Aun sin tomar formalmente el control de la presidencia, Trump está haciendo cimbrar al peso mexicano y esto solo es reflejo del nerviosismo que hay en toda la economía nacional. No es para menos, al más puro estilo de un gánster americano o un capo mexicano, el nuevo presidente de los EEUU lanza amenazas para atemorizar a sus contrincantes y que la negociación sea favorable para sus intereses. Recuerda a la famosa película de El Padrino y su frase favorita “Te voy a hacer una propuesta que no puedes rechazar”.
Trump ha lanzado una metralla de amenazas contra México, Panamá y Groenlandia (Dinamarca es quien asume el control político de está región, como una colonia). Cada palabra de este hombre ha causado temblores políticos y económicos. Inmediatamente después de que se manifestará a favor de la anexión de Groenlandia, Dinamarca hizo una inversión histórica en su gasto militar; cuando manifestó que recuperará el Canal de Panamá, las sirenas de alarma sonaron en ese país. No ha sido diferente en el caso de México.
La llegada de Trump y su política con respecto a los cárteles
Trump ha puesto sobre la mesa tres aspectos clave con respecto a lo que concierne al país. Por un lado, ha dicho que va a declarar terroristas a los cárteles de la droga, en su última declaración ha ido más lejos aún, diciendo que “México es un país peligroso en gran medida gobernado por cárteles”. Ha subido de tono en su discurso. El gobierno mexicano ha respondido de la misma forma que AMLO, responsabiliza al gobierno gringo porque es en su país donde se consume la droga que se trafica.
Sheinbaum ha prometido que no va a volver a lo que se le conoció como “la guerra contra el narco”, refiriéndose a la supuesta confrontación directa del Estado mexicano contra los cárteles y que arrojó miles de muertos y desaparecidos. Ha dicho que mantendrá la política obradorista de intención a las causas que originan la violencia, con políticas preventivas y de inteligencia.
Pero aquí hay un problema, si bien los índices de asesinatos bajaron de forma paulatina año tras año bajo el gobierno de AMLO, el sexenio es el más violento en la historia del país, es decir, su política no funcionó. Claudia ha tomado varias medidas para hacer más eficiente su proyecto, dentro de ellas robustecer la Secretaria de Seguridad Ciudadana, a partir de un decreto presidencial que refuerza las labores de inteligencia y coordinación.
Hay dos aspectos a destacar, por un lado, está el aumento de los enfrentamientos entre los diferentes grupos armados que está arrojando un incremento de asesinatos; especialmente escandalosa es la situación de Sinaloa y Chiapas, regiones azotadas por enfrentamientos abiertos entre diferentes cárteles por el control de territorio. En estas regiones y muchas otras del país, la política de no balazos no sirve, tampoco la de meter más ejército o guardia nacional. La única estrategia que puede tener una repercusión contra la violencia es la movilización masiva de los jóvenes y trabajadores contra la guerra, armando comités de seguridad y tomando el destino en sus manos, pero esto está muy lejos de lo que el gobierno quiere, su política se mueve justamente al lado contrario.
La otra cosa que vale la pena resaltar, y que quedó en claro con la detención de el “Mayo”, es que el gobierno de EEUU tiene un diálogo abierto con los dirigentes de los cárteles y su servicio de inteligencia se mueven a lo largo y ancho de México haciendo tratos a espaldas del gobierno. Si el gobierno imperialista de los Estados Unidos quisiera terminar con los cárteles podría hacerlo rápidamente sin utilizar las armas: cerraría el tráfico de armas desde EEUU, negociaría con los dirigentes de empresas asesinas y les garantizaría una nueva vida con identidad diferente, al tiempo que podría incautar las cuentas bancarias de narcotraficantes norteamericanos. Nada de esto está en los planes de Trump.
¿Esto quiere decir que sus amenazas contra los cárteles son fanfarronadas? No es exactamente esto, es un arma de negociación para meter presión al gobierno y negociar otros aspectos, los cuales sí considera un problema, por ejemplo, la migración y la lucha contra las mercancías chinas. Incluso es una forma en la cual Trump busca chivos expiatorios o distracción para fortalecer su posición frente a los problemas internos.
Podemos decir que el régimen capitalista en su conjunto no está interesado en terminar con el narcotráfico porque le es útil, en primera porque es un negocio vibrante el cual aceita el sistema financiero mundial, lo segundo porque los efectos de la drogadicción desactivan a una parte de la juventud y la clase obrera en las luchas por sus demandas concretas y los hunde en la dependencia y desesperación.
Trump y su política frente a la migración
Otra de las amenazas que utiliza Trump es la deportación masiva de inmigrantes, muchos de ellos mexicanos. Ha dicho que utilizará el ejército para las pesquisas y que seguirá construyendo el muro fronterizo para evitar que entren más migrantes.
Igual que en el terreno del narcotráfico, hay una doble moral y doble discurso en esto. Por un lado, se oponen a la entrada de migrantes sin papeles y, por otro, se ven beneficiados por la llegada de millones bajo condiciones desventajosas. Así, los capitalistas pagan salarios más bajos, se ahorran las prestaciones y, en cambio, los migrantes deben pagar impuestos.
