“El movimiento del 68 tiene consecuencias muy profundas en la conciencia nacional y de largo plazo porque produce decenas de miles de militantes, de gente dispuesta a actuar políticamente durante toda su vida. Aunque no se consoliden formas de organización específicas derivadas directamente del Movimiento, promueve una amplísima gama de formas de organización social en grupos de acción política (Álvarez Garín, Raúl, La Estela de Tlatelolco, p. 196)”.
“Después de todo, sólo había sido un movimiento estudiantil de 123 días de duración. Nada más, nada menos. Pero nos había dado, a una generación completa de estudiantes, pasado y país, tierra debajo de los pies. En los siguientes meses, millares de nosotros comenzamos a buscar, dentro y fuera de la universidad, un camino. La parte más desgarrada se incorporó a la lucha guerrillera urbana en la que se desangró durante los siguientes 5 años en una guerra sucia sin cuartel. Un grupo enorme de jóvenes fueron hacia los barrios, a fundar las organizaciones de colonias que durante los siguientes 20 años ofrecerían un modelo de resistencia popular. Otros fuimos a buscar las fábricas, a encontrar las claves de porque el movimiento estudiantil se había movido en la sociedad. Otros trataron de transformar la universidad, crearon los sindicatos, impusieron la reforma educativa. Otros llegaron al campo, a un territorio aún más ajeno todavía. Llevamos en estos viajes todas nuestras virtudes y todos nuestros defectos: un voluntarismo a prueba de derrotas, una vocación de terquedad, mucho marxismo de manual, mucho sectarismo del viejo y del nuevo, mucho vanguardismo barato, mucha cabrona ignorancia. Había algunas virtudes mezcladas en el cóctel, una idea de que la política es moral, que tardaría algunos años en acabar de desarrollarse, una sana sensación de que no éramos inmortales” (Taibo II, Paco Ignacio, 68, p. 113 y 114).
Son muchas las lecciones de esos años, los aciertos y errores, pero no podemos entender al México actual sin el parteaguas que fue el 1968. Esa derrota aparente se convirtió en una batalla duradera que ha transformado al país, aunque la tarea sigue y seguirá estando incompleta, mientras no acabemos definitivamente con la raíz del problema que es el sistema capitalista y su Estado, que aunque se maquille, sigue siendo un asqueroso aparato represor en defensa de los intereses de los propietarios de los medios de producción y de la propia alta burocracia estatal.
Tras el 68 se dio un proceso de radicalización. Éste movimiento rompió con el viejo corporativismo estudiantil de la FNET y creó los Comités de Lucha (CL). Los más avanzados desarrollaron una línea política que los ligó a la base y buscó la forma de contribuir a la lucha general de los trabajadores por sus reivindicaciones concretas y por transformar la sociedad en líneas socialistas. Desde el movimiento estudiantil había que contribuir a la formación de un partido revolucionario de la clase trabajadora, entendiendo que el proceso sería largo.
LOS COMITÉS DE LUCHA
Resistencia y fin de la huelga
Después del 2 de octubre hubo una heroica resistencia. Llegaron los juegos Olímpicos, la inauguración estuvo llena de tención, Díaz Ordaz recibiría una masiva rechifla en su brevísimo discurso de 24 palabras. En estas justas deportivas no se pudo ocultar el viento de rebeldía de 1968. Es bien conocido el caso de los deportistas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, ganadores de oro y bronce en la carrera de 200 metros, quienes alzaron su puño con el guante negro, símbolo del poder negro de las panteras negras de Malcolm X. Casi desconocida, por la enorme censura, es la protesta de la medallista de plata mexicana en esgrima Pilar Roldán, quien al recibir su medalla levanté su mano haciendo el símbolo de la lucha estudiantil: la V de la Victoria.
El golpe recibido el 2 octubre fue muy fuerte y el movimiento pasó por un difícil aislamiento. La resistencia se convirtió en la lucha. Los representantes del CNH eran un compacto grupo de unos 50, las huelgas se mantenían con pocos compañeros. Aun en esas condiciones se dieron concentraciones de 30 mil estudiantes, como ocurrió el 19 de noviembre en el Casco de Santo Tomás. El PC tenía una actitud claudicante y sin más pedía levantar la huelga pero el debate era cómo seguir la lucha. Lo cierto es que no se fue capaz de mantener una participación activa del conjunto del estudiantado, no era viable mantener esa situación y levantar la huelga permitía recontactar con la base en búsqueda de organizarla y continuar la lucha en nuevas condiciones. De forma similar a lo que ocurrió en UPIICSA en la huelga de 2014 con el local porril, en 1968 los estudiantes eliminaron los espacios de la FNET. El movimiento del CNH había quitado la base a la FNET, quien mostro su carácter reaccionario y se barrió con ella, dando paso a los Comités de Lucha, herencia de la lucha de 1968.
El fin de la huelga fue doloroso, en las asambleas en las escuelas se derramaron lágrimas. En un mitin en la plaza de zacatenco, el 5 de diciembre, se dio por concluida la huelga. Se acordó formar un Comité coordinador de los Comités de lucha (CoCo), en vez de construir una organización general del conjunto del estudiantado. Esta coordinación funcionó efímeramente en la UNAM y en el IPN por un tiempo un poco mayor.
Las clases se reanudaron a inicios de enero, en algunas escuelas los primeros días parecían como en los años más álgidos de la huelga, con estudiantes reunidos en comisiones, debatiendo, haciendo panfletos. Era común que los integrantes de los Comités de Lucha (CL) tuvieran una amplia representatividad. En la ENCB del IPN se decidió que cada salón de clases enviara a un representante para formar parte del CL, en ESIME el primer CL fue decidido en asamblea con decenas de integrantes.
La táctica Estatal para desactivar la lucha
Una de las primeras medidas que la autoridad implementó fue introducir una enorme carga académica para desactivar la organización. En ESIME, por ejemplo, el terreno académico dio elementos para la organización y la lucha, se dieron los primeros movimientos por Exámenes a Título de Suficiencia junto con una política de mejoras académicas y reacomodo del calendario escolar.
Las vocacionales fueron el alma de la lucha de 1968, el despertar político de los más jóvenes, de compañeros que pertenecían a los barrios populares, llevó a una gran actividad que el Estado quería apagar. Fue cuando se formaron los grupos porriles la FEP y posteriormente la ODET. Los partidos de futbol americano se habían usado para generar una rivalidad que políticamente buscaba la división de los estudiantes, eso lo rompió el 68 pero se volció a fomentar en los años posteriores. Ya dentro de las porras politécnicas se habían formado grupos que buscaban el choque y la confrontación. Cuando existió la FNET se llegó a usar a pandilleros de colonias conflictivas para amedrentar y golpear a las planillas opositoras lideradas por elementos del Partido Comunista. Pero ahora se creaba un grupo semiparamilitar permanente con el objetivo claro de generar choques; combatir a los Comités de Lucha, herencia del movimiento de 1968, y desviar la rebeldía juvenil.
En aquellos años había un fuerte aire de rebeldía en la juventud que se expresaba también musicalmente. Antes de 1968 las drogas no eran un real problema en las escuelas, ahora se fomentaban conciertos de rock y la venta de la droga dentro de las escuelas. El masivo festival de Avándaro fue tolerado por el Estado porque estaba en el contexto de sus planes. Un duro golpe más se vivió cuando el 28 de marzo de 1969 le quitan al IPN, por un decreto presidencial, las prevocacionales, el equivalente a las actuales Secundarias Técnicas. Otro golpe fue que la vocacional 7 nunca logró recuperar sus instalaciones de Nonoalco, Tlatelolco, esta fue la más combativa escuela de bachillerato durante la huelga del 68 y consiguió una gran vinculación y apoyo de los pobladores de las colonias populares de los alrededores.
Con represión porril y las medidas arriba mencionadas se fueron eliminando paulatinamente algunos comités de lucha, otros fueron desapareciendo cuando no se consiguieron crear los cuadros políticos que continuaran la organización. Otros más lograron sostenerse por varios años y en el caso de la ESIME, 50años después, continúa hasta hoy de forma ininterrumpida y, en torno a él, se ha construido el Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico (CLEP), rescatando la mejor herencia de 1968.
La lucha continuaba
Durante la huelga se establecieron Comités de Huelga en cada escuela, ya desde ese tiempo algunos comenzaron a asumir el nombre de Comités de Lucha. Es emblemático el caso de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde desde el primer momento de la huelga llegó José Revueltas para quedarse. Este miembro fundador del CL de Filos fue un miembro más de la lucha y se le veía escribir y escribir sentado en la facultad. En la UNAM hubo comités de lucha bastante combativos, un caso más es el de Ciencias Políticas, lamentablemente no lograron tener una vida duradera y en pocos años desaparecieron.
Un ejemplo del ambiente vivido después de la huelga lo podemos ver cuando el director general del IPN, Guillermo Massieu, visitó la ENCB para imponer a un director en esta escuela. La visita se dio casi sin anunciarse pero el Comité de Lucha ya se había preparado. En la madrugada se hicieron carteles en el local estudiantil y se asistió al acto permitiendo que transcurriera. En un momento Jesús Vargas, miembro del Comité de Lucha, estratégicamente colocado en el centro del auditorio, se levantó de su asiento y pidió la palabra. El director general le pregunto que si hablaba como profesor (Vargas ya daba 6 horas de clase) o como estudiante. Él le respondió que como representante de los estudiantes de biológicas. En ese momento se alzaron las pancartas antes ocultas y otro estudiante preguntó a la asamblea que si estaban de acuerdo en elegir a Vargas como su representante pidiendo levantar la mano. Como un solo hombre se levantaron las manos y no hubo opción para las autoridades que dejarlo hablar. Se leyó un comunicado, previamente redactado, en un ambiente electrizante se criticaba a Guillermo Massieu, su actuar durante la lucha de 1968 y se exigía su renuncia.
Los jóvenes activistas se politizaban y combatían la influencia que aun ejercía el Partido Comunista dentro de las escuelas. Otras organizaciones políticas maoistas, mandelistas y la Liga Comunista Espartaco empezaron a hacer reuniones y foros de balance del movimiento estudiantil. Eso llevaría a la militancia política a muchos de estos compañeros.
La represión Estatal se mantenía. El 2 de enero fue secuestrado Juan Valenzuela, conocido como El Guerras, en la puerta del Queso (el centro cultural del IPN). El día 15 el secuestrado fue Cesar Tirado Villegas, representante del CNH de ESIQIE. El 18 de enero fue secuestrado Héctor Jaramillo que durante la huelga era el responsable de organizar las brigadas en ESIME y era de la comisión de prensa del CLESIME. Los compañeros fueron llevados al campo militar donde entre ellos se identificaron. Se formaron comisiones para investigar su paradero sin resultados. El día 23 fueron liberados supuestamente los 3 compañeros pero Héctor Jaramillo no apareció jamás. Desde entonces en el local del Comité de Lucha, durante las distintas generaciones, alguna sala o regularmente la biblioteca lleva su nombre.
Otro caso de represión se vivió cuando fue atropellado un estudiante de ESIME, los estudiantes del equipo de americano comenzaron a secuestrar autobuses y prendieron fuego a uno, llamaron después al Comité de Lucha para dirigir la protesta. Mario Ortega, miembro del CLSIME fue secuestrado, golpeado y quemado su rostro con cigarrillos, finalmente sería liberado en poco tiempo por la enorme presión del estudiantado. Otros casos de secuestros se vivieron con Andrés Chávez (el mejor promedio de la escuela y miembro del CLESIME) y el compañero Ávila sería golpeado por grupos porriles cerca de su casa. Se quería machacar la moral revolucionaria pero no pudieron derrotarnos.
En ESIME la lucha estudiantil también llevó a dar una batalla contra los profesores corruptos y faltistas, con mafias que además dirigían el sindicato. Una lucha estudiantil, en coordinación con profesores democráticos, expulsaría a estos charros sindicales y permitiría elecciones que llevaron a la democratización de la sección sindical. Un compañero del CL organizó al grupo de jardineros de Zacatenco en defensa de sus derechos laborales y permitió su organización sindical.
