salario, prestaciones, más vacaciones, pensiones dignas, reducción de la jornada laboral, etc.) y pugnar por sindicatos democráticos y revolucionarios con direcciones combativas. Pero nuestra aspiración es un cambio de raíz en la sociedad. Lo que necesitamos no son sólo reformas inmediatas ni un cambio de gobierno, sino un cambio de sistema, en que la riqueza de la sociedad no se concentre en pocas manos y así se distribuya de forma más equitativa en su conjunto.
El Capitalismo hoy es violencia barbárica
Décadas de ataques y caída de los niveles de vida y el empleo formal, en que se condenó a los campesinos a la miseria, sentaron las bases para el desarrollo del crimen organizado. Los carteles de la droga se desarrollaron hasta alcanzar niveles de empresas capitalistas ilegales de carácter transnacional, que cuentan con poderosos cuerpos de hombres armados. Esto, sumado a un proceso de descomposición social, resultó en cifras de homicidios similares a los de un país en guerra. La estela de desaparecidos y muertes es espantosa: 100 mil desaparecidos y 170 mil homicidios dolosos en el actual sexenio nos muestran que vivimos en una sociedad barbárica.
Es necesario un movimiento insurreccional de masas a nivel nacional, con milicias populares organizadas desde los barrios, comunidades y empresas, que barra con la violencia criminal. Pero también se necesita atacar el problema de raíz. Por un lado, combatiendo de manera real la pobreza, lo cual sólo es posible dirigiendo las ganancias que se adueñan los empresarios hacia las necesidades de la sociedad y eliminando a la burguesía como clase. Necesitamos acabar con la gran propiedad privada y así dar trabajo, salarios dignos y estudio a todo joven y trabajador. Se debe combatir al crimen organizado y expropiar sus bienes para con ello crear centros de rehabilitación, centros deportivos y culturales en todo el país.
Contra la violencia hacia la mujer y por los derechos de la diversidad sexual
La sociedad de clases genera toda una serie de condiciones materiales de opresión contra la mujer. Ya sea que se le relegue a una situación de dependencia económica o que sufra acoso y violencia física o sexual, o se llegue al extremo de la desaparición o el feminicidio, el sistema de clases no sólo tolera y propicia esta violencia, sino que actúa en protección de los criminales. La legalidad burguesa deja en la impunidad a casi la totalidad de los feminicidios. Todo esto es intolerable.
La lucha contra la violencia a la mujer no puede esperar, tenemos que actuar ya, con urgencia. Pero sabemos también que tiene un origen muy antiguo, cuando surge la sociedad de clases, y para erradicarla plenamente debemos destruir a la sociedad de clases. Ésta no es una lucha sólo de las mujeres, debemos tener la mayor unidad entre los oprimidos y explotados para luchar contra ella. La lucha contra la violencia hacia la mujer no está separada de la lucha contra el capitalismo y por el comunismo.
Desde el punto de vista del capitalismo, la familia juega el papel de reproducción de la fuerza del trabajo. Cualquier persona que rompa este esquema y tenga una preferencia sexual diferente es criminalizado, discriminado, tachado de enfermo y marginado.
Estamos en contra de todo tipo de discriminación contra cualquier persona por su identidad de género y preferencia sexual. Pero en esta batalla también nos oponemos a la fragmentación en pequeños grupos de opresión individual; somos contrarios a la política de identidad, que sólo debilita la lucha contra la opresión del sistema cuando necesitamos la mayor unidad entre los explotados y oprimidos.
El capitalismo destruye el medio ambiente
El ser humano, desde que aparece en escena, ha transformado la naturaleza. La diferencia es que hoy el capitalismo lo hace de una forma indiscriminada y bajo la única lógica de obtener el máximo beneficio para la clase en el poder. Esto está teniendo consecuencias catastróficas que se manifiestan en el cambio climático y que pueden llevar al planeta mismo a su destrucción. Por poner un ejemplo, el del agua, gran parte de su explotación indiscriminada lo realizan las grandes empresas y no el consumo doméstico. Al capitalismo no le importa desplazar y destruir pueblos, acabar con la biodiversidad y destruir a la naturaleza mientras sea en su propio beneficio. El capitalismo destruye al planeta.