Como lo hemos dicho en otras ocasiones, la migración de millones de seres humanos por el mundo no se da por gusto, hay razones económicas, políticas, sociales y hasta climáticas que orillan a que la gente emigre. Todo esto, claro está, impulsado por el dominio capitalista en todo el mundo. No queremos meternos a argumentar nuestra política con respecto a la migración, sólo diremos que el imperialismo estadounidense se ha beneficiado históricamente de muchas formas por esta migración.
La política de Trump no solo mantiene razones económicas para el control de los mercados mundiales, sino que también se beneficia de la ideología racista y el supremacismo blanco que utiliza la clase poseedora para dividir a los trabajadores. Azuzar la bandera antiinmigrante es muy útil para mantener cohesionados a sus seguidores de derecha, crear un ambiente de temor entre millones de personas que viven de forma “ilegal” en los EEUU y además, amenazar a los países de donde parten esos millones de hombres y mujeres, con su deportación masiva, presionando de forma fuerte las monedas y economías en general.
Es una fuerte arma para mantener bajo control el dominio imperialista, y es de esta forma en la cual Trump utiliza estas amenazas. No dudamos que se pueda pasar a los hechos concretos y que veamos como el ejército y la guardia nacional estadounidense deportan a miles de personas; será un arma para demostrar la supremacía imperialista en la región, así como una presión para negociar políticas económicas ventajosas para las empresas de los EEUU.
El gobierno mexicano ha preparado una estrategia para apoyar a los migrantes con asesoramiento legal e incluso ha habilitado albergues en caso de deportaciones masivas. Claudia ha defendido públicamente a los migrantes y ha dicho que no son delincuentes sino trabajadores. Mantiene un discurso agitativo, pero en la práctica no puede hacer nada para evitar las deportaciones. Muestra clara que el trato entre estos países no es de iguales, como han mencionado hasta el cansancio.
Grandes organizaciones de migrantes están en los EEUU, una respuesta verdaderamente contundente llevará a la movilización masiva de millones de trabajadores que entraron a aquel país de forma ilegal, y estas movilizaciones deberían ser acompañadas por una agitación y manifestaciones en las calles de los sindicatos y organizaciones obreras en los países de AL. Sin embargo esto no es ni será promovido por el gobierno, porque no le interesa promover la lucha y la organización de la clase obrera. Cualquier defensa verdadera de la clase obrera migrante recaerá en las manos de la clase obrera a nivel mundial, incluyendo la clase obrera norteamericana.
Impuestos contra mercancías mexicanas
Antes de analizar las propuestas que Trump ha hecho, nos gustaría revisar, brevemente, la política de la 4T en el terreno económico y así dejar claro que, lo que AMLO y Claudia pensaban que iba a ser la palanca de desarrollo, se puede convertir en su contrario y con ello demostrar que no hay salida en los márgenes del capitalismo para un país dependiente y subdesarrollado como México, menos reforzando su subordinación al imperialismo.
El gobierno de AMLO y ahora el de Claudia Sheinbaum han declarado que rompieron con la política económica neoliberal. Esto no es cierto, no solo mantuvieron el sistema de explotación capitalista en pie, sino que lo impulsaron a tal grado que la ganancia de los grandes empresarios nacionales y extranjeros incrementaron sus ganancias en un 45% desde el 2018.
De medidas anti-neoliberales no se tomaron muchas, se puede decir que se frenó las privatizaciones que se venían dando en el sector energético, sin embargo, no se hizo mucho por tratar de recuperar o renacionalizar todos los sectores que otrora pertenecían al Estado y que los gobiernos anteriores privatizaron. Aunque ya no privatizaron, el gobierno se ha retirado de la inversión pública, dejando las manos libres para que la inversión privada entre y haga lo que guste. En el 2016 la inversión pública representaba 3.8% del PIB, hoy es del 3%.
La política fiscal es igual. Mientras que un trabajador promedio aporta el 30% de sus ingresos al pago de impuestos, las grandes fortunas apenas aportan el 1% de la recaudación general y el 8% del ISR.
La 4T no ha roto el patrón de producir para exportar, se puede decir que ha seguido este proyecto, condenando a ser un país maquilador y dependiente de las exportaciones, principalmente a EEUU. El volumen de las exportaciones del 2018 a 2023 pasaron de 450 mdd a 593 mdd; el motor de este crecimiento es la manufactura, la cual crece anualmente en un promedio de 6.5%. Como lo dice Rubén Rivera, de cada 10 pesos 4 son producto de las exportaciones. Es el único sector que ha crecido en los últimos años, y con su desarrollo también ha crecido la dependencia del país a la economía de los Estados Unidos, a la cual se dirigen el 90% de las exportaciones.
