Por: Carlos Márquez
Los acontecimientos políticos nacionales están impactando en el movimiento obrero. Las luchas de trabajadores del campo y la ciudad, de jóvenes y mujeres en el periodo pasado llevaron a un debilitamiento del régimen anterior y expresaban un hartazgo y aspiraciones de cambio. La sobreexplotación y la violencia han llegado a un estado insoportable. La rabia contenida se expresó en un voto masivo contra el PRI-AN y por AMLO. El viejo régimen recibió un duro golpe del que difícilmente se repondrán. Las estructuras de control del sindicalismo oficial se han debilitado a la par que los trabajadores hemos adquirido confianza para luchar por nuestras demandas y por recuperar nuestros derechos perdidos. Esto ha traído como resultado un incremento de las huelgas y luchas obreras como lo vimos en Matamoros, en universidades, con la CNTE y en diversas fábricas del país. También se ha puesto sobre la mesa el tema de la democracia sindical.
Las recientes huelgas nos muestran que los trabajadores sienten que hay mejores condiciones para la lucha pero que cada triunfo conseguido ha sido producto solamente de la organización y lucha de los trabajadores, nada nos han regalado. También hemos visto que la vieja burocracia y la explotadora burguesía siguen ahí defendiendo sus intereses, en Matamoros los empresarios han tenido que ceder a las demandas económicas pero también lanzando golpes al movimiento 20-32. En las universidades se ha mantenido el tope salarial de 3.35% de aumento aunque las huelgas han permitido mejorar los ingresos consiguiendo otras prestaciones y aumentos en otros rubros. En la UAM, por ejemplo, las autoridades han alargado la huelga y maniobrado para no reducir sus privilegios luchando por no ceder a las demandas laborales. Nada nos regalarán, debemos arrancar conquistas con la lucha bajo una política de clase.
Las políticas del nuevo gobierno tienen claroscuros, nosotros estamos de acuerdo en que se eliminen privilegios de la alta burocracia (ningún funcionario debería ganar más que un obrero cualificado) pero en su lucha por la austeridad miles de trabajadores han perdido su empleo (sin ofrecer a cambio nuevos trabajos bien remunerados). Defender nuestros derechos, revertir los ataques del pasado, mejorar nuestros niveles de vida y concretar la democracia sindical, no será posible sin la lucha consiente, desde debajo, de la clase obrera.
En medio de este ambiente el nuevo gobierno aprueba una nueva reforma laboral. AMLO llegó a la presidencia por un voto masivo de los trabajadores, pero también estableció una amplia alianza que incluyó a elementos de derecha y burgueses, como Alfonso Romo o Esteban Moctezuma Barragán. Son distintas fuerzas en pugna quienes presionan al actual gobierno, empezando por el pueblo que le votó pero también la clase empresarial que no quiere cambios a favor de los trabajadores y menos si son profundos. El imperialismo de igual forma usa su poderío y a la larga AMLO se deberá enfrentar abiertamente a este (como lo hizo Lázaro Cárdenas) si realmente quiere hacer cambios de fondo a favor del pueblo trabajador, de lo contrario sucumbirá ante sus presiones.
La reforma laboral que se aprueba, dice el nuevo gobierno, es para llevar adelante parte de su programa que dicen debe avanzar en la democracia sindical pero también ha reconocido que se hace bajo la presión de los acuerdos del T-Mec (nuevo tratado comercial) con Canadá y EEUU. Ya vimos como en la reforma educativa se consiguió echar abajo elementos reaccionarios de la que impuso el gobierno EPN como la evaluación punitiva pero también que por la puerta chica se metieron conceptos como la excelencia educativa, tras la cual se esconde la política neoliberal del empresariado mexicano.
AMLO plantea la caída del viejo régimen del PRIAN. En éste ha existido un sindicalismo ligado al Estado que busca contener y controlar a la clase obrera en su lucha. Esta estructura ha sido socavada en los últimos años, aunque no eliminada, debido a que en la etapa de crisis el capitalismo no logra dar concesiones a los trabajadores y por el contrario se ha dado un constante ataque a las conquistas del pasado, que incluso han golpeado al sindicalismo charro. Por otra parte, la clase obrera ha llegado a un punto de hartazgo y les ha sido más difícil aplicar el viejo control. El levantamiento obrero en Matamoros es la muestra clara del estado de fragilidad en que se encuentra el control charril.
En los gobiernos del PRI y el PAN se hicieron cambios laborales que facilitaban la explotación, eliminaban la estabilidad laboral y dejaban a la clase obrera joven sin los derechos que otrora se consiguieron, mientras que paulatinamente golpeaban los contratos colectivos y las conquistas del pasado. La nueva reforma laboral da algunos pasos adelante como dar derechos a las vulnerables trabajadoras del hogar pero no cambia la política del pasado, por ejemplo no terminan con el outsourcing. La subcontratación es una de las principales herramientas para facilitar la explotación.
Se busca agilizar la resolución de los conflictos legales, pero obligando primeramente a la conciliación (que en general irá en detrimento de los derechos obreros que no quiere ceder la patronal). Se forman tribunales laborales, que en sí mismo no garantizan que defenderán a la clase obrera o puedan ser corrompidos por la clase empresarial.
Una de las transformaciones centrales es la libre sindicalización, abriendo la posibilidad de que un trabajador pueda elegir su sindicato y existan más de uno en un centro de trabajo. Obliga a los sindicatos a dar informes y publicar los contratos colectivos y legaliza el voto libre y secreto en la elección de dirigentes. Nosotros pensamos que los cambios legales no resuelven en nada la correlación de fuerzas que hay dentro de las empresas, en todo caso, la lucha por democracia sindical y terminar con las mafias en las direcciones de los sindicatos es tarea de los trabajadores mismos.
