Las 6 entidades en disputa eran gobernadas por la derecha (PRI-PAN): Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. En estas elecciones, donde fueron convocados 12 millones de personas, la derecha ha perdido 4 gobernaturas, conservado sólo 2. Aunque ellos quieren presentar el resultado como un triunfo suyo, la realidad es que es una franca derrota y un triunfo de los partidos aliados al actual presidente Andrés Manuel López Obrador.
La población en estos Estados manifestó su rechazo a los partidos de la derecha. Este rechazo refleja un hartazgo acumulado tras décadas de ataques y hacia recientes acciones de la derecha como el votar contra la reforma eléctrica, que limitaría el poder de las grandes empresas privadas del sector. Expresan también un apoyo al actual gobierno, pese a que no haya un convencimiento o a que exista una crítica abierta a muchos de los candidatos presentados por Morena y sus aliados.
Los resultados
El mejor resultado de la derecha se dio en Aguascalientes, pero incluso ahí se nota su declive. Datos proporcionados por Dante Delgado,[1] dirigente de Movimiento Ciudadano (MC), señalan que los partidos de la coalición “Va por México” (PRI, PAN y PRD) obtuvieron juntos en dicha entidad, en 2016, un apoyo de 82.4%, en 2021, un 54.4%. Según el PREP,[2] su candidata, María Teresa Jiménez conseguirá un 53.76% de las preferencias, sobre el 33.52% que consiguió Nora Ruvalcaba, candidata de Morena.
Durango es el otro estado que lograron mantener. En 2016, tuvieron 84.4% y, en 2021, 43.62%. Según el PREP, tendrán 53.74%, con Alejandro Villegas, frente a la candidata de Morena-PT-PVEM, Alma María Vitela. El resultado de Morena no fue del todo malo, pero su candidata es una expriísta que no mostró una clara diferencia frente a la población e hizo que no se inclinara la balanza. Un ejemplo más del fracaso de la política que encabeza Mario Delgado, dirigente de Morena.
En Quintana Roo, vimos una debacle de la derecha, sin embargo, el proceso se ensombrece con la clara marca que pone el nuevo aliado de Morena, el PVEM. Laura Lynn Fernández Piña, candidata del PAN-PRD obtuvo el 16.13% de los votos, el Movimiento Ciudadano alcanzó 13.13% y el PRI se desplomó al último lugar sin llegar al 3% de los votos. Morena y sus aliados de la coalición “Juntos haremos historia” obtuvieron más votos que todos juntos, con 56.4%.
Es sintomático que en los Estados donde no habíamos visto alternancia el margen fuera mayor. El candidato de Morena-PT-PVEM-PUP en Oaxaca obtuvo 60% de los votos, mientras que el del PRI-PRD obtuvieron 25% y el del PAN apenas un 3%. El otro caso fue Hidalgo, donde Ramón Menchaca (Morena-PT-Nueva Alianza) obtuvo 61.5% de apoyo, frente al 31.33% de Alma Carolina Viggiano (PRI-PAN-PRD).
Tamaulipas merece un espacio particular, pero cabe decir que, pese a todas las presiones, Morena y sus aliados obtuvieron un histórico resultado con 59.99% frente al candidato de la derecha, quien consiguió 44.2%.
El PRI en caída libre
El claro derrotado de la contienda es el PRI. Su presidente, Alejandro Moreno, está visiblemente desprestigiado, al evidenciarse con audios filtrados su mafioso actuar (lavando dinero, recibiendo financiamiento de empresas privadas para elecciones, operando con vulgaridad, etc.). El partido se ha escindido localmente en Estados como Hidalgo y Durango, cual ratas que salen del barco que se hunde. Antiguamente, este partido controlaba al Estado en su conjunto (con el que se confundía) y gobernaba al país y todos sus rincones. En 2012, el PRI sólo gobernaba 15 de las 33 entidades federativas. En estos momentos gobierna apenas 4 Estados y perdió en esta elección en 2 de ellos.
En Oaxaca e Hidalgo, desde que existe el PRI, estos habían sido gobernados por ese partido. Más de 90 años después, es derrotado en estas dos entidades. El PRI en alianza, con un candidato que es nominalmente de sus filas, logra ganar la elección en Durango. Esto no compensa sus derrotas ni cambia el rumbo de la debacle del PRI. En 2023, habrá elecciones en los últimos dos bastiones del PRI: Coahuila y Estado de México. Se enfrentará debilitado y muy probablemente más dividido, y hay una posibilidad enorme de que sean derrotados. En 2024, el PRI tendrá enormes dificultades para mantener su registro legal. Morena ha llamado a preparase ya para la elección de 2024
El PAN gobierna 8 Estados, 2 de ellos (Tamaulipas y Quintana Roo) fueron arrebatados por Morena en esta elección y otro lo traspasa en alianza al PRI (Durango). Si bien no está a nivel de la debacle del PRI, lejos está de mostrar fortaleza. El PAN, pese a su debilidad, es la principal fuerza de la oposición de derecha. Frente a la popularidad de AMLO han tenido que aliarse con el PRI y el PRD que se están convirtiendo en aparatos, cascarones, vacíos.
