Tras casi 10 meses de cuarentena, la ciudad de Juchitán de Zaragoza en Oaxaca se encuentra al borde del colapso, como el título de éste artículo lo indica, siendo una víctima más del capitalismo y de la “democracia” burguesa. El actual presidente municipal, Emilio Montero Pérez , haciendo caso omiso a la situación actual, se encuentra realizando su campaña política que cuenta con mítines donde se deja a un lado la sana distancia.
Aprovechó los últimos meses para poner en marcha proyectos que durante su gobierno no arrancó esperando hasta que su tiempo en el palacio municipal fuese a terminar para llevarlos a cabo. Ejemplo de esto es arreglar el drenaje en una de las secciones de Juchitán que lleva meses derramando aguas negras en uno de los callejones que da directamente al río, contribuyendo a la contaminación del mismo además de arrancar con la reparación de una de las calles céntricas que se encontraba dañada hace meses, procediendo al rompimiento del viejo pavimentado para posteriormente la construcción de uno nuevo. En estos momentos, donde una posible reelección está en juego, el presidente municipal está haciendo su esfuerzo por mantenerse en el poder. En medio de una situación tan preocupante como esta, durante el tiempo que ha durado, sólo ha demostrado la fragilidad del sistema burgués ante este tipo de problemas.
Entre otras negligencias que se han llevado a cabo en la ciudad de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, es la reactivación de fiestas siguiendo las normas de salud, dando paso a un posible rebrote en los casos de esta enfermedad que ya ha cobrado 63 vidas.
Aunque el centro se encuentra cerrado, las medidas sanitarias no son respetadas tanto por los ciudadanos como por las autoridades, quien sólo observar quienes son los ciudadanos usando de manera incorrecta el cubre bocas, al igual que los “filtros sanitarios” donde la policía sólo le hace una seña a los vehículos recordando el uso de cubrebocas a los pasajeros que no lo portan. Así mismo, en las filas para ingresar a distintos lugares, no se respeta el número mínimo de personas dentro de un lugar, siendo la fila el lugar donde se dan los contagios. Esto pudo observarse en los días del buen fin, pues se podía observar a los ciudadanos en tiendas aglomeradas, siendo víctimas del capitalismo, haciendo gastos innecesarios en artículos con un supuesto descuento que no hacen más que crear deudas entre los pobladores a las grandes empresas.
Algunos de los mayormente afectados son las personas que se dedican al transporte de pasaje pues, tanto los taxistas como mototaxistas, han sentido el golpe del capitalismo en crisis pasando de una ganancia diaria aproximada de $400-$500 diarios, incluyendo la cuenta del propietario, a un máximo de $300 sin contar la cuenta. A esto hay que restar la gasolina que consume un mototaxi no mayor a los $50 diarios. Algunos deben entregar una cuenta al dueño del transporte que puede variar de los $100-$150 la misma, que ha descendido pues lo habitual eran $200, quedando una ganancia diaria aproximada de $150 siendo realmente un poco más al salario mínimo pero apenas lo suficiente para que sobreviva una familia de la región.
El sector de negocios más importante de la ciudad se ha visto mayormente afectado, el cual es el sector que depende de las fiestas que aunque realmente no cesaron sí se vieron disminuidas. De este negocio dependen músicos, las personas encargadas de la elaboración de las decoraciones, la elaboración de la comida así como de las botanas; las agrupaciones musicales conformadas por hasta 20 personas se han visto mayormente afectados reduciendo sus precios hasta la mitad. Las que realizaban la comida ponen sus puestos y la venden desde su casa.
En octubre, la venta de flores para la decoración de los altares era una fuente de ingresos para familias pero en estos momentos la venta se vio disminuida, aunque no desaparecida, pues aunque se les prohibió la venta en el lugar habitual se reubicaron en otro punto al cual las personas asistieron haciendo caso omiso a las recomendaciones de las autoridades.
Todos los problemas anteriores han dado paso a que la población de escasos recursos se vea involucrada en delitos como asalto y robo a casa-habitación que se ha visto en aumento desde el inicio de la pandemia, siendo el caso reciente de una vecina de la octava sección quien tras entrar a su casa se robaron los ahorros de la familia calculados en $50,000. Estas acciones no son justificables, pero ante la falta de empleo se ven orillados algunos ciudadano a realizar estas acciones delictivas con tal de obtener dinero para sostener a sus familias.
Se requiere la organización del pueblo juchiteco, por ejemplo, formando comedores comunitarios que funcionen bajo los recursos del municipio y empleen a gente que se ha visto afectada económicamente. Se necesita hacer un censo y saber donde se encuentran las familias con mayor vulnerabilidad para llevar alimentos, recursos y auxilios médicos si los necesitaran y comités de personas no vulnerables, tomando medidas sanitarias, deberían llevar éstos a las personas que lo necesiten. Se deberían poner los recursos económicos de los gobiernos a distintos niveles y de la economía en beneficio de toda la población.
El presidente municipal de Juchitán debería avergonzarse, al ser un supuesto representante de la izquierda, por su actuar, al mostrarse más interesado en reelegirse que en ayudar hasta sus ultimas consecuencias al pueblo teco. Los gobiernos de la histórica COCEI nos demuestran que es posible gobernar apoyado en el pueblo organizado en beneficio de obreros y campesinos.