En el contexto actual de la lucha de la mujer han surgido múltiples corrientes feministas proponiendo diversos métodos de lucha. Es por lo que las compañeras que integramos la Liga de Mujeres Revolucionarias nos hemos dado a la tarea de discutir y analizar desde el punto de vista marxista estos métodos, los cuales abordaremos en tres artículos.
Alrededor del mundo se ha ido desarrollando un movimiento de mujeres muy fuerte, miles de mujeres han salido a las calles por diferentes razones: contra la violencia machista; contra los feminicidios; por el acceso al aborto libre, seguro y gratuito; por nuestros derechos laborales; entre muchas otras. En realidad, sobran razones para que las mujeres estemos en las calles debido a la violencia sistemática generada por el capitalismo. Las condiciones de existencia de las mujeres de la clase obrera han ido en detrimento. Cada vez es más difícil soportar la enorme carga de trabajo que la sociedad dividida en clases pone sobre nuestras espaldas, pues al sistema no le basta con mal pagar por nuestra fuerza de trabajo en las empresas, sino que además somos nosotras, mayoritariamente, las que cargamos con el pesado y enajenante trabajo doméstico. Sumado a esto, todos los días somos víctimas de algún tipo de violencia, en las calles, en el trabajo, en nuestras casas.
Todas estas condiciones, a través del tiempo, se han ido acumulando y era inevitable que el hartazgo se hiciera evidente, surgiendo un movimiento muy amplio y con un gran potencial de lucha. Cada lucha debe tener una dirección, una orientación política y una táctica y estrategia correctas para poder vencer, razón por la cual es necesario analizar los métodos y políticas que se presentan ante el movimiento.
La principal tendencia política con la que se identifica al movimiento de mujeres es el feminismo, el cual desde su base ideológica identifica la lucha de la mujer como una lucha de antagonismos de géneros, donde el origen de la opresión se encuentra en el patriarcado y por lo tanto es necesario luchar contra toda línea de dominación masculina. De esta corriente ideológica se desprenden muchos tipos: el feminismo radical, feminismo biológico, feminismo transexcluyente, feminismo liberal, feminismo negro, feminismo lésbico, feminismo socialista, ecofeminismo, entre otras Desde el punto de vista feminista, existe un feminismo adecuado para todas, pues este incluye a todas las mujeres, en este sentido el feminismo es muy flexible políticamente, sólo es necesario ser mujer para asumirte feminista y luchar contra el patriarcado.
El feminismo a su vez ha desarrollado diversas formas de intervención dentro del movimiento amplio de mujeres, analizaremos algunos de ellos desde una perspectiva marxista, es decir desde una visión materialista y de clase.
Separatismo feminista
Este es un método que se ha impulsado principalmente en las universidades. También es muy frecuente que en las movilizaciones se convoquen contingentes o marchas separatistas. Esta cuestión se basa en la lucha por la negativa de mantener los privilegios del poder masculino, es decir buscar la separación parcial o completa de los varones de las instituciones, relaciones, roles o actividades donde intervienen las mujeres. Este puede expresarse a diversos grados desde realizar reuniones o actividades exclusivas de mujeres, organizarse en colectivos sólo de mujeres, negarse a participar en cualquier grupo o actividad mixta, no colaborar o tener acercamiento con medios o instancias que se consideren machistas, negarse a debatir cuestiones sobre la mujer que se consideran irrefutables o romper o evitar relacionarse social o íntimamente con hombres hasta llegar a no mantener relaciones sexuales con ellos, independientemente de cuales sean tus preferencias.
Si bien el separatismo no obliga a las mujeres a ser completamente separatista, su esencia es que las mujeres decidan el grado de acceso de los hombres a ellas y a sus espacios y no que sea una decisión de ellos.
La feminista, Marilyn Frye, escribe es su libro La política de la realidad: ensayos en teoría feminista:
“La inmensa mayoría de las feministas practican cierta separación de los hombres y las instituciones que dominan. Una separatista practica la separación de manera consciente, sistemática, y aboga por una separación profunda y ‘de amplio espectro’ como parte de una estrategia liberadora. La razón por la que esta táctica es la clave para nuestra liberación es porque el sistema patriarcal sabe que el separatismo es una amenaza legítima para la supremacía masculina. Dinamita sus cimientos, es una bomba de relojería que cuando explote derribará el orden patriarcal”.
Bajo esta premisa vemos con claridad que la cuestión del separatismo plantea la lucha por erradicar el poder masculino, eliminándolo de los espacios para que las mujeres puedan posicionarse, atacando de esta forma los privilegios masculinos, conquistando espacios que antes les pertenecían a los hombres y así, poco a poco, ir acabando con la dominación patriarcal. Esta cuestión suena atractiva y bastante empoderante, pero ¿esto es aplicable para todas las mujeres? O más bien ésta es una oferta de lucha en un ambiente burgués y/o pequeño burgués. ¿A qué espacios de poder pueden acceder las mujeres de la clase obrera oprimida para combatir al patriarcado? El principal problema con estos planteamientos es que se incentiva una lucha hacia un factor cultural y social. Pero la cultura, la moral y el comportamiento de los individuos en una sociedad están determinados en última instancia por las relaciones sociales de producción, que en este caso se sustenta en la dominación de una clase sobre otra.
