Antes de hablar de las perspectivas económicas para México en este año, tenemos que hacer algunas breves precisiones que, aunque parezcan repetitivas son necesarias, especialmente para quienes nos leen por primera vez.
Una economía enlazada a EE UU
La economía mexicana, especialmente a partir de 1994 con el Tratado de Libre Comercio (TLC), entró en un proceso de convergencia supeditada con respecto a los Estados Unidos, tomando en cuenta que la diferencia de las economías entre ambos países es de 20 veces, nos encontramos más bien en una especie de protectorado económico.
A partir de entonces, la economía mexicana cambió su perfil de acumulación de capital. Pasó de uno basado en el mercado interno, apoyado por la renta petrolera, a una reindustrialización basada en la exportación de productos manufacturados ampliamente integrados a las cadenas de producción centradas en la economía norteamericana. De ahí que el 80% del comercio internacional de México se dé con Estados Unidos y que tanto las exportaciones como las importaciones sean básicamente parte de estas cadenas de suministro para una producción que en su mayoría tiene su destino en los países capitalistas avanzados. Vemos un perfil básicamente maquilador, en donde lo importante es la mano de obra barata.
Para que México pudiera jugar adecuadamente su papel en esta relación económica, se requerían adecuaciones de orden político y jurídico, “reformas estructurales” que fortalecieran las cadenas económicas y las protegieran contra el “peligro” democrático.
Todos los gobiernos, desde 1994 hasta 2018, estuvieron dedicados a cumplir con las condiciones requeridas por el TLC, cuyo segundo capitulo se cumplió en 2018 con la firma del T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá.
AMLO sigue el mismo camino
El gobierno de AMLO está decidido a continuar la misma estrategia que los gobiernos anteriores, y eso supone aceptar ciertas reglas. Con ello considera que se libera de variaciones bruscas de la economía como devaluaciones abruptas o colapsos en la producción, dado que su parte más dinámica está destinada a cubrir suministros para la producción o directamente del mercado de una economía que supone el 25% de la producción mundial. Dos parámetros en los últimos años han sido ejemplares en esta supeditación, uno es el tipo de cambio, el otro es la inflación.
A inicios del gobierno de AMLO el tipo de cambio rondaba los 20.34 pesos por dólar. En la fecha en que se escribe este articulo el tipo de cambio es de 20.36 pesos por dólar, lo que significa que, en términos prácticos, no ha habido cambios en la relación peso dólar pese a los altibajos procedentes de flujos especulativos pero que luego de los vaivenes naturales tienden a estabilizarse.
El otro parámetro, este si bastante interesante, es la inflación, como se puede ver en el gráfico[i], hay un comportamiento muy similar.
[i] https://www.eleconomista.com.mx/economia/Inflacion-en-Mexico-esta-alineada-con-la-tendencia-en-Estados-Unidos-20220117-0044.html
Un dólar débil y la participación norteamericana en México
Podemos observar que el poder adquisitivo del peso, producto de la inflación, se ha mermado en el siguiente orden: 2019 fue de 3%; 2020 fue de 3.15 y 2021 de 7%, lo que significa que en 3 años el peso ha perdido un aproximado del 14% de su capacidad de compra. De igual modo, una persona digamos con 20 dólares en su bolsillo, habría perdido exactamente lo mismo, es decir un 14%. Aunque suene raro, en México el dólar tiene un pronunciado menor poder de compra, que sin duda se mantendrá los siguientes años.
Un tipo de cambio estable es necesario para la economía norteamericana cuya competitividad se vería mermada drásticamente con un peso barato, especialmente en las mercancías de origen exclusivamente mexicano. A mismo tiempo existen más de 31 mil 140 empresas con inversión norteamericana[i] que operan en México y que también se verían afectadas por un cambio brusco en el tipo de cambio. La mayoría de estas empresas operan con moneda mexicana, de hecho, de los cerca de 20 mil millones de dólares que representa su inversión anual en México en el 2021[ii], poco más del 40% son reinversión de utilidades. De ahí su poco interés en una devaluación del peso.
Sincronización de la crisis
En este sentido, el crecimiento de la economía en México viene aparejada directamente con las expectativas de la norteamericana, de ahí tenemos que la caída de un 3.5% de la economía de los Estados Unidos en el año 2020 arrastró a México a caer más de un 8%.