Como vemos, la apuesta de los gobiernos “anti-neoliberales” ha sido el reforzar la dependencia de la economía mexicana a la norteamericana, como palanca de “desarrollo” económico. Está claro que esto no lo inició AMLO, pero lo que también está claro es que no hubo ningún intento por romper esta dependencia, por el contrario, toda su política se centró en profundizarla.
Así, en más de una ocasión vimos como AMLO defendía está vinculación económica y la ofrecía como alternativa para los demás países de América Latina. Se volvió promotor de un tratado comercial de los diferentes países latinos con EEUU. Vendió la idea de que México debería desplazar a China como socio fundamental de los EEUU —lo cual se ha logrado porque ahora México está por encima de China y Canadá en exportaciones a la economía más grande del mundo—.
En otras tantas ocasiones dijo que la relación de EEUU con México era de iguales. Esta misma línea la sigue la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, la cual ha fijado su postura de forma clara ante los diferentes planteamientos económicos de Trump.
Una vez que el nuevo presidente de los Estados Unidos dijo que se fijarían tasas o aranceles a las mercancías chinas que entran por la frontera de México, el gobierno mexicano planteó que las mercancías chinas, principalmente las textiles, deben de pagar un impuesto extra del 35%; esto ya es un hecho desde el 1 de enero. El argumento del gobierno es el cuidar la industria textil nacional, pero claramente es una respuesta a la exigencia del gobierno norteamericano de evitar el comercio chino con México.
Pero, el verdadero problema no son los textiles sino la industria automotriz. China se convirtió en el principal proveedor de autos en México, vendiendo “237,018 unidades al cierre de noviembre de 2023” y es el 5to “lugar en inversión relacionada con la fabricación automotriz en México, con USD 121.6 millones para 2023”. La inversión extranjera directa proveniente de China a México es de 151 millones, es decir, casi su totalidad es en el sector automotriz.
Estas cifras del 2023 no son las únicas: “Durante el primer semestre de 2024, Alemania y China lideraron las inversiones en el sector automotriz en México. Alemania representó el 19.3% de la inversión total, mientras que China acaparó el 18.3%, lo que equivale a aproximadamente 2,265.57 millones de dólares con 20 proyectos de inversión. Este crecimiento significativo en inversiones chinas, que subieron un 52.7% en comparación con el mismo periodo de 2023, destaca una presencia cada vez más fuerte de las empresas chinas en la industria automotriz mexicana.”
Muchos de estos vehículos, en su mayoría eléctricos, de marcas chinas, hechos aquí o exportados, tienen su destino final en el mercado estadounidense. Esto es lo que Trump quiere frenar, porque al igual que el sector automotriz, hay otros sectores que siguen su ejemplo, aunque a un nivel menor.
La inversión extranjera directa el año pasado batió récord, se estima que llegó a 38 mdd, producto de la relocalización de capitales a nivel internacional, el llamado Nearshoring. Este fenómeno que aprovechó el gobierno de AMLO para atraer la inversión y que algunos le llamaron “el nuevo milagro mexicano”, y que sería la panacea para resolver los problemas económicos, rápidamente está mostrando sus contradicciones.
Cientos de millones de dólares invertidos en México para producir mercancías a bajo costo y sin pagar impuestos de exportación a EEUU por los tratados comerciales, ahora se ven presionados a pagar impuestos. Trump ha dicho que podrían ser del 25% y llegar al 100% las tasas impositivas.
Claudia ha dicho que esto sería un balazo en el pie para la economía estadounidense y efectivamente, los impuestos afectarían a miles de empresas americanas que parte de su producción están de este lado de la frontera, pero aun así no está descartada la posibilidad de que esto se pueda llevar a cabo, principalmente en ciertos sectores donde la inversión china es notoria.
Conclusiones
Es claro que la llegada de Trump al gobierno sí va a tener una repercusión económica y política sobre México y el mundo, no se puede saber con exactitud cuál será porque es totalmente impredecible el comportamiento del nuevo presidente norteamericano.
Lo que sí está claro es que la política reformista del gobierno de AMLO y ahora Claudia es ineficiente para sacar al país de los grandes problemas que lo aquejan. El problema fundamental es el funcionamiento del sistema capitalista en su totalidad, los problemas que causa no se pueden remediar con pequeñas reformas o con una “mejor distribución de la riqueza” por medio de los programas sociales, es como querer terminar un cáncer con aspirinas.
Estamos viviendo una época de grandes cambios, donde el imperialismo americano está mostrando síntomas de relativa debilidad frente a nuevas potencias que van surgiendo, especialmente China. Esto, y una crisis del sistema, está arrojando a la humanidad a un periodo de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. Lo que sucede en Medio Oriente, en Ucrania, el ascenso de gobiernos como el de Milei o Trump es fruto de esta inestabilidad y giros bruscos en la conciencia de las masas, de la bancarrota de los gobiernos y políticos reformistas.
El próximo periodo será de grandes turbulencias políticas y económicas donde las masas sacarán duras experiencias. Al mismo tiempo, la conciencia de miles o millones de personas se transformará y sacará conclusiones revolucionarias. La necesidad de un partido comunista revolucionario es una tarea urgente que resolver.