Escrito por: David García Colín Carrillo
“Se trata de una impudicia inaudita, una falsificación que, por su obvia insolencia y su carácter irresponsable, equivaldría a afirmar que Nicolás Romanov consagró toda su vida a la lucha contra el capitalismo y la monarquía y por la realización de la revolución proletaria”. [Bujarin]
Fueron millones las víctimas de Stalin. Comenzando por la totalidad del Comité Central que llevó adelante la Revolución de Octubre-excepto una corrompida Kollontai y el propio Stalin-, la crema y nata del Partido Bolchevique fue masacrada en las purgas sangrientas de los años treinta. Esta masacre -una guerra civil unilateral de la burocracia contra revolucionarios de toda la vida- se extendió como una maldición a familiares, amigos y conocidos; Stalin barrió a todos aquéllos que “sabían demasiado”.
[…] En total, en 1937-1938, fueron detenidos 1.372.392 individuos de los que fueron fusilados 681.692. Entre ellos, más de 110.000 miembros del partido. En total, entre 1939-1940, 121.033 individuos fueron detenidos, de los que fueron fusilados 4.464. a estas cifras hay que añadir los millones de campesinos muertos durante la “deskulakización” y los cientos de miles de detenidos del gulag no condenados a muerte, pero fallecidos de hambre, de frío, de agotamiento y de enfermedad. Los siete millones de muertos de la hambruna de 1932-1933 son también víctimas de la política stalinista. [Jean-Jaques Marie, Stalin, Madrid, Palabra, 2008, p. 608.]
De las conquistas de Octubre sólo sobrevivió la economía planificada, la clave de los grandes éxitos económicos de la URSS. Sin embargo, la burocracia stalinista enlodó esta conquista con la sangre de millones de personas para sellar su traición final, a finales de los años 80s, con el retorno al capitalismo.
Bujarin fue una de las víctimas públicas más importantes en las purgas sangrientas de 1938. Fue un revolucionario durante toda su vida consciente, se integró al Partido a los 18 años al calor de la revolución de 1905; destacó como dirigente estudiantil, teórico, economista, políglota y crítico literario; fue un aficionado de la naturaleza, de la recolección de aves y mariposas, y de garabatear caricaturas. Fue el director de Pravda durante doce años y jugó -junto a Lenin y Trotsky- un papel destacado en la naciente Comitern -cuya idea fundadora era impulsar la Revolución Mundial, Stalin disolverá a la Comitern en 1943 sin siquiera fingir convocatoria a ningún congreso-. Entre sus obras destacadas están «El ABC del comunismo» y «La economía política del rentista»-esta última no deja piedra sobre piedra de la economía burguesa de la “utilidad marginal”-.
Lenin consideraba a Bujarin el principal teórico del Partido, aunque no dejaba de advertir su tendencia a la abstracción. Dada su inclinación intelectual, tendía a omitir las contradicciones de aquéllo que analizaba: por ejemplo creía que con el desarrollo del Capitalismo de Estado, la burguesía monopolista había logrado controlar las contradicciones de la economía nacional creando un monstruoso Estado totalitario y, por tanto, la revolución sería el producto de la guerra internacional por el reparto del mundo más que de las contradicciones propias del sistema. Quizá sea esta falta de equilibrio lo que lo situaba, a veces, en la izquierda más extrema del Partido -por ejemplo, se opuso a Lenin en los acuerdos forzados de Brest-Litovsk impulsando la necesidad inmediata de una guerra revolucionaria con Alemania-; o, posteriormente, en la derecha (teorizando peligrosas concesiones de mercado) antes de que Stalin (quien tras bambalinas utilizaba el giro a la derecha teorizado por Bujarin para consolidar su poder burocrático) lo mandara asesinar.
