Oleksandra Koval, directora del Instituto del Libro de Ucrania (dependiente del Ministerio de Cultura de Ucrania), afirmó que comenzarán a trabajar para retirar más de 100 millones de los llamados libros de «propaganda» de las bibliotecas públicas de Ucrania. Estos libros, que incluyen las obras de escritores y poetas de renombre mundial como Dostoievski y Pushkin, podrían acabar en centros de reciclaje de papel según el ministro de Cultura, Oleksandr Tkachenko.
En entrevista con la agencia Interfax Ucrania, Koval manifestó su deseo de confiscar en primer lugar los libros que ella tildó de «literatura ideológicamente dañina», publicados cuando Ucrania era parte de la Unión Soviética, así como literatura rusa de «contenido anti-ucraniano». También se pretenden incluir todos los volúmenes publicados en Rusia desde el colapso de la Unión Soviética: «sin dejar de lado géneros, como la novela romántica, narraciones sobre detectives e, incluso, libros infantiles», explicó Koval.
La eliminación de esa literatura «dañina», dejaría a las bibliotecas públicas y escolares de Ucrania con unos 100 millones de libros, o la mitad de su volumen total actual, según la estimación de Koval. Pero no todas las copias de los libros rusos deben eliminarse, explicó Koval: algunos deben guardarse en las bibliotecas universitarias y científicas, donde se conservarán los cuentos de hadas y las novelas románticas infantiles de la era soviética «para que los especialistas estudien las raíces del mal y del totalitarismo».
La eliminación de los libros rusos debe verse en el contexto más amplio de la «descomunistización» de Ucrania. Desde 2015, se han prohibido todos los partidos y símbolos comunistas, la guerra ha servido para aumentar aún más la represión política: el régimen de Zelenski ha prohibido otros once partidos y ha puesto todas las cadenas de televisión bajo el control del gobierno.
Esta no es la primera vez en los últimos años que el gobierno ucraniano prohíbe los libros rusos. En 2015, se prohibieron 38 libros publicados en Rusia. Desde entonces, se han agregado más libros a la lista, incluidos dos libros del popular autor de novelas policíacas rusas contemporáneas, Boris Akunin, y unas memorias del querido actor y músico soviético Vladimir Visotski.
En 2018, se prohibió la edición en ruso de ‘Stalingrado’ del historiador británico Antony Beevor, aunque la prohibición se levantó más tarde debido a las presiones de la embajada británica. ¿La razón de la prohibición? Un pasaje que describe el asesinato de 90 niños judíos por parte de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, de la cual el colaborador nazi Stepan Bandera fue una figura destacada.
Este es el mismo Bandera que en 2021 fue honrado por el Instituto Ucraniano de la Memoria Nacional mediante su inclusión en una ‘Necrópolis virtual’ que conmemora a figuras históricas importantes, junto con dos comandantes de batallones de las SS (iKonstantin Avdiyovich, subcomandante del 118.º Batallón de la Schutzmannschaft e Ivan Omelianovicha-Pavlenko, comandante de la 109 Schutzmannschaft) que llevaron a cabo pogromos contra los judíos. Los monumentos a Stepan Bandera no se limitan al ámbito virtual. En los últimos años se han construido estatuas en honor al pogromista, mientras que las estatuas de Lenin y Pushkin han sido derribadas. Y en Chernihiv, se demolió un monumento a la mártir partisana y antifascista soviética Zoya Kosmodemianskaia.
El 21 de mayo, se compartió una imagen en las redes sociales que supuestamente mostraba la quema de libros de historia de Ucrania, organizada por las fuerzas rusas. Esta imagen fue difundida ampliamente por el embajador británico en Ucrania, así como por el ex primer ministro de Suecia, Carl Bildt (quien, entre otros negocios turbios, ha estado implicado en crímenes de guerra en Sudán como miembro de la junta directiva de Lundin Group).
Más tarde, la web de verificación de hechos de France24, ‘los Observadores’, demostró que la imagen fue tomada durante una protesta en Crimea en 2010. Con respecto a si las fuerzas rusas generalmente se han involucrado en la destrucción de libros, el artículo de France24 decía: «las autoridades ucranianas han afirmado que los soldados rusos han destruido libros en las áreas ocupadas… Sin embargo, nuestro equipo editorial no ha encontrado ninguna foto que muestre esta destrucción”.
No es una novedad que los gobiernos tomen medidas enérgicas contra la libertad de expresión en tiempos de guerra. Pero este ataque es solo el último de los muchos perpetrados contra el idioma ruso en Ucrania desde antes de esta guerra. Un tercio de los ucranianos consideran el ruso como su lengua materna. Sin embargo, en 2017 se presentó una ley que establece que el ucraniano debe ser el idioma utilizado en todos los niveles de la educación, mientras que el ruso y otros idiomas minoritarios solo se reconocen para la instrucción en los niveles de educación preescolar y primaria. Antes de su elección en 2019, Zelenski había prometido desechar esta ley, pero pronto incumplió sus promesas. Esto es solo una continuación de las políticas chovinistas de los gobiernos ucranianos desde el golpe de Maidan de 2014, que han reprimido repetidamente los derechos democráticos de los hablantes de ruso, mientras glorifican a nazis históricos y colaboradores nazis, y permiten que bandas fascistas campen libremente en todo el país desde hace años.
Este es el mismo gobierno que supuestamente lucha por la «democracia», una lucha por la que recibe miles de millones de euros de apoyo de los gobiernos occidentales. Todos los marxistas deben estar del lado de la clase obrera internacional en oposición a estos ataques del gobierno ucraniano; en oposición a los imperialistas con lágrimas de cocodrilo en la OTAN; y en oposición a la invasión de Putin. La guerra siempre traerá horror, y el capitalismo siempre traerá guerra. ¡La única forma de avanzar es que los trabajadores de todos los países tomen el poder en sus manos, a través de una revolución socialista mundial!