El PRD simplemente fue un cero a la izquierda. Movimiento Ciudadano ha querido mantenerse en la oposición a AMLO, pero sin mezclarse ni aliarse con el PRI y el PAN. Sus gobiernos Estatales (Nuevo León y Jalisco) reflejan un rechazo a los partidos tradicionales de la derecha, en donde no ha logrado la izquierda capitalizar el descontento. Sin embargo, su actuar no se diferencia en lo fundamental al del resto de partidos de la derecha (o a veces actúa de una forma burdamente peor). Su debilidad en el pasado le ha llevado a colocar a candidatos impresentables (podríamos recordar al histérico y pintoresco actor Alfredo Adame). En esta elección postuló como candidato a gobernador de Hidalgo a Francisco Xavier Berganza, típico político oportunista que ha saltado como chapulín de un partido tras otro. El resultado es que Movimiento Ciudadano alcanzó una votación general de poco más del 3%. Sin embargo, es tal la debacle del PRI que MC le ganó en votos en Aguascalientes y Quintana Roo.
Donde perdió la derecha, los gobernadores en turno no presentaron una oposición seria a Morena y sus aliados, con la excepción de Tamaulipas. Ahí, el gobernador panista, siendo fiel a su partido, se ha posicionado a favor de los empresarios de la entidad y contra el movimiento obrero que lucha por sus derechos y la democracia sindical. Hace dos años encarceló a la abogada laboral Susana Prieto Terrazas, actual diputada federal, fabricándole delitos en su contra. Además, es acusado de vínculos con el crimen organizado, tener empresas fachadas que operan a favor del cártel de Sinaloa y tener propiedades ilícitas, obtenidas por corrupción.
Morena gobernará 20 estados, sumando 1 del PES y 1 de PVEM. Son 22 bajo gobiernos afines a Andrés Manuel López Obrador. El PAN, el partido más “fuerte” de la derecha, se queda con 5 gubernaturas; el PRI, por ahora, con 3 y Movimiento Ciudadano 2. Sumando toda la oposición, son 10 Estados gobernados por la derecha.
Tamaulipas, reflejo de la descomposición social
Cabeza de Vaca está en peligro de cárcel. En más de una ocasión se ha rumorado su fuga del país. En esta elección varios militantes y dirigentes de la oposición fueron encarcelados con descaro, algunos también fueron intimidados y golpeados. El Sistema Nacional de Desarrollo Integral de la Familia Local (DIF), a media noche, estaba bajando despensas en las instalaciones locales. Según el INE, hubo más de 100 incidentes en el Estado. Los más graves fueron la presencia de civiles armados, que, en algunos casos, encañonaron a los funcionarios de casillas y se robaron las urnas y, en otros, casos hubo detonaciones con armas que impidieron la realización de la elección. Estos incidentes afectaron a casillas de los municipios de Reynosa, Matamoros y Miguel Alemán. Lo que se buscaba era un ambiente de terror para inhibir la participación en los comicios, combinado con acciones fraudulentas y compra de votos, que le permitiera mantener la gobernatura para el PAN y sus aliados. Nada de eso fue suficiente para detener su derrota.
Américo Villarreal Anaya, candidato de Morena-PVEM-PT, consiguió 710 mil 952 votos, prácticamente 50% del total. César Augusto Verástegui, candidato del PAN-PRI-PRD, logró 628 mil 541 sufragios, que representan el 44.20 % de la votación.
Un hombre al borde del abismo no razona, podemos esperar desde la fuga del gobernador hasta acciones más fuertes de intimidación.
El crimen organizado, dividido en varios carteles que suelen estar en pugna, se ha convertido en una poderosa fuerza. Tienen un fuerte poderío económico y militar y, en el caso de Tamaulipas, que no es el único, se ha infiltrado en la estructura estatal. No es suficiente con una elección para acabar con sus males. Se requiere un verdadero programa de apoyo a los trabajadores, mejorando sustancialmente sus condiciones laborales y de vida. Hay una enorme riqueza generada por la clase obrera en Tamaulipas y las empresas imperialistas asentadas ahí sólo dan migajas. Se requiere un programa clara y firmemente a favor de la clase obrera.
