El estado de Chiapas sigue siendo uno de los más pobres del país. Según las últimas cifras del INEGI, el 74% de su población vive en la pobreza mientras que el 39% no es capaz de satisfacer sus necesidades mínimas.
La crisis de migrantes que se ha desatado en los últimos años ha hecho prácticamente desaparecer la frontera con Guatemala. Cada mes, decenas de miles de personas procedentes de Centroamérica y el Caribe cruzan a México buscando llegar a los Estados Unidos. Este contexto es un tremendo atractivo para los grupos de la delincuencia organizada que se disputan las rutas de migración, por medio de la violencia, los secuestros a cambio de rescates, la extorsión y el chantaje.
No sólo es la migración un tema que atrae a dichos grupos en la zona, también lo es la explotación agrícola; es cada vez más frecuente que se ofrezcan como grupos de protección o guardias blancas a los grandes y medianos agricultores. Con la llegada de los grupos delincuenciales de corte nacional también arriban los cobros de derechos de piso que en ocasiones lleva a los pobladores a medidas extremas. El reciente desfile de un grupo armado vinculado con el cartel de Sinaloa por la ciudad fronteriza de Chamices un ejemplo de dicha disputa. En muchos lugares unos delincuentes se ofrecen a la población como los únicos capaces de poner orden en la caótica situación que otros grupos imponen.
Los gobiernos locales, ya sea municipales o estatal, sobreviven en base a una especie de administración de lo que se puede en el mejor de los casos; en el peor, en convivencia abierta con los grupos de la delincuencia organizada.
Es claro que la intervención del gobierno federal es inútil para frenar esta caótica situación ya que en general realizan labores de patrullaje similares a los de la policía común y en rara ocasión tiene la orden de intervenir, desarticular o enfrentar de manera plena a los cárteles. Esto exaspera a los campesinos, que de manera imponente tienen que soportar los “impuestos” que los carteles establecen en contra de la población.
Apenas hace unas semanas seis miembros de la guardia nacional fueron retenidos en Oxchuc, pidiendo por ellos un rescate. Al final los pobladores los dejaron ir con la condición de que manden más personal para que realmente enfrenten a la delincuencia (infobae.com/mexico/2023/10/22/liberan-a-los-6-elementos-de-la-guardia-nacional-retenidos-por-pobladores-de-chiapas/).
El escenario es terrible y más aún cuando hace 30 años la región estuvo a punto de hacer historia y el experimento del neo zapatismo, se supone, está intentando crear un mundo nuevo. Lamentablemente este nuevo mundo cada día se fragmenta y debilita, lo que por supuesto no es una buena noticia.
EZLN 30 años
En este contexto se acerca el 30 aniversario del inicio del levantamiento zapatista del 1° de enero de 1994.El cual, en su momento, cimbró a todo el sistema político mexicano abriendo una estela de luz y esperanza para millones de explotados en México y el mundo.
El EZLN había nacido como una iniciativa de las Fuerzas de Liberación Nacional en el marco de la construcción de organizaciones guerrilleras como las centroamericanas: la UNRG de Guatemala, el FSLN de Nicaragua y el FMLN de El Salvador.
En los ochentas había entendido que la única manera de tener éxito en la región de Chiapas era fundiéndose con las comunidades indígenas y de ese modo ganar la fuerza de masas necesaria para trascender de un foco guerrillero a una auténtica organización armada, expresión de una lucha popular, en este caso campesina.
El levantamiento duró 13 días, luego de los cuales, el ejército desconcertado en un primer momento logró desalojar a la mayoría de las poblaciones ocupadas por el levantamiento campesino. Cientos de miles de personas se manifestaron para poner fin a la masacre y llamar a la negociación. Ello significó el fin de la lucha armada del EZLN y el comienzo de una serie de luchas civiles amparadas por el neozapatismo.
Todo el año de 1994 estuvo pleno de turbulencias y de iniciativas políticas por parte del EZLN tanto en el plano nacional como en el internacional.
Las declaraciones del EZLN de más a menos
La Primera Declaración de la Selva Lacandona de diciembre de 1993 era un llamado a la insurrección, a derribar al gobierno y, en suma, buscaba un estallido revolucionario nacional. No había alusiones a la problemática indígena de manera especial o al margen de la lucha por planteamientos obreros, campesinos y demás.
La Segunda Declaración se da después del asesinato de Colosio y en ella se planea la propuesta de una Convención Nacional Democrática que, aunque causo mucho entusiasmo, se fue disolviendo ante la falta de directrices que orientaran su accionar.
La Tercera Declaración se da ante la entrada al gobierno de Ernesto Zedillo. En ella se plantea la formación de un frente opositor encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y se establecen lineamientos para impulsar un acuerdo de paz con el gobierno que a la larga se concretaría en San Andrés Larráinzar. En este plano ya se establece una orientación totalmente indigenista.
La Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, de enero de 1996, propone la formación de un Frente Zapatista de Liberación Nacional, lo cual significó un giro introspectivo, se trataba de pasar a propuestas de carácter nacional e internacional a iniciativas de organización de los simpatizantes zapatistas, de ahí en adelante a nivel global se establecerían campañas de solidaridad de diversa índole. Pero a diferencia de las anteriores ya no se convocaba a ninguna iniciativa política de carácter general, sino a la solidaridad en torno a la concreción de los acuerdos de San Andrés, es decir, a acoplar las demandas indígenas al capitalismo mexicano en crisis.