Para el año 2021 el fuerte crecimiento norteamericano que rondó el 6% el primer semestre arrastró a la economía mexicana a crecer un 7% durante ese mismo periodo. No obstante, en el tercer trimestre la economía norteamericana detuvo su dinamismo, creciendo solo un 2%, en México este parón significó un freno de mano, de hecho, se tuvo una leve caída de 0.4%. Para el cuarto trimestre del 2021 es probable que la economía norteamericana haya crecido entre un 4 y 5%, lo que daría un promedio anual un poco arriba del 5%. De forma paralela la economía mexicana también crecerá aproximadamente esa misma cifra porcentual, es decir un poco más del 5%.
Como México está atado de pies y manos a lo que suceda en los Estados Unidos, debemos tomar en cuenta las dificultades de la economía norteamericana en el próximo año para establecer una previsión de lo que sucederá en México, al menos en el nivel macro.
El estancamiento que viene
Como ya hemos señalado, los Estados Unidos presentan serias dificultades debido al tamaño del déficit público y el endeudamiento, que continuarán significando obstáculos para que las medidas keynesianas que ha implementado el gobierno de Biden tengan algún efecto significativo. En general se prevé un crecimiento en torno al 2 y 3 %, a no ser que sobrevenga una nueva crisis, en el caso de que el Estado no sea capaz de soportar un nuevo colapso de alguno de los sectores de la economía que sobreviven por las aportaciones de la Reserva Federal por la vía de créditos con tasa cero.
Los efectos en el incremento del desempleo y la inflación, que no se habían visto en décadas, no se han podido frenar con ninguna política pública y eso repercutirá al limitar el crecimiento económico a la simple esperanza de esperar soportar el año en condiciones mejores que el anterior.
El escenario en suma es de un estancamiento, el peso de la deuda tanto pública como privada, sumado a la deuda de las familias norteamericanas será suficientemente fuerte como para evitar inversiones importantes en las fuerzas productivas, vitales para un crecimiento sostenido.
Ese será el principal obstáculo para el crecimiento económico en México, dado que su palanca más dinámica, es decir, el comercio exterior con los Estados Unidos, dará en el mejor de los casos, solo para mantener un crecimiento de entre 2 y 3%.
La única salida real
Una alternativa sería estimular el mercado interno con una masiva inversión pública, impulsando un gran plan nacional de industrialización, de desarrollo de comunicaciones, tecnificación del campo, etc. De otro modo, lo que sucederá es que seguiremos a la expectativa de lo bien o mal que le vaya a la economía norteamericana, actuando como un auténtico patio trasero en el terreno económico, tal y como ha sucedido los últimos años. Sin colapsos espectaculares, sin variaciones importantes en el tipo de cambio y sin inflación de dos dígitos, pero acompañando al estancamiento norteamericano hasta que la crisis global nuevamente nos suma en otra crisis como la del 2020.
Dicho todo esto, es preciso recordar que la única manera de disminuir la pobreza y las desigualdades no está en si misma en el crecimiento económico. Ya el porfirismo demostró que se puede crecer y al mismo tiempo llevar a los trabajadores a la miseria más espantosa. Ya el llamado neoliberalismo demostró que en el marco de cierta estabilidad macroeconómica se puede transferir la riqueza de toda la sociedad a unas cuantas manos.
Una estrategia que verdaderamente pueda enfrentar la pobreza debería centrarse en transferir la mayor parte de la renta nacional a los trabajadores, esto es un problema de poder político. Dicho de otro modo, el pastel es uno y los patrones se llevan el 73.8% del total, dejando a todos los asalariados, incluyendo a los que se creen de clase media, con el 26.2% restante.[iii] La única manera de revertir esta situación es expropiando los grandes capitales e impulsando la transformación revolucionaria en ambos lados de la frontera.
[i] https://www.economia.gob.mx/files/gobmx/comercioexterior/fichas/usa.pdf
[ii] https://www.gob.mx/se/articulos/mexico-capta-24-831-7-millones-de-dolares-de-ied-en-los-primeros-nueve-meses-de-2021-288642?idiom=es
[iii] https://www.modaes.com/entorno/la-distribucion-del-ingreso-nacional-de-mexico-registra-cifras-desiguales.html