Hace un par de semanas fuertes lluvias azotaron parte del territorio nacional, lo que desencadenó un viacrucis para miles de personas en la Ciudad de México y en el oriente del Estado de México, ya que la cantidad de lluvia fue tal, que los sistemas de alcantarillado fueron rebasados, teniendo como consecuencia que algunas zonas se inundaran.
El inicio del viacrucis
El miércoles 12 de mayo cayó una lluvia intensa durante aproximadamente dos horas; en la Ciudad de México, automóviles quedaron atrapados en los pasos a desnivel, el metro suspendió el servicio en varias estaciones y ahí inició el viacrucis. Miles de trabajadores quedaron atrapados en la inundación, unos, en el transporte en el que ya viajaban, al inundarse la salida a la autopista México-Puebla, la única. Por cierto, el tráfico se volvió más que lento, porque a la altura de la parada conocida como Cárcel de mujeres, que está por el puente vehicular La Concordia, el paso estaba cerrado. Por su parte, los trabajadores que fueron desalojados del metro se encontraron ante la incertidumbre de no tener un medio de transporte en el cual desplazarse a sus hogares, así que muchos de ellos empezaron a caminar por donde se podía (cabe mencionar que los destinos de los trabajadores son Texcoco, Chicoloapan, Chimalhuacán, La Paz, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Chalco, entre otros). Muchos de ellos, al no haber más alternativas, tuvieron que emprender su camino sobre la inundada calzada Zaragoza. Esto significó adentrarse en agua mezclada con residuos de alcantarillas, situación que los vulneró a contraer enfermedades, mojarse con agua sucia, pues obviamente al verse saturadas las alcantarillas, el agua regresaba con suciedad, lo que ya significaba ponerse en riesgo. También hubo pérdidas materiales, extraviaron zapatos, ropa, mochilas y otras cosas que inevitablemente se mojaron al caminar hacia sus hogares.
El sistema meteorológico nacional informó de posibles lluvias, no obstante, el carente mantenimiento de los drenajes y la nula intención de desarrollar un protocolo de prevención y atención para las inundaciones en dicha zona, a pesar de ser un problema recurrente, han sido ignoradas de manera constante en todas las administraciones habidas en la Ciudad de México y principalmente de los delegados dirigentes de las zonas afectadas. Del mismo modo, las autoridades del Estado de México, así como los gobiernos municipales, saben sobre las afectaciones que ocurren con la lluvia, pues es recurrente que se inunden los alrededores de la autopista México-Puebla. Pese a esto no se hace absolutamente nada para remediar esa situación, lo cual es indignante, pues su indiferencia puede atribuirse a que, al no ser ellos quienes se ven afectados, consideran innecesario darle mantenimiento a las rutas por donde circula, mayormente, la clase trabajadora del oriente de la ciudad y de una buena parte del Estado de México.
Pero el viacrucis no quedó ahí, muchos de los trabajadores que quedaron atrapados en la inundación, y después de varias horas de caminar o de esperar algún tipo de transporte que sorteara las tribulaciones provocadas por la lluvia, llegaron a su domicilio para darse cuenta que las cosas se iban a poner todavía peor.
Miles de viviendas se inundaron, en algunos lugares el agua subió más de un metro, entrando a las viviendas y destruyendo el patrimonio que tanto sacrificio les costó tener: camas, estufas, refrigeradores, televisiones, etc., quedaron inservibles. Sin mencionar que la ropa, zapatos e incluso documentos también se perdieron total o parcialmente.
Esa noche la lluvia fue persistente, haciendo muy difícil la tarea de sacar el agua de las viviendas o de al menos bloquear el flujo de agua para que no se inundará más, y en los próximos días las lluvias no se detuvieron, lo que en pocas palabras significó que les llovió sobre mojado a las familias que perdieron casi todas sus pertenencias.
Y como era de esperarse, las autoridades actuaron con mucha tardanza y nuevamente fue la gente de a pie, la que no dudó en ayudar. Se abrieron centros de acopio para los damnificados y se iniciaron los trabajos para sacar el agua y empezar a limpiar. En algunos lugares se tuvo la ayuda de los bomberos o de personal de protección civil, pero no todos tuvieron ese apoyo.
Se deberían de crear y organizar comités de vecinos que hagan recorridos para ver cuáles son las zonas más vulnerables. Hacer cuadrillas de limpieza de coladeras, exigir que desazolve antes de que inicie la temporada de lluvias, de otra manera lo que pasaron en esta ocasión se volverá a repetir una y otra vez.
Tan solo hay que recordar que después de que en dos ocasiones se desbordara el Canal de la Compañía (con una diferencia de 10 años entre los desbordamientos), se decidió entubarlo. Eso tampoco fue de inmediato, fue el resultado de la lucha de los vecinos afectados. Tuvieron que cerrar la autopista México-Puebla en ambos sentidos para que sus reclamos fueran escuchados. Hoy la situación no es diferente, es necesario organizarse y exigir soluciones a las autoridades de todos los niveles de gobierno. Ahora las promesas de campaña suelen ir enfocadas a resolver esos problemas, pero obviamente son palabras huecas de personajes innombrables. Al menos en Valle de Chalco, quienes buscan la presidencia municipal ya saben de lo que ocurre y no han hecho nada, es por eso que la organización independiente a los partidos políticos y/o asociaciones partidarias es la única vía para resolver el problema que afecta a las familias trabajadoras.