Algunos presos fueron liberados, como el caso de los líderes ferrocarrileros Campa y Vallejo, y se hacían mítines en las escuelas con ellos. Se hicieron en ESIME festivales con Judith Reyes, José de Molina, Leopoldo Ayala, los Dugs Dugs, Javier Batiz y otros más. El cine documental de los alumnos y egresados del recientemente creado CUEC también se proyectaron en las escuelas. Hablamos de la conocida película de El Grito y otras como Los 4 comunicados del CNH, Únete Pueblo, Aquí México, entre otros.
El movimiento estudiantil tuvo varias tendencias pero a la larga perduraron las que fueron capaces de vincularse a los problemas concretos de los estudiantes (que en las futuras generaciones no habían vivido de manera directa el movimiento de 1968) y a través de esto explicar los problemas generales de la sociedad capitalista y la necesidad de la lucha por el socialismo. Además los elementos más conscientes de los Comités de Lucha estaban vinculados a una organización política revolucionaria. Aquellos que abogaban por “la independencia” estudiantil terminaban no asumiendo posiciones consecuentes y siendo incapaces de construir los cuadros para dar continuidad a la lucha. De igual forma las posiciones ultraizquierdistas y sectarias terminaron en aislamiento.
Los primeros egresados salían de las escuelas y era correcto, aunque manteniendo los egresados un vínculo con los Comités de Lucha, dejar las escuelas para contribuir en otros ámbitos de la lucha y permitir también el surgimiento de nuevos cuadros. Era necesario hacer un balance del movimiento que pudiera elaborar una línea política que fuera debatida ampliamente y así dejar constancia de las experiencias y el camino a seguir a las futuras generaciones.
Jesús Vargas, del Comité de Lucha de Biológicas, señala:
“A finales de 1969, se elaboró un extenso texto de varias cuartillas para definir cómo debería de ser la línea política, y entre muchas otras cosas se señalaba que los estudiantes integrábamos una parte del pueblo y que durante nuestra permanencia en las aulas nos unían los mismos objetivos y los mismos problemas académicos; pero cuando actuáramos políticamente, deberíamos de hacerlo en base a una serie de condiciones que nosotros mismos deberíamos definir, pero sobre todo aplicar disciplinadamente, porque sólo así podríamos alcanzar los objetivos propuestos”.
“Definíamos nuestra causa principal como la lucha contra todo el sistema de explotación, al cual se tenía que destruir desde la raíz y sustituirlo por uno más justo, un sistema socialista”.
Y añade:
“En general se tenía que aceptar que esta línea política tenía que ser marxista-leninista, adaptada a las condiciones reales de los estudiantes mexicanos, y para definirla entre toda la base estudiantil los argumentos tenían que ser claros, sencillos, accesibles, para que todos nuestros compañeros estuvieran en condiciones de discutirlos, de criticarlos, de corregirlos y luego adoptarlos como norma suprema” (Vargas Valdés, Jesús, La patria de la juventud, pp. 224 y 225).
Moi, dirigente del CLESIME, en su historia de los primeros años de esta organización, aparecida en el libro Octubre dos: Historias del movimiento estudiantil, recuerda que a mediados de los 70 se hizo un mitin con Valentín Campa donde el CLESIME expone sus ideas principales sobre la línea política. Una redacción realizada en julio de 1971 de la línea política aparecería un tiempo después en un folleto publicado por el CLESFM titulado Unifiquémonos. Este se distribuyó masivamente para que base pudiera conocer la línea política y opinar sobre ella.
La línea política de los Comités de Lucha es uno de los documentos más importantes de la historia del movimiento estudiantil mexicano, que resume las experiencias nacidas con el 68. ¿Qué plantea? Que el estudiantado, si bien no es una clase social y tiene vicios y limitaciones, puede jugar un papel importante para la lucha revolucionaria a distintos niveles. Se dice que la batalla no es solamente por mejorar la educación sino por transformar la sociedad, aunque las luchas inmediatas deben ser usadas para explicar que el problema general es el capitalismo y su estado y que es necesaria la unidad con los trabajadores para cambiar al sistema de raíz. El estudiantado debe plantearse la forma de contribuir a la lucha por la transformación socialista y a las batallas concretas de la clase trabajadora. ¿De qué forma puede hacerlo? Siendo un movimiento organizado que sirva de ejemplo a los trabajadores, que dé apoyos concretos a las batallas cotidianas, que genere cuadros que adopten el pensamiento marxista revolucionario y ayuden a llevar estas ideas a la clase trabajadora y a construir el partido revolucionario de los trabajadores.
Los comités de lucha apoyaron movimientos obreros importantes solo un par de ejemplos son la lucha de SPICER o el de la Tendencia Democrática del SUTERM, se crearos cuadros que se vincularon al movimiento obrero y ayudaron a la defensa de los intereses de la clase y la democracia sindical, apoyaron y ayudaron a construir frentes de masas como el de Tierra y Libertad en Monterrey, han generado cuadros en la lucha por construir un partido revolucionario de los trabajadores, se han apoyado luchas internacionales de los trabajadores y a construir las fuerzas del marxismo no solo nacional sino también a nivel internacional.
Claro que ha habido errores y dificultades, por ejemplo el dejar la escuela para ir a la fábrica podía generar frustración a la larga, eso es sustituismo. Un estudiante solo lo es por un periodo de su vida y después en general se convertirá en un trabajador asalariado que ya podrá contribuir a la lucha por los derechos de los trabajadores. La línea política plantea la necesidad de crear una organización de masas permanente de los estudiantes. Durante los años 70 se crearon grandes organizaciones estudiantiles como la OBA y la OBE, las asambleas de estudiantes de la ESIME se hacían en el auditorio A del Queso, pero la realidad nos dice que no es posible mantener esas estructuras perpetuamente y que existirán distintas expresiones organizadas del estudiantado. Pese a todo ello los CL fueron un parteaguas que han sido instrumento real con el cual se ha conseguido mejoras tangibles que se mantienen hasta hoy como: las becas, el aumento a la matricula, laboratorios, CAEs, la democratización de secciones sindicales, frenar la privatización del IPN, detener la desaparición de escuelas, detener el aumento exorbitante de cuotas, sacar al porrismo, etc.
EL FRENO DE LOS ESTALINISTAS MEXICANOS
El reformismo del PCM y la ruptura de las JC
El Partido Comunista Mexicano (PCM) era la organización política de trabajadores más grande del país. De haber contado con una línea auténticamente marxista podría haber significado un punto de quiebre. Incluso si no se hubiera podido revertir los ataques estatales, se podría haber atraído a miles de jóvenes, que con una adecuada educación y orientación, podrían haber construido un sólido partido revolucionario que ayudara a enfrentar adecuadamente las futuras batallas de la clase obrera, los campesinos y los estudiantes para avanzar en transformar de raíz nuestra sociedad. Miles de jóvenes querían luchar realmente por el socialismo. Desgraciadamente, el reformismo de los estalinistas y la debilidad política de sus dirigentes derivó en un amplio repudio a este partido.
Antes de 1968 había un proceso de radicalización en esos años, que se expresó en la entrada de miles de jóvenes al PCM. Se dice que sólo en el año 1967 se afiliaron al partido entre 5 y 6 mil jóvenes. El partido comunista había recibido enorme represión estatal al inicio del movimiento. Fueron encarcelados varios de sus militantes y allanada su imprenta y su local. Militantes comunistas jugaron un papel destacado en la dirección del Consejo Nacional de Huelga (CNH) tanto en el politécnico como en la UNAM. Pero esto no fue gracias al PCM sino a pesar de él.
Al finalizar el movimiento de 1968 entre los jóvenes radicalizados había una opinión generalizada de que el PCM había traicionado. El Partido Comunista no impulsó la lucha de manera Revolucionaria en 1968 y fue visto por sus propios militantes como un freno para el movimiento. Tenía una actitud sectaria hacia el movimiento estudiantil. Es una realidad que los estudiantes tienen limitaciones en su lucha y mantener cerradas las escuelas por días, semanas o meses no afecta las palancas fundamentales de la economía. Pero el estudiantado puede acceder de forma más fácil a las ideas revolucionarias que la clase trabajadora y tiene un gran dinamismo, puede ser un gran aliado de los trabajadores. El PCM veía a los estudiantes como una gran masa de pequeñoburgueses, criticaba los vicios y limitaciones del movimiento estudiantil, pero no veía sus potencialidades y cualidades ni contraponía ninguna política concreta para hacer avanzar el movimiento en líneas revolucionarias.
Los estudiantes se politizaron; al finalizar la huelga miles de ellos sacaron la conclusión de que la lucha no se podía limitar a algunas reformas, sino que se necesitaba un cambio radicar en líneas socialistas y que para ello era necesario organizar a la clase obrera. Es verdad que el estudiantado no controla los medios de producción y si una huelga estudiantil no ataca económicamente al capitalismo entonces hay que tener una política de llegar a la clase obrera y ganar simpatía, apoyo o intentar sumarlos abiertamente a la lucha. El PCM pudo jugar un papel en avanzar en ese sentido pero no lo hizo y por tanto no se veía como una alternativa revolucionaria para el joven que quería luchar contra el gobierno de Díaz Ordaz y por el socialismo. El Partido Comunista Mexicano llamó después del 2 de octubre simplemente a levantar la huelga, señalaba las limitantes del movimiento estudiantil pero nunca planteó cómo llevar adelante la organización y la lucha en esas condiciones concretas difíciles.
El movimiento estudiantil levantó la consigna de diálogo público abierto. Eso daba gran confianza de la base estudiantil en un país donde la mayoría de los dirigentes se corrompían y vendían (los más consecuentes dirigentes del movimiento obrero y campesino estaban en las cárceles o la clandestinidad). Después del 2 de octubre, dirigentes del Partido Comunista de manera unilateral comenzaron a tener negociaciones con elementos del Estado. En medio de este contexto al Partido Comunista se le ofrecieron posiciones en la cámara de diputados y la posibilidad del registro legal del partido, todo esto abonó a la desconfianza de los sectores más radicalizados dentro y fuera del partido. En este contexto, destacados jóvenes comunistas rompieron con el PCM. Mientras que al PCM se le proponían posiciones en el parlamento a José Revueltas, ex militante del partido comunista y fundador de la Liga Comunista Espartaco, que en ese momento ya simpatizaba de manera abierta con las ideas de León Trotsky, se le reprimía y metían a la cárcel. Revueltas se convirtió en un ejemplo, en un líder moral para el movimiento estudiantil con su actitud intransigente y revolucionaria, opuesto al partido comunista que perdió a muchos de sus militantes. El Partido protagonizaría escisiones futuras y no sería visto como una alternativa para los jóvenes que se politizaban y sacaban conclusiones revolucionarias.
Los límites del PCM fueron los límites del estalinismo
Valentín Campa, que fuera dirigente ferrocarrilero y preso político, diría en su autobiografía:
“la deficiencia principal, tanto mía y de otros camaradas de mi generación, fue nuestro bajo nivel teórico y aun político en momentos cruciales para la historia del Partido Comunista Mexicano y el movimiento sindical” (Campa, Valentín, Mi testimonio, Ediciones Cultura Popular, Tercera edición, p. 11).
El PCM surge después de la revolución mexicana bajo el impacto de la revolución rusa. Nunca fue un partido de masas pero aglutinó a aguerridos militantes y atrajo a un importante sector de la intelectualidad. El Machete, en sus años dorados, fue un periódico que se vendía por miles en las fábricas.
Las limitaciones del PCM las encontramos en el desarrollo del movimiento comunista internacional. En Rusia se creó el primer Estado Obrero, tras la revolución de octubre de 1917. Es la más radical transformación de la historia de la humanidad, esta revolución transformó al mundo. Se creó el Estado más democrático que jamás haya existido. La revolución rusa desde el inicio levantó la bandera del internacionalismo, por eso llamó a construir la Internacional Comunista que fue un real foco de atracción para millones de jóvenes y trabajadores en el mundo.
No es espacio aquí para hablar a detalle de la evolución de la revolución rusa pero habría que comentar que una serie de condiciones materiales adversas (sumado a la traición de los dirigentes de los Partidos Socialistas y a la inexperiencia de los Partidos Comunistas) darían como resultado un triunfo, frente al ala revolucionaria, de la burocracia que nada tiene que ver con el Estado dirigido por Lenin y Trotsky. Cuando la burocracia tomó el control del estado ruso (lo cual consiguió masacrando en sus purgas a la generación que encabezó la revolución) asumió una posición oportunista con consecuencias desastrosas defendiendo el socialismo en un solo país (en oposición a la revolución mundial) y planteando la teoría de las dos etapas (robándola de los mencheviques) que defiende que el objetivo inmediato en los países atrasados es primero una revolución democrática y después de alcanzar un desarrollo, la revolución socialista. Para eso era válido la alianza con la burguesía progresista (contrario a la independencia de clases que tanto Lenin como Trotsky defendieron).
