A principios de septiembre se tomó la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en la Ciudad de México, por un grupo de colectivos feministas y una parte del movimiento Frente Nacional Ni Una Menos –que organiza a familiares de mujeres que han sufrido violencia, están desaparecidas o fueron asesinadas y no encuentran ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades correspondientes–. Días antes, se había instalado un plantón en la plancha del zócalo pidiendo al gobierno una respuesta a sus demandas.
Nuestra lucha es justa
Desde el inicio de la toma han convergido dos vertientes, por un lado, los grupos organizados del feminismo radical, organizado en colectivas y que en la toma se hacen llamar “El Bloque Negro”. Por otra parte, está el Frente Nacional Ni Una Menos, que mantiene demandas reivindicativas para poder atender las peticiones de familias en una situación de total indefensión. Este movimiento está siendo liderado por la compañera Yesenia Zamudio.
No podemos decir que la toma de la CNDH sea “sin ningún motivo” como lo presentan los medios de comunicación o gente cercana al gobierno. No se entiende o no se quiere entender que hay miles, decenas de miles de demandas, denuncias, investigaciones, casos, en el Ministerio Público y otras dependencias, que están en el limbo, no hay respuesta a ninguna de las peticiones de justicia por parte de las víctimas o sus familiares. El estado de derecho burgués demuestra su incapacidad frente a la sed de justicia que hay en el país, particularmente por el movimiento de mujeres.
Lejos de resolverse el problema con el actual gobierno, la situación parece imparable, los asesinatos y la violencia sistemática se mantiene.
Algunos, de forma “inteligente” argumentan que, si los asesinatos fueron anteriores al gobierno, ¿por qué se organizan hasta ahora? Sin embargo, la lucha no es de ayer, parece que los que “argumentan” eso tienen una memoria de corto plazo, porque la lucha contra la violencia, el acoso, contra los feminicidios ha comenzado desde hace años, la lucha ha continuado y hasta hoy se sigue sin tener alguna respuesta, seguimos igual.
Asimismo, hay una disputa por parte de los partidos políticos de la derecha y el gobierno con respecto a esta problemática. La derecha quiere utilizar, de forma oportunista, cualquier demanda de las luchas legítimas para golpear al gobierno. No somos tontas, sabemos que el PAN, el PRI y demás partidos han tenido una política criminal contra la lucha y demandas de las mujeres. Hoy se quieren colgar de nosotras para sacar tajada política, pero no lo permitiremos.
Por su parte, el gobierno se venda los ojos ante la violencia a la mujer. Los discursos de AMLO al respecto están encaminados a negar la realidad, dice que no hay violencia, que está disminuyendo, que en las familias no se asesina a la mujer, sino que se les quiere mucho, etc. Está encubriendo la violencia porque no sabe cómo lidiar con ella, menos como resolverla.
Nosotras sabemos que la violencia tiene raíces muy profundas. Es el sistema capitalista y patriarcal donde se ancla el origen de la violencia, solo terminando con el sistema de explotación y violencia se podrán sentar las bases para terminar de forma definitiva con la violencia a la mujer.
Pero eso no quiere decir que no nos organicemos y luchemos para que los mecanismos que nos ofrece la democracia burguesa, sean utilizados para disminuir esta situación tan brutal contra la mujer.
Sobre las diferencias en la toma
Es natural que en una lucha amplia haya diferencias entre los diferentes grupos que participan, eso es normal, no solo porque las agrupaciones involucradas tienen diferentes motivos de lucha, sino por cómo es que se han conformado dichas agrupaciones. Estas diferencias las hay en todos lados, eso no es algo que nos espante. Las diferencias que vemos ahora en la toma de la CNDH, no son las mismas que cuando el movimiento de mujeres de masas, cuando miles estamos en las calles, esas diferencias pasan a segundo plano por la fuerza del movimiento. La lucha de masas en las calles va corrigiendo cada postura, acepta o rechaza este o aquel punto de vista.
Esto lo hemos visto en las movilizaciones a favor del aborto o en el día internacional de la mujer trabajadora. Pequeñas colectivas han planteado muchas veces que las movilizaciones sean separatistas, sin embargo, el movimiento amplio de mujeres rechaza esa idea reaccionaria. Se plantean acciones directas como romper vidrios o pintar paredes, esto el movimiento lo tolera porque no ve otra salida. Es decir, cuando existe un movimiento amplio en la lucha, las diferencias de los pequeños grupos se reducen y son rebasadas por las masas. Pero pasa justamente lo contrario cuando un movimiento está formado por pequeños grupos y aislado, como es el caso de la toma de la CNDH.
Otro aspecto, es que las agrupaciones que tomaron la CNDH tienen diferentes orígenes. Las feministas radicales que se agrupan el Bloque Negro tienen una definición ideológica y política, plantean el separatismo como política, es decir, separan la lucha de todos los explotados por su género, una idea que pensamos es reaccionaria; su método de acción directa implica que no les importa mucho el movimiento de mujeres en general, sino basta que un pequeño grupo organizado y decidido haga esta u otra actividad, para hacer notar su lucha, sus demandas o su existencia. Se ven a sí mismas como las salvadoras y dirigentes de la lucha de mujeres.
