Amparados en la obscuridad de la noche, en la madrugada del 28 de junio de 2009, centenares de militares entraron a la residencia presidencial y capturaron a José Manuel Zelaya Rosales, presidente legítimamente electo de Honduras. Aun vestido en pijama le enviaron a un exilio forzoso a Costa Rica.
Se dio a conocer una carta de Zelaya, en la que renunciaba a la presidencia para evitar un mayor baño de sangre, el presidente derrocado negó que esa carta fuera suya. En base a esa falsificación, el parlamento actuó como un circo: aceptó la renuncia de Zelaya y designó a Roberto Micheletti, al presidente del congreso, proveniente del partido Liberal, como el nuevo presidente de Honduras. Es común que el agresor se hace pasar como agredido para justificar sus acciones, pero aquí no había ninguna justificación que legitimara el actuar de los oligarcas, que actuaron peor que gorilas. El rechazo internacional fue casi unánime, los golpistas se imponían sin legitimidad interna y externa.
Hace 20 años inició un proceso revolucionario en Latinoamérica y vimos movilizaciones de masas, huelgas generales e insurrecciones, ante la imposibilidad de los trabajadores de tomar el poder, el proceso se expresó en las urnas llevando a presidentes que de una u otra forma estaban más a la izquierda que los anteriores. En Venezuela Hugo Chávez llegaría a declarar que el camino era el socialismo y buscó una alianza latinoamericana. Venezuela ofrecía mejores condiciones comerciales a la pequeña Honduras que los mismos EEUU. Mel Zelaya, que venía del partido Liberal, de carácter burgués, se agrupó en torno al ALBA y comenzó algunas reformas dentro de Honduras como el aumento al salario y el intento de hacer reformas constitucionales intentando hacer una asamblea constituyente. La oligarquía usó al aparato estatal para oponerse a ello y declarar su ilegalidad, Mel llamó a una consulta ciudadana para preguntar si se ponía una cuarta urna en las siguientes elecciones para preguntar al pueblo si estaba de acuerdo con una asamblea constituyente. Ni ese mínimo ejercicio de participación democrática del pueblo fue aceptado por la oligarquía y antes de su realización hicieron un golpe de Estado. En este periodo de decadencia capitalista la burguesía no es capaz de aceptar las más mínimas reformas.
El gobierno de Mel estaba siendo una compuerta para el despertar de las masas en la política y la burguesía quería frenar eso. El golpe de Estado lejos de apaciguar el fermento fue una llamarada que levantó a las masas en una lucha revolucionaria. Desde 1954, Honduras no vivía una lucha de las masas trabajadoras de esa magnitud. Cuando Mel Zelaya intentó regresar al país, fue recibido por la movilización más numerosa en la historia de Honduras.
El golpe de Estado fue una medida reaccionaria y sus efectos han sido muy negativos. Pero así como Newton dice que a toda acción hay una reacción en sentido opuesto, en Honduras el golpe generó un descredito del Partido Nacional, la desarticulación y pérdida de base del Partido Libera (siendo un cascarón vacío) y la formación de una organización de masas de los trabadores: el Frente Nacional de Resistencia Popular.
Las farsas electorales
La ilegitimidad y debilidad golpista los ha llevado a hacer 3 elecciones. Las primeras fueron a finales de 2009, organizadas de una forma tan manipulada que la mayoría del pueblo ni siquiera se presentó a votar porque no querían legitimar al régimen, así fue impuesto Porfirio Lobo.
En las segundas elecciones inicia un cambio en la organización popular del pueblo hondureño. Con el argumento de crear una mayor alianza electoral para enfrentar a los golpistas, se creó el partido Libre, donde el Frente Nacional de Resistencia Popular puso la base y muchos candidatos los puso el partido Liberal de tinte burgués. Al final el partido se orientó hacia las elecciones descuidando la organización de masas y la lucha callejera. En esas elecciones el régimen gastó al menos 250 mil dólares para comprar masivamente los votos en otras acciones fraudulentas.