Las políticas estalinistas tendrían consecuencias desastrosas. Los comunistas tuvieron la oportunidad de formar un partido de masas, con fuerte arraigo en los sindicatos, durante los años 30. Fue su política errónea (que giraba del oportunismo al izquierdismo sectario) lo que facilitó la fusión de los sindicatos al aparato estatal, llevando al aislamiento de la izquierda revolucionaria, evitando la conformación de un partido comunista de masas.
En México el Partido Comunista se burocratizó bajo la línea de la Internacional Comunista estalinizada. Los disidentes eran purgados, los trotskistas estigmatizados e incluso se dio un golpe interno y se expulsó a los principales dirigentes del partido (Laborde y Campa) para que este se convirtiera en instrumento ciego para asesinar a León Trotsky, lo que consiguieron finalmente en agosto de 1940 en su casa de Coyoacán.
Después de la muerte de Stalin vino un proceso de “desestalinización” pero la política oportunista del PCM y su burocratismo opuesto al leninismo se mantuvo. El partido bolchevique, bajo Lenin y Trotsky, era un partido con gran tradición democrática donde se podían expresar diversas opiniones y ser debatidas. Lenin y Trotsky combatían a sus oponentes políticamente y usaban las diferencias para elevar el nivel político de los cuadros, mientras que los estalinistas (incluyendo los mexicanos) usaban el aparato para aplastar a las disidencias. Todo esto llevó a que después de 1968 la mayoría de los jóvenes abandonaran el partido y éste viviera toda una serie de escisiones y purgas.
Para muchos jóvenes esta política burocrática y conciliadora del PCM no estaba clara y eran atraídos a las filas del partido al que consideraban revolucionario y marxista. Miles de jóvenes, tras la lucha de 1968, militantes o no del PCM, estaban dispuestos a ofrendar sus vidas por la transformación social, una gran cantidad se plantearon como objetivo abiertamente alcanzar el comunismo como objetivo final de la lucha.
Los estudiantes primeramente se expresaron en su entorno natural: las escuelas. El 5 de diciembre, en un mitin en la plaza roja de Zacatenco, se disuelve la huelga y se da paso a la conformación de los Comités de Lucha. Fue un error no constituir una organización nacional de estudiantes, en su lugar solo se formó una coordinación de los Comités de Lucha. Este funcionaria por un tiempo en el IPN, en la UNAM muy poco.
Las luchas se dan internamente en las escuelas y se expresan distintas corrientes. Pero la mira era romper la lucha dentro de las paredes de la universidad y ver como contribuir a un cambio profundo en la sociedad. Las calles estaban vetadas, la represión continuó. Para varios compañeros, que plantearon la necesidad de una organización revolucionaria socialista, la disyuntiva que se planteo fue ¿Ir a las masas o ir a las armas? Quienes optaron por el segundo camino tuvieron trágicos resultados al aislarse del proceso general de lucha de los trabajadores y ser víctimas más bulnerables de la salvaje represión estatal.
LA LINEA GUERRILLERA
El Asalto al Cuartel Madera
Las experiencias de China y Vietnam, pero sobre todo la cubana tuvieron un impacto en México que de por sí tiene una tradición de lucha armada. Sin embargo, a diferencia de algunos países de América Latina, aquí no se dieron condiciones para una lucha guerrillera generalizada, hubo excepciones locales como el caso de los Estados de Morelos, Guerrero y Chihuahua. Aun en los países donde la lucha guerrillera tuvo condiciones para desarrollarse esta no debía haber sido la estrategia sino, en el mejor de los casos, un apoyo para la lucha de masas de los trabajadores.
Lo que es cierto es que la lucha guerrillera existió en México antes de 1968. Genaro Vázquez y Lucio Cabañas en Guerrero eran un referente de lucha revolucionaria. Ambos fueron estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y maestros rurales que se vieron obligados a tomar las armas por la dura represión hacia las comunidades campesinas. El Estado de Guerrero sufriría de forma particularmente brutal la guerra sucia del gobierno de Echeverría.
El duranguense Arturo Gámiz, migró a la ciudad de México donde estudiaría en una prevocacional del IPN y viviría en el internado estudiantil. Al ser tomado el internado por el ejército el 23 de septiembre de 1956, como represaría del Estado contra la huelga estudiantil de ese año. Tomado el internado Gámiz regresó al norte del país y por breve tiempo fue maestro rural en el Estado de Chihuahua. Ahí había una lucha agraria que se enfrentaba a la represión estatal. Debido a la dura represión, que llevó por un tiempo a Gámiz a la cárcel, se deciden ir a la lucha armada influenciados por la revolución cubana y el ejemplo y los ideales del Che Guevara. Realizan reuniones en la Sierra Tarahumara donde ratifican su camino de lucha armada y ven al campesino como la clase más revolucionaria de la historia de México.
El Grupo Popular Guerrillero, como se denominaron, realizó una serie de acciones armadas hasta que finalmente decidieron tomar el cuartel militar en el municipio de Madera en 1964, coincidentemente un 23 de septiembre, misma fecha en que se tomó el internado politécnico que hizo emigrar a Arturo Gámez de la Ciudad de México. Esta heroica acción fue derrotada y la mayoría de los guerrilleros fueron muertos, incluyendo Arturo Gámiz. El gobernador del Estado, Práxedes Giner Durán, se trasladó a Madera y mientras los cuerpos sin vida de los guerrilleros eran enterrados en la fosa común decía: “¿Querían tierra? ¡Échenles hasta que se harten!”.
En ese proceso de subterránea efervescencia de los años 60, el asalto al Cuartel Madera tuvo un enorme impacto en los sectores avanzados del estudiantado. En 1968, una vez más un 23 de septiembre, se dio un nuevo ataque que se convertiría en uno de los episodios más gloriosos de la lucha del CNH que fue la defensa del Casco de Santo Tomás del IPN (donde el ejército irrumpió en 1956). Los estudiantes de forma heroica defendieron sus instalaciones frente a la entrada del ejército. Fueron horas de resistencia heroica frente a un enemigo más fuertemente armado pero que tardó horas en poder tomar control. La Escuela Nacional de Ciencias Biológicas fue la última en caer ya siendo 24 de septiembre. La defensa del casco no tiene nada que ver con la lucha guerrillera, fue una acción de autodefensa de un movimiento de masas que tenía gran simpatía en amplias capas populares de la sociedad.
Los inicios de la guerrilla urbana
El movimiento de 1968 tuvo un carácter de masas. Cuando el ejército inició los ataques frontales, en la UNAM se abandonó Ciudad Universitaria de manera digna aunque sin defensa. En el caso de las agresiones estatales a voca 7 o al Casco de Santo Tomás, lo que hicieron los estudiantes fue defenderse de la violencia Estatal. El 2 de octubre quisieron hacerlo ver como un ataque armado de los estudiantes en el que el Estado no tuvo otra opción que defenderse de la conjura comunista internacional. Eso hoy se ha demostrado que es completamente falso y que hubo un fuego cruzado entre el grupo paramilitar Batallón Olimpia (entrenado por el Estado) y el Ejército.
Antes de 1968 ya había jóvenes estalinistas que comenzaban a ver la lucha armada como la estrategia a seguir aunque en términos reales no jugarían un papel en la lucha del 68.
La Universidad de San Nicolás de Hidalgo en Michoacán dio paso a una de las luchas más importantes que antecedieron al movimiento del 68, donde se formaría la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) en 1966. En 1968 los estudiantes michoacanos participaron activamente en el movimiento estudiantil. Una serie de jóvenes ligados al PCM ya antes del 68 veían la opción de la lucha armada pero fue el 68 el punto de ruptura como señala Rogelio Raya, quien fue parte del Movimiento Acción Revolucionaria (MAR):
“Nosotros empezamos hacer críticas al partido, había compañeros que se habían metido grueso al movimiento estudiantil. Aquí en Morelia vinieron varias veces compañeros de la dirección Nacional [del Partido Comunista], yo creo que eso hicieron en todo el país tratando de convencernos de que la línea del partido había sido la correcta y que no nos aceleráramos. Aquí vino Arturo Martínez Nateras, Arnoldo Martínez Verdugo, Leonel Posadas, Antulio Ramírez, vinieron los meros gallazos del PCM”.
Estos jóvenes, en reuniones estalinistas internacionales, intentaron conseguir apoyos de los gobiernos de la URSS, a quién no le interesaba impulsar la revolución internacional, y del cubano, quienes no querían desatar un conflicto con México porque era uno de los pocos países que se oponían al bloqueo. Finalmente consiguieron apoyo de Corea del Norte y en 1969, alrededor de 50 compañeros, en tres grupos distintos, recibieron entrenamiento militar y político en el país asiático. En 1970 se trasladan a México para formar escuelas militares en varias zonas del país. En Veracruz el grupo comete el error de alquilar una vivienda a un policía jubilado y sus movimientos extraños lo alertaron a él y a los vecinos quienes los denunciaron a la policía y serían capturados. En un asalto a un banco en Morelia, a otro comando le capturan a dos de sus integrantes y el Movimiento de Acción Revolucionaria es fuertemente debilitado antes de que pueda hacer un rasguño al Estado. El MAR lejos de ayudar al desarrollo de la lucha revolucionaria fue usado hábilmente por el Estado para justificar su teoría, difundida en los meses de 1968, que el movimiento era producto de una conjura comunista internacional (negando las condiciones locales contra las que se luchó) y “demostrado” que los estudiantes eran violentos.
Los compañeros fueron sometidos a torturas físicas y psicológicas, así como a simulacros de muerte (aparentaban aventarlos por la ventana de un edificio, enterrarlos vivos, hubo simulacros de fusilamientos) pero finalmente serían presentados a los medios de comunicación (lo cual era un alivio pues eso significaba que salvaron su vida) y encerrados en diversas cárceles como Lecumberri. Eso era sólo el inicio de la guerra sucia de Luis Echeverría.
10 de junio de 1971: El halconazo
La creación del Sindicato de la Universidad de Nuevo León, en 1964, ayudaría a potenciar el movimiento de los jóvenes y trabajadores en la entidad. En este estado los jóvenes participaron activamente en el CNH, ahí había una presencia importante de la Liga Comunista Espartaco, que fundara José Revueltas pero de la que sería expulsado en 1963. En 1971 se desata una nueva lucha por la autonomía universitaria (en un tiempo después también se desarrollaría una huelga estudiantil en el Tecnológico de Monterrey).
El movimiento de la Universidad de Nuevo León es apoyado por los estudiantes de la capital del país. El 10 de junio, ya siendo presidente Luis Echeverría, se realiza una manifestación de apoyo en la Ciudad de México a la que asisten también obreros de la fábrica Ayotla Textil que ya auguraba los vientos de la insurgencia sindical.
La marcha del 10 de junio se impulsa primeramente desde el comité coordinador de los comités de lucha de la UNAM, los CL del IPN lo vieron con cierta reserva aunque se terminarían sumando en su mayoría. Las marchas que se habían realizado después del 2 de octubre fueron dentro de las escuelas, hubo intentos de hacer manifestaciones públicas (como una peregrinación de Peralvillo a la Villa que sería disuelta con represión). Esta era entonces la primera manifestación en las calles después de la matanza de Tlatelolco. El CLESFM rechazó tajantemente la acción y el CLESIME se mantuvo neutral, decidiendo marchar el Comité pero no llevar a la base para no exponerla por el peligro de represión.
El 10 de junio fue la conclusión para un sector del movimiento estudiantil de que la vía era la lucha armada. Los primeros grupos guerrilleros eran dispersos y poco preparados. Uno de ellos se hizo llamar Comando Armado del Pueblo (CAP) y varios de sus miembros serian capturados luego de realizar una “expropiación” de la vinatería y panadería San Javier en la colonia Narvarte.
