Escrito por: Carlos Hernan (Fightback) y Karen C. (LIS)
“Una revolución no es digna de llamarse tal si con todo el poder y todos los medios de que dispone, no es capaz de ayudar a la mujer –doble o triplemente esclavizada como lo fue en el pasado- a salir a flote y avanzar por el camino del progreso social e individual.” Problemas de la vida cotidiana. La lucha por un lenguaje culto. León Trotsky.
Los programas de austeridad, ajustes y recortes que los capitalistas han impuesto e intentan imponer sobre los hombros de la clase trabajadora alrededor del mundo, no se está asimilando sin la reacción obrera.
En el último año hemos visto intensas movilizaciones en Francia contra de la reforma Laboral, el referéndum de independencia en Cataluña, el gasolinazo en México, por poner algunos ejemplos, pero uno de los acontecimientos más impresionantes del 2018 se ha llevado a cabo el pasado 8 de Marzo, pues 6 millones de mujeres se movilizaron en una Huelga de Mujeres a lo largo del todo el estado Español, en contra de la violencia machista, contra la discriminación salarial y de pensiones y a favor de los derechos reproductivos de las mujeres, acto que se replicó, tal vez no con la misma fuerza, en diferentes latitudes del planeta. Es muy claro que el capitalismo enfrenta una de sus más cruentas crisis y que no tiene nada que ofrecer a la juventud y a las mujeres, más que miseria, violencia y explotación brutal.
La crisis de feminicidios y violencia contra la mujer que se vive en Latinoamérica, ha remecido la cotidianeidad de millones de mujeres y hombres en la región. De acuerdo a la ONU Mujeres, 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de feminicidios están en América Latina y El Caribe y se estima que 1 de cada 3 mujeres mayores de 15 años ha sufrido de violencia sexual, informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y de Amnistía Internacional, revelan que cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujer y de estos 12 feminicidios, 7 se cometen en México, de acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). En Chile se cometieron 42 feminicidios y 112 casos frustrados en 2017, al leer estas cifras de la violencia brutal a la que se enfrentan las mujeres día a día en Latinoamérica, han ido abonando a la formación de movimientos de lucha importantes.
Mientras la derecha dinosauria ha tomado el poder en Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, a las mujeres y a la juventud se le está agotando la paciencia. Los vástagos de las dictaduras que hace solo unas décadas mancharon de sangre la región sudamericana, están levantando cabeza. La alianza de los medios de comunicación, la Iglesia y los militares, junto con el imperialismo, mantuvieron las palancas fundamentales del poder, en la economía y la constitución. Se trata de una casta ultraconservadora y reaccionaria que busca pasar a la ofensiva en la región. En las pasadas elecciones presidenciales de Chile en diciembre 2017, el candidato de ultraderecha José Antonio Kast, obtuvo un 8% de votación, donde hemos tenido que verlos día a día reproducir los discursos más ridículos y a la vez violentos, contra el aborto y las sexualidades disidentes. En Chile esta casta se oponía a la educación sexual, a la promoción del uso del condón (provocando en parte la presente crisis de aumento del SIDA), a la píldora del día después, y hasta al divorcio, de hecho, ¡La Ley de Divorcio sólo fue aprobada en Chile el año 2004!
La dictadura de Pinochet barrió con las conquistas democráticas de la clase obrera chilena. El aborto terapéutico fue anulado. Fue durante el pasado gobierno de Michelle Bachelet que para la emoción de muchas y muchos se obtuvo el aborto en 3 causales. Esto cubre sólo el 5% de los casos de aborto, violación, riesgo de vida la madre, e inviabilidad del feto. Recién asumido el gobierno de derecha del empresario Sebastián Piñera, buscaron atacar esta conquista por secretaría, evocando la objeción de conciencia, sin embargo, la Contraloría General de la República rechazó esta medida.
Las nuevas generaciones ya no están dispuestas a aguantar los atropellos de la herencia dictatorial. Desde el 2011 (si es que no desde la revolución pingüina del 2006) los estudiantes protagonizaron las movilizaciones más importantes desde el fin de la dictadura, que se pusieron al régimen en vilo. El ciclo de protestas y los métodos radicales como la ocupación de establecimientos, impusieron las demandas estudiantiles en la escena nacional.
Hace al menos 2 años, se han estado desarrollando comisiones y secretarías de género y sexualidades en los espacios educativos, para sumar a las demandas históricas del movimiento estudiantil, la lucha por una Educación No Sexista, además de las tradicionales demandas por Educación Gratuita de calidad, sin lucro y financiada directamente por el Estado.
