Alrededor de las 5:45 a.m. del 19 de noviembre de 1984, la planta de Pemex tuvo una enorme explosión de gas. Grandes salchichas y esféricos contenedores de gas, pedazos de construcción o rieles de ferrocarril fueron arrancados del piso por la fuerza de la explosión. Volaron, cayendo sobre nuestros hogares. “La onda expansiva de la primera explosión se sintió hasta 50 kilómetros a la redonda y la llama de fuego alcanzó una altura de un kilómetro” (Informe Final del MEH, Volumen 2, parte 2).
El fuego recorrió largas distancias y se metió a nuestros hogares. Las mujeres formadas para la leche de la Conasupo (que ese día se retrasó en llegar y provocó una fila mayor de lo normal) y varios trabajadores que se encaminaba ya a sus centros laborales fueron sorprendidos en las calles. Cuerpos agonizantes deambulaban por las calles, pero la gente más pobre vivía más cerca de las gaseras y no pudieron huir. El calor deformó sólidas herrerías y trastes metálicos. Duele imaginar cómo cientos de personas murieron y tal cual pasaje de la Biblia, se volvieron ceniza, se hicieron polvo.
Otras sobrevivientes han sido condenadas de por vida a llevar las huellas de este suceso en sus cuerpos, incluyendo gente que en ese momento eran bebés y no tienen recuerdos en sus mentes de los hechos. Perdimos familiares, amigos, vecinos… Les guardamos en la memoria y exigimos plena justicia.
Solidaridad de clase
Durante la explosión, entre vecinos, en lo que pudimos, nos auxiliamos. Llegó gente de fuera, los trabajadores del volante del SUTAUR 100 para ayudar a evacuar a la gente, los de la Cruz Roja, para auxiliar a los heridos. Hubo quien, literalmente, salió corriendo del pueblo. La gente llegaba a colonias y municipios vecinos, como Ecatepec, y eran recibidos con algo de alimento, con un techo donde ver las noticias y estar al tanto de los horrores qué sucedían. Muchas organizaciones sindicales y sociales, como mucha gente con el ímpetu de brindar apoyo, extendieron la mano a los damnificados de San Juanico.
De manera espontánea se empezó a llevar acopio en lugares como la basílica de Guadalupe, IPN Zacatenco o el Zócalo, creándose montañas de ropa y comida.
Quienes sobrevivimos nos vimos entrampados en no tener un techo propio, en tener familiares hospitalizados a quien buscar o auxiliar. Hubo quien no fue humanamente capaz de dividirse entre atender a sus enfermos y enterrar a sus muertos. Se luchó por atención para los heridos, incluso consiguiendo apoyos internacionales; así como para que se establecieran medidas de protección civil.
Se hicieron protestas, la primera rompió el cerco que ya había formado el ejército y logró penetrar a la zona más devastada. Se creó una natural organización de la comunidad que rompía con las viejas estructuras corporativas del régimen priista de la época, anticipando lo que ocurriría un año después con la organización popular tras el terremoto del 85.
Represión estatal vs. Movilización popular
Muy reciente a los sucesos, se realizó una asamblea que rompió todo control corporativo. Había una gran indignación pues los directivos de Pemex, comenzando por Mario Ramón Beteta, culpaban a la gente de lo que había sido su negligencia. La asamblea se convirtió en protesta, rompiendo el cerco militar y pasando por la zona devastada, lo que hoy es el parque Hidalgo. Lo visto se tradujo en rabia.
Se creó una natural organización comunitaria. Primeramente se creó el Comité de Habitantes de San Juan Ixhuatepec, también se formaría la Unión Popular Ixhuatepec. El Estado y sus fuerzas sociales, como los priístas, actuaron contra la organización social.
El 16 de diciembre fue atacada violentamente una asamblea vecinal por parte de priístas.
Una marcha realizada el 28 de febrero de 1985, que llegó a Gobernación, fue reprimida, siendo golpeada la población por las fuerzas policiales sin importar su edad. No conformes con dejar a la población malherida y sangrando, teniendo que trasladarse a la clínica 76 del IMSS, se realizó la desaparición forzada de Marcelo Moreno Ávlila, uno de los cuadros políticos que jugaba en ese momento un papel destacado en la organización de los vecinos. La enorme presión ejercida, principalmente por la Unidad Obrera, Campesina y Popular (UOCP) –organización donde militaba Marcelo– que incluyó la toma de las embajadas de Holanda y Grecia, permitió su aparición con vida, aunque con signos claros de tortura.
