Es evidente que habrá fraude. El aparato cachureco y Estatal se moviliza. Se denuncia que ya se están llenando votos y actas, comprando masivamente identidades y hay amenazas de asalto a las oficinas que deben entregar las nuevas credenciales a electores. Habrá boicots contra los órganos electorales y acciones de desestabilización, buscando generar miedo e inhibir el voto. Hay una Campaña mediática con lemas como: «La política no me da de comer», buscando incentivar la abstención. Nada de eso parará a un pueblo que quiere fuera a la dictadura y aspira a una vida digna, que el capitalismo decadente no les ofrece.
El gobierno golpista está corrompido hasta el tuétano, ha saqueado con descaro al pueblo (el caso del desmantelamiento del sector salud es sólo uno de los peores ejemplos). Es un gobierno ligado al crimen organizado, un Narcoestado. Siguiendo la tradición de la oligarquía, es un gobierno servil al gran capital internacional, dispuesto a poner las mejores condiciones de saqueo y explotación, la implementación de las Zona de empleo y desarrollo económico, lo demuestran.
No se puede culpar a las masas de la barbarie en que ha vivido Honduras, ellos han luchado una y otra vez, pero los dirigentes siempre han ido a la zaga. Las condiciones para la revolución más que madurar comenzaron a pudrirse. Una expresión de esto es la migración masiva, reflejando no sólo falta de alternativas de vida digna sino falta de esperanza.
Las contradicciones lejos de disminuir se han acrecentado. La oligarquía extendió la liga a tal punto que está a punto de romperla. El actual régimen se ha sostenido más allá de sus límites. Eso puede llevar a una reacción de las masas de enormes dimensiones.
Honduras había digo la retaguardia de la lucha ha revolucionaria en Centroamérica. Con excepciones gloriosas como la huelga bananera del 54, las masas no habían adquirido la fuerza la te a enfrentar a la reacción de manera decisiva. El gobierno de Zelaya abrió las compuertas. Fue una verdadera lucha revolucionaria de masas la que enfrentó a la dictadura. Vinieron después importantes procesos como la marcha de las antorchas o la lucha contra el fraude electoral de 2017. Está elección no parte de cero, detrás hay ricas experiencias de importantes luchas recientes.
Xiomara Castro y Libre lanzan la consigna #SeVan. No es del todo correcta, no se irán, se les debe echar. La única forma de echarlos es con la acción contundente de las masas. O hay una avalancha en las urnas, que desarme el fraude montado o será la lucha en las calles la determinante.
La correlación de fuerzas es muy favorable. Si las masas llevan a un triunfo, la oligarquía y el imperialismo tratarán de que la dirección de la Alianza opositora se modere y les haga concesiones. La única forma de no caer en esa trampa es apoyándose en el movimiento revolucionario de las masas. Las masas solo pueden confiar en sus propias fuerzas y en nadie más.
Hay que dar un voto crítico a Libre, hay que participar masivamente en la elección del 25 de noviembre y hay que defender el voto, pero sobre todo hay que organizarse en cada barrio, en cada centro de trabajo, en cada universidad, en cada aldea y pueblo. Es la lucha revolucionaria de masas la que impondrá los elementos más progresistas del programa de Xiomara y empujará a ir más lejos. Hay que hacer realidad lo que dice la candidata de la izquierda: crear un Estado Socialista y democrático. Eso significa que el poder esté en manos de los trabajadores, destruyendo al viejo estado y sus represivas fuerzas armadas.
Se viven momentos decisivos en Honduras. Una derrota profundizará la barbarie y las penurias, sumirá al pueblo en una desesperación mayor. Es ahora o nunca. No se irán, el pueblo los debe echar con la acción revolucionaria de masas.
*Izquierda Marxista – Corriente Marxista Internacional en Honduras