Muchas veces he escuchado que se acusa a la clase trabajadora de ser consumista, que, aunque no tenga dinero, siempre está pensando en qué gastarlo. Se señala de materialista a quien le gusta comprar muchas cosas, e incluso se critica a la gente por sus hábitos de consumo en distintos aspectos de su vida cotidiana. Lo cierto es que hoy en día son tan comunes las apps como Temu, Shein, Aliexpress o Amazon, que estamos a un simple clic de comprar cualquier tipo de mercancías.
Es normal el consumo de mercancías, qué son y cómo se producen es un planteamiento que Marx ya abordó hace mucho tiempo, desarrollando su análisis en El Capital, una obra compleja, y sin duda, una de las más emblemáticas del marxismo. A lo largo de sus tres tomos desentraña los mecanismos más profundos de la económica capitalista, es un clásico que debemos estudiar los trabajadores para comprender qué papel jugamos en la producción capitalista y así romper con los prejuicios que se nos adjudican, con el fin de negarnos el derecho a la lucha y la organización política.
Entonces, ¿qué es la mercancía? En términos simples es un bien o servicio creado para satisfacer de una u otra forma las necesidades del ser humano. Dichas necesidades no importan cuáles sean, ya sean de alimento o recreativas, la mercancía se configura en sí como mercancía cuando se intercambia para que otras personas le den uso.
A lo largo de la historia de las sociedades humanas, los productos han sido resultado del trabajo social. En la época primitiva labores como la caza y recolección generaban productos como pieles para vestir o carne para comer, y estas necesidades se satisfacían de manera colectiva, por lo que el valor de estos productos era de uso, y no se les consideraba mercancías.
Engels señala que los campesinos de la época medieval que producían para su consumo propio, el del señor feudo y para la iglesia, no eran intercambiados para su consumo, sino que el feudo y la iglesia simplemente se apropiaban de ese trabajo. Para que se considere mercancía, debía ser intercambiada con alguien que la valore por su utilidad por medio del intercambio.
En las sociedades pasadas, había quienes se apropiaban de los frutos del trabajo ajeno sin ofrecer nada a cambio, del mismo modo, había una serie de productos que no se apropiaban ni se intercambiaban, sino que eran consumidos por el productor. Respecto a esto Marx dice: “Una cosa puede ser útil y producto del trabajo humano, sin ser mercancía. Quien satisface con su producto su propia necesidad crea, por cierto, un valor de uso, pero no una mercancía. Para producir una mercancía no sólo debe producir un valor de uso, sino un valor de uso para otros, un valor de uso social.” (p. 50, El Capital, Volumen I, Karl Marx, editorial Progreso)
Si bien el intercambio de mercancías existió en las civilizaciones pasadas, no fue sino hasta con el surgimiento del capitalismo mercantil y en general bajo este sistema capitalista, que el intercambio de mercancías se convirtió en la dinámica central de acumulación y enriquecimiento de esta sociedad. Estas mercancías circulan en el intercambio porque contienen en sí un valor de uso, no sólo para quien lo produce, sino para la sociedad en general, significa que esa mercancía posee características que van a satisfacer las necesidades, cualesquiera que esta sociedad tenga.
Por lo tanto, el valor de uso de una mercancía es aquel que responde a la necesidad por la cual fue intercambiada, y en realidad no es de interés mayor el origen de esta necesidad, pero en la actualidad, bajo el constante bombardeo de mercadotecnia, el sistema produce una serie de necesidades “artificiales”. Aquí es donde varios escépticos del análisis marxista de la economía hacen el señalamiento del fenómeno del consumismo: “no lo necesitas, sólo lo quieres”. Según ellos, tenemos un poder adquisitivo bueno y ahora podemos comprar ropa de marca, realizar viajes o tener relojes inteligentes. En consecuencia, señalan el marxismo como obsoleto, sólo porque en la época de Marx no había celulares ni redes sociales, sin embargo, Marx dice al respecto: “La naturaleza de esas necesidades, bien provengan, por ejemplo, del estómago o de la fantasía, no cambia en nada el asunto. Tampoco se trata aquí de cómo la cosa satisface la necesidad humana, si lo hace directamente, como medio de subsistencia, esto es, como objeto de disfrute, o a través de un rodeo, como medio de producción.” (p. 45)
Por lo que no se altera la naturaleza de la mercancía ni se anula el intercambio que debe existir, la dinámica de intercambio de mercancías es la misma no importa de donde provenga la necesidad; asimismo sus valores tampoco se ven alterados.
El intercambio de las mercancías expone un valor importante: el valor de cambio. Marx lo determina como el trabajo socialmente necesario, antes que el papel moneda o los metales funcionaran como equivalente de valor de la mercancía, lo que realmente confería valor a estas mercancías era, y sigue siendo, el trabajo mismo.
“La fuerza de trabajo total de la sociedad, representada en los valores del mundo de las mercancías, figura aquí como una misma fuerza de trabajo, aunque esté compuesta de innumerables fuerzas de trabajo individuales”. (p48)
Marx tuvo la entereza para ejecutar este análisis, hoy día vigente, sobre la producción capitalista, debemos reivindicarlo y usarlo para desarrollar nuestra conciencia de clase porque un obrero consciente se integra al partido revolucionario y eso representa un paso adelante en la lucha de clases.