Los hospitales privados, la industria farmacéutica y los monopolios televisivos deben ser expropiados
El corona virus ha abierto una situación de crisis nacional sobre la cual es imposible predecir su magnitud final; en México ya se registra la primera víctima (18 de marzo) pero apenas estamos al principio de una curva ascendente, la cual inevitablemente llegará a su cresta con un alto costo social y económico.
Ante ese escenario la derecha política, el PRIAN, y los empresarios, movilizarán todas sus fuerzas para tratar de desestabilizar al gobierno de AMLO con el objetivo de paralizarlo ante la crisis y hacerlo pagar un alto costo político por ello. El problema es que la estrategia de la derecha inevitablemente pondrá a las familias trabajadoras en el epicentro de la catástrofe.
Ante ello es lamentable que AMLO en lugar de asumir una actitud consecuente, su orientación política gire en torno a tratar de ganar la simpatía y la clemencia de los sectores de la derecha, es decir de aquellos de los que no podrá obtener nada, apelando como su defensor al escapulario de ¡Detente!, emblema del movimiento cristero contra el gobierno de Calles, tal como lo hizo en la conferencia mañanera del 18 de marzo.
La desmovilización política de las masas impulsada por el propio AMLO desde que ganó las elecciones a mediados de 2018, se ha transformado en el vacío que ha ocupado la derecha para, poco a poco, irse recuperando. En especial las fuerzas de la reacción han empleado para ello la aguda inseguridad que lacera al país y la semiparálisis del gobierno de Morena ante dicho problema.
Y ahora la derecha tiene frente a sí el escenario ideal para arremeter: una pandemia que seguramente escalará, en medio de un marco de severa crisis económica. Si AMLO piensa que en todo ese contexto sus adversarios harán a un lado sus intereses para priorizar la salud de los mexicanos, se equivoca; la derecha no dejará pasar esta oportunidad.
Ante ese panorama ¿qué hacer? Es evidente que los trabajadores no podemos permitir que la derecha nos use como monedas de cambio, pero tampoco podemos aceptar que la semiparálisis política que le ha impuesto AMLO al movimiento de masas, ponga en peligro a nuestras familias dada la severa crisis sanitaria que se avecina.
Es por ello que los trabajadores debemos poner todas nuestras energías denunciando y repudiando todas las maniobras de la derecha orientadas a sabotear al gobierno de AMLO y hacer con ello que la crisis sanitaria repunte, pues el costo lo pagaremos nosotros. Debemos poner todos los medios a nuestro alcance para cerrarle el paso a las maniobras de la derecha.
Pero también debemos demandar y exigir al gobierno de AMLO el desarrollo de la única política verdaderamente capaz de hacer que la crisis sanitaria sea menos severa para las familias trabajadoras: en condiciones de esta naturaleza el lucro económico de los capitalistas como nunca se trasforma en un lastre para proteger de forma masiva la salud de la clase obrera. Por ejemplo, mientras el costo de producción de la prueba para el diagnóstico del Covid-19 es de $2300 de acuerdo a la Secretaría de Salud, los hospitales privados cobran por ella entre 6 mil a 10 mil pesos. Además la atención para un paciente contagiado por el Covid-19 en esa clase de hospitales ronda en los $40 mil.
Esa es una de las consecuencias de una larga política impulsada por los gobiernos del PRI y del PAN para desmantelar la red de salud pública (IMSS, ISSSTE, etc.) y abrirle así paso a la medicina privada, la cual en estos momentos absorbe el 41% de los ingresos de las familias mexicanas y que terminó trasformando al mercado farmacéutico nacional en un gran negocio para la industria farmacéutica cuyo valor es de 14 mil 500 millones de dólares anuales.
La salud de los mexicanos es un negocio bastante rentable para los empresarios y definitivamente tratarán de sacarle todo el provecho posible a la actual crisis sanitaria que vivimos, sin importarles que su lucro sobre la salud se tenga que pagar con vidas humanas.
Otra pieza más en la ecuación es el papel de los medios masivos de comunicación. Durante décadas los vínculos de los monopolios de la TV y la radio, con el poder político, arrojaron jugosas ganancias para este sector, pues tan solo el gasto en publicidad para la imagen de Peña Nieto durante su mandato se tradujo en ingresos para las televisoras superiores a los 53 mil millones de pesos.
La llegada de AMLO derivó en la eliminación de esa sangría de las finanzas públicas en favor de los magnates de la comunicación, provocando la colérica reacción de estos por medio de una campaña sistemática y sin descanso, para golpear a AMLO por medio de sus diferentes espacios noticiosos. Y ahora, de cara a la crisis abierta por el Corona Virus, los medios están jugando su papel, distorsionando irresponsablemente la realidad con la intención de crear un ambiente de pánico y zozobra que entorpezca las acciones de Estado para combatir la pandemia.
La actitud de la derecha ya debe ser considerada como abiertos actos de sabotaje, mismos que se incrementará conforme la crisis sanitaria se intensifique y ante las vacilaciones de AMLO. Por ello, y para evitar que la derecha lucre y juegue con la vida de la clase trabajadora, la totalidad de la red hospitalaria privada y la industria farmacéutica, así como los monopolios de la comunicación, deben ser expropiadas bajo el control democrático de los trabajadores.
La crisis sanitaria provocada por la influenza, que en 2009 coincidió con el funesto gobierno de Calderón, dejó un saldo de 1032 muertos. La apuesta de la burguesía y la derecha política es la de que un escenario similar o peor al anterior, sea el saldo final que el Corona Virus deje en México, por ello debemos expropiarlos pues es la única forma de neutralizarlos y evitar que nos hagan daño.