Juan Orlando Hernández (JOH), ahora embestido presidente, cambió las leyes para reelegirse en 2017. El pueblo ya había demostrado su disposición a luchar, muy significativo es el movimiento de las antorchas en 2015. Pero las huelgas universitarias y de trabajadores fueron otro medio de expresión de la lucha del pueblo en esos años. Mientras que las masas estaban más dispuestas a pelear por un cambio, Libre decide hacer una alianza más a la derecha, renunciando a la candidatura, otorgándosela al ex comentarista de deportes Salvador Nasralla.
El pueblo acudió pacífica y masivamente a votar contra JOH. Los golpistas hicieron un fraude tan descarado como nunca. La consecuencia fue un movimiento insurreccional que incluso fisuró a las fuerzas policiacas que en algún momento se amotinaron y se negaron a reprimir. Mientras las masas se batían en las calles, Nasralla tenía ilusiones en que la OEA intervendría a favor de su triunfo. El imperialismo y sus organismos internacionales prefirieron a JOH que a un gobierno o nueva elección surgida de la lucha revolucionaria de las masas. La única salida era llevar el movimiento hasta el final, con acciones como la huelga general e implementar instrumentos de organización de los trabajadores como las asambleas populares. Lo significativo no es que fuera derrotada esa lucha imponiéndose JOH, sino que el movimiento de masas fuera tan lejos a pesar de no tener en la vía de los hechos una dirección, pues Libre fue siempre a la zaga de los acontecimientos.
El saldo de la violencia
Un primer efecto visible del golpe fue el incremento de la violencia. En 2008 Honduras tenía una tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes de 56.6. En 2011 alcanzó la cifra de 86.47, hoy el SEPOL dice que el índice de violencia ha bajado a 41.41 homicidios, cifras que parecen más maquilladas que reales.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) dice que fueron, sólo entre 2014 a 2016, 25 periodistas. Un caso que dio la vuelta al mundo, fue el impuse asesinato de la activista social Berta Cáceres, pero no es un caso aislado. El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), dice que ha habido 14 asesinatos selectivos y hay 13 desaparecidos. Otra serie de activistas han sido asesinados en medio de la marea general de violencia, en casos que no se pueden identificar de forma clara como políticos.
Dada la ilegitimidad el gobierno ha tenido que recurrir a la represión cotidiana de las protestas. Seguramente el gobierno ha gastado una enorme cantidad de dinero en balas de goma y gas para lanzar contra su pueblo. Disparos de arma de fuego también han sido lanzados en contra de las manifestaciones. Hace 10 años, un joven de 19 años, Isy Obed Murillo Mencías, fue el primer asesinato de los golpistas. Fue dramático ver la imagen del compañero, cargado por los dos brazos, boca arriba con su cabeza colapsada por un disparo que la atravesó, chorreando sangre. Esas imágenes, lamentablemente, son cada vez más comunes en Honduras. Según Cofade, en estos 10 años han sido asesinados 136 compañeros en las manifestaciones.
El nivel de violencia se ha intensificado, siendo prácticamente el único soporte que tiene el actual Estado, pues no tiene legitimidad alguna. El caso de la reciente irrupción de los militares en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, donde al menos 8 estudiantes fueron heridos, es una postal de la actual situación. En el aniversario 10 del golpe de Estado, Honduras está militarizado.
Pobreza y migración
“Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) las personas en condición de pobreza representan el 68 por ciento de la población, es decir, más de seis millones. De esa cantidad un 44 por ciento (3.9 millones) viven en la pobreza extrema.”
“Además, el subempleo es de 56 por ciento, mientras que el 75 por ciento de los asalariados recibe menos de la remuneración de subsistencia. Esta situación ha llevado a un éxodo masivo” (telesurtv.net).
