Sobre las condiciones laborales en los contact centers
En el mundo de los centros de atención al cliente no es raro encontrarse con empresas que implementan el sistema de subcontratación (outsourcing). Empresas extranjeras contratan a otras empresas, las cuales se encargan de la contratación de trabajadores, así las primeras empresas no se ven obligadas a brindar derechos y prestaciones a las personas empleadas.
En particular, en los call centers principalmente se encuentran jóvenes adultos por una o dos razones: para poder financiar sus estudios o por la falta de oportunidades laborales una vez concluidos estos.
Por donde lo veamos, esto no es más que el producto de la crisis económica y la decadencia del sistema capitalista en el que vivimos. Estudiantes se ven en la necesidad de dedicar más de diez horas al día en jornadas laborales con tal de poder costear una vida, alimento, vivienda y estudios. Vivimos en un sistema en donde empresas extranjeras se ven atraídas por la mano de obra barata en otros países y, aun así, estos empleos pueden verse como una oportunidad laboral excepcional (comparándola, claro, con las ofertas de trabajo en el mismo país).
Pero los problemas económicos del mundo no son los únicos obstáculos con los que tienen que lidiar los trabajadores pues, en múltiples ocasiones, compañeros asisten al IMSS por temas de salud, sólo para darse cuenta de que la empresa los ha dado de baja del seguro social, los registra en diferentes estados de la república por tiempo indefinido, sin ofrecer ningún tipo de explicación o siquiera notificarlo. Afectan no sólo su acceso a la atención médica cuando la necesitan, sino también su antigüedad en la empresa e incluso su acceso a créditos en un futuro.
El crecimiento en estas empresas también se ve altamente influenciado por el nepotismo y los trabajos, principalmente de las mujeres, se ven siempre en riesgo si deciden denunciar el abuso, acoso y hostigamiento sexual dentro de las mismas instalaciones.
En lo personal, recientemente en la empresa donde laboro se dio todo un caso. Denuncié ante el departamento de recursos humanos comentarios y comportamientos inapropiados hacia mi persona por parte de un supervisor. El hartazgo y la molestia no han hecho más que crecer pues, tan sólo un par de meses después, una compañera fue despedida después de presentar, en contra del mismo supervisor, una denuncia formal por violación. Ella solicitó el resto de vacaciones que tenía por derecho, se le informó que habían sido aprobadas, pero tan sólo tres días después de “vacaciones”, fue despedida por faltas injustificadas. Hasta ahora, se sumó otra compañera más a denunciar hostigamiento sexual por parte del mismo supervisor. A una sobreviviente de violación la despidieron y su violador sigue trabajando tranquilamente junto a las mujeres que acosó y vulneró.
Está de más decir que estos son escenarios a los que no deberíamos vernos expuestos; como trabajadores deberían respetarse nuestros derechos y, como estudiantes, no deberíamos vernos en la necesidad de laborar extensas jornadas con tal de sobrevivir.
Las historias que tenemos donde se violan nuestros derechos e incluso nuestros cuerpos dentro del ambiente laboral, incluso las más indignantes, no son casos aislados, son producto de un sistema capitalista que los propicia, cuya clase dominante los encubre e ignora, y lo seguirá haciendo con tal de mantener sus comodidades.
La organización y unión de los trabajadores representaría un gran alivio y una gran oportunidad para combatir estás injusticias, pero la única solución permanente es la construcción de una dirección con un programa revolucionario que transforme la sociedad, donde los trabajadores dicten su propio futuro y sus empleos no se vean en riesgo por los deseos y caprichos de empresarios y alienados que perpetúan un sistema decadente a costa de la explotación y estabilidad de la clase obrera.