Escrito por: Carlos Márquez
La lucha de las masas, abierta tras las elecciones en Honduras, solo es equiparable a la huelga de 1954 y al movimiento contra el golpe de Estado en 2009. Es uno de los más grandes acontecimientos de la lucha de clases en la historia del país. Esto solo puede explicarse debido a las grandes contradicciones concentradas en la sociedad que han colocado al país al borde de la revolución. Pese a todo ese impulso revolucionario, Juan Orlando Hernández, JOH, acaba de juramentarse como presidente aunque acosado por la protesta del pueblo que exige su salida. Este es un gobierno sumamente desprestigiado y débil que se verá sometido a la presión de los trabajadores que pueden hacer que no termine sus 4 años de gobierno.
Una noche antes, Salvador Nasralla, a quien le han robado la elección, realizó una caravana automovilística por las colonias populares de Honduras. La gente salía jubilosa a saludarlo y a gritar: ¡Fuera JOH! Este sábado 27 de enero, una marcha intentó llegar al Estadio Nacional para impedir la toma de posesión de JOH ―Es posible que hubiera más militares y policías custodiando que gente en el estadio. No estuvo presente ningún presidente de otro país―. La manifestación fue detenida por un bombardeo intensivo de gas lacrimógeno. La gente se reagrupó en el centro de Tegucigalpa para hacer una manifestación y se dieron intensos enfrentamientos en distintos puntos de la ciudad. La población de San Pedro Sula se auto convocó a una manifestación por la tarde con asistencia de pobladores de Choloma y Puerto Cortés.
Apoyo imperialista al gobierno de JOH
¿Por qué a pesar de tener un movimiento tan fuerte fue impuesto JOH? Es necesario recapitular lo ocurrido en las últimas semanas. Un punto de inflexión fue el reconocimiento del gobierno de Trump. La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, emitió un comunicado el 22 de diciembre que dice: “Felicitamos al presidente Juan Orlando Hernández por su victoria en las elecciones presidenciales del 26 de noviembre, según lo declarado por el Tribunal Supremo Electoral de Honduras (TSE)”.
El citado comunicado de Heather Nauert llama a que los hondureños se abstengan de la violencia y a que el Estado ―que ha asesinado a decenas de compañeros en dos meses― respete a los manifestantes pacíficos. ¿Si tomas una carretera eres violento y es justificable que te disparen? Los llamados que el gobierno de EEUU hace a revisar los derechos humanos o cualquier irregularidad en las elecciones son mera hipocresía. El gobierno de EE.UU. ha apoyado material y técnicamente a las fuerzas armadas represoras. Parecería que cierra los ojos frente al escandaloso fraude pero lo apoya abiertamente.
La única forma en que el imperialismo podía reconocer el triunfo de Nasralla era bajo el miedo de perderlo todo. El pueblo trabajador no necesita el reconocimiento de los capitalistas. El imperialismo tiene un enorme poder pero la historia nos ha dicho que los trabajadores organizados son capaces de decidir su destino.
¿Cómo se sacó a la dinastía de Somoza del poder en Nicaragua en 1979? Con una insurrección obrera y campesina acompañada de una huelga general. El odiado dictador salvadoreño, Maximiliano Hernández Martínez, verdugo de la revolución de 1932, también fue echado del poder por la huelga general insurreccional en mayo de 1944. Este movimiento animó a los trabajadores de la región y en Guatemala también vimos una huelga general. Al aferrarse Jorge Ubico al poder los obreros y estudiantes formaron milicias populares, con las armas empuñadas por las masas se le echó del gobierno. En estos casos no solo se sacó a un dictador, se dieron importantes transformaciones sociales. Se debe aprender de la historia revolucionaria de Centroamérica.
Titubeos y debilidad de la dirección
En toda la lucha post electoral, Salvador Nasralla, el candidato a presidente de la oposición, ha mostrado permanentemente titubeos y vacilaciones. Firmó una carta de la OCDE donde se comprometía a aceptar los resultados del TSE, cuando se dio cuenta que era una trampa se desdijo de ese documento; cuando la lucha estaba en su clímax fue a Washington buscando el reconocimiento de su triunfo, de nada sirvió, el gobierno de Trump pronto reconoció a JOH como ganador de las elecciones. Fue entonces que Nasralla dijo que se retiraba de la política, incluso señaló que su causa estaba perdida. La enorme presión desde abajo le ha impedido retirase a la vida privada. Esa actitud es lo opuesto que hemos visto del pueblo que no le ha importado sacrificar hasta su vida buscando cambiar profundamente la sociedad, pero esos titubeos sin duda que tienen un efecto inhibidor del movimiento al restar confianza.
