El desconocimiento de Bukele a Javier Simán, presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), es solo una característica más de los giros bruscos en el régimen de Bukele, es un síntoma de un proceso más profundo donde beneficiar a una clase u otra es demasiado complicado sin entrar en conflictos, ante la crisis del capital los intereses de clase se ven expuestos de manera mucho más clara que en el pasado. Como hemos dicho anteriormente el gobierno de Bukele no es el gobierno favorito de la empresa privada, tampoco de los EEUU. La carta de la burguesía y el imperialismo en las elecciones pasadas siempre fue Callejas, un tipo al que podían controlar a su antojo, incluso un gobierno del FMLN de la mano de Hugo Martínez hubiese sido más beneficioso para los intereses de los EEUU, porque las relación GOES y EE. UU. durante los gobiernos del FMLN no cambiaron en nada y Hugo no planteaba hacer un cambio sobre esto.
Después de las elecciones la burguesía nacional tuvo que pactar, episódicamente han llegado a acuerdos momentáneos. Al principio de su gestión Bukele se cuadró como un defensor del libre mercado y seguidor de la política imperialista, pero con el paso del tiempo, con el afán de seguir sus propios objetivos no ha dudado en pasar por alto la autoridad de Washington, como por ejemplo el 9 de febrero cuando tomó la Asamblea Legislativa, o la autoridad de la burguesía en la crisis del Covid-19 paralizando sus industrias y desconociendo a sus representantes en la ANEP.
Lo anterior, no quiere decir que el gobierno de Bukele responda a los intereses de los trabajadores. Parafraseando a Lenin los trabajadores tienen que saber distinguir los intereses de una u otra clase detrás de los discursos, promesas y declaraciones de los políticos del régimen. Es un momento excepcional en la lucha de clases, en el que no necesariamente el que esté en contra de Bukele esta inmediatamente a favor de los trabajadores y viceversa. Bukele sigue siendo un gobierno que responde al sistema de explotación capitalista.
Las relaciones entre las clases en el actual régimen
Hasta hoy cada sector entre las clases busca sus propios intereses, así por un lado estarán los defensores de los intereses de la burguesía: ANEP, FUSADES, FUNDE, ARENA y demás instituciones de la burguesía nacional, por otro los partidos como el FMLN, PDC, PCN como una oposición política que en momentos determinados hará bando con la burguesía nacional para atacar a Bukele y en otras beneficiarlo (como la aprobación de los 2000 millones de deuda que votaron todos los partidos del régimen, en nombre de la “nación” léase en nombre de salvar el sistema) estos juegan a venderse al mejor postor, no hay un átomo de claridad e independencia en su política. Por otro lado el gobierno de Bukele, sus hermanos y otros empresarios que buscan beneficiarse del gobierno actual. Y por último, en un sector minoritario, débil por ahora, se encuentra la verdadera oposición que representa a la clase trabajadora, los sindicatos independientes de los partidos del régimen y otras organizaciones.
A pesar que este último grupo se encuentra debilitado tomará cada vez más fuerza en el futuro, el azote de la crisis del capital no será benevolente con las clases más desposeídas y estas buscaran defenderse, con un programa claro y revolucionario las organizaciones obreras que han mantenido una posición independiente alejados del oportunismo y el sectarismo aumentarán significativamente su militancia, pero solo podrán triunfar si logran mover a las masas hacia el camino de la revolución, no hay otra alternativa para solucionar los problema de la clase obrera en la actualidad, el viejo programa reformista de humanizar el capitalismo que defendió el FMLN en el pasado está totalmente descartado, demostró su incompetencia en la práctica al igual que lo demostrara el programa de Bukele en la actualidad. Así la única solución para la clase obrera es la lucha por el socialismo.
Los movimientos de la burguesía ¿apoyar o no a Bukele?
La burguesía con sus expresiones políticas y sociales en las últimas semanas está intentando aislar a Bukele, la crítica incesante y los movimientos, como por ejemplo las protestas de ayer en las zonas más acomodadas del país y el negarse a fiscalizar los fondos de la deuda muestran que no están a gusto con este gobierno y cómo está manejando la pandemia, y también expresan la presión que hay por debajo de la superficie, la paralización económica está haciendo estragos en la economía, la pequeña burguesía que resulta ser una de las afectadas más inmediatas no dudarán en apoyar las acciones que emprenda la burguesía nacional, tal como paso el día de ayer. La burguesía está siendo consiente del impacto que tendrá esta crisis en la conciencia y por su puesto en sus bolsillos, de las acciones que se tomen ahora dependen los acontecimientos futuros.
La burguesía esta clara del peligro que representa tener a un tipo como Bukele en el gobierno, en momentos de crisis como el que se avecina, tal y como en las guerras, los ejércitos van a la batalla con sus mejores generales, pero la burguesía de El Salvador se está preparando para la guerra con un mediocre incompetente como comandante de su ejército, que aunque en el fondo defienda sus intereses, con su actuar inestable solo prepara un caos total en la futura intensificación de la lucha de clases.