El Frente Urbano Zapatista (FUZ), por su parte, capturó a Julio Hirschfeld Almada, funcionario de familia burguesa y consiguen intercambiarlo por 3 millones de pesos. Dos meses después el grupo reaparece repartiendo volantes junto con un billete a mujeres humildes formadas en las filas de la Conasupo. Su intención era repartir al pueblo el 10% que obtuvieron por el rescate pero antes fueron detenidos por la policía.
La Liga Comunista 23 de septiembre
Dice Lenin que los pecados del refomismo se pagan con ultraizquierdismo. Una gran parte del ala juvenil del Patico Comunista reaccionó en contra de su política conciliadora, burocrática y reformista. En el III congreso de las juventudes comunistas realizado en Monterrey, Ramos Zavala lanza un documento titulado Procesos Revolucionarios en donde hace una crítica mordaz al Partido Comunista. Llama a un debate fraterno sin adjetivaciones y dado de manera abierta y no en pasillos. A los guerrilleros de los 70 les gusta llamar a Zabala un teórico, es verdad que él pensaba con cabeza propia pero lejos está de serlo y elevarlo al nivel de teórico sólo refleja el bajo nivel político que tuvieron los guerrilleros.
Varios aspectos de su documento son muy interesantes, Zavala critica el reformismo y la conciliación del partido comunista llamándolo incluso abiertamente burgués. Haciendo un recuento de las represiones del movimiento obrero y la que sufrió el movimiento estudiantil en 1968, señala que es evidente que la respuesta debe ser armada ante estos ataques del Estado. Con esa táctica lo que hace es entrar en una contradicción porque aunque no niega la necesidad de orientarse al movimiento obrero y hacer trabajo de difusión de las ideas marxistas entre ellos, al anteponer la lucha armada en un momento donde las masas no están convencidas de ello y no hay la suficiente fuerza para enfrentar militarmente al Estado, al final terminan aislándose del elemento revolucionario y en la vía de los hechos limitando su organización y toma de conciencia. Al grupo de Zavala se le conocería como los Procesos. Podemos al menos reconocerle a él el intentar dar una base política a los sectores que vieron que la vía era la lucha armada y que se fueron sin más a realizar acciones aventureras.
En la huelga del Tecnológico de Monterrey, una escuela privada de elite, en esa ciudad, un grupo de jóvenes se radicaliza. Zavala entra en contacto con Ignacio Salas Obregón que había sido influido por sacerdotes jesuitas afines a la teología de la liberación. Zavala es asesinado prematuramente pero este sería el núcleo inicial de lo que sería la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S).
En Guadalajara se da una reunión entre diversos pequeños grupos guerrilleros y se acuerda constituir la LC23S. Era el 15 de marzo de 1973. Esta reunión es financiada por Los Lacandones, a donde se habrían agrupado varios estudiantes del IPN. Una joven lacandona egresada de la Superior Economía del IPN llamada Olivia Ledesma, con seudónimo María, sería primeramente presa en Santa Marta Acatitla y tras su liberación asesinada en una “expropiación” a un banco. En uno de los locales del CLESE se harían unos murales en su honor, los cuales en un momento de debilidad en la organización fueron destruidos por las autoridades.
La Liga Comunista 23 de Septiembre toma su nombre del asalto al cuartel madera pero también de esa fecha de lucha en el IPN que vio atacar al ejército a sus instalaciones en 1956 y 1968.
La LC23S no llega a acuerdo de unificación con otras agrupaciones. Establecen contacto con la Guerrilla de Lucio Cabañas pero la relación no prospera. El MAR creía en una revolución democrático popular rumbo al socialismo donde se aceptaba la alianza con la burguesía antiimperialista, esa posición de conciliación de clases no permite a un acuerdo de unificación con la liga. También se crearía las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (FARN) que llegarían a secuestrar al cónsul estadounidense.
Estos grupos proliferaron por el ambiente de represión, aunado con la radicalización y la falta de una alternativa auténticamente revolucionaria de masas. Tenían una base de pequeñoburgueses, de estudiantes (algunos de extracción popular) y de sectores lumpenes, pues se sumaron chavos bandas o sectores marginales de las ciudades que solían tener problemas y enfrentamientos con las fuerzas Estatales. Un ejemplo de esto son los llamados Vikingos de Guadalajara que no contaban con ideología política clara (no apoyaron la lucha del 68 por ejemplo) pero fueron aguerridos en la lucha contra la policía.
En Guadalajara se da una lucha contra el aparato priista que tenía en la universidad una federación que controlaba al movimiento estudiantil. La lucha contra la corporativa Federación de Estudiantes de Guadalajara es respondida con asesinatos de estudiantes, incluyendo uno en que estuvo involucrado directamente el ejército quien dejaría los cuerpos de los compañeros flotando en el lago de Chapala. Eso abonaría fuerza a la LC23S.
Un caso muy significativo fue el de Sinaloa. En los alrededores de Culiacán se asientan campesinos jornaleros del sur del país que viven en condiciones precarias. Los estudiantes en agitación se vinculan al proletariado agrícola y es tal la rabia que las acciones terminan con saqueos, con destrucción de oficinas, etc. El grupo formado ahí se conoce como los enfermos y desplazan al ala que planteaba solo defender una reforma universitaria. Los Comités de Lucha y las casas de estudiantes son nidos de organización. Los Enfermos se integrarían a la Liga y suplen su incapacidad política con la violencia sectaria, llegando en algún momento a ver a elementos de la izquierda como su principal enemigo, atacando casi de muerte a compañeros con los cuales no comulgan. La Liga Comunista 23 de septiembre actúo en gran medida como un grupo sectario con armas.
Las limitaciones ideológicas de la Liga
En varias partes del país el rompimiento se da con elementos de las JC y se atrae a capaz frescas radicalizadas. Una corriente política con una perspectiva auténticamente marxista podría haber capitalizado y orientado de manera adecuada ese radicalismo. La Liga, por el contrario, es completamente confusa políticamente. Comprende el papel contrarrevolucionaria del estalinismo pero no es capaz de contraponerlo con una política bolchevique. Así que se lanzaron a:
“nadar en aguas tan confusas como las del viejo y nuevo anarquismo (Bakunin, Flores Magón, ¡Cohn-Bendit!), En los teóricos de la llamada escuela de Frankfurt (Marcus, Adorno, etcétera), en ciertos clásicos de la sociología burguesa como Weber, Durkheim y, en otro terreno, en la novísima teoría de Althusser, los marxistas heterodoxos Trotsky, Rosa, Mao, etcétera, y, finalmente, también en los clásicos del marxismo, pero con una actitud tan crítica, que se prefería a Marx sobre Lenin o Engels (como si pudiera oponer unos a otros) y, del primero sus escritos más radicales” (citado en Castellanos, Laura, México Armado).
Ignacio Salas Obregón con ayuda de Ignacio Olivares buscó dar sustento a su trabajo revolucionario. Teniendo una base estudiantil quisieron dar a estos un cáliz revolucionario y desarrollaron su “teoría” la Universidad Fábrica, mal versando la teoría de la Autogestión académica de la que habló José Revueltas. Para la Liga el proceso de masificación de la universidad había transformado su carácter. Los medios de producción eran los edificios y laboratorios, la fuerza de trabajo los maestros y estudiantes y la mercancía era el conocimiento. Con ello el estudiantado se ponía a la par que la clase trabajadora en vez de reconocer sus limitantes y cualidades.
La liga se plantea construir al proletariado como clase, derrocar a la burguesía y tomar el poder político por parte de los trabajadores construyendo para ello un partido y un ejército. En realidad busca atajos en la lucha de clase y si hubieran triunfado lo que hubiéramos visto es un régimen vertical sin democracia obrera que se acercaría al estalinismo que querían combatir.
La Liga retoma el papel del periódico, hacen un gran esfuerzo para publicarlo y consiguen sacar 58 números de los que repartían decenas de miles de ejemplares. Siguen reivindicando la lucha obrera y dicen tener presencia en varias fábricas. Pero hay un choque entre el trabajo clandestino y abierto, entre los métodos guerrilleros y los métodos del proletariado. Comandos de la liga irrumpían en mítines, asambleas, guardias en huelgas para luego retirarse. La organización obrera requiere paciencia y constancia, no actos audaces. Años después un viejo dirigente de la fábrica Euskadi me platicaba como llegaron compañeros de la liga a entregar su periódico Madera a la guardia de una huelga. Este obrero reconocía su valentía al arriesgar sus vidas con este acto, también me comentaba cómo los obreros apenas se retiraron echaban sus periódicos a la fogata pues tenerlos comprometía su huelga y su integridad personal.
En asambleas de obreros cerveceros del grupo Modelo miembros de la liga repartieron su periódico por varios meses hasta que anunciaron en una de sus apariciones exprés a una asamblea que secuestrarían al gerente de la fábrica. Había 137 obreros despedidos y con el secuestro pidieron su reinstalación y un rescate de 25 millones de pesos. Las demandas fueron cumplidas pero eso no ayudó en sí mismo a la organización y conciencia de los trabajadores pues el resultado provino de una especie de mesías externo. Hay una enorme diferencia entre estas acciones y lo que hicieron obreros de varias fábricas durante la insurgencia sindical que dieron batallas de masas muy combativas y aleccionadoras fortaleciendo la organización y consciencia de clase.
Las guerrillas urbanas necesitaban de los secuestros y asaltos bancarios para autofinanciarse, con esto ponían en riesgo permanentemente a sus cuadros que iban cayendo inevitablemente muertos, desaparecidos o presos, con esto su minaba su capacidad de accionar y a la larga, enfrentados a un enemigo militarmente más poderoso, fueron aplastadas a sangre y fuego.
El marxismo y la guerrilla
Se suele vincular a la guerrilla con el marxismo pero eso está muy lejos de la realidad. Marx y Engels, cuando irrumpieron a la lucha revolucionaria, lo hicieron oponiéndose a los métodos blanquistas y defendiendo la organización de la clase obrera. El marxismo ruso nació en oposición a los narodnikis, mucho más parecidos a los guerrilleros actuales. En el partido bolchevique se generó una tradición de oposición a la lucha guerrillera, sin embargo este es un método revolucionario pero no de la clase obrera sino del campesinado. Cuando se da la revolución de 1905 surgieron acciones guerrilleras y Lenin pone un matiz sobre la posición de los bolcheviques frente al guerrillerismo. Señala que estas acciones pueden ser un complemento cuando la lucha de masas ha llegado a un punto de la insurrección, no es la lucha estratégica. En su escrito la Guerra de Guerrillas dice que para este método se debe:
“1) tener en cuenta el estado de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar inútilmente las fuerzas del proletariado” (Lenin, La guerra de guerrillas).
Durante la revolución de 1905 se hicieron expropiaciones bancarias que ayudaron a la lucha revolucionaria, eso fue correcto en medio del auge del movimiento de masas, pero cuando la marea decayó solo sirvió de pretexto para atacar y encarcelar a revolucionarios. La guerra de guerrillas ha tenido consecuencias desastrosas en América Latina y México de los años 70 es un gran ejemplo de esto.
El declive
La liga 23 de septiembre tenía la ilusión que con sus acciones el pueblo se insurrectaría, pero la lucha de masas no es una llave que se abre y cierra a nuestro antojo. Pensaban que sus acciones debilitarían al Estado, pero este se fortalecía y sofisticaba sus métodos represivos.
Un punto de inflexión fue el fallido secuestro de Eugenio Garza Sada, un multimillonario empresario regiomontano, que murió en dicha acción. La clase capitalista reaccionó y culpó a Luis Echeverría de este resultado y no haber atacado a las guerrillas, algo falso.
Echeverría tenía una doble política, manejaba un discurso izquierdista e incluso daba asilo y protección a guerrilleros latinoamericanos, pero internamente se vivía una represión similar a las peores dictaduras latinoamericanas de aquella época. Lo cierto es que su actuar ultra represivo, que incluye el 2 de octubre y el 10 de junio, fue un elemento importante para el surgimiento de la guerrilla urbana que reaccionaba frente a estos crímenes del Estado. Echeverría tuvo que ir a la ofensiva recrudeciendo los ataques a las guerrillas. Se intensificaron los secuestros, los encarcelamientos, las torturas y asesinatos contra los guerrilleros. La infiltración policíaca fue un elemento más en esta ofensiva.