La migración se disparó después del fraude electoral de 2017 y la reimposición de JOH en la presidencia. En 48 mil 22 deportados pero en 2018 la cifra aumentó un 57%, llegando a 75 mil 279 en 2018. Eso explica la realización de las caravanas migrantes que se suscitaron una tras otra. También el descontento popular que se ha manifestado en continuas protestas.
La fractura de las fuerzas policiacas
En las protestas de 2017 se dieron amotinamientos del grupo Cobras de la policía. Como explicamos en su momento:
“La policía y el ejército son instrumentos represivos en defensa de los intereses del gran capital, pero en sus bases hay gente que vive en las mismas condiciones de pobreza que el resto de obreros y campesinos y sus familiares muchas veces están en las calles luchando. Los Cobras y otras corporaciones se negaron en días pasados a reprimir, en esta nueva jornada de lucha, distintos mandos policiacos han renunciado a sus corporaciones. Los policías rasos, estando en la calle, se contagian del ambiente revolucionario del pueblo. El movimiento debe organizar comités de autodefensa, a la vez que agita en las bases de las fuerzas armadas para dividirlas. Mel Zelaya hizo un llamado a las fuerzas armadas a ponerse bajo las órdenes del nuevo presidente. Los soldados y policías que se niegan a reprimir, deben formar comités en sus batallones, en asambleas destituir a los mandos represores y sustituirlos por elementos bajo control de la base, se debe aislar a los elementos más reaccionarios de la policía que continúan reprimiendo al pueblo y voltear las armas contra los explotadores y su representante Juan Orlando Hernández”
Para que la protesta policiaca fuera efectiva y se pasara un sector del lado de los trabajadores, era necesario tomar las medias arriba mencionadas pero esto no ocurrió, como consecuencia hubo policías reprimidos, se aislaron a los elementos más identificados de la protesta, se les encerró y adoctrinó nuevamente en los cuarteles y se usaron otras corporaciones para reprimir. El elemento central es que el movimiento de masas no pasó a la ofensiva para profundizar la crisis del Estado y demostrar que luchaba verdaderamente por el poder. En esos días escribimos:
“El movimiento de masas llegó a alcanzar un carácter insurreccional a nivel nacional y fracturó a las fuerzas represivas estatales. La última decisión estaba en las calles. Era completamente posible derrocar al régimen golpista pero para ello había que ir a la ofensiva. El tiempo estaba en contra del movimiento. La lucha de masas no puede mantenerse en ebullición permanentemente. Si no se tiene conquistas tangibles, tarde o temprano la lucha de masas descenderá. Los capitalistas pueden esperar a que las masas se cansen para retomar el control. Por eso señalamos la necesidad de avanzar en acciones como una real huelga general, la toma de edificios gubernamentales acompañados del establecimiento de asambleas populares y la elección en las mismas de representantes que coordinaran la lucha regional y nacionalmente. Las masas han dado todo pero los dirigentes de Libre y los sindicatos no han sabido canalizar este potencial. Un partido auténticamente revolucionario es como un pistón que puede concentrar toda la fuerza del vapor en un punto, pero sin el pistón el vapor tenderá a disiparse” (Honduras: La débil dictadura se impone acosada por la lucha de las masas)
En medio de las actuales protestas, nuevamente la policía se fracturó. De manera normal un sector de gente veía con desconfianza esta protesta y algunos con odio por el papel represivo que han jugado. Aun con ello pensamos que lo que se debería haber hecho es en avanzar para fracturar y atraer o neutralizar a la base de la policía. Pero nuevamente el elemento determinante es que el movimiento de masas, en esos momentos decisivos, no ha sido capaz de pasar a la ofensiva. El límite no está en la disposición de las masas sino en la incapacidad de la dirección de llevarlas más lejos.
Acciones revolucionarias de masas
El 26 de abril el parlamento impuso una reforma privatizadora a la salud y educación que socaba muchos derechos laborales. Eso reactivo las protestas sociales, con periodos de alzas y bajas. La lucha de los médicos y profesores ha sido tomada como propia por el pueblo. La marcha del día del trabajo, el 1° de mayo, significó un punto de inflexión porque fue un punto de unidad que animó las protestas. Se extiende el sentimiento claro de no puede haber concesiones con este gobierno y que las luchas reivindicativas no pueden solucionarse sin antes derrocar a la dictadura.