Esto último no es un fenómeno nacional, sino también internacional, lo mismo sucede en Estados Unidos con Donald Trump, en Gran Bretaña con Boris Johnson o en el peor de los casos Brasil con Bolsonaro, como hemos dicho antes la burguesía no está teniendo los gobiernos que quisiera, pero si está teniendo los gobiernos que se merece. Claro que la burguesía salvadoreña no es tan tolerante, incluso algunos de sus expertos articulistas se han atrevido a considerar el golpe de Estado justificando el irrespeto a la constitución y las ilegalidades del régimen, hablan de un golpe constitucional. La posibilidad de un golpe sería algo totalmente desastroso porque significaría, en la práctica, imponer un régimen mucho más dictatorial de lo que ha sido Bukele hasta hoy, un gobierno a imagen y semejanza de la burguesía, es algo que ningún revolucionario puede considerar como una opción.
La pandemia y el gobierno de Bukele
En medio de la pandemia la critica a las instituciones que intentan mantener el statu quo se intensificarán, la pandemia está desnudando al capitalismo, la brecha entre ricos y pobres, las leyes que favorecen a los ricos, esto intensificará la lucha de clases, algo que la burguesía no tolerará, lo que espera la burguesía es que gobierno sepa manejar la crisis y evitar la exhibición asquerosa del modelo de sociedad a la que nos someten, aunque esto ya se está mostrando.
El éxito del manejo de la pandemia es imposible sin que se toquen los intereses del capital, por tanto el régimen está en un callejón sin salida, aumentando los niveles de deuda solo están intensificando la crisis para que se exprese con mucha más fuerza y violencia en el futuro.
Bukele está buscando sus propios intereses y por momentos no se apoya en la burguesía, sino solo en el aparato del Estado a través de la policía y el ejército, por eso ha fortalecido estos aparatos y cada vez les concede más poder, con la intención de cumplir con sus objetivos, entre ellos ser un salvador coronado, un redentor en medio de la sociedad en caos. Le interesa manejar la crisis exitosamente porque eso refuerza su autoridad, pero en el camino se encuentra y se encontrará con grandes obstáculos el principal de ellos: la propiedad privada de los medios de producción, de la cual él no es enemigo, sino que, al contrario, la respeta.
La consolidación del carácter del régimen de Bukele
Como hemos dicho la crisis está intensificando y acelerando todos los procesos, cada vez más Bukele está revelando su carácter bonapartista, lo demuestra a cada cambio queda con la burguesía, un día está pactando 1000 millones de deuda para rescatar a las empresas o negociando la reactivación de las grandes industrias y al día siguiente está atacando a sus representantes públicamente, utilizando todos los recursos del Estado y otros, exhibiendo a las empresas deudoras y desconociendo a sus dirigentes.
A simple vista esto parece solo una actitud de capricho personal, y hasta cierto punto lo es, pero reducir el análisis a esto sería un error, hay que entender todo el proceso en su conjunto, en este sentido el papel que juega Bukele no es antojadizo, tiene un contexto y objetivos claros.
Hay momentos en la historia en que un individuo se alza sobre la sociedad como un juez que impone el orden en el caos, con el objetivo de preservar el statu quo, el objetivo de Bukele es salvar al sistema de explotación capitalista, que se ve amenazado ante la intensificación de la crítica de las clases desposeídas por la injusticia y la degradación a la que la han sometido durante décadas, ante la imposibilidad de la sociedad para buscar una salida a la crisis a la que la ha sometido el capitalismo, por tanto intenta beneficiar a una y otra clase en diferentes momentos, Pero en momentos de crisis del capital, beneficiar a una significa atacar a otra y viceversa. Lo cual solo prepara el escenario para nuevas crisis, luchas entre instituciones y el Ejecutivo, o luchas contra todas la cámaras empresariales y el Ejecutivo, tal ha sido el desenvolvimiento del régimen en el último año.
La crisis en la burguesía
La burguesía necesita un gobierno estable para aplicar todas las medidas necesarias para salvar sus intereses (ganancias), reactivar la industria, imponer nuevas leyes para sacar el mejor provecho de la explotación, exonerarse de impuestos, y utilizar al Estado para salvarse en momentos de crisis y desde luego contener cualquier oposición, esto lo podría hacer Bukele ahora mismo, sin embargo la burguesía no lo ha podido dominar por completo. Las próximas elecciones serán claves, pero no hay margen de maniobra para la burguesía, la perspectiva de que el partido de Bukele arrase con las diputaciones cada vez se termina de consolidar más.
En la actualidad la burguesía le es imposible gobernar como quisiera, como sí lo hacía en el pasado, por otro lado, la clase obrera no puede imponer sus demandas a través de un gobierno legítimo de su clase y ante la traición de sus dirigentes en el pasado ha depositado la fe sobre un individuo que terminará por traicionarle. Estas situaciones excepcionales son las condiciones principales para el establecimiento de este régimen semi-policiaco y militar que se está desarrollando. Y es el resultado de un proceso más profundo que ocurre por debajo de la superficie y que tarde o temprano saltara a la vista de todo. A La base de todo esto las relaciones de producción y explotación no están cambiando en absoluto, el régimen de dominación bajo la democracia burguesa puede tomar mucha formas, algunas veces benevolente y otras más violento todo en afán de mantener el modo de producción capitalista.
Solo a partir de la lucha revolucionaria la clase obrera puede detener con éxito este régimen monstruoso que poco a poco revela su carácter reaccionario. La clase obrera debe sustituir este régimen por la democracia obrera tomando las fábricas, las tierras y la banca para ponerla al servicio de sus propios intereses, es la única solución a la barbarie capitalista.
*El autor es integrante del Bloque Popular Juvenil, sección salvadoreña de la Corriente Marxista internacional