La Liga 23 de septiembre hace su más grande repliegue al que le llaman “Asalto al Cielo” el 16 de enero de 1974, enviando a grandes fuerzas guerrilleras a Sinaloa, acompañado de paros campesinos y del transporte. El objetivo era tomar la capital, Coahuila, pero el ejército desplegó grandes contingentes que llegaban en paracaídas, militarizando el Estado. En esa acción ni hubo grandes bajas pero la respuesta Estatal fue capturar a cuadros importantes Salvador Corral y Sebas. “Ambos fueron detenidos y sus cadáveres aparecieron destrozados el 7 de febrero de 1974. El primero en Guadalajara con hematomas en el cuerpo, los huesos rotos, clavos de viga en las rodillas y en los hombros, la quijada quebrada y la masa encefálica expuesta. El segundo, en Monterrey, con múltiples fracturas, seriamente lastimado (Castellanos, Laura, México Armado, p. 220).
Un golpe del que ya no se recuperó la liga fue el asesinato de Salas Obregón, en Tlalnepantla, Estado de México, en abril de 1974, su principal dirigente. La liga resistió y siguió actuando, aun logró secuestrar al suegro del presidente Echeverría, pero su total aniquilamiento estaba en marcha bajo la represión estatal.
La guerra sucia
Lenin dijo que el Estado es un aparato represivo al servicio de los intereses de la clase dominante y su feo rostro se dejó ver en aquellos años 60 y 70. Un ejemplo de lo detestable de los elementos estatales es Javier Nazar Haro, quien dirigió la Dirección General de Seguridad. Este corrupto funcionario torturador recuperaba dinero de rescates de la guerrilla y se quedaba con una buena parte de ellos. Varios ex guerrilleros dicen que él mismo estaba presente en el momento de las brutales torturas. Es acusado directamente de la desaparición de varios compañeros. Pero no es asunto de un individuo o un funcionario, es el aparato Estatal en su conjunto el problema.
Al igual que ocurrió en Argentina y otras partes de Latinoamérica, las madres de los desaparecidos se organizaron y buscaron la aparición de sus hijos. Este es el caso del comité Eureka, en la que participó, entre muchas otras, Rosario Ibarra de Piedra, madre de un miembro de la LC23S. Las madres organizaron protestas y huelgas de hambre para buscar el paradero de sus hijos. Hoy se ha creado la casa de la memoria indómita, de la memoria que no se doma, para no olvidar lo ocurrido en la guerra sucia.
En el Estado de Guerrero, donde actuó Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, la guerra sucia fue particularmente brutal. Desde avionetas eran arrojados al mar los cuerpos de los compañeros en lucha, muchos de ellos eran simplemente campesinos. Es irónico que Luis Echeverría, al finalizar su gobierno, estuviera buscando la candidatura para ser Premio Nobel de la paz. Ha pasado a la historia como uno de los más sangrientos represores.
La presión, la lucha de los estudiantes, campesinos, obreros, madres de familia… llevó a una reforma política en 1977 donde se consiguió un poco de mayores libertades. Hoy no se vive el ambiente represivo de los años 70, pero las muertes y desapariciones son mayores dentro de un capitalismo en descomposición que ha elevado alarmantemente la violencia, donde el narcotráfico se infiltra en el aparato Estatal. Pero el Estado es el Estado y en los últimos años vimos su actuar en la matanza y desaparición de estudiantes de Ayotzinapa en 2014; el ejército está acusado de realizar ejecuciones extrajudiciales; voceros de la ONU han dicho que en México la tortura es una práctica recurrente; dirigentes indígenas, estudiantiles, campesinos y obreros siguen siendo encarcelados por el delito de luchar por sus intereses. En 1968 era un delito que un pequeño grupo de personas se reuniera, se han conseguido, gracias solo con la lucha, algunas libertades pero no habrá libertad plena si no se acaba definitivamente con el actual Estado y el sistema de explotación capitalista.
No compartimos la estrategia de lucha que varios compañeros asumieron en la década de los 70 al orientarse a la guerrilla. Nos parece que fue un enorme error. Pero pedimos justicia y no olvidar a los compañeros que sinceramente ofrendaron su vida e hicieron grandes sacrificios para transformar nuestra sociedad. Los comités de lucha que siguieron estas líneas desaparecerían, porque no es con acciones sectarias ni ultraizquierdistas que cambiaremos la realidad y sin duda nos identificamos con quienes lucharon junto a los trabajadores y sus hijos, hombro a hombro.
LOS FRENTES POPULARES
Después del cardenismo se vivió el llamado milagro mexicano o desarrollo estabilizador, que en tres décadas se dio un proceso de industrialización que proletarizó a miles de campesinos. Eso acarreó toda una serie de nuevas problemáticas, más allá de la vida de la fábrica, como la escasa vivienda y la falta de servicios básicos. En esas condiciones había una base material para el desarrollo de una organización popular. Pedro Moctezuma Barragán, en su libro La Chispa, habla como un obrero veracruzano, después de participar en una huelga en su fábrica de maderas en Xalostoc, Estado de México, se le ocurrió organizarse en su colonia. Los trabajadores buscaron a estudiantes para que les ayudaran, sería el inicio de un fuerte movimiento que en la zona oriente de la ciudad daría paso a la formación de viviendas populares que lucharon también por drenaje, electricidad, etc. y donde se dieron importantes expresiones de organización democrática con asambleas y otras medidas de participación. La lucha abarcó, en el Distrito Federal, a delegaciones como Coyoacán, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón e Iztapalapa y el ex Vaso de Texcoco en el Estado de México. Fue al norte del país donde se desarrolló un movimiento más cohesionado y poderoso.
Hubo una migración grande de los campesinos del sur al Norte del país. Pedro Moctezuma explica como en estados como Coahuila, Chihuahua, Durango y sobre todo en Nuevo León, se dan tomas masivas de predios, la primera toma de tierras se da en el temprano julio de 1968 en Chihuahua y en 1971-72 en Monterrey, Nuevo León. En este proceso se formaban organizaciones y colonias populares que asumían nombres reivindicativos de la lucha de clases. Por ejemplo, en Monterrey se crean las colonias Mártires de San Cosme y Tlatelolco, 2 de octubre, Tierra y Libertad, Lucio Cabañas, Felipe Ángeles, Revolución Proletaria, entre otras.
El frente popular Tierra y Libertad de Nuevo León es el más emblemático de ese proceso. Estos frentes y luchas eran orientados por organizaciones políticas revolucionarias que las impulsaban y orientaban. El trabajo en sus primeras etapas fue apoyado materialmente, tanto con propaganda como económicamente, por Comités de Lucha del politécnico y algunos de sus cuadros saldrían de aquí. El CLESIME imprimió mucha propaganda para Monterrey desde el offset que los propios estudiantes compraron con donaciones de quienes participaban en el movimiento de becas. Camiones de habitantes de estas colonias populares, en sus viajes a la Ciudad de México, fueron también recibidos en las instalaciones de Zacatenco por los estudiantes.
Los capitalistas regiomontanos se habían apropiado con triquiñuelas de las tierras. Este movimiento dijo que en el campo la tierra es para quien la trabaja y en la ciudad es para quien la necesita e invadieron las tierras para construir sus casas. Particularmente fue importante las tomas de la zona de Topo Chico. Un folleto publicado en el offset del CLESIME, titulado La Comuna Roja de Monterrey, describe así lo sucedido:
“Fue al amparo de la oscuridad. ¿La fecha? El 28 de marzo de 1973. Como siempre ocurre en estas circunstancias, de la noche a la mañana aparecieron casas de cartón, lámina y piedras. Cerca de 1500 personas se ‘dejaron caer’ en Topo Chico, en un predio que colinda con las avenidas Rafael Buelna y Cerro Azul y al norte con las pedreras. La policía llegó reprimiendo. Zafarrancho. Heridos por ambas partes. Horas de enfrentamiento y retiro de las fuerzas policiacas, que fue atribuido a la falta de firmeza del entonces gobernador Luis M. Farías. Desde esa fecha quedaron dueños del campo, clavados resueltamente en ‘su propiedad’. Pero el adoctrinamiento y la organización comenzaron desde antes, cuando estaba en su apogeo el movimiento estudiantil neolones que tuvo su culminación con la ‘renuncia’ de Eduardo A. Elizondo, gobernador ligado —según lo comprobaron los hechos— con los intereses del llamado ‘Grupo Monterrey’. Así, los militantes universitarios encontraron un campo de cultivo adecuado a los postulados enunciados en las teorías para llevarlos a la práctica. Se habla de los ‘Espartacos’, de ‘los peces’ (Partido Comunista) y otras facciones de izquierdas antes del estudiantado” (García Aguirre, Alberto, La Comuna Roja de Monterrey).
La toma de esas tierras, decían, no era un robo porque estaban expropiando a los expropiadores. La base de este movimiento eran los migrantes de los estados del sur, en esencia nuevos trabajadores urbanos, ellos organizados tomaban los postes, cables y tuberías del estado para electrificar sus colonias y llevar drenaje. En los domingos rojos se construían clínicas y escuelas para la comunidad. Aunque al final se aceptaron ciertos servicios estatales como la instalación de llaves públicas de agua o el servicio de limpieza.
Las colonias del frente Tierra y Libertad habían desarrollado su consciencia de clase que se notaba simplemente hablando con un poblador de ahí. Existe un documental del cineasta canadiense Maurice Bulbulian, llamado Tierra y Libertad, que da cuenta de ello. Existían asambleas incluso de niños, seguridad interna e incluso algunas fábricas bajo control de los pobladores. Las colonias de Tierra y Libertad era un embrión de doble poder, pero como bien dice Lenin el doble poder tiene un carácter inestable. O el poder naciente de los trabajadores se generaliza o será aplastado por el viejo orden y eso segundo fue lo que pasó. No es posible construir el socialismo en un solo país ni mucho menos en unas cuantas colonias, la mayoría de los pobladores de Tierra y Libertad tenían que salir afuera a vender su fuerza de trabajo o comerciar. Esta importante experiencia tenía enormes limitaciones si lo que se quería era la construcción de una sociedad socialista.
Una de las corrientes más fuertes en estos frentes de colonos son los maoístas a quienes les gusta decir que “salvo el poder todo es ilusión”. Lo ilusorio es creer que el poder total se dará a partir de un proceso gradual de toma de posiciones. Se requiere acabar con el Estado burgués en su conjunto y sustituir su economía capitalista con una socialista planificada, lo cual solo es posible con una lucha revolucionaria que abarque a amplias masas de la clase obrera en alianza con los campesinos, estudiantes y sectores de la pequeña burguesía. Lo que falló en 1968 fue el no contar con un partido de masas auténticamente marxista y revolucionario. La organización política de los jóvenes y trabajadores no genera las condiciones para la lucha, aunque puede ser un catalizador, los procesos revolucionarios son inevitables y para entonces es necesario tener una organización preparada, capaz de dirigir la lucha. Tierra y Libertad mostró importantes cualidades organizativas y políticas pero encerraron a importantes cuadros que también podrían haber jugado un roll determinante en la construcción del partido revolucionario que tuviera presencia más allá de unas cuantas combativas colonias.
En realidad lo más importante en el proceso es la construcción de la dirección revolucionaria, del partido, porque luchas parciales, aunque puedan ser radicales y significativas, si no logran acabar con el Estado y el sistema finalmente serán revertidas. La transformación social no es un proceso de acumulaciones graduales, sino un proceso dialéctico donde puede haber retrocesos y saltos significativos. Estos movimientos, aunque pueden tener un carácter de masas, pueden aislarse del conjunto del movimiento o priorizar la organización local en detrimento de la organización general de los explotados. Si lo que se busca es la transformación socialista de la sociedad se debe hacer en primer instancia una lucha nacional para acabar con el estado y el sistema burgués.
LA INSURGENCIA SINDICAL
Heberto Castillo, destacado profesor de la Coalición de Maestros Pro-Libertades Democráticas en 1968, dijo: “Para mí, el 68 es el padre de toda la insurgencia que se dio en los años 70, en los años 80 y que está tratando de cuajar en los 90” (Jarón, Raúl, 1968 El fuego de la Esperanza, p. 198). Pensamos que eso es verdad, ya sea por el ejemplo y las estructuras que cimbró esa lucha y porque varios de sus participantes se sumaron activamente a las distintas batallas concretas que surgieron.
