La visita de Ricardo Anaya a varios suburbios y comunidades marginadas de México ha sido algo de lo más comentado en estas últimas semanas. Ha desatado un mar de críticas y burlas hacia estas acciones hipócritas que ha tomado este sujeto. Estas acciones parecen ser patadas de ahogado buscando recuperar algunas migas de dignidad, ya que es sumamente improbable que logre hacerse presidente en el próximo sexenio.
Pongámonos en contexto. En enero de este año, Ricardo Anaya anunció en sus redes sociales que sería candidato a la presidencia nacional para el año 2024, motivo por el cual ha tenido “¡la grandiosa idea!” de grabarse yendo a barrios obreros y comunidades rurales de diferentes partes del país. Ahí ha convivido con lugareños, comiendo con ellos y durmiendo en sus casas, para “dar a conocer la miseria” que se vive en México. Esto en vez de generar aprobación, desató cantidades enormes de críticas y de burlas en las redes sociales. Está demás decir él porqué de estas reacciones entre los internautas. Es bien sabido que el partido de Anaya, junto con los otros partidos de derecha, han sido los causantes de toda esa miseria, sabemos que toda esa desigualdad no tiene uno o dos años de existir.
Pero hay algo cierto en sus videos y eso es la existencia de las carencias y necesidades que tiene la clase trabajadora. Aquella se levanta desde muy temprano para sacar el sustento de su hogar; sale a trabajar, llueve o truene, para poder llevar pan caliente a su mesa; aquellos reciben una miseria como salario que deben de hacerlo rendir para pagar la luz, el agua, la renta y la comida, y, ya después de todo eso, puede que le sobren algunas monedas para comprarse una caguama. Al fin y al cabo, es un pequeño lujo que se pueden dar después de trabajar de sol a sol o de lunes a lunes. Pero ¿qué va a saber de eso Anaya? Él no gana 1,000 pesos por una semana de trabajo, él no tendrá que levantarse a las 4 de la mañana para llegar a su trabajo a las 7, él no tendrá que caminar en la noche o en la madrugada con el miedo de ser asaltado o asesinado. Eso sólo lo hizo una vez y fue en sus dichosos videos y si, por alguna razón, llegara a ser presidente, estamos seguros de que las cosas seguirían igual, o incluso peor, para nosotros los trabajadores.
Justamente por esto la solución no está en volverle a dar el voto a los partidos de derecha ni a los candidatos que dicen conocer las necesidades del pueblo sólo porque se grabaron estando un día con ellos. La verdadera solución se encuentra en transformar la realidad social de la clase obrera, esto indudablemente no es parte del plan de trabajo de Anaya ni de ningún otro partido político burgués o sus candidatos, eso lo damos por hecho.
Como se dijo en un principio: lo de Anaya sólo demuestra el cinismo e hipocresía de la derecha, haciéndose la indignada, sufriendo por la miseria en la que está la clase obrera, miseria en la cual la misma derecha metió al pueblo.