La crisis global del capitalismo no da tregua a la clase trabajadora y a la juventud, provocando un sentimiento de malestar profundo en la sociedad y la sensación asfixiante de que algo no anda bien en este sistema.
El capitalismo nos lleva al desastre
Los días en que un joven terminaba sus estudios con la confianza de encontrar un trabajo digno a la altura de sus expectativas, para emanciparse y labrarse un futuro en esta vida, hace años que quedaron atrás. Miremos por donde miremos, solo vemos precariedad en las condiciones de vida, en el trabajo, en el acceso a la vivienda, en la atención sanitaria. La depredación rapaz de los recursos del planeta por las grandes corporaciones y la sed inagotable de beneficios de las grandes petroleras, vinculadas por mil hilos al resto del gran capital y sus gobiernos, agravan el cambio climático cada día que pasa, con consecuencias devastadoras para la vida en el planeta y millones de seres humanos. En el mejor de los mundos posibles del Capital, las guerras se han convertido en la “nueva normalidad”. Cientos de miles de muertos y cientos de miles de millones de dólares, son sacrificados cada año al altar de los intereses capitalistas, volcados a la destrucción y la barbarie, para dilucidar qué grupo de ladrones imperialistas se apropia de países pobres, de sus recursos y de las fuentes de materias primas.
Los ricachones nadan en la lujuria más desenfrenada. El último estudio de Oxfam afirma que las 5 personas más ricas del planeta han más que duplicado su riqueza desde 2020, y calcula que en 10 años una de ellas será la primera en poseer una fortuna de más de 1 billón de dólares, tanto como la riqueza combinada de Bélgica y Austria; mientras que se tardarían 230 años en terminar con la pobreza.
Las condiciones para crear un paraíso en la Tierra están dadas, con el desarrollo industrial, agrícola, tecnológico, cultural y comunicacional acumulado, fruto de la obra creadora de las masas trabajadoras de todo el mundo; pero los grandes capitalistas y banqueros se empecinan en convertir nuestro planeta en un infierno viviente para miles de millones de seres humanos. No hay posibilidad de “reformar” este sistema irracional basado en el lucro para unos pocos de privilegiados, debemos derribarlo a través de la acción colectiva de millones de oprimidos de todo el mundo, que somos la inmensa mayoría de la población.
La fuerza de los poderosos no descansa en la enormidad de su aparato represivo y de coerción, sino en la desorganización de los explotados, en la falta de conciencia de su situación de opresión y en la carencia de un programa acabado de transformación socialista de la sociedad por el que luchar. Una vez conseguido esto, a los opresores sólo les quedará la opción de temblar y prepararse para ser arrojados al basurero de la historia, que es donde merecen estar.
El capitalismo español
En el Estado español, las características que hemos señalado del capitalismo global se reproducen como si se dieran en condiciones de laboratorio. El 38% de los trabajadores padecen precariedad laboral (trabajo temporal, a tiempo parcial, fijo-discontinuo). El poder adquisitivo de los salarios es, incluso, un 7% menor que en 2008. Según las últimas cifras conocidas, el 89% de los nuevos asalariados contratados en 2022 cobraron el salario mínimo o menos. El 38% de la población que alquila una vivienda queda en situación de pobreza severa tras pagar el alquiler.
Por contra, el 10% de la población concentra el 54% de la riqueza total, mientras que la mitad inferior de la población apenas atesora el 8%.
Las capas más oprimidas de la clase trabajadora padecen más intensamente la precariedad de sus condiciones de vida, como la mujer trabajadora y los trabajadores inmigrantes.
La situación de la juventud trabajadora española es particularmente alarmante. Duplica la tasa de desempleo oficial, un 27%. El 25,4% de jóvenes trabaja con contratos a tiempo parcial, 12 puntos por encima de la media del conjunto de la población, y la tasa de temporalidad de la juventud ocupada, un 36%, también dobla el promedio. Consecuentemente, los salarios de los menores de 30 años son un 35% inferiores a la media.
Con los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 53,2% de los menores de 30 años vive en familias con dificultades para llegar a final de mes. Y la juventud emancipada, que vive mayoritariamente de alquiler, ha de dedicar casi la mitad de sus ingresos al mismo.
Pero la crisis del capitalismo español no es solo una cuestión de pan, techo y trabajo. Es la crisis de un régimen político podrido, represivo y corrupto hasta el tuétano. Padecemos una monarquía parásita impuesta por la dictadura franquista, que tuvo entonces el apoyo de los dirigentes del PSOE y del PCE durante la llamada Transición. El aparato del Estado (ejército, fuerzas policiales, judicatura, alta administración) se mantiene intacto desde el franquismo, transmitiéndose los cargos de padres a hijos y nietos. Saquean las arcas del Estado con privilegios de todo tipo y son inamovibles por ley. Son adversarios irreconciliables de todo lo que hay de progresista, vital y avanzado en la sociedad española. Reprimen con saña a las nacionalidades históricas (Euskal Herria, Catalunya, Galiza) que intentan ejercer su derecho democrático a la autodeterminación. No hay posibilidad de “reformar” este aparato, debe ser demolido hasta sus cimientos y con él, la monarquía borbónica.