La muerte por violación de una niña de un año, el abuso grupal a una mujer de 28 años y las inapropiadas conductas de un director de televisión, han sido el detonante de una nueva ola de lucha feminista, representada por las estudiantes universitarias chilenas. Desde el 17 de abril un movimiento de denuncias contra el acoso y el abuso en las universidades se ha ganado los titulares. La “toma feminista” empezó en la Universidad Austral, para luego extenderse a los bastiones del autoritarismo y el conservadurismo: La Escuela de Derecho, la Facultad de Economía y Negocios ,y la Casa Central de la Universidad de Chile, la facultad de Derecho de la Universidad Católica, entre otras se encuentran en “toma feminista”, dirigidas por sus respectivas Asambleas de Mujeres. Se sumaron las estudiantes secundarias tomando sus liceos. Un centenar de mujeres del Liceo Carmela Carvajal y Liceo 1, tomaron otro símbolo de la república y “faro de la nación”, el Instituto Nacional, para denunciar el dogma sexista de la educación chilena a partir de casos escandalosos de abuso y naturalización de la violencia machista de algunos de sus alumnos.
Hoy las tomas feministas avanzan por un programa que demanda la instauración de un protocolo único, expedito y eficiente de atención de denuncias de abuso sexual, en el ámbito educacional, la capacitación trimestral a profesores, alumnos y personal administrativo, de carácter obligatorio, en temas de feminismo e igualdad de género en los programas universitarios, fin de los colegios solo para hombres y mujeres, educación sexual en la escuela y terminar con la lógica mercantil del sistema educativo.
El carácter “separatista” del feminismo en ciertas tomas ha causado picazón en algunos sectores, sin embargo, el separatismo no es una generalidad en el movimiento, pues en la Facultad de Derecho y en la de Economía de la Universidad de Chile, se convocaron tomas NO separatistas, incluso, en el Instituto Nacional, escuela clave en la lucha estudiantil y exclusiva para varones, en un acto de reflexión y solidaridad, gritaban consignas como: “es la lucha feminista, no somos nosotros los protagonistas” y apoyaron la toma de su escuela, lo que representa pasos adelante en la vinculación de la lucha de clases. Para la toma de decisiones, sólo la Asamblea de Mujeres tiene poder resolutivo, mientras los hombres tienen voto consultivo.
Las tomas feministas han adquirido un carácter de oposición muy relevante en contra del gobierno de derecha que recién arranca, puesto que hasta ahora, las organizaciones en las direcciones estudiantiles (mayoritariamente del Frente Amplio) han mostrado tibieza y confusión para movilizarse con fuerza contra el mismo. El gobierno parecía tener la iniciativa y estar en ofensiva con un gabinete de combate para contrarrestar las reformas, pero, con la presión del movimiento, el presidente Piñera, junto con el ministro de Educación y la de Equidad de género, han declarado que tienen cierta concordancia con las demandas estudiantiles y de género del movimiento.
Las tomas feministas parecen desbordar por la izquierda al reformismo frenteamplista, que negocia migajas en el parlamento, mostrando su fuerza en una multitudinaria manifestación realizada el pasado 17 de mayo, donde marcharon 150 mil personas en la capital, Santiago, y otras 50 mil a nivel nacional, con representación en las ciudades de Antofagasta, Valparaíso, Concepción, Temuco y Valdivia, entre otras. El movimiento feminista y estudiantil debe salir de la burbuja universitaria y hablarles a las mujeres y hombres trabajadores, pues el acoso y abuso que se vive en los espacios laborales también es una realidad escandalosa, aunado a las condiciones precarias en la agricultura y la industria, la discriminación salarial y en las pensiones, el racismo que levanta cabeza en el país, son enemigos declarados de esta generación que lucha contra la opresión y explotación del capitalismo. Si los trabajadores ven a la juventud movilizada, dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias, sumarán su brazo fuerte para fortalecer el movimiento. Los sindicatos también deben sumarse y discutir las demandas puestas en la palestra en comisiones de mujeres y de cara a toda la clase trabajadora, ya que, si el movimiento no acoge al conjunto de los oprimidos y explotados, en una coordinación nacional con todos los sectores movilizados, las presiones existentes en el ambiente estudiantil por un feminismo institucional y academicista lo harán sucumbir. El problema de la violencia y la opresión de la mujer está por completo arraigado a las bases podridas del sistema capitalista, si bien es cierto que cada reforma que podamos arrancar al capital en pro del beneficio de la clase trabajadora es un gran avance, pero debemos pensar en la necesidad de combatir de raíz la causa económica y social de la violencia y doble explotación de la mujer, luchando codo a codo con la clase trabajadora para erradicar la barbarie del sistema capitalista, construyendo una sociedad nueva donde hombres y mujeres seamos iguales y libres, una sociedad socialista. La juventud siempre se ha caracterizado por ser la chispa que enciende la llama de la revolución y las jóvenes de Chile han comenzado a dar un ejemplo histórico en la mejor tradición de los movimientos revolucionarios de mujeres de la Comuna de París y la Revolución Rusa. ¡Cuando las mujeres entran en escena, cambian completamente la relación de fuerzas de la lucha de clases en favor de los explotados y oprimidos! ¡Sigamos su ejemplo, avancemos por la emancipación de la mujer, por la emancipación de todos los oprimidos del mundo!