Oaxaca, el subterráneo descontento
Lo ocurrido en Oaxaca es sintomático. El PRI colapsó y no había fuerza que detuviera su derrota. Por ejemplo, el candidato que puso Morena, Salomón Jara, mantiene muchos vicios de los viejos partidos. Ha sido una constante que muchos de sus excolaboradores terminen estando en el ojo del huracán, entre escándalos de corrupción y protección a delincuentes. Este candidato fue impuesto en medio de un conflicto interno, en el que fue desplazada la diputada y cantante Susana Harp. Salomón no levantó la expectativa de la gente. Sumado a ello, Oaxaca sufrió los estragos del huracán Agatha, que en los primeros reportes ya llevaba una docena de muertos. Pobladores, sobre todo de la costa y zona sur del Estado, decían que la elección no debía realizarse y la prioridad era atender a la gente que había sido afectada por el huracán. De tal forma que la abstención estuvo arriba del 63%.
En Oaxaca hubo además quema de urnas y choques en algunas comunidades con conflictos sociales que vieron en la elección la oportunidad de hacer oír su voz. Tal fue el caso de San Juan Guichicovi y San Miguel del Puerto.
Muchas problemáticas sociales siguen sin resolverse en este país. Hay apoyo e ilusión en el gobierno de AMLO y rechazo a los viejos políticos, pero también hay un capitalismo que a nivel mundial no da solución a las problemáticas de las masas y que no termina de salir de una profunda crisis cuando se ve amenazada con nuevos colapsos. Las elecciones pueden ser termómetros que muestran el ambiente social y es claro que también hay expresiones de rechazo a los efectos del sistema contra nosotros los trabajadores. Votar contra la derecha no basta, se requiere un programa que vaya a la solución de fondo de los problemas de las masas, que necesariamente tiene que enfrentarse a la desigualdad social y violencia inherente al capitalismo.
La “unidad” de la derecha
El PRI y el PAN actúan como borrachos que se tienen que abrazar entre sí para no caerse, pero flaco apoyo se dan uno a otro. ¿El PAN se está viendo favorecido de esta alianza? Más parece que le quita votos y sus sectores duros rechazan la alianza. Pero, por otro lado, ellos son muy débiles. La estrategia de la derecha es el frente único entre ellos, esperar que Morena pierda fuerza y así poder aspirar a competir en la elección de 2024. Pero mientras avanzan más débiles parecen. Están tan desesperados que una derrota la quieren hacer pasar como victoria, buscan sumar a su bloque a diminutas fuerzas como Movimiento Ciudadano, al que presionan para entrar a su bloque. El debilitado PAN se queda en una alianza con dos aparatos que se quedan vacíos: el PRI y el PRD.
Falta mucho para el 2024, pero el panorama para la derecha se ve poco halagüeño.
Morena recicla a la derecha en vez de aplastarla
El PRI está resquebrajándose, está culminando un proceso histórico en que vemos frente a nuestros ojos la muerte de este instrumento de la reacción que gobernó al país ininterrumpidamente por más de 70 años. Ya nada será igual. Morena ha fomentado estas divisiones, lo cual es correcto. El problema es que lo hace estableciendo alianzas e incluso atrayendo a sus filas a esos sectores de expriístas. Eso desplaza a los militantes históricos de Morena y desdibuja programáticamente al partido. La derecha se debilita y no regresará a ser lo mismo. La izquierda, con esta línea, se desdibuja y permite que esa vieja burocracia sobreviva y traiga consigo sus métodos más nefastos, contra los que lucharon quienes fundaron Morena.
La derecha se escandaliza, habla de que Morena se esta convirtiendo en un nuevo partido de Estado, como antes lo fue el PRI. Se escandalizan de su avance, parecería que quieren que les tiremos un salvavidas para que no terminen de hundirse. Morena no será un nuevo PRI, no tiene un arraigo tan sólido y sus militantes más consecuentes con la lucha pueden en el futuro buscar una nueva alternativa de organización. Pero con la política de su dirección está atrayendo muchos de los viejos vicios. Eso se mostró en la pasada elección, en que los desplazados de la derecha replicaran las prácticas del voto corporativo, ahora a favor de Morena.
Hay voces de Morena que son críticas, que hablan de la renovación de todas las estructuras, algo mínimamente necesario. Mientras que se siga justificando y agachando la cabeza frente a las imposiciones y la pérdida de principios del partido, se estará cavando la tumba de Morena como una alternativa de lucha para la transformación social. Es necesario configurar una corriente de izquierda y no seguir agachando la cabeza frente a los atropellos de la burocracia, quienes están llevando a convertir a Morena en un instrumento electoral que recupera muchos de los malos vicios de los partidos burgueses tradicionales contra los que luchó en su fundación.
Es necesario que el movimiento obrero, social, estudiantil y de mujeres, sin tener una política sectaria frente a la base honesta de Morena, de una lucha firme por sus reivindicaciones y la transformación radical de la sociedad. Es necesario enarbolar un programa de clase, democrático y socialista y construir una alternativa revolucionaria ligada al movimiento de masas de los trabajadores y sectores oprimidos.
[2] Elecciones México 2022: Resultados finales del PREP en los 6 estados (eluniversal.com.mx)