Este nuevo año será la continuación del 2020. Pero continuación no significa una linealidad, sino una profundización de todos los aspectos relevantes del año pasado. La crisis económica, la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19, la violencia, los ataques de la derecha. todo esto tendrá un efecto profundo en las elecciones intermedias; pero, y principalmente, en la conciencia de millones de jóvenes, mujeres y trabajadores de México.
La burguesía acumula y la mayoría languidece
El año pasado cerramos con una caída del 8.5% del Producto Interno Bruto (PIB), esta caída ha sido un balde de agua fría para el gobierno y sus planes económicos. Aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno, son optimistas sobre la recuperación para este año, los pronósticos son de un crecimiento del 5%, es decir, tres por cierto debajo de la perdida del año anterior.
Además, estas previsiones son demasiado optimistas, pero no nos explican mucho cómo es que se va a lograr esta recuperación. La burguesía internacional evitó un colapso de la economía inyectando cantidades brutales de dinero las cuales fueron a parar, en la mayoría de los casos, en manos de dueños de empresas y banqueros, muy poco para las familias obreras. Esta medida que se le conoce como expansión cuantitativa tiene un límite, este llega en el momento en que se tiene que pagar todo el dinero que ha salido al mercado. En ese momento la burguesía va a buscar que esas deudas sean asumidas por el pueblo a forma de recortes al gasto social, privatizaciones, perdida de conquistas obreras, etc.
Los grandes capitalistas han seguido ganando en medio del dolor de millones de hombres y mujeres. El dueño de Amazon cada día gana lo que un trabajador estadounidense podría ganar en 60 años. En México no es diferente, las fortunas de los Carlos Slim, Salinas Pliego, etc. Crecen mientras que los trabajadores y sus familias no ven la forma de llegar a fin de mes.
Las últimas estadísticas dicen que, en el mundo, durante el año 2020, se perdieron más de 255 millones de empleos. Lo mismo pasó en el país, a pesar de la recuperación en el tercer semestre. Al final se perdieron cerca de 600 mil empleos formales y casi 7 millones de empleos informales. Además, los empleos que se crearon tienen salarios más bajos que los que se perdieron.
La crisis sanitaria
Al mismo tiempo que la crisis económica sacudía al mundo, otra crisis empujó aún más las economías al abismo. A principios de año 2020, las noticias daban cuenta de lo que ocurría en China y las medidas que el gobierno de ese país tomaba. Tres meses después el mundo entero entraba en confinamiento. Hasta ahora el resultado de la pandemia es desastroso, más de 100 millones de contagios a nivel mundial y cientos de miles de muertos.
En todos los países se habían implementado medidas para desmontar los sistemas de seguridad social, para darle cabida a los privados. Esto lo estamos pagando ahora. Aunque todos los gobiernos se lamentan de las muertes, ninguno de ellos ha podido tomar medidas eficaces para frenar esta tragedia. En todos se ha puesto sobre la mesa la cuestión crucial que rige dentro del capitalismo. La salud y bienestar de las personas o el interés privado y las necesidades económicas.
En el país los rangos de edad de las personas que más han muerto son de 40 a 60 años, esta es la edad más productiva. De lo que estamos hablando es de que quien ha puesto los muertos, con muy pocas excepciones, son los trabajadores y sus familias. En otros países, son los adultos mayores los que más han perecido, pero aquí, además de la infección se tiene que lidiar con la hipertensión, la obesidad, la diabetes, todas estas provocadas por un modelo alimenticio resultado del aplastamiento de los niveles de vida y de cultura, del pueblo mexicano.
A pesar de los esfuerzos que ha hecho el gobierno de AMLO para tratar de palear esta grave situación, los esfuerzos no son suficientes. Estamos rebasando la cifra de 150 mil muertos. No basta con llamados morales a no salir de casa o evitar fiestas. La clase obrera sale a trabajar y el transporte público está atascado, las calles llenas de ambulantes, porque si no trabajan no comen. Lo que está claro es que la única forma de hacer frente a la pandemia es romper, por vías revolucionarias, la propiedad privada y el derecho de los millonarios a seguir enriqueciéndose a costa de la miseria y dolor de la mayoría. Esto AMLO no está dispuesto hacerlo. Con su formación liberal, no se imagina un mundo sin capitalismo, y este es el capitalismo que nos ofrece el sistema.
Una violencia que no para
Como si todo esto no fuera poco, los indicies de violencia a la mujer no paran, por el contrario, se incrementa. Lejos de rendir pleitesía a la “familia amorosa”, lo que tenemos es una violencia a la mujer de parte de sus propios familiares. Las cifras de denuncias son alarmantes. No hay amor, hay golpes y asesinatos para las mujeres y los niños. En las calles la situación no es diferente, la violencia organizada ha hecho del 2020 el año más violento en la historia reciente, con más de 32 mil muertos.
Y no se trata de dar más poder al ejército o la conformación de la Guardia Nacional. Estos órganos de represión no pueden frenar la violencia, porque cunado no están coludidos con ella, son espectadores de un proceso de decadencia y ruptura en el aspecto social. La descomposición social es fruto de una pobreza creciente, de un proceso de descomposición social, de una falta de autoridad política y social en los territorios, de una organización fuerte que enfrente todas estas lacras de un país capitalista subdesarrollado.