El movimiento de masas llegó a alcanzar un carácter insurreccional a nivel nacional y fracturó a las fuerzas represivas estatales. La última decisión estaba en las calles. Era completamente posible derrocar al régimen golpista pero para ello había que ir a la ofensiva. El tiempo estaba en contra del movimiento. La lucha de masas no puede mantenerse en ebullición permanentemente. Si no se tiene conquistas tangibles, tarde o temprano la lucha de masas descenderá. Los capitalistas pueden esperar a que las masas se cansen para retomar el control. Por eso señalamos la necesidad de avanzar en acciones como una real huelga general, la toma de edificios gubernamentales acompañados del establecimiento de asambleas populares y la elección en las mismas de representantes que coordinaran la lucha regional y nacionalmente. Las masas han dado todo pero los dirigentes de Libre y los sindicatos no han sabido canalizar este potencial. Un partido auténticamente revolucionario es como un pistón que puede concentrar toda la fuerza del vapor en un punto, pero sin el pistón el vapor tenderá a disiparse.
Flujos y reflujos
Durante el periodo navideño en fiestas populares, familiares y barriales y en la final del partido de futbol nacional se escucharon canciones y gritos por la salida de JOH. Al iniciar el año, JOH hizo un llamado a un dialogo nacional, esto era una clara trampa para avanzar en su imposición. La Alianza contra la dictadura rechazó un dialogo directo con el dictador, pidió hacer justicia por los asesinados en estas protestas y la liberación de 100 presos políticos; llamó a conformar un bloque opositor ―algo correcto pero que en la práctica ha sido una alianza cupular y se ha traducido simplemente en un bloque parlamentario― y convocó a iniciar movilizaciones desde el 6 de enero y a un paro nacional del 20 al 27 de ese mes.
El 6 de enero hubo una marcha en San Pedro Sula. El día 12 hubo una enorme manifestación con acciones en varias partes del país y una gran participación en Tegucigalpa. Esto reflejaba que seguía existiendo una fuerza importante para continuar la lucha pero también fue claramente menor a las de diciembre, lo cual era una señal de alarma que reflejaba cansancio. En una clara búsqueda de replegar la lucha, el Estado ha actuado con mano dura. Incluso Mel Zelaya recibió gases lacrimógenos por parte de la policía, el diputado Jari Dixon fue golpeado y agredidos reporteros.
De cara a la instauración del congreso se adelantaron las protestas planeadas, el 16 de enero hubo manifestaciones simultaneas en muy diversas partes del país. Ese día otro compañero fue asesinado por la represión estatal. En vez de luchar contra la instauración del parlamento, Libre orientó la batalla a ganar su junta directiva. En los días previos se buscaron alianzas con los partidos opositores, principalmente con el Partido Liberal. El fraude operó más claramente en las diputaciones y alcaldías y la correlación en esta instancia burguesa es claramente a favor del oficialismo. El Partido Nacional (PN) se quedó con 61 diputados y la Alianza de la Oposición con 35 (Libre con 30, 4 de PINU y solo 1 del Partido Anti Corrupción de Nasralla). El Partido Liberal, con 30 parlamentarios, votó junto a la Alianza. El PN, aliado a otros pequeños partidos, obtuvo 67 votos y con eso se apoderó de la Junta Directiva del parlamento presidida nuevamente por Mauricio Oliva, fiel representante del régimen golpista.
La Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) denunció que hay una red de corrupción entre los diputados en el que está involucrado Mauricio Oliva. Esta denuncia fue aplaudida por Luis Almagro de la OEA, quien cuando es conveniente denuncia a la dictadura pero no hace nada serio para evitar que se imponga. Además de esta denuncia de corrupción la agencia de noticias AP ha exhibido al jefe de policía, José Aguilar Moran, vinculándolo con el narcotráfico, diciendo que en 2003 ayudó al traslado de 780 kilogramos de cocaína. Ese es el nuevo gobierno de la dictadura.
Polarización
Las causas de esta lucha revolucionaria en Honduras no se han solucionado, por el contrario, se agravarán. El capitalismo mundial ha mostrado su inviabilidad, no han logrado salir completamente de la gran crisis de 2008 cuando se amenaza con nuevas recesiones. Honduras, además, tiene un capitalismo inviable y dependiente. La burguesía, local e imperialista, es incapaz de solucionar las contradicciones del sistema y los problemas de las masas, por el contrario las agrava. El régimen de JOH no tiene una sólida base social y pende de un hilo. Se sostiene solo gracias a la represión, al apoyo de los imperialistas y la debilidad de la dirección de los trabajadores. Pero si el movimiento no es capaz de tumbarlo este régimen puede recuperase. Frente a la imposición pueden desarrollarse elementos de resignación entre las masas.
Donald Trump es conocido por sus discursos xenofóbicos y políticas de carácter proteccionista que se reflejan en acciones salvajes contra los migrantes latinoamericanos. Eliminó de golpe la protección legal que cientos de miles de migrantes centroamericanos y haitianos tenían, para el caso de Honduras le extendió una vez más dicha protección generando incertidumbre sobre el futuro. Juan Orlando Hernández necesita del apoyo de los imperialistas y será fiel a sus amos, por eso Honduras apoya las locas políticas de Trump contra los palestinos en Israel. Juan Orlando Hernández es una especie de perro fiel de Trump, pero debe tener cuidado que este amo desquiciado puede en cualquier momento dar una patada a su despresiable mascota.