Por un lado, con esta reforma se pueden fracturar y hasta echar a un lado viejas estructuras charriles, potencialmente se pueden crear sindicatos democráticos donde la base se afilie en contrapeso de los charros. Por ejemplo en Petróleos de México se puede dar una afiliación masiva al nuevo sindicato Petromex, pero este debería ser tomado por las bases para controlarlo de manera democrática. En Matamoros y otras zonas maquiladoras, por ejemplo, abriría la posibilidad de crear sindicatos que puedan atraer a la base de los desprestigiados sindicatos de la CTM y el Congreso del trabajo. El régimen de control se debilitaría y podría echarse abajo.
Esta modalidad, sin embargo, también puede ser usada para dividir y buscar debilitar al sindicalismo democrático e independiente. Una táctica ya usada desde antes por la patronal es la división, fomentar la creación de sindicatos pro patronales para debilitar a sindicatos más combativos.
Una de las cuestiones que vienen incorporadas y a la que los panistas hacen mucho eco, es el derecho a no sindicalizarte. El Sindicato da fuerza porque permite unir a las distintas capas obreras, incluyendo a los trabajadores más atrasados. Lo que fomentarán los patrones es que una capa importante de trabajadores no este organizado, lo que debilitaría nuestra lucha.
La nueva reforma laboral tenderá a dispersar y fragmentar a la clase obrera, debemos pugnar por la unidad en cada centro de trabajo, por el frente único entre distintas agrupaciones sindicales y por la creación de una gran confederación con un programa de clase revolucionario. Creemos necesario la defensa de un programa clasista, que se plantee un paulatino incremento salarial para recuperar el poder adquisitivo con escala móvil de acuerdo a la inflación; reducción de la jornada laboral a 6 horas sin reducción salarial; distribución del trabajo existente entre las manos existentes, erradicación del desempleo; por medidas adecuadas de higiene y seguridad en cada fábrica; seguridad social universal y gratuita; seguro de desempleo; renacionalización de las empresas privatizadas en el periodo neoliberal; expropiación de las empresas que cierren, evadan impuestos o caigan en prácticas de corrupción, puestas a funcionar bajo control obrero; por una economía nacionalizada bajo control democrático de los trabajadores donde se acabe la explotación y se erradique el desempleo.
López Obrador trata de balancearse entre dos clases, da programas sociales y apoyos a un sector, pero por el otro actúa de la mano de los intereses empresariales. El problema no es de buenas o malas intenciones del presidente, el problema es la dinámica del sistema capitalista. México no es una isla, se encuentra sumergido en un mundo capitalista en crisis orgánica que no tiene márgenes para las reformas. Incluso reformas pequeñas no son toleradas por el gran capital, ellos buscarán adquirir la fuerza (que hoy en México no la tienen) para lanzarse a la contraofensiva. Pero si uno no aspira a transformar el sistema sino simplemente a reformarlo al final terminará aceptando las reglas del sistema.
Los trabajadores necesitamos luchar, de manera independiente, defendiendo un programa de clase. Habrá compañeros que confían en el actual gobierno, lo que debemos hacer es presionar para que no ceda ante las presiones del gran capital y se aplique un programa en beneficio de quienes votamos por AMLO, que en su mayoría somos la clase obrera y familias. Hay otros sectores de la clase obrera que ahora están en lucha y están descubriendo las limitantes de este gobierno. En Matamoros el gobierno no hizo mucho por el movimiento 20-32, por el contrario, se manifestó por una política de conciliación que al final resulta favoreciendo los intereses de los empresarios, en voz de la secretaria del trabajo. Con las huelgas universitarias, también se ha manifestado por defender los derechos de los estudiantes y no ha dicho nada sobre los derechos de los trabajadores, con respecto a la Reforma Educativa, ha llamado fifí a los diputados de la CNTE cuando estos se opusieron a las simulación que lleva adelante la bancada de Morena al aprobar una nueva reforma que lesiona los intereses de los trabajadores y la educación pública misma.
Hay un peligro de que los sectores de vanguardia se separen del resto de los trabajadores que aun no ven los limites del gobierno. AMLO sigue gozando de un apoyo masivo. Si la vanguardia de la clase obrera no entiende esto, se va a enfrentar a un gobierno que aun tiene mucho respaldo y van a ser desgastados o destruidos, la gente no les apoyará en su lucha. Por eso la tarea de la vanguardia ahora es no separarse del resto de la clase, explicar pacientemente las limitantes del gobierno de AMLO y ejercer presión en las calles, dejando claro que no se está de acuerdo y denunciando, agrupando fuerzas.
A AMLO no le tocó vivir en el periodo de la segunda posguerra, donde había margen para las reformas. Le correspondió vivir en una era de decadencia capitalista global. Los gobernantes EEUU lo que buscan en el fondo es proteger a sus empresarios, si ahora no atacan de manera tan cruda a la economía mexicana es porque su enemigo a vencer es China y quieren impedir su injerencia en su territorio comercial, lo cual no descarta en el futuro políticas proteccionistas agresivas contra México que pueden llevar a la economía nacional al desastre. Si la economía de EEUU entra en abierta recesión no habrá pequeñas reformas que puedan rescatar a la economía mexicana de su desastre. La biblia dice que hay que ser fríos o calientes para no ser vomitados por la boca de Dios. En este mundo terrenal o se está con los trabajadores o se está en contra de ellos. Los trabajadores no tenemos alternativa más que defender nuestros intereses. Fuimos capaces de derrotar humillantemente al viejo régimen y todo este periodo será una escuela que nos ayudará a sacar lecciones para cambiar de raíz la sociedad acabando con este mundo capitalista de explotación.