Escrito por: Fanny Casillas Ilich
Sin un informe final de los daños ocasionados por el pasado terremoto del 19 de septiembre de este año y sin un número especifico de número de damnificados por este, sin una consulta previa a las diferentes asambleas de vecinos organizados que sufrieron daños a lo largo de la ciudad, se aprobó por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la Ley de Reconstrucción para la Ciudad de México que lejos de ser una ley que ayude a las víctimas del terremoto se ha convertido en el botín de las diferentes empresas inmobiliarias .
En primera instancia no hay aún un diagnóstico claro de los daños estructurales que tiene la ciudad de México, el nivel en que están y el presupuesto fijado ante ello. Hay aún delegaciones como la de Xochimilco y Tláhuac en donde siguen tal cual quedaron el pasado 19 de septiembre y ni siquiera aparecen en el registro que la Ciudad de México tiene, es decir ni siquiera un folio tienen. No hay dictámenes sobre las zonas que ya están registradas sobre la situación jurídica de los inmuebles y las personas, el grado de afectación y el tipo de inmueble.
Sigue sin existir un informe actualizado sobre la ubicación de riesgos de la Ciudad de México no fue sino hasta después del terremoto que comenzaron a indagar algunos datos pero sin un informe preciso la ley solo le deja la entrada a las inmobiliarias de construir sin tomar en cuenta los mismos errores que fueron juez y parte en el terremoto y que ocasionaron los daños que ahora tenemos. Como es el caso de Tláhuac en donde el problema radica en el tipo de suelo y que según se indica hay zonas en donde no solo hay daños irreparables sino que el suelo ya no es propicio para construcción.
En el caso de inmuebles particulares se ofrecen créditos “blandos” para que los damnificados puedan reconstruir sus casas ya que la Ciudad de México solo construirá 45 metros cuadrados, es decir reduce el patrimonio de las personas afectadas y se burla diciendo que una familia completa si no tiene más ingresos para volver a pagar una vivienda puede vivir dignamente en un predio de 45 metros cuadrados. Mientras que en los inmuebles de copropiedad como lo son las unidades habitacionales propone incrementar hasta 35% los niveles máximos de edificación y el número de viviendas permitidos por los programas delegacional y parcial de desarrollo urbano es decir plantea la Redensificación que además del problema urbano que conlleva incrementar el número de viviendas que tenían antes de los daños los inmuebles o unidades habitacionales las pone en riesgo latente si no hay un adecuado programa y método de construcción así como la puerta abierta con manteles largos al lucro de las inmobiliarias por cada unidad que reconstruyan , ya que plantean que con esta cesión de terrenos se baja el monto a pagar en la proporción de los créditos que darán para tener su vivienda o si rechazan la construcción de hasta el 35% extra de su capacidad deben renunciar los damnificados al tamaño de su patrimonio afectado para que las inmobiliarias puedan rentar este espacio y les “convenga” el trato.
No hay criterios que den certeza de rendición de cuentas, transparencia en los procesos, como presupuestos asignados, listas de las personas que serán los Directores de Obra que hagan los dictámenes y certificaciones, así como las empresas que harán este trabajo, es decir totalmente conscientes de los niveles de corrupción planifican el motín de dinero que se llevaran hacer el negocio cerrado de las inmobiliarias y los funcionarios públicos. Y por último no hay un presupuesto exacto de cuanto es necesario para llevar las tareas pendientes y del dinero que se puede acceder de los distintos Fondos que hay en disposición para momentos como estos.
La organización
Del 19 de septiembre a la fecha las cosas no han cambiado, en realidad el terremoto vino a recrudecer la realidad que tenemos, la valiosa organización que se desbordaron en brigadas y en las calles, son ahora distintas asambleas, y organizaciones que se han formado en la Ciudad de México y en los estados afectados como Morelos, Oaxaca y Chiapas.
La respuesta que tiene el gobierno federal es patética, tandas para reconstruir las casas, y en la ciudad de México una ley que atenta con la dignidad de las personas que perdieron a sus familiares y quienes por semanas estuvieron cubriendo lo que el gobierno no es capaz de hacer por si solo. Movilizaciones han sido parte de la ruta de los damnificados que se oponen a este simulacro que les vuelve deudores a quienes ya tenían un patrimonio establecido. Como en el terremoto de 1985 que solo fueron desplazados a cordones de miseria las víctimas y siguen ahí, y otros conformaron el movimiento urbano popular que logro arrebatar algunas viviendas, en esta ocasión sabemos que será así : debemos arrebatar cada una de nuestros logros en las calles. El reto que tenemos es coordinar esas luchas en una sola, un programa que garantice la vida digna de cada una de las personas que lo perdieron todo o que no está en sus manos poder pagar las reparaciones cuando tienen que lidiar con la raya que el salario mínimo marca y la inflación constante de productos necesarios para vivir.
En los próximos meses será definitivo el rumbo de la ciudad de México y el país, será la hora de ajustar las cuentas de quienes hoy siguen burlándose de cada paso que dan arrebatándonos todo hasta el derecho de vivir bien.
“Ahora es la hora de mi turno
El turno del ofendido por años silencioso
A pesar de los gritos
Callad callad.
oíd.”
Roque Dalton.