Salvo giro dramático de los acontecimientos, el gobierno Barnier caerá hoy o el jueves. Un nuevo respiro sólo podría venir de una retirada de última hora del RN (Agrupación Nacional) o del PS (Partido Socialista). Pero estos dos partidos no tendrían nada que ganar y sí mucho que perder.
[Publicado originalmente en francés el 3 de diciembre en marxiste.org]
Desde que Marine Le Pen confirmó su intención de votar a favor de la censura [en respuesta a la decisión de Barnier de forzar la aprobación de un presupuesto de austeridad sin votación parlamentaria], los periodistas de derechas que deploran este hecho han estado lanzando todo tipo de acusaciones contradictorias. Algunos acusan a Michel Barnier de haber concedido demasiado a Marine Le Pen, a cambio de nada, al fin y al cabo. Otros, en cambio, culpan al Gobierno de no haber concedido todo a la RN.
En realidad, el resultado del regateo de los últimos días no dependía realmente de lo que el Gobierno estuviera dispuesto a ceder a la RN. Las «líneas rojas» presentadas por Marine Le Pen no eran más que excusas para justificar una decisión que ya había sido tomada sobre la base de una constatación simple y decisiva: una amplísima mayoría de los votantes de RN -el 67%, según un sondeo reciente- quiere la caída del gobierno Barnier.
Como explicamos en el congreso fundacional del Partido Comunista Revolucionario (PCR) este fin de semana: «Este es el elemento central en los cálculos de Marine Le Pen y su camarilla. Es su verdadera ‘línea roja’, y no, como ella pretende, el ‘poder adquisitivo de los franceses’. La RN no está dispuesta a disgustar a una gran parte de su electorado en nombre del Gobierno Barnier. (…) Según un reciente sondeo publicado por Le Monde, el 25% de los electores de RN consideran que el NFP (Nuevo Frente Popular) es el verdadero adversario del gobierno Barnier. Esto es lo que la dirección de RN no puede aceptar indefinidamente».
Y añadimos: «Tras la caída del gobierno, la presión aumentará fuertemente sobre el hombre más odiado del país: Emmanuel Macron. Los líderes de RN y LFI (la Francia insumisa) -entre otros- pedirán cada vez más fuerte la dimisión de Macron y la organización de elecciones presidenciales anticipadas antes de unas nuevas elecciones generales. Y esta exigencia encontrará un amplio eco entre la masa de la población. Según un reciente sondeo publicado por BFM, el 63% de los encuestados quieren que Macron dimita si cae el Gobierno.»
Para un análisis detallado de esta nueva etapa en la crisis del régimen capitalista francés, remitimos al lector a la introducción de nuestro debate sobre «Perspectivas para Francia» de nuestro Congreso Nacional de este fin de semana. En ella, situamos esta crisis política en su contexto general: el de una crisis profunda y un declive irreversible para el capitalismo francés.
En los próximos días se iniciarán las negociaciones para formar un gobierno capaz de «mantenerse unido» en un contexto de creciente presión de los mercados financieros sobre la deuda pública francesa. Esto excluye de entrada la posibilidad de que Macron opte por nombrar a Lucie Castets o a cualquier otra figura que represente al conjunto del NFP para el Matignon [residencia del primer ministro francés]. Como ya ocurrió este verano, Macron recurrirá a alguien cuyas intenciones de llevar a cabo la austeridad estén meridianamente claras.
Pero como las mismas causas producen los mismos efectos, el próximo gobierno, sea quien sea, será tan frágil como el de Michel Barnier.
Con respecto al próximo gobierno y a la lucha que el movimiento obrero tendrá que librar contra él, no tenemos que cambiar ni una coma -aparte del nombre del Primer Ministro- de lo que escribimos el pasado mes de septiembre:
«La extrema fragilidad de este gobierno es evidente. Es probable que la RN no quiera dejar indefinidamente al NFP como único «opositor» declarado de Barnier y sus secuaces. También podrían surgir problemas en el seno del Gobierno, en un contexto de múltiples y variadas ambiciones presidenciales. Sin embargo, el movimiento obrero no debe esperar a que el andamiaje parlamentario se derrumbe bajo el peso de la crisis económica y de sus propias contradicciones. Los jóvenes y los trabajadores necesitan un sólido plan de batalla para derribar ellos mismos a la camarilla gubernamental -Macron incluido- y sustituirla por un gobierno que defienda sus intereses.
«Lo hemos dicho una y otra vez: los ‘días de acción’ puntuales, como el del 1 de octubre, nunca han hecho retroceder ni un milímetro a ningún gobierno burgués. La izquierda y el movimiento sindical deben preparar un vasto movimiento de huelgas renovables que implique a un número creciente de sectores. No decimos que sea fácil hacerlo; decimos que es la única manera de ganar.
«¿Qué debería sustituir al ‘gobierno de los ricos’? La portada de este número de Révolution responde: ‘un gobierno de los trabajadores’. Es una consigna a la vez general y precisa. No dice qué fuerzas políticas encabezarían ese gobierno, pero sí qué clase social estaría en el poder. Esta es la cuestión central. Sólo la clase obrera, que crea toda la riqueza, puede dirigir a las demás capas oprimidas en una lucha decisiva contra la burguesía. Sólo los trabajadores en el poder pueden acabar definitivamente con las contrarreformas y la austeridad. Sólo ellos pueden expropiar a los grandes capitalistas y reorganizar la sociedad sobre la base de una planificación económica racional y democrática.»