La sociedad actual, desgarrada en clases sociales antagónicas, ha mantenido como núcleo familiar preponderante la monogamia patriarcal durante los últimos siglos. La familia patriarcal tiene una etapa histórica que, como cualquier etapa, tuvo un principio (y más temprano que tarde, tendrá su propia extinción) y se caracteriza por la dominación del hombre sobre la mujer. Esta dominación no surge a partir de una condición natural, análoga a los animales, antes bien, tal como explica Federico Engels, en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, la aparición de la familia monogámica donde el poder lo tiene el hombre, -patriarcal-, es un resultado social histórico. Además, el mismo Engels señala que la génesis de las sociedades humanas tiene como ancestro en común, junto con algunos primates, los homínidos que, tras el desarrollo evolutivo paulatino que tomó millones de años, tuvo como resultado la aparición de la humanidad. Esta especie tiene, entre sus características corporales, múltiples carencias y limitaciones frente a otros animales: no tiene la velocidad, fuerza o agilidad de otras especies. Sin embargo, las notables ausencias y limitaciones físicas de la humanidad son compensadas por la capacidad para cooperar mutuamente, hasta llegar a la producción y reproducción de la vida material como una condición de la existencia social.
Esta producción tiene su propia historia y desarrollo. Engels generaliza la clasificación de Morgan de la siguiente forma: “Salvajismo: período en que predomina la apropiación de productos que la naturaleza da ya hechos; las producciones artificiales del hombre están destinadas, sobre todo, a facilitar esa apropiación. Barbarie: período en que aparecen la ganadería y la agricultura y se aprende a incrementar la producción de la naturaleza por medio del género humano. Civilización: período en el que el hombre sigue aprendiendo a elaborar los productos naturales, período de la industria, propiamente dicha, y del arte.”
Así como la producción de la vida material tiene sus diferentes estadios, la familia también transita de una forma a otra, teniendo como fundamento lo que la producción supone, es decir, una participación colectiva, en la que sus integrantes cooperan unos con otros. Según Morgan, “la familia es el elemento activo, nunca permanece estacionada, sino que pasa de una forma inferior a una forma superior a medida que la sociedad evoluciona de 1° más bajo a otro más alto. Los sistemas de parentesco, por el contrario, son pasivos; sólo después de largos intervalos registran los progresos hechos por la familia y no sufren una modificación radical sino cuando sea modificado radicalmente la familia.”. En este sentido, Engels explica que, para cooperar, los humanos, a diferencia de otras especies, tienen que dejar de lado el celo sexual que supone la confrontación violenta de los machos hasta la muerte. Para la recolección, las mujeres y los hombres no compiten entre sí, sino que, comunitariamente, obtienen un producto que se reparte para la reproducción de la especie. Por el abandono de este tipo de celo natural, la humanidad tiene como forma de familia primigenia el matrimonio consanguínea, donde los grupos conyugales se limitan por las generaciones, de tal modo que abuelos y abuelas son un núcleo conyugal, otro núcleo son los padres y madres, y un tercer núcleo son los hijos e hijas. La única limitación del intercambio sexual recíproco es la generación, de tal modo que existen matrimonios entre hermanos y hermanas, no así entre padres e hijos. Sin embargo, por un proceso de selección natural, la misma humanidad revolucionó a la familia cuando alcanzó la forma punalúa. A diferencia de la familia consanguínea, la restricción del trato carnal entre hermanos y hermanas perfecciona biológicamente a la descendencia. Es menester señalar, que, como explica Engels, si varios hombres cohabitan con una mujer, resulta imposible saber, ciertamente, cuál es el padre biológico, de tal modo que la línea consanguínea se establece por línea materna. La ginecocracia también está dada por el papel relevante de la mujer en las tareas domésticas en el seno de las sociedades comunitarias.
“En el régimen de matrimonio por grupos, o quizá antes, formándose ya parejas conyugales para un tiempo más o menos largo; el hombre tenía una mujer principal entre sus numerosas mujeres, y era para ella el esposo principal entre todos los demás.” Esto es la familia sindiásmica, que según Morgan, vendría siendo la tercera modalidad de matrimonio, es decir, se fueron sentando las bases de un núcleo conyugal. Por la importante participación de la mujer en la economía doméstica, junto con la prevalencia de la descendencia matrilineal, todo ello configura a la gens como una institución social que agrupa, a partir de las mujeres, los derechos y deberes de los integrantes de la gens.
Hasta aquí, la selección natural obró en favor de la humanidad. Pero hubo fuerzas sociales que desencadenaron un cambio en la familia. En Europa, el desarrollo de la ganadería y agricultura implicó una primacía de los varones sobre las mujeres. Una vez que un varón moría, sus bienes pasaban, bajo el matriarcado, al pariente de vínculo de madre más cercano, como serían los hermanos. De este modo, los hijos quedaban desheredados. El desarrollo de la producción, la posibilidad de esclavizar a personas y la aparición de la propiedad privada, todo ello supuso la derrota histórica de la mujer, dada la transformación de la producción, la reducción de la importancia de la economía doméstica, el ejercicio de dominación del hombre sobre la mujer en el seno del hogar, en última instancia, el tránsito del matriarcado al patriarcado con miras a garantizar la herencia de propiedad de los padres a los hijos.
Bajo el patriarcado, se exige a la mujer una monogamia estricta que conlleva, del lado del hombre, consumo de prostitución, y también, del lado de la mujer, el cometido de adulterio. La privatización de los cuidados y la prevalencia de la esclavitud doméstica, todo ello ata a la mujer a una condición de servidumbre en el seno del hogar. Por ende, hoy día, más que nunca, tal como explica Engels, la emancipación de la mujer y la destrucción del patriarcado supone la abolición del trabajo doméstico y la propiedad privada, bases del capitalismo.