EL proceso de militarización que vive el país -se ha entregado control de las aduanas, hospitales, obras de infraestructura, al mando de la Guardia Nacional, etc. El ejército- no va a terminar con la violencia. Por el contrario, descompone más la sociedad al inhibir la intervención organizada de la clase obrera y la juventud en la toma de decisiones y participación social. La alternativa a la violencia solo puede venir de la organización de la clase obrera, de los campesinos, las mujeres y la juventud. La conformación de asambleas, de comités de defensa, de participación en la defensa de nuestras vidas es la salida, como lo han mostrado las policías comunitarias de Guerrero.
La incapacidad del reformismo para solucionar los problemas
Hay un aspecto interesante en toda esta ecuación que estamos describiendo. A pesar de la crisis económica, de los más de 150 mil muertos y de una violencia imparable, las encuestas de apoyo a AMLO no disminuyen. Pareciera contradictorio porque si alguien tiene que asumir las responsabilidades de todo lo que pasa en el país, justamente, es la figura presidencial. Explicarnos este fenómeno es importante porque de ahí radica la forma en que tendremos que organizarnos, para que podamos construir una alternativa socialista y revolucionaria para el país. No hay una sola respuesta para explicarnos el porqué AMLO sigue teniendo un respaldo. Podemos decir de primera mano, que hay un nivel político entre una capa amplia de los trabajadores y sectores pobres de la sociedad que hacen una diferenciación entre lo que es AMLO y lo que eran los partidos de la derecha. Esto no es menor.
En los últimos 40 años el país fue avasallado por políticas anti obreras las cuales hicieron perder un 79% del poder adquisitivo del salario, terminaron con los contratos colectivos, privatizaron empresas, llenaron de corrupción a todas las instituciones del Estado, etc. Este nivel político permite hacer una diferenciación clara entre una política abiertamente favorable a la burguesía y otra que diariamente habla en defensa de los pobres, que da apoyos a adultos mayores, jóvenes y discapacitados, etc. Hay un cierre de filas, natural, diría yo, para que la derecha no regrese.
La otra parte es lo desgastada y miserable que es la derecha y la burguesía en el país. Basta ver comentarios de Salinas Pliego —jactándose de mandar a sus trabajadores a laborar en plena pandemia y no importarle nada la vida de ellos—, o la forma en que se refieren los priistas y panistas a los pobres de este país, para comprender que su posición de clase les impide ser un poco empáticos con la gente de a pie. Se sienten los herederos naturales del país, y lo que importa para ellos son sus ganancias. Es tan cínica su posición que es difícil que ahora mismo convenzan a alguien de su política.
Por eso han implementado “otros métodos” para regresar al poder, por ejemplo, el sabotaje, las campañas de calumnias, criticar de forma sistemática al gobierno, bloques electorales para sabotearlo en el parlamento, etc. Todo esto empuja a la gente a la figura de AMLO.
Ahora, esta situación no puede durar eternamente. Las políticas de AMLO son paliativas, quiere resolver los problemas del país, que son un cáncer, con pastillas para el dolor de cabeza. Da apoyos, pero estos no resuelven la pobreza y las necesidades de la gente; da algunas concesiones a los más pobres, pero deja intactos los grandes negocios de la burguesía para que estos sigan explotando a sus trabajadores; intenta convertir al Estado en un garante de la democracia, cuando este es un órgano corrupto y violento. Quiere dar reformas —a las cuales no nos oponemos— pero que son insignificantes de cara a lo que necesitamos para salir del atolladero.
La necesidad de una Izquierda Socialista
Es por esta razón por la cual existe y debe desarrollarse La Izquierda Socialista. Nuestro análisis político nos lleva a comprender que no hay salida para los problemas fundamentales de la clase obrera y los sectores pobres de la sociedad, dentro del capitalismo. Romper con la propiedad privada, socializando la riqueza de los magnates, buscando una igualdad, no solo formal ante la ley, sino sobre una igualdad económica real, sentaremos las bases para resolver los problemas de la sociedad.
La cantidad de problemas que se podrían resolver dejando de pagar a la deuda externa, expropiando a los bancos y grandes monopolios, renacionalizando las empresas fundamentales para el país, como Pemex, CFE, minas, carreteras, grandes tiendas comerciales, etc. Y que toda esta riqueza se pudiese utilizar para solucionar los problemas más importantes de la sociedad.
Se podrían crear miles de escuelas de calidad, crear empleos bien pagados y con todos los derechos, crear hospitales, polideportivos, centros de investigación para desarrollar vacunas y medicamentos para terminar con las enfermedades más mortales, etc. Esto no es utopía, es una necesidad. Es más utópico pensar que dentro del capitalismo se resolverán nuestros problemas.
Para lograrlo necesitamos formar una fuerte organización revolucionaria, que pueda estar integrada por los mejores luchadores políticos y sociales, por cuadros que puedan entender el mundo a partir del marxismo. Necesitamos grupos o células organizadas en los diferentes lugares del país y del mundo. Entendemos que una liberación total del país no se puede dar solo a lo interno, sino que es un proceso que implica una revolución mundial.
Ahora estamos acumulando fuerzas, somos el germen del futuro. Nuestro trabajo consiste en estudiar e intervenir en los lugares donde estemos, pero ahora somos pocos. Necesitamos crecer en calidad y cantidad. Este proceso que es lento se transforma en momentos de la lucha de cuadro, cuando los cuadros se transforman en calidad, intervención y claridad en la lucha. Te invitamos a formar parte de nuestra organización, somos el embrión del partido revolucionario que va formando a sus cuadros, en las tradiciones del marxismo, sin sectarismo ante las masas, pero claros en la defensa de sus ideas. Participamos en el movimiento social y político. Ponte en contacto con nosotros y luchemos por una sociedad socialista.