Quizás una de las preguntas que más persiguen al ser humano. No importa quien seas, a que te dediques o la edad que tengas, siempre habrá un momento donde tengas que detener tu marcha por unos momentos y preguntarte… ¿Qué hacer?
Es natural que la respuesta a esta pregunta no sólo dependa de tu objetivo final, sino que, dependerá de la situación concreta en la que estés inmerso. No es posible que la respuesta a dicha pregunta sea la misma para un momento donde estés comenzando a perseguir tu objetivo, como en el momento en que tu objetivo se encuentra a la mano.
Nuestro amigo Lenin escribe el ¿Qué hacer? a finales de 1901 como una manera de complementar las ideas expuestas en el folleto “¿Por dónde empezar?”. Los capítulos del libro fueron primeramente publicados como secciones del diario Iskra para posteriormente ser conjuntadas en un folleto/libro de la manera en que lo conocemos hoy en día.
Previo al segundo congreso del Partido Socialdemócrata Ruso existían opiniones encontradas de cuestiones tan fundamentales como: ¿Qué es un militante? ¿Es importante la teoría? ¿Qué tipo de organización necesitamos? ¿La revolución llegará de manera independiente a una organización revolucionaria? Y muchas otras cuestiones que debían ser contestadas para lograr dilucidar el camino al socialismo.
Para escribir este texto (y podría decirse que todos sus libros) Lenin se apoyó en el método más revolucionario que ha existido hasta nuestra época: el marxismo, especialmente en el brazo filosófico, el materialismo dialéctico. Sin miedo a llamarle a las cosas por su nombre, comienza enfrentando a los defensores de “La Libertad de Crítica”, siendo estos en realidad una corriente que buscaba silenciar el debate sobre las cuestiones más apremiantes para el partido en la época. La realidad era que a los defensores de la Libertad de Crítica se les habían acabado los argumentos con los cuales defender su postura y la única manera de atacar a quienes defendían el auténtico marxismo eran las formas.
Una de las posturas que dominaban en el partido socialdemócrata en el momento era la que defendía que no era necesario que el partido creciera en teoría y en influencia, dado que las masas de manera espontánea se lanzan hacia la revolución a partir de las condiciones materiales que vivían en aquella época. Lenin expone brillantemente cómo esta postura había consumido en el pasado decenas de movimientos que nacían y morían con la misma espontaneidad, dejando claro la necesidad de contar con un partido auténticamente revolucionario que le dé a las masas las herramientas para obtener conclusiones correctas y girar en torno a la emancipación de la clase obrera.
Es fácil de entender como un sindicato podría lanzarse a una huelga de manera espontánea cuando las condiciones laborales de tal o cual grupo de trabajadores es atacada de manera repentina. Debido a esto, nuestro amigo Lenin profundiza en las dinámicas que envuelven este tipo de luchas económicas. Si bien es cierto que nosotros los revolucionarios siempre estaremos a favor de luchas que beneficien al trabajador, sería un error suponer que las mejoras, resultado de estas luchas, son el fin en sí mismo. Para los revolucionarios la lucha por mejoras laborales y económicas siempre será una herramienta con la cual los trabajadores podrán sacar conclusiones y calentar el ambiente para la lucha final, la lucha por la toma del poder por parte del obrero.
Los dos últimos capítulos se enfocan en responder una pregunta fundamental. ¿Qué tipo de organización necesitamos? Y ¿Cómo un periódico nacional nos ayudará a obtenerlo? Y para poder responder esto debemos hacer énfasis en los errores cometidos en el pasado, aquellos que perseguían a los revolucionarios cuando se utilizaban métodos primitivos de organización, cuando se dependía de la espontaneidad y no se contaba con un método desarrollado.
Si estás leyendo estas palabras directamente en el primer número de Revolución Comunista podrás darte cuenta que la Organización Comunista Revolucionaria, sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional (por cambiar su nombre a Internacional Comunista Revolucionaria), retoma la idea del periódico en el sentido leninista. Porque un periódico no sólo es un grupo de hojas impresas, su existencia requiere una organización que lo respalde y unas ideas trabajadas para su publicación.
Si bien es cierto que contamos con nuestra web nacional en www.marxismo.mx, de manera internacional nuestra web es www.marxist.com y distintas redes sociales, el periódico en físico nos permite ir más allá. Nos permite estar en tu escuela, en tu plaza, en tú barrio. Nos permite ir hasta donde tu estés y compartirte el mensaje más importante que puede ser compartido en nuestros días. Nos permite pararnos frente a ti, verte a los ojos y decirte:
¡ÚNETE A LA LUCHA POR EL COMUNISMO!