Después de 1968, miles de estudiantes, además de comprender la necesidad de la lucha por el socialismo, vieron la importancia de la organización de la clase obrera. Demetrio Vallejo, liberado, emprende una nueva ofensiva buscando la democracia sindical de los ferrocarrileros que incluyen la toma de los locales sindicales. Entorno al líder sindical Rafael Galván se da un movimiento democratizador del sindicato electricista, estas iniciativas animan a los estudiantes y cientos de ellos se integran a estas luchas. El trabajo sindical fue educador, no era tan simple con el que se hacía en las escuelas y la primer conclusión era que se requería un trabajo más persistente y prolongado. Algunos estudiantes incluso se fueron a las fabricas a organizar desde adentro a los trabajadores, aunque esta medida no siempre fue la mejor al generar a la larga cierta frustración.
No fueron ni una ni dos fábricas las que entraron en conflicto en aquellos años. Entre 1970 y 1976 hubo 547 huelgas que abarcaron a 23 mil 648 trabajadores, según datos oficiales (Pérez Arce, Francisco, El principio, p. 93). Hubo además conflictos internos y luchas, que no siempre derivaban en huelgas, contra el corporativismo sindical. Eso se debió al ambiente generado después de 1968 y la participación activa de jóvenes surgidos de esa lucha pero también, evidentemente, a una serie de condiciones materiales que permitieron este fenómeno desarrollarse.
Las condiciones materiales de la insurgencia
El capitalismo tiene múltiples formas de incrementar la explotación de los trabajadores y cargar sobre su espalda la crisis, una de ellas es la disminución directa del salario, lo cual no fue en general el caso vivido al inicio de los años 70, sino que emplearon el método de la intensificación del trabajo, obligando a los trabajadores a producir más en el mismo tiempo y obteniendo así mayores beneficios con la misma jornada trabajada. Otro método para extraer mas plusvalía fue extender las jornadas laborales. Esas medidas iban acompañadas con la consiguiente presión de capataces, gerentes y patrones y fue lo que llevó a los trabajadores a rebelarse.
Otro factor a considerar fueron propias fisuras en el régimen. En años recientes vimos como el presidente Enrique Peña Nieto atacó a Elba Esther Gordillo, una mujer del régimen, pero que no era del todo controlable y tenía bastante poder acumulado así que decidieron encarcelarla por un tiempo. No al mismo grado, pero de forma similar, el gobierno de Echeverría intenta restarle poder al dirigente vitalicio de los sindicatos charros, Fidel Velázquez. Da un apoyo mayor a la Confederación Obrera Revolucionaria, otra central corporativa, y en esa coyuntura favorablemente abre espacios de participación permitiendo el registro de sindicatos sin afiliarlos al Congreso del Trabajo, particularmente a los que asesoró el abogado laboral Juan Ortega Arenas. También se dieron conflictos entre el Estado y la clase capitalista, por ejemplo al criticarlo duramente y culparlo de la muerte de Garza Sada por la liga 23 de septiembre o, bajo la presión que el gobierno recibió, dar algunas concesiones a la clase obrera como el aumento salarial de emergencia (Echeverría buscaba lavarse su sucio rostro y ganar un cierto apoyo social después del 10 de junio). Todo esto generó condiciones para el desarrollo de la lucha.
Sumado a esto, en el año 1973 se da la llamada crisis del petróleo que afecta a la economía mexicana y en ese contexto abona al desarrollo del movimiento sindical. El efecto inflacionario generó una enorme molestia en la clase trabajadora, en 1972 el índice de precios al consumidor había aumentado 5% pero en 1973 el aumento fue de 12%
Los conflictos sindicales casi inevitablemente derivaban en la demanda de democracia sindical y autonomía frente al estado, los capitalistas y sus charros sindicales, pues los dirigentes se convertían en un freno para la solución de las demandas de los trabajadores y en aliados de los patrones. Así que las luchas podían concluir en la democratización de los sindicatos o secciones sindicales o bien en la creación de sindicatos independientes, pues había casos donde los trabajadores ni siquiera conocían a sus dirigentes. En este contexto también sectores de la clase obrera que no tenían sindicato consiguen constituirlos.
El ambiente después de 1968 fue propicio, los obreros en huelga iban a pedir apoyo económico y político a los camiones, a las fábricas y a las escuelas. Además de un ambiente de lucha se dio un gran ambiente de solidaridad. Un caso muy ilustrativo fue el de la fábrica SPICER que durante su huelga recibió el apoyo de 112 sindicatos, 29 organizaciones estudiantiles, 17 de colonos, 3 de campesinos y 7 organizaciones sindicales internacionales (Pérez Arce, Francisco, El Principio, p. 93).
SPICER: un digno ejemplo de lucha obrera
Una huelga significativa fue la de SPICER ubicada en la periferia de la ciudad de México, en la colonia la Presa, en los límites entre la ciudad de México, Tlalnepantla y Ecatepec. Los obreros estaban organizados dentro del sindicato minero metalúrgico controlado por Napoleón Gómez Sada, un charro sindical. Los representantes locales nunca defendían a los trabajadores quienes muchas veces ni los conocían. Ya en 1969 se dio un primer movimiento que terminó en un fracaso con el despido de 25-30 compañeros que fueron sacados a punta de pistola por policías. En 1972 hubo otra lucha mal organizada, que por eso mismo la gente no apoyó y terminó con el despido de otros 10 compañeros.
Cuando los patrones quisieron que los obreros trabajaran más tiempo sin aumento de horas extras estos se molestaron y protestaron, despidieron a un compañero conocido como Don José. Fue muy común que durante la insurgencia sindical los patrones despedían a obreros y a partir de esto se formaba un núcleo en el exterior a partir del cual se empezaba a organizar la lucha dentro de la fábrica. Don José se ponía en la puerta de la fábrica y hablaba a los compañeros, a partir de eso se empezaron a organizar reuniones fuera de la fábrica. Se juntaron las firmas de la mayoría de los compañeros y así se convocó a la primer gran asamblea con 250 trabajadores que significó recuperar un espacio de participación y debate democrático.
La lucha se emprendió primeramente por la vía legal, teniendo la mayoría de las firmas de los compañeros se exigía la independencia del sindicato. El Estado y la patronal actuaron a favor de los charros sindicales, el sindicato minero mandó esquiroles de otras para que trabajaran dentro de la fábrica e hicieran labor a su favor, a algunos de ellos se les convenció de cambiarse de bando y a otros se les aisló. Los charros invitaban a los trabajadores a un bar con tal de que les apoyaran, la mayoría se mantuvo firme. También a lo interno de la fábrica había presiones de los capataces, pero los obreros profundizaron la organización.
Los obreros ya tenían la fuerza para ir a la ofensiva y realizaron una huelga que no esperaban fuera tan larga y desgastante. La empresa fue apoyada por capitalistas de otras fábricas para aplastar la resistencia obrera de una fábrica, los obreros de SPICER en contraparte buscaron la solidaridad que llegó primero de la cercana fabrica Vidrio Plano, de la colonia Martín Carrera y La Presa, estos últimos fueron además un apoyo contra la represión pues estaban dispuestos a juntarse para defender a los obreros ante cualquier amenaza represiva. La huelga recibió apoyo de artistas, de sindicatos, de colonos; pero finalmente fue declarada inexistente y la amenaza de represión los hizo regresar al trabajo.
Los obreros ya no eran los mismos, durante las guardias de las huelgas había charlas políticas y los trabajadores se dieron cuenta de lo que podían lograr si estaban organizados. Ellos ya no eran solo obreros en sí, tenían consciencia de su fuerza, eran capaces de defenderse, de maniobrar con la producción para desestabilizar a la empresa. Se dio un poder obrero dentro de la fábrica. Los charros tenían el registro del sindicato pero no podían contener la organización obrera que se oponía a capataces y patrones.
La empresa contraatacó, despidió a un compañero y luego se fue contra otros más, frente a las amedrentaciones de patrones y charros los obreros se vieron en huelga nuevamente, los obreros despedidos se fueron a Zacatenco del IPN a resistir y luchar, siendo apoyados por los Comités de Lucha. Se hicieron marchas con apoyo de otros sindicatos. Se hizo una huelga de hambre que sirvió para acrecentar la solidaridad. Estudiantes y profesores de la UNAM se solidarizaron importantemente. Se tomó la secretaria de trabajo.
Después de 121 días de conflicto y 29 de huelga de hambre, en medio del desgaste y la presión económica, se ofrece reinstalar a los despedidos a cambio de la desaparición del sindicato independiente, los obreros no aceptan aunque regresan al trabajo también ante las amenazas de represión. ¿Era posible aceptar las condiciones y luchar por la democratización sindical? Algunas secciones del sindicato minero nos dicen que esto era una posibilidad, los obreros de SPICER recibieron apoyo y jornadas de solidaridad de trabajadores de este sindicato en Chihuahua. El caso de la gran empresa Fundidora de Monterrey, que se democratizó es un ejemplo de ello así como años después vimos el nacimiento de una corriente sindical combativa y democrática dentro del sindicato charro de maestros. La lucha de SPICER es una heroica muestra de dignidad y ejemplo claro de lo que fue la insurgencia sindical de los años 70.
Insurgencia sindical en la industria y en las escuelas
La de SPICER es solamente un ejemplo de toda esta oleada de luchas obreras. Podríamos comentar la ya mencionada democratización de la sección 67 del sindicato minero metalúrgico, correspondiente a la Fundidora de Monterrey, donde los obreros mas conscientes, iniciando con un trabajo hormiga y reuniones en los bares, en las que estaba prohibido emborracharse, pero que eran el camuflaje idóneo para sus reuniones clandestinas, terminarían democratizando la sección sindical de la que en algún momento fue la principal industria de esta gran ciudad. Luchas en la llantera Euskadi, en la Volks Wagen, en la Nissan, en Vidrio Plano (del norte y del centro del país), en Rivetex, Cinsa-Cinfusa en Saltillo, de la refinería Tula, de la Cuauhtémoc Moctezuma, entre muchos otros, entraron en acción. Trabajadores bancarios, así como de los talleres de la industria petrolera lucharon por formar sus sindicatos.
Las escuelas fueron el espacio natural de los estudiantes que vivieron el 68 y terminaban sus estudios, algunos de ellos trabajarían como académicos. En las universidades también se vivió la oleada de la insurgencia sindical. Los trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla formarían el combativo SUNTUAP y en la UNAM tras una emblemática huelga se constituye el STUNAM. LA UAM fue creada en 1974, jóvenes profesores que entraron a trabajar ahí habían vivido 1968 y su creación se enmarca en las olas expansivas generadas en la lucha de clases después de ese movimiento. La autoridad, apoyándose en charros como Napoleón Gómez Sada, intenta crear un sindicato oficialista, en noviembre de ese año, al que llamarían COSUAM. Algunos trabajadores interesados en la organización sindical, que habían leído y oído sobre el sindicalismo independiente, se enteran de las maniobras y comienzan a hablar con sus compañeros y después a hacer asambleas con gran respuesta de la base, derivando en una lucha de oposición a la construcción de este sindicato y terminar con el triunfo de construir su sindicato independiente. Con la asistencia de 500 de los 800 trabajadores de la naciente Universidad Autónoma Metropolitana, reunidos el 4 de marzo de 1975, a las 4:00 p.m., en la biblioteca de la Unidad Iztapalapa, se constituye el SITUAM. Estos ejemplos de sindicatos universitarios que mencionamos, fueron creados con la unidad de trabajadores docentes y no docentes.
Los trabajadores de la educación básica irrumpen al finalizar los años 70:
“En la segunda mitad de esa década, la crisis económica se tradujo en ataques y un deterioro de los niveles de vida de los trabajadores de la educación. En diversos Estados, sobre todo los más pobres del país (Guerrero, Chiapas, Michoacán, Oaxaca, Morelos, Estado de México), diversos movimientos magisteriales surgieron, estos confluyeron en la Primera Asamblea Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE, realizada en la capital chiapaneca los días 17 y 18 de diciembre de 1979. En ese Estado del sureste en abril-junio y septiembre-octubre los maestros de la sección VII desarrollaron intensas protestas. Esta reunión en realidad fue la asamblea fundacional de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)”.