La lucha por una economía y sociedad responsable y la defensa del planeta no es una batalla que se reduzca a los cambios de hábitos individuales, sino que exige destruir al sistema que lo altera de esta forma. Una economía planificada debería dirigir los recursos de la sociedad en la defensa del ecosistema, cuidando los recursos naturales, desarrollando fuentes energética no contaminantes, explotando a la naturaleza de manera racional y armoniosa, reforestando el planeta y usando los recursos técnicos y científicos para defender nuestro hábitat natural, que es el planeta Tierra.
Por un partido comunista revolucionario
La crisis del capitalismo nos ha encaminado al desastre, pero los reformistas no son capaces de revertirlo. El problema de fondo no es el tipo de gobierno sino el mismo sistema capitalista en su conjunto. Una revolución no es posible sin un largo proceso de aprendizaje y comprendemos que en este camino puede ser necesario que las masas pongan a prueba al reformismo y puedan tener un periodo de ilusión con ellos. Somos contrarios a los grupos sectarios que aspiran ser los directores de la orquesta y que sólo con hacer denuncias histéricas quieren que las masas les sigan como a los faros que iluminan el camino. El proceso revolucionario es más complejo que eso.
Sin embargo, hoy miles de jóvenes y trabajadores comienzan a ver la necesidad de ir más lejos. No se identifican con él y les repele natural y acertadamente el reformismo. Es necesario que los revolucionarios comunistas nos agrupemos en una sola organización y ganemos a nuestras filas a más y más compañeros en todo el país. Organizados debemos intervenir de manera activa en la lucha de clases defendiendo una política comunista.
La lucha de los comunistas tiene como uno de sus principales campos de batalla el ideológico. No sólo combatimos al sectarismo y al reformismo oportunista, sino también a esas tendencias que se disfrazan y se incrustan en las distintas luchas para alejarnos de nuestros objetivos, como es el caso del postmodernismo en todas sus variantes.
Además de desarrollar un trabajo teórico con nuestra editorial, el Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx y nuestra revista América socialista: En defensa del marxismo, nuestra prensa es fundamental en esta lucha.
Revolución Comunista aparece como el periodico de la Organización Comunista Revolucionaria. Seremos un periodo regular que defenderá las ideas del comunismo en cada fase. A diferencia de los órganos digitales, nos permitirá un trabajo cara a cara con cualquier joven o trabajador comunista o crítico del sistema.
Nuestro periódico es un órgano de propaganda y también de agitación que nos permite defender nuestras ideas comunistas. Pero también nos permite agrupar el trabajo de los comunistas a nivel nacional, como bien dijo Lenin, es nuestro organizador colectivo. Es una prensa necesaria, no sólo para la defensa de las ideas de los comunistas, sino para organizar las fuerzas del comunismo. Te invitamos a que difundas Revolución Comunista y sumes tus fuerzas afiliandote a la Organización Comunista Revolucionaria.
Organizar las fuerzas del comunismo
Pese a las distorsiones divulgadas por la burguesía, reaccionarios, reformistas, sectarios y estalinistas, la lucha por el socialismo y el comunismo es lo único que puede dar una salida verdadera a nuestros problemas.
Este año se cumplen 100 años de la muerte de Lenin, el hombre más amado y el más odiado, hoy nuestros enemigos no dejan de distorsionar el verdadero papel de Lenin y no nos extraña. Lenin fue el más consecuente representante del marxismo, el arquitecto del partido revolucionario y el hombre que logró, por primera vez, dirigir a la clase obrera al poder. Lenin demostró que es posible acabar con el capitalismo y construir una sociedad dirigida por y a favor de los trabajadores, acabando con los explotadores. Eso no se lo perdonan los capitalistas y de ahí esa maraña de mentiras y distorsiones en su contra. Debemos levantar una bandera limpia, alejada de los crímenes del estalinismo y del reformismo. La bandera comunista que levanta nuestra Internacional lo es.
Te invitamos a participar en el congreso fundacional de la Organización Comunista Revolucionaria (OCR), del 17 al 19 de mayo del presente año. Escríbenos para recibir más información. Tenemos que repetir la tarea de Lenin y los bolcheviques: construir un partido revolucionario y una internacional comunista para acabar con el capitalismo. Esta es una tarea de vida o muerte, el capitalismo nos está empujando a la barbarie y destruye nuestro propio planeta. Es momento de unirnos, los comunistas, en la OCR y trabajar en la construcción del Partido Comunista Revolucionario, aportando nuestro esfuerzo para construir la Internacional Comunista Revolucionaria.