A dos años del inicio de las clases virtuales a causa de la pandemia del COVID-19 los estudiantes hemos aprendido muchas lecciones las cuales, a pocas semanas de iniciar el semestre, debemos poner en práctica para nuestro beneficio. El trabajo precario ocasionado por la crisis económica, el alto cobro de cuotas e inscripción de la Universidad Veracruzana (UV), la nula empatía hacia estudiantes foráneos y el rezago tecnológico, entre otros muchos factores, han sido la piedra angular de nuestro día a día dentro de esta crisis. Dada la reciente noticia de un regreso escalonado a las aulas lo que menos debemos hacer es quedarnos de brazos cruzados y fingir que todo lo vivido los últimos años de pandemia y educación virtual nunca ocurrieron. Es nuestro trabajo sacar conclusiones de todo lo que está mal dentro de la UV y la sociedad en la que vivimos y luchar por una organización estudiantil que defienda nuestros intereses y luche por una educación pública y gratuita.
La experiencia de los estudiantes de la UV frente a la pandemia
Como bien sabemos, la vida del estudiante no se centra en su totalidad al estudio y a la vida en las aulas, somos jóvenes con ansias de experiencias y de vivir la vida al límite dentro de este corto periodo que llamamos universidad. Somos personas con familia, amigos, parejas y empleo (en algunos casos), nuestra vida de universitarios no solo es estudiar, aprobar exámenes y entregar proyectos. El cambio abrupto que se vivió en la transición de la educación presencial a estar recluidos en nuestros hogares, por temor a un enemigo invisible, fue algo que condicionó nuestro estilo de vida y cambió radicalmente nuestra vida universitaria.
Las páginas académicas digitales, las plataformas de comunicación virtual y la misma praxis pedagógica en México no estaban preparadas para este ataque sorpresa, por consiguiente, los estudiantes tampoco estábamos preparados para este cambio, pasando por problemas de estrés, falta de motivación y la ansiedad por esa sensación de incertidumbre, hasta aspectos materiales como las limitantes tecnológicas de los estudiantes, la crisis económica y el poco tacto, de académicos y autoridades, fueron un duro golpe al desarrollo universitario y personal de cada estudiante.
A lo largo del primer semestre se vivía un aire de incertidumbre, algunos estudiantes se sentían cómodos con esta modalidad, otros, algo confundidos con el nuevo ritmo virtual, ansiaban regresar a la presencialidad a la mayor premura. Mientras que el sector estudiantil que también se veía en la necesidad de trabajar para solventar sus estudios comenzaba a sentir la tormenta que se avecinaba con la crisis económica. Es así como, a mediados y comienzos del segundo semestre en línea vimos una enorme ola de deserción estudiantil, fuimos todos testigos de como nuestros amigos y conocidos abandonaban la universidad a causa del estrés psicológico, las limitantes tecnológicas, la incapacidad de poder pagar las cuotas de inscripción y promejoras o la necesidad de buscar trabajo para solventar las necesidades familiares, tema que abordaremos más adelante en el presente artículo.
Las autoridades de la UV, así como de la gran mayoría de las universidades del país, en un burdo intento de “empatía y solidaridad con los estudiantes”, dieron un comunicado que invitaba a los estudiantes a darse de baja temporal mientras “la situación regresaba a la normalidad” sin que esta causara escolaridad (es decir, sin afectación en el historial académico). Ya se ha comentado en artículos anteriores que estas medidas que buscan aliviar las presiones del estudiante si no se acompañan con un seguimiento del caso para la reinserción del mismo, este difícilmente regresará a las aulas. Las autoridades universitarias lo toman como un “respiro” o unas “vacaciones” para los estudiantes, pero la realidad es que el estudiante que no asiste a clases se ve obligado a buscar empleo, y ese nuevo ritmo de vida y las necesidades materiales que eso implica a causa de la crisis económica le absorberán, impidiendo así su regreso a clases.
Hay muchos factores materiales que atan al individuo una vez que se tiene que hacer cargo de responsabilidades familiares y económicas, y el invitarlo a abandonar la universidad sin ninguna campaña de seguimiento para su reinserción se convierte en la receta perfecta para una deserción definitiva.
El trabajo precario y necesidades del estudiantado
Como bien pudimos observar, muchos estudiantes se vieron obligados a buscar empleos, ya sea para poder apoyar en los gastos y pagar sus estudios o, en definitiva, para tomar el papel completo de mantener económicamente a su familia a causa de la enorme pérdida de empleos que se vivió con la crisis económica a raíz de la pandemia. Para desgracia de muchos, la cruda realidad de los estudiantes, incluso antes de la pandemia, es el contexto laboral. Los estudiantes que trabajan, en la mayoría de los casos, se ven obligados a optar por trabajos precarios, sin prestaciones y con sueldos extremadamente bajos, que, aunado a la pandemia y la masiva perdida de empleo de padres y madres de familia, obligaron a más y más estudiantes a recurrir a estos empleos llenos de explotación y peligros a la salud e integridad, haciendo que las necesidades materiales los obliguen a abandonar los estudios.