“Lejos de ser una agrupación constituida solo por activistas sindicales, la CNTE demostró ser un instrumento de lucha de la base magisterial. En enero de 1980 el SNTE tuvo un congreso nacional completamente controlado y antidemocrático donde fue electo Ramón Martínez Marín, quien para afianzarse en la dirección amenazó con irse a la huelga. No es la primera vez que un dirigente sindical priísta hace alguna amenaza o alguna protesta para ejercer cierta presión interna, el problema es que en 1980 se abrieron las compuertas, además que cuando la lucha de clases inicia tiene su propia dinámica”.
“En diversos estados se vivieron protestas magisteriales. El 1 de mayo inició la lucha en Oaxaca por aumento salarial y la destitución de los dirigentes sindicales. La sección XXII fue ejemplo y punta de lanza en la consolidación de la CNTE, 20 mil profesores llegaron desde Oaxaca a protestar a la ciudad de México el 6 de julio de 1980” (Márquez, Carlos, “El magisterio mexicano y su larga trayectoria de lucha”, old.laizquierdasocialista.org/ node/3062).
El 9 de junio de 1980, 150 mil maestros de la CNTE toman las calles y consiguen un aumento salarial de 22%. En 1981 se da una lucha por la democratización del comité del Estado de México, pero el principal dirigente, el profesor Misael Nuñez Acosta, es asesinado por la gánster Elba Esther Gordillo quien toma el control del sindicato nacional y se convierte en una de las principales enemigas de la Coordinadora. La CNTE llevará en su logotipo los rostros de Misael Nuñez, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y Arturo Gámiz.
Rafael Galván y la Tendencia Democrática del SUTERM
La nacionalización de la industria eléctrica en 1964 dio paso al dilema de la unificación del sindicalismo de este sector. El Estado quiso mantener separadamente a la compañía de Luz y Fuerza del Centro que tenía un sindicalismo antiguo bastante combativo.
Rafael Galván había sido dirigente sindical priísta, sin embargo reflejaba elementos del llamado nacionalismo revolucionario. En la década de los 70 Galván encabezaría la más importante lucha sindical en franca oposición al sindicalismo charril. El STEM, encabezado por Galván, tenía tradiciones de lucha y de organización democrática, el Estado le interesaba un sindicalismo controlado y en Octubre de 1971 quita la titularidad a Galván para favorecer a Francisco Pérez Ríos, el charro electricista nacional, quien había metidos demandas para arrebatar la titularidad del contrato que tenía el STEM. Galván y sus seguidores se alían con los ferrocarrileros de Demetrio Vallejo y realizan manifestaciones en 40 puntos del país en diciembre de 1971. En 1972 continúan las jornadas nacionales de lucha y bajo esta presión la presidencia del país se ve obligada a pactar un convenio de unidad con los líderes sindicales, se crea el SUTERM y se acepta el control y métodos de su ala democrática de las secciones que controla. En junio de 1974 estalla la huelga en General Elecrtic, que pertenecía al SUTERM, eso es el pretexto para atacar al ala democrática. El compañero Domingo Salgado, dirigente de la huelga, es asesinado y se culpa a Rafael Galván de este acto. En marzo de 1975 se realiza un congreso extraordinario del SUTERM y Galván es expulsado. La Tendencia Democrática del SUTERM realiza grandes manifestaciones. La más ejemplar fue la del 5 de abril en Guadalajara pero también es significativo el contingente SME-TD del 1° de mayo. Entre las consignas de los electricistas se podía oír: “SME, SUTERM, unidos, jamás serán vencidos”, “Unidad, unidad, democracia sindical”, “Los obreros al poder” y “México en la lista por la lucha socialista”.
La TD intenta responder al ataque con huelgas en las secciones que controla pero estas instalaciones son tomadas por el ejército.
Los limites políticos de Rafael Galván
Rafael Galván es un fenómeno peculiar. Fue el sindicalista consentido del presidente Adolfo López Mateos y luego encabezó esta importante lucha de oposición donde defendía claramente la democracia sindical y las nacionalizaciones con una posición antiimperialista. Eso se puede entender por las contradicciones de la revolución mexicana, que si bien fue vencida por la naciente y débil burguesía se enfrentó a un campesinado revolucionario y a una creciente y poderosa clase obrera, que habían vencido al viejo régimen y que lucharon porque sus demandas fueran cumplidas. Hay una fuerte tendencia nacionalista en todo este proceso y quienes asumen una posición más a la izquierda francamente se oponen al imperialismo pero también levantan demandas sociales de campesinos y obreros. Solo así podemos comprender a un Cárdenas, un Mújica, un Galván o, en la actualidad, incluso a un AMLO. Su problema es que no ven como contradicción fundamental la división de clases y por tanto terminan en la conciliación interclasista nacional o haciendo concesiones al Estado capitalista al que no buscan desaparecer sino sólo reformar.
En la marcha del 5 de abril de 1975 en Guadalajara, Galván dice:
“Desde el fin de las grandes movilizaciones sindicales y políticas que fueron alentadas por el ascenso cardenista (y que a la vez le sirvieron de apoyo), hasta nuestros días, en el país se ha desarrollado y concentrado la industria sobre la base de saquear al ejido y al sector estatal. Durante treinta años de desviación desarrollista, se ha entregado al imperialismo la explotación de grandes riquezas nacionales. Es urgente, por tanto, reemprender con energía el camino de las nacionalizaciones y de la democracia revolucionaria con el apoyo central del movimiento obrero, que hoy es más fuerte. La clase obrera ha crecido numéricamente y se encuentra concentrada en las grandes ciudades; es un hecho, pues, que ha aumentado considerablemente su peso social. Pero el movimiento obrero, que fue fundamental para imponer las medidas nacional revolucionarias que aún determinan la estructura productiva del país, ahora se halla relegado a un plano secundario; su peso político se ha reducido. Solo así́ pudo empujarse al país al despeñadero del desarrollismo burgués, cuyo costo social se ha cargado sobre el campesinado, sobre las llamadas clases medias y, por supuesto, sobre el trabajador asalariado. Treinta años de desarrollismo: treinta años de contrarrevolución”.
Galván, aun sin ser socialista defendió una serie de puntos programáticos que, aunque incompletos para transformar de raíz la sociedad, eran en su mayoría correctos. En su discurso del 5 de abril de 1975 en Guadalajara llamó a luchar por: Democracia e independencias sindicales, reorganización general del movimiento obrero, sindicalización de todos los asalariados, aumento y escala móvil de salario, lucha a fondo contra la carestía; defensa, ampliación y mejoramiento de la seguridad social; educación popular y revolucionaria; vivienda obrera; colectivización agraria y fin del latifundismo; expropiación de las empresas imperialistas y monopolio del comercio exterior; Intervención obrera en la defensa, reorganización, ampliación, reorientación social, regeneración interna y desarrollo planificado del sector estatal de la economía y Fiscalización obrera (manifiestosdelpueblo.wordpress.com/declaracion-de-guadalajara).
El objetivo de Galván no era el socialismo sino el nacionalismo revolucionario, pero podemos ver lo avanzado de su programa comparándolo con la mayoría los sindicalistas actuales. No se trataba solo de nacionalizar las empresas imperialistas extranjeras, hoy tenemos a prominentes empresarios nacionales que explotan y reprimen a la clase obrera. Planificar la economía bajo control obrero era posible si las principales palancas económicas (no solo las industrias extranjeras) estuvieran bajo control obrero y propiedad colectiva del conjunto de la sociedad.
Estas demandas podían asumirse transicionalmente en la vía de llegar al socialismo, reflejaban en gran medida la radicalización del movimiento obrero y la intervención activa de socialistas en la lucha obrera que presionaban a la izquierda (muchos de ellos estudiantes y egresados). El elemento determinante, sin embargo, era ganar en un inicio la batalla por democracia sindical y la unidad del movimiento obrero, algo que lamentablemente no se consiguió.
Los límites de Galván y el nacionalismo revolucionario tendrían un efecto en la lucha. Se conformó en torno a la TD el Frente Nacional de Acción Política (FNAP). Raúl Álvarez Garín, haciendo un balance de la lucha de los electricistas, apuntó al respecto:
“En ese espacio de las luchas sindicales se dio una experiencia política de cierto retroceso. En el FNAP los grupos democráticos de acción sindical encontraron un cierto espacio de coordinación pero también quedaron restringidos a los ritmos y necesidades de la Tendencia Democrática, que en ese momento protagonizada el conflicto sindical más importante de la época. En la manifestación del 15 de noviembre de 1975 en la ciudad de México, Rafael Galván, líder de los electricistas se refirió a un convenio para ajustar la política solidaria a la modalidad que decidiera la Tendencia Democrática, sugiriendo que había un acuerdo previo de disciplina a sus iniciativas. Con esto se dirigiría en particular al Partido Comunista, pero también a gente de grupos armados que realizaban trabajo obrero presentes en la manifestación. Además Rafael Galván planteó una cuestión abiertamente contradictoria con la tradición programática de la izquierda que se estaba forjando en esos años exponiendo la idea de que ‘hay que trabajar por reconstruir la base social del Estado”.
El 20 de marzo de 1976 se realiza una gran manifestación al monumento a la revolución a la par que la CTM y el SUTERM oficialista realizaban un acto en el Zócalo. El ejército, desprestigiado después del 2 de octubre de 1968, se presentó para impedir un enfrentamiento poniéndose en medio de ambas manifestaciones. Lo cierto es que se impidió a los democráticos ingresar al zócalo. Garín apunta:
“Los dirigentes electricistas aceptaron la mascarada minimizando la intencionalidad del gobierno, pero con ello se restituía en los hechos la imagen arbitraria del Estado, y de nuevo se aceptaba la presencia de fuerzas públicas en actos de masas” (Álvarez Garín, Raúl, La Estela de Tlatelolco, pp. 200 y 201).
No bastaba que los jóvenes más revolucionarios rompieran con el estalinismo, era necesario, dentro de una organización política vinculada a las organizaciones y luchas de masas, estar dotados de un programa y un análisis adecuado que solo el auténtico marxismo podía brindar. Era correcto apoyar a Galván y la TD pero se debía hacer de forma crítica y contraponer una auténtica política y programa socialista.
Las luchas de la insurgencia sindical siguieron durante todos los años 70. Se consiguieron conquistas y siguen habiendo sindicatos surgidos o democratizados en ese tiempo (algunos de los cuales deben regresar a sus métodos y tradiciones de los años 70 y generar jóvenes cuadros con una política revolucionaria). La derrota de la Tendencia Democrática de Galván, sin embargo, es la derrota de este movimiento insurgente de los sindicatos que impide a un nivel general derrotar al charrísmo sindical. Pero en esos años 70 se escribieron páginas heroicas del movimiento obrero que debemos rescatar. También se ven límites de una política sindicalista o de dogmatismos pseudomarxistas. La necesidad de rebasar los límites de la lucha y construir una alternativa política revolucionaria de los trabajadores, un partido político no meramente electoral sino revolucionario, sigue siendo necesario.
LA LUCHA ELECTORAL E INSTITUCIONAL
El Partido Comunista, desgastado tras el 68, tuvo nuevos zigzags políticos como el declarar que lo que venía en los 70 eran nuevas irrupciones de masas al nivel de la del 68 para luego girar nuevamente a la derecha. Tuvo que limpiarse la cara con militantes con prestigio como el líder ferrocarrilero y ex preso político, Valentín Campa. En 1975 se decide lanzar a Campa como candidato a la presidencia sin contar con registro. Se obtuvieron 2 millones de votos, incluso superando al PAN. Aunque lejos se tuvo de poder disputar al PRI, esta campaña permitió hacer agitación y ayudar a la organización de estudiantes y trabajadores, no se justificaba la farsa electoral sino que se le denunciaba.
En 1977, en medio de todas las presiones del movimiento social y la escandalosa guerra sucia, se da una reforma política donde se dan algunas libertades, se legaliza el Partido Comunista y se da amnistía a guerrilleros.