El estado lamentable de la “izquierda”
La clase obrera española tiene una orgullosa tradición de lucha combativa y revolucionaria, ya desde el último tercio del siglo XIX, pero sus direcciones nunca estuvieron a la altura de su combatividad y determinación, frustrando una y otra vez sus intentos repetidos de emancipación social.
Hoy día, el PSOE e IU-PCE son firmes pilares del Régimen del 78, a los que se ha sumado SUMAR de Yolanda Díaz. Su gobierno “progresista” se limita a gestionar las migajas que caen de la mesa de los poderosos y la crisis del capitalismo, y están alineados con las políticas del imperialismo occidental. Si la “vieja” izquierda fracasó, la “nueva” que representó Podemos lo ha hecho también de manera estrepitosa. La ausencia de un programa acabado de transformación social, la falta de coraje de sus dirigentes y su miedo a la lucha revolucionaria de la clase trabajadora, única manera de enfrentar al Régimen, los ha destrozado, y hoy sus restos vegetan sin pena ni gloria.
Este no es un fenómeno local. La izquierda “radical” de Syriza, Corbyn, Mélenchon, o Bernie Sanders ha fracasado igual de miserablemente.
Únete a los comunistas revolucionarios
Asistimos hoy en todas partes a un fenómeno enormemente inspirador: un movimiento incontenible de amplias capas de la juventud dirigiéndose hacia las ideas del comunismo. Sienten la necesidad de luchar por una “gran idea” que dé sentido a sus vidas y a la indignación revolucionaria que arde en su pecho contra los opresores y poderosos. Quieren luchar por el comunismo aquí y ahora, y hacer realidad en sus vidas la tarea inspiradora de la revolución socialista.
Pero, al mismo tiempo, la falta de una genuina organización comunista revolucionaria internacional se hace sentir en todas partes. Por esa razón, la Corriente Marxista Internacional, presente en 60 países de todo el mundo, está dando los pasos para lanzar la Internacional Comunista Revolucionaria (ICR) en el mes de junio de este año. Los militantes de la CMI en el Estado español vamos a darle todo el impulso posible aquí con el máximo entusiasmo, con el lanzamiento de la Organización Comunista Revolucionaria, adherida a la ICR, que acabamos de fundar en nuestro reciente Congreso del pasado 15-17 de marzo. Proponemos una Federación voluntaria de Repúblicas Socialistas Ibéricas como un primer paso hacia una Europa socialista y un mundo socialista. Nuestro objetivo es luchar por la abolición de la propiedad privada de los medios de producción a través de un régimen de democracia obrera, por la superación de la sociedad de clases y por el comunismo internacional, sin Estados ni fronteras nacionales que nos separen y dividan, en una sociedad universal y fraternal de seres humanos.
Somos conscientes que, a nivel internacional, y en el Estado español, existen otras organizaciones y grupos que se reclaman del comunismo, con militantes comprometidos y abnegados. A todos ellos les ofrecemos nuestra disposición a la colaboración fraternal más sincera. Pero negaríamos la verdad si no declaráramos que, en todas ellas, vemos debilidades teóricas, políticas y organizativas que lastran su potencial de desarrollo como genuinas organizaciones comunistas: desdén por la teoría científica del marxismo y posiciones revisionistas hacia la misma, estrechez nacionalista y carencia de una autentica visión internacional de la lucha por el comunismo, sectarismo hacia los movimientos de masas e incomprensión del proceso de toma de conciencia de la clase trabajadora, incomprensión de las causas de la caída y desaparición de la URSS y, por tanto, incapacidad de sacar las lecciones correctas del fenómeno del estalinismo, entre otras.
En todas ellas apreciamos un elemento de pesimismo, alertando constantemente sobre las “derrotas” del pasado y la “amenaza” del fascismo, cuando realmente nunca en la historia la reacción ha sido tan débil y la clase obrera tan poderosa. Sin duda, estamos en vísperas de acontecimientos convulsivos.
Llamamos, por tanto, a todos los que quieren luchar por el futuro comunista de la humanidad, no como destacamentos “nacionales”, sino como parte de un ejército internacional de proletarios comunistas revolucionarios, a que se nos unan y se sumen a la tarea de desarrollar y fortalecer la organización que la clase trabajadora y la juventud del Estado español, e internacionalmente, necesitan. Ven a construir la Organización Comunista Revolucionaria ¡Únete a nosotros!