Estas fechas siempre son buenas para discutir los diferentes aspectos que marcaron la historia de la lucha de clases en México en el año 1968. Con la juventud como vanguardia, vimos en las calles hombro a hombro a los trabajadores, las mujeres y los estudiantes luchando contra un gobierno represor, sumamente violento y autoritario.
El milagro mexicano
El desarrollo del capitalismo está lleno de contradicciones, contradicciones que hacen incluso desarrollar sus fuerzas hasta el punto máximo de explosión, como lo pueden ser las guerras, las crisis económicas, políticas y sociales que son parte de esas contradicciones, pero la clase burguesa no ve estas contradicciones como factores de cambio o transformación, para ellos si no hay huelgas, si no hay protestas, si la inflación es baja todo está bien. Ellos no pueden eliminar las contradicciones pero buscan mantener a toda costa el statu quo y los privilegios que con este mantienen.
Justo este periodo de bonanza para la clase dominante era un periodo de estabilidad económica al alza y que políticamente los gobiernos del PRI se lo adjudicaron, pero esta situación se dio por circunstancias claramente irrepetibles que tuvieron consecuencias desde la década de los 40 terminándose con la crisis económica de 1975 a nivel mundial y con las posteriores consecuencias en nuestro país.
Los economistas burgueses señalan que en el “milagro mexicano” el crecimiento promedio fue de 6.8%, la producción industrial creció 8% y la inflación solamente fue de 2.5%. En realidad, fue un periodo de oro del capitalismo, las economías desarrolladas crecieron 4% anual, se da un proceso de industrialización en el país impulsado desde el propio Estado y en el terreno político se fortalece el corporativismo como un elemento de control de las masas obreras y populares, mientras se aplica una política de represión abierta hacia la disidencia.
El PRI y la política “zanahoria y garrote”
La política social estuvo orientada a contener al movimiento obrero y popular, corromper a los dirigentes, fortalecer el corporativismo, hacer concesiones —lo que se facilitaba debido al crecimiento económico— y aplicar una política de mano dura contra la oposición. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue el último nombre que adoptó el partido que se constituyera después de la revolución mexicana, en primera instancia fue el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y posteriormente se llamó Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
Este partido consolidó las diferentes etapas del desarrollo del capitalismo en México y que también sufrió cambios políticos muy significativos, que sólo el PRI gobernara durante más de 80 años le permitió adquirir toda la experiencia política para poder lanzar una ofensiva y controlar a la clase obrera en diferentes momentos de la historia. La burguesía y la burocracia estatal, una vez que se logró la estabilidad institucional con el gobierno de Lázaro Cárdenas y después de estar al borde del colapso nervioso, pasó al ataque con los sexenios posteriores, se aseguró de contrarrestar algunos beneficios para la clase obrera y el pueblo mexicano, en el terrenos educativo, laboral y social; a su vez, que producto de las movilizaciones de los trabajadores, se otorgaron algunas concesiones para establecer un Estado de Bienestar, pero a su vez se fortalecía el corporativismo para mantener bajo control del partido en el gobierno a las principales organizaciones obreras y populares
Así podemos ver como en un primer momento los “herederos de la revolución institucionalizada” lucharon para conformar un Estado capitalista –es decir explotador— atando de pies y manos a cualquier movimiento independiente de trabajadores, campesinos y estudiantes. Para esto se organizaron o se retomaron iniciativas independientes del movimiento de base y se les institucionalizó, se les amarró al Estado por medio de prebendas a los dirigentes, dando concesiones a la masa del sector en cuestión y reprimiendo brutalmente a todos aquellos que no quisieran el nuevo control estatal de sindicatos, federaciones estudiantiles y ligas campesinas.
Durante su desarrollo político el PRI sufrió un sinfín de transformaciones pero que sostenían una sola política, la consolidación de la burguesía mexicana dependiente de los negocios con el Estado y dependiente de los negocios con el imperialismo, a la par se fortalecía de un aparato estatal corporativista con un fuerte carácter de control y represión.
Mencionamos ya que el “milagro mexicano” permitió un momento de estabilidad económica para la clase obrera pero que el PRI dio a cuenta gotas, este milagro no garantizaba un futuro digno para los trabajadores o la juventud, por eso hubo fuertes estallidos de lucha, los maestros en el glorioso Movimiento Revolucionario del Magisterio en 1956, los ferrocarrileros en 1958 y los médicos en 1964.