El papel de las organizaciones políticas
La lucha en San Juanico obedeció a necesidades concretas y la natural indignación de los habitantes. Pero se requiere experiencia y perspectivas. Entre los líderes hubo quien había participado en comités de lucha del IPN o abiertamente militado en organizaciones políticas como la Corriente Socialista o la UOCP. La CS incluso tenía un diputado en Tlalnepantla que en ese momento tenía salario obrero y provenía de experiencias de lucha sindical.
Es fundamental la creación de organizaciones políticas revolucionarias que hagan trabajo hombro a hombro con las masas de la clase obrera, pero además se requiere que estas tengan una perspectiva y estrategias correctas, sino su papel se convierte en su contrario colocándose como un lastre, como grupúsculos al margen y hasta freno para el proceso. El movimiento de masas debe depurar a estas organizaciones aprovechando a las que ayuden a su causa.
San Juanico fue una fisura que anunciaba no sólo una gran grieta sino un rompimiento abierto con el viejo régimen. El temblor de 1985, el gobierno popular de la COCEI en Juchitán, las huelgas universitaria y politécnica del 86 y 87, eran la parte visible de poderosas fuerzas subterráneas profundas que empujaban a un cambio radical en la sociedad.
Hay vecinos que se han mantenido consecuentes en la lucha, pero en algún momento se siguió la vía electoral como estrategia, lo que afectó a la organización social en San Juanico. El móvil de obtener un puesto y ciertos privilegios con ello, llevó a degenerar a importantes cuadros que habían emergido de la lucha de clases y descuidar la organización popular y, desde la comunidad, a verse desviados los objetivos.
Hoy debemos aprender lecciones que pasan por la necesidad de construir nuevos cuadros. Hay cambios sociales que también afectan la organización en los barrios. Antes, para muchos, la vida era la comunidad y había necesidades imperiosas en la localidad por las que luchar para tener una vida cotidiana digna. El peso del barrio en la organización era más fuerte. Pero hoy, muchos de nuestros jóvenes también se organizan en sus escuelas, se manifiestan contra la violencia a la mujer (más allá de San Juanico), contra el genocidio en Palestina, por la reducción de la jornada laboral a 40 horas, etc. Estas expresiones de lucha se muestran muchas veces más fuerte afuera que adentro del barrio.
San Juanico: crimen de estado
El Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) que se creó en el sexenio pasado, en su informe final dijo que el principal violador de derechos humanos del país es el Estado. Dedicó un apartado sobre San Juanico, lo que evidencia que dichas violaciones no se limitan a la guerra sucia, sino que están presentes en casos como éste, aunque aquí también hubo desplazamiento y desaparición forzada.
El Estado trató de borrar los hechos. El lugar de la explosión y la zona más devastada fue limpiada y convertida en dos parques divididos solo por las vías del tren. Uno es el Cri Cri y el otro el Hidalgo, conocido como el parque de los muertos donde perecieron nuestros familiares, amigos y vecinos. Fui de los pocos afortunados de esa zona que su familia completa sobrevivió (aunque con quemaduras), pero en todas las casas de alrededor hubo fallecidos, justo a nuestro lado una familia entera murió, sobreviviendo solo el padre que fue a trabajar. Tan solo a media cuadra, donde hoy es la biblioteca, según un informe militar, hubo 23 muertos.
Sepultaron la zona devastada, quitando las evidencias de lo sucedido y construyendo un parque. El Estado quiso borrar nuestra historia, pero no lo consiguió. En San Juanico hay un movimiento de rescate de la memoria histórica. Pobladores han escrito historias y compuesto canciones para rescatar nuestra memoria. La organización comunitaria como la del grupo 19 de noviembre también consiguió que el gobierno del Estado de México instituyera ese día como el día estatal del riesgo industrial.
Seguimos rodeados de industrias y gaseras. Hemos vivido diversos accidentes industriales, nuevos incendios o peligrosas fugas de gas. La exigencia de seguridad para los habitantes de San Juanico y prácticamente toda la zona conurbada, sigue siendo vigente.