Pero sus acciones están encaminadas a fortalecer sus posiciones como grupo y no al movimiento de mujeres en general. Desde nuestra perspectiva, no solo su política es equivocada sino también la forma en la que plantean la lucha. Para nosotros, toda acción que trate de sustituir la lucha amplia de las mujeres, que divida a los explotados por género, son ideas que tenemos que combatir ideológica y políticamente.
El otro sector que ha tomado el edificio es el Frente Nacional Ni Una Menos. Esta es una organización-movimiento. Como la mayoría de estas organizaciones que lucha por justicia, está encabezada por la madre de una de las víctimas (Yesenia Zamudio). La dirección es asumida por ella de forma unánime y sin cuestionamientos. La mayoría de la gente que le apoya está agradecida con ella porque les ayuda a resolver sus demandas o a tener un vínculo con quien puede ayudarles a resolverlas. De forma contraria al otro sector, no hay una ideología definida, es una demanda la que les une: la justicia.
Estas dos fuerzas han chocado y la ruptura se ha producido. Entre acusaciones mutuas la agrupación que encabeza Yesenia ha salido del edificio acusando de infiltradas a la gente del Bloque Negro, también ha dicho que las colectivas se han montado en las demandas de la gente para ocupar el lugar y hacer una comuna, no una casa de refugio. Por su parte el Bloque Negro acusa a Yesenia de malversación de fondos y de autoritarismo. Un fuego cruzado de esta naturaleza en lugar de ayudar a la construcción del movimiento, lo perjudica, pues es tomado como carne de cañón por la derecha y sus medios de comunicación reaccionarios, a quienes les urge terminar con nuestro movimiento.
Lamentamos está situación porque no ayuda al movimiento en general, dado que al final este conflicto lo único que está demostrando es la incapacidad de sus políticas y sus métodos para poder plantear una alternativa real a la lucha de la mujer en México. En lugar de hacer un llamado al movimiento de mujeres para que asistan a la toma, desarrollar actividades con la participación de todo aquel que quiera apoyar, lo que sucede es que ambos grupos excluyen la participación de la gente. Al final las dos partes terminan siendo autoritarias, una representada por una persona y la otra representada por el Bloque Negro. Ambas quieren imponer sus puntos de vista de forma burocrática y ambas se sienten las salvadoras y dirigentes. Sin embargo, son dirigentes sin un ejército.
¿Qué proponemos?
Nosotras creemos que es urgente tomar medidas para que la toma no se pudra desde dentro. El gobierno estaba esperando justamente esto, que se creen divisiones insalvables para poder retomar el control del edificio. No sabemos si las acusaciones que mutuamente se hicieron tengan poca o mucha de la verdad. Lo que sí sabemos es que tanto el autoritarismo como la infiltración, la malversación de fondos, el protagonismo, etc., se pueden corregir con la participación activa del conjunto del movimiento de mujeres, adoptando no solo métodos organizativos correctos, sino una política revolucionaria.
Por encima de los intereses de los grupos están las demandas de justica, casas seguras para compañeras que sufren de violencia, lugares de discusión y formación política, atención psicológica, una cama segura para familiares de víctimas de la violencia (sean mujeres u hombres).
El edificio de la CNDH que está tomado se podría convertir en todo esto, organizado y dirigido democráticamente por una comisión que rinda cuentas a una asamblea regular, la cual pueda decidir el destino del lugar.
Para lograr esto pensamos que lo primero es tener una política de sumar a los diferentes sectores en lucha, mujeres y hombres, para mantener la toma.
Hacer un llamado general a las mujeres que quieran apoyar en la toma para que se involucren en un plan de tareas definido democráticamente.
El Bloque Negro debe dejar de actuar como gendarme en la puerta del edificio y que el espacio sea abierto para todas y para el movimiento obrero en su conjunto. Si el Bloque Negro quiere defender su política separatista, está en su derecho, pero frente a una asamblea, en la que deberíamos de discutir cuál debe ser la orientación de la asamblea de la toma, pensamos que el separatismo en lugar de ayudar perjudica y divide la lucha.
Proponemos dotar al movimiento de una estructura democrática. Debería de existir una comisión financiera que administre democráticamente todos los apoyos que se perciban y se utilicen según lo disponga la asamblea. Formar comisiones para que se dialogue con los medios de comunicación, para la limpieza del espacio, para las cuestiones económicas y políticas, etc. Democracia amplia para discutir las diferencias y después que la mayoría decida sobre lo qué se debe hacer.
Nosotras, como socialistas, pensamos que deberíamos de sacar brigadas para informar lo que queremos lograr en ese espacio, por eso es que llamamos a la discusión camaraderil y tranquila, no solo a los grupos que están dentro de la toma, sino al amplio movimiento de la mujer y demás sectores en lucha.
Unidas y organizadas venceremos.