Entendemos que este tipo de ideas y métodos son resultado del hartazgo y las trabas que se le presentan a las mujeres para organizarse o para ser respetadas dentro de un espacio laboral, educativo o de lucha, donde incluso en las organizaciones de izquierda pueden desarrollarse tendencias a minimizar las demandas de las compañeras. En definitiva, la lucha separatista no es una solución, pues lleva a una división de las fuerzas, no genera en absoluto un proceso de toma de conciencia de los hombres para hacer valer nuestras demandas y derechos.
La sociedad en la que vivimos es un reflejo de las condiciones de opresión y barbarie de su imperante división en clases. No podemos asumir que, cambiando las ideas o paradigmas, vamos a cambiar la sociedad, esta sólo puede cambiar si transformamos las condiciones materiales que dan origen a todas las expresiones morales y culturales que reproducen el machismo. El problema principal en el separatismo es que se enfoca a luchar contra la dominación patriarcal y no contra las bases materiales que perpetúan la opresión a la mujer en beneficio de una clase minoritaria. Es aquí donde se encuentra la limitante de este método, pues se asume como principio político la división de la lucha en cuestión del género.
Esto no sólo no es aplicable a la lucha cotidiana de la mujer trabajadora si no que de hecho es un método reaccionario y antidemocrático, que en la vía de los hechos se ha visto superado en el movimiento amplio de mujeres, siendo sólo sectores pequeños de organizaciones feministas quienes lo asumen, principalmente en las universidades, pero el movimiento de masas no reproduce estas tendencias pues instintivamente entiende que la lucha unificada de clase es más fuerte que dividida. Un ejemplo de esto han sido las movilizaciones en Polonia contra la limitación del derecho al aborto de las mujeres, desde el punto de vista separatista esta demanda se considera exclusiva de las mujeres, pues se refiere a decidir sobre nuestro cuerpo y es una lucha que las mujeres deben encabezar, sin embargo, las masas obreras demostraron lo contrario, pues salieron a las calles, organizaron piquetes y se fueron a huelga para luchar junto a las mujeres contra la limitación de este derecho, además se sumaron demandas por mejorar la calidad de vida de los hombres y mujeres trabajadoras.
Podemos ver otros ejemplos en casos de feminicidios o desapariciones forzadas donde hombres y mujeres salen en conjunto a las calles para exigir justicia para la víctima, sin importar el género, la lucha se organiza y avanza con determinación hacia la búsqueda de justicia. Estos ejemplos no son aislados, es una característica común de la lucha, que demuestran que las limitaciones separatistas no tienen cabida en el movimiento de masas.
Otras de las limitaciones que se plantean bajo la perspectiva separatista es que, al anteponer el género en la lucha, cualquier mujer aún sea reaccionaria o de derechas, tiene entrada en el movimiento por el simple hecho de ser mujer. Entonces mujeres antiderechos y provida, que luchan en contra de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de las mujeres, tienen cabida en el feminismo separatista, además de los sectores transexcluyentes que discriminan y coartan la libertad de organización de las mujeres trans, bajo el argumento de ser hombres allanando el movimiento de la mujer para ejercer protagonismo y su privilegio patriarcal hacia las mujeres biológicas. Esto sin tomar en cuenta que la comunidad trans es otro sector sumamente oprimido y vulnerable, que también son víctimas de la violencia sistémica del capital, lo que nos hace preguntarnos ¿se lucha por la eliminación de la violencia o por acceder a los beneficios del ejercicio de la opresión que tiene el hombre blanco privilegiado?
El hecho de que las mujeres conquistemos lugares de poder históricamente dominados por los hombres no significa que estemos dando pasos adelante hacia la emancipación de la mujer. Tenemos que definir a que clase pertenecen quienes ocupan esos cargos de poder, porque la burguesía sí tiene muy claro que independientemente del género, raza, religión o preferencia sexual, ellos defienden los intereses de su clase, los intereses del capital. Ejemplos de estos sobran: Margaret Tatcher masacrando a los obreros mineros y sus familias en Gran Bretaña, Jeanine Añez asesinando al pueblo organizado en Bolivia, Lili Téllez y sus políticas en contra del derecho al aborto, Kamala Harris avalando los bombardeos a Siria causando la muerte de mujeres y niños y podemos continuar. Estos ejemplos son claros de la necesidad de reivindicar la lucha de clases por encima de la lucha de género que reivindica el método separatista.
Rosa Luxemburgo: “el género nos une, pero la clase nos divide”.