Los marxistas no nos oponemos a avances democráticos incluso dentro de la actual sociedad burguesa. El movimiento de 1968 luchó por democracia porque el régimen era represor y asfixiante. Existían luchas por democracia acompañadas de justicia para las demandas del pueblo. Un caso muy avanzado fue el de Juchitán, Oaxaca. En 1974 un grupo de estudiantes forman la Coordinadora Obrera Campesina Estudiantil (COCEI) en este municipio del Istmo de Tehuantepec. Esta organización desde el inicio levantó las demandas de las clases explotadas y sectores que agrupaba, con una posición claramente de clase. Desde el inicio fue reprimida teniendo compañeros asesinados, desaparecidos y encarcelados. Participan en elecciones en 1974 y en 1977 (usando el registro del PCM), pero en ambos casos les hacen fraude. En 1980 ocurre lo mismo pero esta vez el pueblo se levanta insurreccionalmente y deciden tomar el palacio municipal. Obligan a convocar a nuevas elecciones en 1981 y las ganan indiscutiblemente. Se da un gobierno popular que hace más obras a favor de la comunidad que todos los gobiernos priistas anteriores, a pesar que le bloqueaban los recursos económicos estatales.
El gobierno soportado por el pueblo era hostigado y después de una serie de provocaciones acusan al alcalde coceista, Leopoldo de Gybes, de una serie de delitos para con ese pretexto destituirlo. Se declara la desaparición de poderes y se intenta imponer a otro alcalde, pero el pueblo resiste y defiende el palacio municipal que funciona, ahora sí, sin recursos Estatales. Este gobierno fue ratificado en un plebiscito, pero cuando se dan las elecciones extraordinarias, el 20 de noviembre de 1983, los priístas nuevamente hacen fraude, el pueblo nuevamente se moviliza y es el ejército el que finalmente logra tomar el control y derrotar con brutalidad esta lucha.
Esos son métodos revolucionarios que usan las elecciones como un arma más en la lucha. En otros espacios no siempre se tiene la misma correlación de fuerzas pero se puede tener un programa revolucionario y auxiliarse en las elecciones para llevar adelante la organización de los trabajadores en la lucha por el socialismo. Pero los métodos estalinistas de discusión, que asfixiaban todo debate democrático, no permitían al partido siquiera analizar con seriedad su actuar y corregir sus errores. Eso llevó a más y más escisiones y purgas de derecha y de izquierda y a que el partido fuera más claramente a una línea reformista abierta.
En el XIX Congreso Nacional, en 1981, el PCM dejó de lado la lucha por la dictadura del proletariado y se declaró a favor del poder obrero democrático en su supuesta vía mexicana al socialismo. Dan el paso para fusionarse con otras fuerzas, supuestamente socialistas, y forman el Partido Socialista Unido de México. Vendieron a la militancia que este sería un partido más democrático pero se burocratiza y se empieza a resquebrajar. En 1987 se forma el Partido Mexicano Socialista, que ya elimina el martillo y la hoz de su logo.
Desde el 68 hubo elementos que no optaron por la vía revolucionaria y dieron batalles institucionales, el PCM fue girando a la derecha y adaptándose al Estado, militantes de otras organizaciones, dados los tropiezos recibidos hicieron lo mismo. Hay casos emblemáticos de asquerosa claudicación como el de Jesús Zambrano que de ser dirigente de la Liga Comunista 23 de septiembre pasó a presidir al PRD desde una de sus alas más derechistas.
Finalmente, una ruptura iniciada desde arriba del régimen, encabezada por el hijo de Lázaro Cárdenas abriría una nueva etapa en la sociedad. Este proceso confluyó a militantes luchas como las de los campesinos en guerrero, los coceistas en Oaxaca, las nuevas luchas estudiantiles, los nuevos movimientos urbanos surgidos tras el terremoto de 1988 y a los partidos socialistas, que fusionándose, cada vez giraban más a la derecha. De haber mantenido una política consecuente se podría haber desarrollado una fuerte fracción socialista vinculada a un movimiento y partido nacional de masas. Aun con ello surgió desde el inicio el Movimiento al Socialismo (MAS) dentro del naciente y contradictorio PRD.
1988-89 abrió las compuertas para un nuevo movimiento de masas donde toda una serie de luchas del pasado buscaron un canal de expresión para, por la vía electoral, deshacerse de este odiado partido. En estos años hemos visto continuas luchas contra los fraudes (1988, 2006 y 2012), luchas estudiantiles, populares, campesinas y obreras, que incluyen el levantamiento indígena de Chiapas en 1994. No fue sino hasta este 2018, que el hartazgo acumulado contra este régimen del PRI (y su aliado el PAN) recibió una humillante derrota en unas elecciones que podrían haberlos barrido definitivamente del mapa.
De una forma paralela a este proceso el PRT, un partido que agrupo a distintos grupos presuntamente trotskistas, logra también registrarse como partido legal y tener algunos diputados y lanza, en dos ocasiones, a Rosario Ibarra, del comité Eureka, como candidata a la presidencia. El PRT no soportó la prueba de la historia y en la coyuntura abierta en 1988 y se partió. Un ala se sectarizó del proceso de masas general que se expresó con las elecciones y otro entró pero no mantuvo la unidad de su tendencia bajo una política auténticamente socialista y vimos lamentables procesos de adaptación. La historia del mismo PCM nos muestra como dentro de un partido reformista una tendencia a la izquierda puede capitalizar el giro a la izquierda de sus bases. El PRD y posteriormente Morena son formaciones peculiares que se explican por el desarrollo económico desigual y combinado de México, las peculiaridades de la revolución mexicana y los errores del PCM, pero ahí vimos (y en Morena vemos) una base de trabajadores que luchan por cambiar su realidad.
La historia nos muestra los límites del nacionalismo revolucionario y que no basta con reformar al Estado y al sistema, menos en esta época de crisis orgánica del capitalismo. La necesidad de un partido revolucionario se hace necesario pero no basta con desearlo o proclamarlo, mucho menos si se hace al margen del proceso general de lucha. Es necesario defender un programa revolucionario pero no de manera sectaria autoproclamaría, es necesario no apartarnos de la lucha social de las masas y no adaptarse al Estado y al reformismo. Ante todo eso se consigue con una orientación adecuada y una asimilación plena del dialéctico marxismo revolucionaria.
Por su puesto que se han dado avances democráticos pero estos han avanzado cuando las masas han actuado. Así fue como se ganó la COCEI sus elecciones, fu por la participación masiva que en 1997 se ganaron las elecciones de la ciudad de México, así fue como se defendió el voto en 2006 y como humillantemente se derrotó al PRI y al PAN en las elecciones de 2018.
El gobierno de AMLO será contradictorio, estará presionado por la derecha pero también las masas exigirán el cumplimiento de sus demandas históricas. Recordamos al 2 de octubre y los desaparecidos de la guerra sucia, pero también a los 43 de Ayotzinapa y los miles de desaparecidos de hoy. Se quiere vida digna y educación al servicio del pueblo. AMLO será presionado por las masas que se expresarán para que se resuelvan sus demandas. Nosotros creemos que la única política que realmente dará solución plena a las aspiraciones de las masas es la socialista y que si el proceso se queda a medio camino las contradicciones capitalistas se expresarán, incluso de forma más cruel. Ejemplos recientes como los de Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, El Salvador o Venezuela, muestran los límites del reformismo y la necesidad de ir al socialismo bajo una independencia de clase.
50 AÑOS DESPUÉS LA LUCHA POR EL SOCIALISMO CONTINÚA
1968 fue una ruptura, pero el régimen tenía un aparato y aun una base social difícil de romper, hoy el régimen priísta está resquebrajándose aunque aún falta echar abajo al conjunto del Estado.
Hoy muchos problemas de los trabajadores no solo no se han solucionado sino que han empeorado. El capitalismo se encuentra en una etapa decadente. En el pasado el priísmo, que siempre fue reaccionario y represor, podía al menos dar algunas concesiones a los trabajadores. Hoy eso ya no pasa, no vemos reformas sino contrarreformas. Las conquistas del pasado una a una se ha arrebatado.
Los desaparecidos son mayores hoy que en el periodo de la guerra sucia. Las demandas de sindicalización, democracia sindical y nacionalización de industrias clave siguen siendo vigentes como en aquellos años 70. Todas esas luchas del pasado no han sido en vano, sin ellas no hubiéramos sacado al PRIAN del gobierno, pero definitivamente que este paso es insuficiente y la necesidad de una sociedad socialista sigue siendo vigente y necesaria.
Quienes tienen que encabezar esta lucha por la transformación radical de la sociedad, como ocurrió en 1968 y los años posteriores, son los jóvenes. Estos que no tienen el peso de las derrotas sobre sus hombros, que están abiertos a las ideas revolucionarias y que pueden y deben aprender las valiosas lecciones, los aciertos y errores, de las luchas del pasado. A la par de cada batalla los mejores elementos deben foguearse y formarse, asimilar las ideas del marxismo, no desde el crisol de intelectuales o de las deformaciones estalinistas (en sus distintas vertientes), guerrilleristas o sectarias, sino yendo directamente a las fuentes, aprendiendo a Marx y Engels que fueron capaces de desarrollar una teoría científica con la cual oponernos al actual sistema de explotación y que aunque siempre la quieren dar por caduca y moribunda, sigue siendo actual y vigente. Hay que estudiar a Lenin y a Trotsky, aquellos que asimilaron este pensamiento del socialismo científico no de manera dogmática, sino con toda la riqueza dialéctica y aplicándolo a las condiciones concretas con rigidez teórica. Además construyendo un partido de hierro que tenía plena flexibilidad táctica pero intransigencia en los principios.
En los 70 la revolución se veía posible porque existían los gobiernos de la URSS o de China, que (aunque de forma deformada) mostraban la viabilidad del socialismo. El gran problema de los grupos de los 60 y 70 es que defendían un marxismo de manual, un marxismo tergiversado, un marxismo incompleto, un marxismo que no era el de Marx y Lenin. Trotsky dio una batalla por defender el legado del bolchevismo tras la degeneración burocrática y se debe estudiar. La corriente marxista internacional busca defender el legado del auténtico marxismo. El bolchevismo nos enseñó que la juventud (también la estudiantil) dentro de un partido revolucionario bajo una orientación adecuada puede cimbrar al sistema y hacerlo explotar desde sus cimientos.
Se decía en el 68 que había que ser realista y luchar por lo imposible. Nosotros no estamos de acuerdo con ello porque el socialismo basado en la democracia obrera no utópico sino posible y necesario. Sabemos que la tarea no es contra ni simple y estará llena de obstáculos. Hay una cosa que estamos seguros, los jóvenes y trabajadores no tenemos alternativa de futuro digno bajo el capitalismo y la lucha por el socialismo es una literal lucha de vida o muerte. Es mejor ofrendar nuestra vida a la lucha por el socialismo y la construcción del indispensable partido bolchevique mexicano, que sucumbir sin luchar frente a este sistema voraz.
El asesino Díaz Ordaz decía que el marxismo venía de 1848 y era anticuado. La rueda es más antigua y sigue siendo vigente. Decía que aquel de 18 años que no era comunista era un tonto, pero aquel que a los 25 años seguía siéndolo era más tonto. Es verdad que algunos compañeros del 68 claudicaron, pero hay otros que siguen luchando por la transformación profunda de la sociedad hasta el día de hoy. 50 años es un parpadeo para la historia. Lo que es caduco no es el marxismo sino la sociedad que defendió Díaz Ordaz y por la cual no dudo en asesinar a cientos de jóvenes: el sistema capitalista.
Desde La Izquierda Socialista, la sección mexicana de la Corriente Marxista Internacional, buscamos el rescate de la experiencia histórica de la lucha de los trabajadores, tanto a nivel internacional como en México. Nos guiamos por las ideas directas del marxismo estudiando a los clásicos (Marx, Engels, Lenin y Trotsky) plenamente, sin dogmatismo pero de forma rigurosa y firme. El partido bolchevique cambió la historia porque tenía cimientos de hierro basados en la teoría. Convirtiendo estas ideas en organización revolucionaria y ligando a los cuadros con el movimiento y las organizaciones de masas de los jóvenes y trabajadores iremos construyendo la herramienta que faltó a los estudiantes y trabajadores en 1968 y a quienes lucharon en la agitada década de los 70. Todas estas luchas y sacrificios no han sido en vano, son la experiencia sobre la que empezaremos a edificar la lucha del presente para construir la sociedad socialista del futuro.
¡Súmate a las fuerzas socialistas y construyamos la alternativa marxista que necesitamos!