Podemos preguntar a nuestros compañeros sobre esta situación y seguramente la mayoría responderá que actualmente se encuentra laborando en estos trabajos precarios o conocen a alguien que este sumido en esta necesidad, a tal grado de considerar o de plano el haber optado por abandonar temporal o definitivamente la universidad.
Las necesidades de los estudiantes son las mismas que las de los trabajadores mÁs precarizados, salarios dignos y prestaciones, especialmente de carácter médico, dada la situación actual, pero el caso de los estudiantes es especial, además de trabajar, pertenecemos a una institución que está obligada a brindarnos educación, pública y gratuita. Algo que nuestros compañeros de la UV vemos que se trata de algo muy deficiente.
La UV y la educación pública y gratuita
Ya se ha hablado de las fallas de la Universidad Veracruzana en anteriores artículos, referente a la educación pública y gratuita, las cuales comparte con la gran mayoría de las universidades del país, fallas características de la educación dentro del sistema capitalista; el excesivo costo de las cuotas promejoras y de inscripción (llegando a $5,000 o más en algunas facultades) o el poco o nulo apoyo económico para prestadores del Servicio Social, por mencionar algunas, forman parte de las múltiples trabas, obstáculos y limitaciones elitistas que impiden el pleno desarrollo académico de los estudiantes que, junto a la crisis del COVID-19 vinieron a dar el golpe final, especialmente para los estudiantes de la clase trabajadora.
Muchas de estas cuotas no solo han seguido en pie a pesar de la evidente crisis, también han aumentado en algunas facultades, especialmente para los estudiantes de nuevo ingreso, con pretextos y justificaciones como que “es nuestro deber con y para la universidad” o con la farsa referente a que el pago del promejoras es voluntario y que cada estudiante tiene la elección de pagarla o no, pero al final de tu carrera te impiden titularte si no cubres los gastos de todos los semestres en los que no pagaste cuota. Estos son factores determinantes de la deserción o endeudamiento con la institución, factores que no deberían existir dentro de una universidad que se hace llamar “pública”.
Estas situaciones no han cesado incluso en la pandemia, y esto refleja la decadente y putrefacta situación en la que se encuentra la dirección de la Universidad Veracruzana, situación que le cuesta la educación a miles de estudiantes cada año, situación que no cambiará a menos que exista una organización estudiantil fuerte que, aliándose a la clase obrera, haga contrapeso y luche por las demandas de nuestros derechos y por la defensa de la educación pública y gratuita.
Regreso escalonado, un nuevo panorama para los estudiantes
Hace escasos días, el comunicado oficial de la Universidad Veracruzana informó lo que muchos estudiantes ansiaban desde hace tiempo, un primer intento para el regreso presencial a las aulas. De modalidad mixta, el regreso escalonado se hará realidad en la cabida de lo que las autoridades sanitarias señalen con respecto a la nueva ola de contagios; esperemos que la situación no cambie de aquí al inicio del semestre. Así, después de dos años los estudiantes podrán volver a tomar clases dentro de las aulas, las cosas no serán iguales, claro está, la mayoría de ellos ni siquiera conoce su universidad físicamente y tendrán tiempo para acoplarse y disfrutar lo que la universidad era antes de la pandemia.
Los estudiantes más viejos ahora tendrán que reacostumbrarse a la vida presencial, a las cátedras, exámenes y prácticas, pero sin duda este regreso será un fuerte respiro del agobiante estilo de vida que llevábamos acostumbrados, un tiempo de relajación y de recuperar el tiempo perdido con las amistades y el espacio físico que tanto se añoraba. Sin embargo, este periodo también es crucial para el trabajo organizativo dentro de las aulas y facultades, tiempo que no se debe desperdiciar.
La organización en los espacios universitarios
Veracruz, especialmente dentro de los espacios universitarios, es tierra fértil para la organización de los estudiantes. No existen organizaciones serias ni con carácter de lucha política dentro de estos espacios, la universidad se ha encargado de institucionalizar y burocratizar cualquier intento de disidencia, crítica o demanda de los estudiantes que luchan por sus derechos e intereses. El retorno a las aulas abre la oportunidad de un trabajo organizativo sin precedentes dentro de la universidad, una organización democrática, estudiantil y cien por ciento independiente de las garras institucionales que frenan y neutralizan la lucha.
Necesitamos construir una organización que sea la voz unísona del estudiantado, que sea el brazo fuerte a la hora de hacer frente a las injusticias del capitalismo y de las instituciones universitarias, que luche por el regreso de nuestros compañeros que desertaron, por la eliminación de las cuotas promejoras y de inscripción, porque existan condiciones sanitarias adecuadas para tomar nuestras clases y por la defensa de la educación pública y gratuita.
Es por eso que invitamos a los estudiantes a organizarse con nosotros, las Juventudes Marxistas, plataforma juvenil de La Izquierda Socialista, en contra del capitalismo y de las injusticias hacia el estudiantado en el estado de Veracruz. Contáctennos y conozcan más de nuestra organización.
¡Por la defensa de la educación pública y la lucha por el socialismo!
¡Estudiantes organizados en la Universidad Veracruzana!