Durante el sexenio de Díaz Ordaz se dio el mayor movimiento político en la historia del priísmo hasta entonces.
El Estado controlaba cada uno de los poros de la sociedad y la acumulación de tensiones contra el régimen estallaron por el sector que mantenían menos controlado y más susceptible a movilizarse en esa fecha; los estudiantes. Estos procesos reflejaron que cuando la sociedad mexicana se tornó tan compleja y diversa como para que fuera posible seguirla manteniendo tutelada, comenzó la crisis del Estado posrevolucionario mexicano.
El movimiento estudiantil del 68 marca el comienzo
El movimiento estudiantil-popular de 1968 marcó el principio del desmantelamiento del régimen priísta, políticamente los jóvenes estaban influenciados por la revolución cubana, la participación del Che Guevara y todos los procesos de liberación nacional en América Latina contra el Imperialismo Yanqui. Uno de los movimientos más emblemáticos por la resonancia que tuvo a nivel internacional fue la que provocó la intervención imperialista en Vietnam. Estas movilizaciones no sólo arrastraron nuevas capas a la lucha política, sino que en muchas ocasiones fungieron como accidentes que aprovechó la necesidad para materializar verdaderas movilizaciones de masas que, como en el caso de Francia, terminarían en procesos revolucionarios.
Así, en julio del 68, por una riña entre pandilleros se desata la intervención de los cuerpos policiacos primeramente en la vocacional 5 y después en las escuelas de medio superior de la UNAM, ubicadas en el centro, un hecho claramente provocado por el gobierno de Díaz Ordaz para justificar una represión e intervención en las escuelas. Lo que pudo parecer una simple riña entre porros fue el accidente que desató movilizaciones de masas en México que reflejaron el hartazgo ante un régimen autoritario.
Los jóvenes somos estudiantes durante un periodo muy corto de nuestra vida, no somos una clase social, tampoco somos una masa homogénea al contrario el movimiento estudiantil refleja la sociedad dividida en clases, expresa las diferentes tendencias políticas que permean en la sociedad, podemos ver estudiantes hijos de campesino u obreros o algunos otros reproduciendo discursos de la derecha en las asambleas, esos son los estudiantes, un cúmulo de contradicciones sociales difícil de controlar, las universidades son cajas de resonancia de las desigualdades y para nada espacios alejados de la realidad concreta.
A diferencia de lo que los intelectuales y académicos universitarios quieren hacernos creer, las aulas no son simples “templos del saber” son lugares de definición política y de organización.
Así vimos nacer diferentes organizaciones combativas pero que al final fueron cooptadas e Infiltradas por el Estado, en un caso muy claro la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), organismo que durante muchos años controló la organización estudiantil en el Politécnico, convocó para el 26 de julio una manifestación para protestar en contra de la represión justo por su peso político histórico, pero en realidad buscó cómo mantener al margen a los estudiantes del IPN, cosa que no sucedió, pues el movimiento estudiantil fue una ola que revolcó a estas organizaciones tradicionales.
La lucha fue adquiriendo importancia como sujeto político, logrando funcionar como una caja de resonancia de todas las contradicciones de la sociedad y sus luchas, funcionando como un catalizador y la antesala del proceso de lucha de clases. Una capa del estudiantado comprendió desde el comienzo que si se querían resolver las demandas del movimiento se tenía que aliar con los trabajadores, pues el movimiento estudiantil tiene límites muy concretos.
El carácter de la lucha estudiantil fue muy político, el objetivo era conseguir libertades democráticas que ponían sobre la mesa poner fin a la hegemonía priista, su violencia y autoritarismo, la exigencia de organismos estudiantiles democráticos e independientes del estado fue una bandera que en toda la extensión de la palabra se vinculaba perfectamente con la lucha de los trabajadores contra el charrismo sindical, la vinculación con el pueblo fue un hecho que se trabajó durante toda la huelga, con las brigadas a los mercados y los volanteos en las calles y los camiones jugaron un papel determinante, pues así, el movimiento estudiantil se ganaba el apoyo y el respaldo de los sectores organizados de la sociedad y de los de a pie en general.