Anna Larina fue la joven y bella esposa de Bujarin quien, tras la ejecución de su esposo en 1938, fue deportada por Stalin al gulag de Astrakán en el que estuvo recluida durante 20 años. Bujarin fue amenazado con la muerte de su esposa e hijo recién nacido para que confesara los crímenes más inverosímiles, pero las confesiones a medias de Bujarin no lo salvarán ni a él ni a su familia. Anna fue separada de su hijo de 11 meses, no pudo reencontrarse con él hasta 1956 y hasta ese momento el hijo de Bujarin -quien vivió su infancia en orfelinatos estatales- no supo quién era su padre. En el juicio de marzo de 1938 -que condenó a revolucionarios como Bujarin, Rikov, Kretinski, Rakovski- “viejos bolcheviques fueron descritos por el ex–menchevique Vyshinski como “carroña fétida”, “canallas lamentables”, “malditas sabandijas”, “jauría de perros del imperialismo” y otras cosas por el estilo. Pravda describió esta parodia repugnante de juicio como “el tribunal popular más democrático del mundo”. Este veredicto fue aceptado por el “amigo de la Unión Soviética” más inesperado, Wiston Churchill, quien describió la representación de Vyshinski en el juicio como “brillante”. [Alan Woods, “Stalin: el aniversario de la muerte de un tirano”: http://www.luchadeclases.org.ve/marxismo/teoria-marxista/7337-aniversario-muerte-stalin]
Anna Larina luchó siempre por la rehabilitación pública de Bujarin y por el rescate de sus escritos, obtuvo la rehabilitación oficial hasta 1988 cuando Gorbachov encontró útiles algunas de las ideas de Bujarin pues se adecuaban al giro procapitalista que se iba a implementar -la burocracia encontró útiles los errores de Bujarin, pero estuvo muy lejos de retomar las virtudes del revolucionario-. Ella murió en 1996, de cáncer de pulmón, a los 82 años. Compartimos parte del testamento de Bujarin, memorizado por Anna Larina Bujarina:
«Abandono la vida. Al inclinar la cabeza, no lo hago ante el hacha proletaria, que debe ser implacable, pero pura. Siento mi impotencia ante la máquina infernal que, recurriendo sin duda a métodos medievales, dispone de una fuerza titánica, fabrica calumnias organizadas desvergonzadamente y con seguridad.
Dzerjinsky desapareció. Se extinguieron progresivamente las admirables tradiciones de la Checa, cuando el ideal revolucionario dirigía todos sus actos, justificaba la crueldad contra los enemigos, para preservar al Estado de los contrarrevolucionarios. Por tal razón, los órganos de la Checa merecieron honores y confianza, autoridad y respeto especiales. En el momento actual, los órganos de la NKVD, en su mayoría, representan una organización degenerada de funcionarios enriquecidos, corrompidos y carentes de ideales que, aprovechando la antigua autoridad de la Checa, y para complacer la desconfianza enfermiza de Stalin -por no decir más-, a la búsqueda de condecoraciones y privilegios, realizan su trabajo sucio. Sin darse cuenta de que, al mismo tiempo, se suprimen a sí mismos, porque, cuando se trata de asuntos indecentes, la historia no soporta testigos.
Esos órganos «milagrosos» pueden aplastar a cualquier miembro del Comité Central o del Partido, fabricar traidores, terroristas, espías. Sí Stalin llegara a dudar de él mismo, se le tranquilizaría al instante. […]
Soy miembro del Partido desde la edad de dieciocho años y el objetivo de mi vida fue siempre luchar por los intereses de la clase obrera, por la victoria del socialismo. En estos tiempos, un periódico que lleva el nombre sagrado de Pravda, publica mentiras desvergonzadas, según las cuales Nicolás Bujarin intentaba destruir las conquistas de Octubre y restaurar el capitalismo. Se trata de una impudicia inaudita, una falsificación que, por su obvia insolencia y su carácter irresponsable, equivaldría a afirmar que Nicolás Romanov consagró toda su vida a la lucha contra el capitalismo y la monarquía y por la realización de la revolución proletaria.
Si llegué a equivocarme, más de una vez, en el curso de la lucha por la construcción del socialismo, que las generaciones venideras no me juzguen con más severidad que Vladimir Ilich Lenin.
Nosotros nos dirigimos por primera vez hacia un objetivo común, siguiendo una vía que se apartaba de los caminos trillados. Se trataba de otra época y los hábitos eran por completo distintos. La Pravda contenía una “Sección de Discusiones». Todos discutían buscando nuevas vías, reñían, se reconciliaban y proseguían su camino juntos.
Me dirijo a vosotros, generación futura de dirigentes del Partido, cuya misión histórica implicará la obligación de desembrollar la madeja monstruosa de crímenes que, durante estos terribles momentos, se acumulan cada vez y amplifican como el fuego hasta asfixiar al Partido.
¡Me dirijo a todos los miembros del Partido!
Esta hora, que acaso sea la última de mi vida, me convence de que, tarde o temprano, el filtro de la historia lavará implacablemente mi cabeza de todas las villanías.
Nunca fui un traidor. No hubiera dudado en sacrificar mi vida por la de Lenin. Yo estimaba bien a Kirov y no maquiné nada contra Stalin. Yo pido a la nueva, joven y honesta generación de dirigentes del Partido que me justifique ante el Pleno del Comité Central y que me rehabilite en el seno del Partido. Sabed, camaradas, que en el estandarte que portaréis durante vuestra marcha triunfal hacia el comunismo habrá una pequeña gota de mi sangre».
Bibliografía:
Cohen, Stephen; «Bujarin y la revolución Bochevique», España, Siglo XXI, 1976.