El régimen corrupto de JOH y la clase capitalista que representa, quieren el poder para seguir exprimiendo más a las familias trabajadoras del campo y la ciudad. Los trabajadores ya no soportan vivir como hasta ahora. La situación es inestable, cualquier accidente puede levantar otra tormenta. No soportarán 4 años más del gobierno de JOH. Es necesario prepararnos para las futuras batallas. La gran burguesía actuará más allá de la bota militar. Buscarán, de alguna u otra forma, desarticular y desactivar la organización y lucha de las masas.
Lenin, que sabía sobre revoluciones, dijo que los pecados del reformismo se pagan con ultraizquierdismo. Hay sectores del movimiento que siguen dando la lucha sin claudicar, siendo el ejemplo a seguir. Existe el peligro, de que sectores más consientes vayan demasiado lejos y terminen separándose del resto de las masas. También ante las limitantes de los dirigentes algunos compañeros pueden optar por otros caminos, impulsando acciones heroicas pero individuales que a nada bueno llevarán. La fuerza está en el movimiento de masas, eso es lo que ha hecho tambalear al régimen. La tarea fundamental es la organización de la clase obrera, los campesinos, estudiantes y el resto del pueblo. Para ello los sectores más activos y consientes deben articularse bajo una estrategia y programa revolucionario, que solo el marxismo puede dotar. Es necesario construir una organización de cuadros marxistas que rescaten la experiencia histórica del movimiento obrero y convierta las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky en una fuerza material. Eso es lo que buscamos construir como Corriente Marxista Internacional en Honduras e internacionalmente.
Los trabajadores de Honduras deben transformar su historia
Antes de la revolución de 1979, Nicaragua era el centro de la contrarrevolución centroamericana, desde donde los EE.UU. operaban y combatían la lucha de obreros y campesinos en la región. Una revolución acabó de tajo con esa dictadura y toda la enorme fuerza del imperialismo no pudo detener a las masas en acción. Los imperialistas tuvieron que resignarse a ver como su régimen títere era barrido por los trabajadores.
Honduras se convirtió en el centro de la contrarrevolución desde la década de los 80. Aunque hubo luchas importantes de los trabajadores estas fueron aplastadas. En esa década decisiva de la historia centroamericana, Honduras fue a la zaga mientras que en la mencionada Nicaragua se abrió un proceso revolucionario con todo el potencial de acabar con el capitalismo, en Guatemala se intensificaba la guerra civil y en El Salvador se dio un movimiento de masas revolucionario y una guerra civil.
La biblia dice que los últimos serán los primeros. Si echamos la vista atrás, en estos últimos 10 o 20 años, veremos luchas de masas de gran importancia. En El Salvador fue echado ARENA del poder y se formaron los primeros gobiernos de izquierda en su historia, aunque el programa reformista del FMLN ha mostrado sus limitaciones. Costa Rica, que había conseguido en el pasado gran estabilidad, contaba con estado de bienestar donde los trabajadores gozaban de logros sociales, hoy salvajemente los capitalistas los están eliminando. Las masas buscan defenderse. En Guatemala se dieron movilizaciones que echaron afuera a Otto Pérez, aquí se mostró que no es suficiente echar a un régimen podrido. En septiembre pasado vimos una huelga general contra Jimmy Morales y los diputados corruptos. Sin embargo, donde la lucha ha sido más intensa es justamente en Honduras, eso no es casualidad, es reflejo de que aquí las contradicciones de forma más intensa se han acumulado. Honduras tiene el potencial de jugar el papel que Nicaragua tuvo en el pasado, pero para ello debe conseguir triunfos revolucionarios que son completamente alcanzables con métodos revolucionarios.
Aun se siente el olor del gas que han hecho respirar al pueblo; aun chorrea la sangre de obreros, campesinos y estudiantes, es decir del pueblo asesinado en las protestas. Esto no se olvida fácilmente. JOH se impuso con un burdo fraude y está desacreditado. La constitución Hondureña, en su artículo 3° da el derecho al pueblo a actuar contra la dictadura.
“Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional”.
Esta lucha ha sido una enorme escuela. Es necesario unificar a los sectores más conscientes de la clase obrera y la juventud en una izquierda marxista, vinculada firmemente a la lucha revolucionaria del pueblo que defienda una táctica, estrategia y programa auténticamente socialista para acabar con este Estado fraudulento y corrupto, y su podrido sistema capitalista. Con la imposición de JOH la perspectiva no es de calma, sino de guerra de clases. Debemos prepararnos para las futuras batallas.