Conforme avanzaba el movimiento estudiantil se fortalecía la vinculación popular, la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (UNMM) se pronunciaba y hacía un llamado energético a todas las mujeres de México a levantar la voz para condenar la violencia y defender a sus hijos, exigiendo solución a la huelga de manera pacífica y democrática. Pero, así como los sectores organizados se sumaban, el gobierno de Díaz Ordaz utilizó todo el peso del Ejército y la policía para terminar con el movimiento.
El gobierno acusaba de comunistas a los jóvenes estudiantes, y claro que había comunistas participando y otros se convirtieron en comunistas en el proceso, los estudiantes militantes del Partido Comunistas Mexicano (PCM) jugaron un papel incluso más a la izquierda que la lo que planteaba el mismo PCM al final (levantar la huelga) y en varios casos romperían con este partido que tenía una política en realidad reformista.
En septiembre el Ejército ocupó Ciudad Universitaria, entraó al Casco de Santo Tomás en donde la resistencia de los politécnicos fue disuelta a punta de balazos. Para octubre se preparó una gran movilización, la lucha no cesaba a pesar de que el gobierno en cada marcha mandaba al Ejército con tanques y metrallas, tenía francotiradores en cada edificio de la plancha del zócalo, pero nada podía detener a un estudiante consiente de transformar la sociedad y decidido a hacerlo más que una bala.
El 2 de octubre se iba a realizar un mitin que subiera el ánimo y la moral de los estudiantes, con oradores del IPN y la UNAM que harían un llamado a mantener el avance organizativo. Sin embargo, para ese día y a medio mitin, una bengala caída del cielo, sería la señal para que los militares, algunos vestidos de civiles, y con guantes blancos, después señalados como el Batallón Olimpia, comenzaran a disparar contra la multitud cosa que en minutos después terminaría en una masacre.
No sé sabe el número exacto de muertos, más de 500, 2000 detenidos, cientos de desaparecidos políticos, no sólo durante la lucha sino después de ella. El ejemplo más claro fue Héctor Jaramillo Chávez, estudiante de la ESIME, el cual fue detenido el 2 de octubre en Tlatelolco. Se le culpabilizó de querer asesinar al General Marcelino Barragán. La Dirección Federal de Seguridad ya venía reportando las actividades de este estudiante, cuando menos desde el 12 de agosto, en Hermosillo Sonora, donde fue detenido por repartir volantes. Héctor fue detenido nuevamente en la Ciudad de México el 23 de enero de 1969, desde entonces permanece como detenido-desaparecido. Díaz Ordaz y el Estado no sólo masacraron a los estudiantes ese 2 de octubre, a los detenidos los torturaron en el campo militar N° 1.
La lucha no cesó, pero ya había una fuerte presión para poder levantar la huelga de manera unificada, esto se pudo realizar hasta el mes de diciembre y la tarea fundamental era construir comités de lucha en todas las escuelas para continuar con las tareas del movimiento estudiantil y popular, con una política independiente al estado, a las autoridades universitarias y a la burguesía, así como en defensa de los derechos de los estudiantes y una visión de clase que quedaría plasmada generación tras generación. De todos los comités que se crearon en 1968, el único que ha mantenido una actividad política ininterrumpida y actualmente vigente, el Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico (CLEP) que tiene su origen en el Comité de Lucha de la ESIME (CLESIME).
Este era un siguiente paso para continuar la lucha. El 68 en México ha quedado en la memoria del joven, el trabajador o el estudiante, aunque no lo haya vivido. La masacre de la lucha cumplió el objetivo de terror político, pero el movimiento estudiantil cumplió también, pues logró ser el principio del declive, derrumbe, destrucción del priismo, del partido del presidencialismo, el corporativismo, la violencia y el combate a la infiltración, la desaparición política y la tortura.
Esa fue una ola expansiva que dio su estocada final al gobierno de la cara más inepta del priismo con Peña Nieto, marcado por un crimen de estado, la desaparición forzada de los 43 normalistas que revivían la lucha estudiantil, pero también destruyó por completo la política económica y social del país.
La lección es fuerte y clara: organízate y lucha contra la tiranía y el autoritarismo.
Rescatemos la memoria, las tradiciones y cumplamos por fin lo que nuestros hermanos en el 68 pidieron a sabiendas de que eso solo se podrá lograr destruyendo este sistema capitalista que solo nos ofrece, violencia, miseria y explotación. Hagámoslo construyendo una sociedad socialista.
¡Viva el movimiento estudiantil del 68!
¡Unidos y organizados Venceremos!