A continuación publicamos una nota enviada por un profesor en lucha, integrante de la Red de Defensa Magisterial de Chihuahua. Invitamos a nuestros lectores a enviar sus contribuciones a nuestra prensa revolucionaria.
Una de las demandas históricas del magisterio ha sido la mejora salarial. Con la instauración de Carrera Magisterial, dicha demanda mutó hacia la exigencia de mejorar los sistemas de evaluación, al ser estos los únicos medios para aspirar a un mejor salario (Servicio Profesional Docente, y posteriormente el Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, a partir de este momento SPD y SICAMM, respectivamente). Estos tres modelos representan una continuidad de las políticas neoliberales que, lejos de ofrecer soluciones reales a los derechos del magisterio, desvían la atención del problema de fondo mediante un discurso centrado en el esfuerzo y el mérito individual.
El bajo salario de los trabajadores de la educación ha persistido durante años. El aumento al sueldo base se ha mantenido por debajo de la inflación, con incrementos que oscilaron entre el 3 y el 4 por ciento hasta 2023, año en que aumentó significativamente, aunque de manera insuficiente para garantizar un salario base digno.
No debemos caer en el falso debate de si debemos regresar a los sistemas anteriores o si este sistema debe ser mejorado. Modificar los lineamientos, ajustar las ponderaciones o rediseñar las formas de evaluación no resuelve el problema de fondo: cualquier modelo pondrá en ventaja a un sector del gremio, ya que los recursos asignados cada año son limitados. Esta desigualdad se justifica con el mito del mérito, responsabilizando al docente y haciéndole creer que no se esforzó lo suficiente o que es demasiado joven para merecer una mejora salarial. A pesar de que miles de docentes acreditan las evaluaciones, estudian y se profesionalizan, pocos logran obtener una promoción.
Quiero dejar en claro que no nos oponemos a la existencia de modelos de profesionalización, pero estos deben ser una alternativa para los docentes, no el único medio para acceder a un salario digno. Hoy, muchos compañeros se ven forzados a tener un empleo extra para poder llevar una vida digna. Necesitamos regresar a los orígenes del sindicalismo y retomar la consigna de: a igual trabajo, igual salario, para garantizar un sueldo base que permita a cualquier trabajador ser el sostén de su familia, sin que esto implique la desaparición de los modelos de profesionalización y estímulos salariales.
Que surjan los foros justo en el momento en que los docentes se están organizando para exigir que el gobierno federal cumpla su palabra de abrogar la Ley del ISSSTE, solo puede entenderse como un distractor. Dicho sea de paso, las decisiones políticas que se tomen no surgirán de estos foros de consulta.
No necesitamos un nuevo modelo dentro de la lógica neoliberal, que significa exclusión y precariedad. Necesitamos seguir organizados para luchar por la construcción de una política de justicia laboral que no nos obligue a competir por lo mínimo. Transformar el modelo sin tocar el problema de raíz es perpetuar la injusticia salarial que degrada la labor docente.