Barricadas callejeras bloquean las avenidas y calles, en las noches hemos visto cacerolazos. En medio de este ambiente los transportistas se organizaron y realizaron un paro que estaba metiendo en aprietos económicos al gobierno. Esto fue visto como un llamado a la ofensiva y de forma semi expontanea las masas dieron una pequeña demostración de fuerzas en la noche del 19 de junio. El paro del transporte debería haber sido el llamado para que otros sectores paralizaran la economía, poniendo JOH al borde de su caída. En ese contexto es cuando se da la nueva protesta y amotinamiento de la corporación Cobras de la policía. Pero al final se llegó a un acuerdo con el gobierno y los transportistas, eso hizo que decayeran las acciones de protesta generales y la policía finalmente obtuvo promesas y con eso desactivaron la lucha.
El 21 de junio JOH recibió en Honduras a un grupo de marines de los EEUU. Seguido de eso las calles fueron ocupadas de forma directa por los militares. Esto es un reflejo del temor al movimiento de masas y de la nula base de apoyo entre la sociedad trabajadora hacia el gobierno. El gobierno se sostiene por la fuerza bruta y el apoyo imperialista.
El aniversario del golpe
El aniversario del golpe se da en el periodo en que el gobierno golpista es más débil. Lejos de aprovechar esta fecha para empujar hacia adelante la lucha con una jornada nacional de protesta, Libre convocó a una jornada de foros y actividades conmemorativas y culturales. No por ser una jornada light la dictadura iba a actuar más moderadamente, la debilidad invita a la agresión. Hubo una fuerte movilización policiaca. Dentro de los actos se iba a hacer un acto recordando a los mártires de la dictadura y poniendo como nombre a una plaza: Isy Obed Murillo, en honor al primer caído de la dictadura. Pero las fuerzas armadas de JOH tomaron la plaza y evitaron la actividad. Al final se hizo un concierto conmemorativo. Hubo protestas en varios lugares donde la gente tomó calles, pero no fue una acción de masas. Al no ver un plan de acción serio mucha gente se quedó en sus casas o trabajos.
La situación en Honduras es delicada. Hay cansancio y hay enojo, las amplias masas lucharán pero cuando vean que las acciones servirán para avanzar en la derrota del gobierno golpista. Las condiciones materiales harán que nuevos sectores salgan a luchar. Cualquier accidente generar una respuesta de masas. La situación es desesperada, se han visto saqueos de tiendas, es posible que de algunos provocados, pero se corre el peligro que se generan más acciones como estas de manera aislada que faciliten la represión y no ayuden a la unidad de los trabajadores.
Hay sectores de los empresarios que ven el costo de mantener a este gobierno, aunque le temen más a la lucha de las masas. La tradición liberal de algunos dirigentes de Libre puede llevarlos a buscar alianzas con estos sectores de la burguesía, ellos solo quieren buscar la mejor forma de seguir explotando al pueblo hondureño y debemos rechazar cualquier alianza con ellos. Nosotros pensamos que la mejor forma de sacar al dictador es con la lucha de los trabajadores que, repetimos, debe trascender a una acción que supere los paros que se centran en la toma de carreteras, debemos paralizar directamente la producción.
La situación es de enorme fragilidad, de gran inestabilidad donde habrá grandes turbulencias. Debemos prepáranos y eso se hace fortaleciendo la organización del pueblo trabajador y construyendo cuadros revolucionarios capaces de defender un programa y una estrategia revolucionaria dentro del movimiento de masas. No solo es el JOH, es el Estado oligarca. No solo son los golpistas, el problema es el sistema capitalista. En la Corriente Marxista Internacional tienes un espacio para, con la teoría y la práctica, luchar por la transformación profunda de la sociedad.