En este marco se generaliza la acción paramilitar bajo la fachada de organizaciones campesinas priistas. El 22 de diciembre de 1997 un grupo armado asesina a 45 personas en Acteal, entre ellos mujeres y niños. Ello rompió una especie de impasse que se había generado desde la firma de los acuerdos de San Andrés dándole al EZLN la posibilidad de proponer una nueva iniciativa política, al final no ocurrió nada significativo salvo que el hostigamiento de grupos priístas se volvió permanente.
La nueva iniciativa no llegó sino hasta 1999 de frente al proceso electoral del siguiente año siguiente, se trataba de la Quinta Declaración de la Selva Lacandona, las iniciativa impulsadas en esta época culminaron en la convocatoria a la marcha zapatista del año 2001. Ya en el gobierno de Fox y a la aprobación de una ley de derecho y cultura indígena que no satisfacía a nadie.
El sonido del silencio
La actividad política del EZLN en el escenario nacional poco a poco se volvía más y más insignificante. Todo se concentró en un proceso de reorganización interna en torno a los llamados Caracoles y Juntas de Buen Gobierno, que en esencia consistían en las formas de organización local de las bases zapatistas en las zonas donde tenían influencia.
La última declaración, La Sexta se publicó de cara al proceso electoral del 2006 y significó un deslinde bastante sectario de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. El toque distintivo estaba centrado en realizar una campaña sin candidato. Los años fueron pasando y el discurso del EZLN se fue centrando más y más a aspectos internos y a establecer una crítica genérica al “neoliberalismo y al capitalismo”, así como en denuncias de una guerra de exterminio.
Así llegó el fraude del 2006 y una serie de justificantes de todo tipo vinculadas, por un lado, a que el triunfo de López Obrador no hubiera sido ni más ni menos trascendente que el triunfo de Calderón.
En los años de los regímenes de Calderón como los de Peña Nieto mantuvieron una tónica de silencio con respecto de los acontecimientos generales como las luchas del SME, la lucha contra la reforma energética, entre otras. Siempre se insistió en el asunto de la guerra de baja intensidad y del acoso y hostigamiento a las comunidades zapatistas.
El año 2018 significó una época de reactivación, amparados aun por la sexta declaración, se lanzó una candidatura indígena que no logró el apoyo necesario para aparecer en las boletas. Aunque, por el carácter alternativo de la misma, parecía que al menos sería la base de un punto de aglutinación para los simpatizantes zapatistas en todo el territorio nacional, que a pesar de los pesares, aún eran bastantes.
Lamentablemente, como en todas y cada una de las iniciativas anteriores, la propuesta se lanzó y una vez que no logró nada en concreto simplemente se abandonó.
Los años siguientes pusieron en evidencia conflictos internos como el deslinde definitivo de la antigua dirección del FLN, en particular del Comandante Germán, así como una serie de denuncias por acoso sexual que incluyeron al propio Subcomandante Marcos (con sus distintos nombres).
Sobreviviendo
Hoy en día, mal o bien, las redes de apoyo zapatistas siguen funcionando ante el permanente llamado a la solidaridad bajo el discurso de una inminente ofensiva militar o paramilitar.
Este proceso de desdibujamiento se ha combinado con el avance de los grupos de la delincuencia organizada (cárteles) o desorganizada (los gobiernos locales).
Ya durante la campaña de 2018 se hizo evidente que el movimiento zapatista no era mayoritario en los municipios chiapanecos. Pero ahora, ante la situación cada vez más caótica, la fragilidad de las estructuras zapatistas han llevado a la disolución de las Juntas de Buen Gobierno y a la reorganización de los llamados Caracoles en nuevas estructuras de base zapatistas en función “gobiernos autónomos locales” que basan su campo de acción en comunidades (pueblos, rancherías o colonias) más que en aspectos regionales. En la novena parte de las recientes declaraciones de Marcos se justifica dicha adecuación para hacer más eficiente el funcionamiento de las estructuras y prepararse para enfrentar la violencia que asecha a dichas comunidades. Esperemos que estas intenciones se cumplan por el bien de los campesinos zapatistas y no zapatistas que habitan la zona.
¿La séptima declaración?
El año que comienza será el 30 aniversario del alzamiento, motivo por el cual los zapatistas han anunciado una nueva iniciativa. Dicen sus últimos comunicados que les gustaría que mucha gente acudiera a la conmemoración, como aquel agosto de 1994 cuando decenas de miles de personas asistieron a la Convención Nacional Democrática. Señalan, no obstante, que no garantizan la seguridad de los asistentes, así de profunda es la descomposición social en la zona de influencia zapatista a 30 años del alzamiento.
Se aproxima el proceso electoral del 2024 y es probable que el EZLN, bajo las formas que él mismo disponga, se pronuncia al respecto. Sería muy interesante que con este proceso se inicie una reorganización y un relanzamiento digno de aquel 1° de enero de 1994 en el cual millones de personas en México y el mundo siembran aún sus esperanzas.
Estaremos atentos a las declaraciones de los próximos meses pero más urgente aún es atender las necesidades de las comunidades campesinas de Chiapas y de todo el mundo que sufren el azote de la miseria y cuya situación se deteriora cada día más por las bandas de delincuentes que asolan sus comunidades. En este contexto, una nueva insurrección armada está en el orden del día.
Emprender una política revolucionaria de carácter nacional como lo fue la insurrección de masas de 1994, todavía sigue siendo el camino correcto. Ojalá que en este proceso el EZLN acompañe a las masas o será olvidado como un experimento con buenas intenciones pero sin capacidad para volverlas realidad.